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2018
PARTE ESPECIAL
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ÍNDICE
ESTATUTO PERSONAL. DOMICILIO. ................................................................................................................ 7
JURISPRUDENCIA ............................................................................................................................................ 9
ADOPCIÓN .................................................................................................................................................... 34
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PRENSA. Adopción internacional como último recurso ....................................................................... 34
Banfi, Karina Veronica y otro s. informacion sumaria. CNCiv., sala M, 16/12/14 ................................ 40
S., C. H. Juz. Civ. y Com. de Conciliación y Familia. Deán Funes (Cordoba)- 07/04/95. ....................... 66
C., R. A. E. c. G., A. A. s. exhortos y oficios. CCiv. y Com., Lomas de Zamora, sala I, 12/08/15 .......... 120
Q., A. c. C., M. V. y otro s. reintegro de hijo. CNCiv., sala J, 24/09/15 ............................................... 129
Oficina de la Defensa Pública C.R. (E. M.) s. restitución internacional de menor de edad. Superior
Tribunal de Justicia de Chubut. 13/11/12. ......................................................................................... 138
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B., S. M. c. P., V. A. s. restitución de hijo. CSJN, 19/05/10 ................................................................. 183
TABLA MODELO PARA REALIZAR CUADRO COMPARATIVO DE REGÍMENES APLICABLES .......................... 204
ALIMENTOS................................................................................................................................................. 231
Cavura de Vlasov, E. c. Vlasov, A. s. divorcio y separación de bienes. CSJN, 25/03/60 ..................... 232
Carreras Lamarca, María Teresa Nicolasa c. Mariñas, Lucrecia Susana s. exclusión de heredero. CNCiv.,
sala K, 10/04/15 ................................................................................................................................. 240
S., G. A. c. I., A. C. s. divorcio art. 214, inc. 2° C.C. Juz. Nac. Civ. 25, 26/08/10 .................................. 251
Tang de Wong, Ivy y otro – Cám. Civil Nº1ª de la Capital, 23/03/42 ................................................. 254
D., O. A. c. C., T. M. s. cesación de cuota alimentaria. CNCiv. Sala I- 31/08/04 ................................. 258
Behrens, Germán Federico o Hermann Friedrich s. sucesión ab intestato - CCiv. y Com. San Isidro Sala II-
24/06/03. .................................................................................................................................................... 262
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Behrens, Germán Federico o Hermann Friedrich s. sucesión ab intestato - Suprema Corte de la Provincia de
Buenos Aires. 13/06/07 .............................................................................................................................. 265
Behrens, Germán Federico o Hermann Friedrich s. sucesión ab intestato - Corte Suprema de Justicia
Nacional, 09/06/09. ........................................................................................................................... 273
Aldeco, Juan Carlos s. sucesión. CCiv., Com., de Minas, Paz y Trib., Mendoza, 5ª 07/02/12. ............ 296
Solá, Jorge Vicente s. sucesión ab. CNCiv, sala G, 05/08/94 .............................................................. 301
Solimando, Francisco. CCiv. y Com. Morón, sala 2ª, 21/06/05 .......................................................... 326
FORMA........................................................................................................................................................ 337
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Méndez Valles, Fernando c. Pescio A. M. s. ejecución de alquileres. CSJN, 26/12/95....................... 339
Inspección General de Justicia c. Frinet S.A. CNCom. Sala B. 04/05/07. ............................................ 355
Agropecuaria La Ventana S.A. c. Clovis Internacional Corp. CCiv. y Com. Azul. Sala II- 15/06/04. .... 373
Compañía Smarter S.A. s. pedido de quiebra. CNCom., Sala A. 10/08/12 ......................................... 391
People and Partners S.R.L. s. quiebra. CNCom., Sala F. 24/02/11 ..................................................... 395
Sánchez, Raúl c. Lichtenstein, Mario. CNTrab., sala II, 17/08/00 ....................................................... 418
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ABN Amro Bank c. Oscar Guerrero S.A. s. demanda. Juz. Civ. y Com. nº 12, Rosario, 01/02/01, ...... 420
Moka S.A. c. Graiver, David, suc. y otros. CNCiv., sala G, 06/04/98 ................................................... 430
CNTrab., Sala Vi, 22/11/91, Arellano De Pedretti, Trancita Leonor (Por Sí E Hijos Menores) C. Techint
Compañía Técnica Internacional Saci. ................................................................................................ 451
Fernández, Liliana M. y otras c. Bonavera, Walter O. y otros s. daños y perjuicios. CSJN, 04/09/12 459
Reger de Maschio c. Annan JNEsp. Civ. y Com. 50, 10/10/83, Reger de Maschio, Wally D. y otro, c.
Annan, Guillermo A. ........................................................................................................................... 461
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PERSONAS HUMANAS
ESTATUTO PERSONAL. DOMICILIO.
CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN.
ARTICULO 2613.- Domicilio y residencia habitual de la persona humana. A los fines del derecho internacional
privado la persona humana tiene:
a) su domicilio, en el Estado en que reside con la intención de establecerse en él;
b) su residencia habitual, en el Estado en que vive y establece vínculos durables por un tiempo prolongado. La
persona humana no puede tener varios domicilios al mismo tiempo. En caso de no tener domicilio conocido,
se considera que lo tiene donde está su residencia habitual o en su defecto, su simple residencia.
ARTICULO 2614.- Domicilio de las personas menores de edad. El domicilio de las personas menores de edad
se encuentra en el país del domicilio de quienes ejercen la responsabilidad parental; si el ejercicio es plural y
sus titulares se domicilian en estados diferentes, las personas menores de edad se consideran domiciliadas
donde tienen su residencia habitual.
Sin perjuicio de lo dispuesto por convenciones internacionales, los niños, niñas y adolescentes que han sido
sustraídos o retenidos ilícitamente no adquieren domicilio en el lugar donde permanezcan sustraídos, fuesen
trasladados o retenidos ilícitamente.
ARTICULO 2615.- Domicilio de otras personas incapaces. El domicilio de las personas sujetas a curatela u otro
instituto equivalente de protección es el lugar de su residencia habitual.
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Art. 5° - En aquellos casos que no se encuentren especialmente previstos en el presente tratado, el domicilio
civil de una persona física, en lo que atañe a las relaciones jurídicas internacionales, será determinado en su
orden, por las circunstancias que a continuación se enumeran:
1°) La residencia habitual en un lugar, con ánimo de permanecer en él.
2°) A falta de tal elemento, la residencia habitual en un mismo lugar del grupo familiar integrado por el
cónyuge y los hijos menores o incapaces; o la del cónyuge con quien haga vida común; o, a falta de cónyuge,
la de los hijos menores o incapaces con quienes conviva. 3°) El lugar del centro principal de sus negocios.
4°) En ausencia de todas estas circunstancias, se reputará como domicilio la simple residencia.
Art. 6° - Ninguna persona puede carecer de domicilio ni tener dos o más domicilios a la vez.
Art. 7° - El domicilio de las personas incapaces sujetas a patria potestad, a tutela o a curatela, es el de sus
representantes legales; y el de éstos, el lugar de su representación.
Art. 8° - El domicilio de los cónyuges existe en el lugar en donde viven de consuno. En su defecto, se reputa
por tal el del marido.
Art. 9° - La mujer separada judicialmente o divorciada conserva el domicilio del marido mientras no constituya
otro. La mujer casada abandonada por su marido conserva el domicilio conyugal, salvo que se pruebe que ha
constituido por separado, en otro país, domicilio propio.
Art. 11. - En caso de cambio de domicilio, el ánimo resultará, salvo prueba en contrario, de la declaración que
el residente haga ante la autoridad local del lugar adonde llega; y, en su defecto, de las circunstancias del
cambio.
REGLAS DEL COMITÉ DE MINISTROS DEL CONSEJO DE EUROPA
1. El concepto de domicilio nace de la circunstancia de que una persona tenga, voluntariamente, en un país
o lugar, su residencia única o principal con la intención de convertirla en el centro de sus intereses. La
intención puede surgir de la duración de la residencia transcurrida o planeada u otras relaciones personales
o de trabajo con el país o lugar.
2. El domicilio se mantiene hasta la adquisición de otro.
3. El domicilio de una persona casada no depende del cónyuge, pero el domicilio de éste es un elemento a
tener en cuenta para determinarlo.
4. Los menores tienen el domicilio derivado de la persona que determina su residencia. Cuando con
autorización de esta persona o de la autoridad competente reside en otro país en que tiene su centro de
interés, se presume que tiene su domicilio en esa nación.
5. Los incapaces de adquirir nuevo domicilio mantienen el anterior.
6. Cuando no se puede determinar el domicilio de una persona, se tiene por tal el lugar de su residencia.
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JURISPRUDENCIA
CASO “JONES”. IOWA 1921
Evan Jones, nacido en Gales emigró hacia EUA en 1883 al promoverse contra él una demanda de paternidad
en la que finalmente fue declarado progenitor de un hijo extramatrimonial.
Realizó el viaje hacia el nuevo continente con la esposa e hijos de David P. Jones, domiciliado en Iowa, EUA.
Durante su vida en Iowa, Evan adquirió valiosos bienes y se nacionalizó en 1896. Luego de la muerte de
David, contrajo matrimonio con la viuda de su hermano, quien falleció en 1914.
En 1915 decidió regresar a Gales. Vendió en EUA dos granjas y varios bienes inmuebles y depositó el dinero
en un banco de Iowa, hasta su arribo a Gales, donde iba a establecer su nuevo domicilio.
Zarpó desde NYC hacia Gales en el Lusitania (barco de pabellón inglés, perteneciente a la empresa inglesa
Cunard) pero la embarcación fue hundida por un submarino alemán el 7 de mayo de 1915. Jones no sobrevivió.
Se originó en EUA la disputa sucesoria entre los hermanos del causante y el hijo ilegítimo.
A la sucesión se le aplicaba la ley del último domicilio del causante (tanto la ley británica como la de Iowa,
coincidían en este aspecto). Todas las parten admitían que el Lusitania no era su último domicilio.
Si el tribunal consideraba que el último domicilio se encontraba en Iowa, el hijo bastardo resultaba único
heredero en la sucesión. Si, por el contrario, consideraba que su último domicilio se encontraba en Gales
(lugar de destino) el hijo ilegítimo no tendría ningún derecho sobre la herencia.
La Corte de Iowa en 1921 decidió que había que realizar una ficción, ya que Evan falleció in itinere y determinar
cuál era su último domicilio.
Las posibilidades eran dos: 1) considerar que mantuvo su domicilio en Iowa mientras no constituyó uno nuevo;
2) considerar que, al haber vendido todos sus bienes, abandonando EUA y manifestando su voluntad de
establecer domicilio en Gales, éste resultaba su último domicilio.
El tribunal aplicó la regla general de que un domicilio legalmente adquirido es retenido mientras no se
adquiera uno nuevo.
ARTICULO 2616.- Capacidad. La capacidad de la persona humana se rige por el derecho de su domicilio.
El cambio de domicilio de la persona humana no afecta su capacidad, una vez que ha sido adquirida.
ARTICULO 2617.- Supuestos de personas incapaces. La parte en un acto jurídico que sea incapaz según el
derecho de su domicilio no puede invocar esta incapacidad si ella era capaz según el derecho del Estado donde
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el acto ha sido celebrado, a menos que la otra parte haya conocido o debido conocer esta incapacidad. Esta
regla no es aplicable a los actos jurídicos relativos al derecho de familia, al derecho sucesorio ni a los derechos
reales inmobiliarios.
CÓDIGO CIVIL
Art. 6° La capacidad o incapacidad de las personas domiciliadas en el territorio de la República, sean nacionales
o extranjeras será juzgada por las leyes de este Código, aún cuando se trate de actos ejecutados o de bienes
existentes en país extranjero.
Art. 7° La capacidad o incapacidad de las personas domiciliadas fuera del territorio de la República, será
juzgada por las leyes de su respectivo domicilio, aun cuando se trate de actos ejecutados o de bienes
existentes en la República.
Art. 948. La validez o nulidad de los actos jurídicos entre vivos o de las disposiciones de última voluntad,
respecto a la capacidad o incapacidad de los agentes, será juzgada por las leyes de su respectivo domicilio
(artículos 6. y 7).
Art. 949. La capacidad o incapacidad de derecho, el objeto del acto y los vicios sustanciales que pueda
contener, serán juzgados para su validez o nulidad por las leyes de este código.
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JURISPRUDENCIA. CAPACIDAD.
Dupre, Miranda c. Avila, Lucrecia. CNCiv. Sala B. 30/10/00.
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OPINIÓN DEL ASESOR DE MENORES DE CÁMARA
Cabe dejar establecido, ante todo, que cualquiera eficacia ineficacia de los actos impugnados de nulidad,
desde que los vicios incurridos en el trámite que pueden subsanarse por vía de apelación, corresponde entrar
directamente al examen de la pretensión del recurrente.
a) Promovidas estas actuaciones por el asesor de menores de 1º instancia a raíz de una comunicación remitida
por el Min. de Relaciones Exteriores y Culto en que se da cuenta de la presentación en nuestro consulado en
la capital del estado de Israel (Te. Aviv) de la ciudadana argentina. De 18 años de edad, Evelina Geraldina
Faustina Berman, solicitado autorización para Viajar de regreso y gestionar aquí la venia para contraer
matrimonio con la persona con quien convive, el sentenciante dispone hacer saber al Poder Ejecutivo de la
Nación de que el consulado de la República en el Estado de referencia se halla autorizado para proveer a la
interesada de la documentación necesaria para su regreso al país, con la salvedad expresa de que a su arribo,
habrá de quedar a disposición de aquél.
b) Con habilitación de día y hora, se ha dado trámite a lo solicitado. La urgencia se fundamenta la gravidez de
la peticionan a quien se habría visto obligada a hacer abandono de la casa paterna por la intransigencia de sus
progenitores y diside creencias religiosas que motivan su oposición al matrimonio proyectado.
c) Conviene subrayar que el a quo hace hincapié en el art. 90, inc. 6, C. C., cuando recuerda que los incapaces
tienen el domicilio de sus representantes. En verdad, resulta innegable el derecho determinar la residencia
del hijo, por parte del padre como derivado de la patria potestad y la correlativa facultad a exigir la devolución
del hijo contra cualquiera que lo detenga contra derecho (conf. Lehmana, Heirich, “Derecho de familia”. ed.
“Revista de Derecho Privado”, Madrid, 1953, vol. IV ps. 308 y 310) No obstante, procede circunscribir el caso
planteado a sus verdaderos límites, la supuesta menor Berman no es ya menor para el ordenamiento jurídico
israelita, como tampoco lo es para nuestro sistema legal, en función de lo previsto en los arts. 138 y 139, C. C.
En rigor, por el hecho de haberse trasladado la menor al país en que se domicilia en la actualidad y haber
alcanzado según sus leyes, la mayoría de edad, se encuentra habilitada como mayor para nuestra ley. Trátase
de respetar el hecho irrevocable de la mayor edad (Vico, Carlos M., “Derecho Internacional privado” Bs. As.,
1926 t. 2 p.302). En principio, la ley del domicilio es la que debe prevaler, pero, además, se ha procurado
introducir una modificación al principio general que asegure la estabilidad y haga irrevocable la capacidad
adquirida.
d) En resumen, de las constancias de autos se desprende que la peticionante por ante el consulado argentino
se domicilia en Tel Aviv. Estado de Israel y que por la ley de su domicilio ha adquirido capacidad civil por
mayoría de edad, que el ordenamiento jurídico argentino lejos de cuestionar, reconoce expresamente (arg.
de los arts. 138 y 139 C. C.). De ahí que, teniendo por acreditada la capacitación por la mayoría de edad (Rey
Ricardo E., “La aplicación de la ley extranjera y nuestro código civil”, en “Revista de la Facultad de Derecho”,
t. 5, p. 889, Julio-setiembre de 1926) aparezca innecesaria la “venia aetatis” así como la intervención del
ministerio pupilar.
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Por todo ello, y quedando habilitada la interesada para gestionar por ante y quien corresponda con la
capacidad, civil que le reconocen las leyes de la Republica a los mayores de edad, opino que V. E. debe, al así
declararlo, revocar la resolución recurrida y ordenar el oportuno archivo de las actuaciones. – ALBERTO M.
JUSTO.
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SENTENCIA DE 2º INSTANCIA
Buenos Aires, diciembre 30 de 1957.-
Considerando:
1º – El padre de la causante recurre y dice la nulidad del auto en recurso, fundándose en que el asesor de
menores Dr. Grandori es incompetente para promover estas actuaciones que se han violado las formas
sustanciales del juicio y el derecho de defensa que corresponde a los padres, al no dársele oportunidad para
expresar su opinión, planteando, finalmente, la incompetencia del a quo por domiciliarse el recurrente en el
Estado de Israel.
2º – En la alzada, el asesor de menores de cámara formula un nuevo planteamiento, pues sostiene que,
domiciliándose la hija en Israel, donde ha llegado a la mayoría de edad que -en ese Estado se adquiere a los
18 años- corresponde la revocación del auto apelado y el archivo de estas actuaciones.
3º – Esa tesis del ministerio pupilar debe ser tratada en primer término, pues de prosperar la misma, haría
innecesario el estudio de los agravios expuestos por el recurrente, que carecería, así, de personería para
actuar
4º – Resultan de las presentes actuaciones las dos circunstancias fundamenta es que acreditan la tesis del
ministerio pupilar. La primera, o sea el domicilio de la hija del apelante en el Estado de Israel está debidamente
probada por las manifestaciones y comparecencia de aquélla ante el consulado de nuestro país en Tel Aviv y
con las expresiones contenidas a f. 29 en el escrito apelatorio.
La segunda, es decir, la mayoría de edad a los 18 anos en ese Estado, surge de los propios términos del auto
apelado, que no fueron objeto de refutación por el apelante en el extenso escrito de fs. 29/33. El silencio que,
en este aspecto, observa el recurrente, importa la admisión de la existencia de la capacidad conforme a la ley
extranjera, afirmada por el a quo, admisión que exime de toda otra prueba acerca del hecho precitado o sea:
de la ley extranjera que rige el caso expresamente invocado por el asesor de menores de cámara (v. art. 13.
C. C., Salvat “Parte general”, nº 3248).
5º – Reconocidos los dos elementos fundamentales, juega en el caso el principio de derecho internacional
privado contenido en los arts. 138 y 139, C. C., los cuales sujetan al “domicilio actual” el sistema legal
imperante en lo relativo a la mayoridad y emancipación, elementos Vinculados estrechamente a la capacidad.
Y si bien es cierto que ambas normas solamente tienen en vista el cambio de domicilio existente en el Estado
extranjero al territorio de la República, la doctrina acepta, también, y generalmente, la misma solución para
los casos de cambio de domicilio existentes en la República al territorio de un Estado extranjero y el cambio
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de domicilio existente en un Estado extranjero al territorio de otro Estado extranjero (conf. Busso, t. 1, p. 655,
Nº 2, 5 y 6; Vico, “Curso”, t. º, Nº 494, p. 430; Pontes de Miranda, t. 1, ps. 419 y 420; Wolff, ps. 152 y 153).
6º – En consecuencia de lo expuesto, cabe concluir que domiciliándose Evelina Geraldina Faustina Berman en
el Estado de Israel, teniendo la misma 18 años de edad cumplidos, y adquiriendo en el país donde se domicilia
actualmente la mayoría a esa edad, de conformidad con lo dispuesto por los arts. 138 y 139, C. C., la venia
solicitada es innecesaria, pues dicha persona se encuentra habilitada para gestionar por sí sola, en atención a
su mayoridad (v. Salvat, nos. 1162/9).
Resultan así extraños a la litis los conceptos vertidos por el recurrente, que se vinculan con el importante
problema de obediencia o intemperancia de la hija; como, asimismo -y por más respetables que fueren los
sentimientos respectivos- las alegaciones sobre “patria potestad”.
Por lo expuesto y consideraciones acordes hechas por el asesor de menores de cámara, se revoca el auto
apelado, debiendo procederse al archivo de estas actuaciones. A sus efectos, dése testimonio y hágase saber
la presente resolución, con trascripción de sus términos al Ministro de Relaciones Exteriores a los fines de su
oportuna comunicación a quien corresponda. – ROBERTO E. CHUTE. – LUIS M. BOFFI BOGGERO. – LUIS R.
GONDRA.
ACTIVIDAD. CAPACIDAD.
Caso Micaela
Ubiquemos contextualmente el caso en la época que en Argentina se adquiría la mayoría de edad a los 21
años. Este caso es de finales de la década del ’50.
Micaela Rodriguez, argentina, actualmente domiciliada en Argentina se fue a vivir a Israel a los 5 años y allí se
encuentra actualmente. En ese contexto, se presenta en el consulado argentino en Tel-Aviv y solicita
autorización para viajar a la República Argentina a los efectos de tramitar la venia para contraer matrimonio
– ella tiene 19 años-, que le era negada por su padre, quien estaba viviendo y tenía domicilio en Buenos Aires.
La situación se plantea por el hecho de ella encontrarse embarazada y existir una incompatibilidad entre los
deseos de la pareja y los de la familia de Micaela. Ante esta situación, el asesor de menores plantea la cuestión
judicial ante los tribunales argentinos.
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Consignas:
7. ¿Considera necesario el tramite realizado por Micaela para contraer matrimonio? ¿Qué consideraciones
hubiese realizado Ud. como abogado/a de ella?
Caso Lereox
Matías Leroux, nacido en la República Francesa en 1983, vivió en ese país hasta la edad de diez años. Momento
en que, por razones laborales de sus padres, la familia Leroux traslada su domicilio a la Argentina.
Por distintas desavenencias conyugales, los padres de Matías deciden divorciarse vincularmente en 1998. En
dicha oportunidad, los cónyuges llegan a un acuerdo respecto de la cuota alimentaria del menor, que es
homologado judicialmente en el expediente del divorcio.
El pago de las prestaciones se cumple hasta marzo de 2001 en que Matías viaja a Montpellier, Francia, a cursar
sus estudios universitarios.
Allí, renta un departamento, obtiene una beca de estudios del gobierno francés, realiza trabajos temporarios
durante el receso de los estudios y posee una novia ecuatoriana, a quien conoció en la facultad.
La Sra. Leroux se opone considerando que son aplicables las leyes de nuestro país, por ser este el domicilio de
Matías quien es aún menor de edad, y solicita se obligue al Sr. Leroux a cumplir las prestaciones alimentarías
hasta que alcance los veintiún años. (emancipación por edad según el derecho argentino)
Consignas:
1. ¿Cuál sería su resolución como juez de la causa? ¿Haría lugar al incidente de cese de cuota alimentaria?
¿Qué normas legales aplicaría?
2. De acuerdo con las normas argentinas, Matías ¿es menor de edad porque no cuenta aún con veintiún años
(en esa época) o ha adquirido la plena capacidad como alega su padre? Fundamente su respuesta, indicando
los elementos que toma a consideración.
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BERMAN, Evelina Geraldina Faustina s/ venia supletoria
SENTENCIA 1º INSTANCIA –
Considerando:
Por aplicación de lo dispuesto por el art. 90, inc. 5, C. C., el domicilio de los menores es el de sus padres. La
competencia, pues, del suscrito emerge de ese hecho.
En el caso, de los Informes de fs. 13 y 22, como así de la cédula de fs. 16/17, surge que el domicilio de dichas
Personas es en la calle Corrientes 2241 de esta Capital.
En tal situación, dadas las circunstancias alegadas y al solo efecto de someterse a la jurisdicción de los jueces
de su país, corresponde acceder al pedido que la Srta. Berman formula por intermedio del asesor de menores.
Por lo demás, es de observar que no habría impedimento legal en proceder de esta suerte, aun en el caso que
tos padres hayan mudado su domicilio, ya que, siendo la presentante mayor de edad en el estado de Israel, si
ese fuera el lugar de su actual domicilio, su voluntad de someterse a los tribunales de su país no podría ser
cuestionada allí por sus progenitores.
Por ello y al solo efecto de que la recurrente se someta a la jurisdicción de los jueces de la república, resuelvo
hacer saber al Poder Ejecutivo de la Nación, por oficio y por intermedio del Min. de Relaciones Exteriores, que
el consulado de la República Argentina en la República de Israel está autorizado a proveer a Evelina Geraldina
Faustina Berman de la documentación necesaria y demás requisitos para su regreso al país, con la salvedad
del suscrito. Habilítense día y hora, atenta la urgencia del caso, para el cumplimiento de esta resolución –
RODOLFO DE ABELLEIRA (Sec.: Alberto L. Riccheri).
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Cabe dejar establecido, ante todo, que cualquiera eficacia ineficacia de los actos impugnados de nulidad,
desde que los vicios incurridos en el trámite que pueden subsanarse por vía de apelación, corresponde entrar
directamente al examen de la pretensión del recurrente.
a) Promovidas estas actuaciones por el asesor de menores de 1º instancia a raíz de una comunicación
remitida por el Min. de Relaciones Exteriores y Culto en que se da cuenta de la presentación en nuestro
consulado en la capital del estado de Israel (Te. Aviv) de la ciudadana argentina. De 18 años de edad, Evelina
Geraldina Faustina Berman, solicitado autorización para Viajar de regreso y gestionar aquí la venia para
contraer matrimonio con la persona con quien convive, el sentenciante dispone hacer saber al Poder Ejecutivo
de la Nación de que el consulado de la República en el Estado de referencia se halla autorizado para proveer
a la interesada de la documentación necesaria para su regreso al país, con la salvedad expresa de que a su
arribo, habrá de quedar a disposición de aquél.
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c) Conviene subrayar que el a quo hace hincapié en el art. 90, inc. 6, C. C., cuando recuerda que los
incapaces tienen el domicilio de sus representantes. En verdad, resulta innegable el derecho determinar la
residencia del hijo, por parte del padre como derivado de la patria potestad y la correlativa facultad a exigir
la devolución del hijo contra cualquiera que lo detenga contra derecho (conf. Lehmana, Heirich, “Derecho de
familia”. ed. “Revista de Derecho Privado”, Madrid, 1953, vol. IV ps. 308 y 310) No obstante, procede
circunscribir el caso planteado a sus verdaderos límites, la supuesta menor Berman no es ya menor para el
ordenamiento jurídico israelita, como tampoco lo es para nuestro sistema legal, en función de lo previsto en
los arts. 138 y 139, C. C. En rigor, por el hecho de haberse trasladado la menor al país en que se domicilia en
la actualidad y haber alcanzado según sus leyes, la mayoría de edad, se encuentra habilitada como mayor para
nuestra ley. Trátase de respetar el hecho irrevocable de la mayor edad (Vico, Carlos M., “Derecho
Internacional privado” Bs. As., 1926 t. 2 p.302). En principio, la ley del domicilio es la que debe prevaler, pero,
además, se ha procurado introducir una modificación al principio general que asegure la estabilidad y haga
irrevocable la capacidad adquirida.
d) En resumen, de las constancias de autos se desprende que la peticionante por ante el consulado
argentino se domicilia en Tel Aviv. Estado de Israel y que por la ley de su domicilio ha adquirido capacidad civil
por mayoría de edad, que el ordenamiento jurídico argentino lejos de cuestionar, reconoce expresamente
(arg. de los arts. 138 y 139 C. C.). De ahí que, teniendo por acreditada la capacitación por la mayoría de edad
(Rey Ricardo E., “La aplicación de la ley extranjera y nuestro código civil”, en “Revista de la Facultad de
Derecho”, t. 5, p. 889, Julio-setiembre de 1926) aparezca innecesaria la “venia aetatis” así como la
intervención del ministerio pupilar.
Por todo ello, y quedando habilitada la interesada para gestionar por ante y quien corresponda con la
capacidad, civil que le reconocen las leyes de la Republica a los mayores de edad, opino que V. E. debe, al así
declararlo, revocar la resolución recurrida y ordenar el oportuno archivo de las actuaciones. – ALBERTO M.
JUSTO.
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Considerando:
1º – El padre de la causante recurre y dice la nulidad del auto en recurso, fundándose en que el asesor de
menores Dr. Grandori es incompetente para promover estas actuaciones que se han violado las formas
sustanciales del juicio y el derecho de defensa que corresponde a los padres, al no dársele oportunidad para
expresar su opinión, planteando, finalmente, la incompetencia del a quo por domiciliarse el recurrente en el
Estado de Israel.
2º – En la alzada, el asesor de menores de cámara formula un nuevo planteamiento, pues sostiene que,
domiciliándose la hija en Israel, donde ha llegado a la mayoría de edad que -en ese Estado se adquiere a los
18 años- corresponde la revocación del auto apelado y el archivo de estas actuaciones.
3º – Esa tesis del ministerio pupilar debe ser tratada en primer término, pues de prosperar la misma, haría
innecesario el estudio de los agravios expuestos por el recurrente, que carecería, así, de personería para actuar
4º – Resultan de las presentes actuaciones las dos circunstancias fundamenta es que acreditan la tesis del
ministerio pupilar. La primera, o sea el domicilio de la hija del apelante en el Estado de Israel está debidamente
probada por las manifestaciones y comparecencia de aquélla ante el consulado de nuestro país en Tel Aviv y
con las expresiones contenidas a f. 29 en el escrito apelatorio.
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La segunda, es decir, la mayoría de edad a los 18 anos en ese Estado, surge de los propios términos del auto
apelado, que no fueron objeto de refutación por el apelante en el extenso escrito de fs. 29/33. El silencio que,
en este aspecto, observa el recurrente, importa la admisión de la existencia de la capacidad conforme a la ley
extranjera, afirmada por el a quo, admisión que exime de toda otra prueba acerca del hecho precitado o sea:
de la ley extranjera que rige el caso expresamente invocado por el asesor de menores de cámara (v. art. 13.
C. C., Salvat “Parte general”, nº 3248).
5º – Reconocidos los dos elementos fundamentales, juega en el caso el principio de derecho internacional
privado contenido en los arts. 138 y 139, C. C., los cuales sujetan al “domicilio actual” el sistema legal
imperante en lo relativo a la mayoridad y emancipación, elementos Vinculados estrechamente a la capacidad.
Y si bien es cierto que ambas normas solamente tienen en vista el cambio de domicilio existente en el Estado
extranjero al territorio de la República, la doctrina acepta, también, y generalmente, la misma solución para
los casos de cambio de domicilio existentes en la República al territorio de un Estado extranjero y el cambio
de domicilio existente en un Estado extranjero al territorio de otro Estado extranjero (conf. Busso, t. 1, p. 655,
Nº 2, 5 y 6; Vico, “Curso”, t. º, Nº 494, p. 430; Pontes de Miranda, t. 1, ps. 419 y 420; Wolff, ps. 152 y 153).
6º – En consecuencia de lo expuesto, cabe concluir que domiciliándose Evelina Geraldina Faustina Berman en
el Estado de Israel, teniendo la misma 18 años de edad cumplidos, y adquiriendo en el país donde se domicilia
actualmente la mayoría a esa edad, de conformidad con lo dispuesto por los arts. 138 y 139, C. C., la venia
solicitada es innecesaria, pues dicha persona se encuentra habilitada para gestionar por sí sola, en atención a
su mayoridad (v. Salvat, nos. 1162/9).
Resultan así extraños a la litis los conceptos vertidos por el recurrente, que se vinculan con el importante
problema de obediencia o intemperancia de la hija; como, asimismo -y por más respetables que fueren los
sentimientos respectivos- las alegaciones sobre “patria potestad”.
Por lo expuesto y consideraciones acordes hechas por el asesor de menores de cámara, se revoca el auto
apelado, debiendo procederse al archivo de estas actuaciones. A sus efectos, dése testimonio y hágase saber
la presente resolución, con trascripción de sus términos al Ministro de Relaciones Exteriores a los fines de su
oportuna comunicación a quien corresponda. – ROBERTO E. CHUTE. – LUIS M. BOFFI BOGGERO. – LUIS R.
GONDRA.
Actividad complementaria
CLAUDIA SALTER, nacida en la República Argentina en 1980, vivió en ese país hasta la edad de diez años. Al
fallecer su madre, en 1987, junto con su padre, se traslada al Estado de Israel. El padre y la hija trabajan en
dicho país, cursando además la hija estudios universitarios.
En oportunidad de las vacaciones, en julio de 1999, Claudia Salter viaja sola a la República Argentina para
visitar a sus tíos y abuelos. Ingresa al país con el pasaporte expedido por la Embajada Argentina en Tel-Aviv,
donde consta como domicilio el sito en Arlozorof 72 Tel-Aviv.
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Cuando se presenta ante las autoridades policiales para revalidar el pasaporte se lo retienen por falta de
autorización paterna, por considerarse que es menor de edad (Claudia tiene en este momento 19 años).
Claudia Salter y sus abuelos concurren a su estudio jurídico para consultarle.
Ella alega que en Israel es mayor de edad desde enero de 1998, cuando cumplió los dieciocho
años; que le resulta imposible requerir la autorización paterna por falta de tiempo pues debe reintegrarse a
la Universidad en pocos días.
Consignas:
a) ¿Cuál sería su opinión profesional? Según las normas argentinas, Claudia Salter ¿es menor de edad porque
no cuenta aún con veintiún años o ha adquirido la plena capacidad como ella misma alega? Fundamente.
ARTICULO 2618.- Nombre. El derecho aplicable al nombre es el del domicilio de la persona de quien se trata,
al tiempo de su imposición. Su cambio se rige por el derecho del domicilio de la persona al momento de
requerirlo.
(Ref. Arts. 62 a 72 CCCN).
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JURISPRUDENCIA. NOMBRE.
Nicolasa Cabre. CNCiv. Sala I- 18/07/96.
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reglamentación del nombre de las personas naturales, si bien no ha sido incorporada explícitamente al Cód.
Civil, al legislar sobre un "derechodeber" (art. 1, ley cit.) integrante de la personalidad, comprende una materia
sustancialmente civil y, por ende, de derecho común (C. 1ª Civ. y Com., Mercedes, 20/8/70, LL 141-702, 25703-
S).
La relevancia de la nacionalidad de las personas nacidas en el país respecto de la aplicación, interpretación y
enjuiciamiento constitucional de las normas relativas al nombre fue destacada por la Corte Suprema en el
pronunciamiento del 20/2/48 (LL 50-137), lo que lleva a Ciuro Caldani a decir que, pese a las modificaciones
normativas posteriores, aún conserva interés, en cuanto dio pie a sostener el punto de conexión nacionalidad
declarando que las disposiciones sobre nombre se dirigen a personas argentinas. En un fallo casi una década
posterior, la sala C de esta Cámara, el 8/11/56, destacó que el nombre que se intentaba dar a un nacido en el
territorio de la República, vale decir a un argentino que, como tal, queda sujeto a las leyes del país en razón
de su nacionalidad, debía estar de acuerdo con la legislación argentina (LL 85-461).
La inexistencia generalizada de normas de derecho internacional privado específicas sobre el tema obliga a
prestar atención a la doctrina, en la que existen algunas discrepancias en cuanto al derecho aplicable al
nombre, habida cuenta de la influencia de ciertas relaciones jurídicas subyacentes (v. gr. patria potestad,
adopción, matrimonio), Ciuro Caldani considera que la problemática del nombre es en nuestro derecho una
cuestión autónoma de las relaciones con que éste se corresponde en abstracto y pertenece al ámbito del
estado de las personas (ob. cit.). En el mismo sentido Frankestein (Internacionales Privatrecht, III, ps. 230/1 y
IV p. 41), defiende el enfoque unitario que aplica al nombre el derecho personal. Según Batiffol, en la
hesitación entre la ley personal del interesado y la ley que rige los efectos de la institución familiar de donde
deriva el nombre, la jurisprudencia de su país ha preferido la primera solución (ob. cit., t. II, p. 28). Por el
contrario, Goldschmidt, que destaca la opinión coincidente de Raape, y entre nosotros, de Piotti, dice que el
derecho al apellido procede de una relación jurídica (filiación, matrimonio, adopción, etc.) y que el derecho
que rige el nacimiento de cada relación dirá también si de ella nace un derecho al apellido. Agrega que aun si
se reconociera el derecho al apellido como un derecho de la personalidad, sigue en pie el hecho de que el
derecho al apellido se deriva de alguna relación jurídica determinada. En cuanto al derecho a imponer un
nombre a una persona, sostiene que está regido por el derecho que impera sobre la relación jurídica de la que
dicho derecho emerge (en "Suma de Derecho Internacional Privado", 2ª ed., Abeledo-Perrot, n. 96, p. 127).
Según Mariano Aguilar Navarro, la inclusión del derecho al nombre dentro del estatuto personal se halla
generalmente admitida ("Lecciones de Derecho Internacional Privado", 2ª ed. revisada, Universidad
Complutense de Madrid, 1983, p. 28). En forma similar se expresa Elisa Pérez Vera, si bien hace la salvedad de
que le parece mejor ubicado sistemáticamente en el marco de los efectos personales del matrimonio, el
problema del nombre de la mujer casada ("Derecho Internacional Privado - Parte Especial", Tecnos, Madrid,
1980, p. 139).
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Para Quintín Alfonsín, está tácitamente establecido, por una norma directa material de derecho privado
internacional, que el nombre propio de cada cual lo fija el acta de nacimiento, cualquiera fuese el lugar de la
inscripción, atribuyéndose a dicha acta efectos universales al respecto, tanto como en relación al hecho y a la
fecha del nacimiento. El derecho de escoger el nombre lo vincula con la patria potestad o la guarda y, en
cuanto al apellido, a las relaciones de filiación y al derecho correspondiente ("Sistema de Derecho Civil
Internacional", Montevideo, 1961, vol. 1, ps. 319 y ss.), pero Miaja de la Muela estima que es difícil precisar
hasta qué punto el respeto al nombre que recibió una persona al ser inscripto su nacimiento constituye una
obligación para otros Estados ("Derecho Internacional Privado", Madrid, 1979, 8ª edic, t. 2, p. 199).
En el derecho comparado, cabe poner de relieve que, en el derecho español, el art. 219 del Reglamento del
Registro Civil dispone que el nombre y apellido de un extranjero se rigen por su ley personal. En los Países
Bajos, la ley del 3/7/89 establece que los apellidos y nombres de un extranjero serán determinados por la ley
del Estado del cual dicha persona es nacional, admitiéndose el reenvió y añadiéndose que sólo a este efecto
de la determinación de los apellidos y nombres, las situaciones de los cuales dependan serán apreciados según
esta ley (art. 1).
En la Asamblea General celebrada en Cesme el 6/9/79, la Comisión Internacional del Estado Civil convino el
texto de un "Convenio relativo a la ley aplicable a los nombres y apellidos", convenio que fue aprobado en
Munich el 5/9/80, cuya reglamentación adoptó la ley holandesa mencionada precedentemente, o sea la
aplicación de la ley nacional. Según el convenio, cualquier Estado puede hacer reserva de la aplicación de su
ley interna si la persona interesada tiene residencia habitual en su territorio (art. 6, 1), aplicación que carecerá
de efectos extraterritoriales (art. 6, 2). Este Convenio fue ratificado por España para superar los
inconvenientes que a sus nacionales se planteaban en Bélgica (cfr. Julio D. González Campos y José C.
Fernández Rozas, "Derecho Internacional Privado Materiales de prácticas", Tecnos, Madrid, 1983, ps. 257/9).
En cuanto a los cambios de apellidos y nombres o a la alteración de su ortografía, parece haber consenso en
cuanto a su sometimiento a la ley que regula el estatuto personal, el estado y capacidad de la persona, que
según es sabido algunos someten a la ley domiciliaria, en tanto otros a la ley nacional (cfr. Convenio de la
Comisión Internacional del Estado Civil del 4/9/58, que atribuye efecto entre los Estados firmantes a los
cambios efectuados de acuerdo con la ley del domicilio del interesado, excepto aquellos que resultaren de
una modificación del estado de las personas o de la rectificación de un error, pero los Estados se obligan a no
conceder cambios de nombre o apellidos a los súbditos de otros Estados, a menos que fueren igualmente
súbditos suyos). En el mismo sentido sobre la ley aplicable, Goldschmidt "Suma..." cit. loc. cit.: Miaja de la
Muela, ob. cit. loc. cit. Aguilar Navaro ob cit., p. 31, indicando la opinión coincidente de F. Luces Gil;
BatiffolLagarde, ob. cit. ps. 29/30; Derruppé "D. I. Pr.", 9ª ed., Dalloz, París 1990, p. 83; Alfonsín, ob. cit., p.
320 aunque agregando que es de dudosa validez extraterritorial la modificación o sustitución de nombres que
una persona adopta voluntariamente valiéndose de tal o cual derecho local que consagra dichas
modificaciones o sustituciones por el uso prolongado, en nota 9), p. cit.
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Por lo que se lleva señalado, el tribunal ha de considerar que, como principio, en ausencia de normas de
derecho internacional privado de fuente interna que se refieran específicamente al nombre (no existe fuente
convencional que ligue a la República con la de Francia, país al que pertenecen los elementos extranjeros
eventualmente relevantes), cabe extraerlos de las que se ocupan del estado y capacidad de las personas, en
tanto la cuestión forma parte de lo que genéricamente ha dado en llamarse como "estatuto personal",
tomando en cuenta, de todos modos, las disposiciones de la ley 18248 (así Boggiano, quien estimando
aplicable la ley domiciliaria, añade que la lex fori argentina puede imponer exclusivamente ciertas normas de
control ("Derecho
Internacional Privado", 2ª ed., Buenos Aires, Depalma, 1983, t. I, p. 336). Ha de hacerse mérito entonces, del
Derecho Internacional Privado argentino, que en materia de estado y capacidad de las personas naturales o
físicas declara aplicable el derecho domiciliario (cfr. art. 1 de ambos Tratados de Derecho Civil Internacional
de Montevideo de 1989 y 1940 y arts. 6 y 7 CC.).
Pero, como se dijo, no es posible dejar de considerar ciertas disposiciones de la ley 18248 sobre ese criterio
generalmente aceptado de someter las cuestiones del nombre a la ley reguladora del estatuto personal. Así,
Ciuro Caldani ha entendido que el art. 1 haría suponer que las soluciones de la ley se aplican a todas las
personas por la sola razón de estar en territorio argentino y que el 3º impone restricciones no siempre de
orden público internacional al derecho de elegir nombre de pila. Añade que la idea básica de esta
reglamentación parecería apuntar al sometimiento del nombre de origen de los nativos argentinos a las leyes
de la República sobre la materia. Según este autor, el art. 7 confirmaría tal propósito, aunque advierte que la
adaptación contemplada es ajena a la solución estricta del derecho aplicable al nombre, que podría ser uno
extranjero. Podemos agregar que Borda ("Tratado de Derecho Civil - Parte General", 11ª edic. Perrot, Buenos
Aires, 1991, n. 344, p. 323 quien cita a Rivera, nota 608), considera que ese derecho de adaptación
corresponde no sólo a quien se nacionaliza, sino aún a quien conserva su nacionalidad original pero tiene
domicilio en el país, lo que privilegia la conexión domiciliaria. Bien dice Ciuro Caldani (ob. cit. p. 145), que
atendiendo al propósito anticipado por el legislador (en ocasión de sancionarse la ley 17711), de no afectar el
Derecho Internacional Privado, el carácter de "policía civil" de las reglas del nombre de las personas naturales
debe interpretarse respetando en la mayor medida posible las soluciones iusprivatistas internacionales
generales relativas al estado y capacidad de las personas que someten la cuestión a la ley domiciliaria. Ello
conduciría a privilegiar la aplicación de tales normas de la ley 18248 a personas no domiciliadas en el país sólo
en la medida en que en ellas pudiesen encarnarse normas de orden público internacional a priori o bien de
aquellas que revelasen inequívocamente una noción de policía del nombre por sobre toda otra consideración.
La situación tiene puntos de contacto con la que planteaba el art. 3 ley 2393, cuya exhorbitante territorialidad
destacó la doctrina especializada, por lo que su interpretación se hizo en forma morigerada, de modo de
limitar su alcance sólo a los derecho-deberes matrimoniales recíprocos.
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Por todo lo expresado ha de concluirse que el derecho argentino es aplicable al caso de autos y lo fue en su
momento, en tanto no resulta de sus constancias que el domicilio de la interesada (y el de sus padres) al
tiempo de la elección e imposición de su nombre de pila se encontrase fuera del país. Así consta tanto en la
partida argentina como en la francesa, donde se menciona el domicilio de la calle Sarmiento 3447 de Santa
Fe. En cuanto a la posible incidencia de la nacionalidad francesa, aun suponiendo que la discutible aplicación
de la ley argentina a los nativos del país en razón de serlo tuviese la calidad de una norma multilateral, sin
atender a la conexión domiciliaria, habría que advertir que en supuestos de doble nacionalidad los criterios
generalmente aceptados apuntan en estas materias a aquellas que coincide con la residencia o domicilio (así
v.gr. opera el fundamento de la reserva contemplada en el art. 6 del Convenio de Munich de 1980 y, entre
nosotros, los convenios de doble nacionalidad. La ley de los Países Bajos alude al país con el que, además de
la nacionalidad -cuando ésta es múltiple- se tengan los lazos más estrechos).
