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Universidad Nacional de La Plata

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.


Departamento de Sociología.
Materia: Epistemología y Metodología de la Investigación Social
Profesor Adjunto: Marcelo Pratti
Alumno: Carlos Manuel Mendizábal Leg. Nº:90904/6
Tema: Trabajo Práctico para la opción del régimen de “semi-promoción”

Problemas metodológicos de las Ciencias Sociales.


Reseña acerca del capítulo XIII de “La estructura de la Ciencia” de
Ernest Nagel” (1961)

El capitulo XIII de “La estructura de la ciencia” Ernest Nagel (1961) plantea la


problemática acerca de la posibilidad de formular leyes generales en el campo de las
ciencias sociales. Esta cuestión es clave para resguardar a las investigaciones de este
tipo de aquellos que niegan dicha posibilidad y, en consecuencia, ponen en duda la
conveniencia de considerarlas como “verdaderas ciencias”.
Nagel, un representante de la escuela del positivismo lógico, reconoce en un
principio que, si bien el estudio de la sociedad humana ha comenzado a desarrollarse al
mismo tiempo que los referidos al mundo físico y biológico, los resultados producidos en
uno y otro campo son sustanciales. Mientras que, por un lado, gran parte de la “teoría
social” solo ha logrado reflexiones de tipo general sobre la naturaleza humana, no
fundadas en indagaciones sistemáticas de datos empíricos detallados, lo que Nagel llama
“filosofía social y moral más que ciencia social”; por otro lado, la ciencia natural ha
producido precisos cuerpos de leyes generales, basados en elementos empíricos
concretos y portadores de un real poder explicativo y una confiable capacidad de
predicción.
También Nagel reconoce la ausencia de la unanimidad entre los científicos de tipo
social en lo que se refiere a determinación de los hechos establecidos, explicaciones
satisfactorias y procedimientos válidos; unanimidad que sí existe en las ciencias
naturales. Sobre todo el autor hace explícita la divergencia entre aquellos que consideran
que las ciencias sociales deben emular los métodos y sistemas explicativos de los
naturales, los monistas metodológicos; y aquellos que consideran inadecuada tal
emulación y hacen hincapié en la búsqueda de “elementos de juicio favorables
públicamente accesible (o intersubjetivamente válidos)”, los dualistas metodológicos.

Pese a estas concesiones, el autor considera que efectivamente es posible la


formulación de enunciados generales en ciencias sociales y que, de hecho, se han
logrado producir ciertas suposiciones de carácter general con capacidad para explicar
muchos aspectos de la vida social y que permitieron la elaboración de políticas sociales
efectivas.

Las siguientes son cinco supuestas dificultades lógicas y metodológicas por las
cuales las ciencias sociales no podrían formular leyes generales y que Nagel se ocupará
en este capítulo de exponer, para luego refutar. Dichas dificultades están basadas y se
deben generalmente a “ciertas características presuntamente distintivas del tema
estudiado”, o bien a “ciertas supuestas consecuencias del hecho de que el estudio de la
sociedad forma parte de su propio objeto de estudio”

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1. Formas de investigación controlada
Quizá la dificultad mas aludida, dice Nagel, es la suposición de que las ciencias
sociales poseen un margen de posibilidades estrecho de realizas experimentos
controlados de fenómenos sociales.
Nagel define a un experimento controlado como aquel en el que “el experimentador
manipula a voluntad ciertos aspectos de una situación de los que se supone que
constituyen las condiciones para la aparición de los fenómenos estudiados”. De este
modo, alternando dichos aspectos el científico puede distinguir los factores principales
que favorecen la aparición del fenómeno en cuestión. Puede establecer así relaciones
constantes de causa y consecuencia entre el fenómeno y sus variables.
Antes de refutar esta cuestión, Nagel comienza por conceder que, ciertamente,
solo muy raramente es posible realizar estrictamente este tipo de investigación. Los
factores que lo imposibilitan son:
• Ciertos fenómenos sociales suponen la participación de varias
generaciones y varias cantidades de hombres
• El ejercicio del poder necesario para modificar las variables relacionadas
con el fenómeno puede comprometer seriamente la significación del
experimento
• La posibilidad de manipular las variables es nula para aquellos fenómenos
sociales que evidentemente son históricamente únicos.

