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En 1973, vi por primera vez a este gran maestro y amigo de los Catequistas, a
padre Antonio Jover, en el Internado Santa Teresita de Niño Jesús en la
Chorrera. Para los catequistas de esa época fue un gran regalo, dar el primer
curso de catequesis a los paisanos (indígenas) que querían vincularse como
auxiliares catequistas. A partir del año 1.973, los cursos de Catequesis se
daban las clases cada semestre del año, cuando los estudiantes del internado
salían a pasar vacaciones de mitad de año a sus casas y en sus comunidades
el internado se quedaba vació, sin estudiantes internos, algunas monjas
viajaban también a pasar vacaciones, dos o tres monjas se quedaban
cuidando el internado acompañadas de algunas niñas, pues sus padres vivían
muy lejos o por algún problemas familiares no podían pasar vacaciones con
sus padres en su malocas con su familiares, en algunas ocasiones el
sacerdote también se quedaba en casa cural.
Yo era una niña muy tímida e ingenua, de diez años, estudiaba y cursaba
tercero de primaria. Una tarde de verano de 1.973 fui acompañada de mi
madre Ofelia Yamacuri, a despedirnos de mi hermano José y de su esposa
Luz Marina Dutcha, quienes estaban haciendo allí el curso de catequesis.
Salimos desde nuestra casa que quedaba cerca del chorro, caminamos bajo el
rayo del sol ardiente, en el potrero pastaban vacas, y tenía mucho miedo de
ellas, sin embargo estaban pastando al otro lado del potrero.
allí por primera vez, vi al padre Antonio Jover Lamaña, un hombre joven,
fuerte, serio, elegante y dinámico con su labor de misionero; y también vi por
segunda vez al padre Juan Antonio Font, a quien le decíamos “chicalica,”
porque en 1969, cuando aún era seminarista visitó el internado (Chorrera),
aquella vez presentó una película para purgarse, entonces en la víspera de
púrganos nos animaba con una voz alegre y dinámica diciendo: “chicalica,
chicalica, chicalica chimbumba ¡BRAVO!” para que nosotros tomásemos el
purgante Vermífugo, desde ese entonces los niños y niñas le llamábamos
“chicalica.”
Padre Antonio; un hombre serio, ordenado y muy respetuoso con las cosas
religiosas y cosas tradicionales de cada cultura era rígido en el trabajo de la
cotidianidad. Amigo de los pueblos indígenas del Amazonas, tenía un gran
aprecio a sus amigos y catequistas, recordaba con mucho cariño los lugares en
donde trabajó; el Mirití, la Pedrera, pto. Arica, fue su gran amigo don ELÍ castro
y la Sra. Julia de castro, también fueron grandes personajes, el señor Elí
Castro, trabajo por muchos tiempo de corregidor en la Chorrera y puerto Arica
y su señora Julia, descansan en la paz del señor.
Padre Antonio Jover, como gran artista las presentaciones, lo presentaba con
fundamento, de buena enseñanza y aprendizaje, era una manera de formar y
que la gente puedan entender y comprendan su obra teatral, literalmente y
simbólicamente, es una forma de educación integral como buenos cristianos.
Hablaba mucho de agua del rió Miriti Paraná y vaciaba el agua de la jarra al
suelo, que representaba agua viva. Derramaba de una jarra blanco esmaltada
y la otra jarra era de aluminio, entonces decía las palabras mágicas “jamala jii,
jamala jaa,” y pronunciaba otras palabras mágicas, ya se me olvidaron. Y otra
vez, llenaba las jarras de agua de viva, pronunciaba estas palabras sabias:
“agua pura, agua de vida”.
¿A qué viniste?
La visita al museo franciscana que fue, me pareció muy importante, ver todos
esos elementos valiosos hechos por las manos trabajadoras y pensamiento
sabias de los ancestros que pasaron de generación a generación. Muchas
veces nosotros no lo valoramos como cosas nuestras, pero otra cultura si lo
valora y lo aprecia, eso es importante, sin embargo muchas veces algunas
personas hacen críticas destructivas en vez de hacer críticas constructivas para
vitalizar y fortalecer nuestra cultura, pues son errores que cometemos cada día.
Cuando escuche una voz fuerte me asuste y me dio miedo, salió a ver quién
era, abrió la puerta y me miro, que estaba temblando y me dijo porque está
escondida y no sigues que te pasa hija ¡he! Y donde está su esposo Juan R. le
respondí: él se fue a Miriti, allá está trabajando como motorista del internado y
luego ustedes no son casados y ahora están cada uno por su lado, deberían
de estar juntos con su marido y no tiene porque estar sola pasando
necesidades por acá, entonces me agache la cabeza me cayeron mis lagrimas
de mis ojos y llore.
Al verme llorar me dijo no llores, una mujer joven e inteligente como tú no debe
de llorar y se quedo un momento en silencio y al rato me dijo, nadie sabe lo que
siente cada persona, solamente Dios, ni los sufrimos. Y no sigas llorando,
porque te puedes enfermarte más.
La evangelización: