Вы находитесь на странице: 1из 186

El Samurai Sedonia Guillone

TRADUCTORAS INEXPERTAS

1
El Samurai Sedonia Guillone

Resumen
Sexualmente reprimido y atado al deber, el detective Toshiro Genjin
se encuentra abocado la captura de un asesino serial que desde hace seis
meses asola Tokio. Sin pistas, la ayuda de un psíquico norteamericano
parece ser la única esperanza para su captura. Aún contra su voluntad,
Toshi deberá aceptarlo en el caso y en su hogar.
Una sola mirada y John descubre lo que Toshi significará en su vida.
Una sola mirada y Toshi descubre que nada lo ha preparado para la
intensa atracción que el suave americano despierta en él.
Para John Colmes la atracción es mutua y cada vez que él y Toshi se
encuentran saltan chispas de pasión. Cómo explicar que no puede ser
tocado porque sus habilidades psíquicas se sobrecargan con emociones
ajenas, cómo explicar que su toque, sin embargo es diferente.
Cada uno de ellos viene de un largo autoaislamiento y por razones
muy diferentes. Sin embargo, mientras Toshi y John más se acercan al
asesino, más aprenden sobre si mismos, y sobre fuerzas que van más allá
del reino de los hombres. ¿Fantasmas? ¿Posesiones diabólicas?
En un intento por salvar sus vidas, solo los cuerpos entrelazados y
desnudos de Toshi y John serán capaces de detener los crímenes que un
samurai enloquecido de celos y amor viene cometiendo desde tiempos
inmemoriales.
El amor parece ser la única barrera contra fuerzas inexplicables.
¿Pero será suficientemente fuerte entre personas tan diferentes?

Este libro contiene escenas no adecudas para menores de edad

2
El Samurai Sedonia Guillone

Prólogo
Provincia de Musashi, Japón, 1848.

—¡Akira, no! —Kenji se apresuró a lo largo de la orilla detrás del


otro samurai 1 , el amante a quién había jurado su corazón y su alma.
Desde el primer momento en que había visto a Akira, no había querido
nada ni a nadie. Bushido 2 , el código de guerrero y todo lo que a él
concernía, no significaba nada si él y Akira fueran separados.
El otro samurai estaba un paso adelante, su mata de cabello liso
color ébano ondeando con sus movimientos. Kenji sabía que Akira
pretendía no escucharle. Los pasos de Akira eran más largos y Kenji una
cabeza más bajo que el otro hombre, le tomaban dos pasos por cada uno
de aquél.
—¡Akira, no debes casarte!
Más silencio. El sol vespertino se llevaba el azul de la seda del
kimono 3 de Akira, que casi correspondía al azul ardiente del cielo de
verano. Su daisho 4 pegaba contra su fuerte muslo a cada paso. Kenji miró
hacia las dos armas, la espada corta y el cuchillo, envainadas al cinturón
de Akira.
—¡Te ruego que escuches!

1
Samurái es un término comúnmente utilizado para referirse a los guerreros del Japón antes que
este país iniciara un proceso de industrialización; Su significado es "servir". Un término más adecuado
es bushi que significa literalmente "hombre de guerra", cuyo uso data del período Edo.
2
En la tradición japonesa, el bushidō es un término traducido como "el camino del guerrero". Es un
código ético estricto y particular al que muchos samurái (o bushi) entregaban sus vidas, que exigía
lealtad y honor hasta la muerte.
3
El kimono, es el vestido tradicional japonés, que fue la prenda de uso común hasta los primeros
años de la posguerra. El término japonés mono significa ‘cosa’ y ki proviene de kiru, ‘llevar’.
4
El daishō grande y pequeña") son las armas tradicionales del samurai, compuestas de la katana y
el wakizashi. (Querida lectora, las notas viene tupidas, espero que lo tomes con paciencia,
aprenderás muchísimo sobre la cultura japonesa. N.T.)

3
El Samurai Sedonia Guillone

Akira se detuvo, casi ocasionando que Kenji chocará por detrás.


Kenji miro a su amigo voltear despacio. No estaba seguro que parte de
sus ruegos habían inspirado finalmente a Akira para detenerse, pero no le
importó. El inminente matrimonio de Akira significaba para Kenji, el inicio
del final de su propia vida.
Los grandes ojos cafés, con tonos almendrados de Akira lo miraron.
Su expresión, la cuál Kenji había esperado mostrara enojo, expresaba solo
dolor.
—¿Por qué tienes que hacer esto peor de lo que debería ser? —
preguntó con voz suave.
Kenji escuchó su propia angustia reflejada en el tono de Akira. Su
corazón golpeó contra su pecho.
—No soy yo quién esta haciéndolo peor — replicó igual de suave.
Akira enderezó sus amplios hombros, sus ojos oscuros ardiendo. Fue
esa indignación la que por primera vez había hecho a Kenji desearle.
Poniendo su corazón y alma en Akira desde el principio, Kenji se había
negado a entrar al shudo 5 , amor entre hombres, con alguien más.
Persiguió a Akira, quién continuaba rechazándole hasta que Kenji hubiera
alcanzado la mayoría de edad. Kenji ya era todo un hombre antes de que
Akira terminara por aceptarle.
El hombre alto suspiró profundo.
—Nuestro tiempo de shudo hace mucho que ha pasado Kenji. El
código de bushido dicta que cada samurai hace su deber. Tú también, te
casaras algún día. —Extendió una mano colocándola sobre el hombro de
Kenji. El cálido contacto del toque de Akira traspasó su piel justo por
debajo de la seda de su kimono. —Sabes que somos amigos jurados hasta
el día de nuestra muerte. Este cambio no afecta eso.

5
Shudō es la tradición japonesa de homosexualidad existente en la cultura de la sociedad samurai,
ya en el periodo medieval hasta el final del Siglo XIX. (N.T.)

4
El Samurai Sedonia Guillone

Kenji se obligo a no llorar. Akira también podría haber sacado el


wakizashi de su vaina y hundirlo en el corazón de su amante, ya que sus
palabras eran igual de crueles. ¿Akira no se daba cuenta del crimen que
estaba cometiendo?
—¡Cuántas veces me dijiste que no querías que lo nuestro terminara
Akira! ¡Y ahora haces eso exactamente!
Los grandes ojos pardos de Akira permanecían fijos. Kenji sabia que
el corazón de su amigo no podría endurecerse a él. Tenía que ser. Puso su
mano sobre la que Akira tenía en su hombro.
—Sabías que este momento llegaría Kenji, ¿no es así?
Kenji miró fijamente a los ojos de su amante. Desde la primera vez
que había visto a Akira, Kenji había perdido la capacidad de razonar. Con
Akira, se había reducido a un latido que solo deseaba su amor.
—No, siempre esperé que nos convirtiéramos en ronin 6 y vivir bajo
nuestra propia ley. —La visión de él y Akira como samuráis libres,
viajando por el país juntos, prometiendo fidelidad a nadie mas que al otro;
ese era el sueño de su vida.
Una mirada de deseo pasó a través de los ojos de Akira, siendo
reemplazada inmediatamente por una de miedo. A pesar del amor de
Akira por Kenji, él siempre había guardado otras ambiciones en su
corazón. Kenji era el menos convencional de los dos, dispuesto a
quebrantar el código del samurai si esto dificultaba su amor.
Una ligera brisa de verano jugueteó con la cinta en los cabellos de
Akira. Kenji toco el nudo para soltar el lazo y dejar caer libremente el
cabello color ébano de Akira y poder entrelazarlo entre sus dedos.
Después de un silencio aparentemente interminable Akira sacudió
despacio la cabeza.
—Lo siento Kenji. Por más que te ame, no puedo hacerlo.

6
Un rōnin, (literalmente "hombre ola" – un hombre errante como una ola en el mar) era un samurai
sin amo durante el período feudal de Japón, entre 1185 y 1868.

5
El Samurai Sedonia Guillone

Kenji bajo la cabeza, evitando la mirada de Akira. No quería que su


amado viera sus inminentes lágrimas. Pero Akira colocó la punta de sus
dedos bajo el mentón de Kenji y lo hizo levantar la vista. Kenji no se
resistió, nunca pudo negarle nada a Akira, y nunca lo haría.
—Kenji, si este matrimonio se lleva a cabo, tendré el estatus y
riqueza que jamás tendría como ronin. Si me amas, querrías esas cosas
para mí.
Para su propia humillación, Kenji sintió su labio inferior temblar y su
vista nublarse debido a las lágrimas. Su sentido del oído, sin embargo,
estaba perfecto y pudo escuchar que Akira estaba mintiendo. Akira lo
amaba tanto como Kenji a él. Numerosas veces al calor de su amor, Akira
le había jurado amor eterno.
—Estas mintiendo Akira. Sabes que estas mintiendo.
Akira inclinó la cabeza.
—Por favor, Kenji. Déjame mentir. Es la única manera de poder vivir
conmigo mismo.
Las palabras de Akira se aferraron al corazón de Kenji como un
kimono de seda. Al siguiente latido, puso sus manos alrededor de Akira y
se levantó sobre la punta de los pies, tomando de lleno la dulce boca en
un beso. Sintió a Akira derretirse en sus brazos, suaves labios
separándose para buscar la lengua de Kenji.
Kenji apretó todo su cuerpo contra el de su amante. La erección de
Akira ya lista, le presionó demandante contra sí. El deseo de Akira ponía
eufórico el corazón de Kenji, sanando las lágrimas que sus anteriores
palabras habían causado. Tomó el labio inferior de Akira aprisionándolo
entre sus dientes, succionando como un bebé al pecho de su madre. Sus
manos acariciaron la espalda de Akira en fuertes círculos, esmerándose
hambriento en los recovecos musculares tan conocidos. Sabía
exactamente como y donde debía ser tocado Akira y deslizó sus manos
sobre las caderas de su amante, masajeándolas hasta que Akira jadeo

6
El Samurai Sedonia Guillone

entre sus bocas unidas, aquel con sus manos tirando del kimono de Kenji
en un intento por abrirlo.
Kenji sintió la pasión de Akira inundarlo. Akira aprisionó el cuerpo
más bajo y delgado de Kenji contra el suyo que era más amplio y
musculoso, terminando ambos sobre el piso. Las manos impacientes de
Akira soltaron el kimono de Kenji y se deslizaron sobre el pecho desnudo.
Siguió su toque con su boca. También él conocía el placer de Kenji y lo
azuzó con su ávida lengua rodeando cada pezón hasta que Kenji forcejeó
con el Kimono de Akira, sus manos buscando bajo el taparrabos. Gimió al
contacto de sus palmas con las suaves y redondeadas nalgas de Akira.
—Kenji, te amo —Akira musitó a su oído.
Kenji suspiró cuando Akira tiró del lóbulo de su oreja con los
dientes, acariciándolo de la forma en que le gustaba.
Kenji atrapó a Akira entre sus brazos. Separó las piernas,
impaciente por sentir la dureza en su totalidad enterrársele profundo.
Nada en el mundo le importaba más que estar así de cerca de su amado.
Si muriera en ese momento, consideraría la muerte más noble estando en
los brazos de Akira.
Una sombra los cubrió, bloqueando la luz del Sol. En su duermevela
de amor, Kenji pensaba que se trataba de una nube. Demasiado tarde vio
el destello de acero que se levantaba por encima de sus cuerpos
entrelazados, la luz inundó su vista cegándolo sin poder ver quién se
encontraba de pie sobre ellos.
Akira gritó, su cuerpo sacudiéndose violentamente. Kenji miró, su
agarre cerrándose contra la espalda de Akira. Un filoso y cegador dolor le
traspasó por la mitad. Akira cayó sobre él, mientras cada una de sus
fuerzas le abandonaban.
La sombra pasó, dejando la cálida luz de Sol cayendo sobre ellos.
Kenjí se dio cuenta de lo que había pasado, sintiendo la vida irse de su
cuerpo. Estaba obteniendo la muerte que siempre había querido. Su

7
El Samurai Sedonia Guillone

cabeza cayó hacia un lado y vio mezclarse la sangre de Akira con la suya,
en un pequeño flujo rojo resbalando hacia la orilla del río. Y luego
oscuridad.

8
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 1
Tokio Japón, día presente.

Toshi miró hacia los cadáveres frescos. Alrededor de él, las luces de
flash provenientes de las cámaras de los fotógrafos proseguían como
juegos pirotécnicos diminutos. —¡Shimatta 1 !, —maldijo por lo bajo—.
Había fallado de nuevo otra vez y ahora de pie, desesperanzado, miraba
fijamente hacia el destino espantoso de las víctimas.
Que horrible manera de irse.
Los amantes, estaban desnudos, sus cuerpos rígidos aún
entrelazados habían sido apuñalados. El arma, como en las otras víctimas,
un wakizashi samurai. El estómago se le revolvió, como últimamente solía
pasarle con las víctimas del Ronin Asesino. ¿Qué tipo de monstruo se
presentaba ante sus víctimas cuando estaban más vulnerables? El
asesinato ya de por sí era bastante horrible, pero esos crímenes se
basaban en el odio más virulento, como si las emociones retorcidas del
asesino se hubiesen desparramado sobre toda la escena del crimen.
Natsuka, su compañero, cubrió a las víctimas con un paño blanco.
Dejó que la tela se deslizara y se acercó a Toshi, negando con la cabeza
tristemente. El wakizashi marcaba el paño blanco de la manera más
macabra.
—¿Estas listo para que los llevemos al forense?
Toshi suspiró. Su mano se adentró al bolsillo interno de su
chaqueta, buscando los cigarrillos que erróneamente intentaba dejar
desde la semana pasada. Sacó uno y lo puso entre sus labios. Natsuka, un
veterano en eso de intentar dejar de fumar, ya estaba listo con el

1
“Oh no”; “¡demonios!(N.T.)

9
El Samurai Sedonia Guillone

encendedor. Toshi tocó la llama con la punta del cigarro, aspiró y después
asintió.
—Adelante. Los cuerpos nos dirán más después de la autopsia.
Natsuka asintió y fue a dar la orden.
Con la mente llena de las maneras en que falló en prevenir otro
asesinato, Toshi fumaba una y otra vez su cigarrillo, mientras dejaba que
la gente de la División de Identificación terminara. Cuando el cigarro se
hubo convertido en un tubo de ceniza, se dirigió a los baños del hotel y se
puso un par de guantes de látex para comenzar su investigación en la
escena del crimen.
Necesitando eliminar sospechosos tan pronto fuera posible, envió a
su compañero a buscar entre el personal del hotel y decirle al
administrador que reuniera a los empleados de limpieza para hacerles
algunas preguntas. Pidió refuerzos para ayudarle con las huellas digitales
e intentar encontrar aquellas que compaginaran con las que se
encontraran en la espada.
Toshi miró como las sabanas y los cuerpos eran sacados del lugar, la
sangre manchaba el blanco material de la tela. Sacudió la cabeza,
obligándose a desechar un dejo de náuseas. El sentimiento enfermizo era
más de frustración que de horror. Como siempre, la escena del crimen no
revelaba pistas aparentes. Ningún signo visible de robo, ninguno de lucha,
como si el asesino pudiese traspasar las paredes o alguna mierda como
esa.
La posible única conexión a los asesinatos eran las series de
suicidios que ocurrían dentro de las cuarenta y ocho horas después de
cada asesinato. Aparte de eso y la palabra “Naomasa 2 ” escrita en las
frentes de las víctimas de suicidio, todo siempre terminaba en muerte.
Su móvil sonó. Toshi se quitó uno de los guantes y sacó el teléfono
de su bolsillo.

2
Harada Naomasa fue un samurai del Clan Oda, también conocido como Kurozaemon (N.T.)

10
El Samurai Sedonia Guillone

—Genjin.
—Keibu Genjin. ¿Esta vez encontraste algo?
Tosí reconoció la carrasposa voz del Superintendente. Distraído,
Toshi pensó que si algún día dejaba de fumar, algún día se escucharía
como Keishi.
Toshi exhaló.
—Aún no.
El enojo del jefe irradió a través de la línea telefónica.
—Han pasado seis meses. No hemos hecho nada para que los
ciudadanos tengan fe en la fuerza policíaca de Tokio.
Toshi apretó los dientes para evitar un insulto y se pasó una mano
por el cabello, que ya necesitaba ser cortado. La caza de un asesino en
serie no daba tiempo para tales trivialidades, como aseo personal. O
dormir.
—No es la primera vez que un asesino en serie ha eludido a la
policía —. En sus investigaciones había leído muchas cosas acerca del Hijo
de Sam, el Estrangulador de Boston, y Jack el Destripador, entre otros
quienes se las arreglaron para nunca ser atrapados. Era una respuesta
terrible, pero la única que tenía en ese momento. El mismo residía en esa
área y tenía suficientes motivos para querer mantenerse a salvo.
Continuamente se preguntaba cuanto tiempo más pasaría antes de que la
próxima víctima resultara ser alguno de sus vecinos.
Keishi gruñó.
—Termina ahí y regresa. Tengo algo que decirte.
Toshi suspiró.
—Estaré ahí pronto —. Cerró su móvil y lo guardó dentro del bolsillo
de su chaqueta, después se quitó el otro guante. Con la escena del crimen
ahora segura, tenía que regresar y revisar el lugar por la mañana, para lo
que solo restaban unas horas. Era bueno que un Starbucks se encontrara

11
El Samurai Sedonia Guillone

cerca de la estación. El té verde algunas veces no funcionaba para


situaciones como estas.
Natsuka se encontraba en la entrada del cuarto mirándolo.
—Aún continúan buscando a todos los empleados de limpieza. Los
tendrá aquí en un par de horas según dijeron —le dijo a Toshi.
Éste le agradeció y le comentó lo que el jefe le había dicho. Natsuka
se quejó y palmeó amigablemente a Toshi en el hombro.
—Vamos Toshi-san, me haré cargo de la interferencia de la prensa
—. La prensa había permanecido como enjambre rodeando la entrada a la
escena del crimen, desde que el Ronin Asesino había empezado su
alboroto por el este de Tokio.
Toshi asintió. Su compañero por los últimos cuatro años se había
convertido en un buen amigo, más que el padre o bienintencionado
hermano mayor que jamás había tenido en su propia familia. Su propio
padre aún parecía creer que era un shogun 3 , aparentemente, algunas
personas concordaban con él, incluyendo a Natsuka, quien a pesar de
estar al mismo nivel, hacia notar la diferencia en su compañerismo.
—Gracias —murmuró Toshi—. Siguió a Natsuka hacia el recibidor,
entraron en el elevador y bajaron hacia el lobby del hotel, se dio cuenta
que su cuerpo había comenzado a tensarse, preguntándose que era lo que
el jefe le dijo tenía que decirle. No podía ser algo bueno.

3
Shogun, es un rango militar e histórico en Japón.

12
El Samurai Sedonia Guillone

Boston, Massachussets.

—En otras noticias, esta noche en Tokio Japón, un asesino en serie


ha aterrorizado a la parte este de la ciudad durante los últimos seis
meses.
John intentó alcanzar el control para apagar, pero algo lo hizo
detenerse.
—El asesino ha sido denominado por la policía Metropolitana de
Tokio, el Ronin Asesino debido al uso de una espada samurai para
atravesar a sus víctimas.
John puso toda su atención, sin saber si era el militar que había
dentro de él, o el psíquico empático. Los viejos hábitos eran difíciles de
desaparecer, permanecían gritando y pataleando. Miró hacia la pantalla.
La policía estaba llevándose los cuerpos cubiertos con mantas, de
aparentemente dos cuerpos juntos, hacia la ambulancia que se
encontraba fuera de lo que parecía un hotel de paso. La orilla de la manta
tenia una protuberancia, dando testimonio de la espada. Era obvio que el
asesino había atravesado los cuerpos de las víctimas juntas. Diablos, esa
pobre gente probablemente estaba haciendo el amor. Cristo...
—El Ronin Asesino, denominado como los guerreros samurai de
Japón, quienes carecían de amo —continuó la presentadora— se
caracteriza por la manera en que el asesino escoge a sus víctimas, al
parecer al azar, y entonces las mata con el arma samurai. La policía ha
visto sus esfuerzos frustrados para capturar al Ronin Asesino antes de su
siguiente movimiento. Su única pista es la manera en que dos víctimas
son asesinadas al mismo tiempo, en un abrazo o durante el acto sexual.
—Cristo —murmuró John, una sensación enfermiza subió por su
estomago. Continuó viendo el reportaje.

13
El Samurai Sedonia Guillone

—Los Inspectores de policía Natsuka Yamamoto y Toshiro Genjin de


la Oficina de Investigación Criminal han estado frente al caso desde que
las primeras víctimas aparecieron hace seis meses. Se han negado a
hacer comentarios de la serie de asesinatos.
Las cámaras hicieron un acercamiento hacia los dos hombres.
Estaban abandonando el edificio. Un hombre de mediana edad, mas bajo
que el otro, caminaba por delante, como protegiéndole, pero las cámaras
se las arreglaron para captar imágenes del segundo detective. Unos
segundos le bastaron a John para ver que el otro hombre era delgado y
atractivo. El corazón de John se aceleró un poco. El cabello color ébano
del detective tenía mechones que se rizaban a la altura del cuello y un
rostro anguloso.
John miró la pantalla, su vista pegada a la alta figura del detective
más joven hasta que ya no le fue posible verlo. La noticia terminó y John
apagó el televisor. Sacudió la cabeza. Había una época en la que
inmediatamente hubiera tomado un vuelo a Tokio y se hubiera aparecido
en la estación de policía, ofreciendo sus servicios para atrapar al asesino.
Demonios, ese detective japonés era lo suficientemente guapo como para
sacarlo de su retiro de descanso. Sin embargo, sus nervios aun estaban
destrozados por la serie de casos en lo que había participado con la policía
los últimos años. Cuatro meses no habían probado ser suficientes
vacaciones. Sus manos apenas habían dejado de temblarle la semana
pasada.

14
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 2
El avión comenzó el descenso en el Aeropuerto Narita de Tokio. John
enderezó su asiento y vació los restos de su taza de café, su estomago
oprimiéndose con anticipación.
En poco tiempo conocería al guapo detective en persona. John no
había anticipado tanta ansiedad acerca del encuentro. Estaba agradecido
de haber tenido algo de descanso. Con la ayuda de somníferos en forma
de píldoras blancas, había sido capaz de bloquear las vibraciones psíquicas
a su alrededor y descansar lo suficiente durante el vuelo. Un veterano en
investigaciones sobre asesinatos en ese punto, sabía como obtener el
descanso que necesitaba y sabía que esperar al aterrizar. No había tiempo
que perder. Sin duda, el primer lugar a donde el detective le llevaría
dejando el aeropuerto era la escena del crimen mas reciente.
Cuando el avión aterrizó, John colocó su maleta de piel ligera frente
a él y esperó pacientemente el momento en el que los pasajeros pudieran
bajar. Su anticipación le conminó al bajar del jet, recogiendo su equipaje y
moviéndose entre las demás maletas. Sabía que a pesar de la gravedad
de su razón para volar a Tokio al momento de la noticia, la mayor parte
de su nerviosismo era de una naturaleza más... bueno... de naturaleza
más personal. Desde que vio al detective por televisión, la imagen del
atractivo y delgado hombre le había hechizado.
Tan pronto como el agente de aduana le selló el pasaporte y lo dejó
ir a la sala general del aeropuerto, John reconoció a los dos detectives que
vio en el reportaje. Ambos, vestidos con trajes en tonos negro y blanco,
camisas sin corbatas, parados a un lado esperando, revisando las líneas
de llegada de la aduana. El hombre más viejo tenía un cartel con el

15
El Samurai Sedonia Guillone

nombre de John en él. No lo necesitaban, John sabía exactamente quienes


eran.
Mientras se acercaba el latido de su corazón se aceleró. El detective
más joven, una cabeza más alto que su compañero, resultaba más
asombroso en persona. De cerca, John pudo ver detalles acerca de él que
la cámara no había mostrado. El matiz oscuro y dorado de su piel, la
suavidad de sus labios. La quijada angular y la barbilla le daban un aire
aristocrático, aún cuando la barba bien afeitada estuviera sombreada
debido al rasurador. El marco de cabello oscuro lucia pecaminosamente
lujoso y John esperaba que el hombre nunca se lo cortara, al menos no
mientras John estuviera por ahí.
John obligó a su mirada a no quedarse fija en los ojos almendrados
bajo las espesas pestañas del hombre. Las ojeras de cansancio bajo los
ojos de éste y el leve dejo de descuido de sus ropas no engañaron a John.
Casi estaba seguro que cuando el detective estaba tranquilo,
probablemente era más que radiante, aunque no daba la impresión de ser
alguien que se relajara muy a menudo en lo absoluto.
John se detuvo frente a los dos hombres, temeroso de que a último
momento su capacidad de habla le fallara. Hacia mucho que no se sentía
de esa manera, desde que se enamoró por primera vez en la escuela
secundaria del dios rubio de natación, Tom Gaines.
—Soy John Holmes. —Se preparó para su acostumbrada explicación
del porque no podía saludar con la mano.
El guapo detective se aclaró la garganta.
—Soy el inspector Genjin y este es mi compañero el inspector
Yamamoto. —Volteó hacia su compañero y tradujo la presentación.
Así que Genjin era quién había hecho a su corazón desbocarse.
Además hablaba perfecto inglés.
El inspector Genjin extendió su mano.

16
El Samurai Sedonia Guillone

El corazón de John saltó. ¿Cómo iba a explicarle, él porque no podía


estrechar sus manos sin parecer un engendro? Su trabajo aquí ya era de
por sí extraño y ya sentía el escepticismo del inspector Genjin. ¿Qué debía
decir? «Lo siento. No puedo tocarte porque el menor contacto con otro ser
humano me abre paso a sus más profundos secretos y pecados». Las
palabras se congelaron en los labios de John. La mano del inspector
Genjin lucia grande y fuerte, las uñas pulcramente cortadas y cuidadas.
Antes de que la mente de John pudiera poner objeción, bajó su
maleta y aceptó la mano extendida que tenía frente a sí. Se preparó para
las reverberaciones psíquicas del primer contacto humano desde hacia
cerca de un año.
La mano del inspector Genjin envolvió la suya, apretando con la
debida presión, como si instintivamente entendiera.
John contuvo la respiración, su mirada momentáneamente
capturada por la unión de sus manos. Por un momento... nada. Sin
embargo, tan pronto recordó como respirar, ondas de calor viajaron bajo
su pecho. La profundidad de la mente del inspector Genjin no emitió
gritos, lloros, ni sucios secretos que no deberían saberse. Solo dolor.
Añoranza. Un niño llorando por un amor perdido, el dolor se centraba en
un lugar que John sintió, Genjin no era consciente de ello.
La respiración de John se le atoró en la garganta. Dejó ir la mano de
Genjin. Un destello de algo pasó por la mirada oscura del hombre. Por un
instante pareció confuso, entonces visiblemente se recompuso, sus
hombros se cuadraron.
Quitando la atención del inspector Genjin, John volteó hacia el otro
hombre. Con el inspector Yamamoto, John decidió usar el saludo que
había visto en películas japonesas, se inclinó. Para su alivio, el hombre
sonrió y regresó el gesto.
—¿Todo bien durante el vuelo? —el inspector Genjin mostraba una
expresión educada, pero John sintió la tensión detrás de ella.

17
El Samurai Sedonia Guillone

—Así fue, gracias.


El atractivo detective tomó la maleta de John y dio un paso.
—Esperamos que haya podido descansar lo suficiente como para
poder comenzar inmediatamente.
John acomodó su bolsa de viaje en su hombro. Asintió, siguiendo el
paso entre los dos detectives.
—Si, esperaba que fuéramos directos a la escena del crimen de la
última vez —dijo. —Es mejor intentar captar las vibraciones de los
ocupantes más recientes del cuarto.
Toshi asintió. La cálida sensación del saludo psíquico aún se sentía
sobre su piel. Dirigió un vistazo rápido al hombre que caminaba a su lado.
John Holmes era bajo de estatura para ser un gaijin 1 . Vestido con
ropas simples, camisa de botones, abierta en la garganta, una chaqueta y
pantalones de mezclilla, parecía más un instructor de tenis o algún tipo de
atleta que psíquico. No es que Toshi supiera exactamente como debía lucir
un psíquico. Bueno, quizás esperaba una persona tipo gitana, con un
pañuelo atado a la cabeza y pendientes de oro en los lóbulos. No un dios
dorado con ojos del color del cielo de Tokio que podía verse a través de la
ventana.
A Toshi le recordó mucho a su primer amante, cuando iba a la
escuela en San Francisco. Esos cuatro años fueron el intento de sus
padres por dejar a su hijo a sus anchas antes de regresar a sus
respetables raíces samuráis y vivir bajo el código de bushido en su forma
moderna de conciencia nacional. Toshi había tenido su oportunidad para
shudo, una relación que tuvo un inicio, duración y final proscrito. Toshi se
había preocupado realmente por Michael, pero había sido incapaz de
rebelarse y oponerse a la presión familiar al regresar a Japón.
Estableció su carrera en la fuerza policial, aplazando la siguiente
fase de su vida, matrimonio e hijos lo más que pudiera. Tenía amantes

1
Extranjero.

18
El Samurai Sedonia Guillone

por breves periodos de tiempo, pero ninguno que realmente fuera muy
cercano. Ahora, para su propio desagrado, se abandonaba a su familia
otra vez. Toshi sabía que Keiko no quería casarse tampoco. Era una mujer
independiente y moderna, quien había estado enamorada de su amigo
mutuo, Aoki, casi la mitad de su vida, pero el cumplimiento de su “deber”
silenciaría a sus padres, así que el matrimonio forzado se mantuvo.
Era atemorizante el que en un breve instante, en el cual estrechas la
mano de alguien, causara el arrepentirse de estar comprometido.
Regresando su atención a la discusión que tenia a mano, miró a
John Holmes.
—¿Podría explicar vibraciones? — preguntó.
—Es difícil de explicar pero, cuando estoy en una escena del crimen,
o donde sea de ese tipo, de alguna manera capto las energías de la gente
que ha estado en ese espacio, sus pensamientos, su estado emocional,
etc. Algunas veces tengo visiones. Rostros o hechos. Cosas así.
Toshi asintió. Trasladó la mirada de John Holmes a Natsuka y
tradujo lo dicho, esperando alguna reacción. Pero su compañero
permaneció con su expresión cortes mientras escuchaba, moviendo la
cabeza como si Toshi estuviera explicando algo irrelevante. Toshi se
preguntó si el hombre creía entonces en lo que estaban haciendo, si así
era, permanecía impasible al tema desde que el superintendente había
traído a John Holmes para introducirlo al caso.
—Parece escéptico Inspector.
La mirada de Toshi reaccionó a la voz de John.
Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.
—No lo culpo, —dijo con tono divertido en su voz. Toshi encontró
que le gustaba el gentil sonido de tenor en la voz del hombre. —Fui
Sargento Mayor en el Ejército de los Estados Unidos, y no podría juzgar a
nadie por escupirle a la cara, a alguien que sé auto proclamara gurú en
estos temas. —Su sonrisa desapareció y miró directamente a Toshi sin

19
El Samurai Sedonia Guillone

perder el paso. —Fui obligado a creer cuando ya no pude tomar un libro


en una librería de libros usados sin que todas las emociones y estados
mentales de la gente que lo había leído antes que yo vinieran a mí. —Su
voz contenía un dejo de tristeza.
Toshi se sintió suficientemente culpable, aún cuando sabía que no
era la intención de John Colmes.
—Lo siento —murmuró.
—No hay problema. Nuestra principal preocupación no es si la PES 2
es real o no. Se trata de que capturemos a este asesino antes de que
haya más víctimas.
Los ojos azules de Holmes lo miraron con cálida sinceridad. Aún si la
habilidad del hombre era real o no, Toshi pudo ver que Holmes realmente
creía en sí mismo. Diablos, quizás ni siquiera importara si era real,
siempre y cuando el poder de su creencia los llevara al asesino...
—Tiene razón Sr. Holmes.
—John, por favor. Sr. Holmes me hace sentir que mi primer nombre
debería ser Sherlock y no he hecho comentario alguno de tal favor
intelectual —sonrió.
Un fino calor recorrió el cuerpo de Toshi. Encontró esbozando una
sonrisa a sus propios labios. Maldición, la primera muestra de ligereza que
había experimentado en... bueno bastante tiempo. Una vocecilla en su
interior le dijo que ese hombre ya le gustaba. Y no solo gustarle, se sentía
atraído por él. Lo que era más, sintió que esa atracción por John Holmes
era posiblemente mutua. Aunque no era psíquico, el calor de la atracción
le era familiar, los impulsos microscópicos que pasaban invisiblemente a
través de dos personas.
—John, — corrigió—, si eres capaz de proveer pistas, el más mínimo
dato de posibles motivos, estaré más que agradecido.
—Haré lo mejor que pueda Inspector.

2
Percepción Extra Sensorial.

20
El Samurai Sedonia Guillone

—Gracias —. Toshi guió a John Holmes y a Natsuka a través de las


puertas acristaladas del aeropuerto hacia el estacionamiento. Natsuka fue
por el auto, dejando a solas a Toshi con el huésped. Si su amigo se había
dado cuenta de lo que estaba pasando entre él y John Holmes, no dio
muestras de ello. Toshi suspiró. Probablemente sí. Natsuka no parecía un
hombre muy agudo a primera vista, pero realmente no perdía nada. Su
reserva se debía más que nada a que era un caballero, un hombre de
honor que jamás diría nada que estuviera pensando a Toshi, a sabiendas
de que eso le causaría vergüenza.
Toshi lanzó una mirada al Sr. Holmes. A plena luz del día el cabello
del americano lucía como el oro. Estaba muy corto a los lados, un poco
más largo por encima, los sedosos mechones danzaban en diferentes
tonos dorados, como un campo de trigo que madura al sol.
—Dígame algo Inspector.
La voz de John Holmes lo sacó de su furtivo placer.
—¿Sí?
—¿Todos en Japón hablan inglés tan bien como usted?
Toshi negó.
—No, ni más ni menos. Como debió observar, mi compañero no
habla nada de inglés. Yo fui a la Universidad, a Estados Unidos.
Las cejas de John se levantaron. Toshi ya había notado el arco
delicado y el suave color dorado.
—¿De verdad? ¿Dónde?
—La universidad de California. Berkley.
—Buena escuela, ¿qué estudió?
—Empresariales y Filosofía. La preparación adecuada para la fuerza
policíaca.
John sonrió.

21
El Samurai Sedonia Guillone

—Puedo entender eso. Justo como el viaje que me obligaron a hacer


al Golfo pérsico para prepararme a usar la PES en solución de crímenes,
¿no?
Toshi sonrió de nuevo, la segunda vez en menos de cinco minutos.
Tendría que ver si John Holmes podía ayudar a encontrar al Asesino
Ronin, pero una cosa estaba clara, el hombre tenía el don de la empatía.
Natsuka también, pero a diferencia de este, John Holmes era efusivo e
hilarante. Natsuka era reservado. Con John Holmes, Toshi tenía la
sensación de que no tendría que escarbar más adentro para saber qué
sentía en determinado momento.
Natsuka abrió el maletero. Toshi puso la maleta de John en la
cajuela y lo condujo al asiento trasero, después se dirigió a su propio
lugar en el asiento del copiloto. Natsuka se adentró suavemente al tráfico
del aeropuerto, yendo a través de las señales de salida que les indicaban
el regreso al área de Ryogoku, a la escena del crimen más reciente. Toshi
había estado en el cuarto de hotel antes, justo unos minutos antes de
partir al aeropuerto, y su búsqueda a la luz del día no había dado
resultado. Oraba que esta vez, con la ayuda del psíquico, al menos
obtuvieran una pista.
Toshi miró por la ventana, sus manos buscando un cigarrillo, o
mejor aún, otra vez estrechar la mano de guapo hombre sentado detrás.
No, mejor solo fumar un cigarrillo que pensar en esas cosas. ¿O no? Por
primera vez desde que regresó a Japón la añoranza que suprimió por
tanto tiempo realmente lo oprimió.
Suspiró y se reclinó en su asiento, sacando la cajetilla de cigarros.
Antes que nada, tenían que intentar atrapar al asesino, antes de que se
perdieran más vidas humanas.

22
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 3
El hotel Crest era un ejemplo impresionante de arquitectura
moderna. Sus altas ventanas combinadas en sus laterales casi sin bordes,
les proporcionaban a sus clientes unas vistas impresionantes del Río
Sumida y del laberinto de edificios y jardines que había más allá.
John entró en el vestíbulo detrás de los detectives. El inspector
Genjin mostró su insignia a la conserje que estaba detrás del mostrador.
Le siguió un breve intercambio en japonés, después del cual, John se
imaginó que el inspector había aclarado sus intenciones. La joven se
inclinó con la frente fruncida, al parecer una indicación de la tensión
causada por el espantoso asesinato que había comprometido al
establecimiento.
En el ascensor, John se situó entre los dos detectives, con cuidado
de no tocarlos. Ya se había deslizado dentro de la modalidad de
concentración, necesaria para recibir las impresiones de la escena del
crimen. La sensación siempre era extraña, como si no estuviera
totalmente dentro de su cuerpo.
—Hemos sido meticulosos para asegurarnos que nadie entre en la
habitación desde el asesinato —explicó el inspector Genjin mientras el
ascensor subía suavemente hasta el décimo piso. —Natsuka y yo
estuvimos aquí esta mañana más temprano, pero aparte de eso, la
habitación está exactamente igual que antes. Como ya le expliqué en el
trayecto desde el aeropuerto, hemos interrogado y tomado las huellas
dactilares a todos los empleados del hotel salvo a uno. Tenemos hombres
buscándolo en las calles. En cualquier caso, nadie más, ni cliente, ni
invitado, han oído ni visto nada sospechoso.

23
El Samurai Sedonia Guillone

John asintió de manera distraída, registrando ya rastros de energía


en el pequeño ascensor. Nada terriblemente intenso. Restos de la tensión
y la frustración de los detectives; un borracho que había pensado en
suicidarse, pero que tenía demasiado miedo para hacerlo; una joven
pareja de camino a su habitación, abrazándose y besándose ya en el
ascensor. No era la pareja que había sido asesinada.
Las puertas se abrieron. La oscura alfombra afelpada amortiguó sus
pasos. John vio la cinta amarilla que cruzaba la puerta que había justo
delante de él. El inspector Genjin la abrió, retirando la cinta del marco, y
dejó que John entrara delante de él.
John dio un paso dentro del cuarto, vagamente consciente de los
dos detectives que quedaban atrás.
Una cama de matrimonio estaba situada en medio de la pared de la
elegantemente amueblada habitación. La ropa de cama, toda de color
blanco, estaba desordenada y mostraba una fea mancha de color carmesí
en el centro. Más allá de la cama, las ropas de las víctimas, un pantalón,
un vestido, zapatos y ropa interior, estaban esparcidas en la zona que
había bajo la enorme ventana.
Una oleada de náuseas se apoderó de John. La reprimió,
obligándose a centrar su atención en la energía de la habitación. Al
principio percibió rastros de anticipación. Las risas de un hombre y una
mujer. La intensidad de la atracción física y la agitación emocional
aumentó, fortaleciéndose, tensando el pecho de John como si fuese una
banda. Ambos habían estado esperando para verse, y estaban contentos
por estar ahora juntos. Habían estado bebiendo champán, riendo y
bailando por la habitación. Las risas y el baile pronto dieron paso a los
besos apasionados, la desesperación y el hambre. John sintió todo como si
le estuviese pasando a él. El frío del champán en su lengua, el sabor de
los besos, el susurro de las caricias sobre su piel, el irresistible tirón en el
corazón.

24
El Samurai Sedonia Guillone

—El hombre estaba casado —murmuró.


