Buenos Aires, martes 6 de marzo de 2018 • ISSN 1666-8987 • Nº 14.
361 • AÑO LVI • ED 276
D i a r i o
El régimen de mejoras en el contrato de locación
Sumario: I. Introducción. – II. El deber de conser-
vación de la cosa y el pago de mejoras. – III. Carac-
terización general y clases de mejoras. a) Noción de
mejora. b) Mejoras necesarias. c) Mejoras útiles. d)
Mejoras suntuarias. – IV. ¿Reparaciones o mejoras ur-
gentes? – V. La posibilidad o imposibilidad de realizar
mejoras. – VI. El reembolso de las mejoras. – VII. A
modo de colofón.
I derecho de las obligaciones y, asimismo, al espectro de los
Introducción
Pocos son los contratos que han sido objeto de una
práctica tan vasta como el contrato de locación. Cierta-
mente, la constante utilización de este contrato como ve-
hículo de acceso a la vivienda da pábulo a que el análisis
de la reglamentación legal de la figura contractual pueda
ser de lo más diverso, dado el elevado número de cuestio-
nes jurídicas y no jurídicas que se coligan al contrato de
locación. Al encorsetar el estudio a las implicancias jurí-
dicas, se abre un amplio abanico de posibilidades de tra-
tamiento que han merecido la casi constante preocupación
de la doctrina nacional: la fijación del precio(1), los plazos
máximos y mínimos, el orden público de protección(2) o,
Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes tra-
bajos publicados en El Derecho: Intermediación inmobiliaria: el abuso
en el cobro de honorarios, por Gabriel de Reina Tartière, ED, 236-697;
La subsistencia de la garantía por la falta de restitución del inmueble en
debido tiempo frente a la cesación automática de la fianza por el cum-
plimiento del plazo del contrato de locación (a propósito del primer pá-
rrafo del art. 1582 bis del cód. civil), por Ignacio M. Bravo D’André,
ED, 237-758; Locación y cesión del uso y goce de los bienes heredita-
rios, por Agustín Sojo, EDFA, 39/-14; La conservación del inmueble
alquilado, por Julio Chiappini, ED, 261-621; Continuación del uso de la
vivienda locada y la fianza, en el nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación, por Héctor Eduardo Kenny, ED, 262-727; Alquileres devenga-
dos y no cobrados por el locador enajenante del inmueble, por Héctor
Eduardo Kenny, ED, 268-652; El contrato de locación cuando el loca-
dor es una diócesis o una parroquia: consideraciones para evitar su
nulidad, por Jorge Antonio Di Nicco, ED, 268-753. Todos los artícu­los
citados pueden consultarse en www.elderecho.com.ar.
(1) Márquez, José F., El precio en la locación: cláusulas permiti-
das y prohibidas, LL, 2014-D-51, cita online: AR/DOC/1586/2014;
Moeremans, Daniel E., Determinación del precio en la locación, LL,
2014-C-249, cita online: AR/DOC/1602/2014; La locación en el Có-
digo Civil y Comercial: precio en moneda extranjera, RCCyC, 2015
(septiembre), pág. 21, cita online: AR/DOC/2998/2015.
(2) Ripert, George, El régimen democrático y el derecho civil moder-
no, México, Cajica, 1951, especialmente el cap. V; Ghestin, Jacques,
Traité de droit civil. Les obligations. Le contrat, París, LGDJ, 1980, pág.
119 y sigs.
CONTENIDO
DOCTRINA
El régimen de mejoras en el contrato de locación, por Franco Raschetti...................................................................................................................................................... 1
JURISPRUDENCIA
Federal
CUENTA Nº 13.547
Prescripción: Acción penal: extinción; admisión; plazo razonable; causas de interrupción; estado de contumacia del imputado; posterior falta de diligencia de la autoridad judi-
cial para dar con su paradero (CNCasación Crim. y Correc. Capital Federal, sala I, diciembre 14-2017)..................................................................................................... 4
Provincia de Buenos Aires
Honorarios: Abogado: contribución previsional; porcentaje; art. 12, inc. a), de la ley 6716 t.o. decreto 4771/95. Divorcio: Consecuencias o efectos de la ruptura familiar:
convenio regulador; cuándo debe intervenir el juez. Código Civil y Comercial: Cambio de paradigma: conflictos familiares (CApel.CC San Isidro, sala III, febrero 8-2018)....... 7
OPINIONES Y DOCUMENTOS
CASA
ARG
El lado oculto del aborto libre, por Jorge Nicolás Lafferriere...................................................................................................................................................................... 8
C
d e D o c t r i n a y J u r i s p r u d e n c i a
por Franco Raschetti
incluso, el propio concepto del contrato(3), entre muchos
otros.
La vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación
(en adelante CCCN) nos obliga a reinterpretar lo postula-
do hasta el momento y reformular, en caso de ser necesa-
rio, dichos conceptos. Por ello, buscaremos realizar en el
presente opúsculo una mirada sistemática de dicho cuerpo
normativo sin agotar el tema elegido en los pocos artículos
que, dentro del contrato de locación, le destina el cuer-
po normativo, sino que, por el contrario, una valoración
crítica de dicho instituto nos obliga a dirigir la mirada al
derechos reales.
La citada transversalidad impacta de lleno en la cohe-
rencia del régimen de mejoras, ya que, a fin de evitar re-
peticiones innecesarias y contradictorias, la regulación en
los tres ámbitos (obligaciones, contratos, derechos reales)
debe guardar una inexcusable simetría producto del cuida-
doso repaso del CCCN como sistema. Lamentablemente,
simetría y coherencia son los aditamentos de los cuales
carece el régimen de mejoras en el CCCN, lo cual, lejos de
ser una mera preocupación metodológica, repercute en las
soluciones legales previstas que buscaremos organizar y
cohesionar a continuación.
II
El deber de conservación de la cosa
y el pago de mejoras
En el marco de la relación contractual derivada de la
existencia de un contrato de locación emergen una multi-
plicidad de obligaciones para la parte locataria, entre las
cuales destacamos, en lo que aquí interesa, la obligación
de conservación de la cosa y el pago de mejoras. Si bien,
en principio, parecerían no existir inconvenientes a la hora
de distinguir ambas obligaciones, su escisión resulta clave
para definir de modo adecuado los diversos tipos de mejo-
ras que pueden tener lugar en un contrato de locación.
De hecho, la normativa del CCCN separa ambas cues-
tiones al tratarlas en parágrafos distintos de la sección
cuarta correspondiente a los efectos del contrato de lo-
cación: el segundo (arts. 1205 a 1210) incluye las obli-
gaciones del locatario y el tercero (arts. 1211 y 1212) el
régimen de mejoras, pero a poco que abordamos este últi-
mo se confunden ambos en orden a las consecuencias pa-
(3) Arias Cáu, Esteban J., El nuevo ámbito de aplicación del contrato
de locación en el Código Civil y Comercial, RCCyC, 2015 (diciembre),
pág. 171, cita online: AR/DOC/3802/2015.
Director:
Guillermo F. Peyrano
Consejo de Redacción:
Gabriel Fernando Limodio
Daniel Alejandro Herrera
Nelson G. A. Cossari
Martín J. Acevedo Miño
NUEVO CÓDIGO CIVIL Y
COMERCIAL DE LA NACIÓN
Análisis doctrinarios,
comentarios y apostillas
trimoniales que importa para el locatario el cumplimiento
de sus obligaciones.
Esta confusión se da, fundamentalmente, por la existen-
cia de una categoría erróneamente bautizada como “me-
jora meramente locativa”. La equivocación radica en que
esta carece del elemento tipificante de las mejoras, esto es,
conforme sostuviera Müller(4), el adelantamiento o au-
mento de una cosa que incremente su valor, ya que dicha
“mejora”, lejos de alzar el valor de la cosa, obedece a un
carácter meramente conservatorio. Por ello, técnicamente
no es correcto tipificarlas como mejoras sino, por el con-
trario, como reparaciones.
Con base en ello podemos colegir que una de las con-
secuencias de la obligación del locatario de mantener la
cosa y conservarla en el estado en que la recibió consiste,
precisamente, en asumir los gastos de conservación y la
realización de las reparaciones ordinarias y razonables en
pos de mitigar el efecto de desgaste proveniente del nor-
mal uso y goce sobre la cosa. A guisa de ejemplo, podrían
ser consideradas reparaciones: la rotura de vidrios, persia-
nas, canillas, cerraduras, la limpieza de un filtro, el cambio
de luminarias siempre que no importe una modificación en
relación a las condiciones de entrega, ralladuras y golpes
en muebles que se encontraban en el inmueble al inicio de
la relación contractual, entre muchos otros. Podrá el lector
advertir sin dificultad alguna la ausencia de aumento del
valor económico de la cosa a través de una mutación en su
sustancia.
No debemos olvidar que también pesa un deber de con-
servación en cabeza del locador, pero con ribetes particu-
lares que son expuestos en el art. 1201, el cual reza en su
primer párrafo: “El locador debe conservar la cosa locada
en estado de servir al uso y goce convenido y efectuar
a su cargo la reparación que exija el deterioro originado
en su calidad o defecto, en su propia culpa, o en la de
sus dependientes o en hechos de terceros o caso fortui-
to”. Krieger(5) colige que, al tratarse de un deber que no
puede excluirse ni por caso fortuito ni por hechos de ter-
ceros, resulta lógico que cualquier incidencia con el bien
locado sea asumida por el dueño y no por el locatario.
No compartimos la aseveración del autor porque olvida
(4) Müller, Enrique C., Régimen de mejoras en la locación, en Re-
vista de Derecho Privado y Comunitario, 2004-2, Santa Fe, Rubinzal-
Culzoni, 2004.
(5) Krieger, Walter F., Reparaciones y mejoras en el contrato de
locación del Código Civil y Comercial de la Nación, RCCyC, 2015
(noviembre), pág. 153, cita online: AR/DOC/3895/2015.
 2 Buenos Aires, martes 6 de marzo de 2018
que el deber de conservación del locador solo se actualiza
cuando el deterioro que exige una reparación se origine en
una falla o defecto en la calidad de la cosa, cuestión que
excluye de su ámbito los deterioros normales que se deri-
ven de un uso y goce ordinario y cuidadoso(6). Como bien
recuerda Gregorini Clusellas(7), el régimen de vicios
redhibitorios (hoy ocultos) encuentra un recaudo especial
en la locación, en la que, a diferencia de la compraventa,
donde solo se responde por vicios preexistentes, el locador
responde por vicios anteriores y sobrevinientes.
En otro orden de ideas e ilustrando el deber de conser-
vación en cabeza del locatario, el CCCN ha dispuesto en
su art. 1207, primera parte: “Si la cosa es mueble, el loca-
tario tiene a su cargo el gasto de su conservación y las me-
joras de mero mantenimiento; y solo estas si es inmueble”.
Criticamos tal dicción habida cuenta de que recepta el en-
tendimiento equivocado que referenciábamos más arriba.
Repetimos, las aludidas mejoras de mero mantenimiento
no son, desde un punto de vista técnico, mejoras; aún más,
erra el codificador al contemplar como dos efectos distin-
tos a los gastos de conservación y a las (equívocas) mejo-
ras de mero mantenimiento, ya que el deber de abonar las
reparaciones menores es, precisamente, cargar con el gas-
to de conservación de la cosa. De allí que, al no evidenciar
una duplicidad de categorías, el artículo deviene en letra
muerta, toda vez que el distingo que pretende realizar para
discernir un deber distinto según el objeto del contrato no
existe como tal.
En definitiva, la voz “mejoras meramente locativas” o
“mejoras de mero mantenimiento” debe ser abandonada,
a pesar de que tradicionalmente la doctrina se haya hecho
eco de aquella(8). Como consecuencia de ello, al estar en
presencia de una reparación, el análisis del caso debe en-
focarse desde la obligación del locatario de conservar la
cosa objeto del contrato en el mismo estado en el que la
recibió y no en el espectro del régimen de mejoras, ya que
mal puede aplicarse una normativa en particular a una si-
tuación que no participa de los elementos constitutivos que
tal normativa reclama. Caso contrario, corresponderá virar
el análisis al régimen de mejoras cuando entre a tallar una
modificación en el bien o una reparación que no se derive
del normal uso y goce de la cosa, sino que lo exceda.
Como ha sido señalado, el mero mantenimiento apunta
a la reparación de deterioros “mínimos” originados por el
uso ordinario de la cosa, y se debe resaltar que se trata de
deterioros menores, es decir, de poca monta. Si, en cam-
bio, aquellos fuesen indispensables para conservar la cosa,
aun cuando proviniesen de su uso ordinario, estaríamos
ante mejoras necesarias(9).
III
Caracterización general y clases de mejoras
Establecido el primer distingo con las reparaciones, nos
centraremos en las mejoras propiamente dichas intentando
primero dar un concepto general de ellas y luego una de-
finición de cada clase de aumentos que pueden originarse.
a) Noción de mejora
El CCCN nos brinda una definición legal en su art. 751,
al ocuparse de las obligaciones de dar cosa cierta para
constituir derechos reales, en el que determina que mejora
“es el aumento del valor intrínseco de la cosa” y distin-
(6) El Código Civil velezano era más ilustrativo y en su art. 1516
exigía que las reparaciones encontrasen su causa en la calidad propia
de la cosa, por sus vicios o defectos. De allí que la doctrina considera-
ba que se trataba de una aplicación concreta del régimen de los vicios
redhibitorios. Ver Esper, Mariano, Manual de contratos civiles y comer-
ciales. Parte especial, Buenos Aires, AbeledoPerrot, 2011, pág. 261.