Puede afirmarse, pues, con razonable certeza, que la pretensión deducida ha de juzgarse según la ley argentina
y, en particular, por la ley 18248, ya que si bien al tiempo de la anotación en el Registro Civil de Santa Fe no
se encontraba vigente la misma, lo cierto es que el pedido tendiente a una rectificación del asiento debe
regirse por este cuerpo legal, desde que por el efecto inmediato de la ley (art. 3 CC), su aplicación es obligatoria
a todas las consecuencias de las relaciones o situaciones jurídicas existentes al tiempo de su dictado.
Sentado lo anterior, cabe señalar, en primer término, que el caso no se encuentra contemplado en el "uso
anterior" a que se refiere el último párrafo del art. 2 de la ley, pues el mismo no contempla un posible uso
como el que podría ser el de los escasos días transcurridos entre la denuncia del nacimiento ante el cónsul
francés y la inscripción en el registro argentino. Por lo demás, lo cierto es que la inscripción ya fue hecha. Y
esto supuesto, ha de distinguirse entre cambio de nombre y rectificación de la partida. En el cambio de
nombre se debate un asunto de fondo relativo al atributo de la personalidad en tanto en la rectificación se
persigue poner de acuerdo el verdadero nombre de las personas con las constancias que de ellas se registran
en las partidas respectivas (cfr. Llambías, J. J., ob. cit., p. 329; Belluscio, "Código Civil...", t. I, p. 390). En este
último caso, puede optarse por la vía administrativa, en los términos del art. 15 de la ley o por el trámite
judicial previsto en el art. 18 de ese mismo ordenamiento.
En la especie, entiende el tribunal que no se trata de la simple rectificación del asiento con fundamento en
errores materiales que distorsionen la identidad de la demandante, sino que al fundar el planteo en la
restricción que recayó sobre los padres para poder inscribirla con el nombre de su elección, se inserta la
cuestión en el plano de una verdadera modificación y no de la simple rectificación de la partida. Y en tales
condiciones, la acción excede el ámbito de la información sumaria producida.
Efectuada la inscripción (art. 2 ley 18248, modificada por la ley 23264), el nombre inscripto adquiere uno de
los atributos que le confiere la ley, su inmutabilidad. Esto no debe entenderse con el valor rígido que aparenta,
sino que está dirigido a evitar la arbitraria alteración por acto voluntario y autónomo del individuo. La
estabilidad que se predica hace que el nombre cumpla correctamente sus fines de individualización e
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identificación de las personas, pudiendo ser cambiado si existen "justos motivos" (Pliner, A., "El dogma de la
inmutabilidad del nombre y los 'justos motivos' para cambiarlo" LL 1979-D-282). Y dada la importancia
fundamental de la identificación de las personas, el cambio arbitrario y libre podría prestarse a fraudes y
engaños (Borda, "Tratado de Derecho Civil - Parte General", 11ª edic. Perrot, Buenos Aires, 1991, n. 343, p.
321) y para evitarlos es menester canalizar la petición por vía judicial y a través del procedimiento específico
que la ley ha previsto al efecto.
Ello sentado, y sin perjuicio de las muy sensatas consideraciones vertidas por el fiscal de Cámara, favorables a
la petición de la recurrente, se advierte que la vía elegida por la peticionante es insuficiente al efecto señalado,
por lo que habrá de resolverse observando el procedimiento contemplado en el art. 17 de la ley. La publicidad
y los pedidos de informes que allí se contemplan tienen por objeto, en un caso, llevar a conocimiento de los
terceros la innovación producida en la denominación de las personas a fin de que aquéllos deduzcan la
oposición pertinente en la hipótesis de tener derecho a ello y, desde otro ángulo, evitar que con la
modificación se puedan burlar los derechos de aquéllos que han obtenido medidas cautelares (Llambías, ob.
cit., p. 328 y ss.).
Por todo ello, habiéndose oído al fiscal de Cámara, el tribunal resuelve: confirmar, con el alcance indicado, la
resolución en recurso, dejándose sin efecto el archivo dispuesto, ya que razones de economía procesal
imponen adecuar el trámite respectivo a lo señalado precedentemente.- E. L. Fermé. D. M. Borda de Radelli.
J. M. Ojea Quintana
CNCiv., sala M, 11/08/97, B. L. De Césaro Guajardo.
Personas físicas. Nombre. Atributo de la personalidad. Derecho a la identidad. Inscripción en el Registro Civil.
Apellido paterno. Progenitores de origen brasileño. Costumbre de anteponer el apellido materno. Inscripción
del menor con el segundo apellido paterno.
El texto del fallo ha sido remitido por J. P. Quaranta Costerg a quien agradezco la gentileza. Publicado por Julio
Córdoba en DIPr Argentina el 31/05/10 y en ED 180-239.
Dictamen del Asesor de Menores de Cámara
I. Llegan los autos a mi despacho para que me expida con relación al recurso de apelación deducido
contra la disposición R y D Nº 38/97 del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas de la Ciudad de
Buenos Aires, que denegara el pedido efectuado por Jorge Danilo Barboza De Césaro y Silvia Patricia Guajardo
para inscribir a su hijo B. L. con el doble apellido de Césaro Guajardo.
El fundamento del decisorio es que de acuerdo con el art. 4º de la ley 18.248, al niño se lo debe inscribir como
Barboza en primer apellido por ser el primero del padre, sin perjuicio de que el mismo en el caso pudiera
corresponder a la madre de este último, que fuera anotado así siguiendo una costumbre del Brasil de donde
es oriundo.
II. Adelanto mi opinión contraria a la disposición de referencia porque vulnera la esencia de un atributo
inherente a la personalidad, como lo es el nombre en sentido genérico, que indica que, de acuerdo con normas
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consuetudinarias en general (art. 17, código civil) y legales en particular (en nuestro país ley 18.248), el
apellido de las personas define siempre el linaje paterno, salvo que la persona tuviera un origen
extramatrimonial y no hubiese sido reconocida por el padre o que tuviese además del apellido del padre el de
la madre, con lo cual también denunciaría su linaje materno.
Ese principio, con ciertas modalidades, se cumple en todos los países del mundo occidental, sea su derecho
de raíz continental o anglosajona. Debe hacerse la salvedad de que en el derecho anglosajón, o sea en las Islas
Británicas y en los Estados Unidos de Norteamérica y en un país con importantes vínculos culturales y mutuas
influencias de ese carácter con los británicos como lo es Portugal y su descendiente el Brasil, se puede
anteponer al apellido paterno el materno; éste, cuando se lo utiliza, porque se trata de una opción no
obligatoria, viene a quedar como un 'segundo nombre' o 'primer apellido'.
III. De acuerdo con el principio expuesto el decisorio vulnera la esencia del nombre como atributo
inherente a la personalidad.
Ello tiene singular gravedad porque el nombre, junto con los demás atributos, determina la individualidad del
ente personal o sea que identifica a la persona y esa identificación unida a aspectos dinámicos de la
personalidad constituyen su identidad, de donde la providencia en cuestión concluye atacando a un derecho
personalísimo como lo es el derecho a la identidad, que tiene por objeto proteger la integridad espiritual de
la persona.
Insisto, la imposibilidad de inscribir a mi representado con el apellido que corresponde al linaje del padre en
su rama paterna, agravia la integridad espiritual de su personalidad, en los aspectos que hacen a su identidad.
IV. Un análisis pormenorizado del asunto permitirá comprender cuanto digo y estimo que llevará a V.E. a
revocar el decisorio, como ya lo he solicitado.
El art. 4º de la ley 18.248 establece que “los hijos matrimoniales llevarán el primer apellido del padre. A pedido
de los progenitores podrá inscribirse el apellido compuesto del padre o agregarse el de la madre…”.
En el caso, Jorge Danilo Barboza De Césaro pretende inscribir en esta Capital de la República a su hijo con el
apellido De Césaro. A primera vista la solicitud chocaría de manera frontal con la disposición antes citada, en
cuanto los hijos llevarán “el primer” apellido del padre y no el segundo. Así lo han entendido el Director del
Registro Civil y el Sr. Fiscal de Cámara –cuyo dictamen antecede al mío-, para sostener que debe denegarse la
petición.
Estimo que tanto el magistrado que me precede como el funcionario del Registro, llegan a esa conclusión
porque se han estancado en un primer momento de análisis del asunto. En efecto, una evaluación más
profunda vinculada con los aspectos que he señalado en el punto anterior, llevan a la convicción de que la
interpretación formal del art. 4º de la ley 18.248 contraría el espíritu de la ley del nombre y avanza sobre
arraigadas costumbres en materia de apellido.
En esos términos lesiona el derecho del niño a la identificación (conf. arts. 7º de la Convención sobre los
Derechos del Niño; 75, inc. 22, CN), máxime cuando a través de esa identificación se consolidan los primeros
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aspectos del ya citado derecho personalísimo a la identidad. El niño tiene derecho a llevar como primer
apellido el paterno, en el sentido de que éste define su linaje paterno o sea en la línea del padre.
Esa es la recta interpretación de la ley del nombre que recogiera normas consuetudinarias en nuestro país y
que coincide con el uso común del derecho comparado.
En cuanto a la costumbre sobre este punto en la República Federativa del Brasil, de la que el padre del menor
que represento es nacional, también impone que los hijos llevarán el apellido del padre, al cual le podrá
anteceder el de la madre. Agrega el Cónsul General en el informe de autos del 27 de febrero de 1997 (véase
expediente agregado en página sin foliar), que el primer apellido –el materno- desaparece en la segunda
generación.
V. Se ha acreditado con la documentación acompañada que los padres del recurrente Jorge Danilo Barboza
De Césaro son Santo Danilo De Césaro y María Norma Barboza De Césaro. Con ello queda claro que el primer
apellido de aquél corresponde a su madre –Barboza- en tanto que el segundo –De Césaro- a su padre.
Adviértase además que confirmando lo anterior en orden al valor de un apellido u otro, el peticionante firma
Jorge De Césaro, dejando de lado el apellido Barboza, lo que es más propio de un segundo nombre, como
puede interpretarse al apellido materno, que de un primer apellido.
Pero en realidad, lo anterior viene a demostrar que las costumbres tanto nacionales como extranjeras
coinciden en el punto de que todas las personas llevarán el apellido del padre, pudiendo agregar el de la
madre. Es necesario transmitir el del padre y ello constituye según Plíner una regla universal, de modo que el
apellido paterno se perpetúa de generación en generación. El apellido materno del padre nunca se transmite
a los hijos, pues ese segundo apellido lo recibe cada cual de su propia madre, individualizándose por ambas
líneas de filiación (conf. autor cit., en su obra “El Nombre de las Personas”, Astrea, 2ª ed., págs. 181/182).
La diferencia entre un sistema como el nacional, con el de otros como el del Brasil, podría resultar del orden
en que se agrega el apellido materno en cada caso. Sin embargo del art. 4º de la ley 18.248 no surge
plenamente que el primer apellido sea el que proviene de la línea paterna. La norma dice que podrá “agregarse
el de la madre”, pero no especifica si se agregará adelante o atrás del apellido del padre.
Aun cuando, estrictamente se pueda sostener que agregar significa unir o juntar cosas a otras, de modo que
si se agrega el apellido materno es porque se lo hace después del paterno, una situación semejante se daba
con el art. 23 de la ley 19.134, reproducido hoy por el art. 332 del código civil, ref. por ley 24.779 sobre
adopción, que autorizan a que el adoptado agregue al apellido del adoptante el suyo propio, decidiéndose por
la jurisprudencia que esa norma justifica anteponer el apellido del padre de sangre al del adoptante “pues
consigna la palabra agregar sin indicar el orden, lo cual permite establecer la prelación u ordenamiento
meritando las circunstancias del caso” (conf. CNCiv., sala J, agosto 31-1994, “S., F. J.” publ. en diario La Ley,
del día 8/6/95, fallo Nº 93.224, con nota favorable sobre “El apellido del adoptado” de Mazzinghi, Jorge A.;
también, sala I, octubre 6-1994, publ. en ED 163-360 y citado favorablemente por D’Antonio, Daniel, en su
reciente obra “Régimen Legal de la Adopción; ley 24.779”, pág. 201, Rubinzal Culzoni edit., abril de 1997).
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Es del caso destacar que en el citado comentario de Mazzinghi, al ponderarse el pronunciamiento que tuvo
como preopinante a la Dra. Wilde, se señala que “el argumento aunque pueda parecer forzado, tiene la virtud
de conducir a un buen resultado, paliando, sin torturarla, el rigor de una norma infeliz”.
Dicho párrafo es perfectamente aplicable a nuestro caso para interpretar la norma del art. 4º de la ley 18.248
en el sentido que mejor ampare el derecho a la identidad del niño, que como hemos dicho, a la postre es el
objetivo a tener en mira en el asunto de que se trata.
Es que si se puede afirmar que el apellido de la madre puede ser colocado antes o después del del padre, la
pregunta que surge es qué apellido llevará la descendencia de esa persona en la siguiente generación. La
respuesta es siempre la misma más allá de la formulación legal que puede ser poco clara, corresponde al
intérprete arbitrar la aplicación que asegure la transmisión del apellido paterno porque el mismo es el que
entronca a un niño con su familia, según se ha visto y resulta de la costumbre de nuestro países y que en el
caso resulta de aplicación obligatoria según lo que establece el art. 7º de la Convención sobre los Derechos
del Niño y el art. 17 del código civil.
La mención del art. 17 cit. es imprescindible porque también se puede sostener que la formulación del art. 4º
de la ley 18.248, remite a una cuestión diferente a la planteada en autos. En efecto, esta última norma
reglamenta lo que ocurría con mayor frecuencia en nuestro medio según normas consuetudinarias, pero no
ha previsto el supuesto de inscripción de un apellido en el extranjero en los términos en que se registra el del
recurrente.
En ese caso, si se supone que la ley tiene un vacío, cabe recurrir a la norma consuetudinaria según el art. 17
del código civil, por tratarse de una situación “no reglada legalmente”. Y la costumbre, insisto, dice como lo
señala Plíner en la obra y en la cita que ya mencioné, que el padre comunica a sus hijos el apellido paterno. Lo
expuesto implica que en un caso como el de autos, la expresión “primer apellido del padre”, que menciona el
citado art. 4º, obliga a determinar el apellido del padre por la vía paterna, porque según hemos visto puede
ser que el primer apellido del padre no remita a su linaje paterno, sino que sea el apellido de la madre del
mismo. En tal caso, anotar al hijo con ese apellido que remite al linaje materno del padre configura una
manifiesta violación al derecho a la identidad del niño que de acuerdo con nuestra costumbre tiene derecho
a que su apellido defina su situación de hijo de un padre que lo entronca en la familia paterna. Es que nuestra
jurisprudencia ha entendido siempre que estaba implícito en las normas del código civil el reconocimiento de
la costumbre inmemorial de que el hijo llevara el apellido de su padre (conf. Plíner, ob. cit., pág. 171). Nada
de esto parece haber sido percibido por la autoridad administrativa que ha denegado la autorización de
inscribir a mi pequeño representado con el apellido que define su situación familiar en la rama paterna en
sucesivas generaciones, correspondiéndole a este ministerio de menores formular la petición pertinente para
que se subsane el error.
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Por ello a V.E. solicito que revoque la disposición R. y D Nº 38/97 del Registro del Estado Civil y Capacidad de
las Personas, de la Capital Federal, y ordene la inscripción del menor que represento como B. L. De Césaro
Guajardo.
Toda vez que se encuentran en juego garantías de orden constitucional de mi representado, hago expresa
reserva del caso federal.- Junio 27 de 1997.- A. C. Molina.
2º instancia.- Buenos Aires, agosto 11 de 1997.-
Visto y Considerando: Recurren los peticionantes Jorge Danilo Barboza De Césaro y Silvia Patricia Guajardo la
resolución Nº 38/97 del Registro Nacional de las Personas que denegó el pedido de inscripción del hijo de los
recurrentes con el segundo apellido paterno con fundamento en lo prescripto por el art. 4º de la ley 18.248,
por el cual al niño se lo debe inscribir con el primer apellido paterno.
En el caso, el padre del menor, de nacionalidad brasileña, lleva como primer apellido –Barboza- el
correspondiente a su madre, y como segundo apellido –De Césaro- el paterno. Ello, por así estar dispuesto en
la ley del país de origen.
De los elementos que se encuentran glosados en el expediente que corre por cuerda, se obtiene que los hijos
llevarán el apellido del padre, al cual se le podrá anteceder el de la madre. Agrega el Cónsul General de la
República Federativa del Brasil en el referido informe de fecha 27/2/97 que el primer apellido –
correspondiente al materno- desaparece en la segunda generación.
Asimismo se encuentra acreditado en el expediente referido que los padres del recurrente son Santo Danilo
De Césaro y María Norma Barboza.
La ley nacional 18.248 en el art. 4º, consagra el principio de la transmisión del apellido paterno al establecer
que los hijos matrimoniales llevarán el primer apellido del padre. A pedido de los progenitores podrá
inscribirse el apellido compuesto del padre o agregarse el de la madre.
Ahora bien, en el presente caso, la aplicación literal de la norma en cuestión llevaría a una conclusión contraria
al espíritu de la ley del nombre y a un apartamiento de la costumbre en materia de apellido.
En efecto, las costumbres tanto nacionales como extranjeras coinciden en el punto de que todas las personas
llevarán el apellido del padre, pudiendo agregar el de la madre (así fue receptado por el art. 4º de la ley de
nombre). Según Plíner, ello constituye una regla universal, de modo que el apellido paterno se perpetúa de
generación en generación. El apellido materno del padre nunca se transmite a los hijos, pues ese segundo
apellido lo recibe cada cual de su propia madre, individualizándose por ambas líneas de filiación (conf. Plíner,
Adolfo, El nombre de las personas, págs. 181/182, Astrea-Depalma, 1989, 2ª ed.).
Por ello, cabe concluir que anotar al hijo con el primer apellido del padre, el cual –por su nacionalidad- remite
al linaje materno del padre, configura, como sostiene el Sr. Asesor de Menores de Cámara, una manifiesta
violación al derecho de identidad del niño que de acuerdo con nuestra costumbre tiene derecho a que su
apellido defina su situación de hijo de un padre que lo entronca en la familia paterna. Nuestra jurisprudencia
ha entendido siempre que estaba implícito en las normas del código civil el reconocimiento de la costumbre
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inmemorial de que el hijo llevará el apellido de su padre (conf. Plíner, ob. cit., pág. 171) (del dictamen de la
Asesoría de Cámara).
Por lo expuesto, y oídos los Sres. Fiscal y Asesor de Menores de Cámara, el Tribunal resuelve: Revocar la
disposición Nº 38/97 del Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas de la Capital Federal, debiéndose
proceder a la inscripción del menor de autos como B. L. De Césaro Guajardo. Regístrese, notifíquese a los Sres.
Fiscal y Asesor de Menores de Cámara y, oportunamente, devuélvase.- H. Daray. C. H. Gárgano. G. S. Álvarez.-
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RÉGIMEN DE AUSENCIA Y PRESUNCIÓN DE FALLECIMIENTO.
CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN.
ARTICULO 2620.- Derecho aplicable. La declaración de ausencia y la presunción de fallecimiento se rigen por
el derecho del último domicilio conocido de la persona desaparecida o, en su defecto, por el derecho de su
última residencia habitual. Las demás relaciones jurídicas del ausente siguen regulándose por el derecho que
las regía anteriormente.
Los efectos jurídicos de la declaración de ausencia respecto de los bienes inmuebles y muebles registrables
del ausente se determinan por el derecho del lugar de situación o registro de esos bienes.
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1° Los extranjeros mayores de 18 años, que residiesen en la República dos años continuos y manifestasen ante
los jueces federales de sección su voluntad de serlo.
2° Los extranjeros que acrediten dichos jueces haber prestado, cualquiera que sea el tiempo de su residencia,
algunos de los servicios siguientes:
1° Haber desempeñado con honradez empleos de la Nación, o de las provincias, dentro o fuera de la República.
2° Haber servido en el Ejército o en la escuadra, o haber asistido a una función de guerra en defensa de la
Nación.
3° Haber establecido en el país una nueva industria, o introducido una invención útil.
4° Ser empresario o constructor de ferrocarriles en cualquiera de las provincias.
5° Hallarse formando parte de las colonias establecidas o que en adelante se establecieran, ya sea en
territorios nacionales o en los de las provincias, con tal de que posean en ellas alguna propiedad raíz.
6° Habitar o poblar territorios nacionales en las líneas actuales de frontera o fuera de ellas.
7° Haberse casado con mujer argentina en cualquiera de las Provincias.
8° Ejercer en ellas el profesorado en cualquiera de los ramos de la educación o de la industria.
Art. 3° El hijo del ciudadano naturalizado que fuere menor de edad, al tiempo de la naturalización de su padre,
y hubiese nacido en país extranjero, puede obtener del juez federal la carta de ciudadanía por el hecho de
haberse enrolado en la Guardia nacional en el tiempo que la ley dispone.
Art. 4° El hijo de ciudadano naturalizado en país extranjero, después de la naturalización de su padre, puede
obtener su carta de ciudadanía, si, viniendo a la República, se enrola en la Guardia nacional a la edad que la
ley ordena.
Normas que modifican y/o complementan a Ley 346.
Ley 21795 (P.E.N.) 23-may-1978; CIUDADANIA. LEY DE NACIONALIDAD Y CIUDADANIA.
Ley 23059; HONORABLE CONGRESO DE LA NACION ARGENTINA; 10-abr-1984; NACIONALIDAD Y CIUDADANIA.
Decreto 3213/1984; (P.E.N.) 19-oct-1984; NACIONALIDAD Y CIUDADANIA. SU REGLAMENTACION.
Ley 24533. HONORABLE CONGRESO DE LA NACION ARGENTINA; 14-sep-1995.CIUDADANIA. OTORGAMIENTO – CONDICIONES.
Resolución 20/1996 REGISTRO NACIONAL DE LAS PERSONAS; 31-ene-1996 CARTA DE CIUDADANIA. INCORPORACION DE ELEMENTOS
DE SEGURIDAD.
Ley 24951 HONORABLE CONGRESO DE LA NACION ARGENTINA; 15-abr-1998.NACIONALIDAD Y CIUDADANIA. MODIFICACION DEL ART.
11. Resolución 1608/2005 REGISTRO NACIONAL DE LAS PERSONAS; 11-nov-2005 . REGISTRO NACIONAL DE LAS PERSONAS. CARTA DE
CIUDADANIA - APRUEBASE MODELO.
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En caso de reconocimiento son competentes los jueces del domicilio de la persona que efectúa el
reconocimiento, los del domicilio del hijo o los del lugar de su nacimiento.
ARTICULO 2632.- Derecho aplicable. El establecimiento y la impugnación de la filiación se rigen por el derecho
del domicilio del hijo al tiempo de su nacimiento o por el derecho del domicilio del progenitor o pretendido
progenitor de que se trate al tiempo del nacimiento del hijo o por el derecho del lugar de celebración del
matrimonio, el que tenga soluciones más satisfactorias a los derechos fundamentales del hijo.
El derecho aplicable en razón de esta norma determina la legitimación activa y pasiva para el ejercicio de las
acciones, el plazo para interponer la demanda, así como los requisitos y efectos de la posesión de estado.
ARTICULO 2633.- Acto de reconocimiento de hijo. Las condiciones del reconocimiento se rigen por el derecho
del domicilio del hijo al momento del nacimiento o al tiempo del acto o por el derecho del domicilio del autor
del reconocimiento al momento del acto.
La forma del reconocimiento se rige por el derecho del lugar del acto o por el derecho que lo rige en cuanto
al fondo.
Los principios que regulan las normas sobre filiación por técnicas de reproducción humana asistida integran
el orden público y deben ser ponderados por la autoridad competente en ocasión de que se requiera su
intervención a los efectos del reconocimiento de estado o inscripción de personas nacidas a través de estas
técnicas. En todo caso, se debe adoptar la decisión que redunde en beneficio del interés superior del niño.
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ARTICULO 2640.- Tutela e institutos similares. La tutela, curatela y demás instituciones de protección de la
persona incapaz o con capacidad restringida, se rigen por el derecho del domicilio de la persona de cuya
protección se trate al momento de los hechos que den lugar a la determinación del tutor o curador.
Otros institutos de protección de niños, niñas y adolescentes regularmente constituidos según el derecho
extranjero aplicable, son reconocidos y despliegan sus efectos en el país, siempre que sean compatibles con
los derechos fundamentales del niño.
ARTICULO 2641.- Medidas urgentes de protección. La autoridad competente debe aplicar su derecho interno
para adoptar las medidas urgentes de protección que resulten necesarias respecto de las personas menores
de edad o mayores incapaces o con capacidad restringida, o de sus bienes, cuando se encuentren en su
territorio, sin perjuicio de la obligación de poner el hecho en conocimiento del Ministerio Público y, en su
caso, de las autoridades competentes del domicilio o de la nacionalidad de la persona afectada, excepto lo
dispuesto en materia de protección internacional de refugiados.
ADOPCIÓN
PRENSA. Adopción internacional como último recurso
Los acogimientos de extranjeros se han reducido drásticamente por el aumento de controles legales y reparos
éticos. Dirimir qué es lo mejor para el menor no resulta fácil en muchos casos
J. A. AUNIÓN / JOSE REINOSO 8 ENE 2013 - 22:14 CET Archivado
en: Fuente:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/01/08/actualidad/1357669110_681834.html
Niños de un orfanato de Bunia, al noreste de la República Democrática de Congo, en 2009. /FINBARR O'REILLY
(REUTERS)
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Debe prevalecer siempre y sobre todo lo demás el interés superior del niño. Este el principio general que rige
las normas internacionales que tienen que ver con los menores y así ocurre también, por supuesto, con las
referentes a las adopciones internacionales. El problema es que, como pasa en tantas ocasiones, dirimir qué
es lo mejor para el niño se mueve en ese delicado y confuso espacio entre lo bueno y lo posible, lo deseable y
lo menos malo.
Para la mayoría de especialistas el descenso a la mitad de las adopciones internacionales en todo el mundo
desde 2004 (45.299) a 2011 (23.500, según las estimaciones del especialista de la Universidad de Newcastle
Peter Selman) responde al aumento de los controles y a la disminución de los menores en desamparo
susceptibles de ser acogidos, lo cual es una buena noticia. Y, sin embargo, hay algunas voces que, también
proclamando ese interés superior del menor, advierten contra esa tendencia. Por ejemplo, la profesora de la
Universidad de Harvard Elizabeth Bartholet considera que esas buenas intenciones pueden castigar a miles de
menores que en la práctica se ven obligados a pasar más tiempo en orfanatos o se les cierra la posibilidad de
ser adoptados.
En España, uno de los países que más adoptan en el extranjero, la cifra bajó de 5.500 a 2.560 desde 2004.
China y Rusia, los países de origen principales, han endurecido las condiciones a las adopciones internacionales
en los últimos años, por las razones éticas y jurídicas, pero también con un punto de orgullo herido de potencia
económica. A esto, además, se suman casos aislados de países que cierran sus fronteras a estos procesos por
motivos religiosos: lo han hecho en los últimos meses Marruecos y Malí.
Los niños deben ser atendidos, siempre que se pueda, en su país, dice un convenio de La Haya
“Existe un asedio contra la adopción internacional. Las fuerzas principales del ataque se envuelven en el manto
de los derechos humanos, argumentan que se niegan los derechos al patrimonio cultural, y dicen que a
menudo involucra prácticas abusivas [...]. Pero el más elemental derecho humano de los niños es crecer en
las familias que a menudo se encuentran solo en la adopción internacional. Estos derechos deben prevalecer
sobre cualquier reclamo de soberanía estatal”, escribió la profesora Bartholet en un artículo de investigación
de 2009. Bartholet se refiere en su queja, entre otras cosas, al principio de subsidiariedad que contempla el
Convenio de La Haya sobre la Protección de los Niños y la Cooperación en Adopción Internacional de 1993.
Este dice que “si un niño puede ser adoptado en su país, no debe estar disponible para la adopción
internacional”, explica el catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla Jesús Palacios. “El
convenio establece cosas muy importantes y básicas, como la necesidad de intervención judicial”, añade.
Así, con mayores controles se alargan los tiempos de espera y el que pasan los niños en los orfanatos. Además,
la idea de la subsidiariedad hace que el perfil de los niños adoptables desde otros países varíe hacia chavales
mayores y con problemas físicos o psíquicos, explica Adolfo García, coordinador general de la Coordinadora
de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el acogimiento (Cora) en España.
García admite que la normativa internacional “exige unas infraestructuras que es imposible que muchos países
tengan, o requisitos como una asistencia médica específica” también muy complicados de cumplir. Asegura,
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no obstante, que a pesar de los defectos e inconvenientes que pueda acarrear, “en la práctica, es mucho mejor
tener que no tener” todas esas medidas de protección a la infancia. En cuanto a la subsidiariedad, está
completamente de acuerdo —“la adopción internacional debe ser el último recurso, porque supone renunciar
a lo más valioso que tiene un país”— y también con el cambio de perfil de los chavales que se pueden adoptar
en otros países.
“El más elemental derecho humano es crecer en familia”, se queja una experta
El mejor ejemplo de la tendencia global es China, el país del mundo que más niños envía a otros países: han
sido casi 80.000 entre 2003 y 2011. Pero desde 2005, las cifras de adopciones internacionales han bajado de
13.000 a 4.000.
Diversos factores explican esta situación. El continuo progreso económico y la introducción de algunas
políticas gubernamentales han hecho que existan menos chavales disponibles, las familias chinas están
adoptando más, y nacen menos niños no deseados. Las autoridades han endurecido las condiciones a las
familias extranjeras, con requisitos como que los adoptantes no tengan más de 50 años, no sean
homosexuales, y la no elegibilidad de familias monoparentales.
Al tiempo que Pekín ha endurecido las condiciones para las familias extranjeras que quieren adoptar niños
sanos, las ha suavizado para aquellas que optan por niños con discapacidades o “necesidades especiales”. Es
el llamado pasaje verde, cuyos plazos de entrega son mucho menores: de uno a dos años. Esto ha tenido como
consecuencia un incremento de la proporción de estos niños entre los adoptados; el 90% de los bebés y
chavales disponibles son niñas, debido a la política del hijo único y la tradicional preferencia en China por los
varones, lo que lleva a muchas familias a abandonar a los bebés si son niñas. Las medidas restrictivas tienen
un componente de orgullo en la segunda potencia económica mundial, pero sobre todo reflejan la tendencia
impulsada por organismos internacionales y ONG.
Desde mediados de los ochenta hasta 2004 hubo una enorme expansión de las adopciones desde países ricos
a países pobres y ello trajo consigo algunos resultados indeseados. “Se ha producido un fenómeno tan terrible
como incuestionable: la presión de la demanda ha generado un aumento de la oferta. Si hay alguien dispuesto
a conseguir un bebé a toda costa, siempre habrá alguien que trate de satisfacer esa demanda y de
aprovecharse. Gracias a lo establecido en el Convenio de La Haya y al buen juicio de la mayor parte de las
familias y las autoridades implicadas, casi todas las adopciones se han hecho de forma correcta. Pero se deben
establecer todas las medidas y requisitos posibles para lograr que las excepciones a esta regla sean las
menores posibles y, ojalá, inexistentes”, explica Palacios.
Si un país cierra el proceso, suele ser por irregularidades, asegura UNICEF
“Ciertos países de recepción realizan presión sobre ciertos países de origen para poder adoptar niños. A su
vez, algunos países de origen piden a los de recepción que apoyen u organicen programas de ayuda al
desarrollo en ese país (normalmente a sus organismos acreditados). Esto puede tener la mejor de las
intenciones (por ejemplo, ayudar a las familias y niños que nunca podrán ser adoptados), pero en la práctica,
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a veces, si no se ofrece dicha ayuda no se puede adoptar”, señala Laura Martínez-Mora, asesora legal de la
Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado. Y añade: “Si bien hay que alentar a los Estados de
recepción a estudiar formas de apoyo a los de origen a través de las agencias de cooperación y otras entidades
especializadas, hay que establecer en todos los casos una clara separación entre la adopción internacional y
esas contribuciones”. En ese contexto, han ido ganando fuerza las tesis y los controles que establece el
convenio, al que se van añadiendo cada vez más países: hasta el momento se han suscrito 89 países, incluida
España en 1995. Entre los principios que establece están que las madres solo pueden consentir a la adopción
de su hijo tras el nacimiento del mismo; que no puede haber contacto alguno entre los candidatos a la
adopción y el niño o niña o sus familiares o representantes antes de que se haya realizado la asignación; que
se prohíben los beneficios materiales indebidos; además de ese criterio de subsidiariedad.
La adopción internacional se abrirá solo cuando no “haya sido posible encontrar en su propio país una forma
de cuidado alternativo de carácter familiar y permanente”, añade Martínez-Mora, pero eso no significa que
hayan de agotarse todas “las posibilidades de colocación del niño en su país; esto no sería realista, supondría
una carga innecesaria para las autoridades, y podría alargar de manera indefinida la posibilidad de encontrar
un hogar permanente en el extranjero para el niño”. “Precisamente, tanto en los países de origen como en los
de recepción, es difícil encontrar el equilibrio entre el tiempo y las medidas con las que se va a apoyar a la
familia de origen del niño con vistas a su reintegración en la familia; y la necesidad de encontrar una solución
de tipo familiar permanente y estable para el niño en su propio país en el menor tiempo posible”.
En España se adopta mucho fuera y poco dentro, señala un especialista.
A pesar de esos matices, lo cierto es que esa idea de subsidiariedad es un argumento muy poderoso que se
levanta tras el descenso de las adopciones internacionales, se queja desde Harvard Elizabeth Bartholet. De
hecho, el especialista de Newcastle Peter Selman habla en un reciente artículo de la posibilidad de que, “si no
se le aplica una verdadera reforma, la adopción internacional acabará siendo abolida, tachada como un error
neocolonial”. A estas tendencias se suman otras que tienen que ver con cierto orgullo nacionalista de gran
potencia de los principales países de origen, no solo en China, sino también en Rusia. Además, aunque en
mucha menor medida, tras la restricción o el cierre de las adopciones internacionales hay motivaciones
religiosas, por ejemplo, por parte de algunos países islámicos que no quieren que sus niños se eduquen en
otras religiones (caso de Malí, Marruecos o Zanzíbar).
No obstante, desde Unicef, Susan Bissell, jefa de Protección Infantil, asegura que, en general, cuando se cierra
el proceso de adopciones internacionales, es por “la preocupación que han producido casos de irregularidades
en el proceso, por ejemplo en los casos de Guatemala, Camboya y Etiopía. Habitualmente estas restricciones
se han aplicado de forma temporal, para que los países pudieran suscribir el convenio de La Haya. Camboya,
por ejemplo, ha reabierto sus adopciones internacionales el 1 de enero de 2013, aunque se irán poniendo en
marcha gradualmente”. Guatemala era en el año 2008 el segundo país que más niños envió a otros países,
4.186, por detrás de China y ligeramente por delante de Rusia.
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Palacios insiste además en el cambio de perfil de los niños que se pueden adoptar desde otros países. “La
tendencia es, claramente, hacia edades algo superiores y hacia mayor presencia de dificultades (de tipo
médico, psicológico...). Y eso, lógicamente, choca con los deseos de muchas familias, cuya meta es un bebé lo
más pequeño y lo más sano y sin problemas posible”. Pero añade: “Ahora hemos empezado a acordarnos de
los grandes olvidados: los niños y niñas invisibles de nuestro propio sistema de protección español, muchos
de los cuales pueden ser adoptados. Durante años hemos vivido la paradoja de ser uno de los países que más
niños adoptaba fuera y que más niños adoptables tenía en sus propias instituciones. Las autoridades
responsables, así estatales como autonómicas, hicieron muy poco para evitar esa paradoja, más inclinados a
gestionar la demanda que a reorientarla”.
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CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN.
ARTICULO 2635.- Jurisdicción. En caso de niños con domicilio en la República, los jueces argentinos son
exclusivamente competentes para la declaración en situación de adoptabilidad, la decisión de la guarda con
fines de adopción y para el otorgamiento de una adopción.
Para la anulación o revocación de una adopción son competentes los jueces del lugar del otorgamiento o los
del domicilio del adoptado.
ARTICULO 2636.- Derecho aplicable. Los requisitos y efectos de la adopción se rigen por el derecho del
domicilio del adoptado al tiempo de otorgarse la adopción.
La anulación o revocación de la adopción se rige por el derecho de su otorgamiento o por el derecho del
domicilio del adoptado.
ARTICULO 2637.- Reconocimiento. Una adopción constituida en el extranjero debe ser reconocida en la
República cuando haya sido otorgada por los jueces del país del domicilio del adoptado al tiempo de su
otorgamiento. También se deben reconocer adopciones conferidas en el país del domicilio del adoptante
cuando esa adopción sea susceptible de ser reconocida en el país del domicilio del adoptado.
A los efectos del control del orden público se tiene en cuenta el interés superior del niño y los vínculos
estrechos del caso con la República.
ARTICULO 2638.- Conversión. La adopción otorgada en el extranjero de conformidad con la ley del domicilio
del adoptado puede ser transformada en adopción plena si:
a) se reúnen los requisitos establecidos por el derecho argentino para la adopción plena;
b) prestan su consentimiento adoptante y adoptado. Si éste es persona menor de edad debe intervenir el
Ministerio Público.
En todos los casos, el juez debe apreciar la conveniencia de mantener el vínculo jurídico con la familia de
origen.
De la adopción
Art. 23.- La adopción se rige en lo que atañe a la capacidad de las personas y en lo que respecta a
condiciones, limitaciones y efectos, por las leyes de los domicilios de las partes en cuanto sean
concordantes, con tal de que el acto conste en instrumento público.
Art. 24.- Las demás relaciones jurídicas concernientes a las partes se rigen por las leyes a que cada una de
éstas se halle sometida.
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CONVENCIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO.
Artículo 1. Para los efectos de la presente Convención, se entiende por niño todo ser humano menor de
dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría
de edad.
Artículo 21. Los Estados Partes que reconocen o permiten el sistema de adopción cuidarán de que el interés
superior del niño sea la consideración primordial y:
a) Velarán por que la adopción del niño sólo sea autorizada por las autoridades competentes, las que
determinarán, con arreglo a las leyes y a los procedimientos aplicables y sobre la base de toda la información
pertinente y fidedigna, que la adopción es admisible en vista de la situación jurídica del niño en relación con
sus padres, parientes y representantes legales y que, cuando así se requiera, las personas interesadas hayan
dado con conocimiento de causa su consentimiento a la adopción sobre la base del asesoramiento que pueda
ser necesario;
b) Reconocerán que la adopción en otro país puede ser considerada como otro medio de cuidar del
niño, en el caso de que éste no pueda ser colocado en un hogar de guarda o entregado a una familia adoptiva
o no pueda ser atendido de manera adecuada en el país de origen;
c) Velarán por que el niño que haya de ser adoptado en otro país goce de salvaguardias y normas
equivalentes a las existentes respecto de la adopción en el país de origen;
d) Adoptarán todas las medidas apropiadas para garantizar que, en el caso de adopción en otro país, la
colocación no dé lugar a beneficios financieros indebidos para quienes participan en ella;
e) Promoverán, cuando corresponda, los objetivos del presente artículo mediante la concertación de
arreglos o acuerdos bilaterales o multilaterales y se esforzarán, dentro de este marco, por garantizar que la
colocación del niño en otro país se efectúe por medio de las autoridades u organismos competentes.
JURISPRUDENCIA. ADOPCIÓN.
Banfi, Karina Veronica y otro s. informacion sumaria. CNCiv., sala M, 16/12/14
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extender las constancias que requieren. Consideró asimismo que lo peticionado atenta contra el orden público
nacional en tanto podría facilitar la habilitación de ciudadanos argentinos para el acceso a la adopción fuera
de los canales legalmente previstos en desmedro de otros postulantes. Consideró improponible la acción, por
lo que decidió el rechazo in limine.
Los recurrentes sostuvieron que la finalidad de estas actuaciones es producir prueba tendiente a realizar los
trámites de una adopción internacional de uno o dos menores -hermanos o no-, que se llevará a cabo en Haití.
Agregaron que el Certificado de Idoneidad expedido por la autoridad judicial otorgado con las garantías de un
proceso judicial, no puede ser suplido y que ese documento es un requisito indispensable para los aspirantes
a ser padres que se postulen con el fin de adoptar un niño en otro país, en función del art. 339 del Código Civil,
que dispone que la adopción concedida en el extranjero se rige por la ley del domicilio del adoptado.
Agregaron que en nuestro país no existen -como si lo hay en otros- organismos o agencias oficiales que
cumplan con los exámenes pertinentes para las adopciones internacionales (ECAIs- Entidades Colaboradoras
de Adopción Internacional), por lo que no existe otra vía que la intentada por los recurrentes. Ello así por
cuanto además el Ministerio de Relaciones Exteriores no legaliza documentación a presentar en adopciones
internacionales que no haya sido intervenida por un juez nacional. Y su rechazo, importa por ende privar a los
peticionarios de la posibilidad de adoptar en otro país en donde cumplimenten los requisitos de ley.
Luego de citar los artículos de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño que estiman apoyan
su reclamo, alegaron que mal puede pensarse que la presente petición encubre o alienta un potencial peligro
de consumación del delito de venta o tráfico de niños, cuando los postulantes se someten tanto a la
jurisdicción argentina como a la del país del domicilio del adoptado.
Citaron precedentes en los que fueron acogidos planteos similares, entre los cuales se incluyen los dictados
por esta Sala M.
I.- La competencia delimita el conjunto de causas o asuntos en los que el juez debe intervenir, sea en razón de
la materia, el territorio o el grado. Es decir, constituye la medida de la jurisdicción, que es la potestad soberana
de administrar justicia, delegada por la ley. Las reglas atributivas de la competencia en razón de la materia,
que tienen por fin asegurar la mejor eficacia y funcionamiento del servicio de justicia con fundamento en el
interés general, son de orden público (CSJN Fallos: n° 306-2101; 306-1223 y 1615, n° 314-110).
Corresponde entonces determinar en razón de la naturaleza del objeto de la pretensión de los actores, cuál
es el fuero competente para entender en el caso.
Si bien, en principio, los Tribunales civiles con competencia exclusiva en asuntos de familia, sólo intervendrán
en aquellos supuestos contemplados en el art. 4 de la ley 23.637, debido a los términos en que ha sido
planteada la demanda, la materia en torno a la cual gira la información sumaria promovida, aun cuando
algunos de los hechos que se pretenden demostrar se refieran a aspectos económicos de los peticionarios, en
esencia, subyace un interés extrapatrimonial, vinculado con su intención de adoptar un niño, asunto cuyo
conocimiento es explícitamente atribuido al conocimiento al fuero de familia.
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En consecuencia, toda vez que el debate se centra en una cuestión que involucra los principios que rigen al
Derecho de Familia, corresponde que entienda en la causa un magistrado con competencia exclusiva y
excluyente en esa materia.
II.- Establecido ello y con relación al punto atinente a la ausencia de jurisdicción en la materia, cabe señalar
que la información sumaria es una actuación tendiente a reunir los elementos probatorios conducentes a que
la autoridad competente tome una decisión, cuando existe duda sobre determinados hechos o conductas. No
constituye un procedimiento contradictorio, sino que se encuentra limitada a la verificación de una situación
de hecho y la decisión a que se arribe no causa estado. Esto porque se trata de una acción no contenciosa,
voluntaria, tendiente a constatar hechos no controvertidos sin intervención de contraparte (esta Sala, “Reales
Nancy Judith s/ información sumaria”, R. 491013, del 2/5/08).
Este tipo de proceso, que no es objeto de regulación expresa, es en definitiva el procedimiento mediante el
cual la parte allega al expediente prueba tendiente a constatar hechos que no son controvertidos, en cuanto
se ofrecen “inaudita parte”, y que han de servir para dictar otra medida (conf. Fassi, C. S., Código Procesal Civil
y Comercial Comentado, Ed. Astrea, págs. 518/9).
III.- El objetivo de la presente es producir determinadas pruebas tendientes a acreditar la idoneidad de los
solicitantes para ser adoptantes, las que deberán integrar los trámites de adopción que se llevarán a cabo
ante el IBERS de la República de Haití, organismo competente en ese país -según informa la apelante-, para el
tratamiento de adopciones internacionales.
La adopción internacional comprende aquellas situaciones en que un niño que reside en un Estado -de manera
tal que allí tiene su centro de vida- es adoptado por una persona o personas, con domicilio o residencia
habitual en otro.
