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EQUIDAD DE GENERO

Resumen.
Actualmente se sabe que los Es un hecho que en los últimos años
derechos sociales han intervenido de se han creado leyes, políticas e
una manera muy importante en la iniciativas del sector privado que
sociedad actual. La problemática obligan a las empresas a cumplir con
actual radica en la postura que una cuota de género, pero en una
ocupan hombres y mujeres en torno a escala particular, las compañías
éste tema y el papel que juega cada también han incorporado apoyos que
uno en las labores cotidianas donde fomenten una cultura organizacional,
intervienen día con día los derechos campañas para fortalecer la
sociales. conciencia de género.
En México se ha llevado un proceso Según estimaciones, si las mujeres
lento para conseguir una equidad de tuvieran las mismas condiciones que
género sustentable, pero de avances los hombres en el mercado laboral
satisfactoriamente positivos. La (participación, jornadas, cargos y
desigualdad no es solo un problema salarios), el Producto Interno Bruto
moral y social apremiante, sino (PIB) global se incrementaría en
también un desafío económico crítico 12,000 millones de dólares (mdd)
en el mundo. para 2025

Palabras claves: Equidad, moral, social, problemática, cultura organizacional,


mercado laboral.

Introducción
La equidad de género, por definición, significa que tanto los hombres como las
mujeres, sin importar sus diferencias fisiológicas, tengan el mismo derecho al
acceso y al uso de los mismos bienes y servicios que brinda la comunidad. La
equidad permite brindar a ambos géneros las mismas oportunidades, condiciones
y formas de trato.
Por género se entienden las construcciones socioculturales que diferencian y
configuran los roles, las percepciones y los estatus de las mujeres y de los
hombres en una sociedad. Por igualdad de género, como ya se mencionó
previamente, se entiende la existencia de una igualdad de oportunidades y de
derechos entre las mujeres y los hombres en las esferas privada y pública que les
brinde y garantice la posibilidad de realizar la vida que deseen. Actualmente, se
reconoce a nivel internacional que la igualdad de género es una pieza clave del
desarrollo sostenible. 1
Cómo primera instancia se debe diferenciar entre equidad e igualdad, por
naturaleza el hombre no es, y jamás será igual a la mujer, tienen diferente género,
diferente fisionomía, e incluso diferentes capacidades, por lo tanto, sólo la justicia
de género, mejor definida como equidad, logrará que los hombres y mujeres se
puedan desarrollar plenamente, logrando paridad y explotando sus capacidades
sin miedo a prejuicios. Es de vital importancia que una equidad se logre en
México, ya que de no lograrse esto, la discriminación no podrá ser reducida nunca.
Las diferencias entre hombre y mujer pueden ser en relación a su sexo o a su
género. El primer término corresponde al estudio de la función reproductiva y en el
área normativa a la manera en cómo deben reglamentarse dichas diferencias a
efecto de no menoscabar los derechos de ninguna persona. Por su parte, el
vocablo género comprende todos aquellos aspectos que cada sociedad, conforme
a su estructura cultural, determina que deben ser propios a hombres y a mujeres,
por ejemplo: los aspectos referentes a quién es el responsable de las labores
domésticas propias del hogar o el sustento económico del mismo.
Los estudios de género involucran de manera conjunta a hombres y mujeres
debido a que deben coexistir, y la participación de ambos es vital en la
construcción de una sociedad equitativa. Son muchas las instituciones que hoy en
día realizan diversos estudios para contribuir al análisis de la equidad de género
desde la óptica de los derechos sociales en México. Es decir, se analizan temas
como la seguridad social, salud, vivienda, trabajo, sistema fiscal, educación,
migración y derecho al agua, con perspectiva de género.
El derecho a la igualdad y a la no discriminación se encuentra en la base del
sistema internacional de protección de los derechos humanos. Se trata de un
principio consagrado en distintos instrumentos internacionales. Así, por ejemplo,
en el preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas (1945) se reafirma “la fe en
los derechos fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la
igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y
pequeñas”, y en el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
(1948) se establece que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos”.