Detrás de él sintió la energía del inspector Genjin. El hombre más
alto pronto estuvo a unos pocos pasos detrás.
—¿Eran marido y mujer? —preguntó suavemente.
John esperó unos segundos, sintiendo a la pareja. Sacudió la
cabeza.
—No. Él estaba casado, pero no con ella. Ella… —se quedó callado,
oyendo sus risas en su mente. La risa desapareció entre las desiguales
respiraciones de pasión, los murmullos de dos personas que se
saboreaban una a otra como locos. —Ella lo quería profundamente. —
inspiró hondo, el pecho se le tensó con una punzada de dolor. —Él se
sentía dividido.
Detrás de él, John oyó que el inspector Genjin se movía, y después
el suave garabatear de un bolígrafo sobre un cuaderno. El otro hombre no
había vuelto a hablar.
John se acercó a la cama y se quedó mirando la mancha de sangre.
Con cautela, extendió el brazo y presionó las yemas de los dedos contra
las sábanas. Un golpe de energía atravesó su mano desde los dedos.
Destellos de calor seguidos por un empujón que casi lo envía tropezando
hacia atrás. En pequeños ecos, oyó el salvaje crujir de la cama. Gemidos y
suspiros. El hombre y la mujer buscaban en las relaciones sexuales algo
más que una simple gratificación sexual. Habían querido crear un vínculo
afectivo, más allá de la censura de sus vidas diarias… que mantuviera sus
corazones unidos cuando no pudieran estar juntos.
La respiración de John se detuvo bruscamente. Apareció otra fuente
de energía. La pareja estaba absorta haciendo el amor. No se daban
cuenta de que había alguien más en la habitación. John cerró los ojos,
escuchando, sintiendo al intruso. Percibió algunas de las emociones que
había recibido de otros asesinos en el pasado. Rabia, justificación, miedo,

25
El Samurai Sedonia Guillone

convicción. Sin embargo, había algo más, algo que no había sentido antes
en la mente de un asesino.
Inspirando profundamente, permitió que la nueva percepción
empezara a destacar. Su garganta se tensó igual que su pecho, y todo su
cuerpo empezó a sudar, acalorado como si tuviese fiebre debajo de sus
ropas.
—No los mata para su propia satisfacción —dijo con una voz áspera
cercana a un susurro. Hablar era difícil, casi doloroso. —Siente que lo hace
por ellos.
—¿Por las víctimas? —la voz del inspector Genjin sonó tranquila,
respetuosamente baja.
—Sí. Por las víctimas. Por su bien.
—¿Es “él”?
—No estoy seguro. —John esperó, pero el sexo del asesino no
estaba claro para él. Su corazón latía acelerado y la habitación se inclinó.
Dio un traspié hacia atrás.
Unas fuertes manos se cerraron sobre sus brazos.
—Le tengo.
El inspector Genjin estaba detrás de él, como un sólido muro.
—Quizás debería parar ahora.
La energía del asesino flotaba libremente a través de él. Una fuerza
que había utilizado con la espada para levantarla y luego bajarla con
potencia suficiente para empalar dos cuerpos a la vez. El asesino había
sabido exactamente dónde golpear para producir la muerte instantánea.
Un dolor punzante atravesó la cintura de John, un calor abrasador que lo
traspasó, saliendo de su cuerpo por la parte inferior de su espalda. Se
sacudió con violencia, pero las manos del inspector se apretaron sobre la
parte superior de sus brazos.
Genjin dio un paso para acercarse más a él.
—No lo dejaré caer —dijo.

26
El Samurai Sedonia Guillone

John empezó a jadear, como si sus pulmones estuviesen cerrados.


Otro estallido de conocimiento nubló su visión, pero su mente no pudo
registrarlo por la falta de aire. El asesino se estaba alejando, dejándolo
para experimentar la muerte de las víctimas, para sentir cómo se agotaba
su fuerza vital.
—¡Natsuka! —oyó que llamaba Genjin.
Un segundo par de manos se cerró sobre uno de sus brazos. Una
suave sacudida de energía recorrió su brazo, pero no era mala y John fue
vagamente consciente de que el compañero de Genjin lo estaba ayudando
a sacarlo de la habitación. Como el brazo de Genjin lo sujetaba por los
hombros, su compañero lo soltó. John se sintió a salvo. De alguna
manera, el contacto del otro hombre le aseguraba que el
estrangulamiento de su respiración pasaría. Su cuerpo se aflojó contra el
del detective.
Después de unos pocos pasos, John sintió que lo bajaban hasta que
quedó sentado. Unos suaves cojines absorbieron su peso. Recordó haber
visto una pequeña zona con sofás de felpa roja para dos personas cerca
del ascensor. John sintió un cambio en la energía de Genjin. El detective
se movió, hundiéndose en el sofá a su lado, con una mano suave pero
fuerte todavía descansando sobre su hombro. En la neblina de su mente,
John sintió que únicamente era el contacto con Genjin lo que lo había
traído de vuelta, calmándolo y reconfortándolo.
John respiró profundamente, dejando caer la cabeza hacia atrás. El
contacto de Genjin se alejó de su hombro. La falta de la suave presión
hizo que John se sintiera casi afligido. Notó la mirada del otro hombre
absorta en su cara. La preocupación emanaba del detective, haciendo que
John se sintiera casi… abrazado.
—¿Cómo se siente? —la voz del inspector era suave, llena de la
misma preocupación que mostraba su mirada.

27
El Samurai Sedonia Guillone

John giró la cabeza lentamente. Unos grandes ojos negros lo


estaban mirando. Los gruesos labios del detective estaban fruncidos. Unas
líneas arrugaban su frente y se hacían más profundas allí donde se
juntaban. ¡Jesús!, Si los doctores y las enfermeras mostraran semejante
preocupación, habría pacientes curados como churros por todo el mundo.
Le dirigió una sonrisa.
—Estoy bien. Gracias —exhaló. —Me ha ayudado mucho.
Las puertas del ascensor se abrieron con fuerza justo entonces. John
levantó la mirada para ver cómo Natsuka volvía con una copa en la mano.
Él también mostraba una mirada de profunda preocupación. Se aproximó
y le pasó la copa a John, asegurándose de que la mano de éste no
temblaba antes de soltarla. Mientras John llevaba la copa a los labios y
dejaba que el agua fría se deslizara en su boca, su único pensamiento fue
que ambos eran buenos hombres.
Toshi observó cómo John bebía el agua lentamente, haciendo una
pausa para inspirar profundamente entre sorbo y sorbo. Se fijó en la
mano que sostenía la copa. Fuerte, resistente y capaz fueron las palabras
que le vinieron a la cabeza. Los dedos eran grandes y anchos, con un vello
dorado allí donde se unían así como en el dorso de la mano. Una breve y
fantasmal imagen de esa misma mano alisando su propio cabello pasó a
través de su cabeza. Apartó la imagen de su mente, obligándose a que la
preocupación por el bienestar del otro hombre tuviera prioridad.
—Quizás esto fue demasiado, justo después de su largo viaje, —dijo
suavemente.
La mirada azul de John se clavó en él.
—Gracias por su preocupación, pero en realidad estoy bien. Soy un
veterano en muchos sentidos.
Toshi asintió. Quiso volver a poner su mano sobre el hombro de
John, pero se contuvo. Había planeado llevarlo a otras escenas de
crímenes esa noche, pero viendo los efectos que ésta había tenido en él,

28
El Samurai Sedonia Guillone

ahora pensaba que era mejor esperar. Se sentía suficientemente culpable


por las víctimas. No necesitaba cargar también con el bienestar de John
sobre su conciencia.
—Hemos terminado por esta noche —le dijo—. Aproximadamente
pasa un mes entre un asesinato y el siguiente. Tenemos tiempo.
La verdad sea dicha, él mismo necesitaba un poco de tiempo para
asimilar lo que había ocurrido. Aparentemente, a pesar de todas sus
dudas y recelos, las habilidades de John eran auténticas. Lo que había
dicho del estado marital de las víctimas era cierto, un hecho del que no
había sido informado antes de incorporarse a la investigación. Toshi sintió
que algo de su escepticismo desaparecía, sustituido por una cierta
cantidad de gratitud. La psicología del asesino era inestimable para la
investigación, algo que había sido absolutamente incapaz de evaluar hasta
que John había entrado en la escena del crimen.
Toshi le pidió a Natsuka que trajera el coche frente al hotel. Cuando
su compañero se inclinó y volvió al ascensor, Toshi se giró hacia John.
—Usted se queda conmigo —le dijo—. Espero que no le importe.
John se lo quedó mirando. Sus profundos ojos azules parecían más
relajados, su respiración era de nuevo regular. Parecía haberse repuesto
de sus visiones.
—No me importa en absoluto. Es solo que no quiero molestar.
Toshi en realidad estaba feliz por la compañía.
—No es ninguna molestia. Cuando esté listo, nos iremos.
John asintió.
—Ya estoy listo. —Inspiró profundamente y se puso de pie con
lentitud.
Toshi se levantó al mismo tiempo, preparado para sujetarlo si
pareciera inestable.
John se detuvo, como si probara la fuerza de sus piernas. Volvió a
respirar hondo y se movió de la zona de asientos hacia el ascensor.

29
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi presionó el botón “abajo” y permaneció de pie al lado de John,


esperando. Trató de ignorar el estremecimiento de anticipación que le
había producido el pensar en ese hombre quedándose con él. No podía
creer que le estuviera pasando esto, esta salvaje atracción en medio de la
investigación de un asesinato. Durante meses su mente solo había estado
ocupada en tratar de prevenir el siguiente asesinato. Y ahora…
Las puertas del ascensor se abrieron y Toshi siguió a John dentro.
Pulsó el botón del vestíbulo, aún vigilándolo para asegurarse de que
permanecía estable sobre sus pies. La forma en que las visiones habían
hecho que su cuerpo se sacudiera violentamente y que se quedara sin
respiración había sido espantosa.
—¿Inspector?
Toshi lo miró.
—Toshiro —dijo con suavidad— Mi nombre es Toshiro.
John arqueó las cejas.
—¿Cómo el actor… de esas geniales películas de samurai?
Toshi asintió.
—Ese mismo. Toshiro Mifune. Me llamaron así por él. Aunque
carezco de su magnífica presencia y el abundante talento que él tenía. —
El guapo actor también había sido el objeto de su primer enamoramiento
y Toshi se había pasado muchas horas cuando era joven mirando a su
tocayo en la televisión. El tío Musashi lo había mimado en cada
cumpleaños y en vacaciones con regalos de cintas de vídeo de las
películas de samurai donde actuaba el actor que le encantaba.
John lo miró fijamente.
—Es bastante crítico consigo mismo —dijo—. Dudo que su valoración
sea cierta.
El corazón de Toshi dio un vuelco.
—Es usted muy amable.
John sonrió abiertamente.

30
El Samurai Sedonia Guillone

—Solo honesto.
El cuerpo de Toshi se estremeció y se tensó en varios lugares, el
menos importante de los cuales no era su ingle. La corriente de atracción
que había sentido en el aeropuerto volvía a fluir entre ellos otra vez.
Inclinó la cabeza.
—Fue grosero por mi parte no pedirle que me llamase por mi
nombre antes. Toshi… eso lo hace más fácil.
—Toshi. Es un bonito nombre.
Toshi se inclinó.
—Gracias. —Miró al frente cuando las puertas del ascensor se
abrieron en el vestíbulo. —Y gracias por proporcionarnos la primera
percepción de verdad que tenemos en el caso —dijo al salir del ascensor.
John salió a su lado.
—De nada. Pero hay más de lo que le he dicho. No pude registrar
todo antes de quedarme sin respiración.
Toshi se detuvo y se giró hacia él. Sacó su pequeño cuaderno del
bolsillo.
—¿Puede decirme algo más ahora?
—Sí, claro. —John hizo una pausa y Toshi se lo quedó mirando.
Había una cierta dureza en sus rasgos y en su abundante cabello. Sus
labios se fruncieron al intentar recuperar lo que sabía. Finalmente asintió.
—Sí, hay una cosa más que me vino a la mente antes de que la
sobrecarga me golpeara. ¿Recuerda cuando le dije que el asesino creía
que los asesinaba por el bien de las víctimas?
—Sí.
—Bueno, el motivo es más profundo que eso. Lo sentí cuando
levantó la espada. Él... los mataba para que pudieran estar juntos. Al
menos ese era el sentimiento que había en la habitación.
La sangre de Toshi se heló en sus venas. Su mente repasó las
víctimas desde el primer asesinato hasta él más reciente. Las víctimas de

31
El Samurai Sedonia Guillone

la otra noche mantenían un affaire en secreto. Según John, la mujer había


querido ser más para él que su esposa. El hombre la había amado igual,
pero estaba dividido entre ella y su propia familia. El asesino había hecho
cierto que pudieran estar juntos en la muerte. Si uno creía en esas cosas.
—Aunque hay algo que no entiendo.
—¿Qué?
—De los seis asesinatos, ninguno tenía las mismas circunstancias.
Las víctimas del segundo, una pareja lesbiana que fue encontrada en el
parque, no mantenían ningún affaire ilícito. Eran pareja, según uno de los
compañeros de habitación de una de ellas. —Calló y se quedó mirando las
arrugas en la frente de John, notando las diferentes marcas de bronceado
en la piel allí donde las finas líneas convergían.
John dejó salir un profundo suspiro.
—Bueno, lo único que se me ocurre al respecto es que quizás alguna
de ellas estuviera pensando en romper, o tal vez que fuera a ser separada
de la otra durante un largo período de tiempo. En cualquier caso, el
asesino conocía a estas personas, así que ciertamente sabría bastante
sobre sus vidas. Él quería prevenir su separación, de eso estoy bastante
seguro.
Toshi recordó las preguntas que había hecho sobre ambas mujeres.
Los padres de una de ellas habían querido que su hija aceptara un trabajo
en los EE UU, algo que sin duda habría separado a las amantes. De
acuerdo con uno de los compañeros de habitación de una de las víctimas,
los padres de la mujer no estaban contentos con la vida sexual de su hija.
Al llegar hasta los padres, Toshi con toda certeza pudo hacer la relación.
Su corazón se aceleró por cuán rápidamente John había avanzado
en el caso y había identificado inmediatamente un patrón que de otra
manera no habrían descubierto. Mientras caminaban a través del
vestíbulo, Toshi relacionó lo que sabía con las vidas de las otras víctimas.
El patrón se ajustaba a cada caso.

32
El Samurai Sedonia Guillone

Al entrar en el asiento del acompañante del coche, Toshi contuvo las


lágrimas, tanto de alivio como de gratitud. Por primera vez en seis meses,
sintió que tenía una oportunidad de prevenir el siguiente asesinato.

33
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 4
Hacía mucho que el sol se había puesto cuando Natsuka giró el coche
en el estacionamiento del hotel. Toshi se dio vuelta hacia John.
—Debe tener hambre.
John se había olvidado completamente de la comida y de repente
comprendió que estaba hambriento. Era así por lo general después de una
experiencia tan intensa como la vivida en el cuarto del hotel.
—Lo estoy.
—También yo. —Toshi miró a su compañero— ¿Natsuka,
onakasuitano 2 ?
Natsuka cabeceó.
—Hai 3 .
Toshi rió, mirando por un costado a John.
—Eso hace a tres de nosotros. —Él se dio vuelta hacia Natsuka. —
Tampopo 4] —le dijo.
Natsuka cabeceó otra vez.
—Hai.
Toshi miró atrás a John. Él todavía reía y John se encontró mirando la
curva de los labios de Toshi y la lisa blancura de sus dientes lo cautivó
completamente. La cara de este hombre pertenecía a la pantalla de una
película o una cartelera. John se desafió al preguntarse si el resto de él
sería tan atractivo. Presentía que la respuesta era “sí”. Si, el pulso que le
daba puntapiés en el área de su ingle fuera algún indicador.

2
En el original en japonés:
3
En el original en japonés
4
Tampopo trad. al japonés significa "diente de león") es una comedia del cine japonés de 1985 cuyo
director es Juzo Itami, el protagonista es Tsutomu Yamazaki (Goro), Nobuko Miyamoto (Tampopo) y
Ken Watanabe. La publicidad del film en su época tenía un eslogan jocoso que aclamaba: "el primer
Noodle Western," un juego de palabras de comparación al Spaghetti Western (cine procedente de los
estudios italianos), en relación con la sopa ramen (uno de los hilos conductores de la trama). (N.T.)

34
El Samurai Sedonia Guillone

—Tampopo significa mariposa —explicó Toshi—. Es un lugar cerca que


tiene un gran ramen 5 .
John le sonrió. Él sintió que Toshi estaba contento y deseaba tanto
algo así de liviano después de lo que acababa de pasar. También tenía la
impresión de que Toshi raras veces sonreía. Comprensible, considerando
que el hombre había estado trabajando como un animal en un caso en el
que no habían obtenido ningún resultado mientras el asesino los eludió
para matar una y otra vez. La idea hizo doler el corazón de John no solo
por Toshi sino también por las víctimas y lamentó no poder darle más
razones a Toshi para reír.
Natsuka giró en una esquina y de pronto ellos se desplazaron a lo
largo de un camino que seguía un río.
Toshi todavía estaba girado en su asiento, mirando a John.
Lamentablemente, su risa se desvaneció.
—¿Puedo preguntar más sobre lo que vio?
John cabeceó.
—Desde luego —Él miró como Toshi tomaba una libreta y un pluma y
se disponía a escribir.
—¿Fue capaz de percibir si el asesino conocía a sus víctimas
personalmente?
—Pienso que sí. No conseguí sentir si eran amigos o siquiera
conocidos, realmente, pero definitivamente había visto a esta gente y
sabía algo sobre sus vidas. —Él suspiró y echó un vistazo por la ventanilla.
Natsuka había salido del camino del río y circulaba por calles con
edificios de apartamentos antiguos y tiendas.
—Conseguí sentir que él ha pasado mucho tiempo espiándolos, como
un mirón, más que interactuando con ellos de un modo directo. No fue

El ramen consiste en una sopa de fideos de trigo sazonado con salsa de soja y aderezada con
5[5]

carne, pescado o verduras. Lo más común es acompañarla con cerdo hervido, pasta de pescado
naruto, brotes de bambú y vegetales como espinacas o komatsuna. La palabra ramen nace,
probablemente, de la forma artesanal en que se elaboran estos fideos; es decir, de la unión de los
caracteres chinos "ra" (estirar) y "men" (fideo). (N.T.)

35
El Samurai Sedonia Guillone

muy claro. Quizás cuando haya visto más de las escenas de los crímenes
podré ser capaz de reunir los pedazos.
John esperó mientras Toshi traducía a su compañero lo que había
dicho. Él se preguntó brevemente si el otro hombre, tranquilo y cortés
como era, lo creería. En el pasado se había encontrado con la sospecha de
muchos detectives, moviéndose entre un escepticismo suave a la
hostilidad abierta. Su corazón saltó cuando Toshi lo miró.
Bajo las luces brillantes de los coches, John vio el surco en la frente
de Toshi.
—No quiero que vuelva a sufrir del modo en que lo hizo allá atrás —
dijo Toshi suavemente.
—No se preocupe —le aseguró John— sé como se veía lo que viví,
pero soy bastante fuerte —. Él estudió la expresión de Toshi otro
momento. Tenía que admitirlo, se sentía malditamente bien el que alguien
de vez en cuando se preocupase por él, en vez de mostrarse asustado y
con ganas de salir corriendo. —Gracias por preocuparse, lo aprecio.
Toshi inclinó su cabeza.
—Es bienvenido.

Después de una cena rápida, Natsuka los dejó delante del edificio de
departamentos de Toshi. Bajo las protestas de John, Toshi llevó su maleta
adentro, por él.
Arriba, Toshi abrió la puerta de su departamento para John y se paró
para dejarlo entrar.
—Por favor, entra.

36
El Samurai Sedonia Guillone

John dio un paso dentro con el sentido habitual de precaución que


había desarrollado al entrar en sitios desconocidos. La primera cosa que
notó fue ver cuan crudamente moderna era la decoración. Suelos de
secoya 6 oscura y algo de cuero negro y acero inoxidable.
Toshi se quitó sus zapatos, dejándolos en la puerta. John siguió su
ejemplo, teniendo cuidado de que sus calcetines no resbalaran sobre los
pisos sumamente pulidos de madera.
La cocina estaba a la izquierda, un cuarto con estilo de una cocina de
a bordo, sin mucho espacio para moverse en él, pero adornado con acero
inoxidable ultramoderno, inmaculado, y con aplicaciones de fantasía. El
departamento mostraba riqueza con un sentido subestimado de buen
gusto, aunque también la sensación de no sentirse como un verdadero
hogar. La agitación de Toshi saturó la vivienda inmaculada, transmitiendo
la tristeza del hombre y su deseo.
El anhelo de Toshi envolvió a John cuando él se movió más lejos hacia
las profundidades del departamento. La carencia de artículos personales,
fotografía o chucherías que por lo general personalizaban un lugar, sólo
confirmaban las impresiones que recibía.
Ventanales grandes se encontraban a todo lo largo de la sala de
estar, por la que John podía ver el horizonte del Tokio de noche. Abajo, la
luz de la luna brillaba sobre el agua tranquila del Río Sumida 7 . Sobre una
pequeña mesa delante de la ventana había una fotografía. John se inclinó
y echó un vistazo a la imagen de un hombre más viejo con una cara
amable. John vio la vulnerabilidad y el dolor en los ojos del hombre. Él
suspiró y se apartó, mientras seguía mirando la hermosa vista por la
ventana.
6
Sequoia sempervirens, conocida en Estados Unidos como “redwood de la costa”, “redwood de
California”, o bien “secoya” o “palo colorado” en español, es una especie nativa de EEUU- California,
y también de la China. Es un material para la construcción de muebles muy popular debido a su color
rojizo y su larga vida. .
7
El río Sumida llama mucho la atención, la primera vez que se ve... es un río totalmente encauzado
de forma artificial (las orillas son de hormigón...) cuya longitud y amplitud, sin ser algo fuera de lo
común, son bastante grande para estar en medio de una ciudad... Atraviesa la ciudad de Tokio. (N.T.)

37
El Samurai Sedonia Guillone

John enfocó su mirada sobre los brillantes haces de luz sobre el agua.
En el fondo, oyó a Toshi encender la máquina de mensajes. La voz de una
joven decía algo en japonés. John sintió que había algún tipo de conexión
entre ella y Toshi, pero no podía distinguir exactamente cual. Aunque él
no entendía la lengua, realmente oyó que el tono en el que ella hablaba
no parecía particularmente cariñoso. El mensaje de la mujer fue seguido
por otros dos, ambas voces de hombres. La primera voz parecía severa, la
segunda, más tranquila.
John siguió mirando fijamente el agua, distraídamente registraba los
chasquidos y los pitidos de la máquina. Por lo que él había conjeturado
hasta ahora sobre la vida de Toshi, no había mucho para decir que era
gay o feliz. No es que su propia vida fuera exactamente un día en un
parque de diversiones. Pero ¿acaso eso no es la vida? Todos sufrimos.
Suponía que solo era cuestión de tiempo encontrar alguien con quien
compartir la carga de dar y recibir afecto y consuelo.
—Espero que te sientas cómodo aquí. —La voz de Toshi sonó suave
detrás de él.
John se dio vuelta. Toshi estaba detrás, mirándolo, como si tuviera
miedo de estorbar. John se rió de él, tocado por su prudencia.
—Ya lo estoy. —Él gesticuló hacia la ventana—. Solo disfrutaba de la
hermosa vista. Tienes un lugar muy agradable —. Él ya había entendido
que Toshi pertenecía a una familia rica. No podía imaginarse que un
detective pudiera permitirse vivir en un apartamento como éste con solo
un sueldo. No tenía que vivir en Tokio para saber que era una de las
ciudades más caras del mundo.
—Gracias. —Toshi pareció un poco avergonzado.
Él todavía estaba parado detrás en la entrada que conectaba el
vestíbulo con la sala de estar.
John deseaba que él se acercara más y rápidamente buscó en su
cabeza alguna excusa.

38
El Samurai Sedonia Guillone

—¿Esos barcos que parecen atados que son exactamente? —las


largas naves con curvados arcos surcaban ágilmente el agua.
Con agradecimiento, Toshi mordió el cebo. Se acercó y se paró al lado
de John.
—Son taxis de agua —le dijo.
Toshi se detuvo a unos centímetros de distancia, pero John sintió la
energía enrollada dentro de él. El mismo deseo que lo había llenado en el
departamento ahora se intensificó con Toshi mucho más cerca.
—Ya veo. —John miraba por la ventana, queriendo acercarse a Toshi,
pero no atreviéndose.
¿Qué si era él, quién generaba más energía entre ellos de la que
realmente había? Después de todo, él había oído la voz de la mujer en el
contestador automático. Ella no había dado la impresión de ser una
amante, pero uno nunca sabe. Se sentiría horrible si hiciera un avance no
deseado y terminara por avergonzar a Toshi y a sí mismo.
—Puse tu maleta en tu cuarto —dijo Toshi, cortando el silencio—. Por
favor siéntete como en casa.
Algo sobre el modo en que Toshi dijo “en casa” envió un temblor
agradable por él. Raras veces John se hacía preguntas acerca de la
exactitud de sus impresiones sobre la gente. Ahora lo hacía,
probablemente porque se sentía tan atraído a Toshi y porque algo en el
hombre provocaba el mismo deseo que él había recogido en Toshi en el
instante en que había sacudido su mano.
—Muchas gracias.
Él giró y miró a Toshi. La luz de la lámpara en la sala de estar echaba
un suave brillo sobre la piel y el pelo de Toshi, como si estuviera en algún
tipo de fotografía dramática. John se imaginó que difícilmente Toshi
caminaría por la calle sin que una multitud de agentes busca-talentos se
le echaran encima.

39
El Samurai Sedonia Guillone

—Por favor, no quiero molestarte —le dijo—, solo porque esté aquí.
Tenías unas llamadas telefónicas —. Estaba tirando un anzuelo, lo sabía
pero parecía que no podía evitarlo.
Toshi suspiró y cambió su peso de un pie al otro.
—No me molestas —su voz sonaba triste— mi padre, mi tío—. Él se
movió y tomó la fotografía. —Este es mi tío, Musáis. —Había un definido
afecto en la voz de Toshi al hablar del hombre.
John cabeceó.
—Noté esa foto. Él parece muy amable.
—Lo es. Mucho. —Toshi puso la fotografía y se echó para atrás—. De
todos modos, ellos saben que estoy ocupado con este caso. —Toshi
pareció unírsele y mirar el río—. El tercer mensaje fue de Keiko, mi novia.
John no tenía que ser psíquico para oír la completa carencia de
entusiasmo en la declaración. Él miró a Toshi y enterró el sentido de alivio
que sintió ante esa revelación.
—Sonó como si decir “felicidades” no fuera lo más adecuado de decir.
Los labios de Toshi se curvaron en una sonrisa severa.
—Estás en lo correcto. —Él suspiró otra vez—. Ninguno de los dos
quiere el matrimonio. Nuestros padres son amigos. Lo hacemos para
calmarlos. Digamos que cumplimos con el deber impuesto —. Las palabras
“deber impuesto” cayeron de sus labios como si le supieran a mierda de
perro. Él se dio vuelta hacia John con un nivel sorprendente de franqueza
en sus negros ojos. —No estamos enamorados. Ni siquiera un poco. Lo
mantenemos en secreto.
—Oh. Siento que no sea diferente. Pero al mismo tiempo no lo siento.
Toshi sacudió su cabeza.
—No, soy el que lo siente. Has viajado por medio mundo para buscar
a un asesino y a cambio tienes a un detective que te descubre sus tripas.
John rió con cuidado, resistiendo al poderoso impulso de pasar las
yemas de sus dedos por la suave mejilla de Toshi.

40
El Samurai Sedonia Guillone

—No importa, realmente. Preferiría estar aquí por eso—. Él se dio giró
completamente hacia Toshi. Ya era tiempo de confesiones…
—Escucha, dime todo lo que quieras. No he tenido verdadero contacto
humano con nadie por casi un año. No hasta que nos dimos la mano al
encontrarnos en el aeropuerto.
Los encantadores ojos de Toshi se ensancharon.
—¿De verdad?
John cabeceó.
—De verdad. Lo juro. Tuve que detener el contacto con la gente. Tuve
que hacerlo porque me encontraba descubriendo secretos que no quería
conocer. Y cuando no había secretos, simplemente sentía todo lo que
sentía con quien entraba en contacto, aún el más breve apretón de
manos, conseguía ser demasiado.
Toshi lo miró un poco alarmado.
—Espero no haberte pasado nada malo cuando te di la mano. O
cuando te sostuve en el cuarto.
Un rubor caliente se extendió por el pecho de John. La sensación viajó
hacia arriba por su cuello e inundó sus mejillas. Él sentía no poder decirle
al otro hombre exactamente lo que él había sentido en ambos casos.
—No, no te preocupes. No pasó nada malo en absoluto. Ello fue…
bueno.
Toshi lo miró incierto.
—Puedes creerme, Toshi, —él continuó— si lo hubiera sido, no habría
aceptado tu apretón de manos.
El alivio ablandó los rasgos del otro hombre.
—¿Quieres ver tu cuarto?
John sonrió.
—Sí, gracias. —Siguió a Toshi a través de la sala, al vestíbulo. A la
izquierda había una alcoba diminuta con una puerta a un lado.

41
El Samurai Sedonia Guillone

—Este cuarto a la derecha es el mío —Toshi lo señaló y luego indicó el


cuarto de la izquierda—. Cada uno tiene su propio cuarto de baño.
El dormitorio tenía el mismo signo de opulencia pero se veía severo.
Una colcha roja cubría la cama estilo futón. Se veían más ventanas, pero
éstas miraban hacia otro lado del edificio, dando una panorámica de la
ciudad, con sus luces multicolores centellando contra la oscuridad.
Toshi fue hacia las ventanas y bajó las persianas, de estilo blanco
veneciano, en un material suave que no tenía listones abiertos.
John puso su bolso de vuelo en el suelo a los pies de la cama.
—Gracias otra vez —le dijo.
Mirando la cama, él comprendió que a pesar de que había descansado
durante el vuelo, el episodio en el hotel sumado al viaje por medio
mundo, lo había desgastado y dejado agotado.
Toshi se inclinó.
—Eres bienvenido. —Él vaciló, dando a John la sensación de que
estaba poco dispuesto a dejarlo.
Sinceramente, John estaba poco dispuesto a dejarle marcharse, pero
no veía un modo de conseguirlo sin parecer demasiado insistente.
—Te veré por la mañana —dijo Toshi suavemente.
—Buenas noches.
Toshi se retiró, cerrando la puerta con cuidado detrás de él.
Maldición. John suspiró. Probablemente era lo mejor. Se quitó la
chaqueta y la puso sobre la cama. Entró al cuarto de baño, abriendo las
puertas de vidrio de la ducha para abrir el grifo de agua. El pequeño baño
tenia un mueble de mármol tallado dónde estaba el espejo y el
lavamanos, todo en la misma estructura, y llamaba la atención los grifos
que tenían la forma de un cisne de brillante cromo. Cada detalle del lugar
era suave y con estilo, quizás demasiado frío. Acogedor era el último
adjetivo que se podría usar para describir el departamento de Toshi.

42
El Samurai Sedonia Guillone

John desabotonó su camisa, mirando su reflejo en el espejo. Para


tener treinta y siete, pensó, todavía no se veía muy mal. Brett le había
dicho una vez que tenía ese aspecto de Val Kilmer en Top Gun 8], sobre
todo en esa escena donde los pilotos jugaban al voley bajo el sol caliente.
John se rió de si mismo, sintiéndose avergonzado por preocuparse tanto
por como lucia. En la época en que Brett le hizo el elogio, se había sentido
en la luna. Brett era magnífico y John nunca se había acostumbrado al
hecho, de que su atracción por Brett había sido mutua.
Una nube de vapor se elevó de la ducha. Esperaba no gastar toda el
agua caliente y ser un invitado terrible, John terminó de desnudarse
rápidamente, puso su ropa y calcetines sobre la tapa del sanitario y
recogió los artículos de aseo que había traído consigo. Dio un paso a la
ducha, dejando que el agua caliente y el vapor lo envolvieran. Siempre se
olvidaba de lo importante que era ese pequeños consuelo después de
haber vivido un episodio donde canalizaba a las víctimas y a su asesino.
Por lo que pareció, un largo tiempo, dejó que la lluvia de agua
caliente masajeara su cuerpo, luego se enjabonó quitándose todos los
restos del largo vuelo y de la canalización psíquica que había seguido poco
después. La única cosa que no deseaba limpiar era la sensación del fuerte
apretón de manos de Toshi, o la de esas manos sobre sus brazos, fuertes
y apacibles, sosteniéndolo para que no se golpeara contra el piso.
John apretó sus ojos cerrados cuando el champú aclaró su pelo, el
jabón se derramó bajo su cara. Detrás de sus ojos cerrados, una visión lo
abofeteó. La fuerza de la imagen lo empujó hacia atrás. La adrenalina lo
golpeó y su mano se extendió, agarrándose de la barandilla de cromo.
Incapaz de abrir sus ojos, la visión interior de John exploró la escena,
un campo… cerca de un río que empujaba perezosamente hacia abajo… la

8
Top Gun es una película estadounidense, del año 1986, protagonizada por Tom Cruise, Val Kilmer y
Kelly McGillis. Gran parte del éxito de la película se debe a las espectaculares escenas en el aire
combinadas con una banda sonora emocionante, destacando el tema "Dangerzone", de Kenny
Loggins (conocido también por "Please Come To Boston").

43
El Samurai Sedonia Guillone

brisa que hacía crujir las hojas que caían sobre la hierba… el césped de la
orilla.
El cuerpo de John comenzó a tirarlo otra vez. Algo se movía dentro de
él. La sensación volvió su interior borroso, como si su misma alma
cambiara dentro de él. Se mesó los cabellos sin aliento. Él no estaba solo.
De repente, supo perfectamente donde estaba. En el campo fuera de
Edo 9 . El aire caliente rodeó su piel. Él miró hacia abajo a su cuerpo vestido
con kimono de seda. Una espada corta y un cuchillo colgado en sus
caderas, una faja rodeaba su kimono. Un hombre estaba parado delante
de él, más alto, hermoso, de ojos grandes, oscuros e infelices. Él,
también, llevaba un kimono de seda, armas que pendían de su cinturón.
Su pelo de color negro destellaba con la luz del sol, recogido hacia atrás
en una cola que caía como un pequeño y delicado abanico.
El corazón de John revoloteó. La conciencia del espacio compartido de
su cuerpo, del calor del sol, del sonido que surgía del río, del hermoso
hombre delante de él, delgado, se amplió para incluir las emociones de
aquel por cuyos ojos veía. Estaba histérico, apenado. Él amaba al hombre
que estaba de pie delante de él, lo adoraba. El amor de este hombre podía
significar la vida o la muerte… hoy significaba la muerte, ya que él se
marchaba. El conocimiento fue claro. Se iba. Rompería su corazón como
se rompe un pedazo de cerámica.
—¿Por qué debes hacer esto peor de lo que es?
John parpadeó. El hombre alto le había hablado. Akira. ¡Él conocía su
nombre! Desde luego que conocía su nombre… se llamaba Akira. Las
palabras, habladas en japonés, le eran completamente comprensibles,
como si hubiera crecido hablando la lengua.
Su garganta se apretó como si un par de manos se hubiera abrigado
alrededor de su cuello, exprimiendo su vida.

9
Nombre dado al antiguo Tokio. (N.T.)

44
El Samurai Sedonia Guillone

—No soy el que lo hace peor. ¿Akira no lo había entendido? Los


amantes nunca deberían separarse. Sólo por muerte. Y ni siquiera por
ella.
—Nuestro tiempo de shudo 10 pasó hace mucho, Kenji —dijo Akira—.
El código dictado por el bushido 11 indica que cada samurai debe cumplir
con su deber. Tú, también, te casarás algún día. —Akira extendió la mano
y tocó su hombro.
El toque hizo doler todo el cuerpo de John con el deseo.
Profundamente conectado en su conciencia compartida con el hombre
llamado Kenji, John comenzó a perder la conciencia de dónde empezaba
su propio corazón y terminaba el de Kenji.
—Tú sabes que hemos jurado ser amigos hasta la muerte. Este
cambio no afectará esto. —Akira habló otra vez.
Sus palabras golpearon a John… o el corazón de Kenji… como flechas
envenenadas.
—¡Cuántas veces me has dicho que deseabas que lo que tenemos
jamás termine! ¡Y ahora haces precisamente eso! —La voz de Kenji se
elevó a un tono cerca de la histeria.
Akira lo vio tan triste, y tan obstinado.
—Kenji, tú sabías que alguna vez ocurriría, ¿verdad?
El corazón de John dolió en su pecho.

10
Shudo, palabra perteneciente a la tradición japonesa que reconoce la homosexualidad en la
sociedad del samurai hasta finales del siglo XIX. La palabra es una abreviación de wakashudo y
significa algo así como "el camino del joven". En una relación de shudo, el compañero más viejo se
llama nenja, y el más joven wakashu. Esta palabra se origina en el siglo XVII, precede de una
tradición homosexual japonesa de relaciones de amor entre los bonzes (arcaísmo para chinos) y sus
acólitos.
11
Bushido, significa "A la manera del Guerrero", un código japonés de conducta y un estilo de vida
es, flojamente análogo, al concepto de caballería. Constituye para el samurai un código moral de
lealtad, frugalidad, y dominio de artes marciales, Exige la honorabilidad hasta la muerte. Nacido de
dos influencias principales, la existencia violenta del Samurai fue templada por la sabiduría y
serenidad del Confucianismo y del Budismo. El Bushido se desarrolló entre los siglos IX a XII. Hay
numerosos documentos traducidos entre los siglos XII y XVI que han demostrado su enorme
influencia en Japón, era un código no escrito que terminó creando el espíritu de la carrera militar.

45
El Samurai Sedonia Guillone

—No. Siempre esperé que nos convertiríamos en ronin y viviríamos


según nuestra propia ley.
—Lo siento, Kenji, pero no puedo hacer esto. Tanto como te amo.
John miró hacia abajo, avergonzando por las lágrimas calientes que
atestaban sus ojos. Él era Kenji ahora. La presión de una suave yema de
dedo levantó su cara y la inclinó hacia arriba otra vez. Él condescendió.
Nunca había rechazado nada de Akira.
—Kenji, si realizo este matrimonio, tendré tierras y riquezas, las que
jamás podría tener siendo un ronin. Si me amas, querrías esas cosas para
mí.
—Estás mintiendo, Akira. Sabes que mientes.
Akira dobló su cabeza.
—Por favor, Kenji. Déjame mentir. Este es el único modo en el que
puedo vivir conmigo.
John lanzó su cuerpo sobre el de Akira, abrigando sus brazos a su
alrededor. Akira respondió tirándolo más cerca. Kenji besaba a Akira y
John podía probar los labios llenos del otro hombre tan claramente como
sentía los deseos aplastantes de Kenji por su amante.
Akira empujó a Kenji hacia la hierba calentada por sol. En la luz débil
de su propio conocimiento, John sintió el impacto de su cuerpo que
golpeaba el piso de la ducha, pero el hombre, Kenji, lo único que sentía
era nada más que el calor duro del cuerpo de su amante contra el suyo,
mientras se giraba de espaldas, percibió el calor húmedo de la boca de
Akira y la suave caída del pelo de Akira cuando Kenji sacó el lazo que
sujetaba su cola. Akira tiró del kimono de Kenji abriéndolo e inclinándose
en él, lavó su piel desnuda con besos calientes y salvajes.
John se retorció en el suelo de la ducha, sintiendo los azulejos
suaves, duros bajo su trasero y el anhelo apretado de su erección por
delante. El sol brillante iluminó sus caras. La lengua caliente de Akira se
arremolinó sobre uno de sus pezones, enviando un calor helado por su

46
El Samurai Sedonia Guillone

pecho. Él enlazó sus dedos en el grueso pelo de Akira, tirándolo más


cerca, deseando a Akira dentro de él por siempre.
Él resbaló una mano en el taparrabo de Akira, disfrutando de la piel
de sus suaves y duras nalgas. En una neblina de placer sintió la boca de
Akira moverse hacia abajo y más abajo por su abdomen, hacia su
erección. Akira paró solo cuando el taparrabo de Kenji se abrió y se
deslizó sosteniéndose sobre el cuerpo de Kenji, tomando su boca otra vez.
Sus brazos rodearon el cuerpo de Kenji, apretándolo, sus brazos y piernas
entrelazadas los hacía casi un cuerpo.
De repente, algo bloqueó la luz, como una nube sobre el sol, haciendo
que John abriese sus ojos. La oscuridad se cernió sobre él, pero fue rota
por el rápido destello de la luz del acero. Una lámina. Una espada. El
contorno oscuro de otra persona, un arma serena que golpea. Una lámina
que destella. Y el cuerpo de Akira cayó sobre él, luego quedó flojo. El peor
dolor que alguna vez John hubo sentido lo rebanó, perforó su cuerpo,
directamente. John gritó y luego el mundo quedó vacío.