(7) Gregorini Clusellas, Eduardo L., Resolución por incumplimiento
del locador y retención anómala del inquilino para cobrar mejoras y
gastos, LL, 2004-F-254, cita online: AR/DOC/2271/2004. En la nota
3 de su trabajo, el autor recuerda la nota al art. 1525 del código vele-
zano, la cual con cita de Las Partidas, el Digesto, los Códigos italiano
y francés, y doctrina francesa como Mercadé, Aubry et Rau, Duranton,
Troplong y Pothier, expresa que “en la venta, siendo transferida la
propiedad, los peligros son del comprador, mientras que en el arrenda-
miento, el objeto esencial es el goce de la cosa y por consiguiente el
propietario debe hacer cesar todas las causas anteriores y posteriores
que privan ese goce…”.
(8) Hernández, Carlos A. - Frustagli, Sandra A., Locación y leasing,
en Contratos en el Código Civil y Comercial de la Nación, Noemí L.
Nicolau y Carlos A. Hernández (dirs.), Sandra A. Frustagli (coord.), La
Ley, 2016, pág. 653.
(9) Cossari, Nelson G. A., en Código Civil y Comercial comentado.
Tratado exegético, Jorge H. Alterini (dir.), Ignacio E. Alterini (coord.),
Buenos Aires, La Ley, 2015, t. IX, pág. 301.
gue, a continuación, entre mejoras naturales y artificiales.
Las artificiales, según el CCCN, son aquellas que provie-
nen del hecho del hombre, pero luego el Código no hace
detalle alguno sobre las mejoras naturales, aunque pode-
mos afirmar junto con Borda(10) que, por exclusión, son
aquellas que provienen por hechos y obra espontánea de
la naturaleza, como sucede con los fenómenos de aluvión,
cambio de cauce de un río y avulsión (arts. 1959, 1960 y
1961 respectivamente). Seguimos al autor precitado en or-
den a excluir del análisis a las mejoras naturales, ya que el
art. 752(11) que las regula se refiere a los casos en los que
la propiedad de la cosa se transmite de una a otra parte y
este no es el supuesto de la locación, en el que el locatario
es un simple tenedor de la cosa. De este modo, nos enfo-
caremos en las mejoras artificiales y sus tres subespecies:
las mejoras necesarias, útiles y suntuarias.
Afortunadamente, en lo que hace a la noción de mejora,
el CCCN no reitera una definición de esta en el ámbito del
régimen de la locación, así como tampoco en el apartado
de los derechos reales, en particular, en el capítulo desti-
nado a reglar los efectos de las relaciones de poder, tarea
que, como veremos luego, sí realiza sobre los distintos
tipos de mejoras en una opción sumamente criticable.
La noción de mejora participa de tres elementos consti-
tutivos, a saber: a) que se trate de una modificación en la
materia-sustancia de la cosa objeto del contrato generada
por la mano del hombre; b) que dicha modificación sea
relevante, de entidad; y c) que el aumento le añada valor a
la cosa. Puede apreciarse cómo la reparación carece de los
elementos b) y c), ya que hacen a alteraciones normales y
habituales de las cosas sometidas al uso constante.
Si bien todos los tratados, obras, artículos y sentencias
judiciales encuentran apoyatura y punto de partida, en lo
que al concepto de mejora respecta, en lo determinado
en el art. 751, repare el lector en la siguiente incongruen-
cia: debemos aplicar a un contrato de locación, innegable
derecho personal, una definición que metodológicamente
resultaría solo aplicable a las obligaciones de dar cosas
ciertas para transmitir o constituir derechos reales. No
existe atisbo de duda de que una locación no es un derecho
real, sino que lo que engendra es una relación de poder
(tenencia) en lo que, en palabras de Pizarro y Vallespi-
nos(12), constituye una obligación de dar para transmitir el
uso de la cosa. Los galimatías del CCCN sobre la materia
que nos ocupa dan lugar a situaciones complejas como la
apuntada, agravada incluso por el reenvío que el legislador
realiza en el art. 749, con respecto a las obligaciones de
dar cosas ciertas para transferir el uso o la tenencia, de la
siguiente manera: “Cuando la obligación de dar una cosa
determinada tenga por objeto transferir solamente el uso o
la tenencia de ella, se aplican las normas contenidas en los
títulos especiales”. Una vez más, si fuésemos estrictos a la
hora de respetar la metodología del CCCN, no correspon-
dería aplicar el concepto apuntado, una clara muestra de la
falta de coherencia que gobierna el régimen de mejoras en
el contrato de locación.
b) Mejoras necesarias
Haciendo gala de una criticable técnica legislativa, el
CCCN optó por definir los distintos tipos de mejoras en
el Capítulo Tercero (Efectos de las relaciones de poder)(13)
del Título Segundo (Posesión y tenencia) del Libro Cuarto
(Derechos reales). De este modo, el concepto de mejora
y sus especies naturales y artificiales están contemplados
en el Título Primero (Obligaciones en general) del Libro
Tercero (Derechos personales); luego, el régimen de las
mejoras en la locación se encuentra en el Título Cuarto
(Contratos en particular) de dicho libro y los conceptos de
(10) Borda, Alejandro, Las mejoras en el contrato de locación, LL,
6-2-17, pág. 1, cita online: AR/DOC/3912/2016.
(11) “Mejora natural. Efectos. La mejora natural autoriza al deudor
a exigir un mayor valor. Si el acreedor no lo acepta, la obligación que-
da extinguida, sin responsabilidad para ninguna de las partes”.
(12) Los autores clasifican a las obligaciones de dar según el punto
de vista teleológico, de acuerdo con la finalidad económico-jurídica
perseguida. Ver Pizarro, Ramón D. - Vallespinos, Carlos G., Institu-
ciones de derecho privado. Obligaciones, Buenos Aires, Hammurabi,
2006, t. I, pág. 285 y sigs.
(13) Predicables tanto a la posesión como a la tenencia, dado que
el CCCN ha apuntalado la intención del art. 1874 del proyecto de
1998 y, como ocurría en dicho cuerpo normativo, se agrupan los efec-
tos de las relaciones de poder en un único capítulo, independientemen-
te de tratarse de posesión o tenencia sin perjuicio de que el CCCN
haya incurrido en el notorio error de mencionar exclusivamente a la
posesión en los epígrafes de los arts. 1932 (“Derechos inherentes a la
posesión”) y 1933 (“Deberes inherentes a la posesión”).
los tipos de mejoras recién los hallamos después de estas
dos regulaciones. El desorden es claro y surge a la vista
la falta de armonización y sistematicidad de las cuales un
Código moderno y de avanzada no puede carecer.
Desafortunadamente, la crítica no se agota en la téc­nica
legislativa utilizada, ya que, a poco que analizamos los
conceptos esbozados, salta a la vista una serie de errores
estructurales notorios. El art. 1934 reza: “En este Código
se entiende por: (…) d) mejora necesaria: la reparación cu-
ya realización es indispensable para la conser­vación de la
cosa”. Nos resulta equivocado definir la mejora necesaria
como una reparación, ya que, si se trata de una reparación,
entonces esta no es una mejora y, a la inversa, si hablamos
de una mejora, nunca podemos estar haciendo referencia a
una reparación. Ya nos hemos expedido sobre ello.
Superada esta cuestión, la segunda parte de la concep-
tualización aparece como acertada, ya que con exactitud
se ha dicho que estas mejoras son aquellas sin las cuales
la cosa no podía ser conservada, es decir, sin cuya reali-
zación la cosa se hubiera deteriorado o perdido(14). Sue-
len considerarse como tales el apuntalamiento de paredes
que pueden derrumbarse, las reparaciones de techos, los
arreglos de cañerías o impermeabilizaciones de distintas
superficies; Cossari(15) incluye como manifestaciones la
reparación de las goteras, o las filtraciones en un inmueble
o un completo trabajo de pintura.
Tanto del concepto brindado como de los ejemplos que
lo ilustran se infiere la mayor entidad que distingue a las
mejoras necesarias de las reparaciones, aunque, en defini-
tiva, la calificación final se difiera al caso concreto, en una
solución flexible, adaptable a las circunstancias de tiempo
y lugar en las que será decisiva la costumbre(16).
c) Mejoras útiles
Sobre este tipo especial de mejoras, diremos que son
beneficiosas para cualquier sujeto de la relación posesoria
(art. 1934, CCCN), aunque no sean indispensables para
la conservación de la cosa, por ejemplo, la instalación de
luz eléctrica, gas o agua corriente, alarmas, cerramientos
o rejas de seguridad, construcción de baños o el relleno de
un terreno(17).
De esta manera, las mejoras útiles deben satisfacer
los elementos tipificantes de toda mejora que más arriba
apuntáramos y, si bien no deben ser indispensables para la
conservación de la cosa, estas deben haber sido realizadas
para el normal uso y goce del bien objeto del contrato, lo
que redunda en la posibilidad de beneficio para cualquier
integrante de la relación posesoria (locador-locatario), to-
da vez que han sido realizadas teniendo en cuenta no el
interés de una de las partes, sino de la cosa.
Por supuesto que pueden plantearse casos en los que la
distinción entre mejora necesaria y útil no surja prístina.
En tal caso, será fundamental indagar sobre el tipo de ope-
ración que se ha llevado a cabo, el estado de conservación
en el que se encontraba el bien con la correspondiente
necesidad o no de arreglos. Por caso, la instalación de un
calefón nuevo en un inmueble prima facie constituiría una
mejora útil, pero si este reemplaza a un calefón añejo, de
funcionamiento defectuoso, o incluso peligroso para la
cosa objeto del contrato, su reemplazo devendría en una
mejora necesaria.
d) Mejoras suntuarias
Se consideran tales las que no resultan imprescindibles
para el normal uso y goce de la cosa, sino que, por el con-
trario, le representan un beneficio exclusivo a quien las
introduce, el locatario. Llambías(18) enumeraba algunos
casos como la instalación de aire acondicionado, la cons-
trucción de un sauna o pileta de natación, colocación de
esculturas, murales, revestimientos lujosos y decoraciones
artísticas, entre otros.
Sin perjuicio de que, por ejemplo, una determinada pin-
tura o decoración en las paredes realce el inmueble y le
(14) Kiper, Claudio, en Código Civil y Comercial de la Nación co-
mentado, Ricardo L. Lorenzetti (dir.), Miguel F. de Lorenzo y Pablo Lo-
renzetti (coords.), Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2015, t. IX, pág. 177.
(15) Cossari, Nelson G. A., en Código Civil y Comercial…, cit.
(16) Borda, Guillermo A., Tratado de derecho civil. Contratos, 8ª
ed., Buenos Aires, LexisNexis, 2005, t. I, pág. 520. Idéntica postura
sostiene el autor en Borda, Guillermo A., Tratado de derecho civil. De-
rechos reales, 5ª ed., Buenos Aires, La Ley, 2008, t. I, nº 156.
(17) Silvestre, Norma O. - Marino, Abel E. - Maglio, María C. - Burgos,
Débora, Obligaciones, 2ª ed., La Ley, Buenos Aires, 2017, pág. 660.
(18) Llambías, Jorge J., Tratado de derecho civil. Obligaciones, Bue-
nos Aires, Perrot, 1970, t. 2-A, págs. 97/98.

irrogue un mayor valor por la exclusividad de su diseño o
diseñador, se destaca que las mejoras suntuarias no con-
tribuyen a la conservación de la cosa ni incrementan su
valor o renta, sino que solo sirven para adorno, lucimiento
o recreo de quien las introdujo. En otras palabras, más allá
de la posible mayor valuación que la cosa pueda obtener
como consecuencia de la realización de este tipo de mejo-
ras, dicho incremento no es el fin inmediato por el cual se
han practicado, sino que solo es un efecto mediato diverso
del inmediato o directo que persigue el locatario, esto es,
lucirlas, regodearse en su contemplación o uso.
IV
¿Reparaciones o mejoras urgentes?
El art. 1207, segunda parte, complementa el deber de
conservación en cabeza del locatario al establecer que “si
es urgente realizar reparaciones necesarias puede efectuar-
las a costa del locador dándole aviso previo”. Tal disposi-
ción nos lleva a preguntarnos a qué mejoras esta se aplica,
o caso contrario, si solo resulta predicable respecto de las
reparaciones menores sobre la cosa. Dicho de otro modo,
la urgencia ¿adjetiva e imprime un tratamiento especial a
las mejoras o a las reparaciones?
