Вы находитесь на странице: 1из 6

Lactancia Materna Ventajas Generales y Nutricionales

Para el Niño Menor de 1 Año


Dra. Gabriela Juez G.

La lactancia natural es la mejor opción para alimentar al niño durante el primer año de
vida. Las ventajas para el lactante son: superioridad nutricional, ausencia de agresión
físico-química y antigénica, apoyo inmunológico específico e inespecífico, apoyo al
crecimiento y desarrollo del tubo digestivo y prevención de morbimortalidad. Las
ventajas para la madre son: recuperación física postparto, espaciamiento de los
embarazos y menor probabilidad de cáncer mamario. Además, la lactancia ofrece un
espacio para mayor interacción entre la madre y el niño, lo que influye en el
establecimiento de vínculos afectivos y en el desarrollo psicomotor.

Superioridad nutricional

Desde el punto de vista nutricional, la leche materna es superior a las


fórmulas derivadas de la leche de vaca y de otras fuentes, ya que los
nutrientes que contiene: proteínas, grasas, hidratos de carbono,
minerales, vitaminas y agua están en cantidad y proporción adecuados
para lograr una máxima biodisponibilidad en el lactante menor de 1 año.
La osmolaridad de la leche materna y su contenido en enzimas digestivas
y en factores moduladores de crecimiento permiten su mejor
digestibilidad y contribuyen al desarrollo del tubo digestivo durante los
primeros meses de vida del niño. La ausencia de antígenos alimentarios
en la leche materna evita enfermedades alérgicas que afecten el
aprovechamiento nutritivo de la alimentación del lactante. Los factores
moduladores de crecimiento promueven el desarrollo de la mucosa
intestinal, lo que evita el ingreso de proteínas extrañas, como
macromoléculas que estimulen reacciones alérgicas.

La leche materna no es traumática para la mucosa digestiva y no provoca


las microhemorragias demostradas en lactantes alimentados con leche de
vaca, los cuales pierden fierro por esta vía.

Es preciso enfatizar algunos detalles nutricionales que hacen superior a la


leche materna. Sus proteínas (1,2 a 1,6 g/100 ml) tienen una proporción
70:30 de: proteínas del suero: caseína, lo que produce un coágulo
gástrico blando, fino y de vaciamiento rápido. La proporción de
aminoácidos es única, destacándose la cantidad de cisteína (que es
esencial para los primeros meses de vida) y de taurina, que es un
modulador de crecimiento y que interviene en la síntesis de ácidos
biliares (muy necesarios en el lactante menor).

La lactosa es el hidrato de carbono más abundante en la leche materna y


su presencia en el lumen hasta porciones distales del intestino delgado
contribuye a una buena absorción de calcio en el niño. Se encuentra en
cantidades de 7 g/100 ml y aporta el 37% de las calorías totales.
Los lípidos están en cantidades de 3,5 a 4,5 g/100 ml en la leche materna
y son una importante fuente calórica. La óptima utilización de las
calorías grasas de la leche materna se debe a la formación de glóbulos
lipídicos pequeños adecuados al desarrollo linfático intestinal del
lactante menor, como también a la contribución de la taurina a los ácidos
biliares. Es muy importante la presencia de lipasa humana en la leche
materna, pues la producción de lipasa pancreática es insuficiente en el
niño menor.

La composición de ácidos grasos guarda óptima relación con las


cantidades de fierro y vitamina E para lograr una apropiada composición
de las membranas celulares. El fierro, calcio, fósforo, los oligoelementos
y las vitaminas A, C, D, B y E se encuentran en la leche humana en
condiciones de óptima biodisponibilidad.

La proporción de nutrientes, el pH, la cantidad y calidad de las proteínas,


el contenido en ácido ascórbico y otros factores en la alimentación
influyen en la absorción de fierro por parte del intestino. Esta absorción
es máxima y varias veces superior en el lactante alimentado al pecho
exclusivo que en aquél con alimentación combinada o artificial. Es
necesario destacar que la adición de sólidos a la dieta del lactante al
pecho puede producir un quiebre en el delicado equilibrio descrito, por la
interferencia de fitatos (verduras), lactatos y xantinas (té) en la absorción
de fierro.

La vitamina D se encuentra en baja proporción en la leche materna. Sin


embargo, ésta contiene una dosis importante de vitamina D hidrosoluble,
cuyo rol biológico se encuentra en estudio.

Aporte inmunológico

La presencia de inmunoglobulinas, lactoferrina, lisozima y células


linfocíticas vivas en la leche materna producen una protección local y
general contra las infecciones que pudieran arriesgar la salud y estado
nutritivo del niño. La leche materna, concebida como órgano vivo,
transmite y trasplanta en el niño menor la experiencia inmunológica de
su madre adulta.