47
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 5
Un grito rasgado corrió a través del tranquilo apartamento.
Toshi sintió como su sangre se congelaba. Su mano quedó
paralizada en el aire, mientras él vertía el caliente sake en la pequeña
botella. John.
Cerrando de golpe bajó la botella y la tetera, Toshi salió de la
cocina, irrumpiendo en el cuarto de John. La cama todavía estaba hecha y
la maleta de John estaba todavía en el suelo donde él la había dejado.
Toshi tomó aliento y corrió hacia la puerta del cuarto de baño. Su
corazón palpitaba tan fuerte que temió perder la conciencia. La puerta del
cuarto de baño estaba entreabierta, y un rayo de luz salía de allí, se
escuchaba el sonido de la ducha corriendo. Aparte de eso, silencio. Un
espeluznante silencio.
Toshi empujó la puerta del cuarto de baño abierta, mirando
detenidamente hacia la ducha por el cristal cúbico. Viendo solamente el
rocío de la ducha. John no podía haberse marchado. Él miró hacia abajo,
tomando aliento bruscamente. John estaba acostado desnudo,
inconsciente, en una posición fetal sobre el suelo de la ducha.
Toshi prácticamente voló a través del pequeño cuarto de baño. Él
abrió la puerta de cristal rápidamente y se arrodilló, poniendo las yemas
de sus dedos sobre el cuello de John para comprobar su pulso. Los golpes
eran fuertes, bajo las yemas de los dedos y él respiró y suspiró aliviado.
Los ojos de John se abrieron repentinamente. Su mano subió y se
cerró sobre la muñeca de Toshi.
Toshi lo miro fijamente, instintivamente echándose hacia atrás, pero
la mano de John no se lo permitió, sosteniéndolo, sorprendentemente

48
El Samurai Sedonia Guillone

fuerte. Toshi miró fijamente los azules ojos. Sentía como lo miraban
fijamente y al mismo tiempo parecía que no lo veían.
—Ai shite imasu —dijo John. Su voz era grave, ronca.
Cuando Toshi no respondió, John lo apretó más fuertemente. Había
desesperación en el modo en que él sostenía a Toshi por su muñeca y en
el sonido de su voz.
—¡Akira! ¡Ai shite imasu!
Un sudor frío corría sobre el cuerpo de Toshi. John decía, te amo, en
un japonés perfecto, a pesar que nunca había dicho que conociera la
lengua. Esto, unido a la mirada atormentada en sus ojos, hacía imposible
para Toshi dejar de mirarlo fijamente, momentáneamente incapaz de
responder. John parecía poseído, como si hubiera alguien más en su
cuerpo. Quizás esto era un efecto de las visiones que él había tenido en el
cuarto del hotel.
—¿Quién es Akira? —Toshi preguntó en japonés, dirigiendo la
pregunta a cualquier fuerza que hablara.
Los ojos de John se ensancharon.
—¡Eres tú!
Toshi lo miró fijamente.
John jadeó.
—¡John!
El hechizo parecía haberse roto. John parpadeó varias veces
entonces levantó sus ojos, su cara nublada. Despacio, el reconocimiento
iluminó sus ojos azules. Él miró a Toshi durante varios segundos.
—¿Estás bien? —Toshi extendió su otra mano y tocó la mejilla de
John.
La boca de John se movió como si él intentara hablar; aún así no
salió ningún sonido.

49
El Samurai Sedonia Guillone

El miedo que sentía Toshi por él aumentaba. Puso su brazo


alrededor de la espalda de John, el agua sobre la piel de John había
mojado su camiseta.
—Intenta sentarte —. Toshi ayudó a John a sentarse en la ducha,
recordando a último momento que el otro hombre estaba desnudo, el
agua corría sobre su piel, mojando el suave cabello de oro de su amplio
pecho.
Con su mano libre, Toshi cerró el grifo del agua y dando un tirón a
una toalla de la barra cubrió a John de la cintura hacia abajo.
John siguió parpadeando. Su mano todavía sostenía la muñeca de
Toshi y hasta en su desorientación él parecía negarse a liberar a Toshi.
A Toshi no le importaba. Él se quedó arrodillado, mirando
detenidamente a John, deseando saber que no estaba lastimado.

John respiró profundamente varias veces. Su corazón palpitó y su


cuerpo se sintió débil otra vez, agotado, del mismo modo en que se sentía
cuando decidió tomar un descanso para curarse. Eso mismo pasó, cuando
su cuerpo le exigió que tomara un descanso antes de que todas las
visiones lo llevaran a parecer un esqueleto humano.
La fuerza de la desesperación de Kenji era una de las emociones
más fuertes que él alguna vez había canalizado. Él miró a Toshi, cuya
mirada preocupada y el toque apacible lo ayudaba a regresar al presente.
Al mismo tiempo un calor de vergüenza llameó. Esta era la segunda
vez en unas horas que Toshi había tenido que venir a ayudarlo. John no
podía imaginarse a nadie luchando con esto si no fuera por la
investigación. No se asombraba que Brett se hubiese marchado. John

50
El Samurai Sedonia Guillone

probablemente terminaría por alejar a Toshi, también. El pobre hombre


apenas acababa de conocer a John y ya tenía un caso psíquico entre sus
manos.
—Lo siento —él susurró.
Él miró hacia abajo, viendo su mano que agarraba la muñeca de
Toshi. Aflojó el asimiento de sus dedos y Toshi dejó que su mano
resbalara hasta ponerla alrededor de John. El movimiento fue con tal
cuidado que John sintió como las lágrimas se precipitaban otra vez a sus
ojos.
—No tienes nada por lo que disculparte —dijo Toshi suavemente. —
Tal vez deberías salir de la ducha. ¿Puedes moverte?
John movió su cuerpo ligeramente, probando sus miembros y
extremidades. Ellos parecieron funcionar bien a pesar del modo en que
había caído al piso de la ducha. Tenía que agradecer eso a sus músculos
del tipo de los de Val Kilmer, cuando jugaba volleyball en-Top Gun.
—Eso creo.
Tirando de la toalla para apretarla más fuertemente alrededor de
sus caderas, dejó que Toshi lo ayudara a ponerse en pies. Mientras se
levantaba, se dio cuenta del hecho de que Toshi había tenido una buena
y completa visión de su desnudez, probablemente había estado duro. El
hecho de que la camisa de Toshi ahora estuviera empapada y se pegara a
los músculos de su torso sólo lo hacían peor. La vista hizo que sus mejillas
enrojecieran, una corriente de placer paso por su ya apenado cuerpo y
alma, reanimándolo lo suficiente como para esperar que el placer fuera
mutuo.
Toshi sostuvo el brazo de John mientras él daba un paso fuera de la
ducha. Su cuerpo estaba todavía mojado por el agua, pero el solo
pensamiento de secarse hizo que perdiera más energía que la que tenía.
Se inclinó pesadamente contra el brazo de Toshi y luego se giró,
descansando su peso contra el borde del tocador. El dormitorio, aunque a

51
El Samurai Sedonia Guillone

sólo unos pies de distancia, parecía demasiado lejos. Miró hacia abajo, sus
mejillas le quemaban.
—Dios, estoy tan débil como un bebé. Toshi, lo siento tanto. Tú no
necesitas esto.
—Claro, que sí.
La fuerza apacible en su respuesta hizo que John sé aventurara
levantar la mirada. Brett nunca le había respondido de esa forma.
Los ojos oscuros de Toshi eran suaves. Su expresión era difícil de
leer, pero transmitía bondad. Él alcanzó otra toalla suave.
—Déjame secarte —. Él abrió la toalla y secó la espalda y los brazos
de John. El roce del material sobre la piel de John era agradable. Toshi
tenía una forma de ser tan amable, atenta y compasiva, y desmentía la
intensa y agitada expresión que tenía, la mayor parte del tiempo.
John cerró sus ojos, bebiendo el delicioso sentido de sentir un toque
humano otra vez. No solo cualquier toque. Toshi era la primera persona,
con la que había tenido contacto físico y cuyo toque tenía un efecto
contrario al habitual. Esto lo calmó y lo consoló en vez de agitarlo. Tan
extraño como pareciera ser, tan apacible y calmante y aún tan… mierda…
mmm…
Toshi se arrodilló y secó las piernas de John. John sintió como su
polla respondía en respuesta. Para su disgusto, Toshi no subió la toalla
mucho más por encima de sus rodillas, aunque John tenía un
presentimiento, que él a lo mejor había querido seguir. ¿O solo era que él
era optimista?
Toshi se levantó y dejó la toalla a su lado, sobre el tocador.
—Ahora que estás seco, probablemente es mejor que te acuestes.
John sintió una punzada. Una vez que él estuviera acomodado, Toshi
probablemente lo dejaría solo para que intentara dormir. A pesar de lo
caliente que su cuerpo se sentía, dormir era la última cosa en el mundo
que se sentía capaz de hacer.

52
El Samurai Sedonia Guillone

—Supongo que sí —él murmuró.


Toshi tomó su mano otra vez y le ayudó a dirigirse hacia el
dormitorio.
—Maldición —John refunfuñó, mientras cada paso que daba parecía
un esfuerzo monumental. —Me siento como si hubiera tenido una gran
cirugía en cada pulgada de mi cuerpo.
Ellos habían alcanzado el borde de la cama. Toshi se dobló hacia
abajo y movió el cubrecama. Las suaves y blancas sábanas parecían muy
atractivas. Toshi ayudó a John a descender hasta la cama, su toalla
todavía amarrada alrededor de su cintura.
Una vez que el cubrecama estuvo hasta su cintura, John alcanzó y
tiró la toalla húmeda de alrededor de sus caderas.
Toshi la tomó de él.
—Estaré de regreso en un minuto —le dijo. Se había marchado
antes de que John pudiera agradecerle otra vez.
John se inclinó atrás contra las almohadas, dejando que la cama
increíblemente suave y cómoda, absorbiera el peso de su cuerpo cansado.
Como lo había prometido, Toshi regresó pronto, llevando una
pequeña bandeja con una botella, la clase que John solo había visto en
restaurantes japoneses, y dos pequeñas tazas. Toshi dejó la bandeja
sobre la mesa de noche y encendió la luz.
—Pensé que quizás un poco de sake te haría bien. Tal vez, te ayude
a dormir. —Él levantó la botella, vertiendo el líquido claro en las dos
pequeñas tazas cilíndricas y le dio una a John.
John extendió la mano para coger la taza, pero su mano temblaba
demasiado para que él pudiera sostenerla.
—Maldición —refunfuñó, dejando caer su mano sobre la cama.
Apoyó su cabeza hacia atrás contra la cabecera, se sentía como un idiota,
y lanzó un suspiro profundo.

53
El Samurai Sedonia Guillone

—Esto no es un problema, John —. La voz de Toshi lo sacó de su


vergüenza. Toshi levantó la taza a los labios de John. —Toma un sorbo —
dijo con cuidado. Inclinó la taza, así una pequeña porción del líquido
caliente fue a parar sobre la lengua de John.
John tragó. El sake resbaló agradablemente dejando un zumbador
rastro en su garganta. Con solo el primer sorbo, su cuerpo se relajó. Toshi
esperó un momento, luego dio un segundo sorbo a John, y luego un
tercero, antes de que él dejara la taza y bebiera un sorbo de su propia
taza.
John lo miró.
—Gracias —murmuró, su cuerpo ahora extendido sobre la cama
contra el lecho suave. Sentía como si estuviera en una especie de
balneario de lujo, siendo mimado por un magnífico asistente masculino. Él
podía pensar en peores cosas que podían pasarle y le habían pasado. Se
las arregló para reír. —Me tendrás de regreso para ayudarte en poco
tiempo
Una risa tímida apareció en los labios de Toshi.
John suspiró otra vez. Hacía solo unas semanas que sus manos
apenas habían dejado de temblar.
—Creo que no estaba realmente en condiciones de regresar al
trabajo —dijo.
—¡Lo siento!
John vio que Toshi no entendía lo que él quiso decir.
—Cuando me llamaste, había descansado varios meses por hacer
este tipo de trabajo. Como vistes antes, es bastante agotador. Me daban
temblores y no podía funcionar.
Toshi frunció el ceño.
—Lo siento. No fui yo el que llamó. Si lo hubiera sabido entonces, no
les habría dejado que te molestaran.

54
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 6
—¡Eh! —John dijo suavemente— Está bien. —Y apretó los dedos de
Toshi entre los suyos.
Toshi frotó las lágrimas con los movimientos vigorosos de sus dedos.
Su orgullo era bastante frágil y ahora estaba a punto de llorar delante de
John. Nadie lo había visto llorar, ni siquiera Natsuka, en quien confiaba
con su vida.
—Toshi —la voz de John tiró de él con cuidado, alentando emociones
en él. Si John pensara en hacerlo o no, ese era el efecto que lograba en
él.
Toshi sintió un tirón apacible en su mano. Antes de que supiera lo que
hacía, se derrumbó ligeramente contra John, su mejilla contra el pecho
duro. Lágrimas de pura vergüenza resbalaron de sus ojos, rechazando
permanecer sin derramarse, bañaron el suave vello dorado sobre el pecho
de John.
John no dijo nada, pero Toshi sintió sus fuertes brazos rodearlo.
Sintió la sensible presión de una mano acariciando su cabeza. Toshi sintió
el impulso de desaparecer, de no dejar que este hombre lo viera sollozar
como un niño, pero no pudo moverse. No quería moverse. El abrazo lo
absorbió, le habló a una parte suya que no tenía ningún orgullo, que sólo
necesitaba amor.
Pareció pasar un largo tiempo antes de que Toshi comenzara a
moverse. Él no quería salir de los brazos de John, pero el temor de estar
presionándolo con demasiada fuerza, lo embargó y se levantó muy
lentamente de él. Por suerte, los brazos de John se quedaron a su

55
El Samurai Sedonia Guillone

alrededor, aflojando un poco, mantuvo sus manos extendidas sobre la


espalda de Toshi, sobre su camiseta.
Las manos de Toshi presionaron el colchón bajo ellos y evitó la
mirada de John. Su orgullo emergió de nuevo, aunque no con la misma
fuerza que antes. La amable mirada de John parecía derretir los difíciles
bordes.
—Toshi —dijo John suavemente— tanto como odio este supuesto don
de vez en cuando, no querría volver a ser lo que era antes.
Toshi presintió que John le decía algo, pero no estaba seguro de qué
era. Él golpeó una lágrima errante con el dorso de su mano. John miraba
su cara sin dudas.
—No entiendo —murmuró Toshi—. Siempre estás como una herida
abierta, todo el tiempo expuesto.
John cabeceó.
—Sí. Así es.
Toshi entendió. John y Natsuka no eran muy diferentes cuando se
trataba de no querer avergonzarlo. No era nada asombroso entonces que
se sintiera tan cómodo con John. Pero había una diferencia importante.
Cuando él miraba Natsuka, no quería hacer esto…
Él extendió la mano y tocó la mejilla de John. El aliento de John se
cortó suavemente y luego el azul de sus ojos comenzó a cambiar y
oscurecerse bajo la luz de la lámpara. Toshi se inclinó hacia abajo otra
vez, su cuerpo nuevamente abrazó el de John. Los labios de John se
separaron ligeramente, suaves, masculinos, invitadores.
El corazón de Toshi golpeaba como las alas de un pequeño pájaro. Él
estaba de pie sobre un precipicio, mirando hacia abajo. La altura era
aterradora, cautivadora, quemando su sangre, golpeando la vida por sus
venas. Él había estado muerto durante tanto tiempo.
Las emociones que John le provocó con el primer roce de sus labios
envió el calor directamente a su ingle. Su polla se endureció

56
El Samurai Sedonia Guillone

inmediatamente, apretando con una hambrienta demanda su ropa interior


y su pantalón.
John gimió suavemente. El diminuto sonido vibró por todo el cuerpo
de Toshi, soltándolo. En un instante el glorioso olor de John lo llenó, a
jabón limpio y la piel masculina, todavía suave después de su ducha
caliente.
Reforzando su peso sobre el colchón con una mano, Toshi cerró
completamente su boca sobre John. John separó sus labios en obvia
rendición, su cuerpo se derritió bajo Toshi. Toshi sintió resbalar las manos
de John bajo su camisa, acariciando su desnuda piel. Cada toque le decía
cuánto lo deseaba John. Nada más que ávida apreciación emanaba de las
yemas de John.
Mientras más tiernamente John lo acariciaba, remontando los duros
planos de la musculosa espalda de Toshi, más crecía su obvia admiración
y más salvajes se volvían los besos de Toshi. Resbaló su lengua entre los
labios de John, probando con insistencia dentro de su húmeda boca. Él
deslizó su lengua a lo largo de la suavidad de los dientes de John y metió
la mano en cada suave hueco, como si marcara su territorio.
Toshi sintió un tirón en su ingle. Él resbaló su boca de John y miró
hacia abajo. John separaba la ropa entre ellos. Para luego ponerse ante él,
mostrándose en todo su desnudo esplendor ofreciéndose.
El aliento de Toshi se apretó. Su mirada fija erró hacia abajo por el
amplio pecho de John rociado de un suave vello dorado que rodeaba los
duros y suaves pezones color canela, para luego hacer un delgado
recorrido hacia el centro de su duro estómago en un delgado hilo, parando
en el botón de su ombligo y luego continuando hacia abajo, más y más
abajo…
Toshi se sentó y se arrancó su camisa, dejándola caer al suelo.
John sonrió abiertamente bajo él. Su pecho se elevó y cayó
pesadamente y sus ojos se pusieron oscuros bajo la luz de la lámpara.

57
El Samurai Sedonia Guillone

—Me gusta este asunto de no hablar —le dijo suavemente.


Toshi ligeramente dejó caer su mano sobre un lado del pecho de
John. La dura cuesta de sus músculos tembló bajo su palma. Él lo
exprimió ligeramente, experimentando una oleada inmediata de
posesividad.
John le miró hacia arriba, sus ojos encapuchados bajo sus pesados
párpados, casi desaparecían bajo sus gruesas pestañas de oro. Sus labios
todavía estaban separados, coloreados de un rosa oscuro por los húmedos
besos de Toshi. John miró a Toshi, pareciendo entender que pasaba
dentro de él, sintiéndose salvajemente posesivo con Toshi y dejándolo
salir.
—Toshi —le susurró— eres tan hermoso.
Toshi lo miró fijamente. Tú eres hermoso quiso decirle, pero las
palabras quedaron congeladas sobre sus labios. Él no podía hablar. En
cambio, él se permitió que su mano recorriera el pecho de John y luego
hacia abajo, al centro de su estómago, siguiendo el delicioso rastro de su
vello, haciendo una pausa en el botón del vientre. El estómago de John
corcoveó y luego se elevó otra vez, junto con su aliento bajo el toque de
Toshi.
Toshi examinó los ojos de John una última vez antes de dar su
atención plena donde su mano se posaba sobre el estómago de John. Él
se deslizó más abajo, las yemas de sus dedos se arrastraban por el suave
y rubio pelo púbico de John, para luego ligeramente cerrarse alrededor
de su polla.
El aliento de John se congeló y sus caderas subieron, presionando su
polla más firmemente en la mano de Toshi. Toshi deslizó su palma sobre
la suave piel aterciopelada, sus yemas percibieron las venas,
memorizando la curva del eje cuando salía del cuerpo de John.
—Toshi. —John pronunció su nombre en un ronco susurro. Los ojos
de John se cerraron y su cabeza se inclinó hacia atrás, presionando las

58
El Samurai Sedonia Guillone

almohadas. Una mano cubrió la mano libre de Toshi, exprimiéndola en un


movimiento rítmico que emparejaba los golpes de Toshi sobre su polla.

John gimió, enfocándose completamente en las manos y la boca de


Toshi. Él sintió la salvaje necesidad de hacer aflorar en el hombre esos
profundos deseos y anhelos que alguna vez Toshi había mantenido
embotellado dentro de él por alguna razón, y que ahora parecían capaces
de resurgir.
Toshi se inclinó y tomó la boca de John, tirando del labio inferior
fervientemente entre sus dientes y lengua. John elevó sus manos, rizando
sus dedos en el pelo brillante de ébano de Toshi, usando la presión de sus
dedos para poner la boca de Toshi más dura contra la suya. La lengua de
Toshi bailó y se deslizó contra la suya, haciéndolo sentir como si Toshi
intentara sacarle el alma por medio de sus besos. John le contestó
separando sus labios tan extensamente como podía, dejando que el otro
hombre tomara su boca tan profundamente como deseaba.
Por lo que pareció un tiempo demasiado largo, ellos permanecieron
con sus bocas embutidas, la mano de John acariciaba y bombeaba la polla
de Toshi, hasta que finalmente él retiró su boca de John. Luego
mordisqueó el labio inferior de John para arrastrar la punta de su lengua
bajo la barbilla y a través de su garganta, y deslizó la palma de su mano
hacia el eje y las pelotas de John, exprimiendo el firme saco con un toque
suave pero posesivo.
Cada pulgada de carne de John que Toshi untaba con su lengua, él la
sentía como una pulgadas reclamadas por Toshi como suya, como si nadie
más alguna vez pudiera tocar esa parte de John otra vez.

59
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi cubrió cada parte expuesta del pecho de John con el remolino
acalorado de su lengua, bajó sobre el estómago y luego siguió más abajo.
Los dedos de John permanecían apretados en el pelo de Toshi, mientras él
se hacía camino hacia abajo
La boca de Toshi se cerró sobre la cabeza de su polla, tragándola en
una succión apretada como si su polla fuera un delicioso bocado para un
hombre hambriento. John jadeó, sus dedos se apretaron en el pelo de
Toshi. Toshi chupó más duro, tomando más de su longitud, succionando
profundamente con golpes largos y calientes.
Una vibración tembló profundamente en las pelotas de John. Las
sensaciones de placer se construyeron rápidamente y con fuerza hasta
que resbaló, incapaz de parar su candente pulso. Bajo el brillo suave de la
lámpara, John miraba a Toshi tragar cada gota caliente. Cada espasmo de
su cuerpo fue contestado con un trago en una succión que sólo
prolongaba su placer.
Las caderas de John se arquearon hacia arriba. Sus ojos se apretaron
cerrados y el tiempo se detuvo. Él jadeó, su pecho se levantó hasta que
no quedó nada más dentro de él, sus caderas cayeron en el colchón y
Toshi dejó la polla semi dura de John resbalar del calor de su boca.
El aire en el cuarto se sintió fresco sobre su miembro húmedo. Sus
dedos se movieron al pelo de Toshi. El reconocimiento de sí mismo llegó
como flotando despacio con la conciencia del cuarto alrededor de ellos.
Finalmente, él pudo abrir sus ojos otra vez. Los ojos grandes,
aterciopelados de Toshi fue la primera cosa que vio. La piel enrojecida de
Toshi. Su semen brillaba sobre sus labios y su pecho erguido. Él se veía
salvaje, predador.
John resbaló sus manos del pelo de Toshi a sus hombros, tirándolo
más cerca.
—Toshi —él respiró—. Toma lo que quieras.

60
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi suspiró y tomó la boca de John otra vez. John probó sus propios
jugos salados sobre los labios y la lengua de Toshi. Después de aquel beso
salvaje, Toshi se hizo hacia atrás y se sacó sus pantalones, dejándolos
caer junto con su camiseta. Volviéndose hacia John, Toshi colocó su
musculoso y delgado cuerpo a todo lo largo del más grande de John;
dándole apenas a John un momento para apreciar la belleza esculpida de
su torso, la impecable lisa piel de su pecho y sus pezones oscuros del
color del chocolate.
Sus cuerpos desnudos se moldearon uno al otro, la dura polla de
Toshi dio un bandazo contra John, todavía temblando después de haber
sido chupado tan a fondo. Eso no detuvo a Toshi para tomar ambas pollas
en una mano y frotarlas de arriba y abajo con los movimientos de su
cuerpo, sus rodillas presionando el colchón entre las piernas extendidas de
John.
John deslizó sus manos por la espalda de Toshi, amasando los duros
músculos, suaves, sintiéndolos ondularse con los movimientos de bombeo
del cuerpo de Toshi. Él dejó a su toque vagar hacia las caderas estrechas
de Toshi a sus deliciosas y fuertes nalgas, apretándolas y acompañando
sus movimientos.
Toshi parecía absolutamente perdido en el placer de sus cuerpos
rozándose juntos. Él gemía, la velocidad de sus empujes se hacía más
dura con cada segundo. Él cerró su boca en la de John, su lengua
descansó contra la lengua de John, su aliento pulsaba con fuerza y rápido
en la boca de John.
Toshi todavía sostenía sus pollas juntas, la fricción encendió de nuevo
el deseo de John. Su polla se endureció otra vez, rozando deliciosamente
contra el miembro de Toshi, que resbalaba fácilmente contra el suyo,
todavía humedecido por la boca de Toshi.
John agarró con fuerza las nalgas de Toshi, que se movían
rítmicamente contra él, exprimiendo deliciosamente fuerte con sus manos.

61
El Samurai Sedonia Guillone

Sus cuerpos se quedaron así, apretados juntos, deslizándose uno contra el


otro, con la presión construyéndose otra vez.
Había pasado tanto tiempo desde que alguna vez había conocido tal
placer que John se acercó al borde otra vez. El cuerpo de Toshi se
estremeció y gimió en la boca de John, corriéndose al mismo tiempo. Él
empujó su pelvis con fuerza contra John, haciendo que John explotara
duramente mientras el suave líquido se reunía entre ellos.
John se hundió en la cama, respirando con fuerza. Toshi se derrumbó
sobre él, respirando contra su cuello.
John miró hacia el techo, mirando el juego de luz y sombra que cubría
la blanca extensión. Él escuchaba la pesada respiración de Toshi, sentía el
calor de su cuerpo contra el suyo. Jamás antes había sido transportado a
otro mundo como lo había hecho ahora mismo. Quizás solo era la mágica
intensidad de encontrar a una persona en el mundo a quien pudiera tocar
sin hacerle daño. Una persona cuyo toque lo hacía sentir a salvo.
Su mano descansaba ligeramente sobre la espalda de Toshi, sintiendo
bajo sus nervudos músculos como el ritmo de la respiración de este
comenzaba a estabilizarse. Nunca antes el aliento de otro ser humano le
había parecido tan maravilloso. Lamentaba que la noche no pudiera durar
para siempre.
Su otra mano resbaló otra vez en el pelo de Toshi. Este todavía
estaba sobre él y parecía no querer moverse. Él permaneció con sus labios
apretados al cuello de John. John acariciaba el pelo de Toshi con una
mano y su espalda con la otra.

62
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi finalmente levantó la cara del cuello de John. Apenas lo hizo


lamentó profundamente no poder quedarse allí y jamás levantarse. Él
alcanzó de la mesa de luz la caja con toallitas. Él mantenía el cuarto
equipado con todo tipo de cosas desde un teléfono, toallitas, lubricante y
hasta condones en el cajón. Aunque John era la primera persona que
alguna vez usaba este cuarto. Siempre había mantenido la esperanza,
pero nunca había sido el momento correcto. En toda su vida nunca había
tratado a alguien el tiempo suficiente como para conocerlo. Ahora él
quería conocerlo. John finalmente estaba aquí. Cuando Toshi menos lo
había esperado.
Silenciosamente, él sacó una toallita y luego otra, para secar sus
fluidos combinados. La mano de John permaneció en el pelo de Toshi, con
cuidado descansando allí cuando Toshi los limpió a ambos.
Cuando terminó, estrujó la toallita y la tiró en una pequeña papelera.
Apagó la luz y tiró las mantas sobre ambos. Jamás se cuestionó si se
quedaría a pasar el resto de la noche con John.
John puso su brazo alrededor de Toshi, sus dedos susurraron
ligeramente a través de la piel de Toshi.
—¿Toshi —dijo suavemente— puedo preguntarte algo?
Toshi puso su mano sobre John, apretándola con cuidado. Él se
apretó más cerca a John, su polla finalmente suave se ubicó
cómodamente en la grieta de las nalgas de John. El frente de su cuerpo se
adhirió a la espalda y al trasero de John como si ellos hubieran sido
hechos el uno al otro.
—Desde luego.
—Dijiste que yo hablaba en japonés… cuando me encontraste en la
ducha.
—Sí.
—¿Qué dije?

63
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi presionó sus labios brevemente en el hombro de John antes de


contestarle. Las palabras del hombre cuya memoria quemaba dentro de él
las había dicho John llorando. Eran palabras que el propio Toshi jamás
había pronunciado a otro ser humano en su vida, ni siquiera a su querido
tío. Ni siquiera a Michael. Qué irónico que la primera vez que quisiera
decirlas fuera traduciendo a alguien que las sentía como él mismo. Se
sintió como un cobarde, enmascarando sus propias emociones en la
excusa de traducir las palabras de otro.
—Te amo —le susurró contra la piel de John.
John cabeceó.
—Pude sentirlo. Pero tú no lo sabías y no es tu culpa. Además, yo no
podía rechazar ayudar. No quiero que más gente muera si podemos
prevenirlo —. Para no mencionar que solo me bastó mirarte y quedar ga
ga.
Una ondulación de energía cayó a torrentes por su cuerpo. La
necesidad de tener a Toshi en la cama con él, sus cuerpos desnudos
embutidos juntos, lo abrumó. Esto no era pura lujuria. John sentía el
anhelo de estar cerca de él, de sostenerlo y ser sostenido. Había algo en
Toshi que era tan familiar, tan… hermoso.
—¡Eh! Muchísimas gracias por ayudarme.
Toshi dobló su cabeza.
—De nada. Sé bienvenido—. Él tomó un sorbo de su sake 12 y luego
llevó otra taza a los labios de John, cuando lo bebió, Toshi dejó la taza. —
No sabía que hablabas japonés —dijo Toshi.

12
Dos cosas, primero la definición de sake: una palabra japonesa que significa "bebida alcohólica",
sin embargo en los países occidentales se refieren a un tipo de bebida alcohólica japonesa preparada
de una infusión hecha a partir del arroz, y conocida en Japón como nihonshu. En Occidente, el sake
es comúnmente referido como "vino de arroz"; sin embargo, esta designación no es del todo precisa.
La producción de bebidas alcohólicas por fermentación del grano es más común en la cerveza que
con el vino. También existen otras bebidas conocidas como "vino de arroz" que son significativamente
diferentes que el nihonshu.
La segunda no les parece extraño, que de repente Toshi tomara un trago, ¿es que lo tiene sobre la
mesita de noche? No crean que esta traductora se trasnochó así lo indica el original cualquier
reclamo por favor comunicarse con la Sra. Guillone. (N.T. desconcertada)

64
El Samurai Sedonia Guillone

John le miró fijamente.


—No lo hago—. Él recordó sus visiones conmovedoras, el modo en
que su alma pareció astillarse en su otra mitad, perteneciente a un
afligido samurai llamado Kenji. —Ese debe haber sido Kenji —le dijo, su
voz cayó casi a un susurro— él estaba dentro de mí.
La frente de Toshi se frunció
—¿Dentro de ti? ¿Cómo una visión?
John sacudió su cabeza.
—No. Fue más que solo una visión. Fue tan verdadero como lo que
pasó en el hotel. Era como la memoria de un… cuerpo. —Él había sentido
lo que Kenji sentía, emocional y físicamente. No había ningún modo de
confundir la sensación del pelo de otro hombre resbalando por sus dedos
y la lengua sobre su piel. La memoria fantasmal del gusto de Akira y el
olor embromó sus fosas nasales, causando otra oleada de necesidad
cruda. —Cuando me caí, fue porque el otro hombre me empujó al suelo.
Nosotros… ellos… hacían el amor.
Algo parpadeó a través de los ojos de Toshi.
—¿El otro hombre se llamaba Akira?
Él cabeceó.
—Debo haberlo dicho.
Toshi cabeceó.
—Lo hiciste.
—Akira es el amante de Kenji. Ellos eran samuráis. Kenji estaba
desesperado porque Akira estaba a punto de casarse. Akira lo amaba,
pero se sentía atado al deber —. En ese mismo momento, algo lo golpeó.
El asesinato. La espada. Los amantes habían sido apuñalados. Una
sacudida punzante de dolor. Él se sentó bruscamente, una mano empujó
su pelo corto. —¡Mierda santa! ¿Por qué no lo vi? —Él alzó la vista en
Toshi—. Ellos fueron asesinados. Akira estaba sobre Kenji. Una sombra
pasó sobre ellos, obstruyendo la luz. Kenji vivió lo suficiente como para

65
El Samurai Sedonia Guillone

ver el destello de una espada. Y luego el asesino la condujo sobre ambos


inmediatamente. —Él se calló— su pecho se levantaba con dificultad
mientras veía el asesinato. Su mano se dirigió hacia un punto sobre su
abdomen donde la espada lo había perforado.
—Como las matanzas Ronin —dijo Toshi suavemente.
John cabeceó. Su mano todavía descansada sobre su estómago. Eso
le daba que pensar, la puñalada había golpeado el punto donde su
vesícula debería haber estado. Se la habían extirpado poco después que
volvió del Golfo.
—Yo tengo… una cicatriz aquí de una cirugía —le dijo suavemente. La
manta resbaló hacia abajo, revelando el punto que tocaba con su mano.
Toshi lo miró, sus labios ligeramente separados, una interrogación en
sus rasgados y encantadores ojos.
—Que te pasó, suena como si fuera una visión del pasado o alguna
clase de… no imaginación, esa no es la palabra correcta.
—Definitivamente no —John suspiró—. Una cosa he aprendido estos
últimos años, es confiar en lo que veo, no importa cuan extraño parezca.
—Él miró Toshi—. ¿Dónde queda Edo?
—Edo era el nombre que tenia Tokio en la época de Restauración
Meiji, a fines del siglo XIX. Del siglo XVII hasta el XIX, Edo fue el feudo de
la última familia de shogunate —Toshi hizo una pausa y miró abajo—. Soy
un descendiente de aquella familia —agregó suavemente casi como si se
avergonzara de ello, pero se sentía obligado de mencionarlo.
—Ya veo. Supongo que ahora tiene sentido dónde estaban Kenji y
Akira. Ellos estaban en el campo, pero también cerca de Edo, de un río.
Toshi lo miró.
—Mi tío, Musashi, trabaja en el Museo de Edo en Tokio. Todavía está
allí. —Toshi miró hacia abajo. Algo sobre su tío parecía ponerlo triste. —Y
me ha dicho que hay registros de los shogunate de Edo almacenados y
resguardados para no extraviarse. Quizás él podría mirarlos y encontrar

66
El Samurai Sedonia Guillone

algo que pudiera ayudarnos. Hay obviamente una especie de conexión


aquí.
John lo miró fijamente.
—¿Me crees, verdad?
Toshi cabeceó.
—Sí, te creo.
—¿Y no crees que soy alguna especie de chiflado?
Toshi sacudió su cabeza.
—No —. Había algo demasiado sincero en el comportamiento de John
y en su discurso para pensar que solo era un loco o excéntrico. El hombre
emanaba bondad. Y no había vuelto a encontrar desde lo suyo con Michael
a alguien tan apacible, a alguien con quien realmente quería estar, con
quien hablar, con quien compartir su vida. —Además, este es tu trabajo,
¿verdad? ¿Solucionar los crímenes que no tienen soluciones
convencionales?
Los ojos azules de John se nublaron.
— Sí. Bien, este ha sido mi trabajo en los últimos años.
—¿Antes de eso estabas con los militares?
John cabeceó y suspiró.
—Si, estaba. Participé en Tormenta del desierto en el Golfo Pérsico 13 Y
luego comencé a sufrir de Desorden de Tensión Post Traumático 14 y ellos

13
La llamada Guerra del Golfo Pérsico o simplemente Guerra del Golfo, también conocida como
Operación Tormenta del desierto, fue la guerra de 1990 a 1991 entre Iraq y una coalición
internacional, compuesta por 34 naciones y liderada por Estados Unidos, como respuesta a la
invasión y anexión de Iraq al emirato de Kuwait. En Iraq, la guerra es con frecuencia llamada
simplemente Um M'aārak - "La Madre de todas las batallas".
El inicio de la guerra comenzó con la invasión iraquí a Kuwait el 2 de agosto de 1990, la cual fue
inmediatamente sancionada económicamente por las Naciones Unidas. Las hostilidades comenzaron
en enero de 1991, dando como resultado una crucial victoria para las fuerzas de la coalición, lo cual
condujo a que las tropas Iraquíes abandonaran Kuwait dejando un saldo muy alto de víctimas
humanas. Aunque es cercana a todas, me pareció interesante recordarla. Sobre todo por que me
llamó la atención como es llamada esta guerra en Iraq, ¿De Estados Unidos? Mejor no hablemos
(N.T.)
14
Desorden de Tensión Post-Traumática (PTSD), Aumenta la proporción del daño. Muchos
reconocen el dolor físico después de un accidente con heridas, Pero solo algunos pocos se dan
cuenta que lo que está pasando en la mente de un individuo puede ser tanto o más devastador. Un

67
El Samurai Sedonia Guillone

me enviaron de regreso a los Estados Unidos y me dieron la baja


honorable.
Toshi sintió una ola de compasión por él. John le recordaba a su tío.
Musashi había sufrido la misma cosa durante la Segunda guerra mundial.
—Lo siento.
John se encogió.
—Eso es muy amable, pero podría haber sido mucho peor —. Él
gesticuló hacia la taza sobre la mesita de noche 15 . —¿Me darías otro sorbo
de eso?
Toshi rió.
—Claro —él rellenó la taza y la levantó hacia los labios de John, su
mirada cayó sobre la garganta de este cuando él tragó. La piel allí,
mostraba un rastrojo rubio, los labios de Toshi desearon besarlo, probarlo
con la punta de su lengua. Una sacudida de energía erótica pasó por el
cuerpo de Toshi. Él la venció, desequilibrado por la fuerza de su atracción
hacia John.
Quizás su respuesta a John era resultado de la tensión que había
mantenido desde hacía demasiado tiempo. Tal vez la sensibilidad de John
y la manera apacible afloraban los anhelos que había apartado todos estos
años, usando su trabajo como un escudo para sus emociones. Cuanto
lamentaba que su vida no fuera diferente, podría darse el lujo de
enamorarse otra vez. Como fuera, se acordó del hombre, Akira, en la
visión de John, un hombre atado al deber, con miedo de vivir su propia
vida. Ser un detective era la única cosa en su vida que tenía sentido…
John rió cuando Toshi se llevó la taza y se recostó hacia atrás.
—En cualquier caso, me alegra que no pienses que estoy loco. Este…
don… o lo que sea, se resaltó poco después de que regresé del Golfo. La

accidente de autos, una desgracia en el trabajo. Una caída. Las heridas físicas son evidentes: una
espalda en mala condición, un cuello adolorido. . . pero hay algo más. Hay un componente mental. Si
esto es manejado efectivamente, las personas se recuperaran de las dos partes, física y mental. La
guerra no puede traer otra cosa (N.T.)
15
Gracias Dios mío, la autora recordó poner las tazas. Hurra!! (N.T.)

68
El Samurai Sedonia Guillone

tensión de la preocupación sobre lo que la gente piense es a veces peor


que la realidad. A veces cuando digo a la gente lo que veo, no puedo
menos de pensar que les debo sonar como necesitado de un chaleco.
—A mí no. —Toshi lo miró, notando ahora como el agotamiento se
había arrastrado en los ojos azules de John.
—Creo que estás cansado —le dijo suavemente—. Y tengo serias
dudas sobre tu pedido de canalizar más impresiones en las escenas de los
crímenes y los restos de las víctimas. Las visiones parecen dañarte.
El color azul de los ojos de John pareció derretirse cuando lo miraron.
Bajo la luz de la lámpara, lo vio ruborizarse bajo la piel bronceada de su
cara.
—¿Toshi, puedo confesarte algo?
El corazón de Toshi revoloteó.
—Desde luego.
—Espero que no pienses que me lanzo sobre ti, no lo hago. Solo que
realmente tengo que decírtelo.
—Está bien. Sigue adelante.
John suspiró, causando que el brillo suave de la lámpara de la
cabecera cambiara sobre su pelo dorado.
—Las dos veces, en esta cosa de la visión, tanto cuando llegué al
hotel y al cuarto del baño, una cosa que me ayudó a regresar fue cuando
me sostuviste —. Él hizo una pausa, pareciendo inspeccionar la cara de
Toshi para su respuesta. —Esto nunca me ha pasado antes. Por lo general
cuando alguien me toca, hace que la angustia sea peor, no mejor.
El revoloteo en el corazón de Toshi aumentó. Su mente voló al día en
que él y Michael se habían conocido. Toshi no había sentido nada excepto
alegría, como si todo lo maravilloso que pudiera pasarle a una persona le
estaba pasando a él. Aquel sentimiento borboteó en él ahora. Como si una
fuerza invisible hubiera sacado un tapón que lo contenía, no lo sabía, pero
se sentía desvalido para pararlo. Las sensaciones corrían dentro de él y lo

69
El Samurai Sedonia Guillone

dejaban mudo y su mente daba vueltas, luchando por formular una


respuesta en palabras, para no lanzarse físicamente sobre el otro hombre.
La cara de John se nubló, sus ojos azules lo miraron con vergüenza.
—No contestas. ¿Es un signo malo? Tal vez no pasa contigo, Lo
siento. No pensé que…
—Si lo hace. Creo que pasa. Yo… —Toshi se obligó a callar y
rastrillado una mano tembladora por su pelo. Él debería haber tenido una
segunda taza de sake.
—¿Preferirías una comunicación no verbal?
Toshi lo miró. Los labios de John se curvaron en una sonrisa
perezosa. La expresión no era de burla sino de alegría. La mirada sobre su
hermosa cara era… esperanzadora.
—No verbal —repitió Toshi suavemente.
John cabeceó.
—Entonces tú no tienes que decirlo. Solo siéntelo. Sacude tu cabeza
para decir “no”, y cabecea para decir “sí” ¿Está bien?
Toshi cabeceó.
—¿Te avergoncé?
Sacudida.
—¿Te molesté?
Sacudida.
—¿Te puse triste?
Sacudida.
—¿Enojado?
Sacudida.
—¿Feliz?
Cabezada.
Sus ojos se encendieron.
—¡Um! Esta es una muy buena noticia.
Toshi no pudo menos que reírse. Él cabeceó.

