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Travesías

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Adriana Rosas Consuegra

Travesías

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Travesías

© Adriana Rosas Consuegra


© Collage Editores SAS

Edición y producción editorial:


Collage Editores SAS

Carrera 8 No. 127C - 20 oficina 304


Teléfono: 300 8684
www.collageditores.com.co
info@collageditores.com.co
Bogotá, D.C., Colombia

Fotos: Portada - Adriana Rosas C.


Solapa - Julio Olaciregui

ISBN: 978-958-8900-63-6

Impresión y encuadernación: Stilo Impresores

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación,


incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, alma-
cenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio sin
permiso previo del autor o del editor.

Impreso y hecho en Colombia - Printed and made in Colombia

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Contenido

PRESENTACIÓN ....................................................................  9
TRAVESÍAS POR EL CINE .................................................. 19
Ana, mon amour* .......................................................................... 21
La doncella*  .................................................................................. 23
Mustang* ........................................................................................ 25
Estrella brillante* ........................................................................... 27
Sólo el fin del mundo* ..................................................................... 28
X500* ........................................................................................... 30
El faro* .......................................................................................... 32
La tierra y la sombra* .................................................................... 33
Luz silenciosa* ............................................................................... 37
Taxi* ............................................................................................. 39
París* ............................................................................................. 44
También la lluvia* .......................................................................... 45
Submarino* .................................................................................... 47

TRAVESÍAS POR LA LITERATURA .................................. 49


Un drama de caza* ..................................................................... 51
El beso de la mujer araña* .........................................................  53

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TRAVESÍAS POR EL MAR ................................................... 55
Desperdigados ................................................................................ 57
800 ......................................................................................... 59
Preferí el mar a la tierra ............................................................. 60
El mar adolorido ....................................................................... 61
El mar y sus olas en mí .............................................................. 63
Un coco caído en la noche ........................................................... 65
El tiempo del mar ...................................................................... 66
Vestidos sin mostrar el interior .................................................... 67
Nostalgia  ................................................................................. 69
Mar cambiante .......................................................................... 70

TRAVESÍAS POR LA TIERRA ............................................ 71


Hacia Panamá .......................................................................... 73
Vittorio Emanuele .................................................................... 75
La bruma del lago de Garda ...................................................... 77
El cambio del tiempo .................................................................. 78
Gargnano desde el  Palazzo Feltrinelli ........................................... 85

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La Travesía poética

de Adriana Rosas.

Por Carlos Satizábal.1

D
e las obras del arte que nos entregan los dones y
goces de la poesía hemos de hablar con la pala-
bra que canta, que celebra poéticamente el don de gozar la
experiencia poética. Porque la poesía nos hace ver y escuchar
y pensar y sentir y saborear y habitar la vida poéticamente. La
experiencia poética nos hace poetas. Ha dicho don Jorge Luis
Borges con belleza y lucidez, con poesía y verdad, que un libro
de poemas es apenas un bello objeto entre los objetos, la poe-
sía sólo sucede al leerlo.
La poesía sucede en una experiencia sensitiva que nos
hace poetas en el encuentro de nuestros sentidos y nuestro
ser con el poema. Y el poema está en el canto que juega poé-
ticamente con las palabras: una música verbal. Y sucede en la
experiencia poética que nos entrega la música: poesía musical
de los sonidos: que sucede en la sucesión melódica, en los jue-
gos rítmicos, en los contrapuntos y ecos de las voces, en las

1 Profesor asociado, Universidad Nacional de Colombia. Poeta, actor y director


teatral: Tramaluna Teatro.

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resonancias armónicas, las repeticiones, las inversiones, las an-
ticipaciones, las formas, los contrastes de los colores sonoros,
en las densidades.
La experiencia poética que nos da el cine de poesía, el que
vale el goce de gozarle, es una travesía poética; también la tra-
vesía por la narrativa es una experiencia poética; y la de habitar
frente al mar entre el cielo y las olas y en los viajes por la tierra
entre la nostalgia del mar y el canto. Ello siento que nos dice
Adriana Rosas en Travesías, bello y conmovedor canto al amor,
a la rebeldía y a la experiencia poética vital de habitar poética-
mente este mar, esta tierra. Ha cantado el poeta Hölderlin -al
anunciar el modo humano de vivir humanamente-: poéticamente
habitamos entre cielo y tierra. Y cuando no, apenas si vivimos. Sólo la
poesía nos hace habitar la vida y gozar de sus dones humana-
mente, poéticamente.
La poesía de Adriana Rosas sobre las obras que nos do-
nan la experiencia poética nos recuerda que la poesía es verdad,
es pensamiento, es lucidez. Que la experiencia del poema pide
una travesía poética de palabras para celebrarla, para nombrar-
la. La poesía es entonces, ensayo, reflexión poética. Filosofía.
Como el Poema de Parménides. Como el Canto para curar la
Locura. Como la Commedia de Dante. Como el deseo de Goe-
the en Poesía y Verdad: “Todo esto que forma parte de lo que
hay que relatar y del relato en sí, lo he comprendido bajo la
palabra poesía, con el fin de poder emplear para mi propósito
la verdad de la que yo fuera consciente.”
La poeta Adriana Rosas ha tejido sus viajes poéticos de
Travesías en cuatro partes: Travesías por el Cine, Travesías por
la Literatura, Travesías por el Mar, Travesías por la Tierra.
Nos sugiere Adriana en Travesías: al encontrarte con la
poesía, en el cine, en la literatura, en la vida diaria: canta tu ex-

10 Travesías

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periencia, haz poesía, canto de palabras, de tu travesía poética
por las películas, por la literatura, por los momentos de la vida
que tu destino poético te ha dado el don de gozar. Y Travesías
es el testimonio poético de la experiencia de ver, de toparse
con la poesía en el cine. Y en la literatura. Y en la vida diaria.
Travesías nos dice que la experiencia poética vivida nos entrega
el don de hacernos poetas cuando recibimos en nuestras ma-
nos de hacedores el poema que nos dicta esa experiencia.
Nos enseña Adriana Rosas en sus Travesías poéticas por
los filmes que canta en la primera parte de su libro, que al ver, al
sentir, un poema cinematográfico, hemos de hablar de él con la
palabra poética que su visión poética inefable nos inspira. Que
hemos de cantar en una música de palabras pensativas y sensiti-
vas la poesía fílmica, la experiencia de ver, de sentir, de gozar la
película-poema que la vida nos ha dado en gracia gozar.
“Unas niñas por ser casadas / Matrimonios arreglados /
Casarme a corta edad…”
Así comienza Mustang, poema a la primera película de la
directora turco-francesa Deniz Gamze Ergüven, rebelde canto
fílmico de cinco hermanitas que se levantan contra la feroz
dominación de la tradición cultural patriarcal turca: “ … Huir
huir a Estambul / La ciudad grande a donde todas van / Es-
capar / Se escapa con un tiro en la cabeza / Se escapa con el
matrimonio en amor / Se escapa en la frustración de no haber
hecho nada por escapar / Planear la fuga / Saberse la más
pequeña y la más determinada / La edad a veces no va en pro-
porción / Las autodecisiones tampoco / La obligación juega
más para ellos / Para ellas no.”
Adriana canta la rebeldía de los artistas perseguidos por
hacer su canto visual. Taxi es su homenaje a libertarios de la
cámara como Jafar Panahi.

