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El Samurai Sedonia Guillone
Resumen
Sexualmente reprimido y atado al deber, el detective Toshiro Genjin
se encuentra abocado la captura de un asesino serial que desde hace seis
meses asola Tokio. Sin pistas, la ayuda de un psíquico norteamericano
parece ser la única esperanza para su captura. Aún contra su voluntad,
Toshi deberá aceptarlo en el caso y en su hogar.
Una sola mirada y John descubre lo que Toshi significará en su vida.
Una sola mirada y Toshi descubre que nada lo ha preparado para la
intensa atracción que el suave americano despierta en él.
Para John Colmes la atracción es mutua y cada vez que él y Toshi se
encuentran saltan chispas de pasión. Cómo explicar que no puede ser
tocado porque sus habilidades psíquicas se sobrecargan con emociones
ajenas, cómo explicar que su toque, sin embargo es diferente.
Cada uno de ellos viene de un largo autoaislamiento y por razones
muy diferentes. Sin embargo, mientras Toshi y John más se acercan al
asesino, más aprenden sobre si mismos, y sobre fuerzas que van más allá
del reino de los hombres. ¿Fantasmas? ¿Posesiones diabólicas?
En un intento por salvar sus vidas, solo los cuerpos entrelazados y
desnudos de Toshi y John serán capaces de detener los crímenes que un
samurai enloquecido de celos y amor viene cometiendo desde tiempos
inmemoriales.
El amor parece ser la única barrera contra fuerzas inexplicables.
¿Pero será suficientemente fuerte entre personas tan diferentes?
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Prólogo
Provincia de Musashi, Japón, 1848.
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Samurái es un término comúnmente utilizado para referirse a los guerreros del Japón antes que
este país iniciara un proceso de industrialización; Su significado es "servir". Un término más adecuado
es bushi que significa literalmente "hombre de guerra", cuyo uso data del período Edo.
2
En la tradición japonesa, el bushidō es un término traducido como "el camino del guerrero". Es un
código ético estricto y particular al que muchos samurái (o bushi) entregaban sus vidas, que exigía
lealtad y honor hasta la muerte.
3
El kimono, es el vestido tradicional japonés, que fue la prenda de uso común hasta los primeros
años de la posguerra. El término japonés mono significa ‘cosa’ y ki proviene de kiru, ‘llevar’.
4
El daishō grande y pequeña") son las armas tradicionales del samurai, compuestas de la katana y
el wakizashi. (Querida lectora, las notas viene tupidas, espero que lo tomes con paciencia,
aprenderás muchísimo sobre la cultura japonesa. N.T.)
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Shudō es la tradición japonesa de homosexualidad existente en la cultura de la sociedad samurai,
ya en el periodo medieval hasta el final del Siglo XIX. (N.T.)
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Un rōnin, (literalmente "hombre ola" – un hombre errante como una ola en el mar) era un samurai
sin amo durante el período feudal de Japón, entre 1185 y 1868.
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entre sus bocas unidas, aquel con sus manos tirando del kimono de Kenji
en un intento por abrirlo.
Kenji sintió la pasión de Akira inundarlo. Akira aprisionó el cuerpo
más bajo y delgado de Kenji contra el suyo que era más amplio y
musculoso, terminando ambos sobre el piso. Las manos impacientes de
Akira soltaron el kimono de Kenji y se deslizaron sobre el pecho desnudo.
Siguió su toque con su boca. También él conocía el placer de Kenji y lo
azuzó con su ávida lengua rodeando cada pezón hasta que Kenji forcejeó
con el Kimono de Akira, sus manos buscando bajo el taparrabos. Gimió al
contacto de sus palmas con las suaves y redondeadas nalgas de Akira.
—Kenji, te amo —Akira musitó a su oído.
Kenji suspiró cuando Akira tiró del lóbulo de su oreja con los
dientes, acariciándolo de la forma en que le gustaba.
Kenji atrapó a Akira entre sus brazos. Separó las piernas,
impaciente por sentir la dureza en su totalidad enterrársele profundo.
Nada en el mundo le importaba más que estar así de cerca de su amado.
Si muriera en ese momento, consideraría la muerte más noble estando en
los brazos de Akira.
Una sombra los cubrió, bloqueando la luz del Sol. En su duermevela
de amor, Kenji pensaba que se trataba de una nube. Demasiado tarde vio
el destello de acero que se levantaba por encima de sus cuerpos
entrelazados, la luz inundó su vista cegándolo sin poder ver quién se
encontraba de pie sobre ellos.
Akira gritó, su cuerpo sacudiéndose violentamente. Kenji miró, su
agarre cerrándose contra la espalda de Akira. Un filoso y cegador dolor le
traspasó por la mitad. Akira cayó sobre él, mientras cada una de sus
fuerzas le abandonaban.
La sombra pasó, dejando la cálida luz de Sol cayendo sobre ellos.
Kenjí se dio cuenta de lo que había pasado, sintiendo la vida irse de su
cuerpo. Estaba obteniendo la muerte que siempre había querido. Su
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cabeza cayó hacia un lado y vio mezclarse la sangre de Akira con la suya,
en un pequeño flujo rojo resbalando hacia la orilla del río. Y luego
oscuridad.
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Capítulo 1
Tokio Japón, día presente.
Toshi miró hacia los cadáveres frescos. Alrededor de él, las luces de
flash provenientes de las cámaras de los fotógrafos proseguían como
juegos pirotécnicos diminutos. —¡Shimatta 1 !, —maldijo por lo bajo—.
Había fallado de nuevo otra vez y ahora de pie, desesperanzado, miraba
fijamente hacia el destino espantoso de las víctimas.
Que horrible manera de irse.
Los amantes, estaban desnudos, sus cuerpos rígidos aún
entrelazados habían sido apuñalados. El arma, como en las otras víctimas,
un wakizashi samurai. El estómago se le revolvió, como últimamente solía
pasarle con las víctimas del Ronin Asesino. ¿Qué tipo de monstruo se
presentaba ante sus víctimas cuando estaban más vulnerables? El
asesinato ya de por sí era bastante horrible, pero esos crímenes se
basaban en el odio más virulento, como si las emociones retorcidas del
asesino se hubiesen desparramado sobre toda la escena del crimen.
Natsuka, su compañero, cubrió a las víctimas con un paño blanco.
Dejó que la tela se deslizara y se acercó a Toshi, negando con la cabeza
tristemente. El wakizashi marcaba el paño blanco de la manera más
macabra.
—¿Estas listo para que los llevemos al forense?
Toshi suspiró. Su mano se adentró al bolsillo interno de su
chaqueta, buscando los cigarrillos que erróneamente intentaba dejar
desde la semana pasada. Sacó uno y lo puso entre sus labios. Natsuka, un
veterano en eso de intentar dejar de fumar, ya estaba listo con el
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“Oh no”; “¡demonios!(N.T.)
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encendedor. Toshi tocó la llama con la punta del cigarro, aspiró y después
asintió.
—Adelante. Los cuerpos nos dirán más después de la autopsia.
Natsuka asintió y fue a dar la orden.
Con la mente llena de las maneras en que falló en prevenir otro
asesinato, Toshi fumaba una y otra vez su cigarrillo, mientras dejaba que
la gente de la División de Identificación terminara. Cuando el cigarro se
hubo convertido en un tubo de ceniza, se dirigió a los baños del hotel y se
puso un par de guantes de látex para comenzar su investigación en la
escena del crimen.
Necesitando eliminar sospechosos tan pronto fuera posible, envió a
su compañero a buscar entre el personal del hotel y decirle al
administrador que reuniera a los empleados de limpieza para hacerles
algunas preguntas. Pidió refuerzos para ayudarle con las huellas digitales
e intentar encontrar aquellas que compaginaran con las que se
encontraran en la espada.
Toshi miró como las sabanas y los cuerpos eran sacados del lugar, la
sangre manchaba el blanco material de la tela. Sacudió la cabeza,
obligándose a desechar un dejo de náuseas. El sentimiento enfermizo era
más de frustración que de horror. Como siempre, la escena del crimen no
revelaba pistas aparentes. Ningún signo visible de robo, ninguno de lucha,
como si el asesino pudiese traspasar las paredes o alguna mierda como
esa.
La posible única conexión a los asesinatos eran las series de
suicidios que ocurrían dentro de las cuarenta y ocho horas después de
cada asesinato. Aparte de eso y la palabra “Naomasa 2 ” escrita en las
frentes de las víctimas de suicidio, todo siempre terminaba en muerte.
Su móvil sonó. Toshi se quitó uno de los guantes y sacó el teléfono
de su bolsillo.
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Harada Naomasa fue un samurai del Clan Oda, también conocido como Kurozaemon (N.T.)
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—Genjin.
—Keibu Genjin. ¿Esta vez encontraste algo?
Tosí reconoció la carrasposa voz del Superintendente. Distraído,
Toshi pensó que si algún día dejaba de fumar, algún día se escucharía
como Keishi.
Toshi exhaló.
—Aún no.
El enojo del jefe irradió a través de la línea telefónica.
—Han pasado seis meses. No hemos hecho nada para que los
ciudadanos tengan fe en la fuerza policíaca de Tokio.
Toshi apretó los dientes para evitar un insulto y se pasó una mano
por el cabello, que ya necesitaba ser cortado. La caza de un asesino en
serie no daba tiempo para tales trivialidades, como aseo personal. O
dormir.
—No es la primera vez que un asesino en serie ha eludido a la
policía —. En sus investigaciones había leído muchas cosas acerca del Hijo
de Sam, el Estrangulador de Boston, y Jack el Destripador, entre otros
quienes se las arreglaron para nunca ser atrapados. Era una respuesta
terrible, pero la única que tenía en ese momento. El mismo residía en esa
área y tenía suficientes motivos para querer mantenerse a salvo.
Continuamente se preguntaba cuanto tiempo más pasaría antes de que la
próxima víctima resultara ser alguno de sus vecinos.
Keishi gruñó.
—Termina ahí y regresa. Tengo algo que decirte.
Toshi suspiró.
—Estaré ahí pronto —. Cerró su móvil y lo guardó dentro del bolsillo
de su chaqueta, después se quitó el otro guante. Con la escena del crimen
ahora segura, tenía que regresar y revisar el lugar por la mañana, para lo
que solo restaban unas horas. Era bueno que un Starbucks se encontrara
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Shogun, es un rango militar e histórico en Japón.
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Boston, Massachussets.
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Capítulo 2
El avión comenzó el descenso en el Aeropuerto Narita de Tokio. John
enderezó su asiento y vació los restos de su taza de café, su estomago
oprimiéndose con anticipación.
En poco tiempo conocería al guapo detective en persona. John no
había anticipado tanta ansiedad acerca del encuentro. Estaba agradecido
de haber tenido algo de descanso. Con la ayuda de somníferos en forma
de píldoras blancas, había sido capaz de bloquear las vibraciones psíquicas
a su alrededor y descansar lo suficiente durante el vuelo. Un veterano en
investigaciones sobre asesinatos en ese punto, sabía como obtener el
descanso que necesitaba y sabía que esperar al aterrizar. No había tiempo
que perder. Sin duda, el primer lugar a donde el detective le llevaría
dejando el aeropuerto era la escena del crimen mas reciente.
Cuando el avión aterrizó, John colocó su maleta de piel ligera frente
a él y esperó pacientemente el momento en el que los pasajeros pudieran
bajar. Su anticipación le conminó al bajar del jet, recogiendo su equipaje y
moviéndose entre las demás maletas. Sabía que a pesar de la gravedad
de su razón para volar a Tokio al momento de la noticia, la mayor parte
de su nerviosismo era de una naturaleza más... bueno... de naturaleza
más personal. Desde que vio al detective por televisión, la imagen del
atractivo y delgado hombre le había hechizado.
Tan pronto como el agente de aduana le selló el pasaporte y lo dejó
ir a la sala general del aeropuerto, John reconoció a los dos detectives que
vio en el reportaje. Ambos, vestidos con trajes en tonos negro y blanco,
camisas sin corbatas, parados a un lado esperando, revisando las líneas
de llegada de la aduana. El hombre más viejo tenía un cartel con el
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Extranjero.
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por breves periodos de tiempo, pero ninguno que realmente fuera muy
cercano. Ahora, para su propio desagrado, se abandonaba a su familia
otra vez. Toshi sabía que Keiko no quería casarse tampoco. Era una mujer
independiente y moderna, quien había estado enamorada de su amigo
mutuo, Aoki, casi la mitad de su vida, pero el cumplimiento de su “deber”
silenciaría a sus padres, así que el matrimonio forzado se mantuvo.
Era atemorizante el que en un breve instante, en el cual estrechas la
mano de alguien, causara el arrepentirse de estar comprometido.
Regresando su atención a la discusión que tenia a mano, miró a
John Holmes.
—¿Podría explicar vibraciones? — preguntó.
