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El proceso desamortizador y los cambios agrarios I.E.S.

HUELIN

TEMA: PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS

ÍNDICE
1. Introducción
2. Orígenes de la desamortización
3. La reforma agraria liberal
4. La desamortización
3.1 La desamortización de Mendizábal
3.2 La desamortización de Madoz
3.3 Consecuencias y Resultados
5. Conclusión

1. INTRODUCCIÓN

1º) Introducción y concepto de desamortización.-


A lo largo del siglo XIX comenzó el lento despegue industrial de España. Pero a
diferencia de otros países europeos como Inglaterra, donde el desarrollo agrario fue
motor de la industrialización, la agricultura española no logró una apreciable
modernización. En nuestro país, por tanto, podemos afirmar que no se dio una
revolución agrícola, por lo que durante décadas persistió el dualismo entre el mundo
urbano, más moderno, y el mundo rural, más atrasado y con menos cambios.
A pesar de ello, durante el periodo de implantación del liberalismo se pusieron en
marcha mecanismos legales encaminados a una mejor redistribución de los bienes
denominados de “manos muertas” y a una explotación más racional. En este sentido, el
proceso de desamortización fue un hecho fundamental del proceso de la revolución
burguesa, y significó un cambio esencial en el sistema de propiedad y tenencia de la
tierra.
Entendemos por desamortización la incautación estatal de bienes raíces,
eclesiásticos o civiles, que, tras la correspondiente nacionalización y posterior venta
en subasta, pasan a formar una propiedad nueva, privada, con plena libertad de uso y
disposición. La desamortización consistió, pues, en acabar con los bienes “vinculados” y
proceder a desvincular dichas tierras y bienes de sus propietarios para permitir su
venta, enajenación o repartimiento.

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2. ORÍGENES DE LA DESAMORTIZACIÓN

El proceso de desamortización fue llevado a cabo en toda su intensidad por los


gobiernos progresistas durante las Regencias de Mª Cristina (1836-1837) y de
Espartero (1841-1843), y posteriormente durante el Bienio Progresista también con
Espartero a la cabeza (1854- 1856), ya durante la mayoría de edad de Isabel II. Pero
anteriormente, tuvo una serie de precedentes, con los que se dieron los primeros
pasos, aunque su repercusión fue limitada:
- Durante el reinado de Carlos III, aunque sólo desde un punto de vista teórico. Los
reformistas ilustrados del siglo XVIII, habían planteado la necesidad de cambiar el
sistema señorial de propiedad de la tierra al entender, como Jovellanos, que la
amortización de bienes raíces era la causa del estancamiento de la agricultura
española.
- Posteriormente Godoy (1795) inició una tímida desamortización de bienes
eclesiásticos con un beneficio de unos 1.600 millones de reales, obteniendo permiso de
la Santa Sede para expropiar y vender los bienes de los jesuitas y de obras pías
(hospicios, beneficencia, etc.).
- Durante las Cortes de Cádiz se adoptaron diversas medidas legales que
contemplaban la supresión de conventos y órdenes religiosas y la puesta en venta de
sus propiedades. Sin embargo, la restauración del absolutismo en 1814 significó la
anulación de lo dispuesto y la devolución de los bienes vendidos a los frailes.
- Por último, en el Trienio Liberal volvieron a entrar en vigor las decisiones de las
Cortes de Cádiz, pero en 1823 retornó el régimen absolutista y Fernando VII obligó a
restituir los bienes vendidos.
Por tanto, será a la muerte de Fernando VII cuando los liberales, fundamentalmente
los progresistas, pongan en marcha la maquinaria jurídico-económica capaz de incautar
y vender grandes cantidades de tierras en el marco de una amplia transformación
agraria que contemplaba también la eliminación de los señoríos jurisdiccionales y de los
mayorazgos.
La Desamortización se desarrolla principalmente durante el reinado de Isabel II
(1833-68). Los hechos más destacados durante las distintas etapas del reinado de
Isabel II son estos:
1. Durante la regencia de Mª Cristina (1833-1840) tiene lugar la 1ª guerra carlista
que finalizará con la victoria de los liberales tras el convenio de Vergara, la
mayor parte de este periodo gobiernan los liberales moderados con el marco
jurídico del Estatuto Real de 1834, tras el levantamiento de los sargentos de la
Granja en 1836 gobiernan los progresistas, promulgando la Constitución de 1837,
desmantelando por fin el antiguo régimen y realizando Mendizábal la
desamortización eclesiástica.
2. Espartero durante su regencia (1840-43) gobierna de forma autoritaria, y por
ello se enfrenta a la oposición de los moderados, de muchos progresistas que no

