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No puede faltar la paz

Por Roberto Martínez (21-Dic-1996).-

Ahora que estás como hormiga acarreando todos los recaudos


navideños que te ayudarán a pasar la Noche Buena y todas las demás
fiestas con la familia y los amigos, es importante que aproveches la
ocasión y te detengas un momento a esbozar un esquema de puntos
principales que puedes compartir, con motivo de la Navidad, a tus seres
queridos.

Este bosquejo de discurso te puede ser de mucha utilidad para expresar


tus buenos deseos de muchas maneras diferentes, desde unas frases
breves en las tarjetas que identifican tus regalos, hasta todo un
discurso, lo suficientemente preconcebido y a la vez espontáneo,
dirigido a la familia o los miembros de tu equipo de trabajo, y así darle
más calor a todos tus actos.

Si tienes tiempo puedes profundizar aún más y definir unas palabras de


afecto con nombre y apellido, de manera que para cada ser querido
cuentes con una frase, que no tiene que ser genial, pero sí en función
del tipo de relación que tienes con esa persona y de tu conocimiento de
sus gustos, aspiraciones, preocupaciones y retos.

Después determina la forma de manifestar tus ideas, según te permitan


el tiempo y las distancias. Puede ser, como ya escribí arriba, una tarjeta
en un regalo, o un correo electrónico, una postal, una llamada, una
oración en familia, un discurso; en fin, lo importante es no quedarte sin
expresar tus deseos.

En estos tiempos modernos de comida rápida y comunicaciones


instantáneas, un gesto de este tipo puede hacer vibrar las fibras más
íntimas del corazón de una persona por encima de la alegría que le
pudiésemos provocar con un regalo típico.

Si eres más bien de pocas palabras y de muchos sentimientos anudados


en la garganta, un regalo individualizado que eliges pensando en lo que
realmente necesita la otra persona, o mejor aún, en experiencias que
han compartido y que a través de un regalo adecuado pueden recordar,
también deja huella y sirve para unirlos más.

Sé que no es fácil decir lo que sentimos por otra persona. Recuerdo en


una ocasión que después de comentar este tema con un grupo de 9 ó 10
amigos, nos retamos a que en un tiempo no mayor a una semana le
dijéramos cada quien a su padre y a su madre que los amábamos. De
todos sólo dos pudimos decirle, y sólo a nuestra madre, ¡te amo!

Aun si te resulta difícil, vale la pena que trates esta Navidad de regalar
más palabras que objetos. No necesariamente tienes que decirle a otra
persona que la amas o que la quieres mucho. Unas palabras de aliento
como ¡estoy orgulloso de ti! o ¡admiro tu buen humor!, un acto de
arrepentimiento, o el simple hecho de devolver un objeto prestado
también manifiestan tus buenos sentimientos y tu aprecio hacia el otro.

Para hacer un esquema de discurso motivacional con motivo de la


Navidad o del fin de año, hay que pensar los puntos principales,
enfocándote más al grupo que a los individuos que lo componen, y
puedes agregar anexos para personas específicas, como ya expliqué.

Como primer punto te sugiero que menciones aspectos que identifican


al grupo, y sobre todo aquello que lo mantiene unido a través del
tiempo. Con esto haces que cada miembro tome conciencia de la
importancia que tiene su relación con el grupo y que deje, aunque sea
por un momento, de pensar sólo en función de sí mismo. Así puedes
lograr la integración del grupo, que da más sentido al hecho de estar
reunidos y que da trascendencia a los brindis, los intercambios de
regalos y demás gestos tradicionales.

Es conveniente repasar, en un segundo momento, los logros, las


anécdotas breves y todas las circunstancias que manifiestan avance,
crecimiento o desarrollo, y que son motivo de orgullo para el grupo.

Este punto te servirá para incrementar la lealtad y la fidelidad de las


personas, unos para con otros y todos para con los objetivos de la
organización, así sea una familia o una empresa. De la aspiración de ser
fieles pueden surgir desde mejores condiciones de colaboración hasta
grandes arrepentimientos, conversiones y soluciones a ciclos viciosos.

Antes del final de tu discurso navideño te recomiendo que no termines


sin antes expresar tus deseos para el año entrante. Estas aspiraciones
deben ser relevantes para todos los presentes en términos no sólo
materiales, sino principalmente, o incluso únicamente, espirituales,
cuando las carencias tangibles son muchas, y recordarlas cambiaría
negativamente el ánimo del grupo, aumentaría las frustraciones y
angustias de algunos, y haría que viraran nuevamente su atención hacia
sí mismos y se desconectaran de la ocasión que los reúne.

Como no es lo mismo un discurso para motivar a los Dallas Cowboys


antes del Super Bowl, que para desear Feliz Navidad a tus cohabitantes
de la casa o la oficina, te sugiero resaltar un valor navideño por
excelencia: la paz. La paz de una vida libre, la paz de una conciencia
recta, la paz que nace de la confianza y el respeto mutuo. La paz que
desea toda familia que recibe un nuevo ser. La paz que sólo se
conseguirá cuando en el corazón de todos esté sembrado el ideal de una
sociedad donde reine la verdad, la justicia y el perdón, por encima del
individualismo materialista, que sólo respeta lo que le genera mayores
rendimientos y le previene gastos.

Con todo este preámbulo, sin apresurarte, pues sólo una vez al año es
Navidad, levanta tu copa y ahora sí brinda por un alto ideal y desea una
muy feliz Navidad y próspero Año Nuevo a todos los presentes, así
como por este medio te los deseo a ti.

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