70
El Samurai Sedonia Guillone

John le ofreció su mano. Él todavía lo miraba esperanzado.


El corazón de Toshi ahora aporreaba. Él extendió la mano y tomó la
de John, uniéndolas. Él pudo sentir cuando sus dedos se enredaron con
los de John. El momento en que sus palmas se embutieron, las lágrimas
de los ojos de Toshi cayeron. Su corazón se contrajo. Una explosión de
llanto explotó como una represa abierta. Su pecho se elevó por la emoción
y cubrió sus ojos con su otra mano.

71
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 7
Del diario privado de Koto Naomasa, agosto de 1847
(Documento almacenado en los archivos sellados del Tokyo – Edo
Museo de Tokyo)

Oí por casualidad otra vez hoy a Kenji Soteki rogándole a Akira que
se convirtieran en ronin y abandonaran nuestra provincia. Como siempre,
Akira se negó. Sé que Akira tiene otras ambiciones además de amar a
Soteki y sinceramente, no puedo evitar sentirme satisfecho con la
frustración de éste. He amado a Akira durante casi la mitad de mi vida.
Cada samurai en los cuarteles lo ha deseado, ninguno tanto como yo,
aunque Kenji es el único a quien le ha entregado alguna vez su corazón y
su cuerpo.
Los celos y la envidia están por debajo de un samurai y aun así abrigo
tales sentimientos por Kenji. Él se ha ganado al único hombre que alguna
vez he amado. Al mismo tiempo, no entiendo por qué nunca he sido capaz
de mantener mi rencor contra Akira por rechazarme. Mi corazón todavía
suspira por él, por este hermoso y arrogante hombre. Ni siquiera puedo
odiarlo cuando los escucho a ambos en su tatami en medio de la noche,
gimiendo y gruñendo su placer. Puedo oír los húmedos sonidos de sus
labios cuando se besan.

Un ruido realmente fuerte resonó en el oído de Toshi. Éste se movió.


Sonó una segunda vez. Una tercera. Una cuarta. Toshi abrió los ojos
mientras otro ruido más lo traía de vuelta al presente. Maldición, era el
teléfono de la mesilla de noche. Nunca había dormido en esta habitación,
y el sonido del teléfono era extraño y más estridente.

72
El Samurai Sedonia Guillone

Apartándose ligeramente del calor del cuerpo de John, buscó a tientas


el receptor justo cuando saltaba el contestador automático. Mientras
levantaba el auricular, la máquina se desconectó.
—Moshi moshi —masculló, no intentando ocultar la somnolencia de su
voz.
—Toshi-san, buenos días
—Natsuka.
Toshi suspiró, bastante aliviado. Con la presión de la investigación
que se llevaba a cabo, Natsuka se había convertido más o menos en la
única persona cuya voz al otro lado de la línea no lo llenaba de ansiedad.
—Hola —se sentó contra las almohadas mientras se pasaba una mano
por el pelo. A su lado, John se movió y abrió los ojos.
El cuerpo de Toshi se estremeció con la visión. Aquellos ojos azules y
aquel pelo rubio despeinado hacían de aquella la primera mañana en que
merecía la pena despertar en mucho tiempo. El deseo de que pudieran
quedarse acurrucados juntos en la cama todo el día le provocó dolor. Se
frotó los ojos con el pulgar y el índice. —¿Qué hora es, Natsuka?
—Casi las once.
—¡Las once! —el cuerpo de Toshi se tensó. Su reacción hizo que John
se sentara muy erguido y lo mirara con expectación. Toshi intentó no
quedarse mirando fijamente la dura barbilla cubierta de incipiente barba
de color oro oscuro que rodeaba aquellos suaves labios. Nunca
abandonarían la cama si lo hacía. Bajó la vista. —Lo siento —le dijo al
teléfono —, ¿Por qué me has dejado dormir hasta tan tarde?
Una pausa.
—Tú y tu invitado necesitaban tiempo para descansar, Toshi-san —
dijo Natsuka suavemente.
Las mejillas de Toshi se encendieron por el modo respetuoso con el
que Natsuka le decía que entendía.

73
El Samurai Sedonia Guillone

—No te preocupes —continuó Natsuka—, he establecido un programa


para hoy. Todo está preparado. ¿Cuánto tiempo necesitan? ¿Media hora?
Toshi le lanzó una mirada a John, aquel dolor persistente de nuevo en
su interior. Se prometió a sí mismo solo un minuto más en la cama y
entonces estarían preparados.
—Ven dentro de cuarenta y cinco minutos.
—Ahí estaré.
—Gracias, Natsuka. —era un buen amigo, siempre viniendo en su
rescate.
—No hay problema, amigo mío. Ah, solo una cosa más. Llamé a la
comisaría y aún no hay noticias del empleado desaparecido del hotel. Su
esposa no lo ha visto desde su último turno.
Mierda. Toshi suspiró y se pasó los dedos por el pelo.
—Muy bien. Gracias.
—No hay problema, Toshi-san. Te veré pronto.
Toshi colgó el teléfono y se giró hacia John.
—Mi compañero nos recogerá dentro de cuarenta y cinco minutos.
Sabía que sonaba triste, pero no podía evitarlo. Recordó la manera en
que había dicho “te amo” a John antes de quedarse dormido, y una
repentina e intensa oleada de timidez lo invadió, deteniéndolo antes de
extender la mano hacia John como deseaba. Cuando le había dado la
respuesta a la traducción, John había respondido presionando la mano de
Toshi contra sus labios de una forma tan tierna que le permitió saber que
John era consciente de que su nuevo amante podía salir huyendo como un
ciervo asustado. El mensaje había estado claro: John se había dado
cuenta de que las palabras no eran una mera traducción de su visitante
fantasma.
John alargó la mano y deslizó suavemente las yemas de los dedos por
la mejilla de Toshi. Éste se la cogió con suavidad y la mantuvo allí,
presionándola contra su mejilla. John tampoco dijo nada, pero el aire

74
El Samurai Sedonia Guillone

entre ellos estaba lleno de palabras sin pronunciar y de sentimientos que


pasaban de uno a otro.
—Me siento fatal por tener que pedirte que hagas esto —dijo Toshi
suavemente.
La mano de John se puso rígida contra su mejilla.
—¿Hacer qué?
—Ir a todos los sitios a los que tenemos que ir hoy.
El alivio inundó la cara de John.
—¡Oh! Por un momento pensé que te referías a... esto —señaló con
su otra mano el espacio que había entre ambos.
Toshi se dio cuenta de su error e inclinó la cabeza.
—No, por supuesto que no me refería a... —se quedó callado y miró a
John a los ojos.
John le devolvió la mirada, sus iris azules se veían suaves y
esperanzados.
—Voy a estar bien, Toshi. Si estás allí, eso me ayudará. En cuanto me
tocas, me siento mejor.
Toshi sintió una opresión en el pecho. Presionó los labios contra la
palma de la mano de John, entonces la sostuvo entre las suyas.
—No dejaré que nadie más te toque —le dijo suavemente, consciente
del doble sentido de sus palabras. Bajando la mirada hacia los suaves ojos
de John, Toshi supo que, de hecho, esa era su intención.
John sonrió, obviamente también consciente de ambos significados.
Asintió.
—A excepción de cuando sea necesario que reciba impresiones de
alguien asociado con las víctimas, lo acepto agradecido.
Toshi se inclinó hacia adelante y besó los labios de John, sin
preocuparse de que eso fuera lo primero que hacía por la mañana. El beso
fue breve, pero suave, transmitiendo la pasión que sentía por ese hombre.
Sí, mientras él estuviera a su lado, nadie lo tocaría. El estremecimiento de

75
El Samurai Sedonia Guillone

posesión que traspasó su corazón provocó una reacción en cadena dirigida


directamente a su ingle. John era suyo. Y él era de John. Su polla se
tensó, y entonces se alzó firme, deseando a su compañero.
John también pareció de acuerdo con el hecho de que ninguno se
hubiera lavado los dientes. Separó los labios, aceptando la lengua que
llenaba su boca y lo saboreaba con avidez. Posó la mano en la espalda de
Toshi, acariciándolo en amplios círculos desde la nuca hasta las nalgas
una y otra vez.
John se acercó más a Toshi. Sus manos se deslizaban por la espalda
del otro hombre. El instinto y la necesidad tomaron el mando, diluyendo la
tensión del cuerpo de Toshi mientras John presionaba su pecho contra él y
lo besaba más fuerte, empujándolo sobre su espalda hasta dejarlo debajo
de su cuerpo.
John deslizó una mano bajo las mantas y puso su palma sobre el
estómago de Toshi. El cálido toque envió espirales de calor directas a la
ingle del policía. Las yemas de los dedos de John se deslizaron hacia abajo
por el abdomen de Toshi, rodeando su ombligo y resbalando hasta su
polla.
—Ahh —suspiró Toshi en la boca de John— mientras los dedos
ligeramente callosos de éste se cerraban alrededor de su erección y
acariciaban la piel con la suficiente presión para hacerlo levantar las
caderas del colchón.
John gimió en sus bocas unidas, excitándose al parecer con el placer
de Toshi. Se separó del beso y lamió un camino descendente sobre el
torso de su amante, sin detenerse hasta que se arrodilló sobre las caderas
de Toshi y tomó su polla dentro de su hambrienta boca.
El calor húmedo de la boca de John sobre su polla hizo desvanecer su
capacidad de razonamiento. Toshi cerró los ojos, haciendo rotar
sugestivamente su pelvis contra la succión de los labios de John. Toshi
extendió una mano y la apoyó ligeramente sobre el suave cabello de John.

76
El Samurai Sedonia Guillone

Éste gimió, y la vibración de su garganta envió estremecimientos por la


polla de Toshi, volviéndolo salvaje de repente por probar a John otra vez
como había hecho la noche anterior.
Extendiendo los brazos, sujetó con sus manos las caderas de John,
moviendo su propio cuerpo hasta que éste quedó a horcajadas sobre su
cara. Toshi deslizó con suavidad las manos por las duras nalgas de John,
disfrutando del contraste de la palidez de éstas con el bronceado que
mostraba el resto de su cuerpo. Masajeó las caderas y acarició las curvas
musculosas de sus muslos, salpicados de vello suave y dorado.
Alzando la cabeza inclinada, Toshi pasó la lengua con cuidado por la
arrugada y firme piel de los testículos de John. Éste gimió y Toshi repitió
el movimiento de su lengua, hacia adelante y hacia atrás, atormentándolo
en un creciente frenesí hasta que las caderas de John comenzaron a
sacudirse.
Con un suave y sin embargo caliente ritmo, la boca de cada uno de
ellos se movía sobre la polla del otro hombre. John gimió otra vez, la baja
y profunda vibración acarició la polla de Toshi. La siguiente vez que
balanceó su pelvis hacia arriba, Toshi capturó la erección de John en su
boca, levantando la cabeza para dejar que toda la dureza del otro hombre
se deslizara profundamente en su garganta.
Toshi cerró los ojos y apretó los labios alrededor de la satinada piel de
la polla de John. Éste sabía delicioso, y su ligero aroma almizclado hacía
que Toshi se sintiera mareado de caliente lujuria. Sujetó firmemente las
caderas de John con las manos y chupó con un desenfrenado movimiento
de bombeo de su cabeza, apretando la nervuda dureza con fuerza contra
su lengua.
John se empujó contra él y gimió, chupando a Toshi más fuerte con
su propia boca. Deslizó las yemas de los dedos ligeramente sobre los
testículos de Toshi, acariciándolos en un ritmo contrario al de sus labios.
La deliciosa presión que se formó en las pelotas de Toshi se propagó en

77
El Samurai Sedonia Guillone

espiral hacia arriba. Había pasado tanto tiempo desde que alguien se la
había chupado que Toshi explotó. John se mantuvo sobre él, con su boca
aceptando con avidez cada chorro, y Toshi pudo sentir las diminutas
contracciones de la garganta de John mientras éste tragaba.
Toshi sujetó firmemente con los labios la polla de John justo cuando
éste estalló. Chorros calientes de semen resbalaron por su garganta
abajo, y él tragó como si al beber la esencia de John pudiera hacerlo
formar parte de él.
El cuerpo de John se sacudió varias veces por las convulsiones de su
orgasmo hasta que se quedó sin fuerzas, teniendo cuidado de no
derrumbarse directamente sobre su amante. Mantuvo la boca sobre la
polla de Toshi, dejando que terminaran los espasmos, dándole cada
momento de placer con su lengua, hasta que no quedó nada más. Dejó
que Toshi se deslizara fuera de su boca y entonces se volvió. Con una
mano a cada lado del cuerpo de Toshi, se elevó formando un puente sobre
él.
Miró fijamente hacia abajo a Toshi mientras su pecho subía y bajaba,
con sus ojos azules oscurecidos y ardiendo de pasión y deseo satisfecho.
—¿Fue bueno para ti? —dijo en voz baja.
Toshi le devolvió la mirada. Asintió en silencio. De nuevo se había
quedado mudo de asombro, tanto por el éxtasis de haber encontrado a
John como por la culpa, porque probablemente le rompería el corazón
como se lo había roto a Michael hacía tantos años. Se incorporó sobre los
codos y presionó un beso sobre los labios de John, deslizando la lengua
sobre ellos, dejando que las esencias saladas de ambos se mezclaran en
sus bocas.
Se separó y lo miró otra vez.
La comprensión se mostró en aquellos pozos de color azul profundo.
—No te preocupes, Toshi —dijo suavemente—. Intentaré no pedir
nada de ti que no puedas darme.

78
El Samurai Sedonia Guillone

La culpa atravesó el corazón de Toshi como un cuchillo. No tenía


derecho a implicarse con este hombre de esa manera, pero aun así estaba
indefenso contra la tierna pasión que sentía por John. El amor era una
fuerza demasiado potente. Y había intentado resistirse a ella durante
demasiado tiempo.
—Ahora tienes todo el derecho a pedirlo —contestó.
John lo besó suavemente otra vez. Suspiró y entonces echó un
vistazo sobre su hombro al reloj al lado de la cabecera de la cama.
—¡Ey! —murmuró—. Ahora sólo tenemos treinta y cinco minutos para
prepararnos.
Toshi asintió. Habían sido diez minutos que había necesitado toda su
vida.
—Akira, ven conmigo. Seremos ronin.
John se puso rígido. Kenji. En menos de un minuto, el simple acto de
abotonar su camisa mientras estaba sentado en el borde de la cama tomó
un giro peligroso. El joven samurai estaba desesperado. Lo bastante
desesperado como para invadir el cuerpo de John y mostrarle su angustia.
Los dedos se le quedaron inmóviles sobre el botón. En la otra
habitación podía oír a Toshi que hablaba por teléfono con su tío. La cara
de Kenji ondeó en su mente otra vez. John cerró los ojos. A su alrededor
había un jardín con piedras inclinadas. Los árboles rodeaban el jardín de
piedras, en el medio del cuál había una estatua grande también de piedra.
Un Buda.
John parpadeó. Cuando abrió los ojos de nuevo, la cara de Akira
estaba frente a él. Él y Kenji estaban arrodillados en la tierra, Akira
venerando a la estatua y Kenji venerando a Akira. Una brisa hizo crujir los
árboles circundantes.
Akira se río entre dientes con suavidad, un sonido triste del tipo que
uno hace cuando siente que la tragedia se extiende delante de él.

79
El Samurai Sedonia Guillone

—¿Ronin? —repitió suavemente—. ¿Por qué? ¿Por qué necesitamos


marcharnos? Aquí estamos juntos.
La frustración de Kenji tensó el estómago de John, apretándolo como
si se tratara de bandas de acero.
—Porque así seremos libres para prometernos amor uno al otro y a
nadie más. —Observó cómo la mirada de Akira se movía rápidamente en
todas direcciones, como si los monjes del templo los estuvieran espiando.
A Kenji no le preocupaba. Déjalos. Ellos también tenían sus amantes. A él
sólo le preocupaba una cosa.
Akira miró a Kenji y luego se puso de pie.
Kenji extendió la mano y lo agarró por el brazo, pero Akira se soltó.
—Aquí no —susurró.
Kenji bajó la vista. El corazón del samurai latía como loco, haciendo
que John sintiese el bombeo del órgano dentro de su propio pecho. John
sintió que alguien, de hecho, los estaba espiando. Exploró el jardín
alrededor de los dos samurai, dándose cuenta que, a diferencia de su
primera visión, en ésta su consciencia permanecía separada de la de
Kenji. Al menos por el momento. No vio a nadie, aunque sintió con fuerza
la presencia de alguien espiándolos.
Lamentablemente, después de un momento, la desesperación de
Kenji comenzó a abrumarlo otra vez.
Akira se dio la vuelta para abandonar el jardín de las oraciones. Kenji
lo siguió de rodillas como un terrier
—¡Por favor, Akira! Prométeme que al menos pensarás sobre ello.
—Te lo prometo, Kenji. Lo pensaré. —La voz de Akira estaba llena de
tristeza. El anhelo de Kenji empujaba sin piedad en la consciencia de
John. Éste inspiró profundamente y se lo sacó de la cabeza obligándose a
ponerse de pie.
El abrupto movimiento surtió efecto. El jardín perdió intensidad. Kenji
y Akira desaparecieron. John tomó un tembloroso aliento y terminó de

80
El Samurai Sedonia Guillone

abrochar la camisa. Oyó que Toshi terminaba su conversación telefónica


en la otra habitación. Agarró su chaqueta y se dirigió a la habitación del
policía. Un toque del otro hombre lo ayudaría a disipar la visión y lo
dejaría tranquilo para enfrentarse al trabajo que tenían por delante.
Toshi estaba sentado en el borde de su cama, un futón con una
simple colcha azul oscuro, y tenía aún el teléfono inalámbrico en la mano.
La habitación, amueblada tan simple y austeramente como el resto, emitía
una concentración de la misma triste agitación que John había percibido
en otras zonas del apartamento.
Toshi levantó la mirada, sus ojos oscuros se suavizaron cuando vio a
John en la entrada del cuarto.
—Hola —dijo con suavidad. Se giró y colgó el teléfono. Volviendo la
mirada hacia John, frunció ligeramente la frente —¿Estás bien?
John asintió. Entró en la habitación y se sentó al lado de Toshi.
—Tuve otra de esas visiones. Ésta no sólo fue menos intensa, sino
que también fui capaz de desconectarme antes de que tomara el control
sobre mí.
Toshi frunció el ceño. Extendió el brazo y apretó el hombro de John.
Al momento una espiral de calor se propagó a través de su hombro,
disipando los restos fantasmales que la visión había dejado dentro de él.
Toshi suspiró.
John lo miró.
—No te preocupes. Estoy bien. —Sonrió—. Cuando haces eso,
desaparece.
—Me alegro.
John permaneció sentado en silencio, disfrutando de la sencilla
sensación de la mano de Toshi sobre su hombro. El reconfortante contacto
le permitió recordar la visión sin la amenaza de que volviera demasiado
pronto.

81
El Samurai Sedonia Guillone

—Alguien los miraba —dijo, rompiendo el amigable silencio que se


había instalado entre ellos—. Quiero decir que miraba a Kenji y a Akira.
—¿Era el asesino?
John suspiró.
—No estoy seguro. No dejé que la visión continuara el tiempo
suficiente para sentir la energía —sacudió la cabeza—. Odio hacerle eso a
Kenji. Me siento como si él... no sé... estuviera tratando de decirme algo.
Pero hoy no se lo podía permitir.
Toshi le apretó el hombro.
—Sí, lo entiendo. Le pedí a mi tío que buscara cualquier registro que
pudiera tener, o al que tuviera acceso, de los archivos del Museo Edo-
Tokyo. Está trabajando allí en calidad de guía y conservador. Me llamará
cuando haya encontrado algo.
John asintió. Deseaba sinceramente que él y Toshi pudieran haberse
quedado en la cama. Ya echaba de menos el sentir el impecablemente
musculoso cuerpo del policía amoldado al suyo.
Levantó la mirada, divisando un kimono grande de brocado de seda
colgado en la pared de la habitación. Cautivado por su belleza, John se lo
quedó mirando fijamente. La prenda, colgada de una barra de madera
sujeta a la pared por pequeños ganchos, era de un profundo azul celeste.
Las brillantes puntadas del intrincado bordado formaban un encaje en su
reluciente superficie. Era una obra de arte, la única cosa en el
apartamento de Toshi que le proporcionaba un aire de intimidad y pasión.
John lo señaló.
—Es precioso —dijo.
—Un regalo de mi tío, —contestó— es un traje de Noh, el teatro
japonés. Un amigo suyo era uno de los más importantes actores de Noh
de Japón en su época, y se lo dio después de retirarse. Lucharon juntos en
la Segunda Guerra Mundial.
John continuaba mirando fijamente el brocado de seda.

82
El Samurai Sedonia Guillone

—Es impresionante.
—Sí, es muy hermoso.
En ese momento sonó el teléfono. Toshi pulsó el botón,
intercambiando unas pocas palabras en japonés y después colocó el
receptor de vuelta en su soporte cargador.
—Era Natsuka —dijo con la decepción marcada claramente en su
voz—. Nos espera abajo.
John suspiró y lo miró. El intercambio de miradas no podría haber
sido más claro si hubieran expresado sus pensamientos en voz alta.
Extendió la mano y cubrió brevemente la mano de Toshi. Todo lo que
podía esperar era que cuando el día terminara, Toshi y él pudieran tener
otra noche como la del día anterior.
—¿Adónde primero? —preguntó, quitando de mala gana la mano.
—A la morgue. Las últimas víctimas están retenidas allí para que
puedas examinarlas antes de que entreguen los cuerpos a sus familias
para los funerales.
—Ya veo. —John reprimió un escalofrío. Las morgues eran a menudo
la peor parte. Incluso los muertos, frías cáscaras vacías de unos cuerpos
sin su cálida alma dentro, tenían historias que contar. A veces en la
morgue todos intentaban hablar a la vez, como si clamaran por la
atención de la única persona que todavía podía comunicarse con ellos.
Toshi se levantó de la cama, recogió la chaqueta y se giró hacia John.
—No te preocupes —le dijo suavemente— nadie va a tocarte.
El tono protector en la voz de Toshi envió un cálido estremecimiento a
través del pecho de John. Por primera vez en años, o quizás en toda su
vida, tenía a alguien que lo hacía sentir a salvo.
—Gracias, Toshi.
Toshi le dirigió una rápida sonrisa y entonces empezó a caminar hacia
la puerta. John lo siguió.

83
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 8
Del diario privado de Koto Naomasa, diciembre de 1847
(Documento almacenado en los archivos sellados de Museo Tokio
Edo, Tokio)

Si conozco a Akira en algo después de haberlo observado tan


cercanamente todos estos años, es que él no se quedará con Kenji para
siempre como espera. Akira tiene otras ambiciones. Él es el mejor
espadachín de nuestra unidad. En honor a su habilidad, he creado las
armas más magníficas que alguna vez hayan existido. Me aseguraré que
él permanezca invicto aun cuando nunca pueda tenerlo para mí. Él es
hermoso e inteligente, uno de los favoritos del shogun. Hasta he oído
rumores en las casas de geisha que hay un daimyo 16[20] en nuestra
provincia quien desea a Akira para su hija.
Lamentablemente, también sé que Akira ama a la pequeña mierda de
Kenji, casi tanto como a su propia vida. Le he oído jurar su amor eterno a
Kenji en el calor de su pasión, más de una vez. Tanto como deseaba el
éxito mundano para Akira, le deseaba felicidad, la que deseaba su
corazón. Siento no ser yo el deseo de su corazón, pero sé que lo es Kenji.

16
El daimyo fue el soberano feudal más poderoso desde el Siglo X al Siglo XIX dentro de la
Historia de Japón. El término "daimyo" es utilizado también en ocasiones para referirse a figuras de
liderazgo de los clanes, también llamados "señores". Este era usualmente, aunque no de forma
exclusiva, el líder militar que un shogun o regente seleccionaba. El daimyo utilizaba usualmente
colores púrpuras, que variaban de oscuros a claros dependiendo de que tan alto fuera el nivel donde
se encontrara. Los púrpuras oscuros y claros precedían a los verdes oscuros y claros, negros y rojos
claros, y finalmente el negro. Los daimyo de más alto rango eran considerados nobles.

84
El Samurai Sedonia Guillone

—Imai Sukenao y Tomoko Yorimori. —Toshi pronunció los nombres


de las víctimas más recientes cuando el asistente sacó los cajones que
contenían los cuerpos.
John cabeceó, un frío hoyo apretado se instaló en su estómago.
Recordaba demasiado bien la noticia que vio en televisión que mostraba
los cuerpos bajo la sábana manchada de rojo. Toshi excusó al asistente,
quien se dobló y se retiró.
El cuerpo del hombre estaba sobre el de la mujer. Ambos cadáveres
tenían una herida de puñalada en el mismo punto en su parte media. Sus
pieles eran de un púrpura blanquecino, pálidas y se veían poco naturales.
John dio un paso hacia los cajones, vivamente consciente del hedor
químico que impregnaba la morgue. Miró al hombre, soportaba
silenciosamente, dejando de lado la incredulidad que siempre lo atacaba
cuando miraba un muerto. Él nunca podía reconciliar esa cáscara sin vida
con lo que alguna vez fue un ser humano vivo, animado por el calor del
conocimiento.
—Imai Sukenao —dijo Toshi suavemente. La voz de Toshi llegaba en
una onda consoladora de sonido, disipando las energías que amenazan
acercarse alrededor de John, calmándolo hasta sin tocarlo físicamente. —
Cuarenta y cinco años. Abogado. Casado. Dos hijas adolescentes. Ningún
registro criminal de ninguna clase. Limpio.
La mirada de John vagó sobre la víctima. Los ojos de Imai Sukenao
estaban cerrados. Se veía pacífico para ser alguien que había sido
brutalmente asesinado. John tomó una larga inspiración. Había sólo un
modo de reunir las impresiones. Con cautela extendió la mano,
presionando sus yemas al hombro del muerto.
La carne fría permanecía dura bajo su toque, como carne refrigerada.
John cerró sus ojos y respiró pesadamente, esperando que el cuerpo de la
víctima le contara sus recuerdos.

85
El Samurai Sedonia Guillone

Un momento tranquilo hasta que bamm. Las visiones se abrieron, las


imágenes pasaron una tras otra, como sobre una pantalla de cine.
Escenas de Sukenao en el hotel junto a su amante, bailando, caminando.
Juntos, haciendo el amor. Las escenas cambiaron. John vio una casa,
de estilo japonés, con pisos de secoya y pantallas de soji 17 un jardín de
grava rastrillada y árboles de flor de cereza. Sukenao en su casa. Una
mujer, no su amante, su pelo arreglado en un moño. Ella, también era
bonita, le sonreía aunque con dolor en sus ojos. La esposa de Sukenao.
Dos muchachas bastante jóvenes treparon en su regazo, sonrisas,
llevaban su uniforme escolar. De repente ellos eran más viejos.
Las visiones no eran poderosas, eso significaba que John tendría que
seguir estableciendo contacto con su mano embutida ligeramente sobre el
hombro sin vida de Sukenao.
Sukenao y su amante otra vez. Paseando en un jardín, caminando
entre la gente. A la hora de almuerzo se encontraban en público donde
parecían ser simples compañeros de trabajo manteniendo una charla.
Luego estaban dentro de algún sitio, mirando algo, como figuras sin vidas.
La escena que ellos observaban parecía tener como maniquís vestidos y
colocados en un juego parecido al de viejas películas japonesas. Un pueblo
histórico de alguna clase. La gente pasaba entre ellos, también mirando la
escena.
La naturaleza anodina de las visiones cambió de repente, haciéndose
más amenazadoras. Alguien observaba a Sukenao y su amante. Los
miraba. Intentaba aprender sobre ellos. Decidiendo en su mente su
futuro.
La fuerza de la presencia del acechador obligó a John a realizar un
pequeño jadeo. Su cuerpo se tensó con fuerza.
—¿John? —Le dijo Toshi.

17
Tradicional lámpara china de papel, de esas que tiene una vela dentro. (N.T.)

86
El Samurai Sedonia Guillone

John no podía contestar. La fuerza amenazadora, obviamente del


asesino, azotó la energía del discurso de su garganta. Su respiración se
hizo desigual, apurado por llevar oxígeno a sus pulmones.
Un par de manos fuertes se acercó a sus brazos. Toshi. Al instante
Toshi quitó una mano del brazo de John y la puso sobre su mano,
sacándola del hombro de Sukenao.
El hechizo se rompió. John abrió sus ojos. Él parpadeó varias veces,
consciente de apoyarse en los brazos de Toshi. Él giró y miró a Toshi.
—Él estaba allí —croó John suavemente—. Había estado mirándolos.
—¿Dónde, John? ¿Dónde estaba él? ¿En el hotel?
John sacudió su cabeza, esperando otro momento para recuperar su
aliento antes de continuar. Toshi esperó, obviamente esperando el bien de
John.
—No —dijo John cuando él fue capaz de hablar normalmente otra
vez—. ¿Sukenao y… cuál era su nombre?
—Yorimori.
—Sí, ellos estaban en… yo no sé dónde… creo que en un museo de
alguna clase, mirando un objeto expuesto. —Él hizo una pausa, buscando
la imagen en su memoria—. Era una escena de alguna clase, una
reproducción de un pueblo.
Los ojos de Toshi se ensancharon.
—Edo —le dijo. Él se dio vuelta hacia Natsuka y dijo algo en japonés,
luego volvió hacia John. —Hay objetos expuestos en el Museo de Edo-
Tokio que son como los que describes. —Él hizo una pausa, una luz se
quemaba en sus ojos oscuros. —Tendremos que ir allí.
John cabeceó.
—Sí. Pero primero debo tomar una impresión de ella—. Él se calló y
miró hacia abajo el cuerpo de la mujer en el cajón que se deslizaba debajo
de Sukenao.

87
El Samurai Sedonia Guillone

—¿John, estás seguro? —Como siempre, los ojos de Toshi se


oscurecieron con preocupación.
—Estoy seguro.
Toshi suspiró. Él ya se había liberado el brazo de John y ahora daba
un paso alejándose para empujar y cerrar el cajón con el cuerpo de
Sukenao, dejando espacio para que John tomara impresiones de Tomoko
Yorimori.
John se arrodilló.
—Tomoko Yorimori —dijo Toshi en el mismo tono oficial que había
usado con la historia del hombre—. Veinticinco años. Secretaria legal en la
firma de Sukenao. Sin historia criminal. Ningún registro de bebidas,
drogas o algo ordinario. Su compañera de habitación declaró que Yorimori
estaba locamente enamorada de Sukenao y deprimida porque Sukenao
rechazaba abandonar a su esposa para estar con ella.
John siguió mirando fijamente a la mujer, quien había sido bonita,
con su juventud para siempre congelada.
—¿Ella habló con alguien más de su asunto?
—No, que nosotros sepamos. Ella iba del trabajo a su casa. La única
que conocía sobre sus encuentros con Sukenao era su compañera de
habitación.
—Bien —. John extendió la mano y colocó la yema de sus dedos sobre
el hombro de Yorimori. La misma sensación de carne dura, refrigerada le
encontró. Él cerró sus ojos y esperó.
Y luego, como con Sukenao, el golpe de impresiones, la misma clase
de cinematográfico calidoscopio de imágenes. Yorimori en su
apartamento, comiendo de un tazón con palillos. Otra joven sentándose
cerca de ella, riendo de una broma que obviamente compartían. Yorimori
en su escritorio, mirando pasar a Sukenao, añorando sus delicados
rasgos. Yorimori paseando por el parque con su amante, como si llevar el

88
El Samurai Sedonia Guillone

uniforme de la empresa satisficiera la intención de no dejar que los demás


vieran su mutuo afecto.
Como antes, la energía cambió de inofensiva a maligna. John cortó su
aliento. La escena era la misma. Yorimori y Sukenao mirando un objeto en
exposición, la energía oscura de su asesino, de un asesino acechando
desde el fondo, estudiando a sus víctimas con el ojo experto de un águila.
Esta vez, John dio un tirón a su mano alejándola por propia voluntad,
disipando las visiones antes de que ellas pudieran llevarse su aliento.
La mano de Toshi estaba cuidadosamente colocada sobre su hombro.
El toque cálido del hombre ahuyentó el residuo de las visiones. John
intercambio una mirada con él, entendiendo la preocupación silenciosa de
Toshi. Antes de que pudiera responder el teléfono sonó con un sonido
sordo.

Toshi recuperó su teléfono celular del bolsillo de su chaqueta.


—Genjin.
—Toshi, es tu tío. ¿Podemos hablar?
—Tío Musashi, ¡hola! Estoy terminando en la morgue. ¿Puedo llamarte
en un rato?
—No hay apuro, Toshi. Estoy abajo en el museo y encontré algo que
podría serte de ayuda.
—Gracias, tío. Estaré por ahí en cuanto salga de aquí.

89
El Samurai Sedonia Guillone

—Muy bien. Tengo una cita con un doctor y no estaré aquí, pero pide
hablar con el curador 18 , cuando me vaya le diré que vendrás por los
archivos.
—Gracias, tío. Muchas gracias.
—De nada, Toshi.
Toshi cerró su teléfono y lo resbaló hacia su bolsillo.
—Mi tío encontró algo para nosotros en el museo —le dijo a John—.
Deberíamos ir directamente allí. —Repitió brevemente la conversación a
Natsuka, quien esperaba pacientemente
John cabeceó y él y Natsuka salieron detrás de Toshi para salir de la
morgue. Mientras salían, Toshi saludó al asistente que les había abierto
los cajones. Cuando llegaron al coche, Toshi abrió la puerta y se deslizó
en el asiento de pasajeros.
—Mientras estamos en el museo —le dijo a John—, desde luego que
deberíamos intentar encontrar la exposición que viste y confirmar que las
víctimas estuvieron de hecho, allí.
—Sí. —John se recostó contra el asiento, su cara mostraba los
primeros signos de tensión, después de dos canalizaciones relativamente
suaves.
Toshi se volvió a mirar alrededor mientras Natsuka sacaba el coche
del estacionamiento. No podía ignorar la preocupación que bordeaba su
conciencia. Un poco debido quizás a la preocupación que sentía por el
bienestar de John. John acababa de decirle la noche anterior que había
necesitado atención médica debido al modo en que estas visiones

18
El curador de arte es un profesional capacitado en el conjunto de saberes que posibilitan entre
otros la exposición, valuación, manejo, preservación y administración de bienes artísticos. Requiere
una formación principalmente en Historia del Arte, Filosofía y Estética. Pueden trabajar en galerías de
arte, museos, fundaciones. Actuando generalmente en lo artísticos, pero también participando en
labores de administración y conducción, sin dejar de lado la elaboración de estudios y la
investigación. (N.T. gracias a mi amiga Wikipedia)

90
El Samurai Sedonia Guillone

rasgaban sobre él. El número de visiones que había tenido desde que
había llegado a Tokio no podía ser sano para él.
Natsuka giró en una esquina, siguiendo la dirección del Museo de
Edo-Tokio. Pensar en que tipo de documento había encontrado su tío era
la segunda preocupación de Toshi. Era algo irónico que el mismo día en
que le pidió a su tío que buscara los archivos del museo, las visiones de
John le mostraran que el asesino había acechado a sus víctimas mientras
visitaban el museo. El detective en él estaba acostumbrado a pensar de
cada uno, como un posible sospechoso. Y ahora su tío, por el solo hecho
de relacionarse con el museo, podía tranquilamente caer en esa categoría.
Si Musashi Genjin hubiera estado en el museo al mismo tiempo que las
víctimas, Toshi tendrían que hacerle algunas preguntas. Y John tendría
que tocarlo para una impresión psíquica. La mera posibilidad pesaba sobre
su corazón como un plomo.
—Toshi.
Toshi giró ante la suave voz de tenor de John. Los grandes ojos
azules de John lo miraban, irradiando compasión.
—¿Sí?
—Tengo que tomar impresiones de cada una de las personas que
haya de algún modo estado conectada con todas las víctimas. No habrá
sospechosos hasta entonces.
Toshi cabeceó, oyendo la compasión en las palabras de John.
—Gracias. —Él se dio vuelta, fijando su mirada sobre el camino. Ese
momento de bondad sólo alimentó sus sentimientos crecientes por el
hombre de atrás. Las palabras que le había dicho a John la noche anterior
se elevaron otra vez en su mente. Te amo. Las aplastó hacia abajo. Sabía
que John sabría lo que él pensaba. La conexión entre ellos en el momento
anterior, le hizo sospechar que John podía leer su mente tanto como su
corazón.

91
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 9
Musashi Provincia, Edo, 1847

—¿Para quién haces esa espada, Koto?


El cuerpo de Naomasa se puso rígido donde estaba parado sobre su
forja, sus pinzas a medio camino del fuego. La concentración que había
alcanzado después de su rezo antes de empezar a trabajar se rompió por
la presencia del monje y él no sería capaz de volver a su trabajo con
Shingen a su izquierda. Despacio, puso abajo sus pinzas y se dio vuelta
para afrontarle.
El monje guerrero estaba de pie en la entrada, mirando a Naomasa.
El cuerpo musculoso de Shingen, era evidente hasta bajo sus ropas, el
cuerpo traidor de Naomasa latía con una mezcla potente de miedo y
excitación.
La mirada de Shingen recorrió el cuerpo de Naomasa, haciéndole
vívidamente consciente de que estaba parado delante de otro hombre con
sólo su taparrabo. El deseo vidrió los ojos de Shingen, reflejando el mismo
anhelo no correspondido que Naomasa sentía por su amado samurai,
Akira. El hermoso hombre para quien hacía la espada por la que el monje
había preguntado.
Shingen dio varios pasos cerrando la distancia entre él y Naomasa.
—No me has contestado —dijo Shingen. Las llamas de la forja se
reflejaban en sus grandes y oscuros ojos, haciéndolo parecer como de
otro mundo—. ¿Para quién haces esa espada? ¿Para un samurai o para un
monje-guerrero? —Shingen se paró directamente delante de Naomasa.
Puro poder masculino se irradiaba de él. Su piel lisa brillaba bajo la luz de
la forja, y su pelo, estrechamente cortado al ras, acentuaba sus pómulos

92
El Samurai Sedonia Guillone

altos y sus labios llenos. De algún modo él era físicamente hermoso, como
Akira.
Dentro de su taparrabo Naomasa sintió su ingle apretarse con los
principios de una erección. Tanto como él amaba a Akira, deseaba de la
misma manera al otro potentemente seductor.
—El yamabushi 19 ya tiene su espada, —refunfuñó él—. Tú no me
necesitas.
Shingen se inclinó más cerca de él, sus ojos brillaban. De un modo
muy significativo el monje guerrero era muy diferente a Akira. Cuando
Akira rezaba en el templo, él se doblaba sólo ante Buda. Akira no
practicaba mantras 20 y mudras 21 para ganar poderes espirituales, como
Shingen lo hacía.
—¿Por qué, Koto, pasas tu vida añorando a alguien que nunca te
amará? Él nunca apreciará tu hermoso trabajo como yo lo hago. Haz esa
espada para mí.
La cara de Shingen estaba tan cerca que el aliento del yamabush
tocaba calurosamente la mejilla de Naomasa.
—Eres demasiado magnífico para perderte, Koto. —Continuó Shingen,
su voz lisa bajó a un tono enronquecido.
Contra su voluntad, la erección de Naomasa creció, apretando contra
su taparrabo. Su respiración se hizo más profunda y pudo ver por el

19
Yamabushi literalmente "guerrero de la montaña", se refiere habitualmente a los monjes ascetas y
guerreros japoneses que seguían el Shugendo, una búsqueda de las energías espirituales, místicas o
sobrenaturales obtenidas a través del ascetismo, llevando una vida solitaria en la montaña, aunque
asociados a determinados templos. Participaron ocasionalmente en batallas y escaramuzas junto a
los samuráis y los sohei.
20
Se llama mantra a una oración corta (estribillo) hindú y budista que se repite muchas veces.
Existen mantras para casi todo: para alejar los malos pensamientos, relajarse, prepararse para el
trabajo, realizar deportes, aumentar el amor, etc. La palabra mantra proviene de las raíces sánscritas
"manas" cuyo significado es mente y "tra" que significa liberar; por tanto, el mantra es un método de
protección de la mente. El mantra más famoso, gracias al cine, es el conocido om mani padme hum.
Se traduce: ‘¡Oh, joya en el loto!’, siendo originalmente el célebre mantra om, símbolo sonoro
correspondiente al Brahman, aunque tal mantra pasó a ser parte de una célebre frase budista.
21
En el marco del budismo y el hinduismo, un mudrā es un gesto sagrado hecho generalmente con
las manos. (¿Recuerdas querida lectora la unión de los dedos índice y pulgar, mientras los dedos
corazón, anular y meñique acompañan esperando? Si lo haces ya tienes tu mudra. (N.T.)

