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Perú: la sangrienta «larga marcha» de

Sendero Luminoso.
El 17 de mayo de 1980, día de las elecciones presidenciales, Perú fue el
escenario de la primera acción armada de un grupúsculo maoísta llamado
Sendero Luminoso. En Chuschi, unos jóvenes militantes se apoderaron de las
urnas y las quemaron en un gesto que señalaba el inicio de la «guerra popular»,
una advertencia a la que nadie prestó atención. Unas semanas más tarde, los
habitantes de la capital, Lima, descubrieron unos perros colgados de unas
farolas de los que pendían unos carteles en los que se leía el nombre de Deng
Xiaoping, el dirigente chino «revisionista» acusado de traición a la Revolución
Cultural. ¿De dónde procedía este extraño grupo político de prácticas tan
macabras?

Perú vivió el final de los años setenta de manera muy agitada: seis huelgas
generales con un seguimiento masivo entre 1977 y 1979, todas ellas precedidas
por grandes movilizaciones en las principales ciudades de provincia: Ayacucho,
Cuzco, Huancayo, Arequipa, y también Pucallpa. A esto se sumó la formación
de los frentes de defensa, muy amplios y estructurados en torno a sus
reivindicaciones. Este tipo de organización, existente en Ayacucho desde hacía
cierto tiempo, se convirtió en la matriz de Sendero Luminoso. Ayacucho, que en
quechua significa «el rincón de los muertos», es uno de los departamentos más
desheredados de Perú: menos del 5 por 100 de las tierras son cultivables, el
ingreso anual medio por habitante es de unas 12.500 pesetas y la esperanza de
vida de cuarenta y cinco años. La mortalidad infantil alcanza el récord del 20 por
100 cuando en el conjunto de Perú es «solo» del 11 por 100. En este caldo de
cultivo de desesperanza social encontró Sendero Luminoso sus raíces.

Desde 1959 Ayacucho es también un centro universitario en el que se enseñaba


especialmente Puericultura, Antropología aplicada y Mecánica rural. Muy pronto
se creó un Frente de Estudiantes Revolucionarios, que desempeñó un papel muy
importante en el seno de la facultad. Comunistas ortodoxos, guevaristas y
maoístas se disputaron agriamente el control de los estudiantes. Un joven
activista maoísta, el profesor de Filosofía Abimael Guzmán, tendría desde el
inicio de los años sesenta un papel de primera fila.
Abimael Guzmán nació en Lima el 6 de diciembre de 1934. Fue un joven de
carácter taciturno que realizó brillantes estudios. Se afilió al Partido Comunista
en 1958 y muy pronto destacó por sus dotes de orador. En 1965, participó en la
creación del grupo comunista Bandera Roja, escisión del Partido Comunista
peruano tras el gran cisma chino-soviético. Algunas fuentes refieren que viajó a
China, aunque otras lo niegan1. Cuando en 1966, después de una serie de
tumultos insurreccionales, el Gobierno cerró la universidad, los maoístas de
Bandera Roja crearon el Frente de Defensa de la Población de Ayacucho. Y
desde 1967 Guzmán militó en favor de la lucha armada. En junio de 1969
participó en el secuestro del subprefecto Octavio Cabrera Rocha en Huerta, al
norte de la provincia de Ayacucho. Encarcelado en 1970 por un delito contra la
seguridad del Estado, fue liberado pocos meses después. En 1971, durante la
IV Conferencia de Bandera Roja, un nuevo grupo comunista emergería de otra
escisión: Sendero Luminoso. Debe su nombre a José Carlos Mariátegui2, quien
escribió: «El marxismo-leninismo abrirá el sendero luminoso de la revolución».
Los militantes dieron a Guzmán el adulador sobrenombre de «la cuarta espada
del marxismo» (después de Marx, Lenin y Mao). Vargas Llosa analizaba como
sigue su «proyecto» revolucionario: «Desde su punto de vista, el Perú descrito
por José Carlos Mariátegui en los años veinte es esencialmente idéntico a la
realidad china analizada por Mao en esta época — una "sociedad semifeudal y
semicolonial" — y obtendría su liberación por medio de una estrategia semejante
a la de la Revolución china: una larga guerra popular que, utilizando el campo
como columna vertebral, llevaría al "asalto" de las ciudades. (...) El modelo de
socialismo que reivindica es el de la Rusia de Stalin, la Revolución Cultural de la
"banda de los cuatro" y el régimen de Pol Pot en Camboya»3.