El recién nacido recibe inmunoglobulinas de la clase IgG a través del


transporte placentario, pero las produce lentamente en los primeros
meses, debido a la menor función de sus linfocitos T y B. Presenta,
además, un déficit relativo de IgA, y SIgA (inmunoglobulina IgA
secretora). Por esta razón es dependiente de la inmunidad que recibe de
la madre.

La leche materna aporta al niño inmunoglobulinas IgG e IgM y,


especialmente, SIgA, que es el anticuerpo dominante y que se sintetiza
en la glándula mamaria. El niño recibe 0,5 g diarios de SIgA por la leche
materna, la cual es resistente a la destrucción por enzimas proteolíticas y
se une a bacterias, virus y antígenos, constituyendo una defensa local
muy importante. En la fracción SIgA de la leche humana se han descrito
anticuerpos contra muchas bacterias y virus. Conviene destacar que
defiende contra E. coli, Salmonella, B. Pertussis y virus Polio. La vacuna
antipolio debe darse al niño alejada del momento de amamantamiento,
pues será anulada por la leche materna.

La síntesis de anticuerpos en la glándula mamaria se realiza con


información proporcionada por el tubo digestivo de la madre, a través del
llamado círculo enteromamario, por migración de linfoblastos. La leche
materna provee, además, mecanismos de defensa inespecíficos
(lactoferrina y lisozimas) y células vivas que llevan información
inmunológica de la madre adulta a su hijo: linfocitos T y B que
ingresarían a los órganos hematopoiéticos.

La fracción de la leche rica en anticuerpos tiene receptores análogos y se


une a bacterias, impidiendo que éstas ingresen a las células faríngeas.
Probablemente esta es una de las explicaciones de la baja incidencia de
infecciones respiratorias en niños amamantados. En resumen, la leche
materna contiene los siguientes factores de defensa: anticuerpos,
receptores análogos, lactoferrina, lisozima y leucocitos que están
representados por macrófagos, granulocitos y linfocitos T y B, cuyo rol
biológico es desconocido.

La barrera intestinal del lactante madura anatómica y funcionalmente


durante los primeros meses de vida. La leche materna actúa brindando
protección pasiva y acelerando la maduración, probablemente a través de
los factores moduladores de crecimiento. La barrera intestinal ya
fortalecida impedirá el paso de bacterias y antígenos en edades
posteriores.

Clínica

Estudios prospectivos han demostrado que el crecimiento de niños en


lactancia es similar a los patrones normales, aceptados
internacionalmente. También describen ausencia de déficit de fierro en
lactantes cuyas madres no están afectadas por enfermedad ferropriva. El
raquitismo por déficit de vitamina D es raro en niños alimentados al
pecho.

La supervisión del crecimiento y desarrollo del niño, como también de la


salud integral de la madre por parte de un equipo de salud capacitado,
garantizará el éxito de la lactancia materna. Las experiencias chilenas
han corroborado la buena lactancia de la mujer sana atendida por un
equipo de salud capacitado, el adecuado crecimiento del niño sano en
lactancia exclusiva y la rareza de anemia ferropriva y morbilidad
importante en el niño amamantado con éxito.

El método para lograr lactancia materna de buen éxito que se usó en


estos estudios chilenos fue fundamentalmente el siguiente: permitir al
niño alimentarse por libre demanda, no interferir con chupetes ni sólidos
y controlar el binomio madre-hijo por personal de salud capacitado. La
curva ponderal del niño, analizada en forma individual, con criterio
riguroso y comparada con un patrón de crecimiento normal adecuado,
fue determinante para evaluar y juzgar la calidad de la lactancia. La
suplementación láctea fue indicada sólo después de un meditado
diagnóstico de falla en la curva ponderal y la suplementación no láctea
fue prescrita en el segundo semestre de vida. La metodología empleada
para promover la lactancia prolongada puede resumirse en: preparación
de la madre durante el embarazo, alimentación del niño por libre
demanda, cuidado del pecho materno, alimentación equilibrada de la
madre, vigilancia de la madre y del niño por personal de salud
capacitado, introducción de no lácteos en el segundo semestre y
diagnóstico de falla de lactancia por cuidadosa evaluación de curva
ponderal del niño.

