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308 HISTORIA DE LA FENOMENOLOGIA EN MEXICO comunidad. Pero, como hemos visto, el apretado.., resulta fundamento de la disolucién de la comuni- dad por la doble negacién de la distincién y la exclu- sidn. Por su parte el hombre del relajo impide la inte- gracién de la comunidad al impedir la aparicién del valor. Relajientos y apretados constituyen dos polos de disolucién de esta dificil tarea en que estamos todos embarcados: la constitucién de una comunidad mexi- cana, de una auténtica comunidad y no de una socie- dad escindida en propietarios y desposefdos. (95) Luis Villoro (1922) 1. La asimilacién reflexiva de la fenomenologia llega a su madurez en México sélo con los estudios de Villoro. Portilla llevé a cabo el ensayo que he- mos resefiado, con las virtudes que le hemos reco- nocido; pero no hay en él una reflexién meto- doldégica madura, una comprensién expresa y cabal del sentido y la funcién de la fenomenologia —lo cual no sefialamos como si fuera un defecto. En Henomenologiaepejt 'S Christopher Dom{nguez Michael (1997) ha expresado una opinién muy diferente sobre la Fenomenologta del relajo, a la que considera «més que el canto de cisne del existencialismo mexicano», «el graznido de los cuervos marxistas ante el espectd4culo, desagradable por preca- pitalista, del desmadre nativo» (9). Dom{nguez cree posible parafrasear las ultimas palabras de Portilla que hemos citado, diciendo que «la Fenomenologta del relajo concluye anuncidndonos que la sociedad sin clases dard término al relajo» (10). ;Pero no pone esto los bueyes detrds de la carreta? Ill. FENOMENOLOGIA EN EL HIPERION ... 309 cambio, en Villoro no encontramos una semejante caplicacién» de la fenomenologfa ni ensayos feno- menolédgicos propiamente dichos (dejando a un lado la asimilacién de ciertas ideas que se encuen- tra en su obra posterior), salvo aquellos en que se despliega su labor reflexiva sobre la fenomenologia misma y el sentido de sus métodos. Estoy refirién- dome sobre todo a los dos ensayos «Los anteceden- tes de la reduccién fenomenoldgica» y «La ‘reduc- cidna la inmanencia’»; pero esa labor se lleva a cabo también, en cierta medida, en los otros textos pu- blicados con ellos en Estudios sobre Husserl.'6 La dedicacién de Villoro a la fenomenologfa, dentro de la que hay que contar desde luego su ejem- plar traduccién de Légica formal y légica trascenden- ‘Henamenologiaepojt 'SEsta compilacién de 1975 retine seis textos de temdtica husserliana: junto a los dos ensayos mencionados, de los cuales, que sepamos, sélo habfa sido publicado el segundo (en Didnoia de 1966), se publican dos resefias de obras de Husserl (una de 1959 del libro segundo de las /deas publi- cado en 1952 en Husserliana IV, la otra de 1960 de la parte segunda de Filosofla primera publicada en 1959 en Husserliana VII1), otra resefia de 1967 del libro de J. N. Mohanty, Edmund Husserl’s Theory of Meaning, y la contri- bucién de Villoro ala sesién de homenaje del Seminario de Filosofla Moderna de 1959, titulada «Ciencia radical y sabidurfa». En el volumen se dejé fuera, sin embargo, otra breve resefia de la misma temética: la del importante libro de Ernesto Mayz Vallenilla, Fenomenologta del conocimien- to, publicada en el ntimero de 1957 de Didnoia; y quizd podrfa haberse considerado también la del libro de Ma- nuel Cabrera, Bases para una fundamentacién de la sociolo- g/a, publicada en el primer nimero de Didnoia, de 1955. 