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Mesa redonda:

“Perspectivas de la socialización de género”


Universidad de Castilla-La Mancha.
Campus de Ciudad Real. Julio 2009

¿Mi mamá ya no me mima?


El papel de la(s) familia(s) ante los nuevos retos educativos

Hola a todos y todas y buenos días. Quiero antes de comenzar,


agradecer brevemente a la Universidad la invitación a esta mesa
redonda .

Al plantearme el contenido de mi intervención he dudado sobre qué


aspecto de la realidad elegir, sobre cuáles de los innumerables y
cambiantes retos educativos que se plantean a las familias hoy,
podría centrar mi exposición.

La multiplicidad de las familias de los albores del s XXI (ha quedado


bien la frasecita ¿eh?) es tanta como diferentes son los problemas a
los que nos enfrentamos, los retos que se nos proponen, las
soluciones que a veces meditamos y, otras muchas, improvisamos.
Pero, frente a esta sociedad cambiante, a estas familias que algunos
de nuestros abuelos no reconocerían ni remotamente como tales ¿ha
evolucionado paralelamente y a la misma velocidad nuestro modo de
educar a nuestros niños y niñas para ser los hombres y mujeres del
mañana?

Como siempre, la realidad que supera a cualquier planteamiento


teórico en casi todas las ocasiones, ha acudido en mi ayuda en forma,
no de solución, sino de nueva pregunta porque ¿qué familias son las
que se plantean, nos planteamos esos retos? ¿Qué patrones con los
que identificarnos, qué referencias tenemos las familias de hoy con
las familias de antaño? Y la respuesta es: ninguno. ¿Qué hacemos
entonces? Repetir, consciente o inconscientemente los patrones que
nos son familiares. Yo no soy psicóloga ni socióloga, no soy
especialista en conducta, pero sí lo soy en MdC y, en el ámbito que
conozco, muy pocas cosas cambian en profundidad, sólo se remozan
las superficies, cambiamos las fundas de los sofás y no arreglamos
los muelles de una estructura social que se perpetúa a sí misma con
nuestra ayuda, y que no avanza sino pequeños pasitos a costa de
grandes resistencias.

Estaréis los y las presentes de acuerdo conmigo en que, además de la


familia, la escuela o sus grupos de iguales, uno de los grandes
agentes socializadores de nuestros niños y niñas y de nosotros y
nosotras como adultos , son los MdC, no sólo la radio y la televisión,
sino el cine, los videojuegos, Internet, las redes sociales en las que
nuestros pequeños y pequeñas se desenvuelven con una naturalidad
que nos produce el más abierto asombro.

Sin embargo, esa capacidad inaudita para sus mayores no es ni más


ni menos que una muestra de la rapidez de su aprendizaje, un
aprendizaje, que, si me equivoco mis expertos compañeros de mesa
podrán puntualizar con toda precisión, queda, en algunos rasgos
como el género fijado –según los autores –entre los 3 y los 5 años de
edad. Doy fe de ello tras la conversación casual ayer con un amigo
sorprendido porque al hablar con el profesor de su hijo de apenas 5
años (el hijo, no el profesor) le contó que se había negado en redondo
a vestirse de chica para representar una obra. Y os aseguro que las
actitudes en ese hogar no son exacerbadamente machistas, sino por
el contrario, especialmente igualitarias.
¿Somos realmente conscientes de la realidad que los medios de
comunicación construyen para nuestros hijos e hijas? ¿Contribuyen a
reforzar los roles y los estereotipos asignados desde siempre a
hombres y mujeres? ¿Qué cuentos les contamos? ¿Quienes son sus
protagonistas? ¿Qué hacen en ellos los niños y las niñas? ¿Por qué en
una sociedad que cambia incesantemente los príncipes siguen
persiguiendo dragones y las princesas esperando en el castillo? ¿En
qué trabajan, quienes cuidan a quién, quienes defienden y quienes
son defendidos, o defendidas? ¿Es posible que una sociedad cambie
sin que cambie la forma en que los niños y niñas son educados?
¿Sirve de algo el esfuerzo de adaptación de los miembros de las
familias a los cambios de los que hablábamos al principio si no somos
capaces de incorporar –y por ende incorporarles- una mirada crítica,
una perspectiva nueva, un modo responsable de consumir una
realidad que es construida en la mayor parte de los casos con el
objetivo claro no de educar sino de ser consumida, obteniendo un
beneficio e inmediatamente desechada?

La sociedad en su conjunto convive diariamente con la televisión,


nuestros niños y niñas también. Sin embargo, un consumo
indiscriminado no garantiza el desarrollo de una competencia
televisiva, es necesario incorporar estrategias de alfabetización
audiovisual, que enseñen a “leer” los mensajes televisivos,
estrategias que deben incorporar una revisión de los estereotipos y
roles de género, determinantes de la supervivencia de una cultura
patriarcal.

