Вы находитесь на странице: 1из 5

CROMOTEX, LA EPOPEYA SINDICAL

Luis Rodríguez
"Toma mi sangre y escribe para que el pueblo sepa
que nos están llevando presos".
Hemigidio Huerta

Para entender los trágicos sucesos acaecidos hace 42 años en la “toma de


fábrica” realizada por la clase laboral más esclarecida del movimiento obrero, y
cuyo Secretario General era Néstor Cerpa Cartolini; es necesario reconstruir con
rigor filológico y agudeza teórica, los cruciales momentos políticos coyunturales de
aquella histórica jornada.
VELASCO Y LA REVOLUCIÓN
Luego del golpe institucional de las Fuerzas Armadas encabezadas por el General
Juan Velasco Alvarado, contra Fernando Belaunde Terry, quien traicionara las dos
reformas sustanciales prometidas: la nacionalización de los yacimientos de la Brea
y Pariñas y la ejecución de la reforma agraria; el gobierno revolucionario le dio un
nuevo brío al movimiento sindical cuando se volvió a reconstituir la Confederación
General de Trabajadores del Perú (CGTP) creada por el amauta José Carlos
Mariátegui en Mayo del 29, sobre la base del Comité de Defensa y Unificación
Sindical (CDUS), que se había formado en 1966.
Hasta ese entonces la CTP de orientación aprista, era la central sindical, más
acorde a los intereses de la patronal. A raíz de la refundación de la CGTP se
ampliaron las posibilidades de practicar una táctica sindical más activa e
independiente, dándose inicio al ciclo más importante de la historia del
sindicalismo peruano, que duró hasta 1975. En ese lapso de tiempo, se
reconocieron 2,066 sindicatos, es decir, más de los que se habían oficializado en
los treinta años previos. El factor más importante para que ello sucediera fue, sin
duda, la promulgación del decreto ley 18471 de estabilidad laboral. Éste fue
acompañado de un uso extensivo del mecanismo de la huelga, así como del fuerte
aumento de las acciones de los sectores industrial, minero y magisterial con el fin
de conseguir la atención de sus demandas socioeconómicas.
CAMBIO DE TIMON
El gobierno del felón Francisco Morales Bermúdez, quien luego de traicionar al
General Juan Velasco Alvarado, mediante un golpe de estado (tacnazo), había
realizado un viraje total en la política económica del país, para congraciarse con el
empresariado nacional e internacional.
En respuesta a este nuevo planteamiento económico, lesivo para los intereses del
país, las bases sindicales a través del Comando Unitario de lucha (CUL)
convocaron a un Paro Nacional que se realizó el 19 de julio de 1977.
Esta convocatoria paralizó por completo el país, pero pese a la contundencia de la
protesta laboral-social, el gobierno aplico una severa medida anti-laboral que dejó
como saldo más de cinco mil dirigentes y activistas sindicales despedidos en todo
el país. Además de incorporar a la legislación laboral un tecnicismo para respaldar
el abuso, la prepotencia y la explotación del empresariado nacional contra la clase
trabajadora.
Bajo este legalismo burgués de ajuste a las leyes laborales ya existentes, el
estado modifico el código penal para “garantizar la producción” bajo el término
"sabotaje a la producción" dando lugar a que cientos de dirigentes, fueran
despedidos en forma arbitraria e incluso algunos detenidos y encarcelados. Es
decir, todo lo que se había conseguido hasta ese momento estaba en peligro de
perderse.
EL "LOCK OUT" DE LA EMPRESA FARSANTE
Al igual que muchas organizaciones en conflicto, el sindicato de Textiles
Nacionales e Industrial Cromotex S.A., ubicada en la zona industrial de la
carretera central, de propiedad del chileno Antonio Mussiris; pasaba por graves
conflictos laborales.
En Cromotex, se habían despedidos –después del paro- a nueve dirigentes de los
cuales sólo dos habían logrado ser reincorporados en sus labores habituales.
El empresario Mussiris, ahora no solo tenía que lidiar con la nueva dirigencia
sindical que había reemplazado a la anterior de filiación aprista, sino que también
tenía que enfrentar a la Comunidad Industrial (Ley General de Industrias creada el
27 de Julio de 1970) que permitía la participación progresiva de los trabajadores
estables que laboraban a tiempo completo en la empresa industrial, mediante una
modalidad que les permitía conseguir la paridad en la propiedad, en la gestión y
en las utilidades de la empresa.
Es entonces que, a fines del 78, el Directorio empresarial dirigido por Mussiris,
bajo el argumento de la falta de recursos económicos para la compra de materia
prima, decide el cierre de la empresa, también llamado lockout (vocablo ingles que
significa "dejar afuera").
Cabe destacar que esta radical medida solo podía aplicarse cumpliendo una serie
de requisitos y solo bajo circunstancias específicas, que no aplicaban para este
caso.
Como consecuencias del lockout patronal, los trabajadores dejarían de percibir su
salario, los contratos serían suspendidos y se anularían las cotizaciones de los
trabajadores a la seguridad social, dejando en una orfandad total a sus
trabajadores. En estas circunstancias el estado podía intervenir como árbitro para
facilitar una solución al conflicto.
El 9 de diciembre de 1978 el sindicato denuncio el desmantelamiento de los
talleres, y el traslado de las maquinarias hacia una nueva empresa con una razón
social distinta. En estas circunstancias el sindicato convocó a una Asamblea
General, la misma que determino la toma de la fábrica en defensa de sus puestos
laborales.
Las leyes de ese entonces señalaban que de demostrarse el desinterés de la
patronal por solucionar esta crisis económica interna y el desapego a las normas
de protección de sus trabajadores, victimas del lockout realizado; la administración
de la empresa podría pasar a manos de los trabajadores.
Ya se había señalado fecha para la inspección de parte de los funcionarios del
ministerio de trabajo y de la producción (febrero del 79), informe que podrían dar
fe del reclamo de los trabajadores.
Pero todos sabemos como ha funcionado el Poder Judicial, para encubrir los altos
y extendidos niveles de corrupción política, social y económica promovida desde el
aparato estatal, que instrumentalizo el sistema de justicia para “legitimar” la
impunidad, la persecución y la intimidación de opositores políticos.
En ese entonces Cromotex estaba asesorada legalmente por el estudio de Luis
Bedoya Reyes, quien ante un fallo controversial del poder judicial y luego del
trámite policial, se procedió a ordenar el desalojo de la empresa ocupada por los
trabajadores.
LA ORGANIZACIÓN SINDICAL
El 28 de diciembre de 1978 en una operación estrictamente cuidadosa y
organizada, los trabajadores tomaron la empresa Cromotex. Apenas 5 minutos les
había tomado realizar la “toma de la fábrica”, la misma que había estado a cargo
de cuatro grupos operativos de 18 a 20 hombres cada uno, que en un abrir y
cerrar de ojos habían cortado las líneas telefónicas y desalojado a funcionarios,
guachimanes y matones contratados por la empresa.
Todo estaba cuidadosamente organizado, los equipos de vigilancia, el control de
la fábrica y los alrededores para evitar los robos a la empresa, el patrullaje de los
alrededores
para evitar la incursión de los matones; la comisión de cocina se había
aprovisionado de alimentos, básicamente papas y verduras, el llenado de tanques
y cilindros con agua, el control del teléfono a través de un solo operador, la
provisión de medicamentos esenciales para cualquier emergencia.
Para evitar confusiones, solo había un único vocero autorizado por el sindicato, el
mismo que tenía a cargo el megáfono para informar a los medios de comunicación
y a la opinión pública.
Otra de las medidas para evitar su identificación, por parte de las autoridades
policiales fue asignársele a cada trabajador un número, mientras una comisión de
seguridad se encargaba de rotar a las guardias obreras sin un orden determinado
de horarios, para evitar ser sorprendidos en el cambio de guardia.
La comisión de defensa del sindicato, había establecido varias líneas, de posibles
enfrentamientos que partían desde una barricada exterior, (frontis central) hasta
las barricadas interiores.
Los carros metálicos fueron subidos a la azotea para ser usados como escudos,
junto con piedras, ladrillos y botellas, para la defensa.
En el centro se habían colocado cilindros con agua para rociar las bombas
lacrimógenas y neutralizar el humo de los gases, así como cada trabajador tenía
una botella con vinagre para humedecer pañuelos y colocarlos sobre el rostro para
amenguar los efectos de las bombas.
La malla exterior había sido electrificada y junto a ellas se habían colocado los
“peines” de las viejas máquinas textiles. La comisión de limpieza y disciplina era la
encargada de velar por el orden interno, y custodiar las llaves de las oficinas, que
fueron cerradas para impedir el acceso de personas extrañas.
Un grupo de trabajadores se había quedado afuera para pedir ayuda económica y
recibir las donaciones de alimentos de otros sindicatos, a la vez de propagandizar
la lucha sindical e intermediar en las acciones legales y/o de acuerdos con las
autoridades competentes.
EL ASALTO
El 4 de febrero a las 5.00 am. las fuerzas policiales junto con un ejército de
matones contratados por la empresa, iniciaron el asalto, haciendo cumplir el
mandato judicial esgrimido por el Estudio de Luis Bedoya Reyes.
Los primeros en caer son los trabajadores Marcelino Castro y Silvio Jiménez, otros
más son heridos en ese primer enfrentamiento. El capitán del operativo César
Villón de los Santos fallece al intentar subir una pared y ser rechazado por los
trabajadores, cayendo desde una altura considerable.
Las barricadas fueron cayendo unas tras otras tras el empuje de las fuerzas
policiales y una horda de maleantes contratados ex profesamente para esta
operación.
Los trabajadores resisten, pero nada se puede contra las balas. Allí muere
Inocencio Paco Quispe junto a Máximo Montoya y Máximo Lara.y es herido de
muerte Hemigidio Huerta, que falleciera posteriormente.
Seis obreros y un policía fue el saldo trágico de una acción violenta de un gobierno
protector no del estado de derecho, sino de políticas económicas contrarias a los
intereses de la clase trabajadora.
La empresa de Textiles Nacionales e Industrial Cromotex S.A., cambió de razón
social y hoy continúa operativa bajó el nombre de Filamentos Industriales S.A. El
expresidente del Directorio Antonio Mussiris Simon, falleció hace algunos años.
Epilogo
Cuando eran trasladados en el ómnibus de la policía el dirigente Hemigidio Huerta,
quien se encontraba completamente ensangrentado, le dice a Cerpa Cartolini:
"toma mi sangre y escribe para que el pueblo sepa que nos están llevando
presos".
Tras la brutal asonada laboral por parte del estado, que había iniciado una serie
de recortes sociales y una violenta arremetida contra la clase trabajadores, el
sindicato pasó a reorganizarse para resistir y plantear nuevas alternativas de lucha
clasista, así un nuevo sindicalismo revolucionario y combativo, politizado y radical
había tomado la palabra.
Los caídos de Cromotex representan la lucha permanente de una clase laboral,
que, al margen de los grandes organismos sindicales, jamás se resignó a dejar los
espacios conquistados en grandes jornadas de lucha, durante todo el siglo XX.

Вам также может понравиться