Вы находитесь на странице: 1из 23

Violencia sexual a mujeres afrocolombianas de Tumaco con ocasión del conflicto

armado.

Por: Helga Natalia Bermúdez P.

En este documento se exponen algunos de los resultados de la Consultoría de


“Apoyo a la documentación y el análisis de casos de violencia sexual en contextos étnicos
para el Informe Nacional sobre Violencia Sexual en el marco del conflicto armado a cargo
del Centro Nacional de Memoria Histórica-CNMH”, realizada por la Organización
Internacional para las Migraciones-OIM; a partir de los casos documentados sobre las
formas de violencia sexual ejercida por los actores armados en comunidades étnicas, los
fines que la violencia ha perseguido, los daños específicos que ha causado y las formas de
resistencia frente a ellas.

El texto se concentra en narrar desde una perspectiva de memoria histórica las


experiencias de las mujeres afrocolombianas de Tumaco-Nariño1, con relación a hechos
asociados al conflicto armado y a la violencia sexual. El desarrollo de esta consultoría para
el INVS en Tumaco contó con la participación de la Mesa Municipal de Mujeres de
Tumaco y de la Asociación de Lideresas del Pacífico Nariñense-ASOLIPNAR para la
conformación del grupo de mujeres participantes de los encuentros de memoria y de las
entrevistas, quienes con generosidad nos aportaron sus experiencias de dolor y de
sobrevivencia como víctimas de violencia sexual, aún en contra de los temores y riesgos
que implica saberse y estar en medio de las confrontaciones de los grupos armados en el
territorio.

De esta forma, en la primera parte del escrito presento algunas generalidades sobre
las dificultades y los retos que implicó documentar casos de violencia sexual en medio del
conflicto armado en el contexto territorial de Tumaco; en un segundo momento describo
ciertas características de la violencia sexual hacia mujeres afrocolombianas desde las
memorias de las mujeres participantes del proceso; en el tercer aparte describo algunas de
las afectaciones psicosociales de las mujeres afro; y finalmente presento las acciones de
sobrevivencia desplegadas por las víctimas de violencia sexual.

I. Narrar la violencia sexual en medio del conflicto armado

Hacer memoria de la violencia sexual en medio del conflicto armado no es un


asunto fácil de tratar ni de sobrellevar en Tumaco, en tanto la población en general, y las
mujeres en particular son controladas por los actores armados que dominan el territorio en
lo rural y en lo urbano, de tal modo que salir, reunirse, acompañarse de “extraños”, o
frecuentar ciertas entidades, organizaciones o instituciones fueron actitudes leídas con


Consultora OIM para el Informe Nacional de Violencia Sexual del CNMH en contextos étnicos. 2015.
1
El trabajo de campo (encuentros de memoria histórica y documentación de casos de violencia sexual por
medio de entrevistas cualitativas) de esta Consultoría se realizó entre mayo y noviembre de 2015. Y contó con
la participación de 26 mujeres afrocolombianas entre los 17 y 60 años, de las zonas rural y urbana del
municipio de Tumaco-Nariño.

1
renuencia por parte de los grupos armados posdesmovilización paramilitar y de la guerrilla
que perviven en la zona y dominan los negocios de la guerra y del narcotráfico.

Es así como en el transcurso del trabajo de campo las mujeres fueron interrogadas
por hombres de los grupos armados sobre la naturaleza e intenciones de nuestras reuniones.
En los primeros encuentros hombres que acompañaban a sus “mujeres” custodiaron “de
lejos” algunas actividades, e inclusive las mismas mujeres de la zona, no descartaron
posibles “infiltradas”. Esto hizo que por momentos, reconocernos y afianzar el espacio
como un grupo de apoyo mutuo (metodológicamente) seguro y confiable, se convirtiera en
todo un reto; puesto que nos implicó la cautela, prudencia y cuidado con lo que decíamos;
mientras que íbamos, con el respaldo de las lideresas, consolidando el espacio con
participantes reconocidas en el ámbito organizativo de Tumaco.

Sin embargo, su interés por participar de espacios alternativos a los de la guerra,


salir de sus casas y encontrarse con sus vecinas, parientes y coterráneas y hablar en voz
baja pero valientemente sobre todo lo que ha pasado y pasa en su contexto, revela el
carácter firme y resistente de estas mujeres, quienes decidieron aportar con sus voces y sus
experiencias a la memoria histórica del país. A las mujeres y lideresas de Tumaco mi
reconocimiento por hacer de sus vidas un ejemplo de lucha y de resistencia pacífica en
contra del conflicto armado.

Hacer memoria de la violencia sexual en medio de la guerra nos invita


entonces a dejarnos guiar por las mujeres y las victimas sobre los lugares, los momentos y
las precauciones para movilizar las narrativas memorísticas; además nos invita a tener la
certeza de que en lo íntimo y en lo privado se gestan grandes manifestaciones de resistencia
y de alternativas de vida que sobreviven a los momentos más adversos y angustiantes de la
confrontación armada, lo cual demuestra sin duda que los guerreros aún no tienen la última
palabra.

Puesto que, no fue fácil para las mujeres hacerle frente a las preguntas y vigilancia
de los grupos armados como las FARC, los Rastrojos y las Autodefensas Gaitanistas de
Colombia (Verdad Abierta, 2014 y 2016) en medio del despliegue de una serie de actos
violentos como voladuras de oleoductos, cortes de energía eléctrica, cierre de vías,
detonación de artefactos explosivos 2, además del asesinato de líderes y lideresas de
organizaciones sociales y de restitución de tierras3, que hicieron evidente su presencia y

2
“Hacia el lado del aeropuerto se siente inseguro porque a “ellos” [guerrilla FARC} se les ha dado en estos
días [julio 2015] por atacar a la policía y al ejército, y como ahí está el ejército, tienen su base ahí al lado del
aeropuerto y al frente está la base de los policías, entonces siempre están atacando y colocando las bombas
ahí. Y los que están prestando guardia, están arriba en unas partes estratégicas y ellos sacan las bombas y las
llevan hacia atrás, hacia el lado del Morrito y Brisas las llevan a desactivar, entonces uno está con ese sonido
constante, y bum, bum, hace como 4 noches atrás nos detonaron como 7 bombas y eso sonaba como una
ráfaga de metralleta, son cosas horribles. Estamos viviendo en un entorno inseguro, pero allá en esos barrios
es más porque uno no sabe dónde las puedan dejar. Es muy peligroso, allá hay un peligro inminente, en
botellas plásticas meten las bombas. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco, 13 de agosto
2015)”.
3
En el 2015 el caso más conocido fue el homicidio de Genaro García, líder comunitario y representante legal
del Alto Mira y Frontera asesinado el 3 de agosto por la columna móvil Daniel Aldana de las FARC. Ver:
http://www.verdadabierta.com/desde-regiones/5910-las-muertes-de-lideres-son-excesivas-en-tumaco

2
lucha por el dominio territorial del municipio, poniendo en riesgo a la población civil y el
orden público4.

De este modo, en Tumaco asegurar el negocio del narcotráfico, controlar el


territorio y disponer de los recursos naturales, se ha traducido en la lucha armada que ha
dejado como saldo el asesinato selectivo de personas de la comunidad, torturas por
retaliaciones, desapariciones, desplazamiento forzado, reclutamiento ilícito y violencia
sexual (Fundación Ideas para la Paz, 2014). Sin distinción las mujeres participantes
aseguraron que todas estas formas de violencia las han afectado notablemente y han sido las
causas de su sufrir.

Para las mujeres, ejercer liderazgos, ayudar a otras, denunciar hechos de violencia
sexual o hablar de sus propias experiencias se han convertido en las razones por las cuales
son perseguidas, amenazadas, hostigadas, desplazadas o violentadas sexualmente por parte
de los grupos armados5. Situaciones que dificultan visibilizar la violencia sexual como un
delito vigente en Tumaco con ocasión del conflicto armado. Por ejemplo, en Tumaco
mujeres y lideresas de organizaciones sociales refirieron que luego de jornadas de denuncia
o de declaración masivas de casos de violencia sexual algunas mujeres que participaron de
las mismas fueron amenazadas e inclusive violadas nuevamente por actores armados como
castigo por atreverse a denunciar o con frases como “ahora sí vaya y denuncie violencia
sexual” (Notas de campo, Tumaco, 2015).

Y es que en Tumaco el conflicto armado y la disputa territorial la guerrilla y los


grupos posdesmovilización han librado enfrentamientos en las zonas rural y urbana desde
el año 2010 para hacer de los barrios y las veredas (organizadas por Consejos
Comunitarios) sus fortines y reservas de armas y guerreros, volviéndose los “jefes” de la
zona que imponen las “reglas de facto” y perpetúan “su orden armado”.

4
Al respecto ver:
Eltiempo.com. 27 mayo 2015. En Tumaco, preocupados por recrudecimiento de atentados. Ante la situación,
las autoridades decidieron incrementar los puestos de control y de patrullajes.
http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/preocupacion-en-tumaco-por-continuos-
atentados/15841223
Elespectador.com. 28 mayo 2015. Esta semana se han presentado cuatro atentados en el puerto. La guerra se
ensaña con Tumaco. Tras el levantamiento del cese unilateral del fuego por parte de las Farc, el municipio
nariñense sufre, de nuevo, con el azote de la violencia. http://www.elespectador.com/noticias/judicial/guerra-
se-ensana-tumaco-articulo-563026
Elpaís.com. 02 junio 2015. Dos atentados se registraron en Tumaco en la madrugada de este martes
http://www.elpais.com.co/elpais/judicial/noticias/dos-atentados-registraron-tumaco-madrugada-este-martes
Elespectador.com. 09 junio 2015. Ataque contra oleoducto en Tumaco provoca emergencia ambiental. Las
autoridades tratan de establecer la autoría del hecho, que generó derrame de crudo sobre el río Caunapí.
http://www.elespectador.com/noticias/nacional/ataque-contra-oleoducto-tumaco-provoca-emergencia-ambie-
articulo-565271
5
Las experiencias de las mujeres que conforman la Asociación de Mujeres Afro por la Paz-Afromupaz,
constituyen un caso emblemático de la violencia sexual ejercida en contra de lideresas de organizaciones
locales por parte de grupos paramilitares en Chocó, quienes para evitar que ellas les hicieran oposición las
violaron, las insultaron con frases racistas, fueron estigmatizadas como guerrilleras, por lo cual las violaron
para sacarles información, para humillarlas, castigarlas y ratificar su poder en el territorio. La violencia sexual
y el desplazamiento se usaron con la intención de destruir esta y otras asociaciones de mujeres. (Marciales,
2013).

