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Asignatura:
Psicología Industrial
Docente:
Ana Bieberach
Presentado por:
Alfonso Rodríguez 8-938-2379
Jaqueline Santos 8-949-1641
Enero 2020
Tabla de contenido
Introducción ...................................................................................................................................... 4
¿Cuál es el camino que recorren los instintos para convertirse en conductas? ............................ 8
Conclusión ...................................................................................................................................... 13
Infografía ......................................................................................................................................... 15
Anexos ............................................................................................................................................ 16
Introducción
Otra importante línea de desarrollo de la psicología social durante los primeros años del siglo
XX se originó en torno a la idea de que gran parte del comportamiento humano es de naturaleza
instintiva. Esta idea había sido abandonada durante mucho tiempo por la psicología, debido a la
influencia del empirismo. Los filósofos empiristas habían concebido la mente humana como una
tábula rasa que va llenándose de contenidos a medida que la persona va adquiriendo más
experiencia. El mecanismo que explica el desarrollo mental es la asociación de ideas. La persona
percibe que hay eventos que ocurren relacionados. Desde esos planteamientos, no se admitían
explicaciones del comportamiento basadas en el instinto o en la herencia genética. Las teorías de
la evolución supusieron, sin embargo, un desafío a estos postulados, ya que permitieron utilizar
conceptos como el de instinto sin entrar en confrontación directa con los principios del empirismo.
En este contexto, fue surgiendo un creciente interés por el estudio de las bases instintivas
del comportamiento, que se vio favorecido además por el enorme desarrollo adquirido por la
psicología animal. Durante la segunda mitad del siglo XIX, autores como Spalding o Romanes
habían realizado determinados comportamientos en los que se ponía de manifiesto que los animales
exhibían determinados comportamientos a pesar de haber sido privados de cualquier contacto con
el mundo exterior. Estos resultados, que implicaban que los animales nacían con algunas pautas de
conducta predeterminadas, fueron trasladados muy pronto a la psicología humana.
William James, por ejemplo, había recogido los principales resultados de la psicología animal
británica en sus Principios de Psicología (1890), en donde se daba respaldo a la utilización del
instinto como explicación del comportamiento humano. Pero desde el punto de vista de la psicología
social, el principal impulso para el desarrollo de la teoría de los instintos fue la obra del psicólogo
británico William McDougall (1871-1938), autor del primer manual de psicología social escrito por
un psicólogo: An Introducction to Social Psychology (1908).
Siendo así James y McDougall los principales autores que se describirán a través de este
escrito, teniendo como principal tarea la definición y clasificación de las ideas principales de cada
uno acerca de la teoría de los instintos.
TEORÍA DE LOS INSTINTOS
Los fisiólogos y psicólogos clásicos habían distinguido el reflejo del instinto en que mientras
el primero es, por regla general, un movimiento sencillo, localizado en una parte del cuerpo del
animal, el instinto es mucho más complejo y pone en actividad al organismo entero, que funciona
como un todo.
Esta opinión ha sido discutidísima por muchos psicólogos modernos, los cuales señalan que,
si bien los reflejos suelen ser locales, es muy frecuente también que se irradien y generalicen por
todo el cuerpo del animal o de la persona, como ya hemos visto. Un cohete, por ejemplo, que estalle
muy cerca de alguien que no lo estaba esperando, puede traer como resultado que el individuo dé
un salto; y esto será un acto reflejo, pero no será local, sino generalizado.
Por esta razón muchos psicólogos sostienen que entre los reflejos y los instintos hay una
gradación continua, sin que pueda determinarse con precisión la línea divisoria entre ambos tipos
de conducta, que engloban bajo el nombre común de “actividad no aprendida”. Algunos han llegado
a sostener la tesis de que los instintos no son más que cadenas de reflejos.
Nosotros, aun reconociendo la parte de verdad que hay en esto, vamos a considerar al reflejo
y al instinto como dos actividades distintas. Será a veces difícil precisar si una actividad determinada
es refleja o instintiva, pero en la mayoría de los casos la relativa sencillez o complejidad nos
suministrará un criterio bastante seguro para decidir. Compárese, por ejemplo, el sencillo reflejo de
retracción de la pata como el complejísimo instinto que lleva a los pájaros a fabricar sus nidos.
Podemos añadir otro criterio que nos ayuda en los casos dudosos. El reflejo es, típicamente,
una reacción rápida. Ocurre inmediatamente que se presenta el estímulo y dura un tiempo muy
corto. La actividad instintiva, en cambio, en su forma típica, está integrada por una serie de pasos
que da el animal uno tras otro, cosa que como se comprende, lleva algún tiempo; no puede hacerse
tan rápidamente como el reflejo.
Así, dos psicólogos (Scott y Coradi) han estudiado el canto de las oropéndolas. Para ello
cogieron pajaritos de esa especie, recién salidos del cascarón, y los criaron en completo aislamiento
de sus congéneres. El resultado fue el siguiente: al llegar a cierta edad comenzaron a cantar, y en
su canto se podía percibir un zumbido y una nota característicos de la especie, pero la composición
musical no era la misma.
Los investigadores fueron aún más lejos: trajeron otros pichones de oropéndolas y los
colocaron en la jaula de los anteriores, y ocurrió que dichos pichones, llegado el momento oportuno,
adoptaron el nuevo canto.
De la misma manera comprobaron que los canarios criados con gorriones piaban como éstos,
mientras que los gorriones criados entre canarios imitaban, aunque imperfectamente, el canto de
éstos.
Definición de instinto.
Dada la enorme variedad de los comportamientos instintivos, y debido al hecho de que, salvo
tal vez en los organismos inferiores, el instinto aparece inextricablemente mezclado con el
aprendizaje, tratar de dar de él una definición es cosa muy riesgosa. Ya hemos visto que muchos
biólogos y psicólogos contemporáneos son partidarios de desterrar de la ciencia el concepto de
instinto y hasta la palabra que lo expresa.
Para Freud, al igual que para la etología, la energía que mueve al individuo proviene de los
instintos. Estos instintos se corresponden con las necesidades del cuerpo que vienen pre-
programadas al nacer; por consiguiente, son también las pulsiones que activan y energizan la
conducta. Son la fuente de la energía y de la tensión. Los instintos incluyen la pulsión para la vida y
la supervivencia, comer, beber, respirar, así como la pulsión sexual (instintos de vida o Eros) y los
instintos de conservación de la energía y la agresividad (instintos de muerte o Thanatos).
¿Cuál es el camino que recorren los instintos para convertirse en conductas? Por su
naturaleza, los instintos son fuerzas instigadoras que ejercen una presión constante y que se
traducen en necesidades corporales. Cuanto mayor tiempo pase el individuo sin satisfacer una
necesidad, mayor presión ejercerán los instintos (modelo de válvula a presión). Por ejemplo, la
pulsión sexual tiene una energía asociada y ejerce una presión para liberar dicha energía. Si hace
dos meses que no vemos a Juan, nuestro novio, la presión será mucho mayor que si estuvimos con
él la noche pasada. El instinto tiene un objetivo general que consiste en liberar energía, reducir el
estado de necesidad y recuperar el equilibrio perdido, al mismo tiempo que tiene objetivos
específicos o metas para satisfacer ese objetivo general. En nuestro ejemplo, salir con Juan, o salir
con Juan y con Pedro si con Juan no es suficiente.
El primer psicólogo en popularizar una teoría motivacional del instinto fue William James
(1890). James tomó prestado mucho de la influencia intelectual de Darwin y sus contemporáneos
para conocer a los seres humanos un número generoso de instintos físicos (amamantamiento,
locomoción) y mentales (imitación, juego, sociabilidad). Todo lo que se necesita para traducir un
instinto en una conducta orientada a metas (es decir, motivada) era la presencia de un estímulo
apropiado.