Pese a esto hay dos argumentos que mitigan un poco la hipótesis mencionada, y estos
son:
a. Muchas ciencias son consideradas como tal, y han contribuido al desarrollo del
conocimiento en general, pese a las escasas posibilidades de realizar
experimentos controlados en su sentido estricto. Es el caso de la Astronomía,
disciplina en la que evidentemente son casi imposibles las experimentaciones de
este tipo y, sin embargo, ha sido considerada desde sus orígenes como una
ciencia modelo. Es en este argumento donde Nagel introduce el concepto de
investigación controlada. Ésta consiste en buscar situaciones diferentes en las que
aparezca uniformemente el fenómeno que se quiere estudiar, y luego examinar los
factores presentes o ausentes en dichas situaciones para establecer el grado de
relación que guardan con el fenómeno en cuestión. La diferencia radica en que en
un experimento controlado (en sentido estricto) las variaciones de los factores son
introducidas por el propio investigador, y en la investigación controlada dichas
variaciones se producen “naturalmente”. Desde el punto de vista lógico, esta
diferencia carece de importancia, por lo que la utilización de uno u otro método
sería para Nagel suficiente para hablar de “investigación empírica controlada”.
b. Es falsa la consideración de que el campo para realizar investigaciones empíricas
controladas en ciencias sociales es pequeño. Ésta se basa en la suposición de que
una experimentación controlada requiere hacer variar los factores de a uno por
vez, condición frecuentemente deseable, pero que de hecho no ocurre muy
frecuentemente por lo que no sería indispensable para una investigación
controlada. Nagel expone a continuación tres formas que adopta el estudio
empírico controlado en ciencias sociales:
I. Experimento de laboratorio. Consiste en construir una situación artificial que
se asemeje a las situaciones real de la vida social, pero que ciertas variables
se modifiquen en sentido contrario a como aparecerían normalmente en
estas últimas
II. Experimento de campo. Similar al anterior, pero aquí la situación no es
“artificial”, sino que se busca alguna “comunidad ‘natural’ pero limitada, en la
cual se puedan manejar ciertas variables”.

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III. Experimentos “ex post facto”. Consisten ya no en intentar manipular las
variables sino en analizar un fenómeno ya ocurrido a partir de la
manipulación de los datos de observación que se hayan registrado referente
a ese mismo fenómeno. Este análisis de los datos permitiría “eliminar”
ciertos factores como determinantes causales y atribuir a otros influencia
causal sobre el fenómeno.

2. Relatividad cultural y leyes sociales


Una segunda dificultad sería la imposibilidad, en principio, de formular leyes
transculturales (leyes que valgan para sociedades diferentes) de los fenómenos sociales
ya que estos poseen un carácter histórica y/o culturalmente condicionado: las pautas de
conducta social varían para cada sociedad e incluso dentro de la misma sociedad a
través del tiempo.
“La esencia de esta argumentación”, dice Nagel “es inobjetable”. Asume que las
leyes para los fenómenos sociales siempre tengan un generalidad más bien restringida.
Sin embargo, cuestiona algunas de las fuentes de esta concepción para abrir la
posibilidad, aunque restringida, de la formulación de leyes transculturales.
1. Un fundamento de esta concepción acerca de leyes transculturales tiene que ver
con la suposición tácita de que las leyes científicas deben permitirnos hacer
predicciones precisas, y esto no ocurre en el campo de las ciencias sociales. Nagel
echa por tierra fácilmente esta cuestión, planteando que, de hecho, salvo en
astronomía, en el resto de las disciplinas naturales tampoco están dadas las
condiciones para enunciar predicciones precisas a largo plazo.
2. Otra concepción equivocada, según Nagel, es aquella que dice que las grandes
diferencias en las características de la conducta que se manifiestan en distintos
sistemas sociales impediría diseñar esquemas generales que engloben la totalidad
de los sistemas. El autor dice que esto es falso, basándose en la posibilidad, en
principio lógica, de la existencia de variables lo suficientemente genéricas como
para constituirse “componentes elementales de una estructura de conexiones
común a todas las sociedades”.
3. Nagel expone además dos técnicas para dar más generalidad a las formulaciones:
a. Uso de variables. Nagel está pensando aquí en que los términos empleados
para formular leyes generales no deben referir explícitamente a
características particulares de los fenómenos circunstanciales. Para sortear
esta dificultad propone el uso de variables en el sentido matemático de la
palabra.
b. Formulación de leyes para “casos ideales”. Es decir, formular leyes que
enuncien relaciones que se den en casos con condiciones extremas. Como
estás condiciones raramente se cumplen (de hecho nunca lo hacen, por eso
son ideales) al analizar casos particulares se deben plantear cierto
postulados adicionales para llenar el abismo entre el caso real y el caso
ideal, entre las condiciones concretas y las condiciones extremas.