La respuesta no es sencilla, ya que el propio CCCN
echa mano a una voz que parece resolver el entuerto (re-
paraciones), pero le añade otra que les es propia a las
mejoras (necesarias). A nuestro entender, el añadido de
“necesarias” no debe llevar al intérprete a confusión y de-
bemos atenernos al vocablo “reparaciones”. Ciertamente,
el CCCN ha pretendido excepcionar el régimen general
del pago de las reparaciones (esto es, que por regla gene-
ral las debe abonar el locatario cuando deriven del nor-
mal uso y goce) para cuando aquellas sean urgentes, vale
decir, cuando nos encontremos ante la inminencia de la
­producción de daño, el cual puede pesar sobre la cosa lo-
cada y también sobre la persona del locatario o sus fami-
liares o dependientes(19). De este modo, cuando nos encon-
tremos ante reparaciones que buscan la conservación de la
cosa y la no realización de ellas genere un peligro de daño,
el locatario deberá practicar las tareas correspondientes y
notificar al locador, quien luego deberá cargar con el costo
de dichas reparaciones urgentes. Si entendiéramos, por el
contrario, que el artículo se aplica a las mejoras necesa-
rias, pues entonces el art. 1207, segunda parte, ya citado
sería redundante y fútil, ya que, como bien apunta el art.
1211, el locatario puede reclamarle al locador el valor de
las mejoras necesarias, sean estas urgentes o no.
Esta interpretación que proponemos no se ve conmovi-
da por la existencia de un pacto en virtud del cual se hu-
biere estipulado que dichas reparaciones cedieran en bene-
ficio de la cosa arrendada o de no poder el locatario exigir
por ellas indemnización alguna. Creemos que la tesis del
orden público del artículo referenciado debe imponerse;
toda vez que la justicia intrínseca de la solución radica en
el hecho de tratarse de reparaciones que hacen a la conser-
vación de la cosa y que no pudieron ser realizadas por el
locador ante la inminencia del daño, no parece equitativo
que el locatario deba evitar un daño a la cosa arrendada al
saber que este no le será reintegrado(20).
Finalmente, entendemos que, además de la urgencia en
la reparación, se debe añadir como carácter para tener en
cuenta la gravedad que su no realización lleva implíci-
ta porque, de lo contrario, si no existiese esta gravedad,
no habría motivo suficiente para evadirnos del régimen
general de las reparaciones que las imprimen, en princi-
pio, a cargo del locatario y, asimismo, a cargo del locador
cuando su origen repose en el vicio de la cosa objeto del
contrato. También, esta gravedad-urgencia da pábulo a la
realización inmediata del trabajo por parte del locatario,
quien deberá procurar una calidad y costo razonables de la
reparación según sus posibilidades económicas; en caso de
obrar de tal modo, el locador no tendría modo alguno de
conculcar su derecho al reembolso. En orden a la prueba
de esta situación, se ha dicho que corresponde al locatario
(19) Müller, Enrique C., Régimen de mejoras…, cit. En similares tér-
minos se habían expedido Llambías y Alterini, quienes sostuvieron que
para el concepto de urgencia se requiere que su realización no pueda
ser postergada para evitar daños a la cosa, al locatario o a su familia,
ver Llambías, Jorge J. - Alterini, Atilio A., Código Civil anotado, Buenos
Aires, Perrot, 1985, t. III-B, pág. 222.
(20) Cfr. Hernández, Carlos A. - Frustagli, Sandra A., Contrato
de locación de cosas, en Fundamentos de derecho contractual. Parte
especial, Noemí L. Nicolau (dir.), Ariel C. Ariza y Carlos A. Hernández
(coords.), Buenos Aires, La Ley, 2009, t. II, pág. 278.
Buenos Aires, martes 6 de marzo de 2018
la prueba del carácter urgente y del aviso o de la imposibi-
lidad de efectuarlo(21).
En cuanto al preaviso, el CCCN se limita a exigirle al
locatario el deber de preavisar el inicio de la realización
del trabajo para poder luego exigir su reembolso, a dife-
rencia del Código Civil velezano, que tomaba en cuenta
el preaviso pero para tener por configurada la urgencia,
ya que estimaba a esta última cuando le era imposible al
locatario avisar al locador para que las hiciera o lo autori-
zase para hacerlas. En el esquema actualmente vigente, la
imposibilidad de comunicación al locador se tomará como
indicativo para medir la urgencia, pero, si el locatario pre-
tende el reembolso de lo abonado, deberá inexcusablemen-
te notificar al locador de la realización de la reparación.
Conforme los términos que expusimos, jurisprudencial-
mente(22) se ha resuelto por unanimidad que las mejoras
efectuadas en el inmueble locado, motivo del proceso ju-
dicial, consistentes en revoque grueso por fuera, revoque
grueso y fino por dentro, conexión de un grifo y canaleta
para colocación de red de agua corriente, no revisten el
carácter de urgentes, sin perjuicio de poder estimárselas
como útiles o necesarias.
V
La posibilidad o imposibilidad de realizar mejoras
En lo tocante a la situación del locador y su potestad
de practicar mejoras, se ha dicho que no está obligado a
realizar las mejoras útiles ni voluntarias, ya que su deber
se limita a garantizar al locatario el uso y goce de la cosa
en el estado en que la entregó, pero no más allá de ello(23).
Esto no obstaculiza, por supuesto, su obligación de pagar
al locatario las mejoras que este último realice, tal como
veremos más adelante.
Luego, la posibilidad del locatario se encuentra clara-
mente representada en el art. 1211, el cual sienta la si-
guiente regla: “El locatario puede realizar mejoras en la
cosa locada, excepto que esté prohibido en el contrato,
alteren la substancia o forma de la cosa, o haya sido inter-
pelado a restituirla”. A continuación, el art. 1212 prefija
la sanción ante el incumplimiento de la regla: “La realiza-
ción de mejoras prohibidas en el art. 1211 viola la obliga-
ción de conservar la cosa en el estado en que se recibió”,
de modo tal que, probado este extremo, se le habilita al
locador la posibilidad de extinguir el contrato de locación
mediante un supuesto de resolución imputable al locata-
rio la cual podrá ser ejercitada por medio de la cláusula
resolutoria expresa, si se encuentra pactada, o la cláusula
resolutoria implícita, y cuyo reconocimiento legal obra en
el art. 1219, inc. b): “El locador puede resolver el contrato
(…) b) por falta de conservación de la cosa locada, o su
abandono sin dejar quien haga sus veces”.
En definitiva, será determinante escudriñar primera-
mente en la letra del contrato para avizorar si existe o no
la prohibición de realizar mejoras, ya que nada impide la
vigencia de una prohibición total o parcial, en cuyo caso
puede formulársela con indicación de qué tipo de mejo-
ras resultan prohibidas o, como otra posibilidad, enumerar
qué mejoras están permitidas, lo que continuaría siendo,
por la negativa, una prohibición parcial.
Asimismo, cabe la posibilidad de que el locador mani-
fieste su asentimiento para realizar mejoras, lo cual puede
acontecer de modo concomitante o posterior a la celebra-
ción del acuerdo. Se discute si tal autorización puede ser
tácita o si inexcusablemente debe ser expresa. La cuestión,
en el Código Civil de Vélez Sarsfield, no contaba con una
solución, dado que el art. 1537 solo exigía la autoriza-
ción expresa cuando esta constara en el contrato, pero na-
da decía sobre la autorización ulterior. Idéntica tesitura
adopta el CCCN, ya que no se expide sobre el particular,
pero creemos que no existe valladar alguno en torno a la
autorización tácita, aunque solo en la medida en que se
logre acreditar un conocimiento efectivo, circunstanciado
y concreto por parte del locador del hecho del locatario
que pretende realizar o ha realizado mejoras. Proponemos,
pues, una interpretación restrictiva sobre el particular que
solo podrá tenerse por configurado ante el conocimiento
(21) Soligo Schuler, Nicolás A., en Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, anotado y concordado, Eduardo G. Clusellas
(coord.), Buenos Aires, Astrea, 2015, t. IV, pág. 359.
(22) CApel.CC Azul, “Sabattini, Élida E. c. Andrade, Rubén”,
29-4-97, LL Buenos Aires, 1997, pág. 1120, cita online: AR/
JUR/464/1997.
(23) Esper, Mariano, Manual de contratos…, cit., pág. 277.
3
del locador que lo coloque en la necesidad de expedirse (y
no lo haga) en relación con las mejoras y su prosecución.
En lo tocante al silencio del locador, se ha dicho juris-
prudencialmente que, cuando las construcciones han sido
realizadas por el inquilino a vista y paciencia del propieta-
rio sin oposición alguna de su parte, no es equitativo que
este, al término del contrato, pretenda quedarse con ellas
sin compensación para quien las hizo; el silencio del loca-
dor frente a las construcciones realizadas por el locatario
bajo su vista debe interpretarse como una autorización que
lo obliga a pagar el mayor valor con que el bien raíz ha
sido beneficiado(24).
Los restantes obstáculos a la introducción de mejoras se
sostienen en diferentes argumentos(25): el fundamento de
prohibir mejoras que alteren el destino de la cosa consiste
en que su modificación es una facultad del propietario, no
del tenedor-locatario, y lo propio ocurre con la forma de la
cosa aun cuando esta mejore(26); luego, el fundamento de
la prohibición de introducir mejoras una vez requerida la
devolución de la cosa, por cualquier medio (judicial o ex-
trajudicial), radica en la imposibilidad de que el locatario
logre un pleno disfrute de aquella.
Finalmente, creemos que dentro de la prohibición fun-
dada en la alteración de la substancia o forma de la cosa
debe comprenderse como incluida la prohibición de toda
aquella mejora que resulte nociva para la cosa locada(27),
ya que podría darse el caso de que una mejora no afecte
la substancia (en esencia) y que no modifique la forma
general del bien, pero que resulte nociva. Recordemos que
estaban previstas, junto con las que mudaban el destino de
la cosa, en el art. 1566 del Código velezano bajo el rótulo
“obra nociva” y se consideraba que obra nociva es la que
daña o resulta perniciosa para la cosa alquilada(28). Por
ejemplo, en un inmueble con destino habitacional, se de-
cide abrir nuevas aberturas tumbando tabiques y paredes
para una mejor distribución y aprovechamiento del espa-
cio; sin dudas esto no afecta el destino (habitacional) ni la
sustancia (el inmueble sigue siendo tal, pero organizado
de modo diverso), pero si dicho inmueble se sitúa en un
edificio incapaz de soportar la nueva distribución, puede
resultar nociva, ya que afecta a la propia estabilidad del
inmueble.
VI
El reembolso de las mejoras
En el tópico por tratar en este acápite, nuevamente ado-
lece la regulación legal de una duplicidad de disposicio-
nes. Si bien lo atinente a los aumentos y las mejoras está
regulado por el principio res crescit domino (“las cosas
crecen para su dueño”)(29), el CCCN mantiene una regula-
ción especial sobre las mejoras en la locación que, aunque
supera al meticuloso y frondoso modelo que el Código
velezano normaba, no resuelve dudas e interrogantes sobre
una multiplicidad de aspectos. Cuestión agravada porque
el art. 1211, correspondiente al contrato de locación, no
modifica en modo alguno lo establecido en el art. 1938
respecto de los efectos de las relaciones de poder.
En primer término, el régimen de las reparaciones se
mantiene incólume, ya que, como venimos sosteniendo,
estas son a cargo del locatario. El art. 1938, que sigue esta
tónica, impide que los sujetos de la relación de poder pue-
dan reclamarse la indemnización de las mejoras de mero
mantenimiento, por lo que, en definitiva, nada agrega ni
modifica a lo que ya hemos dicho precedentemente sobre
esta categoría, conforme los arts. 1206 y 1207 del CCCN.
Luego, en orden a las mejoras necesarias, tanto el art.
1211 como el 1938 modifican, con intención de proteger
(24) C5ªCC Córdoba, sala 5, “Lipcen, Felipe y otra c. Viola, Luis
R.”, 22-12-89, LL, 1990-C-269, con nota de Guillermo A. Borda, DJ,
1990-2, 4951, cita online: AR/JUR/1141/1989.
(25) Ver Arias Cáu, Esteban J. - Nieto, Matías L., Efectos de la loca-
ción, en Código Civil y Comercial de la Nación comentado, Julio C. Ri-
vera, Graciela Medina (dirs.), Mariano Esper (coord.), Buenos Aires, La
Ley, 2014, t. III, pág. 979, con cita de Lorenzetti, Hernández y Frustagli.
(26) Machado, José O., Exposición y comentario del Código Civil
argentino, Buenos Aires, Lajouane, 1899, t. IV, pág. 294.
(27) Borda comparte este criterio, pero propone incluir al caso co-
mo un cuarto supuesto de prohibiciones. Ver Borda, Alejandro, Las
mejoras en el contrato…, cit.
(28) Zago, Jorge A., en Código Civil y leyes complementarias co-
mentado, anotado y concordado, Augusto C. Belluscio (dir.), Eduardo
A. Zannoni (coord.), Buenos Aires, Astrea, 2003, t. VII, pág. 451.
(29) Alterini, Atilio A. - Ameal, Oscar J. - López Cabana, Roberto M.,
Derecho de obligaciones civiles y comerciales, 2ª ed., Buenos Aires,
Abeledo-Perrrot, 2001, pág. 448.
