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BRENDA CASTAÑEDA GUZMAN ENSAYO

PRINCIPIOS ESTRUCTURALES DEL DERECHO PROCESAL PENAL PERUANO

A través de los tiempos se ha venido desarrollando diversas formas o procesos en los cuales se
puede aplicar el derecho de manera eficiente, los cuales tenían sus propias reglas, siendo así,
que el proceso penal contemporáneo se guía u orienta por PRINCIPIOS esenciales, que solo
tienen valor y significado si son entendidos y asumidos como debe ser: como FUNDAMENTOS
o marcos directrices, orientadores, de una práctica de todos los días, los cuales se denominan
como la estructura ósea de cada etapa del proceso penal, ya sea a nivel del proceso
preparatorio, intermedia, o juicio oral, siendo estos principios el de dualidad, contradicción,
igualdad de armas y valoración libre de la prueba.

Siendo que en el principio de igualdad procesal, Significa que las partes en el curso del proceso
penal gozan de igualdad de oportunidad para su defensa, la que tiene su fundamento en el
principio universal o postulado que consagra la igualdad de los ciudadanos ante la ley, base de
la organización de los estados modernos, de tal manera que no son aceptados de los
procedimientos privilegiados, al menos con relación a la raza, fortuna o nacimiento de las
partes. También se dice que este principio de igualdad ante la ley reposa en una concepción
ideal y justa, en el sentido de que donde hay personas con las características similares, no
caben distinciones individuales, porque todos tienen los mismos derechos, posibilidades y
obligaciones. “De esta manera el órgano investigado y jurisdiccional deberán (evitar toda
desigualdad en el proceso entre las personas que intervienen por razón de sexo, raza, religión,
idioma, condición social, política y económica que perjudique la igualdad y el equilibrio” (De La
Cruz, 2006).

El principio de igualdad en el proceso penal complementa al principio de contradicción, ya que


éste se hace efectivo si las partes tienen los mismos medios y posibilidades de ataque y
defensa. Corresponde entonces a los órganos jurisdiccionales la obligación de promover el
debate procesal en condiciones que se respeten la contradicción e igualdad de la acusación y
la defensa. Así pues el principio de igualdad procesal garantiza que los sujetos procesales
tengan los medios necesarios de ataque y defensa para hacer valer sus alegaciones y pruebas,
caso contrario estaríamos ante un supuesto de indefensión. Devis (1984), sostiene que “las
consecuencias que se deducen de este principio son:

1) Que en el curso del proceso, las partes gocen de iguales oportunidades para su defensa, lo
cual tiene fundamento en la máxima Auditur ex altera parte, que viene a ser una aplicación del
postulado que consagra la igualdad de los ciudadanos ante la ley, base de la organización de
los Estados modernos.

2) Que no se acepten procedimientos privilegiados, al menos en relación con la raza, fortuna o


nacimiento de las partes. Este principio deriva del principio genérico de igualdad ante la ley
previsto en el inicio 2) del artículo 2º de La Constitución Política del Perú. En la citada norma
no se hace distinción entre ley sustantiva o procesal, ya que la desigualdad podría perpetrarse
en ambos tipos de leyes. Asimismo, no debe entenderse por ley en el sentido formal, es decir,
la dada por el congreso, sino en la acepción material, esto es, toda norma positiva o precepto
legal de cualquier jerarquía que contenga una desigualdad entre las partes del proceso penal
(ley, reglamento, decreto, ley, etc.).”

En este orden de ideas, GOZAINI, nos recuerda: “En el trámite procesal ambas partes deben
tener iguales derechos y posibilidades, lo que se conoce como igualdad de armas, es decir, el
equilibrio prudente entre las razones de las partes dando igual oportunidad a ellas para
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demostrar sus convicciones. La idea está en quitar espacio a la inferioridad jurídica, sin
conceder a unos lo que a otros se niega, en igualdad de circunstancias.”

Sin embargo, al realizar el análisis del principio de igualdad de armas, y al revisar el artículo
385, del código procesal penal, que establece que: “El Juez Penal puede excepcionalmente,
una vez culminada la recepción de las pruebas, disponer de oficio, la actuación de nuevos
medios probatorios si en el curso del debate resultan indispensables o útiles para esclarecer la
verdad”.

Por lo cual se genera la duda la problemática en que momento se puede determinar que la
prueba de oficio, es en busca de la verdad solamente, y no es una forma de intervención del
juez en el proceso de investigación, para lo cual podemos indicar que ante esta problemática
se encuentra establecida en la Casación N° 19-2018 (Madre de Dios), la cual enfatiza que solo
en casos excepcionales se podrá practicar: “el Código Procesal Penal acoge, limitadamente, el
denominado “deber de esclarecimiento”, como consta de lo señalado en el artículo 385
apartado 2 del Código Procesal Penal: “El Juez Penal […], podrá disponer, de oficio […], la
actuación de nuevos medios probatorios si en el curso del debate resultasen indispensables o
manifiestamente útiles para esclarecer la verdad”. Esta limitación no solo garantiza que el Juez
Penal no reemplace la actuación propia de las partes, sino que se erige en una potestad
discrecional, aunque impuesta en supuestos particularmente excepcionales y de una
necesidad evidente. En esta perspectiva no puede exigirse en casación la actuación de prueba
de oficio, pues corresponde decidirlo, discrecionalmente, al juez de mérito. Si no es una norma
imperativa y no consta de modo patente la necesidad y posibilidad de la actuación de un
medio de prueba, no cabe el recurso de casación.
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BIBLIOGRAFIA

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probatorios del juez. En G. (. Priori Posada, La prueba en el proceso (pág. 514).Lima:
Palestra.
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