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Adriana canta la poesía cinematográfica de jóvenes como
el colombiano Juan Andrés Arango que hace en X500 su ho-
menaje a la juventud sin salida que inventa una salida así fuere
con el crimen, con la muerte:
“La demasía descontrolada. La suavidad de los rostros de
la juventud que aún no han sido tocados por la obligación de
ser desleales consigo mismos…”
“…Aún sigue su rostro suave, su rostro de niño bello.
Ya mató por liberar a su hermano menor del tener que hacer
picadillo a su amigo…”
Y en su cantar iluminado por la oscuridad de las salas
donde crece la poesía cinematográfica, su cinefilia poética la
lleva a la poeta a oír con sus ojos, fuera de la sala, a la luz de la
lámpara lectora, las voces de los y las poetas que han creado
esos viajes poéticos por los desafíos de la muerte, la rebeldía, la
lucidez y la vida. Y en su escritura una poesía fílmica como la
Tierra y la Sombra del colombiano César Acevedo, le entrega a la
poeta cantos de tierra y de sombras, de luz y silencio, de ranas
y pájaros que no regresan por la fruta:
“/ El cine como traslado. / El hijo que muere por estar
con su madre. / Las compensaciones que da el arte. / En la
vida real muere la madre y el hijo sigue. / En La tierra y la
sombra, el hijo muere y la madre sigue. / Sigue en medio de la
sombra. /”
Al final de su poema a La tierra y la sombra, la poeta Adria-
na nos deja oír este pensamiento estremecedor: César Acevedo
dice de su próxima película: “Las voces de ellos. Fantasmas que
hablan. El conflicto y la violencia de nuestro país. Todavía no
se ha hecho una película como la que yo quiero. Un dios en
silencio.”

12 Travesías

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La voz interior de nuestra lectura, iluminada por el cantar
de Adriana Rosas nos lleva por el silencio y las sombras de las
salas de cine del mundo, por las visiones de la poesía del cine
actual y estremece hasta llevarnos a ver de nuevo desde el can-
to de Adriana esos poemas de luz y sombra.
Me he encerrado a verlos estremecido por Travesías, para
volver sobre esta hoja de pixeles y su teclado a escribir estas
palabras de gratitud: por Mustang, a la joven de Ankara Deniz
Gamze Ergüven y su rebeldía contra la infamia patriarcal.
Por Taxi, al iraní Jahar Panahi:
“Hablamos de libertad / Hablamos de que cada uno ac-
túe de acuerdo a su ser y no por las imposiciones de la sociedad
/ Hablamos de mostrar la realidad / La sofocante realidad”.
Por el París del francés Cédric Kaplisch. Por También la
lluvia y su rebeldía triunfante contra las multinacionales, can-
to de luz boliviana de la madrileña Icíar Bollaín. Por el da-
nés Thomas Vinterberg y su Submarino de amor y drogas. Por
Estrella brillante y poema de la neozelandesa Jane Campion al
poeta Keats. Por Solo el fin del mundo canto a la huida del orden
o desorden intolerable de las cosas, “para huir del no amor”,
del canadiense Xavier Dolan. Por La doncella, del koreano Park
Chan Wook: “juego a tres voces / Juego en tres versiones /
Toma la que tú quieras / La última añade más y más, sirve para
concordar los hilos sueltos del antes”. Por Ana, mon amour, del
rumano Călin Peter Netzer. Por El faro, del colombiano Pacho
Bottía: “Predecir nuestra propia muerte, saber que pronto se
está por partir, que el silencio alcanza a divisarnos vestigios del
futuro.” Por Luz silenciosa del mexicano Carlos Reygadas.
Toda esta primera parte de Travesías es un canto a la poe-
sía de esa luz silenciosa del cine contemporáneo que ilumina
el amor y la resistencia de los seres sensibles del mundo a esta

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época infame dominada por el desamor, la injusticia, el patriar-
cado, la explotación. Una invitación a la rebelión y la lucidez
poética de la poesía que nace por doquier en el mundo y nos
invita a habitar poéticamente esta tierra. A rebelarnos, amoro-
samente, como Antígona.
Luego de sus Travesías por la poesía contemporánea pla-
netaria de la oscuridad y la luz silenciosa y rebelde de las salas
del cine, nos invita la poeta Adriana Rosas a la travesía por la
poesía de Un drama de caza, de Antón Chéjov: “Su única novela.
Ejercicios para escribir, capturar al lector, dirigirse directamen-
te a él, atraparlo. Dejar un rastro que intrigue y continuar con
el siguiente capítulo y no parar. Por debajo se veían las costu-
ras. Un juego de aprendizaje para Chejov. Tal vez más tiempo
para reescribirla para intentar hacer invisibles los bordes de las
hiladas… ” Y al final de este poema ensayo o escritura de su
experiencia poética de lectora que devuelve gratificada su tra-
vesía chejoviana en un poema, una cita de su autor: “Es difícil
entender el alma humana, pero más difícil aún es entender la
propia… Jugar con el alma ajena es un pecado que no debería
ser perdonado”.
Antes de Travesías, de Adriana Rosas he leído sus cuentos,
breves, iluminados momentos de la vida vivida. Estos poemas
son iluminados momentos de su experiencia poética como lec-
tora y cinéfila y habitante de la tierra, del mar y del amor. Vivir
y leer o ver cine o compartir el arte de la vida y la poesía de las
artes son experiencias poéticas que nos llaman a la escritura
que celebra esa iluminación, esa búsqueda de comprensión del
alma propia, de los fragmentos de nuestro ser. Su canto juega
con esos fragmentos e invita a cantar ese juego. Y a cantar el
momento de compartir su canto. A invitar a gozar de su canto.

14 Travesías

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Cierra su travesía por la narrativa de su alma con su cele-
bración de El beso de la mujer araña, del argentino Manuel Puig.
Y se abren las dos partes finales de su viaje, las travesías
por el mar y por la tierra: Adriana ha vivido y vive frente al mar.
Su poesía lo celebra. Canta en Desperdigados:

“Cuando vivíamos frente al mar


sabíamos de las lluvias, de los cangrejos por bajar
Cuando vivíamos frente al mar antes de que llegaran las motos
solo estaban los cascos de los caballos y su música.
Antes de que me mandaran a estudiar fuera, yo era feliz
Desde entonces, una cierta tristeza me es itinerante
Una cierta desazón se me atraviesa por momentos.
Y es el mar, es el mar, me gritan los fantasmas de mis antepasados…
Yo les hablo de mis emociones y entonces se quedan callados, como
escuchándome. Sus rostros no alcanzo a ver, pero he sentido el quejido de
sus llantos por mí. Ellos saben de lo que les hablo, ellos me han visto.”