A pesar del uso de estas técnicas, Nagel admite que la formulación de leyes
transculturales no ha tenido éxito aún, y que en base a estos fracasos quizá sea
improbable generar teorías universales de desarrollo histórico. Enfatiza, entonces, la
necesidad de generar nuevo conceptos requeridos que deben alcanzar un grado de
abstracción aún mayor que los conocidos hasta la actualidad, y que estén separados por
un “abismo lógico” mayor de las nociones familiares utilizados en asuntos cotidianos de la
vida social.

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3. El conocimiento de los fenómenos sociales como variable social
La tercera dificultad está dada por el hecho de que a partir de adquirir conocimiento
acerca de los sucesos en los que participan, los seres humanos pueden cambiar sus
pautas habituales de conducta, por lo que dicho conocimiento corre el riesgo de perder
significado.
Nagel abre entonces dos aspectos de esta dificultad.
1. El primer aspecto está en relación con la investigación misma de los fenómenos.
Este aspecto puede plantearse así: “si el proceso de reunir elementos de juicio
relativos a una hipótesis acerca de un tema determinado sólo permite obtener
datos cuyas características son creadas por el proceso mismo, resulta
evidentemente incorrecto evaluar la hipótesis simplemente sobre la base de tales
datos”. Para enfrentar esta cuestión, Nagel vuelve a acudir a las ciencias naturales,
también ellas deben enfrentar este problema. Y de hecho lo resuelven, a partir de
la inclusión en la investigación de algún elemento que de cuenta de la medida en
que puede alterarse el fenómeno en cuestión a partir de la interacción con el
instrumento de medida. Nagel afirma que la lógica de este proceso también es
aplicable en las ciencias sociales, ya que en ambos casos, la dificultad surge
porque se producen cambios en los fenómenos debido a los medios que se utilizan
para medirlos. Las posibilidades que el autor propone para sortear esta cuestión
son:
a. Ignorar los efectos provocados por la interacción luego de considerarlos
menores.
b. Calcular los efectos sobre la base de leyes conocidas y tenerlos en cuenta a
la hora de asignar valores a la propiedad medida.
c. Demostrar que tales efectos no exceden ciertos límites, asignando entonces
valores aproximados a la propiedad medida.

