Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Introducción - Primer Nivel - Nivel Inicial - Período de Gestación - El Primer Año de Vida ~ El
Niño de 1 a 3 Años - Período de Expansión Subjetiva – El Niño de 4 y 5 Años – Bibliografía.
Introducción ~ Un Adulto Normal, Un Doble Problema - La Adultez como Proceso Evolutivo, sus
Etapas - La Tercera Edad, Características Generales La Vejez, Características Generales -
Caracteres Cognitivos del Pensamiento en el Adulto - Apuntes para un Diseño Curricular Posible
- Conclusiones Bibliografía.
Los Grupos Humanos y los Grupos Educativos - Los Grupos y la Educación El Rol del
Comunicador - El comunicador y los Aspectos Psicodinámicos de los Grupos - Al Aprender
en Grupo – Bibliografía.
Los Niveles o Ciclos han sido diseñados para adaptarse a los procesos
de conocimiento y maduración de los alumnos, permitiendo que el docente
pueda organizarse mejor, en función de los requerimientos propios de cada
nivel.
Difícil será entonces definir a cada niño como normal, concepto que sí
sirve para el crecimiento, pero que se desdibuja en el área global del
desarrollo, allí entonces podremos hablar de lo esperaba, como aquello que
debería darse en el aula y a lo que las acciones del docente deberían tender.
Al decir que los niños crecen, lo que hacemos es delimitar las edades en
que ciertos tipos de fenómenos aparecen (el-habla, la marcha, etc.).
1. Período de gestación.
e) Sala de 2 años.
a) Sala de 3 años.
b) Sala de 4 años.
c) Sala de 5 años.
PERIODO DE GESTACION
Al fin de las 24 semanas el feto normal mide 30 cm., pesa 450 gramos y
cuenta, aproximadamente, con 10 millones de neuroblastos. Se acerca el
momento de la viabilidad (28 semanas).
Irritabilidad.
Autoapaciguamiento.
Entre los seis y siete meses, el bebé puede permanecer sentado sin
apoyo durante algunos minutos. De esta forma su horizonte visual se extiende
y amplía enormemente. Esto le permite conocer con mayor precisión los
límites entre su cuerpo y el de su madre y empezar a percibiese a sí mismo y a
su madre como personas totales. Ya no ve sólo porciones de él y de ella como
sucedía en un comienzo (la madre quedaba reducida al pecho) sino que ahora
logra integrarla; hecho importante afectivamente. El niño entendía su relación
con la madre como gratificante, aislando tempranamente lo bueno como propio
(objeto bueno), y lo malo o displacentero como ajeno (objeto malo). Ahora, en
cambio integraras ambos aspectos, tanto en el objeto como en su yo. Esta
cohesión de la imagen materna que gratifica, con los aspectos negativos
(madre que abandona o frustra) lleva al niño a elaborar tempranamente un
duelo por el objeto ideal perdido.
El niño logra una mayor capacidad expresiva, no sólo grita sino que
emite muchos otros sonidos de carácter expresivo. Cuenta con un sistema de
comprensión mutua con la madre, la cual decodifica y significa sus
expresiones, a través de gestos, actitudes y mímica, de base afectiva.
El fin del primer año nos muestra a un niño que, aunque todavía centra
sobre sí mismo sus acciones (egocentrismo, autoerotismo), tiene consolidada
una incipiente reversibilidad práctica (poner y quitar un objeto), así como
también la posibilidad de coordinar esquemas de acción en función de objetos
que ha interiorizado como reales y existentes independientemente de él.
Otro adelanto importante de esta etapa está dado por el desarrollo motriz;
el niño pasa de caminar tomado de la manó hacia los 12 meses, a ser capaz
de andar sólo hacia los 15 meses. A los 18 meses logra trepar y arrastrar
objetos mientras camina, finalizando a los 24 meses, ya de lleno en la etapa de
deambulador II, con una marcha organizada, pudiendo correr y subir escaleras
sujetándose a la barandilla.
