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EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA
Aunque durante el siglo XVIII se mantuvieron las altas tasas de natalidad —en
general—, no hubo una evolución completamente uniforme. Abundan los países con
tendencia a su aumento en relación con un clima económico favorecedor del matrimonio,
como en Inglaterra, pero hubo casos de evolución contraria. En Francia, concretamente, la tasa
de natalidad —mantenida alta al principio del siglo— descendió en 1789 debido a la
Revolución. La mortalidad experimentó un ligero descenso, si bien no del todo homogéneo ni
simultáneo en los diversos países, motivado sobre todo por la menor incidencia de las crisis
demográficas y por la atenuación de algunos de los componentes de la mortalidad ordinaria.
La mayor novedad en este sentido fue, sin lugar a duda, la práctica desaparición de la peste,
que desde mediados del siglo XIV había sido uno de los mayores azotes de la población
europea. Por otro lado, no hubo una conflagración bélica en el siglo XVIII comparable por sus
efectos negativos a la Guerra de los Treinta Años; además, las cosechas de los nuevos cultivos
que se estaban difundiendo (patata, sobre todo) contribuían a paliar las crisis de subsistencia.
Es poco probable que la mejora de la higiene tuviera incidencia sobre el descenso de la
mortalidad, ya que la higiene personal mantuvo en el siglo XVIII un bajo nivel, pero sí es
destacable un aumento de las preocupaciones higienistas en Francia, Inglaterra y España,
donde se redactaron planes urbanísticos que destacaban los beneficios de la pavimentación de
las calles y de la construcción de redes de alcantarillado. El inicio de la lucha contra la viruela
constituye uno de los más importantes capítulos de la historia de la medicina en el siglo XVIII,
siendo el paso siguiente el descubrimiento de la vacuna por el médico inglés Edward Jenner
(1749-1823) en 1796. Sin embargo, los beneficiosos efectos de este eficaz medio de lucha contra
la viruela se proyectarán, como es lógico, sobre el siglo XIX.
Las causas de esta evolución demográfica están aún discutidas. No hay que
sobrevalorar la relativa disminución de las guerras, ni las influencias de los progresos en la
medicina, que afectan solo a una minoría. La climatología histórica sugiere una mejora de las
condiciones meteorológicas —subidas de la temperatura y menor pluviosidad—, lo que podría
explicar el crecimiento de los rendimientos cerealísticos y la disminución de fiebres y otras
epidemias. De manera general, para Bartolomé Bennassar, se puede decir que el europeo vive
más porque se alimenta mejor. La patata, que se cultivaba en Inglaterra y Alemania, y penetra
en Francia por Alsacia, es un alimento muy valioso en épocas de carestía de trigo, mientras
que la Europa meridional se beneficia de la expansión del maíz.
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TEMA 36: CRECIMIENTO ECONÓMICO, ESTRUCTURAS Y MENTALIDADES
SOCIALES EN LA EUROPA DEL SIGLO XVIII.
LAS TRANSFORMACIONES POLÍTICAS EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII.
LA SOCIEDAD ESTAMENTAL
Historiadores como Alfredo Floristán, en su obra Historia Moderna Universal (2007), han
denominado como sociedad estamental al esquema triple de la división social del Antiguo
Régimen, formado por nobleza, clero y estado llano. La diferenciación entre los dos primeros
y el estado llano estaba en el privilegio y en la riqueza, de hecho, representaban el 3% de la
población europea y eran dueños de más del 80% de las tierras. Ahora bien, las diferencias
socioeconómicas también eran abismales en el seno del estado llano, cuya cúspide estaba
representada por ricos mercaderes, comerciantes, artesanos y miembros de profesiones
liberales que se habían visto privados de los mecanismos de ascenso social, mientras que el
resto (en los que también estaban incluidos muchos miembros del bajo clero) apenas poseían
más que la fuerza de sus brazos. A este dato hay que sumar la inmensa pérdida de la calidad
de vida de muchos miembros del estado llano al pasar a trabajar en el sistema fabril (en
especial, en Inglaterra). La vida de los campesinos generalmente era miserable, de mala
alimentación y moral deplorable, semejante a la vida del proletario que trabajaba 16 horas
diarias con un sueldo insuficiente hasta para su propio mantenimiento vital. Esta situación de
opresión provocó la cólera y seguidamente las huelgas ante un escenario deplorable donde
trabajaban niños por menor salario, anulados intelectualmente y degradados a una fatal
promiscuidad.