3
Algunos barrios de Tumaco como la Ciudadela, Nuevo Milenio, Buenos Aires y
Viento Libre, se convirtieron en las bases de operación de los grupos armados, estos barrios
se catalogaron como sus territorios, marcados por fronteras invisibles que impidieron el
paso de extraños o de la fuerza pública y que desembocó en hostigamientos, combates
permanentes y regímenes del terror (Fundación Ideas para la Paz, 2014, páginas 22-23).
En los cuales las mujeres desempeñaron papeles importantes como cómplices o
aliadas de los armados en los territorios para realizar labores de inteligencia y de
reclutamiento de niñas para la satisfacción sexual de los comandantes, tal como lo reveló la
Mesa Municipal de Mujeres de Tumaco: “Miren que la violación se da porque también las
mujeres de los comandantes de estos grupos se vuelven captadoras de niñas para conformar
grupos de niñas adolescentes para que le sirvan a estos grupos en sus fiestas y cogen a las
adolescentes y se las llevan de carnada para ellos y les dan dinero para regresarlas, a veces
vuelven unas a veces no”. (Mujer afrocolombiana, Conversatorio de Memoria con lideresas
de la Mesa Municipal de Mujeres de Tumaco, 12 de agosto 2015).

También en este contexto de dominio armado en Tumaco, las mujeres han sido
violentadas sexualmente por hombres que ostentan algún grado de poder en el territorio.
Así lo vivió Marcela del barrio La Florida quien en el 2012 fue violada por hombres de la
guerrilla. La joven vendía minutos de celular en el puente de El Morro, frente a la zona de
discotecas, y un día del fin de semana cuando iba sola para la casa a las 3 de la mañana, 5
hombres de su barrio de los "grupos ilegales de la guerrilla", se empezaron a secretear
cuando ella pasó y a uno al que conocían con el alias de El Cuero que era el "dueño de la
zona" se le acercó, la empujó y la empezó a golpear, le pisó uno de sus brazos y otro llegó y
le pegó en el estómago, después de eso la llevaron a un "chucho" y la violaron, "me
agarraba uno cuando terminaba me cogía el otro, salía y me agarraba el otro, salía y me
agarraba el otro, me sostenían y entraba uno y salía otro, entraba uno y salía otro".
Mientras la violaban la golpeaban todo el tiempo y le decían que se callara, que no llorara
"y cuando ya terminaron El Cuero le puso un arma en la cabeza y la amenazó con no hablar
porque si lo hacía mataban a su familia.

Marcela luego de ser violada, llegó a su casa y no le dijo a nadie lo que pasó,
solamente lloraba en secreto: "ya en mi cama lloraba pero despacio para que no me
escuchara mi mamá"; y se enfermó de fiebres altas, dolor de cabeza, no comía ni se
levantaba de la cama. Ella nunca le contó lo que pasó a ninguna persona de su familia por
temor y por vergüenza de ser señalada. Luego de los hechos Marcela se fue para Cali y
regresó a Tumaco cuando se enteró que a algunos de los agresores los habían matado y
otros se habían ido de la zona. Como producto de esta múltiple violación Marcela quedó
embarazada de su última hija, quien ahora tiene 2 años de edad. (CNMH, entrevista a
Marcela, Mujer afrocolombiana, Tumaco, 06 de octubre 2015).

En el relato Marcela afirmó que al igual que a ella a muchas otras jóvenes y mujeres
del barrio les pasó lo mismo con esos hombres, ella conoce algunos casos de amigas o
familiares que también fueron violadas, lo cual ilustra la situación de las mujeres de


Nombre cambiado para conservar el anonimato solicitado por la mujer afrocolombiana que aportó su
testimonio.

4
Tumaco en los barrios que se han convertido en territorios en disputa entre bandas
criminales posdesmovilización y la guerrilla de las FARC; y demuestra cómo la violencia
sexual es una forma de establecer y preservar el dominio armado en los barrios por parte
del grupo imperante, en este caso la guerrilla.

Ellos llegan con unas normas e imponiendo orden infundiendo temor como: no se puede
salir a tal hora, no puede estar en una esquina siendo esto una atropello porque ellos si pueden estar
en las esquinas y salir. El tejido social familiar se va desquebrajando por el solo hecho de pertenecer
a un territorio. (Mujer afrocolombiana, Conversatorio de Memoria con lideresas de la Mesa
Municipal de Mujeres de Tumaco, 12 de agosto 2015).

II. Violencia sexual hacia mujeres afrocolombianas de Tumaco

La violencia sexual hacia las mujeres afrocolombianas de Tumaco y de otras


ciudades del país como Buenaventura y Quibdó, revelan que en estos contextos de disputa
armada y de control de la economía de la guerra en territorios de interés comunitario, se
entrecruzan distintos factores como la expropiación-apropiación de la tierra, y la relación
entre las categorías sexo-género-raza6, por lo cual la violencia sexual en los contextos
étnicos se torna multicausal.

La violencia sexual en contra de las mujeres afro tiene sus antecedentes en la trata
transatlántica de negros esclavos a las Américas. Desde aquí bien la híper sexualidad que se le otorga
a los cuerpos negros. Cuerpos salvajes que funcionan para generar algún beneficio, en principio
económico, productivo y luego de satisfacción sexual a los hombres dueños de las esclavas negras.
Esta ha sido una práctica heredada en países de conquista y colonia como Colombia. Los cuerpos
negros son deseados no solo por los atributos físicos o sexuales sino por la sensación de poder que
genera en el otro dominar o doblegar esto que para él es salvaje, impetuoso, rebelde. (Conversación
Coordinadora Género CNOA. Bogotá D.C., 30 de julio de 2015).

Con esta declaración de la Conferencia Nacional de Organizaciones


Afrocolombianas-CNOA, se ponen en juego algunas de las características y condiciones de
posibilidad que han confluido históricamente y en el marco del conflicto armado para que
las niñas, jóvenes y mujeres negras sean violentadas sexualmente no solo por hombres
armados, sino también por sus parejas, esposos, patronos o jefes, quienes se han otorgado el
“derecho” de disponer de los cuerpos de las mujeres como propios para satisfacer sus
deseos de todo tipo.

Situar la violencia sexual en tiempos remotos como la época de la Conquista y la


Colonia implica reconocer que perviven en los representaciones sociales discursos
hegemónicos sobre los cuerpos de las mujeres afrocolombianas (Hernández Kattya, 2010)
que las narran como seres humanos inferiores, no civilizadas, es decir salvajes, impetuosas,
fogosas. Además de gozar de extraordinarios atributos físicos-sexuales, “reduciendo a las
mujeres afro a objetos sexuales, mediante la manipulación de sus cuerpos como de libre

6
“La estructura social, racial y sexualmente jerárquica que caracteriza a la sociedad colombiana, subyace a la
dinámica del conflicto armado y profundiza las afectaciones sufridas por las mujeres afrocolombianas y las
organizaciones que defienden sus derechos, razón por la cual la violencia sexual ejercida contra ellas no sólo
es una expresión de la violencia de género sino del racismo estructural. (Marciales, 2013).

5
“acceso” y siempre dispuestos, además, a proporcionar placer” (página 15). Estas etiquetas
impuestas a las mujeres negras en contextos de discriminación social, exclusión económica
y conflicto armado como el que viven las mujeres de Tumaco (“geografía racilaizada”7)
han provocado hacia ellas múltiples violencias y sometimientos por ser mujeres y negras8.
Yesenia una joven de Tumaco fue violada en el 2013 por dos guerrilleros en zona rural del
municipio para castigarla, corregirla y someterla por “aletosa 9”, además porque “estaba
como buena” y su marido no se encontraba en casa 10.

Me fui a terminar de hacer el oficio en la casa a las diez, y me puse a hacer el almuerzo
porque mi marido volvía a almorzar, yo me quedaba sola en la casa, y como por allá es zona
guerrillera, allá los que viven son guerreros. En esas llegaron dos señores, dos encapuchados con
uniforme verde, pues yo pensaba que eran militares por el uniforme, y llegaron y me preguntaron
que con quien vivía yo ahí, que de quien era esa finca, yo le expliqué que era del patrón, pero el
señor se iba para el Ecuador, él se iba y nos dejaba a nosotros viviendo ahí, entonces yo le dije que el
señor no se encontraba y que mi esposo estaba trabajando más adentrico de donde estaba yo.
Y ese señor empezó como a enamorarme y yo me quede extrañada y le dije no. Me decían
que usted está muy bonita y todo y le dije no, y yo con miedo porque es gente con armas y todo,
entonces le dije no, y así ya me puse intensa porque no veía la hora que mi esposo llegara porque
estaba sola en esa casa; entonces el señor ya cuando me fui yo, porque yo traté como de ignorarlo,
como de que hablaba y yo no pararle bolas y ya estaba yo asustada, en esas el señor me dice ay no,
vos sos como muy aletosa ¿Yo aletosa? No, pues yo a él le hablaba como despacio al señor como
para que no me fuera a hacer nada.
En esas ellos dos se empezaron como a secretiar yo que los piecitos me temblaban acá me
temblaban, esa fue, o sea la expresión más fea que tuve; entonces el señor me dijo un poco de
palabras, ese señor se metió como tratando de amedrentarme y yo le dije -mire señor a mi respéteme
que yo a usted no le hecho nada malo, ustedes me están hablando y estoy respondiéndoles, y en esas