Si bien hay un grupo de madres que tendrán lactancia de buen éxito en


forma espontánea y aun sin cumplir estas recomendaciones, es preciso
enfatizar que con estos consejos básicos es como investigadores chilenos
han logrado los resultados que se presentan. Con dicha metodología,
varios autores chilenos han logrado que el 50-60% de las mujeres sanas,
con hijos sanos, amamanten 6 meses en forma exclusiva y que sólo un
10-30 por ciento hayan llegado al destete a esa edad. Dichos resultados
han demostrado ser estables en el tiempo en el estudio de Juez y cols. Es
interesante referirse al estudio de evolución de la lactancia, en un período
de 8 años de funcionamiento del Consultorio del Instituto Chileno de
Medicina Reproductiva (ICMER). Se destaca que 50 a 60% de las
mujeres están en lactancia exclusiva al sexto mes, que el peso promedio
de los niños es 8 kg y 10 kg a los 6 y 12 meses, respectivamente, y que el
alza ponderal promedio de los niños en los primeros 6 meses de vida es
de 4,5 kg.

El crecimiento de los niños de término sanos, en lactancia exclusiva y en


control adecuado, ha demostrado ser óptimo y muchas veces superior a
los patrones internacionales. El crecimiento de 242 niños chilenos en
lactancia exclusiva durante el primer año de vida se distribuye en
percentiles de pesos para la edad, al menos tan apropiados como los
percentiles de Boston para varones.

En 114 de los mismos niños, la hemoglobina promedio (Hb) al sexto mes


fue 11,8% con una desviación estándar de 0,9 g/dl, habiéndose detectado
sólo 3 casos con valores entre 9 y 10 g/dl y ninguno bajo 9, lo que
muestra una baja probabilidad de anemia ferropriva en hijos de madres
con Hb normal y en el rango de peso al nacer (PN) de 2.500-3.850 g, que
fue el estudiado. Cabe señalar que la adición de no lácteos a la dieta del
niño y la enfermedad ferropriva de la madre aumentan el riesgo de déficit
de fierro en el niño, pudiendo así aparecer anemia en lactantes
amamantados.

Los incrementos de peso mensuales en el primer año de vida mostraron


un patrón típico de mayor velocidad de crecimiento durante el primer
trimestre, que desciende progresivamente en coincidencia con el logro de
pesos absolutos apropiados en relación a la edad, existiendo mínimo
riesgo de obesidad en niños amamantados. El incremento de peso en el
control periódico del niño debe ser analizado en relación al peso absoluto
y al canal de crecimiento que el niño sigue.

El mismo estudio y otros han corroborado lo dicho en comunicaciones


internacionales al evidenciar bajos índices de morbilidad, desnutrición y
mortalidad en los niños alimentados al pecho exclusivo. Las causas de
hospitalización en este estudio chileno fueron bronquitis obstructiva,
hernia inguinal y torsión testicular. No ha habido fallecimientos durante
el primer año de vida en una experiencia que actualmente cuenta con
alrededor de 4.000 niños (ICMER, comunicación personal).

El recién nacido (RN) de pretérmino también es beneficiado al ser


alimentado con leche de su propia madre, la que presenta características
nutricionales apropiadas a la inmadurez del niño (ejemplo: mayor
contenido de sodio y de nitrógeno) y que le transmite, además, factores
inmunológicos. Puede ser complementada su alimentación según
necesidad individual y se han comunicado experiencias adicionando
diferentes nutrientes (proteínas, aceites de cadena mediana, hidratos de
carbono y sodio y cloro) a la leche materna.

En la maternidad de la Universidad Católica el RN pretérmino recibe


alimentación con leche de su propia madre, a la cual se le adicionan
nutrientes según necesidad, funcionando un sistema de lactario, que
consiste en disponer cada 24 horas de leche fresca de la madre, extraída
bajo condiciones asépticas. Aproximadamente 2/3 de los RN
sobrevivientes con PN inferior a 1.500 g se van de alta siendo
amamantados, la mitad de ellos en forma exclusiva. Reciben fósforo,
calcio y fierro de acuerdo a recomendaciones internacionales. El sistema
de lactario contribuye, además, al equilibrio emocional de la madre, la
cual se siente partícipe en la recuperación de su hijo.

Por otra parte, es conveniente considerar las condiciones exigidas


internacionalmente para alimentar con fórmulas al lactante menor. La
leche de vaca debe ser procesada, modificada hacia la fórmula de la
leche materna y proporcionada al niño en forma higiénica, gradual y bien
preparada en biberones apropiados. Estas condiciones no se cumplen en
los países subdesarrollados debido a la situación socioeconómica y
cultural deficitaria.

En los países desarrollados, el niño que no es amamantado corre riesgo


de disminuir su relación afectiva con la madre y en cualquier parte del
mundo las fórmulas artificiales no son individualizadas ni aportan
factores inmunológicos.

La evidencia científica actual señala a la leche materna como la fórmula


nutriente óptima para el lactante y a la lactancia natural como la forma de
interrelación padres-hijo, ideal para el desarrollo integral de la familia
humana.

Вам также может понравиться