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DERECHO REGISTRAL
Definición
El tratadista Felipe P. Villaró denomina a esta área del conocimiento jurídico como Derecho
Registral Inmobiliario, y lo define como: “el conjunto de normas y principios que regulan la
organización, el funcionamiento y los efectos de la publicidad registral, en función de la
constitución, transmisión, modificación y extinción de los derechos reales sobre inmuebles”
En la compilación de definiciones que hace García Coni, se aprecia que Pérez Lasala,
Giménez Arnau, Hernández Gil, Bienvenido Oliver y Esteller, coinciden con la postura de
Villaró, al afirmar que este es un conjunto de normas que regulan la constitución,
modificación y extinción de los derechos reales sobre inmuebles. Se hace evidente que
dichos autores delimitan el objeto del Derecho Registral únicamente a los inmuebles.
Sanz Fernández agrega a la definición de Villaró, que dichas normas son de derecho civil, y
además, que la publicidad efectuada por medio del registro de la propiedad abarca las
garantías de derechos de crédito, es decir, gravámenes hipotecarios .
Musto aporta una definición más amplia al afirmar que el Derecho Registral Inmobiliario,
además de estar conformado por las normas tendientes a regular la matriculación de los
inmuebles y los derechos reales que sobre estos se han constituido, modificado o
extinguido, también abarca la manera de realizar los asientos, así como las atribuciones del
registrador. Asimismo, especifica que el Derecho Registral.
Inmobiliario tiene un aspecto sustantivo o material, que comprende tanto los objetos
susceptibles de ser matriculados, es decir los inmuebles, como los actos inscribibles; y un
aspecto adjetivo o formal, compuesto por requisitos de forma y de organización
correspondientes al Registro.
Por su parte, Martín Pérez afirma que el Derecho Registral es un conjunto de normas que
regulan las relaciones jurídicas que se perfeccionan sobre bienes susceptibles de generar
efectos erga omnes producto de la publicidad de su registro, aclarando que esto es el
Derecho Registral objetivo; mientras que las facultades que se derivan de dichas relaciones
jurídicas en contacto con el registro, conforman el Derecho Registral subjetivo.
Por otro lado y en un sentido amplio, Molinario define al Derecho Registral como “el
conjunto de principios y normas que tienen por objeto reglar los organismos estatales
encargados de registrar personas, hechos, actos, documentos o derechos; así como
también la forma cómo han de practicarse tales registraciones, y los efectos y
consecuencias jurídicas que derivan de éstas”
La definición anterior es una de las más amplias que ofrece la doctrina acerca de este tema,
pues abarca la actividad de distintos tipos de registros, aunque siempre de carácter público,
pues cuando Molinario menciona que el Derecho Registral regula los organismos estatales
encargados de registrar personas, hechos, acto, documentos o derechos, en Guatemala se
habla de la actividad que realiza el Registro Nacional de las Personas, del Registro
Mercantil General, el Registro de la Propiedad Intelectual, el Registro de la Propiedad
Industrial, Registro de Procesos Sucesorios, Registro de Garantías Mobiliarias y por
supuesto el Registro de la Propiedad. Se aprecia que para Molinario la actividad registral no
sólo está relacionada con los derechos reales, sino también con los derechos personales.
Otro aspecto relevante es el hecho que el Derecho Registral está compuesto de los
principios y normas que regulan a los registros estatales. Como podrá apreciarse en los
capítulos subsiguientes, existe una amplia clasificación de los registros, siendo una de ellas,
la que atiende al sujeto que realiza el registro, entre la cual se dice que pueden ser públicos
o privados.
Es por ello que Molinario diferencia el Derecho Registral del Derecho Registral Inmobiliario
propiamente dicho, entendiéndose el primero como el género y al segundo como la especie
y define el Derecho Registral Inmobiliario como “parte del derecho registral que se refiere al
conjunto de principios y normas destinados a reglar la organización y el funcionamiento de
los organismos estatales encargados de receptar fundamentalmente los actos y
documentos concernientes a los derechos reales o a los que afectan, relativos a los
inmuebles, así como también las firmas y resultados de tales registraciones, y por último, los
efectos y consecuencias jurídicas que se derivan de ella”. Para los efectos de esta
investigación, la segunda definición de Molinario, es sustancial para circunscribir el
contenido de esta rama del Derecho en su relación con los derechos reales.
Por su parte Cossió y Corral define el Derecho Inmobiliario como “un derecho regulador de
la forma de constitución, modificación, transmisión y extinción de las relaciones jurídicas
reales que tienen por objeto un bien inmueble, una finca”. Agrega que “tal forma, se refleja,
fundamentalmente en el derecho moderno, a través del Registro de la Propiedad, en el que,
de un modo superficial, suela verse tan sólo un instrumento de publicidad, limitándose su
función a proporcionar el conocimiento de la relación jurídica, a la persona ajena a ella, a la
que genéricamente se denomina por la Ley y la doctrina hipotecaria tercero”.
Esta no varía mucho de lo mencionado por Villaró y otros autores, distinguiéndose por hacer
la aclaración que en el Derecho moderno, al Registro de la Propiedad se le concibe como
un instrumento mediante el cual se hace de conocimiento de un tercero, la relación jurídica
que existe respecto de un inmueble.
Para los efectos de esta investigación, por Derecho Registral se entiende el conjunto de
normas y principios que regulan la creación, modificación y extinción de los derechos reales
sobre bienes muebles e inmuebles, así como la organización y funcionamiento de los
registros públicos que llevan a cabo la recepción del instrumento público en que se
encuentra contenido el derecho real, la calificación e inscripción del mismo.
PRINCIPIOS REGISTRALES:
Carral y de Teresa afirma que los principios registrales son producto del análisis que se
hace de los preceptos legales sobre el registro público y cita a Roca Sastre al decir que “son
los principios, las orientaciones capitales, las líneas directrices del sistema, la serie
sistemática de bases fundamentales, y el resultado de la sintetización o condensación del
ordenamiento jurídico registral”. Dicho autor también argumenta que los principios
registrales sirven como guía, unifican criterios y facilitan la compresión de la materia
registral, convirtiendo la investigación jurídica en investigación científica.