Los gatos persiguen ratones, huyen de los perros y evitan el fuego sencillamente porque
deben hacerlo en términos biológicos (es decir, porque el ratón despierta el instinto de persecución
del gato, el perro despierta su instinto de huir y las llamas del fuego despiertan su instinto de
protegerse). Es decir, ver un ratón (o perro o fuego) activa en el gato un conjunto complejo de reflejos
heredados que generan impulsos a acciones específicas (perseguir, huir). A través del instinto, los
animales heredaron una naturaleza que los proveyó de impulsos adaptativos para actuar y con los
reflejos necesarios para producir tales acciones deliberadas.
Una generación después de James, William McDougall (1908, 1926) propuso una teoría del
instinto que se caracteriza por los instintos de exploración, pelea, engendrar crías y demás.
McDougall consideraba que los instintos eran fuerzas motivacionales irracionales e impulsivas que
orientaban a la persona hacia una meta en particular. Era el instinto el que “determina que su
poseedor perciba, o preste atención, a objetos de cierta clase, que experimente una excitación
emocional de una calidad particular al percibir un objeto de este tipo y que actúe en relación con él
de una manera en particular o, al menos, que experimente el impulso a tal acción”. Así, los instintos
(y sus emociones asociadas) explicaban la calidad dirigida a las metas tan inmediatamente evidente
en la conducta humana.
En muchas formas, la doctrina del instinto de McDougall era análoga a las ideas de James.
La diferencia más significativa entre ambas era la afirmación algo extrema de Grandes teorías
McDougall en cuanto a que sin los instintos, los humanos no iniciarían acción alguna. Sin estos
“motivadores primarios”, los seres humanos serían masas inertes, cuerpos sin impulso a la acción.
En otras palabras, toda motivación humana debía sus orígenes a un conjunto de instintos
genéticamente heredados.
Aunque el objetivo del libro era formular una teoría sobre los instintos, lo que se ofrece
finalmente es una definición del concepto y una clasificación y taxonomía de los principales instintos
humanos. Oponiéndose a la forma en que se había venido definiendo el instinto hasta ese momento,
McDougall sostiene que éste es algo más que una tendencia innata a llevar a cabo cierta clase de
movimientos. Para McDougall, el instinto tiene tres componentes: el componente cognitivo, definido
como la tendencia a prestar atención a determinados objetos; el componente emocional, definido
como la tendencia a experimentar una reacción emocional determinada ante un objeto y
componente comportamental, definido como la tendencia a reaccionar de una forma específica. El
instinto, por tanto, es definido como
…una disposición heredada o innata que determina que su poseedor perciba y preste atención
a objetos de cierta clase, que experimente una excitación emocional peculaiar a la hora de
percibir tal objeto, y que reaccione respecto a él de una manera particular o, al menos, que
experimente un impulso hacia tal acción.
Uno de los resultados del interés suscitado por el estudio de la conducta instintiva había sido
la proliferación, cada vez mayor, de clasificaciones de instintos. McDougall criticó esta situación,
señalando que “el postular a la ligera un número variado e indefinido de instintos humanos es una
forma fácil y Baraya de resolver problemas psicológicos y es un error, no menos grave y común que
el error opuesto de ignorar todos los instintos” (1908, p. 88). En la clasificación propuesta
inicialmente por McDougall se incluían siete instintos primarios que iban asociados a otras tantas
emociones primarias:
Huida/miedo Autoaserción/júbilo
Repulsión/disgusto Autodegradación/degradación
Lucha/ira
1. Instinto de nutrición: A esta clase pertenecen, no sólo las actividades que tienen a la busca
e ingestión de las materias alimenticias, sino también los comportamientos cuyo fin es la
adquisición de la propiedad, el almacenamiento de víveres (instinto de las hormigas), etc.
2. Instintos de reproducción: Esta clase comprende todas las actividades relativas a la
conservación de la especie, incluyendo el cortejo de la hembra por el macho y el cuidado de
la prole por los padres.
3. Instintos de defensa: Se incluyen aquí el instinto de huir, el de esconderse, el de construir
abrigos que ofrezcan protección, y las demás actividades de este tipo.
