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Hölderlin, Schelling, Hegel: «El más antiguo programa de sistema del idealismo alemán»

... una ética. Puesto que la metafísica toda en el porvenir se remite a poeta. Los hombres sin sentido estético son nuestros filósofos de la
la moral (de lo cual Kant con sus dos postulados prácticos ha dado letra. La filosofía del espíritu es una filosofía estética. En nada se puede
sólo un ejemplo, no ha agotado nada), esta ética no será otra cosa que un ser espiritualmente rico, incluso sobre la historia no se puede razonar
sistema completo de todas las ideas o, lo que es lo mismo, de todos los con riqueza de espíritu – sin sentido estético. Aquí debe hacerse
postulados prácticos. La primera idea es, naturalmente, la represen- eveidente de qué carecen los hombres que no entienden ninguna idea –
tación de mí mismo como de una esencia absolutamente libre. Con la y que confiesan con bastante franqueza que todo les es oscuro tan
esencia libre, consciente de sí, sale a la luz todo el mundo – sale a la luz pronto como va más allá de tablas y registros.
a partir de la nada – la única verdadera y pensable creación a partir de La poesía recibe de este modo una más alta dignidad, vuelve a ser al
nada. Aquí descenderé a los dominios de la física; la cuestión es ésta: final lo que era al principio – maestra de la humanidad, pues ya no hay
¿Cómo tiene que estar constituido un mundo para una esencia moral? filosofía, ya no hay historia, sólo la poesía sobrevivirá a todas las demás
Quisiera dar otra vez alas a nuestra física, que avanza fatigosamente de ciencias y artes.
experimento en experimento. Al mismo tiempo oímos con bastante frecuencia que la
Así – si la filosofía da las ideas, la experiencia los datos, podemos muchedumbre tiene que tener una Religión sensible. No sólo la muche-
finalmente conseguir aquella física en grande que espero de épocas dumbre, también el filósofo tiene esa necesidad. Monoteísmo de la
posteriores. No parece que la física actual pueda satisfacer a un espíritu Razón y del corazón, politeísmo de la imaginación y del arte, ¡esto es lo
creativo, como el nuestro es o debe ser. que necesitamos!
De la naturaleza llego a la obra del hombre. La idea de la humanidad Hablaré en primer lugar de una idea que, a lo que yo sé, aún no ha
primero – quiero mostrar que no hay idea del Estado, porque el Estado llegado al pensamiento de hombre alguno – tenemos que tener una
es algo mecánico, como tampoco hay una idea de una máquina. Sólo lo nueva mitología, pero esta mitología tiene que estar al servicio de las
que es objeto de la libertad se llama idea. ¡Tenemos, pues, que ir más allá ideas, tiene que llegar a ser una mitología de la Razón.
del Estado! – Pues todo Estado tiene que tratar a hombres libres como Mientras no hagamos estéticas, es decir, mitológicas las ideas,
engranaje mecánico; y esto no debe hacerlo; por lo tanto, debe cesar. ningún interés tienen para el pueblo, e inversamente: mientras las
De suyo se ve aquí que todas las ideas de la paz perpetua, etc., sólo son mitología no sea racional el filósofo tiene que avergonzarse de ella. Así
ideas subordinadas a una idea más alta. Al mismo tiempo, quiero sentar tienen finalmente que darse la mano ilustrados y no ilustrados, la
aquí los principios para una historia de la humanidad, y desnudar hasta la mitología tiene que hacerse filosófica para hacer racional al pueblo, y la
piel toda la mísera obra humana de Estado, Constitución, Gobierno, filosofía tiene que hacerse mitológica para hacer sensibles a los
Legislación. Finalmente vienen las ideas de un mundo moral, filósofos. Entonces reinará entre nosotros la perpetua unidad. Nunca
divinidad, inmortalidad – subvertir toda falsa creencia, perseguir al la mirada desdeñosa, nunca el ciego temblor del pueblo ante sus sabios
clero, que últimamente finge Razón, mediante la Razón misma. – y sacerdotes. Sólo entonces nos espera igual cultivo de todas las fuerzas,
Absoluta libertad de todos los espíritus, que portan en sí el mundo las del singular como las de todos los individuos. Ninguna fuerza será
intelectual y que no deben buscar fuera de sí ni Dios ni inmortalidad. ya oprimida, ¡entonces reinará universal libertad e igualdad de los
Finalmente la idea que lo une todo, la idea de la belleza, tomada la espíritus! – Un más alto espíritu, enviado del cielo, tiene que fundar
palabra en sentido más alto, platónico. Estoy convencido de que el más entre nosotros esta nueva Religión; será la última obra, la más grande,
alto acto de la Razón, en cuanto que ella abarca todas las ideas, es un de la humanidad.
acto estético, y de que la verdad y el bien sólo en la belleza están
hermanados. El filósofo tiene que poseer tanta fuerza estética como el [Traducción de Felipe Martínez Marzoa, en HÖLDERLIN, F., Ensayos, Madrid,
Hiperión, pp. 29-31]
Friedrich Schiller
“Los dioses de Grecia”

