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Roberto Docampo
National Institute of Agricultural Research of Uruguay
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1. Introducción Pag. 3
2. Definición del suelo Pag. 3
3. Composición del suelo Pag. 4
4. Tipos de suelo Pag. 8
5. Suelos del Uruguay Pag. 9
6. Conservación del suelo y producción agropecuaria Pag. 16
7. ¿Cómo promueve INIA el manejo y aprovechamiento
sostenible del suelo para la producción agropecuaria? Pag. 17
7. 1 Programa Nacional de Investigación en
Producción y Sustentabilidad Ambiental Pag. 17
7.2 Laboratorio de suelos Pag. 19
8. Bibliografía Pag. 20
Prohibida la reproducción total o parcial de textos y/o materiales gráficos originales sin mencionar la procedencia.
1. Introducción
Uruguay, país agroexportador por excelencia, cuenta con la abundancia y la riqueza del
recurso suelo para desarrollar su actividad agropecuaria destinada a la generación y la venta
de productos en el mercado interno y externo, favoreciendo la creación de fuentes de trabajo
y el crecimiento económico del país. Por esa razón, el uso responsable y la conservación del
recurso natural Suelo se vuelven fundamentales en el funcionamiento y el desarrollo de la actividad
agropecuaria a nivel nacional. Debido a su fácil degradación pero muy lenta regeneración, el suelo
se considera un recurso natural no renovable del que debe ser protegido de los procesos de erosión
y degradación asociado a la intervención del hombre, en particular, el uso para la producción
agropecuaria.
El país, a pesar de su pequeño territorio, presenta una situación privilegiada al tener uno de los
porcentajes de tierra productiva más altos del mundo (87 % aprox.) característica que torna
particularmente importante el estudio de la naturaleza y la distribución de sus suelos para un
aprovechamiento racional del mismo (Marchesi y Durán 1969). A su vez, debido al incorrecto
manejo de los suelos y aguas, países y regiones se descapitalizan paulatinamente por el deterioro
de su base de recursos naturales por la pérdida de cobertura vegetal natural y biodiversidad,
erosión, inundaciones, encharcamiento, contaminación y salinización (Docampo, 2000).
El suelo es la capa superficial del planeta, es la capa biológicamente activa, que constituye el
medio en el cual crecen la plantas. El perfil de suelo muestra una sucesión de capas llamadas
horizontes desde la superficie hasta el material geológico (roca) que le dio origen. Los diferentes
suelos se individualizan en base a las características de sus perfiles y de los horizontes que lo compo-
nen. En condiciones naturales los suelos correctamente desarrollados presentan tres horizontes
principales denominados con las letras A, B y C.
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El horizonte B es una capa de acumulación generalmente enriquecida de arcillas y sales
provenientes de infiltración de agua en el perfil, característica muy relevante para definir el potencial
productivo de un suelo.
En el suelo coexisten tres fases: la sólida, la líquida y la gaseosa, cada uno de los componentes varía
según los suelos pero la composición promedio se muestra en la figura 1.
La fracción mineral es la más abundante del suelo y comprende las partículas del material geológico
meteorizado, se clasifican por tamaño (arena, limo y arcilla; figura 2). A su vez, en función de la
proporción de partículas se determinará la textura del suelo.
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La cantidad de las fracciones es variable y una de ellas suele predominar sobre las otras, en
función de las proporciones granulométricas los suelos y sus horizontes se clasifican en
clases texturales. Si la fracción predominante es la arenosa, estaremos frente a un suelo
arenoso o liviano. Si las partículas predominantes son limos, la textura será limosa.
A su vez, si la predominancia está dada por el contenido de arcilla, el suelo será
arcilloso o pesado (figura 3).
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De acuerdo a la textura se pueden inferir algunas propiedades del suelo, por ejemplo: las
texturas livianas tienen mejor comportamiento en lo relacionado con la dinámica del agua
(infiltración, permeabilidad, drenaje) y la aireación, mientras que las texturas pesadas tienen
una importancia relativa mayor en la fertilidad del suelo y en la retención de agua.
La fracción orgánica o materia orgánica del suelo se define de acuerdo con Baldock y
Skjemstad (1999) como “todos los materiales orgánicos que se encuentran en los suelos indepen-
dientemente de su origen o estado de descomposición”.
La mayor parte de la materia orgánica se encuentra cerca de la superficie del suelo, las
partes aéreas de las plantas que no se cosechan quedan en superficie y las raíces se
convierten en materia orgánica cuando sus células pierden funcionalidad o mueren.
