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Programa: Cristo y los Jóvenes.

07-sept-2019 Mes de septiembre es el mes de la biblia

Ninguno tenga en poco su juventud, sino sé ejemplo de los

creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 1Tim. 4,12

Primer bloque:

-Saludos iniciales.

-Recordar el 8 de sept. el Nacimiento de la Virgen Maria

-Lectura del evangelio y reflexión (Lucas 6, 1-5)

-Videos: Mensaje del Papa Francisco. Musicas.

Segundo bloque

-Tema de formación: “María es la nueva eva, la madre de los

verdaderos vivientes”

Dios creó al primer hombre, pero no quiso que Adán estuviera

solo. Por eso le dio una compañera, semejante a él, creada también a

imagen de Dios. De su unión con esta mujer procedemos todos los

hombres. Por eso, «Adán le dio el nombre de Eva, porque ella es la

madre de todos los vivientes». Por desgracia, Eva desobedeció a Dios,

arrastrando a Adán al pecado. Eva mereció el castigo de la MUERTE

para sí y para todos sus descendientes. La verdadera vida es la gracia


Programa: Cristo y los Jóvenes.
que es la VIDA de Dios en nosotros; fue esta vida, sobre todo, la que

nuestra madre Eva perdió por su pecado. Nadie podía devolver esta vida

de hijo de Dios; era necesario Dios en persona. Con María, Dios

restablece el plan primitivo. María es la «nueva Eva» de la humanidad

salvadora. Dios nos ha enviado un salvador, su propio Hijo; por su

obediencia y su muerte, El nos ha devuelto la gracia de Dios, que hace

de nosotros los verdaderos vivientes. Jesús es el único salvador. Pero,

de la misma manera que al lado de Adán puso a Eva para dar vida a los

hombres, así Dios nos ha querido hacer «renacer» a los hombres, sin

asociar una mujer a la obra de Jesús, el salvador. Esta mujer es María,

la verdadera madre de todos los vivientes, corredentora del género

humano.

Maria llega a ser madre de Jesucristo (el gran viviente) por su

humilde consentimiento a la salutación del ángel. Por su plena

cooperación en el sacrificio de la cruz, que salvó a todos los hombres,

María se hace nuestra madre. Los verdaderos vivientes, los hijos de

María, son aquellos que, como ella, dicen siempre «SI» a Dios y toman

su parte en el sacrificio de la cruz. Ella es la madre de mi alma;

su corazón y el mío son uno; y desde este único corazón, vuelve ella a

decir lo que dijo antaño: "He aquí la esclava del Señor."

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