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PREVENCIÓN EN SALUD MENTAL

JTP Analía Ravenna. Psiquiatría Adultos. Facultad de Ciencias Médicas, UNR.

“No es posible oponer sustancial y abstractamente razón y locura. Por el contrario, debemos
superponer sobre el rostro serio, trabajador y aplicado de homo sapiens el semblante, a la vez
otro e idéntico, de homo demens. El hombre es loco-cuerdo. El orden humano implica el
desorden”. Edgar Morin. “El paradigma perdido. El paraíso olvidado” (1974)

Qué queremos decir cuando hablamos de “salud mental”? ¿Es posible hablar de “prevención en
salud mental”? ¿Desde qué paradigma abordamos esto? ¿Qué importancia le damos al contexto
socio cultural?

No existe una respuesta consensuada y precisa acerca de la significación del concepto “salud
mental” tanto en la vertiente individual como comunitaria. Lo conceptual se sustituye con lo
fenomenológico mediante la referencia a indicadores objetivamente observables que hacen
hipotetizar la existencia de algo a lo que se denomina “salud mental”.

La definición adoptada por la Organización Mundial de la Salud es una muestra de las dificultades
que se presentan: “Ajuste con conformidad a los modos deseables de vida, alcanzando niveles de
comprensión y madurez para el medio psico-social en el que vive y en el área social,
comprendiendo y resolviendo los conflictos de convivencia con sus semejantes”. ¿Cuáles son los
modos deseables de vida? ¿Deseables para quién?

Desde el punto de vista médico, conceptualmente estricto, la “perfecta salud mental” implicaría la
desaparición de la enfermedad mental. Pero ésta es una construcción teórica que excluye la
incertidumbre entre lo real y lo imaginario, el error y el desorden, el sufrimiento y la ansiedad, y
otros elementos difíciles de cuantificar en la singularidad del sujeto.

Lía Ricón toma la definición de Sivadon y Duchene (1958): “La salud mental debe ser considerada
en cada momento de la historia de un individuo, y en función a la vez de su medio y de su historia
anterior, como una resultante de fuerzas contradictorias, de las cuales apreciaremos no sólo el
carácter positivo o negativo, sino especialmente su dirección con respecto a objetivos futuros
fijados por juicios de valor”. El inconveniente en esta definición es la postura en relación a los
“juicios de valor”.

A. Rodríguez López en el libro “Psicología Preventiva” la define como: “un estado de bienestar
psíquico que permite al individuo una adaptación activa en el medio social en el que vive”.

En esta misma línea Galli (1986) desde la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud y
Acción Social define a la salud mental como: “un estado de relativo equilibrio e integración de los
elementos conflictivos constitutivos del sujeto de la cultura y de los grupos, con crisis previsibles e
imprevisibles, registrables subjetiva u objetivamente, en el que las personas o los grupos
participan activamente en sus propios cambios y en los de su entorno social”.

Estas definiciones presentan a la “salud mental” en una doble dimensión: clínica-individual, en la


medida que hace referencia a la “ausencia” de enfermedad mental; y micro-sociológica, en tanto
alude a un bienestar psicológico o equilibrio emocional que le capacita para actuar en forma
socialmente cooperativa y productiva. Podemos observar que nos encontramos ante un
entrecruzamiento de disciplinas y prácticas diversas que exceden ampliamente el punto de vista
médico.

Luis Fernández-Ríos en el libro “Psicología Preventiva” define a la psicología preventiva como:


“campo de investigación-acción interdisciplinar que desde una perspectiva proactiva, ecológica y
ética y una conceptualización integral del ser humano en su contexto sociocomunitario, trata de
utilizar los principios teóricos y la tecnología de la intervención actualmente disponible en
cualquier disciplina que resulten útiles para la prevención de la enfermedad y la promoción de la
salud física y mental y de la calidad de vida a nivel comunitario”.

Esta postura vuelve a jerarquizar los conceptos de integración y de multidisciplina en el abordaje.

¿Es posible realizar prevención en salud mental?

El hecho de que el concepto de prevención se relacione tan directamente con el de enfermedad,


complejiza la situación. Este concepto ha sido enmarcado tradicionalmente dentro del contexto
del modelo biomédico. Las enfermedades por un lado, y la “enfermedad mental”, por el otro,
pertenecen a dos órdenes de realidades ampliamente diferenciados que no permiten la simple
extrapolación de conceptos y métodos.

En pocas enfermedades mentales se puede hablar de una etiología precisa y de una etiopatogenia
exacta, lo que hace que el abordaje de la prevención se convierta en un problema complejo.

Con la emergencia del modelo bio-psico-social se han desarrollado otras perspectivas para
conceptualizar las problemáticas y pensar estrategias de prevención.

¿Es posible establecer unos criterios universales de prevención en salud mental o, de ser posible
tal prevención, tendría que ser realizada específicamente en el contexto de cada espacio socio
cultural?

Por las definiciones anteriores de salud mental, el ámbito socio cultural es el que nos permite
desarrollar las capacidades vitales individuales y retroalimentarnos en él; pensando este espacio
socio cultural integrado por familias; y estas familias constituidas por personas que cumplen
roles parentales estructurantes de la subjetividad.

La prevención consistirá en la detección de las injurias que alteren esas capacidades vitales del
individuo, desde la singularidad y desde lo social.

GLOSARIO

Fenomenología: Iniciada por Husserl a comienzos del siglo XX en el campo filosófico, luego se
adentró en otras ciencias. El método fenomenológico trata de conocer la calidad esencial del
fenómeno, aquello sin el cual “no puede ser”; sin recurrir al pasado. Explora más lo cognoscible
que el sujeto cognoscente.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BUELA-CASAL G., et al.: “Psicología Preventiva. Avances recientes en técnicas y programas de


prevención”. Ediciones Pirámide, Madrid, 1997.
RICÓN L., et al.: “Problemas del Campo de la Salud Mental”. Paidós, Buenos Aires, 1991.
Documento Dirección Nacional de Salud Mental. Ministerio de Salud y Acción Social. Febrero 1986.

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