Algunos meses más tarde empieza el niño a utilizar dos palabras juntas,
se pasa de la palabra o frase a la pre-frase telegráfica. Con él entra el
pequeño en la edad interrogadora en la que se interesa por el nombre de las
cosas y en la que siente la necesidad de ir ampliando su vocabulario
paralelamente a sus experiencias.
Hacia los veinte meses aproximadamente el niño estructura por fin las
primeras frases gramaticales. Estas expresan ya un juicio o una observación,
y abren la puerta poco a poco al discurso o relato expositivo. Aparece el uso
de la tercera persona, que el niño utiliza para designarse a sí mismo y también
empiezan a intervenir algunas preposiciones, declinaciones y formas verbales.
Por otro lado, las heces son, en este momento, parte integrante de su
persona. No logra distinguirlas como un producto ajeno a sí y tanto menos
como algo repugnante, bien al contrario se convierten simbólicamente,
desplazando la comida, en el lugar privilegiado del intercambio amoroso.
Las nuevas relaciones que el niño puede entablar en esta etapa con los
objetos pueden mostrarse por la predilección de un juguete concreto. Se trata
de objetos transicionales que actúan de mediadores entre sus sentimientos y la
realidad exterior, v que les son necesarios para sobrellevar la ansiedad
provocada por la ausencia o separación de la madre, No es conveniente que el
chupete se convierta en un objeto de este tipo, más cuando el niño ya está
preparado para una nueva etapa de desarrollo, pero si no se consigue, no hay
que obligar al niño, de golpe o a la fuerza, a prescindir de él: ya lo hará por sí
mismo, más adelante.
A los tres años puede sostenerse en un pie e intentar dar saltos, subir
escaleras alternando un pie, o saltar un escalón de 15 o 18 cm. sin necesidad
de ayuda.
A los tres años y medio, el niño mide unos 95 cm. de altura y pesa
alrededor de 14,5 Kg., por término medio. Al cumplir los cinco años, podrá
haber alcanzado aproximadamente una talla de 110 cm. v un peso de 19 Kg.
Los dos años que abarca este nuevo período son todavía importantes
en el desarrollo infantil, y aunque el ritmo de crecimiento va a ser en él
bastante similar al que se ha mantenido en la etapa anterior, la constitución
corporal del niño, sin embargo, empezará a transformarse de forma mucho
más visible. Hasta los cuatro años por lo general, el crecimiento de¡ sistema
muscular guarda bastante proporcionalidad en el conjunto del crecimiento
corporal; en cambio a partir de esa edad los músculos empiezan a
desarrollarse con más rapidez. Se ha calculado que casi el 75 % del peso que
aumenta un niño a lo largo de! quinto año corresponde a este incremento de la
masa muscular.
Hacia los cinco años, le gusta trepar y lo hace con cierta soltura, puede
caminar en línea recta, acertar en un blanco con la pelota, cargar varias cosas
en un carrito y arrastrarlo, sincronizar con bastante perfección el movimiento de
los ojos y la cabeza, manejar una bicicleta y hasta atreverse a probar patines.
También hay que esperar a las edades que estamos citando para que
pueda manifestarse cierta independencia muscular en los miembros
superiores. Sólo uno de cada diez niños antes de los cuatro años, conseguirá
ir tocando sucesivamente con el pulgar la punta de cada uno de los demás
dedos de la mano; a los cinco la mitad podrá hacerlo con toda precisión en un
tiempo de cinco segundos.
Todos, en cambio, o casi todos, cuando hayan cumplido los cinco años,
podrán coordinar sin ninguna dificultad el movimiento, por separado de ambos
brazos y ambas piernas; pero la coordinación de los brazos con las piernas (o
viceversa) será todavía un objetivo a alcanzar.
Esta misma prueba puede servirnos también para mostrar una última
característica restrictiva que, junto con las anteriores, obstaculiza el desarrollo
cognitivo, la posibilidad de un razonamiento lógico: la falta de reversibilidad.
