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La fragmentación educativa

Domingo 28 de noviembre de 2004 Guillermina Tiramonti.


Está aterrizando en el mercado editorial "La trama de la desigualdad educativa",
un estudio del equipo del Área de Educación de FLACSO (Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales). La titular de FLACSO, Guillermina
Tiramonti, presenta allí una investigación con un trabajo de campo que recopila
testimonios de docentes, directivos y un total de 614 alumnos de escuelas
públicas y privadas de la Ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense.
Que la educación está fragmentada es un hecho; que las diferencias entre las
clases sociales en la Argentina se incrementaron, también. La influencia de estas
realidades interviene en la educación media y la hace más heterogénea.
Esta investigación, realizada en 14 escuelas de distintos estratos sociales, dejó
muy en claro que el concepto de un país igualitario, donde la educación trata de
homogeneizar a los ciudadanos, es sólo un mito. Se presentan conclusiones sobre
las maneras en que se están construyendo los fragmentos. Y se aprecia que las
nuevas desigualdades se suman a las de las generaciones anteriores,
profundizando distancias.
“Nosotros -dice Tiramonti- hablamos en el libro de la configuración fragmentada
del sistema educativo y sostenemos que es a través de ella que se reproducen las
desigualdades. La fragmentación, a diferencia del concepto de segmentación que
hemos usado hasta ahora, y que acuñó en la Argentina Cecilia Braslavsky, da
cuenta de una situación de quiebre, de ruptura”.

- ¿De qué hablamos cuando decimos "fragmentación"?


- Queremos decir con esto que las instituciones que se agrupan en cada
fragmento son muy diferentes a las que se agrupan en los otros; tan diferentes
que es difícil hacer comparaciones entre ellas para ordenarlas jerárquicamente, al
estilo de escuelas "mejores" o "peores". Los patrones con que se socializa a los
jóvenes, los saberes que circulan, los valores y hasta los docentes, son
diferentes… al punto de ser incomparables.

Ser pobre o rico es un diálogo


Para el trabajo se organizaron las escuelas de acuerdo con el estrato
socioeconómico al que pertenecían los alumnos pero, aunque éstos condicionan
fuertemente la realidad no sólo de las familias sino también de las escuelas, las
diferencias debieron medirse también por los impactos diferenciados, en los que
se mezclan la memoria de las situaciones previas con la lectura de la actualidad
sociocultural en que se desarrollan escuelas y familias.
La red institucional que caracterizó a la sociedad está cambiando y eso modifica a
los marcos de estructura en que se mueven las instituciones escolares.

- Hay un capítulo dedicado al estudio de las escuelas de elite. ¿Por qué esta elección, tan
poco habitual en las investigaciones de educación, en general más preocupadas por las
escuelas que atienden a sectores de riesgo?
Justamente, para recuperar una mirada abarcadora del conjunto de las
instituciones. La condición de pobre y de rico se construye en diálogo con el
conjunto de la sociedad, y por eso nos pareció importante incluir las escuelas de
elites. La investigación en este grupo de escuelas mostró, por un lado, la
heterogeneidad de instituciones que atienden a este sector y, por otro lado, arrojó
resultados aleccionadores para pensar algunas de las propuestas de organización
institucional que están dando vueltas.

- ¿Por ejemplo?
Está claro que para estos sectores el modelo organizativo de una escuela de
tiempo completo está relacionado con la necesidad de reproducir el
posicionamiento social, que en este caso es de privilegio. Esto genera dudas
respecto de los resultados benéficos que se esperan de este formato en la
atención de chicos pobres. Es posible pensar que una organización así está más
orientada a controlar a esos grupos que a mejorar sus aprendizajes.  
Hay un estado que pierde centralidad a favor de una presencia fuerte del mercado
y la competencia de la sociedad. Esto obliga a las escuelas a cambiar claramente
sus sistemas pedagógicos. Los problemas sociales, el crecimiento del desempleo,
el aumento de la conformación de la población marginal creó nuevas líneas de
fragmentación en el sistema educativo. Según Sandra Ziegler, una de las autoras
del libro, "en este contexto de polarización social, la tensión entre igualación-
diferenciación se inclina a favor de esta última".

-Se diferencia la idea del trabajo


En el trabajo que realiza Mariela Arroyo con los profesores queda en claro que con
la globalización se profundiza la idea de que la escuela está asociada a la
creación de oportunidades en el mercado laboral. Pero está bien diferenciada, en
cada estrato social, la idea de trabajo.
En cuanto a las clases altas, denominada "elite" en el libro, el trabajo está
asociado al éxito que proporciona el consumismo; es decir que el consumo
reemplaza a la ética del trabajo. Para esta clase es fundamental el logro de un
título universitario que forme empresarios exitosos, que logren adaptarse a las
exigencias del mercado.
En las capas medias el trabajo es tenido en cuenta como una manera de lograr la
adquisición de capital y el sostenimiento de la pertenencia a dicha clase. Por
consiguiente, la escuela debe aportar los medios para la inserción laboral o para la
continuidad de una carrera terciaria o universitaria. La diferencia es que creen más
en la vocación, algo que los diferenciaría de sus antecesores que, tal vez, no
pudieron estudiar o debieron seguir carreras por otros motivos. En cuanto a la
clase baja, la escuela les brinda contención, los priva del miedo a la exclusión y de
una vida violenta; entonces, las oportunidades de continuar estudiando se ven
muy lejanas y la oportunidad de trabajar lograría darles una vida digna e insertarse
de algún modo en la sociedad.

Los “otros” son “necesitados”


Las diferentes visiones de la sociedad y del futuro muestran la profunda diferencia
entre cada sector social. La elite pretende un futuro de privilegio, con lugares de
prestigio y poder, sin privaciones y absolutamente privatizados donde se esfuman
los proyectos colectivos.
Para estos alumnos "los otros" son "necesitados", sujetos que son
esporádicamente visitados a modo de experiencia escolar. Son proyectos que
tienen las escuelas de alto nivel, pero sólo como una ayuda para los marginados.
"Los escenarios futuros que avizoran los jóvenes de la elite dan cuenta de una
cruda y tajante ruptura del lazo social", concluyen los autores. 
En cuanto a las escuelas de las zonas ZAP (Programa Zonas de Acción
Prioritaria) se las toma como escuelas "para resistir el derrumbe", son alumnos
que necesitan escuelas que le den valoración a los lazos afectivos, para trabajar
su autoestima. La intención de estos establecimientos en cuanto a su futuro es
"retenerlos para que finalicen sus estudios, obtengan un título, para que estén
adentro y no en la calle" explica con su investigación Nadina Pollak.
(*) Editor de Ahora Educación Aporte de ADIRA

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