Por otro lado, Pérez Lasala, entiende por principios registrales “las reglas o ideas
fundamentales que sirven de base al sistema registral inmobiliario de un
paísmdeterminado”. Agrega que “los principios registrales se determinan por inducción de
preceptos legislativos. Dominando en ellos el carácter positivista, se estudian con referencia
a un sistema registral determinado, no pudiendo hablarse, en consecuencia, de principios
registrales en general, aplicables en todas las legislaciones”.
Se observa una dicotomía en lo que debe entenderse por principios registrales según
exponen estos tratadistas, ya que para el primer autor, estos son universales y son una guía
unificadora de criterios, mientras que para el segundo, estos únicamente pueden estudiarse
con referencia un sistema registral determinado, es consecuencia no puede decirse que los
principios registrales son universales.
Pérez Fernández del Castillo por su parte dice los principios registrales “explican el
contenido y función del Registro Público de la Propiedad. Asimismo están totalmente
entrelazados unos de otros de tal manera que no existen en forma independiente. Su
nombre no se deriva del término filosófico inmutable, sino que se refiere a la constitución de
una técnica y elaboración del estudio del Registro Público de la Propiedad: sirve de
explicación teórica y práctica de la función del Registro.
Para García Coni estos principios aparecen en dos momentos distintos “A priori orientarán la
labor del legislador como explicación de la experiencia foránea, dando la tónica de la
publicidad que consagrará la ley; y, a posteriori de la sanción de la norma positiva, los
principios explicarán la verdadera dimensión de la publicidad legalmente acogida”.
De todas las definiciones anteriores se puede establecer que los principios registrales son
las directrices en las que cada sistema registral en particular se basa para determinar el
contenido y la función del Registro de la Propiedad, de tal forma que tanto los criterios como
los procedimientos seguidos en dicha institución obedecen y se inspiran en tales directrices.
4.1. Principio de publicidad registral En palabras del tratadista Carral y de Teresa , el
principio de publicidad registral es el principio registral por excelencia, ya que sin este no
puede concebirse la idea de un Registro Público de la Propiedad. La función del Registro
entonces es revelar el estatus jurídico de los bienes registrados a toda persona, no
importando si es o no tercero registral o interesado, ya que todos tienen derecho a acceder
a los asientos registrales y a obtener constancias de los mismos.
Caicedo Escobar define el principio de publicidad registral como “la actividad orientada a
difundir y hacer notorio un acontecimiento. Es la exteriorización o divulgación de una
situación, dirigida a provocar su cognoscibilidad general. La publicidad es lo contrario a
clandestinidad, lo notorio se opone a lo secreto Tanto García Coni como Ranzetti
argumentan que existen dos tipos de publicidad, pero difieren al momento de determinar el
contenido de cada una.
García Coni afirma que existe la publicidad aformal y la publicidad registral propiamente
dicha. La primera es la publicidad que no se implementa legalmente, por tanto es una
publicidad de hecho, que está compuesta por medios aptos para divulgar actos de
trascendencia jurídica; esta publicidad se manifiesta de manera voluntaria y privada por los
propios particulares y en principio carece de efectos jurídicos, aunque puede llegar a
tenerlos como medio probatorio, indicio de titularidad y situaciones de buena o mala fe.
Señala como ejemplos de esta publicidad, las marcas indicativas de propiedad colocadas
sobre los bienes.
Como ya se mencionó, el otro tipo de publicidad según García Coni es la publicidad
registral. Afirma que debido a la necesidad de certeza de los derechos y del tráfico jurídico
en el derecho positivo, se ha tenido la necesidad organizar sistemas de publicidad formal,
cuya expresión en el derecho contemporáneo es la publicidad registral. Esta se manifiesta
de distintas formas, ya que puede manifestarse en relación al tipo de bienes sobre los
cuales se inscriben derechos o a la organización y procedimiento del propio registro.
Ranzetti concibe de manera distinta la publicidad formal, pues para el primero, esta es un
derecho que tiene todo particular de tener acceso a la información registral en cualquier
momento e incluso sin expresión de causa; facultad que hace posible que los sujetos
capaces puedan tener conocimientos de las situaciones jurídicas que les representen
interés. Argumenta que dicha posibilidad se logra gracias a la inscripción de esas
situaciones jurídicas en el Registro.
Siguiendo a Ranzetti , el segundo tipo de publicidad contemplada es la material, la cual va
de la mano con otro principio, el de exactitud registral. A través de ella se pretende
garantizar la veracidad de lo establecido en los asientos registrales y de esta manera lograr
que el derecho exista y corresponda al titular indicado en la inscripción, mientras esta se
encuentre vigente. Asimismo afirma que el objeto de este principio es dar a conocer al
público la información registral y que el medio del cual se sirve la publicidad para llevar a
cabo su objeto es la inscripción. También asegura que no todos los actos o negocios
jurídicos son susceptibles de registración y que no solamente interesa el acto jurídico en sí
mismo, sino la titularidad derivada del mismo, con sus respectivos cambios a través de las
modificaciones y extinciones de dicha titularidad.
Todo lo anterior –afirma- “sin perder además de vista, que se da sólo en relación a ciertos
bienes, que permitan una precisa y determinada individualización y que sea deconsiderable
importancia desde el punto de vista patrimonial.
Debe entenderse entonces el principio de publicidad como la directriz registral en virtud de
la cual el estado jurídico de los bienes inscritos en el registro es de libre acceso a cualquier
persona, no importando si quien consulta tiene un derecho sobre el bien o es un tercero,
quienes además pueden obtener la respectiva constancia del estado del bien.
PRINCIPIO DE INSCRIPCIÓN
El tratadista Tartiére clarifica la concepción desde la cual debe ser abordado este principio,
ya que explica que la palabra inscripción puede entenderse en dos sentidos, el primero
“como sinónimo de toda clase de asiento registral” y el segundo, haciendoreferencia “al
asiento específico de carácter principal que se practica en el Registro para constatar la
existencia de una mutación jurídico-real producida (constitución, declaración, modificación,
transmisión o extinción del dominio o derecho real).
Es por ello que cuando se habla de principio de inscripción, debe quedar claro que se está
empleando dicha palabra en su primer sentido, es decir, de manera extensa, por lo cual este
principio debería dedicarse a la valoración que la inscripción tiene en relación a los cambios
jurídico-reales que pueden producirse .
El principio de inscripción o de matriculación como lo denomina García Coni es aquél en
virtud del cual solo los derechos anotados puede ser objeto de publicidad positiva.
En otras palabras, para que haya publicidad debe existir un asiento registral, por lo cual es
necesario que todas las fincas figuren en los registros, por ello cuando se inscribe por
primera vez se dice que están han sido matriculadas. Cuando la finca ya está registrada, la
matriculación consiste en su incorporación a una técnica, por ejemplo la del folio real.
Carral y de Teresa, al igual que el tratadista anterior, expone la necesidad que existe de la
inscripción y según su parecer existen dos casos extremos, por un lado menciona la
inscripción forzosa, la cual puede ser exigida coercitivamente, sujetándola a plazos para
realizarla y sanciones en caso de no hacerlo, pudiendo el mismo registro hacerla de oficio si
la parte interesada mantiene su rebeldía. Por el otro extremo está caso de que la inscripción
sea facultativa o voluntaria, pues el derecho queda más o menos igual si es registrado o no.
O´Callaghan hace una distinción importante en este tema, ya que según su parecer “el
principio de inscripción hace referencia al papel que desempeña la inscripción en la
mecánica de la constitución, transmisión o modificación del derecho real sobre un bien
inmueble. Más propiamente hablando, sólo puede hablarse de principio de inscripción en
aquellos sistemas en los que, como el alemán, la inscripción tiene carácter.
constitutivo en la constitución, transmisión o modificación de los derechos reales sobre
bienes inmuebles”.
Borda es más estricto en cuanto al funcionamiento de este principio al manifestar que este
tiene un doble significado “1) que deben inscribirse en el Registro todos los documentos por
los cuales se constituyan, transmitan, declaren, modifiquen o extingan derechos reales
sobre inmuebles y los que dispongan embargos, inhibiciones y demás providencias
cautelares; 2) que antes de la inscripción estos documentos no producen efectos respecto
de terceros.”
El tratadista Roca Sastre va más allá que los autores citados anteriormente ya que él
expone que este principio se refiere a estudiar el papel que juega la inscripción en la
constitución, modificación y extinción de los derechos reales sobre los inmuebles y que si
esta es un factor esencial para que la transmisión o desplazamiento de la substancia
jurídica inmobiliaria del transferente al adquirente se perfeccione. Es por esto que hace la
aclaración que dicho carácter “esencial” varía en los distintos sistemas registrales.
Por ejemplo, en Australia, que un sistema de fuerza probante, la inscripción es un
presupuesto necesario para producir la transmisión o modificación del estado jurídico del
inmueble, mientras que en los sistemas de transcripción, como el sistema registral francés,
la inscripción no tiene valor constitutivo o perfeccionador de la transmisión o modificación de
los derechos reales. Por último menciona que en los sistemas de Alemania y Suiza, en
dónde se distingue entre las adquisiciones derivadas de un negocio jurídico de las que no
se derivan de un negocio jurídico, este factor perfeccionador de la transmisión o
modificación de los derechos reales sobre inmuebles (la inscripción), solamente es
necesario en el primer tipo de adquisiciones, es decir, en las derivadas de negocios
jurídicos.
En ese sentido puede concluirse que el principio de inscripción registral es la directriz en
virtud de la cual, según el sistema registral que se trate, la anotación en el Registro resulta
esencial para que los derechos reales sobre los bienes registrables sean objeto de
publicidad y la constitución, modificación o transmisión de tales derechos, no solo adquieran
mayor firmeza y protección, sino que se perfeccionen.
PRINCIPIO DE ESPECIALIDAD
Esta directriz registral también ha sido llamada en la doctrina como principio de
determinación, debido a que la publicidad registral requiere que el bien objeto de los
derechos sea determinado con precisión. Es por ello que, tanto Roca Sastre Carral y de
Teresa, coinciden alindicar que en el asiento registral deben consignarse de manera precisa,
estos tres elementos:
1) La Finca: La unidad registral es la finca y a cada una de ellas se les abre un folio registral.
En dicho folio se especifican las partes que integran la finca inmatriculada y se describen las
cualidades y características de las mismas.
2) El Derecho: se determina el alcance y la extensión de los derechos inscritos.En las
inscripciones hipotecarias, cuando son varios gravámenes de este tipo que recaen sobre
una misma finca, debe consignarse el valor de cada una de ellas para que respondan frente
a terceros en la parte que corresponda; también debe especificarse el valor de los
gravámenes en moneda nacional sin perjuicio de determinar su equivalente en moneda
extranjera.
3) El Sujeto: es necesario que individualizar el adquiriente de los derechos objeto de
inscripción. Asimismo debe determinarse matemáticamente la participación de cada sujeto
en el derecho registrado, cuando concurra más de uno en la titularidad del mismo.
La persona que ejerce los derechos reales inscritos en el Registro Público se le llama titular;
y es esencial identificar a dicho titular o titulares cuando se trata de derechos alícuotas.
De los tres elementos anteriores, la finca es el único elemento inmutable de registro,
mientras que los derechos y los titulares pueden variar e incluso extinguirse, aunque
durante su existencia siempre deben permanecer vinculados con la finca como único
elemento permanente.
Pérez Lasala se esfuerza en recalcar la importancia de finca como elemento esencial del
registro en el principio de especialidad y para apoyar su idea argumenta que “La finca es el
centro del registro: a cada finca se le destina un registro especial, que se abre con la
primera inscripción. Todas las inscripciones posteriores, anotaciones y cancelaciones
referentes a la misma finca se efectuarán en ese registro particular, unas a continuación de
otras. De ese modo, todas las vicisitudes jurídicas de la finca se reflejan en el cuaderno
registral que se le destina. Los asientos relativos a ella senumerarán correlativamente y los
firmará el registrador”.