310 HISTORIA DELA FENOMENOLOGIA EN MEXICO tal, publicada en 1962, y los cursos sobre Husserl que dio en la Facultad de Filosoffa y Letras de la UNAM (el ultimo de los cuales tuvo lugar en 1964- 65), se desarrollé desde finales de los afios cincuen- ta hasta la segunda mitad de los sesentas. El valor diddctico de sus exposiciones 0 «estudios», la luci- dez de sus cr{ticas y de sus interpretaciones, no sélo sirvieron para superar puntos de vista parciales y enmendar interpretaciones apresuradas, sino que establecieron las bases de lo que pudo haber sido un marco de discusién normalizado, apoyado en una comprensién suficientemente sélida y en pun- tos de referencia suficientemente aceptables. Natu- ralmente, nada de esto quiere decir que en Villoro todo sea claridad o que la claridad no sea a veces engafiosa, que sus exposiciones no tengan momen- tos de comprensién insuficiente o interpretaciones e alto riesgo. Esto es cierto, y tal vez inevitable; ro lo que importa destacar es que todas las discu- nes y controversias que esa misma necesidad de aracién exige, sdlo podrfan ejercerse y dirimirse ecisamente dentro del marco que estaba consoli- ndose en sus escritos. Ahora bien, para que en ese marco hubiera teni- o lugar realmente el desarrollo normal de la disci- lina fenomenoldgica —con lo que esto supone en anto a comunicacién e intercambio de ideas, es- dio, ensefianza, difusién y aprovechamiento—, solamente hizo falta un grupo de gente interesada. Pero dadas las circunstancias y los intereses predo- minantes en el medio filoséfico mexicano en los 311 HIPERION alitica por UP losofla se bable que ese ni por su pat- upo se dispuesto 4 ol FcaciOn p75, que es la fecha de Pa escribit ’ ‘loro po de los Estudios sobre Coe o de esos temas” de las coinc!- dian hallarse y S¢ n el inte- setentas (fi ue se en (1975b, 7) —4 pesat, dencias reales y aparent hallaban en los aspectos me és por el tema del lenguaje ¢ y la flosofla analftica. Pero desde mediados de los afios sesentas, fecha de los ultimos cursos sobre Husserl que impartio Villoro, la fenomenologfa se habfa borrado prdcticamente del escenario princi- pal de la filosofia en México. Incapaces de cohesionar por sf solos un grupo o de suscitar nue- vos intereses, los Estudios sobre Husserl sdlo pudie- ron mantener la presencia de la fenomenologfa en la conciencia cultural o filosdfica del pafs en una forma més o menos velada. es que pod! todoldgicos y € entre la fenomenologfa 2. Villoro habia llegado a la fenomenologfa im- Pulsado sin duda por las ensefianzas de Gaos cn ningun momento se encerté en el es d ; : ela comprensién gaosiana de la fenomenologia A diferenci i : nde S205 que solamente estudié a fondo las ob, ‘as «cl4s Cas» de H | ig 2 ' ao usser, (Unvesti aciones 16, 1 CaS, ldeas » Meditaciones cg tesianas),! V illor b 4 r Oa 116 pero quematismo Rewmerdogupys 17 G: aOs Conocidé también. trascedentg Den, sin dud i Ly La crisis de las edencing a Logica uropeas formal ; ¥ Ud; J lafenomens ia 312 HISTORIA DELA FENOMENOLOGIA EN MEXICO mucho el abanico de sus lecturas de estudio, que ademds hizo en casi todos los casos sobre el origi- nal alemén: el segundo libro de Ideas, Filosofia pri- mera, la misma Légica formal y ldgica trascendental, La idea de la fenomenologta, por ejemplo, as{ como algunas obras sobre Husserl. No es sorprendente, por tanto, encontrar una nocién de la fenomenolo- gfa mds madura e informada que la de Gaos. Esta nocién, que incluye algunos motivos interpretativos muy caracterfsticos, est4 expuesta de la manera mds nitida en los dos ensayos mencionados arriba. Re- pasaremos en seguida sus motivos centrales. Ante el desconcierto provocado por las interpre- taciones que encuentran un conflicto entre la feno- menologfa expuesta en las Investigaciones ldgicasy el llamado «giro trascendental» de la reduccién feno- menoldgica propuesta en el primer libro de Ideas, Villoro intenta en «Los antecedentes de la reduc- cién fenomenolégica» hacer ver ambas obras como el desarrollo de un mismo proyecto. Este proyecto quiere «atenerse, con igual firmeza, a los dos térmi- nos de la aparente contradiccién: la objetividad de la verdad Idgica y el cardcter intencional del conoci- miento» (1975b, 15). Estos términos, motivos fun- damentales de las Investigaciones ldgicas, se convier- Koenomenologiaepejt gta trascendental (como lo demuestra su ponencia sobre la Lebenswelt), y probablemente algunas otras; pero no hay duda de que su estudio de ellas no puede compararse con el que hizo de las que él mismo Ilamé clasicas, que fueron las que determinaron por completo su visién de la fenome- nologfa. oGiA EN EL HIPERION « 313 hilos conductores de una investigacion retende acercarse al sentido de la reduccion ee légica expucst@ en el primer libro de fenomeno ideas. a del primero hace ver la neces!