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Y
EMOCIÓN
Título SEMANA 5 Y 6
Giuseppe Verdi no logró alcanzar su sueño de estudiar en el
conservatorio de Milán porque suspendió las pruebas de acceso. Un
rechazo que no impidió al genial compositor de La
Traviata o Rigoletto dominar la escena operística europea del siglo
XIX. Darwin, Churchill o Einstein también sufrieron tropiezos con sus
calificaciones durante su juventud. Y si en la escuela los sistemas
para juzgar el rendimiento (Enlaces a un sitio externo.)Enlaces a un
sitio externo. de los estudiantes no siempre son fiables, los
utilizados por las empresas para idéntico cometido con sus
trabajadores también dejan mucho que desear.
Cuestión de eficacia
Para Cerón, la evaluación será eficaz en la medida en que "sea capaz
de identificar objetivos y comportamientos que reflejen el plan de
negocio, cultura y valores de la organización; establezca la
arquitectura y despliegue en cascada del sistema de objetivos y
conductas esperadas para cada uno de los departamentos e
individuos, y los vincule a unos sistemas de recompensa rigurosos y
transparentes". Determinar las fuentes de información y los
indicadores a utilizar, verificando su disponibilidad y claridad,
completan esta receta.
La falta de preparación de los mandos para esta tarea es, según los
especialistas, manifiesta. "En general, se improvisa bastante y se
deja demasiado espacio a lo personal, al que me cae bien o mal",
lamenta Oscar Massó, experto en marketing y estrategias digitales.
Las arbitrariedades están a la orden del día. "Pasan cosas como que
el grupo de confianza del jefe suele recibir buenas puntuaciones,
mientras que otras personas que a lo mejor han conseguido el 140%
de sus objetivos del año pero son menos cercanas a ese mando
tienen una mala evaluación", denuncia Juan Carrión, profesor del
máster en Dirección de Personas y Desarrollo Organizativo de ESIC.
El efecto recencia, por el cual se tiende a contar únicamente la
última impresión del evaluado olvidando su trayectoria anterior, es
otro sesgo en el que suelen incurrir los evaluadores inexpertos. "Te
encargan una tarea, por lo que sea te retrasas un par de días y en la
evaluación consignan 'lento' aunque normalmente no lo seas", señala
Carrión.
Proceso objetivo
Para tratar de objetivar esos procesos, las organizaciones introducen
métricas y sistemas de base científica en sus evaluaciones. Una
herramienta habitual son las matrices de talento, diagramas de tres
por tres cuadrantes en los que se ubica a las personas en función de
su desempeño y potencial. En la esquina superior derecha estarán las
"estrellas emergentes", trabajadores que destacan en ambos
apartados; mientras que los empleados que caen repetidamente en el
cuadrante inferior izquierdo están adquiriendo papeletas para su
finiquito. Esa información servirá para diseñar planes de desarrollo
específicos para cada grupo. Pero el propio sistema encierra su
perversión. Juan Carrión cuenta que algunas empresas establecen
cuotas y hacen una distribución forzada de su plantilla para poder
cumplirlas. "Si la gente sabe que, pase lo que pase, solo cuatro
personas del departamento van a ir a la casilla que da acceso a las
promociones o a los planes de sucesión, se está fomentando que los
compañeros compitan entre sí en lugar de colaborar", advierte.