Todas las operaciones lógicas son reversibles en el pensamiento, pueden ser
recorridas en sentido inverso para llenar otra vez a la situación original del
problema. Estas restricciones apoyadas en el ensayo y error y en la intuición
de la pura percepción hacen que el pensamiento de esta etapa sea pre-lógico.
Existe también otro motivo para dicha división, el cual tiene su fundamento
en el carácter psicoevolutivo propio del primer y segundo ciclo, que permite
trabajarlos en conjunto por su alto grado de interrelación, característica que
comparten el tercer ciclo de la Educación General Básica y el Nivel de la
Educación Polimodal entre sí, lo que nos lleva a esta división artificial pero
representativa.
Son muchos los docentes que a lo largo del tiempo han visto la educación
desde estas perspectivas, no siendo contemplados estos puntos de vista en
una organización curricular esquemática y estanca; Justamente es, en este
punto, que se puede hablar de cambio educativo, como nuevos puntos de vista
acerca de las necesidades del alumno v de la sociedad, tenidas en cuenta
como estructurantes de la nueva organización curricular, para su logro.
SUS JUEGOS.
Encontramos que en general los niños suelen iniciar el nuevo curso con
enormes ganas de trabajar y expectativas de aprender. Esto no descarta que
puedan ser habituales las faltas de asistencia, ya que las nuevas actividades y
exigencias suelen fatigar o producir pequeños trastornos, éstos disminuyen
paulatinamente, fruto de la adaptación que rápidamente el niño de este nivel
puede o está en condiciones de lograr.
Es importante el contar con un diálogo fluido con los padres, ya que ¡os
niños no son propensos a contar o comunicar todo lo que hace referencia a sus
tareas dentro de la escuela, siendo de gran importancia para el proceso de
aprendizaje la colaboración, estimulación y contención familiar en la adaptación
al ciclo.
Ya a los cuatro y cinco años, los niños prefieren reunirse con otros
compañeros a jugar con adultos; incluso a veces, cuando están jugando solos,
necesitan inventarse un amigo ficticio con quien poder hablar.
Con respecto a los sexos, hasta los siete-ocho años vemos como varones y
mujeres pueden compartir perfectamente sus juegos y formar grupos mixtos,
aunque ya se demarcan socialmente actividades varoniles de femeninas.
Como decíamos, a partir de los seis años encontramos una etapa de gran
expansión social; es frecuente ver como el niño participa en fiestas y juegos
infantiles, que le son todavía organizados por los adultos, más adelante
preferirá organizarlos por sí mismo, disfrutando más de aficiones propias
correspondientes a sus intereses.
Con la entrada en el colegio, las letras y los números vienen a ser nuevos
juguetes; el aprendizaje escolar permite también utilizar juguetes que
combinan las capacidades intelectuales con el azar; la lotería, el dominó son
juegos en los que se admite el triunfo entre dos con iguales valores. También
los juegos con barajas, en los que la suerte y su pericia decidirán
conjuntamente el éxito o la derrota.
Entre los seis v los ocho años, el mayor dominio de¡ esquema corporal
(definido como la imagen interiorizada, tridimensional, que un sujeto tiene de
si mismo, que organiza sus movimientos y la relación con el espacio v
entorno) permite la utilización de patines, bicicleta, bolitas, que necesitan de
un buen dominio corporal.
Se juntan para esto dos factores: las nuevas características del ciclo, y que
ahora, puede descentrarse, fruto del desarrollo y salir de un mundo interno y
personal para ingresar a un mundo social que le interesa pero desconoce.
Aún en el caso en que haya asistido al Nivel Inicial, las diferencias serán
acusadas, allí la disciplina suele ser individualizada, sus iniciativas y
creatividad estimuladas; en la nueva escuela deberá aceptar normas y
restricciones, debe permanecer sentado, prestar atención, reprimir sus ganas
de charlar o moverse, organizar el tiempo de clase y el tiempo del recreo,
aceptar pequeñas responsabilidades y tareas, junto con contenidos más
complejos y organizados que le representarán un desafío.