- EI se: uimiento ace | dad ca mantener el cardcter objetivo € ideal de la yerdad cuando ésta sé enlaza con el reino subjetivo de las vivencias enlace necesario a su vez para eliminar la hipdtesis metafisica (platénica) de su trascendencia—, de que estas vivencias posean un «elemento» 0 «aspecto” irreal, la «trama de la significatividad pura», que és el que ha de manifes- tar la «esencia irreal». Pero la actitud natural, y con ellael naturalismo, «sdlo puede concebir la concien- cia desde su cara de realidad»; «la sola reduccién eidética (0 abstracci6n ideatoria)», por su parte, «no basta para acceder a esa dimensién irreal de las vi- vencias», pues por ella sélo pasamos del hecho indi- vidual a la esencia y no separamos, cn el mismo hecho individual, «su cardcter real de su momento de irrealidad»; se requiere por ende de una nueva reduccién, la fenomenoldgica, para revelar «la ur- dimbre pura de la conciencia como sede de la ver- dad objetiva» (33-36). La primera funcién de la re- duccién fenomenoldgica consiste en develar la con- ciencia en cuanto significacién. El seguimiento del segundo motivo de las Inves- tigaciones, el de la intencionalidad de las vivencias, conduce también a la reduccién fenomenoldgica. Ya un anilisis preliminar basta para poner de mani- fiesto que la intencionalidad, o el elemento signifi- 314 HISTORIA DELA FENOMENOLOGIA EN MEXICO cativo que hay en ella, implica «una referencia que hace abstraccién de la realidad de su objeto» (42), Pero ademas, en lo que sin duda constituye la inter- pretacién mds arriesgada del ensayo, Villoro sostie- ne que el cumplimiento de la intencién significati- va, cuando es en efecto un acto de auténtica evi- dencia, esto es, un acto en que «lo mencionado se da tal como es mencionado», tampoco otorga al fe- némeno 0 al correlato intencional la «nota de reali- dad»; ello serfa contradictorio, pues implicarfa que lo dado irfa més alld de la intencidn; la interpreta- cién segun la cual el cumplimiento consistirfa en que «el objeto significado se convierta de pronto en una cosa entre cosas», serfa incluso «ridfcula» (47- 48). Pero ésta es, de nuevo, la postura de la actitud natural, que se aferra a la realidad aunque ésta no esté dada e impide que el objeto o el ente «se desta- que en su puro ser manifiesto en la evidencia»; se requiere entonces de una reduccién —que serd de nuevo la fenomenoldgica— para excluir ese «pre- tendido elemento de realidad no dado» y «reducir lo dado a los limites de la plena evidencia; lo que quiere decir: reducir el ente a su patencia», en su verdad (48). La segunda funcién de la reduccién fenomenolégica consiste en esta develacién del ente en cuanto verdad. «La ‘reduccion de la inmanencia’» da un paso més en el intento de aclarar la reduccién fenome- noldgica: se tratarfa de evitar, mediante la distin- cién de los varios sentidos en que se usa el término «inmanencia», las «perplejidades que suscita la 315 i (entendida, claro, ia), y poder arro- { bre la pertinenci4 ac jor dest on n ideali que hace Husser 7" bin étodo (53-54). Lo primero para 7 a: rla interpretacion de la actitud natu- Cea llamos ya en «Los antecedentes...”» rt eitad que postula la realidad aunque can vest dada. La exposicion, sin embargo, ort la impresion de que la actitud natural no es estra inicial «postura espontanea» en realidad nu ; ra (59), sino una actitud en algtin modo secundaria y una perversidn o tergiversacién de alguna otra actitud mds originaria y también més adecuada o mds fiel a lo dado. «Curiosa perspectiva ésta —la de la actitud natural—; que ya no veo las cosas desde mf, sino todo desde el mundo y a mf mis- mo en él. Ya no es él mi espectdculo, yo quedo incluido en la