—Es difícil de explicar pero, cuando estoy en una escena del crimen,
o donde sea de ese tipo, de alguna manera capto las energías de la gente
que ha estado en ese espacio, sus pensamientos, su estado emocional,
etc. Algunas veces tengo visiones. Rostros o hechos. Cosas así.
Toshi asintió. Trasladó la mirada de John Holmes a Natsuka y
tradujo lo dicho, esperando alguna reacción. Pero su compañero
permaneció con su expresión cortes mientras escuchaba, moviendo la
cabeza como si Toshi estuviera explicando algo irrelevante. Toshi se
preguntó si el hombre creía entonces en lo que estaban haciendo, si así
era, permanecía impasible al tema desde que el superintendente había
traído a John Holmes para introducirlo al caso.
—Parece escéptico Inspector.
La mirada de Toshi reaccionó a la voz de John.
Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.
—No lo culpo, —dijo con tono divertido en su voz. Toshi encontró
que le gustaba el gentil sonido de tenor en la voz del hombre. —Fui
Sargento Mayor en el Ejército de los Estados Unidos, y no podría juzgar a
nadie por escupirle a la cara, a alguien que sé auto proclamara gurú en
estos temas. —Su sonrisa desapareció y miró directamente a Toshi sin
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Percepción Extra Sensorial.
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Capítulo 3
El hotel Crest era un ejemplo impresionante de arquitectura
moderna. Sus altas ventanas combinadas en sus laterales casi sin bordes,
les proporcionaban a sus clientes unas vistas impresionantes del Río
Sumida y del laberinto de edificios y jardines que había más allá.
John entró en el vestíbulo detrás de los detectives. El inspector
Genjin mostró su insignia a la conserje que estaba detrás del mostrador.
Le siguió un breve intercambio en japonés, después del cual, John se
imaginó que el inspector había aclarado sus intenciones. La joven se
inclinó con la frente fruncida, al parecer una indicación de la tensión
causada por el espantoso asesinato que había comprometido al
establecimiento.
En el ascensor, John se situó entre los dos detectives, con cuidado
de no tocarlos. Ya se había deslizado dentro de la modalidad de
concentración, necesaria para recibir las impresiones de la escena del
crimen. La sensación siempre era extraña, como si no estuviera
totalmente dentro de su cuerpo.
—Hemos sido meticulosos para asegurarnos que nadie entre en la
habitación desde el asesinato —explicó el inspector Genjin mientras el
ascensor subía suavemente hasta el décimo piso. —Natsuka y yo
estuvimos aquí esta mañana más temprano, pero aparte de eso, la
habitación está exactamente igual que antes. Como ya le expliqué en el
trayecto desde el aeropuerto, hemos interrogado y tomado las huellas
dactilares a todos los empleados del hotel salvo a uno. Tenemos hombres
buscándolo en las calles. En cualquier caso, nadie más, ni cliente, ni
invitado, han oído ni visto nada sospechoso.
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convicción. Sin embargo, había algo más, algo que no había sentido antes
en la mente de un asesino.
Inspirando profundamente, permitió que la nueva percepción
empezara a destacar. Su garganta se tensó igual que su pecho, y todo su
cuerpo empezó a sudar, acalorado como si tuviese fiebre debajo de sus
ropas.
—No los mata para su propia satisfacción —dijo con una voz áspera
cercana a un susurro. Hablar era difícil, casi doloroso. —Siente que lo hace
por ellos.
—¿Por las víctimas? —la voz del inspector Genjin sonó tranquila,
respetuosamente baja.
—Sí. Por las víctimas. Por su bien.
—¿Es “él”?
—No estoy seguro. —John esperó, pero el sexo del asesino no
estaba claro para él. Su corazón latía acelerado y la habitación se inclinó.
Dio un traspié hacia atrás.
Unas fuertes manos se cerraron sobre sus brazos.
—Le tengo.
El inspector Genjin estaba detrás de él, como un sólido muro.
—Quizás debería parar ahora.
La energía del asesino flotaba libremente a través de él. Una fuerza
que había utilizado con la espada para levantarla y luego bajarla con
potencia suficiente para empalar dos cuerpos a la vez. El asesino había
sabido exactamente dónde golpear para producir la muerte instantánea.
Un dolor punzante atravesó la cintura de John, un calor abrasador que lo
traspasó, saliendo de su cuerpo por la parte inferior de su espalda. Se
sacudió con violencia, pero las manos del inspector se apretaron sobre la
parte superior de sus brazos.
Genjin dio un paso para acercarse más a él.
—No lo dejaré caer —dijo.
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—Solo honesto.
El cuerpo de Toshi se estremeció y se tensó en varios lugares, el
menos importante de los cuales no era su ingle. La corriente de atracción
que había sentido en el aeropuerto volvía a fluir entre ellos otra vez.
Inclinó la cabeza.
—Fue grosero por mi parte no pedirle que me llamase por mi
nombre antes. Toshi… eso lo hace más fácil.
—Toshi. Es un bonito nombre.
Toshi se inclinó.
—Gracias. —Miró al frente cuando las puertas del ascensor se
abrieron en el vestíbulo. —Y gracias por proporcionarnos la primera
percepción de verdad que tenemos en el caso —dijo al salir del ascensor.
John salió a su lado.
—De nada. Pero hay más de lo que le he dicho. No pude registrar
todo antes de quedarme sin respiración.
Toshi se detuvo y se giró hacia él. Sacó su pequeño cuaderno del
bolsillo.
—¿Puede decirme algo más ahora?
—Sí, claro. —John hizo una pausa y Toshi se lo quedó mirando.
Había una cierta dureza en sus rasgos y en su abundante cabello. Sus
labios se fruncieron al intentar recuperar lo que sabía. Finalmente asintió.
—Sí, hay una cosa más que me vino a la mente antes de que la
sobrecarga me golpeara. ¿Recuerda cuando le dije que el asesino creía
que los asesinaba por el bien de las víctimas?
—Sí.
—Bueno, el motivo es más profundo que eso. Lo sentí cuando
levantó la espada. Él... los mataba para que pudieran estar juntos. Al
menos ese era el sentimiento que había en la habitación.
La sangre de Toshi se heló en sus venas. Su mente repasó las
víctimas desde el primer asesinato hasta él más reciente. Las víctimas de
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Capítulo 4
Hacía mucho que el sol se había puesto cuando Natsuka giró el coche
en el estacionamiento del hotel. Toshi se dio vuelta hacia John.
—Debe tener hambre.
John se había olvidado completamente de la comida y de repente
comprendió que estaba hambriento. Era así por lo general después de una
experiencia tan intensa como la vivida en el cuarto del hotel.
—Lo estoy.
—También yo. —Toshi miró a su compañero— ¿Natsuka,
onakasuitano 2 ?
Natsuka cabeceó.
—Hai 3 .
Toshi rió, mirando por un costado a John.
—Eso hace a tres de nosotros. —Él se dio vuelta hacia Natsuka. —
Tampopo 4] —le dijo.
Natsuka cabeceó otra vez.
—Hai.
Toshi miró atrás a John. Él todavía reía y John se encontró mirando la
curva de los labios de Toshi y la lisa blancura de sus dientes lo cautivó
completamente. La cara de este hombre pertenecía a la pantalla de una
película o una cartelera. John se desafió al preguntarse si el resto de él
sería tan atractivo. Presentía que la respuesta era “sí”. Si, el pulso que le
daba puntapiés en el área de su ingle fuera algún indicador.
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En el original en japonés:
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En el original en japonés
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Tampopo trad. al japonés significa "diente de león") es una comedia del cine japonés de 1985 cuyo
director es Juzo Itami, el protagonista es Tsutomu Yamazaki (Goro), Nobuko Miyamoto (Tampopo) y
Ken Watanabe. La publicidad del film en su época tenía un eslogan jocoso que aclamaba: "el primer
Noodle Western," un juego de palabras de comparación al Spaghetti Western (cine procedente de los
estudios italianos), en relación con la sopa ramen (uno de los hilos conductores de la trama). (N.T.)
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El ramen consiste en una sopa de fideos de trigo sazonado con salsa de soja y aderezada con
5[5]
carne, pescado o verduras. Lo más común es acompañarla con cerdo hervido, pasta de pescado
naruto, brotes de bambú y vegetales como espinacas o komatsuna. La palabra ramen nace,
probablemente, de la forma artesanal en que se elaboran estos fideos; es decir, de la unión de los
caracteres chinos "ra" (estirar) y "men" (fideo). (N.T.)
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muy claro. Quizás cuando haya visto más de las escenas de los crímenes
podré ser capaz de reunir los pedazos.
John esperó mientras Toshi traducía a su compañero lo que había
dicho. Él se preguntó brevemente si el otro hombre, tranquilo y cortés
como era, lo creería. En el pasado se había encontrado con la sospecha de
muchos detectives, moviéndose entre un escepticismo suave a la
hostilidad abierta. Su corazón saltó cuando Toshi lo miró.
Bajo las luces brillantes de los coches, John vio el surco en la frente
de Toshi.
—No quiero que vuelva a sufrir del modo en que lo hizo allá atrás —
dijo Toshi suavemente.
—No se preocupe —le aseguró John— sé como se veía lo que viví,
pero soy bastante fuerte —. Él estudió la expresión de Toshi otro
momento. Tenía que admitirlo, se sentía malditamente bien el que alguien
de vez en cuando se preocupase por él, en vez de mostrarse asustado y
con ganas de salir corriendo. —Gracias por preocuparse, lo aprecio.
Toshi inclinó su cabeza.
—Es bienvenido.
Después de una cena rápida, Natsuka los dejó delante del edificio de
departamentos de Toshi. Bajo las protestas de John, Toshi llevó su maleta
adentro, por él.
Arriba, Toshi abrió la puerta de su departamento para John y se paró
para dejarlo entrar.
—Por favor, entra.
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John enfocó su mirada sobre los brillantes haces de luz sobre el agua.
En el fondo, oyó a Toshi encender la máquina de mensajes. La voz de una
joven decía algo en japonés. John sintió que había algún tipo de conexión
entre ella y Toshi, pero no podía distinguir exactamente cual. Aunque él
no entendía la lengua, realmente oyó que el tono en el que ella hablaba
no parecía particularmente cariñoso. El mensaje de la mujer fue seguido
por otros dos, ambas voces de hombres. La primera voz parecía severa, la
segunda, más tranquila.
John siguió mirando fijamente el agua, distraídamente registraba los
chasquidos y los pitidos de la máquina. Por lo que él había conjeturado
hasta ahora sobre la vida de Toshi, no había mucho para decir que era
gay o feliz. No es que su propia vida fuera exactamente un día en un
parque de diversiones. Pero ¿acaso eso no es la vida? Todos sufrimos.
Suponía que solo era cuestión de tiempo encontrar alguien con quien
compartir la carga de dar y recibir afecto y consuelo.
—Espero que te sientas cómodo aquí. —La voz de Toshi sonó suave
detrás de él.
John se dio vuelta. Toshi estaba detrás, mirándolo, como si tuviera
miedo de estorbar. John se rió de él, tocado por su prudencia.
—Ya lo estoy. —Él gesticuló hacia la ventana—. Solo disfrutaba de la
hermosa vista. Tienes un lugar muy agradable —. Él ya había entendido
que Toshi pertenecía a una familia rica. No podía imaginarse que un
detective pudiera permitirse vivir en un apartamento como éste con solo
un sueldo. No tenía que vivir en Tokio para saber que era una de las
ciudades más caras del mundo.
—Gracias. —Toshi pareció un poco avergonzado.
Él todavía estaba parado detrás en la entrada que conectaba el
vestíbulo con la sala de estar.
John deseaba que él se acercara más y rápidamente buscó en su
cabeza alguna excusa.
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—Por favor, no quiero molestarte —le dijo—, solo porque esté aquí.
Tenías unas llamadas telefónicas —. Estaba tirando un anzuelo, lo sabía
pero parecía que no podía evitarlo.
Toshi suspiró y cambió su peso de un pie al otro.
—No me molestas —su voz sonaba triste— mi padre, mi tío—. Él se
movió y tomó la fotografía. —Este es mi tío, Musáis. —Había un definido
afecto en la voz de Toshi al hablar del hombre.
John cabeceó.
—Noté esa foto. Él parece muy amable.
—Lo es. Mucho. —Toshi puso la fotografía y se echó para atrás—. De
todos modos, ellos saben que estoy ocupado con este caso. —Toshi
pareció unírsele y mirar el río—. El tercer mensaje fue de Keiko, mi novia.
John no tenía que ser psíquico para oír la completa carencia de
entusiasmo en la declaración. Él miró a Toshi y enterró el sentido de alivio
que sintió ante esa revelación.
—Sonó como si decir “felicidades” no fuera lo más adecuado de decir.
Los labios de Toshi se curvaron en una sonrisa severa.
—Estás en lo correcto. —Él suspiró otra vez—. Ninguno de los dos
quiere el matrimonio. Nuestros padres son amigos. Lo hacemos para
calmarlos. Digamos que cumplimos con el deber impuesto —. Las palabras
“deber impuesto” cayeron de sus labios como si le supieran a mierda de
perro. Él se dio vuelta hacia John con un nivel sorprendente de franqueza
en sus negros ojos. —No estamos enamorados. Ni siquiera un poco. Lo
mantenemos en secreto.
