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Si has llegado hasta aquí y estas leyendo este artículo, lo más probable es que te
suceda lo mismo que nos ha pasado a la mayoría de los estudiantes, abogados y
operadores del Derecho en algún momento: no saber si decir “Acto Jurídico” o
“Negocio Jurídico”; o lo que es lo mismo, no saber cuáles son sus diferencias.
Identificado o no, tranquilidad, todos hemos afrontado alguna vez ese dilema. Si
pretendes que eso no te vuelva a suceder, estas en el lugar adecuado. En adelante,
ensayaré y explicaré una forma útil y práctica para diferenciar un Acto Jurídico de un
Negocio Jurídico y, lo más importante, hacer notoria las consecuencias prácticas de
tal diferenciación.
Siendo todos ellos ejemplos de Actos de nuestra vida cotidiana, tenemos que
reconocer que no todos esos actos son relevantes jurídicamente, es decir, no todos
estos actos necesariamente acarrean efectos para el Derecho. -¿O sea, en simple?-
El Derecho selecciona determinados Actos y los convierte en jurídicos. Veamos.
Este trabajo ha sido publicado el 29 de abril de 2019 en el Portal Jurídico “Legis.pe”:
https://legis.pe/no-es-lo-mismo-decir-acto-juridico-que-negocio-juridico-se-tenia-que-decir-y-se-
dijo/
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Asociado del Área Corporativa Financiera del Estudio Hernández & Cía. Abogados. Adjunto de docencia
de los cursos de “Instituciones de Derecho Privado 2” y “Sociedades Anónimas” en la Facultad de
Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
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El autor quiere dejar de manifiesto que el contenido de este artículo proviene, en gran medida, de la
influencia -recibida ciclo a ciclo- del pensamiento del profesor Rómulo Morales Hervías, quien a su
parecer es actualmente el mayor estudioso de la teoría del Negocio Jurídico en nuestro país. A él su
más sincero reconocimiento. Por otro lado, un agradecimiento especial para su amigo, Elvis Salazar
Ortiz, por las fructíferas conversaciones y recomendaciones que hicieron posible este artículo.
Sin perjuicio de lo indicado, el autor deja expresa constancia que la exposición de las ideas y posturas
detalladas en este artículo -y los posibles errores existentes- son de su completa responsabilidad.
Adicionalmente, el autor resalta que dado el propósito de este artículo, ha evitado voluntariamente
indicar la vasta cantidad de citas bibliográficas específicas que se podrían utilizar para respaldar cada
idea expuesta. Como reparo y en disculpas de ello, en la parte final de este escrito se pone a disposición
del lector una serie de artículos y libros para profundizar en el tema.
En el primer caso estamos ante actos voluntarios de la vida cotidiana que no
transcienden al plano jurídico; dicho de otro modo, al Derecho tales actos les son
indiferentes y por ello no les atribuye consecuencias jurídicas. En cambio, no sucede
lo mismo con el segundo caso, que además de ser actos cotidianos, sí transcienden
al mundo del Derecho y se convierten en jurídicos: el Derecho los regula y les
atribuye consecuencias jurídicas.
Cuando los Actos de la vida cotidiana transcienden al mundo del Derecho, dejan de
ser simples Actos para convertirse en “Actos Jurídicos”, esto es, en actos importantes
o relevantes para el Derecho. -Entiendo, pero ¿qué determina que se conviertan en
jurídicos?- Lo que determina que un Acto se convierta en jurídico es, básicamente,
su regulación en una norma jurídica. Por ejemplo, no existe una norma jurídica que
regule los actos de enamoramiento, pero sí existen normas -como el Código Civil-
que regulan los actos matrimoniales. Eso es lo que los convierte en relevantes para
el Derecho.
En resumen, los juristas alemanes de esa época se dieron cuenta que existían una
serie de actos voluntarios, realizados por los privados, relevantes para el Derecho
que compartían características y una estructura en común (básicamente, el ser
declaraciones de voluntad privadas destinadas a crear efectos jurídicos). Ejemplos
de ello son el contrato, el matrimonio, el testamento, la transferencia de propiedad,
entre otros. Por lo cual decidieron elaborar una teoría que les sea aplicable a todos
estos actos en general, y así fue cómo surgió la teoría del Negocio Jurídico alemana
(“Rechtsgeschäft”). Y dicha teoría al final resultó formando parte estructural de su
Código Civil (“Bürgerliches Gesetzbuch” - “BGB”), constituyéndose en una parte
general de normas jurídicas comunes aplicables a todos esos, denominados, negocios
jurídicos.
Si eso te suena familiar, habrás escuchado también que dicha noción de Negocio
Jurídico alemana (“Rechtsgeschäft”) fue traducida al francés como L’acte juridique al
no tener un término equivalente más preciso, y que posteriormente, autores
brasileños y argentinos tradujeron dicho término directamente del francés como
“Acto Jurídico”. Y así fue como llegó también al Perú, a través de influencia brasileña
y argentina, como “Acto Jurídico”.
-Espera, entonces, ¿Qué? ¿Negocio Jurídico y Acto Jurídico son lo mismo?- Mal
entendida esa explicación, podría entenderse que, al fin y al cabo, “Acto Jurídico” y
“Negocio Jurídico” hacen referencia a lo mismo, sino que mal traducidos; pero no es
así. Si bien es cierto que la noción de Negocio Jurídico surgió en Alemania en el
contexto mencionado, la misma fue evolucionando a lo largo del tiempo con el
desarrollo de distintas escuelas de estudio, y actualmente tiene un contenido
particular, como veremos a continuación.