También se ha concebido al principio de especialidad como complementario del principio de
publicidad registral, ya que según la doctrina, para que la publicidad registral pueda
considerarse completa, es necesario que los derechos reales que se plasmen en el Registro
con total y plena determinación y extensión de los mismos.
De tal manera se concibe el principio de especialidad como la directriz registral que exige
que en la inscripción registral conste de manera eficaz una descripción de las características
y cualidades de la finca, la extensión de los derechos registrados sobre ella, así como la
individualización del sujeto titular de los derechos reales inscritos.
PRINCIPIO DE CONSENTIMIENTO
El principio registral de consentimiento ha sido concebido de distintas maneras. Unos lo ven
como una consecuencia de un acuerdo de voluntades, mientras que otros lo figuran como
una protección proporcionada por el registro.
Por un lado Carral y de Teresa ha establecido que “para que el registro se realice, debe
basarse la inscripción en el consentimiento de la parte perjudicada en su derecho; es decir,
debe basarse en un acuerdo de voluntades entre el transferente (perjudicado) y el
adquirente; y como sólo puede consentir el que puede disponer, sólo puede consentir el
verdadero titular”.
Bajo esta concepción es el titular el único sujeto facultado para consentir cualquier
modificación o extinción de los derechos que posea sobre algún bien registrado. Tal
consentimiento deviene de un acuerdo de voluntades previo entre ese titular como
transferente y otro sujeto, adquirente.
En otro sentido, García Coni ha manifestado que el principio de consentimiento se
materializa en “la protección que dispensa el registro a quienes tienen derechos inscritos o
anotados significa que nadie puede ser dado de baja de los asientos registrales sin que
medie su consentimiento, expreso o tácito, o por disposición judicial”.
Por su parte Roca Sastre coinciden en que puede decirse que existe el principio de
consentimiento, si en el sistema registral se hace la diferenciación entre el acto causal y el
negocio dispositivo y si dicho sistema registral se basa en ese negocio dispositivo para
operar la transferencia del bien registrado.
Siguiendo estas ideas, puede decirse que una persona el consentimiento, como principio del
derecho registral, establece que para que se pueda realizar una inscripción, modificarla o
cancelarla, debe mediar la voluntad del sujeto titular de los derechos sobre el bien inscrito,
la cual se manifiesta en el acto mismo de disposición sobre dicho bien.
PRINCIPIO DE TRACTO SUCESIVO
En la doctrina existe un consenso general en el contenido y objeto del principio de tracto
sucesivo, pero sin duda, García Coni aporta una de las definiciones más técnicas sobre este
ya que acertadamente expresa que “si genéricamente “tracto” equivale a espacio que media
entre dos lugares y, en segunda acepción, a lapso, o sea, período o tiempo corrido entro
dos momentos, el término resulta expresivo de un encadenamiento entre dos puntos. Si la
noción expresada, a su vez, se le adiciona la de “sucesivo”, esto es, que se sucede o se
sigue a otra cosa, se describe una continuidad eslabonada de tractos que conectan los
puntos en cuestión, derivando cada uno de los posteriores o trayendo su origen del
inmediato precedente. Aplicada la figura al terreno registral, el tracto sucesivo reflejará el
ensamble o enlace ordenado según las pautas pertinentes de las titulaciones registradas”.
Atilio Cornejo lo explica de otra manera, él lo ve como “un mecanismo técnico que tiene por
objeto mantener el enlace o conexión de las adquisiciones por el orden regular de los
titulares registrales sucesivos, a base de formar todos los actos adquisitivos inscriptos, una
continuidad perfecta en orden al tiempo sin saldo alguno, de suerte que ello refleje el
historial sucesivo de cada finca matriculada”
Carral y de Teresa apunta varias cuestiones. En primer lugar dice que este principio es
consecuencia del principio de consentimiento, en virtud del cual el titular del derecho queda
protegido contra todo cambio no consentido expresamente por él. Asimismo que también se
deriva del sistema de folio real, el cual exige la existencia de un registro concatenado de los
actos que afectan es estado jurídico del bien registrado. Agrega que de este principio emana
la posibilidad de llevar al registro lo proveniente del titular inscrito, así como también la
prohibición de no registrar lo que no proviene de este (del titular).
Roca Sastre citado por Carral y de Teresa dice que por este principio se cuenta la historia
completa de la finca, la cual está formada por una cadena ininterrumpida de inscripciones,
que logra que el mundo real coincida con el mundo registral.
Pérez Lasala delimita la finalidad del principio de tracto sucesivo y circunscribe la misma al
orden de los asientos para que estos reflejen los cambios sucesivos de la realidad jurídica
del bien registrado.
Tanto Roca Sastre indican que este principio puede cumplirse de dos maneras distintas. La
primera es consignando un asiento independiente a cada acto susceptible de registro, por lo
cual el Registro no inscribirá un derecho a favor de alguien si el transferente de ese derecho
no aparece en el asiento correspondiente. A esta manera se le llama tracto formal. La
segunda, llamada tracto abreviado o comprimido, es destinando un mismo asiento para
varios actos registrables, siempre de forma ordenada.
Este principio es seguramente uno de los que más fácilmente se perciben en la actividad
registral, pues provoca en cada bien registrado, una historia de todos los actos que lo han
afectado a lo largo de tiempo. Es en base a este historial que se hace posible verificar tanto
la procedencia del bien registrado, como la licitud de los actos que han modificado su
estado jurídico, ya que obligadamente debe existir un orden cronológico entre un asiento y
otro, logrando así proveer de una mayor certeza el tráfico inmobiliario.
PRINCIPIO DE ROGACIÓN
Diversos tratadistas, son claros al determinar el contenido de este principio y coinciden
totalmente en la idea que este obliga al registrador a practicar los asientos registrales
únicamente a solicitud de la parte interesada, es decir, a instancia de parte y no de oficio.