7
“La denominada “geografía racializada” referida, en palabras de Mosquera Rosero-Labbé & Rodríguez
Morales, (Ob.cit:748) a la “disparidad de condiciones económicas, sociales, políticas, culturales y
ambientales, entre las regiones del país habitadas por mayorías afrocolombianas, negras, raizales y
palanqueras, y las demás regiones del país que han concentrado históricamente el poder económico y
político”; y la invisibilidad estadística de la población afrocolombiana, la cual limita la posibilidad de
construcción de políticas públicas en su favor”. (Marciales Carmen, 2013, página 32).
8
“La idea de raza ha sido el dispositivo de dominación social más eficaz de los últimos 500 años (Quijano,
2000 citado en Chalá, 2006:63), pues ésta ha traspasado las fronteras del tiempo y se ha instaurado también en
las sociedades contemporáneas de Latinoamérica en donde los pueblos indígenas, y sobre todo los pueblos
afrodescendientes han sido y siguen siendo explotados, excluidos y calificados como los “otros” desde los “no
negros – no indios”. Muchos de los imaginarios y valores del racismo de la época colonial se han perpetuado,
haciéndose presentes en los procesos regionales de constitución de los Estado-nación, para enraizarse en
nuestros días (…) En la época colonial, bajo el sistema esclavista, hombres y mujeres “negros/as” fueron
reducidos a “objeto”: constituyeron, para los estratos dominantes, una “mercancía” y una “cosa” con valor de
uso y de cambio para la producción de bienes y servicios (en el caso de hombres y mujeres), y, con valor de
uso y de gozo ajeno (en el caso de las mujeres)18. “El color de la piel adquirió [así un] valor de símbolo… el
color negro se convirtió en símbolo de desposeimiento, impotencia política, fealdad física y moral, atributo
congénito de la barbarie y el „primitivismo africano‟…” (Depestre, 1977 citado en Chalá, 2006:70), y el
cuerpo femenino negro en símbolo de placer para el “amo” y en “significante del pecado” para su “ama”
(Fernández-Rasines, 2001).” (Hernández Kattya, 2010, páginas 20-21).

Nombre cambiado para conservar el anonimato solicitado por la mujer afrocolombiana que aportó su
testimonio.
9
En el contexto de Tumaco significa peliona, rebelde, contestona, altanera, entre otras.
10
Según la Defensoría del Pueblo (2011 a) la lectura que hacen los agresores de las mujeres solas, se
convierte en un factor de vulnerabilidad a la violencia sexual, ya que “los actores armados perciben a estas
mujeres indefensas y desprotegidas y se sienten en la libertad de tomarlas como su propiedad ya que “no son
de nadie” (página 78).

6
el señor me pega un golpe, o sea él tenía un revolver que cargaba como si fuera un fusil, acá tenía un
revolver, y me pega un golpe, yo caigo al piso y se me van las luces, ya cuando me voy a ir no se la
razón porque él me da, sino que así de repente y ya empieza como a sacarme la madre, mejor dicho,
yo pues con ese temor porque son dos hombres armados, estos van es a matarme a mi aquí.
Que no boba, que hay que gozar con boba decía y yo conmigo, yo lloraba pidiéndole ay por
favor, lo que me paso fue realmente tenaz, esos hombres me subieron a la casa y yo dando trabajo,
con el machete que cargaban me rompieron la ropa que tenía puesta, fue algo, vea, una cosa es contar
y una cosa es vivirla, que uno se va, digamos así, de su pequeño hogar a otra parte a trabajar como a
querer sustentarse más y usted no sabe qué se va a esperar allá.
Me dejaron inconsciente, porque abusaron de mi varias veces, mire que me pegaban en la
cara, me pegaban en la cara, porque la cara me ardía y así botando sangre, me pegaban en la cara; se
fueron, realmente yo quede destrozada, no podía parar, no podía pararme estaba mal, lloraba nadie
me escuchaba porque era una casa sola, una finca lejos, un caserío lejos sola, en el momento que dan
las doce llega mi esposo, digo yo que él se queda aterrizado porque el fogón apagado, no ve ollas, no
se ve rastro de mí, él sube a la casa eso parecía un burda, prácticamente yo desmayada, porque él me
hablaba y yo no podía responderle. (CNMH, entrevista a Yesenia, mujer afrocolombiana, Tumaco,
04 de noviembre de 2015).

Este caso pone en escena las representaciones de hombres guerreros-victimarios


frente a mujeres indefensas-víctimas que deben acatar las órdenes de los armados, y
satisfacer sus deseos, demostrando sumisión, temor y respeto hacia ellos. También se
evidencian afectaciones personales y familiares de la violencia sexual, ya que Yesenia fue
maltratada, insultada, golpeada y herida. Su esposo llegó a medio día a la casa la encontró
en ese estado y la ayudó. Momentos después llegaron de nuevo los guerrilleros a
insultarlos, él los enfrenta y les reclama lo que hicieron, por lo cual ellos lo golpean y
desplazan a la pareja, amenazándolos de muerte.

Las mujeres participantes indicaron que reconocen que el ser mujeres y negras
(matriz sexo-género-raza) se constituye en un mundo que elimina las diferencias en un
factor de vulnerabilidad y de exclusión, en el cual es posible ser violentadas sexualmente
como símbolo del dominio y del poder que otros les quieren imponer.
En algunos de los relatos las mujeres afro de Tumaco, hicieron notar que desde la
mirada de personas mestizas o blancas, la población negra es apetecida como fuerza de
trabajo que se puede comercializar o de la que se pueden adueñar. Las participantes
testimoniaron cómo mujeres de otros lugares venían por ellas para llevarlas con engaños a
sus casas como empleadas. De esta forma, ser mujer afro también implica cargar con un
legado histórico de exclusión y esclavitud que asocia [como si fuera natural] a las mujeres
negras como buenas para el trabajo, fuertes, buenas cocineras y hasta buenas amantes. En
el conflicto armado estos estereotipos sobre las mujeres son algunas de las razones por las
cuales las reclutan o las utilizan para beneficios de los grupos armados.

Las mujeres afrocolombianas narraron en detalle múltiples violencias que ha sufrido


desde niñas en sus hogares, especialmente golpes, malos tratos y humillaciones de género,
que se acompañan de violencia sexual en algunos casos.
Los padres o esposos de las mujeres ejercen sobre ellas un dominio violento,
situándolas en un lugar marginal y servil en las relaciones del hogar, ellas están destinadas
a tener o a criar los hijos, trabajando de muchas maneras para lograrlo.
Frente a esto las mujeres indicaron que las violaciones o abusos sexuales que han
padecido también fueron cometidos por hombres de la zona, vecinos, patronos, familiares o

7
parientes que aprovechándose de sus estados de „indefensión‟ o de soledad las tomaron a la
fuerza.

En el caso de las mujeres afrodescendientes, los anteriores factores [ligados a los


estereotipos de género] se ven potenciados por la existencia de estereotipos en torno a su cuerpo y al
ejercicio de la sexualidad. Las mujeres de Afrodes sostienen que los imaginarios racistas produjeron
un conjunto de estereotipos sobre la mujer negra en los que están presentes juicios en torno a [su]
cuerpo que siguen siendo usados como justificación en todo tipo de prácticas y delitos contra los
derechos sexuales y reproductivos. (…) Específicamente, la experiencia de la esclavitud implicó la
adopción de un conjunto de violencias que consolidaron la representación de la mujer
Afrodescendiente como “objeto sexual” (Afrodes, 2008: 9 y 29), [como mercancías sobre quienes
sus patronos ejercían el derecho de propiedad, incluido el atributo de usarlas y disponer sexualmente
de ellas]. (Defensoría del Pueblo, 2011 a, página 74).

Sobre este tema Afrodes indica que las mujeres afrocolombianas en las ciudades,
por fuera de sus territorios, son víctimas de acosos y abusos sexuales por parte de los
hombres, ya que existe el estigma y la idea de que las negras “son ricas”, “buenas en la
cama” o “calientes”, calificativos que las deja en situación de vulnerabilidad por su raza, su
género y la forma de sus cuerpos, altamente sexualizados en contextos urbanos. Para las
mujeres negras la hipersexualización de sus cuerpos dada por los imaginarios sociales ha
hecho que tengan que recurrir a cambios en sus formas de vestir y restringir sus gustos
personales para protegerse. Se cree que la violencia sexual solamente existe en los lugares
donde operan los grupos armados. Sin embargo, Afrodes considera que esta es una tensión
permanente en los lugares donde viven las mujeres Afros, ya que sus cuerpos son
significados y vistos como objetos sexuales. Lo cual genera, restricciones en las formas de
vestir y de sentir de las mujeres negras. (Reuniones con Afrodes, Bogotá D.C., 20 de marzo
y 17 de abril de 2015).

Las subjetividades afro se narran no solamente desde el lugar de las mujeres como
victimas sino desde el lugar de los hombres como victimarios, es decir que en medio de las
prácticas de la guerra y de los discursos raciales, coloniales y bélicos, quienes violan a las
mujeres negras en la mayoría de ocasiones son hombres negros que se adscriben a estos
discursos de dominación y violencia, por tanto es de considerar que el conflicto armado en
Colombia traspasa la frontera explicativa de una guerra étnica o racial11 en contra de la
población afrocolombiana, sino que se sustenta en ideologías e intereses económico-
políticos como las consignas de hombres [y mujeres] de piel de diversos colores que
batallan en contextos particulares, como en este caso el municipio de Tumaco-Nariño.

Violencia sexual y territorios afro

11
“La violencia sexual se produce con una clara intención de sometimiento y objetivación de las mujeres. En
el caso del conflicto armado colombiano, este carácter tradicional de la violencia sexual se profundiza y se
retroalimenta de la lógica de erradicación del enemigo y de deshumanización del adversario, utilizando a la
población civil como blanco (…) el feminismo encuentra en la violencia sexual que se presenta en los
conflictos armados una reinstalación de la dominación masculina en la estructura social en la que se inserta la
guerra, y una exacerbación de las relaciones de subordinación entre hombres y mujeres sobre la que se
sustentan las sociedades patriarcales. [Por lo cual] pese a la mayor afectación de poblaciones indígenas y
afrocolombianas, en el país no es posible afirmar que estamos en una confrontación étnica”. (Corporación
Sisma Mujer, 2009, página 30).

