En el diálogo Hipias Mayor o de lo bello, que algunos consideran “quizá no sea
de Platón” (Beardsley, 2007, p.19), expone una argumentación entre Hipias de Elide y Sócrates. Ambos interlocutores empiezan a discutir sobre diversas cosas, sin embargo, teniendo en cuenta el propósito de este trabajo, iniciaremos inmediatamente con la discusión de lo bello. Sócrates hace múltiples y persistentes intentos por llegar a un nivel superior de abstracción en cuanto a la concepción de lo bello que tiene Hipias. Le plantea un problema cuando después de un discurso un hombre que le preguntó “¿quién te enseñó, Sócrates, lo que es bello y lo que es feo? ¿Podrás decirme qué es lo bello?” (Platón, 1962, p.328). Sócrates no supo cómo responderle al hombre—o así lo cuenta—y le suplica a Hipias que le enseñe qué es lo bello para poder darle una respuesta al hombre que escuchaba su discurso. Entonces empieza el diálogo entre Sócrates e Hipias, con las premisas de que si una persona es sabia, sólo lo puede ser mediante la sabiduría y que lo bueno solo lo es mediante el bien. Luego establecen que el bien y la sabiduría son cosas reales. De igual forma lo que es bello lo es mediante lo bello, pregunta Sócrates a Hipias. Hipias le contesta afirmativamente y afirma también que lo bello es una cosa en sí. Ahora surge la gran pregunta: ¿qué es lo bello? Hipias parece no distinguir la diferencia entre las dos preguntas, parece creer que preguntar por lo que es bello—o las cosas bellas—es lo mismo que preguntar por lo bello. Sócrates le aclara la distinción y ahí es donde Hipias nos dice que lo bello es una mujer hermosa. Henos aquí, entonces, con el problema: Sócrates se hace la pregunta a sí mismo, fingiendo ser el hombre que lo cuestionó, “… las cosas que tú dices ser bellas, si lo bello es alguna cosa, ¿serán bellas por lo mismo? Ahora nos daremos cuenta—si no ha pasado ya—que Sócrates busca una respuesta con un alto nivel de abstracción. Quiere saber qué es eso a lo que llamamos bello. No qué son las cosas bellas, sino qué es lo que las hace bellas. Aquí parece entrar la discusión en cuanto al relativismo de las cosas bellas, pues si comparamos un vaso o una marmita bella a una hermosa mujer, los utensilios quedan despojados del adjetivo bello, pero lo mismo le pasaría a la hermosa mujer si se le compara a una diosa. Y es así como Sócrates descarta la definición de bello que dio Hipias al principio, en cuanto que lo bello es una joven hermosa. Hipias luego llegará a la conclusión de que lo bello es el buen comportamiento, ser rico, verse honrado por los griegos, alargar mucho la vida, y en fin, recibir de tu posteridad los últimos honores con la misma piedad y la misma magnificencia con que han sido dispensados a sus padres y a sus mayores (Platón, 1962, p.334). Sin embargo, Sócrates le hace ver a Hipias, siempre figurando ser el hombre que le hizo la pregunta a él, que no está dando una respuesta a la pregunta por lo bello, sino por las cosas bellas. Luego, Hipias llega a la conclusión de que lo bello es lo conveniente. Pero Sócrates cuestiona si esta conveniencia que hace bellas las cosas no es sino una belleza aparente, si no son un engaño o una ilusión. Pero Sócrates quiere llegar a saber qué es lo que hace las cosas verdaderamente bellas y no aparentemente. A esto responde Hipias que en cualquier lugar que se encuentre la conveniencia o la buena proporción hace que las cosas sean bellas realmente. Pero Sócrates le replica que si lo conveniente da solamente a las cosas la apariencia de la belleza, no es eso lo bello porque lo bello no puede ser la causa de la ilusión y a la vez ser causa de la verdad. Entonces Hipias conviene en que lo bello no es lo conveniente, pues la conveniencia es la causa de la apariencia de lo bello. Se explora ahora entonces la posibilidad de que lo bello sea lo que nos es útil y es precisamente en esta argumentación donde Sócrates le propone a Hipias que la cosa más bella del mundo es la ciencia y la ignorancia la más fea. Aquí ya podemos ver una relación entre la relación que existe entre la estética y la epistemología con las categorías doxa y episteme. Otra manera en que Sócrates indaga en lo bello es relacionándolo con el bien. Sin embargo, él—y también Hipias—llegan a la conclusión de que si lo bello es causa de lo bueno, lo bueno va a ser efecto de lo bello. Pero no pueden decir entonces que lo bello sea lo bueno porque si uno (lo bello) es causa del otro (el bien) entonces no son la misma cosa. No puede ser que la causa de una cosa sea el efecto de sí misma, nos plantea Sócrates. Entonces, después de descartar que lo bello no es ni lo útil, ni lo ventajoso, ni lo que produce el bien se preguntan si podría ser lo que produce el placer. Pero esta definición de lo bello llega a caer en la misma falencia del anterior, en la cual la causa de una cosa no puede ser el efecto de sí misma, además de que se cuestiona Sócrates si se toman en cuenta sólo los sentidos de la vista y del oído y si los placeres de cada uno son de carácter excluyente o si pueden estar los dos a la vez juntos. Sócrates e Hipias convienen, finalmente, en que se pueden juzgar como agradables todos los placeres considerados como un solo conjunto. Es decir, no son bellos los placeres cada uno en particular, sino que ambos comparten—o tienen en común—eso que los hace bellos. Todavía no han encontrado lo que es bello y parece que no lo hicieron porque el diálogo termina con Sócrates comprendiendo un proverbio popular “las cosas bellas son difíciles” (Platón, 1962, p. 348). En cuanto a algunas categorías que han surgido a lo largo del diálogo hemos mencionado dos de manera específica: doxa y episteme. Estas dos categorías son cruciales en el sistema filosófico de Platón. La doxa, que significa opinión (Abbagnano, 2004), es relacionada con la ignorancia, en este caso por Sócrates. Episteme es un saber fundamentado, cierto y estable, muchas veces relacionado con la ciencia (Abbagnano, 2004), y en el Hipias Mayor, no es la excepción. Otra relación muy clara que se hace entre dos categorías está entre lo bello y lo bueno, que para Platón vendrían siendo casi lo mismo. Según Abbagnano (2004), “Lo B.[ello] como manifestación del bien es la teoría platónica de la belleza” (p. 128). Y para Platón el bien es “lo que da la verdad a los objetos cognoscibles, el poder de conocerlos al hombre, luz y belleza a las cosas” (Abbagnano, 2004, p.130). Así, vemos como hay una interrelación en la metafísica platónica entre lo bello y el bien, categorías bastante abstractas. Sin embargo, en este diálogo, parece nunca aterrizarse en una respuesta clara a la pregunta del diálogo: ¿qué es lo bello? Referencias Abbagnano, N. (2004). Diccionario de filosofía. D.F., México: Fondo de Cultura Económica. Beardsley, M.C., y Hospers, J. (2007). Estética. Historia y Fundamentos. Madrid, España: Cátedra colección teorema Platón (1962). Diálogos. D.F., México: Editorial Porrúa