—Oh. Siento que no sea diferente. Pero al mismo tiempo no lo siento.
Toshi sacudió su cabeza.
—No, soy el que lo siente. Has viajado por medio mundo para buscar
a un asesino y a cambio tienes a un detective que te descubre sus tripas.
John rió con cuidado, resistiendo al poderoso impulso de pasar las
yemas de sus dedos por la suave mejilla de Toshi.
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—No importa, realmente. Preferiría estar aquí por eso—. Él se dio giró
completamente hacia Toshi. Ya era tiempo de confesiones…
—Escucha, dime todo lo que quieras. No he tenido verdadero contacto
humano con nadie por casi un año. No hasta que nos dimos la mano al
encontrarnos en el aeropuerto.
Los encantadores ojos de Toshi se ensancharon.
—¿De verdad?
John cabeceó.
—De verdad. Lo juro. Tuve que detener el contacto con la gente. Tuve
que hacerlo porque me encontraba descubriendo secretos que no quería
conocer. Y cuando no había secretos, simplemente sentía todo lo que
sentía con quien entraba en contacto, aún el más breve apretón de
manos, conseguía ser demasiado.
Toshi lo miró un poco alarmado.
—Espero no haberte pasado nada malo cuando te di la mano. O
cuando te sostuve en el cuarto.
Un rubor caliente se extendió por el pecho de John. La sensación viajó
hacia arriba por su cuello e inundó sus mejillas. Él sentía no poder decirle
al otro hombre exactamente lo que él había sentido en ambos casos.
—No, no te preocupes. No pasó nada malo en absoluto. Ello fue…
bueno.
Toshi lo miró incierto.
—Puedes creerme, Toshi, —él continuó— si lo hubiera sido, no habría
aceptado tu apretón de manos.
El alivio ablandó los rasgos del otro hombre.
—¿Quieres ver tu cuarto?
John sonrió.
—Sí, gracias. —Siguió a Toshi a través de la sala, al vestíbulo. A la
izquierda había una alcoba diminuta con una puerta a un lado.
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Top Gun es una película estadounidense, del año 1986, protagonizada por Tom Cruise, Val Kilmer y
Kelly McGillis. Gran parte del éxito de la película se debe a las espectaculares escenas en el aire
combinadas con una banda sonora emocionante, destacando el tema "Dangerzone", de Kenny
Loggins (conocido también por "Please Come To Boston").
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brisa que hacía crujir las hojas que caían sobre la hierba… el césped de la
orilla.
El cuerpo de John comenzó a tirarlo otra vez. Algo se movía dentro de
él. La sensación volvió su interior borroso, como si su misma alma
cambiara dentro de él. Se mesó los cabellos sin aliento. Él no estaba solo.
De repente, supo perfectamente donde estaba. En el campo fuera de
Edo 9 . El aire caliente rodeó su piel. Él miró hacia abajo a su cuerpo vestido
con kimono de seda. Una espada corta y un cuchillo colgado en sus
caderas, una faja rodeaba su kimono. Un hombre estaba parado delante
de él, más alto, hermoso, de ojos grandes, oscuros e infelices. Él,
también, llevaba un kimono de seda, armas que pendían de su cinturón.
Su pelo de color negro destellaba con la luz del sol, recogido hacia atrás
en una cola que caía como un pequeño y delicado abanico.
El corazón de John revoloteó. La conciencia del espacio compartido de
su cuerpo, del calor del sol, del sonido que surgía del río, del hermoso
hombre delante de él, delgado, se amplió para incluir las emociones de
aquel por cuyos ojos veía. Estaba histérico, apenado. Él amaba al hombre
que estaba de pie delante de él, lo adoraba. El amor de este hombre podía
significar la vida o la muerte… hoy significaba la muerte, ya que él se
marchaba. El conocimiento fue claro. Se iba. Rompería su corazón como
se rompe un pedazo de cerámica.
—¿Por qué debes hacer esto peor de lo que es?
John parpadeó. El hombre alto le había hablado. Akira. ¡Él conocía su
nombre! Desde luego que conocía su nombre… se llamaba Akira. Las
palabras, habladas en japonés, le eran completamente comprensibles,
como si hubiera crecido hablando la lengua.
Su garganta se apretó como si un par de manos se hubiera abrigado
alrededor de su cuello, exprimiendo su vida.
9
Nombre dado al antiguo Tokio. (N.T.)
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10
Shudo, palabra perteneciente a la tradición japonesa que reconoce la homosexualidad en la
sociedad del samurai hasta finales del siglo XIX. La palabra es una abreviación de wakashudo y
significa algo así como "el camino del joven". En una relación de shudo, el compañero más viejo se
llama nenja, y el más joven wakashu. Esta palabra se origina en el siglo XVII, precede de una
tradición homosexual japonesa de relaciones de amor entre los bonzes (arcaísmo para chinos) y sus
acólitos.
11
Bushido, significa "A la manera del Guerrero", un código japonés de conducta y un estilo de vida
es, flojamente análogo, al concepto de caballería. Constituye para el samurai un código moral de
lealtad, frugalidad, y dominio de artes marciales, Exige la honorabilidad hasta la muerte. Nacido de
dos influencias principales, la existencia violenta del Samurai fue templada por la sabiduría y
serenidad del Confucianismo y del Budismo. El Bushido se desarrolló entre los siglos IX a XII. Hay
numerosos documentos traducidos entre los siglos XII y XVI que han demostrado su enorme
influencia en Japón, era un código no escrito que terminó creando el espíritu de la carrera militar.
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Capítulo 5
Un grito rasgado corrió a través del tranquilo apartamento.
Toshi sintió como su sangre se congelaba. Su mano quedó
paralizada en el aire, mientras él vertía el caliente sake en la pequeña
botella. John.
Cerrando de golpe bajó la botella y la tetera, Toshi salió de la
cocina, irrumpiendo en el cuarto de John. La cama todavía estaba hecha y
la maleta de John estaba todavía en el suelo donde él la había dejado.
Toshi tomó aliento y corrió hacia la puerta del cuarto de baño. Su
corazón palpitaba tan fuerte que temió perder la conciencia. La puerta del
cuarto de baño estaba entreabierta, y un rayo de luz salía de allí, se
escuchaba el sonido de la ducha corriendo. Aparte de eso, silencio. Un
espeluznante silencio.
Toshi empujó la puerta del cuarto de baño abierta, mirando
detenidamente hacia la ducha por el cristal cúbico. Viendo solamente el
rocío de la ducha. John no podía haberse marchado. Él miró hacia abajo,
tomando aliento bruscamente. John estaba acostado desnudo,
inconsciente, en una posición fetal sobre el suelo de la ducha.
Toshi prácticamente voló a través del pequeño cuarto de baño. Él
abrió la puerta de cristal rápidamente y se arrodilló, poniendo las yemas
de sus dedos sobre el cuello de John para comprobar su pulso. Los golpes
eran fuertes, bajo las yemas de los dedos y él respiró y suspiró aliviado.
Los ojos de John se abrieron repentinamente. Su mano subió y se
cerró sobre la muñeca de Toshi.
Toshi lo miro fijamente, instintivamente echándose hacia atrás, pero
la mano de John no se lo permitió, sosteniéndolo, sorprendentemente
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fuerte. Toshi miró fijamente los azules ojos. Sentía como lo miraban
fijamente y al mismo tiempo parecía que no lo veían.
—Ai shite imasu —dijo John. Su voz era grave, ronca.
Cuando Toshi no respondió, John lo apretó más fuertemente. Había
desesperación en el modo en que él sostenía a Toshi por su muñeca y en
el sonido de su voz.
—¡Akira! ¡Ai shite imasu!
Un sudor frío corría sobre el cuerpo de Toshi. John decía, te amo, en
un japonés perfecto, a pesar que nunca había dicho que conociera la
lengua. Esto, unido a la mirada atormentada en sus ojos, hacía imposible
para Toshi dejar de mirarlo fijamente, momentáneamente incapaz de
responder. John parecía poseído, como si hubiera alguien más en su
cuerpo. Quizás esto era un efecto de las visiones que él había tenido en el
cuarto del hotel.
—¿Quién es Akira? —Toshi preguntó en japonés, dirigiendo la
pregunta a cualquier fuerza que hablara.
Los ojos de John se ensancharon.
—¡Eres tú!
Toshi lo miró fijamente.
John jadeó.
—¡John!
El hechizo parecía haberse roto. John parpadeó varias veces
entonces levantó sus ojos, su cara nublada. Despacio, el reconocimiento
iluminó sus ojos azules. Él miró a Toshi durante varios segundos.
—¿Estás bien? —Toshi extendió su otra mano y tocó la mejilla de
John.
La boca de John se movió como si él intentara hablar; aún así no
salió ningún sonido.
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sólo unos pies de distancia, parecía demasiado lejos. Miró hacia abajo, sus
mejillas le quemaban.
—Dios, estoy tan débil como un bebé. Toshi, lo siento tanto. Tú no
necesitas esto.
—Claro, que sí.
La fuerza apacible en su respuesta hizo que John sé aventurara
levantar la mirada. Brett nunca le había respondido de esa forma.
Los ojos oscuros de Toshi eran suaves. Su expresión era difícil de
leer, pero transmitía bondad. Él alcanzó otra toalla suave.
—Déjame secarte —. Él abrió la toalla y secó la espalda y los brazos
de John. El roce del material sobre la piel de John era agradable. Toshi
tenía una forma de ser tan amable, atenta y compasiva, y desmentía la
intensa y agitada expresión que tenía, la mayor parte del tiempo.
John cerró sus ojos, bebiendo el delicioso sentido de sentir un toque
humano otra vez. No solo cualquier toque. Toshi era la primera persona,
con la que había tenido contacto físico y cuyo toque tenía un efecto
contrario al habitual. Esto lo calmó y lo consoló en vez de agitarlo. Tan
extraño como pareciera ser, tan apacible y calmante y aún tan… mierda…
mmm…
Toshi se arrodilló y secó las piernas de John. John sintió como su
polla respondía en respuesta. Para su disgusto, Toshi no subió la toalla
mucho más por encima de sus rodillas, aunque John tenía un
presentimiento, que él a lo mejor había querido seguir. ¿O solo era que él
era optimista?
Toshi se levantó y dejó la toalla a su lado, sobre el tocador.
—Ahora que estás seco, probablemente es mejor que te acuestes.
John sintió una punzada. Una vez que él estuviera acomodado, Toshi
probablemente lo dejaría solo para que intentara dormir. A pesar de lo
caliente que su cuerpo se sentía, dormir era la última cosa en el mundo
que se sentía capaz de hacer.
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Capítulo 6
—¡Eh! —John dijo suavemente— Está bien. —Y apretó los dedos de
Toshi entre los suyos.
Toshi frotó las lágrimas con los movimientos vigorosos de sus dedos.
Su orgullo era bastante frágil y ahora estaba a punto de llorar delante de
John. Nadie lo había visto llorar, ni siquiera Natsuka, en quien confiaba
con su vida.
—Toshi —la voz de John tiró de él con cuidado, alentando emociones
en él. Si John pensara en hacerlo o no, ese era el efecto que lograba en
él.
Toshi sintió un tirón apacible en su mano. Antes de que supiera lo que
hacía, se derrumbó ligeramente contra John, su mejilla contra el pecho
duro. Lágrimas de pura vergüenza resbalaron de sus ojos, rechazando
permanecer sin derramarse, bañaron el suave vello dorado sobre el pecho
de John.
John no dijo nada, pero Toshi sintió sus fuertes brazos rodearlo.
Sintió la sensible presión de una mano acariciando su cabeza. Toshi sintió
el impulso de desaparecer, de no dejar que este hombre lo viera sollozar
como un niño, pero no pudo moverse. No quería moverse. El abrazo lo
absorbió, le habló a una parte suya que no tenía ningún orgullo, que sólo
necesitaba amor.
Pareció pasar un largo tiempo antes de que Toshi comenzara a
moverse. Él no quería salir de los brazos de John, pero el temor de estar
presionándolo con demasiada fuerza, lo embargó y se levantó muy
lentamente de él. Por suerte, los brazos de John se quedaron a su
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Toshi cubrió cada parte expuesta del pecho de John con el remolino
acalorado de su lengua, bajó sobre el estómago y luego siguió más abajo.
Los dedos de John permanecían apretados en el pelo de Toshi, mientras él
se hacía camino hacia abajo
La boca de Toshi se cerró sobre la cabeza de su polla, tragándola en
una succión apretada como si su polla fuera un delicioso bocado para un
hombre hambriento. John jadeó, sus dedos se apretaron en el pelo de
Toshi. Toshi chupó más duro, tomando más de su longitud, succionando
profundamente con golpes largos y calientes.
Una vibración tembló profundamente en las pelotas de John. Las
sensaciones de placer se construyeron rápidamente y con fuerza hasta
que resbaló, incapaz de parar su candente pulso. Bajo el brillo suave de la
lámpara, John miraba a Toshi tragar cada gota caliente. Cada espasmo de
su cuerpo fue contestado con un trago en una succión que sólo
prolongaba su placer.
Las caderas de John se arquearon hacia arriba. Sus ojos se apretaron
cerrados y el tiempo se detuvo. Él jadeó, su pecho se levantó hasta que
no quedó nada más dentro de él, sus caderas cayeron en el colchón y
Toshi dejó la polla semi dura de John resbalar del calor de su boca.
El aire en el cuarto se sintió fresco sobre su miembro húmedo. Sus
dedos se movieron al pelo de Toshi. El reconocimiento de sí mismo llegó
como flotando despacio con la conciencia del cuarto alrededor de ellos.
Finalmente, él pudo abrir sus ojos otra vez. Los ojos grandes,
aterciopelados de Toshi fue la primera cosa que vio. La piel enrojecida de
Toshi. Su semen brillaba sobre sus labios y su pecho erguido. Él se veía
salvaje, predador.
John resbaló sus manos del pelo de Toshi a sus hombros, tirándolo
más cerca.
—Toshi —él respiró—. Toma lo que quieras.
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Toshi suspiró y tomó la boca de John otra vez. John probó sus propios
jugos salados sobre los labios y la lengua de Toshi. Después de aquel beso
salvaje, Toshi se hizo hacia atrás y se sacó sus pantalones, dejándolos
caer junto con su camiseta. Volviéndose hacia John, Toshi colocó su
musculoso y delgado cuerpo a todo lo largo del más grande de John;
dándole apenas a John un momento para apreciar la belleza esculpida de
su torso, la impecable lisa piel de su pecho y sus pezones oscuros del
color del chocolate.
Sus cuerpos desnudos se moldearon uno al otro, la dura polla de
Toshi dio un bandazo contra John, todavía temblando después de haber
sido chupado tan a fondo. Eso no detuvo a Toshi para tomar ambas pollas
en una mano y frotarlas de arriba y abajo con los movimientos de su
cuerpo, sus rodillas presionando el colchón entre las piernas extendidas de
John.
John deslizó sus manos por la espalda de Toshi, amasando los duros
músculos, suaves, sintiéndolos ondularse con los movimientos de bombeo
del cuerpo de Toshi. Él dejó a su toque vagar hacia las caderas estrechas
de Toshi a sus deliciosas y fuertes nalgas, apretándolas y acompañando
sus movimientos.
Toshi parecía absolutamente perdido en el placer de sus cuerpos
rozándose juntos. Él gemía, la velocidad de sus empujes se hacía más
dura con cada segundo. Él cerró su boca en la de John, su lengua
descansó contra la lengua de John, su aliento pulsaba con fuerza y rápido
en la boca de John.
Toshi todavía sostenía sus pollas juntas, la fricción encendió de nuevo
el deseo de John. Su polla se endureció otra vez, rozando deliciosamente
contra el miembro de Toshi, que resbalaba fácilmente contra el suyo,
todavía humedecido por la boca de Toshi.
John agarró con fuerza las nalgas de Toshi, que se movían
rítmicamente contra él, exprimiendo deliciosamente fuerte con sus manos.
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Dos cosas, primero la definición de sake: una palabra japonesa que significa "bebida alcohólica",
sin embargo en los países occidentales se refieren a un tipo de bebida alcohólica japonesa preparada
de una infusión hecha a partir del arroz, y conocida en Japón como nihonshu. En Occidente, el sake
es comúnmente referido como "vino de arroz"; sin embargo, esta designación no es del todo precisa.
La producción de bebidas alcohólicas por fermentación del grano es más común en la cerveza que
con el vino. También existen otras bebidas conocidas como "vino de arroz" que son significativamente
diferentes que el nihonshu.
La segunda no les parece extraño, que de repente Toshi tomara un trago, ¿es que lo tiene sobre la
mesita de noche? No crean que esta traductora se trasnochó así lo indica el original cualquier
reclamo por favor comunicarse con la Sra. Guillone. (N.T. desconcertada)
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La llamada Guerra del Golfo Pérsico o simplemente Guerra del Golfo, también conocida como
Operación Tormenta del desierto, fue la guerra de 1990 a 1991 entre Iraq y una coalición
internacional, compuesta por 34 naciones y liderada por Estados Unidos, como respuesta a la
invasión y anexión de Iraq al emirato de Kuwait. En Iraq, la guerra es con frecuencia llamada
simplemente Um M'aārak - "La Madre de todas las batallas".
El inicio de la guerra comenzó con la invasión iraquí a Kuwait el 2 de agosto de 1990, la cual fue
inmediatamente sancionada económicamente por las Naciones Unidas. Las hostilidades comenzaron
en enero de 1991, dando como resultado una crucial victoria para las fuerzas de la coalición, lo cual
condujo a que las tropas Iraquíes abandonaran Kuwait dejando un saldo muy alto de víctimas
humanas. Aunque es cercana a todas, me pareció interesante recordarla. Sobre todo por que me
llamó la atención como es llamada esta guerra en Iraq, ¿De Estados Unidos? Mejor no hablemos
(N.T.)
14
Desorden de Tensión Post-Traumática (PTSD), Aumenta la proporción del daño. Muchos
reconocen el dolor físico después de un accidente con heridas, Pero solo algunos pocos se dan
cuenta que lo que está pasando en la mente de un individuo puede ser tanto o más devastador. Un
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accidente de autos, una desgracia en el trabajo. Una caída. Las heridas físicas son evidentes: una
espalda en mala condición, un cuello adolorido. . . pero hay algo más. Hay un componente mental. Si
esto es manejado efectivamente, las personas se recuperaran de las dos partes, física y mental. La
guerra no puede traer otra cosa (N.T.)
15
Gracias Dios mío, la autora recordó poner las tazas. Hurra!! (N.T.)
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Capítulo 7
Del diario privado de Koto Naomasa, agosto de 1847
(Documento almacenado en los archivos sellados del Tokyo – Edo
Museo de Tokyo)
Oí por casualidad otra vez hoy a Kenji Soteki rogándole a Akira que
se convirtieran en ronin y abandonaran nuestra provincia. Como siempre,
Akira se negó. Sé que Akira tiene otras ambiciones además de amar a
Soteki y sinceramente, no puedo evitar sentirme satisfecho con la
frustración de éste. He amado a Akira durante casi la mitad de mi vida.
Cada samurai en los cuarteles lo ha deseado, ninguno tanto como yo,
aunque Kenji es el único a quien le ha entregado alguna vez su corazón y
su cuerpo.
Los celos y la envidia están por debajo de un samurai y aun así abrigo
tales sentimientos por Kenji. Él se ha ganado al único hombre que alguna
vez he amado. Al mismo tiempo, no entiendo por qué nunca he sido capaz
de mantener mi rencor contra Akira por rechazarme. Mi corazón todavía
suspira por él, por este hermoso y arrogante hombre. Ni siquiera puedo
odiarlo cuando los escucho a ambos en su tatami en medio de la noche,
gimiendo y gruñendo su placer. Puedo oír los húmedos sonidos de sus
labios cuando se besan.
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espiral hacia arriba. Había pasado tanto tiempo desde que alguien se la
había chupado que Toshi explotó. John se mantuvo sobre él, con su boca
aceptando con avidez cada chorro, y Toshi pudo sentir las diminutas
contracciones de la garganta de John mientras éste tragaba.
Toshi sujetó firmemente con los labios la polla de John justo cuando
éste estalló. Chorros calientes de semen resbalaron por su garganta
abajo, y él tragó como si al beber la esencia de John pudiera hacerlo
formar parte de él.
El cuerpo de John se sacudió varias veces por las convulsiones de su
orgasmo hasta que se quedó sin fuerzas, teniendo cuidado de no
derrumbarse directamente sobre su amante. Mantuvo la boca sobre la
polla de Toshi, dejando que terminaran los espasmos, dándole cada
momento de placer con su lengua, hasta que no quedó nada más. Dejó
que Toshi se deslizara fuera de su boca y entonces se volvió. Con una
mano a cada lado del cuerpo de Toshi, se elevó formando un puente sobre
él.
Miró fijamente hacia abajo a Toshi mientras su pecho subía y bajaba,
con sus ojos azules oscurecidos y ardiendo de pasión y deseo satisfecho.
—¿Fue bueno para ti? —dijo en voz baja.
Toshi le devolvió la mirada. Asintió en silencio. De nuevo se había
quedado mudo de asombro, tanto por el éxtasis de haber encontrado a
John como por la culpa, porque probablemente le rompería el corazón
como se lo había roto a Michael hacía tantos años. Se incorporó sobre los
codos y presionó un beso sobre los labios de John, deslizando la lengua
sobre ellos, dejando que las esencias saladas de ambos se mezclaran en
sus bocas.
Se separó y lo miró otra vez.
La comprensión se mostró en aquellos pozos de color azul profundo.
—No te preocupes, Toshi —dijo suavemente—. Intentaré no pedir
nada de ti que no puedas darme.
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—Es impresionante.
—Sí, es muy hermoso.
En ese momento sonó el teléfono. Toshi pulsó el botón,
intercambiando unas pocas palabras en japonés y después colocó el
receptor de vuelta en su soporte cargador.
—Era Natsuka —dijo con la decepción marcada claramente en su
voz—. Nos espera abajo.
John suspiró y lo miró. El intercambio de miradas no podría haber
sido más claro si hubieran expresado sus pensamientos en voz alta.
Extendió la mano y cubrió brevemente la mano de Toshi. Todo lo que
podía esperar era que cuando el día terminara, Toshi y él pudieran tener
otra noche como la del día anterior.
—¿Adónde primero? —preguntó, quitando de mala gana la mano.
—A la morgue. Las últimas víctimas están retenidas allí para que
puedas examinarlas antes de que entreguen los cuerpos a sus familias
para los funerales.
—Ya veo. —John reprimió un escalofrío. Las morgues eran a menudo
la peor parte. Incluso los muertos, frías cáscaras vacías de unos cuerpos
sin su cálida alma dentro, tenían historias que contar. A veces en la
morgue todos intentaban hablar a la vez, como si clamaran por la
atención de la única persona que todavía podía comunicarse con ellos.
Toshi se levantó de la cama, recogió la chaqueta y se giró hacia John.
—No te preocupes —le dijo suavemente— nadie va a tocarte.
El tono protector en la voz de Toshi envió un cálido estremecimiento a
través del pecho de John. Por primera vez en años, o quizás en toda su
vida, tenía a alguien que lo hacía sentir a salvo.
—Gracias, Toshi.
Toshi le dirigió una rápida sonrisa y entonces empezó a caminar hacia
la puerta. John lo siguió.
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Capítulo 8
Del diario privado de Koto Naomasa, diciembre de 1847
(Documento almacenado en los archivos sellados de Museo Tokio
Edo, Tokio)
16
El daimyo fue el soberano feudal más poderoso desde el Siglo X al Siglo XIX dentro de la
Historia de Japón. El término "daimyo" es utilizado también en ocasiones para referirse a figuras de
liderazgo de los clanes, también llamados "señores". Este era usualmente, aunque no de forma
exclusiva, el líder militar que un shogun o regente seleccionaba. El daimyo utilizaba usualmente
colores púrpuras, que variaban de oscuros a claros dependiendo de que tan alto fuera el nivel donde
se encontrara. Los púrpuras oscuros y claros precedían a los verdes oscuros y claros, negros y rojos
claros, y finalmente el negro. Los daimyo de más alto rango eran considerados nobles.
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17
Tradicional lámpara china de papel, de esas que tiene una vela dentro. (N.T.)
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—Muy bien. Tengo una cita con un doctor y no estaré aquí, pero pide
hablar con el curador 18 , cuando me vaya le diré que vendrás por los
archivos.
—Gracias, tío. Muchas gracias.
—De nada, Toshi.
Toshi cerró su teléfono y lo resbaló hacia su bolsillo.
—Mi tío encontró algo para nosotros en el museo —le dijo a John—.
Deberíamos ir directamente allí. —Repitió brevemente la conversación a
Natsuka, quien esperaba pacientemente
John cabeceó y él y Natsuka salieron detrás de Toshi para salir de la
morgue. Mientras salían, Toshi saludó al asistente que les había abierto
los cajones. Cuando llegaron al coche, Toshi abrió la puerta y se deslizó
en el asiento de pasajeros.
—Mientras estamos en el museo —le dijo a John—, desde luego que
deberíamos intentar encontrar la exposición que viste y confirmar que las
víctimas estuvieron de hecho, allí.
—Sí. —John se recostó contra el asiento, su cara mostraba los
primeros signos de tensión, después de dos canalizaciones relativamente
suaves.