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aceptan su autoritarismo, de los liberales más radicales que no le perdonan su


política librecambista y el bombardeo de Barcelona y de la reina madre que
conspira contra él. Todos estos sectores se unirán para derrocarle en la batalla
de Torrejón de Ardoz, tras la cual comenzará el reinado de Isabel II. Durante la
regencia de Espartero se completa la desamortización con los bienes del clero
secular.
3. El reinado de Isabel podemos dividirlo en tres etapas dependiendo del partido
que ocupa el poder.
3.1 La Década Moderada (1843-54) en la que sobresale como figura política Narváez
líder del partido moderado, el estado se reguló con la constitución de 1845 y se
adoptaron estas medidas: el Concordato con la Iglesia, los códigos civil (1844) y penal
(1848), la reforma fiscal, el sistema nacional de instrucción pública, el sistema métrico
decimal, se reorganizó la administración provincial y local, se limitó la libertad de
prensa, y se creó la Guardia Civil.
3.2 El Bienio Progresista (1854-56), se llega a él, tras derrocar a los moderados
después del pronunciamiento de Vicálvaro, liderado por O’Donnell y Espartero que
serán los hombres fuertes de este periodo. En este periodo se construyen las primeras
líneas férreas, el telégrafo y se desamortizan los bienes de los ayuntamientos con la
Ley de Desamortización General de Madoz (1855).
3.3 Los últimos años del reinado de Isabel II (1856 y 1868) se alternaron en el poder
la Unión Liberal (1858 a 1863) de O'Donnell y el partido moderado de Narváez, se
restableció la Constitución de 1845 con actas adicionales, aunque lo más destacado del
gobierno unionista fueron las expediciones a Marruecos, Cochinchina y México. Pero en
los últimos años la crisis económica y social, la muerte de ambos líderes y el
desprestigio de la reina provocaron que todos los partidos opositores: progresistas,
demócratas, republicanos y también los unionistas firmaran el Pacto de Ostende en
1866 para derrocar a la reina. La revolución dirigida entre otros por los generales Prim
, Topete y Serrano y llamada “La Gloriosa” tuvo lugar en 1868 y acabo con el destierro
de la reina tras la batalla de Alcolea.

3. LA REFORMA AGRARIA LIBERAL


El reinado de Isabel II pudo haber sido decisivo para la modernización de la
estructura económica; sin embargo, frente al desarrollo capitalista que vivía Europa,
España estaba inmersa en una fase de transición económica basada en una reforma
agraria liberal.

En España, la transición hacia el capitalismo se hizo mediante una reforma agraria


liberal, el procedimiento implicó la abolición del régimen señorial y la desvinculación de
la propiedad vinculada y la desamortización de las tierras en manos de la iglesia y los
ayuntamientos. Tras las reformas la tierra pasó a ser una mercancía que podía ser
vendida y comprada.

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La abolición del régimen señorial


Esta abolición cambió las formas de tenencia y explotación de la tierra. Las Cortes de
Cádiz, por Decreto de agosto de 1811, abolían la jurisdicción de los señores, que pasaba
a manos de la nación soberana, es decir, los señoríos jurisdiccionales, aquellos en los
cuales el señor disfrutaba del poder político y jurídico sobre sus vasallos, se
suprimieron, mientras que los señoríos territoriales, que eran aquellos en los que el
señor era propietario de la tierra, pasaron a ser propiedad privada del antiguo señor
aunque la propiedad de estas tierras era confusa, pero convirtió en patrimonio privado
de los señores todos los señoríos territoriales.
Como resultado global, los señores consolidaron su poder en la mitad sur de la
Península.
La disolución del régimen señorial fue una de las medidas más conflictivas del
Estado liberal y fue completada por las leyes de los años veinte y treinta.