Entre 1972 y 1979, Sendero Luminoso parecía limitarse a las luchas por el
control de las organizaciones estudiantiles. Recibió el respaldo de estudiantes
de la universidad de Tecnología de San Martín de Porres de Lima. Consiguió

1
Mario Vargas Llosa, «Bréviaire o" un massacre», Esprit, núm. 82, octubre de 1983 («Al contrario de los
otros dirigentes de Sendero Luminoso, no se sabe si fue a la China Popular y ni siquiera si salió alguna
vez de Perú»).
2
José Carlos Mariátegui (1895-1930) es el autor de los célebres Siete ensayos sobre la realidad peruana;
se sitúa a medio camino entre el marxismo y el populismo y por esta razón era reivindicado tanto por los
comunistas como por los apristas.
3
Mario Vargas Llosa, artículo citado
infiltrarse ampliamente en el sindicato de maestros de primaria y sus columnas
rurales de guerrilleros con frecuencia estaban al mando de maestros. A finales
de 1977 Guzmán desapareció en la clandestinidad. Se produjo entonces la
culminación de un proceso iniciado en 1978: el 17 de marzo de 1980, en el
transcurso de su segunda sesión plenaria, el partido maoísta optó por la lucha
armada. Los efectivos de Sendero consiguieron el refuerzo de elementos
trotskistas de Carlos Mezzich y de maoístas disidentes del grupo Pukallacta.
Había sonado la hora de la lucha armada, de ahí la operación de Chuschi, a la
que siguió el 23 de diciembre de 1980 el asesinato de un terrateniente, Benigno
Medina, el primer caso de «justicia popular». Sendero Luminoso, que contaba
en un principio con un contingente de 200 a 300 hombres, eliminaba
sistemáticamente a los representantes de las clases dominantes y a los
miembros de las fuerzas del orden.

En 1981 fueron atacados los puestos de policía de Totos, San José de Secce y
Quinca. En agosto de 1982 los maoístas tomaron por asalto el puesto de
Viecahuaman, matando a seis policías antiguerrilla (los Sinchis — palabra
quechua que significa valiente, animoso). Otros 15 pudieron escapar o fueron
hechos prisioneros. Sin contar con apoyos exteriores, los guerrilleros
recuperaron armas de los almacenes de la policía y explosivos en las canteras y
no dudaron en atacar los campamentos mineros. La maraka, el bastón de
dinamita lanzado mediante una honda tradicional se convirtió en su arma
favorita. Además de estos ataques, realizaron multitud de atentados 4 contra
edificios públicos, líneas eléctricas y puentes. Los comandos, con buena
implantación en Ayacucho, entraron en la ciudad en marzo de 1982, atacaron la
cárcel y liberaron a 297 presos, políticos y comunes. La minuciosa preparación
del ataque, la infiltración de la ciudad, así como las operaciones simultáneas
contra los cuarteles de la policía pusieron de manifiesto un largo aprendizaje de
la subversión.