Toshi se volvió a mirar alrededor mientras Natsuka sacaba el coche
del estacionamiento. No podía ignorar la preocupación que bordeaba su
conciencia. Un poco debido quizás a la preocupación que sentía por el
bienestar de John. John acababa de decirle la noche anterior que había
necesitado atención médica debido al modo en que estas visiones
18
El curador de arte es un profesional capacitado en el conjunto de saberes que posibilitan entre
otros la exposición, valuación, manejo, preservación y administración de bienes artísticos. Requiere
una formación principalmente en Historia del Arte, Filosofía y Estética. Pueden trabajar en galerías de
arte, museos, fundaciones. Actuando generalmente en lo artísticos, pero también participando en
labores de administración y conducción, sin dejar de lado la elaboración de estudios y la
investigación. (N.T. gracias a mi amiga Wikipedia)
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rasgaban sobre él. El número de visiones que había tenido desde que
había llegado a Tokio no podía ser sano para él.
Natsuka giró en una esquina, siguiendo la dirección del Museo de
Edo-Tokio. Pensar en que tipo de documento había encontrado su tío era
la segunda preocupación de Toshi. Era algo irónico que el mismo día en
que le pidió a su tío que buscara los archivos del museo, las visiones de
John le mostraran que el asesino había acechado a sus víctimas mientras
visitaban el museo. El detective en él estaba acostumbrado a pensar de
cada uno, como un posible sospechoso. Y ahora su tío, por el solo hecho
de relacionarse con el museo, podía tranquilamente caer en esa categoría.
Si Musashi Genjin hubiera estado en el museo al mismo tiempo que las
víctimas, Toshi tendrían que hacerle algunas preguntas. Y John tendría
que tocarlo para una impresión psíquica. La mera posibilidad pesaba sobre
su corazón como un plomo.
—Toshi.
Toshi giró ante la suave voz de tenor de John. Los grandes ojos
azules de John lo miraban, irradiando compasión.
—¿Sí?
—Tengo que tomar impresiones de cada una de las personas que
haya de algún modo estado conectada con todas las víctimas. No habrá
sospechosos hasta entonces.
Toshi cabeceó, oyendo la compasión en las palabras de John.
—Gracias. —Él se dio vuelta, fijando su mirada sobre el camino. Ese
momento de bondad sólo alimentó sus sentimientos crecientes por el
hombre de atrás. Las palabras que le había dicho a John la noche anterior
se elevaron otra vez en su mente. Te amo. Las aplastó hacia abajo. Sabía
que John sabría lo que él pensaba. La conexión entre ellos en el momento
anterior, le hizo sospechar que John podía leer su mente tanto como su
corazón.
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Capítulo 9
Musashi Provincia, Edo, 1847
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altos y sus labios llenos. De algún modo él era físicamente hermoso, como
Akira.
Dentro de su taparrabo Naomasa sintió su ingle apretarse con los
principios de una erección. Tanto como él amaba a Akira, deseaba de la
misma manera al otro potentemente seductor.
—El yamabushi 19 ya tiene su espada, —refunfuñó él—. Tú no me
necesitas.
Shingen se inclinó más cerca de él, sus ojos brillaban. De un modo
muy significativo el monje guerrero era muy diferente a Akira. Cuando
Akira rezaba en el templo, él se doblaba sólo ante Buda. Akira no
practicaba mantras 20 y mudras 21 para ganar poderes espirituales, como
Shingen lo hacía.
—¿Por qué, Koto, pasas tu vida añorando a alguien que nunca te
amará? Él nunca apreciará tu hermoso trabajo como yo lo hago. Haz esa
espada para mí.
La cara de Shingen estaba tan cerca que el aliento del yamabush
tocaba calurosamente la mejilla de Naomasa.
—Eres demasiado magnífico para perderte, Koto. —Continuó Shingen,
su voz lisa bajó a un tono enronquecido.
Contra su voluntad, la erección de Naomasa creció, apretando contra
su taparrabo. Su respiración se hizo más profunda y pudo ver por el
19
Yamabushi literalmente "guerrero de la montaña", se refiere habitualmente a los monjes ascetas y
guerreros japoneses que seguían el Shugendo, una búsqueda de las energías espirituales, místicas o
sobrenaturales obtenidas a través del ascetismo, llevando una vida solitaria en la montaña, aunque
asociados a determinados templos. Participaron ocasionalmente en batallas y escaramuzas junto a
los samuráis y los sohei.
20
Se llama mantra a una oración corta (estribillo) hindú y budista que se repite muchas veces.
Existen mantras para casi todo: para alejar los malos pensamientos, relajarse, prepararse para el
trabajo, realizar deportes, aumentar el amor, etc. La palabra mantra proviene de las raíces sánscritas
"manas" cuyo significado es mente y "tra" que significa liberar; por tanto, el mantra es un método de
protección de la mente. El mantra más famoso, gracias al cine, es el conocido om mani padme hum.
Se traduce: ‘¡Oh, joya en el loto!’, siendo originalmente el célebre mantra om, símbolo sonoro
correspondiente al Brahman, aunque tal mantra pasó a ser parte de una célebre frase budista.
21
En el marco del budismo y el hinduismo, un mudrā es un gesto sagrado hecho generalmente con
las manos. (¿Recuerdas querida lectora la unión de los dedos índice y pulgar, mientras los dedos
corazón, anular y meñique acompañan esperando? Si lo haces ya tienes tu mudra. (N.T.)
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parpadeo en los ojos de Shingen que el monje era consciente del efecto
que tenía sobre él.
—Amo mirarte. —La voz de Shingen ahora lo acariciaba y Naomasa
comenzó a sentirse embriagado, como si hubiera bebido demasiado. Su
cuerpo se relajó y se preguntó si este deseo era verdadero o si Shingen
usaba sus poderes para seducirlo. No, es que importara. Él y Shingen
habían sido amigos desde niños y ya como jóvenes el deseo de Shingen
por él había sido obvio.
Shingen extendió la mano y rozó con sus dedos, a través de la mejilla
de Naomasa, las gotitas crecientes de transpiración. Trayendo sus dedos a
sus propios labios, él pasó su lengua a través de ellos.
—Mmm, hasta tu sudor es delicioso. —Él extendió la mano otra vez,
con cuidado tomando por detrás el cuello de Naomasa. El brillo agresivo
en los ojos del monje se ablandó, adquiriendo una mirada suplicante. —
Entrégateme, solo una vez.
Naomasa se sintió debilitar bajo el toque de Shingen y su súplica.
Nunca antes su compañero de la niñez había bajado su orgulloso escudo
ante nadie. Él lo hacía ahora, probablemente sabiendo que era una
estratagema que podría funcionar. Naomasa cabeceó ligeramente, pero lo
suficiente como para que Shingen advirtiera su aceptación.
—No estoy limpio —murmuró él—. He estado trabajando.
—No me importa. —Los ojos de Shingen se habían ensanchado, el
deseo ahora se quemaba en sus profundidades. Él tomó la mano de
Naomasa y le condujo a la esquina del edificio, detrás de la forja, bien
lejos de la vista de los transeúntes. Él recogió el tatami en el que
Naomasa solía sentarse durante sus comidas y extenderlo en los tablones
de madera del piso. Entonces él se levantó, mirando fijamente en
Naomasa con la expresión impaciente de un niño con un juguete nuevo.
La erección de Naomasa tensaba el frente de su taparrabo y él vio la
mirada de su amigo bajar hacia él. Naomasa tiró el lazo del paño.
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22
Si bien se piensa que el mejor tupé del mundo era el de Elvis Presley, hablo de su cabello parado
hacia arriba y gran jopo, en Japón tenemos la famosa cola de caballo, y eso es lo que Shingen suelta
en Naomasa. (N.T.)
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23
UMMM!!!! La definición de esta palabra en japonés insólitamente significa hijo. Esta traductora
desconcertada supone que es un eufemismo o alguna metáfora, pero lo averiguaremos. Sigue atenta
a los pie de pagina, (jajaja N.T.)
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24
Sip evidentemente hablamos de su polla, esta palabra shakuhachi en japonés significa “flauta
dulce” Muy apropiado ¿No creen?
25
¿No somos listas? Confirmado, musuko a pesar del diccionario significa pene. (N.T)
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Tokio, en la actualidad
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histórico. Hasta hoy, nunca había comprendido como su pasión por las
clásicas películas de samurai de los 50 y 60 algún día podrían servirle en
su trabajo.
Toshi se giró hacia él.
—La decisión depende de ti —le dijo Toshi en un tono tranquilo—
miramos los archivos primero o ¿vamos a la exposición permanente y
vemos si es lo que viste?
John reflexionó, sintiendo la tranquila energía de Natsuka cerca. Esta
era una decisión extraña para hacer, pero presentía que confirmar la
posición de las víctimas serviría a Toshi mucho más eficazmente en la
investigación que comprobar los archivos.
—Miremos la exposición primero —le contestó.
Toshi cabeceó y comenzó a conducirlos a él y Natsuka sobre el
puente.
—Lo que describiste, podría encontrarse en la zona de Edo en la
exposición. —Toshi explicaba mientras ascendían por la curva del puente.
Cuando alcanzaron el final del puente y entraron a la exposición, John
concentró su atención momentáneamente capturada por las réplicas
asombrosas del Japón de siglos anteriores. El área a un lado del puente
había sido convertida en un río, que mostraba a su largo y ancho del
muelle ocupado, el arte de navegación alcanzado en miniatura. Más allá
se encontraban pequeñas réplicas de edificios de gobierno, coches
arrastrados por caballos, puestos de mercado y casas.
La atención al detalle en cada período y la artesanía eran asombrosos
y te transportaba a la era pre-moderna. Durante un misterioso segundo
John sintió la presencia fantasmal de la gente de esas épocas, sobre todo
de los samuráis cuyas habilidades y armamentos habían ayudado a
construir y proteger las escenas de industria y residencias retratadas en
las réplicas. Los samuráis habían gobernado, contribuido a las artes, y
legado sus códigos de amor y honor a la identidad de su país.
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El clásico “I love you” en inglés y nuestro más cercano “Te amo”. (N.T. ayudada por un foro de
traductores de japonés- inglés en la red. Gracias a Dios hay de todo por aquí).
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Noh es un estilo famoso de teatro-danza musical que se ha venido desarrollando en Japón desde
hace casi 600 años. Los actores a menudo utilizan máscaras y, a veces, bailan durante la actuación.
Las obras cuentan con muchos actores, con un personaje principal (shite) y un personaje secundario
(waki). Un coro (jiutai) ejecuta la parte vocal, y un grupo (hayashi-kata) hace el acompañamiento.
(Excelente oportunidad para aprender amigas. N.T.)
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Famoso festival que se realiza desde el siglo VII. Se caracteriza por estar acompañado de carreras
de caballos.
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—Rezo para que pienses que estoy enloqueciendo —le dijo al hombre
mayor.
—Jamás pensaría eso, Toshi-san—, fue la tranquila respuesta.
Esa fue una declaración valiente de parte de Natsuka y Toshi se
preguntó por un instante si su compañero alguna vez se ponía nervioso. Él
aún tenía que verlo.
—Arigato, 29 Natsuka.
—No hay problemas, amigo.
Toshi miró hacia abajo a John.
—¿Piensas que serás capaz de levantarte pronto?
—En unos minutos. Comienzo a sentirme mejor.
Toshi cabeceó, y acercó el teléfono a su boca.
—Te necesito para que nos acerques a John y a mí a la estación y
luego llevar a Keiko a casa de sus padres y protegerla. Eres la única
persona en la que confío para vigilarla.
—Todo lo que necesita, Toshi-san 30 .
Toshi inclinó su cabeza, aun cuando Natsuka no pudiera verlo.
—Nos veremos en unos minutos.
—Muy bien—. Toshi dejó su teléfono cerrado y lo guardó en su
bolsillo. —Espero que podamos tener las respuestas que necesitamos esta
tarde —le dijo a John.
John miró hacia arriba a Toshi, su ángulo de visión acentuaba la
plenitud de los labios de Toshi. Lamentablemente, los residuos de la
energía del asesino impregnaban el departamento, causando que el
corazón de John se apretara. Sólo los brazos de Toshi rodeándolo
mantenía la energía controlada.
—Toshi —le dijo suavemente, mientras una imagen no deseada se
formaba en su mente.
29
Gracias, en japonés (N.T.)
30 ]
La desinencia “san” agregada al nombre es una manifestación de respeto por parte de quien
habla. (N.T.)
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Capítulo 10
En la oficina, Toshi escribía una actualización de todo lo que había
pasado en el caso en los últimos dos días, desde que John había entrado
para ayudar. Bueno no todo, ciertamente el sexo ardiente… no, hacer el
amor y sus fuertes sentimientos por John no eran relevantes en la
investigación. Ni el hecho de que se había entretenido con pensamientos
efímeros de cómo sería si en realidad regresara a los Estados con John,
cuando esto terminara…
Hizo su informe en el ordenador. Entonces, presentó a John al
comisario Ito, el Keishi 31 , le informó lo que John había podido recoger a
través de sus impresiones. Toshi se dio cuenta mientras observaba, la
fácil aceptación de Ito de su informe que no tendría necesidad de
preocuparse porque les creyera o no. Para empezar se acordó que había
sido Ito quien metió a John en el caso. De los dos, Toshi había sido el
escéptico; honestamente, los dos venían de una cultura que tenía grandes
creencias acerca de la existencia de demonios y espíritus. Cuando Toshi
hubo terminado, Ito se despidió de él con la actitud más cortés que le
había mostrado desde su ascenso a inspector.