Dentro de los grupos sociales urbanos se va perfilando un grupo que ocupa el estrato
más elevado de la sociedad, cuya riqueza se basa en la propiedad de fábricas, bancos y barcos:
la alta burguesía. También encontramos ilustrados de profesiones liberales, aunque no tan
ricos: universitarios que ocupan un buen lugar como científicos, abogados, médicos, músicos,
etc. El grupo mayoritario lo constituyen trabajadores manuales: maestros y oficiales en el
sistema de producción gremial y proletarios en los lugares con industria moderna. Estos
últimos —llegados del campo— trabajaban en unas condiciones muy duras; junto a ellos
encontramos un grupo reducido de técnicos con una formación profesional que les permite un
nivel de vida aceptable.
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SOCIALES EN LA EUROPA DEL SIGLO XVIII.
LAS TRANSFORMACIONES POLÍTICAS EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII.
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SOCIALES EN LA EUROPA DEL SIGLO XVIII.
LAS TRANSFORMACIONES POLÍTICAS EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII.
haciendo verdad la máxima El sueño de la razón produce monstruos. Las ideas políticas de la
Ilustración defienden los intereses de la creciente burguesía, aunque Jean Touchard y otros
autores afirman que es un error pensar que desde el principio la Ilustración estuvo unida a la
burguesía; en principio fue algo elitista y por ello aristocrático, siendo más tarde cuando se
incorporó la burguesía. La Enciclopedia fue el vehículo de difusión más eficaz del pensamiento
ilustrado —aunque no el único—, otros vehículos fueron las universidades, las academias, las
sociedades económicas de amigos del país y la prensa. La Enciclopedia o Diccionario razonado
de las ciencias, las artes y los oficios fue obra de Diderot y D'Alambert —que recibieron
oficialmente el encargo—, pero fueron muchos los colaboradores como Forney y Rousseau,
todos ellos intentando recopilar la totalidad del conocimiento humano y ponerlo en páginas
escritas. El primer tomo apareció en 1751 y tras muchas vicisitudes la publicación fue
terminada en 1772. En la obra no faltan errores, incluso en relación con la cultura de su tiempo,
pero con todo, supuso una de las más radicales revoluciones en la historia de la cultura.
EL DESPOTISMO ILUSTRADO
El despotismo ilustrado fue una práctica y teoría política que surgió como
consecuencia de la síntesis entre el absolutismo monárquico y la filosofía de la Ilustración; el
término fue acuñado por los historiadores alemanes del siglo XIX. Existen en el despotismo
ilustrado varios rasgos que pertenecen a la teoría de Hobbes, como son negar el origen divino
del poder y afirmar el origen contractual del Estado. También encontramos características que
pertenecen a Maquiavelo, como que el monarca es el primer servidor del Estado y no al revés.
Según el despotismo ilustrado, la finalidad del Estado es conseguir la felicidad del pueblo,
pero sin la participación del pueblo en la política, algo que se resume en su célebre frase: Todo
para el pueblo, pero sin el pueblo. El Estado debe promover la riqueza por medio de reformas que
deberán llevar a cabo el rey y sus ministros ilustrados. Cronológicamente el período del
despotismo ilustrado va desde 1740, con el inicio del reinado de Federico II de Prusia, hasta
1789, año en el que se produce el estallido de la Revolución francesa.
2. CRECIMIENTO ECONÓMICO
Pese a que desde la época de los grandes descubrimientos el comercio había sido una
de las bases de la riqueza en Europa, la economía del siglo XVIII, el mundo del Antiguo
Régimen seguía siendo predominantemente agrario. Los grandes propietarios y las grandes
extensiones agrarias —los latifundios— seguían siendo en muchos países los sostenedores del
régimen económico, anquilosados en métodos, técnicas y productos procedentes de la Edad
Media; además, el privilegio nobiliario y eclesiástico continuaba en vigor, por lo que las cargas
impositivas seguían recayendo en el sector económico más desfavorecido: los campesinos. A
ello se le unió la existencia de ocasionales períodos de carestía de alimentos de primera
necesidad (pan y leche, principalmente) durante el intervalo 1715-1785, pese a lo cual los
impuestos —aumentados para el mantenimiento de las diferentes guerras que los Estados
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europeos sostenían en todas partes del globo— sufrieron un incremento insoportable para los
campesinos. El mundo agrario del Antiguo Régimen sufría las atroces consecuencias de un
mundo gobernado para ellos, pero sin ellos, lo que significaba la continuidad de los problemas
heredados de épocas anteriores y la falta de solución a las crisis, hambrunas y epidemias.