Sendero Luminoso se ensañó en la destrucción de las instalaciones e


infraestructuras realizadas por el Estado con objeto de establecer las bases de
sus «comunas populares». Así, en agosto de 1982 un comando destruyó el

4
En agosto de 1982, Sendero Luminoso reivindicaba 2.900 acciones.
Centro de Investigación y Experimentación Agronómica de Alpahaca dando
muerte a los animales e incendiando las máquinas. Un año después le llegó el
turno de ser pasto de las llamas al Instituto de Investigaciones Técnicas sobre
los camélidos (llamas, guanacos y alpacas). De paso, degollaron a los ingenieros
y técnicos, a los que consideraban los vectores de la corrupción capitalista. Tino
Alansaya, el jefe del proyecto fue asesinado y su cuerpo dinamitado. A modo de
justificación, los guerrilleros declararon que «era un agente del Estado burócrata-
feudal». En ocho años fueron asesinados 60 ingenieros en zonas rurales. Los
cooperantes de las ONG tampoco quedaron a salvo: en 1988, Sendero Luminoso
ejecutó al norteamericano Constantin Gregory, de AID. El 4 de diciembre del
mismo año morían degollados dos cooperantes franceses.

«El triunfo de la Revolución costará un millón de muertos» parece ser que predijo
Guzmán — Perú contaba entonces con 19 millones de habitantes. En virtud de
este principio, los maoístas se dedicaban a eliminar todos los símbolos de un
orden político y social detestado. En enero de 1982 ejecutaron a dos maestros
delante de sus alumnos. Unos meses más tarde, 67 «traidores» eran
sentenciados en público en el transcurso de un «juicio popular». Al principio, la
ejecución de latifundistas y otros propietarios agrícolas no chocó a los
campesinos, aplastados por los impuestos y estrangulados por los préstamos
con intereses usurarios. La eliminación de la pequeña burguesía y de los
comerciantes, por el contrario, les privaba de una serie de ventajas como
préstamos con intereses soportables, trabajo y ayudas diversas. Preocupados
por la pureza revolucionaria y por consolidar su tiranía, los guerrilleros también
diezmaron las bandas de ladrones de ganado, los abigeos, que asolaban el
altiplano. La lucha contra la delincuencia era puramente táctica y desde 1983
Sendero Luminoso empezó a colaborar con los narcotraficantes de Huánuco.

En regiones donde existían conflictos étnicos, Sendero Luminoso supo alimentar


el odio contra el poder central limeño, vestigio de un «pasado colonial odiado»,
tal como se complacía en recordar el presidente Gonzalo (Guzmán).
Presentándose como defensor del indigenismo, igual que Pol Pot hablaba de la
pureza jemer de la época de Angkor, Sendero supo atraerse algunas simpatías
entre ciertas tribus indias que, con el tiempo, soportaron cada vez menos la
violencia maoísta. En 1989, en la Alta Amazonia, los ashaninkas fueron
enrolados a la fuerza o perseguidos. 25.000 de ellos vivían escondidos en la
jungla antes de ser situados bajo la protección del ejército.

La región de Ayacucho, entregada a la venganza de los maoístas, quedó


sometida al nuevo orden moral: a las prostitutas se les rapaba el pelo, se azotaba
a los maridos adúlteros y a los borrachos, a los rebeldes se les recortaba una
hoz y un martillo en el cuero cabelludo y se prohibieron las fiestas juzgadas
malsanas. Las comunidades estaban dirigidas por «comités populares»
encabezados por cinco «comisarios políticos», una estructura piramidal
característica de la organización político-militar de Sendero Luminoso. Varios
comités formaban una base de apoyo dependiente de una columna principal que
reagrupaba de siete a once miembros. Los comisarios políticos eran adjuntos de
los comisarios encargados de la organización rural y de la producción. Estos
últimos organizaban el trabajo colectivo en las «zonas liberadas». No se toleraba
ningún amago de desobediencia y la menor algarada se veía castigada por una
muerte inmediata. Sendero había elegido una política autárquica y destruyó los
puentes en su intento de aislar las zonas rurales de las ciudades, hecho que
suscitó desde el principio una fuerte oposición campesina. Para asegurarse el
control de la población y poder chantajear a los padres, Sendero no dudó en
enrolar por la fuerza a los niños.