La macro y mesofauna del suelo (los invertebrados con tres grupos principales
representativos: artrópodos, lombrices y nematodos) incorporan los residuos más
profundamente en el suelo pero de todas formas la mayor concentración de materia orgánica se da
en superficie.
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El contenido de carbono en un suelo depende de las características de éste y del
equilibrio entre la tasa de entrada de carbono orgánico (animales, vegetales, raíces) y la
tasa de salida (CO2 desprendido por el metabolismo microbiano). Por lo tanto, existen
diversos factores e interacciones que regulan la cantidad de carbono y su distribución en
un perfil. Podemos citar: tipo de suelo, clima, composición mineral, topografía, la biota del suelo y
prácticas de manejo.
El contenido de carbono en gran medida está determinado por el tipo de material que
compone la entrada del carbono al suelo; no toda la materia orgánica que ingresa es igual
y por tanto varían los niveles de descomposición de la misma. Por ejemplo, los residuos de
frutas, verduras y restos vegetales frescos se degradan fácilmente pues contienen
mayormente carbohidratos. Por el contrario, las hojas secas, tallos, cortezas y ramas se
descomponen más lentamente debido a que contienen altas proporciones de lignina,
celulosa y hemicelulosa. Es por ello que en la materia orgánica del suelo se pueden
diferenciar fracciones en función de su disponibilidad para la descomposición microbiana:
La fracción activa o carbono activo, que son los materiales orgánicos que se descomponen en unos
pocos meses a pocos años.
La fracción intermedia (lenta) que son los materiales con mayores contenidos de celulosa y lignina,
y por lo tanto, más difíciles de descomponer por los microorganismos. Tiene una vida media que
es posible medir incluso en décadas.
La fracción estable o carbono estable (recalcitrante) que comprende los materiales muy estables,
remanentes en el suelos por cientos o aún miles de años. Esta fracción, llamada humus, si bien no
brinda mayor cantidad de nutrientes para las plantas y para los microorganismos del suelo como
las fracciones anteriores, juega un rol imprescindible en la mejora y mantenimiento de las propie-
dades físicas y químicas del suelo.
Los poros existentes en el suelo son ocupados por la solución del suelo (fase líquida) y
por el aire (fase gaseosa). El espacio poroso que queda entre las partículas sólidas del
suelo presenta una gran diversidad de formas y tamaños. Aquellos poros menores
(capilares) son los responsables de retener el agua que luego será utilizada por las raíces
de las plantas, y los poros de mayor tamaño (no capilares) serán los que determinan la
aireación y el drenaje de los excesos de agua. En general, los poros más grandes están
llenos de aire favoreciendo la respiración de las raíces y los microorganismos, mientras
que los poros más pequeños almacenan agua con sustancias minerales necesarias para la nutrición
de las plantas.
Las partículas de arena, arcilla y limo se agrupan e integran con la materia orgánica del
suelo, formando “agregados” de suelo. Este rol agregante es muy importante y también lo cumplen
las bacterias a través de sus secreciones, así como las hifas de los hongos. Estos agentes cementan-
tes proveen estabilidad a los agregados de suelo y así contribuyen a la buena estructura del suelo.
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Cuando mayor es el contenido de arcilla y materia orgánica, el grado de estructura es más
fuerte ya que se desarrolla una mayor cementación y aglomeración de las partículas.
Opuestamente, las estructuras más débiles serán aquellas con mayor porcentaje de arena y
menor contenido de materia orgánica. El grado de agregación de las partículas del suelo le
confieren mayor capacidad de infiltración, mayor aireación y menor susceptibilidad a la erosión.
4. Tipos de suelo
En este punto se buscará agrupar a los diferentes tipos de suelo en cuanto a algunas de sus
características y problemáticas asociadas desde el punto de vista productivo.
Suelos superficiales -Litosoles- se desarrollan sobre diversos materiales geológicos, basalto y zonas
de serranías principalmente. Los problemas más importantes que pueden presentarse están
relacionados con su escasa profundidad y, por lo tanto, su baja capacidad de retención de agua
que los hace vulnerables a la sequía.
Suelos mal drenados -Planosoles, Gleysoles- son suelos que aparecen en las zonas más
bajas y planas con problemas de drenaje. Distribuidos por todo el país, principalmente
en el este, los Planosoles son suelos muy diferenciados en un B muy pesado (con alto
contenido de arcilla) y con muy baja permeabilidad. Son suelos aptos para la producción de arroz.
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5. Suelos del Uruguay*
“El Uruguay, a pesar de su reducida extensión territorial, presenta una amplia gama de tipos
de suelos debido principalmente a la variabilidad de los materiales geológicos y de relieve.