Cuando aún gobernabais el bello universo, Hermoso mundo, ¿dónde estás? ¡Vuelve,
estirpe sagrada, y conducíais hacia la alegría amable apogeo de la naturaleza!
a los ligeros caminantes, Ay, sólo en el país encantado de la poesía
¡bellos seres del país legendario!, habita aún tu huella fabulosa.
cuando todavía relucía vuestro culto arrebatador, El campo despoblado se entristece,
¡qué distinto, qué distinto era todo entonces, ninguna divinidad se ofrece a mi mirada.
cuando se adornaba tu templo, De aquella imagen cálida de vida
Venus Amazusia! sólo quedan las sombras.

Cuando el velo encantado de la poesía Todas aquellas flores han caído


aún envolvía graciosamente a la verdad, ante el terrible azote del norte,
por medio de la creación se desbordaba la para enriquecer a uno entre todos
plenitud de la vida tuvo que perecer ese mundo de dioses.
y sentía lo que nunca había sentido. Con tristeza te busco en el curso de los astros,
Se concedió a la naturaleza una nobleza sublime a ti Selene, ya no te encuentro allí,
para estrecharla en el corazón del amor, por los bosques te llamo, por las olas,
todo ofrecía a la mirada iniciada, pero resuenan vacíos.
todo, la huella de un dios. [...]

Donde ahora, como dicen nuestros sabios, Ociosos retornaron los dioses a su hogar,
sólo gira una bola de fuego inanimada, el país de la poesía, inútiles en un mundo que,
conducía entonces su carruaje dorado crecido bajo su tutela,
Helios con serena majestad. se mantiene por su propia inercia.
Las Oréadas llenaban las alturas,
Sí, retornaron al hogar, y se llevaron consigo
una Dríada vivía en cada árbol
todo lo bello, todo lo grande,
de las urnas de las encantadoras Náyades
todos los colores, todos los tonos de la vida
brotaba la espuma plateada del torrente.[…]
y sólo nos quedó la palabra sin alma.
La seriedad tenebrosa y la triste resignación Arrancados del curso del tiempo, flotan
fueron desterradas de vuestro alegre servicio, a salvo en las alturas del Pindo;
todos los corazones debían latir felices, lo que ha de vivir inmortal en el canto,
pues estabais emparentados con la felicidad. debe perecer en la vida
No había entonces nada más sagrado que lo bello,
el dios no se avergonzaba de ninguna alegría
donde las inocentes musas se ruborizaban, (traducción de Daniel Innerarity, en Poesía
donde las Gracias se ofrecían. […] filosófica, Madrid, Hiperión, 1994)
Friedrich Hölderlin Hiperión o el eremita en Grecia (1797-1799)
VOLUMEN PRIMERO