4. LA DESAMORTIZACIÓN

La desamortización fue el acto Jurídico por el que los bienes de manos muertas,
esto es, los que estaban en poder de las corporaciones o instituciones (iglesia,
ayuntamientos) y no se podían vender, volvían a ser libres, de propiedad particular tras
ser vendidos en subasta pública. Este proceso afecto a un gran porcentaje del campo
español, así como innumerables fincas urbanas y edificios monumentales, incluyendo su
patrimonio artístico.
La amortización (acumulación sin posibilidad de venta o división) se había
producido desde la Edad Media, básicamente por medio de concesiones a la Iglesia
(bienes de manos muertas), a los municipios y a la nobleza.
Dicha amortización es presentada por os ilustrados como la principal causa del
estancamiento agrario tanto técnico (herramientas y utillaje), como en los sistemas de
cultivo (pervivencia del barbecho y de la rotación bienal), lo que se traduce en bajo
rendimiento productivo, desabastecimiento, hambrunas, etc.
La desamortización se desarrolló durante algo más de un siglo, aunque los
momentos más importantes tuvieron lugar entre 1836 y 1860, si bien con
interrupciones. En este tiempo se vendió la mayor parte de los viene.

4.1 LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL

Con estos precedentes, a partir de 1833 durante la


regencia de María Cristina, el proceso de desamortización
se precipitó por varias causas.
En primer lugar, la guerra carlista obligaba al Estado a
obtener recursos, en un momento en que las arcas estaban

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vacías y el crédito exterior se había hundido.


En segundo lugar, se difundió en el país un clima anticlerical, a causa del apoyo del
clero al bando carlista: los asaltos a conventos, los incendios, profanaciones y matanzas
fueron frecuentes en los años 1834 a 1836.
El cura y el fraile reaccionario se convirtieron en los chivos expiatorios de las
protestas populares provocadas por la escasez, debida a la guerra, y por las epidemias.
En tercer lugar, los antiguos compradores
de bienes desamortizados en el Trienio,
expropiados en 1823, presionaban al gobierno
para que les devolviera sus bienes. Estos
hombres ricos, formaban un grupo poderoso e
influyente, esencial para el bando Cristino.
Por eso no es extraño que los gobiernos
liberales fueran poco a poco avanzando hacia la
desamortización: confiscación de bienes de los
conventos destruidos (1834), reintegro de sus
bienes a los compradores del Trienio (1835).
En esta situación se publicaron los decretos de Juan Álvarez Mendizábal que
componen la primera de las dos grandes leyes de desamortización de la revolución
liberal.
Mendizábal cuyo nombre va indisolublemente unido a la desamortización
eclesiástica, no adoptó una política novedosa, pero si sistematizó y radicalizó las
medidas de sus predecesores en el despojo patrimonial de la Iglesia.
Por Decreto de octubre de 1835 se suprimían las órdenes religiosas (clero
regular, frailes y monjas) y por el Real decreto de febrero de 1836, el más importante
de todos, se declaraban en venta todos sus bienes y también aquellos otros que ya
hubiesen pasado a la condición de bienes nacionales o lo hiciesen en el futuro. Los
fondos obtenidos se destinaban a la amortización de la deuda pública.
Este Decreto formaba parte de un programa que perseguía ganar la guerra
allegando fondos y tropas, restaurar la confianza en el crédito del Estado y, a largo
plazo, permitir una reforma de la Hacienda.
En el preámbulo, Mendizábal exponía otros objetivos básicos de la
desamortización: conseguir el acceso a la propiedad de sectores burgueses, que
mejorarían la producción y la revalorizarían, y crear un sector social de nuevos
propietarios vinculados al régimen y al bando cristina.
Aunque el gobierno de Mendizábal cayó en mayo de 1836, en octubre se convirtió
en ministro de Hacienda bajo el gobierno progresista de Calatrava, y a partir de ahí las
subastas se reanudaron. En 1837 otro Decreto amplió la acción desamortizadora al
sacar a la venta los bienes del clero secular (Catedrales e iglesias) aunque la ejecución
de esta última se llevó a cabo, en 1841 bajo la regencia de Espartero.
En 1844, con la vuelta de los moderados se suspendieron las subastas, aunque el

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gobierno del general Narváez garantizó las ventas ya realizadas.


