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9/3/2020 Confianza constante y resiliente

Con anza constante y resiliente


Por el élder L. Todd Budge
De los Setenta

Con ar en el Señor abarca con ar en Sus tiempos y requiere una paciencia y


perseverancia que superen las tormentas de la vida.

Durante su misión en África, nuestro hijo Dan enfermó gravemente y estuvo en una
clínica de recursos limitados. Al leer la primera carta que nos envió después de su
enfermedad, supusimos que estaría desanimado; sin embargo, escribió: “Aun
postrado en la sala de urgencias, sentía paz. Nunca he sido tan feliz de manera
consistente y resiliente en mi vida”.

Cuando mi esposa y yo leímos esas palabras, nos embargó la emoción. Feliz de


manera consistente y resiliente. Nunca habíamos escuchado describir la felicidad de
esa manera, pero sus palabras sonaban ciertas. Sabíamos que la felicidad que él
describió no era un mero placer, ni un estado de ánimo elevado, sino una paz y un
gozo que se sienten al entregarnos a Dios y depositar nuestra con anza en Él en
todas las cosas 1. Nosotros también habíamos vivido momentos en los que Dios habló
paz a nuestra alma y nos dio esperanza en Cristo, aun en momentos difíciles y de
incertidumbre 2.

Lehi enseña que si Adán y Eva no hubiesen caído “habrían permanecido en un


estado de inocencia, sin sentir gozo, porque no conocían la miseria…

“Pero he aquí, todas las cosas han sido hechas según la sabiduría de aquel que todo lo
sabe.

“Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan
gozo” 3.

De forma paradójica, las a icciones y el pesar nos preparan para sentir gozo si
con amos en el Señor y en Su plan para nosotros. Esa verdad la expresa
maravillosamente un poeta del siglo XIII: “El pesar te prepara para el gozo. Arrasa
abruptamente con todo lo que hay en tu vida para que un nuevo gozo pueda hallar
lugar. Sacude las hojas marchitas de las ramas de tu corazón para que, en su lugar,
crezcan hojas frescas y verdes. Arranca las raíces putrefactas a n de que nuevas
raíces, ocultas debajo, tengan espacio para crecer. No importa el pesar que te
sacuda el corazón, cosas muchos mejores ocuparán su lugar” 4.

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “… el gozo que brinda el Salvador […] es
constante, asegurándonos que nuestras ‘a icciones no serán más que por un breve
momento’ [Doctrina y Convenios 121:7] y que serán consagradas para nuestro
provecho” 5. Nuestras pruebas y a icciones pueden dar lugar a un gozo mayor 6.

Las buenas nuevas del Evangelio no son la promesa de una vida libre de pesar y de
tribulación, sino una vida llena de propósito y signi cado: una vida en la que
nuestros pesares y a icciones sean “consumid[o]s en el gozo de Cristo” 7. El
Salvador declaró: “En el mundo tendréis a icción. Pero con ad; yo he vencido al

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mundo” 8. Su evangelio es un mensaje de esperanza. El pesar, acompañado de la


esperanza en Jesucristo, abriga la promesa de un gozo duradero.

El relato del viaje de los jareditas a la tierra prometida puede servir como metáfora
de nuestro trayecto por la vida terrenal. El Señor prometió al hermano de Jared y a
su pueblo que Él iría “delante de [ellos] a una región que es favorecida sobre todas
las regiones de la tierra” 9. Les mandó que construyeran barcos, y ellos se pusieron
a trabajar con obediencia siguiendo las instrucciones del Señor. No obstante, a
medida que la construcción avanzaba, el hermano de Jared comenzó a tener
inquietudes en cuanto a que el diseño del Señor para los barcos no fuera su ciente.
Él clamó:

“… ¡Oh Señor!, he efectuado la obra que me has mandado, y he construido los


barcos según tú me has dirigido.

“Y he aquí, oh Señor, no hay luz en ellos…” 10.

“¿Vas a permitir, oh Señor, que crucemos estas grandes aguas en la obscuridad?” 11.

¿Han derramado alguna vez su alma a Dios de ese modo? Al esforzarse por vivir
como el Señor manda y sus expectativas justas no se cumplen, ¿se han preguntado
si tendrán que andar por la vida en tinieblas? 12.

Luego, el hermano de Jared expresó una preocupación aun mayor en cuanto a su


capacidad de sobrevivir en los barcos. Él clamó: “… Y también pereceremos,
porque en ellos no podremos respirar sino el aire que contengan” 13. ¿Les ha
pasado alguna vez que, por las di cultades de la vida, les haya costado respirar y se
preguntaran si podrían sobrevivir ese día, y aun menos volver a su hogar celestial?

Después de que el Señor ayudó al hermano de Jared a resolver cada una de sus
inquietudes, le explicó: “… porque no podéis atravesar este gran mar, a menos que
yo os prepare [una manera] contra las olas del mar, y los vientos que han salido, y los
diluvios que vendrán” 14.