La República Argentina al ratificar la Convención de los derechos del Niño, hizo reserva por el art. 21 incs. b, c
y d, respecto de la adopción internacional, con fundamento en que previamente debería contarse con un
mecanismo riguroso de protección legal del niño en esta materia a los efectos de evitar su tráfico y venta (art.
2 de la ley 23.849).
La reserva que de un tratado formulen los Estados parte, consiste en una declaración unilateral, cualquiera
sea su enunciado o denominación hecha por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o aprobar un tratado o al
adherirse a él, con el objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en
su aplicación con ese Estado (art. 2° inc. d, de la Convención de Viena).
La realizada por el estado Argentino para legalizar la adopción internacional es clara en cuanto a que la
adopción internacional queda prohibida por la voluntad del legislador hasta tanto se den en el país las
condiciones de rigurosidad en esa materia, y por lo tanto ningún niño que habita suelo argentino debería verse
afectado por el delito de venta y/o tráfico infantil (conf. Barrionuevo, Matías, La Convención de los Derechos
del Niño en el Derecho Argentino, elDial.com – DC 1917).
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Así las cosas, si bien por un lado la reserva formulada por nuestro país, restringe la aplicación de la disposición
convencional aludida con relación a los niños con residencia habitual en la República Argentina, nuestra
legislación de fondo no prohíbe la adopción de un niño en el extranjero, al asignar como marco regulatorio de
tal situación las leyes que rigen en el domicilio del adoptado al tiempo de la adopción y admitir la posibilidad
de transformar en el régimen de adopción plena la concedida en el extranjero, siempre que se adapte a la
legislación nacional (arts. 339 y 340 del Código Civil).
En tal sentido y con relación a la cuestión en estudio, en respuesta al pedido del Jefe de Gabinete, mediante
dictamen del 23 de febrero de 2010, la señora Defensora General de la Nación reseñó que nuestro país hizo
reserva del art. 21 de la Convención de los Derechos del Niño, pero que de ninguna manera eso implicaba que
estuviera prohibida la adopción de niños en el extranjero por parte de nacionales o que no se reconozca una
sentencia extranjera de adopción cuando cumple con todos los requisitos. Que la decisión de una o dos
nacionales de adoptar niños en otro país es una decisión unipersonal y libre, que en la medida que no viole
leyes nacionales, no puede ser objeto de intromisión alguna por parte del Estado, en virtud del principio de
reserva consagrado en el art. 19 de la Constitución Nacional, según el cual las acciones privadas de los hombres
que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a terceros, están sólo reservadas a
Dios y exentas de la autoridad de los magistrados.
Ahora bien, según lo denuncian los recurrentes, países que aceptan la adopción de niños por aspirantes a ser
padres que residen en otros países requieren que la idoneidad y la capacidad de los solicitantes emanen de
un organismo oficial.
El interés superior del niño, como norma y estándar jurídico consagrado en la Convención, debe orientar toda
interpretación de sus derechos. Máxime que la situación se enmarca estrictamente en el plano de los derechos
esenciales de las personas.
Es necesario resaltar que nuestro país no cuenta con un organismo oficial internacional o agencia habilitada
que emita el certificado de idoneidad, con el carácter de oficial que exigen los gobiernos extranjeros, por lo
que el mismo debe ser emitido por un órgano oficial responsable de otorgar una certificación tan sensible e
importante y que por ende, tenga responsabilidad y de fe por parte del Estado que lo emite (conf. Quaini,
Fabiana Marcela, La adopción internacional de menores en la SCBA, MJ-DOC-4686-AR MJD4686).
A su turno, no puede perderse de vista que la información promovida no constituye un proceso de adopción,
sino una acción tendiente a recopilar información, sobre la base de la valoración positiva que hacen
determinados profesionales sobre la aptitud de los solicitantes, para que luego el magistrado brinde
aprobación a tales informes médicos, psicológicos y socio ambientales, sobre la aptitud de los postulantes
producidos conforme la opinión de aquellos auxiliares designados de oficio, evaluando si reúnen las
condiciones económicas, personales, de salud física y psicológica para que se les confiera la guarda de un
menor, de acuerdo a los cánones exigibles en el país. Ello, con independencia de lo que decida sobre la
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procedencia de la adopción el juez competente en el país en que se promueva, de acuerdo a la normativa
aplicable en el derecho interno de aquel país.
En Argentina la única vía para lograr los informes psicológicos y la encuesta ambiental que se ha considerado
como oficial es la de un proceso judicial, donde los pretensos adoptantes solicitan la producción internacional
de un niño que se llevará a cabo en determinado país (conf. Quaini, Fabiana Marcela, “La adopción
internacional. Una perspectiva desde Argentina”, Revista de Derecho de Familia y de las Personas, La Ley,
Septiembre de 2011, Año III, Nº 8, pág. 32).
Por tal motivo, una persona residente en Argentina que quiera adoptar en otro país, debe poder obtener el
certificado de idoneidad solicitándole a un juez competente en su jurisdicción, que mediante una información
sumaria, requiera los exámenes pertinentes, para dictar luego sentencia que apruebe o no la información
sumaria sobre la idoneidad para adoptar (conf. esta Sala, “L.M.I. s/información sumaria”, R. 602.880, 9/11/12).
Por todas estas razones, al no advertirse prima facie que se afecten normas de orden público interno y dado
que el rechazo liminar de cualquier pretensión en los términos del art. 337 del CPCCN, debe ser dictado con
carácter excepcional y de modo muy restrictivo, pues de tal manera se puede afectar el derecho de acceso a
la jurisdicción que tiene todo ciudadano, se admitirán los agravios en cuanto el señor Juez de grado desestimó
in limine la información sumaria promovida y ordenó su archivo y disponiendo que este proceso continúe
tramitando ante el Juzgado sorteado.
No debe perderse de vista que la tutela conferida en la Convención, tiene en consideración primordial el
interés del niño, que orienta y condiciona toda decisión de los tribunales de todas las instancias llamados al
juzgamiento de los casos incluyendo a nuestra Corte Federal (Fallos: 318:1269, especialmente considerando
10), a la cual, como órgano supremo de uno de los poderes del Gobierno Federal, le corresponde aplicar (en
la medida de su jurisdicción) los tratados internacionales a los que nuestro país está vinculado, con la
preeminencia que la Constitución les otorga (art. 75, inc. 22, Ley Fundamental).
Por todo lo expuesto, y oído el Fiscal de Cámara, el Tribunal RESUELVE: I) Revocar la resolución de fs. 26/28.
II) Habiendo adelantado opinión el titular del juzgado interviniente, una vez devueltos los autos deberá
asignarse nueva radicación mediante sorteo (art. 124 RJNC).
Regístrese, notifíquese a los recurrentes y al Fiscal de Cámara, y oportunamente devuélvanse.- E. M. Diaz de
Vivar. M. De Los Santos. F. Posse Saguier.
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conversión en adopción plena, de conformidad con la ley argentina. Finalmente, peticiona que mientras dure
este proceso se dicte medida cautelar prohibiendo innovar sobre el estado de hija adoptiva, y solicita
habilitación de feria. Afirma que el hecho de haber ingresado la Sra. C. al país junto a la niña R. P. C., luego de
haber obtenido la sentencia del adopción en el tribunal haitiano, la Dirección de Migraciones no admitió el
ingreso de la niña ni como turista, ni como hija de la Sra. C., atento a que la sentencia extranjera no había sido
aún reconocida por la autoridad nacional. Por ello, es que se le otorga un permiso provisorio de desembarque.
Sobre el pedido de la medida cautelar, el juez en turno interviniente previo a la habilitación de la feria y a
expedirse sobre la cuestión, ordenó un informe ambiental por la Trabajadora Social (fs. 34). Atento el
resultado de dicho informe el magistrado habilitó la feria y previa vista al Defensor General, resolvió por
sentencia 241 de fecha 31/1/2012 otorgar a la Sra. L. M. C. la guarda en custodia de la niña R. P. C. por un
plazo de treinta días a partir del dictado de esta (fs. 37 y 38).
Se afirma en la demanda que el Tribunal de Montrouis, República de Haití, por sentencia de fecha 27/7/2011
dispuso la guarda de R. P. a favor de L. M. C. y por sentencia de fecha 2/8/2011 dispuso por acta la adopción.
Posteriormente, el Juzgado de Primera Instancia de Saint Marc, por sentencia del 18/10/2011, dispuso la
homologación de la adopción y autorizó a la adoptada a agregar a su nombre el apellido de la adoptante “C”,
ordenando la transcripción de la parte dispositiva de la sentencia en el Registro Especial creado al efecto.
Finalmente, con fecha 11/11/2011, el Registro Civil de Montrouis, dispuso la inscripción de la sentencia del
Tribunal de Montrouis, tal como fuera ordenado por el Superior Tribunal de Saint Marc.
Considera el peticionante que lo único que exige la sentencia constitutiva de adopción es su reconocimiento,
siendo aplicable el art. 269, CPCC.
Expresa que para la procedencia del reconocimiento de la sentencia extranjera es necesario cumplir con
requisitos formales, es decir la autenticación y legalización de los documentos extranjeros, exigidos por el
derecho haitiano, con la intervención del Ministerio de Justicia y el Ministerio de Relaciones Exteriores de
dicho Estado. En cuanto a los requisitos procesales, considera que no hay invasión de la jurisdicción
internacional argentina para el otorgamiento de la adopción en el extranjero (art. 269, inc. 1 del CPCC) y que
al igual que ley haitiana, si la adopción se lleva a cabo en nuestro país, es competente el juez del lugar en el
que se entregó la guarda o el del domicilio del adoptante. En relación a los incisos 2 y 3 del art. 269 del CPCC,
se encontraría respetado el debido proceso dado que en la audiencia respectiva la madre biológica ha
declarado, como así también el Ministerio de Bienestar Social. Respecto al orden público no se encuentra
conculcado, existiendo compatibilidad entre los dos Estados. El inciso 4 de la norma procesal citada no deviene
aplicable por tratarse de un acto de jurisdicción voluntaria. Por último, en cuanto a la ley aplicable considera
que al carecer de fuente convencional con Haití deviene aplicable la fuente interna, esto es la ley 24479 (arts.
339 y 340 del C.C.). Al respecto, solicita la conversión de la adopción simple en adopción plena.
Acompaña prueba documental y plantea cuestión constitucional.
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Adjudicados los presentes a este Juzgado, la suscripta imprime trámite a la demanda de reconocimiento de
sentencia extranjera y conversión de adopción plena y ordena la certificación de los documentos fundantes
de la demanda. Cumplimentado ello, se libra oficio al Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio
Internacional y Culto de la República Argentina -Dirección General de Asuntos Consulares- a los fines de la
autenticación de la documental, es decir la correspondiente intervención consular y ministerial.
Atento a que el trámite de legalización se demora en el tiempo, es necesario -a petición de parte y con la
debida intervención del Defensor General- renovar la guarda provisoria originariamente dispuesta por el juez
en turno. Así es que se dictan los autos 89 del 2/3/2012, 313 de fecha 10/4/2012, 566 de fechas 11/5/2012 y
773 del 6/6/2012, 1140 del 13/7/2012, 1314 del 14/8/2012, 1576 del 5/9/2012, obrantes a fs. 134, 144, 147 ,
152, 182, 186 y 198 de autos. Agregadas en autos, obran las constancias del desembarco provisorio de la
menor procedente de la Dirección Nacional de Migraciones dependiente del Ministerio del Interior de la
República Argentina (fs. 43 a 122), la que fuera recepcionada por el Ministerio Pupilar (fs. 123), quien remite
al Defensor en turno. Éste se impone de la vista corrida y dictamina encontrarse a la espera del arribo de las
copias legalizadas de la documentación de autos (fs. 124).
Posteriormente se agregan los documentos autenticados por el Consulado Argentino en Haití y el Ministerio
de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto (fs. 154 a 162), cuyas traducciones obran a fs. 170 a
172, 165 a 168 y 174 a 176.
Corrida la pertinente vista al Sr. Defensor General, este requiere las partidas de nacimiento de la Sra. C. y la
de la menor, esta última debidamente traducida, la que fueran cumplimentadas conforme obra a fs. 82 y 187
a 190.
Atento a la pretensión de convertir la adopción en plena, conforme lo prescribe el art. 340 del C.C., es fijada
audiencia a fin de que la Sra. C. preste consentimiento y poder tomar conocimiento personal de la menor y
de la adoptante (fs. 199).
Se encuentran agregados a autos documental que acredita las condiciones personales, edades y aptitudes de
la adoptante. A fin de acreditar los ingresos de la Sra. C. obran en autos contratos de locación y recibo de
sueldo (fs. 201 a 208). Acreditan el buen estado de la niña y los cuidados que esta recibe, el carnet de
vacunación, el certificado médico y el informe emitido por el médico forense (209, 211 y 212 ), como así
también el informe socio ambiental efectuado por la Trabajadora Social (fs. 193).
Corrida nuevamente vista al Defensor General dictamina favorablemente respecto al procedimiento y las
pretensiones esgrimidas en la demanda, como así también respecto a la adición del prenombre a la niña (fs.
212).
En consecuencia quedan, los presentes en estado de resolver; y Considerando:
Los temas objeto de decisión se refieren, en primer lugar respecto a la habilidad de la sentencia de adopción
dictada en Haití y su inscripción en el Registro Civil y Capacidad de las personas; en segundo término la
pretensión de convertir la adopción en plena; y, por último, la adición del prenombre de pila de origen
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haitiano. En relación a los efectos de la sentencia extranjera, el derecho procesal internacional distingue entre
reconocimiento y ejecución de sentencias. El reconocimiento de la sentencia consiste en la admisión de la
sentencia como fundamento para constituir situaciones posteriores válidas; mientras que la ejecución de
sentencia es la actuación tendiente al cumplimiento de ésta en cuanto exige una prestación (Ciuro Caldani,
Miguel Ángel, “Los efectos de las sentencia extranjeras según el Código Procesal Civil y Comercial de Santa
Fe”, Ed. Juris, t. 36 ps. 243 y ss.).
Atendiendo a la clásica distinción entre sentencias, se clasifican en sentencias meramente declarativas,
constitutivas y de condena. Sólo estas últimas son susceptibles de ejecución. Sin embargo, puede ocurrir,
como en el caso de autos, que una sentencia que no requiere ejecución, sí exige el reconocimiento de los
Tribunales de este estado. (Goldschmidt, Werner, “Derecho Internacional Privado”, 8ª ed., Ed. Depalma,
Buenos Aires, ps. 429 y ss.).
Sentado ello y tratándose la adopción de una acción de estado de familia, los efectos de la sentencia son
constitutivos, por lo que resulta necesario para el reconocimiento de ésta, el cumplimiento de los requisitos
formales, procesales y materiales. Este procedimiento especial denominado exequatur se encuentra previsto
en la norma del art . 269 del CPCC. la cual dispone:
“Las sentencias dictadas en país extranjero, cuando no medien tratados referentes a su cumplimiento en la
República, se harán efectivas si reúnen las condiciones siguientes:
1) que no invadan la jurisdicción de los tribunales del país;
2) que no hayan sido dictadas en rebeldía si el demandado tenía su domicilio en la República;
3) que sean lícitas según las leyes de la República y que no afecten el orden público;
4) que la ejecutoria reúna los requisitos necesarios para ser considerados como tal en la nación en que haya
sido dictada;
5) que se presente en las condiciones de autenticidad exigidas por las leyes nacionales”.
En relación al inciso 1º del art. 269 CPCC, considero que en el caso de autos el juez extranjero no ha invadido
jurisdicción argentina, por cuanto no hay jurisdicción argentina para el otorgamiento de la adopción en el
extranjero. El juez extranjero ha basado la resolución del caso conforme las reglas de la adopción simple, única
forma que contempla la legislación haitiana.
Respecto al inc. 2 de la citada norma, no ha sido dictada en rebeldía por cuanto la madre biológica ha
comparecido en la audiencia respectiva y ha prestado su consentimiento, con el debido contralor
administrativo del IBESR “Instittut du Bien Etre Social et de Recherche”.
El inciso 3 de la norma citada, en cuanto a que la sentencia extranjera sea lícita y no contraríe el orden público,
se entiende que este requisito no implica una identidad absoluta con el derecho argentino, sino que coincide
con los principios que nuestra ley prevé. Ambos estados contienen como principio rector en materia de
adopción preservar: “el mejor interés del niño”.
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En cuanto al inc. 4 la ejecutoriedad del decisorio, ya ha sido expuesto que no se trata de una sentencia de
condena sino constitutiva de derechos, en consecuencia no exigible.
En relación al inc. 5 del art. 269 del CPCC, de las constancias de autos se presentan los siguientes instrumentos
extranjeros:
a) la partida de nacimiento de la menor R. P. C., nacida en Cité Solei, Haití en fecha 16/3/2011 (fs. 187 a 189 y
154 y 155).
b) la sentencia dictada por el juez a cargo del Juzgado de Paz de Montrouis, República de Haití, de fecha
27/7/2011 quien dispuso la guarda de R. P. C. a favor de L. M. C. (fs. 7, 8 y 9).
c) el acta de adopción de fecha 2/8/2011 de la menor R. P. C. a favor de la Sra. L. M. C. (173/175).
d) el acta de homologación de la adopción de fecha 18/10/11 en la que se autoriza a la adoptada a agregar a
su nombre el apellido de la adoptante “C” (fs. 14 a 19 y 158 a 160)
e) la inscripción de la sentencia de adopción en fecha 11/11/12 por el Oficial del Registro Civil de Montruis (fs.
21 a 23 y 156 y 157).
Toda esta documentación ha sido debidamente intervenida por el oficial público del Estado de Haití, han sido
autenticados a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y han sido debidamente traducidos al
español por traductor público matriculado.
En conclusión, advirtiendo que el pronunciamiento sobre el otorgamiento de la adopción se ajusta a las reglas
del orden público y el procedimiento seguido en el extranjero ha respetado las garantías del debido proceso,
además de haberse reunidos los requisitos de legalización, autenticación y traducción de los instrumentos
extranjeros, debe hacerse lugar al reconocimiento de los efectos de la sentencia extranjera de adopción de la
niña, en relación a su filiación por adopción más allá de las fronteras donde fue otorgada.
Considerando el análisis de la pretensión de convertir en plena la adopción conferida en Haití, debemos
recordar que nuestra doctrina sostiene que sólo puede ser plena, la adopción internacional.
Con claridad y certeza la Dra. Stella Maris Biocca señala que la subsistencia del vínculo con la familia de sangre,
característica propia de la adopción simple, no puede darse en el ámbito internacional, dado que esto conlleva
el traslado del menor de su lugar de residencia al lugar de la residencia de los adoptantes. (Biocca, Stella Maris,
“Adopción internacional” en Derecho de Familia. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia n. 6,
Abeledo Perrot, 1991, ps. 7 y ss.). Es por ello que la Convención de La Haya de 1993 sobre Protección de
Menores y Cooperación en Materia de Adopción y la Convención Interamericana sobre Conflicto de Leyes en
Materia de Adopción (Cidip III), regulan la adopción plena.
Nuestra ley 24779 sólo comprende en su tipo legal a las adopciones conferidas en el extranjero o adopciones
extranjeras. Así resulta que en el Título IV, Capítulo V “Efectos de la adopción conferida en el extranjero”, el
art. 339 C.C dispone: “La situación jurídica, los derechos y deberes del adoptante y adoptado entre sí se regirán
por la ley del domicilio del adoptado al tiempo de la adopción, cuando ésta hubiera sido conferida en el
extranjero”. Por su parte art. 340 C.C reza: “La adopción concedida en el extranjero de conformidad a la ley
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del domicilio del adoptado, podrá transformarse en el régimen de adopción plena en tanto se reúnan los
requisitos establecidos en este Código, debiendo acreditar dicho vínculo y prestar su consentimiento
adoptante y adoptado. Si éste último fuese menor de edad deberá intervenir el Ministerio Público de
Menores”.
En cumplimiento con lo normado por el art. 340, se citó a la adoptante, quien compareció conjuntamente con
la niña, esta última representada promiscuamente por el Sr. Defensor General Dr. A. P., lo que da cuenta el
acta obrante a fs. 199. Del informe ambiental obrante a fs. 193 y 194, como así también de la referida
audiencia surge que la Sra. C. pretende adoptar en forma plena a su hija y que la niña se encuentra
absolutamente integrada a la familia de su progenitora. Por su parte la Trabajadora Social informa que la Sra.
C. demuestra amplio conocimiento e información sobre el tema de adopciones internacionales, como así
también de la cruda realidad que atraviesa Haití, todo lo cual demuestra un entendimiento amplio de la
adopción que incide en la crianza de la niña, a partir de la valoración del origen biológico y étnico de la menor.
Prueba de ello es el contacto frecuente que sostiene con familias que han adoptado niños haitianos, como así
también personas de dicha nacionalidad que habitan y estudian en esta ciudad, con el objeto de mantener
vigente su cultura y respetar su origen. En este sentido, la Sra. C. manifiesta en dos oportunidades, a la
Trabajadora Social y a la suscripta, su deseo de adicionar el prenombre haitiano A. a la niña.
En relación al cuidado de la niña, es la Sra. C. quien se ocupa personalmente ya que, advirtiendo la relevancia
de este periodo, obtuvo licencia en su lugar de trabajo.
Asimismo, los controles de vacunación y el informe expedido por la pediatra que trata a la niña, sumado al
informe elaborado por el Médico Forense y lo percibido por la suscripta, evidencian sin lugar a dudas el
excelente cuidado recibido por la niña quien, además, se expresa de manera vivaz y alegre (fs. 211 y 212). La
Licenciada L. D. concluye su informe socioambiental afirmando que “la niña se encuentra en un hogar cálido
y contenedor, donde recibirá el afecto y respeto, para un sano desarrollo físico y emocional”.
La Sra. C. ha probado acabadamente sus condiciones personales, aptitudes para la crianza de la niña, como
así también su situación económica, a través de su recibo de sueldo y rentas. Recordemos que la Sra. C. es
docente, y por ello recibe un sueldo conforme lo acredita a fs. 208 y percibe rentas, tal como surge de los
contratos de locación de fs. 201 a 207.
Por lo hasta aquí valorado, poniendo especial atención en el interés de la niña, orientando y condicionando la
decisión final, sumado a que nuestra ley admite la transformación de la adopción simple otorgada en el
extranjero en adopción plena, dando de este modo una respuesta congruente con la necesidad que originó el
cambio de domicilio de adoptante y adoptado, es que resuelvo admitir la conversión de adopción simple a
plena.
Lo dicho hasta aquí inexorablemente nos lleva a analizar el derecho personalísimo a la identidad personal,
entendido este como un proceso, el que no puede ni debe limitarse al dato biológico, sino que comprende un
conjunto de aspectos que acompañan a la persona en su vida privada y social.
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La jerarquía constitucional del derecho a la identidad fue admitida por la Corte nacional, con base en el art.
33 de la Carta Magna (Fallos 318:2158) y luego por la reforma constitucional con la incorporación de los
diferentes tratados internacionales suscriptos por nuestro país (Fallos 321:2767), específicamente, se
encuentra consagrado en el art. 18 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Son múltiples las perspectivas desde las cuales puede abordarse el tema de la identidad. De acuerdo con el
Dr. Fernández Sessarego, es necesario advertir dos dimensiones: la dimensión estática y la dimensión
dinámica. La primera contempla que el individuo se distingue de los demás seres humanos por una serie de
signos externos, como la filiación, el nombre, datos respectivos a su nacimiento, todo lo cual conforma el perfil
estático referido a la identificación y que están destinados a no modificarse sustancialmente en el tiempo. La
segunda, está constituido por el conjunto de atributos y características, cambiantes en el tiempo. Entre ellas
se encuentran las intelectuales, morales, culturales, religiosas, profesionales, políticas, las cuales permiten
diferenciar al sujeto en sociedad (Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho a la identidad personal”, Buenos
Aires, Ed. Astrea, 1992, ps. 113 y ss.).
Por su parte el Dr. Zannoni, señala que desde una perspectiva jurídica la identidad es un término que admite
tres dimensiones: la primera, la identidad personal en referencia a la realidad biológica que corresponde al
derecho de toda persona a conocer su origen biológico, su pertenencia a determinada familia y el derecho a
ser emplazado en el estado de familia que le corresponde de acuerdo a su realidad biológica. Dentro de esta
dimensión se distinguen dos aspectos: a) la identidad genética, la cual abarca el patrimonio genético heredado
de sus progenitores biológicos convirtiendo a la persona en un ser único e irrepetible, y b) la identidad filiatoria
que resulta del emplazamiento de una persona en un determinado estado de familia, en relación a quienes
aparecen jurídicamente como sus padres. La segunda, la identidad personal en referencia a los caracteres
físicos de la persona comprende los rasgos externos de la persona que la individualizan e identifican, como los
atributos de la personalidad incluidos el nombre, la propia imagen, entre otros. Y por último, la tercera, la
identidad personal en referencia a la realidad existencial de la persona, como sus creencias, pensamientos,
ideologías, costumbres (Krasnow, Adriana -dir.-, “Matrimonio civil entre personas de igual sexo. Un análisis
desde el derecho de familia y sucesorio”, ps. 230 y 231).
Este análisis del derecho personalísimo de la identidad en todas sus fases nos permite visualizar la importancia
que en el instituto de la filiación, sea esta biológica o por adopción, deben primar los principios
constitucionales de la verdad y la transparencia en las relaciones de familia. Estos dos principios requieren
estructuras jurídicas acordes a las relaciones de familia, las mismas han de ser claras y fieles a la realidad de
su origen y respetuosas de su desarrollo.
Debemos poner de resalto un reciente caso en que se alegaba la violación del derecho de protección a la
familia de un padre y su hija biológica en un proceso de adopción tramitado en la provincia de Entre Ríos; la
Corte Interamericana de Derechos Humanos reiteró que “toda decisión estatal, social o familiar que involucre
alguna limitación al ejercicio de cualquier derecho de un niño o niña, debe tomar en cuenta el interés superior
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del niño y ajustarse rigurosamente a las disposiciones que rigen esta materia”; que dicho interés superior “…se
funda en la dignidad misma del ser humano, en las características propias de los niños, y en la necesidad de
propiciar el desarrollo de éstos, con pleno aprovechamiento de sus potencialidades ”, y que su determinación
“…en casos de cuidado y custodia de menores de edad se debe hacer a partir de la evaluación de los
comportamientos parentales específicos y su impacto negativo en el bienestar y desarrollo del niño según el
caso, los daños o riesgos reales, probados y no especulativos o imaginarios, en el bienestar del niño…” (caso
“Forneron e hija c. Argentina”, sentencia del 27/4/2012). En dicha causa, la Corte Interamericana también
insistió en el reconocimiento del derecho a la identidad, al que conceptualizó como “…el conjunto de atributos
y características que permiten la individualización de la persona en sociedad…”, destacando la especial
importancia que entraña durante la niñez.
Todo lo antedicho, deviene como necesario para entender el deseo de la Sra. C. de adicionar el prenombre de
pila A. Tanta en el desarrollo de la audiencia como del informe ambiental, la Sra. C. ha manifestado su firme
deseo de añadir al nombre de pila de la menor, el nombre A. Relata que, conjuntamente con su madre
biológica desde el nacimiento, decidieron que ese sería el nombre de la niña; sin embargo en el hogar en que
permaneció hasta el momento de la guarda la llamaron R., tal como fue inscripta. La Sra. C. prometió a la
madre biológica modificar esta inscripción.
Actualmente, tal como lo percibe la suscripta, la niña se reconoce con el nombre A., y todas las personas
allegadas a ella, así la llaman. De todo lo cual se desprende la solicitud de la Sra. C. quien requiere la inscripción
del nombre de su hija: A. R. P. C.
Corrida vista al Sr. Defensor General, el mismo dictamina favorablemente respecto a la adición del nombre, y
siendo un nombre extranjero aceptado, sumado a la conservación del apellido P., no hace más que confirmar
su origen identitario y adelanta el conocimiento a la niña sobre su origen, que precisamente la ley de adopción
encomienda a la adoptante revelarle.
En el marco de un proceso filiatorio, la adición del nombre solicitado no hace más que reflejar cómo la niña se
reconoce y es reconocida por otros como A. Esta sola circunstancia resulta significativa para autorizar su
adición; amen de los justos motivos al traslucir el prenombre su origen y etnia.
“El derecho de los padres a elegir el nombre de sus hijos es de aquellos esenciales que integran la esfera de
libertad humana conforme los principios rectores en la materia contenida en la Constitución Nacional en sus
arts. 19 y 33” (Corte Sup., “B. G. D. y otra v. Registro Civil y Capacidad de las Personas”, voto en disidencia de
los Dres. Fayt y Boggiano, LL 1997-D-859).
En consecuencia, se autoriza a adicionar el prenombre A., anteponiéndolo a R., resultando el nombre de la
menor: A. R. P. C. La decisión se funda en el respeto, no sólo al derecho de la realidad identitaria de la menor,
sino también al respecto de la decisión de los adultos que hace a la libre elección del nombre del hijo, con
fundamento en el art. 19 de la Constitución Nacional y arts. 2 y 13 de la ley 18248.
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En esta instancia resulta relevante repasar los estándares jurídicos elaborados por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en esta materia, a los cuales el juez de familia debe ceñirse a la hora de valorar el instituto de la
adopción, entre ellos:
i.- en el ámbito de los derechos del niño, se reconoce a la adopción como un instrumento necesario para su
protección, que encuentra justificación y fundamento en los valores justicia, solidaridad y paz social; ii.- acorde
con la misión específica que les compete en el ámbito del derecho de familia, los jueces no pueden dirimir los
problemas humanos mediante la aplicación de fórmulas o modelos prefijados, desentendiéndose de las
características del caso. Por ende, para apreciar si corresponde la adopción de un niño, no es posible prescindir
del estudio de los antecedentes de la causa;
iii.- los tribunales han de implementar el principio del mejor interés del niño analizando sistemáticamente
cómo los derechos y las conveniencias de éste se ven o se verán afectados por las decisiones que habrán de
asumir (Comité de los Derechos del Niño, Observación General n. 5, “Medidas generales de aplicación de la
Convención sobre los Derechos del Niño (arts. 4 y 42 y parág. 6 del art. 44)”, 2003, HRI/GEN/1/Rev. 7, parág.
12, p. 365). Aquella regla no atiende exclusivamente a los beneficios en el plano económico, social o moral,
sino que impone ponderar las implicancias que la sentencia pueda tener sobre la personalidad en desarrollo;
v.- el art. 21 de la Convención sobre los Derechos del Niño en esta materia el interés superior del niño se ve
resignificado en esta materia al establecer que “Los Estados Partes que reconocen o permiten el sistema de
adopción cuidarán de que el interés superior del niño sea la consideración primordial”;
vi.- en palabras del Comité, ese interés será “la” consideración primordial en la adopción y no sólo “una”
consideración primordial (Observación General n. 7, “Realización de los derechos del niño en la primera
infancia”, 2005, CRC/C/GC/7/Rev. 1, párr. 36.b);
vii.- el niño tiene derecho a una protección especial que debe prevalecer como factor esencial de toda relación
judicial. Ante un conflicto de intereses de igual rango, el interés moral y material de la persona menor de edad
—como extremo de ponderación ineludible para los jueces— debe tener prioridad sobre cualquier otra
circunstancia del caso;
viii.- la identidad filiatoria también puede gestarse a través de vínculos consolidados en los primeros años de
vida, configurándose allí un dato con contenido axiológico relevante a la hora de evaluar el interés superior
del interesado.
Por todo lo expuesto, y con fundamentos en los arts. 241, 321 inc. h), 328, 339, 340 del Código Civil, arts. 19,
33 de la CN, art. 3, 7, 8 y 21 de la Convención sobre los Derechos del Niño, art. 18 Convención Americana sobre
Derechos Humanos, arts. 2, 3 ,13 y 15 de la ley 18248, ley 26413 y dictamen favorable del defensor general;
Resuelvo: Admitir la demanda y en consecuencia 1) Reconocer los efectos de la sentencia extranjera de
adopción de la niña R. P. C., nacida en Haití en la ciudad Cité Solei, el día … hija biológica de R. P , dictada en
la República de Haití el 18/10/2011. 2) Disponer la adición del prenombre A., siendo el nombre y apellido de
la niña A. R. P. C. 3) Convertir la adopción conferida en el extranjero a plena, con efecto retroactivo al momento
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del otorgamiento de la guarda. 4) Librar la correspondiente comunicación a la Dirección del Registro Civil y
Capacidad de las Personas para su toma de razón y ordenar la inscripción de la adopción plena de la niña A.
R. P. C., nacida en Haití en la ciudad Cité Solei, el día …, sexo femenino hija de L. M. C., DN n. …. 5) Hacer saber
a la Sra. L. M. C que deberá poner en conocimiento de su hija la realidad biológica conforme lo establecido
por el art. 328 C.C., debiendo comparecer a estos estrados fin de prestar tal compromiso. 6) Librar la
correspondiente comunicación a la Dirección Nacional de Migraciones Ministerio del Interior a fin de notificar
la presente sentencia. 8) Regular los honorarios del Dr. A. A. M. en la suma de $ … equivalentes a ocho (8)
unidades ius. Dichos honorarios devengarán un interés moratorio equivalente a la tasa activa promedio
mensual del Nuevo Banco de Santa Fe SA para operaciones de descuento de documentos. Notifíquese a Caja
Forense. Insértese y hágase saber.
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que dan cuenta de los crudos sucesos que devastaron Haití y en especial, de la realidad que vivió y vive hoy la
niña R..
Que a fs. 82 y 144/145 emite sus dictámenes el DeCI.
Que, atento la cuestión debatida en autos, el Tribunal a fs. 162 dispone la realización de medidas para mejor
proveer consistentes en diagnósticos psico sociales por parte de los profesionales del Equipo Interdisciplinario
de Adopción (E.I.A.) de nuestros Juzgados de Familia, cuyo informe se agrega a fs. 164/166.
A fs. 168 y 170 emiten sus dictámenes los representantes de los Ministerios Públicos Pupilar y Fiscal,
respectivamente.
Y considerando:
I. Que se ha sometido a juzgamiento la habilidad de la sentencia acompañada por los actores a fin de
proceder a su inscripción en el registro de las personas en nuestra provincia y poder reconocerse los efectos
en nuestro país.
Sabido es que por razones de conveniencia y de solidaridad, casi todas las leyes procesales vigentes en el
mundo, reconocen, bajo ciertas condiciones, la eficacia de sentencias pronunciadas en el extranjero, y
autorizan a promover su ejecución dentro de los respectivos territorios. Pero, de acuerdo con el sistema
generalmente aceptado, a la ejecución de las sentencias extranjeras antecede un trámite preparatorio, que
culmina con el exequátur, que es la declaración en cuya virtud se acuerda a aquellas la misma eficacia que
revisten las sentencias dictadas por los jueces nacionales. Ese previo juicio de reconocimiento no versa sobre
la relación sustancial controvertida en el proceso que motivó la sentencia cuya ejecución se solicita. Su objeto,
por el contrario, consiste en verificar, por un lado, si el contenido del pronunciamiento se ajusta a las reglas
fundamentales de orden público y si el procedimiento seguido en el extranjero ha respetado las garantías del
debido proceso (requisitos intrínsecos); y, por otro lado, si la sentencia reúne los recaudos de legalización y
autenticación de todo instrumento extranjero (requisitos extrínsecos).
II. Que resulta de aplicación la normativa del CPCMza cuyos arts. 278 y ss. prescriben, en lo pertinente,
que: Art. 278.- EFICACIA DE LAS SENTENCIAS EXTRANJERAS.- Las sentencias dictadas en países extranjeros,
tendrán en la Provincia la fuerza obligatoria que establezcan los tratados existentes entre la República
Argentina y esos países. A falta de tratados, podrán ejecutarse si se reúnen los siguientes requisitos: 1°) Que
la sentencia haya sido pronunciada por tribunal competente en el orden internacional. 2°) Que haya pasado
en autoridad de cosa juzgada en el Estado en el cual fue dictada. 3°) Que haya sido pronunciada en virtud de
una acción personal o de una acción real mobiliaria, si la cosa mueble objeto de la demanda, fue trasladada
al país durante o después de la tramitación del proceso. 4°) Que el condenado haya sido legalmente citado y
haya asistido al proceso personalmente o por medio de mandatario o haya sido declarado rebelde, conforme
a la ley del país donde se dictó la sentencia. Salvo en este último caso, que el condenado, domiciliado en la
República no hubiese sido debidamente citado en ésta. 5°) Que la obligación que haya dado lugar al proceso,
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sea válida según nuestras leyes. 6°) Que no contenga disposiciones contrarias al orden público de nuestro
país.
Art. 279.- REQUISITOS FORMALES.- La sentencia extranjera, cuya ejecución se pida, deberá venir íntegramente
transcripta, en copia fehaciente, debidamente legalizada. Deberá expresar además, que existen los requisitos
establecidos en el artículo precedente y acompañarse traducción suscripta por traductor matriculado. (NOTA:
El artículo anterior se refería a los requisitos internos de la sentencia, vale decir, a su contenido y al
procedimiento mediante el cual fue dictada. El presente se refiere a las condiciones externas, es decir, a la
sentencia como documento o título ejecutorio. Debe venir íntegramente trascripto y no fragmentariamente
o sólo la parte dispositiva. Debe estar autorizada por el funcionario judicial encargado de dar testimonio de
las sentencias y legalizado. Debe expresarse, en el mismo documento, que en la sentencia y en el
procedimiento, se han cumplido todos y cada uno de los requisitos exigidos por el art. 278. Por último, si la
sentencia no se hubiera dictado en idioma castellano, deberá acompañarse su traducción).
Art. 280.- COMPETENCIA Y TRÁMITE.- Será competente el tribunal de primera instancia que corresponda
conforme a los artículos 5° y 6°. Se dará vista al ministerio fiscal y al condenado, por cinco días a cada uno,
para que se expidan sobre el cumplimiento de los recaudos establecidos en los artículos precedentes y se
dictará un auto homologando la sentencia o denegando su homologación. Este auto será apelable.
Que en las diversas intervenciones que tuvo en el trámite el Departamento de Colaboración Internacional
(DeCI) dependiente de la SCJMza, su representante denuncia el incumplimiento de la documentación
acompañada por los presentantes, requiriendo las legalizaciones correspondientes, vale decir que se
cuestiona el cumplimiento de los recaudos del art. 279 de nuestro código de rito.
III. Que no obstante lo cual, es necesario analizar la cuestión a la luz de la realidad para que este trámite
no se convierta en una ficción, ya que, como lo ha sostenido el máximo Tribunal argentino “ queda totalmente
desvirtuada la misión específica de los tribunales especializados en asuntos de familia si éstos se limitan a
decidir problemas humanos mediante la aplicación de una suerte de fórmulas, o modelos prefijados,
desentendiéndose de las circunstancias del caso que la ley les manda concretamente valorar “ (CSN
15/2/2000).
Así como cuando el legislador, al interpretar la Constitución para dictar una ley, no realiza una pura y mecánica
operación lógica de formulación de esa ley (conclusión) en base a una premisa menor (circunstancias del caso)
subsumida en la norma constitucional (premisa mayor); así tampoco la interpretación del juez constitucional
que reexamina esa ley consiste en un puro raciocinio lógico. Juez constitucional y legislador efectúan
“políticajurídica”, determinando dentro de un marco de posibilidades que deja el género constitucional como
arbitrio, al órgano intérprete, la especie del caso. Esa política jurídica se realiza en base a las vivencias con
que, en el espíritu de dichos órganos, se da el sentido de Justicia y demás valores bilaterales en que la conducta
jurídica consiste. La interpretación (lato sensu) de la ley no es pura subsunción lógica; no es una luz intelectual
que revela el unívoco sentido de la norma; es una “creación de derecho dentro de la subsunción” (conf. Kelsen,
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Hans: “La teoría pura del Derecho”, ed. Losada, Buenos Aires, 1941, p. 127; Cossio, Carlos: “La valoración
jurídica y la interpretación judicial de la ley”, Rev. de la Universidad, Santa Fe, 1941, p. 110; Justo, Alberto M.:
“La actitud del juez frente a las transformaciones del derecho”, Rev. LA LEY, t. 9, sec. doct., p. 14; Aftalión,
Enrique: “La escuela penal técnico-jurídica y la teoría pura del derecho”, en Rev. LA LEY, t. 23, sec. doct., p. 5).
De allí que pretendo evaluar la cuestión del reconocimiento traído a análisis desde la óptica constitucional y a
la luz de la realidad.
Veamos: el derecho constitucional y el derecho internacional de los derechos humanos han incorporado en
sus textos numerosas normativas que, por influencia del derecho romano, tradicionalmente se reputaban
confinadas al derecho privado, tales como el derecho al nombre, a la nacionalidad, los derechos de la mujer y
de los niños, normas relativas al matrimonio, a las uniones de hecho, a la determinación de la filiación, a la
responsabilidad parental, etc..
En palabras de Bidart Campos, la trama temática que puede tejerse en la relación de los derechos humanos
con la familia ha cobrado últimamente tal amplitud y elasticidad que caso no queda fuera ningún área del
mundo jurídico ni de las interdisciplinariedades que lo ligan a otros campos y ciencias (conf. Bidart Campos,
Germán “Familia y derechos humanos” en Derecho de Familia y nuevos paradigmas, Ediar, Bs. As., Pág. 29).
Aída Kemelmajer señala como causas de esta evolución dos razones fundamentales: a) el mundo se ha hecho
cada vez mas pequeño y los sujetos se desplazan de un lugar a otro; estas transferencias generan un aumento
cualitativo y cuantitativo de las relaciones, incluidas las familiares, y obviamente, también de los conflictos, y
b) el revolucionario avance de las comunicaciones ha favorecido la universalización de las pautas familiares;
en todos lados ha perdido vigencia el significado patrimonial clásico, ligado a la antigua idea autoritaria,
limitándose a consolidarse como una comunidad de vida solidaria. En este contexto, hay un
redimensionamiento de los poderes familiares, que se conceden en el exclusivo interés del quienes están
sujetos a ellos (conf. Kemelmajer, Aída. “Derechos humanos y Familia” – Aspectos constitucionales y derechos
fundamentales de la familia. Univ. Externado de Colombia. Bogotá, 2001 pág. 59).
A la altura de estas ideas, nuestro art. 75 inc. 22 CN introduce en el campo de la legalidad constitucional una
fuente externa, de la cual debe aceptarse tal como viene dada, sin poder modificarla o reinterpretarla. Pero a
la vez, dicha fuente externa junto con la Constitución textual conforman el parámetro de validez de las reglas
secundarias que oportunamente se produzcan.
Es que las normas jurídicas no se encuentran aisladas entre si, sino que se interrelacionan en un sistema
coherente y legitimado denominado sistema jurídico, que contiene normas materiales sustantivas y normas
destinadas a regular la producción de normas.
Dicho ordenamiento está presidido por la Constitución que es la fuente básica y creadora, o sea, establece
cuáles son los actos o hechos a los que atribuye la capacidad para producir normas jurídicas (conf. Gil
Domínguez, Fama, Herrera. “Derecho Constitucional de familia”, Ediar, Bs. As. Pág. 16 y ss).
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Así las cosas, la Constitución, como norma jurídica, no consiste en un mero consejo o recomendación hacia
los poderes constituidos y los particulares, sino que tiene fuerza normativa en toda su integridad, en todas
sus partes, en todos sus contenidos también en sus implicancias.
En este sentido, como norma fundante del orden jurídico del Estado, es el eje obligatorio e imperativo de todo
el ordenamiento jurídico político.
Sostiene Bidart Campos que la expansión de la fuerza normativa de la Constitución no se conforma con la
existencia de un orden normológico. Por el contrario, las normas deben ser proyectadas a la vigencia
sociológica, para que la fuerza normativa alcance una real encarnadura social. El examen permanente entre
Constitución formal y Constitución material posibilita detectar coincidencias entre ambas, o desigualdades, o
bien mutaciones constitucionales, etc. (conf. Bidart Campos, Germán. “El derecho constitucional y su fuerza
normativa”, Ediar, Bs. As., 1995, pág. 55).
Como adelanté, la reforma constitucional de 1.994 ha marcado un hito en la historia de nuestra Carta Magna,
trayendo consigo cambios fundamentales en el ordenamiento jurídico vigente, entre los cuales, sin hesitación
alguna, el mas importante ha sido la jerarquización de varios instrumentos de derechos humanos (conf. Gil
Domínguez, Fama, Herrera. “Derecho Constitucional de familia”, Ediar, Bs. As. Pág. 18 y ss).
Esta modificación ha significado un notable avance que ha dado lugar a que buena parte de la doctrina
constitucional argentina haya acuñado el concepto de “bloque de constitucionalidad”, que puede entenderse
como un conjunto normativo que contiene disposiciones, principios, valores materialmente constitucionales,
que no forman parte del texto de la Constitución, sino que permanecen fuera de el compartiendo con aquél
su misma supremacía, y erigiéndose en parámetro para el control de constitucionalidad de las normas
infraconstitucionales.
Los derechos humanos reconocidos a raíz de este nuevo orden resultan, entonces, principios de derecho
fundamental (conf. Alexy, Robert. “Teoría de los derechos fundamentales en el Estado constitucional
democrático”, AAVV, Trotta, Madrid, 2003 pág. 62 y ss., citado por conf. Gil Domínguez, Fama, Herrera.
“Derecho Constitucional de familia”, Ediar, Bs. As., Pág. 21), que forman parte de la regla de reconocimiento
constitucional y resultan vigentes para la sociedad en su conjunto porque han sido delineados por los
representantes del pueblo a través de las convenciones constituyentes. Conforman, en síntesis, un mínimo
fundamental, común y abarcativo para toda la comunidad, que no puede ser desconocido por reglas
secundarias infraconstitucionales, la cuales sólo serán válidas en la medida que emanen de los derechos
fundamentales contemplados en la regla de reconocimiento. (conf. Gil Domínguez, Andrés. “Cuando de
swinger se trata la Constitución es la manda” en LL, 2003-E-501).
Tengo para mí, que la responsabilidad del Estado a través de cualquiera de sus poderes, se ve comprometida
si no se privilegia la jerarquización normativa que propone la Constitución.
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Frente a las normas inferiores, emerge con toda su fuerza este bloque de normas superiores que conforman,
además, un sistema garantista de legalidad por el que las normas secundarias se deben adecuar o condicionar
para no perder eficacia.
Es que “las normas constitucionales y las contenidas en los tratados no están en la periferia, como si fueran
externas; no son decorativas, ni adornos de conveniencia para ingenuos. Deben ser apreciadas como
categorías ontológicas en cuanto son los sólidos cimiento de un edificio” (Salerno, Marcelo “Las relaciones
familiares en los tratados con jerarquía constitucional”, en Anuario de Derecho N° 4, Univ. Austral, Abeledo
Perrot, Bs. As., 1998, pág. 117).
Como dejé sentado mas arriba, a la luz de estas normas, ideas rectoras y principios analizaré la cuestión en el
entendimiento de que el punto neurálgico de la labor judicial reside en la ponderación o evaluación del “peso”
de los derechos fundamentales que entran en colisión en un caso concreto de acuerdo con las condiciones
fácticas que lo definen.
IV. Es un hecho ampliamente conocido por su difusión universal, el trágico episodio ocurrido a nuestros
hermanos haitianos en Enero de este año, un sismo de características destructivas que dejó un penoso saldo
de cientos de miles de muertos y consecuencias posteriores tan dañosas que su cuantificación aún hoy es
imposible de precisar.
Es que el 12 de Enero de este año, el mundo entero se despertó con una terrible noticia: edificios destruidos,
muchos muertos, gente perdida, enfermedades era el resultado de un terremoto en un pequeño país pobre
de Centroamérica; destrucción y desolación ocupaban los títulos de todos los diarios del mundo que
presenciaba impávido un triste espectáculo.
La pequeña R., una niña abandonada en un orfanato de ese país salvó su vida después que el mismo se
desplomara, mientras los documentos de la adopción que la emplazaba como hija del matrimonio presentante
eran sepultados bajo los escombros del Juzgado cuyo destino fue tan dramático como el de aquél.
Estos hechos no requieren prueba en un expediente judicial, desde que son conocidos por todos, y requerir el
cumplimiento de las legalizaciones que, dicho sea de paso, emergen de las autoridades que emiten los
documentos originales, en nuestro caso resulta un rigorismo que puede constituirse en una injusticia. Resulta
clara la imposibilidad material de contar con las legalizaciones de la sentencia cuyo reconocimiento se
pretende. Se trata de una sentencia sepultada entre los escombros juntos a miles de vidas.
V. De allí la necesidad de armonizar la normativa, para su subsunción en el caso concreto, a la luz de
normas de mayor jerarquía, ya que “la comprensión y aplicación de la ley implica su abordaje como
componente del orden jurídico y no como un elemento lógicamente aislado. En consonancia con ese
postulado, al realizar esta labor, ha de evitarse atribuir a las normas un sentido que ponga en pugna sus
disposiciones, haciendo prevalecer unas a expensas de las otras; por el contrario, cabe adoptar como correcto
el criterio que las concilia y da efectos a todas” (CSN Fallos: 329:5266).
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No debemos perder de vista que los Tratados Internacionales incorporados a nuestro Derecho Interno con
jerarquía constitucional hacen expresa mención a que debe reconocerse el derecho de todo niño a crecer en
el seno de una familia, grupo fundamental de la sociedad y medio natural para el crecimiento y bienestar de
sus miembros y lo dispuesto por los arts. 240, 321, 339, 340 y cc. del C. Civil y arts. 3, 6, 20 y 21 de la ley 23.849
ratificatoria de la Convención Internacional de los Derechos del Niño.
En aplicación de las normas fundamentales que rigen en nuestro país, la Convención de los Derechos del Niño,
la Constitución Nacional, nuestro Código Civil y demás leyes, estimo necesario en el caso, atemperar los
requisitos de exequátur en relación a las legalizaciones de la sentencia cuyo reconocimiento se pretende. Lo
contrario implicaría cometer una injusticia en el solo beneficio de la ley, del cumplimiento de una formalidad
legal ajena a la realidad.
En ese sentido tiene[n] dicho nuestros tribunales: “Los recaudos procedimentales tienen por fin cuidar ciertas
exigencias de orden externo pero no para que los derechos se vean vulnerados, sino por el contrario, para que
su realización resulte en todos los casos favorecida; de otro modo, ese orden deviene en ritualismo, es decir,
en una forma vacía de contenido, siendo la doctrina pretoriana del exceso ritual manifiesto aplicable en
aquellos en que la decisión sobre el fondo entronaría con lo injusto si no razones formales se desconocen
evidencias expedientales que se tiene a la vista “. (conf. Cuarta Cámara en lo Civil, fecha 11-05-2.000, ubicación
LS155, FS. 063).
En definitiva, la realización de la justicia no se alcanza con la mera y fría aplicación de una norma procesal; por
el contrario requiere una armonización entre la ley, la realidad y los valores en juego. Pretender alcanzar
semejante valor jurídico dándole la espalda a la realidad, a los hechos consumados importa la negación misma
de la justicia y, por definición, una injusticia.
Lo mismo importaría si se le exigiera a los presentantes de autos cumplir a rajatabla con las exigencias
procesales frente a los hechos ocurridos en Haití en Enero de ese año.
VI. En estrecha vinculación con lo expuesto, cabe destacar la doctrina inspiradora de nuestro máximo Tribunal
de Justicia que ha sentado claramente las bases de una noción que funciona como un stándard jurídico: el
exceso ritual.
La noción de exceso ritual manifiesto debe buscarse en la jurisprudencia de los Tribunales. La primera
manifestación la encontramos en el caso “Colalillo”, de la Corte Suprema de la Nación (Fallos: 238:550) del 18
de septiembre de 1957, cuya doctrina ha sido mantenida por la Corte invariablemente (Corte Suprema de
Justicia de la Nación - Monastirsky Salomón y otro c. Falconi, Sergio y otro - 1992-04-07, sobre facultades de
los jueces y esclarecimiento de los hechos; Corte Suprema de Justicia de la Nación - Luque, Mauricio c. Servi
Chaco S.A. - 2002-05-14 en relación a cuestiones sobre exceso ritual manifiesto; Corte Suprema de Justicia de
la Nación - Superintendencia de Seguros de la Nación c. ITT Hartford Seguros de Retiros S.A. y otros - 2003-
0424 por arbitrariedad y excesivo rigor formal; Corte Suprema de Justicia de la Nación - Farias, Helvecia c.
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ANSES - 1999-08-10 por idénticos temas; Corte Suprema de Justicia de la Nación - Chan, Queenie c. Klein,
Edgardo A. - 1999-02-23, entre varios).
Sobre el tema, en aquél caso testigo, la Corte consideró que: “Que el caso presenta ciertamente características
singulares. Y es propio de tales circunstancias la obligación de los jueces de ponderar con mayor rigor la
aplicación de los principios jurídicos pertinentes, a fin de no incurrir, con daño para la justicia, en una
aplicación sólo mecánica de esos principios… Que con arreglo a la jurisprudencia de esta Corte, es condición
de validez de un fallo judicial que él sea conclusión razonada del derecho vigente con particular referencia a
las circunstancias comprobadas de la causa (Fallos: 236:27 y otros)… Que la condición necesaria de que las
circunstancias de hecho sean objeto de comprobación ante los jueces, no excusa la indiferencia de éstos
respecto de su objetiva verdad… Que, sin embargo, el proceso civil no puede ser conducido en términos
estrictamente formales. No se trata ciertamente del cumplimiento de ritos caprichosos, sino del desarrollo de
procedimientos destinados al establecimiento de la verdad jurídica objetiva, que es su norte… Que
concordantemente con ello la ley procesal vigente dispone que los jueces tendrán, en cualquier estado del
juicio, la facultad de disponer las medidas necesarias para esclarecer los hechos debatidos. Y tal facultad no
puede ser renunciada, en circunstancias en que su eficacia para la determinación de la verdad sea indudable.
En caso contrario la sentencia no sería aplicación de la ley a los hechos del caso, sino precisamente la
frustración ritual de la aplicación del derecho… Las formalidades, los ritos, son parte de todo proceso judicial
—máxime en un sistema codificado como el nuestro—. Pero no existen por capricho del legislador: su fin es
poner orden en el proceso. Un orden que asegure a las partes un debido proceso, que respete sus garantías y
derechos, y que culmine en una decisión conforme a derecho. De lo contrario se transformaría en un
“conjunto de solemnidades desprovistas de sentido”.
Cabe aclarar que la doctrina jurisprudencial elaborada alrededor del concepto de “exceso ritual” participa de
las características de ser un derecho judicial de casos excepcionales, y esto es importante no perderlo de vista.
En nuestro caso, la aplicación resulta necesaria. Evidentemente se trata de un caso excepcional, que recuerda
a aquellos casos en que se solicitaba el reconocimiento de sentencias dictadas en países extranjeros que a la
hora de su petición en el nuestro, se encontraban en guerra o atravesando situaciones de excepción tan graves
como el terremoto de Haití de este año; o en aquellas situaciones en que se permitió a refugiados políticos el
ingreso a nuestro país y el acceso a la documentación por razones humanitarias. En nuestro territorio, por
mencionar sólo algunos supuestos de público conocimiento, el importantísimo terremoto de 1.944 cuyo
epicentro se registro en la provincia de San Juan y los efectos devastadores en los registros públicos que dejó
como saldo la inundación de Santa Fe en 2.003. En todos estos casos, los jueces y las autoridades
administrativas se vieron en la necesidad excepcional de flexibilizar requisitos de las leyes procesales. Es que
como sostiene, Pedro J. Bertolino, el “exceso ritual” constituye una exagerada sujeción a las normas formales,
las cuales abusivamente son mal o indebidamente utilizadas por quien o quienes, de tal manera, se convierten
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en “ritualistas” (BERTOLINO, Pedro J., “El Exceso Ritual Manifiesto” p. 4, Ed. Editora Librería Platense, 1979,
Pág. 49).
El “exceso ritual” atendido en función descalificatoria es el que se presenta bajo las connotaciones de
evidente, claro y patente, esto es, el que no exige un juzgamiento previo en cuanto a su percepción. Expresado
de otro modo: es perceptible a simple vista.
Como quedó expuesto mas arriba, exigir el cumplimiento de las legalizaciones que ordena el art. 279 CPC en
nuestro caso, resulta evidente y claramente un rigorismo formal de difícil cumplimiento.
Si bien es obligación de los jueces atenerse a la palabra de la ley, ello no debe hacerse de tal forma que excluya
lo razonable y sistemático. Las normas procesales no deben interpretarse conforme a la desnuda literalidad
de sus vocablos, ni según rígidas pautas gramaticales, sino computando su profundo significado jurídico. El
ritualismo o formulismo es una especie de injusticia grave por exceso de orden, fenómeno que está ligado a
la hermenéutica jurídica bajo la alternativa de “interpretación literal versus interpretación justa de la ley”
(Bertolino, Pedro J., ob. cit. p. 101).
En la interpretación de normas procesales debe preferirse la que mejor concuerde con las garantías y
principios establecidos en la Constitución Nacional; y no debe efectuarse de modo tal que ellas prevalezcan
sobre la verdad jurídica objetiva que es concorde con un adecuado servicio de justicia y compatible con la
defensa en juicio —art. 18 de la Carta fundamental — (obra cit., p. 107).
Es facultad de los jueces valorar la realidad fáctica y subsumirla en el derecho vigente que interpreta y aplica
a esa realidad, por cuanto la función de hacer justicia no es otra cosa que la recta determinación de lo justo
in concreto, o sea, la solución justa del caso, porque, de lo contrario, la aplicación de la ley se convertirá en
una tarea mecánica reñida con la naturaleza misma del derecho (Bidart Campos, Germán J., “La Corte
Suprema”, 1982, p. 44.)
Toda solución justa ha de estar presidida por el espíritu de la Constitución que fluye de los fines y valores que
la articulan. De allí la relevancia hermenéutica del Preámbulo, a cuya frase “afianzar la justicia” ha remitido la
Corte Suprema con frecuencia, para apoyar sus decisiones (Bidart Campos, Germán J., ob. cit. p. 45), como así
también ha dicho que nadie puede sustraer a los jueces la atribución y obligación inalienable de hacer respetar
la Constitución y, en particular, las garantías personales que reconoce (Fallos 267:215, 1967).
Se destaca en este mismo sentido, el dictamen de la Sra. Agente Fiscal de fs. 170.
VII. Que la Sra. Asesora de Menores, en su dictamen de fs. 168 entiende, por el contrario, que tratándose del
desplazamiento de un menor de edad fuera de su lugar de vida deben extremarse los recaudos que garanticen
la legalidad y regularidad del proceder.
Por lo expuesto en los párrafos anteriores, surge con la claridad del mediodía que no comparto la opinión de
la distinguida representante del Ministerio Pupilar desde que la realidad de la niña R., su historia, su vida y sus
“circunstancias” ameritan un tratamiento diferenciado.
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La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha considerado que “El sistema procesal es un medio para
realizar la justicia, la cual no puede ser sacrificada en aras de meras formalidades. Dentro de ciertos límites de
temporalidad y razonabilidad, ciertas omisiones o retrasos en la observancia de los procedimientos pueden
ser dispensados si se conserva un adecuado equilibrio entre la justicia y la seguridad jurídica” (Corte
Interamericana de Derechos Humanos, enero 30-996; Castillo Páez, Ernesto R.).
Entiendo, pues, que el interés superior del niño debe ser analizado en el caso concreto, y como tal ese principio
rector del derecho me inspira a buscar una solución diversa a la propuesta por el Departamento de
Colaboración Internacional de la SCJMza, como organismo especializado en la materia.
Por lo demás, no se presenta en el caso un supuesto de “desplazamiento de menores”, que conforma otra
figura con alcances jurídicos que comprende los supuestos de sustracción ilícita, traslados ilegales, trata de
personas, entre otras. Tampoco estamos frente a típico caso de “adopción internacional”. La cuestión central
se vincula a la posibilidad de reconocimiento de una sentencia dictada en un país extranjero que fue
prácticamente destruido por un terremoto. Ponerle otro nombre a la cosa, no es más que desviar la mirada,
y los Tribunales de Justicia no tenemos el derecho de acudir por esa vía.
Es la propia CSJN quien explora venturosamente los límites móviles y flexibles de la interpretación soberana
en su justa y recta función correctora e integradora de normas del standard del interés superior del niño. A
dicho argumento central lo construye categóricamente, enriqueciéndolo hasta colmarlo con el rebosante
contenido de remisiones también de rango constitucional (art. 21 de la CDN) y de las normas de la 26.061 (art.
3°) y su decreto reglamentario, que a su vez encajaban sin esfuerzos en los favorables informes agregados que
les servían de prueba y soporte (conf. Jáuregui, Rodolfo G. En “Exceso ritual: acierto de la Corte. El requisito
de la inscripción registral de los guardadores debe armonizarse con el interés superior del niño”, Publicado
en: LA LEY 2008-F, 57).
Por un lado, la Convención da por presupuesto que los niños gozan de los derechos que le corresponden, en
tanto que personas humanas. Por el otro, en atención a lo antedicho, tiende, como objetivo primordial, a
“proporcionar al niño una protección especial”. (CSN 2/12/2008, “Recurso de hecho deducido por el Fiscal
General ante la Cámara Nacional de Casación Penal en la causa García Méndez, Emilio y Musa, Laura Cristina
s/ causa N° 7537 ).
R. tiene sus derechos asegurados por nuestras leyes, pero es el Estado a través de este Juzgado de Familia el
que debe hacer efectivos esos derechos, en especial a su identidad, su documentación y a su familia. VIII. Es
función de los jueces velar por que ese superior interés se concrete en el caso. El cambio de paradigma en el
modo de abordar los problemas de la niñez que revolucionó el fin de siglo pasado a partir de la CDN, reclama
a los jueces y los operadores la obligación de identificar y restituir el derecho amenazado o vulnerado
propiciando las modificaciones indispensables y no esperando que ocurran “mágicamente” (Juzgado de
Familia de Esquel, 20/04/09, B., C. M.).
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Así lo manda la llamada Regla de la efectividad prevista en la Convención Internacional de los Derechos del
Niño, cuyo art. 4 prescribe que “Los Estados Partes adoptarán todas las medidas administrativas, legislativas
y de otra índole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la presente Convención”, máxima que se
revaloriza en el art. 29 de la ley 26.061 en estos términos: “Los Organismos del Estado deberán adoptar todas
las medidas administrativas, legislativas, judiciales y de otra índole, para garantizar el efectivo cumplimiento
de los derechos y garantías reconocidos en esta ley”.
Junto a esta regla, aparecen dos principios rectores en materia de exigibilidad de derechos sociales:
progresividad y no regresividad, incluidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, en virtud de cuyo art. 2.1 el Estado Argentino se obliga a “aplicar hasta el máximo sus recursos
disponibles para hacer efectivos estos derechos”.
El principio de progresividad importa que alcanzado un determinado grado de desarrollo o protección de un
derecho fundamental, el Estado no puede adoptar medidas que impliquen un retroceso, disminución o
eliminación del estadio adquirido.
Entiendo necesario dictar una resolución judicial que prevea el destino y el futuro de esta familia ya que los
jueces deben pesar las consecuencias futuras de sus decisiones, sobre todo cuando los destinatarios son los
niños (conf. C.S.J.N., 13/3/2007, Fallos, 331:941; con cita de 312:371) para hacer efectivos los derechos y en
definitiva, afianzar la justicia.
Frente a la situación planteada me guía el principio de proporcionalidad como herramienta idónea que echa
luz a la cuestión al intentar precisar el máximo grado de racionalidad y de respeto hacia la competencia
legislativa, y que exige que la solución tenga un fin constitucionalmente legítimo y que el medio sea idóneo
para favorecer su obtención.
En el caso, los padres de la pequeña lograron dar con el paradero de su hija en EEUU después de un largo
derrotero y obtuvieron la documentación necesaria para trasladarla a nuestro país, donde le darían un hogar
a la pequeña R. después del calvario vivido. Estos padres demostraron su amor y su valentía, pero no ahora.
Ya lo hicieron antes cuando adoptaron a cuatro niños más a quienes crían, educan y aman formando una
familia que les brinda contención y futuro.
Ellos accedieron a la adopción de la niña en Haití una vez que lograron una declaración judicial en este mismo
Juzgado que acredita su idoneidad y cuya sentencia expresa: “Aprobar la información sumaria rendida en
autos, y en consecuencia, ordenar la entrega de los informes realizados por el Registro Único y Equipo
Interdisciplinario de Adopción de Mendoza, Argentina, a los Sres. C. A. V. , D.N.I. N° … y D. A. P. D.N.I. N° …,
para que los presenten ante los organismos y/o autoridades correspondientes” (Expte. Nº 1773/8 V. C. A. y P.
D. A. por información sumaria del 17 de Febrero de 2009).
Que en función de las facultades conferidas por los arts. 46 CPC y 83 ley 6354 el Tribunal ordenó a fs. 162 in
fine la realización de los estudios de rigor en casos de adopción por intermedio del Equipo Interdisciplinario
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de Adopción (E.I.A.), organismo técnico especializado en la materia de cuyo informe, agregado a fs. 164/166
surge la aptitud del matrimonio presentante y el óptimo grado de vinculación de la niña con su familia.
De allí la conveniencia en la resolución de la causa sin esperar más. Como poéticamente lo destaca Gabriela
Mistral: el futuro de los niños es hoy, mañana es tarde.
La urgente tutela judicial se hace necesaria para que el tiempo no termine de vaciar irreversiblemente el
contenido del derecho ejercitado (Carbone, Carlos Alberto, El nuevo concepto de fuerte probabilidad como
recaudo de las medidas autosatisfactivas y su proyección hacia un nuevo principio general del derecho ED
1801193).
Es que cuando el tribunal llega demasiado tarde para clarificar un derecho invocado de modo que pueda ser
ejercido efectiva y útilmente se está traicionando el principio general del derecho según el cual la necesidad
del proceso para obtener razón no debe convertirse en un daño para el que tiene la razón (conf. García de
Enterría, las batallas por las medidas cautelares 2º ed ampliada, Civitas, Madrid 1.995).
IX. Por lo demás, y en relación con el pedido de conversión en adopción plena, estimo de aplicación la
norma contenida en el art. 340 del C. Civil advirtiéndose la conveniencia y necesidad en su despacho favorable
atento las circunstancias del caso en que los presentantes son padres de cuatro hijos adoptivos en forma
plena.
X. Por último, entiendo necesario referirme a la cuestión vinculada con la adopción en una de sus
facetas más transcendentes, la que concierne al derecho a la identidad.
Es que el art. 321 inc. h C. Civil, establece que los adoptantes deben comprometerse a hacer conocer al
adoptado su realidad biológica. Si bien esta exigencia de la ley, no puede ser ejecutada, de modo que se forzara
a los obligados a dar cumplimiento efectivo de esta exigencia, sino que queda en el fuero interno de los
“padres” es menester aclarar que el compromiso legal subiste desde que el derecho del menor a conocer su
realidad biológica comprende no sólo su estado de hijo adoptivo, sino también la identidad de sus
progenitores, para lo cual deberá tener a su alcance la información pertinente acerca de los motivos y
circunstancias de su adopción y familia de origen.
Estrechamente vinculado a este tema se encuentra el derecho a la identidad personal reconocido por el art.
328 del C. Civil. D´Antonio define a la identidad personal como el supuesto de la personalidad que atañe a los
orígenes del hombre y a su pertenencia primaria y general, abarcando su nombre, filiación, nacionalidad,
idioma, costumbres, cultura propia y demás componentes de su amplio ser.
Ya desde su preámbulo, la Convención de los Derechos del Niño consagra este derecho fundamental cuando
establece que los Estados partes han tenido especialmente en cuenta la importancia de las tradiciones y los
valores culturales de cada pueblo para la protección y desarrollo armonioso del niño.
En este mismo orden de ideas el art. 8 de la Convención de los Derechos del Niño en su esencial inciso 11
establece que los Estados partes se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su identidad,
incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares de conformidad con la ley sin injerencias ilícitas.
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Cabe advertir que la Convención otorga al derecho de la identidad su concreta y real denominación y, en el
mencionado inciso procura delinearla en su contenido para el reconocimiento. Al hacerlo, entiende la
doctrina, queda a mitad de camino, ya que los elementos que enuncia no son todos los integrantes del
presupuesto personal a que nos referimos. Entiende la suscripta que en este punto la Convención se integra
con disposiciones de tanta relevancia jurídica y filosófica como aquella del art. 8 mencionado. Se integra, por
ejemplo, por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada y proclamada por la Asamblea
General de la Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1.948 que consagró en su art. 15 el derecho de la persona
a su nacionalidad, y en su art. 26, 2 el derecho a una educación que favorezca la comprensión entre todos los
grupos étnicos o religiosos; la Convención Americana sobre los Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica), en tanto, estableció el derecho a la protección de la honra y la dignidad, a la libertad de conciencia y de
religión, de pensamiento y de expresión, y al nombre, encontrando esta convención -como la antes referida-
igual jerarquía de positividad que la que versa sobre los Derechos del Niño, reforzada en atención a su
inclusión en el inciso 221 de la Constitución Nacional, reformada en 1.994. Estos reconocimientos de
elementos referidos a la identidad personal en el marco general encuentran en relación a los niños y
adolescentes una precisión más profunda en atención a los requerimientos emergentes de su particular
situación de sujetos en desarrollo. En este aspecto los arts. 7 y 8 de la Convención sobre los Derechos del Niño,
ensamblados y encuadrados en un ordenamiento lógico, constituyen el núcleo consagratorio de este esencial
presupuesto de la personalidad, y la norma contenida en el art. 11 de la ley 26.061 concreta el derecho
consagrado en la Convención. XI. Las costas se imponen a los presentantes y en relación a los honorarios de
la letrada interviniente estimo de aplicación la norma contenida en el art. 10 de la ley 3641 que prevé la
regulación en caso de juicios sin monto. Tengo particularmente en cuenta las actuaciones desarrolladas en
autos (inc. a), la situación económica y social de las partes (inc. d), las consecuencias morales y la influencia
para las personas (inc. e) y especialmente, la novedad del problema y la trascendencia de la solución (inc. h)
La Corte Federal ha advertido que “la validez constitucional del honorario no depende exclusivamente de la
magnitud del pleito porque además interesa a la consecución de la regulación pertinente que se examinen los
agravios propuestos y conducentes, y también la labor desarrollada, en su calidad, eficacia y extensión, así
como lo relativo a la complejidad y naturaleza del asunto” (CSJN, 1981/06/09, “Gobierno nacional c. Salvia
S.A.”, LL 1981-D, 191 - ED, 94-589; También ha dicho: “La interpretación de las normas arancelarias no puede
prevalecer sobre la necesidad de acordar primacía a la verdad jurídica objetiva, que es concorde con el
adecuado servicio de justicia y compatible con la garantía constitucional de la defensa en juicio” 9/2/1.988,
“Silanes Artaza, María C. c. Columba, Ramón”, JA 1988-I, 370).
Por todo lo expuesto, constancias de autos, citas legales, doctrinarias y jurisprudenciales, pruebas rendidas y
oídos los Ministerios Públicos Pupilar y Fiscal:
Resuelvo:
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I. Hacer lugar a la demanda y en consecuencia disponer el reconocimiento de los efectos de la sentencia
extranjera de adopción de la niña R. B. nacida en Puerto Príncipe, Haití el 28 de junio de 2.008 hija biológica
de R. E. B., dictada en la República de Haití en fecha 4 de Enero de 2010.
II. Hacer lugar al pedido de conversión de adopción de simple a plena. Art. 340 C. Civil.
III. Firme la presente, gírese oficio a la Dirección de Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas
de Mendoza para su toma de razón y a fin de ordenarle la inscripción de la adopción plena de la niña,
debiendo registrarse bajo el nombre de R. M. P. V., sexo femenino, nacida en Puerto Príncipe, República de
Haití el 28 de Junio de 2.008 hija de C. A. V., DNI N° … y D. A. P., DNI N°....
IV. Hacer saber a los presentantes que deberán poner en conocimiento de la niña adoptada su realidad
biológica conforme a lo establecido por el art. 328 del C. Civil con el alcance que le otorga esta sentencia.
V. Imponer las costas a los presentantes.
VI. Regular los honorarios profesionales de la Abog. Fabiana Marcela Quaini en la suma de PESOS … ($
…-), por la labor desarrollada. Art. 10, incs. a, d, e y h de la ley 3641.
VII. Tratándose de una cuestión de adopción, expídase copia a los fines de su remisión al R.U.y E.I.A. y en
función de lo dispuesto por el art. 83 inc. b) ley 6.354, omítase la aparición en lista. Cópiese. Regístrese.
Notifíquese. Ofíciese.- R. G. Díaz
S., C. H. Juz. Civ. y Com. de Conciliación y Familia. Deán Funes (Cordoba)- 07/04/95.
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educado. Roberto Boque Miró expresa: "Desestimar aspectos fundamentales que hacen al pasado espiritual
del menor adoptado y desconocer su futura trascendente, constituye una grave injusticia, ya que a más de
tener que enfrentar el doloroso trance del abandono y la marginalidad, se lo desarraiga espiritual y
culturalmente, obligándolo a renunciar forzada o inconscientemente a su origen moral o religioso…, "De
alguna manera, la adopción entre países, constituye una suerte de aborto moral, toda vez que el niño
adoptado, rompe su relación con su mundo de origen y sus creencias." ("Adopción Internacional. América
versus Europa?", Semanario Jurídico N° 913, del 3 de diciembre de 1992, p. 201). Que por tanto, mientras
existan aspirantes a adoptar idóneos que sean argentinos, éstos deben ser preferidos a aquellos que no lo
son. Es lógico que a un niño argentino, cuyos padres biológicos argentinos no pueden criar sea por la razón
que sea, se le den padres adoptivos también argentinos.
II. Que a la razón precedentemente expresada se suma otra, de orden práctico: evitar que nuestros
niños abandonados, pasen a formar parte de un negocio internacional, el de "conseguir" para adoptantes de
países desarrollados niños en adopción de "raza aria". Creo pues que también respalda mi postura la
necesidad de cortar de raíz todo posible intento de "tráfico de niños". Esta posibilidad ha sido claramente
puesta de manifiesto por la ministra de Familia y Desarrollo Humano de la Provincia de Buenos Aires, Marta
Pascual al oponerse a que Argentina adhiera al convenio internacional de adopción infantil, dicha funcionaria
expresó, según consignó el diario La Voz del Interior, "Aceptar la adopción internacional sería creer que como
tenemos hijos de la pobreza los vamos a exportar" "no hay que creer que la entrega de niños a otros países
es la panacea" (La Voz del Interior, viernes 13 de enero de 1995, p. 8 "C"), en la misma columna el diario dice:
"Pascual afirmó que existen organizaciones internacionales que ofrecen chicos por medio de muestrarios
fotográficos, lo que calificó como un "marketing perfectamente implementado", donde los niños argentinos
son codiciados por sus rasgos no indígenas". Pascual aseguró que en Estados Unidos "son muy claros para las
negociaciones y en esta economía de mercado todo tiene un precio: un chico colombiano tiene un precio, uno
laosiano otro, y un menor argentino es mucho más caro porque está considerado como un muy buen
producto". Por cierto que esto no implica que no puedan darse casos en que la adopción se otorgue a
extranjeros, pero por las razones dadas en estos dos considerandos, dichos casos deben ser la excepción.
III. Que establecida en los considerandos precedentes mi posición en abstracto, corresponde considerar
el caso concreto que me toca resolver. En primer lugar señalaré que conforme surge de autos, si bien el
matrimonio peticionante reside en Alemania, sólo uno de los adoptantes es extranjero (de nacionalidad
alemana), puesto que la adoptante es argentina, con lo cual la menor no perderá sus raíces, y tendrá parientes
por parte materna en el país. Es decir, que este caso tiene ya un matiz diferente al de una adopción
internacional típica. IV. Que en segundo lugar la niña C. H. S., fue dada en guarda con fines de adopción, a F.
H. H. y S. C. L. de H., por el Juzgado de Instrucción, Menores y Faltas de esta ciudad, mediante auto nº 29 del
18 de noviembre de 1992 (fs. 52/53 de autos: "S., C. H. - Prevención", traídos ad effectum videndi). Por tanto,
a la fecha de dictarse la presente resolución la niña hace ya casi 2 años y medio que vive con los peticionantes
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de la adopción. Que según refiere la licenciada en Trabajo Social Ana M. Sanabria en informe socio-familiar
"Se ha observado una excelente relación madre-hija. La niña posee todas las características de ser una niña
tratada con mucho afecto siendo el centro del hogar" y a fs. 83 en su "Informe psicológico" los licenciados
Pablo F. Monzón y Liliana Tulian, nos dicen: "No se observa en la niña síntomas de perturbación psicológica,
mostrando por el contrario madurez evolutiva y predominio de expresiones afectivas positivas, de lo que
infiero que el clima familiar en donde se desarrolla satisface sus necesidades físicas y psicológicas". De ello y
de ambos informes en su conjunto se desprende que la niña se encuentra integrada a la familia de los
adoptantes, y que ya existe entre ellos una relación paterno filial, que es favorable para ella, siendo en
consecuencia contraproducente cortar dicho vínculo, o dicho de otro modo, es conveniente que el mismo
continúe desarrollándose, y en consecuencia que se otorgue la adopción solicitada, ya que luego de 2 años y
medio de convivencia con los adoptantes, aunque sea en el extranjero, de acuerdo a los informes citados, sin
dudas que será lo mejor para la niña. En respaldo de lo expresado viene al caso lo dicho por la Excma. Cámara
de Acusación de la Ciudad de Córdoba " … las vicisitudes de la causa … han consolidado una situación de hecho
… consistente en la convivencia –más de 7 meses del menor F. con los integrantes del matrimonio. Es decir,
la valoración ha de circunscribirse a la situación actual del menor, en términos de su salud física y psíquica, a
los fines de evaluar la petición de los recurrentes. El resguardo de la salud física y psicológica del niño, aparece
como un derecho "primordial, debiendo primar – sin desmedro de los restantes por encima de otra valoración
…. No obstante, en el caso que nos ocupa, … inmediatamente se advierte que de modificar la situación actual
de menor F. se le irrogaría un grave daño psicológico". "… la opinión del doctor Avalos … experto en psicología
infantil, quien afirma: "Desde el punto de vista psicológico, siempre es alto el riesgo en que se coloca a un
niño al separarlo compulsivamente de las personas que hasta el momento hayan ocupado el lugar de padres,
cualquiera fuere la edad en que se hallare. Y según las mismas, distintas pueden ser las consecuencias
posibles" (Cámara de Acusación, Córdoba, 22/12/94, auto N° 244, Secretaría 1, "in re" "N.N. sexo masculino -
Prevención (denuncia peligro de menores en B° Müller) (Expte. N° 12-94). Por igual razón se dijo que: "El
interés superior del niño quien hace 4 años está con sus guardadores judiciales, viviendo sus afectos de hijo,
en armonía,… debe prevalecer por sobre el interés materno o de su familia de sangre que ahora se opone a
la adopción…" (CCC y Fam. Cruz del Eje, 22/8/94. Sentencia 1. Publicada en Semanario Jurídico N° 1024 del
16/2/95, p. 179). Que en definitiva, en el caso de C. H. S., fundamentalmente por las razones expresadas en
este considerando y por ser uno de los adoptantes de nacionalidad argentina, es conveniente apartarme de
mi criterio, expresado en los considerandos 1° y 2°, pero que consideré importante dejar sentado, por ser éste
el primer caso en que tuve que considerar la cuestión. Cabe pues considerar a continuación si se cumplieron
los requisitos de ley para la procedencia de la adopción.
V. Que la adopción solicitada por F. H. H. y S. C. L. tiene como antecedente la guarda judicial otorgada
en autos: S., C. H. - Prevención" (en un comienzo caratulado: "Menor recién nacida, sexo femenino, aún no
inscripta, hija de la menor M. B. S.") tramitados por ante el Juzgado Instrucción, Menores y Faltas de esta
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ciudad, Secretaría de Menores, remitidos "ad effectum videndi" y que tengo a la vista al momento de dictar
la presente resolución.
VI. Que en dichos autos el juez de Instrucción Menores y Faltas de esta ciudad, por auto interlocutorio
N° 27 del 11 de noviembre de 1992 declaró a la menor en cuestión en estado de abandono material y moral.
Que el mismo juzgado mediante auto interlocutorio N° 29 del 18 de noviembre de 1992, otorgó a los
peticionantes la guarda judicial de la menor con fines de adopción.
VII. Que a fs. 48 del expediente traído "ad effectum videndi" ya citado, obra partida de nacimiento de C.
H. S. (fotocopia del mismo a fs. 8 bis de autos) que a fs. 68 del mismo expediente obra partida de matrimonio
de los adoptantes que forma parte de documental certificada por el Consulado Alemán en Córdoba, obrando
copia a fs. 8 de estos autos. Que de la misma surge que se cumple con lo requerido por el art. 5° de la ley
19.134. VIII. Que a fs. 74/82 obra informe socio familiar, y a fs. 83 informe psicológico, ambos ya citados y que
permiten deducir que el ambiente en que se encuentra la niña es favorable, y que será beneficioso para ella
hacer lugar a la adopción. Que por otra parte el referido informe psicológico es coincidente con el obrante a
fs. 36 del expediente tramitado en el Juzgado de Instrucción, Menores y Faltas, subscripto por la licenciada
Liliana N.
Carrizo. Que a fs. 59/83 obra documental en alemán y sus traducciones al castellano, subscriptas por Paul E.
Motter, traductor público de alemán M. P. 1643 y certificadas por el Consulado Alemán en Córdoba, con la
que se acredita condiciones económicas de los adoptantes, actividad laboral, ingresos, certificados médicos,
certificado de buena conducta, carácter de propietarios del inmueble asiento de su domicilio, reforzándose
de esta manera las conclusiones a que he arribado precedentemente.
IX. Que a fs. 90, al alegar, el asesor letrado "ad hoc", doctor Ángel P. Velázquez expresa: "este ministerio
considera que se han cumplimentado todos los requisitos que la ley de fondo exige para otorgar esta
institución que reemplaza la paternidad … que la ley de adopción basa y tiene su fundamento en los
intereses del menor, y en el caso de autos, los mismos están perfectamente satisfechos y resguardados
por este matrimonio…".
X. Que a fs. 88 el fiscal de Instrucción y de Familia subrogante doctora Leda del Valle Palaver manifiesta: "…
que merituando la prueba rendida en autos, este ministerio estima que se ha dado cumplimiento a los
requisitos exigidos por la ley 19.134, … viene en manifestar que nada tiene que observar, estimando que
puede V.S.
otorgar la adopción plena…".
XI. Que ha transcurrido el año de guarda que prevé el art. 6° de la ley 19.134.
XII. Que de todo lo expresado surge que se han cumplido las exigencias legales para la procedencia de la
adopción plena, siendo conveniente para la menor hacer lugar a la adopción solicitada.
XIII. Que en cuanto al nombre, deberá procederse conforme al art. 17 de la ley 19.134.
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Por todo ello, normas legales citadas y concordantes, resuelvo: I. Hacer lugar a la demanda en todas sus partes
y en consecuencia, otorgar la adopción plena de la menor C. H. S., con efecto retroactivo al día 8 de noviembre
de 1993, respecto del matrimonio compuesto por F. H. H. y S. C. L., nacida la niña el día 7 de octubre de 1992
en la ciudad de Deán Funes, Departamento Ischilín, Provincia de Córdoba, inscripto al t. 2°, acta N° 395, año
1992 todo ello con las obligaciones de ley. II. Sustitúyase su filiación de origen, quedando extinguido su
parentesco y vínculo de sangre con su familia de origen e integrantes de ésta, excepto los impedimentos
matrimoniales, adquiriendo en la familia de los adoptantes los mismos derechos y obligaciones de un hijo. III.
Imponer a la niña el primer apellido del adoptante, pudiendo –a solicitud de los cónyuges agregarse a la
adoptada el apellido compuesto del padre adoptivo o el de la madre adoptiva (art. 17, ley 19.134). IV. Librar
los oficios de ley al Registro Civil y Capacidad de las Personas, de la Ciudad de Deán Funes y demás
dependencias pertinentes.- J. M. Díaz Reyna.
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ACTIVIDAD. ADOPCIÓN.
Lea el fallo “Bayaud, Enrique s. sucesión. SCBA, 25/03/81” y responda las consignas que figuran al pie del
mismo.
I - M. B. adoptó el 22 de mayo de 1962 ante el Tribunal de Pau, Francia, y bajo la forma de la adopción simple
a S. L., falleciendo aquélla el 13 de enero de 1971 y su hermano E., el 19 de agosto de 1975 ambos en la
referida localidad y país.
El 19 de mayo de 1977 S. L. B., por apoderado se presenta ante la justicia provincial para promover el juicio
sucesorio de su tío adoptivo E. B., solicitando en su carácter de sobrina por adopción del causante se dicte
declaratoria de herederos a su favor sobre la tercera parte indivisa de los bienes inmuebles que denuncia
situados en la provincia de Buenos Aires.
A fs. 48 el juez de 1ª instancia, considerando que el art. 10 del Cód. Civil constituye una excepción al principio
sentado por el art. 3283 del mismo ordenamiento, aplica el art. 20 de la ley 19.134 y desconoce vocación
hereditaria a la sobrina adoptiva del causante. Tal pronunciamiento es confirmado por la Cámara Primera de
Apelación de La Plata a través de su sala primera a fs. 59.
Por último, el impugnante entiende que tratándose de un caso de reenvío no es menester probar la ley
extranjera ya que el supuesto queda subsumido en la excepción contemplada por la última parte del art. 13
del Cód. Civil, temperamento que –en definitiva- ha sido admitido por los jueces de las instancias inferiores al
decidir la especie sin proveer la prueba ofrecida por su parte.
III - Considero que asiste razón al recurrente. El caso es novedoso ya que se trata de interpretar el
alcance del art. 32 de la ley 19.134, disposición que incorpora por primera vez a nuestro ordenamiento jurídico
normas de derecho internacional privado interno referentes a la ley aplicable a las adopciones conferidas en
el extranjero. Con su incorporación quedó atrás la controversia suscitada antes de la sanción de la ley 13.252
y que motivara soluciones jurisprudenciales diversas (v. Zannoni-Orquín, "La adopción y su nuevo régimen
legal", ps. 223/5, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1972).
El fundamento principal de la sentencia impugnada reside en que el reenvío que establece el art. 32 de la ley
19.134 no tiene el alcance que pretende la presentante ya que el mismo sólo comprende el conjunto de los
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derechos y deberes de adoptantes y adoptados entre sí, limitación que excluye la vocación hereditaria, ya que
ésta "no concreta derechos y deberes entre causante y herederos y no establece entre ellos posibilidad de
reciprocidad alguna o de vínculo jurídico. La ley claramente se refiere a otros derechos que sí, en cambio,
relacionan vincularmente a adoptante y adoptado, como son, por ejemplo, los relativos al derecho y al
ejercicio de la patria potestad, a los alimentos, etcétera".
Entiendo que tal interpretación es errónea, fundamentalmente porque prescinde de los propios términos de
la ley (art. 16, Cód. Civil). El citado art. 32 de la ley 19.134 establece: "La situación jurídica, los derechos y
deberes del adoptante y adoptado entre sí, se regirán por la ley del domicilio del adoptado al tiempo de la
adopción cuando ésta se hubiese conferido en el extranjero". De la simple lectura del precepto se desprende
que comienza por hacer referencia a la "situación jurídica" de adoptante y adoptado, y es sabido que la
expresión –utilizada ya en la reforma del art. 3º del Cód. Civil en 1968- indica "un modo permanente de estar
alguien con respecto a otro que habilita a aquél o titular para el ejercicio indefinido de poderes o prerrogativas
mientras tal situación subsista" (v. Borda G., "La reforma del Código Civil. Efectos de la ley con relación al
tiempo", en E.D., t. 28, p. 807, especialmente p. 810). Vale decir que el legislador de 1971 ha encabezado la
norma con la indicación de un concepto tan genérico como el de "situación", el que alude a poderes o
prerrogativas de ambas partes derivados del vínculo que crea la adopción, para luego particularizar con un
sector de dichas consecuencias, que son los derechos y deberes de los adoptantes y adoptados "entre sí", lo
que lleva a aceptar que si hubiera querido excluir algún tipo de efectos de la adopción, lo hubiera consignado
expresamente. En tal sentido no es dudoso que los derechos hereditarios del adoptado constituyen uno de
los efectos fundamentales del vínculo que crea la adopción, como la prueba la circunstancia de que el
legislador se ha cuidado de regularlos expresa y detenidamente. Por consiguiente he de concluir en este
aspecto que de conformidad al reenvío que establece el art. 32 de la ley 19.134, los derechos hereditarios del
adoptante y adoptado quedan regidos –en las adopciones realizadas en el extranjero- por la ley del domicilio
del adoptado.
Llegado a este punto debo señalar que no advierto inconveniente en la aplicación oficiosa de la ley extranjera
desde que el estado actual de la doctrina admite que, formando parte dicha legislación de la cultura jurídica
del juez, éste puede aplicarla o interpretarla con prescindencia de la actividad de las partes (y. Devis Echandía,
"Teoría General de la Prueba Judicial", t. I, ps. 198/202, letras d) y e), Ed. Zavalía, 1968; Sosa, G., "La prueba
de las normas jurídicas y la reforma proce-en Rev. LL t. 132 ps. 1223 y siguientes, en contra: A. y S., 1965-I, p.