Aplicación: Las fincas fueron tasadas por peritos de Hacienda y subastadas
después, alcanzando una puja media del 220% sobre el precio de salida. Dado el
distinto tamaño de los lotes, eran en teoría asequibles para grupos sociales de bajos
ingresos, pero en la práctica los propietarios y los inversores burgueses acapararon las
compras, puesto que eran los únicos que tenían liquidez, sabían pujar y podían controlar
fácilmente las subastas. Además, comprar era un excelente negocio: sólo se abonaba el
20% al contado, el resto se pagaba aplazado, y se admitían para el pago los títulos de
deuda por su valor nominal. Como estaban muy desvalorizados en el mercado,
adquirirlos en bolsa y pagar con
ellos era una ganga para el
comprador.
Un proceso tan perjudicial para
los intereses del Estado no era
consecuencia de un error de
cálculo. Mendizábal sabía que la
admisión para el pago de
títulos por su valor nominal
produciría esa situación. Es
cierto que podría haberse
llevado adelante la desamortización con más rendimiento para el Estado, e incluso que
podría haberse aprovechado para repartir la tierra entre los campesinos, iniciando así
un proceso de reforma agraria. Así lo sugirió, en parte, el diputado Flórez Estrada en
un artículo de prensa editado a los pocos días de publicarse el decreto. En él proponía
que el Estado arrendara las tierras a los campesinos y dedicara la renta a pagar la
deuda, lo que garantizaría los pagos, satisfaría las peticiones campesinas y crearía la
masa adicta a Isabel II que propugnaba Mendizábal. Lo que ocurre es que Mendizábal
no buscaba ni un reparto de las tierras ni una reforma agraria, sino beneficiar a
quienes, como él mismo, pertenecían a la elite financiera y comercial, y buscaban
consolidar su prosperidad económica con la compra de bienes inmuebles. .
El resultado fue que esta desamortización afectó a unos 10 millones de hectáreas,
cuyo valor ascendió a unos 4.500 millones de reales. Se había desamortizado
aproximadamente el 62% de las propiedades de la Iglesia.

4.2 DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ DE 1855


Ya en el trono Isabel II (Bienio Progresista 1854-56),
la labor de Mendizábal será completada por la llamada Ley
Madoz o Ley de Desamortización General del 1 de mayo de
1855, realizada por Pascual Madoz, ministro de Hacienda
durante el Bienio progresista. Esta ley, que representa la
última etapa de esta gran operación liquidadora de bienes

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colectivos, se llamaba "general" porque establecía la venta en subasta pública de todos


los bienes que permanecieran amortizados, es decir, de toda clase de propiedades
rústicas y urbanas pertenecientes al Estado, a la Iglesia, y las comunales, propios y
baldíos de los Municipios.
El procedimiento utilizado para ¡as ventas fue una copia del de Mendizábal aunque
se pusieron en venta el doble de bienes que en la desamortización de aquél Entre 1855
y 1856 se subastaron fincas rústicas y urbanas por un valor cercano a los 8.000
millones de reales, mediante el pago de un 10% de entrada y el resto aplazado, pero
admitiéndose sólo el abono en efectivo. El volumen de dinero acumulado fue, como se
ve, casi el doble que en 1844. Esta ley rigió durante toda la segunda mitad del siglo
XIX, prolongándose la desamortización de bienes de propios y comunes hasta 1924.