En ese momento era casi de noche. Seguía sin tener noticias del
paradero del empleado del hotel, por eso Toshi firmó la salida de un auto
y llevó a John a cenar antes de regresar a su apartamento.
Después de una rápida cena en el bar de sushi cercano a su edificio.
Toshi condujo de regreso. John había estado callado y preocupado durante
la cena provocando que Toshi quitara brevemente sus ojos del camino
para mirarlo.
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Superintendente de la policía, (vaya que me costó encontrar el significado amigas, (N.T.)
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—Esta vez voy a entrar contigo —dijo cerca del oído de John,
pellizco el lóbulo de su oreja juguetonamente él no quería dominar
completamente en el amor, pero finalmente había encontrado a alguien
con quien se sentía sin inhibiciones y muy seguro y no pudo contener la
marea de gozosa libertad que lo bañaba. Parecía que John lo entendía y lo
dejaba asumir ese rol. Sus manos acariciaban la espalda de Toshi,
sobando sus músculos sensualmente, un tacto gentil y erótico.
El vapor comenzó a flotar a través de la puerta de vidrio abierta de
la ducha y Toshi amablemente tiró de John dentro del recinto acercándolo
mientras se paraban juntos bajo el chorro, Toshi no pudo dejar de besar a
John probándolo y sosteniéndolo, intoxicado por la increíble mezcla de
gentileza y la fuerza masculina que tenía.
El agua los empapó, oscureciendo el dorado cabello de John
aplastando los suaves cabellos de su pecho contra los amplios músculos,
Toshi apartó a John del chorro del agua y tomó una botella de gel de
ducha, vertiendo una gran cantidad sobre su mano, frotó sus palmas
creando espuma, antes de colocarla sobre el pecho y la espalda de John,
adorando que la espuma se deslizara de sus manos jabonosas contra las
manos de Toshi, permitiendo que éste hiciera lo que quisiera.
Toshi frotó el jabón sobre el duro estomago de John, sus dedos
trazaron la silueta de los músculos abdominales de John antes de
deslizarse por su cadera a través de su espalda baja y sobre sus glúteos.
John gimió suavemente, el agua goteaba desde sus labios y goteaba
sobre su piel bronceada. Toshi enjuagó el jabón de sus manos y echó
acondicionador entre sus dedos. Alisó su palma sobre el culo de John, sus
dedos se movieron hacia la grieta entre las doradas nalgas. Toshi presionó
su cuerpo más cerca contra el de John y sus dedos encontraron el
pequeño, arrugado y profundo agujero, sus dedos lubricados por el
acondicionador, se deslizaron fácilmente alrededor del borde del agujero
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Capítulo 11
Toshi y John fueron a la mañana siguiente directamente al museo,
temprano. El conservador estaba en su oficina. Permaneció de pie detrás
de su escritorio y se inclinó hacia Toshi.
—Inspector Genjin —dijo antes de que éste pudiese incluso mostrar
su placa—. Su tío me informó que vendría.
Toshi asintió, su cuerpo hervía con la tensión. Su tío había sido una
vez el conservador, pero debido a un trastorno emocional que se gravaba
cada vez más, a sus episodios de falta de memoria y a sus gritos, había
tenido que dejar el puesto. En consideración a todo el buen trabajo que
Musashi Genjin había realizado en el museo, seguía ayudando con los
archivos. El museo se beneficiaba de los conocimientos de historia de
Musashi y del meticuloso cuidado con el que trataba los preciosos
documentos almacenados dentro.
—Sí —contestó Toshi—. Mi tío me dijo que había dejado algo en los
archivos para mí—. Era vivamente consciente de que John permanecía de
pie cerca de él y de que él mismo se estaba acostumbrando al hecho de
estar pendiente ahora con regularidad de los efectos que el entorno
pudiera tener sobre el hombre que amaba. Echando un vistazo de reojo a
su amante, Toshi se tranquilizó al ver que en sus marcados y bronceados
rasgos no se mostraban ninguna tensión especial.
El conservador salió de detrás del escritorio y sacó un juego de
llaves del bolsillo.
—Hai —dijo, haciéndoles un gesto hacia la puerta de la oficina—. Su
tío insistió en que viera este documento en particular.
Toshi siguió al hombrecillo, con John cerca, a su lado. Era consciente
de que se quedaba cerca de él porque, por alguna razón, su contacto lo
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ayudaba a disipar las energías que recogía del entorno. El honor de ser tal
consuelo para John lo emocionaba y desconcertaba a la vez. Desde
Michael no se había permitido a sí mismo ser tan importante para nadie ni
que nadie lo fuera para él.
—¿Mencionó por qué ese documento era tan importante?
El hombrecillo sacudió la cabeza.
—No. Sólo dijo que era urgente y que debía llevarlos a los archivos
tan pronto como llegaran.
La respuesta le provocó a Toshi un estremecimiento en las entrañas.
El conservador abrió la puerta de la sala de archivos y se apartó a
un lado, permitiendo que Toshi y John entrasen antes que él. Toshi
observó cómo el hombrecillo se aproximaba a un cajón del enorme
archivador situado contra la pared y sacaba un pequeño paquete envuelto
en plástico. Se dio la vuelta e indicó una pequeña mesa con dos sillas.
Toshi asintió y se sentó con John.
El conservador desplegó el plástico con cuidado y colocó sobre la
mesa un libro pequeño cuyas amarillentas páginas tenían los bordes
raídos.
—Éste era el diario privado de un samurai que sirvió bajo el
shogunate de Edo. Es uno de los pocos de su clase que sobrevivió a varias
eras de shogun. Pueden quedarse aquí tanto tiempo como necesiten para
examinar el documento, porque no puedo dejar que el libro salga del
recinto. Pero deben usar guantes. ¿Entienden? —Sacó dos pares de
guantes de algodón y los dejó sobre la mesa.
—Por supuesto. Aurigato —contestó Toshi, despidiendo verbalmente
al conservador al darle las gracias.
El hombre se inclinó y se retiró del cuarto, cerrando la puerta tras
él.
Toshi miró a John.
—Éste es el diario privado de un samurai —le tradujo.
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sobre el papel amarillento. Sabía que la única parte del texto que John
podía ser capaz de descifrar era la fecha, escrita en números arábigos. La
siguiente cosa que leyó envió una oleada de frialdad que atravesó todo su
cuerpo.
—¿Toshi? ¿Qué dice? —preguntó John. Su voz se abrió camino a
través del horror que sentía.
Levantó la mirada, intentando permanecer tranquilo.
—El nombre del samurai es Koto Naomasa.
Los azules ojos de John se abrieron como platos.
—Joder.
—Al parecer era un fabricante de espadas —explicó Toshi echándole
un vistazo a la página. Siguió leyendo y su corazón empezó a latir un poco
más fuerte a medida que estudiaba el contenido de la desconsolada
diatriba del samurai. Cuando vio los nombres mencionados se le heló la
sangre en las venas. Levantó la vista hacia John. —Él... Koto Naomasa...
estaba enamorado de un compañero samurai. Akira. Para él hizo la más
magnífica espada de su carrera.
La respiración de John se quedó atascada en su pecho de manera
audible.
—¿Menciona a Kenji?
Toshi asintió, luchando para recuperar la capacidad de hablar. A
pesar del hecho de que había llegado a creer en el regalo de las visiones
interiores de John, esta nueva confirmación de las mismas era demasiado
inquietante hasta para un detective experimentado como él.
—Sí —pudo decir finalmente—. Kenji es el amante de Akira.
Naomasa tiene envidia. Ha estado enamorado de Akira durante mucho
tiempo y odia el hecho de que Kenji haya tenido éxito en ganar su
corazón. —No tuvo que mirar mucho más en el diario para que quedara
claro el guión de un triángulo amoroso.
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Toshi pasaba las hojas con delicadeza, una a una, acariciando cada
anotación. Éstas seguían el desarrollo de la relación entre Akira y Kenji. Al
parecer Naomasa había pasado mucho tiempo espiando a los amantes y
había incluido detalles íntimos de su relación física. Toshi dejó salir un
tembloroso suspiro. La página que estaba leyendo detallaba casi la forma
exacta en que le había hecho el amor a John la noche anterior.
—¿Qué ocurre? —preguntó John cuando Toshi dejó de traducir. El
policía examinó los preocupados ojos azules de John. —Naomasa estaba
espiando a Akira y Kenji durante una de sus citas. Tal y como tú sentiste
que nosotros estábamos siendo espiados.
Cada terminación nerviosa del cuerpo de John pareció erizarse
alrededor y dentro de él. Las implicaciones se volvían más aterradoras por
momentos. Durante varios segundos respiró profundamente, incapaz de
hablar.
—¿John? —Toshi le tocó el brazo ligeramente.
El contacto sacó a John del trance impuesto por la impresión y miró
a Toshi.
—Necesito tocar el libro —dijo con suavidad.
Toshi deslizó el documento unos centímetros hacia él. John se puso
el otro par de guantes y entonces colocó la mano, con la palma hacia
abajo, en la hoja. Se preparó a sí mismo un poco antes de que se
produjera la avalancha de imágenes. Todas las historias eran parecidas.
Un hombre fuerte y de aspecto enfadado, con el abundante cabello
peinado en un moño y vistiendo un kimono, espiaba a Kenji y a Akira
mientras éstos discutían, se abrazaban y hacían el amor, siendo testigo de
las súplicas desesperadas de Kenji y de las negativas asustadas y
altaneras de Akira.
La respiración de John hacía un sonido desapacible y los latidos de
su corazón aumentaban su ritmo debido a las fuertes emociones que se
agitaban en su interior. Estaba a punto de emplear las últimas fuerzas que
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le quedaban para separar su mano del libro cuando la escena cambió. Vio
la sala de archivos. Una joven recibía el libro y lo ponía sobre la mesa a la
que él estaba sentado ahora. Sintió una opresión en la garganta. El
asesino estaba en la sala con ella, con su energía oscura a punto de
estallar. La mujer alzó la vista, dándole las gracias sonriendo a la persona
que le había dado el documento. En la mente de John, la perspectiva
cambió, como si estuviera filmada con una cámara. La persona a la que la
joven había hablado aparecía ahora en su visión.
John se estremeció. La energía del asesino lo atravesó como una
puñalada y su mano saltó para separarse del libro, casi de motus propio.
Pero no antes de que John viese al tío de Toshi. Reconoció al hombre
mayor por la fotografía que había en el apartamento del policía. Musashi
se estaba inclinando ante la mujer a la que acababa de darle el diario de
Naomasa.
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Capítulo 12
Toshi miró fijamente a John. Otro hombre habría necesitado unos
minutos para reponerse de la visión, pero cuando él tuvo su revelación
había estado horrorizado.
—¿Estás seguro de lo que viste? —La mano de Toshi temblaba—.
Distraídamente, metió la mano en su chaqueta en busca de los cigarrillos,
sin preocuparse del aviso de No fumar puesto en la pared. Era
dolorosamente consciente de la mirada aturdida de John mientras
encendía un cigarrillo y tomaba una profunda calada del tabaco hasta sus
pulmones. Exhaló y miró otra vez a John. —Mi tío no es un asesino —
dijo—. Lo he conocido durante toda mi vida. Luchó en la guerra y nunca
ha sido el mismo desde entonces. Pero… —Toshi gesticuló en el aire con la
mano que sostenía el cigarrillo. —Él no tiene el corazón de un asesino. —
Se calló bajo la mirada de John e inhaló otra pitada. La ceniza cayó
ligeramente al suelo.
—Nunca dije que fuera un asesino, Toshi. Siento si no me expresé
claramente. —La voz de John era suave. Sin prejuicios—. Sentí la energía
del asesino en el cuarto. La energía tiene la misma sensación de…
posesión como la de ayer en el apartamento de Keiko.
Toshi emitió un profundo suspiro.
—¿Definitivamente no has visto a una tercera persona en el cuarto?
—Definitivamente no lo he visto.
Toshi centró la mirada en el manuscrito mientras consumía su
cigarrillo hasta el máximo. La misma oscuridad que había comenzado a
sentir sobre el caso antes de la llegada de John se situaba sobre él otra
vez. Había pensado que las visiones de John les conducirían al asesino,
pero ahora sus impresiones sólo conducían a preguntas más inquietantes.
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La principal era ¿Por qué el tío Musashi sólo le había hablado sobre el
manuscrito ahora si lo había conocido desde siempre? El hecho que el
nombre de Naomasa estuviera dentro podría haber proporcionado una
muy necesaria información y quizás haber evitado otras muertes.