Esto fue también lo que me hizo volver a Grecia: que quería vivir más cerca del Hablábamos unos con otros de la excelencia del antiguo pueblo ateniense, de dónde
escenario de mis juegos de infancia. provenía, en qué consistía.
Como el trabajador que se sumerge en el sueño reparador, mi ser atormentado se Alguien dijo: «fue debido al clima»; otro: «al arte y la filosofía»; un tercero : «a la
hunde a menudo en los brazos del pasado inocente. religión y a sus formas estatales».
¡Calma de la infancia, calma divina! ¡Cuántas veces te contemplo en silencio, «El arte y la religión atenienses, y su filosofía y sus formas estatales», dije yo,
amorosamente, y quisiera alcanzarte con el pensamiento! Pero solo conservamos «fueron flores y frutos del árbol, no suelo y raíces. Tomáis los efectos por la causa.
nociones de lo que, habiendo sido malo, se acabó transformando en bueno; de la infancia »Y a quien me diga que fue el clima el que dio forma a todo aquello, que piense que
y de la inocencia no tenemos nociones. también nosotros vivimos en ese mismo clima.
Cuando yo era un niño callado y no sabía nada de todo lo que nos rodea, ¿no era »El pueblo de los atenienses creció desde cualquier punto de vista más libre de toda
entonces más que ahora, tras todas las fatigas del corazón y todos sus esfuerzos y afanes? influencia violenta que ningún otro pueblo de la tierra. Ningún conquistador lo debilitó,
Sí, el niño es un ser divino hasta que no se disfraza con los colores de camaleón del ninguna victoria lo embriagó, ninguna religión extranjera lo trastornó, ninguna sabiduría
adulto. […] presurosa lo hizo madurar en una cosecha a destiempo. Abandonada a sí misma, como el
diamante cuando nace, es su infancia. No se sabe nada de ellos hasta los tiempos de
Pero yo ando por el pasado como un espigador por entre los rastrojos cuando el amo Pisístrato y de Hiparco. Tomaron poca parte en la guerra de Troya, que, como un
del campo ya ha cosechado: recogiendo cada brizna de paja. ¡Y cuando estuve con él en invernadero, templó y exaltó demasiado pronto a la mayor parte de los pueblos griegos...
las alturas de Delos, como sucedió un día, en que me estremecía cuando subimos juntos De un destino extraordinario no nacen hombres. Los hijos de tal padre son grandes,
las viejas gradas de mármol que llevan a la muralla granítica de Cintho! Allí vivió antaño colosales, pero seres hermosos o, lo que es lo mismo, hombres, no lo son nunca, o solo
el dios del sol, entre fiestas celestiales con las que toda Grecia reunida le rodeaba en su tardíamente, cuando los contrastes luchan entre sí con demasiada fuerza como para no
esplendor, como una nube de oro. Igual que Aquiles en la Estigia, se sumergieron aquí acabar por hacer las paces.
los jóvenes griegos en las olas de la alegría y del entusiasmo hará resurgir invencibles,
como aquel semidiós. En los bosques, en los templos despertaban y resonaban unas en »El primer hijo de la belleza humana, de la belleza divina, es el arte. En él se
otras sus almas, y cada una conservaba fielmente en si sus maravillosos acordes. rejuvenece y se perpetúa a sí mismo el hombre divino. Quiere sentirse a sí mismo, por
eso coloca su belleza frente a sí. Así se dio el hombre a sí mismo sus dioses. Pues al
¿Quién es capaz de contener esto, a quién no derriba el esplendor terrible de la principio el hombre y sus dioses eran una sola cosa, y en ella, desconocida de sí misma,
antigüedad como derriba un huracán los bosques jóvenes, cuando se apodera de él, como estaba la belleza eterna... Hablo de un misterio, pero existen...