Es bello sentir ese sentir: que hablar con nuestros fantas-


mas ya nos afantasma. La muerte nos llama con su luz obscura
y su canto quejumbroso. O juguetón. Como el juego de los
800 muchachos “desaparecidos en ultramar”: “Ellos para ma-
tar el tiempo juegan al dominó debajo de las aguas, en jugadas
interminables para intentar calmar la zozobra que deben estar
pasando sus familias que aún los desean vivos en este mar arri-
ba y no abajo.”
Adriana recoge en los cantos de sus travesías por el mar
las voces de las gentes del mar que son también ella. Nos las
entrega con su voz primera: “Yo preferí el mar a la tierra / Yo

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preferí el mar y arriba las estrellas…” Y esas voces de la gente
del mar que son ella le dicen que el mar es ella también, metá-
fora de ella: El mar adolorido:

“Las palmeras saben de mí


Ellas me han escuchado
Dos, guardan mis secretos
Sostienen mi hamaca
La hamaca que también sabe de mí, la que sabe de las lluvias las
lunas las mareas
Ellas me acarician mientras duermo, mientras lloro, mientras escri-
bo, mientras rio, mientras mi marido me trae una taza de té
Ellas saben de mis sueños
Entran en ellos mientras duermo, mientras las olas del mar saben
dormirme, adormecerme en su rumor de aguas transparentes que llegan a
la orilla, que se estrellan contra el acantilado que se desgasta.”
Ella nos dice que el mar le ha mostrado que él también es un ser,
como ella, alguien adolorido:
“… está adolorido por grandes barcos pesqueros que remueven sus
entrañas para llevarse hasta las piedras de su fondo.
Entonces: el mar se estremece, grita, se desespera
y se vuelve un mar temido hasta por los pescadores de muchos años.
Entonces: el mar saca sus dolores, los grita, se revuelve y manda to-
das sus fuerzas desde sus honduras y aquí en la orilla come tierra, tumba
árboles centenarios y dejamos de ser felices por momentos.”
Y ella y su amado se afligen: “nuestra isla desaparecería por los
mares desgastados por la basura…”

Pero el amor de las olas y de las palmeras saben serenarle:


“Y él, él vuelve con otra taza de té y su amor y mi amor, para
besarnos para quedarnos viendo las palmeras, las olas, carga-
dos por una hamaca de nubes reflejadas en el mar”.

16 Travesías

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El amor es el otro gran hilo con el que teje Adriana estos
poemas. Bajo la urdimbre de su rebeldía. Amorosa rebeldía. Y
el amor del mar, su amor al mar y a su isla en el mar: El mar y
sus olas en mí. Un coco caído en la noche. El tiempo del mar: el mar y
su tranquilidad: “sus gentes sosegadas criadas frente a aguas
apacibles antes de las barreras de coral / Un mar que regala su
comida / Un mar sin huracanes.” Mar cambiante.
Travesías por la tierra es la parte final de este libro apasio-
nado que apasiona con su lectura y nos llama al viaje poético
de leerle y releerle y escribir. Poesía que invita a escribir. Se
lee para la memoria, decía el maestro Jorge Luis Borges. Pero
desde la invención de la escritura la memoria también es escri-
tura, es invención de la vida humana, y de la vida que rodea de
vida las vidas humanas: somos seres escritos que trasegamos
en travesías poéticas el mar y la luz silenciosa, y la tierra que
cantamos. Venga con su lectura a gozar de los goces que guar-
da esta poesía que nos invita a ser poetas y a gozar y conocer
y rememorar con los dones del canto la travesía poética por
esta tierra, por el mar, por la poesía. No hay en nuestro tiempo,
ni hubo en otro tiempo, otra forma de habitar humanamente
entre cielo y tierra, entre la luz y la sombra, entre las olas y la
arena, entre el amor y la muerte…

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TRAVESÍAS POR EL CINE

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Ana, mon amour*

Nos buscamos para encontrarnos.

Aquello que nos ocultamos


rinde oscuro su pleitesía,
a lo profundo que nos hace sufrir.

Descubierto, volvemos o somos nuestro yo ido


quizá aún no revelado
El silencio revela,
ellos dicen del habla.
El habla y sus esperas, y sus detenciones en el tiempo
El tiempo silencioso nos revela sus respuestas en
el poco a poco
Tal vez las respuestas son separaciones.
Tal vez las respuestas son reconciliaciones con nosotros
mismos, y dejar las culpas que hicimos nuestras
y no lo eran, y no lo fueron.

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Tal vez las formas de resarcir nuestras no actuaciones
cuando aún no estábamos preparados en edad.

Y si el tiempo y sus pensamientos nos quitan las


cortinillas, la realidad se nos antoja en seguridad
alejada de miedos.
Y si el otro no preparado para nuestra independencia,
tal vez quedará excluido de nuestro amor y de las
ganas de seguir juntos.

* Película dirigida por Călin Peter Netzer

22 Travesías

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La doncella*

¿Tú te crees lo que te digo?


Una primera instancia podría sonar herrumbrosa
Una segunda nos cambia la percepción
Y una tercera nos muestra la realidad.
‘La realidad’: hablan de la realidad.

“Le gustaba leer también, y es de ella de quien he heredado


la convicción de que la realidad
es un secreto, de que es soñando como se está cerca del
mundo”: J.M.G Le Clézio, Urania.
¿La realidad, tal vez un secreto?
Un secreto revelado al final.
Nos hicieron creer de una supuesta realidad en dos versiones.
En la tercera, vino aquello que sería tal vez una realidad.

“En Campos no decimos las matemáticas, el álgebra,


la geometría, la geografía y todas esas

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ciencias de las que acabas de hablar… Nosotros decimos: la
verdad”: J.M.G Le Clézio, Urania.
Raphaël, en Urania, en Campos decimos la verdad.
¿Cuál verdad?

¿La verdad de La doncella?


Juego a tres voces
Juego en tres versiones
Toma la que tú quieras
La última añade más y más, sirve para concordar los hilos
sueltos del antes

* Park Chan Wook

24 Travesías

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Mustang*

Unas niñas por ser casadas


Matrimonios arreglados
Casarme a corta edad
sin querer hacerlo
sin amor
Prepararlas para ser buenas esposas
Afuera toda contaminación
No internet No teléfono No novelas
Sí aprender a cocinar Sí telenovelas cursis
La censura El encierro Los barrotes
El jugar que estamos en la playa y nadamos
y nadamos entre sábanas y cobijas que imitan las olas del mar
a las que no estamos permitidas
El sonido de los caracoles en nuestros oídos son nuestras
manos ahuecadas
No existe el mar, no existe la libertad, no existe el decidirnos
Está el obedecer y caer una tras otra en una vida
convencional que no creíamos para nosotras

Adriana rosas Consuegra 25

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Mangas largas Vestidos color mierda
Cabellos sueltos escondidos en una trenza
Ser mostradas para casarnos
Ser llevadas antes de que tal vez ese hombre que está en casa,
que quiere impartirnos sus regaños, sea él quien haga
aquello que no debería con sus sobrinas
Huir huir a Estambul
La ciudad grande a donde todas van
Escapar
Se escapa con un tiro en la cabeza
Se escapa con el matrimonio en amor
Se escapa en la frustración de no haber hecho nada por escapar
Planear la fuga
Saberse la más pequeña y la más determinada
La edad a veces no va en proporción
Las decisiones propias, tampoco
La obligación juega más para ellos
Para ellas no.