El modelo agrario feudal continuó siendo el dominante en la Europa del siglo XVIII,
estas eran sus características: baja productividad por hectárea; uso de un utillaje rudimentario;
nula inversión de capital en la agricultura; escaso empleo de abonos de origen biológico;
producción destinada al autoconsumo; cultivos de carácter alimenticio, predominando los
cereales como el trigo y la cebada. A lo largo de la centuria este modelo agrario feudal entró
en crisis debido al aumento de la población europea, que llevó a un aumento de los precios y
a la necesidad de aumentar la producción para abastecer a toda la población. Ante esta
situación los grandes latifundistas intentaron aumentar la cantidad que debían entregar los
campesinos y procuraron aumentar el tamaño de sus propiedades al beneficiarse del aumento
de los precios de los productos de origen agrícola; los campesinos experimentaron graves
problemas debido a las exigencias de sus señores y al hecho de que el número de tierras era
cada vez menor. Esta contraposición de intereses culminó con la Revolución Francesa y
terminó con la transformación del siervo en campesino dueño de sus tierras, con lo que
apareció un modelo de explotación basado en pequeñas explotaciones suficientes para el
mantenimiento del campesino y su familia, que comercializaba un pequeño excedente. Sin
embargo, esta transformación agrícola no se vivió en Europa Oriental, donde el dominio del
modelo feudal era completo.
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SOCIALES EN LA EUROPA DEL SIGLO XVIII.
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Pese a esta situación, el siglo XVIII contempló un importante desarrollo del comercio
mundial; este hunde sus raíces en el siglo XVII, momento en el que Holanda e Inglaterra
desarrollaron un aparato económico complejo que se manifestaba con la aparición de la Bolsa,
de las primeras casas de cambio y del primer banco central (Banco de Ámsterdam de 1609). En
1700 se mantenía esta estructura, y los países occidentales eran conscientes de que el comercio
se encontraba en América. Para comerciar con el otro continente era necesario construir una
poderosa flota, por este motivo muchos historiadores —entre los que se encuentra John
Lynch— insisten en afirmar que antes de la Revolución Industrial existió una revolución
comercial y marítima. El comercio del siglo XVIII fue un medio de enriquecimiento nacional:
aumentó el volumen y la variedad de productos en el mercado y originó la acumulación de
capital con la que posteriormente pudo llevarse a cabo la Revolución Industrial.
En España el mercantilismo fue algo más tardío; estuvo defendido por el Marqués de
la Ensenada y un conjunto de teóricos como Jerónimo Ustáriz. En líneas generales, a lo largo
del siglo XVIII los países europeos evolucionaron del mercantilismo al capitalismo, y a finales
de siglo muchos de ellos eran claros defensores del libre comercio, el mejor ejemplo lo
encontramos en Inglaterra. En España el librecambismo se manifestó a través del Decreto de
Libre Comercio de 1778.
Las principales rutas comerciales de la centuria fueron: la ruta europea Norte- Sur, que
intercambiaba la producción agrícola mediterránea por productos industriales y materias
primas procedentes del norte europeo; la ruta europea Este- Oeste, por la que Europa oriental
vendía productos agrarios y materias primas y compraba manufacturas y productos
americanos y asiáticos en la Europa occidental; la ruta del Extremo Oriente, que estaba en
manos inglesas y ponía en contacto Europa con China y la India; la ruta americana, siendo de
todas la más productiva, dibujaba un triángulo cuyos vértices eran Europa, Golfo de Guinea
y las costas americanas. Europa vendía manufacturas a los países del Golfo de Guinea a
cambio de esclavos negros, estos eran vendidos en las plantaciones americanas donde se
compraban tabaco, cacao, café, azúcar y algodón, que se transportaban de regreso a Europa en
las mismas embarcaciones.