1028 -Rev. La Ley, t. 117, p. 203-), máximo en la especie en que existe una norma indirecta o de colisión como
la del indicado art. 32 de la ley 19.134, reenvío que obliga al juez a aplicar la ley extranjera y por ende a
conocerla (arts. 13, Cód. Civil y 31, Constitución Nacional, art. 375. Cód. Civil "a contrario").
Establecidas tales conclusiones y probado en autos que la sobrina adoptiva del causante se domiciliaba en
Francia (v. fs. 40/44 copia autenticada de la sentencia dictada por el Tribunal de Gran Instancia de Pau el 22
de mayo de 1962, de donde resulta que S. L. vivía en dicha ciudad, corresponde examinar las consecuencias
de la aplicabilidad de la ley del domicilio de aquélla, esto es, la ley francesa. La ley 66.6500, del 11 de julio de
1966 incorporó sus disposiciones al Código Civil, y en lo que interesa para la solución del caso establece: art.
368: "El adoptado y sus descendientes legítimos tienen en la familia del adoptante los mismos derechos
sucesorios que un hijo legítimo, sin adquirir, sin embargo la calidad de heredero reservatorio ("reservataire")
respecto de los ascendientes del adoptante". Dicho artículo se encuentra ubicado en la sección II del Capítulo
II denominada "De los efectos de la Adopción simple". Y el art. 13 de la ley 66-500 señala expresamente que
"La adopción pronunciada anteriormente, importa a partir de la entrada en vigor de la presente ley, los
mismos efectos de la adopción simple (he tomado y traducido los textos de la 69 ed. del Código Civil francés
publicada por Dalloz, París, 1979-1980 ps. 212/231). Como expresa un comentarista la referida legislación
importa, en materia de derechos sucesorios, una considerable acrecentamiento de los del adoptado ya que el
transcripto art. 368 del Cód. Civil significa que el adoptado y sus descendientes legítimos van a adquirir
derechos sucesorio "en la familia del adoptante", es decir, no solamente respecto a sus ascendientes sino
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también a sus colaterales y eventualmente, a sus otros descendientes". Añade que ello implica crear un
derecho de sucesión entre personas a quienes no liga ningún lazo de parentesco, lo que puede parecer
sorprendente pues importa una extensión considerable de la vocación sucesoria del adoptado, pero tal
reforma –entiende- se justifica "por el deseo del legislador de integrar en la medida de lo posible al adoptado
en la familia del adoptante (v. Y. Buffelan-Lanore: "Réforme de l"adoption: Adoption simple", en "Juris-
Classeur Civil. Arts. 331 a 515 du Code Civil", fascículos correspondientes a los arts. 360/372, mayo de 1967).
El examen de tales textos, aplicables desde la entrada en vigor de la ley, dictada el 11 de julio de 1966, revela
–teniendo en cuenta que el causante falleció en Pau, el 19 de agosto de 1975- que, a su luz S. R. L., tendría
vocación hereditaria en la sucesión de su tío adoptivo E. B. Empero, en mi concepto, la aplicación
extraterritorial de la ley extranjera por obra del referido reenvío no debe hacerse automáticamente –como
parece entenderlo el recurrente- sino que está sujeta a las limitaciones generales establecidas por el derecho
internacional privado interno (arts. 8º, 10, 11, 14 y concs. del Cód. Civil; Zannoni-Orquín, op. cit. p. 225). Cabe
pues, determinar, si – como lo ha entendido el juez de 1ª instancia- el principio establecido por el art. 10 del
Cód. Civil excluye la aplicabilidad de la ley extranjera y el sometimiento de la transmisión de los bienes
inmuebles situados en la República a las leyes del país, con la consecuente aplicación del art. 20 de la ley
19.134, en cuanto establece que la adopción simple no crea vínculo de parentesco entre aquél y la familia de
sangre del adoptante, lo que, en ausencia de un texto expreso excluiría la vocación hereditaria de quien
pretende ser heredera.
Frente a tal interrogante mi opinión es negativa, aunque no ignoro que, jurisprudencialmente, ha prevalecido
el criterio de que el derecho sucesorio relativo a bienes inmuebles situados en la República es el del país (v.
los fallos citados por Salas-Trigo Represas en sus comentarios del art. 3283 núms. 1/4, ps. 12/14 del vol. III de
su "Código Civil…", 2ª ed. a los que cabe añadir los siguientes fallos de V.E.: A. y S., serie 5ª VI, p. 17; serie 7ª,
t. II, p. 535; 1974-II, p. 701). Así, entiendo que el reenvío que expresamente establece el art. 32 de la ley
19.134, al comprender también la vocación hereditaria resultante de la adopción, no encuentra valla en lo
dispuesto por el art. 10 del Código Civil. El problema fue debatido en nuestro país en el caso "Grimaldi"
sentenciado por la Cámara Nacional en lo Civil de la Capital Federal, el 22 de diciembre de 1948, antes,
obviamente, de que fuera dictada la referida norma de reenvío. El tribunal juzgó válida la adopción realizada
en Italia de conformidad a sus leyes pero negó a la adoptada derecho a recibir los inmuebles situados en
nuestro país por entender que la ley argentina no le reconocía derecho hereditario a la fecha de la apertura
de la sucesión (v. LL t. 54, p. 413, con nota de V. Romero del Prado).
No comparto la solución de la mayoría desde que en relación a la aplicabilidad del art. 10 del Cód. Civil adhiero
a la tesis que en tal precedente sentara el doctor de Tazanos Pinto al expresar: "Como he sostenido en otras
oportunidades, el mencionado artículo, al referirse a los "modos de transferir" los bienes, raíces, alude a los
"medios" de transmisión y no a la "causa jurídica" que la origina, es decir, a la tradición o inscripción en los
registros, según el sistema de publicidad adoptado en las distintas legislaciones como medios para la
transmisión del dominio, la "causa" es el por qué de la transmisión, la razón legal de la misma, sea por obra
de una sucesión, de actos entre vivos o por disposición de última voluntad, siendo el "modo" la forma práctica
de realizarse en los hechos el traspaso de los bienes raíces de que se ocupa el artículo. De ahí que el derecho
sucesorio con las limitaciones establecidas por la ley a favor de los herederos legítimos, se rija por el derecho
local del domicilio que tenía el difunto a su muerte de acuerdo a lo que dispone el art. 3283 del Cód. Civil el
que consagra, a mi modo de ver, el principio de unidad de las sucesiones" (v. rev. cit. p. 426).
A lo dicho sólo debo añadir con referencia a los límites de aplicación de la ley extranjera (art. 14, Cód. Civil)
que no encuentro en la indicada legislación francesa principios que contraríen el orden público interno ya que
– como lo ha recordado el fiscal de Cámara- el propio Vélez Sarsfield señaló en la nota puesta al pie del art.
3283 del Cód. Civil que las sucesiones "ab intestato" reposan sobre la voluntad presunta del difunto, y cada
código o ley positiva escoge la presunción general que le parece más apropiada a las relaciones de familia, y
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es natural que dicha presunción varíe según las legislaciones, pero no que el difunto haya tenido una voluntad
distinta para las diversas clases de bienes (v. la nota citada).
En suma, entiendo que existiendo una norma expresa de reenvío como la contenida en el art. 32 de la ley
19.134, corresponde interpretarla en toda la extensión que emana de sus términos y en concordancia con el
espíritu de nuestra legislación expresado en el texto y la nota del mencionado art. 3283 del Cód. Civil (art. 16
y su doctrina del mismo ordenamiento). Tratándose de una adopción realizada en el extranjero aquella norma
impone que toda la situación jurídica resultante de dicho vínculo queda sometida a la ley del domicilio del
adoptado al tiempo del acto, comprendida la vocación hereditaria que dicha legislación le atribuye sobre todos
los bienes que componen el acervo de la sucesión y sin que quepa hacer distinción respecto a los inmuebles
con apoyo en lo dispuesto por el art. 10 del Código Civil.
Opino, por consecuencia, que corresponde casar la sentencia impugnada declarando con arreglo al reenvío
establecido por el art. 32 de la ley 19.134 y por aplicación del art. 368 del Cód. Civil francés (según ley 66-500)
que S. L. B., sobrina adoptiva del causante E. B. lo hereda en la tercera parte indivisa de los bienes inmuebles
individualizados en el considerando 3º de la sentencia de fs. 48.- La Plata, junio 5 de 1980.- O. Munilla Aguilar.
El doctor Larran dijo: I - La Cámara Primera de Apelación, sala primera, de La Plata, confirmó la sentencia de
origen que había negado vocación hereditaria a S. L. B. en la sucesión "ab intestato" de E. B. con relación a
bienes existentes en esta provincia de Buenos Aires. En su contra, dedujo recurso de inaplicabilidad de ley la
nombrada por intermedio de apoderado, denunciando la violación de los arts. 10, 3283 del Cód. Civil; 20, 25,
32 de la ley 19.134; 364, 368 del Cód. Civil francés; la ley francesa de adopción 62-500 del 11-VII-66.
II - S. L. fue adoptada el 22 de mayo de 1962 ante el Tribunal de la ciudad de Pau, Francia, por M. B.,
bajo la forma de adopción simple, habiendo fallecido la adoptante en dicha ciudad el 13 de enero de 1971. El
hermano de esta última, E. murió el 19 de agosto de 1975, también en idéntico lugar. La primera nombrada
inició por apoderado ante la justicia de esta provincia, el juicio sucesorio de su tío adoptivo. E. B., solicitando
que se dictara a su favor declaratoria de herederos en su calidad de sobrina por adopción del causante, sobre
la tercera parte indivisa de los bienes inmuebles que individualiza, ubicados en la provincia de Buenos Aires.
En primera instancia, sobre la base de lo dispuesto por el art. 10 del Cód. Civil, que constituye una excepción
al principio que fluye de su similar 3283, y por aplicación del art. 20 de la ley 19.134, se le desconoció vocación
hereditaria a L. B. La Cámara a quo mantuvo ese decisorio, argumentando que el régimen de reenvío que
establece el art. 32 de la ley 19.134 está referido exclusivamente al conjunto de los derechos y deberes del
adoptante y adoptado entre sí, y entonces, de conformidad a lo dispuesto por el art. 20 de esa ley, afirmó que
la adopción simple de la que goza la interesada, no crea vínculo de parentesco entre el adoptado y la familia
de sangre del adoptante, salvo a los efectos expresamente determinados en la ley, quedando para aquélla
irremisiblemente excluida la línea colateral.
III - El problema jurídico que se trae a esta instancia extraordinaria, radica en establecer por vía de
interpretación, en primer lugar, el alcance que debe otorgarse al reenvío que dispone el art. 32 de la ley
19.134, norma ésta que introdujo por primera vez en nuestro régimen previsiones de derecho internacional
privado interno referidas a la ley aplicable a las adopciones conferidas en países extranjeros. De este modo se
trató de terminar con la larga controversia, tanto doctrinaria cuanto jurisprudencial, que se desarrolló sobre
el particular, máxime cuando el codificador no había legislado acerca de la institución. Y en su caso,
corresponderá también examinar los efectos de ese reenvío en armonía con el art. 10 del Cód. de fondo,
precepto éste de singular trascendencia para dilucidar el tema aquí propuesto.
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Adelanto que, no obstante participar de la opinión vertida por el Procurador General, en el sentido de
conceder al primero de los artículos un significado más lato, en definitiva aconsejaré el mantenimiento de lo
resuelto en origen.
Pese, entonces, a la postura restrictiva que sostienen algunos autores (v. gr. Weinberg, Inés M.: "La adopción
internacional según la ley 19.134", en E.D., t. 38, p. 1069, año 1971), entendiendo que cuando la ley usa "el
confuso término", "situación jurídica" sólo puede estar refiriéndose a que la ley del domicilio del adoptado
rige la validez o nulidad de la adopción, estimo por mi parte y por el contrario, que el propio texto de la
disposición permite arribar a otra conclusión. En efecto, el art. 32 reza: "La situación jurídica, los derechos y
deberes de adoptantes y adoptados entre sí, se regirán por la ley del domicilio del adoptado al tiempo de la
adopción cuando ésta hubiera sido conferida en el extranjero". Y bien, esta frase "situación jurídica", fue
definida por G. Borda –tratadista de preponderante influencia en la reforma al Código Civil de 1968- como un
modo permanente de estar alguien con respecto a otro que habilita a aquél o titular para el ejercicio indefinido
de poderes o prerrogativas mientras tal situación subsista ("La reforma del Código Civil. Efectos. de la ley con
relación al tiempo", en E.D., t. 28, p. 807), y si ello es así, el concepto genérico y amplio que cabe asignar a la
palabra "situación", debe entenderse comprensivo de los derechos hereditarios del adoptado, toda vez que
ello constituyen una de las más importantes consecuencias derivadas del vínculo que crea la adopción. El
legislador sólo se expidió de manera especial con respecto a uno de los efectos nacidos de la adopción, esto
es, los derechos y deberes de adoptantes y adoptados entre sí, pero deliberadamente no eliminó efecto
alguno, porque de haberlo querido es dable pensar que lo hubiera dispuesto expresamente con palabras que
descartarían todo equívoco. La legislación aplicable por lo tanto a los derechos hereditarios del adoptante y
adoptado, es la del domicilio de esta última, para las adopciones concretadas en el extranjero.
En lo que atañe a la directa aplicación de la ley extranjera, estimo que ello no ofrece obstáculo frente a una
explícita norma que así lo dispone, como es el art. 32 de la ley 19.134, y a la concordante previsión del art. 13
del Cód. Civil (arts. 31, Constitución Nacional; 14, 15, Cód. Civil).
La sobrina adoptiva del causante estaba domiciliada en la ciudad de Pau, Francia, a la época en que fue
adoptada, esto es, el 22 de mayo de 1962. La ley aplicable en ese país en ese entonces, era la 66-500 del 11
de julio de 1966, cuyo art. 368 preceptúa: "El adoptado y sus descendientes legítimos tienen en la familia del
adoptante los mismos derechos sucesorios que un hijo legítimo, sin adquirir, sin embargo la calidad de
heredero reservatorio ("reservataire" en el idioma original) respecto a los ascendientes del adoptante"
(Traducido de "Juris-Classeur" -Réforme de l"adoption- Sección II. Deseffects de l"adoption simple, por Y.
Buffelan-Lancre; fascículo B., correspondiente a los arts. 360 a 370-2; mayo 1967). Dicha ley incorporada al
Código Civil francés, vino a ampliar de manera considerable los derechos sucesorios del adoptado,
otorgándole vocación hereditaria no sólo con respecto a sus ascendientes sino también a sus colaterales,
integrándolo así en forma relevante a la familia del adoptante. Lo expuesto despeja toda posible duda acerca
de que S. L. B. tendría vocación hereditaria en la sucesión de su tío adoptivo E. B., fallecido en Pau, Francia, el
19 de agosto de 1975.
IV - Sin embargo, y no obstante el criterio que creo debe prevalecer en la solución del presente caso, se oponen
a él previsiones legales de naturaleza especial, derecho internacional privado interno que limitan la aplicación
extraterritorial de la ley extranjera desde que los bienes en los que pretende suceder a su tío la interesada,
están situados en la Argentina, provincia de Buenos Aires. En tal supuesto el art. 10 del Código Civil, señala:
"Los bienes raíces situados en la República". El texto del artículo es contundente, y su correcta interpretación
que surge de su letra misma, no puede presentar fisuras. La postura así definida por el codificador es una
excepción a la regla que sienta el art. 3283 de idéntico ordenamiento, y en cuya virtud "El derecho de sucesión
al patrimonio del difunto es regido por el derecho local del domicilio que el difunto tenía a su muerte, sean
los sucesores nacionales o extranjeros". Este principio de la unidad sucesoria responde, por una parte, a la
necesidad metódica de tener comprendido en un solo sistema normativo a todo el conjunto de bienes que
integran al patrimonio que se transmite y, por otra, al beneficio de reunir en una única jurisdicción todo el
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procedimiento concerniente a la transmisión misma del patrimonio, pero el propio Vélez Sarsfield señaló en
la nota a dicha disposición, que "Puede llamarse una excepción a este principio general, lo que está dispuesto
respecto a la transmisión de los bienes raíces que forman una parte del territorio del Estado, y cuyo título
debe siempre ser transferido en conformidad a las leyes de la República, art. 10 de este Código" (art. 3612,
Cód. Civil; conf. J. C. Smith, "En torno al régimen internacional de las sucesiones en el derecho argentino", en
E.D., t. 68, p. 827). Si ese título debe transferirse de acuerdo a las leyes de este país, deben quedar sometidos
a ellas todos los aspectos que integran la transmisión sucesoria vinculados a esos bienes, esto es, las relaciones
que ligan al heredero o al legatorio, el carácter y capacidad de uno u otro y sus respectivos derechos y
obligaciones, las que unen a ambos con los acreedores del difunto, la porción legítima del heredero, así como
también las formalidades que deben respetarse para hacer efectiva la trasmisión. El criterio apuntado ha sido
seguido desde antiguo a través de numerosos precedentes (v. gr., A. y S., serie 5ª, t. VI, p. 17; serie 7ª, t. II, p.
535; Salas-TrigoRepresas, "Código Civil Anotado", t. III, ps. 12 y siguientes).
No dejo de advertir la actitud que asume ante el tema el Procurador General, quien, sobre la base del parecer
sustentado por la minoría en el caso "Grimaldi" (voto del doctor Tezanos Pinto; LL t. 54, p. 413), aconseja una
solución favorable a los intereses de la recurrente. Pero, cuando el texto de la ley es claro y expreso, no cabe
prescindir de sus términos, correspondiendo aplicarla estrictamente y en el sentido que resulte de sus propias
palabras, aun cuando pareciera injusta, pues la interpretación de la ley debe comenzar por la ley misma, es
decir, que para alcanzar su verdadero significado no ha de añadirse ni extraerse nada que altere su contenido
(conf. causas Ac. 25.448 y B. 48.024, ambas del 24/VI/80, entre muchas). De ahí que no pueda compartir el
concepto de que, al referirse a los modos de transferir los bienes raíces, el mentado art. 10 está aludiendo a
los medios de transmisión y no a la causa jurídica que la origina, es decir, y siempre siguiendo la tesis
individualizada, a la tradición o inscripción en los registros de acuerdo al sistema de publicidad adoptado. El
particularizado detalle de los derechos de fondo que deben someterse a las leyes locales –de la República- a
lo que se suma el remate de la última parte de la norma en cuestión, torna descartable toda posible duda
acerca del propósito que animó al codificador para así redactarla, y desplaza la posibilidad de que se haya
atenido solamente a las formas de transferir el domino de los inmuebles situados en el territorio nacional. Es
más, el voto del doctor Perazzo Naon que logró mayoría en el fallo citado anteriormente -"Grimaldi"- recordó
que según el doctor Fornielles ("Sucesiones", t. 1, p. 52), el art. 10, pese a las diversas fuentes que menciona
la nota, ha sido literalmente tomado de Story, no siendo dudoso que comprende también la transferencia por
sucesión, teniendo en cuenta que este último autor explica, refiriéndose a los inmuebles: "Aquí prevalece un
principio diferente. La sucesión y la herencia de bienes reales se rigen exclusivamente por la ley del país en el
cual están situados. Ninguna persona puede heredar, sino las que están reconocidas como herederos
legítimos por las leyes de ese país, y éstas heredan en la proporción y en el orden que prescriben esas leyes".
De conformidad entonces al precepto de marras, es menester aplicar al caso traído, donde los bienes relictos
se hallan ubicados en la provincia de Buenos Aires los arts. 20 y 25 de la ley 19.134, en cuya virtud, como con
acierto lo puntualiza la Cámara a quo, la adopción simple –de la que goza la interesada según así lo tolera- no
crea vínculo de parentesco entre el adoptado y la familia de sangre del adoptante, sino únicamente a los
efectos determinados en la ley. Esta no concede vocación hereditaria al adoptado sobre los bienes relictos en
las sucesiones de familiares del adoptante, salvo lo previsto por el art. 25, el que acuerda representación al
adoptado y sus descendientes legítimos o extramatrimoniales en la línea directa –ascendente y descendente-
pero nada dice con relación a la línea colateral, por lo que debe entenderse excluida. Las pretensiones
sucesorias de S. L. B., no podían por lo tanto ser acogidas (conf. J. C. Smith, "Amplitud y límites
extraterritoriales de la adopción", en LL ejemplar del 25 de julio de 1980 -LL 1980-C, p. 948-).
Los doctores Gnecco y Sicard, por los mismos fundamentos, votaron también por la negativa.
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El doctor Ibarlucía dijo: 1. - Coincido con el doctor Larran en la interpretación que asigna a la expresión
"situación jurídica" contenida en el art. 32 de la ley 19.134, como comprensiva de los derechos hereditarios
entre adoptantes y adoptados, y creo, por consiguiente, que la decisión de la Cámara al respecto es errónea.
La legislación aplicable a esos derechos es, de acuerdo con aquel precepto, la del domicilio del adoptado
cuando la adopción ha sido conferida en el extranjero.
Coincido también con ese magistrado en la inteligencia que debe atribuirse al art. 10 del Cód. Civil, esto es,
que esa norma rige todo lo relativo a la transmisión de bienes inmuebles en la República, incluyendo la causa
jurídica de esa transmisión.
Sobre todo ello me remito a las razones del juez preopinante, que comparto plenamente. Pro disiento de su
opinión en la medida que juzga que el citado art. 10 del Código Civil constituye un obstáculo para hacer valer
en el país el art. 368 del Cód. Civil francés en la redacción que le asignó la ley 66.500, del 11 de julio de 1966
(aplicable a las adopciones concedidas con anterioridad en virtud de lo preceptuado por el art. 13 de la ley,
como lo apunta el Procurador General).
2. - El problema interpretativo radica en que la recurrente goza de adopción "simple" y esta calificación, en
nuestro derecho, no crea vínculo de parentesco entre el adoptado y la familia de sangre del adoptante sino a
efectos expresamente determinados (art. 20, ley 19.134), y, por lo tanto, su vocación sucesoria con relación a
los bienes relictos en las sucesiones de los parientes del adoptante está limitada a lo que prevé el art. 25 de la
ley citada.
Ahora bien, el equívoco reside, en mi opinión, en asignar a la denominación "simple" de la ley francesa el
mismo alcance que a la categoría "simple" de la ley argentina. Si en esta última la vocación sucesoria tiene los
alcances restringidos que he mencionado, en la ley francesa, como lo demuestran las transcripciones del
Procurador General y del doctor Larran, su derecho se extiende a la línea colateral (me remito también a la
cita del jefe del Ministerio Público de un comentarista de la reforma francesa). La mera similitud de
denominación –y no entro a juzgar sobre otras posibles diferencias- no puede, según pienso, constituir un
obstáculo para el reenvío que autoriza el art. 32 de la ley 19.134; lo que importa no es la denominación que
en su momento mereció la adopción de que goza la pretendiente, sino los efectivos derechos que esa
adopción le confieren, según la ley vigente en el país que la otorgó y que es directamente aplicable en la
República a tenor de lo que prescribe el art. 13 "in fine" del Cód. Civil.
No encuentro, pues, oposición entre lo que dispone el art. 10 del Cód. Civil, y lo que regla el art. 368 del Cód.
Civil francés, ni tampoco creo que existan razones de orden público interno o internacional (doct. art. 14, Cód.
Civil) que impidan la aplicación de esa última norma.
Estimo, por lo tanto, que la Cámara ha infringido los arts. 20, 25 y 32 de la ley 19.134, y que corresponde que,
por aplicación del art. 368 citado del Cód. Civil francés, se declare a S. L. B., única heredera del causante E. B.
Voto por la afirmativa.
Los doctores Renom, Granoni, Gambier Ballesteros y Peña Guzmán, por las razones dadas por el doctor
Ibarlucía, votaron también por la afirmativa.
Por lo expuesto, por mayoría, en el acuerdo que antecede, de conformidad con lo dictaminado por el
Procurador General, se hace lugar al recurso interpuesto y se revoca la sentencia impugnada, declarándose a
S. L. B., única heredera del causante E. B.- A. Ibarlucía. R. A. Granoni. H. Sicard. A. Gambier Ballesteros. F. M.
Larran. G. Peña Guzmán. E. P. Gnecco. C. A. Renom.
Consignas:
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1. Describa los hechos del caso.
2. ¿Cuáles son los elementos que lo hacen pensar que se encuentra frente a un caso iusprivatista?
3. ¿Cuáles son problemas de la parte general del Dipr que se perciben en el caso?
6. Piense en argumentos que permitan sustentar una opinión contraria a lo resuelto en la sentencia.
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RESTITUCIÓN INTERNACIONAL DE MENORES
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/211600-gabriela-arias-uriburu-br-madre-en-lucha
Es argentina y tiene residencia en Guatemala. Su ex marido secuestró a sus tres hijos y los llevó a Jordania.
Tras intensa batalla legal y espiritual, logró un fallo histórico de la justicia jordana. Además, creó una fundación
para ayudar a quienes viven dramas como el suyo
Paula Urien
"El tema es así: vos llegás a tu casa, y desaparecieron tus hijos. No sabés dónde están. Tenés que contactar a
Interpol, a los Estados parte, a la Justicia. Tenés que salir a mover la democracia entera para defender los
derechos de tus hijos."
Gabriela Arias Uriburu ya no habla de su caso como una cuestión personal. Como algo que increíblemente le
sucedió a ella. Durante estos dos últimos años desde que se desató lo que ella denomina tragedia, se dio
cuenta de que hay miles de casos iguales al suyo. En el mundo hay 350.000 chicos que han sido secuestrados
por uno de los dos padres. Sólo en los Estados Unidos hay más de 10.000 casos.
"La globalización hace que la gente salga de su país de origen para trabajar en otro país. De esas parejas nacen
chicos en el extranjero, pero si los padres se llegan a separar, los chicos son ciudadanos de ese país. Sin
embargo, es común que uno de los padres secuestre a los hijos y vaya a su país de origen. Por ejemplo: una
mexicana se casa con un alemán y viven en Japón. Si se separan, surge el conflicto." Esta explicación hace
entrever que el problema del matrimonio Shaban-Arias Uriburu va más allá de un conflicto entre la cultura
oriental y occidental. La argentina Gabriela Arias Uriburu se fue a vivir a Guatemala en 1989. Su padre era
embajador argentino en ese país, y era una buena ocasión para acercarse a él. Al poco tiempo Gaby conoció
a Imad Shaban, de nacionalidad jordana, pero radicado en Guatemala desde hacía más de 10 años. Imad
trabajaba en las florecientes empresas familiares. El matrimonio se produjo en 1991, y fijó en Guatemala su
lugar de residencia.
En 1997 se produjo una gran crisis matrimonial y vino la separación. Había conflictos cada vez más intensos y
la justicia de Guatemala le dio la tenencia de Karim, Zahira y Shariff a la madre. Pero el padre no obedeció al
juez y salió ilegalmente con los chicos de Guatemala, radicándose en Jordania. De allí en más, el infierno.
Como la protagonista de una novela de Kafka, Gabriela recorrió oficinas, juzgados, estudios de abogacía,
consulados, embajadas. Emprendió la ruta hacia la recuperación de los chicos, siempre de cara a la ley. Pero
no fue fácil. Había que convencer a Jordania de que, aunque para ese país los chicos son ciudadanos jordanos,
el centro del debate es Guatemala, de donde fueron arrancados.
Claro que no fue fácil. Imad Shaban se había encargado de declarar que su ex mujer pertenecía a una secta
diabólica y que era básicamente desequilibrada. El pertenece a una cultura en donde si la carroza de la
princesa se convierte en calabaza, la mujer termina pasándola muy mal.
Pero la muchacha dulce de ojos clarísimos, que solía ir a cantar a los hospitales cuando era joven, que soñaba
con la unión de culturas y razas y que creía en un matrimonio feliz, se despertó y empuñó la espada.
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Al principio, marcó su ruta: sería la de la recuperación de los chicos por medio de la justicia. Aunque fuera más
lento. Nada de contrarraptos. Fortaleció su espíritu: se puso a pulir las aristas del odio hacia Imad Shaban, el
hombre que la había desgarrado en vida.
"Yo he tratado de que no se hable de la custodia. Lo que importa es que los chicos fueron llevados ilegalmente
a un país que no era su centro de vida. Se les niega la otra parte de su identidad, que en este caso es su madre,
pero que en otros casos es el padre. Pero no es que se les niega un poco. No tienen contacto. Para los chicos,
desaparece esa parte. No existe más."
Después de un año sin ver a sus hijos, finalmente logró que se dieran las condiciones para viajar a Jordania.
Shariff, de un año y ocho meses, ya había dejado de ser un bebe. Tenía casi tres años y Gabriela no vivió esa
transformación. Zahira estaba preocupada por sus pertenencias en Guatemala y quería saber si su madre se
había encargado de resguardarlas. Su muñeca, sus hebillas. Y Karim... Karim estaba mudo, blanco, flaco, sin
su brillo vivaz en la mirada. Su madre se dedicó a los mimos, sin signos de rencor hacia lo que había llevado a
esta situación. Y volvió aún más decidida a recuperarlos.
Aprendió a hablar de igual a igual con jueces, abogados, embajadores y funcionarios. Se internó en las
profundidades del Corán para que el juez de Jordania tomase en cuenta sus dichos. Y finalmente lo logró. En
un fallo histórico, la justicia jordana le reconoció hace un mes sus derechos como madre, y no permitió que
Imad Shaban legalizara su situación. El camino hacia la recuperación de los chicos parece haber dejado de
tener tantas curvas.
Esta experiencia es la que Gabriela ya ha volcado en un libro publicado por Planeta, llamado Ayuda, quiero a
mis hijos , y también quiere volcar en su flamante Fundación Niños Unidos para el Mundo, que cuenta con el
respaldo de Unicef Argentina. En ella ayudará a familias que pasen por la misma situación. Está sentada en la
punta de un sofá. Frente a ella, un mundo de papeles, un fax, carpetas, su agenda. Durante la entrevista, mil
llamadas. Ante cada una, abre su agenda y anota. A las 9, el Congreso Panamericano (en el que ella dijo las
palabras del cierre); a las 13, almuerzo con gente del Gobierno de la ciudad; a las 17, una entrevista con un
embajador.
Hasta ahora, la fundación funciona en la casa de su madre, un punto de reunión para toda la familia.
Próximamente se mudará a San Telmo, donde el Gobierno de la Ciudad prometió una oficina.
-Hace poco más de un mes se ha producido en Jordania un fallo histórico, en el que siendo mujer, y extranjera,
te reconocen tus derechos...
-Cuando Imad llegó a Jordania, pidió en el juicio que entabló contra mí la custodia de los chicos. Ahora Jordania
ha decidido no dar lugar a la demanda, lo cual es impresionante porque lo que le está diciendo a Imad es que
no está de acuerdo con el secuestro. Estoy más cerca del punto de encuentro con los chicos a partir de esa
resolución. Hay una mayor apertura en el nivel judicial. Ahora Guatemala acaba de hacer una presentación
ante Jordania pidiendo la restitución de los chicos.
-¿Cómo surgió?
-Le pedí al juez islámico que aplicara en mi caso la ley del Corán que dice que los chicos tienen que estar con
la madre hasta los 14 años.
-Pero según lo que escribiste en el libro, Imad había dicho que eras desequilibrada. ¿No fue difícil revertir
eso? -Había una estrategia de la familia Shaban de repudiar a la otra parte y hacerla quedar muy mal ante la
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corte. El camino que yo seguí fue ir más allá de lo que Imad dijera de mí. El juez vio en mí no a una madre
desequilibrada que gritaba en una corte, sino a una persona que hablaba pausada, objetivamente. Esta
manera de encarar las cosas la fui adquiriendo durante todo el año en que no vi a mis hijos. Por otro lado,
las cartas del presidente Menem y todas las acciones internacionales que se hicieron fueron mostrando la
realidad de la situación. No es que Imad se refugió en Jordania porque Guatemala era un país peligroso,
como le había dicho al juez. El se fue desobedeciendo una autoridad que tenía competencia sobre la
tenencia.
-El hecho de que tu padre haya sido diplomático, ¿fue determinante para que se te abran puertas?
-Ayudó, pero no en un ciento por ciento. Si yo hubiera decidido meterme en la cama y entrar en una depresión,
nadie hubiera podido hacer nada. El me ayudó como padre. Y los abogados fueron fundamentales.
Recomendándome diferentes lecturas, comprendí la traición de Imad, y que esto que iba a emprender era
como una cruzada.
-¿Cómo te mantenés económicamente? Tantos viajes, hoteles. Debe ser carísimo afrontar todos los gastos,
más aún con una fundación que crece.
-Es carísimo. Hay una persona que no puedo nombrar que nos da los pasajes y los viáticos. Después hay toda
una estructura familiar en la que cada uno utiliza su creatividad para tratar de solucionar problemas. Y para la
fundación, la diputada Carrió prometió hacer una comida para recolectar fondos en noviembre. Necesitamos,
entre otras cosas, comprar un programa para computadora en el que escaneás una foto de un chico y te
aparece la imagen de cómo se va transformando a lo largo de los años.
-Si uno tiene sentido común, todos deberían regresar a Guatemala. Ahora ha surgido que Jordania sugiere que
inicie allí un juicio civil para hacer valer mi tenencia, pero como es un tema tan complejo, no puedo asentar
mi domicilio en Jordania porque sería rebelarme contra la justicia guatemalteca. No puede haber dos
instancias judiciales. Estamos viendo cómo lo resolvemos.
-Mucha gente me ha preguntado por qué no me voy a vivir ahí. En el momento en que vaya a vivir a Jordania,
paso a ser propiedad de la familia Shaban, porque así lo marca la ley. Deciden, por ejemplo, cuándo entro o
salgo del país. Además, ése es un mundo más para hombres que para mujeres. Yo el día de mañana quiero
que mis hijos formen su familia libremente, y es sabido que en los países árabes se arreglan los matrimonios.
Si hay sentido común, todo debería volver a Guatemala. Allí, las empresas de la familia Shaban funcionan
perfectamente. Nosotros decidimos de común acuerdo cuando nos casamos que íbamos a vivir en Guatemala
y que los chicos crecerían ahí.
-En diciembre, Imad me dijo que no quería volver a Guatemala porque al haber sacado el tema a la luz
públicamente, él quedó muy mal parado. Entonces busqué algún otro país neutral. Pero me dijo que qué iba
a hacer él en otro país... Yo rezo para que antes de que los gobiernos de los diferentes países digan lo que hay
que hacer, Imad pueda sentarse conmigo y arreglar la situación.
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-El juez me permite ver a los chicos una vez por semana. Pero en la práctica esto no se puede realizar porque
no se sabe cuál es el domicilio de los chicos. A Imad, para avisarle sobre las visitas, tuvieron que publicárselo
en el diario. Además soy extranjera, no tengo residencia, es imposible. Si acá a algunas personas les cuesta
que se cumpla con el régimen de visitas, imaginate allá. Si decido hacerlo de todas maneras, Imad podría
esconderse en otro país vecino. Lo que los abogados de ambas partes están tratando de hacer es llegar a un
arreglo sobre el régimen de visitas. Es lo más lógico para los chicos.
-Si hay un arreglo y los chicos vuelven a Guatemala, se levantan todos los cargos.
-Asistís a reuniones con personalidades. Das conferencias. Te transformaste de ama de casa en ejecutiva de
tu propia causa.
-A veces siento que no soy yo. Hay alguien más, como mis hijos, adentro mío, levantándome. En cuanto al
tratamiento del tema en el nivel internacional, este año se han ganado miles de batallas. Hay una
concientización mayor en los congresos y hasta en las Naciones Unidas. El otro día hablaba con la viuda de
Pochat y concordaba en que en estas situaciones extremas, uno saca a relucir una fuerza que está, pero que
sale a flote a partir de la tragedia.
-A veces vivir en un país que no es el de origen es algo que se cuestiona, especialmente cuando hay una crisis
matrimonial. No pasa solamente por el islam. Mis hijos nacieron en Guatemala. Tienen a sus ancestros en la
Argentina y en Jordania. Para la Argentina, son ciudadanos argentinos. Para Jordania, son jordanos. Para
Guatemala, guatemaltecos. El tema es tan complejo que tiene que haber leyes y tratados internacionales que
ayuden a que estos niños no sean trasladados a otro país, que todo se contemple en el país de origen de los
chicos. Que sea este país el que pida la restitución. Esto está estipulado en dos convenciones: la Convención
de los Derechos del Niño y la de La Haya, que es de 1980. Allí está mi lucha: en que se firmen las convenciones.
En ellas se habla claramente sobre cómo debe ser la restitución de los menores. Lo que pasa es que no la han
firmado todos los países. De hecho, la de La Haya no la firmaron ni Guatemala ni Jordania. Pero estamos en
camino.
-Yo no, pero muchos compararon a las dos Gabrielas. Su caso fue un ejemplo de equilibrio judicial. Cuando
Canadá pide la restitución de Daniela, era lo que tenía que suceder, porque la residencia de la chica estaba en
Canadá, y entonces era ese país el que tenía que dirimir.
-Me lo advirtieron. Pero no, nunca lo creí. Hasta mamá me envió el libro de Betty Mahmoody que se llama No
me iré sin mi hija , que después hicieron en cine protagonizado por Sally Field. El libro trata sobre una
americana que se casa con un médico iraní, y que en un viaje a Irán la obliga a quedarse junto a su hija, y debe
escaparse de Irán de una manera muy peligrosa. Yo le dije a mamá que estaba loca. Imad es un hombre que
se fue de Oriente a los 17 años, y que estuvo afincado en Guatemala durante 12 años. Pero la cruda realidad
aparece.
-¿Pensaste en contratar a un comando, como el que utilizó Betty Mahmoody para salir del país con su hija?
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-No, pero quise saber cómo lo hacían. Ellos se instalan en el país seis meses antes del secuestro y vigilan todos
los movimientos de los chicos. Hasta que encuentran algún punto vulnerable. Entonces preparan un plan, y
los secuestran. Lo que pasa es que no pueden asegurar que nadie vaya a salir lastimado, y tampoco que
puedan traer a los tres chicos. Quizá llegan con dos, y uno queda allá. Es una cosa de locos.
-Pueden ser 50.000 o 500.000 dólares. Depende de la cantidad de gente que trabaje, del país donde están los
chicos...
-Se supone que tenés que pedir asilo político en otro país. Te borran la identidad, igual que a Betty Mahmoody.
Yo no podría entrar en ésa.
-Los tres primeros meses fueron los más duros. Yo tenía mucha bronca, porque me había casado muy
enamorada.
-Yo había plasmado ese sueño. Mis hijos hablan español, árabe, y estaban aprendiendo inglés.
-El tema de los nombres fue bastante peleado. A Imad al principio le costaba mucho el matrimonio con una
occidental. Tenía miedo de que yo lo discriminara. Fue un desafío demostrarle lo contrario.
-Fue difícil. Por ejemplo a mí no me gustaba cocinar y tuve que aprender a cocinar comida árabe. Las mujeres
le cocinan a su familia y yo aprendí. No sabía sobre especias, pero empecé a entender por qué el cardamomo
iba con el cordero. Entrabas en mi casa y tenías sobre la mesa del comedor una mitad de comida árabe y la
otra de comida argentina. Hasta yo estaba sorprendida.
-Durante los primeros años hubo un esfuerzo de su parte. Estaba viviendo en Occidente, casado con una mujer
occidental... Pero después de que sucediera esto, me di cuenta de que internamente no era así. Yo estaba
convencida y empecé a leer mucho sobre el iIslam para que efectivamente se diera el encuentro entre las dos
culturas. En Imad no se dio de esta manera. Si no, nunca hubiera hecho lo que hizo.
-Cuando hay una separación tiene que existir un duelo, pero hay personas que no son emocionalmente
maduras como paraefectuar ese duelo. Creo que en Imad hubo una condición de inmadurez. El tema del
secuestro de los chicos tiene muchos perfiles: cultural, legal y de la condición humana de cada uno. Este tema
existe desde la mitología griega, cuando Hades se lleva a la hija de Zeus. Yo tuve que leer y encontrarle sentido
a lo que me estaba pasando.
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-Sólo yo sé los bajones que he tenido. Siempre le pedí a mis hijos que me ayuden. Por ejemplo, en julio de este
año tuve un bajón terrible. Atendía el teléfono llorando. Después aprendí a llorar por dentro, porque si lloro
todo el tiempo no puedo hablar, no puedo trabajar. Lo que pasó también es que me acerqué mucho a Dios.
Yo hago contratos con El. Le digo: yo hago tal cosa si vos hacés tal otra. Por ejemplo, le pido que me ayude
cuando tengo que hablar ante mucha gente...
-¿Tomaste antidepresivos?
-¿Hiciste terapia?
-Los tres primeros meses. Después, la psicóloga me dijo que ya tenía las armas suficientes para luchar. Pero
hubo otras personas que me ayudaron a ponerle palabras a estas sensaciones. Leí mucho sobre mujeres que
pasaron por situaciones difíciles, y sacaron fuerzas. Todo eso me fue sosteniendo.
-Es lo que me mantiene viva. El año último hubo momentos en los que quise tirar la toalla. No daba más. Sentía
que cada vez que iba a hablar a algún lugar se me cerraban las puertas. Entonces me encerré por dos días.
Tenía que tomar la decisión: si dejaba o seguía adelante. Un día me propuse seguir si antes de fin de año podía
ver a mis hijos. Esa era mi señal. Yo soy muy de mimarlos, de tocarlos. Eso de no tener a mis hijos para mí es
la muerte. Para qué sirve vivir. No existe. No concibo no poder abrazarlos. Pero la mañana en que volví a ver
a mis hijos después de un año, me dije: esto funciona. Y a partir de allí me nacieron las ganas de seguir
luchando. Trabajé para ese momento. Básicamente, llegué con el conflicto entre Imad y yo resuelto.
-Quizá me puedan entender madres que hayan pasado por lo mismo, o que se les haya muerto un hijo. Mis
hijos se comunicaban conmigo a través de mis sueños. Es que hay un vínculo muy difícil de romper. Cuando vi
a los chicos es como si nunca hubiera estado lejos.
-La primera visita fue difícil porque no se cumplió con lo pactado. Había 15 personas a mi alrededor que nunca
había visto. Había guardaespaldas en las cornisas porque decían que llegué para secuestrarlos. Y el
representante de la cancillería argentina no me pudo acompañar porque la familia Shaban sostenía que si
agarraba a los chicos, ya pertenecían al Estado argentino. Yo había trabajado todo el año para que cualquier
situación que se pudiera presentar no me importase. Lo único que me importaba eran mis hijos. Imad, en
cambio, estaba en una postura de mala fe, de agresión. Pero yo me sostuve en mi posición.
-Primero vi a Shariff, que tenía un año y ocho meses cuando me lo sacaron. Lo primero que hice fue mirarlo y
decirle con la mirada acá está mamá. Y respondió. Vino corriendo y gritó ¡mamá! Me dio un beso, se sentó en
mis faldas, y miró a todos como diciendo acá estoy con mi mamá. Fue bárbaro.
-La gorda es fuerte. Está madurando. También me hizo preguntas típicas de las chiquitas. Si había guardado
bien todas sus cosas, si todo estaba en su lugar... Pero Karim...( se le llenan los ojos de lágrimas ). Vi un
fantasma, sin brillo en la mirada. Lo que vi fue un espanto. Tenía angustia. No se animaba a mirarme.
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-¿Lloraste?
-No. En este tiempo aprendí a llorar por dentro. Cuando me despedí de ellos y llegué al hotel, me lloré todo,
pero no antes porque no quería que mi presencia influyera mal en los chicos. En ese encuentro lo que quise
fue llevarles la fuerza.
-Después del shock de ver a Karim así, poco a poco me acerqué, lo agarré como a un bebe y lo abracé. Les dije:
mamá está acá, está viva, tienen que tener esperanza, fe . Quería que se agarraran de mí para que pudieran
soportar lo próximo. Esa noche la pasé en vela pidiendo por Karim. Me dieron un rosario bendecido por el
Papa. Volví a verlo dos veces más, y a la tercera ya estaba mejor. Me imagino la cantidad de noches ( llora otra
vez ) que se deben haber levantado pidiendo por mí. Y que Imad los haya puesto en esta situación... Estuve
en el cumpleaños de Zahira, pero de repente mamá vuelve a irse, y Karim y Shariff pasaron su cumpleños sin
su mamá. Ellos tendrían que vivir no con la sombra de una madre, sino con la luz de una madre y la luz de un
padre. Pero por ahora Imad les niega hasta que hablen conmigo por teléfono.