Desarrollo
Si bien la equidad de género se evalúa ante todo por los niveles de equidad en las
oportunidades, los derechos y los logros de las mujeres y los hombres, según
indican las mediciones de los resultados clave en esferas como la educación, la
salud o la participación en la fuerza de trabajo, esos indicadores de progresos solo
permiten apreciar una parte del cuadro más amplio de las relaciones de género.
Las prácticas, los valores, las actitudes y las tradiciones culturales son factores
subyacentes que configuran la naturaleza y calidad de esas relaciones en los
planos personal y comunitario, así como determinantes fundamentales de las
posibilidades con que cuentan las mujeres y los hombres para realizar la vida que
deseen, contribuir al desarrollo cultural, político, económico de su país y participar
en sus beneficios.
Durante los últimos cincuenta años se han realizado considerables mejoras e
inversiones para reducir las disparidades tanto entre las mujeres y los hombres
como entre los niños y las niñas en áreas sociales clave, como la salud y la
educación. Esta labor se centró fundamentalmente en el empoderamiento de las
mujeres y las niñas habida cuenta de la situación existente y considerando los
efectos externos resultantes de la eliminación de las desigualdades y
discriminaciones por motivos de sexo.
Para contra restar este problema, varias organizaciones y colectivos, han dado
lugar a organismos como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW), la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, así como las
Recomendaciones del Comité de la CEDAW, que buscan atender, reducir y
eliminar la discriminación social contra la mujer.
La CEDAW define a la discriminación contra la mujer como “toda distinción,
exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado
menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer”,
considerando que las consecuencias de las diferencias de género se reflejan en
los ámbitos político, económico y cultural. 2
INSTRUMENTOS INTERNACIONALES EN FAVOR DE LA IGUALDAD ENTRE MUJERES Y
HOMBRES
- Desde la fundación de la ONU, la discriminación en función del sexo de las personas fue
prohibida; el principio de igualdad de derechos entre hombres y mujeres quedó
consagrado en la Carta de las Naciones Unidas de junio de 1945.
- La Declaración Universal de los Derechos del Hombre (1948) también menciona el
principio de igualdad y la prohibición de toda forma de discriminación basada en el sexo, y
establece el derecho de las personas a participar, en condiciones de igualdad, en la toma
de decisiones políticas y acceder a las funciones de los asuntos públicos.
- La Convención de los Derechos Políticos de las Mujeres (1954) propone poner en práctica
el principio de la igualdad de derechos de hombres y mujeres, enunciado en la Carta de
las Naciones Unidas.
- La Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Racial (1965) propone una política encaminada a eliminar la discriminación racial en todas
sus formas y a promover el entendimiento entre todas las razas.
- En el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos (1966) y en el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966) los Estados Parte se
comprometen a respetar y a garantizar a todos los individuos en su territorio y sujetos a su
jurisdicción los derechos reconocidos en dichos instrumentos, sin distinción alguna de
raza, idioma o sexo, nacionalidad, religión, lengua, opinión política, entre otras.
Tabla 1. Instrumentos internacionales en favor de la igualdad entre mujeres y
hombres. (ONU, 2016, p. 02)
Las actitudes y percepciones culturales con respecto a la igualdad de género han
evolucionado considerablemente como consecuencia de estas intervenciones
focalizadas y de los progresos realizados en la medición de los resultados. Esta
evolución es fundamental en lo que respecta tanto a la sostenibilidad de la
igualdad de género como a la comprensión, la implicación y el apoyo de la
comunidad para su realización: solo hay igualdad de género cuando las medidas
aplicadas “de arriba abajo” se complementan plenamente con el apoyo recibido
“de abajo arriba”. Ahora bien, en muchos países las actitudes y percepciones con
respecto a la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer siguen siendo
negativas y a menudo se invocan tradiciones, valores y prácticas culturales para
mantener una situación de status quo.
En otras palabras, el respeto de la diversidad cultural y los derechos culturales es
del todo compatible con la igualdad de género si se inscribe en un marco de
derechos humanos que favorezca la integración y el acceso en pie de igualdad a
los derechos y las oportunidades.
La equidad de género es fundamental para la realización de los derechos
humanos de todas las personas. Sin embargo, las leyes discriminatorias contra las
mujeres aún persisten en todos los rincones del mundo y se continúan
promulgando nuevas leyes de este tipo. En todas las tradiciones jurídicas existen
muchas leyes que continúan institucionalizando la condición de segunda clase
para las mujeres y las niñas respecto a la nacionalidad y ciudadanía, la salud, la
educación, los derechos maritales, los derechos laborales, la patria potestad y los
derechos a la propiedad y a la herencia. Estas formas de discriminación contra la
mujer perjudican el empoderamiento de la mujer.
Las mujeres constituyen la población más pobre del mundo y el número de
mujeres que viven en condiciones de pobreza rural ha aumentado
aproximadamente el 50 por ciento desde 1975. Las mujeres realizan dos tercios
de las horas laborales de todo el mundo y producen la mitad de los alimentos
mundiales; sin embargo, éstas perciben únicamente el 10 por ciento de los
ingresos mundiales y poseen menos del uno por ciento de la propiedad mundial.
La violencia contra las mujeres prevalece a una escala inconcebible en todo el
mundo y en todas las culturas, y el acceso de las mujeres a la justicia suele estar
caracterizado por obstáculos discriminatorios, tanto en la ley como en la práctica.
Las formas múltiples de discriminación por motivos de género y otros factores
como raza, etnia, casta, discapacidad, personas afectadas por el VIH/SIDA,
orientación sexual, e identidad de género hacen a las mujeres más vulnerables a
las dificultades económicas, la exclusión y la violencia.
En algunos países, las mujeres, a diferencia de los hombres, no pueden vestirse a
su gusto, ni pueden conducir un vehículo, ni trabajar de noche, ni heredar bienes o
atestiguar en los tribunales. La amplia mayoría de leyes que son expresamente
discriminatorias y que están vigentes están relacionadas con la vida familiar, y
algunas limitan el derecho de la mujer a contraer matrimonio (o el derecho a no
contraer matrimonio en caso de matrimonios prematuros forzados), así como el
derecho a divorciarse y volverse a casar, lo cual propicia las prácticas maritales
discriminatorias, como la obediencia de la mujer y la poligamia. Las leyes que
estipulan de manera explícita la “obediencia de la mujer” todavía gobiernan las
relaciones maritales en muchos Estados.
Como lo han demostrado las intervenciones destinadas a combatir la violencia
contra la mujer, la cultura puede ser un instrumento muy eficaz para impugnar las
prácticas negativas y misóginas mediante un proceso de diálogo, consenso y
acción basado en la comunidad. De hecho, la cultura y los valores y actitudes
culturales no son factores estáticos, sino factores dinámicos capaces de impulsar
considerablemente la transformación social, la cual favorece tanto a las mujeres
como a los hombres. Como se afirma en la Convención sobre la Protección y la
Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, la cultura encierra
importantes posibilidades para la mejora de la condición de la mujer y su papel en
la sociedad.
El ordenamiento jurídico internacional de los derechos humanos prohíbe la
discriminación por motivos de sexo y contempla garantías para que los hombres y
las mujeres puedan disfrutar en condiciones de igualdad sus derechos civiles,
culturales, económicos, políticos y sociales la mujer. Son muchos los Estados que
todavía conservan de manera generalizada sus leyes discriminatorias, lo cual
revela que el ritmo de las reformas que favorecen a la mujer es muy lento.
Las cuatro áreas abarcadas en este indicador (participación política, educación y
participación en la fuerza de trabajo, así como la existencia de marcos legislativos
focalizados en cuestiones relacionadas con la equidad de género) corresponden a
algunas de las esferas clave en las que el logro de la igualdad de género con
respecto a los resultados y a las oportunidades ha tenido repercusiones positivas
en una variedad de procesos de desarrollo y que revisten importancia decisiva
tanto para el respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos culturales,
como para la construcción de sociedades abiertas e integradoras.