4.3 CONSECUENCIAS Y RESULTADOS


La desamortización, rompió la organización
jurídica existente, convirtiendo la propiedad
colectiva en privada, haciéndola apta para ser
vendida, se iniciaba así una nueva etapa en la
agricultura española. Sin embargo, los resultados
obtenidos fueron dispares, como diversos habían
sido los objetivos perseguidos por el proceso
desamortizador.

Ø LOS RESULTADOS FUERON LOS SIGUIENTES:

• ECONÓMICOS:
- Permitió una considerable expansión de la superficie cultivada y de la producción
agraria, si bien esta última fue causada más por la extensión de los cultivos a tierras
yermas que por la mecanización y el uso de abonos
- Sin embargo, esta expansión frecuentemente estuvo acompañada de un efecto
negativo, la deforestación. Los compradores que adquirieron pequeños lotes de monte
para convertirlos en tierras de labor o para obtener un beneficio inmediato con la
venta de la leña y de la madera, talaron los árboles de manera indiscriminada. Tan
graves debieron ser estos daños, que en 1855 se insistió en evitarlos
- Acrecentó la concentración de la tierra en pocas manos, porque las familias más
poderosas conservaron intactos sus patrimonios, los señoríos fueron desvinculados,
pero no expropiados. Se perfiló así el mapa de los grandes latifundios en Andalucía, la
Mancha y Extremadura.
- Contribuyó a atenuar el problema de la deuda, gracias a los beneficios obtenidos
y se pusieron a tributar una enorme cantidad de propiedades que hasta entonces
habían permanecido exentas, aumentando así los ingresos de la Hacienda. Sólo desde
los años cincuenta, con la segunda desamortización y el desarrollo económico,

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disminuirá de forma drástica la deuda del Estado, aunque siempre quedará una parte de
ella consolidada hasta el siglo XX.
- Pero empobreció a los ayuntamientos, privándoles de su autonomía económica y
asentó a campesinos empobrecidos sobre tierras no aptas para el cultivo en propiedad
individual, al tiempo que les impedía los escasos beneficios, secularmente obtenidos, de
las tierras de aprovechamiento comunal.

LA DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA Y CIVIL ENTRE 1834 Y 1856


ü Desamortización eclesiástica Fincas rústicas Fincas urbanas
• 1836-1844 110945 13113
• 1845-1854 3731 1329
• 1854-1856 24845 5205
• TOTAL 139521 19647
ü Desamortización civil 1834-1856
-Corporaciones 16859 3327
-Estado 5074 661
-TOTAL 21933 3988

- En cuanto a la relación entre desamortización e industrialización, algunos


historiadores consideran que la desamortización de Mendizábal contribuyó a retrasar
el proceso de industrialización, porque la gran oferta de tierras, en condiciones muy
ventajosas, desvió hacia la propiedad agraria unos recursos financieros que, de otro
modo, hubiesen podido dedicarse a la industria: En cambio la desamortización de
Madoz, si impulsó la industrialización del país pues el dinero obtenido, sin las anteriores
angustias de la Hacienda, se utilizó para este fin y, sobre todo, para la expansión del
ferrocarril.
• SOCIALES:
- Supuso el desmantelamiento casi completo de la propiedad de la Iglesia y de sus
fuentes de riqueza (toda vez que el diezmo, su otra alternativa, fue igualmente
suprimido en 1837). Con ello la Iglesia dejó de ser un estamento privilegiado, aunque
conservará su enorme influencia en las mentalidades yen la educación, que casi
monopolizaba.
- Contribuyó claramente al cambio hacia una sociedad burguesa al sustituir la
antigua estructura social señorial campesina por una estructura capitalista. Surgió una
importante clase media urbana de burgueses enriquecidos y una modesta clase media
de propietarios rurales. Sin embargo, los principales beneficiarios fueron la antigua
aristocracia feudal, los terratenientes locales y la poderosa burguesía financiera e
industrial, que se fusionan entre sí dando lugar a una oligarquía agraria llamada a
ejercer, por largo tiempo, el poder político y económico en España.
- En cambio, los campesinos en general no compraron por falta de información o
desconocimiento del procedimiento, o por subastas amañadas.
La desamortización se convirtió, pues, en una frustrada reforma agraria que hizo