* Deniz Gamze Ergüven

26 Travesías

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Estrella brillante*

Las cortinas se mueven, In the mood for love viene. Las de él son
rojas, las tuyas de colores claros, las dos semitransparentes. Las
dos se mueven con el viento, como alas de un pájaro gigante,
sensual, abierto. Seductor para traerme a su lado.

La naturaleza juega su sentido, tus niñas. Sus miradas nos


trasladan, a lo que tal vez en nuestro interior, al mirar a nues-
tros amados. Cuando una flor nos hablaba y sabíamos de sus
colores, cuando observábamos a los mayores y perdurábamos
en una cápsula de cristal, a pesar de todo.

La suavidad de los besos, la alegría del enamoramiento, las


telas y sus semi-transparencias, el amor y su velo encapsulan
para protegernos de los otros, para hacernos ver diferente,
para volar por ratos, y también, ver deslizar agua salada de
nuestros ojos.

* Jane Campion

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Sólo el fin del mundo*

Se huye de la familia.
Duelen los comportamientos de los otros
Los otros que suenan a tan ‘otros’
Los ‘otros’ que no son como nosotros.
Sus burlas, su sentido del humor tan ajeno, tan de otros
Son ‘otros’ y nosotros llegamos sin ser de los otros
Siendo nosotros, y por ser nosotros, la dureza llega fuerte
para intentar hacernos como los otros
Y se duelen, y se estremecen, y se revuelven por no lograr
convertirnos a ser como ellos.
Ellos tan otros, tan otros para nosotros que no somos de ellos,
que nunca lo fuimos. Y ‘ellos’, ellos restregándose por la
diferencia, por su tarea de no tolerarnos en su no ser como
ellos.

Se huye y uno se pierde por doce años, de aquel que distorsiona


la armonía, de aquel que genera el bochinche. Se huye por no
ser aceptado. Se huye por la falta de armonía. Se huye porque
se gritan, porque se ofenden, porque la palabra gana en insultos

28 Travesías

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a medias, a todas para que el otro se duela, para que elotro se
extrañe de tanta palabra suelta con el fin de hacer daño, de
sentir placer en el dolor del otro.
Se huye y uno se pierde por doce años. Se huye para alejarse del
embrollo, del dolor que duele. Se huye para evitar los encuen-
tros de la no fraternidad. Se huye para intentar ser felices lejos
de los enredos familiares, se huye para evitar el dolor.
Se huye para huir del no amor, de aquello que no se ve como
amor tranquilo sino intranquilo.

* Xavier Dolan

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X500*

La demasía descontrolada.
La suavidad de los rostros de la juventud que aún no han sido
tocados por la obligación de ser desleales consigo
mismos.
Aún el corazón les late por dentro sin los sobresaltos de la
inseguridad de las ciudades de los mundos pobres.
Late suave sin presentir aún los dolores del desarraigo.

La suavidad de los rostros de los jóvenes que aún son criados


en el amor y sus altibajos.
Aún. Suavidad.
Aún la guerra no ha llegado, no ha hecho matar por
obligación, matar como en juegos de niños.

Aún algunos conservan sus rostros suaves a pesar de las puntas


paradas de sus cabellos de colores, que asustan a otros,
a pesar de sus ritos a la virgen muerte, a pesar de los golpes
en sus rostros por no seguir a la fuerza las órdenes de
los violentos.

30 Travesías

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Aún sigue su rostro suave, su rostro de niño bello. Ya mató
por liberar a su hermano menor del tener que hacer
picadillo a su amigo.
Ya mató y tal vez tendrá “que volver a matar” o tal vez,
cambie las técnicas para ganar más dinero, sin llevar
almas a las casas de pique de Buenaventura.

La guerra que envuelve. “La guerra misma, al igual que todo


el sufrimiento necesario que se deriva de ella”, decía
Marguerite Duras.
El joven niño bello sueña ser pescador.
El don le dice: “eso es para los viejitos y viejitas”.
Joven bello sigue arreglando la barca y reuniendo para
comprar motor.

* Juan Andrés Arango

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El faro*

Silencios. Dos mujeres no entienden de la soledad, pareciera


decir. Sólo ciertos hombres están hechos para cumplir su
palabra. Sólo ciertos hombres saben sentirse únicos y salva-
dores de una actividad para el bien de los otros. Habituarse al
pescado repetitivo, al mismo islote.
Los cambios tenues de los paisajes, las olas que no siempre se
mueven igual, los vientos que cambian de dirección, los trupi-
llos verdes a pesar de la poca lluvia.
Si ella volvió, la otra mujer tal vez algún día... Las explicaciones
que se vienen. Los caminos que se separan. Los sueños perso-
nales a pesar del amor, los caminos abiertos.
Predecir nuestra propia muerte, saber que pronto se está por
partir, que el silencio alcanza a divisarnos vestigios del futuro.

* Pacho Botía

32 Travesías

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La tierra y la sombra*

Una denuncia. Muchas denuncias.


La madre no suelta a tiempo al hijo.
Los pulmones ya dañados.
Las quemazones, las condiciones de los trabajadores.
Los no pagos. Las liquidaciones voladas.
¿Cómo este país de violencia mucha, y todavía aquí?

Estremecedor.
Ganas de llorar han sobrevenido después.
Las injusticias. Los desplazados por las grandes azucareras.
Las agroindustrias que hacen trasladar al campesino.
El mal pago.
¿Dónde la conciencia de los médicos?

“¿Cómo le fue? Me alegro que lo haya podido cambiar”.


Un hombre deja su hogar y al final la confesión del porqué.
Un saber hacer el cierre de la historia.
Escritura trabajada, sin errores, sin caídas.

Adriana rosas Consuegra 33

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La prensa, la prensa lo dejar pasar. Y sólo se remiten a unas
fotos.
Y es una chica inquieta quien sabe preguntarle, aquella que
sí sabe manejar sus tiempos llegará a ser alguien salida
de la cotidianidad.

Ahora, en un supermercado, en un lugar del auge rápido por


comprar, por gastar, por consumir el azúcar de los cañaduzales
antes incendiados en La tierra y la sombra. Y sus partículas y sus
cenizas. Y los pulmones ennegrecidos de sus trabajadores.
¿Y dónde una ley del estado que prohíba las quemazones?
¿Dónde las leyes que se cumplan para que los trabajadores sí
reciban sus pagos? ¿Dónde la conciencia de los dueños, de los
patrones por sus sueldos de miseria?
La salud minada.
¿Dónde los que huyen por no aguantar el polvo, el hollín, los
pedazos de caña quemados?
¿Dónde la vida entre el humo, los incendios, el calor, la natura-
leza desaparecida?
La tierra. La tierra respirable. Y la sombra impuesta por el
hombre.

César Acevedo nos dice de un Tarkovsky, un Bresson, un


Elliot, un Wilde, un Pessoa.

34 Travesías

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Antes de ver su filme y sólo con sus palabras, nos había
anticipado un Tarkovsky: La casa, lo autobiográfico de alguna
forma, la muerte de una madre, lo que no se dice en la vida real
y se dice por medio del arte, la incapacidad de comunicarse
con palabras en esta realidad, y la otra, la otra realidad está para
verter lo no dicho.
El cine como traslado.

