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El recorrido inició saliendo del Colegio Acción Comunal, ubicado en el barrio el Progreso

que hace parte de la comuna norte, en límites con el corregimiento oriental, ambos del
municipio de Fusagasugá. Frente al colegio, una vivienda con un pequeño sembradío en la
terraza da algunos indicios de la posible procedencia rural de sus habitantes y sus
prácticas para mantener viva la tradición del terruño. El colegio al ubicarse en zona
limítrofe entre lo urbano y lo rural deja ver la presión que ejerce la expansión urbanística
sobre el uso del suelo a nivel rural. Las primeras imágenes de lo rural dan cuenta de
caminos reales, de herradura, de grandes haciendas que en su época marcaron la división
territorial del municipio; de aquello sólo quedan algunos caminos, casas coloniales y los
recuerdos del pasado. Recuerdos fundacionales que dejan entrever la relación de los
habitantes con las aguas, la visión de prosperidad que podría emanar de ellas y la forma
en que riachuelos y quebradas se han ido transformando con el tiempo. Al encontrar la
quebrada Verdevel el desconcierto rondó a todo el grupo, lo que debía ser una fuente de
vida, estaba convertida en una cloaca, pues la ciudad (gobierno) en el afán de tomar
tierras para la construcción de viviendas no respetó el curso de las aguas, tampoco previó,
ni planeó la dotación de infraestructura de servicios públicos que ésta requeriría. Los
habitantes de estas zonas al carecer de acceso al servicio de recolección de basuras y de
disposición adecuada de aguas negras optaron por botar sus desechos en las aguas de
esta fuente de hídrica. Continuando el recorrido el paisaje va cambiando, dando paso a
unos cultivos pequeños y de pasto, para llegar luego a la quebrada la Primera, a simple
vista las condiciones del agua mejoraban notablemente, pero observando con cuidado la
problemática se hacía notar. Restos de un viejo televisor y una llanta yacían en medio de
la corriente, acompañados por otro tanto de basura. En este punto una pequeña mancha
de bosque de galería se mantenía al margen de la quebrada, donde plantas como la
higuerilla, el ojo de poeta o Susanita, abutilon, helecho, yarumo, amarillo, chocho, uña de
gato, trompetero o borrachera, floripondia, madre de agua o lirio blanco, destrancadera
aparecieron, muchas de ellas con propiedades medicinales y usos culturales dentro de la
población, establecen relaciones mutualistas no solo entre ellas sino con la fauna,
estableciendo procesos de equilibrio y cooperación. El camino siguió y a su paso la
extensión de los cultivos aumentó, aguacates, cítricos, habichuelas hicieron su aparición,
cultivos manejados bajo el esquema de la revolución verde (dependientes de
agroquímicos) que trajeron consigo el agotamiento de suelos, tala de árboles,
contaminación del suelo y fuentes hídricas contaminadas con agrotóxicos que afectan a
los vecinos aguas abajo. Después de estas dos quebradas, más hacia el norte se encontró
el río Jordán, de cuyas aguas se alimentan acueductos veredales, sistemas de riego para
algunas fincas vecinas y los viveros que desarrollan su actividad económica a orilla de la
carretera. En época de verano cuando el acueducto municipal no suple las necesidades de
la población el río se vé convertido en lavadero de ropa y en bañadero de otros a quienes
el río les queda cerca. De las remembranzas de esta cuenca quedan los “paseos de olla”,
de un lugar que pasó a convertirse en un sitio prohibido, olvidado, en una “olla” donde
solo los consumidores de estupefacientes rondaban por sus alrededores, para hoy en día
ser de nuevo y poco a poco un lugar de visita, de paseo, de estudio, de recuperación. En la
zona visitada, el río cuenta con una ronda de bosque de galería que protege y alberga una
cantidad considerable de biodiversidad, que al ser amenazada se ve obligada a
desplazarse en busca de hábitats que les brinden el sustento antes de quedar destinadas a
la desaparición. Continuando por los restos de un camino de piedra el cual corona una
pequeña colina desde donde se aprecia mejor la topografía de la región, caracterizada por
lomas y laderas, se diferencia el cambio de uso del suelo. Siguiendo la carretera de la
Aguadita hacia el sur para luego girar hacia el oriente y encontrar la quebrada las camelias
con sus aguas en un estado aceptable de conservación y una ronda que protege sus aguas.
En el recorrido las relaciones de los habitantes (humanos) con el agua se vieron marcadas
por el uso del recurso como algo que se toma, se utiliza y se desecha. Sin tener conciencia
u olvidando que nuestras vidas dependen del agua y en general de todos los recursos
naturales, y pareciera que aún no entendemos ni nos apropiamos de las profundas
implicaciones de esta relación. Establecemos una relación de explotación, no de
convivencia, ni mucho menos de simbiosis, es decir, de beneficio mutuo4 . Y es en torno a
este río del cual la cuenca toma su nombre, donde se están desarrollando actividades para
la recuperación de esta fuente de vida. Iniciativas escolares, públicas, comunitarias tratan
de salvar, armonizar y conciliarse con el río. Así el Prae del colegio Acción Comunal
involucra a sus estudiantes en actividades de conservación de esta cuenca. Se destaca la
iniciativa comunitaria del Centro Vida Plena, que a pesar de no tener una propuesta
organizativa en torno al uso sostenible de los recursos naturales, plantea prácticas de bajo
impacto para el medio ambiente como la disposición adecuada de los desechos, siembra
de alimentos para autoconsumo y compostaje de residuos orgánicos. Este es un claro
ejemplo de que se puede desarrollar un proyecto de vida comunitario en armonía con los
demás componentes del territorio. Otro proyecto muestra que sí se puede realizar una
producción agrícola limpia sin uso de abonos y pesticidas de síntesis química: es
desarrollado por el señor Andrés en su finca, quien haciendo uso del ensayo y error, de
sus conocimientos en agroecología produce alimentos y flores de manera limpia sin
afectar la salud humana y la de la naturaleza. De aquí se resalta la importancia de
involucrar a los demás actores y procesos que tienen incidencia o responsabilidades en el
uso y manejo de la cuenca, la Corporación Autónoma Regional (CAR), Empresa de servicios
públicos de Fusagasugá (Emserfusa), el Acueducto del norte (Aguas del Norte) y su comité
de usuarios, la UMATA, la oficina de planeación municipal entre otros, quienes deben
generar procesos participativos e incluyentes que permitan la conservación y uso
sustentable de los recursos hídricos y naturales. Así mismo la comunidad debe crear
identidad y apropiarse del territorio y demostrar que las claras aguas de la cuenca del río
Jordán son un reflejo de su compromiso y del proyecto de vida que quiere desarrollar en
él. Luego del recorrido solo resta desarrollar la herramienta, y es través de los mapas, de
la llamada cartografía social donde: “Los mapas que construye la gente en los talleres de
Poligrafía Social pueden complementarse y servir de base para la aplicación de otros
instrumentos, como la clasificación de unidades interpretativas de paisaje, la clasificación
de especies animales y vegetales, la zonificación ambiental, la caracterización de actores,
la planilla FODA para la identificación de línea de base, riesgos y amenazas para la
conservación de la vida, la naturaleza y la cultura en el territorio, los planes de manejo SIG
(sistemas de información geográfica).

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