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eran la garantía de autonomía frente al poder central; Felipe V las integró en un único
organismo llamado Cortes Generales del Reino. A nivel judicial, se crean las Audiencias como
órganos de administración de justicia en derecho criminal y civil bajo la autoridad del Capitán
General.
Administración local. Su reforma se realizó por medio de los Decretos de Nueva Planta
en Aragón y Cataluña, pero también alcanzó al País Vasco y Navarra. Se intentó adaptar el
sistema municipal de la Corona de Aragón —fundamentado en los Consells— al sistema
castellano basado en los Corregimientos; al frente de ellos estaba el Corregidor —
representante del poder real que presidía el Ayuntamiento—, acompañado por otros
funcionarios como los regidores, que sustituían a los Consellers; los Alcaldes sustituyeron
también a los Justicias. Si los municipios eran grandes, el Rey elegía los cargos, pero si eran
pequeños eran propuestos por el Ayuntamiento. Carlos III dio un nuevo impulso a la reforma
de la administración local, que fue proyectada por Campomanes en 1766 y materializada
mediante el Decreto del 5 de mayo, que preveía la presencia de representantes del pueblo
elegidos por todo el pueblo, cuatro en las grandes ciudades y dos en los municipios inferiores a
2.00 habitantes; la elección era indirecta y los cargos eran el de Diputado del Común y
Síndico Personero.
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Reforma del ejército y de la armada. En 1704 el nuevo monarca inició la reforma del
ejército: se impuso el reclutamiento militar obligatorio para hombres entre 18 y 30 años, se
sustituyeron los Tercios por Regimientos al frente de los cuales estaba un coronel; los coroneles
eran elegidos por el Rey, mientras que los oficiales se elegían entre los caballeros y aquellos
que vivieran noblemente, y los sargentos eran elegidos entre el pueblo llano. Hubo otra
reforma en 1734 por la cual el reclutamiento forzoso se haría solo cuando el ejército no se
cubriese con voluntarios. En 1770 se implantaron las quintas reales. Carlos III también trató de
modernizar el ejército, y para ello tomó como modelo Prusia. Se enviaron oficiales para
estudiar el sistema militar prusiano de Federico el Grande. Fundó la Academia Militar de
Ávila — infantería, caballería e ingenieros—. La artillería contó con una Academia en Segovia
fundada en 1764. Felipe V, a través de Patiño, sentó las bases de la reforma de la armada que
cristalizaría con el Marqués de la Ensenada, el cual amplió los astilleros en Cádiz, Ferrol y
Cartagena, donde creó tres arsenales reales. Se tendió a copiar los navíos franceses, grandes y
rápidos. A partir de 1750 Jorge Juan impulsó el modelo británico, sólido y con gran potencia
de fuego. En 1760 España contaba con 47 barcos y 21 fragatas, y a finales de siglo contábamos
con más de 200 barcos. Era la segunda armada más poderosa del mundo después de la
británica.
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CONCLUSIÓN
El siglo XVIII contempló el final del Antiguo Régimen, que dio lugar al fin de la
Historia Moderna y al comienzo de la Historia Contemporánea. Este Antiguo Régimen poseía
las siguientes características: en lo social, el mantenimiento de una sociedad estamental,
cerrada y jerarquizada; en lo económico, una economía cerrada e intervenida por el
mercantilismo, cuyo motor era la agricultura; en lo político, el mantenimiento del absolutismo
monárquico; en lo cultural e ideológico, la existencia de una cultura dirigida por la Iglesia y la
unión indisoluble del Trono y el Altar. Sin embargo, en el siglo XVIII hicieron su irrupción una
serie de cambios: en lo social, el ascenso de la burguesía que basaba su poder en la riqueza
económica; en lo económico, la puesta en marcha de la Revolución industrial y el triunfo del
capitalismo; en lo político, la revolución liberal burguesa; en lo ideológico y cultural, la
aparición de la Ilustración. Por otro lado, en España, las transformaciones políticas de los
Borbones a lo largo de este siglo permitieron una cierta recuperación de los males acontecidos
durante la Guerra de Sucesión, aunque no por ello dejamos de ser un estado satélite de Francia
en lo que concierne a política internacional. Estas reformas contribuyeron a crear algunos
aspectos de una imagen de nuestro país que perdura en la actualidad, la idea de Estado
centralizado, dividido en provincias y con una fiscalidad relativamente moderna.
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