8
Bajo este contexto de sometimiento y exclusión histórico y cultural de las mujeres,
es importante señalar que las poblaciones afrocolombianas han estado expuestas a la
violencia (homicidios, desapariciones, desplazamiento y violencia sexual) de los grupos
armados porque habitan los territorios que entre ellos se disputan. Territorios ancestrales
que pertenecen a las comunidades afro según la reglamentación de la Ley 70 de 1993
(CNMH, 2013, página 332).
La violencia sexual hacia las mujeres es una expresión del dominio que los grupos
armados posdesmovilización y la guerrilla han instaurado en Tumaco, por lo cual a los
imaginarios sociales respecto de las mujeres negras, se suma la idea de que el territorio es
disputable y apropiable. Por ende, las mujeres, sus familias y comunidades se han visto
obligadas a desplazarse y se han visto expuestas a actos de violencia sexual que las
intimidan u obligan a acceder a la “voluntad” de los grupos armados.

Según la Asociación Nacional de Afrocolombianos Desplazados-AFRODES


(2009), la violencia sexual en contra de las mujeres afrocolombianas se asocia con la
modalidad del desplazamiento forzado, es decir que hay una correlación entre la violencia
sexual y el desplazamiento de las mujeres de sus territorios de origen; ya sea en la
ocurrencia misma de los hechos que produjeron el éxodo o por los contextos de los lugares
de recepción a los que arriban las mujeres.

La vigencia del conflicto armado, de la guerra en sí misma como la relación entre


los actores armados y la población civil se convierten en el escenario perfecto para que
algunos jefes o comandantes satisfagan sus deseos personales, exacerbando su lugar de
dueños o patrones de los territorios y haciendo lo que quieren, no solo como parte de su
dominio territorial en el conflicto sino también como el resultado de conjugar sus deseos
con su lugar en la guerra. En el sufrimiento y el dominio de la población hay goce, por el
placer que otorga el despliegue del poder, del dominar y no tener „freno‟.

En los casos de las mujeres negras prevalece la violencia sexual como el resultado
de una práctica sistemática de dominación territorial. Los cuerpos de las mujeres son
usados como medios para la guerra, se esclavizan para sus objetivos, como amos y señores
de las mujeres. A esto se suman prácticas cotidianas de golpes, maltratos, abusos y
amenazas. Las mujeres son violadas por habitar territorios en disputa, en las luchas por
conquistar y dominar también se conquistan y dominan las mujeres, se mueven, se usan, es
como si se mantuviera de telón de fondo la idea de esclavitud, la población se necesita para,
se usa para algún fin, se abren caminos en los territorios con la violencia, se mantiene el
dominio con la esclavitud de las poblaciones, esclavas del miedo, las formas de salvarse y
de no morir es escapando, hay quienes se rebelan. Los cuerpos se discriminan, se usan para
unos fines específicos, los cuerpos como objetivos de unos amos que los usan para su
satisfacción personal, para su acumulación de „riquezas‟.

En el marco de un escenario de disputa armada por dominar el territorio tumaqueño,


los actores armados al igual que en otras zonas del país, han utilizado la violencia sexual
como un mecanismo para generar actitudes temerosas, „obedientes‟ y silenciosas en las
víctimas y en la población, lo que presupone la imposición y la garantía del „orden‟ que les
interesa para satisfacer sus fines económicos dentro del conflicto.

9
Apropiación de los cuerpos de las mujeres afrocolombianas, relaciones mediadas
por el poder, las armas y el turismo sexual.

Ligado a las acciones de los grupos armados en los territorios para intimidar a las
mujeres y someterlas mediante actos de violencia sexual, las mujeres indicaron que las
condiciones de pobreza y de escasez económica que viven algunas mujeres en las zonas
rurales y urbanas de Tumaco, han favorecido situaciones y hechos de violencia sexual hacia
las mujeres, jóvenes y niñas en aspectos como los acosos sexuales, el ejercicio de la
prostitución como práctica obligada, las relaciones por conveniencia económica con los
hombres armados y el comercio sexual.

Para una lideresa de ASOLIPNAR la pobreza extrema en Tumaco, aumenta los


casos de violencia sexual porque las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes “por sobras de
comida se acuestan con quien se lo ofrece” han encontrado casos de “sexo oral hasta por un
bombón”. Esto favorece el aprovechamiento o la prostitución o comercio sexual con las
mujeres por parte de actores armados, bandas criminales, narcotraficantes o proxenetas que
operan en la zona12. (Conversación lideresa ASOLIPNAR, Tumaco, 05 de mayo 2015).

Por ejemplo, Verónica es una mujer afrocolombiana de 22 años, casada y con una
hija, trabaja recogiendo y vendiendo cacao a empresas chocolateras de Tumaco. A los 13
años el esposo de su abuela materna le ofrecía dinero para que comprara panes o algo de
comida, si a cambio le mostraba sus senos y vagina. Esta situación de pobreza de ella y su
familia, sirvió de condición para que tiempo después, a los 15 años un guerrillero de la zona
de aproximadamente 35 años, la acosara sexualmente. El hombre la besaba a la fuerza y
manoseaba, le ofrecía dinero y le prometía no pasar necesidades, mantenerla, y ayudar
económicamente a su mamá. También la amedrentaba con su arma para que ella accediera
a sus ofrecimientos, específicamente él le decía que “ella debía ser su mujer, que si no era
para él no era para nadie, y que cuando a él le gustaba alguna mujer se la comía”. La joven
relató que el hombre armado con frecuencia la buscaba, la besaba a la fuerza y lastimaba
sus brazos. (CNMH, entrevista a Verónica, mujer afrocolombiana, Tumaco, 09 de
septiembre 2015).

El uso de las niñas en Tumaco, según indicaron algunas lideresas de la Mesa


Municipal de Mujeres, también tiene que ver con la aquiescencia de las madres o familiares
para que las menores de edad sean usadas sexualmente por hombres mayores o actores
armados que pagan por ellas. Los pagos pueden ser dinero o en el contexto de la guerra,
inclusive protección.

En un territorio conocido hay madres que venden a las hijas y las madres son cómplices. Yo
lo viví personalmente. Ella es una cínica porque ninguna madre entrega a sus hijos. Prefiero yo

12
Ver en prensa artículos relacionados: http://www.semana.com/nacion/articulo/violencia-mujeres-
tumaco/361575-3 / http://www.verdadabierta.com/victimas-seccion/desplazados/5397-violencia-impunidad-
y-silencio-impera-en-tumaco /http://www.humanidadvigente.net/comunicados/comunicados/379-
desplazamiento-masivo-y-violencia-sexual-contra-mujeres-en-bajo-comilinche-tumaco-por-incursion-de-
hombres-encapuchados-.html

Nombre cambiado para conservar el anonimato solicitado por la mujer afrocolombiana que aportó su
testimonio.

10
prostituirme. Hay una situación de poder, la señora quiere tener poder porque los actores armados
siempre llegan a enamorar a las hijas y las madres con tal de que se agrande la familia las dejan, son
como alternativa. Hay como un intercambio, la señora entrega a la hija a los brazos del señor y “él
me cuida” y también pueden hacerse cambios económicos. (Mujer afrocolombiana, Conversatorio
de Memoria con lideresas de la Mesa Municipal de Mujeres de Tumaco, 12 de agosto 2015).

Estas relaciones también se dan con miembros de la fuerza pública. Tumaco por ser
un lugar geoestratégico en la economía nacional, y a raíz del conflicto armado que sostiene,
es un territorio con presencia militar permanente, desde el 2011 se han desplegado una serie
de Planes y Tareas de guerra para desarticular las redes de narcotráfico, y las estructuras de
las FARC y los grupos posdesmovilización en el territorio; y esto ha proliferado a lo largo
de los años las relaciones amorosas, consentidas y enamoramientos entre hombres de la
fuerza pública y las adolescentes, jóvenes y mujeres afrocolombianas que habitan el
municipio.

Las mujeres señalan que los soldados y policías, enamoran a las niñas y jovencitas,
las „usan‟ sexualmente (les pagan con dinero o regalos sus servicios sexuales) las dejan
embarazadas y se van. Algunos las engañan con promesas de conformar hogares pero
cuando ellas menos piensan sus novios o amigos son trasladados a otros lugares del país.

Resulta que con esa cantidad de policías que han entrado aquí a Tumaco, los traen como
refuerzos, y a las peladitas las enamoran, las engatusan, están con ellas, las embarazan, y a algunas
las llegan a violar también. Las dejan embarazaditas, ellas van allá [a la policía] se quejan, no hay
con quien quejarse porque no tienen pruebas si es de él o no es de él, y fácilmente se salen por la
tangente, piden su traslado, lo mandan y se queda el paquete aquí en Tumaco. (Mujer
afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco, 13 de agosto 2015).

En las participantes de los encuentros de memoria, el tema de las relaciones


consentidas o no con actores armados legales generó una serie de debates y de ideas
encontradas, pues algunas creen que las mujeres buscan a los uniformados, les gusta y por
ende son culpables de lo que pase con ellos; otras dicen que ellos usan el enamoramiento
como estrategia para conocer el territorio y que por supuesto la violencia sexual no se
justifica bajo ninguna circunstancia.

Los militares les daban. Yo no sé si es que las armas o hay mujeres que les gusta tener
hombre duro para que las defiendan y hay otras que no se qué les pasa no sé si serán forzadas o que
será.
CNMH: ¿las jóvenes tuvieron con los militares algún tipo de relación?
V: más de una tuvieron romance con ellos. No sé porque o como incluso hasta amores con marido
(…) ellos se iban a bañar detrás de mi casa y un día los escuche hablando y decían “que una tenía la
vagina con pelos” así hablaban feo de las mujeres y dijo uno –una fue y se me desnudó y yo tuve
que hacerle la vuelta. Todos vulgares hablando cosas de las niñas
CNMH: ¿por qué se bañaban detrás de tu casa?
V: ellos llegaron hacer un colegio e hicieron un campamento y ella dentro no tenían agua se fueron
a bañar cerca del rio. Los militares decían eso – “ellas son unas zorras porque se hacen comer en esos
montes y tenía pelo” y uno dijo que entre tres se habían comido a una y que la habían hecho gritar, y
me parece muy bajo tanto de ellos como de ellas Yo no sé si la forzaban o se iba por gusto.
En esa época que ellos estuvieron dejaron muchas embarazadas, las embarazan las dejan botadas,
cambian los teléfonos y dejan las „simcares‟ por ahí y nunca más los ven. Porque conozco un caso
cuando me fui a vivir a la vereda Inguapí.
CNMH: ¿en qué año estuvieron en Inguapí?