En el caso de la población infantil se hace imprescindible la


intervención, por cuanto los programas específicamente infantiles
presentan una concentración intensiva estereotípica, unos lenguajes
visuales androcéntricos que excluyen, ocultan o minorizan la
presencia femenina, con pervivencia de actitudes y formulaciones
sexistas que mantienen una comunicación subliminal explicativa de la
debilidad, cuando no de inferioridad de la mujer frente al hombre.

Esa es la construcción social del género, que puede parecer un ente


abstracto pero que es algo que hacemos día a día con cada uno de
nuestros comportamientos, con las palabras que decimos, con las
películas que vemos, con los chistes de los que nos reímos, con los
cuentos que contamos.

¿Os habéis fijado en la música de la publicidad infantil? Haced la


prueba: Si no se hace mención al producto, sólo por la música, desde
otra habitación podréis saber si es de un producto o un juguete “para
niños” o “para niñas”. La publicidad vende, efectivamente; esa es su
función en una economía de mercado. Pero no sólo vende un
determinado producto de una determinada marca: también, de una
manera más inadvertida, vende un estilo de vida, unas pautas de
conducta, unas normas culturales con las creencias y valores anejas,
en definitiva, una ideología.

Luego la publicidad, además de vender, tiene un papel primordial


como creador de modelos culturales. No intento en absoluto ser
catastrofista, porque para eso ya hay suficientes estudios, datos,
estadísticas y, para muestra un botón: el consumo excesivo de
televisión puede producir, entre otras cosas : * Pérez Chica y López
Álvarez, 1991: 53 y ss.)

- Efectos en el desarrollo intelectivo, como tendencia a la


esquematización simplista, bloqueo de la capacidad de crítica,
inversión entre valores positivos y negativos, bajo rendimiento
escolar;
- Efectos en el bienestar físico, como alteraciones y disminución
de horas de sueño, vigilia, disminución de la capacidad de
atención, disminución de un buen estado de forma física,
aparición de obesidad;
- Efectos en el desarrollo de su sociabilidad, por la disminución
tanto tiempo infantil dedicado al juego como del tiempo dedicado
a la interacción con el entorno natural. Igualmente, se pueden
producir cambios de conducta: aislamiento intrafamiliar con la
consecuente conflictividad, y cambios de conducta tendentes a la
agresividad y la violencia.

¿No es curioso, por ejemplo, que un horario estelar para la audiencia


infantil, como es el de última hora de la tarde (regreso del colegio, de
las actividades extraescolares, una vez cumplidos los deberes de
estudio en casa, un tiempo de ocio previo a la hora de la cena), queda
vacío de programación infantil? en ese prime time, la franja horaria
que convoca una audiencia más numerosa, se suceden series,
concursos y programas de entretenimiento dirigidos a un público
único, un colectivo formado por “niños adultizados”, y “adultos
infantilizados”, en expresión de José Miguel Contreras (Contreras,
1992: 19).

Sea como fuere, cuando hablamos de socialización de género,


estamos hablando, ni más ni menos que de la forma en que nuestros
niños y niñas aprenden a ser hombres y mujeres, del modo en el que
aceptan como natural lo que la sociedad espera de ellas y ellos y de
sus comportamientos por ser hombres y mujeres, por tener uno u
otro sexo.

Hablamos, digo, de darles las herramientas para desenvolverse en


sociedad y, si no les ponemos en la habitación una Olivetti para que
hagan sus deberes sino un ordenador último modelo, debemos ser
conscientes también de lo obsoleto de las herramientas sociales con
que en ocasiones les dotamos, unas bases para desenvolverse que
nacen con fecha de caducidad porque son las de una sociedad
patriarcal cuyas estructuras tiemblan de un modo cada vez más
perceptible.

Así que, en honor a mi carácter optimista y a esta familia mía, modelo


de esa otra de los primeros minutos de la intervención, que el abuelo
no reconocería, contaré una de las anécdotas familiares que me ha
producido más ternura y me ha dado más que pensar: el cumpleaños
de mi sobrino mayor, de 5 años de edad a quien su madre dio las
invitaciones de su cumpleaños y dijo “toma, para tus amiguitos” y a
su cumple, no fue ninguna niña, porque los niños son amiguitos, y las
niñas, amiguitas ¿hay algún ejemplo mejor y más inocente de la
importancia de la visibilización de la mujer, de la del lenguaje, de la
de los patrones que transmitimos , y la de la educación?

Con una criatura que mira el mundo con ojos diferentes os dejo hasta
mañana en que veremos en qué consiste esa mirada distinta, la
perspectiva de género.

Gracias, y buenas tardes.

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