 4 Buenos Aires, martes 6 de marzo de 2018
al locatario, lo normado en el art. 753, el cual, por un lado,
le imprime al deudor el deber de realizar las mejoras ne-
cesarias pero le veda el derecho a percibir su valor. Por el
contrario, los dos primeros artículos habilitan al locatario
(deudor) a reclamar la indemnización de las mejoras ne-
cesarias por él practicadas: el art. 1211 lacónicamente al
permitir el requerimiento y el art. 1938 al añadir que “todo
sujeto de una relación de poder puede reclamar el costo
de las mejoras necesarias, excepto que se hayan originado
por su culpa si es de mala fe”. Más allá de que el art. 1938
sea plenamente aplicable al contrato de locación, pues im-
porta una relación de poder, creemos que fácticamente no
gozará de mayor aplicación, dado que consideramos di-
ficultosa la posibilidad de que un locatario sea de mala
fe(30) y, por ende, se vea inmerso en la excepción que trae
el art. 1938 (si el titular de la relación real es de mala fe,
no serán indemnizables si la necesidad de mejora reposa
en su culpa).
Continuando, el locador no paga las mejoras útiles y
las suntuarias (art. 1211, párr. 2º). Sin embargo, en estos
casos, el locatario puede retirarlas en ocasión de la extin-
ción, salvo en tres casos: a) que se hubiere acordado que
cedían en beneficio de la cosa locada; b) si de ello resul-
tara daño para esta; c) cuando hacerlo fuere abusivo, dado
que no traería provecho alguno para quien las hizo (art.
1224 correspondiente a los efectos de la extinción).
En cuanto al retiro, ha sido fallado que pretender el
retiro de las mejoras efectuadas resulta incongruente con
lo pactado y reñido con la buena fe contractual cuando las
partes, en ejercicio de su autonomía de la voluntad, habían
pactado la posibilidad de que el inquilino realizare las me-
joras que a su criterio resultaren necesarias y, una vez con-
cluido el contrato, podía (también a su criterio) proceder a
su retiro sin afectar la estructura, funcionalidad y estética
del inmueble, o dejar dichas mejoras a beneficio de este,
sin derecho a ser compensado por el locador(31). Vemos
cómo incide decisivamente el acuerdo de voluntades por
sobre la normativa supletoria del CCCN, lo que realza el
conocimiento y cuidado que el profesional letrado debe
guardar al momento de asesorar o redactar el clausulado
sobre la temática.
En otro caso, se estimó que los daños generados en las
construcciones (mejoras) voluntariamente realizadas por
la locataria-demandada (3 W. C., sanitarios, un vestuario y
un depósito) no deben ser soportados por los demandados,
dado que se trata de mejoras voluntarias que han quedado
en beneficio del inmueble(32).
¿Corresponde en algún caso al locador el pago de las
mejoras útiles o suntuarias? Dos supuestos habilitarían el
abono por parte de la parte locadora. El primero de ellos
se encontraba explicitado en el Código Civil derogado e
imponía este pago cuando el contrato se extinguiere por
culpa del locador (art. 1539, incs. 4º y 5º), reposando el
fundamento de tal disposición en que la conducta del lo-
cador frustra al locatario la expectativa de disfrute de la
mejora introducida. Creemos que la justicia del ­argumento
y el silencio del CCCN habilitan a mantener el entendi-
miento elaborado bajo la vigencia del Código Civil.
En segundo lugar, va de suyo que el locador cargará
con el pago de las mejoras cuando decida hacer uso de la
facultad otorgada por el art. 1224, en virtud del cual dicha
parte puede adquirir las mejoras realizadas en violación al
régimen establecido si paga no su costo sino el mayor va-
lor adquirido por la cosa locada, cuestión reafirmada en el
art. 1938 del siguiente modo: “… puede asimismo recla-
mar el pago de las mejoras útiles pero solo hasta el mayor
valor adquirido por la cosa”.
(30) Más aún si se tiene en cuenta que el art. 1919 impone para
las relaciones de poder una presunción de buena fe, salvo que exista
prueba en contrario y, si bien dicho artículo también contempla tres
supuestos de presunción de mala fe, estos son de carácter excepcional,
a saber: a) cuando el título es de nulidad manifiesta; b) cuando se ad-
quiere de persona que habitualmente no hace tradición de esa clase de
cosas y carece de medios para adquirirlas; c) cuando recae sobre ga-
nado marcado o señalado si el diseño fue registrado por otra persona.
(31) CApel.CC Azul, sala III, “Capitano, Orlando y otra c. T.C.S.A.
s/daños y perjuicios”, 2-7-13, LL Buenos Aires, 2013 (septiembre),
pág. 879, cita online: AR/JUR/40688/2013. Los magistrados inter-
vinientes ponderaron el estado de desuso en el cual había sido en-
tregado el inmueble y, por lo tanto, mal podía colegirse la vigencia
de daños y perjuicios si se comparaba dicho estado con aquel que
presentaba el inmueble al momento de la restitución según las constan-
cias de autos.
(32) CNCiv. y Com. Fed., sala VI, 8-6-88, “González, Mario A.
R. c. Industrias Basel S.A. y otros”, LL, 1989-A-172, cita online: AR/
JUR/1885/1988.
Pero el art. 1224 presenta un problema: el epígrafe re-
za “Facultades sobre las mejoras útiles y suntuarias” y,
en el segundo apartado, habla solo de la mejora “hecha
en violación a una prohibición contractual”, con lo cual
podría interpretarse que si las partes pactaron un régimen
especial y diferenciado del legal, pues entonces la viola-
ción a la prohibición contractual a la que hace referencia
el artículo de marras podría extralimitar el ámbito de las
mejoras útiles y suntuarias e incluir, por ejemplo, a las
necesarias. Nuevamente, para superar las contradicciones
palmarias de la reglamentación legal, el intérprete deberá
estar fundamentalmente a lo pactado en el contrato y, sub-
sidiariamente, recurrir a las objetables normas del CCCN,
las que dan pábulo a situaciones anómalas como la men-
cionada.
Finalmente, ¿de qué manera corresponde valuar las me-
joras que el locador decida hacer suyas? Vale decir, ¿qué
valor de estas debe tomarse en cuenta? ¿El valor a la épo-
ca de la restitución o el costo primitivo (valor al momento
de su realización)? Se han esbozado una multiplicidad de
teorías al respecto(33) y la polémica suscitada por el art.
2441 del cód. civil derogado hoy subsiste ante el silencio
del CCCN. Creemos que la opción más razonable implica
el pago de las mejoras útiles al valor menor que resulte de
cotejar las dos valuaciones posibles: ya sea el de costo o
inversión primitiva, o el actual, criterio receptado por la
jurisprudencia(34).
VII
A modo de colofón
Como breve consideración final reiteramos nuestra pos-
tura crítica sobre el tratamiento dispensado por el CCCN
a la materia de mejoras en el contrato de locación. Ha-
cemos votos para que la aplicación práctica del instituto
vaya moldeando y corrigiendo los notorios desajustes que
se presentan en la letra de la norma.
Hemos intentado organizar el complejo plexo normati-
vo que resulta aplicable al tema y esbozar una sistemati-
zación tanto del concepto de mejoras como de sus clases,
el distingo con institutos afines y dos problemáticas no
menores: la posibilidad de realizarlas y la factibilidad de
solicitar, por cada una de las partes contratantes, su reem-
bolso. En tal sentido vaya, pues, nuestro humilde aporte.
VOCES: DERECHO CIVIL - CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL
- CONTRATOS - LOCACIÓN - OBLIGACIONES
(33) Ver, por todos, Cossari, Nelson G. A., en Código Civil y Co-
mercial…, cit., t. IX, págs. 316/317.
(34) “Si la locadora, en principio, debía hacer la obra para cum-
plir la exigencia del art. 1514 del cód. civil y está obligada a pagar
las mejoras que autorizara (art. 1530, inc. 1°, cód. cit.), esta es una
obligación de reembolsar al locatario lo que él mismo hubiere pagado
y solo en la medida de la utilidad aportada, es decir, siempre la suma
que resultare menor, comparando lo gastado y el valor agregado al
inmueble…”, CNCiv., sala D, 21-5-81, “Treschzanski, Carlos B. c. Pe-
ralta Ramos de Sahores, Susana”, ED, 94-664.
JURISPRUDENCIA
Prescripción:
Acción penal: extinción; admisión; plazo ra-
zonable; causas de interrupción; estado de
contumacia del imputado; posterior falta de
diligencia de la autoridad judicial para dar
con su paradero.
1 – La actividad del juzgado de instrucción resultó dirimente pa-
ra el dilatado transcurso de la investigación y, en esa dirección,
se advierte que el a quo se basó en circunstancias que no son
acertadas, toda vez que, si bien la demora en la tramitación
del sumario reconoció su causa original en la inasistencia del
imputado que derivó en el dictado de su rebeldía, lo que resulta
indudable es que fue luego la inactividad o negligencia del ór-
gano estatal lo que llevó a que esa situación no se revirtiera.
2 – Si el juez de instrucción ha tenido oportunidad de poder o
al menos intentar ubicar al imputado y no ha realizado me-
didas idóneas, a la altura de las herramientas que el órgano
jurisdiccional del Estado posee, para revertir la situación de
contumacia en la que se hallaba, resulta contradictorio que
se valore en detrimento del imputado la circunstancia de ha-
ber sido condenado en dos oportunidades durante el lapso de
tiempo en que el proceso estuvo suspendido. Ello no revela
ineludiblemente la voluntad del acusado de continuar sustra-
yéndose a la justicia (nacional), sino un bochorno que exhibe
las fragilidades del sistema de registro nacional y provincial
y la falta de idoneidad o descuido de los agentes judiciales
para superar una situación –relativamente sencilla– cuando
se tuvo posibilidades concretas de hacerlo.
3 – Resulta elocuente el hecho de que, conforme se desprende
de las copias que lucen en el Legajo de Personalidad, en el
transcurso del tiempo en que esta causa estuvo abierta, el
imputado hubiera cumplido dos condenas e incluso hubiera
accedido al instituto de libertad condicional, la que, aparen-
temente, también habría cumplido hasta agotar la última de
aquellas; y que ahora se pretenda retomar la acusación en su
contra respecto de un hecho que habría tenido lugar en 2001.
4 – La premisa de la que partió el a quo para desechar la im-
portancia de la inactividad jurisdiccional “en la medida en
que el imputado se hallaba en libertad” resulta falaz, porque
se sabía, o al menos debió certificarse, que el causante cum-
plió dos condenas.
5 – El razonamiento utilizado por los magistrados de la instan-
cia anterior, mediante el cual sostuvieron que la acción penal
no se hallaba prescripta porque se vio interrumpida con el
dictado de dos sentencias que corroboraron la comisión de al
menos dos delitos (en 2009 y 2013), es un silogismo que no
aplica para el planteo de la parte.
6 – A pesar del largo período durante el cual el imputado per-
maneció en estado de contumacia, hubo posteriormente una
falta de diligencia de la autoridad judicial a la hora de dar
con su paradero, lo que permite concluir, al día de hoy, que la
duración del proceso se ha vuelto irrazonable, en clara afec-
tación a la garantía en examen (de los fundamentos del voto
concurrente del doctor Bruzzone).
7 – El Estado tiene a su alcance los recursos necesarios para
dar con el paradero de una persona con un pedido de cap-
tura vigente o para, al menos, agotar todas las posibilidades
para que ello se produzca; por caso, la información relativa
a la existencia de otros procesos paralelos, culminados o en
trámite, pero de los cuales puedan recabarse elementos de
interés, puede ser cruzada y constatada con relativa sencillez.
En este caso, ello no ha ocurrido, pero no solo merced a la
fragilidad de los sistemas registrales nacional y provincial
en lo que concierne a la recolección y entrecruzamiento de
datos, sino también en virtud de la actitud displicente asu-
mida por el órgano instructor, que nada hizo para lograr la
comparecencia o, cuando menos, certificar la corrección de
la información aportada, máxime teniendo en cuenta que el
domicilio informado variaba tan solo en dos dígitos de la
numeración catastral del que fuera aportado en el marco de
esta causa (de los fundamentos del voto concurrente del doc-
tor Bruzzone). M.E.
59.735 – CNCasación Crim. y Correc. Capital Federal, sala I, di-
ciembre 14-2017. – C., J. L. s/incidente de falta de acción (causa
nº CCC 51384/2001/7/CNC2).
En la ciudad de Buenos Aires, a los 14 días del mes de
diciembre del año dos mil diecisiete, se reúne la sala 1 de
la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correc-
cional de la Capital Federal, integrada por los jueces Luis
M. García, Gustavo A. Bruzzone y María Laura Garrigós
de Rébori, asistidos por el secretario actuante, a los efec-
tos de resolver el recurso de casación interpuesto en la
presente causa nº CCC 51384/2001/7/CNC2, caratulada
“C., J. L. s/ incidente de falta de acción”, de la que resulta:
I. Contra la decisión de la Sala 7 de la Cámara Nacio-
nal de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de esta
ciudad, de 7 de marzo de 2017, por la que se confirmó la
resolución que rechazó el planteo de extinción de la ac-
ción penal respecto de J. L. C. (fs. 33/34 vta.), la defensa
interpuso recurso de casación.
II. La recurrente canalizó sus agravios por vía del inci-
so 2º del art. 456 CPPN al entender que resultaba arbitra-
ria la resolución dictada por la Cámara del Crimen.