escena» (58). Justamente esta tergi- versacién es la que vendrd a corregir la reduc- cién fenomenolégica, gracias a la cual el mundo deja de ser el «todo de las realidades» y vuelve a ser sélo «un conjunto de datos experimentados, sin que les afiada la significacién de existir en sf y a s{ mismos» (62-63). de lee tarnnepas fenomenolégica suprime la tesis ad (Realitiit) propia de la acti Por lo que al «conjunt, pia de la actitud natural, podemos calificrt ie e fenémenos que quedan Os de ‘irreales’» (64), Pero Villoro advierte que no por ello dej i oO sentido de ‘efecti dejan de ser reales «en el vai i mente existentes’» (esto es, en 316 HISTORIA DE LA FENOMENOLOGIA EN MEXICO alemdn, wirklichen).'* As{ pues, escuetamente for- mulado, la reduccién fenomenolégica suspende la Realitdt, pero no la Wirklichkeit. Esto es cues- tionable, al menos si nos atenemos a las exposi- ciones de Husserl. Habrfa que preguntar, desde luego, cudl es el modo o tipo de ser que compete a esos fenédmenos «irreales» (mesas, montafias, colores, olores) que por la reduccién han dejado de ser espacio-temporales pero que atin poseen, seguin la interpretacidn, existencia efectiva. Por- que no parece que una mesa o un color puedan tener mds existencia efectiva que la que pudieran tener espacio-temporalmente. Sin embargo, se requerirfa de una exposicién mds fina y de un andlisis més detallado para poner de manifiesto y clarificar todos los problemas que esta interpretacién suscita en los mismos ensayos de Villoro, y en particular en las consideraciones, parcialmente histéricas, que se hacen en seguida sobre las relaciones entre la reduccién eidética y la CKDenomenalogiaepojt "8 La aclaracién que en una nota hace Villoro pdginas an- tes de la equivocidad que en espafiol tienen las palabras «real» y «realidad» (que pueden significar tanto la exis- tencia efectiva — Wirklichkeit en aleman— como la tea lidad espacio-temporal —Realitdt en alemdn—), debe servir también para precisar el sentido de su exposicidn en el ensayo que resefiamos en primer lugar. Sin embar- go, y pese al encomiable propdésito de eludir las confu- siones que estas dificultades terminoldgicas pueden creat, pensamos que Villoro no consiguié evitar él mismo to- dos los escollos, con el resultado de que no siempre es posible saber en cudl de los dos sentidos usa los térmi- nos castellanos «real» o «realidad», Ill. FENOMENOLOGIA EN EL HIPERION ... 317 fenomenoldgica. Estas consideraciones son parti- cularmente interesantes porque en ellas se encierra una concepcién de la fenomenologf{a misma. Villo- ro afirma, por ejemplo, que la fenomenologfa pretende ser exclusivamente una ciencia de esencias; con el método eidético parece- ra que pudiéramos llegar a ella sin necesidad de mayores rodeos. De hecho, la fenomenologfa em- pezé con la reduccién eidética y sélo mds tarde se planted la necesidad de otra reduccién para resol- ver problemas que ese primer método dejaba abier- tos. (72) Esta segunda reduccién (la fenomenoldgica) no solamente se presenté después en el tiempo para resolver esos problemas (que son, en palabras de Villoro, los de «la relacién entre la verdad en sf de lo esencial y su aparicién en ejemplares individua- les»), sino que viene retrospectivamente a servir de base a la reduccién eidética; es mds: «es una condi- cién de posibilidad de la ciencia eidética» (73). Ahora bien, esto sélo podria ser cierto si por «cien- cia eidética» se entiende aquf «ciencia eidética fe- nomenolégica» o, para abreviar, fenomenologfa; pues es obvio que no se querrfa afirmar que las demés ciencias eidéticas (reales o posibles) tienen como condicién de posibilidad a la reduccién fenome- noldgica. Restringida a la fenomenologfa, la afir- macién serfa trivial si significara que la reduccién fenomenoldgica es condicién de la fenomenologfa —trivial, al menos, desde el punto de vista de la 318 HISTORIA DELA FENOMENOLOGIA EN MEXICO concepcién husserliana madura de la fenomeno- logfa—; pero si significara, por otra parte y por