Surge también otra experiencia decisiva, por primera vez él entrará a formar
parte de un grupo organizado en el que será igual a sus compañeros en edad,
condiciones físicas y psicológicas. De ahora en adelante, en vez de
compararse con adultos que le sobrepasan, se medirá con sus iguales.
Entre los siete y los ocho años, colocado en posición tendida sobre el suelo,
podrá relajar las piernas por primera vez; pudiendo incluso, más tarde, en esa
posición, relajar también la cadera.
En el caso de los saltos. tres de cada cuatro niños de siete años pueden
saltar sobre un solo pie, manteniendo el otro encogido, y alternar ese salto con
otros a pies juntos. Esta combinación de saltos ya es posible gracias a la
inhibición de la musculatura.
Entre los siete y los nueve años, al realizar movimientos que impliquen la
independencia de los grupos musculares, seguirán apareciendo sincínesias;
éstas se manifestarán como una contracción del miembro en reposo. Serán
menos evidentes que uno o dos años atrás, pero bastante marcadas todavía
en los miembros menos usuales. Estas contracciones no gobernadas por el
individuo empiezan a ser menos frecuentes a partir de los diez-once años,
aunque en algunas personas pueden persistir hasta en la edad adulta.
La coordinación de movimientos simultáneos entre miembros superiores y
entre miembros inferiores, por separado, se ha adquirido generalmente antes
de los ocho años. Después de haber cumplido esta edad hay que esperar ya
la coordinación entre brazos y piernas simétricos. En estos ejercicios cruzados
interviene la habilidad ideomotriz, ya que el niño, para ejecutarlos
correctamente, ha de realizar una representación mental de¡ encadenamiento
de los gestos necesarios para llevar a cabo el movimiento exigido.
Comienza la fase caligráfico hacia los ocho años, gracias al dominio del
lápiz y de la prensión fina manual.
Tanto las praxias como las gnosias, necesitan de reforzadores, ya que son
el resultado de anteriores procesos de aprendizaje; el reforzador puede ser
puramente sensorial, sensomotor, o como en el caso de la motivación,
producto del lenguaje.
Cuando un músico reconoce una melodía, o un pintor configura una gama
de colores, utiliza las gnosias aprendidas; en el caso de la perspectiva por
ejemplo, al ser una gnosis visuoespacial, también depende de las praxias
motoras.
Otras gnosias de este tipo, son las táctiles complejas, ejemplo de esto es el
acto de palpar, que conlleva la actividad muscular de los dedos, el registro
muscular, de los tendones y de las articulaciones, que se combinan entre sí,
junto con aferencias térmicas y de presión que se hallan en la piel.
Podemos decir que estos cambios hacen del esquema corporal una
estructura dinámica que se recorta sobre un fondo de relativa estabilidad. Esta
estabilidad está dada por la tendencia de los estereotipos a organizarse para
su mantenimiento. Las modificaciones pequeñas (la ropa, un yeso, una
raqueta, un instrumento musical, etc.), sólo producen variaciones contingentes
que son transitorias,
Entre los seis y siete años, encontramos que el niño, entra en 1a etapa fina
del período preoperatorio, el cual consiste en operaciones guiadas por la
intuición articulada; las que consisten en poder establecer relaciones, sin
coordinarlas y sin establecer la posibilidad de reversibilidad de las mismas.
A partir de los siete-ocho años el hecho de que pueda ordenar una serie de
mayor a menor supone fijarse en lo cuantitativo del objeto y no sólo en sus
cualidades o ubicación en el espacio.
EL DESARROLLO AFECTIVO
Lo cierto es que todo este mutuo desdén no logra ocultar una secreta
rivalidad y mutua admiración.
La autopercepción valorativa.
La valoración social.
Es propenso, sin embargo, a variar de ánimo con gran facilidad pasando sin
transición, de la expansión y el atrevimiento a la timidez o, incluso, a pasajeros
episodios de depresión.
Las marcas alcanzabas para las niñas corresponden a las que se indican
para los varones con un año menos de edad.