-A ver si entendí, entonces ¿habría Actos Jurídicos que son Negocios Jurídicos y otros
que no lo son? Dentro de los Actos Jurídicos en general, como actos voluntarios de
la vida cotidiana relevantes para el Derecho, existen algunos actos que son Negocios
Jurídicos y otros que no lo son, a éstos últimos se les denomina “Actos Jurídicos en
Sentido Estricto” (en adelante, “AJSE”). El siguiente gráfico ilustra dicha clasificación:
Entonces, los Actos Jurídicos en general están compuestos por (i) AJSE y (ii) Negocios
Jurídicos. Teniendo ello claro, lo relevante e importante, a efectos prácticos, es saber
identificar, y por ende diferenciar, cuando nos encontramos ante un Negocio Jurídico
y cuando nos encontramos ante un AJSE. -Interesante…, ¿y cómo logramos eso?-
Entendamos por Autonomía Privada a la capacidad o poder que tenemos todos los
privados (personas y entes jurídicos) de regular y satisfacer nuestros propios
intereses de la vida cotidiana. –¿O sea?– Mediante el ejercicio de nuestra Autonomía
Privada los privados podemos efectuar una serie de actos destinados a satisfacer
nuestros intereses y necesidades prácticas, pero no sólo podemos decidir qué actos
realizar sino también tenemos el poder de regular la manera en cómo se realizarán,
cuál será su contenido, así como determinar sus consecuencias jurídicas y prácticas.
Actualmente, se considera que los actos a través de los cuales los privados ejercemos
nuestra Autonomía Privada no son otra cosa que los Negocios Jurídicos. Los Negocios
Jurídicos son entonces Actos de Autonomía Privada en los cuales los privados tienen
el poder de regular sus propios intereses y de decidir cuáles serán las consecuencias
jurídicas y prácticas de la realización de dichos actos.
En los Negocios Jurídicos los privados tienen libertad (i) para decidir qué actos
realizar (libertad de elección) y (ii) para reglamentar el contenido y consecuencias
de los mismos (libertad de configuración). La razón: los intereses envueltos en los
Negocios Jurídicos son intereses esencialmente privados; o en otras palabras,
intereses que primordialmente les incumbe a los sujetos privados que participan en
la realización del acto.
Esa es, desde mi punto de vista, la diferencia esencial para identificar cuando
estamos ante un Negocio Jurídico (como Acto de Autonomía Privada) y cuando ante
un AJSE. Los Negocios Jurídicos responden esencialmente a los intereses privados de
los sujetos que lo celebran; mientras que los AJSE, además de tener intereses
privados de por medio, tienen primordialmente intereses públicos envueltos.
Se comprende así que esas sean las razones por las cuales las normas que
principalmente gobiernan a los Negocios Jurídicos y a los AJSE sean distintas. Las
normas aplicables a los Negocios Jurídicos son en esencia “normas supletorias”, esto
es, normas ante las cuales las partes pueden pactar en contra evitando su aplicación.
En el caso de los AJSE, las normas que los rigen son “normas de carácter imperativo”,
es decir, mandatos que los sujetos no pueden dejar de observar y cuyos efectos se
producen de manera automática con la realización del acto.
En esa misma línea, es comprensible por ello que en los Negocios Jurídicos las
consecuencias jurídicas y prácticas serán primordialmente las que decidan y regulen
las partes; mientras que en los AJSE, las consecuencias jurídicas y prácticas serán
las predeterminadas por el Ordenamiento Jurídico, no habiendo espacio para su
modificación.
(i) Inmobiliaria S.A. quiere tener la propiedad de un inmueble para realizar sus
negocios y el propietario de tal bien, el Sr. Oropeza, desea venderlo; para tal
fin celebran un “contrato de compraventa”;
(ii) Inmobiliaria S.A. quiere que uno de sus directores, el Sr. García, actué en
nombre de la empresa y celebre el contrato de compraventa indicado con el Sr.
Oropeza, efectuándose un “otorgamiento de poder” al Sr. García facultándolo
para tales efectos;
(iii) Inmobiliaria S.A., una vez adquirido el inmueble, desea que su propiedad sea
oponible a terceros mediante publicidad registral, realizando así una “solicitud
de inscripción registral” en Registros Públicos.
(iv) Por otro lado, el Sr. García y la Sra. María desean hacer vida en común que sea
reconocida legalmente para lo cual celebran un “matrimonio”;
(vi) el Sr. García desea ordenar la repartición de todos sus bienes (herencia) para
después de su muerte otorgando para ello un “testamento”.
(vii) Si el Sr. García muere intestado, esto es, sin dejar testamento, y sus hijos
quieren que se repartan entre ellos los bienes dejados, entonces efectuarán
una “petición de herencia”.
Lo que en realidad regula el Libro II del Código Civil peruano es al Negocio Jurídico y
por ende las reglas que contiene (requisitos, modalidades, interpretación, nulidad,
anulabilidad, confirmación, etc.) son aplicables los Negocios Jurídicos, ya que son
normas que regulan y limitan el ejercicio de la Autonomía Privada. En cuanto a los
AJSE, dada los diversidad de intereses privados y públicos envueltos, éstos tienen
sus propias reglas aplicables, las cuales serán las correspondientes a la figura
especifica de que se trate. Por ello no sería posible, como regla general, extender la
aplicación del Libro II del Código Civil peruano a los AJSE dado que responden a
intereses distintos.
7) A modo de conclusión
Por todas esas razones, jurídicamente, “no es lo mismo decir Acto Jurídico que
Negocio Jurídico”. ¡Se tenía que decir y se dijo!