Pérez Lasala llama este principio de instancia, de petición o solicitud, hace una importante
acotación al establecer que únicamente la iniciación del procedimiento es rogada, ya que
una vez hecha la solicitud, los trámites posteriores a ella son efectuados de oficio por el
Registro.
El tratadista Roca Sastre encuentra el fundamento de esta directriz registral en la
naturaleza pública del Registro de la Propiedad. Es por esa naturaleza pública que entiende
que el Registro está al servicio de los particulares y de los entes públicos, por lo cual la
inscripción es voluntaria (no lo sería así si se tratara de un registro fiscal en el cual la
inscripción sería obligatoria).
El principio de rogación limita el actuar del Registrador, ya que aunque este tenga
conocimiento de que se ha producido un acto registrable, no puede registrar dicho acto por
su propia iniciativa, así como tampoco puede rectificar un yerro del Registro, ya que debe
esperar que tal inscripción o corrección sea solicitada por la parte interesada u ordenada por
una autoridad facultada para el efecto.
En Guatemala, este principio es de observancia obligatoria y se encuentra contenido en el
artículo 1127 del Código Civil, en el cual se establece que “La inscripción en el Registro
puede pedirse por cualquier persona que tenga interés en asegurar el derecho que se deba
inscribir”. Pese a lo anterior, existen excepciones a este principio reguladas en el Código
Civil, una de ellas se encuentra en artículo 1154, que faculta al registrador para anotar el
legado de persona incierta cuando se anoten otros legados o al inscribirse la herencia a
favor del heredero. Otra excepción se encuentra en el
artículo 1157, por medio del cual el registrador queda facultado a para cancelar de oficio la
anotación a favor del acreedor a la herencia o del legatario que no lo sea de especie, de
rentas o derechos sobre inmuebles, cuando esta haya caducado. Por último, el registrador
también puede cancelar de oficio la anotación preventiva pasado el tiempo de su vigencia,
según lo establece el artículo 1165.
PRINCIPIO DE PRIORIDAD
Borda y Tartiére conciben el principio de prioridad de manera muy parecida, pero es este
último quien lo explica en forma más clara, dice que “si sobre una misma finca concurren
varios derechos reales, estos se gradúan y clasifican, en orden a su preferencia, teniendo
en cuenta la fecha de ingreso en el Registro. El derecho más antiguo prevalece sobre el
más moderno (prior in tempore, potior in iure), Mariani de Vidal”
El principio de prioridad tiene una particularidad respecto de los otros principios ya
enunciados y es que este se concibe únicamente cuando existen dos o más títulos
contradictorios (aunque no necesariamente) entre sí respecto de un mismo derecho.
Carral y de Teresa explica los tipos de contradicciones que pueden existir entre los títulos: 1)
Aquella que se da cuando dos derechos que no pueden coexistir al mismo tiempo,
ejemplificándola con el caso de dos ventas de una misma cosa; y 2) Aquella en la que pese
a que dos derechos puedan coexistir al mismo tiempo, los mismos exijan un puesto o rango
distinto, como es el caso de las hipotecas, que ocupan “lugares” sobre el bien inmueble.
Los tratadistas Pérez Lasala armonizan al hablar del principio de prioridad y ambos
concuerdan en que este opera de dos maneras distintas según la contradicción que esté
llamado a resolver. La prioridad excluyente es la utilizada por el Registro cuando los
derechos son incompatibles el uno con el otro, como el caso de dos instrumentos de compra
venta ingresados al Registro, en los cuales el bien enajenado sea el mismo en ambos
instrumentos pero hacia diferente adquirente. En ese caso, uno de los documentos tiene
prioridad y se inscribe, consecuentemente el otro debe ser rechazado. La prioridad no
excluyente opera cuando al Registro ingresan instrumentos compatibles entre sí respecto de
un mismo bien registrado. Este es el caso de hipotecas y demás gravámenes o cargas,
incluso documentos judiciales. En ese caso ambos derechos se registran, aunque uno
después de otro, según el orden de ingreso, no importando la fecha del instrumento en sí
(prior in tempore, potior in jure). y Atilio Cornejo En síntesis, esta directriz registral manda a
hacer una valoración de los derechos reales u otros actos que se pretendan inscribir sobre
un mismo bien, con el objeto de determinar la exclusión de uno de ellos cuando son
incompatibles, o la inscripción uno
después de otro –en atención al orden de ingreso de los mismos- cuando así lo permite su
naturaleza, se aplica de la misma manera en los sistemas registrales estudiados.
Esto se logra por medio de un control de ingreso que se materializa en la mayoría de
registros en un libro de presentación.
PRINCIPIO DE CALIFICACIÓN REGISTRAL O LEGALIDAD
Como en algunos otros principios, el de legalidad ha sido definido desde distintos puntos de
vista. Luces Gil expone que es una actividad registral que debe estar cuidadosamente
reglamentada y que comprende el acceso al registro de los actos inscribibles, la rectificación
de los asientos y la publicidad.
La definición proporcionada anteriormente no alcanza para entender cuál es el objeto de
este principio registral, es por ello que debe acudirse a Carral y de Teresa para saber que
en virtud de este principio no pueden registrarse títulos imperfectos, con lo cual se busca
lograr que la realidad exterior concuerde con la realidad registral. Este principio es
concebido por dicho autor -al igual que por Roca Sastre - como una presunción, según la
cual todo lo que se registra ha sido registrado legalmente, por ello la calificación registral es
el medio idóneo para examinar los títulos cuyo registro se pretende.
Respecto de la calificación registral, Pérez Lasala y Roca Sastre amplían un poco más el
tema al mencionar que este es el medio ideal para hacer efectivo el principio de legalidad.
La calificación registral consiste en el examen (verificación) realizado previamente al registro
del título para depurar el mismo y con ello asegurarse que solamente aquellos títulos válidos
sean registrados.
