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S Francisco
17 de diciembre de 2014
E XPOSICIÓN DE RODILLAS
El sacerdote revestido expone el Santísimo Sacramento como de costumbre.
M ONICIÓN INICIAL
La Eucaristía es el sacramento de nuestra redención. Es el sacramento del Esposo que
da la vida por su Esposa, la Iglesia.
La Eucaristía es el centro y culmen de la vida cristiana y, por tanto, es el centro de la
vida de cada familia cristiana.
El amor que hay en una familia ha de ser como el amor de Cristo a su Iglesia, un amor
que alcanza su punto culminante en la Cruz, expresión de sus «bodas» con la humanidad.
La familia –iglesia doméstica- se convierte así en el lugar donde aprendemos a llamar a
Dios Padre, en ella y gracias a ella –con sus límites- hemos conocido el amor de Dios y
hemos entrado a la Iglesia –familia de los hijos de Dios-. Con cada participación en la
Eucaristía dominical, hemos aprendido a recibir y adorar a Jesús Sacramentado.
En el Sacramento del amor, la familia encuentra continuamente la fuerza y aliento para
continuar su camino, para resistir en medio de las pruebas, para dar gracias por todos los
beneficios, para transformar la propia vida ordinaria en un signo auténtico de la presencia
de Dios.
***
Adoremos a Jesús presente en la Sagrada Hostia y traigamos a nuestro
pensamiento a nuestros familiares, y cantemos:
MI DIOS, YO CREO, ADORO, ESPERO Y OS AMO.
OS PIDO PERDÓN POR LOS QUE NO CREEN, NO ADORAN,
NO ESPERAN Y NO OS AMAN.
BREVE SILENCIO
INVOCACIONES POR LA FAMILIA
Adoremos a Cristo Jesús, presente en la Eucaristía, que quiso nacer de María la
Virgen y tener por padre a San José, teniendo una vida familiar como todo
hombre. Digamos:
CANTO
Ave verum Corpus, natum Salve, verdadero Cuerpo
ex Maria Virgine. Nacido de María Virgen.
O Iesu, Iesu, Filii Mariae. O Jesús, Jesús, Hijo de María !
A ti, Jesús, que quisiste nacer en el seno de una familia, donde contemplamos el
esplendor del amor verdadero, te pedimos que que también nuestras familias sean
lugares de comunión y cenáculos de oración, auténticas escuelas del Evangelio y
pequeñas Iglesias domésticas.
A ti, Jesús, que quisiste vivir en una familia y no por ello te libraste de
dificultades, te pedimos por las familias que viven experiencias de violencia,
cerrazón y división para que reine la paz y la tranquilidad en ellas, te pedimos que
todo el que haya sido herido o escandalizado conozca pronto el consuelo y la
sanación.
A ti, Jesús, te pedimos que ante la amenaza que sufren la familia en nuestra
sociedad actual, despiertes en todos la conciencia del carácter sagrado e inviolable
de la familia, su importancia vital para la sociedad y su belleza en el proyecto de
Dios.
A ti, Jesús, que viviste en la normalidad de una familia sencilla y humilde, te
pedimos que nos enseñes el recogimiento, la interioridad; danos la disposición de
escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros.
Enséñanos la necesidad del trabajo de reparación, del estudio, de la vida interior
personal, de la oración, que sólo Dios ve en lo secreto.
Oh Jesús, Redentor nuestro, que habiendo venido a iluminar al mundo con la
doctrina y con el ejemplo, habéis querido pasar la mayor parte de vuestra vida,
humilde y sujeto a María y a José en la pobre casa de Nazaret, santificando a
aquella Familia que había de ser el modelo de todas las familias cristianas; te
pedimos por nuestra familia, por cada uno de sus miembros, por aquellos que ya
han muerto. Atiende especialmente a aquellos que están sufriendo y pasan por la
prueba del dolor y la enfermedad, también por aquellos que viven alejados de ti o
no te conocen. A todos ellos, los consagro a ti para que tú seas su Dios y Señor, su
Médico y Su Amigo, su Hermano y Su Salvador.
B ENDCIÓN Y RESERVA