93
El Samurai Sedonia Guillone

parpadeo en los ojos de Shingen que el monje era consciente del efecto
que tenía sobre él.
—Amo mirarte. —La voz de Shingen ahora lo acariciaba y Naomasa
comenzó a sentirse embriagado, como si hubiera bebido demasiado. Su
cuerpo se relajó y se preguntó si este deseo era verdadero o si Shingen
usaba sus poderes para seducirlo. No, es que importara. Él y Shingen
habían sido amigos desde niños y ya como jóvenes el deseo de Shingen
por él había sido obvio.
Shingen extendió la mano y rozó con sus dedos, a través de la mejilla
de Naomasa, las gotitas crecientes de transpiración. Trayendo sus dedos a
sus propios labios, él pasó su lengua a través de ellos.
—Mmm, hasta tu sudor es delicioso. —Él extendió la mano otra vez,
con cuidado tomando por detrás el cuello de Naomasa. El brillo agresivo
en los ojos del monje se ablandó, adquiriendo una mirada suplicante. —
Entrégateme, solo una vez.
Naomasa se sintió debilitar bajo el toque de Shingen y su súplica.
Nunca antes su compañero de la niñez había bajado su orgulloso escudo
ante nadie. Él lo hacía ahora, probablemente sabiendo que era una
estratagema que podría funcionar. Naomasa cabeceó ligeramente, pero lo
suficiente como para que Shingen advirtiera su aceptación.
—No estoy limpio —murmuró él—. He estado trabajando.
—No me importa. —Los ojos de Shingen se habían ensanchado, el
deseo ahora se quemaba en sus profundidades. Él tomó la mano de
Naomasa y le condujo a la esquina del edificio, detrás de la forja, bien
lejos de la vista de los transeúntes. Él recogió el tatami en el que
Naomasa solía sentarse durante sus comidas y extenderlo en los tablones
de madera del piso. Entonces él se levantó, mirando fijamente en
Naomasa con la expresión impaciente de un niño con un juguete nuevo.
La erección de Naomasa tensaba el frente de su taparrabo y él vio la
mirada de su amigo bajar hacia él. Naomasa tiró el lazo del paño.

94
El Samurai Sedonia Guillone

—Detente —dijo Shingen—. Déjame hacer esto. —El monje atravesó


el tatami y estuvo de pie ante él. Él levantó sus manos al pecho de
Naomasa, presionando sus palmas ligeramente sobre los músculos.
Shingen exhaló un aliento suave, sus ojos se llenaron de apreciación.
—Cada centímetro tuyo es tan hermoso como arrogante. —Él
respiró—. Quizás más —. Sus dedos patinaron debajo el pecho de
Naomasa, sus callos ligeramente rozaban los pezones.
El toque se sentía bien, como un calor helado que encendía su
cuerpo. Los ojos de Naomasa revolotearon cerrándose mientras los dedos
de Shingen se deslizaron hacia abajo por los músculos tensos de su
estómago y más abajo hasta que alcanzaron el lazo del taparrabo de
Naomasa.
Shingen se apoyó más cerca, sus labios prácticamente comieron a
Naomasa.
—Koto —le susurró después de decir su nombre rozando con sus
labios el labio inferior contra Naomasa.
Los ojos de Naomasa se cerraron. El olor de Shingen, la especia
embriagadora del incienso quemándose en el templo, lo invadió. Shingen
lo besó otra vez, la punta de su lengua recorrió sus labios. El toque ligero
envió un temblor agradable por el cuerpo de Naomasa. Habían pasado
varios años desde que él había estado con alguien y su necesidad se
levantó, burbujeante y caliente. Antes de que comprendiera lo que hacía,
se levantó y pasó sus dedos ligeramente por los pómulos agudos de las
mejillas suavemente afeitadas de Shingen.
Los ojos de Shingen se ensancharon y sus labios se separaron. Una
miríada de sensaciones pasó por ellos, y el afecto no era el más pequeño.
La mano de Shingen se alejó del taparrabo de Naomasa, sus brazos
fuertes lo abrazaron, impulsándolo hacia abajo en su trasero sobre el
tatami.

95
El Samurai Sedonia Guillone

—Sabía que sentías algo para mí —murmuró Shingen, cubriendo con


su cuerpo musculoso la mitad de Naomasa. Con una rodilla Shingen
presionó sobre las piernas de Naomasa apartándolas y puso su pierna
entre ellas, entre los músculos de sus muslos, la erección de Naomasa
apremiaba entre las suaves capas del taparrabo.
Shingen inclinó sus labios sobre Naomasa, engatusándolos a abrirse
con golpes de su lengua.
Naomasa dejó entrar a Shingen, incapaz de oponerse al macho
poderoso que lo envolvía. Shingen siempre había sido el dominante en su
amistad, doblando a Naomasa a su voluntad, consiguiendo que participara
en todas sus travesuras de niño y exploraciones. Shingen tiró el lazo del
tupé 22 de Naomasa, permitiendo que su pelo fluyera. El monje tamizó sus
dedos por la longitud de cabellera, gimiendo en la boca de Naomasa,
moliendo sus erecciones juntas.
Incluso a través del taparrabo los movimientos diminutos enviaron un
embriagador placer por el cuerpo de Naomasa. Sus manos rodaron bajo la
ropa de Shingen, buscando la carne, caliente, suave y tensa sobre los
músculos del guerrero. Cada quejido diminuto, aumentaba su deseo hasta
que emparejó el ritmo de Shingen moliéndose contra él.
Shingen se separó de su beso y recorrió con la punta de su lengua la
mandíbula de Naomasa y más abajo por su cuello, mientras sus manos se
ocupaban en abrir el taparrabo. El monje aflojó las capas del paño lo
suficiente como para resbalar una mano dentro, sus dedos buscaron hasta
que encontraron la erección de Naomasa.
Naomasa gimió ante el contacto erótico que hacía tanto tiempo no
sentía. Él levantó sus caderas, empujando su polla más profundamente en
la mano de Shingen, silenciosamente pidiendo ser acariciada. Los dedos
obviamente expertos de Shingen sabían como masajear el eje, debilitando

22
Si bien se piensa que el mejor tupé del mundo era el de Elvis Presley, hablo de su cabello parado
hacia arriba y gran jopo, en Japón tenemos la famosa cola de caballo, y eso es lo que Shingen suelta
en Naomasa. (N.T.)

96
El Samurai Sedonia Guillone

a Naomasa debajo de él, haciendo que su cuerpo se pusiera flexible y


alistándolo. Las yemas de los dedos de Shingen evitaban la hinchada
cabeza de la polla de Naomasa y jugueteaba en las zonas aledañas,
recorriendo el saco, al que apretó ligeramente, como si los amasara en
una presión que iba creciendo, hasta que Naomasa agarró la espalda de
Shingen y movió sus caderas desordenadamente, gimiendo y gimoteando.
Naomasa resbaló sus manos debajo la ropa de Shingen y agarró las
capas de su propio taparrabo, que impedían el contacto directo de sus
cuerpos. Desesperadamente trabajaba para abrir el taparrabo y empujarlo
aparte.
Shingen se sentó y miró a Naomasa bajo sus ojos semi entornados,
sus oscuros ojos brillaban con la luz de la forja. Sin hablar se quitó las
capas de su ropa, dejando su magnífico cuerpo a la vista de Naomasa. La
luz de la forja ponía un suave brillo sobre los músculos suavemente
esculpidos de sus hombros, brazos y pecho. En un rápido movimiento él
bajó su cuerpo hacia Naomasa y lo besó otra vez, una mano acaricia su
musuko 23 con fuerza y pulsante. Una gotita de semen caía desde la
diminuta apertura.
Shingen se deslizó hacia abajo y dobló su cabeza, lamiendo la gotita
con un golpe de su lengua.
Naomasa gimió, una mano avanzó por su columna hasta tomar con
fuerza el cuello de Shingen y suavemente lo impulsó más. Shingen lo
buscó, sus labios llenos separados, sus ojos irradiaban esperanza.
—Haré lo que desees, Koto —le susurró—. ¿Quieres que yo te
pruebe?
Naomasa cabeceó, incapaz de hablar, su aliento era un jadeo
apretado.

23
UMMM!!!! La definición de esta palabra en japonés insólitamente significa hijo. Esta traductora
desconcertada supone que es un eufemismo o alguna metáfora, pero lo averiguaremos. Sigue atenta
a los pie de pagina, (jajaja N.T.)

97
El Samurai Sedonia Guillone

Shingen bajó su cara hacia el duro miembro de Naomasa y deslizó


sus labios sobre él, envainando la longitud entera dentro de su boca. Él
apretó sus labios y lengua a su alrededor y chupó, su boca apretaba como
una vaina caliente de placer.
Naomasa se hundió abajo sobre el tatami, sus ojos desenfocados, su
mirada subió sin ver hacia las vigas oscuras del pequeño edificio. El placer
embriagador de su shakuhachi 24 lo dejó sin fuerza para hacer nada más
que sentirlo, la presión se construía profundamente en su ingle. Él inclinó
su mirada hacia abajo, mirando al oscuro Shingen, la cabeza se movía en
un perfecto ritmo sincronizado con la fuerza de sus chupadas, toda su
conciencia estaba en lo que le hacía. Una mano con cuidado exprimió el
saco de Naomasa en un ritmo pulsante hasta que Naomasa no pudo
contener su liberación.
Él apretó sus ojos cerrados con la fuerza de su orgasmo. Shingen no
lo liberó, sus manos masajeaban su eje, su garganta tragó su semen
hasta que Naomasa quedó vacío.
Shingen lo liberó y alzó la vista. El semen de Naomasa brillaba sobre
sus labios. Shingen metió la mano bajo su ropa y sacó un pequeño frasco.
Cuando él retiró el tapón, el olor de hierbas se dispersó en el aire, para
mezclarse con el olor de su sudor y su almizcle. Shingen vertió el aceite
en su palma y lo alisó sobre la longitud de su propia erección. Shingen
dejó la botella a un costado y recostó su cuerpo entre las piernas de
Naomasa, buscando su ano con los dedos engrasados.
Naomasa retiró sus piernas, gimiendo cuando Shingen encontró su
apretado agujero y extendió el aceite sobre la piel fruncida. Shingen retiró
su mano y empujó sus caderas hacia adelante, empujando la cabeza de su
musuko 25 dentro. Él empujó con pequeños movimientos, obligando a

24
Sip evidentemente hablamos de su polla, esta palabra shakuhachi en japonés significa “flauta
dulce” Muy apropiado ¿No creen?
25
¿No somos listas? Confirmado, musuko a pesar del diccionario significa pene. (N.T)

98
El Samurai Sedonia Guillone

Naomasa a abrirse, los músculos de los brazos de Shingen se abultaban


con sus movimientos.
Shingen gimió y bajó sobre sus codos. Él tomó la boca de Naomasa
en un beso hambriento mientras le daba un último empuje, envainándose
profundamente dentro del canal apretado de Naomasa. Él se empujaba al
principio, muy lentamente, en golpes largos, pero luego fue tomando
velocidad, montándolo más duro, su boca nunca dejó la de Naomasa.
Naomasa agarró las caderas de Shingen, tirándolo más profundo
dentro de él, tan profundo como podía llegar, empujándose contra él,
llevándolo rápidamente a su clímax. Shingen retiró sus labios de su beso,
inclinando su cabeza hacia atrás, gritó sofocadamente. Naomasa sintió la
semilla caliente de Shingen llenándolo, pulsando dentro de él, luego el
monje se derrumbó, el enorme cuerpo cubrió a Naomasa completamente,
su aliento pulsaba en el oído de Naomasa.
Naomasa sostenía a Shingen y miraba hacia las vigas, su mente era
una nebulosa, su cuerpo completamente relajado.
—Siga adelante, Koto —respiró Shingen cerca de su oído—. Haz tu
espada para el arrogante. Esto es más importante. Eres mío. Por siempre.

Tokio, en la actualidad

El estómago de John se apretó mientras seguía los pasos de Toshi


sobre el pavimento de hormigón del Museo ultra-moderno. Un largo
puente de madera, a la entrada, conducía a la parte principal del museo.
John reconoció la estructura como una réplica de los puentes del Japón

99
El Samurai Sedonia Guillone

histórico. Hasta hoy, nunca había comprendido como su pasión por las
clásicas películas de samurai de los 50 y 60 algún día podrían servirle en
su trabajo.
Toshi se giró hacia él.
—La decisión depende de ti —le dijo Toshi en un tono tranquilo—
miramos los archivos primero o ¿vamos a la exposición permanente y
vemos si es lo que viste?
John reflexionó, sintiendo la tranquila energía de Natsuka cerca. Esta
era una decisión extraña para hacer, pero presentía que confirmar la
posición de las víctimas serviría a Toshi mucho más eficazmente en la
investigación que comprobar los archivos.
—Miremos la exposición primero —le contestó.
Toshi cabeceó y comenzó a conducirlos a él y Natsuka sobre el
puente.
—Lo que describiste, podría encontrarse en la zona de Edo en la
exposición. —Toshi explicaba mientras ascendían por la curva del puente.
Cuando alcanzaron el final del puente y entraron a la exposición, John
concentró su atención momentáneamente capturada por las réplicas
asombrosas del Japón de siglos anteriores. El área a un lado del puente
había sido convertida en un río, que mostraba a su largo y ancho del
muelle ocupado, el arte de navegación alcanzado en miniatura. Más allá
se encontraban pequeñas réplicas de edificios de gobierno, coches
arrastrados por caballos, puestos de mercado y casas.
La atención al detalle en cada período y la artesanía eran asombrosos
y te transportaba a la era pre-moderna. Durante un misterioso segundo
John sintió la presencia fantasmal de la gente de esas épocas, sobre todo
de los samuráis cuyas habilidades y armamentos habían ayudado a
construir y proteger las escenas de industria y residencias retratadas en
las réplicas. Los samuráis habían gobernado, contribuido a las artes, y
legado sus códigos de amor y honor a la identidad de su país.

100
El Samurai Sedonia Guillone

Agregado al remolino de susurros colectivos fantasmales dentro de él


John sintió la presencia de Kenji profundamente en su alma, el sufrimiento
del hombre y el deseo que llameaba dentro de él suplicándole. John supo
entonces, sin ninguna duda, y de algún modo, que sus visiones de Kenji y
Akira estaban directamente conectadas a los asesinatos. La única
pregunta era cómo.
En la primera parte de la exposición las réplicas no eran familiares a
sus visiones. Él permaneció cerca de Toshi, esperanzado en apretar tan
estrechamente a su amante como pudiera. La energía de Toshi era la
única cosa que ayudaba a disipar las energías de los otros visitantes en el
museo, afortunadamente pocos a esta hora en un día laborable.
Ellos bajaron por las escaleras hacia un quinto subsuelo. Una frialdad
repentina recorrió la espina de John cuando vio ese sector de exposición,
era de un modo misterioso extrañamente familiar había atormentado sus
sueños frecuentemente. Los latidos de su corazón aumentaron cuando se
adentraron más profundo en aquella parte de la exposición. Parando
delante de una réplica de una casa, John miró fijamente, dejando resurgir
los recuerdos. A su lado, Toshi y Natsuka se detuvieron, con respeto,
dándole el silencio que necesitaba para hacer su trabajo.
La escena en un cuarto de la casa era de una familia después del
nacimiento de un niño. El bebé había sido colocado sobre un tatami,
cubierto por una manta, mientras una mujer más vieja bañaba el infante
en una tina de madera en el centro del pequeño cuarto. El marido, vestido
con un kimono azul y oro, tenía su frente afeitada, su pelo envuelto en un
tupé, mientras un muchachito, vestido de modo similar a su padre, se
arrodillaba al pie de la cama, mirando a su madre recuperarse tras el
parto.
El aliento de John se detuvo. Ésta era la escena que él había visto en
la mirada de las víctimas. Su asesino los había observado mientras ellos
veían esta escena. La energía de los amantes secretos que miraban el

101
El Samurai Sedonia Guillone

objeto expuesto y una oscura energía coléricamente apasionada del


asesino que los acechaba, se elevó sobre John, amenazándolo con
ahogarlo.
Él se obligó a alejarse antes de que las visiones lo agarraran y
examinó los ojos de Toshi. Los fondos marrones oscuros, en forma de
almendra lo consolaron inmediatamente. John cabeceó.
—Éste es el lugar que vi —le dijo en un susurro.
Toshi cabeceó, un gesto solemne. El peso colocado profundamente en
el corazón de su nuevo amante era tan fuerte en John como si fuera
propio.
John no tenía que ser un detective para entender que su afirmación
implicaba que había alguien asociado a los crímenes en el museo. Este
caso obviamente era muy cercano a Toshi.
—Lo siento, Toshi —le murmuró.
—No tienes nada que sentir. —Toshi giró hacia Natsuka y le habló en
el japonés, al parecer dándole a algún tipo de la instrucción.
Probablemente, John adivinó, comenzar a averiguar sobre el personal del
museo.
—Hai —Natsuka se inclinó para comenzar a subir las escaleras.
—¿Toshi, estás bien? —John se resistió al apremiante impulso de
alcanzar a Toshi y abrazarlo allí en el medio de un lugar público.
Toshi soltó un profundo suspiro.
—Nunca me siento bien —le dijo suavemente—. Anoche fue la
primera vez en mucho tiempo que me sentí bien.
La confesión, sorprendente en ese momento y lugar, derritió a John.
Él miró fijamente a Toshi durante un largo rato. Una sensación se movió
por él, similar a la que había experimentado cuando Kenji había
compartido su cuerpo con él. Sólo que esta vez era muy fuerte, el
movimiento estaba en su corazón. La intensidad lo sacudió en un lugar
más allá de lo que nadie alguna vez hubiera alcanzado cuando canalizaba

102
El Samurai Sedonia Guillone

las impresiones. Él lo había experimentado antes, sólo que no con esta


fuerza. Él supo inmediatamente que era.
Él acababa de enamorarse.
—Salgamos de aquí.
Toshi lo miró, las profundidades líquidas de sus ojos emanaban
tristeza.
—Vamos —le dijo suavemente— Bajemos a los archivos.
John cabeceó y siguió a Toshi por delante de la exposición.
Ellos casi habían alcanzado la oficina del conservador cuando el
celular de Toshi sonó en su bolsillo. La ID en el teléfono le mostró que era
Keiko. Su estómago se sacudió. Ella nunca lo llamaba durante el día. Él
puso el teléfono en su oído.
—¿Keiko, estás bien?
Un pequeño quejido encontró sus oídos. Demasiadas veces había oído
como se siente el miedo para no reconocerlo. No era fácil intimidar a
Keiko. Algo malo había sucedido.
—¿Toshi, podrías venir a mi departamento?
—Desde luego—. Él ya estaba sobre sus pies. John lo miraba,
obviamente entendiendo que algo urgente pasaba, y se elevó también. —
¿Qué pasó?
—Alguien… estuvo… aquí… yo vi… estaba en mi departamento. Por lo
general no regreso a casa a esta hora, pero no me he sentido bien esta
mañana y me vine del trabajo.
La sangre de Toshi se congeló.
—¿Te hizo daño?
—No. Pero él es… maligno.
Toshi hizo un gesto a John y cruzó de una zancada el cuarto, John iba
detrás, muy cerca de él.
—¿Keiko? Sal de ahí y ve a tu vecina. Estaré allí en cuanto pueda.
— Hai, Toshi. —le contestó.

103
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi presionó unos botones y llamó a Natsuka con su celular,


pidiéndole que traiga el coche porque tenían una emergencia.
John siguió a Toshi hacia el elevador del edificio en el que Keiko vivía.
Como la residencia de Toshi, el lugar era en extremo moderno con líneas
limpias, lisas y muchos adornos de acero inoxidable y ventanas.
En el vestíbulo, Toshi golpeó sobre una de las puertas.
—Keiko esta aquí, con su vecina —le dijo a John.
En esos momentos una mujer anciana abrió la puerta, su frente
plegada de preocupación. Después de un saludo, la mujer se movió a un
costado para dar el lugar a una mujer más joven. Su pelo era lacio y con
un corte de moda. Keiko era una mujer hermosa con una piel impecable.
Aunque sus ojos oscuros parecían asustados. Su mirada cautelosa se
dirigió hacia John y luego a Toshi, mirándolo. Ella estaba de pie, mirando
fijamente a Toshi mientras él se acercaba.
John se quedó atrás con la anciana, silenciosamente escuchando la
conversación entre Toshi y su novia. Y a pesar de los tonos urgentes, y
firmes con los que Keiko le hablaba, no se observaba en ellos ningún
afecto, John no pudo evitar al monstruo de los celos anidar en sus
entrañas hasta que le dolió. Esta mujer, como se suponía, se casaría con
Toshi.
John miró Toshi, su cabello caía alrededor de su cara mientras
escuchaba a Keiko, su cabeza se dobló, su frente se arrugaba con
ansiedad. Al parecer algo había pasado que la había asustado. Toshi la
escuchó atentamente antes de presentar a Keiko, a John. Después de un
largo momento Toshi cabeceó y le hizo señas a John para que se acercara.
Los latidos del corazón de John se aceleraron cuando se acercó a
Toshi y su novia. La joven era una cabeza más baja que él y lo miraba con
una curiosa mezcla de extraña curiosidad y residuos de miedo.
—John, ella es Keiko Hatari. Keiko, John Holmes.

104
El Samurai Sedonia Guillone

John tuvo que recordarse que no era momento para calificaciones


como “mi novia” o “ mi amante”. Darse cuenta fue de alguna manera un
calmante para el monstruo de ojos verdes que mordían su interior.
John ofreció su mano. Lo mejor era entrar en contacto con la mujer y
sentir su esencia.
—Encantada de conocerle, señorita Hatari.
Keiko aceptó su apretón de manos.
—Lo mismo digo, señor Holmes.
—Llámeme John.
Su cara apenada no se relajó, aunque lo reconoció con una cabeceada
leve. Al parecer ella también hablaba inglés.
Su mano pequeña, fría, descansó en la suya. Él echó un vistazo a
Toshi, quien lo miró con una evidente angustia reflejada en sus ojos
oscuros. John se volvió hacia Keiko y esperó. La energía de Keiko era
suave, aunque transmitía miedo. El amor quemaba en su corazón, aunque
no era para Toshi.
De una manera bastante extraña John no rechazó su toque. Como lo
había sentido con Toshi, sentía el anhelo de Keiko. La imagen de un
hombre, de su edad y de la de Toshi, se elevó en su mente. El hombre
que Keiko amaba.
Una energía oscura se coció a fuego lento sobre los bordes de la
conciencia de John. John lo reconoció inmediatamente. El asesino. En
verdad, había estado cerca de Keiko y había dejado residuos de su psique
en el suyo.
John liberó su mano.
—Keiko me dijo que mientras ella se vestía para ir a trabajar, se
sentó para maquillarse y vio a un hombre reflejado en su espejo —dijo
Toshi—. Ella gritó y luego él desapareció.
El pulso de John revoloteó. Él miró a Keiko.
—¿Consiguió verlo bien?

105
El Samurai Sedonia Guillone

Ella sacudió su cabeza.


—No muy bien. La mitad de su cara estaba en sombras. La mitad que
pude ver se veía tan enojada. Y parecía… un samurai, le dije a Toshiro que
nunca lo oí entrar. Grité con tanta fuerza que no lo oí marcharse.
—¿Te hizo daño? —le preguntó Toshi, su voz denotaba honda
preocupación.
—No, Toshiro. Parecía que deseaba hacerlo, pero no.
—Señorita Hatari —le dijo John suavemente—, tenemos que entrar en
su departamento. —Él miró a Toshi, sabiendo que el otro hombre lo
comprendería.
Toshi se giró hacia Keiko.
—¿Deseas quedarte aquí?
Ella cabeceó.
La anciana se acercó a Keiko y la llevó hacia un sofá mientras John
seguía a Toshi del departamento hasta el vestíbulo. Natsuka estaba en el
vestíbulo y Toshi le habló brevemente, después el hombre más viejo entró
en el departamento de la vecina. Toshi al parecer le había pedido que
protegiera a Keiko.
Toshi caminó hasta el siguiente departamento y se apoyó en la
puerta. Él buscó con su mano en su chaqueta. John miró resbalar un arma
de la pistolera de Toshi, sostenerla, y luego empujar la puerta abierta,
apuntando con ella mientras entraba. Miró a ambos lados y luego entró.
John lo siguió hacia dentro del departamento, amueblado en blanco,
con pisos de mármol y una pared de ventanales, como el apartamento de
Toshi, que dejaba ver el río lejano en el horizonte. Todos los muebles eran
de cuero y vidrio.
Toshi mantenía su arma apuntada, mirando todo a su alrededor
mientras entraba cautelosamente al departamento. John se quedó cerca,
detrás de él, su corazón palpitaba con fuerza. La presencia del asesino era
fuerte, dominante, como si fueran vapores nocivos. Una fuerte energía se

106
El Samurai Sedonia Guillone

percibía en el departamento, parecía como si el intruso no hubiera dejado


el departamento con los gritos de Keiko.
Moviéndose hacia atrás dentro del apartamento, Toshi se acercó a
una puerta entreabierta y la tocó apoyándose con cuidado. Con su arma
delante de él, él echó una ojeada adentró. La garganta de John se apretó
de repente. Un aumento de la furiosa energía apretó su pecho. Él luchó
por recuperarse. No era tiempo para desmayarse, Toshi lo necesitaba en
su lucha.
Despacio, Toshi empujó la puerta con su zapato, revelando un
dormitorio. La cama, enorme, tenía un cubrecama blanco como de cuero,
muy bien hecho. El cuarto no mostraba ninguna evidencia de intrusos.
John suspiró, luchando contra la invasión de la energía. La sensación se
parecía a inhalar gas venenoso.
Toshi blandió su arma y entró, apuntando en todas las direcciones, en
un movimiento ondeante. El cuarto parecía vacío. Los dos sitios donde
alguien podría ocultarse eran el cuarto de baño y el vestidor, del tamaño
de un gran armario. John miró el avance de Toshi hacia el armario, cuya
puerta estaba entornada. Dio un paso dentro del cuartito, usando el
marco de la puerta como apoyo.
El armario estaba iluminado, como el cuarto de baño. Toshi se acercó
a John y bajó su arma.
—Aquí no hay nadie.
La energía se arremolinaba cerca, la misma fuerza potente que John
había experimentado en el cuarto del hotel, sólo que esta vez, había una
crudeza dentro de esta fuerza que él no había sentido antes. Él sacudió su
cabeza.
—No —susurró—. Aquí hay alguien.
Los ojos de Toshi se ensancharon durante un segundo, para
estrecharse en el siguiente. Él extendió la mano y puso su mano sobre el
hombro de John. Su toque disipó una pequeña cantidad de energía, pero

107
El Samurai Sedonia Guillone

no la suficiente, era como intentar conseguir libertad bajo fianza, un barco


que se hundía como una taza de té.
—¿Qué sientes? —preguntó Toshi.
—A él.
Toshi cabeceó. Él liberó el hombro de John y moviéndose lentamente,
volvió a encañonar su arma, preparándose para disparar. Con obvia
precaución, Toshi siguió su camino haciéndose hacia atrás por el pequeño
vestíbulo en la sala de estar. John le seguía por detrás muy cerca. Él único
otro cuarto que John podría ver era la cocina. Toshi la señaló con su arma
y comenzó a moverse despacio en aquella dirección.
Un sonido explosivo y repentino zumbó en el oído izquierdo de John.
Su cuerpo se echó hacia la derecha como si hubiera sido golpeado. Las
hojas de un ficus, en una maceta cerca de los ventanales de vidrió en el
balcón, crujieron como si una brisa hubiera pasado por el cuarto.
Toshi se movió alrededor, buscando la fuente del movimiento. Eso
pasó por John otra vez, empujándolo al piso como si un ciclón lo hubiera
elevado. John cayó sobre sus manos y rodillas.
—¡John! —Gritó Toshi. Un segundo después estaba arrodillándose a
su lado.
—Estoy bien—. La fuerza lo golpeó otra vez, sólo que esta vez era
demasiado, John lo sintió entrar en su cuerpo, como un vapor malévolo,
invadiendo sus sentidos era un hombre y estaba furioso. Cruelmente
furioso. John casi vomitó por la sensación reflejada en sus entrañas. Eso
se movía dentro de él, empujándolo al piso sobre su espalda.
—¡Naomasa! —John se oyó decir con una voz que no era la suya. —
¡Naomasa! ¡Ai shite imasu! 26 —Debilitado por la neblina de dolor y la
tensión, John oyó las palabras que había dicho la noche anterior en la

26
El clásico “I love you” en inglés y nuestro más cercano “Te amo”. (N.T. ayudada por un foro de
traductores de japonés- inglés en la red. Gracias a Dios hay de todo por aquí).

108
El Samurai Sedonia Guillone

ducha. Sin embargo, profundamente en su conciencia, él sabía que no era


Kenji quien hablaba.
En otro ramalazo de fuerza, la presencia vertida en su cuerpo,
abandonó a John dejándolo muy mal. Se dio vueltas, tosiendo y
ahogándose, sintiendo como la energía retrocedía. Cuando su ataque de
tos pasó, aún sentía la presencia del asesino.
John se puso sobre su espalda. Sobre él se cernía la cara de Toshi,
como siempre muy preocupada. Toshi dejó su arma y extendió la mano
hacia John, ayudándolo a sentarse.
—John, ¡eh! —Él sostuvo a John en sus brazos, frotando su espalda
en círculos apacibles por sobre su chaqueta.
John jadeó pesadamente, sucumbiendo a las tranquilizadoras caricias
de Toshi. Nada ayudaba a dejarlo tranquilo y calmarlo como Toshi. Todos
esos años, todos esos casos con los que él se había enfrentado solo, se
marchaban después de cada día de visiones y canalizaciones sólo en la
oscuridad de un cuarto de hotel después de mucho dolor. El hombre que
lo sostenía ahora le ofrecía un amor que lo curaba, algo que había ansiado
durante mucho tiempo.
Cuando su respiración regresó a un ritmo normal, John cerró sus
ojos, todavía descansando contra Toshi. Su amante parecía comprender lo
que necesitaba y en silencio acariciaba su mejilla con sus dedos sensibles.
Cada caricia lo calmaba y lo alejaba de la furibunda energía que lo había
tomado. Después de unos momentos fue capaz de abrir sus ojos.
—Toshi —dijo con su garganta y boca secas.
Toshi lo miró.
—¿John, estás bien?
John tragó con fuerza.
—Yo… estoy bien.
Toshi lo colocó sobre la alfombra.

109
El Samurai Sedonia Guillone

—Espera. Aún no hables. Necesitas una bebida —. Él se levantó y casi


salió corriendo a lo que debía ser la cocina y John oyó el sonido del agua
corriendo. Toshi volvió con un vaso y se arrodilló otra vez, ayudando a
John a tomar un sorbo como lo había hecho la noche anterior. —Espera
hasta que puedas hablar otra vez, John —. Sostuvo el vaso para él y tomó
varios tragos grandes. Él dejó el vaso de vidrio a un lado y miró a Toshi.
—Eso fue una… posesión.
Los labios llenos de Toshi se separaron en una obvia sorpresa. Sus
dedos se detuvieron un segundo en la mejilla de John.
—¿Posesión? ¿Cómo un espíritu?
John cabeceó.
—Escucha, sé que dije esas palabras otra vez, como anoche. Pero
este no era Kenji quien se las decía a Akira.
Una sombra cautelosa pasó a través de los ojos oscuros de Toshi.
—Decías Naomasa.
El corazón de John se sacudió.
—El nombre escrito sobre las frentes de las víctimas.
La frente de Toshi se arrugó profundamente y John sintió tensarse los
brazos de su amante mientras lo apretaba contra él.
—Sí. —Se quedó un momento en silencio— ¿Cuál es la diferencia
entre una posesión y una visión? —le preguntó finalmente.
John suspiró.
—Bien, en mi experiencia una posesión ocurre cuando el espíritu
mismo entra en un cuerpo físico y lo usa para sus propios objetivos. En
una visión, el cuerpo físico canaliza las memorias del espíritu, pero se para
allí.
Toshi le miró fijamente. La cara de John mostró su preocupación.
—¿Toshi? —La voz de John alcanzó la niebla que envolvía la mente de
Toshi.
—¿¡Um!?

110
El Samurai Sedonia Guillone

—Tendré que empezar a pedirte perdón otra vez.


—¿Por qué?
—Por tener que pedirte que creas en esta loca mierda.
Toshi suspiró.
—Tú no debes pedirme que crea. —Se pasó una mano por su pelo—.
¿Es entonces posible que lo qué Keiko viera fuese el espíritu que te
poseyó? No hay ninguna evidencia física de que alguien más hubiera
estado aquí con ella.
John cabeceó.
—Definitivamente. Lo sentí en el momento en que atravesamos el
umbral.
El corazón de Toshi se apresuró conjuntamente con sus
pensamientos. En un millón de años jamás hubiera dado crédito a cosas
de este tipo. Pero después de haber encontrado a John…
—Esto realmente explicaría la completa carencia de evidencias desde
que estos asesinatos comenzaron.
En la cultura japonesa existía una abundante mitologías de relatos de
horror y demoníacos. Incluso el tapiz que adornaba la pared de su
dormitorio había sido usado en un Noh. 27 Donde se narraba la historia de
una esposa celosa que era poseída por un espíritu demoníaco…
El corazón de Toshi dio sacudidas. Como si esta experiencia hubiera
destapado alguna obstrucción en su mente, todo lo que Toshi no había
entendido durante los últimos seis meses de repente cayeron como un
torrente en su lugar, y cada pedazo adquiría un significado
definitivamente aturdidor.
—¿Toshi, en qué piensas?

27
Noh es un estilo famoso de teatro-danza musical que se ha venido desarrollando en Japón desde
hace casi 600 años. Los actores a menudo utilizan máscaras y, a veces, bailan durante la actuación.
Las obras cuentan con muchos actores, con un personaje principal (shite) y un personaje secundario
(waki). Un coro (jiutai) ejecuta la parte vocal, y un grupo (hayashi-kata) hace el acompañamiento.
(Excelente oportunidad para aprender amigas. N.T.)

111
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi miró hacia abajo a John, su mente todavía se arremolinaba con


las respuestas que encontraban su lugar en el macabro rompecabezas que
lo había atormentado durante seis meses.
—En el kimono que mi tío me dio.
John cabeceó.
—¿El que está sobre tu pared?
—Sí. Tiene algo que ver con la posesión. Mi tío me explicó todo sobre
él. En ese momento no me preocupé. No pensé más en él. Nunca he
estado interesado en el teatro. Pero ahora…—Él pasó su mano por su pelo
otra vez, su otro brazo todavía rodeaba a John en un abrazo protector. —
El Noh era una de las atracciones principales para el samurai. La última
representación en que ese brocado fue llevado era una obra del Aoi
Matsuri 28 , sobre una mujer que estaba poseída por el espíritu de una
mujer celosa. Muchas de las obras tienen temas como este. Los espíritus
pasan de un cuerpo al otro por un tiempo para revivir experiencias
pasadas o traumas hasta que son liberados —. Las implicaciones se
precipitaban por su cabeza, haciendo que su pecho se apretase. La
adrenalina bombeaba por sus venas—. ¡Mierda santa!
John extendió la mano, suavemente agarró el brazo de Toshi.
—Mierda santa, ¿qué?
—La llave, la razón de los asesinatos. —Él examinó los ojos de John—
. ¿Esto se relaciona con el samurai verdad?
John cabeceó.
—Él asesinó a Akira y a Kenji no porque los odiara sino porque estaba
celoso de su amor.
—Porque amaba a Akira y no quería que se fuera con su amante—.
Terminó Toshi. Él dejó que la conclusión tamizara más profundo un
momento antes de hablar otra vez. —¿El espíritu que te poseyó hoy, es

28
Famoso festival que se realiza desde el siglo VII. Se caracteriza por estar acompañado de carreras
de caballos.

112
El Samurai Sedonia Guillone

posible que sea el del asesino? Sé que es demasiado, pero cuando


explicaste lo que era la posesión todo tuvo perfecto sentido. Un espíritu
podría poseer cualquier cuerpo que deseara, el más conveniente. La
persona poseída ni siquiera tendría que conocer a la víctima o ser
consciente de que cometía un asesinato. ¿Es posible?
John cabeceó otra vez.
—Es posible. Un espíritu que posee un cuerpo físico puede conseguir
que haga cualquier cosa que éste espíritu desee sin siquiera dejar un
rastro, porque no hay conexión posible entre el asesino y la víctima. —
John tragó y movió su cuerpo. Pero cayó nuevamente entre los brazos de
Toshi. —Lo siento, Toshi, estoy algo débil.
—Está bien, descansa —. Sostendría a John por siempre si de él
dependiera. Sin embargo, tenía que encontrar un modo de terminar con
las matanzas.
Sin otra palabra Toshi sacó de su bolsillo el celular y marcó el número
de teléfono de la oficina central, a la extensión del ayudante del Inspector
Hayao, quien a menudo lo ayudaba con la investigación.
Un momento después alguien levantó el tubo.
—Hayao.
—Esto es Genjin.
—Inspector, ¿en qué puedo ayudarle?
—¿Ha habido algún informe sobre suicidio conectado con el último
asesinato?
—No aún, señor Pero me pondré en contacto con usted en el
momento en que oiga algo.
—Gracias —. Cuando él colgó, marcó el número de Natsuka y le
preguntó cómo estaba Keiko.
—Ella está bien —le dijo Natsuka—. Solo sacudida.
Toshi comenzó a relatarle las cosas que él y John habían hablado y lo
que le había pasado en el apartamento.

113
El Samurai Sedonia Guillone

—Rezo para que pienses que estoy enloqueciendo —le dijo al hombre
mayor.
—Jamás pensaría eso, Toshi-san—, fue la tranquila respuesta.
Esa fue una declaración valiente de parte de Natsuka y Toshi se
preguntó por un instante si su compañero alguna vez se ponía nervioso. Él
aún tenía que verlo.
—Arigato, 29 Natsuka.
—No hay problemas, amigo.
Toshi miró hacia abajo a John.
—¿Piensas que serás capaz de levantarte pronto?
—En unos minutos. Comienzo a sentirme mejor.
Toshi cabeceó, y acercó el teléfono a su boca.
—Te necesito para que nos acerques a John y a mí a la estación y
luego llevar a Keiko a casa de sus padres y protegerla. Eres la única
persona en la que confío para vigilarla.
—Todo lo que necesita, Toshi-san 30 .
Toshi inclinó su cabeza, aun cuando Natsuka no pudiera verlo.
—Nos veremos en unos minutos.
—Muy bien—. Toshi dejó su teléfono cerrado y lo guardó en su
bolsillo. —Espero que podamos tener las respuestas que necesitamos esta
tarde —le dijo a John.
John miró hacia arriba a Toshi, su ángulo de visión acentuaba la
plenitud de los labios de Toshi. Lamentablemente, los residuos de la
energía del asesino impregnaban el departamento, causando que el
corazón de John se apretara. Sólo los brazos de Toshi rodeándolo
mantenía la energía controlada.
—Toshi —le dijo suavemente, mientras una imagen no deseada se
formaba en su mente.

29
Gracias, en japonés (N.T.)
30 ]
La desinencia “san” agregada al nombre es una manifestación de respeto por parte de quien
habla. (N.T.)