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más mísera la condición del campesino Los nuevos propietarios burgueses


endurecieron los arrendamientos de la tierra, subiendo las rentas y realizando nuevos
contratos a corto plazo.
Con ello, el número de arrendatarios descendió notablemente y en su lugar
apareció una gran masa de campesinos sin tierra o proletariado agrícola con unas
condiciones de vida mucho más duras que antes, pues muchos de ellos se habían
beneficiado de la propiedad eclesiástica (ya fuera en forma, de caridad, en forma de
aprovechamiento de pastos y montes, o de buenos términos de arrendamiento...).
El malestar que provocó esta nueva situación degeneró, al poco tiempo, en
protestas y manifestaciones de violencia que convirtieron al campo en un caldo de
cultivo para la revuelta social dando origen a las rebeliones campesinas de signo
carlista o anarquista, que se repiten a lo largo del siglo y, en especial, en Andalucía
donde la desamortización se convirtió en una ocasión perdida, de la que surgió un
proletariado campesino que ha llegado hasta nuestros días.
En definitiva, no se aprovechó la ocasión para crear una clase media agraria que
hubiera podido ser un factor de equilibrio en la nueva sociedad. Al no consolidarse ésta,
falló igualmente la posibilidad de que surgiera un sector ahorrativo, capaz de estimular
la demanda del mercado y de impulsar las inversiones en el propio campo y en otros
sectores económicos.
• POLÍTICOS:
- En este aspecto se obtuvieron los mejores resultados. La desamortización
consolidó el régimen liberal, porque los nuevos propietarios se convirtieron en los más
firmes defensores de un sistema político que les había permitido enriquecerse. Ya sea
en el partido moderado o en el progresista, esta nueva masa de propietarios constituirá
la nueva elite terrateniente que detentará el poder durante el reinado de Isabel II.
- En cambio la Iglesia se distanció totalmente del liberalismo, que había
desmantelado su patrimonio, y se comprometió claramente con el carlismo. El
Concordato de 1851 resolvería esta situación pero la posterior desamortización de
Madoz provocará una nueva ruptura de las relaciones con la Iglesia, ante la flagrante
violación del Concordato.
• CULTURALES:
- La desamortización ocasionó una gran pérdida y expolio de bienes culturales,
sobre todo de los antiguos monasterios. Muchas obras arquitectónicas se
perdieron y bienes muebles (pinturas, bibliotecas, enseres ... ) fueron
vendidos a precios irrisorios y, muchos de ellos salieron hacia otros
países.
- También la desamortización contribuyó a un urbanismo
discriminador. Como la mayoría de los inmuebles estaban en el centro
urbano, la alta burguesía acaparó los mejores edificios del centro,
excluyendo a las clases medias, confinadas en las viejas viviendas, y
dejando para los obreros los arrabales de la periferia.

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5. CONCLUSIÓN

La desamortización fue la medida económica más revolucionaria de todas las


tomadas por los gobiernos liberales, aunque en el conjunto del panorama económico no
fue suficiente. Al atraso de la agricultura española, con sus anticuadas técnicas y su
baja productividad, se unió el aumento de las diferencias sociales entre una burguesía
enriquecida y un campesinado cada vez más pobre, al no haberse creado una clase
media agraria. De este modo, la oligarquía rural desempeñará un importante papel en el
plano político y económico de la época, manifestado en la práctica del caciquismo.
Por otro lado, a pesar de los cambios agrarios de la primera mitad del siglo XIX, la
agricultura española siguió en general estancada. Por ello, ni suministraba mano de obra
a la industria (por falta de mecanización) ni mercado suficiente para los productos
fabriles (por la escasa capacidad de consumo), ni capitales para invertir (por su falta
de rentabilidad y productividad). En conjunto, la agricultura supondrá durante buena
parte del S. XIX un lastre importante para el desarrollo de los demás sectores
productivos en España, y sólo en las últimas décadas del siglo se operaron algunos
cambios significativos.

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