Díaz González por su parte, tiene la idea que el principio de legalidad es un complemento
indispensable de la publicidad registral, ya que este procura que las relaciones jurídicas
sometidas a registro, sean verdaderas y sobre todo, que cumplan con todos los requisitos
legales para producir los efectos jurídicos deseados. Sobre la eficacia de esta directriz
registral dicho autor hace ver que “si lo consigue o, por lo menos lo intenta la Ley haciendo
intervenir a un funcionario público el Notario al concentrarse los contratos sobre inmuebles
y concediendo después, al Registrador, una amplia y libre facultad de calificar esos
negocios jurídicos”
De tal suerte se aprecia que dicho principio puede concebirse tanto como una facultad
registral, como una actividad registral e incluso como una obligación del propio Registro de
examinar o calificar los títulos que le son sometidos y de asegurarse mediante ese examen
previo que estos no tengan vicios que provoquen una disparidad entre la situación real y la
realidad registral del bien y cumplir de esa manera con la presunción de que lo asentado en
el Registro es verdadero.
Principio de legitimación La legitimación pensada como principio registral, es la presunción
de existencia del derecho registrado y que este coincide con la realidad jurídica del bien. En
palabras de Carral y de Teresa, este principio comprende “la existencia, titularidad,
extensión y aún la inexistencia del derecho real inscrito; pero no abarca los datos de
carácter físico de la finca, como son superficie, forma, construcciones, mejoras, etc., ni los
datos del titular, como son el estado civil, capacidad, etc. La legitimación tampoco autoriza a
presumir que el derecho real no inscrito no existe, ni a presumir que ha existido un derecho
real cuya inscripción ha sido cancelada”
Los tratadistas Pérez Lasala también lo conciben como una presunción iuris tantum en
virtud de la cual debe tenerse como verdadero lo consignado en los asientos registrales
hasta que no se demuestre la inexactitud de los mismos. Esto tiene como consecuencia, el
tratar al titular inscrito como si realmente fuese el titular, permitiéndole disponer
jurídicamente del derecho inscrito, así como exonerarlo de probar su titularidad, recayendo
la carga probatoria sobre el sujeto que aduzca la inexactitud registral.
De esa manera se puede apreciar que el principio de legitimación está íntimamente ligado
con el de legalidad, pues es por esa actividad de examen o calificación registral que se
realiza sobre los títulos ingresados para su inscripción, en virtud de la cual el Registro debe
cerciorarse que dichos títulos o documentos cumplan con los requisitos exigidos por la ley y
que reflejen la realidad jurídica del bien y de esa manera asegurarse que la realidad registral
coincida con la primera. De ahí que se presuma que lo consignado en los asientos
registrales es verdadero y que se trate al titular inscrito como el verdadero titular y se le
permita ejercer todos sus derechos sobre el bien registrado.
PRINCIPIO DE FE PÚBLICA REGISTRAL
Este otro principio registral es definido por Pérez Lasala como aquella directriz registral en
virtud de la cual “el registro se reputa siempre exacto en beneficio del adquirente que
contrató confiado en el contenido de sus asientos, y en consecuencia de le protege con
carácter absoluto en su adquisición”. Respecto de los bienes muebles, menciona que “la fe
pública registral tiene su paralelo en materias de bienes muebles en el principio de “la
posesión equivale al título”, reconociendo en todas las legislaciones. Se considera
propietario al tercer adquirente de cosas muebles, siempre que actúe de buena fe, salvo
algunas excepciones”.
En nuestra legislación este supuesto está contenido en el artículo 617 del Decreto Ley 106,
Código Civil, el cual establece que “la posesión da al que la tiene, la presunción de
propietario, mientras no se pruebe lo contrario. Sólo la posesión que se adquiere y disfruta
en concepto de dueño de la cosa poseída, puede producir el dominio por usucapión”.
Tartiére también dice que en virtud de este principio se protege al tercero que adquiere a
título oneroso confiando de la exactitud de lo consignado en el asiento registral,
precisamente que ha adquirido el bien pensando que quien le transmite el bien está
legitimado para ello y que no existe vicio en su título que le impida adquirir el bien.
Por su parte Roca Sastre profundiza más en el tema y afirma que este principio actúa de
dos maneras:
1) “El contenido registral se presume exacto, de modo que el tercero que adquiere un
derecho confiando en lo que el Registro expresa, deviene propietario o titular efectivo de tal
derecho y con extensión y contenido con que aparece el mismo registrado, aunque el titular
inscrito que actúe de transferente no sea propietario o titular verdadero del derecho de que
se trata, o que éste sea en la realidad o extensión o contenido distinto, es una presunción
positiva de veracidad”; y
2) “El contenido registral se presume íntegro, de manera que el tercer adquirente puede
rechazar cuantos derechos, títulos, acciones o hechos que no estén inscritos o reflejados en
el Registro, los cuales deben considerarse como inexistentes en cuanto puedan perjudicar o
afectar al tercer adquirente con contrata fiado en los libros hipotecarios, aunque aquéllos
existan en la realidad jurídica, pues ante él, el Registro debe reputarse completo, o sea que
agota la realidad jurídica. Es una presunción negativa de veracidad”.
En ese sentido, se aprecia que el principio de fe pública registral contiene una presunción
que no admite prueba en contrario y que opera a favor del tercer que ha adquirido un bien
confiado en lo consignado en el asiento registral. De tal manera que el tercero adquiere el
derecho en la forma en la que está expresado en los asientos registrados, aunque la
realidad jurídica no coincida con esto; y de la misma manera puede oponerse a cualquier
otro derecho, título o acción que no esté expresamente contenida en los mismos. Todo ello
a consecuencia de la obligación que tiene el Registro de calificar los títulos que le son
sometidos para su inscripción.
El Registro General de la Propiedad: Es una Institución Pública que tiene por objeto la
inscripción, anotación y cancelación de los actos y contratos relativos al dominio y
demás derechos reales sobre bienes inmuebles y muebles identificables. Son públicos
sus documentos, libros y actuaciones. 13.
El Registro de la Propiedad es una institución pública que tiene por objeto la inscripción,
anotación y cancelación de los actos y contratos relativos al dominio y demás derechos
reales sobre bienes inmuebles y muebles identificables. Son públicos sus documentos,
libros y actuaciones.