114
El Samurai Sedonia Guillone

La mano de Toshi movió a un lado el pelo de John en una caricia


apacible.
—¿ Qué pasa?
—Todas las víctimas han sido parejas que fueron destinadas a no
estar juntas como ellas deseaban.
La frente de Toshi se arrugó.
—¿Sí?
John limpió su garganta.
—Bien, en mis visiones, Naomasa los acecha, aprende cómo se
mueven y luego toma un cuerpo para matarlos. —Él hizo una pausa y
pasó su lengua a través de sus labios secos. —Tengo que preguntarte
algo.
—¿Algo?
—Sobre Keiko.
—¿Qué pasa con ella?
—¿Ella… tiene a alguien? ¿Un amante?
—Sí —. La respuesta de Toshi vino sin vacilación. —Aoki. Fuimos a la
escuela juntos. Keiko se enamoró de Aoki cuando ellos tenían dieciséis
años. Siempre quisieron estar juntos, pero los padres de Keiko se lo
prohibieron porque Aoki no es un hombre ambicioso. Él siempre quiso ser
un artista. Y solo ambiciona una carrera modesta, pero no la que sus
padres desean de su yerno.
—¿Por qué ella no desafía a sus padres?
Toshi levantó un suspiro profundo.
—Por la misma razón que yo no lo hago. Hay un cierto
condicionamiento que corre profundamente. No es fácil romperlo. Lo
mejor que alguno de nosotros pudo hacer fue ser capaz de romper
algunas reglas dentro de nuestras fronteras.
—Entonces Keiko está enamorada de alguien con el que ella
realmente no puede estar.

115
El Samurai Sedonia Guillone

John miró como el entendimiento se infundía alarmado en la hermosa


cara de Toshi.
—No. —Respiró Toshi—. No puede ser.
—No tiene que serlo —le dijo John—. No si podemos prevenirlo.
Toshi apartó su vista de él, acariciando el pelo de John. Las
almohadillas de los dedos de Toshi rozaron la frente de John, encendiendo
chispas de deseo por su cuerpo. Él se volvió en los brazos de Toshi.
Elevando una mano, John enlazó sus dedos en el pelo de ébano de Toshi y
la cabeza de Toshi se acercó. Con cuidado, tiró a Toshi hacia sí. Sus labios
se encontraron y se separaron casi simultáneamente.
John suspiró y resbaló su lengua contra Toshi, demorándose,
degustándolo como si nunca más volviera a tener otra posibilidad como
esa. La mano de Toshi resbaló bajo la mejilla de John y descansó allí, rozó
con su pulgar hacia adelante y hacia atrás a través del pómulo de John.
Nunca antes John se había sentido tan sostenido y tan completamente
deseado. Desde la primera vez que sus cuerpos se habían unido
desnudos, la noche anterior, John había esperado fervientemente que
Toshi no se casara con Keiko. Había deseado estar con Toshi cada noche y
despertarse cada mañana con él. Él había sentido eso y aún cuando Toshi
se enamorara de él, no seguiría fácilmente a su corazón. Ahora,
maldición, alguien intentaba hacer algo.
Después de varios momentos sensibles de besos, Toshi finalmente se
separó.
—Tenemos que ir a la estación —le dijo suavemente. John cabeceó. El
beso de Toshi lo había curado. Él estiró sus miembros y con los brazos de
Toshi alrededor de él, ayudándolo, él se elevó a sus pies.—¿Te sientes
bien como para andar? —le preguntó.
John dio un paso alejándose, manteniéndose unido a uno de los
brazos de Toshi.

116
El Samurai Sedonia Guillone

—Creo que sí —. Sin embargo, en vez de moverse él permaneció en


el lugar, no queriendo separarse de los brazos de él. —Toshi, esto podría
ser un mal momento para decirlo, pero tengo que hacerlo —. En caso de
no tengamos otra posibilidad. Él alzó la vista a su amante. La mera vista
de los ojos oscuros de Toshi, bajo sus espesas pestañas lo hizo débil.
Toshi lo miraba con expectación.
—¿Sí?
John suspiró.
—Estoy locamente enamorado de ti. Creo que eres mi compañero del
alma.
Los ojos de Toshi se entristecieron, John lo sintió, dentro de Toshi, su
declaración había calado profundamente. Después de varios minutos Toshi
cabeceó.
—Te amo, también.
John sintió que su corazón se elevaba, a pesar de la triste reserva en
la voz de Toshi agradecía a Dios, al menos que el amor fuera mutuo. Él
dio un paso hacia Toshi y lo tiró en un abrazo. El cuerpo sólido, delgado
de Toshi estaba caliente contra el suyo, era el mejor sentimiento en el
universo entero. Él presionó sus labios en el cuello de Toshi. John habría
querido decirle, Lo sé. Me lo dijiste anoche. Sabía que anoche Toshi lo
había tocado, que simplemente no había estado traduciendo las palabras
te amo para él. Pero no quería avergonzar a Toshi. A pesar de la obvia
fuerza interior de Toshi, algo en el hombre era frágil y apacible, digno de
adoración y cuidado.
Después que lo que pareció un tiempo demasiado corto, Toshi
terminó el abrazo. Su mirada capturó la de John y él pareció salir del
embrujo. Limpió su garganta, su mano se metió en su chaqueta y sacó su
teléfono otra vez.
—Llamaré a mi tío ahora para ver si él está en casa. Tendremos que
parar allí y hablarle.

117
El Samurai Sedonia Guillone

John cabeceó, mirando a Toshi con comprensión. Éste marcó y


comenzó a caminar en el departamento. Al parecer su tío estaba allí y
había contestado. John no podía entender las palabras, pero oyó el tono
solemne de la voz de Toshi y entendió el significado detrás de las
palabras. Suspirando, siguió a Toshi del departamento de Keiko hacia el
vestíbulo.

La mirada de Toshi se encontró con la de Keiko en el mismo momento


en que regresó al departamento de la vecina. Keiko se elevó del sofá
sobre el que había estado descansando y lo miró con expectación, con
ojos enormes, embargados de miedo. El corazón de Toshi se sacudió
cuando el miedo por su vida y su seguridad lo golpeó. Hay momentos en
que una persona comprende cuanto se preocupa uno por el otro y éste era
uno de ellos. Keiko era una de sus más viejas amigas. Ella y Aoki. Ambos.
—Keiko, tengo que hablar contigo en privado.
Ella cabeceó.
—Hai.
Con una mano sobre su codo, él la dirigió hacia el vestíbulo. Cuando
ella estuvo de pie ante él, Keiko parecía más una muchacha asustada que
la redactora de una importante revista de modas de Japón.
—¿Estás bien? —Le preguntó.
Ella cabeceó.
—Estoy asustada.
Sorprendiéndose a sí mismo, Toshi extendió la mano, y ligeramente
tomó los brazos de los brazos de Keiko.

118
El Samurai Sedonia Guillone

—No puedo mentirte, Keiko. Hay peligro —. Él suspiró, su mente


trabajaba tan rápido como podía. Si el hombre al que ella había visto, de
verdad, había sido Naomasa, entonces según el modelo, él la estudiaba,
aprendiendo sus costumbres para poder encontrar la oportunidad y
matarla. Y a Aoki. ¿Cómo podría explicarle tal cosa? Él no quería asustarla
más de lo que estaba. —Escucha con cuidado. Debes ir a quedarte con tus
padres en su casa. Yo enviaré a Natsuka para protegerte en cualquier
momento. No debes ver Aoki por el momento. No estés en el mismo
cuarto con él hasta que yo te diga que estás a salvo, ¿está bien?
Keiko lo miró perpleja y asustada, pero ella cabeceó.
—Llama a Aoki y explícale lo que te dije. Prométemelo.
—Te lo prometo, Toshi —le dijo suavemente.
Toshi respiró un suspiro de alivio. Keiko estaría por ahora a salvo.
Después de lo que había pasado en el departamento de Keiko unos
minutos antes, no estaba tan seguro sobre él y John.

119
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 10
En la oficina, Toshi escribía una actualización de todo lo que había
pasado en el caso en los últimos dos días, desde que John había entrado
para ayudar. Bueno no todo, ciertamente el sexo ardiente… no, hacer el
amor y sus fuertes sentimientos por John no eran relevantes en la
investigación. Ni el hecho de que se había entretenido con pensamientos
efímeros de cómo sería si en realidad regresara a los Estados con John,
cuando esto terminara…
Hizo su informe en el ordenador. Entonces, presentó a John al
comisario Ito, el Keishi 31 , le informó lo que John había podido recoger a
través de sus impresiones. Toshi se dio cuenta mientras observaba, la
fácil aceptación de Ito de su informe que no tendría necesidad de
preocuparse porque les creyera o no. Para empezar se acordó que había
sido Ito quien metió a John en el caso. De los dos, Toshi había sido el
escéptico; honestamente, los dos venían de una cultura que tenía grandes
creencias acerca de la existencia de demonios y espíritus. Cuando Toshi
hubo terminado, Ito se despidió de él con la actitud más cortés que le
había mostrado desde su ascenso a inspector.
En ese momento era casi de noche. Seguía sin tener noticias del
paradero del empleado del hotel, por eso Toshi firmó la salida de un auto
y llevó a John a cenar antes de regresar a su apartamento.
Después de una rápida cena en el bar de sushi cercano a su edificio.
Toshi condujo de regreso. John había estado callado y preocupado durante
la cena provocando que Toshi quitara brevemente sus ojos del camino
para mirarlo.

31
Superintendente de la policía, (vaya que me costó encontrar el significado amigas, (N.T.)

120
El Samurai Sedonia Guillone

—¿Estas bien? —volvió a mirar hacía el parabrisa, eso no haría que


tuviera un accidente ahora.
—Lo estoy haciendo muy bien, considerando todo lo que ha pasado.
¿Qué hay de ti? —Era una pregunta fácil, pero aun así difícil de contestar
con todo el conflicto de emociones y preocupaciones que atestaban la
mente y el corazón de Toshi. Él sintió la repentina y gentil presión de una
mano sobre su brazo.
—No contestes, está bien —John inspiró profundamente y movió su
mano de la manga de Toshi, la falta de contacto dejó a Toshi sintiendo un
poco de tristeza.
—Oye cambiemos de tema por un momento.
—¿Puedo hacerte una pregunta personal?
Toshi lo miró justo antes de dar una vuelta
—Seguro—. Miró a John lo suficiente para ver un brillo de humor en
aquellos ojos azules.
—¿Cuándo fue tu… momento?
Toshi arrugó su frente.
John rió en silencio.
—Sí ya sabes, ¿estás entrando a la pubertad, tu cuerpo está
despertando y descubres que no participas del juego, sino que juegas
contra el equipo contrario?
Toshi sonrió, sintiendo sus mejillas un poco de calidez. Su…
momento… nunca había sido algo que hubiera compartido antes.
—Bueno, ¿conoces la película “Los siete samurai”?
—Por supuesto, Akira Kurosawa. Uno de los mejores filmes jamás
hechos.
—Cuando tenía doce años, mi tío me dio una copia en video de ella.
¿Recuerdas la escena donde Toshiro Mifune se despoja de su taparrabo
para bañarse en él rió?
—Esa escena está grabada en mi memoria por siempre.

121
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi rió por lo bajo


—Supongo que puedes decir que mi momento vino cuando regrese
la cinta alrededor de 20 veces seguidas viendo esa escena.
John rió y Toshi se le unió, sintiéndose lo más libre que se hubiera
sentido desde que dejó los Estados Unidos.
—¿Qué hay de ti? —Toshi pregunto cuando su risa sé apagó.—¿Cuál
fue tu momento?
—Bueno el mío tomó más tiempo que eso. Creciendo en un pequeño
pueblo en Indiana ni siguiera me atrevía a pensar en la posibilidad de que
me gustaran los chicos, pero cuando era un estudiante de segundo y
todos los chicos en mi clase excepto yo, se estaban volviendo locos por
Kitty Westfield, capitana de las animadoras, sabía que era diferente.
Porque yo me sentía de esa forma, por el capitán del equipo de natación
masculino_. Se rió en silencio y miró a Toshi.
—Era realmente duro. Entonces lo supe, no sería capaz de
quedarme y asumir la granja de mi familia. Tenía que salir de allí.
Toshi se movió con cuidado dentro del estacionamiento de su
edificio.
—¿Fue entonces cuándo te uniste a los militares?
—Si tan pronto como me gradué. Una decisión extraña, lo sé,
considerando la falta de tolerancia de los militares. Pero solo escogí la
primera oportunidad que se presentó. Si hubiera sabido como era la
guerra de primera mano antes de alistarme, hubiera examinado mis
opciones más cuidadosamente.
Fuera del edifico de su apartamento, Toshi estacionó en su lugar,
apagó el motor y se volvió hacia John. A pesar de todo lo que había
pasado con el caso, sintió algo que no había sentido desde que estaba con
Michael. Al principio no podía ponerlo en palabras, pero su mente pensó
en el sentimiento, hasta que la palabra vino. Feliz.

122
El Samurai Sedonia Guillone

Maldición cuando el caso terminara… y eso sería hasta cierto punto…


John se iría y regresaría a los Estados. El mero pensamiento era
demasiado deprimente.
John se quitó su cinturón de seguridad. Se giró, su mirada se
encontró con la Toshi, que lo miró, sin querer apartar la mirada. Una
energía gentil zumbó en el aire entre ellos como si John estuviera
pensando el mismo tipo de cosas que él.
—Siento que tuvieras que sufrir de esa manera —murmuró Toshi.
—Te refieres al armario o en el Golfo.
Una risa pequeña jugó en los labios de John, pero Toshi lo pasó por
alto.
—Me refiero a todo.
Toshi extendió su mano y tocó la de John. Las yemas de los dedos
de John se deslizaron gentilmente sobre sus dedos, el tacto dejaba l calor
en su camino.
—Oye, también lo siento por ti.
Toshi lo miró, estimulado por las palabras de John y por la simpatía
que había sentido detrás de ellas.
—Nunca he estado en guerra.
—Si, si has estado.
Toshi lo alcanzó y acarició las mejillas de John. Brevemente miró a
través de las ventanas del coche, pero el estacionamiento estaba
tranquilo. Se volvió hacia John frotando sus pulgares a lo largo de los
pómulos de John. La pesada barba de John, ya necesitaba un afeitado,
raspaba contra la carne de sus palmas. Toshi pulió el camino con uno de
los pulgares a través del labio inferior de John, disfrutando del contraste
sexy entre la áspera barba y los suaves labios de John quien le devolvía la
mirada, con amplios ojos, y el rostro alineado con la enigmática luz del
crepúsculo.

123
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi dejó que los dedos de la mano recorrieran el camino hacia la


mandíbula de John, el bigote como papel de lija fina contra sus dedos.
Continuó con su toque hasta la parte baja de la mandíbula, encontrando
la piel del cuello de John más suave. La nuez de Adán de John se
deslizaba bajo sus yemas.
—¿Eres realmente real, no? —Susurró Toshi. Se sintió como un
idiota una vez echa la pregunta, pero solo vio comprensión en la
expresión de John, los largos y suaves ojos azules.
—Sí, Toshi.
La tranquila voz de John, mandó ondas de necesidad por Toshi. Se
inclinó hacía adelante colocando sus labios sobre los de John. Los labios
de John se abrieron invitando a Toshi a entrar más profundamente. La
esencia de John de un ligero almizcle lo invadió. Toshi gimió suavemente,
deslizando una mano a la parte trasera del cuello de John, acercándolo,
arremolinó su lengua contra la de John, adorando el sabor y el
sentimiento.
El beso profundo provocó un deseo palpitante a través del cuerpo de
Toshi, que demandaba ser liberado. Se apartó del beso, jadeando.
—Subamos. —Sin esperar respuesta salió del coche, cerrando de un
portazo, guiando a John al área de elevadores.
Cuando las puertas se abrieron, Toshi sujetó la mano de John y lo
llevó dentro. Presionó el botón hacia su piso y en cuanto las puertas se
cerraron, gentilmente apoyó a John contra paneles de acero inoxidable,
agradecido y excitado por como John se sometía de buen grado a él. El
azul de los ojos de John era oscuro y miraba a Toshi con necesidad no
disimulada. Los suaves labios de John estaban ligeramente hinchados por
los besos, extendió su mano para tomar las solapas de la chaqueta de
Toshi para acercarlo.
Antes de besar nuevamente a John, Toshi alcanzó y presionó el
botón de parada, provocando que el elevador se detuviera, después puso

124
El Samurai Sedonia Guillone

sus brazos alrededor de John, sus manos se deslizaban por la espalda de


John bajo su chaqueta. Los músculos de John eran deliciosamente duros y
cálidos bajo sus palmas. La necesidad recorrió a Toshi, quien se inclinó
sobre John tirando delicadamente del labio inferior de él entre sus labios y
lengua, y después hundiéndose otra vez para probarlo.
John suspiró profundamente en su garganta y su cuerpo se venció
contra la pared del elevador. Las manos de John se agarraron de la
chaqueta de Toshi, uniendo estrechamente sus cuerpos. La erección de
John frotaba la suya mandando impulsos de placer a través de todo su
cuerpo.
Toshi flexionó sus rodillas y presionó frotando su pelvis contra la de
John mientras él lo besaba. Sin pensar las manos de Toshi fueron hacia
los botones de la camisa de John, intentando abrir los primeros botones,
para que así pudiera sentir ese increíble pecho, los fuertes músculos, el
bello suave y los pequeños y lisos pezones.
Con solo tocar a John, se impulsó la necesidad de Toshi por más, su
deseo, su anhelo ignorado por muchos años, finalmente sería alimentado.
Apartó su boca de la de John y mordisqueó a lo largo de su mandíbula,
deslizando su lengua contra la ligera aspereza de su barba, inhalando su
esencia, mientras besaba un camino hacia abajo por el suave cuello de
John y giraba su lengua en el hueco de su garganta devorando el salado y
dulce sabor de su piel.
Al mismo tiempo Toshi tiraba de la camisa de John desde la cintura
de sus pantalones, sus dedos jugueteaban con la hebilla del cinturón de
John.
Las manos de John se deslizaron por la espalda de Toshi.
—Aquí —jadeo—. Déjame ayudarte. —Agarró el cinturón abierto,
dejando libres las manos de Toshi para trabajar en abrir el botón y
deslizar hacia abajo el cierre. Toshi se arrodilló y en un movimiento,

125
El Samurai Sedonia Guillone

deslizó hacia abajo los pantalones y el bóxer de John alrededor de los


muslos y se introdujo su pene muy profundo en la boca.
John gimió y deslizó sus dedos dentro del cabello de Toshi,
moviéndolo suavemente contra su cuero cabelludo. Maldición, John sabia
increíble y Toshi cerró sus ojos, cerrando también su boca sobre la sedosa
piel. Sus labios golpearon sobre las venas mientras tomaba a John casi
desde la base y después se deslizaba de regreso a la punta otra vez,
lamiendo un goteo de pre-semen en la pequeña abertura. John movió sus
caderas hacia delante y Toshi nuevamente trago por completo su polla,
sus manos ligeramente agazapadas en las delgadas caderas de John.
Vagamente escuchaba a John decir su nombre en un susurro gutural y el
sonido solo empeoró su hambre.
Se movió más aprisa saliendo hasta la punta y deslizándose de
regreso abajo, provocando que las caderas de John se sacudieran cada
vez, sus dedos estrechándose en el cabello Toshi. El pene de John se
estremecía y crecía en la boca de Toshi, su clímax se construía
rápidamente. Toshi juntó sus labios más estrechamente y tragó la polla de
John nuevamente.
John gimió y estalló, chorreando caliente y salado por la garganta de
Toshi que tragó todo el semen de John, sus dedos presionaban duro en las
caderas de John, la boca recibió los pequeños espasmos hasta que John
se estremeció y se deslizó fuera de su boca, su cuerpo se apoyó
pesadamente contra la pared.
Toshi se lamió los labios y lentamente se puso de pie descansando
en un brazo de John. John respiraba agitadamente y puso su mejilla
contra el hombro de Toshi
—Gracias —jadeó. El tono de su voz lleno de aprecio y amor.
Toshi cerró los ojos. Su cuerpo seguía vibrando con necesidad
insatisfecha. Su mano sujeto la camisa de John, apretando fuerte como si
el dejar ir a John lo hiciera desaparecer

126
El Samurai Sedonia Guillone

—Cuando quieras —susurró. Después de un tiempo Toshi se separó


lentamente y presionó un beso suave en los labios de John —Creo que
mejor deberíamos terminar dentro.
John asintió, sus ojos azules oscuro y suaves. Lenta y calladamente
se subió los pantalones mientras Toshi se abotonaba la camisa. Cuando
ambos lucían más o menos, Toshi reactivo el botón del panel y el elevador
continuó su ascenso hacia el piso de Toshi.
De regreso en su apartamento, Toshi se deshizo de sus zapatos y
agarró a John entre sus brazos, besando a su amante profundamente.
Dieron unos pocos pasos aferrando los labios de John y se movieron
juntos hacia la habitación. Toshi empujó la chaqueta de John sobre sus
hombros y bajó sus brazos arrancándosela.
La dejó caer a un lado mientras pasaban el umbral de la alcoba de
Toshi. Unos pocos pasos más y tocaron el borde de la cama cayendo como
uno solo sobre el colchón.
Las manos de Toshi fueron otra vez a la camisa de John esta vez sin
detenerse con los primeros botones. Lo quería todo fuera, prácticamente
rasgando la camisa y los pantalones de John, desabrochando el cinturón
mientras al mismo tiempo John abría el cinturón de Toshi.
Los dedos de John rozaron la erección de Toshi mientras abría los
pantalones, éste gimió en la boca de John y se movió ligeramente a un
lado para que John pudiera deslizar sus pantalones debajo de sus caderas,
se elevó sobre la cama y los pateó fuera de su camino. Después tiró de los
pantalones de John y se los quitó, sujetó la mano de John y tiro de él.
—Vamos —dijo, apenas capaz de hablar en un suspiro.
John se levantó, encogiendo los hombros para deshacerse de la
camisa y la lanzó sobre la cama detrás de ellos. Toshi lo condujo dentro
del baño y abrió la ducha, mientras esperaba a que el agua se calentara
se volvió hacia John y tiró de su amante para sujetarlo entre sus brazos
otra vez.

127
El Samurai Sedonia Guillone

—Esta vez voy a entrar contigo —dijo cerca del oído de John,
pellizco el lóbulo de su oreja juguetonamente él no quería dominar
completamente en el amor, pero finalmente había encontrado a alguien
con quien se sentía sin inhibiciones y muy seguro y no pudo contener la
marea de gozosa libertad que lo bañaba. Parecía que John lo entendía y lo
dejaba asumir ese rol. Sus manos acariciaban la espalda de Toshi,
sobando sus músculos sensualmente, un tacto gentil y erótico.
El vapor comenzó a flotar a través de la puerta de vidrio abierta de
la ducha y Toshi amablemente tiró de John dentro del recinto acercándolo
mientras se paraban juntos bajo el chorro, Toshi no pudo dejar de besar a
John probándolo y sosteniéndolo, intoxicado por la increíble mezcla de
gentileza y la fuerza masculina que tenía.
El agua los empapó, oscureciendo el dorado cabello de John
aplastando los suaves cabellos de su pecho contra los amplios músculos,
Toshi apartó a John del chorro del agua y tomó una botella de gel de
ducha, vertiendo una gran cantidad sobre su mano, frotó sus palmas
creando espuma, antes de colocarla sobre el pecho y la espalda de John,
adorando que la espuma se deslizara de sus manos jabonosas contra las
manos de Toshi, permitiendo que éste hiciera lo que quisiera.
Toshi frotó el jabón sobre el duro estomago de John, sus dedos
trazaron la silueta de los músculos abdominales de John antes de
deslizarse por su cadera a través de su espalda baja y sobre sus glúteos.
John gimió suavemente, el agua goteaba desde sus labios y goteaba
sobre su piel bronceada. Toshi enjuagó el jabón de sus manos y echó
acondicionador entre sus dedos. Alisó su palma sobre el culo de John, sus
dedos se movieron hacia la grieta entre las doradas nalgas. Toshi presionó
su cuerpo más cerca contra el de John y sus dedos encontraron el
pequeño, arrugado y profundo agujero, sus dedos lubricados por el
acondicionador, se deslizaron fácilmente alrededor del borde del agujero

128
El Samurai Sedonia Guillone

de John. Los dedos de John presionaron los brazos de Toshi, su


respiración era cálida contra el cuello de Toshi.
Una necesidad caliente surgió a través de la ingle de Toshi al sentir
la íntima abertura de John, lo giró John sobre sus brazos y deslizó un dedo
dentro, profundamente. Sus labios presionaron en la curvatura del cuello
de John, que gimió empujándose hacia atrás contra la mano de Toshi.
Toshi contestó a la suave demanda de más y puso dentro otro dedo,
moviendo ambos dedos alrededor, lentamente y en duros círculos. John
gimió.
Toshi sacó sus dedos, aplicando acondicionador a lo largo de su
pene y empujó la cabeza dentro de la estrecha abertura de John, aquel
primer contacto mandó dardos de un calor delicioso a su pene, pero se
contuvo de entrar muy duro en John, que volvió a gemir y empujó su
trasero hacia fuera, provocando que Toshi se deslizara más adentro. Toshi
inhaló buscando aire con dificultad, sus ojos se cerraron fuertemente ante
el ataque de placer. Un empuje más y se deslizó dentro hasta que su
cuerpo tocó el de John.
Sus labios permanecieron presionados contra la curvatura del cuello
de John. Él movió la punta de su lengua en la piel húmeda de John,
inhalando el sabor dulce mezclado con agua. Movió lentamente sus
caderas, cada embestida enviaba un placer candente impulsivo disparado
a través de su polla, hacia abajo, a sus testículos. Sus manos se
deslizaban alrededor del pecho de John, sus dedos barrían lentamente el
pelo húmedo de esa zona. Lenta y cuidadosamente, meció su pelvis, su
polla se movía dentro del estrecho canal solo lo suficiente para crear una
fricción increíble.
John gimió y jadeó suavemente. Toshi deslizó hacia abajo una mano
y sujetó con sus dedos la polla John, que se había endurecido una vez
más. La piel húmeda permitió que la mano de Toshi fácilmente se moviera

129
El Samurai Sedonia Guillone

de abajo hacia arriba, su pulgar masajeaba la cabeza y luego saltaba de


regreso hacia abajo hasta la base de los testículos de John.
Toshi separó sus labios y rozó la piel de John con sus dientes
alisando el punto especial con su lengua. La presión se construía en su
polla, pero seguía conteniéndose, sin querer que el momento se
terminara. Una vez que se corriera, se deslizaría fuera y quería que esto
durara tanto como fuera posible. Lentamente se retiró solo un poco, luego
se hundió dentro otra vez.
John jadeó y se recostó hacia atrás, contra Toshi, pidiendo
silenciosamente por más. Toshi esperó, su mano deslizándose de arriba
hacia abajo en la polla de John. El cuerpo de John se movió contra el suyo
provocando que la tensión creciera en su propia ingle. Se contuvo tanto
como pudo y entonces sucumbió ante su propia necesidad. Él entró otra
vez, moviéndose más fuerte y más rápido. El sentimiento de libertad que
John ahora inspiraba en él se incrementó. Nunca antes se había sentido
tan completo. El chorro de la ducha tronaba en sus oídos y el agua
acariciaba su piel. La piel de su polla se deslizó contra el estrecho interior
del trasero de John.
Los músculos de John lo apretaron estrechamente y Toshi se corrió
esparciéndose en el interior de John, sus manos sujetaron las caderas de
John tirando de él fuertemente contra su frente. Toshi se colapsó sobre
John su mejilla sobre la espalda de John. Los músculos de John
estrechamente apretados alrededor de él y el cuerpo de John rígido en sus
brazos. Toshi sintió el calor del clímax de John esparciéndose en su mano,
que fue lavado en la ducha.
Descansó en el interior de John hasta que estuvo completamente
laxo y salió cuando John se dio vuelta en sus brazos y lo besó, sus manos
descansando en los hombros de Toshi. Los ojos de John estaban medios
escondidos bajo sus párpados y una sonrisa perezosa se curvó en sus

130
El Samurai Sedonia Guillone

labios. Toshi sonrió a John y devolvió su beso, lamiendo las gotitas de


agua de sus labios con lengüeteadas pequeñas.
Repentinamente John sujetó los hombros de Toshi, sus dedos se
clavaron en sus músculos. John levantó la cabeza, sus ojos grandes,
jadeaba.
Toshi se petrificó un frió y mal presentimiento que rozó sus brazos y
bajó por su espalda
—¡John!. —Con cuidado lo sacudió.— ¡John!
John lo miró, ojos salvajes, una mirada cansada sobre Toshi.
—Detenle —gruñó John en japonés.
Fue entonces cuando Toshi reconoció que John estaba pasando por
la misma situación que había pasado antes en el apartamento de Keiko
—¿Detener a quién? —exigió. Ahora era su oportunidad, con un poco
de suerte podría conseguir una respuesta concreta.
John continuó mirándolo, el espíritu lo dominaba, modificando al
gentil amante que Toshi conocía. El labio inferior de John tembló un
momento y Toshi pensó que no le contestaría.
—¿Detener a quién?
—Shingen
Toshi lo miró. Este nombre nunca había salido antes
—¿Shingen es el asesino?
La mirada de John revoloteó por el rostro de Toshi y después
regresó
—Ya viene, debo irme —el cuerpo de John se sacudió y quedo sin
fuerzas.
Toshi atrapó a John y lo inclinó contra la pared de mármol de la
ducha, sosteniéndolo estrechamente contra él. Mirando a través del vidrio
ahora completamente empañado por el vapor.

131
El Samurai Sedonia Guillone

—Joder —murmuró. Era suficientemente malo que los oni tomaran


el cuerpo de John, pero ¿Ellos tenían que poseerlo en la ducha, donde él
podría resbalar y matarse en los azulejos mojados?
John permaneció inconsciente en sus brazos. Toshi lo bajó
cuidadosamente al suelo de la ducha y cerró la llave, arrodillándose junto
a él. Entonces Toshi se dio cuenta de que debía haber dos espíritus. Uno,
el espíritu que había dirigido Naomasa, quien había poseído el cuerpo de
John esta tarde y un segundo, el que acababa de hablar.
Maldición, no un espíritu sino dos. Encontrar respuestas, solo
encaminaba a más preguntas.
John tomó un largo respiro y parpadeó, Toshi lo miró y pasando
gentilmente una mano sobre su frente dijo:
—John ¿estás bien?
John respiró profundamente y parpadeó varias veces
—Sucedió otra vez.
Toshi asintió, acariciando la frente de John, Toshi le dijo a John lo
que el espíritu había dicho
—Parece que hay dos, no uno.
John tomó otro respiro profundo. —Sí. Diría que tienes razón pero la
energía fue diferente esta vez. Esta vez fue más atemorizante, enojado
pero no tan molesto.
Toshi suspiró.
—Mira, quiero encontrar las respuestas y resolver este caso pero me
preocupa más por tu bienestar, esto es terrible.
Para alivio de Toshi, John le alcanzó y con cuidado sujetó su
muñeca. Él llevó la mano de Toshi a sus labios y la besó. Después puso la
palma sobre su pecho.
—Solo tócame —John le dijo suavemente—. Siempre ayuda.
—Lo que necesites.
John lo miró.

132
El Samurai Sedonia Guillone

—No te preocupes, Toshi estaré bien, no me detendré hasta que


esto termine.
Toshi lo miró fijamente. Había querido que terminara desde hacía
seis meses, y hubiera estado bien, excepto porque nunca habría conocido
a John.
—Oye, Toshi.
Toshi alisó el cabello húmedo de John
—¿Qué pasa?
—¿Estás seguro que quieres lidiar con esto?
La voz de John expresó temor y Toshi entendió el significado detrás
de esa pregunta. Descansó su mano en la cabeza de John, deslizando su
pulgar gentilmente a través de la frente de John
—Si —murmuró—. Definitivamente.
El alivio se reflejó en el rostro de John. Dio un profundo respiro.
—Eso espero, tengo tendencia a espantar a la gente.
Toshi acarició su cabello nuevamente.
—Entonces es algo bueno para mí. —Suspiró otra vez, su mano
descansó en el cabello de John. Lo único que quería ahora era entrar a su
cama y abrazar a John toda la noche con la esperanza de que mañana
encontrara el camino para detener a este espíritu asesino o lo que fuera.

133
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 11
Toshi y John fueron a la mañana siguiente directamente al museo,
temprano. El conservador estaba en su oficina. Permaneció de pie detrás
de su escritorio y se inclinó hacia Toshi.
—Inspector Genjin —dijo antes de que éste pudiese incluso mostrar
su placa—. Su tío me informó que vendría.
Toshi asintió, su cuerpo hervía con la tensión. Su tío había sido una
vez el conservador, pero debido a un trastorno emocional que se gravaba
cada vez más, a sus episodios de falta de memoria y a sus gritos, había
tenido que dejar el puesto. En consideración a todo el buen trabajo que
Musashi Genjin había realizado en el museo, seguía ayudando con los
archivos. El museo se beneficiaba de los conocimientos de historia de
Musashi y del meticuloso cuidado con el que trataba los preciosos
documentos almacenados dentro.
—Sí —contestó Toshi—. Mi tío me dijo que había dejado algo en los
archivos para mí—. Era vivamente consciente de que John permanecía de
pie cerca de él y de que él mismo se estaba acostumbrando al hecho de
estar pendiente ahora con regularidad de los efectos que el entorno
pudiera tener sobre el hombre que amaba. Echando un vistazo de reojo a
su amante, Toshi se tranquilizó al ver que en sus marcados y bronceados
rasgos no se mostraban ninguna tensión especial.
El conservador salió de detrás del escritorio y sacó un juego de
llaves del bolsillo.
—Hai —dijo, haciéndoles un gesto hacia la puerta de la oficina—. Su
tío insistió en que viera este documento en particular.
Toshi siguió al hombrecillo, con John cerca, a su lado. Era consciente
de que se quedaba cerca de él porque, por alguna razón, su contacto lo

134
El Samurai Sedonia Guillone

ayudaba a disipar las energías que recogía del entorno. El honor de ser tal
consuelo para John lo emocionaba y desconcertaba a la vez. Desde
Michael no se había permitido a sí mismo ser tan importante para nadie ni
que nadie lo fuera para él.
—¿Mencionó por qué ese documento era tan importante?
El hombrecillo sacudió la cabeza.
—No. Sólo dijo que era urgente y que debía llevarlos a los archivos
tan pronto como llegaran.
La respuesta le provocó a Toshi un estremecimiento en las entrañas.
El conservador abrió la puerta de la sala de archivos y se apartó a
un lado, permitiendo que Toshi y John entrasen antes que él. Toshi
observó cómo el hombrecillo se aproximaba a un cajón del enorme
archivador situado contra la pared y sacaba un pequeño paquete envuelto
en plástico. Se dio la vuelta e indicó una pequeña mesa con dos sillas.
Toshi asintió y se sentó con John.
El conservador desplegó el plástico con cuidado y colocó sobre la
mesa un libro pequeño cuyas amarillentas páginas tenían los bordes
raídos.
—Éste era el diario privado de un samurai que sirvió bajo el
shogunate de Edo. Es uno de los pocos de su clase que sobrevivió a varias
eras de shogun. Pueden quedarse aquí tanto tiempo como necesiten para
examinar el documento, porque no puedo dejar que el libro salga del
recinto. Pero deben usar guantes. ¿Entienden? —Sacó dos pares de
guantes de algodón y los dejó sobre la mesa.
—Por supuesto. Aurigato —contestó Toshi, despidiendo verbalmente
al conservador al darle las gracias.
El hombre se inclinó y se retiró del cuarto, cerrando la puerta tras
él.
Toshi miró a John.
—Éste es el diario privado de un samurai —le tradujo.

135
El Samurai Sedonia Guillone

—Ya veo. —Se removió en la silla, pareciendo ligeramente


incómodo.
A pesar de lo ansioso que Toshi estaba por mirar el documento, su
preocupación por John tenía prioridad.
Obviamente algo le pasaba.
—¿Qué ocurre? —preguntó con suavidad.
John suspiró con fuerza, poniendo las manos sobre la mesa.
—El asesino... el asesino ha estado aquí. —Su voz era casi un
susurro.
La tensión se propagó rápidamente por los miembros de Toshi.
—¿Recientemente?
—No sé decirte.
Toshi puso una mano sobre el antebrazo de John, el pequeño
movimiento lo recompensó inmediatamente con el alivio que le causó que
las facciones de John se relajaran un poco.
—¿Necesitas salir de aquí?
La mirada azul de John quedó trabada con la suya.
—No. —Continuó mirando a Toshi. —Pero mantén una mano sobre
mí mientras estemos aquí, ¿de acuerdo? —La petición le provocó a Toshi
una punzada en el corazón, haciendo que surgiera su vena protectora.
Necesitaba amar a John, protegerlo. Esos anhelos formaban parte de lo
más profundo de su naturaleza y él había estado ignorando esos deseos
intrínsecos a él durante demasiado tiempo. Desde el momento en que se
conocieron, Toshi no había sentido que fueran extraños, sino amigos que
se encuentran después de una larga, dolorosa y solitaria ausencia.
—Por supuesto —dijo suavemente, apretando el duro músculo del
antebrazo de John para darle énfasis.
Toshi dirigió su atención al diario, cogió un par de guantes y se los
puso. Con cuidado abrió la tapa, mirando fijamente hasta que apartó la
vista de la escritura japonesa, la hermosa caligrafía escrita en columnas

136
El Samurai Sedonia Guillone

sobre el papel amarillento. Sabía que la única parte del texto que John
podía ser capaz de descifrar era la fecha, escrita en números arábigos. La
siguiente cosa que leyó envió una oleada de frialdad que atravesó todo su
cuerpo.
—¿Toshi? ¿Qué dice? —preguntó John. Su voz se abrió camino a
través del horror que sentía.
Levantó la mirada, intentando permanecer tranquilo.
—El nombre del samurai es Koto Naomasa.
Los azules ojos de John se abrieron como platos.
—Joder.
—Al parecer era un fabricante de espadas —explicó Toshi echándole
un vistazo a la página. Siguió leyendo y su corazón empezó a latir un poco
más fuerte a medida que estudiaba el contenido de la desconsolada
diatriba del samurai. Cuando vio los nombres mencionados se le heló la
sangre en las venas. Levantó la vista hacia John. —Él... Koto Naomasa...
estaba enamorado de un compañero samurai. Akira. Para él hizo la más
magnífica espada de su carrera.
La respiración de John se quedó atascada en su pecho de manera
audible.
—¿Menciona a Kenji?
Toshi asintió, luchando para recuperar la capacidad de hablar. A
pesar del hecho de que había llegado a creer en el regalo de las visiones
interiores de John, esta nueva confirmación de las mismas era demasiado
inquietante hasta para un detective experimentado como él.
—Sí —pudo decir finalmente—. Kenji es el amante de Akira.
Naomasa tiene envidia. Ha estado enamorado de Akira durante mucho
tiempo y odia el hecho de que Kenji haya tenido éxito en ganar su
corazón. —No tuvo que mirar mucho más en el diario para que quedara
claro el guión de un triángulo amoroso.

137
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi pasaba las hojas con delicadeza, una a una, acariciando cada
anotación. Éstas seguían el desarrollo de la relación entre Akira y Kenji. Al
parecer Naomasa había pasado mucho tiempo espiando a los amantes y
había incluido detalles íntimos de su relación física. Toshi dejó salir un
tembloroso suspiro. La página que estaba leyendo detallaba casi la forma
exacta en que le había hecho el amor a John la noche anterior.
—¿Qué ocurre? —preguntó John cuando Toshi dejó de traducir. El
policía examinó los preocupados ojos azules de John. —Naomasa estaba
espiando a Akira y Kenji durante una de sus citas. Tal y como tú sentiste
que nosotros estábamos siendo espiados.
Cada terminación nerviosa del cuerpo de John pareció erizarse
alrededor y dentro de él. Las implicaciones se volvían más aterradoras por
momentos. Durante varios segundos respiró profundamente, incapaz de
hablar.
—¿John? —Toshi le tocó el brazo ligeramente.
El contacto sacó a John del trance impuesto por la impresión y miró
a Toshi.
—Necesito tocar el libro —dijo con suavidad.
Toshi deslizó el documento unos centímetros hacia él. John se puso
el otro par de guantes y entonces colocó la mano, con la palma hacia
abajo, en la hoja. Se preparó a sí mismo un poco antes de que se
produjera la avalancha de imágenes. Todas las historias eran parecidas.
Un hombre fuerte y de aspecto enfadado, con el abundante cabello
peinado en un moño y vistiendo un kimono, espiaba a Kenji y a Akira
mientras éstos discutían, se abrazaban y hacían el amor, siendo testigo de
las súplicas desesperadas de Kenji y de las negativas asustadas y
altaneras de Akira.
La respiración de John hacía un sonido desapacible y los latidos de
su corazón aumentaban su ritmo debido a las fuertes emociones que se
agitaban en su interior. Estaba a punto de emplear las últimas fuerzas que

138
El Samurai Sedonia Guillone

le quedaban para separar su mano del libro cuando la escena cambió. Vio
la sala de archivos. Una joven recibía el libro y lo ponía sobre la mesa a la
que él estaba sentado ahora. Sintió una opresión en la garganta. El
asesino estaba en la sala con ella, con su energía oscura a punto de
estallar. La mujer alzó la vista, dándole las gracias sonriendo a la persona
que le había dado el documento. En la mente de John, la perspectiva
cambió, como si estuviera filmada con una cámara. La persona a la que la
joven había hablado aparecía ahora en su visión.
John se estremeció. La energía del asesino lo atravesó como una
puñalada y su mano saltó para separarse del libro, casi de motus propio.
Pero no antes de que John viese al tío de Toshi. Reconoció al hombre
mayor por la fotografía que había en el apartamento del policía. Musashi
se estaba inclinando ante la mujer a la que acababa de darle el diario de
Naomasa.