4. Instintos de agresión: Esta clase comprende todas las formas de la conducta combativa.
Depende de muchas circunstancias que en una situación determinada el animal huya o luche.
Los instintos de defensa y agresión pueden considerarse complementarios.
5. Instintos sociales: La presencia de sus congéneres despierta en el animal sus instintos
sociales. Los sociólogos hablan de un instinto gregario que lleva a los animales y al hombre
a unirse a sus semejantes, no por un cálculo de las ventajas que sea unión pueda
proporcionarles, sino por el placer de estar juntos en sociedad.
Resumen de la crítica moderna a la teoría clásica del instinto.
Resumiendo lo expuesto en las páginas anteriores, podemos señalar los siguientes tres puntos
débiles en la teoría clásica del instinto:
II. Daba por probado que el instinto y el hábito se excluían el uno al otro y llevaba así a la
creencia de que toda conducta debía ser o totalmente instintiva o totalmente habitual.
III. Bajo el rótulo del “el instinto”, abarca una serie de comportamientos muy diferentes que de
ninguna manera deben confundirse.
IV. No tuvo en cuenta la gradación que se observa en los instintos, es decir, el hecho de que
éstos son más puro y típicos en los animales inferiores, y se van enriqueciendo cada vez más
con elementos aprendidos según se sube de los insectos hacia el hombre.
Conclusión
Es aquí donde William James, primer psicólogo en popularizar la teoría motivacional, dice
que todo lo que se necesitaba para traducir un instinto en una conducta orientada a metas
(motivación), era la presencia de un estímulo apropiado.
Entrando igualmente William Mcdougall quien sigue la misma línea, de que toda motivación
humana debía sus instintos a condiciones genéticamente heredadas; esto ya que creía que, sin los
instintos, los humanos no iniciarían acción alguna.
Tales presupuestos dejan sin explicar muchos aspectos de la conducta, reducen -cuando no
suprimen- la intervención de la racionalidad, y eliminan sobre el papel las diferencias de conducta
que podría haber, por ejemplo, entre un adulto y un niño.
Por estas y otras razones, hubo un tiempo en que los psicólogos se apresuraron a descartar
las teorías del instinto. Y, aunque en la actualidad la mayoría de ellos mantienen que los hombres
no poseen lo que propiamente se llama “instintos”, sí reconocen que se observan algunas conductas
muy simples, innatas, no causadas por nuestra voluntad, ni tampoco aprendidas, sino que aparecen
como respuestas involuntarias a una estimulación procedente del ambiente: parpadeamos ante una
luz muy intenta, nos retiramos ante un exceso de calor y, siendo bebés, a una caricia en la mejilla
respondemos con la acción de chupar.
Se trata de los “reflejos”, lo más próximo a los instintos que poseemos. Además, hoy en día
sabemos que los seres humanos nos hallamos biológicamente predispuestos a realizar demasiadas
actividades más complejas como cuidar de nuestros hijos, por ejemplo.
Infografía
Eduardo Raymundo Ramos Plaza (marzo, 2002). Los instintos. Recuperado de:
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Elena Gámez Armas & Hipólito Marrero Hernández (2006). ¿Por qué hacemos lo que hacemos?
Dimensiones básicas de la motivación. Recuperado de:
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Garrido, A. & Álvaro, J.L. (2007). William McDougall y la teoría de los instintos. En Psicología Social.
Perspectivas psicológicas y Sociológicas (2ª ed., pp. 78-96). Recuperado de:
file:///C:/Users/Administrador-
3/Desktop/_William%20McDougall%20y%20la%20teori%CC%81a%20de%20los%20instint
os.pdf
Ilustración 1 Teoría de los Instintos por los autores principales, detallando las ideas principales de cada uno.
Ilustración 2 Lista de instintos proporcionados por McDougall, dividido en tres niveles: primarios, secundarios, terciarios y adoptando e
incluyendo otros deseos innatos.
Ilustración 3 En este cuadro aparecen relacionados estos tres elementos. Cada instinto, con la emoción que genera y el producto con el que
cubrimos la necesidad que aflora en nosotros con dicha emoción.