Conclusiones
El concepto de equidad es un principio ético-normativo asociado a la idea de
justicia; bajo la idea de equidad se trata de cubrir las necesidades e intereses de
personas que son diferentes, especialmente de aquellas que están en desventaja,
en función de la idea de justicia que se tenga y haya sido socialmente adoptada.
La equidad es un derecho humano protegido por distintos instrumentos nacionales
e internacionales en materia de derechos humanos.
Además, tal como está expresado en la CEDAW, la igualdad va de la mano con el
principio de la no discriminación, y en este sentido, la igualdad sólo será posible
en la medida en que se erradique la discriminación contra las mujeres. En síntesis,
el derecho a la equidad implica el derecho a la no discriminación, y que se dé un
trato idéntico o diferenciado a mujeres y hombres en función de sus diferencias
biológicas y de las desigualdades históricas que ha habido entre unas y otros.
Asimismo, para garantizar el derecho a la igualdad, los Estados están obligados a
instrumentar acciones específicas para eliminar la discriminación de género.
Referirse a la equidad de género consiste no sólo en suscribir un enfoque de
derechos, sino en mantener consistencia conceptual con efectos prácticos en
términos de políticas públicas ya que, como señala el Comité CEDAW, la igualdad
es el término que se utiliza en la Convención y el principio que subyace al
establecimiento de todas las medidas especiales de carácter temporal
encaminadas a lograr la igualdad de facto entre mujeres y hombres.
Referencias
1. Organización de las Naciones Unidas. (2016). Mujeres, igualdad y equidad.
Recuperado de: http://igualdaddegenero.unam.mx/wp-
content/uploads/2016/08/onu-mujeres-igualdad-equidad.pdf
2. López, C., Ibarlucía, B. (2017). Equidad de Género en las políticas públicas.
Recuperado de:
http://trabajo.gob.ar/downloads/igualdad/100610_cuadernillo1.pdf
3. Organización de las Naciones Unidas. (2015). La ONU en acción para la
igualdad de género en México. Recuperado de: http://www.onu.org.mx/wp-
content/uploads/2015/11/Igualdad-de-genero.pdf
4. Organización de las Naciones Unidas. (2011). Resolución de la Asamblea
General sobre la participación política de la mujer. Documento
A/RES/66/130, Nueva York.

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