ultimo, que la reduccién fenomenolégica es condi- cién de posibilidad de la reduccién eidética que se ejecuta dentro de la fenomenologf{a misma (y no tanto de la «ciencia eidética» en general ), entonces se esta- rfa implicitamente negando la posibilidad de una psicologfa fenomenoldgica —una psicologia intencio- nal e eidética que no hace uso de la reduccién fenome- noldgica entendida como reduccién trascendental. Lo que hace surgir toda esta serie de cuestiones es en el fondo la indefinicién en que queda en la exposicién de Villoro esa supuesta fenomenologfa que «empezé con la reduccién eidética». Pues aun- que los problemas que, de acuerdo con esa exposi- cidn, forzaron el paso a la fenomenologfa trascen- dental hayan sido problemas reales y hayan ameritado en verdad que se diera ese paso, seria preciso, y hasta urgente, para situar en su justa di- mensién toda esa problemética y también la serie de cuestiones que en lo anterior planteamos, que se esclarecieran las razones por las cuales Husserl po- dfa llamar «fenomenoldgicos» a los estudios que rea- lizaba en las Investigaciones ldgicas, ya que esas taz0- nes, ciertamente, se encontraban lejos de la necesi- dad de emplear en ellos una reduccién eidética 0 «abstraccién ideatoria», o cualquier tipo de conoci- miento esencial.!” Hoenomenclogiaepajt '? No creemos, por ello, que pudiera comprobarse lo que Villoro dice en una nota: «Husserl emplea a veces el térmi- no ‘reduccién fenomenolégica’ para referirse a la reduc- Ill. FENOMENOLOGIA EN EL HIPERION... 319 A pesar de lo anterior, y de algunos otros proble- mas menores que no resefiamos, el ensayo lleva adelante con penetracién su interpretacién medular, y cumple el propésito de dar a conocer el sentido de la reduccién entendida como reduccién a la in- manencia, analizando los diferentes sentidos que toma esta palabra —y su correlativa de «trascen- dencia»— seguin la actitud en la cual nos situemos: antes de la reduccién, en actitud natural, o después de ella, en la nueva actitud trascendental. En la in- terpretacidn de Villoro, la «aporética» distincién que la actitud natural establece en la realidad (y justa- mente a causa de su «tesis de realidad») entre un «conjunto de procesos ps{quicos subjetivos», «in- ternos», y unos «procesos fisicos objetivos», «exter- nos» (81), ha de ceder el paso, en y por la reduc- cién, a un nuevo punto de vista que consiste en «ver el mundo real y la relacién de conocimiento a partir de la vida intencional» (88). No podemos pronunciarnos aqui sobre la criti- ca que Villoro hace a Husserl por seguir utilizando, tras la reduccién, «un lenguaje de la actitud natural en un nuevo contexto en que carece de sentido», e Koenomenelogisepajt mmemrnnensnnnnnne cién eidética, Para evitar equ{vocos, nosotros usaremos los términos ‘reduccién fenomenoldgica y ‘reduccién trascen- dental’ como equivalentes; de ambos habrfa que distin- guirse la ‘reduccién eidética’» (1975b, 59). Los equivocos, ciertamente, abundan; y el propésito de evitarlos es tam- bién el nuestro. Pero aunque los usos lingiifsticos de Hus- serl hayan podido ser causa de muchos de ellos, no estamos seguros de que el que aqu{ se reporta se haya dado real- mente alguna vez. 20 HISTORIA DE LA FENOMENOLOGIA EN MEXICO insistir en que «todo es ‘inmanente a la conciencia pura’» (/bid.), y tampoco sobre el tercero y tltimo concepto de inmanencia, el «Sentido definitivo de ‘inmanencia’» (y, correlativamente, de trascenden- cia) que Villoro encuentra en la obra de Husserl. Mucho habria que decir sobre ello, pero requerirfa una discusién que no es posible iniciar aqui. No puede dejar de decirse, en todo caso, que las de esta ultima seccidn son paginas brillantes y suge- rentes que dignamente coronan el ensayo y descu- bren el vigor de la interpretacién que lo gufa. Pese a las dificultades en que esta interpretacién se envuelve, esas paginas deben ser lefdas, todavia hoy, por todo aquel que quiera adentrarse en el sentido de la re- duccién fenomenolégica-trascendental. La