El hijo que muere por estar con su madre.


Las compensaciones que da el arte.
En la vida real muere la madre y el hijo sigue.
En La tierra y la sombra, el hijo muere y la madre sigue.
Sigue en medio de la sombra. El día que se vuelve sombra por
los rastros de cañas quemadas que vuelan y se esparcen para
tapar el sol, para que solo su sombra llegue a esa casa única,
rodeada de cañas y más cañas. Y antes, antes los naranjales, los
gigantes samanes, las otras fincas, el caballo, su sonido mien-
tras camina.
La vida.

Los pájaros que escuchábamos y nunca bajaron, nunca se


dejaron ver, tal vez no estaban.
Algún rastro luminoso de lo que era ese antes, cuando ellos sí.
Los pájaros que no bajan por la fruta. ¿A pesar de la sombra,
todavía los pájaros que cantan?

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No ya muertos, no ya asfixiados, no ya incinerados, no ya
volados fuera de la sombra.

¿Y dónde los sapos que escuchamos?


¿Todavía quedan a pesar de los incendios alrededor?

Los sonidos de una naturaleza ida, destrozada.


Los sonidos que contrastan con la sombra.
La fruta puesta para los pájaros, y nunca comida.
Oculta por las cenizas que sofocan el alma, los pulmones.

César Acevedo dice de su próxima película: “Las voces de


ellos. Fantasmas que hablan. El conflicto y la violencia de
nuestro país. Todavía no se ha hecho una película como la que
yo quiero.
Un dios en silencio”.

* César Acevedo

36 Travesías

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Luz silenciosa*

¿Dónde el límite entre homenaje, admiración,


traslado con cambios?
El silencio habita Luz silenciosa
Un silencio bello en un inicio
luego explicado

El amor que se juega


La sinceridad de querer a otra persona
La incertidumbre de si continuar un matrimonio,
a causa del otro amor
Y el saber… produce llanto, tristeza.
Es él quien llora, no son ellas
Se trastoca lo establecido
A un hombre tierno se le ven salir lágrimas
Un hombre conmovido por el amor es quién llora fuerte

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No hay drama, ni melodramas
Los planos ya dados antes por Carl Theodor Dreyer.
Ya una cámara que nos trae a Ordet
Y en medio de la carretera a un Kiarostami
Y en el final se vuelve al danés con cambios sutiles, con la vida
que vuelve después de haberse detenido el corazón, allí en el
cuarto donde duermen los muertos, mientras los otros afuera
se detienen en la tristeza.

Sensaciones que perduran


Reflexiones que se vienen con el tiempo, tal vez sumadas por
los pocos diálogos, por lo que se dice sin palabras, con
imágenes, con gestos

* Carlos Reygadas

38 Travesías

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Taxi*

Las gafas de Jafar Panahi también se oscurecen con el sol


como las de Wong Kar-Wai
como las de Abbas Kiarostami
Directores, ellos. Sensibles a la luz, sensibles a las almas
de los otros

Teherán aparece con árboles muchos.


tránsito copioso, árboles copiosos

¿El velo negro en la cabeza desde qué edad?


La niña sobrina de Panahi ya lo lleva
¿A qué edad su libertad de cabello al aire libre se sofoca
por un velo negro?
¿A los cuántos años comienza el cabello a caerse
por no ver los rayos de sol?

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De joven era delgada
de vieja: gorda
con el pelo caído, por el velo que nos impusieron, ellos

Caminar pesado
cierto tambaleo
¿el ejercicio también les será prohibido?

Tapar.
Prohibir.
Mujeres no.
Mujeres no en canchas de fútbol, volleybol...
Hombres aparte, mujeres aparte
No queremos caer en tentación
Nosotros somos los que tenemos la mente dañada,
tan tan dañada que cerca de ellas nos
saldrían impulsos, deseos, ganas...
Decir que son ellas, son ellas. Ellas son las que se deben tapar.
Y nosotros, libres.

Somos indistribuibles
Las películas de Panahi somos in-dis-tri-bu-i-bles

40 Travesías

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La sobrina de Panahi tiene carácter, tiene el don del habla
las reglas también la llevan
el querer que su video sea distribuible, se muestre, gane
la llevan a seguir las pautas, los lineamientos, lo indicado.
Vidas vendidas

Torturas, ‘nuestros interrogadores’


Las vendas que nos ponen para no verlos a ellos
Para grabar su voz y creer escucharla por las calles
La censura
Los días en la cárcel
Las huelgas de hambre
El gobierno no quiere que se sepa quiénes hacen huelga
de hambre
para salir a la calle, para volver al aire libre

Les prohiben trabajar


Ya no pueden confiar en sus antiguos amigos
Les inventan cargos: son del Mossad, son de la CIA.....
Cargos morales

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A Panahi, prohibido su trabajo como director de cine
por veinte años, casa por cárcel, libertad abolida

En Teherán los árboles también están cercados


por el pavimento donde antes la tierra
Los árboles en prisiones
Nosotros en prisiones
La libertad en prisiones
Querer penas de muerte para ladrones, para ejemplificar...
Imponer
Imponer
Imponer

¿Falso documental?
¿Quién lo filma a él?
Panahi mueve una cámara, ¿quién mueve la otra?

ESTE FILM NO ES DISTRIBUIBLE


No tiene créditos
No hay memoria
Y sin embargo, gracias a todos los que trabajaron en él

42 Travesías

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NO SOMOS DISTRIBUIBLES
Hablamos de lo que ellos no quieren escuchar
Hablamos de libertad
Hablamos de que cada uno actúe de acuerdo a su ser
y no por las imposiciones de la sociedad
Hablamos de mostrar la realidad

La sofocante realidad

* Jafar Panahi

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París*

Nada oculto.
No tan extraño
Intentar recordar, y sólo quedan ráfagas sin sentimientos
Un punto Otro punto
Los seres humanos sin tocarse realmente.
Puntos sueltos sin trascendencias
No queda nada
El interior no retratado

* Cédric Kaplisch

44 Travesías

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También la lluvia*

Aprender que se puede decir en francés, el ‘pas’ sin el ‘ne’,


¿o lo contrario?
Ir contra multinacionales.
Buscar un propósito y quedarse casi solo
Sólo como otro: “no tengo a nadie que me espere”
El que también es alcohólico
Buscan la economía para hacer un film
Utilizar a los extras
Sub-pagarles
Burlarse de lo que les pagan

La fuerza de un hombre pequeñito,


Una de las pocas luchas que sí resultan
Revueltas Marchas Piquetes
Casi nunca ocurre en la realidad de este aquí
Se dio en la película, y la película, para mostrar
una realidad de Bolivia.

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Un hombre que decide hacer algo, sino lo que llevamos
dentro se lo recordará siempre
Y tal vez podría llegar a bajar más botellas,
que aquel a quien nadie lo espera.

* Icíar Bollaín

46 Travesías

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Submarino*

Dos hermanos: Heroinómano y Alcohólico.


La madre, Alcohólica.

Los dos no la quieren ver.