Al principio, el Gobierno respondió al terrorismo utilizando comandos especiales


(Sinchis) y la infantería de Marina. Fue en vano. En 1983 y 1984, la «guerra
popular» tomó un giro ofensivo. En abril de 1983, 50 guerrilleros de Sendero
Luminoso sitiaron Luconamanca, donde 32 «traidores» fueron degollados con
hacha y cuchillo; la misma suerte correrían otras personas que intentaron
escapar. El balance total fue de 67 muertos, entre los cuales había cuatro niños.
Con esta matanza, Sendero Luminoso quería dar a entender a las autoridades
que no tendría piedad. En los años 1984 y 1985 dirigió su ofensiva contra los
representantes del poder. En noviembre de 1983, el alcalde del centro minero
del Cerro de Pesco fue asesinado y su cuerpo dinamitado. Sintiéndose
abandonados por las autoridades, varios alcaldes y tenientes de alcalde
dimitieron y los sacerdotes huyeron.

En 1982 la guerra había causado 200 muertos, una cifra que se multiplicaría por
diez en 1983. En 1984, el número de actos terroristas ascendía a más de dos mil
seiscientos. Más de 400 soldados y policías murieron en el curso de es- tas
operaciones. A los crímenes de Sendero Luminoso respondieron los excesos del
ejército. Cuando en junio de 1986 los militantes organizaron algunos motines en
tres cárceles de Lima, con toda probabilidad para extender la guerra a las
ciudades, se desencadenó una represión feroz que resultó en más de 200
muertos. Los maoístas fracasaron en su intento de infiltrarse de forma duradera
en los bien organizados sindicatos mineros y en los barrios donde existía un
sólido tejido asociativo. Para conservar cierto crédito, Sendero Luminoso centró
entonces sus ataques en el partido mayoritario en el poder, el APRA5 . En 1985
fueron asesinados siete apristas, cuyos cuerpos sufrieron las mutilaciones
reservadas a los chivatos: les cortaron las orejas y la lengua y les reventaron los
ojos. Aquel mismo año, Sendero Luminoso abrió un nuevo frente en Puno. La
guerrilla también llegó a los departamentos de la Libertad, las provincias de
Huánuco y la Mar, en la Alta Amazonia. Las ciudades de Cuzco y de Arequipa
fueron el escenario de la voladura de centrales eléctricas. En junio de 1984 los
maoístas provocaron el descarrilamiento de un tren que transportaba
concentrado de plomo. Poco después le llegó el turno a un tren que transportaba
cobre. En 1984 se proclamó el estado de urgencia en diez provincias de las
ciento cuarenta y seis con que cuenta Perú.

Para atajar la violencia, el ejército recurrió de entrada a la represión: en


represalia por los 60 campesinos muertos, el Estado Mayor prometió eliminar a
tres guerrilleros. Esta política dio como resultado, en un primer momento, que
los indecisos se inclinaran del lado de los maoístas. El Gobierno cambió de
táctica a principios de los noventa: se dejó de considerar al campesino como
enemigo y empezó a considerársele un aliado. La reestructuración de la jerarquía
militar y un mejor reclutamiento de los hombres permitieron privilegiar la
colaboración con los campesinos. El grupo maoísta, por su parte, afinó su táctica
y durante su III Conferencia definió cuatro formas de lucha: la guerra de
guerrillas, el sabotaje, el terrorismo selectivo y la guerra psicológica, como el
ataque a las ferias agrícolas.

5
APRA: Alianza Popular Revolucionaria Americana, fundada en 1924 por el peruano Víctor
Raúl Haya de la Torre. De vocación continental en un principio, el APRA fue limitándose paulatinamente
a Perú.
La corriente de disidencia que emergió entonces en las filas del partido fue
rápidamente atajada con la ejecución de los «traidores defensores de la línea
burguesa». Para castigar a los que traicionaban las «fuerzas del pueblo»,
Sendero Luminoso creó campos de trabajo en Amazonia. En diciembre de 1987
300 mujeres, niños y ancianos famélicos consiguieron escapar de aquel «gulag
peruano» y llegaron a Belem, en los confines de la selva virgen. En 1983,
algunos campesinos que habían estado sometidos a trabajos forzosos
abandonaron las zonas dominadas por Sendero, que obligaba a los peones a
cultivar la tierra, los campos de coca y a satisfacer las necesidades de las
columnas de guerrilleros. Muchos niños nacidos en las altiplanicies encontraron
la muerte, las personas que intentaban evadirse eran asesinadas. Encerrados
en campos y obligados a seguir sesiones de estudios de los textos del presidente
Gonzalo, los detenidos, como ocurrió con las 500 personas internadas en un
campo de la región de Convención, no tardaron en padecer el hambre.