139
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 12
Toshi miró fijamente a John. Otro hombre habría necesitado unos
minutos para reponerse de la visión, pero cuando él tuvo su revelación
había estado horrorizado.
—¿Estás seguro de lo que viste? —La mano de Toshi temblaba—.
Distraídamente, metió la mano en su chaqueta en busca de los cigarrillos,
sin preocuparse del aviso de No fumar puesto en la pared. Era
dolorosamente consciente de la mirada aturdida de John mientras
encendía un cigarrillo y tomaba una profunda calada del tabaco hasta sus
pulmones. Exhaló y miró otra vez a John. —Mi tío no es un asesino —
dijo—. Lo he conocido durante toda mi vida. Luchó en la guerra y nunca
ha sido el mismo desde entonces. Pero… —Toshi gesticuló en el aire con la
mano que sostenía el cigarrillo. —Él no tiene el corazón de un asesino. —
Se calló bajo la mirada de John e inhaló otra pitada. La ceniza cayó
ligeramente al suelo.
—Nunca dije que fuera un asesino, Toshi. Siento si no me expresé
claramente. —La voz de John era suave. Sin prejuicios—. Sentí la energía
del asesino en el cuarto. La energía tiene la misma sensación de…
posesión como la de ayer en el apartamento de Keiko.
Toshi emitió un profundo suspiro.
—¿Definitivamente no has visto a una tercera persona en el cuarto?
—Definitivamente no lo he visto.
Toshi centró la mirada en el manuscrito mientras consumía su
cigarrillo hasta el máximo. La misma oscuridad que había comenzado a
sentir sobre el caso antes de la llegada de John se situaba sobre él otra
vez. Había pensado que las visiones de John les conducirían al asesino,
pero ahora sus impresiones sólo conducían a preguntas más inquietantes.

140
El Samurai Sedonia Guillone

La principal era ¿Por qué el tío Musashi sólo le había hablado sobre el
manuscrito ahora si lo había conocido desde siempre? El hecho que el
nombre de Naomasa estuviera dentro podría haber proporcionado una
muy necesaria información y quizás haber evitado otras muertes.
El cigarrillo de Toshi se había quemado casi hasta el filtro. Miró
alrededor en busca de una papelera y, encontrando una en la esquina,
aplastó el cigarrillo dentro de ella. Volvió a la mesa donde estaba sentado
John silenciosamente, su hermosa cara una máscara inexpresiva.
—Lo siento, Toshi —murmuró, sin alzar la vista.
Toshi suspiró y pasó los dedos entre su pelo.
—¿Por qué sigues pidiendo disculpas?
John sacudió su cabeza.
—Siento como si fuera lo correcto.
Toshi lo miró, resistiendo el impulso de extender la mano y acariciar
el pelo de John. Incluso ahora, en un momento de gran tensión, su
ternura hacia el hombre le inundó y la unión entre ellos, aunque tan
nueva y frágil, lo hacía sentir que tenía algo bueno por lo que vivir. —Por
favor, no pidas perdón más. Parece como si te culparas a ti mismo. Tú no
has asesinado a nadie —. Él miró de nuevo al manuscrito y lo recogió. —Si
estás de acuerdo, necesitamos leer esto con más detenimiento antes de
que llame a mi tío.
John asintió.
—De acuerdo.
Toshi volvió la página y continuó leyendo. La mayor parte de las
anotaciones eran más de lo mismo. El seguimiento de Naomasa sobre los
amantes, haciendo una crónica de la saga de angustia y deseo de Kenji y
Akira. La novedad principal que Toshi notó era la creciente cólera de
Naomasa sobre el inminente matrimonio de Akira. Naomasa odiaba a
Kenji, pero no tanto como odiaba la perspectiva de la sentencia de muerte

141
El Samurai Sedonia Guillone

por matrimonio de Akira, como Naomasa expresaba. Hasta aquí Toshi lo


resumió y tradujo para John.
Toshi siguió leyendo hasta que llegó a una anotación que heló su
sangre.
—¿Qué ocurre, Toshi? —obviamente John había notado el cambio de
expresión de Toshi, o la tensión.
Toshi se aclaró la garganta. Echó un vistazo a John.
—Leeré la entrada entera para ti —. Él miró abajó y tomó un profundo
aliento antes de comenzar.

Abril de 1848.

Akira está determinado a llevar a cabo este matrimonio. Kenji está


más desanimado con cada día que pasa. Por primera vez desde que
conozco a esta pequeña mierda, le compadezco. Tanto como he querido a
Akira para mí y lo he amado con cada aliento, me imagino que esto es lo
que Kenji siente también. Siempre estaré de acuerdo con Kenji. Es mejor
hacerse un ronin que sufrir la pérdida permanente de la única cosa en el
mundo por la que tu corazón late. Akira es un idiota. ¿Qué cree que puede
llevarse con él cuando muera? ¿Qué van a hacer por él todo su poder,
riqueza e influencia al final de su vida? Mierda, es lo que es. No soy un
buen hombre. Tengo el asesinato en mi corazón. Mi alma está manchada
por las cosas que he hecho. Pero quizás hay un modo de tornar mi
oscuridad en algo bueno. Esta espada que forjé con mis propias manos y
que llevo a mi lado noche y día debería ser usada no para matar a
hombres por codicia, sino para mantener a los hombres unidos, hombres
cuyos corazones golpean ya como un único corazón.
La anotación se terminó y Toshi se calló, con miedo de volver la
amarillenta pagina y seguir. Echó un vistazo a John cuyos indescifrables
ojos azules miraban fijamente más allá de él, lleno de entendimiento. La

142
El Samurai Sedonia Guillone

intensidad del momento en realidad había formado un borde dorado


alrededor del color azul, agregando dimensiones de emoción a su ya llena
expresión. Si las palabras hubieran sido seres físicos compartiendo el
cuarto con ellos, Toshi se imaginó que estas saltarían de las paredes de la
pequeña sala y golpearían sobre ellos como fuerte lluvia. La piel de todo
su cuerpo se sintió de repente helada.
—Por favor, continúa —susurró John.
Toshi asintió y volvió su atención al diario. Había varias entradas
seguidas donde Naomasa continuaba acechando a Kenji y Akira,
esperando el momento adecuado de concederlos el amor eterno. El
corazón de Toshi se aceleró. Estaban casi en la última anotación. Ante
esta, él hizo una pausa, decidiendo seguir adelante y leerla en voz alta en
vez de evitarla. Tenía que compartir la carga que había en aquel párrafo
con John. De algún modo sintió que John lo comprendería.
Toshi aclaró su garganta, el regusto del tabaco en su boca le supo
rancio.

Julio de 1848.

Lo he hecho. Kenji ya ha obtenido lo que deseaba. Él estará siempre


con su querido Akira. Lo que he hecho, sin embargo, no fue por Kenji,
sino para el maravilloso Akira. Ya que a diferencia de Kenji, Akira nunca
habría tomado su propio corazón en sus manos y se hubiera ido con su
amado. Mi espada y mi alma están ahora exoneradas. La sucia oscuridad
de ambos ha sido limpiada. Mi espada ha unido sus cuerpos y sus almas
para la eternidad y sin sufrimiento. Ahora mi espada está limpia y mi
cuchillo terminará mi redención.
Otra vez, Toshi se calló. Él mantuvo sus manos apretadas sobre su
regazo, sabiendo que temblarían si no lo hacía. A su lado, el aliento de
John salía con ritmo desigual.

143
El Samurai Sedonia Guillone

—Él los asesinó —se oyó decir Toshi. Apenas había sentido su propio
movimiento de labios, aunque la voz que habló era la suya. —Entonces él
se hizo sipukku, el ritual de suicidio samurai.
—Sí —susurró John—. Supongo.
—¿John, si mi tío sabía sobre Naomasa, por qué no me lo dijo? Es
obviamente una pista valiosa—. Él sacudió su cabeza, mostrando su
temor—. No parece su estilo el hacer semejante cosa.
La mano de John se extendió y descansó sobre el antebrazo de Toshi.
Los ojos azules que le miraban irradiaban compasión.
—Hay sólo un modo de averiguarlo.
Toshi suspiró y asintió. Cerró el diario y se quitó los guantes.
—Sí. Debemos ir allí ahora.

144
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 13
La casa familiar de Toshi, estaba en una calle tranquila en un
vecindario de casas majestuosas con jardines impecables. Natsuka frenó
hasta la acera para dejarlos salir. Toshi había explicado a John que su
compañero iba a cuidar de Keiko y llevarla con Aoki. John había estado
completamente de acuerdo, pero no había preguntado a Toshi, lo que la
naturaleza de los asesinatos significaba para ellos dos. A pesar de que
Toshi había admitido sus sentimientos, como había dicho antes, el
adoctrinamiento familiar estaba muy arraigado, y John no estaba tan
seguro de que Toshi fuera capaz de superar semejante obstáculo.
Natsuka se fue, dejándolos en la acera. Toshi miró a John.
—Mi tío tiene un pequeño apartamento detrás de la casa principal —
dijo—. Es el hermano de mi padre y ellos quisieron que él viviera aquí
porque está…
John cabeceó su entendimiento.
—¿Sienten que no está psicológicamente bien debido a la guerra?
—Sí. Ha sido diagnosticado con el Síndrome de Estrés
Postraumático. Su médico explicó que puede durar el resto de su vida, no
importa cuantos años pasen.
John asintió, sus ojos se entristecieron.
—Sí, lo sé.
Las mejillas de Toshi ardieron.
—Lo siento, John. Ha sido insensible de mi parte.
—Está bien. Ya he llegado a un acuerdo con ese asunto—. Él hizo
una pausa.
—¿De todos modos, están tus padres aquí también?

145
El Samurai Sedonia Guillone

—En realidad están en China ahora mismo. Algún asunto


diplomático.
—¿ Tu tío está aquí solo?
—No —contestó Toshi, conduciendo a John a través del camino
delantero de una vivienda que era mezcla de arquitectura moderna y
toques tradicionales japoneses, en el tejado y las paredes. A cada lado del
paseo delantero había jardines de piedras rastrilladas, enrejados, y
árboles bonsái. —Tenemos un ama de casa y un chofer.
Toshi condujo a John alrededor del lateral de la casa hacia un patio
trasero con más jardines. Lejos al final había una casita, una versión más
pequeña de la casa principal.
Una pantalla de soji se deslizó hacia un lado. El hombre que estaba
de pie allí, era bajo y bastante fuerte. Su fino pelo gris enmarcaba una
cara redonda y apacible. Los ojos del anciano se iluminaron cuando vio a
su sobrino. Él sonrió, sus ojos estrechándose mientras gesticulaba hacia
Toshi.
Cuando John y Toshi se acercaron, el tío de Toshi se inclinó hacia él
y luego hacia John.
Toshi habló al hombre en japonés y de nuevo, aunque John no
entendiera las palabras, comprendió que Toshi hacía las presentaciones.
John extendió su mano para ofrecer un apretón y recibir una impresión.
Considerando las circunstancias y lo que él y Toshi habían descubierto
hacía poco, no había tiempo que perder.
Toshi dijo unas palabras más a su tío y el anciano aceptó la mano
extendida de John.
—Le expliqué a mi tío que has venido de América para ayudar con
mi investigación. Está contento de conocerte. No le he dicho exactamente
lo que haces.
John asintió comprendiendo y miró al tío de Toshi.

146
El Samurai Sedonia Guillone

—Estoy encantado de conocerle, señor —dijo, aun cuando sabía que


el hombre no hablaba inglés.
La mano de Musashi descansó en la de John. Su apretón era tan
apacible como su aspecto, la piel suave y seca. La impresión inmediata
que tuvo del tío de Toshi fue de dolor profundo y de sufrimiento. El
trauma de guerra todavía lo atormentaba y su gran deseo de ahorrar su
sufrimiento a su sobrino llegó en su suave toque. Aunque hubiera cólera
residual en el corazón de Musashi, esta no iba dirigida a ningún individuo
que John pudiera sentir, y por lo que él podría decir, Musashi ciertamente,
no tenía el corazón de un asesino. Toshi había tenido razón en esto.
Satisfecho, John liberó la mano de Musashi y el hombre más viejo
señaló hacia el interior de la casa, diciendo algo en el japonés.
—Mi tío nos invita a tomar el té —explicó Toshi, dirigiendo a John
una mirada aguda. La pregunta en los ojos de Toshi era clara. Quería
saber si John sintió algo que pudiera impedirlo ir adentro.
John asintió.
—Me gustaría mucho. Tu tío parece a un hombre encantador.
—Lo es —contestó Toshi— quitándose sus zapatos sobre la estrecha
cubierta de madera y siguió a su tío dentro. Él se quedó justo en la puerta
para esperar a que John se descalzara y se les uniera. Toshi agradeció
que su tío no fuera un asesino.
Su tío condujo a Toshi y John a sentarse en un bajo sofá blanco ante
una mesa de centro con la cubierta de cristal. Toshi sabía que su tío
cumpliría toda la ceremonia del té, simple pero ritual, queriendo honrar a
su sobrino e invitado. El hecho de que Toshi estuviera aquí para preguntar
a su tío por qué no le había contado sobre el diario, le llenaba de culpa.
Nunca había tenido ninguna razón en su vida para hablar con el tío
Musashi aparte de cariño y respeto mutuo. Toshi sentía que era él, el
criminal aquí.

147
El Samurai Sedonia Guillone

En la diminuta cocina, el hervidor de agua comenzó a burbujear y


silbar. Toshi miró a su tío arrodillarse ante la mesa, disponiendo el tazón
de té, el batidor, la cuchara, la caja del té, y un paño para limpiar los
cuencos delante de ellos. Interiormente, suspiró, observando los
movimientos precisos, pacíficos del anciano.
—Tío —intentó suavemente. Toshi sabía que era inaudito interrumpir
durante la ceremonia, pero, de nuevo, nadie por lo general asistía una
ceremonia del té mientras estaba a la caza de un asesino en serie.
Especialmente cuando el asesino era un fantasma que acababa de poseer
el cuerpo de tu amante.
Musashi le miró, su concentración no parecía alterada.
—Lo siento —dijo Toshi en casi un susurro—. Esto es terriblemente
urgente.
Musashi asintió y permaneció arrodillado, sus manos en el regazo.
En la cocina, el agua burbujeaba más rápida y fuerte.
—¿Qué te dijo el doctor hoy? —preguntó Toshi.
Los oscuros ojos de Musashi se volvieron distantes.
—Nada malo, Toshi. Mi corazón va un poco irregular de vez en
cuando. Nada sobre lo que preocuparse.
Al lado de él, Toshi sintió a John tensarse. Le echó un vistazo. John
miraba a Musashi, la expresión en sus ojos azules ilegible. Toshi se aclaró
la garganta. No había ninguna otro opción, excepto continuar.
—Tío, fui al museo como me dijiste. Ese diario…había un asesinato
descrito en él. Un asesinato como los que han estado ocurriendo.
Musashi asintió y miró hacía abajo.
— Sí, lo sé. Pensé que quizás esto te daría pistas.
—¿Desde cuándo conocías el contenido del diario?
El silbato del hervidor gimió, el sonido de que se disponía a elevar el
pitido. Musashi se levantó de su posición arrodillada y fue a la cocina.
Toshi lo oyó quitar el recipiente del calor. Al momento, el anciano volvió a

148
El Samurai Sedonia Guillone

su posición de rodillas sobre el tatami, su cara con una expresión


preocupada.
—Hay otra pregunta en tu pregunta, sobrino. —Él fijó su mirada
triste en Toshi.
—Lo siento, tío, pero debo preguntar.
—Supe del contenido del diario justo antes de hablarte de su
existencia.
—¿Cómo lo averiguaste, tío?
Musashi suspiró.
—No puedo contestar sin destruir tu respeto por mí.
Las tripas de Toshi se retorcieron.
—Sé que crees que mi mente es frágil debido a la guerra —continuó
Musashi. —Mi hermano y su esposa... Hasta este momento, Toshi, creí
que tú opinabas de manera diferente a ellos. Es un insulto —. El dolor
emocional nubló la cara del anciano.
Toshi inclinó la cabeza. Esta era una de las cosas más difíciles que
alguna vez había hecho. Musashi había sido siempre la persona más
amable de su vida.
—Te pido perdón, tío. Realmente siento de manera diferente a mis
padres. Pero soy detective en una investigación de asesinato y creo que
has tenido en tu poder el diario, desde hace unos pocos meses. —Toshi se
reforzó para su siguiente declaración, algo que procedía sólo de las
visiones de John. La reacción de su tío hablaría sobre la culpa de Musashi
o su inocencia. —Se lo diste a una joven que había ido a los archivos a
hacer la investigación.
Los ojos oscuros de Musashi se encendieron con reconocimiento.
—Sí, lo recuerdo. Ella estaba escribiendo un libro.
La sangre de Toshi se heló en sus venas. La mujer de la que hablaba
era una de las parejas de lesbianas que había sido asesinada. Él aún no

149
El Samurai Sedonia Guillone

había hecho a su tío confirmar la identidad de la muchacha con una


fotografía, pero obviamente la visión de John había sido exacta.
—Eso es correcto.
La frente de Musashi se frunció y su cara se nubló.
—Yo no sabía sobre el contenido del diario en aquel momento.
Estaba ocupado con otros proyectos y no había tenido tiempo de leerlo.
Sólo sabía que había pertenecido a un samurai en el Edo shogunate, un
constructor de espadas. La joven escribía un libro sobre el samurai y
pensé que podría ser una fuente interesante para ella en aquel tema. Esto
fue todo hasta…—Él se calló.
Toshi se inclinó en su asiento, su corazón aporreaba tan rápido que
se preocupó de su propia capacidad de permanecer consciente.
—Tío, es de extrema importancia que me digas como conociste el
contenido del diario. Te doy mi palabra de honor que te creeré.
Los ojos de Musashi se nublaron. Su labio inferior tembló.
—En…en un…sueño, Toshi.
—¿Qué pasó en el sueño?
La mirada de su tío descansó en él.
—El samurai, el del diario, me dijo lo que había hecho. Dijo que
fuera y lo leyera, que conocería su crimen.
Las palmas de Toshi estallaron en sudor. Toshi percibió que John
debía de estar sintiendo lo que pasaba, aun cuando no entendiera las
palabras. Toshi deseaba traducir para él, pero sintió que sería un insulto a
su tío. Esperaría hasta que estuviera solo con John para explicarlo.
—¿Cuál era su nombre, tío?
Musashi pensó un momento. Toshi sabía que su tío recordaría. Él
nunca olvidaba los nombres.
—Naomasa —dijo el anciano después de unos momentos—. Koto
Naomasa.

150
El Samurai Sedonia Guillone

Un escalofrió se deslizó por la espina de John. No había entendido


ninguna palabra de la conversación entre Toshi y su tío, aunque había
adivinado las respuestas de Musashi a las preguntas de Toshi. Y
ciertamente reconoció el nombre del samurai.
Toshi permaneció tranquilo a su lado. Él no habló durante unos
momentos. Fue entonces cuando John sintió la energía. La misma fuerza
que lo había poseído comenzaba ahora a llenar el cuarto. Sólo que esta
vez, era diferente.
Una sombra surgió detrás del tío de Toshi, cerniéndose detrás de él.
John se puso rígido.
—Toshi —susurró— él está aquí. El asesino.
La mano de Toshi fue a su chaqueta y John reconoció la respuesta
automática de un detective. Iba a buscar su arma. John lo detuvo con una
mano a su brazo.
—No lo hagas —le dijo suavemente.
Toshi obedeció y sacó su mano justo cuando su teléfono móvil
comenzó a sonar.
Él lo sacó y contestó.
—Genjin.
—Inspector. Soy Hayao.
—¿Sí, inspector ayudante?, ¿ Qué ocurre?
—Encontramos al empleado de hotel que desapareció. Parece que
también él se suicidó, como el modelo. Había alquilado un cuarto en el
otro lado de la ciudad y tomó una sobredosis de somníferos.
La tripa de Toshi se anudó.

151
El Samurai Sedonia Guillone

—Continúe.
—Era un botones del hotel. Su último turno fue cuando ocurrieron
los asesinatos.
El cuerpo de Toshi se tensó como un resorte.
—¿Qué más?
—Sus huellas dactilares coinciden con las huellas del puño de la
espada.
La sangre de Toshi se heló y su mano tembló alrededor del teléfono.
—¿Señor?
—Voy para allá. Avise al forense que estaré allí en unos minutos.
— Hai.
Toshi colgó el teléfono y miró a John que lo contemplaba fijamente
con expectación. Toshi contó a John lo que Hayao había informado.
—John, todo ese tiempo estuvo delante de mí. —Su voz se convirtió
en un susurro ronco—. ¿Cómo puedo haber estado tan ciego?
—¿Toshi, cómo podrías haber hecho la conexión? ¿Cómo podrías
haberlo sabido sin esta información?
Las palabras de John eran amables y calmantes, pero Toshi no podía
menos que culparse. Se levantó.
—¿Eres capaz de tomar más impresiones, John? Estoy preocupado
de que ésta sea la más importante.
John se levantó del sofá.
—Eso es para lo qué estoy aquí.
Toshi se volvió hacia su tío, sintiendo miedo por la seguridad del
anciano. —Tío, debes de venir conmigo y con John, ahora. Te explicaré
todo, pero debemos salir ahora mismo.
Musashi asintió.
—Por supuesto, Toshi—.
Toshi condujo a su tío al coche y le ayudó a entrar en el asiento
trasero. En un segundo estaban camino de la Oficina Central. Cuando

152
El Samurai Sedonia Guillone

llegaron allí, Toshi dejó a su tío en la sala de espera del vestíbulo y bajó
con John al depósito de cadáveres.

—Hojo Kazunori —leyó Toshi en el expediente que sostenía mientras


el asistente del depósito sacaba el cajón que contenía el cadáver del
botones.
John se estremeció con la vista, aunque esta vez no había ninguna
herida de horrible puñalada en medio del hombre. Simplemente parecía
dormido. Era el nombre Naomasa en la frente de la víctima lo que le daba
un aspecto tan macabro a su muerte.
Toshi despidió al asistente.
—Edad veintinueve. La causa de la muerte suicidio por sobredosis de
somníferos —siguió Toshi—. Vivía con su esposa desde hacía tres años.
Historial menor de robo de coche durante su adolescencia. Nada desde
entonces. Los compañeros de trabajo dijeron que era tranquilo,
introvertido, leía el periódico en sus descansos, y se iba a casa. Los
vecinos decían que era cortés, servicial y tranquilo.
John miró a Toshi quién volvió la mirada hacia él, con una expresión
de duda en los oscuros ojos.
—¿John, estás preparado?
Él asintió, apreciando la preocupación de Toshi. Toshi creía que la
rapidez de obtención de pistas en este caso era debida sólo a las
capacidades psíquicas de John. Pero Toshi sólo tenía razón a medias. En el
pasado, las investigaciones no habían tenido resultados tan rápidos
porque no había nadie que lo ayudara a regresar cuando las visiones casi
lo mataban.

153
El Samurai Sedonia Guillone

John avanzó y extendió la mano, colocando la palma hacia abajo, en


el hombro de Kazunori. Como de costumbre, por un momento no pasó
nada. John cerró los ojos cuando una vibración de energía pasó hacia su
mano y brazo. Él permaneció quieto cuando la visión se abrió a su mente.
Silenciosamente vio la cantidad de imágenes que siempre le
inundaban cuando tocaba un cuerpo. Kazunori comiendo en la mesa con
una mujer, probablemente su esposa. Kazunori vestido con el uniforme de
botones, leyendo un periódico. Hasta ahora, nada fuera de lo ordinario.
Fue cuando ocurrió. La energía cambió, oscureciéndose. La siguiente
imagen era de Kazunori vistiendo una camiseta y bóxer, de pie ante el
espejo del cuarto de baño, afeitándose. Nada extraño. Pero la imagen
reflejada en el espejo detrás de Kazunori heló la sangre de John cuando la
vio. Un hombre, de pecho amplio y fuerte, vestido en lo que parecía ser
un traje religioso, su pelo afeitado casi al rape como un monje, estaba
detrás de él, viendo afeitarse a Kazunori.
¿Naomasa? Quienquiera que él fuera, su energía se irradiaba feroz y
dura, la energía de un asesino, seguro. El asesino.
John soltó un aliento rápido, reforzándose.
La escena siguió. Kazunori terminó de afeitarse y aclaró el jabón de
su cara. El hombre detrás de él, el monje…el asesino…dio varios pasos
hacia Kazunori, justo detrás de él y se quedó de pie allí. Unos segundos
pasaron. El monje dio otro paso hacia Kazunori y desapareció. El cuerpo
de Kazunori se sacudió enderezándose. Kazunori estaba de pie, mirando
fijamente el espejo, y John vio la cara del asesino reflejada.
El pecho de John se apretó. Ahora veía a Kazunori salir por la noche,
con una pala en la mano. Él llegó a un punto y se paró, clavando la pala
en la tierra y empezó a cavar. Tras unos momentos, tiró la pala al suelo y
se arrodilló, metiendo la mano en el agujero que había cavado.

154
El Samurai Sedonia Guillone

Una astilla de energía cruzó el brazo de John. Miró a Kazunori sacar


un bulto de tela sucia, desenrollándolo para revelar una espada. John
exhaló, su respiración se volvió trabajosa.
—¿John?
John oyó la voz preocupada de Toshi detrás de él, pero no podía
contestar. La respuesta estaba demasiado cerca. No podía pararse.
La visión volvió al hotel. John reconoció la alfombra gruesa del
vestíbulo. Kazunori estaba dentro, llevaba puesto su uniforme, la espada
en sus manos. Paso a paso el botones caminó hacia una puerta. Sacó una
tarjeta llave de su bolsillo y la deslizó en la cerradura, abriendo la puerta.
John jadeó. Sintió un ligero toque en su brazo. Toshi. De forma
refleja se encogió de hombros para apartar la mano de Toshi. Kazunori
estaba dentro del cuarto, mirando a la pareja en la cama, ajenos a todo
excepto a su encuentro sexual.
John vio Kazunori levantar la espada y dejarla caer.
El cuerpo de John se sacudió violentamente pero luchó contra el
impulso de desmayarse. Había más que ver. Apretando los dientes, movió
su mano del hombro de Kazunori a su frente, colocando la palma hacia
abajo como si estuviera tomando la temperatura del hombre.
¡Bam!. Otra visión. Kazunori cruzando las calles de la ciudad, su
cara salpicada de sangre. Después estaba en un cuarto de baño en algún
sitio, un lugar sórdido, oscuro, limpiando su cara, sus ojos grandes y
aturdidos. En el momento siguiente estaba en ropa interior otra vez en el
mismo baño, un bolígrafo en su mano. Mirando su reflejo, Kazunori trazó
las letras a través de su frente. Cuando se dio vuelta, John vio claramente
Naomasa escrito en su piel. Kazunori dejó el cuarto de baño y se sentó en
un catre, el colchón delgado y desnudo. Recogió un frasco de píldoras de
la mesita de noche y vació la cosa entera, tragándose las píldoras con un
vaso del agua. Fue lo último que vio John antes de que el mundo se
perdiera en la oscuridad.

155
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi dejó caer el expediente y sujetó a John, antes de que cayera.


—Está bien, te tengo. —Toshi llevó a John al otro lado del cuarto y
lo sentó en una silla. John respiraba pesadamente y Toshi desabrochó el
botón superior de su camisa. —¡Ayuda! —gritó.
Cuando el asistente apareció, Toshi ordenó que le trajera agua.
Recuperó los papeles caídos del suelo y usó la carpeta para abanicar la
cara de John. Toshi permaneció en cuclillas al lado de la silla, abanicando
a John hasta que los párpados de éste revolotearon abriéndose y pareció
recobrar el conocimiento.
La respiración de John se calmó y Toshi suspiró de alivio. No
entendía como John podría resistir la tensión que este trabajo obligaba a
su cuerpo, incluso con la cura de reposo que había recibido antes de venir
a Tokio para ayudarle.
—John, oye, mírame.
Para alivio de Toshi, John abrió los azules ojos totalmente y le miró.
Los ojos de John parecían acosados y lejanos, aunque despejados al
mismo tiempo.
—Toshi —susurró.
En ese momento el asistente apareció con el agua. Toshi tomó el
vaso y lo despidió otra vez. Le dio a John un sorbo y esperó a que hablara
primero, aunque estaba más que desesperado por saber lo que John había
visto.
—Toshi —dijo otra vez, su voz menos chirriante al haber tomado un
poco de agua.

156
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi tomó la mano de John. La piel estaba caliente, por suerte, y


los fuertes dedos de John se cerraron alrededor de la suya.
—Vi al asesino esta vez—. John respiró varias veces antes de
continuar. —Lo vi entrar en el cuerpo de Kazunori y matar a la gente en el
hotel. —John parpadeó varias veces y fijó su mirada en Toshi. —Lo vi
conseguir el arma. La espada.
El aliento de Toshi se trabó.
—Joder. ¿Dónde, John? ¿Viste en dónde?
John sacudió su cabeza.
—No. Él la desenterró de la tierra. No sé dónde estaba.
Toshi sacudió su cabeza y suspiró otra vez.
—Maldito sea. Eso significa que la espada están en algún sitio en
Tokio. Nunca hemos sido capaces de rastrearla. Después de la Segunda
Guerra Mundial el gobierno confiscó cada arma de samurai, guardándolas
como tesoros nacionales. Había, sin embargo, más de veinticinco espadas
desaparecidas, creíamos que habían sido tomadas por soldados de los
Estados Unidos que las habían encontrado durante su servicio. No he sido
capaz de rastrear ninguna de esas espadas desaparecidas. Y además, si
aquellas espadas están, de hecho, en los Estados Unidos, entonces no
estarían siendo usadas aquí como armas para asesinar. Es como si
estuvieran siendo sacadas para airearse. —Él miró hacia John—. ¿Cómo te
sientes?
John apretó la mano de Toshi y lo sostuvo.
—Estaré bien en unos minutos. Tenemos preocupaciones más
grandes ahora que mi fatiga. Como el hecho de que tenemos el espíritu de
un asesinato corriendo por ahí.
Una repentina ola de desesperación pasó por Toshi. No era una
emoción que hubiera esperado sentir, como consecuencia de conocer la
respuesta a los asesinatos que habían estado asolando la ciudad y su vida.
Sin embargo, el asesino no era una persona de carne y hueso que él

157
El Samurai Sedonia Guillone

pudiera detener y encarcelar. Suspiró y miró, aliviado por el toque de


John.
—¿John, cómo captura uno a un espíritu para impedirle matar otra
vez?
John estuvo silencioso durante unos momentos.
—Jodida buena pregunta. Me temo que esto no es está en mi área
de capacidades. Exorcismo y eso, supongo.
Exorcismo. La mirada de Toshi fue volando hasta John.
—Por supuesto. Setsubun. La limpieza ritual de espíritus malignos.
Lo he visto hacer en fiestas en los templos. —Él sacudió su cabeza—.
Siempre pensé que era una estupidez. —Miró a John. —Ahora parece que
es nuestra única esperanza.
John asintió.
—Sí, parece que sí. ¿Te das cuenta que en este caso particular hay
sólo un modo de atraer al asesino, verdad?
El corazón de Toshi dio tumbos. Él soltó la mano de John y se
enderezó repentinamente, comenzando a caminar.
—No. Inadmisible. —Distraídamente sacó sus cigarrillos, apretando
el paquete en su puño. Toshi se paró delante de John, mirándole. —De
ninguna jodida manera. Es un riesgo para tu vida y puede que de alguien
más. Este asesino, Naomasa, o quienquiera que sea, tendrá que poseer
otro cuerpo e intentar cortarnos con una espada.
—Lo sé. ¿Pero qué opciones tenemos?
Toshi se paró, la cólera bullendo en sus tripas. Sacó un cigarrillo y lo
puso entre sus labios, recordando en el último segundo que un depósito
de cadáveres está lleno de productos químicos y que no era el lugar más
adecuado para fumar. Se quitó el cigarrillo y lo sostuvo. Sabía que John
tenía razón. No había nadie más que pudiera detener al asesino, excepto
John y él. ¿Sin embargo, que otra persona, estaría dispuesta a someterse
a la posesión y pasar por los momentos de tratar de asesinar a dos

158
El Samurai Sedonia Guillone

personas? ¿Y además, cómo realizarían un exorcismo al mismo tiempo?


Planteó las preguntas a John.
—No lo sé, Toshi. —La voz de John estaba llena de compasión,
entendiendo el dilema moral de su amante.
Toshi exhaló y quedó de pie, contemplando el suelo. Tras un
momento fue al cajón que contenía el cuerpo de Kazunori y suavemente lo
cerró. Suspiró y giró. Mirando a John y viendo las líneas de agotamiento
alrededor de sus ojos, la cólera de Toshi se derritió. Fue junto a John y se
arrodilló, tomando su mano otra vez.
—Lo siento —murmuró.
Una pequeña sonrisa curvó los labios de John.
—¿Ahora te disculpas de qué? ¿Por qué?
Toshi de repente se sintió profundamente triste.
—No lo sé. Simplemente me pareció que era lo correcto—. Él
resistió la aplastante necesidad de descansar su cabeza en el regazo de
John. Él nunca había pensado que como adulto podría encontrar a alguien
con el cual se sintiera seguro de nuevo.
Sólo en otro momento de su vida había deseado hacer esto antes,
cuando era un crío pequeño y su padre le había zurrado con severidad por
haber arrancado las rosas de su madre. Toshi había ido llorando a su tío
que lo había consolado y había dejado a Toshi descansar su cabeza en sus
rodillas.
Tío Musashi.
Toshi alzó la vista a John.
—Mi tío —dijo—, él es la única persona a quien puedo pedir consejo
sobre esto.
John asintió y apretó su mano.
—Vamos entonces —dijo él suavemente—subamos.

159
El Samurai Sedonia Guillone

Capítulo 14
—Tío, tenemos que marcharnos ahora. —Toshi ayudó a Musashi a
levantarse de su silla y tomó su taza de té vacía por él, dejándola a un
lado.
—¿Dónde vamos, ahora, Toshi? ¿Va a decirme qué pasa?
La alarma en la voz de su tío rasgó el corazón de Toshi. Él odiaba
hacer pasar a Musashi por aquel difícil momento, pero no podía hacer
nada para evitarlo.
—Te prometo que en cuanto estemos en el coche te lo diré todo.
Solo que no puedo hacerlo aquí.
Incluso aunque el mismo Superintendente hubiera traído a un
psíquico para el caso, Toshi estaba seguro de que Ito no había contado
con las cosas que él y John habían encontrado. A pesar de que miles de
ciudadanos japoneses iban con regularidad a los templos budistas para
bendiciones y así mantenían a los malos espíritus alejados de ellos y sus
familias por varios motivos, todavía pensaba que era mejor mantener las
cosas tranquilas hasta que tener más soluciones.
En el estacionamiento, Toshi ayudó a su tío a acomodarse en el
asiento delantero. Cuando fue a cerrar la puerta del coche, Musashi de
repente estalló en un ataque intermitente de tos. Toshi se giró y puso una
mano sobre el hombro de su tío. Cuando la tos cesó, Musashi levantó su
mirada hasta él.
—No estés preocupado, Toshi. Estaré bien. El doctor me dio una
prescripción para esto. Está aquí en mi bolsillo.
Toshi cerró la puerta y fue dio la vuelta al coche hacia el lado del
conductor mientras John se instalaba en el asiento trasero.
—Toshi.

160
El Samurai Sedonia Guillone

Él dio vuelta al escuchar el sonido de la voz de su tío.


—¿Tú no va a llevarme a un asilo, verdad Toshi? ¿Realmente
piensas que estoy loco? —El anciano parecía muy dolido.
La sola pregunta hizo que Toshi se sintiera horrible. ¿Cuán a
menudo su tío se preocupaba por qué le hicieran tal cosa?
—Desde luego que no, tío. Le juro por mi honor que yo no te haría
eso.
Toshi miró a su tío parpadear mientras miraba fijamente al otro
hombre.
—¿Quién es él realmente, Toshi?
—Ya te dije. El Superintendente lo contrató para ayudar con este
caso. No estamos tratando con un asesino común y no hemos sido
capaces de encontrarlo por los medios regulares.
Musashi miró de regreso a Toshi, con su oscura mirada fija en él.
—¿Quiero decir que significa él para ti, sobrino?
Toshi miró fijamente de regreso a su tío, avergonzado por haber
subestimado los poderes de observación de Musashi. Durante toda su vida
siempre había sido Musashi quien había entendido verdaderamente el
corazón de Toshi y querido para él lo que lo hiciera feliz. Sí, sus padres
sabían sobre su orientación, su amor por los hombres, pero ellos nunca lo
habían tomado en serio. Musashi siempre lo había hecho.
Toshi se dobló hacia su tío.
—Perdóname —dijo suavemente. —Te he insultado.
— No, tú no lo hiciste, Toshi.
Para sorpresa de Toshi, Musashi se alzó hacia arriba y acarició su
mejilla, algo que su tío no había hecho en muchos años.
—Si hay algún modo en el que puedo ser de ayuda para ti, lo haré.
—Gracias, Tío. En realidad, si lo hay. —Él arrancó el coche, sin estar
seguro de hacia dónde ir. Calculó que lo mejor en este momento era
conseguir algo para comer mientras ellos hacían un plan. Mientras

161
El Samurai Sedonia Guillone

conducía, le explicó la situación a Musashi, comenzando con el


Superintendente trayendo a John al caso, después las visiones de John en
la morgue y en el cuarto del hotel, así como sus memorias de cuerpo del
samurai y su conexión con el diario en el museo. Él terminó con su
descubrimiento de la posesión del espíritu en los cuerpos para matar a sus
víctimas.
—Aún no hemos hecho la conexión con Naomasa. Pero sabemos
cómo los asesinatos son cometidos y eso es todo lo que importa. Es con
eso en lo que necesito tu ayuda, tío —dijo Toshi—. Yo esperaba que
conocieras algún modo de exorcizar un espíritu sin hacer más daño a la
gente.
—¡Um! —. Su tío se pensó silenciosamente por lo que pareció un
largo rato. No habló hasta que Toshi estacionó el coche a un lado de la
carretera. Él ayudó a su tío mientras caminaban hacia la misma barra de
ramen cerca de su apartamento al que él y Natsuka habían traído a John
la primera noche. Cuando ellos estuvieron asentados en una mesa,
Musashi finalmente habló.
—Por favor pide a este hombre que describa exactamente donde
estaba el samurai en sus visiones.
Toshi tradujo la pregunta de su tío a John.
—Dile que la primera vez estaba en la orilla de un río y luego en la
segunda visión estaba en el jardín de un templo cerca de una estatua
grande de un Buda.
Toshi repitió lo que John había dicho a su tío en japonés. Para su
sorpresa, los ojos de su tío se ensancharon y miró fijamente durante
varios minutos a John antes de darse vuelta hacia Toshi, con preocupación
plegada sobre la piel alrededor de sus ojos.
—Ese es un espíritu muy poderoso, Toshi. Por lo que me dice, este
ser ha recogido el poder para viajar a través del tiempo y luego poseer un
cuerpo después del otro. Hay una posibilidad muy fuerte que este ser, sea

162
El Samurai Sedonia Guillone

alguien que mientras estuvo vivo, hizo un mal empleo de los mantras
budistas y las mandalas. Él se preocupó no por la iluminación, sino por los
poderes espirituales. —sacudió su cabeza—. Lamentablemente, había
personas como esta, monjes y sacerdotes que empleaban mal el camino
de la iluminación para reforzar sus propios poderes.
—¿Usted dice que setsubun 32[42] sería insuficiente para exorcizar tal
espíritu, tío?
Musashi sacudió su cabeza.
—No, Toshi. Ningún espíritu es invulnerable al gran mantra y al
ritual del fuego. Sin embargo, llevará tiempo para lograr la disolución de
tal espíritu y debe de ser atrapado dentro de un cuerpo.
—¿Estas completamente seguro de eso?
Musashi cabeceó.
—Cuando regresé de la guerra yo no podía vivir en la ciudad. Pasé
mucho tiempo con los yamabushi 33 encima de las colinas, los asesinos de
demonios quienes realizan setsubun. He aprendido mucho de ellos en
estos asuntos.
Toshi suspiró y pasó una mano por su pelo.
—¿Toshi, estas bien? —La voz de John cortó suavemente su
frustración.
Toshi se giró y lo miró, confortándose inmediatamente al mirar los
ojos azules de John. Nadie en su vida alguna vez, había tenido tal efecto
sobre él. Nunca. Él tradujo para John lo que su tío le había dicho.
John escuchó y luego cabeceó.
—Mucho me temo que eso sea muy similar a lo que te dije antes.
Toshi miro fijamente hacia su tazón de ramen intacto.