11
V: En el 2013, y conozco una caso porque yo antes vivía aquí en Tumaco, en el Nuevo Milenio
eran unas vecinas que todas se acostaron con militares eran como 5 o 6 y todas tienen hijos de
militares y nunca han sabido de ellos todas tiene de un hijo y sacan a sus hijos solas adelante, es una
población de pobreza extrema
CNMH: ¿porque tantos militares en Tumaco?
V: yo creo que llegan tantos militares aquí por la violencia, el acalde trae para reforzar la seguridad
y por eso es que llegan tanto militar a Tumaco. (CNMH, entrevista a Verónica, mujer
afrocolombiana, Tumaco, 09 de septiembre 2015).

De otra parte, los riesgos de las mujeres al establecer vínculos sentimentales con
miembros de la fuerza pública es que actores armados ilegales las pueden relacionar como
ayudadoras o simpatizantes de la policía, el ejército o la marina y pueden correr riesgos o
ser violentadas de alguna forma.

Sobre este tema de violencia sexual, prostitución y grupos armados, la Defensoría


del Pueblo (2011 b) enuncia lo siguiente:

Según la Fundación Social y Formativa, Arca de Noé y el Fondo de Población de Naciones


Unidas (2009: 4), en municipios como Tumaco e Ipiales (corregimiento la Victoria) se ha dado un
incremento de cifras relativas a la explotación sexual y al comercio sexual, que según indican, se
debe al manejo de “grupos armados al margen de la ley, a través de los ´chongos móviles´ que
utilizan niñas y mujeres para realizar negocios y comercio sexual (…)”. (…) Y ahí aparece el tema
de la prostitución infantil y trata de personas y lo relaciono porque muchas de las chicas de la costa
Pacífica entran a la prostitución infantil (…) si los “chongos” son de la guerrilla y ellas entran a la
prostitución infantil entonces ya son guerrilleras y si (…) son paramilitares pues las jóvenes son
paramilitares. Y el ejército convierte a esas chicas y chicos en informantes, son chicas que entran a la
dinámica de la prostitución a los 13 y 14 años. (…) eso es muy fuerte porque ahí por ejemplo las
mamás les están diciendo a las hijas “vayan consíganos plata y así” (…) (Relato recogido por la
consultoría en la costa Pacífica nariñense). Y es que la esclavitud sexual y la inducción a la
prostitución no solo se dan como se vio, por parte de paramilitares o los familiares de las víctimas,
sino que también se tienen denuncias de que la realizan actores armados legales (…) La violencia
sexual a través de la prostitución infantil se está generando por los militares extranjeros en Tumaco y
esto es muy fuerte, ellos pagan a las mujeres madres para que lleven a sus niños (hombres y mujeres)
a que les practiquen sexo oral. (Defensoría del Pueblo, 2011 b, páginas 88 y 89).

Según la Defensoría del Pueblo, los militares extranjeros más redes de trata de
personas y de narcotráfico han incentivado las prácticas abusivas y violentas sexualmente
hacia las niñas y jóvenes. A este respecto, las mujeres participantes de los encuentros de
memoria afirmaron que:

Cuando llegaron los extranjeros no les gustaban las viejas porque de 20 para arriba ya son
mujeres viejas. Y empezó la prostitución infantil en Tumaco y ellos les llamaban Niñas Tiernas de
12 a 13 años en adelante porque esa es su visión también de someter a la mujer de aquí. Por ejemplo
ello llegaban a las playas de El Morro porque allá era donde los ubicaban y miraron ese conjunto de
mujeres que supuestamente para ellos son mayores de edad y mentira eran niñas de 12 a 13 años”.
También los hoteles son culpables porque mantienen llenos de niñas menores con las
personas que las compran y las seleccionan por catálogo. Los militares americanos llegaron a
combatir supuestamente el narcotráfico pero si miramos que en lo social se incrementó esta
problemática. Los hijos del plan Colombia, cuando se desató el bum de la prostitución y se les
preguntó a los hoteles por lo que estaba pasando, pero como tenían inmunidad diplomática lo que
hacían era cambiarlos y simplemente llegaban otras personas. A estos se les llama violadores con
permiso. (Mujer afrocolombiana, Conversatorio de Memoria con lideresas de la Mesa Municipal de
Mujeres de Tumaco, 12 de agosto 2015).

12
Relacionadas con las redes de prostitución infantil, las mujeres señalaron que en
Tumaco también se han presentado prácticas de comercio de niñas y mujeres, es decir trata
de personas, que probablemente operan en la frontera colombo-ecuatoriana13 con la
aquiescencia de los grupos armados.

En Colombia la trata de personas fue tipificada como un delito mediante la Ley 985 de
2005. Según dicha norma, incurre en ella el que capte, traslade, acoja o reciba a una persona dentro
del territorio nacional o hacia el exterior con fines de explotación. La explotación como elemento
indispensable para que se dé la trata, implica obtener provecho económico o cualquier otro beneficio
para sí o para otra persona. La trata de personas tiene seis fines o modalidades: explotación sexual,
comisión de ilícitos, explotación laboral, comercialización de órganos y tejidos, establecimiento de
relaciones filiales y fines relacionados con el conflicto armado. (Defensoría del Pueblo, 2011 b,
página 92).

La trata de personas en Tumaco, obedece a los cultivos de coca y a las actividades


asociadas al narcotráfico, que proliferan las redes de prostitución, explotación infantil y
reclutamiento ilícito para trabajar en grupos armados. Según un estudio de la Universidad
Nacional (2009, citado en Defensoría del Pueblo, 2011 b, página 94) los mayores tratantes
en la zona son los grupos armados ilegales: guerrilla, grupos posdesmovilización y bandas
de narcotráfico.

En el caso de Yolima que se describe a continuación demuestra cómo hombres de


la guerrilla, utilizaban los cuerpos de las niñas para transportar droga de Tumaco hacia el
interior del país, y otras zonas. El caso además de ser trata de personas con fines de
comisión de ilícitos, es violencia sexual ya que los armados, se aseguraban de meter la
droga por la vagina y senos de las menores de edad para que la mercancía no se explotara.
También las desnudaban frente a ellos.

Una vez en el pueblo llegó una gente extraña a vivir, así gente extraña y se alquilaron como
tres casas para vivir ahí y pues obligaban a las muchachas, como le digo, estaban obligadas a pasar
droga, me amenazaron que si no lo hacía, tan se muere. O sea me metieron a la casa donde estaban
ellos y la gente preguntaba que hace esa ahí y uno pues no puede decir nada, porque uno está en la
vida y muerte, me obligaron a meterme eso [la droga] en las partes vírgenes, unos tubitos de droga
en las partes íntimas, por la vagina como si fuera un tampón, y en los senos también. Me obligaron,
me tocó. La verdad no sé qué tipo de droga era, pero me obligaron, me daban nervios, o sea a mí me
obligaron a llevar eso para Pasto.
Cuando hubo eso, a ninguno de nosotros, o sea las muchachas de ahí manteníamos encerradas,
manteníamos encerradas por el miedo pero como toca hacer mandados porque tenemos que ir, nos
llamaban y uno con miedo, que vení, que vení y uno tenía que ir y no fui yo sola, fueron varias las
muchachas, un grupo hicieron como de quince. Nosotros hicimos eso y nos obligaron a hacer eso
como dos veces y de ahí después que terminamos eso entonces y mi familia me mando para Cali a
mí, yo estuve un año viviendo en Cali, porque mi familia quería que me alejara de esa gente.

13
Ver: http://repository.urosario.edu.co/bitstream/handle/10336/1161/Anexo%202.pdf?sequence=3
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7085427
https://www.rcnradio.com/locales/menor-rescatada-tumaco-iba-entregada-red-trata-personas/
FUNDEPAZ. “Panorama de La trata de personas en Nariño en un contexto de conflicto social y armado”. En:
http://www.memoriasnarino.org/index.php/publicaciones-y-prensa/publicaciones/item/56-panorama-de-la-
trata-de-personas-en-narino

Nombre cambiado para conservar el anonimato solicitado por la mujer afrocolombiana que aportó su
testimonio.

13
Eran gente pero prácticamente eran guerrilleros decían, eran como unos 3 hombres. Ellos mismos
nos desnudaron a todas nosotras y nos metieron la droga por la vagina a todas. Ellos se encargaron
que no se fuera a reventar nada, explotar nada, ellos mismos se encargaron de todo eso. En los senos
ellos también nos pusieron o sea nos compraron unos brasieres especiales y nos hacían ver los senos
más grandes pero no se veían los turupitos, nada, nada, nada, este es el brasier no, pero no en los
senos, sino en la estopa del brasier.
A nosotras nos daba miedo sabe ¿por qué? Por las armas, nos intimidaron con las armas, a cada una
pero con las armas nos tenían de tres o cuatro allá reunidas. Nosotros llegábamos al terminal, y nos
metían en un baño y ahí sacábamos eso, y los dejábamos en una parte porque nosotros no veíamos a
nadie, prácticamente las sacábamos, las dejábamos todas en un rinconcito o sea, porque ellos nos
tenían vigilados a nosotros, tenían que recoger eso y tal cosa y ahí mismo no teníamos que voltear
pa‟ tras sino que comprar un tiquete y nos regresábamos para acá otra vez. (CNMH, entrevista a
Yolima, mujer afrocolombiana, Tumaco, 04 de noviembre 2015).