El relieve del Uruguay es en su mayor parte ondulado suave; dominan las altitudes menores
de 300 metros. Esta topografía favorece una infiltración suficiente como para permitir la formación
de suelos bien diferentes”.
“La inexistencia de grandes alturas determina que los cursos de agua sean relativamente
lentos y sinuosos y no presenten grandes saltos. La topografía, baja y ondulada, ha
facilitado no sólo las prácticas agropecuarias sino también el tránsito a lo largo y ancho del
territorio sin mayores dificultades. El relieve uruguayo - dada su altura - tampoco configura
un obstáculo para la circulación de las masas de aire que afectan el territorio, lo que da
lugar a una modalidad climática bastante uniforme en todo el país. Los fenómenos
tectónicos que han afectado a los diferentes terrenos geológicos permiten identificar (según
el ingeniero agrónomo Panario D.) varias regiones morfoestructurales con tipos dominantes de rocas
que le dan a cada unidad paisajística un perfil característico”.
Cuenca sedimentaria del noreste: al norte y noreste del país se desarrolla una extensa
cuenca sedimentaria de edad gondwánica1 conformada principalmente por areniscas. El paisaje
dominante está constituido por lomadas fuertes y colinas.
Cuesta basáltica; se trata de una extensa altiplanicie que se extiende desde el norte y
noreste hacia el centro del país (desde Artigas hasta Durazno). Esta altiplanicie
presenta un declive o inclinación hacia el oeste, lo que explica la dirección este-oeste
de los principales cursos de agua afluentes del río Uruguay. En general, este tipo de roca forma
suelos superficiales de productividad media a baja en los que se desarrolla una pradera apropiada
para la ganadería ovina.
Cuenca sedimentaria del litoral oeste; a lo largo del río Uruguay, abarcando áreas de los
departamentos de Artigas, Salto, Paysandú, Río Negro, Soriano y Colonia, existe una
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cuenca en la que se han depositado areniscas de edad cretácica (fines de la Era
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Secundaria) y sedimentos terciarios y cuaternarios. Sobre este tipo de rocas
sedimentarias se desarrollan suelos profundos, de alta fertilidad por lo que en este espacio
se registra una intensa actividad agrícola y ganadera.
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Fosa Tectónica del Santa Lucía: esta fosa de hundimiento localizada en el sur del país ha
sido rellenada por potentes espesores de sedimentos que se fueron acumulando desde
fines de la Era Secundaria (periodo Cretáceo), durante el Terciario y el Cuaternario. A
excepción de los bordes, esta fosa presenta una tipografía baja constituida por lomadas de
pendientes suaves.
Sistema de planicies y fosa tectónica de la laguna Merín: en el este del país, bordeando la
laguna Merín y sobre la faja atlántica - lagunar, se ha desarrollado un paisaje plano y de
escasa altura sobre el nivel del mar, el sector geomorfológico reúne condiciones
naturales para el desarrollo de los humedales más extensos del país. Otras planicies,
que ocupan comparativamente un área menor, se desarrollan en la cuenca sedimentaria
del noreste (cursos del río Negro y el río Tacuarembó, río Santa Lucía, Costa de Oro y en la cuenca
sedimentaria del litoral oeste (curso inferior del río Negro).
Región cristalina del centro - sur: el relieve de este sector geomofológico está constituido por
colinas y lomadas fuertes.
Sierras del este: esta región está compuesta por una serie de plegamientos emergidos
entre los que se destaca, por su antiguedad y altura, el macizo de Carapé, en Maldonado
y Lavalleja. Este conjunto de elevaciones (conocidas con el nombre de Cuchilla
Grande) tiene una dirección general SO - NE y se extiende por aproximadamente
390 Km desde las proximidades de Pan de Azúcar hasta el departamento de Cerro Largo, en la
frontera brasileña.
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Carta de reconocimiento de
suelos del Uruguay
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La figura 6 muestra los perfiles de los suelos más representativos de cada región del país.
La ley 13.695 del 24 de octubre de 1968 creó la Comisión Nacional de Estudio Agronómico
de la Tierra (CONEAT) y estableció como su principal cometido el definir las normas técnicas
para fijar la capacidad productiva de cada inmueble rural y el promedio del país.
Los grupos CONEAT no son estrictamente unidades cartográficas básicas de suelos, sino que consti-
tuyen áreas homogéneas definidas por su capacidad productiva en términos de carne bovina, ovina
y lana en pie.
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Para evaluar la aptitud de la tierra se tienen en cuenta como usos principales la agricultura y
ganadería extensiva y se toma en consideración su arabilidad, y las principales
propiedades físicas y químicas de los suelos (fertilidad natural, excesos y deficiencias hídricas,
aptitud de laboreo).