preocupacién por el sentido de la reduccién trascendental, y por su papel como sustento de un idealismo trascendental, se manifiesta también, aun- que de otra manera, en la resefia que hizo Villoro en 1959 del segundo tomo de las Ideas de Husserl. La resefia recorre, con bastante detenimiento, to- das las etapas de la obra, que son las etapas de la constitucién de la realidad; pero merece la pena destacar la indistincidn que al final de su resefta Villoro encuentra en el final de la obra, entre el sujeto personal y el yo trascendental mismo desde el cual se ha efectuado la constitucién. Husserl se ha visto forzado a destacar en la persona, determi- nada como una realidad superior del mundo, su ser sujeto, centro de actos dirigidos al mismo mundo. Esta suerte de fusidn, que a la vez parece alejar del Ill. FENOMENOLOGIA EN EL HIPERION ... 321 mundo al sujeto, y devolver al yo puro al mundo y hacerlo asf concreto, «parece incitar a una revisién de la doctrina de la conciencia pura», pero aunque Husserl termina reiterando el motivo trascenden- tal, «en el fondo queda resonando una pregunta in- quietante: si el yo es vida concreta, jno serd el suje- to trascendental una mera abstraccién de la perso- na? ;No /evanta (cancela y conserva) la persona al sujeto trascendental?» (136). La cita final resume toda una interpretacién histérica de la fenomenolo- gfa trascendental: Los dos motivos seguirén dialogando en la obra posterior de Husserl sin llegar a confundirse ple- namente. Las Meditaciones cartesianas y la Légica formal y trascendental subrayardn el primero; los escritos de Crisis el segundo. En las nociones de «vida operante» de la conciencia (leistendes Leben) y de «mundo vital» (Lebenswelt) buscardn su sin- tesis; al lograrla, el idealismo trascendental termi- nar4 su ciclo para anunciar una filosoffa de nuevo cufio. (136) Pese a su alejamiento de la fenomenologia en la Ultima mitad de los afios sesenta, Villoro no ha de- jado de mostrar en sus escritos posteriores las hue- llas dejadas en su pensamiento por las lecturas de Husserl. Sin hacer un recuento puntual de todos los motivos de estirpe husserliana que en una forma mds o menos escondida, mds o menos expresa, aso- man en sus textos principales, deben mencionarse 322 HISTORIA DELA FENOMENOLOGIA EN MEXICO las varias referencias explicitas o implicitas que se encuentran en Creer, saber, conocer,” asi como la muy notable —porque justamente no se trata de una mera referencia— al segundo libro de Ideas en ocasién del andlisis de la «Experiencia del valor» en El poder y el valor (1997, 18). Enel centenario del nacimiento de Husserl (1959) En pasajes anteriores nos hemos referido ya a la «sesién publica de homenaje a Edmundo Husserl, con motivo del centenario de su nacimiento», que celebré en 1959 el Seminario de Filosofia Moder- na dirigido por José Gaos en la Facultad de Filoso- fia y Letras de la Universidad Nacional. También hemos resefiado las «Notas sobre Husserl» que Gaos escribié para acompafiar la publicacidén de los co- Aenomenologiaepojt 20 El texto que Villoro presenté en el Seminario de Filosofta Moderna en el centenario del nacimiento de Husserl pue- de considerarse también como un antecedente de algunas de las ideas expuestas en el cap{tulo «Tipos de conoci- miento» de Creer, saber, conocer. Fernando Salmerén consi- dera incluso que este libro (y no sélo ese capftulo) es el «fruto maduro» de una dedicacién cuyas preocupaciones tuvieron su origen en la discusién con José Gaos que se dio en esa ocasién (véase Salmerén, 1993, 133-134 y el si- guiente apartado de este trabajo, consagrado a la sesién que celebré ese Seminario en 1959 para conmemorar aquel aniversario). Y es que, siguiendo el parecer de Salmerén, la participacién de Luis Villoro en aquel «didlogo polémico», as{ como su trato cercano con la obra de Gaos, «marcaron su trabajo filoséfico en esa década y en las siguientes» (Salmerén, 1993, 134).

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