Los dos terminan en la misma cárcel
Antes sin verse.
El heroinómano que ama y no quiere que le quiten a su hijo.
El niño que parece entender todo
La mirada del niño a su padre
La distancia entre los hermanos
Por dentro: seres humanos
Las sensaciones perduran

* Thomas Vinterberg

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TRAVESÍAS POR LA LITERATURA

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Un drama de caza*

Su única novela. Ejercicios para escribir, capturar al lector,


dirigirse directamente a él, atraparlo. Dejar un rastro que
intrigue, continuar con el siguiente capítulo y no parar.
Por debajo se veían las costuras. Un juego de aprendizaje para
Chejov. Tal vez más tiempo para reescribirla para intentar
hacer invisibles los bordes de las hiladas.

Lectura fácil, Chejov todavía sin haber alcanzado lo que


después sí: lo entreverado, lo sugerido, el misterio, las historias
cortas.

El alcohol que atrapa, la lectura que no se detiene, casarse sin


amor, los anuncios de que algo pasará, la historia por partes
no tan creíble, la condensación a lo que se dedicaría después,
la naturaleza humana, sus dualidades: “No puedo averiguar si
vivo a gusto o no con ella. Ni el mismo diablo podría saberlo.
Hay instantes en que daría la mitad de mi vida por poder seguir
con ella y otros en que quisiera aullar de desesperación”.
El amor y sus transformaciones.

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El lago y sus cambios, el bosque y sus tonalidades, la tormenta
y sus ruidos. La locura de un padre, los intentos por ver la psi-
cología de los personajes sin todavía lograrlo del todo, como
después, sí en sus cuentos.

En sus últimos capítulos luces intermitentes para la formación


de escritores: “Todo ese pasaje está cargado de simulación y de
petulancia ingenua. Lo he suprimido… No lo considero esen-
cial para comprender el carácter de Kamichev (A. Ch.)”

Dejar la medicina y adentrarse en la creación, ¿qué se crea?


¿Para qué crear historias, idearse cómo contarlas?
¿Por qué dedicarnos a la escritura? Si no escribimos los brazos
se aprisionan, la sangre pierde circulación, el alma se atormenta.
La paciencia de la construcción, de los días variables, de los
estados de ánimo, de leer a los otros y ser sinceros. Ser sinceros
sin exceso de mentalidad, para que las costuras no se noten,
porque el inconsciente manda después de haber metido todo
a conciencia.

La reflexión necesaria, el tiempo para pensarnos, la dualidad:


“Es difícil entender el alma humana, pero más difícil aún es
entender la propia… Jugar con el alma ajena es un pecado que
no debería ser perdonado”.

* Antón Chéjov

52 Travesias

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El beso de la mujer araña*

¿Quién es la mujer araña en la novela de Puig?


Anhelar el recuento de las películas de otras épocas.
Un no creerme, a partir de los diálogos, un encuentro sexual.
El cariño entre ellos es creíble, sí. Pero lo más lo más creíble
e increíble son las películas.

Original ‘los recursos’, como dirían unos.


Un final de film de Hollywood con disparos, sangre, muerte.
Queda fija la muerte de Molina y la incertidumbre de Valentín.

Cine. Historias de cine.


Final que se acorta para un largo trayecto de días en una celda.
Traición y querer mentarle la madre al traidor.
Cambia la situación. Volvemos a confiar.

* Manuel Puig

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TRAVESÍAS POR EL MAR

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Desperdigados

Cuando vivíamos frente al mar


sabíamos de las lluvias, de los cangrejos por bajar
Cuando vivíamos frente al mar antes de que llegaran las motos
solo estaban los cascos de los caballos y su música.
Antes de que me mandaran a estudiar fuera, yo era feliz
Desde entonces, una cierta tristeza me es itinerante
Una cierta desazón se me atraviesa por momentos.
Y es el mar, es el mar, me gritan los fantasmas
de mis antepasados.

En la isla se sabía del ir y venir, las idas y venidas que pueden


tardar más años de los que quisiéramos
Los cangrejos no bajan por aquí y yo quisiera estar allá
Desperdigados
eso, desperdigados estamos
Y mis fantasmas me gritan de esa normalidad de las islas

Adriana rosas Consuegra 57

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Y no me acostumbro. Porqué acostumbrarme al olvido
que no nos hace fuertes y nos hace llorar a escondidas.
Porqué esperar solo los recuerdos, y no la realidad
de estar frente al mar hablando en creole
con los que aún me quedan vivos.
Me hablan de saber acostumbrarme.
Los fantasmas de mis antepasados me hablan del saber esperar
Y para mí, son palabras, palabras, palabras
Yo les hablo de mis emociones y entonces se quedan callados,
como escuchándome. Sus rostros no alcanzo a ver, pero he
sentido el quejido de sus llantos por mí. Ellos saben de lo que
les hablo, ellos me han visto.

58 Travesías

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800

Se dice de 800 chicos desaparecidos en ultramar. Se dice de


esos 800 que no se han vuelto a escuchar. Se dice de esos
800 que aún son esperados para verlos cruzar una puerta que
duerme sin llave. Se dice de esos 800 que no están en Tampa
en el lugar de ventanas de barrotes. Se dice de esos 800 que tal
vez el mar los guarda en sus cuevas profundas donde habitan
nenúfares y algunos de esos 800 chicos ya son una cofradía que
tienen caminos entre las grutas recónditas del océano para
saludarse, para amarse, para recordar el otro lugar arriba,
el otro lugar de su isla, donde todavía son esperados. Ellos
para matar el tiempo juegan al dominó debajo de las aguas,
en jugadas interminables para intentar calmar la zozobra que
deben estar pasando sus familias que aún los desean vivos en
este mar arriba y no abajo.

Adriana rosas Consuegra 59

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Preferí el mar a la tierra

El mar tiene varios colores me decía mi abuelo.


La iglesia está en lo alto de la montaña.
El arco iris permanente detrás del barco.

“Eso por allá mataron buena gente”.

Yo fui barquera
Pescaba sola en el mar con mi gigante arpón
Yo preferí el mar a la tierra
Yo preferí el mar y arriba las estrellas.

Hileras de algas amarillas van en fila a través del mar


azul profundo
El mar seguirá siendo azul
lo quieren teñir con las sangres de los que mataron.

Seguiremos siendo azul


azul, profundo, mar abajo

60 Travesías

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El mar adolorido

Las palmeras saben de mí


Ellas me han escuchado
Guardan mis secretos
Sostienen mi hamaca
La hamaca que también sabe de mí, la que sabe de las lluvias
las lunas las mareas
Ellas me acarician mientras duermo, mientras lloro,
mientras escribo, mientras rio, mientras mi marido
me trae una taza de té
Ellas saben de mis sueños
Entran en ellos mientras duermo, mientras las olas del mar
saben dormirme, adormecerme en su rumor de aguas
transparentes que llegan a la orilla, que se estrellan
contra el acantilado que se desgasta.

Y arriba un árbol centenario tiene la mitad de sus raíces en el


aire, por la tierra que ha caído para ser comida por el
mar.