lo hizo conmigo, y cuando le falta, como a mí, el elemento en que podría conseguir un »El primer hijo de la belleza divina es el arte. Así ocurrió entre los atenienses.
sentimiento de su propia fuerza? »La segunda hija de la belleza es la religión. Religión es amor a la belleza. El sabio
La grandeza de los antiguos, como una tempestad, me hizo doblegar la cerviz, eliminó la la ama por sí misma, infinita, omnicomprensiva; el pueblo ama a sus hijos, los dioses,
sangre de mi rostro y, a menudo, cuando nadie me veía, caía al suelo en medio de mil que le aparecen con numerosos rostros. También fue así en Atenas. Y sin tal amor a la
lágrimas como un abeto derribado que yace junto al arroyo y esconde en la corriente su belleza, sin tal religión, todo Estado es un flaco esqueleto sin vida ni espíritu, y todo
copa marchita. […] pensamiento y toda acción un árbol sin copa, una columna tronchada.
Es lastimoso verse a sí mismo aniquilado de esta forma; y aquel a quien a esto le »Que realmente este fue el caso entre los griegos, y especialmente entre los
resulte incomprensible, que no pregunte más, y que dé las gracias a la naturaleza que lo atenienses, que su arte y su religión son los auténticos hijos de la belleza eterna – e la
creó, como a las mariposas, para la alegría, que siga su camino y que no vuelva a hablar naturaleza humana realizada– y solo podían proceder de la naturaleza humana realizada,
más en su vida de dolor ni de desgracia. se muestra claramente solo con querer ver con mirada imparcial los objetos de su arte
Yo amaba a mis héroes como un mosquito la luz; buscaba su peligrosa proximidad, sagrado y la religión con la que amaban y honraban aquellos objetos.
me alejaba volando, y de nuevo la buscaba.
«¡Oh Partenón», exclamé, «orgullo del mundo! A tus pies yace el reino de Neptuno
«los héroes han perdido su fama y los sabios sus discípulos. Los grandes hechos, como un león domado, y son como niños los otros templos agrupados a tu alrededor, el
cuando no son asumidos por un pueblo noble, no son más que un golpe violento en una ágora elocuente y el bosque de Acadamo...»
frente sorda, y las más altas palabras, cuando no resuenan en corazones igualmente «¿Es posible que consigas trasladarte de tal forma a las épocas antiguas?», me dijo
elevados, son como una hoja muerta cuyo rumor se hunde en el barro.» Diotima.
Friedrich Hölderlin Hiperión o el eremita en Grecia (1797-1799)
«No me recuerdes aquellas épocas», respondí; «había una vida divina y el hombre
era entonces el centro de la naturaleza. La primavera, cuando florecía en torno a Atenas, «¡Oh, sí!», exclamé, «se llevaron las columnas y las estatuas y se las han vendido
era como una flor modesta en el seno de una doncella; el sol se levantaba rojo de pudor unos a otros y no han tenido en menos aprecio a estas nobles formas, a causa de su rareza,
sobre los esplendores de la tierra. que a los papagayos y a los monos.» […]
»Las rocas de mármol del Himeto y del Pentélico surgían de la cuna en que dormían «¡Así es!», exclamé. «Y además, aquel espíritu ya había desaparecido antes de que
como niños en el regazo de la madre, y cobraban forma y vida en las cariñosas manos de llegaran al Ática los destructores. Solo cuando las casas y los templos han muerto, se
los atenienses. […] atreven las bestias salvajes a penetrar por puertas y callejas».
»La naturaleza era sacerdotisa, y el hombre su dios, y en ella toda vida, y cada forma
y cada tono de ella, eran solo un eco ferviente de su señor, a quien ella pertenecía.