En tal sentido, sostuvo que el fallo impugnado evi-
denció un incorrecto análisis de la situación procesal del
justiciable, afectando gravemente las garantías del debido
proceso, el derecho de defensa en juicio, así como también
el derecho de ser juzgado dentro de un plazo razonable,
consagrados en los arts. 18 y 75 inc. 22 de la Constitución
Nacional, así como también en el art. 8 de la Convención

Americana sobre Derechos Humanos y el art. 14 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Indicó que la resolución fue construida bajo una mo-
tivación aparente, sin dar una adecuada respuesta a los
planteos que esa defensa había realizado y sin valorar la
dificultad que ello traía aparejado para el adecuado ejer-
cicio del derecho de defensa sobre un hecho acaecido el 5
de mayo de 2001.
Criticó la distinta vara utilizada por la Sala VII CCC
para analizar la contumacia de J. L. C. –en la que desligó
toda la responsabilidad del transcurso del plazo tildado
de irrazonable– y la morosidad e inactividad judicial para
la debida tramitación del sumario –a la que no consideró
dirimente ni significativa–.
Puntualmente, la recurrente detalló una serie de cir-
cunstancias que, a su modo de ver, constituían un esce-
nario que conducía a la inexorable conclusión de que la
actuación del órgano jurisdiccional resultó dirimente para
el caso.
Así, enumeró: a) el error material e involuntario de ar-
chivar el sumario equivocadamente por casi un año con
posterioridad a la última detención de C. y en el marco
del presente planteo de plazo razonable; b) la contienda
que hubo años atrás entre el criterio del fiscal y el juez de
instrucción ante la petición de volver a indagar y resolver
la situación procesal de los tres imputados J. L. C., M. B.
C. y A. E. C. que, sostuvo, duró varios meses; c) la falta de
adopción de temperamento desde los albores de la investi-
gación para dar con el paradero de J. L. C., quien siempre
vivió en el mismo lugar e informó similar arraigo –con
unos metros de diferencia–; d) la inactividad estatal para
dar con el mencionado C. pese a la información suminis-
trada en mayo del año 2009 por la Unidad Funcional de
Delitos Flagrantes, Instrucción y Juicio nº 17 del Depto.
Judicial de San Martín, PBA; y e) la omisión del Poder
Judicial de la Provincia de Buenos Aires de hacer saber
a esta sede capitalina las detenciones que sufrió J. L. C.,
que fue condenado en 2009 y en 2013 en el Departamento
Judicial de San Martín, PBA, y cumplió pena de prisión
mientras esta causa seguía abierta y vigentes la rebeldía y
captura.
La defensa tildó de erróneo el estudio que efectuaron
los magistrados de la Cámara del Crimen sobre cómo ope-
raban los usuales parámetros para analizar la garantía de
plazo razonable en este caso concreto (la complejidad del
asunto, la conducta del imputado y la actitud del aparato
del Estado).
Resaltó que la causa carecía de una complejidad tal que
ameritara el insumo de tantos años, siendo que la mayor
parte del material probatorio fue reunido en los primeros
días cercanos al hecho (mayo del año 2001). Aquí se in-
vestiga un robo en el que se imputó a tres personas que
resultaron detenidas una hora después de cometido, califi-
cado como constitutivo del delito de robo agravado por su
comisión en poblado y en banda (art. 167, inciso 2º, CP),
que prevé una pena máxima de diez años de prisión.
Afirmó que la excesiva duración del proceso no resul-
ta proporcional a la complejidad del asunto objeto de la
acusación, así como también indicó que se ha excedido
el tiempo máximo de la pena prevista para el tipo penal
indicado.
En relación a la conducta que ha tenido el imputado J.
L. C., la defensa solicitó que se analice con detenimiento
esa cuestión, puesto que sostuvo que la demora en la sus-
tanciación del proceso no puede más que ser achacada a la
actividad de los órganos estatales. Además de indicar que
su asistido se había presentado el 21 de agosto de 2001 a
estar a derecho, demostrando su voluntad de no sustraerse
a la justicia, indicó que el tribunal no llevó a cabo ninguna
medida para dar con su paradero, pese a los datos brinda-
dos el 18 de mayo de 2009 por la UFI nº 17 del Departa-
mento Judicial de San Martín, PBA.
En relación al domicilio, sea que se tratara de la casa
ubicada en la calle Uspallata a la altura catastral nº … o a
la nº … de la localidad de Loma Hermosa, Partido Tres de
Febrero, PBA, la parte recurrente invocó la posibilidad de
que se tratara de un error de la policía al anotar la altura de
la vivienda, dado que fue detenido en esa misma cuadra el
4 de febrero de 2016, lo que era un indicio de que no que-
ría sustraerse a la justicia.
Finalmente, señaló que los hechos investigados en este
sumario datan del 5 de mayo de 2001, el primer llamado
a indagatoria fue realizado ese mismo día, por lo que el
tiempo transcurrido, más de quince años y diez meses –al
Buenos Aires, martes 6 de marzo de 2018
momento de interposición del recurso– superaba holga-
damente el máximo de la pena prevista para el delito que
podría atribuírsele a J. L. C.
De otro lado, en cuanto a la afirmación de la Sala VII
CCC en relación a que la acción penal no se encontraría
prescripta al haber actos interruptores de la misma (por
la comisión de otros delitos en 2009 y en 2013 cuyas sen-
tencias condenatorias habrían quedado firmes en la órbita
de la Justicia de la Provincia de Buenos Aires), la defensa
invocó la posibilidad de que esas condenas no se encon-
traran firmes por falta de notificación personal –dado que
no surgía de las constancias de la causa esa información–.
Por otro lado, esbozó la posibilidad de que J. L. C. hubiera
incurrido en un olvido involuntario sobre esta causa o en
la suposición de que no continuaba su trámite, en virtud de
la cantidad de años transcurridos desde su inicio y ante las
dos detenciones sufridas en la Provincia de Buenos Aires.
Por último, destacó que, si se atendía a que el coimpu-
tado C. había suscripto un acuerdo de juicio abreviado a
tres años de prisión en suspenso, no podía más que con-
cluirse en que debía darse por terminada la pesquisa que
se le sigue a C., por la clara afectación a la garantía del
plazo razonable, en atención al desproporcionado tiempo
transcurrido desde el inicio de la causa, en comparación
con la expectativa de pena en concreto que podría impo-
nérsele a su asistido.
Es por todo ello que, no obstante no hallarse contem-
plado como causa de prescripción la afectación a la ga-
rantía del plazo razonable, solicitó se declare extinguida la
acción penal y se sobresea a su asistido.
III. Originalmente, el recurso de casación no fue con-
cedido, lo que motivó la presentación del recurso de queja
que se encuentra agregado a fs. 81/94 vta. de este legajo, al
cual la Sala de Turno de esta Cámara le hizo lugar (fs. 96).
IV. En la audiencia llevada a cabo ante esta Sala a tenor
del art. 465 bis CPPN, ha comparecido el Defensor Pú-
blico Mariano Maciel, a cargo de la Unidad de Actuación
nº 2 ante esta Cámara, quien sostuvo el recurso presentado.
Tras la deliberación que tuvo lugar se arribó a un acuer-
do en los términos que seguidamente se pasan a exponer.
La jueza María Laura Garrigós de Rébori dijo:
1. Para responder el planteo efectuado por la defensa,
debemos realizar un repaso del desarrollo de la presente
causa, no sin antes efectuar la siguiente aclaración sobre
las citas de las fojas de los autos principales.
La misma causa que tramitó bajo el nro. de LEX 100
51384/2001 ante el Juzgado de Instrucción nº 42, tuvo nú-
meros diferentes en la etapa de juicio, ante el Tribunal Oral
en lo Criminal nº 6, en virtud de que los imputados M. B.
C. y J. L. C. fueron llevados a juicio en distinto momento.
Cuando apareció el coimputado M. B. C., el 30 de abril
de 2009 que se hallaba rebelde, el expediente original se
elevó a juicio (15/06/10) y pasó a tramitar con el nro. in-
terno 3544 ante el TOC nº 6, por lo que se habrían ex-
traído testimonios de sus partes pertinentes, que habrían
quedado en el juzgado de instrucción con motivo de las
rebeldías de los hermanos C. (J. L. y A. E.) –conforme se
desprende de fs. 295 de la c/nº 3544–.
Ante la detención de J. L. C. el 4 de febrero de 2016
(fs. 295 de la c/nº 5408), se retomó el trámite procesal a
su respecto (según la nota de fs. 290 de la c/nº 5408, el
Juzgado de Instrucción nº 2 conformó esos testimonios el
5 de febrero de 2016), los cuales, una vez elevados a juicio
el 28 de abril de 2017, pasaron a tramitar bajo el nro. de
causa interno 5408 ante el mismo TOC nº 6 (esto último
ocurrió mientras tramitaba la apelación que motivó la in-
tervención de la Sala VII de la Cámara del Crimen cuya
resolución ahora estamos revisando).
Entonces, al momento de invocar información que surja
del trámite de la investigación, me referiré a las fojas ori-
ginales según se encuentren agregadas en la c/nº 3544, o
bien en la c/nº 5408 (con la salvedad de que estos números
son los números internos asignados por el TOC nº 6), ya
que entiendo que es la manera más clara de distinguir de
dónde extraigo determinado dato importante para resolver
la cuestión que viene discutida.
2. Realizada esa aclaración, paso a detallar el trámite de
la pesquisa:
a. La causa se inició el 5 de mayo de 2001 ante el desa-
poderamiento de un rodado que conducía M. L. M. en la vía
pública por parte de varios sujetos (fs. 1/vta. de la c/nº 3544).
5
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b. Ese mismo día, una hora más tarde, se detuvo a M.
B. C., J. L. C. y A. C. en Villa Lynch, Partido de San Mar-
tín, PBA, en poder de elementos que se hallaban adentro
del rodado sustraído, pertenecientes el damnificado (fs.
46/48 de la c/nº 3544).
c. El 5 de mayo de 2001 fue indagado en sede provin-
cial J. L. C. (fs. 82/83 vta. de la c/nº 3544) en orden al de-
lito de robo calificado por haber sido cometido en poblado
y en banda. En esa oportunidad brindó el domicilio sito en
Uspallata … Barrio Libertador, PBA.
d. El 8 de mayo de 2001 el titular del Juzgado de Ga-
rantías nº 2 de San Martín se inhibió de seguir entendien-
do en las actuaciones y ordenó remitirlas al juzgado de
instrucción de la CABA que por turno correspondiera (fs.
87/vta. de la c/nº 3544) y el 14 de mayo de 2001 el Juzga-
do de Garantías nº 2 de San Martín le concedió la excarce-
lación a J. C. (ver fs. 101/vta. de la c/nº 3544).
e. El 23 de mayo de 2001 la causa fue sorteada en la
Oficina de Turnos y Sorteos de la Cámara del Crimen de
esta ciudad (fs. 91 de la c/nº 3544).
f. Finalmente, el 20 de junio de 2001 el Juzgado Nacio-
nal en lo Criminal de Instrucción nº 2 aceptó la competen-
cia y ordenó hacerle saber a los imputados la radicación de
la causa en esa judicatura (fs. 129 de la c/nº 3544).
g. El 10 de julio de 2001 se certificó que J. C. había re-
cibido la notificación el 23 de junio de 2001 (fs. 141 y 156
de la c/nº 3544).
h. El 27 de julio de 2001 el magistrado a cargo del Juz-
gado Nacional en lo Criminal de Instrucción nº 2, dispuso
el procesamiento de los tres imputados en orden al delito
de robo de automotor en poblado y en banda (fs. 142/144
de la c/nº 3544).
i. El 14 de agosto de 2001 la licenciada M. C. A., de
la Prosecretaría de Patronatos de la Cámara Nacional en
lo Criminal y Correccional de esta ciudad, informó que
no se había podido acercar al domicilio J. L. C. a fin de
confeccionar el informe socioambiental, por tratarse de
una zona peligrosa, de modo que dejó asentado que se ha-
bría mandado una citación (cuyo diligenciamiento nunca
se agregó). Ello fue informado el 15 de agosto de 2001 al
Juzgado de instrucción (fs. 185 de la c/nº 3544).
j. El 21 de agosto de 2001 J. L. C. se presentó ante dicho
juzgado, ocasión en la que se lo notificó personalmente só-
lo del auto de procesamiento y del auto de radicación de la
causa en esa sede (fs. 160 de la c/nº 3544), pero allí nada se
le dijo sobre la citación a la Prosecretaría de Patronatos pa-
ra la confección del informe socioambiental, pese a que ya
se sabía que aún no se había podido llevar a cabo la entre-
vista y que se habría estado tratando de citarlo a tal efecto.
k. El 7 de noviembre de 2001 los coimputados M. B. C.
y S. A. C. (hermana de J. L. C.) fueron declarados rebeldes.
l. Con fecha 19 de noviembre de 2001 se ordenó inti-
mar a J. L. C. para que dentro del quinto día de notificado
se presentara a dar cumplimiento a la realización del infor-
me socioambiental, bajo apercibimiento de ser declarado
rebelde y ordenarse su inmediata captura (fs. 187 de la c/
nº 3544) y se libró únicamente una notificación a la defen-
soría oficial a cargo de la asistencia de J. L. C. (fs. 192 de
la c/nº 3544).
m. El 11 de diciembre de 2001 ante su incomparecen-
cia, se procedió a declarar la rebeldía y captura de J. L. C.
