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¿Quién es responsable?

Por Roberto Martínez

(28-Sep-1996).-

Los movimientos ego centristas, que cada vez se ponen más de moda,
sustituyen las aspiraciones tradicionales de los jóvenes por otras, que
retan a los adultos a dar una respuesta. Si a un padre de familia le
preguntamos cuáles eran sus aspiraciones al terminar sus estudios, él
nos dirá probablemente que en aquel momento las cosas que más
deseaba eran conseguir un buen trabajo, casarse y formar una familia.
Ahora, muchos jóvenes profesionistas descartan de sus planes el tener
hijos.

En un primer análisis rápido podemos deducir que a falta de buenos


trabajos, estos jóvenes ya no quieren tener hijos. Incluso habrá quienes
pretendan justificar con esto a los que presionan a la sociedad para
buscar relaciones sexuales por puro placer y ausentes de toda
responsabilidad. Sin embargo, hay que echarle un ojo a estas posturas
egocentristas sobre el sentido de la vida para encontrar en ellas una
explicación más profunda.

El sábado anterior fui invitado para dar una plática. En particular,


expuse algunas de esas ideas de moda sobre las aspiraciones humanas
y las contrasté con el tradicional sentido de la vida. Lo más interesante
fue, que al terminar mi explicación, surgieron preguntas y comentarios
que no me esperaba. Primero una joven comentó que conocía algunas
amigas casadas que no querían tener hijos. Otro señaló que dada la
difícil situación económica que sufrimos, cómo podríamos pensar en
tener hijos. Todavía un tercero hizo una pregunta similar, pero con un
reto mayor: Tú hablas de responsabilidad, ¿pero no te parece
irresponsable traer a este mundo de sufrimiento a un hijo?
Todos nosotros estamos expuestos a estas posturas, pues no se
difunden con claridad, sino de manera sutil, permeándose a través de
los medios de comunicación. Vemos películas de acción donde los
problemas se resuelven más por el esfuerzo individual del personaje
principal que por el trabajo en equipo, donde con frecuencia el "héroe"
posee facultades de autosugestión que le permiten resultados
extraordinarios.

Las letras de algunas canciones de moda redefinen a los valores.


Whitney Houston cantaba que el amor a uno mismo es el mayor de
todos; Enrique Iglesias describe la relación sexual como una
experiencia religiosa y Ricardo Arjona canta que Jesús es verbo y no
sustantivo.

Se transmiten programas de televisión como el de Misada, donde se


presenta esta ideología con fachada de conocimiento científico. En ellos
se dan soluciones y consejos, que sobresalen por atractivos y
novedosos, pero hacen cortocircuito con la razón y deforman nuestra
inteligencia.

Estos movimientos, aparentemente, tienen como objetivo el


mejoramiento humano. Para lograrlo, utilizan la tecnología, las
creencias religiosas tipo oriental y métodos pseudocientíficos para
mejorar la calidad de vida. No se detienen al mezclar toda clase de
conceptos, pues lo que consideran importante es sentirse bien y evitar
el sufrimiento. La salud personal es una especie de ídolo. En contraste,
nuestra cultura nos enseña a hacer el bien y a sobrellevar el sufrimiento
y el trabajo, pues nos ayudan a madurar y nos retan a superarnos.

Con respecto al concepto de compromiso, se promueve que somos


simples espectadores y que no debemos comprometernos, sino
permanecer "buena onda", sin definirte, sin tomar partido, sin luchar
por alguna causa. Aseguran que si lo haces, el mal y el sufrimiento
reducen tu calidad de vida.

Muchos de nuestros antecesores han dado claros ejemplos de haber


sido personas que no se han quedado como simples espectadores del
sufrimiento ajeno. Que sí se han comprometido para elevar la calidad
de vida de su familia, y también para construir las bases para elevar la
calidad de vida de la comunidad.

No cabe duda de que tener hijos implica para los padres trabajar para
proveerles de productos y servicios, sin importar la hora del día o los
sacrificios personales que haya que hacer. Un hijo requiere de parte de
los padres mucho amor, lo que presupone comprometer el tiempo que
antes se dedicaba a otra cosa, a la atención, la convivencia y la
enseñanza del mismo.

Estas ideas de moda consideran la realidad como una película ya hecha,


predeterminada por las vidas pasadas del sujeto, ya que la creencia en
la reencarnación está en el corazón de este movimiento. El éxito o
fracaso personal está condicionado a nuestro comportamiento en
supuestas vidas pasadas, por lo que hay muy poca compasión por los
que sufren, pues se les considera culpables de su situación miserable.

Si no te gusta tu realidad actual, puedes apagarla practicando


diferentes tipos de yoga, incluyendo la meditación trascendental, la
cual supuestamente da mejores resultados con una dieta vegetariana.
Así, se le da valor a soñar despierto o fantasear, aunque se le denomine
como visualización, o técnicas de relajación. Toma mayor importancia
este mundo imaginario donde uno puede hacer lo que quiera y viajar
con la mente sin límites. El mundo real se percibe como cruel y lleno de
sufrimiento, no como el lugar natural para que yo o cualquier otra
persona viva y se desarrolle.

Los movimientos ego centristas, etiquetados por algunos como


movimientos New Age, promueven un estilo de vida centrado en uno
mismo, en donde el matrimonio y la procreación son vistos como
obstáculos que interrumpen el romance con el ego de la persona. Esta
visión redefine todos los valores, volcándolos sobre uno mismo.

Hasta ahora, la responsabilidad era consecuencia de nuestra libertad,


camino de trascendencia y medio para dejar huella, pero bajo esa nueva
perspectiva este valor se limita a evitar el sufrimiento propio y ajeno. A
estos jóvenes profesionistas que no conocerán a sus hijos, hay que
aclararles que un significado de irresponsable es: el que no deja huella
a través de sus hijos o sus obras.

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