En septiembre de 1983, la policía se marcó un primer tanto con la detención de


Carlos Mezzich, uno de los jefes del estado mayor de Guzmán. Agotados por la
crueldad de un Sendero incapaz de mejorar su suerte, la mayoría de los
campesinos no se inclinó del lado de la revolución guzmaniana. Además,
Sendero Luminoso se veía combatido por otros movimientos políticos. La
izquierda unida, sustentándose en una fuerte implantación sindical, se opuso con
éxito a las tentativas de infiltración de Sendero, que se encontraba, en definitiva,
mucho más cómodo utilizando métodos sanguinarios y expeditivos que en un
trabajo comunitario o asociativo. Porque, efectivamente, en los años 1988 y
1989, Lima y Cuzco se convirtieron en objetivos directos del grupo y los barrios
chabolistas en el caldo de cultivo revolucionario, conforme a las directrices del
presidente Gonzalo: «¡Hay que tomar los barrios de chabolas como bases y al
proletariado como dirigente!». Sendero emprendió entonces el control de las
favelas y los refractarios fueron eliminados. Sus militantes se infiltraron en
algunas organizaciones caritativas, como el Socorro Popular de Perú. De hecho,
el grupo maoísta intentaba acabar con la implantación urbana de la izquierda
marxista clásica. Después de las tentativas de someter a los sindicatos, se
encontró con un nuevo fracaso. Además, Sendero Luminoso tropezó en su
camino con los Tupacamaros del MRTA. Los enfrentamientos, de una violencia
insospechada, significaron en 1990 la muerte de 1.584 civiles y 1.542 rebeldes.
Maltrecho tras su enfrentamiento con el MRTA y duramente castigado por el
ejército, Sendero Luminoso empezaba a declinar.

Los días 12 y 13 de septiembre de 1992, Guzmán y su ayudante, Elena


Iparraguirre, fueron detenidos. Unas semanas más tarde, el número tres de la
organización, Óscar Alberto Ramírez, cayó en manos de la policía. El 2 de marzo
de 1993, la responsable militar de Sendero, Margot Domínguez (Edith, en la
clandestinidad), fue detenida. Por último, en marzo de 1995, una columna de 30
guerrilleros encabezada por Margie Clavo Peralta fue desmantelada por los
servicios de seguridad. Pese a ello, el aumento de sus efectivos permitió a
Sendero Luminoso reunir en 1992 a 25.000 miembros, de los cuales entre 3.000
y 5.000 eran «regulares».

La predicción de Guzmán no se cumplió. Perú no quedó ahogado en su propia


sangre6. Algunas fuentes atribuyen a Sendero Luminoso la responsabilidad de
la muerte de entre 25.000 y 30.000 personas. Los niños campesinos pagaron un
alto tributo al terrorismo de guerra civil de Sendero pues entre 1980 y 1991 1.000
niños resultaron muertos y otros 3.000 mutilados a causa de los atentados. El
desmembramiento de las familias en las zonas de guerra también dejó librados
a su suerte a cerca de 50.000 niños, muchos de ellos huérfanos.

Orientación bibliográfica
Michael Lowy, Le Marxisme en Amérique latine de 1909 a nos jours. Anthologie,
F. Maspero, 1980.

Louis Mercier-Vega, La Révolution par l'État. Une nouvelle classe dirigente en


Amérique latine, Payot, 1978. Technique du contre-Etat, Belfond, 1968; Les
Mécanismes du pouvoir en Amérique latine, Belfond, 1967.

6
Se estima el coste de la violencia en veinte mil millones de dólares.

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