Adriana rosas Consuegra 61

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El mar a veces deja de ser el mar tranquilo
es removido por tormentas en ultramar
es punzado por dinamita que han explotado en sus cuevas
está adolorido por grandes barcos pesqueros que remueven
sus entrañas para llevarse hasta las piedras de su fondo.
Entonces: el mar se estremece, grita, se desespera
y se vuelve un mar temido hasta por los pescadores de
muchos años.
Entonces: el mar saca sus dolores, los grita, se revuelve y
manda todas sus fuerzas desde las honduras, y aquí en
la orilla come tierra, tumba árboles centenarios
y dejamos de ser felices por momentos.
Por instantes un cierto temor nos aflige: nuestra isla
desaparecería por los mares desgastados por la basura
de nosotros, los humanos.
Entonces: nos acordamos de los dioses y pedimos la calma,
que se apacigüe el mar y vuelva a ser amoroso como
su casi siempre.
Que nos siga adormeciendo cada noche, con su run run de
calma, de olas que van y vienen en danzas tranquilas,
alegres, juguetonas.
Ellas saben de mí: las olas en sus vaivenes, las palmeras en
sus danzas desde arriba, la hamaca para serenarme. Seguimos
juntas aquí. Juntas cambiando, juntas para sabernos ver y no
cansarnos nunca de las otras. Todas juntas.
Y él, él vuelve con otra taza de té y su amor y mi amor, para
besarnos para quedarnos viendo las palmeras, las olas.
Cargados por una hamaca de nubes reflejadas en el mar.

62 Travesías

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El mar y sus olas en mí

El mar protegido de las brisas que enloquecen a los demonios


cercanos a la playa.

Las olas blancas arrebatadas chocan contra los corales


distantes
y aquí, el agua se acerca tranquila.
Allá: una de las pocas barcazas pesqueras que quedan
Aquí: los grandes almacenes para gastar dinero de un
trabajo estresante
Allá: una isla de verde fuerte, de muchas palmeras
Aquí: el dejo de insatisfacción de un amor inquietante
Aquí: el saber estar callados, el anhelo de la soledad
en compañía
Estar a su lado y mis pensamientos en la escritura sin
ser hablados
Más allá una novela que espera volver a ser tomada
La verborrea aquí no está.
El silencio El silencio

Adriana rosas Consuegra 63

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Observar y estar con el silencio verbal es descanso.
Juntos para contemplar

El tiempo nos aleja los pensamientos repetitivos


de un entonces
El tiempo nos trae las obsesiones del ahora
El mar y sus olas en mí.

Las nubes aquí en lo profundo del mar se entremezclan


diferente con el mar,
No es su relación como en el Caribe de no islas,
Aquí juegan a que la tierra es más redonda y sus curvas
se dejan ver más.

Los primeros miedos de los primeros intentos


Los bailes sensuales para sentirse sensual consigo misma,
y el miedo de ellos al pensar en la no posibilidad
de ese juego interno, no para provocarlos a ellos.
El autogoce en los bailes sensuales.

64 Travesías

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Un coco caído en la noche

Y se transparenta ella frente a este mar.


Y su hombre con su dejo y su fastidio hacia ella.
“Tú me fastidias, yo te fastidio”: le dijo él. antes de venir al mar
Y un coco caído en la noche ahora hace de balsa en el mar
Ella lo sabe, ella lo siente y le pregunta
Y él calla, calla con su casi siempre
Y ella sabe de los días contados
El coco en su balsa se aleja de ella, las corrientes lo llevan
adentro, más adentro, en un mar que suena profundo.
Y él allá, allá arriba con su desgano hacia ella
Intuyendo los dos: algo cercano

Adriana rosas Consuegra 65

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El tiempo del mar

Hay un tiempo que es extraño


Dos tiempos alejados que se extrañan el uno al otro
El tiempo del mar y su tranquilidad
sus gentes sosegadas criadas frente a aguas apacibles antes
de las barreras de coral
Un mar que regala su comida
Un mar sin huracanes
Un mar de varios colores
Un mar que provoca lluvias cortas como regaderas de cada
noche para la naturaleza, para
sus habitantes que todavía se antojan apacibles
todavía las olas cortas del mar en sus orillas dan serenidad a
los habitantes de esta isla
lejana para los continentales, que en su mayoría es mejor aislar

66 Travesías

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Vestidos sin mostrar el interior

Allá el verde sobre una película de azul que no me deja verlo


en su totalidad
Totalidad sin existir y las muchas realidades.

Allá el verde.
Antes,
entre los dos, una ventana de vidrios azulados no deja que
nos veamos tal como somos
En apariencia lo que mostramos
Vestidos sin mostrar el interior
Mi verdadero interior no existe, soy un cambio de mareas,
de aguas, de lunas, de diferentes soles
Existe mi interior actual, mi interior verdadero. El intento
perpetuo de ser yo.

Allá ese verde de árboles grandes me calma. Atrás el verde


que apacigua y arriba, arriba,

Adriana rosas Consuegra 67

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antes del cielo, el cemento pintado de blanco en edificios
altos, en parqueaderos sin árboles para refrescar, para
aliviar el alma
Atrás, un mar de fantasías. Atrás, un mar quisiera ver
Atrás, tan sólo una semana atrás, un mar tenía en frente
al despertarme para verlo
Y en toda la noche él, silencioso, oculto por una puerta
que cerraba
Y en toda la noche él, viéndome a través de sus múltiples
sentires, sintiéndome para relajarme en su saber
mecerme
Él para meditarme sin yo estar meditando a propósito
Él, para yo cerrar mis ojos y sentirme en el balanceo a los
lados que da un barco, una hamaca, un después de
hacer el amor profundo
Él
Extrañándolo
Él y mi sueño de vivir frente a él
Para sentirlo, olerlo, verlo menearse
Él, para estar rodeada por él
mojada por él
sumergida en él
Mis brazos y piernas moviéndose en él, él en mí, por fuera
por dentro
En ritmo mis movimientos dentro de sus corrientes
que me permiten nadar, estar, ser.

68 Travesías

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Nostalgia

Ando en un país que invoca mis recuerdos


sus caras desdibujadas en el tiempo
se marchitan por un recuerdo incierto
y seguro de llegar al menos una vez en el tiempo.
Traigo situaciones, risas, complicidades, llantos, desesperos
Y la nostalgia, a ella voy voy cargándola
la dejo por instantes
y me posee y no logro poseerla
Y vuelve sin llamarla. Vuelve para recordarme que todavía
ustedes me están rondando en un mar que ya no se
antoja cercano.

Adriana rosas Consuegra 69

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Mar cambiante

Y tengo un cielo que cambia con cristales


y tengo un cielo que no es mío

El mar atrás que por momentos se deja mirar si aclara


y los incendios no lo tapan
Tengo un mar que cambia si la lluvia, sin su blanco de olas
en la orilla no es la espuma del mal de rabia
no es la rabia por las quemas de mangles que antes acariciaba
no es la rabia por la basura que le tiran

¿Qué decirle a los padres? ¿Qué ocultarles a los hijos?


(Los contrarios, siempre los contrarios).
¿Los nietos saben que los abuelos han intentado suicidarse?
¿Ellos sospechan que su abuelo todas las noches se fuma
dos tabacos de marihuana para tranquilizar a los
muertos que lleva dentro, y tal vez alcanzar cuatro
horas de un sueño sudoroso?