El cigarrillo de Toshi se había quemado casi hasta el filtro. Miró
alrededor en busca de una papelera y, encontrando una en la esquina,
aplastó el cigarrillo dentro de ella. Volvió a la mesa donde estaba sentado
John silenciosamente, su hermosa cara una máscara inexpresiva.
—Lo siento, Toshi —murmuró, sin alzar la vista.
Toshi suspiró y pasó los dedos entre su pelo.
—¿Por qué sigues pidiendo disculpas?
John sacudió su cabeza.
—Siento como si fuera lo correcto.
Toshi lo miró, resistiendo el impulso de extender la mano y acariciar
el pelo de John. Incluso ahora, en un momento de gran tensión, su
ternura hacia el hombre le inundó y la unión entre ellos, aunque tan
nueva y frágil, lo hacía sentir que tenía algo bueno por lo que vivir. —Por
favor, no pidas perdón más. Parece como si te culparas a ti mismo. Tú no
has asesinado a nadie —. Él miró de nuevo al manuscrito y lo recogió. —Si
estás de acuerdo, necesitamos leer esto con más detenimiento antes de
que llame a mi tío.
John asintió.
—De acuerdo.
Toshi volvió la página y continuó leyendo. La mayor parte de las
anotaciones eran más de lo mismo. El seguimiento de Naomasa sobre los
amantes, haciendo una crónica de la saga de angustia y deseo de Kenji y
Akira. La novedad principal que Toshi notó era la creciente cólera de
Naomasa sobre el inminente matrimonio de Akira. Naomasa odiaba a
Kenji, pero no tanto como odiaba la perspectiva de la sentencia de muerte
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Abril de 1848.
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Julio de 1848.
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—Él los asesinó —se oyó decir Toshi. Apenas había sentido su propio
movimiento de labios, aunque la voz que habló era la suya. —Entonces él
se hizo sipukku, el ritual de suicidio samurai.
—Sí —susurró John—. Supongo.
—¿John, si mi tío sabía sobre Naomasa, por qué no me lo dijo? Es
obviamente una pista valiosa—. Él sacudió su cabeza, mostrando su
temor—. No parece su estilo el hacer semejante cosa.
La mano de John se extendió y descansó sobre el antebrazo de Toshi.
Los ojos azules que le miraban irradiaban compasión.
—Hay sólo un modo de averiguarlo.
Toshi suspiró y asintió. Cerró el diario y se quitó los guantes.
—Sí. Debemos ir allí ahora.
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Capítulo 13
La casa familiar de Toshi, estaba en una calle tranquila en un
vecindario de casas majestuosas con jardines impecables. Natsuka frenó
hasta la acera para dejarlos salir. Toshi había explicado a John que su
compañero iba a cuidar de Keiko y llevarla con Aoki. John había estado
completamente de acuerdo, pero no había preguntado a Toshi, lo que la
naturaleza de los asesinatos significaba para ellos dos. A pesar de que
Toshi había admitido sus sentimientos, como había dicho antes, el
adoctrinamiento familiar estaba muy arraigado, y John no estaba tan
seguro de que Toshi fuera capaz de superar semejante obstáculo.
Natsuka se fue, dejándolos en la acera. Toshi miró a John.
—Mi tío tiene un pequeño apartamento detrás de la casa principal —
dijo—. Es el hermano de mi padre y ellos quisieron que él viviera aquí
porque está…
John cabeceó su entendimiento.
—¿Sienten que no está psicológicamente bien debido a la guerra?
—Sí. Ha sido diagnosticado con el Síndrome de Estrés
Postraumático. Su médico explicó que puede durar el resto de su vida, no
importa cuantos años pasen.
John asintió, sus ojos se entristecieron.
—Sí, lo sé.
Las mejillas de Toshi ardieron.
—Lo siento, John. Ha sido insensible de mi parte.
—Está bien. Ya he llegado a un acuerdo con ese asunto—. Él hizo
una pausa.
—¿De todos modos, están tus padres aquí también?
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—Continúe.
—Era un botones del hotel. Su último turno fue cuando ocurrieron
los asesinatos.
El cuerpo de Toshi se tensó como un resorte.
—¿Qué más?
—Sus huellas dactilares coinciden con las huellas del puño de la
espada.
La sangre de Toshi se heló y su mano tembló alrededor del teléfono.
—¿Señor?
—Voy para allá. Avise al forense que estaré allí en unos minutos.
— Hai.
Toshi colgó el teléfono y miró a John que lo contemplaba fijamente
con expectación. Toshi contó a John lo que Hayao había informado.
—John, todo ese tiempo estuvo delante de mí. —Su voz se convirtió
en un susurro ronco—. ¿Cómo puedo haber estado tan ciego?
—¿Toshi, cómo podrías haber hecho la conexión? ¿Cómo podrías
haberlo sabido sin esta información?
Las palabras de John eran amables y calmantes, pero Toshi no podía
menos que culparse. Se levantó.
—¿Eres capaz de tomar más impresiones, John? Estoy preocupado
de que ésta sea la más importante.
John se levantó del sofá.
—Eso es para lo qué estoy aquí.
Toshi se volvió hacia su tío, sintiendo miedo por la seguridad del
anciano. —Tío, debes de venir conmigo y con John, ahora. Te explicaré
todo, pero debemos salir ahora mismo.
Musashi asintió.
—Por supuesto, Toshi—.
Toshi condujo a su tío al coche y le ayudó a entrar en el asiento
trasero. En un segundo estaban camino de la Oficina Central. Cuando
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llegaron allí, Toshi dejó a su tío en la sala de espera del vestíbulo y bajó
con John al depósito de cadáveres.
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Capítulo 14
—Tío, tenemos que marcharnos ahora. —Toshi ayudó a Musashi a
levantarse de su silla y tomó su taza de té vacía por él, dejándola a un
lado.
—¿Dónde vamos, ahora, Toshi? ¿Va a decirme qué pasa?
La alarma en la voz de su tío rasgó el corazón de Toshi. Él odiaba
hacer pasar a Musashi por aquel difícil momento, pero no podía hacer
nada para evitarlo.
—Te prometo que en cuanto estemos en el coche te lo diré todo.
Solo que no puedo hacerlo aquí.
Incluso aunque el mismo Superintendente hubiera traído a un
psíquico para el caso, Toshi estaba seguro de que Ito no había contado
con las cosas que él y John habían encontrado. A pesar de que miles de
ciudadanos japoneses iban con regularidad a los templos budistas para
bendiciones y así mantenían a los malos espíritus alejados de ellos y sus
familias por varios motivos, todavía pensaba que era mejor mantener las
cosas tranquilas hasta que tener más soluciones.
En el estacionamiento, Toshi ayudó a su tío a acomodarse en el
asiento delantero. Cuando fue a cerrar la puerta del coche, Musashi de
repente estalló en un ataque intermitente de tos. Toshi se giró y puso una
mano sobre el hombro de su tío. Cuando la tos cesó, Musashi levantó su
mirada hasta él.
—No estés preocupado, Toshi. Estaré bien. El doctor me dio una
prescripción para esto. Está aquí en mi bolsillo.
Toshi cerró la puerta y fue dio la vuelta al coche hacia el lado del
conductor mientras John se instalaba en el asiento trasero.
—Toshi.
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alguien que mientras estuvo vivo, hizo un mal empleo de los mantras
budistas y las mandalas. Él se preocupó no por la iluminación, sino por los
poderes espirituales. —sacudió su cabeza—. Lamentablemente, había
personas como esta, monjes y sacerdotes que empleaban mal el camino
de la iluminación para reforzar sus propios poderes.
—¿Usted dice que setsubun 32[42] sería insuficiente para exorcizar tal
espíritu, tío?
Musashi sacudió su cabeza.
—No, Toshi. Ningún espíritu es invulnerable al gran mantra y al
ritual del fuego. Sin embargo, llevará tiempo para lograr la disolución de
tal espíritu y debe de ser atrapado dentro de un cuerpo.
—¿Estas completamente seguro de eso?
Musashi cabeceó.
—Cuando regresé de la guerra yo no podía vivir en la ciudad. Pasé
mucho tiempo con los yamabushi 33 encima de las colinas, los asesinos de
demonios quienes realizan setsubun. He aprendido mucho de ellos en
estos asuntos.
Toshi suspiró y pasó una mano por su pelo.
—¿Toshi, estas bien? —La voz de John cortó suavemente su
frustración.
Toshi se giró y lo miró, confortándose inmediatamente al mirar los
ojos azules de John. Nadie en su vida alguna vez, había tenido tal efecto
sobre él. Nunca. Él tradujo para John lo que su tío le había dicho.
John escuchó y luego cabeceó.
—Mucho me temo que eso sea muy similar a lo que te dije antes.
Toshi miro fijamente hacia su tazón de ramen intacto.
32
Setsubun es una celebración japonesa llevada a cabo el día antes del comienzo de una nueva estación del
año. El nombre significa literalmente "separación de estaciones", pero en general el término hace referencia al
Setsubun de Primavera, llamado correctamente Lichun celebrado anualmente el día 3 de febrero.
33
Yamabushi "guerrero de la montaña", se refiere habitualmente a los monjes ascetas y guerreros japoneses
que seguían el Shugendo llevando vida solitaria en la montaña, aunque asociados a determinados templos.
Participaron ocasionalmente en batallas y escaramuzas junto a los samurai y los sohei.
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Shimatta: significa en japonés “oh no”; “¡demonios!
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—No hay mucho que saber, creo —dijo John—. Nací en una pequeña
ciudad de Indiana de padres granjeros. Tengo un montón de hermanos y
hermanas y sólo uno de mis hermanos todavía está en Indiana, el resto
de nosotros vivimos por todo el mundo. La primera vez que me marché
fue para ir al Golfo. Volví y me quedé en el hospital VA en Boston
mientras me recuperaba y nunca abandoné aquella ciudad. Yo no podía
volver a una pequeña ciudad y seguir fingiendo que no era homosexual.
Toshi cabeceó.
—Entiendo. —Él siempre había querido volver a los Estados Unidos
también. Todos sus recuerdos más felices habían sido allí, de él y Michael,
explorando los magníficos campos al norte de San Francisco y quedándose
en una acogedora cabaña entre los árboles de Redwood 36 .
Tal vez ahora él tenía una razón malditamente buena para volver.
Permanentemente.
Tristemente, no había ninguna posibilidad de permanentemente, no
hasta que él asesino hubiera sido detenido.
John se sentó sobre el borde de la cama de Toshi. Se quitó su
chaqueta y desabotonó los primeros botones de su camisa.
John mostraba un poco de pelo rubio a través de la parte abierta de
su camisa removiendo el deseo de Toshi. Él no quería nada más en ese
momento, que terminar de desabotonar aquella camisa y probar cada
pulgada de carne expuesta bronceada y musculosa. Se sentó cerca de
John, tan cerca como se atrevía, pero lo bastante lejos como para no
recoger la radiante energía, la masculina energía que John siempre emitía.
Sin embargo, John si tomó su mano. Toshi se permitió, disfrutar del
toque caliente, el roce ligero de sus callos.
—Creo que éste es el momento para una conversación importante —
dijo John suavemente. —No que las otras, no lo hayan sido.
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Redwood: generalmente se refiere a una de varias especies de árboles con la madera roja o rojiza coloreada.
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Toshi cabeceó.
—Sí —. Desactivar al asesino, un espíritu que no podrían detener y
poner entre rejas, hacía que el futuro de su relación con John se volviera
inextricablemente complicada. —Él mató porque quería que Akira tuviera
lo que su corazón deseaba. Y ahora él está asesinando otra vez por la
misma razón.
Sintió como le recorría un repentino miedo por Keiko. Él sacó su
teléfono y presionó la tecla de velocidad para llamar al teléfono de Keiko.
—Quiero asegurarme que Keiko está bien —dijo.
Keiko contestó. Sí, ella estaba bien. Estaba con sus padres y le
había explicado la situación a Aoki. Natsuka estaba con ellos.
Satisfecho de que estuviera a salvo, Toshi cerró el teléfono. Tuvo un
ataque de culpa momentánea, Natsuka no sabía lo que Toshi estaba
haciendo. Su compañero nunca habría dejado que Toshi tomara tal riesgo
con su vida si lo hubiera sabido. Toshi le debía a Natsuka una enorme
disculpa y esperaba que su amigo le perdonara cuando todo esto hubiera
terminado.
Toshi comenzó a deshacerse de su chaqueta y John liberó su mano
para facilitarle el trabajo. Dejando la chaqueta a un lado miró a John.
—Ella está segura —dijo. En este mismo momento su teléfono
celular sonó, enviando un temblor por su espina. Él contestó.
—Genjin.
—Inspector —. Era el Ayudante del Inspector Hayao.
—¿Qué tienes para mí?
—Fuimos capaces de hablar con un amigo del vecino del escritor.
El corazón de Toshi se sacudió.
—¿Qué encontró?