VOLUMEN SEGUNDO

¡Diotima!, no cambiaría esta naciente felicidad por la época más hermosa de la antigua hora en otra,
Grecia, y prefiero la más pequeña de nuestras victorias a Maratón, las Termopilas y como agua, de roca
Platea. ¿No es verdad? ¿No es más precioso para el corazón la vida que se recupera que en roca arrojada
la vida intacta que aún no conoce la enfermedad? Solo amamos la juventud cuando se nos durante años a la incertidumbre.
escapa, y cuando la recobramos después de haberla perdido colma de felicidad las
profundidades de nuestra alma. Pero el mundo al que vuelvo ya no es el de antes. Yo soy un extranjero, como los
muertos sin sepultura cuando suben del Aqueronte, y aunque estuviera en mi isla natal, en
Allí, en las ruinas de la sagrada Atenas, vi con gran claridad que se había pasado la los jardines de mi infancia, que mi padre me cierra, ¡ay!, aun en ese caso sería un
página, que ahora caminan los muertos por la tierra, y los vivos, los hombres-dioses, extranjero en la tierra, y ya no hay ningún dios que pueda ligarme al pasado
están debajo
Así es como vine a caer entre los alemanes. No pedía mucho, y esperaba encontrar
¡Andais arriba, en la luz, aún menos. Llegue con humildad, como Edipo ciego y sin patria a las puertas de Atenas,
por blando suelo, genios felices! donde fue recibido por el bosque sagrado y acogido por almas bellas...
Esplendidas brisas divinas ¡Que distinta fue mi suerte!
os rozan apenas, Bárbaros desde tiempos remotos, a quienes el trabajo y la ciencia, e incluso la
como los dedos de la artista religión, han vuelto más bárbaros todavía, profundamente incapaces de cualquier
las cuerdas sagradas. sentimiento divino, corrompidos hasta la médula –felizmente para las sagradas Gracias–,
ofensivos para cualquier alma bien nacida, tanto por sus excesos como por sus
Carentes de destino, como el niño insuficiencias, sordos y faltos de armonía, como los restos de un cántaro tirado a la
dormido, respiran los celestes; basura... así, Belarmino, eran quienes debían consolarme.
con pudor preservado
en humilde capullo, ¡Oh Belarmino! Cuando un pueblo ama lo bello, cuando honra al genio en sus
florece eternamente artistas, circula en él un espíritu general igual al aire de la vida, la timidez se desvanece,
el espiritu en ellos, la vanidad se disipa y todos los corazones son devotos y grandes, y el entusiasmo
y sus ojos felices engendra héroes. Tal pueblo es la patria de todos los hombres, y al forastero le gusta
contemplan la tranquila quedarse en él. Pero ¡ay!, donde la naturaleza divina y sus artistas son tan maltratados,
y eterna claridad. desaparece el mayor encanto de la vida, y cualquier otro astro es preferible a la tierra. Allí
los hombres, a pesar de haber nacido todos en la hermosura, se vuelven cada vez más
Pero a nosotros no nos es dado salvajes y yermos; crece el espíritu de servidumbre, y con el zafio envalentonarse; con las
descansar en ninguna parte; preocupaciones aumenta la borrachería, y con el lujo el hambre y el temor por la
desaparecen, sufren subsistencia; los dones de cada año se convierten en una maldición, y los dioses huyen.
los hombres, caen
ciegamente de una (traducción de Jesús Munárriz, Madrid, Hiperón, 1992)
Friedrich Hölderlin

«Lamentaciones de Menón por Diótima»

«Pan y Vino»

[traducción de Jenaro Talens, en Las grandes elegías (1800-1801),


Madrid, Hiperión, 1983]
Lord Byron La peregrinación de Childe Harold (1812)

Canto primero
I I
Oh, thou, in Hellas deemed of heavenly birth, ¡Oh, tú, a quien los helenos atribuyen origen divino,
Muse, formed or fabled at the minstrel’s will! Musa, creación fantástica del poeta!
Since shamed full oft by later lyres on earth, Tanto han profanado tu nombre en este mundo las modernas liras
Mine dares not call thee from thy sacred hill: que no se atreve la mía a invocarte desde tu sagrada colina.
Yet there I’ve wandered by thy vaunted rill; Yo, empero, he vagado por las orillas de tu celebrado manantial;
Yes! sighed o’er Delphi’s long-deserted shrine sí, yo he suspirado entre las antiguas ruinas de Delfos,
Where, save that feeble fountain, all is still; donde solo se oye el débil murmullo de aquella fuente;
Nor mote my shell awake the weary Nine y no he de ser quien turbe el reposo de las nueve Hermanas
To grace so plain a tale - this lowly lay of mine. para engalanar tan sencillo canto – esta humilde producción mía

Canto segundo
XV XV
Cold is the heart, fair Greece, that looks on thee, Solo un corazón de hielo podrá contemplarte, ¡oh, Grecia hermosa!
Nor feels as lovers o’er the dust they loved; y no sentir lo que siente el enamorado junto a las cenizas del objeto de
Dull is the eye that will not weep to see [su amor;
Thy walls defaced, thy mouldering shrines removed solo unos ojos estúpidos podrán ver sin derramar lágrimas
tus muros demolidos, tus antiguos templos despojados
By British hands, which it had best behoved por manos inglesas, cuando debieran haber protegido
To guard those relics ne’er to be restored. tan preciosas reliquias, cuya pérdida es irreparable.
Curst be the hour when from their isle they roved, ¡Mal haya la hora en que salieron de su isla para hacer sangrar
And once again thy hapless bosom gored, de nuevo tu seno malaventurado,
And snatched thy shrinking gods to northern climes para arrebatar a tus desolados dioses y trasladarlos al odioso clima
[del norte!
[abhorred!