2. El segundo aspecto está en relación con las conclusiones alcanzadas en las


investigaciones y especialmente con la formulación de predicciones a partir de
ellas. Puede plantearse así: Las conclusiones de una investigación de tipo social
pueden quedar invalidadas si, a partir del conocimiento público de las mismas, los
hombres modifican sus pautas de comportamiento, por lo tanto, las predicciones
de la conducta social son intrínsecamente inciertas. Nagel distingue dos clases de
predicciones que caracterizan la dificultad expuesta.
a. Predicción suicida: Una investigación formula una predicción que, en su
momento es bien fundada, pero la difusión de la misma provoca que las
acciones emprendidas por los hombres tomen el camino contrario al
predicho, por lo que la predicción es refutada.
b. Profecía autorealizadora: La predicción es falsa en el momento en que se
enuncia, pero se convierte en verdadera a partir de las acciones que se
emprenden como consecuencia de creer dicha predicción.
El autor también aquí hace explícito que la dificultad no es intrínsecamente de la
ciencias social, sino que es general, y atañe también a las naturales. Y para
resolver el conflicto, apela especialmente a la posibilidad de formular leyes que
contemplen la presencia de acciones emprendidas intencionadamente sobre la
base del conocimiento concerniente a procesos sociales. Es decir, introducir en la
ley una variable que exprese el conocimiento que los hombre poseen de los
procesos sociales.
Además, aporta otra razón a la cuestión cuando explicita la incongruencia existente
entre intención y resultado de la acción social. Por más que los hombres tengan
conocimiento de procesos sociales y tengan además la intención de modificar sus
actos a partir del mismo, el resultado de su acción social tiende a quedar anulado
por efectos producido por una conducta que tiene más que ver con “pautas
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habituales de conducta social o por otros sucesos sobre los cuales los actores no
tienen ningún control”.

4. La naturaleza subjetiva de los temas de estudio sociales


Debido a que los fenómenos sociales presentan un carácter esencialmente
“subjetivo” o “impregnado de valoraciones, es imposible arribar a explicaciones objetivas y
bien fundadas de fenómenos sociales. Esta afirmación origina una cuarta dificultad para la
formulación de leyes generales en ciencias sociales: el tema de la subjetividad. Nagel
reconoce que este tema plantea muchos problemas por lo que solo se centra en tres
particulares:
1. Primero, Nagel refuta decididamente la afirmación que dice que las ciencias
sociales se limitan a utilizar exclusivamente distinciones referentes a estados
psicológicos. Frecuentemente es posible la investigación de muchos actividades
sociales sin hacer referencia a dichos estados.
2. El autor prosigue con una caracterización y reivindicación del conductismo. Se trata
de una doctrina en ciencias sociales adaptada del programa de investigación
utilizado por muchos psicólogos durante la segunda década del siglo XX. Esta
doctrina rechaza la introspección como técnica de estudio y se propone investigar
la conducta humana sin apelar a los contenidos de la conciencia. Nagel afirma que,
si bien el conductismo no ha sido capaz de sugerir mecanismos adecuados para
explicar la conducta humana, no hay que inferir de ello que sea intrínsecamente
inadecuadado para el estudio de la acción humana intencional. Propone
específicamente adoptarlo como orientación metodológica y no como teoría
sustantiva de la conducta humana.
3. Por último, Nagel rechaza la suposición de que la atribución de “estados
subjetivos” a agentes humanos cae fuera del alcance de los cánones lógicos
utilizados en la investigación de propiedades objetivas. Su rechazo se basa en el
hecho de que la introspección en los estados mentales de los sujetos y la
experimentación de empatía por parte del científico concierne específicamente al
origen de las hipótesis explicativas, pero no a su valoración. La introspección no es
en si misma un elemento de juicio para fundamentar tal o cual teoría, sino una
herramienta que el científico social tiene a mano para la formulación de hipótesis,
que luego deberá validarse a partir de la incorporación de elementos de juicio
objetivos.

