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NULIDAD DEL ACTO JURÍDICO POR FALTA DE MANIFESTACIÓN DE

VOLUNTAD: SUPUESTOS ESTABLECIDOS POR LA DOCTRINA Y LA


JURISPRUDENCIA.

1. Caso

En la Casación 886-2015, Lima, se declaró fundada una demanda de nulidad


de acto jurídico y en consecuencia nulo un contrato de compraventa por la
causal de falta de manifestación de voluntad. El caso se resume en cuatro
momentos:

1) Celeste otorgó poder a Yolanda para que esta pueda, entre otras cosas,
disponer de sus bienes de manera directa o a través de terceros, por
sustitución[1].

2) Posteriormente, Yolanda otorga poder a Félix para que este disponga de los
bienes de Celeste.

3) Yolanda fallece, y luego de unos años Félix celebra un contrato de


compraventa con Carlos respecto de los bienes de Celeste.

4) En el considerando octavo y noveno de la referida Casación, la Sala Civil


Transitoria de la Corte Suprema concluye que al momento de la celebración del
referido contrato de compraventa el poder con el que Félix actuó no se
encontraba vigente, dado que Yolanda -su poderdante (apoderada a su vez de
Celeste)- había fallecido, y que, por lo tanto, se configuraba la causal de falta
de manifestación de voluntad regulada en el incuso 1 del artículo 219 del
Código Civil.

En la referida Casación, la Corte Suprema considera que la falta de


representación es un supuesto de falta de manifestación de voluntad; sin
embargo, ello resulta incorrecto, pues a la luz del artículo 161 del Código
Civil[2], se trata más bien de un supuesto de ineficacia negocial.

Tal confusión, nos permite advertir la necesidad de establecer con claridad los
supuestos en los cuales un negocio jurídico adolece de la causal de falta de
manifestación de voluntad, y el orden lógico que su análisis requiere.
2. Cuestión previa: Invalidez e ineficacia del negocio jurídico

El negocio jurídico, en su aspecto fisiológico, tiene dos momentos, el de


validez, en el cual se estudia su estructura[3], y el de eficacia, en el que se
estudia los efectos jurídicos del mismo. La regla general es que un negocio
jurídico válido produzca efectos jurídicos[4] [válido y eficaz]; pero puede darse
el caso de negocios jurídicos válidos que no producen efectos [válido e
ineficaz] o casos de negocios inválidos que si producen efectos [inválidos y
eficaces][5].

Un sector de la doctrina explica que la ineficacia es la categoría genérica que


describe todos los supuestos en los cuales los actos jurídicos y contratos no
son eficaces, por no haber producido nunca los efectos jurídicos o por
desaparecer posteriormente los efectos jurídicos producidos inicialmente.
Desde dicha perspectiva, la ineficacia se clasifica en estructural y funcional.

La primera es denominada también originaria o por causa intrínseca (invalidez),


y es aquella en la cual el negocio “no produce efectos jurídicos”, o “deja de
producirlos retroactivamente”, y que en la legislación nacional acoge dos
supuestos: la nulidad[6] y la anulabilidad. La segunda, denominada también
sobreviniente o por causa extrínseca, supone en todos los casos un acto
jurídico perfectamente estructurado, en el cual han concurrido todos sus
elementos, presupuestos y requisitos de orden legal, sólo que dicho acto
jurídico por un evento ajeno a su estructura debe dejar de producir efectos
jurídicos y que en nuestra legislación acoge varios supuestos: rescisión,
resolución, revocación, suspensión, desistimiento, inoponibilidad, caducidad,
retracto.

3. Sobre la causal de falta de manifestación de voluntad y sus supuestos


de configuración

El artículo 219 del Código Civil regula las causales de nulidad del negocio
jurídico[7]. Cada causal se configura de un modo particular y algunos son –
además– excluyentes. Es decir, los hechos que sustentan cada causal son
distintos (un mismo hecho no puede servir para sustentar varias causales), y
muchas veces la configuración de una causal excluye la concurrencia de otras
(por ejemplo, si se prueba la falta de manifestación de voluntad no cabe
análisis alguno sobre las demás causales dado que todas estas requieren de
manifestación de voluntad).