LXXIII LXXIII

Fair Greece! sad relic of departed worth! ¡Hermosa Grecia! ¡triste reliquia de una gloria ya pasó –anonadada,
Immortal, though no more; though fallen, great! pero inmortal; grande aun en medio de tu postración!
¿Quién servirá hoy de caudillo a tus diseminados hijos,
Who now shall lead thy scattered children forth, para quebrantar el yugo de la esclavitud a que por largo tiempo
And long accustomed bondage uncreate? [estuvieron avezados?
Not such thy sons who whilome did await, No son ellos, no, como los griegos de otra época, como aquellos
The hopeless warriors of a willing doom, de su propia voluntad, destituidos de toda esperanza,
In bleak Thermopylæ’s sepulchral strait - supieron mantenerse firmes hasta morir en el desfiladero sepulcral de
[las frías Termópilas.
Oh, who that gallant spirit shall resume, ¡Oh! ¿quién inflamará de nuevo aquel valor generoso y,
Leap from Eurotas’ banks, and call thee from the precipitándose de las riberas del Eurotas, te hará levantarte de la tumba?
[tomb?
(traducción de M. de la Peña, Nueva York,
Imprenta de La Crónica, 1864)
John Keats

AL VER LOS MÁRMOLES DE ELGIN o qué dioses son estos? ¿Qué doncellas esquivas?
¿Qué enloquecido acoso? ¿Qué lucha por zafarse?
Mi ánimo está débil: la mortalidad carga ¿Qué flautas y panderos? ¿Qué delirante éxtasis?
su peso sobre mí como un letargo impuesto,
y cada imaginado pináculo y abismo
III
de tormento divino dice que he de morir
como un águila enferma que mira hacia los cielos.
¡Ah, venturosas ramas que no podéis perder
Pero es una agradable ventura lamentarse
las hojas ni decir adiós a Primavera!
de no poder guardar los vientos nebulosos
¡Ah, feliz melodista que infatigablemente
frescos para cuando abre sus ojos la mañana.
entonas con tu flauta canciones siempre nuevas!
Estos indefinidos prodigios de la mente
¡Amor aún más alegre, amor feliz, dichoso,
Llevan al corazón a un odio indescriptible,
eternamente cálido y aún no disfrutado,
y también le producen un dolor desquiciante
para siempre anhelante, juvenil para siempre!
que mezcla la grandeza griega con la grosera
Todos desde muy alto respirando pasión,
ruina del tiempo antiguo, con un mar ondulante,
que deja al corazón hastiado y abatido,
con un sol, con la sombra de cierta magnitud.
ardorosa la frente, y reseca la lengua.

AL LEER POR VER PRIMERA EL HOMERO DE CHAPMAN IV

Mucho tiempo he viajado por los mundos del oro, ¿Quiénes son estos seres que van al sacrificio?
y he visto muchos reinos e imperios admirables, ¿A qué altar verdecido, sacerdote enigmático,
y he estado en torno a muchas occidentales islas llevas a esa vaquilla que muge hacia los cielos
que los bardos protegen como feudos de Apolo. con sus lomos sedosos cubiertos de guirnaldas?
He oído hablar a veces de un vasto territorio ¿Qué pueblo con pacífica ciudadela, erigido
que rigió en propiedad el taciturno Homero, en un monte o al lado de un río o de un océano,
mas nunca he respirado su aire sereno y puro se vacía de gentes esta pía mañana?
hasta que he oído a Chapman hablar con vehemencia: Y tus calles, pequeña ciudad, ya para siempre
entonces me he sentido como el que observa el cielo estarán silenciosas, pues no volverá un alma
y ve un nuevo planeta surgir ante su vista, para poder decirte por qué estás desolada.
o como el gran Cortés cuando con sus ojos de águila
contemplara el Pacífico – mientras todos sus hombres
V
se miraban atónitos y con incertidumbre –
silencioso, en la cumbre de un monte de Darién.
¡Oh, ática figura! Noble actitud con hombres
y doncellas de mármol como adorno esculpidos,
con ramas de los bosques y maleza pisada;
ODA SOBRE UNA URNA GRIEGA
tú, forma silenciosa que a la razón hostigas,
como la eternidad. ¡Pastoral impasible!
I
Cuando la edad a nuestra generación consuma,
Pervivirás en medio de la angustia de otros,
Esposa de la calma, todavía inviolada,
amiga de los hombres, a quienes siempre dices:
hija adoptiva tú del tiempo y del silencio,
“La belleza es verdad, y la verdad belleza
narradora del bosque que puedes relatar
– no hace falta saber más que esto en la tierra.”
historias floreadas más dulces que mis rimas,
¿qué leyenda con hojas orladas se congrega
en torno a tu figura: dioses, mortales, o ambos, (traducción de Alejandro Valero, en Odas y
en Tempe o en los valles de la Arcadia? ¿Qué hombres sonetos, Madrid, Hiperión, 1995)
Endimión (1818) Hiperión
Libro I Libro I