-Pero no va a ser lo mismo. Todo cambió para mí. Tuve que salir de mil depresiones. Por ejemplo, yo no me
puedo sentar a hablar sobre moda. Hablo sobre la mezquindad humana. Ya no es que la gente no tiene con
qué comer, es que la gente no sabe para dónde va ni de dónde viene, y eso es lo que les está enseñando a sus
hijos. Hay una crisis de valores. ¿Cómo puede un padre separar a sus hijos de su madre? Le está pasando a
mis hijos, y a miles.
-Hay varias realidades. Cuando murió el rey Hussein, Jordania entró en un período de luto por cuatro meses.
Por otro lado, ahora Guatemala y la Argentina cambian de gobierno. Es decir, hay muchas situaciones externas
que entran en juego para la recuperación de mis hijos. Además Jordania ahora reconoce mis derechos como
madre, pero no le dice al padre que restituya a los chicos porque esto no corresponde a Guatemala. Eso ya
está pedido.
-Hemos recibido 80 denuncias. Se resolvieron 4 y hay 15 en vías de resolverse. Trato de explicar que mi actitud
de perdón fue abriendo los procesos judiciales. Si vas al juez y ve que te interesa más herir al padre que
recuperar a los chicos, el proceso se cierra. Pero si le enseñás que no importa quién tenga la patria potestad,
porque en definitiva le corresponde a los dos padres, la cosa cambia.
-Explicamos a los involucrados que hay un proceso psicológico y judicial. Les sugerimos que tienen que
aprender la Constitución del país en donde están los chicos, porque lo que ocurre en ese país le está
ocurriendo al chico. Yo, por ejemplo, no me despego de las noticias de Jordania. Otra de las cosas importantes
es el tiempo que se toma la Justicia. Estamos tratando, por medio de la fundación, de que los tiempos sean
más cortos.
-Sí. Al principio lo quería matar. Hasta que me di cuenta de que esto iba más allá de lo que estaba pasando
entre Imad y yo. El odio no te lleva a nada, te carcome. Entonces me pareció que no tenía que reaccionar, sino
accionar. Y es esta filosofía de vida la que me está dando resultado.
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Se puede prevenir
La Fundación Niños Unidos Para el Mundo, fundada por Gabriela Arias Uriburu, ya tiene cuatro meses y ha
atendido 80 casos en los que están involucrados argentinos.
"Uno de los padres le dice al otro nos vamos de vacaciones, y no aparece nunca más", dice Gabriela. Ella
asesoró a una madre argentina, casada con un argelino que quería llevarse a los chicos a Argelia a visitar a los
abuelos. Finalmente el argelino no pudo salir del país. ¿Qué pasaría si su idea era hacerle la circuncisión
femenina?
"Acá se da la nacionalidad muy fácil, y con hijos de por medio florecen las raíces", dice Gabriela. Ella sugiere
hacer un contrato prenupcial y viajar al país del futuro cónyuge para conocer su cultura.
CONVENIO SOBRE LOS ASPECTOS CIVILES DE LA SUSTRACCIÓN INTERNACIONAL DE MENORES (HECHO EL 25 DE OCTUBRE
DE 1980).
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CIDIP III. CONVENCIÓN INTERAMERICANA SOBRE CONFLICTOS DE LEYES EN MATERIA DE ADOPCIÓN DE MENORES.
Los Gobiernos de los Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos, deseosos de concertar
una convención sobre conflictos de leyes en materia de adopción de menores, han acordado lo siguiente:
Artículo 1: La presente Convención se aplicará a la adopción de menores bajo las formas de adopción plena,
legitimación adoptiva y otras instituciones afines, que equiparen al adoptado a la condición de hijo cuya
filiación esté legalmente establecida, cuando el adoptante (o adoptantes) tenga su domicilio en un Estado
Parte y el adoptado su residencia habitual en otro Estado Parte.
Artículo 2: Cualquier Estado Parte podrá declarar, al momento de firmar o ratificar esta Convención, o de
adherirse a ella, que se extiende su aplicación a cualquier otra forma de adopción internacional de menores.
Artículo 3: La ley de la residencia habitual del menor regirá la capacidad, consentimiento y demás requisitos
para ser adoptado, así como cuáles son los procedimientos y formalidades extrínsecas necesarios para la
constitución del vínculo.
En el supuesto de que los requisitos de la ley del adoptante (o adoptantes) sean manifiestamente menos
estrictos a los señalados por la ley de la residencia habitual del adoptado, regirá la ley de éste.
Artículo 5: Las adopciones que se ajusten a la presente Convención surtirán sus efectos de pleno derecho, en
los Estados parte, sin que pueda invocarse la excepción de la institución desconocida.
Artículo 6: Los requisitos de publicidad y registro de la adopción quedan sometidos a la ley del Estado donde
deben ser cumplidos.
Artículo 7: Se garantizará el secreto de la adopción cuando correspondiere. No obstante, cuando ello fuere
posible, se comunicarán a quien legalmente proceda los antecedentes clínicos del menor y de los progenitores
si se los conociere, sin mencionar sus nombres ni otros datos que permitan su identificación.
Artículo 8: En las adopciones regidas por esta Convención las autoridades que otorgaren la adopción podrán
exigir que el adoptante (o adoptantes) acredite su aptitud física, moral, psicológica y económica, a través de
instituciones públicas o privadas cuya finalidad específica se relacione con la protección del menor. Estas
instituciones deberán estar expresamente autorizadas por algún Estado u organismo internacional.
Las instituciones que acrediten las aptitudes referidas se comprometerán a informar a la autoridad otorgante
de la adopción acerca de las condiciones en que se ha desarrollado la adopción, durante el lapso de un año.
Para este efecto la autoridad otorgante comunicará a la institución acreditante, el otorgamiento de la
adopción.
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a. Las relaciones entre adoptante (o adoptantes) y adoptado, inclusive las alimentarias, y las del
adoptado con la familia del adoptante (o adoptantes), se regirán por la misma ley que rige las relaciones del
adoptante (o adoptantes) con su familia legítima;
b. Los vínculos del adoptado con su familia de origen se considerarán disueltos. Sin embargo,
subsistirán los impedimentos para contraer matrimonio.
Artículo 10: En caso de adopciones distintas a la adopción plena, legitimación adoptiva y figuras afines, las
relaciones entre adoptante (o adoptantes) y adoptado se rigen por la ley del domicilio del adoptante (o
adoptantes).
Las relaciones del adoptado con su familia de origen se rigen por la ley de su residencia habitual al momento
de la adopción.
Artículo 11: Los derechos sucesorios que corresponden al adoptado o adoptante (o adoptantes) se regirán por
las normas aplicables a las respectivas sucesiones.
En los casos de adopción plena, legitamación adoptiva y figuras afines, el adoptado, el adoptante (o
adoptantes) y la familia de éste (o de éstos), tendrán los mismos derechos sucesorios que corresponden a la
filiación legítima.
Artículo 12: Las adopciones referidas en el artículo 1 serán irrevocables. La revocación de las adopciones a
que se refiere el artículo 2 se regirá por la ley de la residencia habitual del adoptado al momento de la
adopción.
Artículo 13: Cuando sea posible la conversión de la adopción simple en adopción plena o legitimación adoptiva
o instituciones afines, la conversión se regirá, a elección del actor, por la ley de la residencia habitual del
adoptado, al momento de la adopción, o por la ley del Estado donde tenga su domicilio el adoptante (o
adoptantes) al momento de pedirse la conversión.
Artículo 14: La anulación de la adopción se regirá por la ley de su otorgamiento. La anulación sólo será
decretada judicialmente, velándose por los intereses del menor de conformidad con el artículo 19 de esta
Convención.
Artículo 15: Serán competentes en el otorgamiento de las adopciones a que se refiere esta Convención las
autoridades del Estado de la residencia habitual del adoptado.
Artículo 16: Serán competentes para decidir sobre anulación o revocación de la adopción los jueces del Estado
de la residencia habitual del adoptado al momento del otorgamiento de la adopción.
Serán competentes para decidir la conversión de la adopción simple en adopción plena o legitimación adoptiva
o figuras afines, cuando ello sea posible, alternativamente y a elección del actor, las autoridades del Estado
de la residencia habitual del adoptado al momento de la adopción o las del Estado donde tenga domicilio el
adoptante (o adoptantes), o las del Estado donde tenga domicilio el adoptado cuando tenga domicilio propio,
al momento de pedirse la conversión.
Artículo 17: Serán competentes para decidir las cuestiones relativas a las relaciones entre adoptado y
adoptante (o adoptantes) y la familia de éste (o de éstos), los jueces del Estado del domicilio del adoptante (o
adoptantes) mientras el adoptado no constituya domicilio propio.
A partir del momento en que el adoptado tenga domicilio propio será competente, a elección del actor, el juez
del domicilio del adoptado o del adoptante (o adoptantes).
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Artículo 18: Las autoridades de cada Estado Parte podrán rehusarse a aplicar la ley declarada competente por
esta Convención cuando dicha ley sea manifiestamente contraria a su orden público.
Artículo 19: Los términos de la presente Convención y las leyes aplicables según ella se interpretarán
armónicamente y en favor de la validez de la adopción y en beneficio del adoptado.
Artículo 20: Cualquier Estado Parte podrá, en todo momento, declarar que esta Convención se aplica a las
adopciones de menores con residencia habitual en él por personas que también tengan residencia habitual
en el mismo Estado Parte, cuando, de las circunstancias del caso concreto, a juicio de la autoridad
interviniente, resulte que el adoptante (o adoptantes) se proponga constituir domicilio en otro Estado Parte
después de constituida la adopción.
Artículo 21: La presente Convención estará abierta a la firma de los Estados miembros de la Organización de
los Estados Americanos.
Artículo 22: La presente Convención está sujeta a ratificación. Los instrumentos de ratificación se depositarán
en la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos.
Artículo 23: La presente Convención quedará abierta a la adhesión de cualquier otro Estado. Los instrumentos
de adhesión de depositarán en la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos.
Artículo 24: Cada Estado podrá formular reservas a la presente Convención al momento de firmarla, ratificarla
o al adherirse a ella, siempre que la reserva verse sobre una o más disposiciones específicas.
Artículo 25: Las adopciones otorgadas conforme al derecho interno, cuando el adoptante (o adoptantes) y el
adoptado tengan domicilio o residencia habitual en el mismo Estado Parte, surtirán efectos de pleno derecho
en los demás Estados parte, sin perjuicio de que tales efectos se rijan por la ley del nuevo domicilio del
adoptante (o adoptantes).
Artículo 26: La presente Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que haya sido
depositado el segundo instrumento de ratificación.
Para cada Estado que ratifique la Convención o se adhiera a ella después de haber sido depositado el segundo
instrumento de ratificación, la Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que tal
Estado haya depositado su instrumento de ratificación o adhesión.
Artículo 27: Los Estados parte que tengan dos o más unidades territoriales en las que rijan distintos sistemas
jurídicos relacionados con cuestiones tratadas en la presente Convención, podrán declarar, en el momento de
la firma, ratificación o adhesión, que la Convención se aplicará a todas sus unidades territoriales o solamente
a una o más de ellas.
Tales declaraciones podrán ser modificadas mediante declaraciones ulteriores, que especificarán
expresamente la o las unidades territoriales a las que se aplicará la presente Convención. Dichas declaraciones
ulteriores se transmitirán a la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos y surtirán
efecto treinta días después de recibidas.
Artículo 28: La presente Convención regirá indefinidamente, pero cualquiera de los Estados parte podrá
denunciarla. El instrumento de denuncia será depositado en la Secretaría General de la Organización de los
Estados Americanos. Transcurrido un año, contado a partir de la fecha del depósito del instrumento de
denuncia, la Convención cesará en sus efectos para el Estado denunciante, quedando subsistente para los
demás Estados parte.
Artículo 29: El instrumento original de la presente Convención, cuyos textos en español, francés, inglés y
portugués son igualmente auténticos, será depositado en la Secretaría General de la Organización de los
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Estados Americanos, la que enviará copia auténtica de su texto a la Secretaría de las Naciones Unidas, para su
registro y publicación, de conformidad con el artículo 102 de su Carta constitutiva. La Secretaría General de
la Organización de los Estados Americanos notificará a los Estados miembros de dicha Organización y a los
Estados que se hayan adherido a la Convención, las firmas, los depósitos de instrumentos de ratificación,
adhesión y denuncia, así como las reservas que hubiere. También les transmitirá las declaraciones previstas
en los artículos 2, 20 y 27 de la presente Convención.
EN FE DE LO CUAL, los Plenipotenciarios infrascritos, debidamente autorizados por sus respectivos gobiernos,
firman la presente Convención.
HECHA EN LA CIUDAD DE LA PAZ, BOLIVIA, el día veinticuatro de mayo de mil novecientos ochenta y cuatro.
Asesoría de Menores Nº 1 s. restitución internacional de M. Y. A. Juz. Civ. de Personas y Familia, Tartagal, 29/12/17 y
05/03/18.
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Nº 4758 de Salvador Mazza, Paraje Sector 5, encontrándose a fs. 54 Constancia de Reserva de Documental
Original de las agregadas en autos.
VI) Que a fs. 40/42 comparece la Sra. L.S.M., hermana legal por parte de padre de la pequeña Y A., quien
manifiesta que “…Yo quiero que A. vuelva y viva conmigo yo hablé con mi marido y estamos de acuerdo en
que ella venga a vivir con nosotros, todo el mundo me pide que me la traiga porque siempre se llevó bien
conmigo porque nosotros somos los padrinos de ella. …Yo quiero que A. viva conmigo porque yo le prometí a
mi mamá que siempre me iba a hacer cargo de ella. Mi marido me apoya en todo pero el también siente
miedo pero no va a ser nuestro caso que después la vamos a dejar abandonada de nuevo”.
VII) A fs. 57/58 vta. y 73/74 encuentran agregados informes psicológicos y social de la Sra. L. S. M., realizados
por el equipo interdisciplinario del Poder Judicial.
VIII) Que a fs. 79 comparece nuevamente la Sra. L. S. M. , haciéndose presente el Sr. O. V. V., Cónsul de Bolivia
en Argentina, representantes de la Secretaría de la Niñez y Familia como así también el Sr. Asesor de Menores
Nº 1.
Que en la mencionada audiencia se mantiene comunicación telefónica con el Sr. Javier Sebastián Cebrelli
Cónsul Argentino en Yacuiba - Bolivia quien expresa que se pondrá en contacto con el Sr. Diego Milanese,
Cónsul de Sta. Cruz de las Sierras - Bolivia.
Posteriormente se mantiene comunicación telefónica con la Trabajadora Social Graciela Hurtado Verdeció,
quien ratifica lo informado a fs. 23/24.
En la misma se requiere al Sr. Cónsul Argentino en Santa Cruz – Bolivia, Diego Milanese que constituya por
ante el Hogar de Niños de la ciudad de Santa Cruz y recabe información sobre la situación jurídica de la niña.
IX) Que a los fines de obtener una mayor celeridad en la tramitación de los presentes obrados y a los efectos
de tomar conocimiento de la situación y estado de la pequeña Y. es que se cursaron diferentes llamadas al
Estado Plurinacional de Bolivia, manteniendo comunicación con el consulado sito en Santa Cruz - Bolivia, el
Sr. Cónsul Argentino, Diego Milanese, el Sr. Juez de Montero, Dr. René Blanco León -interino- (fs. 81; 88; 93;
100; 122; 158 y 159).
X) A fs. 103/119 y vta. obran informes técnicos realizados a la niña en la ciudad de Montero, remitidos
oportunamente vía mail, por la Dra. Mónica Grill, abogada de la dirección de Asistencia Jurídica Internacional
– Dirección Gral. de Asuntos Consulares – Ministerio de Relaciones Exteriores y adjuntados nuevamente a fs.
124/152 por la Secretaría de la Niñez y Familia.
XI) Que a fs. 154 /155 el Sr. Asesor de Menores solicita se Dicte la Restitución urgente de la niña M.Y.A., hacia
su lugar de residencia habitual, en la localidad de Aguaray junto a su tía L.M..
XII) Que atento a lo requerido por el Sr. Asesor de Menores y habiendo sido oída la Sra. L.S.M. a fs. 172/173
donde se resuelve OTORGAR LA GUARDA JUDICIAL PROVISORIA de la niña y habiendo sido escuchado el Sr.
O. M. (fs. 178 y vta., quien adjunta Autorización de Viaje original (fs. 177) es que se corre vista la Sra. Fiscal
Civil quien a fs. 186/187 se expide en los siguientes términos:
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Dra. ROSA VÉLEZ ROMÁN (Fiscal Civil, Comercial y Laboral):
“… Atento a la vista conferida a fs. 185 a este Ministerio fiscal a fin de que se expida respecto de la situación
jurídica de la niña M.Y.A., acogida en casa Main, de Santa Cruz, del Estado Plurinacional de Bolivia esta Fiscalía,
como medida de protección; estima pertinente se haga lugar a la solicitud de restitución internacional de la
misma a fin de que retorne a su residencia habitual en Argentina, su país de origen… Es por todo ello que esta
Fiscalía estima se encuentran acreditados los extremos exigidos por la Convención Interamericana sobre
Restitución Internacional de Menores, en cuanto a residencia habitual (Art. 1), habiendo sido retenida la niña
por su madre más allá del plazo estipulado para su permanencia fuera del país (Art. 1), siendo que la niña
Y.A.M. se encuentra dentro de la edad estipulada (Art. 2), que su restitución es solicitada por quienes se
encuentran legitimadas para hacerlo (Art. 3, 4 y 5) encontrándose interviniendo tanto estos estrados como la
Secretaria de la Niñez y de la Familia, ambas autoridades competentes en el caso (Art. 6), hallándose vigente
el plazo establecido para el pedido de restitución, dadas las condiciones y viéndose ello debidamente
justificado a partir de las constancias obrantes en autos, por lo que entiende resulta pertinente tenga lugar el
procedimiento establecido por dicha Convención en sus Art. 8 y 9, y demás recaudos legales necesarios a fin
de que se proceda a obtener rápido regreso de M.Y.A., DNI Nº, a este país bajo la guarda de la Sra. L.S.M.
D.N.I. Nº…”.
XIII) A fs. 188, cumplidas etapas procesales previas; se llamó AUTOS para sentencia, providencia consentida y
firme.
Y CONSIDERANDO:
I) Que con las Partidas de Nacimiento obrantes a fs. 32 y 66 se tiene acreditado que la niña Y. A. M., D.N.I. Nº,
nacida el 17 de Septiembre de 2006, en Prof. Salvador Mazza, Dpto. San Martín, Pcia. de Salta es hija de M. A.
S. , y de H. O. M. y HERMANA por línea paterna de L. S. M., D.N.I. Nº ….
II) Que resulta necesario hacer una breve reseña de la vida de A. . La niña vivió desde muy pequeña junto con
su abuela paterna, Sra. F. M. . Que si bien la niña fue reconocida por el Sr. H. O. M. conforme surge de Partida
de nacimiento obrante a fs. 32 de autos, la misma es hija biológica del Sr. H. M. M., conforme lo expresara L.
M. en Acta de audiencia de fs. 40: “…Que no pudo reconocerla en su momento porque no tenía documento…”.
Que la pequeña concurrió a la escuela de Barrio La Playa, cursaba 4º grado, todo conforme boletines de
calificaciones obrantes a fs. 43/47 que dan cuenta que la pequeña vivió de manera habitual y permanente en
la localidad de Aguaray, constituyendo la ciudad de Aguaray su centro de vida.
Que cuando la abuela de A. fallece su progenitora se presenta por ante el domicilio de la pequeña, -aclarando
que la Madre vive en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra – Bolivia-. Es así que se presenta y dice que viene a
buscar a la niña, para llevarla de paseo por el término de 90 días. Esta salida hacia el país vecino se formalizó
mediante autorización otorgada por el padre reconociente Sr. M., a través del Juez de Paz (fs. 177).
Ya una vez en Bolivia, y en fecha de 10 de Marzo de 2.017 conforme surge del informe social obrante a fs.
23/24, se toma conocimiento que la niña llegó por ante las oficinas de la Policía porque la madre la había
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botado de la casa. La misma fue entrevistada por la Lic. Gabriela Hurtado Berdecio, Trabajadora Social de la
Defensoría de la Niñez y de la Adolescencia, a la que le relató la situación que estaba viviendo y cuál había
sido la razón por la que se fue de la casa donde vivía con su madre. Expresando que su madre no le daba
cariño, que la misma la trataba como si fuera la empelada de la casa, forzándola a realizar tareas domésticas
e incluso era quien se encargaba del cuidado de sus hermanitos, mientras la madre trabajaba, y que ninguno
de sus hermanitos iba a la escuela. Que le tiene prohibido decir que es su madre y que a los vecinos debe
decirles que ella es su sobrina. Que en fecha 5 de Marzo de 2017, al encontrarse sola en la calle, y con ayuda
de una vecina, la pequeña se dirige a la policía donde manifiesta su problemática familiar.
A posteriori se presenta la madre por ante la Defensoría manifestando que ella no se encuentra en condiciones
de cuidar y criar a su hija, porque tiene 4 hijos y no le alcanza para cubrir los gastos, que prefiere que la niña
sea llevada a la Argentina y que se quede con su tía, la hermana del padre.
La niña expresó que quiere irse a Argentina a vivir con su tía L. M. junto a su familia.
Que fue en estas circunstancia que conforme surge de fs. 29 el día 14 de Marzo de 2.017 y por orden de la
Dra. Maribel Ayala Perrogon se ordena que: “…Como medida precautoria y de protección social y seguridad
se ordena su ingreso a un centro de acogimiento provisional de acuerdo a su problemática, en coordinación
con la Unidad de asistencia Social de Gobernación…”.
Es por todo ello que la niña es trasladada hasta la ciudad de Santa Cruz ingresando a través del Programa de
Asistencia Social al Hogar “Casa Main” el día 07 de abril de 2.017 por motivos de maltrato físico,
permaneciendo institucionalizada hasta el día de la fecha.
III) Preciso es destacar que se dio intervención a la Autoridad Central, quien colaboró arduamente en las
comunicaciones que mantuvimos con el Juzgado de Menores de la República de Bolivia. Es así que Cancillería
dio intervención al Consulado de Argentina en Santa Cruz de la Sierra, a fin de que el Sr. Cónsul Adjunto Diego
Mariano Milanesi pudiera con autorización expedida tanto por la suscripta como del Juez de Bolivia, mantener
entrevista con la niña y a su vez constatara la situación en la que la misma se encontraba. Todo ello permitió
trabajar y abordar el caso de la manera más efectiva, rápida y expeditiva. Así también a través de la Dra.
Lourdes Orsini de la Dirección de Argentinos en el Exterior Dirección General de Asuntos Consulares-
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto hemos podido superar diversos obstáculos a razón de la distancia
y de la imposibilidad de recibir la correspondencia vía consular.
IV).- Que conforme lo relatado es que corresponde abordar la situación desde dos aspectos a fin de realizar la
ponderación del requerimiento efectuado por el Sr. Asesor de Menores Nº 1 tendiente a verificar los alcances
del pedido de restitución. En primer lugar es corroborar la residencia “habitual de la niña Y.A.M. y en segundo
lugar eventualmente si la retención en cabeza de la progenitora Sra. M.A.S., resultó ilegítima, y su
permanencia en país extranjero también resulta ilegítima.
Es en este sentido que resulta fundamental destacar que tanto la doctrina imperante y como la Convención
Internacional, son claras en cuanto a que el objetivo central de toda autoridad, es procurar hacer prevalecer
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los derechos y garantías que todo niño goza, a fin de evitar que una decisión tan trascendental para la vida de
una pequeña, como lo es cambiar su residencia al extranjero conllevando un cambio radical en sus
costumbres, modo de vida, e incluso separación física de sus afectos, sea tomada por la fuerza, en forma
intempestiva y de manera unilateral sin preparación para la niña y más aún teniendo en cuenta que viajó junto
con la progenitora, autorizada por tan solo por el plazo de 90 días. Plazo que al día de la fecha se encuentra
ampliamente vencido sin que la pequeña haya regresado a su país de origen sumado a que producto de la
grave disfuncionalidad y abandono del ejercicio de la responsabilidad parental produjo la institucionalización
de la pequeña en un hogar de albergue en el país vecino de Bolivia.
Frente a esta situación y dentro del marco de la Ley 25.358 “Convención Interamericana sobre Restitución
Internacional de Menores” se busca que la restitución que se ordena se cumpla en tiempo propio, para no
desvirtuar los objetivos limitados del procedimiento. El tiempo es fundamental en todos los asuntos humanos
y lo es de manera relevante en el desarrollo de los niños. Todo estos parámetros sumado al tiempo de que
lleva la pequeña institucionalizada en un país que no es el propio, resulta no sólo injusto sino que también
vulnera todos los derechos y garantías constitucionales que tiene todo niño.
Dicho todo esto y entrando al análisis del primer punto, cabe destacar que por residencia habitual
entendemos que es aquel donde el niño/a, adolescente tiene su centro de vida. Lo que claramente surge tanto
de los dichos de la pequeña quien fuera escuchada por nuestro Cónsul de Santa Cruz, sino también de la
prueba documental obrante en la causa. Sin perjuicio de dejar expresa constancia que de la Partida de
Nacimiento de A. surge su domicilio legal cual es en la ciudad de Salvador Mazza– Pcia. de Salta, República
Argentina.
Del acta labrada por ante Asesoría de Menores se tiene que la tía manifestó que a A. la criaba su madre J. F.
M. , ergo se concluye que la educó en su domicilio habitual sito en Aguaray hasta su fallecimiento. Así también
del acta judicial labrada al padre reconociente surge que le otorgó autorización para viajar y que estaba
anoticiado que efectivamente estaba institucionalizada la niña, que el cuidado de A. siempre fue ejercido por
la abuela paterna, hasta el momento de su fallecimiento, en que radicalmente cambia toda su vida.
V).- Respecto del segundo aspecto: “ilegalidad del traslado o retención”, cabe destacar que si bien la misma
fue trasladada al país de Bolivia mediando autorización del otro progenitor, es decir, de conformidad a las
normas migratorias, dicha autorización lo fue solo por 90 días, resultando evidente que A. no fue reintegrada
a su centro de vida en tiempo oportuno, debido a la conducta negligente y abandónica de la progenitora, toda
vez que la pequeña ha sido institucionalizada desde el día 07 de Abril de 2.017 por voluntad expresa de la Sra.
M. Z.
Es de destacar que existe numerosas pruebas tendientes a acreditar la situación jurídica en que se encuentra
la niña A. que claramente demuestran la actitud de desinterés por la suerte de la pequeña. Conducta a todas
luces reprochable por parte de la progenitora en el ejercicio de la responsabilidad parental. Abdicación por la
cual se justifica acabadamente el reintegro de Y. A. a su país de origen.
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De los informes técnicos social y psicológico -obrante a fs. 110/111; 115/116- dan cuenta que la pequeña si
bien se adaptó al hogar de buena manera, habiendo hecho amistad con sus compañeras y asimismo
demostrando ser una persona tranquila, expresiva y colaboradora en todo lo que se le solicita y que
actualmente la misma está de oyente en la Unidad Educativa la Misión de Jesús en 5to de primaria, menciona
que le gustaría irse a vivir con su tía L. en Argentina.- Así se expresó la Lic. Vera Vargas Paiz: “… La niña A.
denota rasgos de personalidad introvertida, insegura con sentimientos de inferioridad, lo que la predispone a
manifestar mayor grado de vulnerabilidad. También presenta sensación de vacío y abandono, siendo al
parecer por el fallecimiento de su abuela J. y por la separación con su familia de origen, refiriendo en su relato
extrañarlo, en especial a su tía L.M.. Resalta desvalorización de las figuras paternas expresando rechazo hacia
ambos progenitores”.
Es necesario poner de relieve que si bien el grupo familiar primario de la niña lo constituyen el padre, la madre
y los parientes solo en ausencia de los progenitores, es de destacar que en relación al padre biológico el mismo
nunca reconoció a la pequeña por encontrarse el mismo indocumentado, situación ésta que nunca se revirtió,
siendo la pequeña reconocida por su abuelo paterno quien expresa a fs. 178 “… yo la reconocí como hija
porque con mi mujer que ya falleció la criamos a la chiquita… la nenita no tenia documentos, mi hijo no la
quería reconocer, por eso la reconocí yo…”, la progenitora nunca cuidó de la niña, ya que la misma reside en
Bolivia y que el cuidado de A. siempre fue ejercido por la abuela paterna, hasta el momento de su
fallecimiento, en que radicalmente cambia.
Es de advertir que la Sra. L. M. se ha presentado cuantas veces se le ha requerido e insistentemente reclama
que su sobrina vuelva a nuestro país. Expresa que desea que la pequeña viva con ella. Que apenas ella se
enteró del problema que había tenido A., inmediatamente viajó a Santa Cruz para saber qué era lo que estaba
sucediendo, pero que no pudo tener comunicación ni contacto con ella porque le indicaron que a la misma le
estaban haciendo evaluaciones psicológicos y que por esa razón no podía verla, informándole que no podían
entregarla porque todo estaba en manos de un juzgado y que el caso era realmente complicado porque se
trataba de una violación, malos tratos y abandono de persona. (fs. 19). Todo esto generó en L. profunda
angustia, por cuanto expresó que siempre cuidó a su sobrina con su madre y su hermana Y.. Dejando aclarado
que no mantiene contacto con su hermano y no quiere tenerlo, por lo que solicita medidas restrictivas en
resguardo de su sobrina.
VI) Es importante destacar que si bien de la numerosa prueba aportada a la presente causa lo es en copia
simple debido a la imposibilidad de obtenerla de manera más rápida, por ello es que teniendo en cuenta el
Principio en materia de familia cual es el de la tutela judicial efectiva, optar por realizar llamadas telefónicas
con el Juzgado interviniente en el abrigo de Y.A.. Es así que ambos Estados -Argentina- Bolivia partes
adherente del Convenio Interamericano sobre Restitución de menores pudimos establecer comunicaciones
directas y de cooperación fluida y prueba de ello son las numerosas llamadas telefónicas y que certifican la
veracidad de dichos instrumentos. Todo ello en virtud de normas internacionales que regulan el cumplimiento
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de tales medidas, para la obtención de soluciones radicales que faciliten la pronta restitución de la niña Y. A.
por medio de principios rectores de cooperación jurídica internacional.
La Convención reconoce derechos en beneficio de los infantes, les impone a los Estados partes una concreta
obligación de protección en beneficio de los niños, es por ello que el reclamo restitutorio tiene como finalidad
restablecer el equilibrio roto por quien ha contribuido a producir un desarraigo abrupto e ilegitimo de la niña
respecto del ámbito social donde se desarrolló y realizó su primera formación, limitando su finalidad a
restablecer la situación de la niña turbada por el traslado a un país extraño, mediante el retorno inmediato
de la niña desplazada a su lugar de residencia habitual.
El pedido de restitución articulado en autos encuentra sustento legal en la Convención Interamericana sobre
Restitución Internacional de Menores (CIDIP IV, MONTEVIDEO, 1989), normativa que fue ratificada en nuestro
país por Ley 25.358 y se encuentra vigente a partir de l de Noviembre del año 2.000, la que en su Art. 1
establece que: “… tiene por objeto asegurar la pronta restitución de menores que tengan residencia habitual
en uno de los Estados partes y que hayan sido trasladados ilegalmente… o habiendo sido trasladados
legalmente hubieran sido retenidos ilegalmente…” situación planteada en autos, toda vez que la pequeña Y.
salió de nuestra jurisdicción con autorización y consentimiento por parte del Padre reconociente, no obstante
y ante el abandono por parte de la progenitora, queda configurada la retención ilegítima de la niña, agravado
por su situación de institucionalización.
Es por ello que el marco que debe inspirar al juzgador para resolver los conflictos planteados en torno a la
restitución de los menores impone un juicio crítico, estricto y riguroso. En función de tales postulados y de
conformidad con las disposiciones que emergen de la Convención Interamericana, estimo que a la luz de los
elementos probatorios obrantes en la causa no hay supuesto alguno que pueda justificar la negativa al pedido
restitutorio. Todo ello sumado a que luego de un abordaje a través del equipo técnico interdisciplinario del
Poder Judicial respecto de la idoneidad de la tía Sra. L. S. M. surge que la misma se encuentra en condiciones
para el cuidado y protección de A. (psicológico fs. 57/58); (informe social fs. 73/74). Y es por ello que he
considerado conveniente otorgarle la guarda provisoria conforme resolución obrante a fs. 172/173. Todo ello
en función de los requerimientos formulados por el Sr. Juez Subrogante Dr. René Blanco León a cargo del
Juzgado Público de la Niñez y Adolescencia y Sentencias (Monteros) quien se expidió en el sentido que un
familiar de la niña (abuelo o tías) se apersone acreditando su filiación y se someta ante el equipo técnico del
Juzgado e informe social de su entorno familiar de la Argentina para solicitar la reintegración familiar de la
niña. Es decir que con estos requisitos se efectivizaría la restitución de A. a nuestro país. Y habiéndose
realizado todo lo sugerido por el Sr. Magistrado es que nada obsta a que se proceda a la Restitución
Internacional de M.Y.A.
No obstante cabe aclarar que sin dudas entendemos que la niña requiere de una imprescindible y enérgica
contención familiar y precisamente es la tía Sra. L. S. M. quien puede cumplir esta contención. Nadie más
apropiado que la tía biológica, por cuanto es la persona más importante en su vida, no sólo por su edad (10
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años), sino que la niña va a requerir un fuerte sostenimiento debido al tiempo de institucionalización que lleva
en un país que no es el propio. Estos factores de persistir, podrían ocasionarle un daño personal definitivo en
sus cortos 10 años de edad, tal como lo manifestaron las peritos de aquel país.
VII).- Como corolario, debo acotar que se ha dado la debida intervención al Órgano administrativo local
Secretaría de la Niñez y la Familia a fin de que emita el correspondiente acto administrativo, y en virtud de
ello es que emitió resolución Nº 340/17 de fecha 21 de Noviembre de 2017, en la cual resuelve disponer la
aplicación de la medida excepcional prevista en el art. 16 de la Ley Provincial Nº 7970 y en concordancia a lo
dispuesto por el art. 7 y 41 inc. a de la Ley 26061. Esto es que la niña deberá permanecer provisoriamente por
ante el domicilio de la tía paterna Sra. L.S.M. por el término de 90 días contados a partir de su efectivización
quien asumirá los cuidados transitorios de la niña, mandando comunicar la presente resolución a Casa Main
de la ciudad de Santa Cruz – Bolivia a través del Consulado Boliviano ubicado en la ciudad de Salta. Así también
se comunicó a Dirección de Argentinos en el Exterior del Ministerio Nacional de Relaciones Exteriores y Culto
(fs. 164/167). Actuaciones que tramitan por ante este mismo Juzgado bajo Expte. Nº 46007/17 caratulado:
Secretaria de la Niñez y de la Familia - Y.A.M. c/ M., M. y S., M.A. s/ Control de Legalidad.
VIII) Por todo ello y surgiendo del examen que antecede que la viabilidad del pedido restitutorio se sustenta
en las disposiciones del Art. 1 de la Convención Interamericana sobre Restitución Internacional de Menores
(CIDIP IV) y en la inexistencia de los supuestos excepcionales de inconveniencia y riesgo contemplados por el
mentado Convenio Internacional, es que corresponde ordenar el Reintegro de la niña Y.A.M. a la República
Argentina, haciendo saber a las autoridades del Estado Plurinacional de Bolivia que deberán extender, en caso
de ser requerida, la documentación necesaria para la salida del país de la menor de edad.
Que POR TODO ELLO; oídos que fueron ambos Ministerios: de Menores (fs. 154/155) y Fiscal (fs. 186/187) en
dictámenes favorables a esta resolución; normas legales citadas y lo dispuesto por los art. 1, 4, 5 ss. y cc. de
Convención Interamericana sobre Restitución de Menores, Ley 26061, Ley 7970; los arts. 657, 706 ss. y cctes.
del C.C.C. y art. 234 del C.P.C. y C. FALLO:
I).- HACER LUGAR a la Restitución Internacional de la niña Y.A.M. - D.N.I. Nº …, nacida 17 de Setiembre de
2006, en la ciudad de Tartagal Pcia. de Salta, hija de H.O.M. D.N.I. Nº … y de M.A.S. D.N.I. Nº …, reclamada por
su tía paterna L.S.M. D.N.I. Nº … quien deberá presentarse por ante el Estado Plurinacional de Bolivia y ante
las autoridades competentes para dar cumplimiento con la restitución dispuesta, retirando a la niña del Hogar
de Niños Casa Main con domicilio en calle debiendo comunicar al tribunal su arribo al país para el debido
control y seguimiento por parte del Órgano administrativo – Secretaria de la Niñez y de la Familia.
II) HACER CONOCER la Resolución a la autoridad de aplicación, a cuyos efectos ofíciese.
III).- ORDENAR que la Restitución Internacional lo sea en el plazo más breve y de la manera más conveniente
al interés superior de la niña Y.A.M.
IV).- INTIMAR a la Secretaría de la Niñez y Familia coordinar con la Sra. L. S. M. la modalidad y el traslado de
la niña Y.A.M..
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V).- MANDAR se copie, registre, notifique.-
En la ciudad de Tartagal, Departamento San Martín, Provincia de Salta a los 05 días del mes de marzo del año
dos mil dieciocho siendo hs. 11.35, por ante este Juzgado de Primera Instancia en lo Civil de Personas y Familia
Nº 1 Distrito Judicial del Norte – sito en Avda. Mosconi y Ruta Nº 34 – Ciudad Judicial, a cargo de S.S. Dra.
Claudia Viviana Yance - Juez Titular – Secretaría del actuario en los autos caratulados: “Asesoría de Menores
Nº 1 s. restitución internacional de M. Y. AB” Expte. Nº 35092/17 COMPARECE: la Sra. L. S. M. quien acredita
su identidad con D.N.I. Nº …, junto a la niña Y A M. Se deja constancia de la presencia del Sr. Asesor de
Incapaces, Dr. Juan José Andreu.
ABIERTO EL ACTO POR S.S.: Preguntada por sus datos personales, dijo llamarse como ya lo expresó, de
nacionalidad argentina, de 28 años de edad, con domicilio sito en Paraje Capiazuty de la localidad de Aguaray.
En uso de la palabra la misma manifiesta: El día lunes 26 de Febrero a la noche viajé a Santa Cruz-Bolivia para
ir a buscar a A.. El día martes a las 15.30 me presenté en el Juzgado de Montero porque a esa hora era la
audiencia. Se presentó el Cónsul, gente de la gobernación, el Juez, la psicóloga del Hogar, ellos me dijeron que
A. vuelva conmigo. La Psicóloga comentó que A. estaba triste, muy callada. Allá me dijeron que cuando la
madre quiera ver a la nena que la vea, y yo la denuncié por el abandono que hizo. El Juez colocó en la sentencia
de que la madre puede verla, pero en mi presencia. Cuando quise hacer migraciones, me dijeron que A. no
figuraba como que había salido de Argentina, me asusté y les expliqué la situación, mostré los papeles que
me dieron aquí en el Juzgado y el DNI y me dejaron pasar, tomaron nota de lo que pasó y nos vinimos. El día
jueves estuvimos regresando en horas de la mañana. A. me contó que cuando vio a su mamá por última vez,
le dijo que cuando volviera de trabajar no la quería ver en la casa, es por eso que sacó su mochila y sus cosas,
se fue a la casa de la abuela paterna de sus hermanos y esa señora la llevó al Juzgado de Montero. Cuando
citaron a la madre, la misma manifestó que no podía hacerse cargo de A., esto me lo comentó la Psicóloga
cuando fui a buscar a A.. Nosotras hablamos con A. lo que ella quiso contarme porque no quiero estar todo el
tiempo insistiendo con cosas que le hacen mal, quiero que se olvide de todo lo que pasó. Yo la veo bien, tengo
que inscribirla en la Escuela de Capiazuty, pero necesito llevarme la libreta que dejé aquí, por lo que necesito
que me hagan entrega de esa documentación.
Acto seguido es oída la niña Y.A.M.. A preguntas formuladas por S.S. sobre qué fue lo que pasó con su mamá
quien manifiesta; Yo me fui con mi mamá porque pensé que me iba a ir por un tiempo nada más. Cuando
llegamos a Bolivia con mi mamá, ella despidió a la niñera, mi mamá trabajaba de mesera toda la noche y yo
cuidaba a mis hermanos, de 6, 5, 4 y 3 años. Yo no volví a ver a mi mamá desde el día que entré al hogar. En
Bolivia iba a la escuela, cursé el quinto grado, ahora me toca ir a sexto grado.
La Sra. M. agrega que la Sra. S. tuvo diez hijos, de los cuales hay tres en el Hogar de Salvador Mazza, y un
mellizo de Y. que falleció. Asimismo S.S. procede a explicarle a la Sra. M. que deberá iniciar las acciones
principales tendientes a regularizar la situación jurídica de la niña Y..
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Habiéndose dado cumplimiento a la manda judicial de fecha 30 de diciembre de 2017 y encontrándose la niña
Y. A. M. junto a su Guardadora Provisoria, L. S. M., es que nada queda por realizar en las presentes actuaciones,
sin perjuicio de requerirle al Sr. Juez, Dr. Blanco la remisión de Testimonio de Sentencia de Egreso dictada en
fecho 27 de febrero de 2018. No obstante el órgano administrativo, Secretaria de la Niñez y la Familia deberá
continuar con el seguimiento de la vinculación de la niña y Y.A.M. junto a su Guardadora Provisoria, L. S. M.,
por el plazo de seis meses, bajo apercibimiento de desobediencia judicial. Como así también deberá la Sra. L.
S. M. iniciar las acciones respectivas tendientes a regularizar la situación jurídica de la niña Y.A.M. Por todo
ello S.S. RESUELVE:
I).- INTIMAR a la Secretaria de la Niñez y la Familia, efectúe control y seguimiento de la vinculación de la niña
Y. A. M. y su Guardadora Provisoria, L. S. M. por el plazo de seis meses, bajo apercibimiento de desobediencia
judicial. A tal efecto líbrese oficio.
II).- REQUIÉRASE al Juzgado de Familia y la Niñez de la localidad de Montero, Santa Cruz-Bolivia, copia de
Resolución o Testimonio de Sentencia de fecha 27 de febrero de 2018. A tal efecto líbrese oficio.
III).- INTIMAR a la Sra. L. S. M., a iniciar las acciones principales respectivas, tendientes a regularizar la situación
jurídica de la niña Y. A. M.
IV).- MANDAR se copie, se registre y se notifique. No siendo para más se da por finalizado el presente acto
previa lectura y ratificación firman los comparecientes después de S.S. y por ante mí que CERTIFICO.-
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3. Que, en tales condiciones, conviene recordar que cuando se encuentra en debate el alcance que cabe
asignar a una norma de derecho federal, el tribunal no se encuentra limitado en su decisión por los
argumentos de las partes o del a quo, sino que le incumbe realizar una declaratoria sobre el punto disputado
(Fallos: 308:647, entre otros).
4. Que las circunstancias relevantes de la causa son las siguientes: Los padres de la niña se casaron en
Buenos Aires el 3 de diciembre de 1985 y llegaron al Canadá en marzo de 1986. La menor, de 4 años de edad
al tiempo del acto que dio origen al litigio, nació en Guelph, Provincia de Ontario, Canadá, el 6 de febrero de
1990. La niña vivía con sus padres en una residencia universitaria para estudiantes casados y asistía al jardín
de infantes. Este último dato es corroborado en la entrevista de fs. 194/197, que da cuenta de que la menor
tenía recursos positivos de ese período de su vida, "lazos afectivos con personas, objetos y ámbitos a los que
permanece ligada". En la presentación de fs. 117/120, la señora O. cuestionó el encuadramiento jurídico de
la estadía de ella y del señor W. en Canadá, pero no el hecho de esa misma estancia. El relato que aquélla
efectuó ante la asistente social ratifica estos datos. En cuanto al padre, consta que gozaba de la residencia
propia de su condición de estudiante, que le fue renovada periódicamente durante 8 años, y que trabajaba
en la universidad, percibiendo una remuneración que, según la versión de la demandada, ascendía a U$S
382,76 por quincena. En la entrevista de que da cuenta el informe de fs. 351, la madre de la niña afirmó que
a fines del año 1993 decidió venir a Buenos Aires a pasar las "fiestas" con su familia, información coincidente
con las manifestaciones de E.W. El padre sostuvo –sin que se opusiera contradicción- que tomó conocimiento
el 6 de enero de 1994 de la decisión de la madre de no regresar al Canadá y de permanecer con la niña en la
República Argentina. En febrero de 1994 el señor W. solicitó la asistencia de la autoridad central
correspondiente a la Provincia de Ontario, para reclamar la restitución de la menor en los términos de la
Convención de La Haya. El 7 de marzo de ese año se dictó una decisión judicial en la Corte de Ontario, que
atribuyó la custodia de la niña a su padre. Finalmente, consta que el 21 de marzo de 1994 la autoridad central
de la República Argentina presentó el pedido de restitución ante el juez local.
5. Que corresponde, en primer lugar, tratar el agravio federal que la apelante sustenta en el art. 18 de
la Constitución Nacional, relativo a que la negativa de la Cámara a valorar la sentencia dictada por la Corte de
Ontario la ha colocado en un estado de indefensión con grave lesión a la garantía del debido proceso, puesto
que ha soslayado la verificación de los requisitos necesarios en jurisdicción argentina para el reconocimiento
de una decisión extranjera y, en los hechos, esa prescindencia ha implicado dar efecto a un pronunciamiento
dictado por un juez incompetente en un trámite donde no tuvo posibilidad de defenderse.
6. Que el reproche revela desconocimiento de la materia debatida en el presente litigio, esto es, un
pedido de retorno de la menor mediante el procedimiento establecido en la Convención de La Haya sobre
Aspectos Civiles de la Sustracción Internacional de Menores, adoptada en la Conferencia de La Haya del 25 de
octubre de 1980, aprobada por ley 23.857, vigente en la República Argentina a partir del 1 de junio de 1991,
C., R. A. E. c. G., A. A. s. exhortos y oficios. CCiv. y Com., Lomas de Zamora, sala I, 12/08/15
Lomas de Zamora, a los 12 días de agosto de 2015, reunidos en Acuerdo Ordinario los señores jueces que
integran esta Excma. Cámara de Apelación en lo Civil, Comercial y Familia, Sala I, del Departamento Judicial
de Lomas de Zamora, Dres. Javier Alejandro Rodiño y Carlos Ricardo Igoldi, con la presencia del Secretario
actuante se trajo a despacho para dictar sentencia la causa nro. 72572, caratulada: "R. C. A. E. c. G. A. A. s.
exhortos y oficios". De conformidad con lo dispuesto por los artículos 168 de la Constitución de la Provincia
de Buenos Aires y 266 del Código Procesal Civil y Comercial del mismo Estado, la Excma. Cámara resolvió
plantear las siguientes CUESTIONES: 1ero.- ¿Es justa la sentencia dictada? 2do.- ¿Qué corresponde decidir?
Practicado el sorteo de ley (art. 263, últ. parte, Cód. Proc.), dio el siguiente orden de votación: Dres. Javier
Alejandro Rodiño y Carlos Ricardo Igoldi.
VOTACIÓN. A la primera cuestión, el Dr. Javier Alejandro Rodiño dice: I.- La señora Jueza titular del Juzgado de
Familia Nro. 3 departamental dictó sentencia a fs. 223/232 rechazando el pedido de reintegro internacional
solicitado por la Sra. A. E. R. C., de nacionalidad paraguaya, con documento C.I. paraguayo Nro. y D.N.I.
argentino Nro., con domicilio en …, República del Paraguay, a través de la Autoridad Central de la aplicación
del Convenio de la Haya de 1980 sobre los Aspectos Civiles de la Sustracción Internacional de Menores y de la
Convención Interamericana sobre Restitución Internacional de Menores respecto de la menor L. E. G. R.,
nacida el 26 de abril de 2007 en la ciudad de Buenos Aires, República Argentina, DNI , hija de la peticionante
y el Sr. A. A. G., DNI , con domicilio en … Todo ello, sin perjuicio de lo que en definitiva resuelva oportunamente
el órgano judicial que resulte competente sobre la cuestión del derecho de custodia de la referida menor y su
correlativo derecho de visitas del progenitor no conviviente (art. 16, 18, 75 inc. 22º de la Constitución
Nacional, art. 3 de la Convención de los Derechos del Niño, arts. 11 y 14 de la Convención Interamericana
sobre Restitución Internacional de Menores y art. 12, 13 y 20 del Convenio de la Haya de 1980 sobre los
Aspectos Civiles de la Sustracción Internacional de Menores). Impuso las costas en el orden causado por
haberse creído las partes con derecho a reclamar, no correspondiendo la regulación de honorarios a la titular
de la Unidad de Defensa
Oficina de la Defensa Pública C.R. (E. M.) s. restitución internacional de menor de edad. Superior Tribunal de Justicia de
Chubut. 13/11/12.
En la ciudad de Rawson, Capital de la Provincia del Chubut, a los 13 días del mes de noviembre del año dos mil
doce, reunido en Acuerdo la Sala Civil, Comercial, Laboral, Contencioso Administrativo, de Familia y de Minería
del Superior Tribunal de Justicia con la Presidencia de su titular Dr. Fernando S. L. Royer y asistencia de los
Sres. Ministros, Dres. Daniel Luis Caneo y José Luis Pasutti, para dictar sentencia en los autos caratulados:
“Oficina de la Defensa Pública C.R. (E. M.) s. restitución internacional de menor de edad” (Expte. Nº 22652-O-
2012) y teniendo en cuenta el sorteo practicado a fs. 279 de conformidad con las Acordadas Nº 3202 y 3204,
correspondió el siguiente orden para la emisión de los votos: Dres. Caneo, Pasutti y Royer.
Acto seguido, se resolvió plantear y votar por su orden las siguientes cuestiones: PRIMERA: ¿Es procedente el
Recurso de Casación interpuesto? y SEGUNDA: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
Publicado por Julio Córdoba en DIPr Argentina el 11/03/11, en Fallos 333:604 y en LL 15/06/10
Suprema Corte:
El 20 de diciembre de 2003 Cecilia B. viajó al Paraguay desde Buenos Aires, donde reside desde hace 10 años
junto a sus dos hijos menores de edad, para pasar las fiestas de Navidad y Año Nuevo en casa de sus padres.
Llevó a sus hijos -de 11 y 13 años, respectivamente- con la autorización de su esposo, Carlos M., de quien se
había separado de hecho dos años atrás. El 1ro de enero de 2004, Carlos M. llamó a casa de sus suegros para
saludar a sus hijos por el año nuevo y recordarle a Cecilia B. que debía regresarlos el 10 de enero para que
fueran con él de vacaciones. Entonces, Cecilia B. le informó que pensaba radicarse con ellos en Asunción. El
23 de diciembre de 2004 Carlos M. se presenta en su estudio y le pregunta qué puede hacer para que sus hijos
regresen.
5- Cuáles son los plazos para solicitar la restitución. Aclarar si se encuentra dentro de esos plazos.
Objeto
Ámbito personal
Menores
Residencia
Habitual
Calificación
Ilicitud del
traslado
Custodia
Visita
Legitimación Activa
Vía
Competencia
Plazo de presentación
Requisitos de la solicitud
Legalización de documentos
MATRIMONIO
CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN.
ARTICULO 2621.- Jurisdicción. Las acciones de validez, nulidad y disolución del matrimonio, así como las
referentes a los efectos del matrimonio, deben interponerse ante los jueces del último domicilio conyugal
efectivo o ante el domicilio o residencia habitual del cónyuge demandado.
Se entiende por domicilio conyugal efectivo el lugar de efectiva e indiscutida convivencia de los cónyuges.
ARTICULO 2622.- Derecho aplicable. La capacidad de las personas para contraer matrimonio, la forma del acto,
su existencia y validez, se rigen por el derecho del lugar de la celebración, aunque los contrayentes hayan
dejado su domicilio para no sujetarse a las normas que en él rigen.
No se reconoce ningún matrimonio celebrado en un país extranjero si media alguno de los impedimentos
previstos en los artículos 575, segundo párrafo y 403, incisos a), b), c), d) y e).
El derecho del lugar de celebración rige la prueba de la existencia del matrimonio.
ARTICULO 403.- Impedimentos matrimoniales. Son impedimentos dirimentes para contraer matrimonio:
a) el parentesco en línea recta en todos los grados, cualquiera que sea el origen del vínculo;
b) el parentesco entre hermanos bilaterales y unilaterales, cualquiera que sea el origen del vínculo;
c) la afinidad en línea recta en todos los grados;
d) el matrimonio anterior, mientras subsista;
e) haber sido condenado como autor, cómplice o instigador del homicidio doloso de uno de los cónyuges; f)
tener menos de dieciocho años;
g) la falta permanente o transitoria de salud mental que le impide tener discernimiento para el acto
matrimonial.
ARTICULO 575.- Determinación en las técnicas de reproducción humana asistida. En los supuestos de técnicas
de reproducción humana asistida, la determinación de la filiación se deriva del consentimiento previo,
informado y libre, prestado de conformidad con lo dispuesto en este Código y en la ley especial.
Cuando en el proceso reproductivo se utilicen gametos de terceros, no se genera vínculo jurídico alguno con
éstos, excepto a los fines de los impedimentos matrimoniales en los mismos términos que la adopción plena.
ARTICULO 2623.- Matrimonio a distancia. Se considera matrimonio a distancia aquel en el cual el contrayente
ausente expresa su consentimiento, personalmente, ante la autoridad competente para autorizar
matrimonios del lugar en que se encuentra.
ARTICULO 2624.- Efectos personales del matrimonio. Las relaciones personales de los cónyuges se rigen por
el derecho del domicilio conyugal efectivo.
ARTICULO 2625.- Efectos patrimoniales del matrimonio. Las convenciones matrimoniales rigen las relaciones
de los esposos respecto de los bienes. Las convenciones celebradas con anterioridad al matrimonio se rigen
por el derecho del primer domicilio conyugal; las posteriores se rigen por el derecho del domicilio conyugal al
momento de su celebración.
En defecto de convenciones matrimoniales, el régimen de bienes se rige por el derecho del primer domicilio
conyugal. Todo ello, excepto en lo que, siendo de estricto carácter real, está prohibido por la ley del lugar de
situación de los bienes.
En el supuesto de cambio de domicilio a la República, los cónyuges pueden hacer constar en instrumento
público su opción por la aplicación del derecho argentino. El ejercicio de esta facultad no debe afectar los
derechos de terceros.
ARTICULO 2626.- Divorcio y otras causales de disolución del matrimonio. El divorcio y las otras causales de
disolución del matrimonio se rigen por el derecho del último domicilio de los cónyuges.
Art. 12. - Los derechos y deberes de los cónyuges en todo cuanto afecta sus relaciones personales, se rigen
por las leyes del domicilio matrimonial.
Si los cónyuges mudaren de domicilio, dichos derechos y deberes se regirán por las leyes del nuevo domicilio.
Art. 14. - Los derechos y deberes de los cónyuges en todo cuanto se refiere a sus relaciones personales, se
rigen por las leyes del domicilio conyugal.
Art. 16. - Las convenciones matrimoniales y las relaciones de los esposos con respecto a los bienes se rigen
por la ley del primer domicilio conyugal en todo lo que, sobre materia de estricto carácter real, no esté
prohibido por la ley del lugar de la situación de los bienes.
Art. 17. - El cambio de domicilio no altera la ley competente para regir las relaciones de los esposos en cuanto
a los bienes, ya sean adquiridos antes o después del cambio.
Y Vistos: Considerando:
I.- A fs. 228 el magistrado admite la pretensión de P. S. y la declara única y universal heredera de O. A. K. en
su carácter de cónyuge supérstite, decisión apelada por E. C. K., hermana del causante, que formula sus
agravios a fs. 231/4, los que son contestados a fs. 236/60.
A fs. 244 dictamina el Sr. Fiscal de Cámara y propicia la revocatoria del fallo apelado.
II.- El juzgador para decidir en tal sentido hizo mérito de la partida de matrimonio cuya traducción y
legalización obran a fs. 217/8, mientras que el original se agrega a fs. 220.
En dicho instrumento consta que O. A. K. y S. P., ambos domiciliados en esta Ciudad (aspecto sobre el que no
media controversia), contrajeron matrimonio el 14 de enero de 1994 en la Sección Consular de la Embajada
de Ucrania en la República Argentina.
La recurrente alega que el acto carece de validez, en tanto se ha concretado sin cumplir con las exigencias que
la ley argentina impone.
III.- El art. 159 del Código Civil dispone: “Las condiciones de validez intrínsecas y extrínsecas del matrimonio
se rigen por el derecho del lugar de celebración...”.
Esta solución constituye una clara aplicación del principio “locus regit actum” que, con carácter general,
consagran los arts. 8 y 12 del citado cuerpo normativo, concordantes, a su vez, con lo dispuesto por el art. 11
del Tratado de Montevideo de 1889 y el art. 13 del Tratado de Montevideo de 1940 que se refieren a la
capacidad de las personas para contraer matrimonio, la forma del acto y la existencia y validez de éste (Conf.
Zannoni, E., “Derecho de Familia”, t. I, p. 281, apartado 186; CNCiv., Sala L, in re “M., J. c/ S., N. s/nulidad de
matrimonio”, del 28-4-1995).
En punto a las formalidades que se imponen a la celebración, el art. 188 del Código Civil es preciso al exigir
que el matrimonio se celebre “ante el oficial público encargado del Registro Civil y Capacidad de las Personas
que corresponda al domicilio de cualquiera de los contrayentes, en su oficina, públicamente, compareciendo
los futuros esposos en presencia de dos testigos y con las formalidades legales”.
La intervención del oficial público asume en este caso un carácter peculiar y trascendente muy diferente de la
que corresponde a un escribano público o al propio jefe del Registro Civil; en efecto, en la celebración el oficial
público interviene activamente, integrando el acto con su actuación, pues es él quien pronuncia en nombre
de la ley que los contrayentes quedan unidos en matrimonio; es, por tanto, un elemento esencial, sin el cual
el acto simplemente no existe (conf. Kaller de Orchansky, B., “Nuevo Manual de Derecho Internacional
Privado”,
p. 248, apartado f); Borda, G., “Tratado de Derecho Civil-Familia”, t. I, p. 125, ap. 154: y p.137, ap.168; Zannoni,
op. cit., p.270, ap.182, c).
En función de lo expuesto y en coincidencia con lo dictaminado por el Sr. Fiscal de Cámara, el Tribunal concluye
que el matrimonio celebrado por el causante O. J. K. con S. P., quizás con arreglo a las leyes extranjeras y
válido para Ucrania según lo informado a fs. 169 y fs. 196 por la Embajada de Ucrania de la República
ArgentinaSección Consular, no puede ser reconocido como tal, atento a que se realizó sin sujeción a la
normativa que rige nuestro país (en sentido coincidente, CNCiv., Sala M, in re “K., L. s/información sumaria”,
del 12-4-05). De ahí, que los agravios deban admitirse.
La doctora Díaz de Vivar dijo: I.- G. A. C. demandó a G. M. G., por nulidad absoluta del matrimonio celebrado
entre ellos el 5 de octubre de 2000, en el condado de Miami Dade Estado de Florida, Estados Unidos de
Norteamérica. Solicitó además, la declaración de cónyuge de "mala fe" respecto de G., pero a fs. 199 desistió
de este aspecto (1/31).
La demandada contestó el traslado y reconoció haberse casado con el actor en el Estado de la Florida (EE.UU.),
y manifestó haberlo hecho con el convencimiento de que el acto no tendría ningún efecto, pues ya estaba
casada en el país. Argumentó que ello era notorio y que nunca lo había ocultado a C., con quien negó toda
convivencia posterior. Adelantó que por haberse declarado la cuestión de puro derecho ha quedado sin
respaldo probatorio esta invocación de no convivencia de G.
Sostuvo que la "nulidad del matrimonio" debe regirse por la ley del lugar de celebración del mismo o sea la de
Florida. Consideró que conforme la jurisprudencia vigente el matrimonio debe ser declarado ineficaz o
inexistente, en orden a la doctrina "Rosas de Egea" (142/150).
Declarada la cuestión de puro derecho, el señor Juez a quo hizo lugar a la demanda y decretó la nulidad
absoluta del matrimonio celebrado entre las partes, con costas a la demandada vencida (fs. 204/205).
Para así decidir sostuvo que al momento de la celebración del matrimonio entre el actor y la demandada en
el condado de Miami Dade, se encontraba vigente el matrimonio de G. con C. A. E., celebrado el 23 de enero
de 1974 y por ello, encontró tipificado el impedimento dirimente prescripto por el art. 166 inc. 6 del Cód Civil.
La parte demandada apeló el pronunciamiento (fs. 207). Concedido el recurso y elevada la causa a este
Tribunal, G. expresó agravios (225/226).
La apelante se quejó porque el primer sentenciante declaró la nulidad absoluta del matrimonio, cuando en su
opinión debió haberlo declarado ineficaz. Sostuvo que en el plenario del 8 de noviembre de 1973 de esta
Excma. Cámara –aún vigente- , se dispuso que para privar de eficacia a la partida de matrimonio extranjero
contraído con impedimento de ligamen en fraude a la ley argentina, no era necesaria la promoción de la acción
de nulidad. En este mismo sentido consideró que debía aplicarse al caso, el precedente de la Corte Suprema
de Justicia "Rosas de Egea". Se quejó porque el señor Juez a quo la declaró "culpable" y esta cuestión no
integraba el objeto de la litis y porque le impuso las costas del proceso (fs. 225/226).
El actor contestó agravios y finalmente, el Señor Fiscal de Cámara dictaminó solicitando la deserción del
recurso (fs.234/234vta).
No obstante lo anterior, mediante una interpretación amplia de los requisitos de la expresión de agravios y de
acuerdo con el principio rector de que en caso de duda, debe estarse a favor del recurrente, desecharé la
deserción y conoceré en el asunto.
III.- Adelanto que no obstante no ser el caso de autos, no está de más recordar que lo relativo a la validez y
efectos en Argentina, del segundo matrimonio celebrado en el extranjero con posterioridad a la disolución en
el extranjero de un matrimonio celebrado en la Argentina, dividió a la doctrina y a la jurisprudencia (Pallares,
Beatriz A. M., "Derecho Internacional privado matrimonial", Santa Fe, Ed. Rubinzal, p. 113 y ss.).
a) Algunos autores lo consideraban nulo y hablaron de invalidez (Albornoz, Jorge y Pallares, Beatriz, "Ineficacia
de matrimonios celebrados en el extranjero", en Enc. de Derecho de Familia, t. II, Bs. As. Ed. Universidad, 1992,
p. 530 y ss.; Kaller de Orchansky, Berta, "La doctrina reciente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
respecto de los matrimonios celebrados en el extranjero en fraude a la ley argentina", LL 140-1117; de la
misma autora, "Matrimonio en fraude de la ley argentina. Improcedencia de una información sumaria", LL
1976-C, 104; Zannoni, Eduardo, "Hacia la declaración de nulidad de oficio del matrimonio en fraude a la ley",
LL 138740).
Borda por su parte, sostuvo que el acto y por ende el matrimonio era inexistente (Borda, Guillermo, "Tratado
de Derecho Civil Argentino. Familia", t. I, 30 ed. Bs. As., Abeledo-Perrot, n. 168).
Belluscio propuso privar al acto de eficacia para producir efectos en el país; o sea, declaró su ineficacia
territorial (Belluscio, Augusto César, "El segundo matrimonio celebrado en el extranjero", LL 122-1065; del
mismo autor, "Difusión jurisprudencial de la tesis del desconocimiento de eficacia extraterritorial del segundo
matrimonio extranjero", LL 139-357). Esta posición tiene su origen en un fallo de H. Barraquero, (integrante
de CNCiv., sala B, 13/12/57, LL 92-520). Se habló también de cuasi-inexistencia (Molinario, Alberto, "Algunas
reflexiones acerca de la cuasi-inexistencia temporal: de la unidad jurisdiccional en cuestiones familiares y del
régimen de la buena fe en materia de nulidad matrimonial", JA 10-1971-86).
Finalmente, Goldschmidt afirmó que no había diferencias entre la teoría de la inexistencia y la de la carencia
de efectos territoriales: "La carencia de efectos de una unión entre hombre y mujer, la llaman algunos
inexistencia y otros carencia de efectos. No se trata de dos teorías diferentes sino de dos terminologías
diversas: la primera de carácter popular y la segunda tomada a préstamo del lenguaje diplomático. Es cuestión
de temperamento preferir una u otra terminología, pero no podemos convencernos de que la llamada tesis
de la carencia de efectos sea otra cosa que nuestra tradicional teoría de la inexistencia vestida, para no decir
disfrazada, con el ropaje irreprochable de la prudencia diplomática" (Goldschmidt, Werner, "Viejos y nuevos
problemas en torno al matrimonio inexistente", ED, T. 60-252).
Asimismo aquélla fue receptada en el plenario "Martínez González de Anotti" de noviembre de 1973.
b) Si bien es cierto que la doctrina plenaria no ha quedado sin efecto, es necesario destacar que en el caso
sometido a estudio, no le es aplicable el plenario "Martínez", ni la doctrina de "Rosas de Egea" porque se trata
de distintos presupuestos de hecho.
En consecuencia, la demandada carecía claramente de la aptitud nupcial necesaria para contraer su segundo
matrimonio (conf. art. 166 inc. 6 Cód Civil).
IV.- En el art. 159 el Código Civil argentino, adopta la regla tradicional del derecho argentino en materia de
matrimonio, sometiendo su validez formal y sustancial a la ley del lugar de celebración: "Las condiciones de
validez intrínsecas y extrínsecas del matrimonio se rigen por el derecho del lugar de su celebración, aunque
los contrayentes hubiesen dejado su domicilio para no sujetarse a las normas que en él rigen".
Sin embargo el artículo siguiente introduce una restricción importante al funcionamiento de principio general
de la lex loci celebrationis al expresar que "No se reconocerá ningún matrimonio celebrado en un país
extranjero si mediaren algunos de los impedimentos de los incisos 1, 2, 3, 4, 6 ó 7 del artículo 166". El que a
su vez dispone: "Son impedimentos para contraer el matrimonio: 6) el matrimonio anterior mientras subsista".
Al imperio de la lex loci debe adicionarse entonces, la restricción impuesta por el derecho del foro que no
admitirá la producción de efectos a matrimonios celebrados en el extranjero con impedimento como el caso,
de ligamen. En jurisdicción argentina estos impedimentos del art. 160, se aplican aun cuando los contrayentes
no estén domiciliados en el país.
La invalidez de los matrimonios celebrados en el extranjero puede ser provocada por el derecho del lugar de
celebración, pero también por resultar afectada la norma de aplicación inmediata del art. 160 o la cláusula de
reserva del orden público (art. 14 del C.C.).
En el sub lite, se trata de un matrimonio celebrado en el extranjero, entre dos personas domiciliadas en la
República, en el que uno de los cónyuges estaba previamente casado en el país, sin disolución del vínculo en
Argentina, en cualquier otro país, incluyendo EE.UU. donde se celebró el nuevo matrimonio.
La determinación del derecho aplicable se realiza mediante el medio técnico conocido como punto de
conexión (domicilio, nacionalidad, lugar de celebración, etc.), de modo que cuando existe un elemento de
extranjería y a través de un reenvío, es preciso –según cada situación- importar o exportar normas para
solucionar el caso concreto, siempre que la ley extranjera no contradiga el orden público nacional (art. 13 y
14 del C.Civil). Como dice Beatriz Pallarés, la figura del orden público ha sido utilizada tradicionalmente para
impedir las contradicciones intolerables entre el derecho extranjero conectado por la norma de conflicto (o el
derecho extranjero aplicado para adoptar una decisión cuyos efectos se pretendan hacer valer en el foro) y
La legislación civil del Estado de Florida –al igual que la nuestra- considera como impedimento para contraer
matrimonio válido el matrimonio anterior mientras subsista; por esta grave infracción a los requisitos de
validez es que lo fulmina con la nulidad absoluta.
En este caso de autos no hay infracción al orden público argentino al aplicar el derecho extranjero, porque en
ambos casos el ligamen es un impedimento matrimonial que priva de capacidad nupcial para contraer un
nuevo matrimonio válido. Ello, porque tanto para la ley del lugar de celebración, que rige la validez el
matrimonio celebrado por las partes, como para el derecho nacional el matrimonio es nulo.
La anulación del segundo matrimonio contraído en el extranjero, sin que medie disolución del primero porque
se omitió la declaración judicial de divorcio vincular, no sólo produce efectos en el país sino en todo el orbe,
porque el impedimento también se da según el derecho del lugar de la celebración (conf. Belluscio, A.,
Derecho de Familia, Cap. Régimen Internacional del Divorcio, pág.762/3; CNC, sala I, 16/3/ 2000).
Por el contrario, si se aplicara la doctrina de la ineficacia territorial, pretendida por la apelante, la sentencia
dictada por el Tribunal argentino no produciría efectos fuera del país. Adviértase que no es el caso de que un
juez argentino declare la nulidad de un acto que en el Estado extranjero se reputa válido, pues –como se dijo-
el matrimonio del caso tampoco resulta válido para el país de la celebración.
En consecuencia planteada expresamente por la parte legitimada para hacerlo la nulidad del citado
matrimonio, la misma debe ser juzgada por los tribunales argentinos aplicando la ley del estado
norteamericano en cuestión (conf. arts. 14 y 59 del Código Civil).
Por ello, en el caso no resulta necesario acudir a la aplicación del art. 160 del C. Civil a los efectos de reconocer
el celebrado en Miami Dade, Estado de Florida, en razón de que como la mayoría de los estados occidentales,
el Estado de La Florida, al igual que nuestra República, no admite la poligamia y reputa nulos los matrimonios
celebrados con impedimento de ligamen (Family Law Chapter 44. Termination of Marital Relationship II.
Action for Annulment B. Forms ' 40:2 bigamy, [FN6]" A marriage may be solemnized by all regularly ordained
ministers of the gospel or elders in communion with some church, and all judicial officers, clerks of the circuit
courts, and notaries public.[FN14) A party to an asserted marriage may also maintain a suit in equity to
adjudicate the existence of the marriage as lawful and valid under the laws of Florida, and to establish a record
of the existence of the marriage. [FN19], conf. Consulta efectuada a la Secretaria de Derecho Comparado de
la Corte Suprema de Justicia y www.westlaw.com).
VII.- Respecto de la queja relativa a la imposición de costas, corresponde admitirla por aplicación del segundo
apartado del artículo 68 del Código Procesal y declararlas en el orden causado.
Por las consideraciones expuestas propongo confirmar la sentencia en cuanto decreta la nulidad del
matrimonio contraído entre G. A. C. y G. M. G., celebrado en el condado de Miami Dade en el Estado de
Florida, Estados Unidos de Norteamérica, el 5 de octubre de 2000 por impedimento derivado de matrimonio
anterior no disuelto de la contrayente. A cuyo efecto encomiéndase al Juez de grado el libramiento de los
oficios correspondientes para poner en conocimiento del estado de la Florida de la presente resolución. Costas
en ambas instancias en el orden causado (art.68 Cód Procesal).
Los doctores De los Santos y Vilar adhieren por análogas consideraciones al voto precedente.
I.- La demandada apeló, por considerar altos los honorarios fijados al abogado apoderado de la actora (punto
IV de su expresión de agravios) cabe señalar que la expresión de agravios no es la etapa oportuna para tal
recurso. En efecto, debió manifestar su desacuerdo con la regulación dentro del quinto día de quedar
notificado de la sentencia (conf. art. 244 Cód. Procesal).
II.- A efectos de conocer en las apelaciones de fs.211 deducidas por considerar altos los y bajos los honorarios
regulados a fs.205, se tendrá en cuenta la naturaleza del asunto, el mérito de la labor profesional, apreciada
por su calidad, eficacia, extensión del trabajo realizado, resultado obtenido, etapas cumplidas y pautas legales
de los arts. 6, 7, 8, 19, 30, 37, 39 y c.c. de la ley 21.839 y su modificatoria ley 24.432.
En consecuencia, por resultar elevados los honorarios regulados a favor del Dr. E. A. Z. en su carácter de letrado
patrocinante de la parte demandada, se los reduce a la suma de pesos…. Por el contrario, los honorarios
regulados a favor del Dr. R. A. F. -que sólo han sido apelados por bajos-, no existiendo razones para hacer lugar
a la queja deben ser confirmados.
III.- Por la labor profesional realizada en esta instancia, regúlanse los honorarios del Dr. E. A. Z. en su carácter
de letrado patrocinante de la parte demandada la suma de pesos… y al Dr. R. A. F.-abogado apoderado de la
parte actora la suma de pesos….- E. M. Díaz de Vivar. M. A. de los Santos. M. A. Vilar.
Señor juez:
Esta Dirección hace saber a V.S. la imposibilidad de la inscripción del matrimonio extranjero de autos,
destacando que conforme lo establece el artículo 77 de la Ley 26.413, sólo pueden registrarse matrimonios
realizados en otros países, siempre que los mismos se ajusten a las disposiciones legales en vigor, tanto en lo
que respecta a sus formalidades extrínsecas como a su validez intrínseca y en atención a que el Código Civil
en su artículo 172 establece como requisito indispensable a los fines de la existencia de un matrimonio, el “…
pleno y libre consentimiento expresado personalmente por hombre y mujer ante la autoridad competente
para celebrarlo…” no produciendo efectos civiles el matrimonio celebrado sin dicho requisito, es que resulta
inviable la inscripción peticionado.- Buenos Aires, 3 de febrero de 2010.- F. A. Sierra.
juez:
Arriban las presentes actuaciones a la Fiscalía a mi cargo a efectos de verter opinión respecto de la vista que
se confiriera, de su análisis se desprende que:
Por su parte requirieron el dictado de una medida cautelar no innovativa, tendiente a impedir que la Dirección
Nacional de Migraciones adopte medida alguna respecto de M. d. C. P. S. –de nacionalidad española-, hasta
tanto la pretensión se encuentre resuelta.
Sostienen como sustento factico del requerimiento que: “… El día 28 de mayo de 2008 fue celebrado el
Matrimonio Civil de las peticionantes D. E. C. y M. d. C. P. S. en la ciudad de Toronto, Canadá, conforme lo
acredita el certificado de matrimonio que en copia certificada se adjunta… Que en razón de la nacionalidad
española de la cónyuge M. d. C. P. S. procedimos a la inscripción de nuestra legítima unión matrimonial ante
el Consulado General de España ubicado en Toronto, por lo que nuestro matrimonio se encuentra reconocido
por la República Española” (sic, ver fs. 15, ap. II Hechos).
Oportunamente me he expedido requiriendo sea oído el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas,
así como sosteniendo la incompetencia de usía para conocer en la medida cautelar innovativa planteada, ello
con fundamento en la norma contenida en el art. 98 de la Ley 25.871, criterio que fue compartido por usía a
tenor del decisorio recaído a fs. 22/vta..
Por último, a f. 29 luce criterio expuesto por el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas quien
sostiene la inviabilidad de la inscripción solicitada.
La Ley 26.413 –Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas- sostiene en su art. 77 que: “… Podrán
registrarse los certificados de matrimonios y sus sentencias disolutorias realizadas en otros países, siempre
que se ajusten a las disposiciones legales en vigor, tanto en lo que respecta a sus formalidades extrínsecas
como a su validez intrínseca. Este registro deberá ser ordenado por juez competente, previa vista a la dirección
general”.
Por su parte, es necesario recordar que siguiendo los lineamientos de la norma contenida en el art. 517 del
Código de Rito, en materia de exequátur, la declaración judicial versa sobre tres aspectos: a) autenticidad; b)
Ahora bien, dentro de nuestro ordenamiento positivo, constitutivo del orden público que debo tutelar,
encuentro la norma contenida en el art. 172 del Código de Fondo, el que sostiene que: “Es indispensable para
la existencia del matrimonio el pleno y libre consentimiento expresado personalmente por hombre y mujer
ante la autoridad competente para celebrarlo. El acto que careciere de estos requisitos no producirá efectos
civiles aunque las partes hubieran obrado de buena fe…”.
La actual redacción del art. 172 del Código Civil, modificado por la Ley 23.515, despeja cualquier duda que
pueda plantearse de que para que exista matrimonio, uno de los requisitos de fondo lo constituye la diversidad
de sexos.
Se ha sostenido que: “… por lo que cabe concluir que el aparente matrimonio, dentro de nuestro derecho, no
abarca la convivencia pública de persona del mismo sexo, por cuanto la heterosexualidad es uno de los
elementos distintivos del matrimonio…”, (conf. C. Fed. Seguridad Social, sala 1ª, 12/02/2003, autos “S., E. R.
c. Administración Nacional de Seguridad Social”, LNL 2003-05-366; Lexis Online nº 1/400294 o nº 1/400314).
Siguiendo el lineamiento trazado, la norma contenida en el art. 188 del Código Civil, afirma en su tercer
apartado que: “… En el acto de celebración de celebración del matrimonio, el oficial público leerá a los futuros
esposos los artículos 198, 199 y 200 de este Código, recibiendo de cada uno de ellos, uno después del otro, la
declaración de que quieren respectivamente tomarse por marido y mujer, y pronunciará en nombre de la ley
que quedan unidos en matrimonio…”.
Por su parte, diversos Tratados Internacionales incorporados a la Constitución Nacional por la reforma del año
1994 –conforme el art. 75 inc. 22- reconocen como exigencia matrimonial a la heterosexualidad.
Así por ejemplo: el art. 17 del Pacto de San José de Costa Rica, sostiene: “… 1. La familia es el elemento natural
y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado. 2. Se reconoce el
derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia si tiene la edad y las condiciones
requeridas para ello por las leyes internas, en la medida que éstas no afecten al principio de no discriminación
establecido en esta Convención…”.
En igual sentido la “Convención sobre la eliminación de todas las formas discriminación contra la mujer”, fruto
del trabajo realizado por la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, que fue creada en 1946 por
la ONU señalo, en su art. 16 ap. Iº que: “… Los Estados Partes adoptarán todas las medidas adecuadas para
eliminar la discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las relaciones
familiares y, en particular, asegurarán en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres: a) El mismo
derecho para contraer matrimonio…” (conf. convención señalada, ratificada por nuestro país el 3 de junio de
1985, Ley 23.179, incorporada a CN por art. 75, inc. 22 en 1994).
Otros antecedentes lo constituyen el “Pacto de Derechos Civiles y Políticos”, art. 23, incs. 1º y 2º; “Pacto
Internacional de Derechos Económicos Sociales Culturales”, art. 10 y “Declaración Universal de Derechos
Humanos”, Preámbulo, p. 16, inc. 3º.
Autos y vistos:
Agregan que el enlace fue celebrado en el extranjero porque a la fecha en que se llevó a cabo se encontraban
radicadas en Canadá, país en que ejercían sus profesiones. Señalan que por motivos personales, ya que la
madre de D. E. C. padece graves problemas de salud, se vieron obligadas a venir a este país para ocuparse de
su cuidado, donde establecieron su hogar.
Manifiestan que tal como lo dispone el art. 160 del Código Civil, el matrimonio de ellas no se encuentra
enumerada en el art. 166 del Código Civil. Afirman que por esa causa debe reconocerse conforme lo establece
el art. 161 del referido Código.
Indican que el estado de familia es un derecho personalísimo y por tal inalienable, imprescriptible e
irrenunciable y constituye uno de los derechos fundamentales del hombre, que ha sido reconocido por nuestra
Carta Magna y los tratados internacionales. Concluyen que el “estado de familia” contraído por las firmantes
es un derecho adquirido que bajo ningún punto de vista puede ser desconocido por las autoridades
nacionales. Y considerando:
I. En torno a la inscripción de matrimonios extranjeros el art. 77 de la ley 26.413 dispone “Podrán registrarse
los certificados de matrimonios y sus sentencias disolutorias realizadas en otros países, siempre que se ajusten
a las disposiciones legales en vigor, tanto en lo que respecta a su formalidad extrínseca como a su validez
intrínseca. Este registro deberá ser ordenado por juez competente, previa vista a la dirección general”. De
modo que ha quedado consagrada como criterio legal la doctrina sentada por la Cámara de Apelaciones en lo
Civil de la Capital Federal en pleno, acerca de la inteligencia de los arts. 21, 45, 52 y 64 de la ley 14.586 (L.L. t.
100, pág. 187). Ello está justificado porque la inscripción de matrimonios extranjeros implica la apreciación de
cuestiones muy delicadas y serias que es lógico dejar reservadas a la jurisdicción de las autoridades judiciales
(Jorge Joaquín Llambías actualizado por Patricio J. Raffo Benegas, “Tratado de Derecho Civil, Parte General” T
1, pág. 368).
A su vez a este juicio se aplican en lo pertinente las normas del “exequátur” que prescribe en el art. 517 del
Código Procesal.
Esta expresión deriva de la voz latina que significa “ejecútese” que es el “reconocimiento de un país de las
sentencias dictadas por Tribunales de otro Estado” (cit. Arean en Highton-Areán, “Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación” T. 9, pág. 232, n° 6). En el caso el del matrimonio C.-P. S. celebrado en Canadá.
A su vez sin bien es cierto que las normas de orden público pueden variar en la medida en que se modifiquen
las realidades socioculturales existentes en una sociedad determinada (CNCiv, sala “I”, expte. nø 19.114/2008,
del 6-XI-2008), no es menos cierto que las partes no están facultadas para derogarlas por acuerdo de
voluntades (Guillermo A. Borda “Tratado de Derecho Civil” Parte General, actualizado por Guillermo G. Borda,
T, 2, pág. 67, n° 47) y son imperativas (art. 21 del Código Civil).
La ley 23.515, que introdujo nuevos principios en materia matrimonial, entró en vigencia en nuestro país
fijando normas de fondo y de forma tanto para contraer enlace, como para separarse legalmente o
divorciarse.
Algunas de esas normas establecen requisitos que hacen a la existencia del matrimonio.
III. Enseña Llambías que la noción de inexistencia de los actos jurídicos, es conceptual –no legal- que nuestro
entendimiento aplica a ciertos hechos, que no obstante tener la apariencia de actos jurídicos, no son tales por
carecer de algún elemento esencial de ellos sea el sujeto, sea el objeto, sea la forma específica (Jorge Joaquín
Llambías actualizado por Patricio J. Raffo Benegas, “Tratado de Derecho Civil, Parte General” T. II, pág. 524, n°
1909). De manera que se trata de una categoría extraña al sistema de las nulidades.
Y si bien parte de la doctrina y jurisprudencia rechaza la categoría de actos jurídicos inexistentes, no ocurre lo
propio respecto del matrimonio. Una de las condiciones de su existencia es la diversidad de sexos.
Este requisito hace a la esencia de aquel (Marcos Córdoba en Bueres-Highton “Código Civil y Normas
Complementarias” T. 1-B, pág. 64, ídem. Eduardo A Zannoni “Derecho Civil, Derecho de Familia” T. 1, pág. 244,
n° 167-a, entre muchos otros) consagrado el art. 172 del Código Civil cuando establece que “es indispensable
para la existencia del matrimonio el pleno y libre consentimiento expresado personalmente por hombre y
mujer ante la autoridad competente para celebrarlo”. Norma que coincide en lo pertinente con lo establecido
en el art. 188 párrafo tercero del Código Civil.
Porque es irrefutable la preeminencia de la realidad biológica contra la cual no valdría ningún derecho que se
pretendiera apoyar en la libertad civil. La relación homosexual no sería nunca un matrimonio porque este
implica complementación de sexos (María Josefa Méndez Costa-Francisco A. M. Ferrer-Daniel Hugo D Antonio
“Derecho de Familia” T. 1, pág. 262). Con ello desaparece la viabilidad de toda posible interpretación
extensiva, que pretenda comprender dentro del instituto matrimonial a las uniones entre dos hombres y dos
mujeres (Carlos Lagomarsino y Jorge A. Uriarte en Belluscio-Zannoni “Código Civil y Leyes Complementarias,
Comentado, Anotado y Concordado” T. 7, pág. 757, n° 5).
Entonces si el matrimonio carece de alguno de los tres elementos esenciales que requiere el art. 172 del
Código Civil -diversidad de sexo, consentimiento y su expresión ante el oficial público competente-, no ha
logrado entrar en el mundo jurídico y por lo tanto es inexistente (Jorge Oscar Perrino “Derecho de Familia”, T.
1, pág. 557; ídem. Eduardo A. Sambrizzi “El consentimiento para contraer matrimonio debe ser
necesariamente expresado por un hombre y una mujer” Derecho de Familia-Revista Interdisciplinaria de
Doctrina y Jurisprudencia, julio-agosto 2007, n° 37, pág. 101).
En el caso dos mujeres desean inscribir el matrimonio que celebraran entre ellas en la ciudad de Ontario,
Canadá (documento de fs. 23/26). No desconozco que ese país autoriza las nupcias entre personas del mismo
sexo –como España desde el año 2005, donde es oriunda M. d. C. P. S.-. Sin embargo, como se viera no ocurre
lo propio en este país ya que el art. 172 del Código Civil lo fulmina de inexistente.
No hay título ejecutorio ya que el instrumento agregado viola el orden público de nuestro derecho (art. 517
inc. 4° del Código Procesal). Ello resulta suficiente para rechazar el planteo.
IV. Sin perjuicio de lo expuesto antes de concluir debo señalar la siguiente precisión.
Las solicitantes han manifestado que el estado civil es un derecho personalísimo y por lo tanto el estado de
familia contraído por ellas es un derecho adquirido que no puede ser desconocido por las autoridades
nacionales.
Con la claridad que lo caracteriza, Llambías distingue entre los “derechos de la personalidad” y los “atributos
inherentes a la persona” los primeros son derechos innatos del hombre cuya privación importaría el
aniquilamiento o desmedro de su personalidad, tales como, el derecho a la vida, a la libertad, a la salud, al
honor, etc. (“Tratado de Derecho Civil, Parte General”, cit. T. 1, pág. 257), que otros autores como Cifuentes
denomina “derechos personalísimos” (Santos Cifuentes “Derechos Personalísimos”, pág. 184, n° 54-c).
En cambio “los atributos inherentes a la persona” son calidades dependientes e inseparables del ente
personal, de manera que no pueden existir sino en él y este no puede ser sin revestir esas mismas propiedades
(“Tratado…” cit. pág. 285) entre ellos el “estado” y más precisamente el “estado de familia” que se refiere
exclusivamente al modo de ser de la persona, dentro de la familia (ej: padre, madre, hija, hermano, tía, abuelo,
marido, esposa, casado, soltero, viudo, divorciado, etc.).
Rivera explica que entre sus caracteres, participa de la “estabilidad”. El estado tiene permanencia, es decir
que subsiste mientras no acaezca un hecho o un acto jurídico que no produzca su modificación; como puede
ser la muerte… etc.. Es decir que si bien es estable no es inmutable (Julio César Rivera “Instituciones de
Derecho Civil” Parte General, T. 1, pág. 562).
Esa cualidad es única en cada ser humano. Para adquirir el estado de casado, se debe contraer matrimonio.
Como ya dijera, el acto celebrado por las peticionantes en Canadá no reúne los requisitos necesarios para
tener existencia como tal en nuestro país.
Los derechos adquiridos son valores jurídicos tutelados por la Constitución Nacional (arg. art. 17 C.N. y CSN
Fallos 145:307). Pero, valga la redundancia, las solicitantes nunca pudieron adquirir derechos en este país
derivados del estado civil de casadas, porque no hay matrimonio.
Ello, claro está que ambas así como todos los habitantes del territorio nacional, sin discriminación alguna,
están facultados para ejercer libremente su vida sexual en el marco de la garantía que establece el art. 19 de
la Constitución Nacional.
V. Por último no es una cuestión menor recordar que mi función se limita a aplicar las leyes ya que es resorte
del poder legislativo modificarlas.
El Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver: ¿Es ajustada a derecho la sentencia apelada?
Viene el expediente al Acuerdo para resolver los recursos de apelación interpuestos a fojas 293, 296 y 298,
contra la sentencia y regulación de honorarios de fojas 287/291.
I. Antecedentes
I 1) Demanda
A fojas 19/25 se presenta H. O. V., por derecho propio, con el patrocinio letrado del doctor M. A. G., y
promueve demanda por nulidad de matrimonio contra A. J. C. L.
Refiere que contrajo matrimonio con N. B. C., el 3 de marzo de 1978; frente a una imposible vida en común
realizaron una presentación conjunta en el marco del artículo 67 bis de la Ley 2392, con motivo de la cual se
dicta fallo el 13 de octubre de 1981, retroactivo al mes de junio de ese año. Luego, el 9 de noviembre de 1989,
se decreta el divorcio vincular conforme ley 23.515.
Resalta que, como es sabido, el proceso realizado en el año 1981 no disolvía el vínculo matrimonial, que se
mantenía generando un impedimento de ligamen, en la legislación nacional.
Dice que ante la existencia de un vínculo concubinario con la demandada, previo al dictado de la sentencia de
divorcio, con fecha 8 de febrero de 1981, celebró matrimonio en la Republica del Paraguay, figurando ambos
con domicilio en Asunción; de dicha unión nacieron sus hijos.
Solicita por ello que se resuelva declarar la nulidad del matrimonio celebrado en Paraguay, toda vez que existía
un ligamen anterior indisoluble previo a la celebración de aquél, con impedimento de ligamen.
