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El ser humano es una criatura insaciablemente inquisidora. Su mente está conformada de tal modo que no
puede permanecer en reposo. Siempre investiga lo desconocido. Persigue el conocimiento sin tregua ni
descanso. Su vida es un viaje de descubrimiento. Siempre pregunta, explora, analiza, investiga. Nunca se
cansa de preguntar como un niño ¿Por qué? Ahora bien, cuando la mente humana comienza a preocuparse de
Dios, se desconcierta. Tantea en la oscuridad. Tropieza. Esto no debe sorprendernos, ya que Dios quienquier
o cualquier cosa que sea, es infinito, mientras que nosotros somos criaturas finitas. Él está totalmente fuera
de nuestro alcance. Por lo tanto, la mente no puede ayudarnos de inmediato sobre este particular, a pesar de
que resulta un instrumento maravillosamente efectivo en el campo de las ciencias empíricas. No puede subir
hasta la mente infinita de Dios. Y esta situación hubiera permanecido tal cual, si Dios no hubiese tomado la
iniciativa para remediarla. Sin embargo, Dios ha hablado. Ha tomado la iniciativa para revelarse. (pg.19)
El ser humano no consigue conocer a Dios por medio de su propia sabiduría sino por la palabra de Dios (su
mensaje), no por medio de la razón humana sino por la revelación divina. (pg.21)
En la actualidad Dios no es tangible, visible o audible. Sin embargo, hubo un tiempo en que él dispuso hablar
y revestirse de un cuerpo que podía verse y palparse (1Jn.1:1) (pg.21)
Los hombres necesitaban ser librados, no de la esclavitud de Egipto o del destierro babilónico, sino del exilio
y la esclavitud del pecado. fue por eso principalmente que Jesucristo vino. Lo hizo como salvador. (pg.22)
El cristianismo es una religión de salvación. No hay nada en las demás religiones del mundo que pueda
compararse con el mensaje de un Dios que ama, va en busca de un mundo de pecadores y muere por él.
(pg.22)
Dios desea ser hallado, pero lo será únicamente por aquellos que lo buscan: tenemos que buscar
diligentemente, humildemente, honradamente, obedientemente (Dios no es un objeto que el hombre pueda
analizar fríamente. Uno no puede colocar a Dios al extremo de un telescopio o de un microscopio y exclamar:
¡qué interesante! Dios no es interesante. Dios perturba, trastorna. Sucede lo mismo con Jesucristo) (pg.23-
25)
Debemos dejar de lado la apatía, el orgullo, el prejuicio y el pecado, y buscar a Dios a pesar de las
consecuencias. (pg.26)
Por eso te invito a que te conviertas en un inquisidor sincero de la verdad; en un buscador diligente, humilde,
honrado y obediente a Dios. acude al libro que dice ser la revelación de Dios. lee especialmente los evangelios.
Dale a Jesús la oportunidad de confrontarte y legitimarse ante ti. Ven con el pleno consentimiento de tu mente
y tu voluntad, dispuesto a creer y a obedecer si Dios te convence. (pg.26).