Por los llanos umbríos y en delicado musgo empezaron No parecía haber fuerza capaz de despertarle,
de repente a danzar coros de efebos ágilmente pero la mano de alguien familiar se le acercó,
al atiplado son de las flautas y al rasgueo tocó sus anchos hombros, tras haberse inclinado
de las cuerdas. Flotaban, sí, aquellas lleves formas vivas con respeto, a pesar de que él no la veía.
en tonadas olvidadas inmemoriales. ¡Deliciosas criaturas! Era la de una Diosa de la infancia del mundo;
Los hijios de sus hijos dieron sus héroes a las Termópilas, pero ante su estatura el inmenso Amazonas
y no han muerto aún, sino que en mármoles antiguos pareciera un pigmeo: podría haber cogido
son por siempre bellos a Aquiles por el pelo hasta partirle el cuello,
o parar con un dedo la rueda de Ixión.
Libro IV Su rostro era mayor que la esfinge de Menfis
sobre su pedestal del patio de un palacio
Me arrodillaré ante Vesta en pro cuando el saber de Egipto atraía a los sabios.
de una llama de fuego y ante el Dios Febo ¡Pero qué diferente del mármol aquel rostro!
en pro de una lira dorada; ante Diana Emperatriz ¡Qué hermoso, si el dolor no hubiera convertido
por un venablo de caza; ante el Véspero por una antorcha pura más hermoso el dolor que la belleza misma!
como la plata y ver a través de la noche tu belleza; Había un expectante temor en su mirada,
y, ante Flora, y un ruiseñor domado se posará en tus dedos; como si su desgracia estuviera empezando;
y, ante los Ríos Dioses, y ellos te traerán finas cañas como si las primeras nubes de aciagos días
de pescar oro, y mechones de las largas trenzas brillantes hubieran descargado su maldad, y acechara
de las Náyades. ¡El cielo te proteja por tu extrema beldad! la oscura retaguardia con su carga de truenos
Tu musgoso escabel será el altar
ante el que me postraré, querido amor, cuando ante ti me postre.
Esos labios serán mi Delfos y dictarán “¿Es que acaso no puedo yo crear?
a mis pasos leyes; darán color a mis mejillas; temblor ¿Y no puedo dar formas? ¿No puedo diseñar
o firmeza a esta mi voz; y, de los tres placeres más amenos, otro mundo distinto, un universo nuevo,
la elección. Y esa luz enternecida, esas criaturas y desmenuzar este, deshacerlo en la nada?
de diamante, esos ojos, esos apasionados sentires, esas fuentes ¿En dónde hay otro caos? ¿En dónde?” Estas palabras
supremas de perla, serán mi dolor o fulgurarán llegaron al Olimpo, y a aquellos tres rebeldes
hasta el placer. ¿Dime, no hay una dicha celestial les hicieron temblar.
en nuestro abrazo perfecto? ¡Oh, no puedo dudar de ello!

(traducción de P. L. Ugalde Ramo, Barcelona, Bosch, 1977) (traducción de Gustavo Falaquera, Madrid, Hiperión, 2002)

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