III. Afectaciones de la violencia sexual a las mujeres afrocolombianas de


Tumaco

Las mujeres participantes narraron que la violencia sexual además de ocasionarles


malestares físicos y dolores producto de los golpes y la ferocidad con la que fueron
violadas por los distintos actores armados, especialmente cuando a la par de la violencia
sexual sufrieron heridas con armas de fuego o blancas, mutilaciones, penetración anal,
penetraciones múltiples, entre otras. También padecieron infecciones vaginales, mareos,
desvanecimientos, fiebres y dolores de cabeza.

Igualmente, las mujeres refirieron que la violencia sexual les cambió sus vidas, en
cuanto a las percepciones que tenían de sí mismas, ya que luego de haber sido abusadas se
sentían sucias, extrañas, inseguras y poco valiosas, al punto de querer quitarse la vida.

Cuando una mujer es violada y una niña es violada llegan hasta el punto de querer quitarse
la vida, porque uno se siente deshonrada y manchada, eso no se pasa con la charla, eso uno anda con
las cosas allí, es un recuerdo, y eso está allí. Imagínese usted cómo se siente una mujer después que
le pasen dos o tres casos, eso es algo grave. A esas niñas que las han violado de 9 años de 10 años, y
las amenazan que no digan que las han violado porque las matan, ellas no tienen culpa, sino que
están asustadas (…) Pero la que lleva la cruz y el sufrimiento dentro es la persona que le ha pasado.
(Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco, 13 de agosto 2015).

Las mujeres experimentaron sensaciones de vergüenza, culpa y miedo ante cosas,


situaciones o personas que antes de los hechos eran cotidianas, por ejemplo, salir solas,
estar por fuera de casa en las noches o miedo a los hombres. A la par, experimentaron
sensaciones de abandono, soledad y rabia, por lo cual en algunos casos se encerraron por
meses, y rompieron temporal o definitivamente relaciones con parientes y vecinas, sobre
todo cuando las personas que la rodean no les brindan apoyo, sino que por el contrario las
señalan y culpan.

Lo primero que le roba el conflicto armado a una mujer es la dignidad y de ahí viene más
cosas como que la mujer se deprima, el rechazo social, el rechazo familiar y la mujer se encierra en
los problemas sintiéndose culpable por haber sido violentada. La tranquilidad la mujer queda
traumada y con miedo de que otro hombre la toque, de no querer salir, de ser mujer, sentimiento de
culpabilidad, de no tener la fuerza para evitarlo. (Mujer afrocolombiana, Conversatorio de Memoria
con lideresas de la Mesa Municipal de Mujeres de Tumaco, 12 de agosto 2015).

14
La pérdida de la dignidad como mujeres, significa ser señaladas, culpadas y
humilladas socialmente por lo que les pasó. Perder la dignidad es perder el respeto y no ser
merecedora de consideración alguna como mujer, ya que queda en vilo su inocencia ante
los hechos. Además las mujeres indicaron que pierden la tranquilidad, pues los recuerdos
de lo sucedido son permanentes, por lo cual para las mujeres la imposibilidad de olvido y
la incomprensión por lo sucedido, el no hallar respuestas, son aspectos desde los cuales
dimensionan la violencia sexual como un acontecimiento difícil de superar.

Reiterando lo conversado con las mujeres, se destaca que la violencia sexual para
ellas fue una de las experiencias más dolorosas en su vida, les dejó heridas profundas y
recuerdos imborrables. La marca permanente del recuerdo, tiene que ver entre otras cosas
con las pocas ocasiones en las que las mujeres han contado a otras personas lo ocurrido, son
vivencias que se han guardado para sí y que con el pasar de los años reconocen que aún les
pesan y les duelen.

El abuso sexual es un abuso, algo que le deja a usted una herida que aunque usted diga, pasó
hace muchos años eso queda para toda la vida, es algo que penetra el alma, el corazón, la mente,
todo su ser, aunque uno trate de superarlo no es tan fácil, no tuve familia nunca hablé con mis
padres, nunca hablé con mi madre, nunca supieron ellos –hasta hoy- no saben lo que a mí me
sucedió, lo viví sola, lo superé con la ayuda de Dios, en ese entonces sentí que el único amigo que
tenía era Dios y que no había nadie más, Dios fue mi médico, mi abogado, mi psicólogo, mi ayuda,
mi todo y desde ese día a los 18 años, tenía entre 18-19 años cuando me pasa esto, desde ese día
acepté al señor y decidí caminar con él, pero mi herida ha seguido ahí. (Mujer afrocolombiana,
Encuentro de Memoria Tumaco, 13 de agosto 2015).

Como puede verse algunas mujeres significan la violencia sexual desde la pérdida
de su bienestar, el cual se liga a las respuestas sociales dadas por sus comunidades o
entornos colectivos sobre la violencia sexual, es decir que las etiquetas que se otorgan a las
mujeres como las “violadas” producen daños en su estima, los cuales desembocan en que
las mujeres a veces prefieran callar lo sucedido para no ser juzgadas o agredidas
emocionalmente, en encierros, en depresiones, en actitudes defensivas o en cambios de
lugares de vivienda. Esto para el contexto particular de las mujeres afro redunda en daños a
la estructura familiar y a las redes de parentesco.

Las burlas, señalamientos o dudas sobre los relatos de las mujeres en torno a sus
experiencias de violencia sexual producen en algunas de ellas sentimientos de impotencia y
rencor que se mezclan con reacciones agresivas y de molestia. Dudar de los relatos de las
mujeres es una forma de hacerles daño posterior a los hechos vividos.

Lo que me ha pasado a mí ha sido tan grande que no le permito a nadie una sonrisa de mi
dolor, yo quisiera muchas cosas, los casos son respetados, mi caso no es una mentira, una falsedad
mi caso es algo vivido, es algo que yo lo viví en carne propia que me ha marcado, que me tiene
marcada y cada vez que yo me voy a bañar mi cuerpo me da asco que alguien me haya tocado mi
cuerpo sin yo darle consentimiento, porque cuando uno tiene un novio, ah bueno sí yo amo a este
hombre, este hombre que me toque pero otro que llegue a tocarlo a uno sin darle un consentimiento,
de bueno tóqueme y que le hagan tantas barbaries entonces eso es algo que se le queda a uno aquí
marcado y uno no permite que nadie más se le vuelva a ocurrir hacerle más cosas a uno de todo lo
doloroso que uno ha vivido. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco, 11 de
septiembre 2015).

15
Se destaca en este relato que la mujer manifiesta sentir asco de si porque un hombre
la violentó sexualmente, como mencioné anteriormente, sus palabras demuestran que la
violencia sexual afecta la imagen que las mujeres tienen de sí mismas, sus valoraciones
propias de pureza, honra y dignidad.

Para las mujeres la violencia sexual es una situación que no solo afecta a la víctima
directa sino que cambia la vida de toda la familia, es decir que los daños sufridos por las
víctimas directas se irradian a todo su círculo íntimo y colectivo, este último depende del
lugar que la víctima ocupe en su comunidad conforme a su rol o a su edad. En el aparte que
se expone a continuación la participante indica cómo la violencia sexual que vivió su hija
menor de edad, ha sido sufrida y padecida por ella (la madre es quien da información del
caso, se debe aclarar que en el espacio colectivo la mujer hablaba de las víctimas de
violencia sexual en su conjunto, del caso en detalle habló en privado, propició la entrevista
con su hija y además hacia las últimas sesiones grupales logró revelar a sus compañeras lo
sucedido).

Estando aquí, cumpliendo 3 años de haber regresado surge la peor de mis tragedias porque
quizás la que yo viví, ha sido muy dura, muy fuerte, muy grande, pero uno como madre cuando uno
ve el abuso en sus hijos es peor que uno vivirlo, cuando digo peor es porque los hijos para uno son
como los ojos, y a mi hija hace como un año, con mis propios ojos pude ver lo que hacían con mi
hija, esa niña que ustedes ven aquí, aparentemente que parece que no le sucediera nada ella no le
gusta hablar porque a veces uno quiere que la gente lo entienda, que la gente comprenda el dolor de
uno, pero el dolor del otro es poco lo que nos importa o decimos “ve, esa muchacha que va allá se la
violaron, la abusó alguien” y no es así. Mi hija, fue abusada hace 1 año y no abusaron solo de ella,
abusaron de mí también ¿por qué digo de mí? Porque fue volver a revivir lo que yo había vivido hace
muchos años, fue volver a sentir lo que yo había sentido hace muchos años, el terror, la angustia, la
vergüenza, yo no lo conté por vergüenza, pero lastimosamente ella sí tuvieron que mucha gente ver
en esto, y en vez de ayudarla o ayudarnos, lo que han hecho es destruirnos y tener que todos los días
uno levantarse por la mañana, en la tarde o en la noche y encontrarse con el mismo agresor y con las
familias que no ayudaron a corregir el mal que hizo este agresor sino que seguimos siendo agredidos
no es fácil, si alguien te hace eso y tú te vas es más soportable el dolor, pero cuando tú estás ahí
todos los días conviviendo con esas mismas personas, verlas todos los días, encontrarlas todos los
días, enfrentarte a ellos no es fácil. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco, 10 de
septiembre 2015).

Este relato pone en escena dos cosas que se deben considerar en el marco de la
violencia sexual, (i) cuando se viola a una mujer también se agrede a su familia, mamá
papá, hermanos, esposo, hijos, etc., es decir que la afrenta se torna colectiva, daña la
tranquilidad y la dignidad de la víctima y de quienes comparten su dolor; (ii) la violencia
sexual como suceso en contextos armados contribuye al quiebre de las relaciones
comunitarias y a la sedimentación de la desconfianza, el irrespeto y la indiferencia entre
vecinos y pares. Por ser una violencia con una alta carga moral, es susceptible de chismes,
habladurías, burlas y señalamientos hacia las víctimas, situaciones todas que generan
múltiples afectaciones emocionales y mentales en las mujeres.