70 Travesias

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¿Los nietos saben que ese viejo tierno que los hace reír, lleva
putas todavía más jóvenes que ellos, y les paga por
hacer que se metan mano y de paso se la metan a él?

Adriana rosas Consuegra 71

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72 Travesías

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TRAVESÍAS POR LA TIERRA

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Hacia Panamá

Los ríos parecen serpientes.


Sus nombres… cuáles sus nombres… cuáles sus lugares
¿Cuál ese río que desemboca en un mar teñido por lo
oscuro de agua dulce?

Las islas cercanas a Ciudad de Panamá


Los barcos esperan para entrar en el Canal
Tantos que dañan el paisaje.
Barcos de containers.
Una isla de sólo verde con tanques enormes de combustible
Sus árboles no aún cortados
Y abajo, un mar que parece tranquilo,
hoy, gris.

Allí estás mi ciudad perdida


volver a ti

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Dos gringos en las sillas de enfrente, su ventanilla
del avión cerrada
no ver a los otros, no ver el exterior. Turismo establecido.

Aparecen más nítidas:


la ciudad del lavado de dólares
las marcas de la marea baja del Mar Pacífico, sus rías idas
Las aguas vuelven al mar, se alejan de la ciudad.
Y la ciudad plástico aparece
El verde, el verde antes que el cemento lo destruya.
Está verde el campo cerca de Ciudad de Panamá.

¿Por qué un avión gringo militar aquí?


Su barriga grande baja.
La droga que sale de los aeropuertos de Centroamérica
La droga que nos jodió
Un aeropuerto rodeado de verde y sus grandes árboles
La selva no aún cortada
Tocumén.

76 Travesías

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Vittorio Emanuele

La velocidad desdibuja el verde de afuera


Ya no quedan los bosques en que tú y yo jugábamos
Ahora están hechos a medias en la artificialidad
La luz nos encandila mientras llegamos, mientras
Roma se nos acerca.
El agua del río se ha crecido a pesar de la luz de verano
y el agua que no cae de arriba.

La luz de la vida asusta al que se me declaró como enemigo,


y yo sin saberlo antes
Los chorros de agua saltan a presión en las fuentes
La paja se recoge en verano
Las ruedas con las que jugábamos tú y yo ya no están
La casa ahora se cae
El techo ha dejado de sostener las aguas de afuera
Las paredes destilan moho
Los recuerdos ya no nos aguardan dentro

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Los gritos de la mamma ya no se escuchan dentro
Ya no están nuestras miradas que secundan nuestros secretos.

Ya no estamos juntos
Ya dejamos de estarlo hace tiempo
La Plaza Vittorio Emanuele no nos recibe en nuestros
domingos de paseo.
El nombre de nuestro padre sigue sonando con entonación

78 Travesías

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La bruma del lago de Garda

Dicen que el tiempo se lleva los recuerdos que no quieren


ser guardados.
Dicen que aquella enfermedad de la memoria es la salvación
para los que han querido
olvidar y no han podido por una voluntad indecisa.

La bruma pequeña en el borde de la orilla del lago nos decía


de algo raro que podría venir.
La bruma desapareció ahora que la lluvia terminó de caer.
La lluvia se anuncia, los estados del alma también.

Viaje a Italia desde los países del norte


Lagos que dejan escribir
El silencio de los bares sin música
La voz baja a pesar de los muchos turistas
Los gritos que no existen
El lago visto para distender la cotidianidad

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El cambio del tiempo

Lo perdido en una generación.


Ya no lavan a los niños con agua de hierbas para purificar
sus cuerpos
Ya no se cree en el ayer de los atardeceres de los abuelos
Ya sus cantos no los escuchan los bebés, para ahuyentar
los espíritus saqueadores de niños
Ya los pájaros olvidaron una tonada enseñada por los abuelos
para espantar pensamientos de envidia por lo bueno
de los otros

Ya las nubes no bajan para rozar lo alto de la montaña de atrás


En su tristeza se estremecen al no ver las copas de los árboles
que peinaban sus penachos
Sus ramas yacen desparramadas y sus gordos troncos
fueron llevados montaña abajo
Las nubes escucharon los gritos de los árboles. Los animales
que los cortaban con serruchos afilados eran sordos.

80 Travesías

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Ellos se olvidaron del saber escuchar el lenguaje de las plantas
Sus abuelos interpretaban a sus hermanos árboles y sabían de
sus lunas, de los permisos
para cortar, para construir malokas, de la sabiduría para
sembrarlos, del equilibrio, del abonar.
Caían las ramas para ofrecernos su leña: agradecíamos.
Ahora, siquiera sin permisos.

No sopla la brisa, no se ahuyentan los espíritus del cerrar


los oídos
La intuición se rompió, los abuelos ya no están para
enseñarnos de ella.
Se perdieron los abuelos, nos perdimos sin poder llorarlos.
Ellos allá. Nosotros aquí: sin conexión.

Dejamos la telepatía.

Una generación perdida.

Si hubieras llegado un tiempo atrás, aún ellos vivos en su


comprensión del andar.
Nuestros padres sin transmitirnos lo que a ellos sí enseñado.
Nuestros padres con vergüenza por ser lo que nuestros
abuelos les supieron transmitir.

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Nosotros criados fuera, en internados de hombres
y mujeres de sotanas oscuras para invalidar nuestra
identidad.

82 Travesías

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Gargnano desde el
Palazzo Feltrinelli

El agua del lago hace su sonido.


Las olas vienen a la orilla.
Su olor de no mar, de agua reposada en musgo

Las tejas aún en sus techos


lo antiguo se quiere conservar
Los pájaros aún habitan las paredes que en sus pinturas
imitan los otros tiempos de
ornamentación, de piedras talladas en los marcos de las
ventanas

Los pájaros vuelven al atardecer


Las golondrinas vuelan cerca de nosotros, en este segundo
piso que fuera el secretariado de
Mussolini
¿Tal vez él se recreaba en la naturaleza, en la tranquilidad
de las montañas, recortada cada una a su estilo?

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¿Tal vez, él desde aquí daba las órdenes de matar, de arrasar,
de ser de derechas y ahogar
las izquierdas?

Tal vez no miraba hacia afuera. Tal vez en la noche sin


quenadie lo viera, se atrevía a salir
al balcón para que lo oscuro lo cubriera. Cuando ya está todo
callado, cuando nadie mira.
Cuando los pensamientos se vuelven pesados. Cuando los
muertos no lo dejan estar dentro.
Y el calor de la chimenea le recuerde el infierno donde tal vez
se cree que llegará.

¿Quién ha dicho que los árboles no nos cubren de las lluvias?


¿Quién ha dicho que las flores no deleitan a Mussolini aun
cuando él lo intente ocultar?
¿Quién ha dicho que él no se asomaba en esta terraza?
Todavía sus botas negras largas dan su brillo si las sabemos
mirar
Cuesta mirarlo en el tiempo
Cuesta su frialdad
Cuestan sus ojos de cerdo cuando sabe que lo van a matar
Cuesta escuchar los gritos que salen algunas noches de este
palazzo.

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© 2018 Adriana Rosas consuegra
© 2018 Collage Editores SAS.
Impresión y encuadernación: Stilo Impresores
Bogotá, Colombia

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