En el Registro se inscribirán:
1º. Los títulos que acrediten el dominio de los inmuebles y de los derechos reales
impuestos sobre los mismos.
2º. Los títulos traslativos de dominio de los inmuebles y en los que se constituyan,
reconozcan, modifiquen o extingan derechos de usufructo, uso,
habitación,patrimonio familiar, hipoteca, servidumbre y cualesquiera otros derechos
reales sobre bienes inmuebles y los contratos de promesa sobre inmuebles o
derechos reales sobre los mismos.
4º. Los actos y contratos que trasmitan en fideicomiso los bienes inmuebles o
derechos reales sobre los mismos,
7º. Los ferrocarriles, tranvías, canales, muelles u obras públicas de índole semejante,
así como los buques, naves aéreas y los gravámenes que se impongan sobre
cualquiera de estos bienes.
9º. Las concesiones otorgadas por el ejecutivo para el aprovechamiento de las aguas.
Que el Registro Civil sirve para hacer constar todos los actos relacionados al estado civil
de las personas y donde es obligatorio efectuar las inscripciones de nacimientos,
adopciones, reconocimiento de hijos, uniones de hecho, capitulaciones matrimoniales,
insubsistencia y nulidad del matrimonio, divorcio, separación y reconciliación, tutelas,
pro tutelas, guardas, defunciones, e inscripción de extranjero y de guatemaltecos
naturalizados y de personas jurídicas se gún el orden enumerativo expuesto en el
código, orden que indudablemente adolece de adecuada ubicación de materias.
El Registro Civil será dirigido por un Registrador nombrado por la Municipalidad, cuando
los fondos municipales no lo permitan el cargo lo desempeñará el secretario Municipal
siempre que reúna los requisitos legales. El Registrador Civil es un funcionario que
tiene fe pública, por disposición expresa de la ley, en consecuencia esta dispone que
las certificaciones de las actas del registro Civil prueben el estado civil de las personas.
Queda municipalizada la función registral, toda vez que los registros civiles pasaron a
depender de las municipalidades y los registradores son nombrados por estas y en
donde no sea necesario un nombramiento especial ejercerá el cargo el secretario
municipal.
Los Registros Civiles son públicos y las inscripciones son gratuitas, pudiendo
cualquier persona obtener certificación de los actos y constancias que contengan,
mediante los honorarios correspondientes.
Quedó prevista la emisión del reglamento del registro civil la cual contendrá las
disposiciones que deben normar su funcionamiento y regular su perfecta organización
en todos los municipios de la república, no obstante la inclinación del Código a incluir
normas de carácter reglamentario en lo relativo al registro civil.
El Código Civil en su Artículo 373 establece: “Los Registros del estado civil se llevará
en cada Municipio y estarán a cargo de un Registrador nombrado por el Consejo
Municipal. En los lugares en donde no sea necesario el nombramiento especial de
Registrador, ejercerá el cargo el Secretario de la Municipalidad”.
Que para toda persona que desempeñe este puesto deben ser, tener la calidad de
guatemalteco de origen, idóneo para el caso y de reconocida honorabilidad. En las
cabeceras departamentales en donde sea posible, el Registrador deberá ser Abogado
y Notario, colegiado activo.
El Código Civil en su Artículo 373 párrafo tercero establece: “En la capital y cuando
fuere posible en las cabeceras departamentales, el Registrador Civil deberá ser
Abogado y Notario, colegiado activo, siendo de reconocida habilidad para el ejercicio de
su profesión, guatemalteco natural y de reconocida honorabilidad e idoneidad”.
Con el Registro Mercantil: Que es el Registro Mercantil: El Registro Mercantil es
pues, un instrumento de publicidad cuya misión es facilitar al público datos
importantes para el tráfico mercantil, cuy investigación seria difícil o imposible sin la
institución del registro.
- De Comerciantes individuales.
- De sociedades mercantiles.
- De auxiliares de consorcio.
- De presentación de documentos.
- Los libros que sean necesarios para las demás inscripciones que requiera la ley.
- De los comerciantes individuales que tengan un capital de dos mil quetzales o más.
1. De la Forma: Indica que debemos siempre seguir la forma determinada al redactar las
actas notariales y resoluciones notariales, estas últimas aunque son de redacción
discrecional, tienen requisitos mínimos y un orden lógico.
2. De Inmediación: El notario debe estar en contacto directo con
los requirientes o solicitantes, con los hechos y actos que se producen dando fe de
ello.
3. De Rogación: El notario actúa solamente a instancia de parte y
no de oficio.
4. Del Consentimiento: Este es un principio esencial, ya que de no existir entre las
personas afectadas, el notario no puede actuar. La ratificación y aceptación queda
plasmada mediante la firma en el documento, siendo ésta la forma de plasmar el
consentimiento.
5. De Seguridad Jurídica: Los actos que legaliza el notario en esta
tramitación, se tiene por ciertos, pues gozan de certidumbre o certeza jurídica contra
terceros y hacen plena prueba, salvo el derecho de los interesados de redargüirlos de
nulidad o falsedad.
6. De Autenticación: La autorización e intervención del notario, con
la firma y sello registrados, le dan autenticación a los actos que documenta.
1) Escritura;
2) Inmediación Procesal;
3) Dispositivo;
4) Publicidad;
5) Economía Procesal; y,
6) Sencillez.
1. Ausencia
2. Disposición de Bienes de Menores
3. Disposición de Bienes de Incapaces
4. Disposición de Bienes de Ausentes
5. Gravamen de Bienes de Menores
6. Gravamen de Bienes de Incapaces
7. Gravamen de Bienes de Ausentes
8. Reconocimiento de Preñez
9. Reconocimiento de Parto
10. Cambio de Nombre
11. Omisión de Partida
12. Rectificación de Partida
13. Determinación de Edad
14. Omisión en el Acta de Inscripción
15. Error en el Acta de Inscripción
16. Patrimonio Familiar
17. Adopción
Dot. 125-83
1. Rectificación de Area
1.- Proceso Sucesorio Extrajudicial Intestado: El trámite ante notario se lleva a cabo
en tres fases, de la forma siguiente:
a. Fase Notarial:
Trámite:
1. Acta de Requerimiento;
2. Primera Resolución, dando trámite a las diligencias de identificación de persona o de
tercero, según el caso, ordenando la publicación de los edictos;
3. Publicación de los edictos en el Diario de Centro América;
4. Si existe oposición, el notario suspende la diligencias y remite al
Juez de primera Instancia competente;
5. Si no hubiere oposición, el notario hará constar la notoriedad en
Acta Notarial;
6. Se certifica el acta de marras, en duplicado y se envía al Registro Civil donde
aparece registrado el nacimiento de la persona cuya identificación se trate.