5. El sesgo valorativo de la investigación social


La última dificultad abordada por Nagel es la siguiente: los valores sociales a los
que adhieren los científicos sociales alteran el contenido de sus investigaciones. La
neutralidad valorativa es imposible en la investigación social. Para oponerse a esto, Nagel
analiza y cuestiona las suposiciones acerca del papel que juegan los juicios de valor en
diferentes partes de la investigación:
1. La selección de los problemas. Nagel admite que, efectivamente, los intereses del
científico determinan la selección que este hace de los objetos que quiere estudiar.
Esto sucede tanto en el ámbito social como en el natural. Sin embargo, no hay
razones para pensar que este hecho obstaculice las investigaciones ni en uno ni en
otro campo.
2. La determinación del contenido de las conclusiones. Aquí Nagel también admite
que los científicos sociales trasladen sus propios valores a los análisis que realizan
de los fenómenos sociales, y reconoce en esto una dificultad. Para salvarla
propone dos contramedidas:
a. Que el científico social formule clara y explícitamente sus suposiciones
valorativas, abandonando la pretensión de estar libre de toda parcialidad.
Sin embargo, tal recomendación, reconoce Nagel, no es fácil de llevar a
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cabo, puesto que por lo general no somos concientes de las suposiciones
valorativas que aplicamos en la investigación.
b. La parcialidad puede eliminarse gradualmente a través de los mecanismos
autocorrectivos que la ciencia posee como empresa social. La ciencia
estimula la invención, el intercambio y la crítica de ideas. Además estimula
la competencia y de este modo preserva sólo las investigaciones cuyas
conclusiones resistan el examen crítico de una comunidad científica.
3. La identificación de los hechos. El argumento que aquí se esgrime es el siguiente:
La distinción entre hechos y valores es insostenible cuando se analiza la conducta
humana intencional, por lo tanto, si se desean eliminar los juicios de valor debe
eliminarse toda predicación por lo que se elimina la ciencia misma. Nagel dice que
quienes sostienen esto confunden dos sentidos distintos del término “juicios de
valor”, a saber:
• Juicios de valor caracterizadores: Aquellos que afirman la presencia en
cierto grado de una característica dada en un caso particular.
• Juicios de valor apreciativos: Aquellos que expresan aprobación o
desaprobación de alguna idea moral o de ciertas acciones.
Los primeros son admisibles en las ciencias mientras que los segundos no. Y
además es evidente, dice Nagel, que “el emitir juicios apreciativos no es una
condición necesaria para emitir juicios caracterizadores”. No hay razones para
pensar que sea intrínsecamente imposible la distinción entre los dos tipos de
juicios, por lo tanto no existe en principio la imposibilidad de llegar a una ciencia
social éticamente neutra.
4. La evaluación de los elementos de juicio. Analizaremos aquí la tercera de las tres
variantes de esta cuestión expuesta por Nagel en el capitulo. Esta sostiene que la
conexión entre la perspectiva social de un científico y sus normas acerca de la
investigación es lógica y necesaria. Por lo tanto, la influencia de los valores a los
que adhiere el científico no son eliminables. Esta versión destaca el carácter
“históricamente relativo del pensamiento social”. Esto tiene la siguiente implicancia:
al cambiar las instituciones sociales y sus productos culturales, también debe
cambiar la forma de comprenderlos. Por lo tanto, un estudio o investigación social
sólo tiene validez para la etapa particular del desarrollo humano en que surge. Para
superar esta dificultad, Nagel advierte que aunque el conocimiento absolutamente
objetivo sea inalcanzable, es posible una “forma relacional de objetividad”. Esto es
el “relacionismo”. Según esta corriente, el científico puede ser capaz de reconocer
cual es su perspectiva social. Luego, formula las conclusiones a sus
investigaciones dando cuenta de que las mismas se ajustan a los cánones de su
perspectiva. Finalmente, logra la objetividad relacional. Nagel vuelve a salvar aquí
la objetividad, y advierte que, en realidad, es difícil hallar diferencias entre la
objetividad “tradicional” y la “relacional”.

Conclusiones
El propósito de Nagel es salvar a las Ciencias Sociales de las dificultades que se le
plantean a la hora de formular leyes generales.
Además de presentar ciertos mecanismos particulares que permiten a las ciencias
sociales protegerse de las obstáculos que se le presentan, la estrategia del autor es
básicamente la misma para casi todas las cuestiones. Trata de acercar a las Ciencias
Naturales a la polémica para dar cuenta de que, en realidad, las problemáticas que se le
achacan a las Ciencias Sociales no le pertenecen exclusivamente, sino que también se
encuentran en los ámbitos físicos, biológicos. Por supuesto que el autor reconoce que
dichas dificultades se hallan de manera más expuesta y profunda en el ámbito de las
ciencias del hombre. El argumento de Nagel podría resumirse en la siguiente afirmación:
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“si dejamos de considerar a la Ciencias Sociales como tales, entonces también debemos
hacerlo con las otras, puesto que los problemas que la aquejan están en realidad, en
mayor o menor medida en la mayoría de las ciencias”.

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