32
Setsubun es una celebración japonesa llevada a cabo el día antes del comienzo de una nueva estación del
año. El nombre significa literalmente "separación de estaciones", pero en general el término hace referencia al
Setsubun de Primavera, llamado correctamente Lichun celebrado anualmente el día 3 de febrero.
33
Yamabushi "guerrero de la montaña", se refiere habitualmente a los monjes ascetas y guerreros japoneses
que seguían el Shugendo llevando vida solitaria en la montaña, aunque asociados a determinados templos.
Participaron ocasionalmente en batallas y escaramuzas junto a los samurai y los sohei.

163
El Samurai Sedonia Guillone

—Lo sé. —Él miró a su tío. —¿Tío, si el espíritu es tan poderoso, no


será capaz de escaparse estando atrapado?
Musashi lo miró. Los ojos del hombre anciano parecían muy tristes.
—Cada espíritu tiene una debilidad. Hay fuerzas con las que ellos
son atrapados y son incapaces de resistirse. En este caso, parece como si
la fuerza de dos amantes juntos, moviesen al espíritu para poseer el
cuerpo, entonces, esto puede matarlos.
Toshi exhaló.
—Shimatta 34 —juró. Otra vez, tradujo la respuesta de su tío para
John.
John lo miró.
—Esto no nos deja ninguna opción —dijo suavemente.
Toshi miró fijamente a los ojos de John, deseando poder
desaparecer dentro de aquella suave mirada fija.
—Sobrino.
La amable voz de su tío era la única cosa capaz de hacer que Toshi
moviera su mirada fija de la cara de John en aquel momento.
Musashi lo miraba a él.
—Toshi, te ayudaré a atrapar al espíritu —dijo—. Haría cualquier
cosa para ayudarte.
Toshi lo miró fijamente, momentáneamente incapaz de hablar.
—Absolutamente no —dijo finalmente—. No hay ninguna posibilidad
de que te ponga en tal peligro.
Su tío extendió su mano y agarró el brazo de Toshi.
—Escúchame, Toshi. Durante años te he mirado. Yo sé cuan
doloroso fue para ti regresar a Japón después de tus años en América. Sé
que dejaste a alguien que amabas detrás. Yo solo me detuve y miré como
mi hermano demandaba que cumplieras con tu deber. Hice lo mismo, para
mi familia y para mi país, y eso no me trajo nada. Tú has sido la gran

34
Shimatta: significa en japonés “oh no”; “¡demonios!

164
El Samurai Sedonia Guillone

alegría de mi vida. Sufro por verte insatisfecho. —Musashi echo un vistazo


significativamente a John. —Quiero que seas feliz, Toshi. Te conozco y sé
que no descansarás hasta que los asesinatos se hayan terminado. Por
favor, déjame ayudarte. Te mostraré como realizar los rituales de
setsubun y tú puedes atrapar al espíritu en mí y liberarlo.
Toshi luchó para quedarse tranquilo. La súplica de su tío lo conmovía
hasta las lágrimas y no quería avergonzar a su tío. Él bajó la vista a su
tazón, sintiéndose más atrapado de lo que alguna vez se había sentido.
Lamentablemente, su tío era la única persona que podía ayudarles. Él no
podía traer un yamabushi. ¿Que si el oni, 35 o lo que fuera, descubría lo
que ellos estaban haciendo y se ocultaba? Él suspiró, apretando
fuertemente sus puños.
—Bien, pero tú debes prometerme que nada malo va a pasarte.
—Te lo prometo, Toshi.
Toshi miró a su tío, sabiendo que Musashi nunca podría mantener
tal promesa. No había ningún modo posible de saber cómo esa posesión y
el exorcismo lo afectarían. Pero Toshi estaba contento con las palabras.

De camino regresando al apartamento de Toshi, ellos se detuvieron


para recoger los materiales necesarios para el exorcismo. La tensión en
los músculos de Toshi aumentó, haciendo que le doliera la cabeza
horriblemente. No había ninguna garantía de que los tres sobrevivirían
está noche, pero si eran capaces de atrapar y exorcizar al espíritu para
prevenir futuros asesinatos, que así fuera. Cuando había comenzado su
35
Oni Son criaturas de la cultura Japonesa, algunas veces se traducen como demonios, ogros o trol. Son
personajes populares en el arte Japonés, literatura y teatro.

165
El Samurai Sedonia Guillone

entrenamiento en la fuerza armada, siempre supo que habría muchas


veces en las cuales su vida estaría en peligro. Ésta era una de esas veces.
De regreso en el apartamento de Toshi, Musashi enseñó a Toshi y a
John como establecer el fuego del ritual con los palos de cedro y como
colocar los frijoles alrededor de él, cuando el espíritu lo poseyera. Los
frijoles, él explicó, atraparían al espíritu dentro de su cuerpo y éste no
sería capaz de marcharse mientras él se mantuviera dentro del círculo.
Les dijo también que lanzaran más frijoles alrededor del cuarto, por si
acaso, así el espíritu no podría dejar el cuarto antes de que ellos
terminaran los rituales.
Cuando terminaron Musashi entró en el segundo dormitorio para
descansar y por primera vez desde esa mañana Toshi estuvo solo con
John, quien se sentó sobre el borde de la cama, mirándolo.
Toshi se sentó a su lado. La presencia de su amante, hizo que el
terror que sentía por lo que iban a hacer en muy poco tiempo
desapareciera.
—Un penique por tus pensamientos.
Toshi lo miró.
—¿No conoces esa expresión? —John preguntó.
Toshi suspiró.
—Sí. —Michael solía decírselo de vez en cuando, pero no compartió
esa pequeña información con John. —Estaba pensando que no sé nada
sobre ti, quiero decir aparte de lo que me dijiste la otra noche. Ni siquiera
donde naciste. Quiero saber todo sobre ti —. En caso de que no
consiguieran sobrevivir esa noche.
La cara de John se ablandó y sus ojos brillaron como si le hubieran
dado lo que su corazón deseaba. La expresión de chico dulce derritió a
Toshi profundamente por dentro. No me dejes hacerle daño a este
hombre, pensó desesperadamente.

166
El Samurai Sedonia Guillone

—No hay mucho que saber, creo —dijo John—. Nací en una pequeña
ciudad de Indiana de padres granjeros. Tengo un montón de hermanos y
hermanas y sólo uno de mis hermanos todavía está en Indiana, el resto
de nosotros vivimos por todo el mundo. La primera vez que me marché
fue para ir al Golfo. Volví y me quedé en el hospital VA en Boston
mientras me recuperaba y nunca abandoné aquella ciudad. Yo no podía
volver a una pequeña ciudad y seguir fingiendo que no era homosexual.
Toshi cabeceó.
—Entiendo. —Él siempre había querido volver a los Estados Unidos
también. Todos sus recuerdos más felices habían sido allí, de él y Michael,
explorando los magníficos campos al norte de San Francisco y quedándose
en una acogedora cabaña entre los árboles de Redwood 36 .
Tal vez ahora él tenía una razón malditamente buena para volver.
Permanentemente.
Tristemente, no había ninguna posibilidad de permanentemente, no
hasta que él asesino hubiera sido detenido.
John se sentó sobre el borde de la cama de Toshi. Se quitó su
chaqueta y desabotonó los primeros botones de su camisa.
John mostraba un poco de pelo rubio a través de la parte abierta de
su camisa removiendo el deseo de Toshi. Él no quería nada más en ese
momento, que terminar de desabotonar aquella camisa y probar cada
pulgada de carne expuesta bronceada y musculosa. Se sentó cerca de
John, tan cerca como se atrevía, pero lo bastante lejos como para no
recoger la radiante energía, la masculina energía que John siempre emitía.
Sin embargo, John si tomó su mano. Toshi se permitió, disfrutar del
toque caliente, el roce ligero de sus callos.
—Creo que éste es el momento para una conversación importante —
dijo John suavemente. —No que las otras, no lo hayan sido.

36
Redwood: generalmente se refiere a una de varias especies de árboles con la madera roja o rojiza coloreada.

167
El Samurai Sedonia Guillone

Toshi cabeceó.
—Sí —. Desactivar al asesino, un espíritu que no podrían detener y
poner entre rejas, hacía que el futuro de su relación con John se volviera
inextricablemente complicada. —Él mató porque quería que Akira tuviera
lo que su corazón deseaba. Y ahora él está asesinando otra vez por la
misma razón.
Sintió como le recorría un repentino miedo por Keiko. Él sacó su
teléfono y presionó la tecla de velocidad para llamar al teléfono de Keiko.
—Quiero asegurarme que Keiko está bien —dijo.
Keiko contestó. Sí, ella estaba bien. Estaba con sus padres y le
había explicado la situación a Aoki. Natsuka estaba con ellos.
Satisfecho de que estuviera a salvo, Toshi cerró el teléfono. Tuvo un
ataque de culpa momentánea, Natsuka no sabía lo que Toshi estaba
haciendo. Su compañero nunca habría dejado que Toshi tomara tal riesgo
con su vida si lo hubiera sabido. Toshi le debía a Natsuka una enorme
disculpa y esperaba que su amigo le perdonara cuando todo esto hubiera
terminado.
Toshi comenzó a deshacerse de su chaqueta y John liberó su mano
para facilitarle el trabajo. Dejando la chaqueta a un lado miró a John.
—Ella está segura —dijo. En este mismo momento su teléfono
celular sonó, enviando un temblor por su espina. Él contestó.
—Genjin.
—Inspector —. Era el Ayudante del Inspector Hayao.
—¿Qué tienes para mí?
—Fuimos capaces de hablar con un amigo del vecino del escritor.
El corazón de Toshi se sacudió.
—¿Qué encontró?
—Bien, el día antes del asesinato, ella vio a la mujer. Había tierra
sobre su ropa y ella le dijo a su amiga que había estado trabajando en el

168
El Samurai Sedonia Guillone

jardín. Primero, ella no tiene jardín. Y segundo, fue después de las diez de
la noche cuando ella había estado afuera cavando, o algo.
Toshi tragó con dificultad a causa del nudo que se había formado en
su garganta. De la forma en que encontraban las respuestas, era un
misterio. Y todo debido a las visiones de John.
—¿Ella dijo dónde había estado cavando?
—No. Le dijo a su amigo que estaba cansada y se fue a la cama.
Encontramos la ropa de ella manchada en su dormitorio. Nosotros
analizamos las manchas, para intentar localizar donde estuvo. Ella no
conducía. Su amigo dijo que odiaba hasta montar en un coche. Los coches
la asustan. Entonces hay muchas probabilidades de que cualquier parte en
la que ella estuviera cavando esté a muy poca distancia donde pudiera ir
caminando.
—Aurigato, Hayao.
Toshi apagó su teléfono. Él se giró hacia John y repitió lo que Hayao
le había dicho.
Los ojos azules de John se ensancharon.
—Mi Dios. Hay alguna posibilidad de que ella desenterrara la
espada.
—Esos eran mis pensamientos exactamente. —Toshi se golpeó con
la mano su frente. —¡Desde luego! ¿Por qué no pensé en ello?
—Todas aquellas referencias sobre las espadas que hizo, Naomasa
debió de haber ocultado armas en algún sitio. Solamente para tenerlas
para él, o para qué… no lo sé. Las personas tienen toda clase de motivos.
—Tal vez era para algo como esto.
—Sí. Eso tiene sentido. Eso significaría que Naomasa es él asesino.
Pero John sacudió su cabeza.
—No, no estoy seguro de eso. Naomasa te dijo que lo detuvieras a
‘él’. Si “él” es el asesino, entonces Naomasa no lo es.
Toshi cabecearon.

169
El Samurai Sedonia Guillone

—Esto es cierto. De cualquier modo, no estoy seguro que importe


una vez que exorcicemos al asesino.
—Tienes razón. —John suspiró.
—¿Entonces…cuando… haremos esto?
Toshi lo miró.
—Supongo que el tiempo es… ahora.

170
El Samurai Sedonia Guillone

CAPÍTULO 15
John aclaró su garganta. Su corazón comenzó a latir más rápido.
Había afrontado antes la clase de peligro que pone en riesgo la vida y lo
había detestado. No estaba demasiado impresionado por ello ahora. La
excitación que había surgido en él desde que Toshi se había sentado sobre
la cama con él se apagaba. Nunca había sido una de esas personas para
quienes el peligro es un afrodisíaco.
La pregunta tácita sobre su relación quedó suspendida en el aire.
John la sintió. Mierda, también podía tratar con eso.
—Si Naomasa sabe que nuestra relación está mal, va a venir tras
nosotros. Él me lo dio a entender hoy en el apartamento de Keiko —miró
a Toshi, al interior de los hermosos y oscuros ojos del otro hombre,
intentando leer la respuesta en ellos. No pudo ver nada; no sintió nada de
Toshi como respuesta.
Su corazón dio un golpe contra su pecho. Una de dos, o Toshi era un
actor demasiado bueno tal como el hombre por el que le había sido puesto
su nombre, o… su intuición fallaba con él. Eso sucedía a veces con la
gente a la que se estaba profundamente atado. A veces era insoportable
ver el corazón de alguien que significaba todo para uno.
John miró hacia abajo como si examinase los matices de costura del
cobertor azul oscuro. Toshi tenía razón, desde luego. Pero eso también
significaba que en su corazón, Toshi sentía que no podían estar juntos a
pesar del hecho de que había admitido estar enamorado. El asesino sabía
lo que había en los corazones de sus víctimas. Si iban a atrapar al
asesino, Toshi tendría que mantener a John fuera de su corazón. No había
medias tintas.
—Lo sé. —Tras el silencio de Toshi, John levantó su mirada,

171
El Samurai Sedonia Guillone

encontrándose con una expresión todavía inescrutable en los ojos de


Toshi.
—Mi única pregunta es ¿Cómo? Lo olvidé totalmente. No hay ninguna
espada y ningún modo de conseguir una.
—Hay una espada, John. —Toshi se levantó de la cama y fue a su
cómoda. Se arrodilló, abrió un cajón, y buscó entre los montones de ropa.
Metiendo la mano profundamente en el cajón, sacó algo envuelto en lo
que parecía ser una sábana. Se irguió y puso el bulto sobre la cama,
frente a John. —Otro regalo de mi tío, hace años. Ha estado en nuestra
familia por más de cien años. El gobierno la había confiscado después de
la guerra, con todo lo demás, pero se la devolvió a mi tío como un regalo
por su servicio al Japón. —Mientras hablaba, desenrolló la sábana,
revelando una magnífica wakizashi de samurai en su vaina. La
empuñadura estaba cubierta con un tejido intrincado de cuero y la vaina
estaba enjoyada con jade y marfil.
El arma era una de las piezas más increíbles de arte que John había
visto alguna vez; atemorizante en su magnificencia.
—Wow, —respiró, mirando como Toshi lentamente deslizaba la
espada fuera de su vaina. La hoja destelló a la luz, mostrando la
cuidadosa meticulosidad con que el arma había sido forjada hacía más que
de un siglo.
Un temblor atravesó el cuerpo de John cuando una imagen espantosa
de él y Toshi, sus cuerpos desnudos atravesados y unidos por esta
espada, se elevó en su mente.
Toshi envainó la espada otra vez.
—Dejaré esto en otro cuarto —dijo suavemente.
—Toshi. —John lo detuvo con una mano en su brazo—. ¿Esto quiere
decir… nosotros… tú y yo… nosotros no vamos a estar juntos?
Toshi asintió. Suspiró e introdujo una mano a través de su pelo. Con
la otra mano sostuvo la espada.

172
El Samurai Sedonia Guillone

—Lo siento, John. No veo cómo podríamos. Sí, siento lo mismo por ti
que tú por mí, pero…
—¿Pero qué?
Otro suspiro.
—Como te dije antes de volver del apartamento de Keiko, los lazos de
familia a veces nos controlan más profundamente que los del corazón.
John contuvo las lágrimas. Maldición. La única vez en que deseaba
que su capacidad empática funcionara y le fallaba.
Sin otra palabra, Toshi se levantó y entró en otro cuarto. Cuando
volvió ya no sostenía la espada.
—Coloqué la espada afuera de la puerta de mi tío. Cuando está
poseído no sabe lo que hace.
—Ciertamente él es consciente acerca del método con que los
asesinatos han sido realizados.
—Lo es. Lo pedí por última vez que lo reconsiderara. Él tiene la
certeza de que seremos capaces de impedirle que… ya sabes. —Con su
mirada fija descansando sobre John, desabrochó su pistolera, poniéndola
sobre la cómoda.
Los ojos de John siguieron el arma donde él la colocó.
—Me niego a dispararle a mi tío —murmuró Toshi, como si hubiera
leído la mente de John.
La voz de Toshi arrastró la mirada de John de vuelta a su amante.
Mejor así.
—¡Hey! —dijo suavemente, su cuerpo entibiándose otra vez cuando
Toshi comenzó a desabotonar su camisa. —Se supone que yo soy el que
lee las mentes aquí.
Toshi no contestó. Sus ojos no pudieron mantener una expresión
neutra. Algo más oscuro ardió a fuego lento dentro de ellos. Sus labios
plenos se separaron ligeramente.
El corazón de John se aceleró despiadadamente, toda su atención

173
El Samurai Sedonia Guillone

puesta en Toshi, mientras su amante se desnudaba. Toshi se quitó la


camisa, lanzándola sobre una silla cercana. Los músculos bajo su piel
tensa, de tono almendrado, se flexionaron y crujieron mientras se movía.
La mirada fija de John se deslizó sobre sus pectorales encabezados por
pezones color marrón oscuro. Toshi era el hombre más hermoso que
había visto nunca.
Toshi fue al cajón de la mesita de noche y sacó una pequeña botella
de aceite, luego se aproximó y se sentó frente a él, esos oscuros ojos
ardían de deseo. Extendió la mano y desabotonó el resto de la camisa,
lenta y deliberadamente, quitándola de los hombros de John. El roce
caliente de las manos de Toshi hacia abajo por el pecho de John y otra vez
por sus hombros hacía que deliciosos temblores de calor lo recorrieran,
apartando todo lo demás. Qué no daría para que no hubiese nada más en
el mundo aparte de él y Toshi haciendo el amor.
Lamentablemente, sabía que eso no podía ser. Porque incluso
mientras Toshi levantaba una de sus muñecas y desabotonaba el puño de
su camisa, John sabía que lo que debían estar haciendo ahora no era sólo
amar y desear.
Era el momento de detener a un asesino.
Mmm. Era tan difícil de recordar alguna otra cosa. En el momento en
que los labios de Toshi tocaron los suyos, el cuerpo de John se derritió, la
tibia presión de la suavidad, la intrusión húmeda de su lengua.
Toshi le quitó a John la camisa completamente, dejándola a un lado.
En el momento en que John estuvo libre puso sus brazos alrededor de
Toshi, acercando a Toshi, moldeando su boca sobre la de su amante. No
sabía si era porque estaba enamorado, pero nunca había probado a
alguien tan delicioso como este hombre, el sabor natural de Toshi era
suave e íntimo sobre su lengua.
Deslizó una mano por su lisa y musculosa espalda, enredando sus
dedos en ese pelo increíble. Cada terminación nerviosa de su cuerpo

174
El Samurai Sedonia Guillone

chisporroteaba. Con los ojos cerrados, sucumbió a la neblina febril de


amor que el hombre lo hacía sentir. Su otra mano apretó el brazo de
Toshi, su pulgar rozando hacia adelante y atrás por encima del flexible
bíceps.
Los dedos de Toshi dejaron el pantalón de John abierto. John sintió
los pequeños tirones y empujones de su cinturón y se sentó más derecho,
permitiéndole más espacio a las manos de Toshi. Toshi devolvía sus besos
con igual fervor, succionando la lengua de John, murmurando y
suspirando en sus bocas unidas con tal abandono que John apenas podía
creer que había un asesino que los seguía.
John estaba lejos de sentir la oscura y susurrante presencia que le
decía que el asesino estaba cerca.
Toshi dejó el beso y cuidadosamente empujó a John sobre su espalda.
Mirándolo hacia abajo con esa mirada encantadoramente oscura, Toshi le
quitó a John el pantalón completamente, dejándolo caer al piso. La dorada
piel de Toshi estaba enrojecida y sus labios hinchados por sus besos. El
brillo posesivo de lujuria en sus rasgos esculpidos que John había visto
antes estaba ahora allí.
Toshi se levantó de la cama y se quitó su pantalón. Salió de ellos
dando un paso y con otro rápido y ágil movimiento estuvo encima de
John, la longitud de su desnudez apretando a John. Cayó hacia adelante
abruptamente, tomando la boca de John en otro beso ferviente, luego
afirmando sus manos sobre el colchón para elevarse, frotando su verga
contra su amante.
John gimió, mirando a Toshi. Rápidamente perdía la batalla por la
concentración, por lograr mantener la vigilia sobre un asesino. Sus manos
rodearon las delgadas caderas de Toshi, siguiendo el movimiento de
Toshi. Sólo eso fue casi suficiente para hacerlo llegar al orgasmo. Abrió las
piernas, moviendo sus manos con la curva de sus rodillas.
Toshi tomó un profundo aliento y humedeció sus dedos. Extendiendo

175
El Samurai Sedonia Guillone

la mano hacia abajo, frotó los húmedos vellos sobre la apertura de John.
El mero toque envió chispas de calor hacia las bolas de John. Agarró la
espalda de Toshi.
—Estoy seguro, John —susurró Toshi entre pesadas respiraciones.
—Entonces yo también. Confío en ti.
Toshi empujó un dedo dentro de él, introduciéndolo cuidadosamente
a más profundidad. Las yemas de los dedos de John presionaron los
músculos de la espalda de Toshi, abrazando el placer intenso que lo
invadía. Toshi empujó un segundo dedo, moviéndolos, abriendo a John.
Preparándolo para él. John movió sus caderas contra el ritmo de los dedos
de Toshi. Necesitaba tener a Toshi dentro de él, por lo que tomó la botella
de aceite, vertiendo un poco en su palma y extendiéndola hacia abajo,
frotó la erección de Toshi, y lo mezcló con la gota de semen que ya había
rezumado.
—Ahora, Toshi, por favor.
Toshi gimió y lo besó. Al momento siguiente empujó la cabeza de su
verga en John.
John empujó contra Toshi, agarrando sus nalgas y atrayéndolo. Un
satisfactorio y duro empuje unió sus cuerpos. Un sonido bajo como un
gruñido estalló profundamente desde la garganta de Toshi y éste tomó la
boca de John desordenadamente mientras comenzaba a moverse, ese
primitivo salvajismo atrapándolo tal como la noche anterior.
Toshi metió su mano entre ellos y acarició la verga de John,
alternando la caricia de su mano con un empuje profundo. En cuestión de
momentos, John sintió la presión construyéndose tan profundamente
dentro de él que no podía contenerla. Otro empuje tocando ese dulce
punto y el mundo estalló. Sus ojos se cerraron, su cuerpo se apretó.
Toshi redujo la velocidad de sus movimientos, mirando el rostro de
John tras sus pesados párpados. La respiración de Toshi salía
bruscamente y sus ojos oscuros ardían a fuego lento de pura necesidad.

176
El Samurai Sedonia Guillone

La mirada tocó a John en un lugar tan profundo dentro de él que


hasta entonces nunca supo que existía. John apretó el anillo de músculos
alrededor del pene de Toshi y corcoveó hacia él. Toshi se retiró
lentamente hasta que sólo la cabeza de su pene quedó dentro de John y
luego se hundió en otra vez, uniéndolos profundamente. John apretó sus
músculos inferiores otra vez y Toshi gimió y echó su cabeza hacia atrás.
Un último empuje profundo, y se vació dentro de su amante.
John puso sus brazos alrededor de Toshi y lo atrajo hacia él para que
descansara. Presionó sus labios en el cuello húmedo de Toshi, tocando con
su lengua la piel salada y suave. Dios, no quería vivir sin este hombre.
Aun cuando esa era exactamente la misma cosa que temía hacer. Con sus
manos firmemente extendidas sobre la espalda de Toshi, sostuvo a su
amante, sus ojos cerrados, las yemas de sus dedos memorizando la
sensación de la piel de Toshi, así como cada matiz de músculos y huesos.
Así estaban cuando sucedió. La energía. La oscuridad resbaló en el
cuarto como un susurro. John se tensó y abrió sus ojos. Se estaba
acercando.
Toshi debió haber registrado el cambio. Levantó su rostro y miró a
John con la pregunta en los ojos.
John le hizo un pequeño gesto de asentimiento. Estaba aquí. Alzaron
la vista.
Musashi estaba encima de ellos, la espada de Toshi elevada con
ambas manos.
—¡No! —gritó John, la adrenalina disparándose por su cuerpo. Agarró
a Toshi y rodó, evitando la hoja que descendía por milímetros. El eje de
acero cortó el colchón y se enterró hasta la empuñadura.
Toshi saltó encima de John y se lanzó hacia su tío. Una fuerza de
hierro habitaba en el cuerpo del anciano. Naomasa. Toshi lo lanzó al piso
y lo sujetó.

177
El Samurai Sedonia Guillone

John se lanzó hacia delante y agarró las piernas de Musashi. Él se


retorció y luchó con la fuerza de varios hombres y le tomó toda la fuerza a
John poder sostener sus tobillos. La energía del asesino agotaba los
brazos de John, casi haciéndolo romper su asimiento, pero el miedo de
John por la seguridad de Toshi lo llevó a colgarse con toda su fuerza.

Toshi mantuvo a su tío inmovilizado. Su tío luchaba con una fuerza


poco natural. La fuerza de un hombre poseído por el espíritu de un
guerrero. Obligó a su mente a recordar que el espíritu estaba dentro de su
tío. De otra manera, su tío no podría haberle hecho esto y él no podría
haberlo inmovilizado por medio del poder.
—¡John, las semillas!
Vio a John extender su mano libre y agarrar la bolsa de las semillas
de sojas que Musashi les había dicho que dispersaran.
Las tomó y lanzó los puñados de semillas por todas partes, alrededor
de ellos. Su tío luchó y soltó un gemido parecido al un animal, llevado por
una intensa frustración.
—¡Maldito seas! ¡Naomasa! —Su tío hizo un movimiento y llevó el
brazo de Toshi contra su garganta—. ¡Naomasa! ¡Detenlos! ¡Ellos me han
atrapado aquí!
Toshi miró a John.
—¿Qué está diciendo? ¡Él es Naomasa!
—¡No lo soy!
—John, ¿Es Naomasa?
John miró a Musashi, ensanchando sus ojos azules.
—Mi dios, no lo es.

178
El Samurai Sedonia Guillone

—¿Quién es entonces?
John sacudió su cabeza.
—No lo sé. —De repente el cuerpo de John se estremeció y la
expresión en sus ojos se volvió feroz.
—Yo soy Naomasa, —dijo en japonés a Toshi.
—Tú eres el asesino —dijo Toshi.
Naomasa inclinó la cabeza de John.
—De Kenji y Akira, sí. No de los demás. No. Es él. Tokugawa Shingen.
Un monje del Templo Chomei-ji. Él robó mis espadas y las enterró.
Entonces siempre podré tener algo de ti.
Toshi recordó del diario de Naomasa el nombre del templo cercano.
Ahora era un destino para turistas.
—Él mató a todas esas personas y me obligó a mirar —continuó
Naomasa—. Fue el castigo por mi crimen. Siempre he sufrido por lo que le
hice a Akira. Lo amaba.
Toshi miraba fijamente a John. Era como si John no estuviera allí.
John nunca había detectado la segunda presencia.
Los labios de John temblaron, mostrando la profunda pena del
samurai, era una persona arrepentida.
Musashi luchaba, pero ambos hombres mantuvieron el resguardo
sobre su cuerpo.
—Naomasa, yo te amaba y ¡tú te suicidaste! Me hiciste sufrir. De
modo que yo te he hecho sufrir. Estos dos se acercaban a mí, intentando
detenerme. ¡Deben morir!
El corazón de Toshi golpeó su pecho. Mierda. Habían hecho todo mal,
aún cuando de todas maneras les había conducido al asesino. Buscó
desesperadamente en su mente un modo de conseguir que ambos
espíritus se fueran de estos cuerpos para que nunca volvieran a asesinar a
otro ser humano, miró a John.
—Naomasa, quédate con él ahora.

179
El Samurai Sedonia Guillone

John le miró fijamente con los ojos de otro del otro hombre dentro de
él.
—Si amas a Akira, haz esto… por él. Recuperarás tu honor —lanzaba
palabras al aire, esperando que ambos espíritus escucharan. Antes de que
perdiera su propia mente.
Pero su tío se retorció y luchó otra vez.
—Nunca. ¿Y tenerlo traicionándome otra vez? Eres mío, Naomasa, y
sufrirás por toda la eternidad por lo que me hiciste.
—¡No! —dijo Naomasa a través de John—. Pagaré la deuda por mi
crimen y seguiré adelante. Los asesinatos que cometí ataron las almas de
Akira y Kenji. Ellos, también vagan, incapaces de alcanzar la luz. —John
liberó su asimiento sobre Musashi y lanzó más semillas sobre el hombre,
extrayendo otro gemido estrangulado.
Antes de que Toshi pudiera preguntar lo que John hacía, vio a John
extender la mano hacia los palillos de cedro y el encendedor. John acercó
la llama hacia el cedro, observando la madera encenderse. Mientras se
quemaba, dejó a un lado el encendedor, tomó otro palillo, y lo encendió.
Cerró sus ojos y comenzó a cantar en tono bajo, suave, agitando los
palillos que ardían cerca de Musashi.
—¡No, Naomasa! —El espíritu en el cuerpo de su tío lloró y gimió.
John siguió cantando, sus ojos húmedos y a lo lejos, la vibración del
cántico que Musashi les había enseñado llenó el dormitorio con el olor
picante del cedro ardiendo. El espíritu de Naomasa siguió cantando a
través de John, agitando los palillos de cedro en un ritmo hacia adelante y
hacia atrás.
El cuerpo de Musashi se agitó en los brazos de Toshi. Un sonido
gorjeante retumbó en su garganta y sus ojos brillaron con una luz
sobrenatural. Él gimió, el sonido aumentó de volumen, vibrando a través
de todo su cuerpo.
El cántico de John creció más y más fuerte y agitó los palillos

180
El Samurai Sedonia Guillone

ardientes en un arco alrededor del cuerpo de Musashi. Un grito estalló en


la garganta de Musashi. Sus brazos flotaron y todo su cuerpo convulsionó
tan violentamente que Toshi perdió su sujeción y Musashi cayó al piso,
todavía retorciéndose. Musashi gritó otra vez y una ráfaga de viento se
precipitó fuera de su cuerpo, desde una fuente imperceptible. Una nube
negra de humo se cernió en el aire mientras el sonido del grito se
desvanecía. De pronto, el humo desapareció.
John dejó de cantar. Puso los palos ardiendo en un tazón de cerámica
sobre el aparador y se quedó de pie silenciosamente, los ojos cerrados.
—Lo siento. Me iré ahora. —John tomó un profundo aliento y el
mismo tipo de ráfaga salió de él también, derrumbándolo al piso.
—¡Tío! —Toshi se inclinó sobre Musashi, sus dedos fueron al cuello del
anciano. El pulso allí apenas se sentía. Un suspiro estrangulado escapó de
Musashi y quedó en silencio. El pulso se detuvo.
Nada.
—No —Toshi respiraba desesperadamente. Bajó a su tío con cuidado
al piso y comenzó la resucitación cardiopulmonar. Sólo rezaba para que no
le hubiera sucedido lo mismo a John.
Toshi le hizo respiración boca a boca a su tío y luego bombeó su
pecho. En medio de los movimientos alzaba la vista hacia John, aliviado
de ver que él se recuperaba sin ayuda.
John alzó la vista, sus ojos nebulosos, su rostro sin color.
—¿Llamaste a la ambulancia?
—Lo haré. Por favor, ayúdale. —Toshi fue al teléfono sobre su mesita
de noche y marcó, mirando el trabajo de John sobre Musashi.
John empujaba rítmicamente el pecho de Musashi, luego revisó la
respiración. Cuando el receptor de la ambulancia contestó a la llamada,
Toshi dio la dirección aun cuando John lo miraba y sacudía su cabeza
tristemente.
Los paramédicos hicieron todo lo que podían, pero no lograron

181
El Samurai Sedonia Guillone

reanimar al tío de Toshi. La fuerza del espíritu saliendo de él había


causado un paro cardiaco.
John estaba parado junto a Toshi, ambos ahora vestidos, mirando a
los paramédicos sacando un rollo de sábanas que contenía el cuerpo de
Musashi. Ya habían ocultado la espada y habían cubierto el agujero en el
colchón. Toshi había evitado incriminar a su tío.
Cuando hubieron cerrado la puerta detrás de ellos Toshi se quedó de
pie, terriblemente tranquilo, mirando fijamente la puerta.
—Tengo que contarle a Natsuka, —dijo suavemente.
John deseaba poder hacer la llamada por Toshi, pero el único
momento en que había sido capaz de hablar japonés era cuando esos
espíritus habían hablado a través de él. Siguió a Toshi a la sala de estar
donde había un teléfono y escuchó el intercambio de Toshi con su
compañero.
Toshi colgó el receptor y cayó sobre el sofá.
—Natsuka va a enviar el archivo del informe a la oficina central —
metió una mano a través de su pelo, sus ojos oscuros nublados por la
pena—. Hay un John Doe en la morgue que hemos sido incapaces de
identificar durante meses. Natsuka va a entregar un informe y usarlo
como el asesino —suspiró—. No es lo más ético que se puede hacer, lo
reconozco. ¿Pero cómo puedo incriminar a alguien en este caso? Sobre
todo a mi tío. —Sus ojos comenzaron a brillar con lágrimas no
derramadas.
John se sentó a su lado, observándolo. La hermosa cara de Toshi
estaba delineada por la pena y el corazón de John sufría por él.
—Le dije a Natsuka lo que Naomasa había dicho sobre las espadas —
continuó Toshi—. Él siguió la pista y encontraron el punto donde la tierra
había sido removida. Les tomó sólo unos momentos encontrar las
espadas, enterradas en el jardín del Templo Chomei-ji —exhaló y mantuvo
su mirada fija en el suelo, dando a entender a John que se sentía aturdido

182
El Samurai Sedonia Guillone

y avergonzado, así como apenado—. Había allí dos más.


Había terminado.
—Estoy aquí para ti, Toshi, —dijo John suavemente. Su propio cuerpo
dolía y punzaba incómodamente como lo hacía siempre después de una
canalización violenta como la que acababa de tener. Pero su preocupación
por Toshi anulaba todo lo demás. Extendió la mano y la puso sobre el
hombro de Toshi. Para su tranquilidad, Toshi no la quitó como John había
temido que haría.
—Sólo dime lo que necesitas.
Toshi se giró y lo miró con sus afligidos ojos oscuros. John sintió las
palabras que luchaban por salir de él. Pero él había pasado mucho tiempo
sin siquiera decírselas a sí mismo, y John podía ver que las palabras
estaban atrapadas en su interior.
—¿Necesitas estar solo?
Toshi sacudió su cabeza.
El alivio atravesó a John.
—¿Quieres que te abrace?
Toshi asintió.
El corazón de John se derritió.
—Ven aquí, bebé, —canturreó. Se acercó y con cuidado atrajo a Toshi
a sus brazos.
Toshi cayó contra él y se sentó atrás, pegado al sufriente hombre,
absorbiendo los sollozos tranquilos de Toshi, acariciando el cabello de
Toshi y su espalda.
John no tenía que ser psíquico para saber que probablemente era la
primera vez en la vida de Toshi que había llorado en brazos de alguien.
Que se había permitido ser visto así de desnudo.
Bueno, la segunda vez. La primera había sido anoche.
Un largo rato pasó antes de que las lágrimas de Toshi se agotaran.
Descansó varios minutos más mientras John acariciaba su pelo.

183
El Samurai Sedonia Guillone

Finalmente Toshi miró hacia arriba.


John miró fijamente el rostro de Toshi, las marcas de las lágrimas
sobre sus mejillas, el rojo alrededor de sus ojos, la profunda tristeza que
lo embargaba. Dios, él era hermoso. Su vulnerabilidad sólo contribuía a
hacerlo más adorable.
—No puedo hacerlo más, John, —susurró.
El corazón de John se hundió. La angustia comprimió todo su cuerpo.
—Oh.
—No puedo fingir más. Esto me está matando.
El corazón de John dio sacudidas y sintió un pequeño parpadeo de
esperanza. Suavemente acarició el cabello de la nuca de Toshi.
—¿Eso significa que yo debería comenzar a aprender japonés?
Una pequeña risa apareció en las comisuras de los labios de Toshi.
—No. Eso significa que quiero que me lleves de vuelta contigo. Es
decir, si todo está bien.
John le miró fijamente.
—¿Bien? Esto está más que bien. Yo no iba a ir a ninguna parte sin ti.
Estaba preparado para aprender el idioma y a vivir de sushi si tenía que
hacerlo, para quedarme contigo. Te amo.
Toshi abrazó a John, presionando su cara en el cuello de John. Si
pudiera haber entrado dentro de John, lo habría hecho.
—Yo también te amo —dijo suavemente contra la piel de John.
Musashi siempre quiso que su sobrino fuera feliz. Si antes Toshi había
temido la ira de su familia, la deshonra por no cumplir con su deber, nada
de ello importaba ahora. El mayor crimen sería deshonrar el amor
incondicional de Musashi. Y el amor en su propio corazón.
Se separó un poco y miró a John.
—Tengo una llamada telefónica más que hacer. —Tomó el teléfono y
marcó el número de la casa de los padres de Keiko. Para su alivio, ella
contestó a la llamada.

184
El Samurai Sedonia Guillone

—Keiko.
—Toshiro, ¿Estás bien?
—Estoy bien. Escucha, no hay tiempo para explicarlo todo ahora
mismo, pero quería decirte esto, te libero de nuestro contrato. Aoki te ha
apoyado todos estos años. Eso es más importante que ninguna otra cosa.
Y no te preocupes. Tomaré toda la responsabilidad.
Él oyó su inspiración al otro lado de la línea.
—Toshi, ¿Estás seguro de esto? Y ¿Qué hay con nuestros padres? —
Ella pareció impresionada, pero él descubrió que también estaba aliviada.
—Trataré con ellos, los tuyos y los míos. Soy positivo. Quiero que
seas feliz, Keiko. —Él pensó en lo fácil que hubiera sido que la espada los
atravesara. —Prométeme que estarás con él.
Pausa. Sorbido de mocos.
—Lo prometo, Toshi. Gracias.
Toshi sonrió aun cuando Keiko no podía verlo.
—Buenas noches, Keiko.
—Buenas noches.
Toshi colgó y se giró hacia John.
—Sólo terminaba mi contrato.
Los ojos azules de John se encendieron y Toshi vio la alegría en ellos,
la plenitud que él obviamente estaba suprimiendo por respeto a la pérdida
que Toshi acababa de sufrir.
Una ola repentina de tristeza recorrió a Toshi. Musashi había tenido
que morir para que él pudiera finalmente vivir su propia vida. Miró hacia
abajo. La mano de John pasaba por lo alto de la cabeza de Toshi otra vez
y los brazos de su amante se abrieron para él. Toshi se apoyó contra él y
descansó.
—Está bien, Toshi. No tienes que hacer nada ahora. Sólo descansa.
Toshi giró su rostro ligeramente y presionó un beso en el pecho de
John, sobre su camiseta. Él suspiró, cerró sus ojos, su mejilla se apoyó

185
El Samurai Sedonia Guillone

contra los duros músculos. Con un amado corazón latiendo bajo ellos.
—Gracias —susurró.
Obedientemente, descansó. Después de todo, estaba en el único
lugar en el que alguna vez había querido estar.
No iba a ir a ninguna parte.

FIN

186

Вам также может понравиться