La violencia sexual desestabiliza la vida, a la familia y a la victima que lo ha sufrido porque


deja secuelas, traumas, heridas que fácilmente no se pueden borrar. Se necesita mucho
acompañamiento, mucha ayuda para volver a estabilizar a la persona que ha sufrido la violencia
sexual. Eso afecta no solo al que lo vivió sino a todo el entorno de la familia y a las personas que le

16
tienen aprecio. Es un problema porque si se abusa sexualmente de una persona y no hay quien tome
medidas para esos casos, y ese delito queda impune y eso hace que sea mucho más grave para la
persona que lo sufre. El victimario siendo libre y viviendo a sus anchas y lo pueda hacer con otra
persona, y no hay autoridad que se ponga y diga este es, y hay que actuar como debe ser, y tomar a
esta persona para que no le haga daño a otros. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria
Tumaco, 13 de agosto 2015).

La mujer que narra el caso, resalta que la impunidad genera una mayor afectación
en las víctimas y sus familias, sentimientos de impotencia y rabia de saber que ante lo
sucedido los victimarios siguen sin castigo, y las víctimas y su dignidad por el piso. En este
caso la mujer siente mucha rabia por lo que pasó con su hija porque el victimario es un
vecino ex miembro del ejército, la honra de su hija ha quedado por el piso porque su caso
fue conocido en toda su vereda y las vecinas y familiares del agresor se burlan de ella, la
gritan por la calle y acusan de haberse prestado para lo sucedido, además porque la niña y
su familia profesan la fe cristiana-protestante y la virginidad para ellas tiene un valor
relevante dentro de su moralidad, costumbre y proyecto de vida.

Sumado a esto, para algunas de las mujeres participantes de los espacios, su vida
familiar también se ha visto afectada porque la relación con su pareja o esposo, se dañó
luego de que fueron violentadas sexualmente, algunos maridos manifiestan rechazos –
sexuales- hacia ellas.

Con mi marido tengo un problema que él cuando se emborracha me dice, “ay pero yo no
quiero estar con una mujer que14…” me dice de una vez, me dice las cosas de una vez y siempre que
se emborracha me está diciendo eso, nosotros no tenemos relaciones, nosotros yo no sé cómo
vivimos, no sé por qué él está ahí conmigo, no sé si él de alguna manera se siente culpable15, él está
conmigo ahí pero somos como dos hermanos o dos primos que viven en una casa, o sea en nosotros
no hay un afecto así que diga, llegó me abrazó, me dio un beso, es algo así frío, es algo distante.
(Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco, 11 de septiembre 2015).

Yo vivo con mi marido pero no vivo feliz y se lo he dicho a él, que no me siento bien yo no
quiero que me toque, cuando me habla dormida yo lo boto por allá. Él me dice que es un trauma que
yo tengo, a veces tenemos peleas en la casa y él me dice que él no hace nada. Cuando me toca y
estoy dormida yo no puedo. Normalmente que yo esté de acuerdo si, si estoy dormida él no me puede
tocar, porque yo siento como si alguien fuera y ya me quede así. (Mujer afrocolombiana, Entrevista
16, Tumaco, 09 de septiembre 2015).

Incluso hubo maridos que nunca supieron que sus esposas fueron violadas, ellas (las
mujeres) decidieron hacerlo (ceder a los chantajes de algún actor armado) o mantenerlo en
secreto (lo sucedido) porque si sus maridos se enteraban, ellos serían capaces de dar su vida
por no ser eso: el marido de una violada, de una mujer que fue usada por otros. “El orgullo
de macho no les permite mirar a la víctima que eran ellas”. Algunos las dejaban (se
separaban) cuando se enteraban. Por ejemplo, una mujer quiso irse para el Ecuador luego
de ser violada, ante su decisión -la de querer salir de Tumaco-, le contó al marido y este la
dejó. Ella se fue sola.

14
Los puntos suspensivos en el escrito indican un silencio de la mujer durante su narrativa grupal al no querer
nombrar la violación sufrida.
15
La mujer que comparte este relato fue violada por un actor armado luego de que ella defiende a su marido
en el monte, en medio de una persecución que le hacen a él y a su familia por una contienda por cultivos de
coca en zona rural de Tumaco.

17
En otro caso, la guerrilla llegaba a alguna vereda o zona rural y miraban a las mujeres, las
mandaban a llamar por orden del comandante y las llevaban. En ese irse las mujeres
pensaban que las iban a matar porque llamar a alguien era sinónimo de muerte. Cuando
llegaban a donde el comandante les decían: “vamos a estar 15 o 20 días y necesitamos
mujer porque no queremos tomar medidas drásticas, tú necesitas a tu marido”. A las
mujeres las amenazaban o chantajeaban para que se acostaran con ellos, igual si no querían
pues era a la fuerza. (Conversación ex funcionaria Unidad de Víctimas, Tumaco, 14 de
julio de 2015).

La violencia sexual afecta de manera directa al núcleo familiar de las víctimas,


incluidos los esposos, quienes en parte se juegan su hombría frente a los actores armados
para defender a sus esposas, lo cual les puede llegar a costar la vida.
Los actores armados disponen de las mujeres en los territorios que dominan sin considerar
si son casadas o no. Es decir, que tener pareja, no es impedimento para que los grupos
armados, como en este caso la guerrilla, violenten sexualmente a las mujeres.
Lo que conlleva a desmitificar el imaginario social de que a las mujeres, casadas con hijos,
con familia esas cosas no les pasa. Si las mujeres habitan una zona que algún grupo armado
domina son susceptibles de ser agredidas, usadas o violentadas sexualmente.

De esto se deriva que otra consecuencia de la violencia sexual a nivel familiar, en


las mujeres afrocolombianas es la relacionada con el asesinato de familiares –generalmente
hombres- que buscan a los victimarios, grupos armados para reclamar o vengar la violencia
sexual sufrida por sus parientes: sobrinas, hijas, hermanas, esposas. Ante estos casos en las
mujeres se exacerban los sentimientos de impotencia, culpa y abandono por lo sucedido.

Para las mujeres una de las consecuencias más complejas son los embarazos
producto de la violencia sexual, si los agresores fueron actores armados o personas
desconocidas, la sensación de no saber de quién es el hijo es muy incómoda y vergonzosa.
Y si la identidad del agresor se conoce, como en el caso de familiares abusadores, para las
mujeres tampoco es fácil reconocer en sus entornos sociales que el padre de su hijo es un
pariente. “Lo más grave luego de que a uno lo violen es que uno quede embarazado y luego
le toque tener un hijo que uno no sabe ni de quién es. Eso es duro. Para una niña de 9-8
años que sale en embarazo sin saber de quién para ella eso es duro”. (Mujer
afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco, 13 de agosto 2015).

De otra parte, y relacionado con los imaginarios sociales sobre las mujeres
afrocolombianas circulan en la cultura occidental y en la misma cultura afro, estereotipos
que las califican como mujeres extrovertidas, risueñas y gozadoras de la vida, sin embargo
las participantes de los encuentros indicaron que esa forma de ser [de su identidad –
aprendida, adquirida- como negras] es parcialmente cierta, ya que detrás de sus risotadas y
bullicio se esconden las tristezas, los dolores y las amarguras que les ha dejado el conflicto
armado y las vivencias de maltrato y carencias que han vivido en su contexto. Esto
significa, según lo que ellas narran que así rían y sean “divertidas” por dentro sufren.

Mi vida está como llena de tristezas yo río, yo soy contenta lo que yo tengo no es mío es de
la gente que lo necesita pero por dentro me siento como podrida. (Mujer afrocolombiana, Encuentro
de Memoria Tumaco, 10 de septiembre 2015).

18
La mayoría de las partes de mi vida las pintaría de negro, tengo 24 años pero he sufrido, yo por
encima estoy riendo, pero me duele mucho. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco,
11 de septiembre 2015).
Yo a veces salgo y muchachas tal cosa, pero mentira yo finjo para ver si la vida se me hace más
mejor, yo vivo una vida de pura mentira. Yo me siento sola . (Mujer afrocolombiana, Encuentro de
Memoria Tumaco, 11 de septiembre 2015).

El silencio es una forma de protección ante la violencia sexual y también es una


consecuencia del conflicto armado. Hubo una época en Tumaco en donde el conflicto eran
tan fuerte y presente que las mujeres callaban, no se relacionaban incluso ni se miraban
entre vecinos. El silencio y la desconfianza iban en contra de su ser afro.
En Tumaco no hay confianza en las instituciones, en la policía, los que denunciaban
aparecían muertos. Frente a la policía hay terror y temor. “Por decir algo te venía la
muerte”. Las mujeres afro y en general esta población es alegre, bulliciosa, abierta y la
guerra empezó a cambiarles este tipo de prácticas, relaciones y formas de ser.
Las mujeres que sufrieron violencia sexual aprendieron a callarlo: “El silencio fue
tan fuerte que iba en contra del ser afro. Entre mujeres se miraban y sabían lo que pasaba,
pero jamás hablaron del tema. El dolor y el sufrimiento calladito”. (Conversación ex
funcionaria Unidad de Víctimas, Tumaco, 14 de julio de 2015).

Estas victimizaciones hacia las mujeres, han dibujado con sufrimiento, miedo y
dolor un nuevo mapa del territorio, en donde la comunidad afrocolombiana ha mermado
tanto en número como en identidad. Las familias extendidas se han apocado, los campos
comunales se han desolado y las prácticas solidarias y festivas ya no tienen lugar porque
han aflorado el temor, el silencio, la avaricia y la indiferencia como rasgos emergentes de
una afrocolombianidad que se desconoce a sí misma por causa de la guerra.

La guerra ha afectado a nuestros territorios porque no tenemos progreso, hay poca inversión
en los territorios, hay inseguridad, la gente tiene que irse. No hay confianza entre la misma gente de
Tumaco, no se puede confiar en los vecinos, en los paisanos, se enferma uno de los nervios de pensar
en qué momento tendremos una situación, si nos vamos a despertar o qué problemas encontraremos,
hay desconfianza por todo lo que ha pasado, las pérdidas. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de
Memoria Tumaco, 13 de agosto 2015).

El desplazamiento forzado a la par que es una forma de ejercer la violencia sexual


en contra de las mujeres tumaqueñas, también es una consecuencia de este delito, en tanto
algunas mujeres han tenido que salir de sus casas o fincas luego de haber sido violadas por
los grupos armados, quienes las despojan de sus pertenencias, algunas mujeres ante estas
situaciones adquirieron o acentuaron situaciones de pobreza o se expusieron a nuevas
formas de violencia sexual en los lugares receptores.