7. Se remite el expediente al Archivo General de Protocolos.
6.- LA AUSENCIA
Trámite:
AUSENTES
Es importante señalar, que no se puede disponer ni gravar bienes de menores,
incapaces o ausentes, sin que previamente se haya conseguido la declaratoria con
lugar de las diligencias conocidas como de utilidad y necesidad. Por lo anterior debemos
de aclarar que entonces, los menores son representados por quienes ejerzan la patria
potestad o la tutela de los mismos, los incapaces son representados por la persona que
haya designado el juez al momento de declarada la interdicción y los ausentes por el
guardador que el juez haya nombrado al momento de declarar la ausencia.
Declaratoria:
Trámite
1. Acta Notarial de requerimiento, acreditando el solicitante al calidad en la que
actúa, expresando los motivos por los cuales solicita la autorización, las pruebas del
caso, bases del contrato, el listado de bienes del menor, incapaz o ausente.
2. Primera Resolución: En esta se tiene por iniciadas las diligencias, por
presentados los documentos que le fueran aportados y ordena las diligencias con el
objeto de que quede suficientemente probadas la utilidad o necesidad.
3. Notificación al Representante del menor, ausente o incapaz.
4. Recepción de prueba propuesta, si es testimonial en actas notariales.
5. Practica de oficio cuanta diligencia considera necesaria.
6. Valuación del bien del cual se dispondrá o gravará, por un valuador autorizado
en la república.
Debe tomarse en cuenta lo sencillo del trámite, el cual como afirmamos con
anterioridad, puede servir de base para las diligencias de Asiento Extemporáneo de
Partida de Nacimiento, cuando el interesado ignora suedad. No es necesaria la
intervención del Procuraduría General de la
Del facultativo que se nombre, el único requisito que establece la ley es que sea
competente.
9.- RECONOCIMIENTO DE PREÑEZ Y PARTO
Para que sea procedente estas diligencias, debe partirse de tres supuestos:
la ausencia, la separación o la muerte del marido. De estos se deduce que debe
originarse de un matrimonio y no de una convivencia maridable, sin reconocimiento
legal. La esposa al separarse o enviudar debe de informar al marido, en su caso, o
al juez de que se encuentra en cinta, esto dentro de los noventa días siguientes de la
separación o muerte del marido.
Esta diligencia puede ser la omisión de una partida por no haberse inscrito y la
rectificación por contener ésta error.
Trámite Notarial: Art. 21-23 dto. 54-66 y 434 CPCYM
A) En caso de omisión de la inscripción o asiento tardío o
extemporáneo:
1. Acta Notarial de requerimiento: En ésta el interesado expone al notario la
situación que su nacimiento (si fuera el caso) no esta inscrito, aportando la
información relativa a su caso. Presenta como prueba certificación o constancia que
su nacimiento no se encuentra inscrito en el registro civil, en donde se supone
debería estar (conocida como certificación negativa de nacimiento); y, ofrece la demás
prueba que le sea posible, entre ellas la testimonial
2. Primera Resolución o de trámite: El notario con base en el acta
anterior, resuelve dar por iniciadas las diligencias, ordenando agregar al expediente
los documentos que le hubieran presentado y recabar las otras pruebas ofrecidas o las
que de oficio considere adecuadas.
3. Declaración Testimonial: estas se reciben en actas notariales, en las
cuales los testigos declaran acerca de lo que les conste del nacimiento.
4. Audiencia al Procuraduría General de la Nación: este analiza el expediente y si,
a su juicio, estuviera suficientemente probado el hecho del nacimiento y lo relativo a los
padres del interesado, emite opinión favorable.
5. Resolución o auto Final: en vista de lo actuado y con la opinión
favorable del Procuraduría General de la Nación, el notario dicta la resolución en la
que ordena se haga la inscripción omitida. En lo que fuera aplicable deberá llevar la
información que contiene toda acta de nacimiento, regulada en el artículo 398 del
Código Civil.
6. Certificación del Auto en duplicado: el cual se envía al Registro Civil
para que se proceda a efectuar el asiento, previo pago de la multa que impone el
Registrador Civil.
7. Remisión del Expediente al Archivo General de Protocolos.
En una ley posterior al Decreto Legislativo 54-77, se facultó al notario para diligenciar
este trámite. Debe tomarse en cuenta que sólo es aplicable a bienes urbanos con
áreas registradas mayores a los que real y físicamente corresponden (Dto. Ley 125-
83), este decreto tiene importantes regulaciones, entre las que es importante
mencionar:
El objeto de la ley es para que los propietarios de bienes inmuebles urbanos, cuya
área física sea menor de la que aparece inscrita ene l Registro de la Propiedad puedan
solicitar ante notario la rectificación del área de tales inmuebles.
El consentimiento unánime de todos los interesados. Principio fundamental de
la jurisdicción voluntaria.
Las actuaciones se harán constar en actas notariales, las resolución
serán de redacción discrecional, debiendo contener la dirección de la oficina del
notario, lugar y fecha, disposición razonada que se dicte y la firma y sello del
notario. Los avisos y publicaciones también deberán de llevar la dirección de la
oficina del notario. Este es también un principio fundamental de este tipo de procesos.
La opción al trámite por parte de los interesados de acogerse desde el inicio al
trámite notarial o al administrativo. Igualmente al cambio de procedimiento una vez
iniciado del mismo.