(fs. 193 de la c/nº 3544).
n. El 12 de mayo de 2009, la Unidad Funcional de Deli-
tos Flagrantes, Instrucción y Juicio nº 17 del Departamen-
 6 Buenos Aires, martes 6 de marzo de 2018
to Judicial de San Martin informó que, en el marco de la
IPP 1500016109, J. L. C. había aportado un domicilio en
la calle Uspallata … de Loma Hermosa, Partido de San
Martín (fs. 229 de la c/nº 3544), a la vez que solicitaba
que se informara sobre el estado actual y/o resolución final
recaída en la causa que aquí tramitaba, haciendo expresa
mención del carácter urgente de lo peticionado en razón
de tramitar aquellas actuaciones bajo el sistema de fla-
grancia. Ese oficio fue recibido el 18 de mayo de 2009 por
el Juzgado de Instrucción nº 2, sin que, según las constan-
cias de la causa, se adoptaran medidas tendientes a dar con
el imputado. De hecho, nada se dispuso.
o. El 19 de junio de 2009 fue recibido un fax de esa
misma UFI en la que reiteraba tal petición, con mayor ve-
hemencia ante la falta de respuesta del oficio anterior, y se
hizo alusión a la información que personal de la Secretaría
nº 107 del juzgado de instrucción habría brindado telefóni-
camente vinculada a la rebeldía decretada en el marco de
la presente causa que tramitaba en sede capitalina, a la vez
que solicitó que en el término de 48 horas se informara si
interesaba la detención de J. L. C. (ver fs. 235/236 de la c/
nº 3544). Ese libelo fue recibido el mismo día en que fue
librado (19/06/09).
p. El 22 de junio de 2009 obra un despacho del juzgado
de instrucción que reza “Por recibido, agréguese. En aten-
ción al oficio que antecede, hágase saber a la UFI nº 17 de
San Martín que J. L. C. registra con fecha 11 de diciem-
bre de 2001, rebeldía y orden de detención, lo cual sigue
vigente” (fs. 237 de la c/nº 3544) y en la foja siguiente,
copia del oficio que se habría enviado. Empero no luce
la recepción, mucho menos algún llamado para averiguar
sobre el pedido.
q. El 30 de abril de 2009 apareció C. y continuó el cur-
so de la causa respecto de él (que luego se elevó al TOC
nº 6 el 15 de junio de 2010) y, conforme la nota que luce a
fs. 295 de la c/nº 3544, habrían quedado testimonios en el
juzgado de instrucción con motivo de las rebeldías de los
hermanos C. (J. L. y A. E.), aunque, según la nota de fs.
290 de la c/nº 5408, esos testimonios se confeccionaron el
5 de febrero de 2016 con motivo de la detención de J. L.
C. el 4 de febrero de 2016.
r. El 3 de septiembre de 2009 J. L. C. fue condenado
por el Juzgado en lo Correccional nº 5 del Departamento
Judicial de San Martín, a la pena de 45 días de prisión
respecto de dos hechos cometidos el 4 de mayo de 2009.
(Esta información se extrae de los testimonios del Registro
Nacional de Reincidencia, que lucen a fs. 11/13 del legajo
de personalidad, pero nunca fue certificada. Y de ello se
tomó conocimiento cuando se ordenó confeccionar el LIP
con motivo de la detención de J. L. C. el 4 de febrero de
2016). De allí se desprende también que con fecha 5 de
noviembre de 2009 se autorizó a J. L. C. a sustituir la pena
de cuarenta y cinco días de prisión por la realización de
270 horas de trabajo libre para la comunidad, no remune-
rado, durante el plazo máximo de doce meses, venciendo
dicho plazo con fecha 18/06/2011. A su vez, conforme
surge de fs. 13 del LIP habría culminado esa carga de tra-
bajo comunitario habiéndose extinguido esa sentencia.
s. El 4 de junio de 2013 fue nuevamente condenado
por el Juzgado en lo Correccional nº 2 del mismo depar-
tamento judicial a la pena de dos años y diez meses de
prisión (ello se desprende de fs. 15/16 del LIP, según obra
en el Registro Nacional de Reincidencia); estuvo detenido
en forma ininterrumpida desde el 14 de agosto de 2012 a
exclusiva disposición de ese órgano jurisdiccional, habién-
dose fijado como fecha de agotamiento de la pena el día
13 de junio de 2015.
t. El 28 de julio de 2014 la titular del Juzgado de Eje-
cución Penal nº 1 del departamento judicial de Gral. San
Martín, concedió la libertad condicional (art. 13 CP) a J.
L. C. en el marco de esta última condena (surge de la co-
pia del oficio librado por ese juzgado al Registro Nacional
de Reincidencia, que obra a fs. 17 del LIP).
u. El 12 de febrero de 2016 J. L. C. fue habido en un
control policial realizado en la vía pública, en la cuadra
de su casa: sobre la calle Uspallata a la altura … (recuér-
dese que el domicilio asentado al comienzo de esta pes-
quisa fue el que quedaba a la altura …, y luego, en las
otras causas de los años 2009 y 2013, a unos metros, en el
nº  10317), ocasión en la que brindó sus datos personales
correctamente y quedó detenido ante la rebeldía que regis-
traba (del 11 de diciembre del 2001). El 11 de febrero de
2016 se dictó nuevamente su procesamiento, esta vez con
prisión preventiva (fs. 338/342 de la c/nº 5408).
v. El 22 de febrero de 2016 la defensa planteó la excep-
ción de falta de acción, al considerar que se hallaba extin-
guida por la garantía de plazo razonable.
w. El 5 de diciembre de 2016 se dejó constancia de que
en el aludido juzgado “por error material e involuntario”
se reservaron las actuaciones en un legajo de rebeldes, en
virtud de la orden de captura que pesaba respecto de la
coimputada S. A. C. (hermana del causante). Ella fue apre-
hendida el 16 de noviembre de 2016 en un control poli-
cial en la localidad de Billinghurst, Partido de San Martin,
PBA (ver fs. 358/359 vta. de la c/nº 5408).
x. El 16 de diciembre de 2016 el juez de instrucción
rechazó el pedido aludido y corrió vista al fiscal en los
términos del artículo 346 CPPN (fs. 385 de la c/nº 5408).
y. El 27 de diciembre de 2016 el fiscal requirió la ele-
vación a juicio respecto de J. L. C. (fs. 388/392 vta. de la
c/nº 5408). En esa misma fecha se remitieron las actua-
ciones a la Sala VII de la Cámara del Crimen con motivo
de la apelación deducida por la defensa, la que resolvió
el 7 de marzo de 2017 confirmar la resolución de prime-
ra instancia y, luego, no concedió el recurso de casación
interpuesto, lo que motivó la interposición por parte de la
defensa de J. L. C. del recurso de queja que fue abierta por
la Sala de Turno de esta Cámara el 26 de junio de 2017
(Reg. nº 1655/2017).
z. El 28 de abril de 2017 la causa fue elevada a juicio
(fs. 401 de la c/nº 5408) y quedó radicada ante el TOC nº 6
bajo el nº interno 5408. Luego se suspendió el plazo pre-
visto por el art. 354 CPPN a la espera de lo que se resuelva
en el planteo que nos convoca (fs. 409 de la c/nº 5408).
3. Llegado el momento de abordar la cuestión, entiendo
que las críticas realizadas al fallo de la Sala VII de la Cá-
mara del Crimen son atinadas y que el planteo efectuado
por la defensa de J. L. C. debe prosperar.
En efecto, de todas las variables a analizar en forma
conjunta para ver si se da en el caso un exceso del plazo
razonable para poder juzgar la conducta a J. L. C., encuen-
tro que la ponderación efectuada por el a quo, a la luz de
las consideraciones puestas de manifiesto por la defensa,
no luce correcta.
El a quo concluyó que la demora en la tramitación del
sumario no reconocía su causa principal en la inactivi-
dad estatal sino en el estado de contumacia en el que per-
maneció el imputado C. por más de catorce años, desde
que fuera declarado rebelde y se ordenara su captura el
11 de diciembre de 2001 cuando, tras haberse notificado
personalmente del auto de procesamiento, se encomendó
la realización de un informe socioambiental y luego de
cursadas varias citaciones, tanto a su entonces domicilio
real como al constituido en la sede de la Defensoría Ofi-
cial (fs. 144/147, 150, 153, 185/187 y 192 de la causa
nº  3544). Relevó como información importante el hecho
de que cuando C. fue finalmente habido (el 12/2/16), apor-
tó un número catastral distinto al brindado al inicio de la
investigación en 2001 (… en lugar de … de la misma calle
Uspallata, del Barrio Libertador, Partido de Tres de Febre-
ro, PBA).
En tal sentido, desechó que la inactividad del tribunal
(derivada de dos cuestiones) fuera relevante “en la medida
en que el encausado se hallaba en libertad y permaneció
en situación de contumacia en este proceso”. Estas dos
cuestiones se relacionan básicamente con: a) la ausencia
de realización, por parte del órgano jurisdiccional, de me-
didas tendientes a dar con el imputado C. a pesar de la
información suministrada en 2009 por la Unidad Funcio-
nal de Delitos Flagrantes, Instrucción y Juicio nº 17 del
Departamento Judicial de San Martín, Provincia de Bue-
nos Aires; y b) la reserva errónea de las actuaciones entre
febrero y diciembre de 2016.
Contrariamente a lo que trasluce el decisorio puesto en
crisis, a mi modo de ver, la actividad del juzgado de ins-
trucción sí resultó dirimente para el dilatado transcurso de
la investigación y, en esa dirección, advierto que el a quo
se basó en circunstancias que no son acertadas.
Efectivamente la demora en la tramitación del sumario
reconoció su causa original en la inasistencia del imputado
que derivó en el dictado de su rebeldía (cuestión que, por
otro lado, trataré más adelante), pero lo que resulta induda-
ble es que fue luego la inactividad o negligencia del órga-
no estatal la que llevó a que esa situación no se revirtiera.
Es que, el juez de instrucción ha tenido oportunidad de
poder, al menos intentar, ubicar a J. L. C. y no ha realiza-
do medidas idóneas, a la altura de las herramientas que
el órgano jurisdiccional del Estado posee, para revertir la
situación de contumacia en la que se hallaba C.
Resulta contradictorio que se valore en detrimento del
imputado la circunstancia de haber sido condenado en dos
oportunidades durante el lapso de tiempo en que el pro-
ceso estuvo suspendido. Ello no revela ineludiblemente
la voluntad del acusado de continuar sustrayéndose a la
justicia (nacional), sino un bochorno que exhibe las fragi-
lidades del sistema de registro nacional y provincial y la
falta de idoneidad o descuido de los agentes judiciales pa-
ra superar una situación –relativamente sencilla– cuando
se tuvo posibilidades concretas de hacerlo.
Me refiero puntualmente a los oficios librados por la
UFI de San Martín que se encuentran agregados a fs. 229
y 235/236 de la causa nº 3544 del TOC nº 6.
En el primero se ponía en conocimiento que, en el mar-
co de la IPP 1500016109 que tramitaba en esa sede, J. L.
C. había aportado un domicilio en la calle Uspallata … de
Loma Hermosa, Partido de San Martín (fs. 201 de la c/nº
3544), sin que, según las constancias de la causa se adop-
taran medidas tendientes a dar con el imputado.
En el segundo, se reeditaba el pedido efectuado en el
anterior oficio sobre si seguían vigentes la rebeldía de C.
y el pedido de captura; esta vez, con mayor ahínco ante la
falta de respuestas del oficio anterior.
Si bien este último se habría contestado, puesto que a fs.
237 de la c/nº 3544 se despachó que se hiciera saber a la
UFI nº 17 de San Martín que continuaban vigentes la rebel-
día y orden de detención de J. L. C., lo cierto es que no se
consultó por el trámite de esa causa, ni se ordenó mandar
a detener al nombrado al domicilio brindado por aquella
UFI, mucho menos se constató que el oficio librado hubie-
ra llegado a destino para asegurarse que surtiera efecto.
Resulta elocuente el hecho de que, conforme se des-
prende de las copias que lucen en el Legajo de Personali-
dad, en el transcurso del tiempo en que esta causa estuvo
abierta, el nombrado C. hubiera cumplido dos condenas e
incluso hubiera accedido al instituto de libertad condicio-
nal, la que, aparentemente, también habría cumplido hasta
agotar la última de aquéllas; y que ahora se pretenda re-
tomar la acusación en su contra respecto de un hecho que
habría tenido lugar el 5 de mayo de 2001.
En ese contexto, la premisa de la que partió el a quo pa-
ra desechar la importancia de la inactividad jurisdiccional
“en la medida en que el imputado se hallaba en libertad”
resulta falaz, porque se sabía, o al menos debió certificar-
se, que el causante cumplió dos condenas.
Por otro lado, la reserva errónea del expediente por más
de nueve meses (desde planteo de falta de acción deduci-
do el 23 de febrero de 2016 –recuérdese que el trámite se
retomó cuando fue hallado el imputado C. el 12 de febrero
de 2016– hasta el 5 de diciembre de 2016) en un legajo de
rebeldes, en virtud de la orden de captura que pesaba res-
pecto de la coimputada S. A. C. –hermana del causante–,
tampoco es un dato a soslayar. Aun cuando no sea signifi-
cativo en comparación a los 16 años que tiene de iniciada
la causa, considero que no puede ser tratado con liviandad
cuando se le reprocha al imputado su propia actitud.