Afrodes recomienda tener en cuenta que el conflicto armado, no se reduce a los


hechos violentos vividos por las mujeres en las regiones de origen sino que también se
enmarca en los tiempos posteriores a los mismos. Existe la preocupación de desconocer que
algunas mujeres Afros, han tenido que ejercer la prostitución como consecuencia de haber
salido forzadamente de sus tierras, al ser discriminadas por su raza y por su estrato socio
económico para acceder a otro tipo de ocupaciones. De esta manera, la prostitución podría
leerse como un tipo de violencia sexual dada como secuela del conflicto armado.

19
Otros casos que Afrodes asocia con la violencia sexual como consecuencia del
conflicto armado en mujeres desplazadas, tiene que ver con los abusos a los que son
sometidas por jefes o patrones que las emplean en sus casas como servidoras domésticas o
cuidadoras. Esto básicamente porque en los hogares o sitios de trabajo, en donde las
mujeres negras conviven son acosadas y algunas veces abusadas sexualmente por los
hombres que las asedian. Las labores domésticas, asociadas generalmente a las mujeres
negras rurales (como una cuestión colonial) se han convertido en escenarios de violencia
sexual, Afrodes indica que son casos recurrentes y sistemáticos de los que tienen
conocimiento. Las mujeres Afro pocas veces denuncian que son acosadas sexualmente en
sus lugares de trabajo, sobre todo cuando se desempañan como empleadas domésticas en
casas de familia. Tampoco se visibiliza que algunas mujeres desplazadas en la ciudad al
buscar casa o trabajo se ven acosadas u obligadas a acceder a abusos sexuales para
conseguir su bienestar. Esto puede ser leído como una forma de prostitución forzada hacia
las mujeres negras como consecuencia del conflicto armado. (Reuniones con Afrodes,
Bogotá D.C., 20 de marzo y 17 de abril de 2015).

Por último, la violencia sexual hacia las mujeres afrocolombianas de Tumaco no


solo genera daños en ellas sino que desestructura las redes familiares y de parentesco
propias de la cultura afro, en tanto,
la conformación familiar en esta región del país [Buenaventura] se hace a partir de las
unidades domésticas, las cuales aglutinan redes sociales más amplias, incluyendo las de parentesco,
donde la mujer se constituye en el eje que estructura las relaciones, la tradición y las principales
fuentes de ingreso, lo que permitió la configuración de una organización social basada en la
matrifocalidad […] cuando se afecta a la población femenina el dño repercute en el rol que juega la
mujer como punto de anclaje, referencia, cohesión y transmisión de valores y significados propios de
la cultura afrodescendiente. (CNMH, 2013, página 344).

Con base en esto, una de las mujeres señala que la guerra afectó a su familia porque
su mamá vive en un barrio de Tumaco, la Ciudadela, encerrada con portón, con palos, “es
un dolor ver a mi mamá sentada en una silla y mi mamá no era así, ella era una mujer que le
gustaba trabajar, ella es partera y le llevaban todos los niños de la comunidad en curarlos,
que una cosa que la otra, mi mamá no trabaja”. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de
Memoria Tumaco, 11 de septiembre 2015).

IV. Acciones de sobrevivencia y de restablecimiento de la vida de las


mujeres afrocolombianas de Tumaco víctimas de violencia sexual

Las mujeres participantes de los encuentros de memoria, indicaron que a pesar de


sus experiencias de dolor por causa del conflicto armado, se han aferrado a su territorio, a
su familia y a sus sueños para sobrevivir en medio de la adversidad de su contexto y a los
malestares que las aquejan.

Algunas escriben sus memorias, otras las cuentan, las lloran y hay quienes las callan
pero todas lo hacen con el convencimiento de que así, de a pocos, van saliendo adelante.

20
Yo salí adelante por eso le digo a las mujeres que los problemas no nos pueden a nosotros
enterrar, nosotros a ellos sí. Pero a veces me pongo melancólica, cuando escribo un cuaderno que yo
estoy escribiendo, escribo hoy estoy triste, hay días en que amanezco triste, me siento y lloro sola, se
me salen las lágrimas. Cuando escucho noticias de que violaron a alguien o algo malo pasó me
pongo a llorar porque habiendo vivido eso. Pero ya no lloro con las lágrimas en el café, ahí vamos
sobreviviendo aunque tengamos el carma por dentro. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria
Tumaco, 10 de septiembre 2015).

Las mujeres también indicaron que aprender sobre sus derechos, estudiar y ser parte
de organizaciones de mujeres, o asistir a talleres de entidades públicas o privadas que hacen
trabajo social en Tumaco, les ha resultado en alternativas para vivir y para no pensar
intensamente en los dolores del pasado. “Ya lo que le pasó queda atrás, conozco mis
derechos como mujer, tengo proceso, estoy agradecida con las instituciones y
organizaciones, todo en mi vida no puede ser tragedias, ahora se que puedo estudiar, salir
adelante, sé que no estoy sola. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco, 14
de agosto 2015). Otra mujer añade: “Ahora último ya he cogido más fuerza, ya estoy más
tranquila, me he quitado un poquito la tristeza gracias a los círculos, a los talleres, a estos
encuentros he superado los miedos. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria
Tumaco, 10 de septiembre 2015).

De otra parte, las mujeres también expresaron que ejercer liderazgos en sus barrios o
corregimientos, les ha permitido sobreponerse a las adversidades de la guerra, y a los
maltratos de sus parejas o entornos cotidianos. Ser líderes les ha valido a algunas mujeres a
tener imágenes positivas de sí mismas: “Yo me siento feliz de tener la vida y de tener mis
hijas, y de ayudarle a otros niños porque yo me voy a los colegios a ayudarle a los niños.
Yo voy y los escucho, yo los quiero mucho, yo me siento feliz de ver que puedo hacer algo
por la comunidad”. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco, 10 de
septiembre 2015).

Otro mecanismo de afrontamiento que han tenido las mujeres afro es su propia
comunidad, es decir que la existencia de los Consejos Comunitarios, y las mismas
compañeras, vecinas o parientes representa en las mujeres la fuerza del “nosotros” y las
posibilidades de resistencia. A pesar de los conflictos o problemáticas que se dan al interior
de las comunidades, las mujeres reconocen que pertenecer y vivir en un espacio colectivo
es una forma de preservarse como cultura y como persona.

El amor por Tumaco ha sido para algunas mujeres afrocolombianas el motivo


principal para seguir viviendo en un territorio que a pese a estar signado por el conflicto
armado, es un lugar en que aún perviven muestras de hospitalidad, solidaridad y
„humanidad‟ entre sus habitantes: “Nosotros cuando nos vamos desplazados por miedo,
decimos quiero que amanezca para regresarme así sea que me maten, por el amor a nuestra
tierra a nuestras raíces”. (Mujer afrocolombiana, Encuentro de Memoria Tumaco, 13 de
agosto 2015).

En los encuentros de Tumaco resultó importante para las participantes, hacer un


llamado a la esperanza para no sucumbir ante los estragos de la guerra, que suelen doler
cuando se hace memoria. Por esta razón, se da lugar en este texto a compartir los sueños y
las expectativas de futuro que las mujeres tienen, también como un derecho a la memoria, a

21
recordar lo que pocas veces se pregunta en clave del mañana y con el convencimiento de
que soñar el futuro puede ser un antídoto para el sufrimiento. Sus sueños, los cuales se
encaminan a mejorar sus condiciones materiales de vida, a profesionalizarse y a anhelar la
paz para Tumaco.

Referencias

Asociación de Afrocolombianos Desplazados- AFRODES. (2009). Los Derechos Humanos


en los Afrocolombianos en Situación de Desplazamiento Forzado. Informe
presentado al Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) en
su 75 Periodo de Sesiones en que se considerará el Informe presentado por el Estado
Colombiano.

Centro Nacional de Memoria Histórica. (2015). Buenaventura: Un Puerto Sin Comunidad,


Bogotá: Imprenta Nacional de Colombia.

Centro Nacional de Memoria Histórica. (2013). Desafíos para la reintegración: enfoques


de género, edad y etnia. Bogotá: Imprenta Nacional de Colombia.

Corporación Sisma Mujer. (2009). Mujeres en Conflicto: Violencia Sexual y


Paramilitarismo. La violencia sexual contra las mujeres, ejercida por grupos
paramilitares: estrategias, variantes e identificación de situaciones tipo. Misión
Internacional de Verificación del efecto de la “Desmovilización” Paramilitar en la
vida de las mujeres en Colombia. Bogotá: Litoxpress S en C.S.

Defensoría del Pueblo. (2011 b). Violencia sexual contra las mujeres en Nariño y la
situación de derechos de las mujeres víctimas en Pasto. Informe Temático.

Defensoría del Pueblo. (2011 a). Violencia contra las mujeres en el Distrito de
Buenaventura. Informe Temático.

Fundación Ideas para la Paz-FIP. (2014). “Dinámicas del conflicto armado en Tumaco y su
impacto humanitario”. En: boletín # 69. Área de dinámicas del conflicto y
negociaciones de paz. Unidad de análisis ‘siguiendo el conflicto’. Recuperado de:
http://cdn.ideaspaz.org/media/website/document/52f8ecc452239.pdf

Hernández Kattya. (2010). Discursos hegemónicos y tradición oral sobre los cuerpos de
las mujeres afroecuatorianas. Ecuador: Flacso.

Marciales, C. (2013). Violencia sexual en el conflicto armado: Los rostros afro de la


reparación. Caso: Asociación de Mujeres Afro por la Paz (AFROMUPAZ). Tesis
presentada como requisito parcial para optar al título de: Magister en estudios de
género. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas. Escuela
de estudios de género. Bogotá.

22
Universidad Nacional. Observatorio de Desarme, Desmovilización y Reconciliación.
(2011). Caracterización del departamento de Nariño. Recuperado de:
http://www.observatorioddr.unal.edu.co/productos_academicos/nuevos/narino/Cara
cterizacion_del_departamento_de_Narino.pdf

23

Вам также может понравиться