ÁREAS DE GANADERÍA
Suelos Litosoles, tierras de fertilidad media a baja, quebradas y rocosas.
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ÁREAS AGRÍGOLAS EXTENSIVAS
Agricultura extensiva sobre suelos Vertisoles y Brunosoles O y SO.
Arroz sobre Planosoles, Argisoles, Gleysoles del litoral Este.
EXPLOTACIONES LECHERAS
Suelos Agrícolas y su influencia en la especialización y
distancia a los mercados.
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TIERRAS DE USO FORESTAL
Ocupan tierras de prioridad forestal: Luvisoles, Acrisoles, Planosoles,
Argisoles, Inceptisoles y algunos Brunosoles.
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6. Conservación del suelo y producción agropecuaria
La productividad del suelo no depende sólo de las propiedades intrínsecas (propiedades físicas y
químicas) sino también de los caracteres asociados como: topografía, erosión, riesgo de inundación
y riesgo de sequía, entre otros.
Los caracteres asociados tienen la capacidad de influir y limitar la capacidad de uso de los
suelos. Por ejemplo, con pendientes pronunciadas son mayores los riesgos de erosión del
suelo en la medida que el manejo o el sistema de producción sea más intensivo. Por otro
lado, topografías muy planas pueden presentar problemas de excesos de agua en períodos
lluviosos, interfiriendo en la producción de algunos cultivos sensibles al anegamiento.
Las acciones para la inclusión de los suelos en la producción agropecuaria como por
ejemplo la tala de árboles, el uso inapropiado de maquinaria, pisoteo excesivo de animales,
el uso inapropiado de agroquímicos, entre otras, incrementan los riesgos de erosión y degradan el
suelo.
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7. ¿Cómo promueve INIA el manejo y aprovechamiento sostenible del suelo
para la producción agropecuaria?
Uno de los mayores desafíos del sector agropecuario es compatibilizar la necesidad de aumentar la
productividad y rentabilidad de los sistemas productivos, mejorar los estándares de calidad de los
productos y al mismo tiempo conservar los recursos naturales y el ambiente.
Así, se abordan las temáticas relacionadas a la interfase entre los diferentes sistemas de
producción y el uso y manejo responsable de los recursos naturales alineándose a los
enunciados estratégicos de la Institución, que resaltan los conceptos de crecimiento
sostenible de la productividad, conservación y valorización de los recursos naturales,
mitigación de impacto ambiental de actividades productivas, adaptación y mitigación del
cambio climático, desarrollo de agroenergías y el uso sostenible de la biodiversidad.
Los recursos naturales (suelo, agua, aire, biodiversidad) son estratégicos en el desarrollo
agropecuario del país. La mayor parte de las actividades productivas tienen impacto sobre
los recursos naturales, es así que si estos no son gestionados de un modo adecuado se
producirán costos ecosistémicos (pérdida de biodiversidad), económicos (disminución de
la producción, pérdida de mercados) y sociales (efecto sobre la salud).
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En este sentido, los objetivos del Programa Nacional de Investigación en Producción y
Sustentabilidad Ambiental son desarrollar y/o adaptar tecnologías para el manejo de los
sistemas de producción que mantengan su productividad y competitividad en el largo
plazo, promoviendo y valorizando el cuidado de los recursos naturales utilizados, que cuenten con la
aprobación de la sociedad.
Por ser un Programa de Investigación que interactúa con los diferentes rubros de
producción, su abordaje es sistémico, enfoque que permite intervenir en los siete sistemas
productivos definidos por INIA como de interés institucional: Agrícola-Ganadero,
Arroz-Ganadería, Forestal-Silvopastoril, Ganadería Extensiva, Lechería, Producción Familiar y Vegetal
Intensivo.
En este marco, el Programa ha definido sus Proyectos de investigación en relación con los
siguientes temas*:
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7.2 Laboratorio de suelos:
Los análisis que se realizan en los laboratorios de INIA permiten hacer un seguimiento de la
calidad química, física y biológica de los suelos, aportando información sobre su capacidad
de uso. Para obtener una buena productividad deben identificarse los nutrientes que
pueden ser limitantes y así poder corregir esta deficiencia. En este sentido, es fundamental
la función de los laboratorios de INIA en esta área ya que permiten determinar la
disponibilidad de nutrientes en el suelo y el estado nutricional de las plantas, información a
partir de la cual pueden tomarse decisiones, por ejemplo, en cuanto a fertilización.
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Bibliografia
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Baldock, J. A. y Skjemstad, J. O.1999. Soil organic carbon/soil organic matter en Soil Analysis; an Interpretation
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