Sobre ese punto, la Sala VII no ha brindado explicación
razonable acerca de la diferencia de criterio para evaluar
un posible error o inactividad de parte del órgano juzgador
y de parte del imputado, teniendo en cuenta, además, la
diferencia de recursos y herramientas a la mano.
Es decir que, apenas 18 días después de que se retomara
el trámite de la causa, que habría estado paralizado por 14
años, según sostiene el a quo por exclusiva culpa del im-
putado, el juzgado reservó erróneamente las actuaciones
durante más de 9 meses, en el marco de un planteo sobre
el excesivo plazo para juzgar a C., y ello logró advertirse
de casualidad (el 5/12/16), cuando fue habida la coimputa-
da y se desarchivaron las actuaciones a su respecto.
Esta última cuestión, en sí, no exhibe una causal de
dilación excesiva, pero se suma a la serie de circunstancias
que no pueden ser invocadas para violar la garantía de ser
juzgado en un plazo razonable.
Por otro lado, el razonamiento utilizado por los magis-
trados de la instancia anterior mediante el cual sostuvie-
ron que la acción penal no se hallaba prescripta porque se
vio interrumpida con el dictado de dos sentencias que co-
rroboraron la comisión de, al menos, dos delitos (en 2009
y 2013) es un silogismo que no aplica para el planteo de
la parte.
Nadie pone en duda la existencia de esas condenas o
que la acción haya podido ser formalmente interrumpida

por ellas; el planteo de plazo razonable no es idéntico al
planteo de prescripción derivada de la regulación en el
Código Penal (Título X). El punto de agravio es que, pe-
se a haber efectuado un tratamiento penitenciario, pese
a la simpleza de lo que se investigaba en esa causa, pese
a haber tenido posibilidad efectiva de realizar medidas o
gestiones para dar con el paradero de C., el juez a cargo de
la investigación no las haya efectuado y se pretenda ahora
justificar la propia inactividad estatal en la rebeldía dictada
en el 2001.
En relación a las notificaciones que habrían derivado
en el dictado de rebeldía de J. L. C., pese a que ello no fue
cuestionado por su defensa en momento oportuno, he de
señalar que el personal de la Prosecretaría de Patronatos
no concurrió al domicilio del acusado bajo el argumento
de que se trataba de una zona peligrosa y en dos oportuni-
dades asentó que se habría enviado una citación al imputa-
do. Pero ninguna constancia se ha agregado al expediente
que diera cuenta de que efectivamente esas citaciones fue-
ron realizadas y que C. haya sido puesto en conocimiento
de la necesidad de realizar el informe socioambiental.
Pese a ello, con posterioridad a estos intentos frustrados
de realizar el informe socioambiental, y pese a no haber
constancias de recepción de las citaciones a la Prosecre-
taría de Patronatos, el imputado concurrió personalmente
al juzgado, ocasión en la que únicamente se lo notificó
del auto del procesamiento y del auto de radicación de la
causa en sede capitalina, pero nada se le hizo saber de la
necesidad de confección del informe socioambiental y de
la obligación de concurrir a la Prosecretaría de Patronatos.
Resta señalar que el juzgado ya tenía conocimiento de que
no se había llevado a cabo aún dicho informe, pese a lo
cual no facilitó esa cuestión, lo que derivó en una nueva
citación, cuya notificación, además, no fue realizada en
forma personal a C. Estas inobservancias por parte del juz-
gado en donde tramitó la instrucción, deben analizarse con
cautela a la hora de juzgar la actitud procesal del causante,
pues si bien no justifican su inasistencia en aquel momen-
to, revelan un estilo de trámite que, a la luz de las restantes
cuestiones señaladas en esta resolución, no fue una mera
excepción sino una modalidad de trabajo por parte del ór-
gano judicial, que no puede ser oponible a la garantía de la
persona imputada invocada por la defensa.
En consecuencia, concluyo que en el caso en particular,
y dadas las excepcionales circunstancias que presenta, se
ha vulnerado la garantía del plazo razonable que ampara
a J. L. C., la cual ha sido abordada con mayor profun-
didad en los precedentes de esta Cámara “Amaya, Luis
Abelardo”, Reg. nº 125/2016 y “Pérez, Juan José”, Reg.
nº 76/2016, a los cuales me remito.
Por ello, propongo al acuerdo, hacer lugar al recurso de
casación, revocar la resolución puesta en crisis, declarar ex-
tinguida la acción penal respecto de J. L. C. y sobreseer al
nombrado, cuyos demás datos personales se desprenden de
la causa, por el hecho por el que fue acusado en esta causa,
con la expresa mención de que la presente no afecta el buen
nombre y honor del que hubiera gozado con anterioridad,
sin costas (arts. 336 inc. 1º, 465 bis, 470, 530 y 531 CPPN).
Así voto.
El juez Gustavo A. Bruzzone dijo:
Llegado el momento de emitir mi voto, adelanto que
habré de compartir la solución que para el caso propone la
jueza Garrigós de Rébori.
Al fallar en los autos “Acosta”(1) y “Melián Massera”(2)
expuse, junto a los colegas que integraban aquella Sala,
cuál era el marco teórico y normativo bajo el cual debía
examinarse la garantía a ser juzgado en un plazo razo-
nable, teniendo en miras la jurisprudencia que sobre el
tópico elaboraron la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y nuestra propia Corte Suprema de Justicia de
la Nación.
En ese sentido, se hizo mención a diversos informes de
la Comisión IDH (“Giménez”, “Bronstein” y “García Va-
lladares”) y a la coincidente jurisprudencia de la Corte In-
teramericana en los casos “Genie Lacayo” y “Suárez Rose-
ro”, que establecieron cuáles eran los parámetros para ana-
(1) Sala 2, causa nº 719/2002, rta. 20-5-15, reg. 88/2015.
(2) Sala 2, causa nº 72288/2003, rta. 3-9-15, reg. 415/15.
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Noreste: Jorge Thea Tel. (011) 1564660335 / Patagonia: Nelson Ramírez Tel. (011) 1564629553
Buenos Aires, martes 6 de marzo de 2018
lizar la cuestión, considerando como criterios adecuados
para medir el tiempo razonable de duración del proceso
penal: “la complejidad del caso”, “la conducta del inculpa-
do” y “la debida diligencia de las autoridades judiciales”.
Por su parte, la Corte Suprema de Justicia examinó
la cuestión por primera vez en el fallo “Mattei” (Fallos:
272:188), donde se reconoció el fundamento de los prin-
cipios de progresividad y preclusión en la necesidad de
lograr una administración de justicia rápida dentro de lo
razonable, evitando que los procesos se prolonguen inde-
finidamente.
Luego, en “Kipperband”, “Barra” y “Egea” entre otros,
(Fallos: 322:360, 327:327 y 327:4815 respectivamente), el
máximo Tribunal tomó las pautas extraídas de la CIDH a
la hora de evaluar si hubo una transgresión del plazo razo-
nable en la duración de un proceso, es decir, tuvo en cuen-
ta los elementos mencionados: la complejidad del asunto,
la conducta procesal del justiciable y la diligencia de las
autoridades judiciales en la tramitación del asunto.
Puesto a examinar el caso concreto, observo que la acu-
sación que pesa sobre C. se corresponde a un hecho que
habría acaecido el 5 de mayo de 2001, es decir, hace ya
más de dieciséis años, y que ha sido calificado prima facie
como constitutivo del delito de robo agravado por haberse
cometido en un lugar poblado y en banda.
Es evidente que la demora en la tramitación del asunto
no obedece a la complejidad del caso, ya que se trata de
un hecho de sencilla tramitación en el que gran parte de
la prueba fue recolectada en los albores de la investiga-
ción. Siendo ello así, lo que está aquí en disputa es si esa
morosidad debe ser atribuida exclusivamente a la actitud
asumida por el imputado, quien fue declarado rebelde el
11 de diciembre de 2001 y permaneció bajo ese status has-
ta el 12 de febrero de 2016 o, por el contrario, a la falta de
diligencia de la autoridad judicial a cargo de la instrucción
de la causa.
Las vicisitudes que presenta el caso, exhaustivamente
detalladas en el voto de la colega preopinante, me con-
vencen de que a pesar del largo período durante el cual C.
permaneció en estado de contumacia, hubo posteriormente
una falta de diligencia de la autoridad judicial a la hora de
dar con su paradero que permite concluir, al día de hoy,
que la duración del proceso se ha vuelto irrazonable, en
clara afectación a la garantía en examen.
Como lo destaca la jueza del primer voto, si bien la
morosidad en la tramitación del asunto reconoció su cau-
sa originaria en la inasistencia del imputado, que derivó
en el dictado de su rebeldía y su consecuente orden de
captura, se vislumbra luego de ello una inactividad del
órgano jurisdiccional a cargo de la tramitación del asunto
que conllevó ineludiblemente a que esa situación irregular
no se revirtiera, pese a que contaba con las herramientas
necesarias para hacerlo.
En tal sentido, el Estado tiene a su alcance los recursos
necesarios para dar con el paradero de una persona con un
pedido de captura vigente o para, al menos, agotar todas
las posibilidades para que ello se produzca; por caso, la
información relativa a la existencia de otros procesos pa-
ralelos, culminados o en trámite pero de los cuales puedan
recabarse elementos de interés, puede ser cruzada y cons-
tatada con relativa sencillez. En este caso ello no ha ocu-
rrido, pero no sólo merced a la fragilidad de los sistemas
registrales nacional y provincial en lo que concierne a la
recolección y entrecruzamiento de datos, como lo destaca
la colega preopinante, sino también en virtud de la actitud
displicente asumida por el órgano instructor, que pese a
haber recibido dos comunicaciones en el año 2009, por
parte de la Unidad Funcional de Delitos Flagrantes, Ins-
trucción y Juicio nº 17 de San Martín, en donde se infor-
maba el domicilio aportado por el imputado en el marco
de la causa iniciada en su contra en aquella jurisdicción,
nada hizo para lograr su comparecencia o, cuanto menos,
certificar la corrección de la información aportada, máxi-
me teniendo en cuenta que el domicilio informado variaba
tan sólo en dos dígitos de la numeración catastral del que
fuera aportado en el marco de esta causa.
Destacada esa puntual referencia, y compartiendo en un
todo las restantes consideraciones allí volcadas, adhiero al
voto que antecede.
7
El juez Luis M. García dijo:
Atento a que en el orden de deliberación los jueces Ga-
rrigós de Rébori y Bruzzone han coincidido en los argu-
mentos y solución que cabe dar a cada una de las cuestio-
nes objeto del recurso de casación, y en vista de la natu-
raleza de esas cuestiones, estimo innecesario abordarlas
y emitir voto, por aplicación de lo que establece el art.
23, último párrafo, CPPN (texto según ley 27.384, B.O.
02/10/2017, que ya ha entrado en vigencia según el art. 8).
En virtud del acuerdo que antecede, la Sala 1 de la Cá-
mara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional
de la Capital Federal, por mayoría resuelve:
Hacer lugar al recurso de casación, revocar la resolución
puesta en crisis, declarar extinguida la acción penal respec-
to de J. L. C. y sobreseer al nombrado, cuyos demás datos
personales se desprenden de la causa, por el hecho por el
que fue acusado en esta causa, con la expresa mención de
que la presente no afecta el buen nombre y honor del que
hubiera gozado con anterioridad, sin costas atento al resul-
tado (arts. 336 inc. 1º, 465 bis, 470, 530 y 531 CPPN).
Regístrese, notifíquese, oportunamente comuníquese
(Acordada 15/13 C.S.J.N.; Lex 100) y remítase al tribunal de
procedencia, sirviendo la presente de atenta nota de envío.
Se deja constancia que el juez García no suscribe la
presente por hallarse en uso de licencia. – María L. Ga-
rrigós de Rébori. – Gustavo A. Bruzzone (Sec.: Carlos A.
Ferreiro Rodríguez).
Honorarios:
Abogado: contribución previsional; porcenta-
je; art. 12, inc. a), de la ley 6716 t.o. decre-
to 4771/95. Divorcio: Consecuencias o
efectos de la ruptura familiar: convenio regu-
lador; cuándo debe intervenir el juez. Có-
digo Civil y Comercial: Cambio de
paradigma: conflictos familiares.
1 – En un proceso de divorcio en el contexto del Código Civil y
Comercial de la Nación, la contribución previsional que co-
rresponde exigir de la comunidad vinculada, en los términos
del art. 12, inc. a), de la ley 6716 t.o. decreto 4771/95, es el
5 % aplicable sobre el monto del honorario profesional regu-
lado a los letrados intervinientes.
2 – El art. 437 del cód. civil y comercial de la Nación dispone
que el divorcio se decreta judicialmente a petición de ambos
o de uno solo de los cónyuges y, a diferencia de lo que acon-
tecía con la legislación anterior, consagra una nueva forma
de resolver las crisis familiares al focalizarse en las conse-
cuencias o efectos y no en las causas de la ruptura familiar.
3 – En un proceso de divorcio, recién en el supuesto de que no
haya acuerdo entre los cónyuges o que el convenio regulador
perjudique de modo manifiesto los intereses de los integran-
tes del grupo familiar, las cuestiones pendientes deben ser
resueltas por el juez de conformidad con el procedimiento
previsto en la ley local.