—Bien, el día antes del asesinato, ella vio a la mujer. Había tierra
sobre su ropa y ella le dijo a su amiga que había estado trabajando en el
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jardín. Primero, ella no tiene jardín. Y segundo, fue después de las diez de
la noche cuando ella había estado afuera cavando, o algo.
Toshi tragó con dificultad a causa del nudo que se había formado en
su garganta. De la forma en que encontraban las respuestas, era un
misterio. Y todo debido a las visiones de John.
—¿Ella dijo dónde había estado cavando?
—No. Le dijo a su amigo que estaba cansada y se fue a la cama.
Encontramos la ropa de ella manchada en su dormitorio. Nosotros
analizamos las manchas, para intentar localizar donde estuvo. Ella no
conducía. Su amigo dijo que odiaba hasta montar en un coche. Los coches
la asustan. Entonces hay muchas probabilidades de que cualquier parte en
la que ella estuviera cavando esté a muy poca distancia donde pudiera ir
caminando.
—Aurigato, Hayao.
Toshi apagó su teléfono. Él se giró hacia John y repitió lo que Hayao
le había dicho.
Los ojos azules de John se ensancharon.
—Mi Dios. Hay alguna posibilidad de que ella desenterrara la
espada.
—Esos eran mis pensamientos exactamente. —Toshi se golpeó con
la mano su frente. —¡Desde luego! ¿Por qué no pensé en ello?
—Todas aquellas referencias sobre las espadas que hizo, Naomasa
debió de haber ocultado armas en algún sitio. Solamente para tenerlas
para él, o para qué… no lo sé. Las personas tienen toda clase de motivos.
—Tal vez era para algo como esto.
—Sí. Eso tiene sentido. Eso significaría que Naomasa es él asesino.
Pero John sacudió su cabeza.
—No, no estoy seguro de eso. Naomasa te dijo que lo detuvieras a
‘él’. Si “él” es el asesino, entonces Naomasa no lo es.
Toshi cabecearon.
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CAPÍTULO 15
John aclaró su garganta. Su corazón comenzó a latir más rápido.
Había afrontado antes la clase de peligro que pone en riesgo la vida y lo
había detestado. No estaba demasiado impresionado por ello ahora. La
excitación que había surgido en él desde que Toshi se había sentado sobre
la cama con él se apagaba. Nunca había sido una de esas personas para
quienes el peligro es un afrodisíaco.
La pregunta tácita sobre su relación quedó suspendida en el aire.
John la sintió. Mierda, también podía tratar con eso.
—Si Naomasa sabe que nuestra relación está mal, va a venir tras
nosotros. Él me lo dio a entender hoy en el apartamento de Keiko —miró
a Toshi, al interior de los hermosos y oscuros ojos del otro hombre,
intentando leer la respuesta en ellos. No pudo ver nada; no sintió nada de
Toshi como respuesta.
Su corazón dio un golpe contra su pecho. Una de dos, o Toshi era un
actor demasiado bueno tal como el hombre por el que le había sido puesto
su nombre, o… su intuición fallaba con él. Eso sucedía a veces con la
gente a la que se estaba profundamente atado. A veces era insoportable
ver el corazón de alguien que significaba todo para uno.
John miró hacia abajo como si examinase los matices de costura del
cobertor azul oscuro. Toshi tenía razón, desde luego. Pero eso también
significaba que en su corazón, Toshi sentía que no podían estar juntos a
pesar del hecho de que había admitido estar enamorado. El asesino sabía
lo que había en los corazones de sus víctimas. Si iban a atrapar al
asesino, Toshi tendría que mantener a John fuera de su corazón. No había
medias tintas.
—Lo sé. —Tras el silencio de Toshi, John levantó su mirada,
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—Lo siento, John. No veo cómo podríamos. Sí, siento lo mismo por ti
que tú por mí, pero…
—¿Pero qué?
Otro suspiro.
—Como te dije antes de volver del apartamento de Keiko, los lazos de
familia a veces nos controlan más profundamente que los del corazón.
John contuvo las lágrimas. Maldición. La única vez en que deseaba
que su capacidad empática funcionara y le fallaba.
Sin otra palabra, Toshi se levantó y entró en otro cuarto. Cuando
volvió ya no sostenía la espada.
—Coloqué la espada afuera de la puerta de mi tío. Cuando está
poseído no sabe lo que hace.
—Ciertamente él es consciente acerca del método con que los
asesinatos han sido realizados.
—Lo es. Lo pedí por última vez que lo reconsiderara. Él tiene la
certeza de que seremos capaces de impedirle que… ya sabes. —Con su
mirada fija descansando sobre John, desabrochó su pistolera, poniéndola
sobre la cómoda.
Los ojos de John siguieron el arma donde él la colocó.
—Me niego a dispararle a mi tío —murmuró Toshi, como si hubiera
leído la mente de John.
La voz de Toshi arrastró la mirada de John de vuelta a su amante.
Mejor así.
—¡Hey! —dijo suavemente, su cuerpo entibiándose otra vez cuando
Toshi comenzó a desabotonar su camisa. —Se supone que yo soy el que
lee las mentes aquí.
Toshi no contestó. Sus ojos no pudieron mantener una expresión
neutra. Algo más oscuro ardió a fuego lento dentro de ellos. Sus labios
plenos se separaron ligeramente.
El corazón de John se aceleró despiadadamente, toda su atención
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la mano hacia abajo, frotó los húmedos vellos sobre la apertura de John.
El mero toque envió chispas de calor hacia las bolas de John. Agarró la
espalda de Toshi.
—Estoy seguro, John —susurró Toshi entre pesadas respiraciones.
—Entonces yo también. Confío en ti.
Toshi empujó un dedo dentro de él, introduciéndolo cuidadosamente
a más profundidad. Las yemas de los dedos de John presionaron los
músculos de la espalda de Toshi, abrazando el placer intenso que lo
invadía. Toshi empujó un segundo dedo, moviéndolos, abriendo a John.
Preparándolo para él. John movió sus caderas contra el ritmo de los dedos
de Toshi. Necesitaba tener a Toshi dentro de él, por lo que tomó la botella
de aceite, vertiendo un poco en su palma y extendiéndola hacia abajo,
frotó la erección de Toshi, y lo mezcló con la gota de semen que ya había
rezumado.
—Ahora, Toshi, por favor.
Toshi gimió y lo besó. Al momento siguiente empujó la cabeza de su
verga en John.
John empujó contra Toshi, agarrando sus nalgas y atrayéndolo. Un
satisfactorio y duro empuje unió sus cuerpos. Un sonido bajo como un
gruñido estalló profundamente desde la garganta de Toshi y éste tomó la
boca de John desordenadamente mientras comenzaba a moverse, ese
primitivo salvajismo atrapándolo tal como la noche anterior.
Toshi metió su mano entre ellos y acarició la verga de John,
alternando la caricia de su mano con un empuje profundo. En cuestión de
momentos, John sintió la presión construyéndose tan profundamente
dentro de él que no podía contenerla. Otro empuje tocando ese dulce
punto y el mundo estalló. Sus ojos se cerraron, su cuerpo se apretó.
Toshi redujo la velocidad de sus movimientos, mirando el rostro de
John tras sus pesados párpados. La respiración de Toshi salía
bruscamente y sus ojos oscuros ardían a fuego lento de pura necesidad.
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—¿Quién es entonces?
John sacudió su cabeza.
—No lo sé. —De repente el cuerpo de John se estremeció y la
expresión en sus ojos se volvió feroz.
—Yo soy Naomasa, —dijo en japonés a Toshi.
—Tú eres el asesino —dijo Toshi.
Naomasa inclinó la cabeza de John.
—De Kenji y Akira, sí. No de los demás. No. Es él. Tokugawa Shingen.
Un monje del Templo Chomei-ji. Él robó mis espadas y las enterró.
Entonces siempre podré tener algo de ti.
Toshi recordó del diario de Naomasa el nombre del templo cercano.
Ahora era un destino para turistas.
—Él mató a todas esas personas y me obligó a mirar —continuó
Naomasa—. Fue el castigo por mi crimen. Siempre he sufrido por lo que le
hice a Akira. Lo amaba.
Toshi miraba fijamente a John. Era como si John no estuviera allí.
John nunca había detectado la segunda presencia.
Los labios de John temblaron, mostrando la profunda pena del
samurai, era una persona arrepentida.
Musashi luchaba, pero ambos hombres mantuvieron el resguardo
sobre su cuerpo.
—Naomasa, yo te amaba y ¡tú te suicidaste! Me hiciste sufrir. De
modo que yo te he hecho sufrir. Estos dos se acercaban a mí, intentando
detenerme. ¡Deben morir!
El corazón de Toshi golpeó su pecho. Mierda. Habían hecho todo mal,
aún cuando de todas maneras les había conducido al asesino. Buscó
desesperadamente en su mente un modo de conseguir que ambos
espíritus se fueran de estos cuerpos para que nunca volvieran a asesinar a
otro ser humano, miró a John.
—Naomasa, quédate con él ahora.
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John le miró fijamente con los ojos de otro del otro hombre dentro de
él.
—Si amas a Akira, haz esto… por él. Recuperarás tu honor —lanzaba
palabras al aire, esperando que ambos espíritus escucharan. Antes de que
perdiera su propia mente.
Pero su tío se retorció y luchó otra vez.
—Nunca. ¿Y tenerlo traicionándome otra vez? Eres mío, Naomasa, y
sufrirás por toda la eternidad por lo que me hiciste.
—¡No! —dijo Naomasa a través de John—. Pagaré la deuda por mi
crimen y seguiré adelante. Los asesinatos que cometí ataron las almas de
Akira y Kenji. Ellos, también vagan, incapaces de alcanzar la luz. —John
liberó su asimiento sobre Musashi y lanzó más semillas sobre el hombre,
extrayendo otro gemido estrangulado.
Antes de que Toshi pudiera preguntar lo que John hacía, vio a John
extender la mano hacia los palillos de cedro y el encendedor. John acercó
la llama hacia el cedro, observando la madera encenderse. Mientras se
quemaba, dejó a un lado el encendedor, tomó otro palillo, y lo encendió.
Cerró sus ojos y comenzó a cantar en tono bajo, suave, agitando los
palillos que ardían cerca de Musashi.
—¡No, Naomasa! —El espíritu en el cuerpo de su tío lloró y gimió.
John siguió cantando, sus ojos húmedos y a lo lejos, la vibración del
cántico que Musashi les había enseñado llenó el dormitorio con el olor
picante del cedro ardiendo. El espíritu de Naomasa siguió cantando a
través de John, agitando los palillos de cedro en un ritmo hacia adelante y
hacia atrás.
El cuerpo de Musashi se agitó en los brazos de Toshi. Un sonido
gorjeante retumbó en su garganta y sus ojos brillaron con una luz
sobrenatural. Él gimió, el sonido aumentó de volumen, vibrando a través
de todo su cuerpo.
El cántico de John creció más y más fuerte y agitó los palillos
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—Keiko.
—Toshiro, ¿Estás bien?
—Estoy bien. Escucha, no hay tiempo para explicarlo todo ahora
mismo, pero quería decirte esto, te libero de nuestro contrato. Aoki te ha
apoyado todos estos años. Eso es más importante que ninguna otra cosa.
Y no te preocupes. Tomaré toda la responsabilidad.
Él oyó su inspiración al otro lado de la línea.
—Toshi, ¿Estás seguro de esto? Y ¿Qué hay con nuestros padres? —
Ella pareció impresionada, pero él descubrió que también estaba aliviada.
—Trataré con ellos, los tuyos y los míos. Soy positivo. Quiero que
seas feliz, Keiko. —Él pensó en lo fácil que hubiera sido que la espada los
atravesara. —Prométeme que estarás con él.
Pausa. Sorbido de mocos.
—Lo prometo, Toshi. Gracias.
Toshi sonrió aun cuando Keiko no podía verlo.
—Buenas noches, Keiko.
—Buenas noches.
Toshi colgó y se giró hacia John.
—Sólo terminaba mi contrato.
Los ojos azules de John se encendieron y Toshi vio la alegría en ellos,
la plenitud que él obviamente estaba suprimiendo por respeto a la pérdida
que Toshi acababa de sufrir.
Una ola repentina de tristeza recorrió a Toshi. Musashi había tenido
que morir para que él pudiera finalmente vivir su propia vida. Miró hacia
abajo. La mano de John pasaba por lo alto de la cabeza de Toshi otra vez
y los brazos de su amante se abrieron para él. Toshi se apoyó contra él y
descansó.
—Está bien, Toshi. No tienes que hacer nada ahora. Sólo descansa.
Toshi giró su rostro ligeramente y presionó un beso en el pecho de
John, sobre su camiseta. Él suspiró, cerró sus ojos, su mejilla se apoyó
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contra los duros músculos. Con un amado corazón latiendo bajo ellos.
—Gracias —susurró.
Obedientemente, descansó. Después de todo, estaba en el único
lugar en el que alguna vez había querido estar.
No iba a ir a ninguna parte.
FIN
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