Se dice que con el dibujo está entrando en la etapa del realismo. Todos los
niños, en efecto, unos a los nueve años, otros a los diez, procuran reproducir la
realidad con toda la aproximación que les es posible. Bien sea copiando del
natural o reproduciendo dibujos o fotografías, intentarán no omitir ningún
detalle, ni siquiera los menos importantes. Al dibujar la figura humana, por
ejemplo, los personajes aparecen con cinturones, puños, ropas estampadas,
etc.; las niñas, por su lado, suelen adornarla con collares, pulseras, pañuelos.
A partir de los nueve años, ojos v manos están bien diferenciados, y pueden
funcionar con total independencia. Al escribir, el niño puede utilizar las manos
sin necesidad de tenerlas en todo momento bajo control visual directo. Al
sentarse con el cuarto más erguido, puede mantener la cabeza más separada
de¡ papel y dominar con la vista toda la línea escrita. La muñeca se mueve
con más soltura, y el codo abandona los movimientos en zigzag,
característicos de la etapa anterior, para describir un movimiento rectilíneo.
Por su lado, el papel suele estar correctamente situado y con la inclinación
adecuada.
Cerca de los diez u once años llega a su máximo el interés por todo tipo de
máquinas, desde los trenes o juegos de ingeniería hasta las computadoras,
desde la máquina a vapor a las fotos.
A partir del décimo año entiende los códigos orales como propios e incluso
puede establecer que no se debe mentir porque esto hace imposible la
confianza mutua.
EL DESARROLLO AFECTIVO
El mundo cobra un nuevo interés, deja de ser ajeno para ser interesante.
Ahora el niño presta gran atención a todas las cosas, indaga, opina, discute,
reflexiona y critica.
La tregua que el período de latencia ofrece a las pasiones sexuales, (al que
algunos autores llaman moratoria psicosexual, porque es un período de
demora que prepara al psiquismo del niño para enfrentar ¡os cambios de la
sexualidad adulta) permite que las energías, en este momento culminante de la
infancia, puedan invertirse en la reelaboración del mundo simbólico que llevará
a conceptos abstractos accesibles al pensamiento infantil.
Esta renuncia a las satisfacciones inmediatas nos muestra un niño que deja
de ser infantil y caprichoso, y aprende a tener paciencia cuando la situación lo
requiere. Incluso puede llegar a preferir la dificultad a la velocidad (p. ej. en los
juegos, actividades manuales o artísticas, lecturas, etc.). No hay que pensar
que el niño esté ahora renunciando a la fantasía y a la imaginación, sino que
pone estos procedimientos mentales al servicio de intereses más permanentes.
En esta etapa el niño y la niña presentan la falta de un objeto o meta nueva. El
aumento cuantitativo de los impulsos produce un resurgimiento de la pre-
genitalidad. El niño se divierte muchas veces al pronunciar malas palabras
para referirse a su sexo, así como también encontramos comentarios de
característica anal y un placer divertido en las heces y los gases. Los
mecanismos de defensa típicos de esta etapa son la represión de los
conflictos. la formación reactiva (actitud o hábito psicológico que tiene el
sentido opuesto a un deseo reprimido y que se ha constituido como la forma de
reaccionar contra éste, p. ej. fantasías de exhibición, formación reactiva, prurito
y vergüenza) y el desplazamiento (desprendimiento del acento, interés o
intensidad de una representación para pasarlo a otras representaciones,
originalmente poco intensas, aunque ligadas a la primera por una cadena
asociativo p. ej. la rivalidad afectiva con un hermano llevada a un juego
competitivo).
Al final de esta etapa encontramos que aun los niños y las niñas se
diferencian en grupos en función de su sexo, por lo que se habla de una
homosexualidad con características evasivas en función de la prohibición
edípica.
En el caso del varón pueden existir erecciones que son sólo producto de un
desarrollo biológico precoz, y por ¡o tanto son raras hacia los diez años.
Suceden cuando e¡ varón es incapaz de controlar la tensión, pudiendo tener
una función genital como descarga que en general trae aparejada culpa y
angustia ya que todavía el niño no logra comprender sus cambios.