4 – Con la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación
aconteció un cambio de paradigma, ya que la ley le encarga
al juez que despliegue todos sus esfuerzos para eliminar la
confrontación y pacificar las relaciones familiares, por lo que
no existe una controversia o contienda que el juez deba deci-
dir (se suprimen las causas objetivas y subjetivas, se elimina
la figura de la separación personal, se suprimen los plazos
que establecía el Código Civil, tanto el que se fijaba desde
la celebración del matrimonio para solicitar el divorcio por
EDICTOS
CIUDADANÍA dadanía argentina. Por ello cualquier
persona que tuviere conocimiento de
El Juzgado Nacional de Primera Ins-
tancia en lo Civil y Comercial Federal algún acontecimiento que estimara
Nº 10, secretaría Nº 20, sito en Liber- podría obstar a dicha concesión, de-
berá hacerlo saber a este Juzgado.
tad 731 9º Piso de esta ciudad, infor-
Publíquese por dos días. Buenos Ai-
ma que ZAIRA ANAES FADUA ZARE
res 12 de octubre de 2017. Matías
TORRES de nacionalidad peruana
con DU 93.941.522 ha iniciado los M. Abraham, sec.
trámites tendientes a obtener la ciu- I. 5-3-18. V. 6-3-18 6393

D i a r i o d e D o c t r i n a
mutuo consentimiento como los plazos de falta de conviven-
cia que habilitaban el pedido de separación y divorcio por la
causal objetiva, así como el trámite de doble audiencia).
5 – El proceso extracontencioso o voluntario es aquel procedi-
miento de carácter unilateral cumplido ante los jueces con el
objeto de determinar ciertas situaciones jurídicas o cumplir re-
quisitos impuestos por la ley, mediante declaraciones que no
adquieren autoridad de cosa juzgada ni pueden causar perjui-
cio a terceros y cuyo objeto es, por tanto, una “petición” y no
una “pretensión” (entendida aquella como “un acto en cuya
virtud se reclama ante un órgano judicial y en interés del propio
peticionario la emisión de un pronunciamiento que constituya,
integre o acuerde eficacia a determinado estado o relación jurí-
dica privados”). El juez no se encuentra en presencia de dos li-
tigantes, no decide en contra de uno de ellos (contra nolentem),
sino en relación con uno solo que le pide que provea (adversus
volentem); por tanto, en este tipo de procedimiento nos encon-
tramos en presencia de un proceso “sin litigio”. M.A.R.
59.736 – CApel.CC San Isidro, sala III, febrero 8-2018. – T., A. A. y
otro/a s/divorcio por presentación conjunta.
San Isidro, 8 de febrero de 2018
Considerando:
I. La resolución apelada
La resolución de fs. 35 dispuso integrar debidamente
los aportes a cargo de la parte (a los efectos de totalizar el
10 % previsto por la ley 6716), respecto de los honorarios
de la Dra. Sellan regulados a fs. 24 vta.
II. La articulación recursiva
Interpuso la Dra. Sellan recurso de revocatoria con ape-
lación en subsidio (fs. 45/46). Sostuvo que el porcentaje
del pago del arancel se efectuó conforme la interpretación
que hizo la Caja de Previsión Social para Abogados de la
Provincia de Buenos Aires, en cuanto que los juicios de
divorcio iniciados bajo la órbita del nuevo Código Civil
y Comercial, son considerados como juicios voluntarios,
por ende sostiene que sólo debe abonarse el 5 % sobre los
honorarios regulados como pago de aportes por la parte.
La Sra. juez a quo rechazó la revocatoria, por consi-
derar que el juicio de divorcio vincular promovido en los
términos del art. 437 del Código Civil y Comercial de la
Nación, no se trata de un proceso voluntario. Sostuvo tam-
bién que en el caso la regulación no distingue honorarios
por los trabajos realizados en el trámite de divorcio de los
del convenio regulador, por lo que no puede aplicarse el
dictamen de la Caja de Previsión Social para Abogados
de la Provincia de Buenos Aires (Acta Directorio Nº 907
punto 69 a] del día 15/6/2017 –fs. 36/44–).
En consecuencia, concede la apelación en subsidio arti-
culada (fs. 48 vta.).
III. Tratamiento del recurso
El artículo 437 del Código Civil y Comercial de la Na-
ción, dispone que el divorcio se decreta judicialmente a
petición de ambos o de uno solo de los cónyuges. La nor-
ma, a diferencia de lo que acontecía con la legislación
anterior, consagra una nueva forma de resolver las crisis
familiares focalizando en las consecuencias o efectos y no
en las causas de la ruptura familiar.
Por su parte, el primer párrafo del artículo 438 del
Código Civil y Comercial de la Nación, cuyo epígrafe
es “Requisitos y procedimiento del divorcio”, hace refe-
rencia a “toda petición de divorcio” y en el segundo a
lo “peticionado por uno solo de los cónyuges” y en el
tercer párrafo menciona que las partes deben acompañar
“los elementos” en que fundan sus propuestas y que estas
“deben ser evaluadas por el juez, debiendo convocar a
los cónyuges a una audiencia”. Asimismo, recién en el
supuesto que no haya acuerdo, o que el convenio regu-
lador perjudique de modo manifiesto los intereses de los
integrantes del grupo familiar “las cuestiones pendientes
deben ser resueltas por el juez de conformidad con el pro-
cedimiento previsto en la ley local”.
Buenos Aires, martes 6 de marzo de 2018 Nº 14.361 AÑO LVI
Primer Director: Jorge S. Fornieles (1961 - 1978)
Propietario Universitas S.R.L. Cuit 30-50015162-1
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Redacción y Administración:
Tel. / Fax: 4371-2004 (líneas rotativas)
y J u r i s p r u d e n c i a e-mail: elderecho@elderecho.com.ar • www.elderecho.com.ar
Con la sanción del Código Civil y Comercial de la Na-
ción, aconteció un cambio de paradigma, ya que la ley le OPINIONES Y DOCUMENTOS
encarga al juez que despliegue todos sus esfuerzos para El lado oculto del aborto libre(*)
eliminar la confrontación y pacificar las relaciones fami-
El proyecto de ley que propone legalizar el aborto irrestricto
liares, no existe una controversia o una contienda que el
hasta la semana 14 y luego de ese límite en tres causales que
juez deba decidir (se suprimen las causas objetivas y sub-
incluyen las malformaciones fetales introduce en nuestra legisla-
jetivas, se elimina la figura de la separación personal, se
ción un dinamismo de exclusión de insospechadas consecuen-
suprimen los plazos que establecía el Código Civil, tanto
cias. La experiencia internacional demuestra que tal legaliza-
el que se fijaba desde la celebración del matrimonio para
ción en alianza con diagnósticos genéticos prenatales cada
solicitar el divorcio por mutuo consentimiento como los
vez más precisos, tempranos y seguros conlleva la eliminación
plazos de falta de convivencia que habilitaban el pedido
sistemática de casi el 90 % de los niños con ciertas formas de
de separación y divorcio por la causal objetiva, así como el
discapacidad, por ejemplo, síndrome de Down.
trámite de doble audiencia) (conf. Mizrahi, Mauricio Luis,
Esta nueva eugenesia no responde a una planificación esta-
La Ley 7/8/2017, La ley 2017-D, 2017 “El divorcio, sus
tal centralizada, sino a la consolidación de mecanismos jurídi-
efectos y el trámite procesal”).
cos de presión sobre los particulares. El médico se ve obligado
Conforme lo regulado por el Código se trata de un re-
a indicar el estudio genético a toda embarazada para evitar
querimiento bilateral de ambos cónyuges, o unilateral por
un eventual juicio de mala praxis de los padres por pérdida
uno solo de ellos (proceso extracontencioso), donde no
de la chance de abortar. Los sistemas de salud buscarán ex-
hay “demanda”, “pretensión” “partes”, aporte de “prue-
cluir de su cobertura o cobrar primas más altas a quienes no
bas” ni su “producción”, sino solo una “petición” realiza-
hicieron nada para evitar el nacimiento de los niños con disca-
da por un “peticionario”, quien acompañará “elementos”
pacidad. La preocupación por este problema puede advertirse
para sustentar su pedido. La “pretensión”, “controversia”
en los informes del Comité sobre los Derechos de las Personas
y las pertinentes calificaciones, según la situación de que
con Discapacidad dirigidos a España (2010), Hungría (2012)
se trate, de “actor”, “demandado”, “reconviniente” y “re-
y Austria (2013).
convenido”, quedarán relegados para después, pero sólo
Esta situación se expande también por una concepción fun-
restringidos a los aspectos en los cuales no se obtuvo una
cional de la sociedad, que no valora a la persona por su dig-
solución satisfactoria para ambos esposos, sin afectarse
nidad, sino por su utilidad. El diagnóstico prenatal se convierte
“los intereses de los integrantes del grupo familiar” (art.
en un mecanismo de control de calidad y, por el aborto libre, la
438, tercer párrafo; conf. Mizrahi, Mauricio Luis, La Ley
vida queda convertida en mero material biológico disponible.
7/8/2017, La Ley 2017-D, 2017 “El divorcio, sus efectos y
Por cierto que la noticia de una grave malformación o en-
el trámite procesal”).
fermedad genera angustia y conmoción en los padres y en la
Cabe agregar que el proceso extracontencioso o volun-
familia. Pero ello no autoriza el dar muerte al concebido, quien
tario es aquel “procedimiento de carácter unilateral cum-
es visto en estas situaciones como una amenaza que hay que
plido ante los jueces, con el objeto de determinar ciertas
evitar a toda costa, no como quien es: hijo de sus padres y
situaciones jurídicas o cumplir requisitos impuestos por la
paciente de sus médicos.
ley, mediante declaraciones que no adquieren autoridad de
El desafío es grande. Estamos llamados a pensar nuevas y
cosa juzgada ni pueden causar perjuicio a terceros y cuyo
solidarias formas de acompañar la maternidad. Ello significa
objeto es por tanto una ‘petición’ y no una ‘pretensión’
acoger cada vida como un bien. Valorar a la persona con dis-
(entendida aquella como ‘un acto en cuya virtud se recla-
capacidad y fortalecer los mecanismos de estimulación tempra-
ma ante un órgano judicial y en interés del propio peticio-
na, incluso prenatales. Apoyar a las madres en conflicto con su
nario, la emisión de un pronunciamiento que constituya,
embarazo para que puedan encontrar solidaridad y esperan-
integre o acuerde eficacia a determinado estado o relación
za, salvando las dos vidas. Conseguir maternidades seguras
jurídica privadas’). El juez no se encuentra en presencia de
que cumplan con los estándares de atención y seguridad. Ser
dos litigantes, no decide en contra de uno de ellos (contra
inclusivos con toda vida humana, pero en especial con aquella
nolentem) sino en relación a uno solo que le pide que pro-
que se presenta como más vulnerable y necesitada.
vea (adversus volentem), por tanto en este tipo de procedi-
miento nos encontramos en presencia de un proceso ‘sin Jorge Nicolás Lafferriere
litigio’” (Kielmanovich, Jorge L. La Ley 05/09/2017, AR/ VOCES: MÉDICO - LEY - PERSONA - PODER LEGISLATIVO
doc/2284/2017 “Una vez más sobre la naturaleza del pro- - DERECHO - CONSTITUCIÓN NACIONAL - CAPA-
ceso de divorcio”; Carnelutti, F. “Instituciones del proceso CIDAD - DERECHOS HUMANOS - SALUD PÚBLICA
civil”, T. I, p. 50). - BIOÉTICA - DERECHO PENAL ESPECIAL - DIS-
En consonancia con lo expuesto –y más allá de compar- CRIMINACIÓN - CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL
tir o no los fundamentos dados por la institución– la propia
Caja de Previsión Social para Abogados de la Provincia de (*) Publicado en La Nación, edición impresa, 24-2-18, pág. 16,
Buenos Aires (Acta Directorio Nº 907 punto 69 a] del día https://www.lanacion.com.ar/2111730-el-lado-oculto-del-aborto-libre.
15/6/2017) estableció que en “el proceso de divorcio en el
contexto del Código Civil y Comercial de la Nación (…)
que la contribución previsional que corresponde exigir de
NOVEDADES 2017
la comunidad vinculada, en los términos del art. 12 inc.
a) de la ley 6716 t.o. Dec. 4771/95, es el cinco por ciento
(5 %) aplicable sobre el monto del honorario profesional S. J. Danessa - L. B. Scotti -
regulado a los letrados intervinientes”. F. Zubarán
No empece al tipo de juicio en análisis (divorcio) la Guía de Derecho
existencia de un convenio regulador sobre otras cuestiones Internacional Privado
propias de la ruptura matrimonial (autorizado por ley –arts.
437, 438 del CCCN–), lo cual, claro está, no implica la EDUCA
acumulación de acciones ni altera la naturaleza del proce- 2017
so instado –divorcio– (art. 18 C.N.). ISBN 978-987-620-349-4
515 páginas
En consecuencia, corresponde revocar la resolución
apelada, lo que así se decide. Las costas de Alzada se im-
ponen por su orden (art. 31 de la ley 14.967).
El presente se suscribe en los términos del Acuerdo Ex-
Venta telefónica: (11) 4371-2004
traordinario del 7 de agosto de 2017 de esta Excma. Cámara.
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Regístrese y devuélvase. – María I. Soláns. – Jorge L.
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Zunino (Sec.: Ana M. Breuer).