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RELATORÍA

Morín Edgar, La epistemología de la complejidad, artículo publicado en Gazeta de


Antropología Nº 20 · 2004 · Artículo 02 · http://hdl.handle.net/10481/7253

Edgar Morin en su libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro,
específicamente en el capítulo relacionado con los principios de un conocimiento
pertinente plantea ciertos interrogantes tales como: ¿cómo lograr el acceso a la
información sobre el mundo y cómo lograr la posibilidad de articularla y
organizarla? ¿Cómo percibir y concebir el contexto, lo Global (la relación
todo/partes), lo Multidimensional, lo Complejo?

En consonancia con lo anterior, responde que para articular y organizar los


conocimientos y así reconocer y conocer los problemas del mundo, es necesaria
una reforma de pensamiento, pero que esta reforma es paradigmática y no
programática: es la tarea fundamental para la educación ya que tiene que ver con
nuestra aptitud para organizar el conocimiento

Expone el autor en este acápite que a “este problema universal está enfrentada
la educación del futuro porque hay una inadecuación cada vez más amplia,
profunda y grave por un lado entre nuestros saberes desunidos, divididos,
compartimentados y por el otro, realidades o problemas cada vez más poli
disciplinarios, transversales, multidimensionales, transnacionales, globales,
planetarios”1

Morin, exhorta a tomar conciencia de los efectos de estos paradigmas que


distorsionan el conocimiento y por consiguiente deforman la realidad. Es por esto

1
Morín, Edgar Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Publicado en octubre de 1999 por
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura - 7 place de Fontenoy -
75352 París 07 SP – Francia. Pag 22
que desde la epistemología de la complejidad propone un cambio radical en el
paradigma dominante en la forma de acceder al conocimiento

Para Morín, una sociedad cada vez más compleja, gracias al entramado de
relaciones de carácter económico, político, religioso, cultural y social que se
establecen entre individuos, organizaciones y naciones, necesita independizarse
de ese paradigma reduccionista que ha caracterizado tradicionalmente la ciencia y
la educación occidental, liberarse de ese “paradigma de simplificación” que nos
enseñó a conocer dividiendo, separando, antagonizando. y apostar por una nueva
concepción que ponga énfasis en la totalidad y no en la división simple de los
fenómenos, que supere la fragmentación de los objetos a investigar y privilegie la
interacción entre los mismos y el contexto

En otras palabras, el paradigma de la complejidad parte de un pensamiento


sistémico, que reconoce la interdependencia de los hechos y la incertidumbre
como característica principal de la época.

Morin explica con un ejemplo su pensamiento complejo. Tiene que ver con el
hombre. Si bien es cierto que el hombre es un ser biológico, también es un ser
psicológico, cultural, en tanto vive inmerso en un mundo de relaciones que
establece consigo mismo, con los demás y con el mundo que lo rodea. El
paradigma del pensamiento simplificador, con el fin de entender la complejidad del
hombre, nos lleva a contemplar su estudio por partes, por separado, omitiendo
que el hombre es una totalidad, en la que cada dimensión tiene y recibe influencia
de la otra.

Morin reconoce, a partir de los principios de la simplicidad, unos principios


generales, interdependientes, del paradigma de la complejidad, entre ellos:
El principio de la recursividad: Todas las acciones del hombre, la naturaleza
misma son repetibles, vuelven con cierta frecuencia, se pueden redescubrir,
refundar, renovar, reestructurar, reinventar:

El Principio Dialógico: Tradicionalmente, la realidad ha sido percibida por los


científicos como un mundo de opuestos. Al orden se le opone el desorden; a la
identidad, la alteridad; a lo objetivo, lo subjetivo; a lo simple, lo complejo; a lo
verdadero, lo erróneo; a lo científico del sentido común; y así sucesivamente.
Desde el principio dialógico, no existe superación del contrario, sino una
coexistencia, una complementariedad que permite establecer relaciones
complejas.

El principio Hologramático: El principio hologramático, según Morin expresa


que las partes configuran un todo, pero al mismo tiempo el todo está
potencialmente en cada una de las partes, además éstas podrían reconstruir el
todo. Así, en el caso de la sociología se puede ejemplificar como que una
sociedad está formada por individuos pero, a su vez, cada individuo refleja a esa
sociedad

En conclusión, el paradigma de la complejidad no es una receta mágica para


reducir la incertidumbre de la contemporaneidad, pero si se convierte en un
modelo de referencia para actuar con moderación ante la mecánica aparente y la
trivialidad aparente de los determinismos. El pensamiento complejo no objeta, de
ninguna manera, a la claridad, el orden, el determinismo. Pero los sabe
insuficientes, sabe que no podemos programar el descubrimiento, el conocimiento,
ni la acción.

Por otro lado, en lo que concerniente al quehacer pedagógico, la construcción de


la realidad compleja implica necesariamente un pensamiento abierto a la
complejidad, que no se consigue espontáneamente sino es producto de la
formación, y del proceso de observación e investigación como proceso de
aprendizaje. De aquí la importancia, como dice Morin, de la educación para el
futuro, pero un futuro que ya está presente y nos obliga desde las practicas del
pasado, tomar conciencia del perentorio cambio de paradigma en el proceso de
enseñanza- aprendizaje de las ciencias, no solamente las fácticas, sino también,
las humanas.

El paradigma de la complejidad, con su exigencia de una epistemología del


pensamiento complejo, exige un compromiso de las instituciones educativas y en
especial de los docentes, de redireccionar su labor en pro del desarrollo del
discernimiento cognitivo de niños y jóvenes acorde a la sociedad contemporánea.

El enfoque de la complejidad representa, para la educación y las ciencias de la


educación en general, una nueva perspectiva teórica y epistemológica de los
saberes relacionados con la formación del hombre, la cual supone ante todo,
imponerse a la rutina, a la simplificación, a la superficialidad, a la inercia, a la
repetición acrítica de los mismos esquemas mentales y prácticos, por la fuerza de
la costumbre o por vicios que padecen algunos profesionales de la educación.

Este enfoque involucra una invitación a superar las fallas imperantes del
tradicionalismo, la falta de creatividad, olvidar las potencialidades que tienen,
para un aprendizaje verdaderamente significativo, los fenómenos emergentes, los
errores, el despliegue de las subjetividades individuales y colectivas dentro de los
nuevos escenarios educativos y en sus contextos.

Águeda de Jesús Santana Durango


Maestría en Educación X Cohorte
Estrategias didácticas contemporáneas

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