El inciso 1 del dispositivo antes señalado, establece que el negocio jurídico es


nulo cuando no está presente el componente volitivo[8]. Desde una perspectiva
teórica, la ausencia de manifestación de voluntad supone la “imposibilidad de
referir o imputar eficazmente dicha manifestación a su pretendido autor (sujeto
o parte)”, y acoge los siguientes supuestos de configuración:

Incapacidad natural.- Es la situación en la que un sujeto se encuentra,


independientemente de su edad, provocada por una causa permanente o
transitoria, como enfermedad mental, vicio o factor parecido, que la impide
querer y entender lo que hace, y por ello ésta no puede crear consecuencias
jurídicas sanas. Aquí se puede hablar de los casos practicados en estado de
inconsciencia o perturbación mental pasajera como la hipnosis, el
sonambulismo o la embriaguez o enfermedad excluyentes de discernimiento.

Declaración no seria.- Se trata de declaraciones que no tienen efectos


vinculantes, debido a que el agente no desea vincularse jurídicamente, lo cual
resulta notorio y evidente dentro del contexto en el cual se dan. Tales
declaraciones son realizadas como broma, o por fingimiento escénico (por
ejemplo con fines teatrales), o con propósito didáctico (de explicación)[9], y
otros casos semejantes[10]. En todos estos casos existe una discrepancia
consciente entre la voluntad interna y la voluntad declarada y por lo tanto el
negocio jurídico es nulo, aunque un sector de la doctrina continental lo
considere un supuesto de inexistencia o irrelevancia[11].

Falsificación de firma y documento.- En ambos casos, la declaración no se


puede referir al sujeto al cual parece referida, como autor de esta[12]. Es decir,
la manifestación de voluntad no ha sido materialmente efectuada por el sujeto
al cual se atribuye la misma[13].

Violencia física.- Se trata de un hecho realizado por el otro sujeto (o parte) de


la relación jurídica o por un tercero que da lugar a una declaración no querida
por el agente[14]. La doctrina es unánime en señalar que este tipo de violencia
excluye la voluntad de la manifestación y por lo tanto es una causal de falta de
esta[15], siendo aplicable al inciso 1 del artículo 219 del Código Civil[16], pues
provoca la nulidad y no la anulabilidad del negocio[17].

Error en la declaración.- Llamado también error obstativo, es aquél que


consiste en un lapsus linguae. Es una discrepancia inconsciente entre la
voluntad declarada y la voluntad interna del sujeto. Aquí, aun cuando hay una
voluntad de declarar, falta una verdadera voluntad declarada.

La doctrina considera que en este caso, el negocio jurídico también es nulo[18];


sin embargo, como nuestro código civil ha asimilado el error en la declaración
al error dirimente o error vicio, o sea, aquél ha sido incluido en la regulación del
error vicio, el cual es inherente a la formación de la voluntad, estableciendo
como sanción la anulabilidad, no podemos incluir dentro de esta primera causal
de nulidad al error en la declaración, aun cuando es la sanción que le
correspondería en sentido estricto.

Los supuestos anteriormente descritos han sido acogidos en alguna


oportunidad por nuestra Corte Suprema de Justicia, y por ello no entendemos
el razonamiento y conclusión arribados en la Casación 886-2015, Lima. En
efecto, en el considerando tercero de la Casación 3254-2012, Lima, citando a
un sector de la doctrina nacional, se indicó lo siguiente:

“(…) Se tiene por falta de manifestación de voluntad: i) Cuando el sujeto al que


se le imputa la declaración carece de existencia jurídica; ii) Cuando la
manifestación de voluntad no ha sido materialmente efectuada por el
sujeto; iii) Cuando la manifestación de voluntad materialmente efectuada
carece de relevancia negocial, esto es: a) Cuando no esté dirigida a crear,
modificar, regular o extinguir una reglamentación de intereses; b) En caso de
que la misma no demuestre la intención de su autor de quedar jurídicamente
vinculado, además, c) En caso que exista disenso entre las partes;
y iv) Cuando la manifestación de voluntad ha sido exteriorizada por la presión
física ejercida sobre el sujeto. (…)”

Este es, desde nuestro punto de vista, el pronunciamiento judicial más claro
sobre los supuestos de la causal de falta de manifestación de voluntad, y pone
en relieve su característica fundamental: “Con esta se busca cuestionar la
validez de una manifestación de voluntad atribuida a un determinado sujeto o
parte”.

4. Orden lógico para el análisis de la causal de falta de manifestación de


voluntad

El análisis de la causal de falta de manifestación de voluntad requiere del


siguiente orden lógico:

– Primer paso: Se debe verificar la existencia de una manifestación de


voluntad atribuida a un determinado sujeto o parte de un negocio jurídico.

– Segundo paso: Se debe verificar que el hecho alegado para fundamentar la


causal se subsuma en alguno de los supuestos anteriormente esbozados
(incapacidad natural, declaración no seria, falsificación de firma o documento,
violencia física, error obstativo). Es decir, la manifestación de voluntad atribuida
a un determinado sujeto o parte de un negocio jurídico debe ser cuestionada
recurriendo a dichos supuestos.

– Tercer paso: Valoración de los medios probatorios que acreditan el hecho


alegado como supuesto de la causal invocada.

Dos ejemplos pueden ayudarnos a entenderlo mejor:

Ejemplo 1: A y B celebran un contrato de compraventa. Mediante dicho


contrato A se obliga a transferir el bien “X” cuyo verdadero propietario es C,
quien al enterarse demanda la nulidad por falta de manifestación de voluntad,
alegando no haber participado en la celebración de dicho contrato.

Paso 1: El contrato fue celebrado solo entre “A y B”; por lo tanto, es a estos a
quienes se les atribuye manifestación de voluntad.

Paso 2: El demandante (C), no cuestiona ninguna de las manifestaciones de


voluntad contenidas en el contrato cuya nulidad pretende. Es decir, el hecho
alegado “no haber celebrado contrato alguno”, no se subsume en ningún
supuesto de falta de manifestación de voluntad.
Paso 3: La valoración de los medios probatorios resulta impertinente, pues
estos se encuentran destinados a acreditar un hecho que no se relaciona con
ningún supuesto de la causal invocada.

Ejemplo 2: A y B celebran un contrato de compraventa. Mediante dicho


contrato A se obliga a transferir el bien “X” a favor de B. Unos meses después
C, hijo de A demanda la nulidad por falta de manifestación de voluntad,
alegando que la firma de su progenitora fue falsificada por B, presentando para
ello un peritaje y el reporte migratorio en el que figura que en la fecha que se
celebró el referido contrato C se encontraba fuera del país.

Paso 1: El contrato fue celebrado solo entre “A y B”; por lo tanto, es a estos a
quienes se les atribuye manifestación de voluntad.

Paso 2: El demandante, cuestiona la manifestación de voluntad atribuida a “A”


alegando que la firma de este fue falsificada. Es decir, el hecho alegado se
subsume en el tercer supuesto que hemos esbozado.

Paso 3: El Juez valora el peritaje y el reporte migratorio ofrecido por el


demandante. Si concluye que la firma atribuida a “A” es falsificada declara
fundada la demanda y nulo el contrato; de no ser así declara infundada la
demanda.

Finalmente, debo señalar que nuestro análisis busca coadyudar a una mejor
comprensión sobre esta causal de nulidad. En nuestro próximo post
analizaremos la “imposibilidad del objeto en el contrato de compraventa”.

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