El Señor dejó en claro que, en de nitiva, los jareditas no podrían llegar a la tierra
prometida sin Él. Ellos no tenían el control, y la única manera en que podrían
atravesar las grandes profundidades era si depositaban su con anza en Él. Al
parecer, esas experiencias y la instrucción del Señor aumentaron la fe del hermano
de Jared y fortalecieron su con anza en Él.

Observen el modo en que sus oraciones cambiaron de preguntas e inquietudes a


expresiones de fe y con anza.

“Y sé, oh Señor, que tú tienes todo poder, y que puedes hacer cuanto quieras para
el bene cio del hombre…

“He aquí, oh Señor, tú puedes hacer esto. Sabemos que puedes manifestar gran
poder, que parece pequeño al entendimiento de los hombres” 15.

Está escrito que, después, los jareditas “entraron en sus […] barcos y se hicieron a
la mar, encomendándose al Señor su Dios” 16. Encomendarse signi ca con ar o
entregarse. Los jareditas no entraron en los barcos porque sabían exactamente
cómo les iría en su travesía; lo hicieron porque habían aprendido a con ar en el
poder, la bondad y la misericordia del Señor y, por tanto, estuvieron dispuestos a
entregarse al Señor, junto con las dudas y temores que hayan tenido.
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Recientemente, nuestro nieto Abe tenía miedo de subirse a uno de los animales del
carrusel que sube y baja. Él pre rió uno que no se movía. Finalmente, su abuela lo
convenció de que estaría seguro, así que, con ando en ella, se subió. Luego dijo
con una gran sonrisa: “No me siento seguro, pero estoy seguro”. Quizás así es
como se sintieron los jareditas. Puede que con ar en Dios no siempre se sienta
seguro al principio, pero luego habrá gozo.

La travesía no fue fácil para los jareditas ya que “muchas veces fueron sepultados
en las profundidades del mar, a causa de las gigantescas olas que rompían sobre
ellos” 17. Sin embargo, está registrado que “el viento no dejó de soplar hacia la
tierra prometida” 18. Por difícil que sea de comprender, sobre todo en momentos de
la vida en que los vientos soplan fuertemente y el mar es turbulento, podemos
recibir consuelo al saber que Dios, en Su in nita bondad, siempre nos impulsa
hacia nuestro hogar.

El registro prosigue: “Y así fueron impulsados hacia adelante; y ningún monstruo


del mar podía despedazarlos, ni ballena alguna podía hacerles daño; y tenían luz
continuamente, así cuando se hallaban encima del agua como cuando estaban
debajo de ella” 19. Vivimos en un mundo en el que las monstruosas olas de la
muerte, las enfermedades físicas y mentales, y las pruebas y a icciones de todo tipo
nos golpean. No obstante, mediante la fe en Jesucristo y al elegir con ar en Él,
nosotros también podemos tener luz continuamente, ya sea por encima o por debajo
del agua. Nosotros podemos tener la seguridad de que Dios nunca deja de
impulsarnos hacia nuestro hogar celestial.

Mientras eran sacudidos en los barcos, los jareditas “le cantaban alabanzas al
Señor […] y le daba[n] gracias y loor todo el día; y cuando llegaba la noche, no
cesaban de alabar al Señor” 20. Sentían gozo y agradecimiento aun en medio de sus
a icciones. Todavía no habían llegado a la tierra prometida, pero se regocijaban en
la bendición prometida debido a su con anza constante y resiliente en Él 21.

Los jareditas fueron impelidos sobre las aguas durante trescientos cuarenta y
cuatro días 22. ¿Se imaginan? Con ar en el Señor abarca con ar en Sus tiempos y
requiere una paciencia y una perseverancia que superen las tormentas de la vida 23.

Finalmente, los jareditas “desembarcaron en las playas de la tierra prometida. Y al


pisar sus pies las playas de la tierra prometida, se postraron sobre la faz de la tierra
y se humillaron ante el Señor, y vertieron lágrimas de gozo ante el Señor, por causa
de la abundancia de sus tiernas misericordias sobre ellos” 24.

Si somos eles en guardar nuestros convenios, nosotros también llegaremos a salvo


a casa un día, nos postraremos ante el Señor y verteremos lágrimas de gozo por la
abundancia de Sus tiernas misericordias en nuestra vida, incluso por los pesares
que hicieron lugar para más gozo 25.

Testi co que, a medida que nos encomendemos al Señor y elijamos con ar de


manera constante y resiliente en Jesucristo y en Sus propósitos divinos en la vida,
Él nos dará seguridad, hablará paz a nuestra alma y hará que “en él p[ong]amos la
esperanza de nuestra liberación” 26.

Testi co que Jesús es el Cristo; Él es la fuente de todo gozo” 27. Su gracia es


su ciente y Él es poderoso para salvar 28; Él es la luz, la vida y la esperanza del
mundo 29; Él no nos dejará perecer 30. En el nombre de Jesucristo. Amén.

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