A fojas 52/59 se presenta A. J. L., por derecho propio, con su letrada patrocinante doctora N. M.; contesta
demanda y reconviene por divorcio vincular conforme artículo 214, inciso 1º, del Código Civil por las causales
Señala que el matrimonio se desarrolló sin inconvenientes y de dicha unión nacieron sus tres hijos. Que en el
año 1994, descubrió que su esposo mantenía relaciones afectivas con una mujer 20 años menor que él.
Dice que su esposo abandonó el hogar y, desde entonces, han tenido conflictos en relación a los alimentos
que el actor debe colaborar para la manutención de sus hijos. Que en el año 2003 inició acciones legales sobre
alimentos, obteniendo sentencia favorable y obligando a su esposo depositar la suma mensual de $ 700 a
favor de cada uno de sus hijos.
Aclara que la retroactividad de la sentencia, ha generado una deuda y la forma más rápida de desentenderse
de ella es pagando, sin embargo el actor prefirió elegir un camino más complicado, que no hace más que
generar intereses, costas y dispendio jurisdiccional.
Agrega que V. comenzó a enviarle cartas documentos en relación a bienes que aún tienen en común,
haciendo referencia a un matrimonio anterior con C., de quien para su sorpresa se encontraba separado en
los términos del artículo 67 bis de la ley 2392 al momento de su enlace.
Por último solicita se decrete el divorcio vincular en los términos del artículo 214, inciso 1º, del Código Civil
por las causales de adulterio e injurias graves.
A fojas 61/68 el actor contesta la reconvención. Niega los hechos relatados por la demandada, en especial
niega ocultamiento de su matrimonio anterior. Resalta que con posterioridad a la celebración del matrimonio
en Paraguay, en la escritura de adquisición del inmueble de la calle Seguí, las partes consignaron su correcto
estado, divorciado el actor y soltera la demandada.
A fojas 83/84, se celebra la audiencia prevista por el artículo 360 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación (CPCC) y se proveen las pruebas ofrecidas, sobre cuya producción certifica el Actuario a fojas 265.
A fojas 265 se declaró clausurado el período probatorio; a fojas 269/270 alega el actor; a fojas 272/281 hace
lo propio la demandada reconvincente; a fojas 284/285 dictamina la señora Representante del Ministerio
Público Fiscal.
I - 3) Sentencia.
A fojas 287/291, se dicta sentencia rechazando la demanda y la reconvención, con costas por su orden; se
regularon los honorarios de los profesionales intervinientes.
Sostuvo la juzgadora que el presupuesto de la disolución del vínculo anterior, previo al matrimonio extranjero,
no concurrió en la especie; al tiempo de celebrarse el matrimonio en la República de Paraguay V. era
divorciado, sin disolución del vínculo, y este último existió hasta el 9 de noviembre de 1989, fecha en que se
dictó sentencia convirtiendo aquel divorcio anterior del año 1981 (67 bis, ley 2393), en vincular conforme el
Por último precisó que corresponde el rechazo de la acción de nulidad del matrimonio, y también de la
reconvención por divorcio vincular por las causales de adulterio e injurias graves, cuestiones que no caben ser
tratadas.
La sentencia es apelada por la actora a fojas 293, con recurso concedido libremente a fojas 294, y por la
demandada a fojas 296, con recurso concedido libremente a fojas 297. También son recurridas las
regulaciones de honorarios.
Se expresan a fojas 324/331 y se agravia, en primer lugar, porque la señora juez de grado resolviera rechazar
la demanda. Sostiene que la juzgadora ha efectuado una construcción ajena a las constancias de autos, los
términos de la litis y las pruebas producidas. Agrega que al momento de celebrar el matrimonio con la
demandada existía impedimento de ligamen que debe ser juzgado específicamente como nulidad
matrimonial.
Cita jurisprudencia y solicita que las costas sean impuestas a la demandada reconviniente.
II - 2) Agravios de la demandada.
Se expresan a fojas 313/322 y se queja porque la a quo rechazó su reconvención. Solicita que se revoque la
sentencia de grado, y se decrete el divorcio vincular por adulterio e injurias graves, con costas al actor.
Los traslados de los memoriales fueron contestados a fojas 323/338; a fojas 339 se desestimó el hecho nuevo
alegado por la demandada y, a fojas 342/343, dictaminó el señor Fiscal General de esta Cámara, concluyendo
que corresponde, en el caso, modificar la sentencia de fojas 287/291 y decretar la nulidad del matrimonio
celebrado por las partes en extraña jurisdicción.
A fojas 343v. se llamaron los autos para dictar sentencia, providencia que se encuentra consentida.
III. Solución.
Los temas que debemos decidir, la medida en que ha quedado abierta la jurisdicción de esta Cámara para
conocer del caso, son los antes resumidos (arts. 244, 265, 271, 277 y concs. del CPCC; CSJN Fallos: 313:912;
315:562 y 839).
Para hacerlo no estamos obligados a analizar cada una de las argumentaciones de las partes, ni ponderar todas
las pruebas agregadas, sino sólo las consideradas decisivas para la resolución de la contienda (Fallos: 144:611;
258:304, 262:222, 265:301, 272:225, 274:113, 276:132, 280:3201, 303:2088, 304:819, 305:537, 307:1121,
entre otros).
El actor se queja porque la señora juez de grado rechazó la demanda. Sostiene que corresponde decretar la
nulidad del matrimonio celebrado en Paraguay, en fraude a la ley Argentina. Por su parte la demandada, se
agravia por el rechazo de la reconvención resuelto; solicita que se decrete el divorcio vincular, por las causales
de adulterio e injurias graves. Subsidiariamente, y para el caso de que se resuelva hacer lugar a la demanda
por nulidad de matrimonio, solicita se la declare cónyuge de buena fe.
Así ha decidido la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el año 1969, in re “Rosas de Egea, Manuela c.
Instituto Nacional de Previsión Social” –citada por la primer juzgadora-, expresando que las autoridades
nacionales tienen facultad para desconocer valor en el territorio argentino al matrimonio celebrado en el
exterior por quien era casada en la República Argentina al tiempo de contraerlo, sin necesidad de obtener
previamente la nulidad de aquél. Por ello, bajo estos lineamientos, no corresponde imponer al régimen
jurídico argentino validez extraterritorial de un matrimonio que puede ser válido en el extranjero, pero que
se opone a sustanciales principios de orden público interno e internacional según nuestro derecho.
La segunda postura es la llamada “Teoría de la nulidad relativa del matrimonio”, según la cual el segundo
matrimonio celebrado en el extranjero, en fraude a la ley argentina debe ser declarado nulo, a petición de
parte interesada.
Dentro de esta corriente, Vidal Taquini, sostiene que la ley sólo se refiere a nulidad de matrimonio, que
clasifica en absoluta y relativa; ignora que los matrimonios puedan ser eficaces o ineficaces, por lo cual los
matrimonios son válidos o nulos, destacando que la ausencia de impedimentos es un elemento esencial para
la validez del acto matrimonial, y no un elemento de eficacia (conf. Vidal Taquini, Carlos H., Matrimonio civil,
Buenos Aires, Ed. Astrea, 1991).
En nuestro ordenamiento jurídico se contempla la sanción de nulidad de los matrimonios, sin distinción si
son celebrados dentro o fuera del país; por ello, si el acto celebrado en el extranjero se realizó en fraude de
la ley, adolece de impedimento de ligamen y no queda otro recurso que atacar la validez del matrimonio.
En la actualidad, con la ley 23.515 que admite el divorcio vincular, no estamos en la situación de la derogada
ley 2393, debiendo los matrimonios celebrados en fraude a la ley argentina ser declarados nulos por solicitud
de parte interesada, para privarles de efectos jurídicos en nuestro país.
Luego de la reforma de la ley de matrimonio, sostuvo la Corte Suprema de Justicia de la Nación (12-11-96, in
re “Sola, Jorge Vicente”) que en virtud de la modificación de los principios que informan la legislación
matrimonial argentina por la ley 23.515, y del criterio de actualidad del orden público internacional, el orden
jurídico argentino carece de interés actual en reaccionar frente a un matrimonio celebrado en el extranjero
con impedimento de ligamen y que es invocado en virtud de los derechos sucesorios de la cónyuge supérstite.
Conforme a ello, el Tratado de Montevideo de Derecho Civil Internacional de 1940 no impone la obligación
internacional de desconocer validez al matrimonio celebrado en otro país contratante con impedimento de
ligamen, sino que deja librado al orden público internacional del estado requerido la decisión sobre la reacción
que más convenga al espíritu de su legislación.
Después de la sanción de la ley 23.515, el artículo 239 del Código Civil establece que deberá declararse la
nulidad del matrimonio para que el acto quede privado de efectos jurídicos. En tal sentido, el último párrafo
indica: “Ningún matrimonio será tenido por nulo sin sentencia que lo anule, dictada en proceso promovido
por parte legitimada para hacerlo” disposición que resulta aplicable a los matrimonios extranjeros, celebrados
en fraude a la ley argentina.
En el sub lite el actor inició demanda para que se declare nulo el matrimonio celebrado en la República del
Paraguay el 8 de julio de 1981, por encontrarse viciado de nulidad absoluta por existir impedimento de
ligamen anterior.
Conforme se desprende de la partida obrante a fojas 227, el reclamante denunció entonces ser soltero, hecho
que no era real. Al cotejar la partida obrante a fojas 1/2 en los autos “C. de V., N. s. divorcio artículo 67 bis” –
que tengo a la vista- se advierte que el actor no gozaba de habilidad nupcial, y que aún se encontraba casado
con la señora C. A fojas 11, de dicho expediente, se dictó sentencia con fecha 13 de octubre de 1981,
resolviendo decretar el divorcio por presentación conjunta de los cónyuges con los alcances previstos por el
artículo 67 bis de la ley 2393, decretándose disuelta la sociedad conyugal, no así el matrimonio.
A fojas 23, de los mismos actuados, se resolvió el día 9 de noviembre de 1989 la transformación de la sentencia
de fojas 11, en divorcio vincular readquiriendo los cónyuges la aptitud nupcial (arts. 215 y 236 del Código Civil),
obviamente sin efectos retroactivos.
Es decir, que el actor al contraer matrimonio en la República del Paraguay con la demandada, no se expresó
con verdad, al denunciar que su estado civil era soltero. Y, coincidiendo con el señor Fiscal de Cámara, el acto
se realizó no solo en fraude a la ley Argentina, sino también en fraude a la ley del país vecino –en el que se
celebró- pues el artículo 141 del Código Civil de Paraguay establece como impedimento para la celebración el
matrimonio anterior no disuelto –que es el caso de autos-.
Por ello –como lo hace el señor Fiscal de Cámara, con quien, insisto, coincido- estimo es de aplicación el
Tratado de Derecho Civil Internacional de Montevideo de 1940, que dispone que los juicios sobre nulidad de
matrimonio se iniciarán ante los jueces del domicilio conyugal y se regirían por el derecho del lugar en donde
se hubiesen celebrado” (CSJN, in re “R. L., M. c. D’A. s. recurso de hecho”, del 10/10/2000).
Así pues, la acción se encuentra debidamente interpuesta ante esta jurisdicción porque el último domicilio
conyugal estaba ubicado en Capital Federal (conf. arts. 62 y 59, Tratados de Derecho Civil Internacional
celebrados en Montevideo en los años 1889 y 1940), por quien se encuentra legitimado para hacerlo.
Por último y en cuanto a la buena fe pretendida por la demandada reconviniente, diré –coincidiendo una vez
más con el dictamen de fs. 343- que ello no es lo que se desprende de la prueba rendida en autos. Nótese que
los testimonios prestados a fojas 145, 146 y 152/153 son coincidentes en cuanto aseveran que A. L. sabía que
el actor era casado y separado. Manifiesta el testigo M. N. C.: “como él era casado se habían casado en
Paraguay por Civil, le consta por dichos de ambos” –ver fs. 153-.
Por lo demás, la propia demandada, al adquirir el inmueble sito en la calle …, de esta Ciudad, con fecha 11 de
junio de 1990 –nueve años después del “matrimonio” celebrado en Paraguay-, declara que su estado civil es
el de “soltera”.
“b) Si bien es cierto que la doctrina plenaria no ha quedado sin efecto, es necesario destacar que en el caso
sometido a estudio, no es aplicable el plenario “Martínez”, ni la doctrina de “Rosas de Egea”, porque se trata
de distintos presupuestos de hecho.
“IV.- En el art. 159 el Código Civil argentino, adopta la regla tradicional del derecho argentino en materia de
matrimonio, sometiendo su validez formal y sustancial a la ley del lugar de celebración: “Las condiciones de
validez intrínsecas y extrínsecas del matrimonio se rigen por el derecho del lugar de su celebración, aunque
los contrayentes hubiesen dejado su domicilio para no sujetarse a las normas que en él rigen”.
“Sin embargo el artículo siguiente introduce una restricción importante al funcionamiento del principio
general de la lex loci celebrationis al expresar que “No se reconocerá ningún matrimonio celebrado en un país
extranjero si mediaren algunos de los impedimentos de los incisos 1, 2, 3, 4, 6 ó 7 del artículo 166”. El que a
su vez dispone: “Son impedimentos para contraer el matrimonio: 6) el matrimonio anterior mientras subsista”.
“Al imperio de la lex loci debe adicionarse entonces, la restricción impuesta por el derecho del foro que no
admitirá la producción de efectos a matrimonios celebrados en el extranjero con impedimento como el caso,
de ligamen. En jurisdicción argentina estos impedimentos del art. 160, se aplican aun cuando los contrayentes
no estén domiciliados en el país.
“La invalidez de los matrimonios celebrados en el extranjero puede ser provocada por el derecho del lugar de
celebración, pero también por resultar afectada la norma de aplicación inmediata del art. 160 o la cláusula de
reserva del orden público (art. 14 del C.C.).
“En el sub lite, se trata de un matrimonio celebrado en el extranjero, entre dos personas domiciliadas en la
República, en el que uno de los cónyuges estaba previamente casado en el país, sin disolución del vínculo en
Argentina, en cualquier otro país, incluyendo EE.UU. donde se celebró el nuevo matrimonio.
“La determinación del derecho aplicable se realiza mediante el medio técnico conocido como punto de
conexión (domicilio, nacionalidad, lugar de celebración, etc.), de modo que cuando existe un elemento de
extranjería y a través de un reenvío, es preciso –según cada situación- importar o exportar normas para
solucionar el caso concreto, siempre que la ley extranjera no contradiga el orden público nacional (art. 13 y
14 del C.Civil). Como dice Beatriz Pallarés, la figura del orden público ha sido utilizada tradicionalmente para
impedir las contradicciones intolerables entre el derecho extranjero conectado por la norma de conflicto (o el
derecho extranjero aplicado para adoptar una decisión cuyos efectos se pretendan hacer valer en el foro) y
los principios fundamentales del ordenamiento del foro (Pallarés, Beatriz, Revista de Derecho de Familia N°
30, Dir. Grosman, Cecilia Lexis Nexis, pág 107).
Por lo expuesto, de conformidad con lo dictaminado por el señor Fiscal General de esta Cámara, voto por
modificar la sentencia de grado, decretándose la nulidad del matrimonio celebrado en la República del
Paraguay.
IV. Conclusión
Por lo expuesto, voto por: a) admitir las quejas del actor, modificando la sentencia recurrida, decretando la
nulidad del matrimonio celebrado en la República del Paraguay entre H. O. V. y A. J. C. L., el día 8 de julio de
1981, rechazándose entonces la reconvención y declarándose que las dos partes no revisten la buena fe
pretendida, encomendando a la señora juez de grado el libramiento de los oficios correspondientes para
poner en conocimiento, en el país vecino y donde corresponda, la presente resolución; b) en caso de ser mi
voto compartido corresponde imponer las costas de esta instancia en el orden causado en razón de los
antecedentes contradictorios y las particularidades del caso (arts. 68, segunda parte, y concs. del CPCC).
Deberemos considerar los recursos por honorarios y regular los correspondientes a esta instancia en el
Acuerdo.
Así lo voto.
Adhiero a la propuesta del Sr. Vocal preopinante Dr. Diego C. Sánchez en el sub lite por resultar ajustada a lo
que en derecho corresponde. Si bien en el Expediente Nº 55.929/2001, originario del Juzgado Nº 88, en voto
para la sala “J”, sostuve la aplicación de la doctrina que informa el plenario de esta Cámara “Martínez González
de Zanotti, M. s. sucesión”, la cuestión resulta sustancialmente diversa de la presente, toda vez que la
pretensión consistía en la obtención en esta jurisdicción de un divorcio respecto de matrimonio celebrado en
el Perú por contrayentes carentes de habilidad nupcial tanto en ese país como en el nuestro, donde persistían
vínculos anteriores no disueltos.
No existe sanación posible de un vínculo viciado de nulidad absoluta y no se trata tampoco de que el orden
público argentino carezca en el caso de interés para reaccionar en contra de los efectos de un matrimonio
extranjero. Estamos en presencia de un connubio celebrado claramente en fraude a la ley argentina y a la ley
paraguaya, con impedimento de ligamen por parte del contrayente, obstáculo que rige con prescindencia de
la indisolubilidad o disolubilidad del vínculo matrimonial.
Se trata de cuestión planteada por un legitimado que el juez está obligado a examinar, con contrayentes que
nunca se domiciliaron en la vecina república, y con el último domicilio conyugal en nuestro país, de lo que se
colige la jurisdicción internacional argentina concurrente que habilita para conocer en la nulidad pretendida.
Queda fuera de cuestionamiento la mutabilidad del orden público en este caso del derecho matrimonial,
actualizado por la reforma que ha receptado el divorcio vincular, pero en modo alguno poseía el contrayente
aptitud nupcial conforme la ley argentina vigente al momento de celebración de sus nupcias en el extranjero,
la que recuperó una vez que quedó firme e inscripta la conversión en divorcio vincular de su separación
personal que obtuviera en el país bajo el régimen del art. 67 bis de la ley 2393. También como se señala en el
voto al que adhiero, el connubio tuvo lugar en fraude a la normativa del país donde se celebrara, dado que
Paraguay tampoco admite la bigamia.
Por lo que resulta de la votación que instruye el acuerdo que antecede: se resuelve: a) admitir los agravios del
actor, modificando la sentencia recurrida, decretando la nulidad del matrimonio celebrado en la República del
Paraguay entre H. O. V. y A. J. C. L., el día 8 de julio de 1981, rechazándose entonces la reconvención y
declarándose que las dos partes no revisten la buena fe pretendida; b) se encomienda a la señora juez de
grado el libramiento de los oficios correspondientes; c) se imponen las costas de esta instancia en el orden
causado.
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 279 del CPCC, conociendo de los recursos interpuestos, y
teniendo en cuenta la naturaleza, importancia y extensión de los trabajos realizados en primera instancia,
etapas cumplidas, lo dispuesto por los artículos 1, 6, 7, 9, 30, 37, 38, 39 y concordantes de las leyes 21.839 y
24.432, se regulan los honorarios de los doctores M. A. G. y N. M. en cinco mil pesos ($ 5.000) y tres mil
quinientos pesos ($ 3.500), respectivamente.
Por las actuaciones ante esta alzada se fijan en un mil quinientos pesos ($ 1.500) y novecientos pesos ($ 900)
las retribuciones del primero y de la doctora A. V., respectivamente (art. 14, ley 21.839). Notifíquese al señor
Fiscal General de esta Cámara en su despacho y a las partes por cédula, fecho devuélvase. La señora juez de
Cámara doctora Patricia Barbieri no interviene por hallarse en uso de licencia.- D. C. Sánchez. A. M. Brilla de
Serrat.
Que en apoyo de su pretensión, la recurrente acompaña a fs. 4/5 la partida de matrimonio debidamente
legalizada, que acredita el primer matrimonio de P. P. R., celebrado el 20 de marzo de 1941 en la ciudad de
San Miguel de Tucumán.
Que a fs. 6/9 hace lo propio con relación al segundo matrimonio, celebrado en la ciudad de Villazón (Bolivia)
el
18 de agosto de 1951. Y a fs. 24 agrega la partida de defunción de P. P. R., de donde surge que éste falleció el
27 de enero de 1983.
Que así los elementos probatorios arrimados en apoyo de la pretensión deducida, la a quo –compartiendo el
dictamen fiscal- rechaza la acción intentada, mediante la resolución en recurso.
Que se agravia la recurrente porque el inferior sostiene que para alcanzar la pretensión deducida, se requiere
como presupuesto indispensable la previa declaración de nulidad o inexistencia del matrimonio celebrado en
el extranjero. Y no habiéndose acreditado tal extremo, rechaza la acción tentada. La recurrente, empero,
sostiene que el matrimonio contraído in fraudem legis, celebrado en el extranjero en violación de las leyes
argentinas, cuando media ligamen anterior, es nulo de nulidad absoluta y declarable de oficio en caso de ser
manifiesta, aunque haya fallecido uno de los cónyuges, si existe interés legítimo que lo justifique.
Que paralelamente, el letrado de la recurrente se agravia por la regulación de honorarios recaída, la cual
estima insuficiente, ya que la a quo no tuvo en cuenta para ello el valor de la propiedad que figura adquirida
por su mandante en la escritura de referencia.
Que así los términos del recurso, corresponde meritar los elementos probatorios existentes en el proceso, a
los efectos de emitir pronunciamiento sobre la cuestión traída a decisión de este cuerpo.
Que, por de pronto, debe señalarse que "no es necesario para privar de eficacia a la partida de matrimonio
extranjero contraído con impedimento de ligamen en fraude a la ley, la promoción de la acción de nulidad
prevista en la ley 2393" (CCivil, en pleno, ED 54-136). En tal caso, "técnicamente corresponde desconocerle
validez en el país y no declarar su nulidad, siendo innecesario entrar a averiguar si dicho matrimonio es
inexistente o simplemente nulo" (CNCiv., sala A, JA, 14-1972-219).
Que, empero, y para que tal desconocimiento de eficacia en el país resulte procedente, deben arrimarse
elementos probatorios que no dejen margen de duda sobre el fraude a la ley argentina.
Que, en autos –en cambio- la recurrente no ha aportado elementos de convicción que posibiliten arribar a la
solución por ella peticionada. En efecto, el solo testimonio de un matrimonio anterior del causante, no es per
Que, además, es de advertir que la rectificación pretendida puede tener efectos patrimoniales sobre terceros
(v. gr., herederos del causante), sobre cuya existencia nada ha dicho la recurrente y que –en su caso- deben
ser oídos. En tal sentido, se ha dicho que "si no se trata de un simple error en el nombre u otra circunstancia
equivocadamente asentada que sea de tal naturaleza que en nada puede perjudicar a un tercero (plenario
CCivil, LL, 26-158), sino de una rectificación de una escritura pública que, de ser aceptada, puede tener efectos
patrimoniales sobre la supuesta persona con quien el causante manifestó ser casado o sobre sus herederos,
no debe omitirse la intervención de dicha persona o de sus sucesores" (CNCiv., sala B, LL 1978-C-39).
Que la recurrente, en cambio, omitió toda referencia a la existencia de esas personas, a quienes debió dárseles
intervención para ser oídas, sea notificándolas por cédula (si eran personas ciertas y con domicilio conocido),
sea por edictos (si se tratare de personas inciertas o con domicilio desconocido), y dándole participación –en
su caso- al Defensor de Pobres y Ausentes, a sus efectos (arts. 156, párr. 29, 162, cód. procesal y 109-9, ley
4055/84). Como nada de ello ocurrió, debe confirmarse la sentencia en este punto.
Que en relación a los honorarios regulados, debe señalarse que no le asiste razón al letrado recurrente en
cuanto a su pretensión de asignarle base económica a la acción instaurada en autos. El bien de que da cuenta
la escritura no ha sido materia de la cuestión sometida a decisión del inferior, ni mucho menos. La a quo
resolvió sobre la base de una información sumaria carente de contenido económico, lo cual es correcta atento
la naturaleza de la pretensión rectificatoria tentada. Sin embargo, es de advertir que debió ponderar en mejor
medida la labor del recurrente, ya que en materia de honorarios, el juez debe siempre procurar dignificar al
profesional, atendiendo a que el arancel asegura a abogados y procuradores el derecho a una retribución
justa, al mismo tiempo que les garantiza un rango adecuado con la jerarquía que ellos invisten. Siendo así,
estimamos que debe revocarse el punto II del decisorio en recurso, regulándose los honorarios de los letrados
intervinientes; con costas a cargo de su mandante (arts. 59, 79, 11 y 19, antepenúltimo párrafo, ley 1687/46).
Que por lo expuesto, la sala II del Superior Tribunal de Justicia, resuelve: 1) Confirmar el punto I del decisorio
del 16 de setiembre de 1983 que corre agregado a fs. 31/32 de autos. 2) Revocar el punto II de la misma
resolución, en cuanto ha sido materia de recurso, y fijar los honorarios del profesional interviniente en primera
instancia. 3) Imponer las costas de segunda instancia a la recurrente.- O. A. del Valle Galíndez. P. L. Damiano.
ACTIVIDAD. MATRIMONIO.
Caso 1
Adela Correa, argentina, de 18 años, conoce en Montevideo a Pedro Leiva, paraguayo, cuando
ambos concurren a un concurso internacional de Tango. Entablan una relación y a los dos meses
contraen matrimonio en Montevideo, y fijan su domicilio en un departamento que el padre de Adela
había adquirido en Bs As. A los 6 meses, comienzan los incidentes de violencia, que acarrean las
continuas desavenencias conyugales, y Pedro regresa a su país de origen. Adela decide iniciar ante
nuestros tribunales demanda por nulidad matrimonial alegando que Pedro padece hace 5 años de
“esquizofrenia”, hecho que prueba con los dictámenes médicos correspondientes.
Caso 2
Bautista Palco, argentino, contrae matrimonio con Mariana Suce, suiza, en Santiago de Compostela,
donde estudian historia del arte. Celebran una íntima ceremonia religiosa en una de las Capillas del
“Camino Santo de los Peregrinos”. Unos meses después, establecen su domicilio en la ciudad natal
de Bautista, Bs As. y ante la imposibilidad de adaptarse a las costumbres americanas, Mariana
solicita judicialmente la nulidad del matrimonio considerando que el mismo no cumple con la forma
solemne prevista en el Art. 188 Cód. Civil Argentino. Qué fundamento legal encuentra para defender
a Bautista, quien afirma que el ordenamiento
Jurídico español admite el matrimonio celebrado en forma religiosa y en forma civil indistintamente,
con la salvedad de que impone la inscripción ante el Registro Civil, con efectos de publicidad hacia
terceros.
¿Tiene jurisdicción internacional el juez argentino?
ARTICULO 2627.- Jurisdicción. Las acciones que surjan como consecuencia de la unión convivencial deben
presentarse ante el juez del domicilio efectivo común de las personas que la constituyen o del domicilio o
residencia habitual del demandado.
ARTICULO 2628.- Derecho aplicable. La unión convivencial se rige por el derecho del Estado en donde se
pretenda hacer valer.
ALIMENTOS
CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN.
ARTICULO 2629.- Jurisdicción. Las acciones sobre la prestación alimentaria deben interponerse, a elección de
quien la requiera, ante los jueces de su domicilio, de su residencia habitual, o ante los del domicilio o residencia
habitual del demandado. Además, si fuese razonable según las circunstancias del caso, pueden interponerse
ante los jueces del lugar donde el demandado tenga bienes.
Las acciones de alimentos entre cónyuges o convivientes deben deducirse ante el juez del último domicilio
conyugal o convivencial, ante el domicilio o residencia habitual del demandado, o ante el juez que haya
entendido en la disolución del vínculo.
Si se hubiere celebrado un convenio, a opción del actor, las acciones pueden también interponerse ante el
juez del lugar de cumplimiento de la obligación o el del lugar de la celebración de dicho convenio si coincide
con la residencia del demandado.
ARTICULO 2630.- Derecho aplicable. El derecho a alimentos se rige por el derecho del domicilio del acreedor
o del deudor alimentario, el que a juicio de la autoridad competente resulte más favorable al interés del
acreedor alimentario.
Los acuerdos alimentarios se rigen, a elección de las partes, por el derecho del domicilio o de la residencia
habitual de cualquiera de ellas al tiempo de la celebración del acuerdo. En su defecto, se aplica la ley que rige
el derecho a alimentos.
El derecho a alimentos entre cónyuges o convivientes se rige por el derecho del último domicilio conyugal, de
la última convivencia efectiva o del país cuyo derecho es aplicable a la disolución o nulidad del vínculo.
Artículo 6: Las obligaciones alimentarias, así como las calidades de acreedor y de deudor de alimentos, se
regularán por aquel de los siguientes órdenes jurídicos que, a juicio de la autoridad competente, resultare
más favorable al interés del acreedor:
a. El ordenamiento jurídico del Estado del domicilio o de la residencia habitual del acreedor;
b. El ordenamiento jurídico del Estado del domicilio o de la residencia habitual del deudor.
Artículo 7: Serán regidas por el derecho aplicable de conformidad con el Artículo 6 las siguientes materias:
a. El monto del crédito alimentario y los plazos y condiciones para hacerlo efectivo;
b. La determinación de quienes pueden ejercer la acción alimentaria en favor del acreedor, y
c. Las demás condiciones requeridas para el ejercicio del derecho de alimentos.
Artículo 8: Serán competentes en la esfera internacional para conocer de las reclamaciones alimentarias, a
opción del acreedor:
a. El juez o autoridad del Estado del domicilio o de la residencia habitual del acreedor;
b. El juez o autoridad del Estado del domicilio o de la residencia habitual del deudor, o
c. El juez o autoridad del Estado con el cual el deudor tenga vínculos personales tales como: posesión de
bienes, percepción de ingresos, u obtención de beneficios económicos.
Sin perjuicio de lo dispuesto en este artículo, se considerarán igualmente competentes las autoridades
judiciales o administrativas de otros Estados a condición de que el demandado en el juicio, hubiera
comparecido sin objetar la competencia.
Artículo 9: Serán competentes para conocer las acciones de aumento de alimentos, cualesquiera de las
autoridades señaladas en el Artículo 8. Serán competentes para conocer de las acciones de cese y reducción
de alimentos, las autoridades que hubieren conocido de la fijación de los mismos.
Artículo 10: Los alimentos deben ser proporcionales tanto a la necesidad del alimentario, como a la capacidad
económica del alimentante.
Si el juez o autoridad responsable del aseguramiento o de la ejecución de la sentencia adopta medidas
provisionales, o dispone la ejecución por un monto inferior al solicitado, quedarán a salvo los derechos del
acreedor.
A fs. 872 V.E. ha declarado procedente el recurso extraordinario interpuesto a fs. 739. Toca, pues, examinar
el fondo del asunto.
1° - En términos generales, la determinación del domicilio, a los efectos de la competencia, que es lo que en
definitiva se ha resuelto en autos, no excede el marco propio de una cuestión de hecho y de derecho común
– el domicilio- cuya solución decidirá a su vez otra cuestión de carácter procesal cual es la relativa a la
competencia. Por tanto, la revisión de lo que sobre el particular hayan decidido los tribunales ordinarios de la
causa, hállase, en principio, al margen de la jurisdicción extraordinaria de la Corte.
Ocurre, empero, que en la especie, las consecuencias de lo decidido por el a quo sobre el punto, trascienden
los límites a que podría considerarse ceñida la cuestión resuelta, si tales límites dependieran exclusivamente
de la sola naturaleza de la cuestión. En efecto, la consecuencia inmediata de la sentencia en recurso –no
obstante admitirse en el pronunciamiento que el domicilio conyugal quedó fijado en 1941 en esta Capital, y
no obstante, también, la falta de constancias de que la esposa haya abandonado el territorio nacional después
de aquella oportunidad- es que el conocimiento de esta acción de divorcio, viene a quedar sustraída de la
jurisdicción de los jueces de la República.
Es esto, precisamente, lo que da contenido federal al pronunciamiento apelado, toda vez que para que la
garantía de los jueces naturales resulte ajena a las decisiones sobre competencia es requisito que ésta se
atribuya a tribunales del país (Fallos, t. 234, p. 146; t. 238, p. 141 y t. 239, p. 438 entre otros) o a jueces
permanentes del Poder Judicial de la Nación o de las provincias (Fallos, t. 235, ps. 284 y 672).
Si, por el contrario, la declaración de incompetencia, comporta denegar la jurisdicción de los jueces del país a
un habitante que la reclama, y este habitante además ha permanecido en territorio nacional desde que su
domicilio quedó constituido en él, no habiendo consentido "a posteriori" el trasladarlo, entonces hállase en
juego la garantía de los jueces naturales. Y en supuestos tales, aunque aparentemente sólo se haya resuelto
una cuestión de derecho común con fundamentos de igual naturaleza, la interpretación de las normas y de la
doctrina jurisprudencial y legal que sirven de sustento a la decisión, es revisable por la Corte, dado que los
extremos a que el pronunciamiento lleva, pueden resultar frustráneos de una garantía federal.
También tornaría procedente el examen del fallo recurrido en la instancia de excepción, la arbitrariedad que
contra el mismo se invoca. Aparte de la doctrina que V.E. ha elaborado con respecto a las sentencias
arbitrarias, cabe destacar la que ha sentado con especial referencia a la garantía de los jueces naturales al
declarar (Fallos, t. 234, ps. 482 y 637 -LL t. 83, p. 71, fallo núm. 39.037-; t. 236, p. 528 -LL t. 87, p. 459, fallo
núm. 40.884-; t. 237,
p. 673 -LL t. 89, p. 307, fallo núm. 41.574- y t. 238, p. 141 entre otros) que la expresada garantía prohíbe
sustraer arbitrariamente una causa a la jurisdicción del juez que continúa teniéndola para casos semejantes.
Creo, sin embargo, innecesario detenerme a considerar si, en orden a la arbitrariedad alegada, se cumplen los
requisitos que de ordinario exige V.E. para darla por configurada a los efectos de sustentar el remedio federal.
Al analizar, con apoyo en el criterio expuesto en el párrafo anterior, la fundamentación en que se basa la
sentencia del a quo, he arribado a la conclusión, por las razones que a continuación expondré, de que las
normas aplicadas y la doctrina de V.E. y la de los autores que se citan, no han sido correctamente
interpretadas. Y como el desacierto en que se ha incurrido resulta frustráneo de la garantía de los jueces
2° - Para resolver la cuestión de derecho suscitada, o sea determinar el juez competente para conocer en este
juicio de divorcio, el tribunal apelado ha tomado como puntos de partida los dos siguientes:
a) Que de acuerdo con reiterada doctrina de la Corte Suprema, la competencia para intervenir en el
juicio de divorcios, corresponde al juez del último domicilio conyugal, antes de producirse la separación de los
esposos; y
b) Que este domicilio –como principio general- no puede ser otro que el que tenía el marido en la
oportunidad referida.
Entiendo, por ello, que lo conducente para la solución del problema, es determinar:
Así planteada la cuestión, el a quo arriba a la conclusión de que al momento de quebrantarse definitivamente
la armonía conyugal, V. tenía su domicilio real en Italia; de ahí deduce que ese era el domicilio conyugal; y, en
definitiva, y como consecuencia de lo precedentemente expuesto, declara la incompetencia de la jurisdicción
nacional para conocer en el presente juicio de divorcio.
En efecto, tanto de acuerdo con la doctrina de V.E. como con la de los tratadistas que el mismo fallo menciona,
el domicilio conyugal al momento de la separación de los esposos no es, precisamente, el del marido en tal
ocasión, sino el que tenían los dos cónyuges debiendo entenderse por tal, el último en el que ambos han
convivido.
Basta compulsar los precedentes de Fallos, t. 235, p. 348 (LL t. 87, p. 465, fallo núm. 40.888); t. 237, p. 212 (LL
t. 90, p. 93, fallo núm. 41.838); y la causa C. 352, fallada el 19 de diciembre último, para encontrar, teniendo
en cuenta las particularidades de hecho de los respectivos casos sentenciados, el apoyo de esta tesis. Es más,
de dichos precedentes se desprende (v. en especial párr. II de la resolución recaída en la recién citada causa
C. 352), que a los efectos del juicio de divorcio, no puede considerarse domicilio conyugal, a aquel en el que,
aunque vivan permanentemente el marido y los hijos del matrimonio, no vivió la esposa.
Acuña Anzorena, en el artículo intitulado "El divorcio en la ley 2393" (LL t. 78, ps. 673 y sigts.), al referirse al
juez competente para conocer en la acción de divorcio (núm. 28, p. 689) expresa:
"Dispone el art. 104 de la ley 2393 que las acciones de divorcio y nulidad de matrimonio deben intentarse en
el domicilio de los cónyuges, debiéndose entender por éste el último domicilio conyugal, es decir, el del
marido, por aplicación de lo preceptuado por los arts. 90, inc. 9° del Cód. Civil y 51 y 53 de la ley antes citada.
"¿Qué decidir cuando los cónyuges se encuentran separados de hecho? Durante mucho tiempo se aplicó
aquella regla con rigidez inflexible, autorizando al marido a promover la demanda ante los jueces del nuevo
domicilio elegido por él y obligando a la mujer a concurrir ante ellos.
"Si bien es exacto que la mujer tiene el domicilio del marido y que éste puede cambiar su domicilio de un lugar
a otro (arts. 90, inc. 9° y 97) –dijo la Corte Suprema nacional-, no es menos cierto que las disposiciones citadas
no pueden interpretarse con un criterio de latitud extrema que permita al titular del derecho ejercitarlo a su
arbitrio, hasta impedir o menoscabar el ejercicio de derechos correlativos, como es el de la mujer de deducir
contra el marido una acción personal ante el juez del domicilio conyugal al tiempo de la interposición de la
demanda".
"Así, pues, aunque medie separación, la demanda debe promoverse en el último domicilio conyugal, que es
el en que vivían los esposos al producirse los hechos constitutivos de la separación o abandono, y no el que
fijó el marido, después de ella".
También Rébora ("El estatuto de la mujer y las relaciones emergentes del matrimonio", número 54 c-, ps. 99
y sigts.) al desarrollar el punto relativo a cuál es el juez competente para entender en el juicio de divorcio,
arriba a conclusión análoga, compartiendo el criterio que en igual sentido resulta de la jurisprudencia que cita
y como consecuencia de la cual "el traslado del marido de un punto a otro, aunque sea con ánimo de cambiar
de residencia, no significa un cambio del domicilio de los cónyuges". Además agrega (ps. 99 "in fine" y 100)
que "la obligación que pesa sobre la mujer de habitar con su marido donde quiera que éste fije su residencia
(art. 53, ley de matr.) se limita instantáneamente en el momento en que la mujer se rebela contra ella"….
"Después de ese momento el marido puede cambiar su residencia individual pero no la del matrimonio, su
domicilio personal pero no el domicilio de derecho de la esposa, que no podría ser variado sin que para ello
se reunieran los dos elementos que determinan en este caso el cambio de domicilio, a saber: el
desplazamiento y la intención".
Por último, Orgaz ("Personas individuales") participa de igual opinión, pues admite la subsistencia del domicilio
conyugal, que prevalece sobre el del marido, para determinar la competencia judicial en caso de divorcio,
tanto en el caso de abandono (p. 245, núm. 12, párr. 2°), como en el de que el esposo haya mudado su
domicilio (p. 257, núm. 19 a-).
De lo expuesto se desprende que a los efectos que se están considerando, "domicilio conyugal" y "domicilio
del marido" no son, a diferencia de lo que de ordinario sucede, conceptos jurídicos coincidentes, sino distintos
y que, en orden a la competencia, pueden llevar a resultados opuestos, a menos que, por mera casualidad, el
último domicilio conyugal y el actual del marido, caigan bajo la misma jurisdicción.
Si de este supuesto se trata, es inoperante introducir en el planteamiento el punto b), vinculado con el
domicilio del marido, pues la averiguación al respecto, a nada útil conducirá.
En cambio, si aquellos dos domicilios, no concuerdan, es patente la contradicción a que llevarán las dos
afirmaciones contenidas en los puntos a) y b); por la primera, la competencia corresponderá al juez del último
domicilio conyugal, por la segunda, al del domicilio del marido.
En tales condiciones, resulta claro que las dos afirmaciones se excluyen, pues no pueden coexistir al mismo
tiempo, en el mismo sentido, y tomadas bajo la misma relación. Y como la exacta, según se ha demostrado,
es la primera, la segunda debe desaparecer del planteamiento, para que éste no quede inicialmente
deformado por falta manifiesta de rigor lógico.
Admitido entonces que la competencia corresponde al juez del último domicilio conyugal, y que éste no puede
ser otro que aquel en que convivieron efectivamente ambos cónyuges antes de la separación, la lógica
consecuencia es que lo conducente para la solución del problema sea, si, como lo expresa el a quo.
4° - En el orden de los hechos, el tribunal apelado ha dado por establecido que, en el sub júdice, el elemento
fáctico y psicológico de la separación, no han coincidido cronológicamente, conclusión, cuyo acierto, no creo
necesario examinar, porque ello no es decisivo para la correcta solución del caso. A este último efecto, basta
con escoger de los hechos que el a quo da por sentado, aquellos que son conducentes para contestar los
interrogantes contenidos en el planteamiento jurídico formulado, e interpretarlos con subordinación al
criterio jurisprudencial y doctrinario expuestos. Tales hechos son:
2) Que el esposo realizó viajes periódicos, emprendiendo el último en 1952, para no regresar más a este país
sino, y por pocos días, después de promovido el presente juicio.
3) Que los esposos han compartido hasta fines de enero de 1952, el domicilio conyugal que tenían establecido
en el país; y
4) Que –y esto se desprende de la sentencia- no han convivido después de enero de 1952, en otro domicilio
común.
Tan es esto decisivo para resolver lo relativo a la competencia, que estimo superabundante entrar a considerar
como se desprende de la correspondencia cambiada entre los cónyuges, el propósito de la esposa de no mudar
su domicilio establecido en el país. Y, supuesto que ello comporta negativa a seguir al marido, la
responsabilidad en que pueda incurrir será materia del fallo final, pero a los efectos de la competencia, sólo
sirve para comprobar que, precisamente, por obra de esa negativa, la mujer ha quedado en su anterior
domicilio, y el marido sin facultad ya para constituirle un nuevo domicilio conyugal.
"En consecuencia, no interesa, en el sub lite, precisar si la separación quedó consumada a fines de enero de
1952, cuando el marido emprendió el viaje del que no regresaría, sino ocasionalmente, y por pocos días,
después de iniciado el juicio de divorcio, o si aquélla quedó consumada, más tarde, como consecuencia de un
hecho posterior, que el a quo sitúa en 1954, cuando el marido había adquirido un nuevo domicilio. Lo
importante es que, en este último, no convivió con su mujer; que desde fines de enero de 1952 no hay
domicilio compartido; y que el último, al que corresponde esta calificación, es el que tenían establecido en
esta Capital, desde 1941.
En mérito a lo expuesto considero que la sentencia apelada, al negar competencia a la justicia del país para
conocer en esta causa, viene a resultar frustánea de la garantía de los jueces naturales y que, por tanto,
corresponde revocarla declarando que el presente juicio es de la competencia de la justicia de la Capital
Federal.
Los escritos de fs. 854 y 875, contienen expresiones que pueden comportar responsabilidad penal. Procedería,
pues, remitir testimonio de los mismos al tribunal que corresponda, a sus efectos.- Mayo 12 de 1959.– R.
Lascano.
Considerando: Que el 18 de mayo de 1954, la recurrente, E. C. de V., demandó a su esposo, A. V., por divorcio
y separación de bienes, invocando las causales de abandono voluntario y malicioso del hogar, adulterio e
injurias graves. Expresó, entre otros hechos, que el matrimonio se celebró el 26 de setiembre de 1925 en
Rumania, y que, en 1941, los cónyuges fijaron su domicilio en la ciudad de Buenos Aires, donde, después de
habitar por algún tiempo en un hotel, alquilaron el departamento, que aún poseen, en la Av. Libertador
Que el demandado opuso excepción dilatoria de incompetencia de los tribunales argentinos para entender en
la demanda, sosteniendo, en síntesis, que desde el año 1949 había establecido su domicilio en Génova (Italia),
suplantando el que tenía en Buenos Aires; y que, desde 1952/53 había instalado allí el núcleo familiar, con
excepción de la actora que se negó a radicarse en aquel lugar, no obstante todas las solicitaciones que le
dirigió con tal fin. Afirma que el "rompimiento definitivo" se produjo en 1954, con motivo de la disminución
de la cuota que el demandado le pasaba a la actora para sus gastos. Considera que en virtud de todo ello y lo
dispuesto por los arts. 104 y 53 de la ley de matr., 90, inc. 9° del Cód. Civil y 4° del Cód. de Proced., la demanda
no pudo iniciarse en la Argentina.
Que la recurrente, al contestar el traslado de la referida expresión, adujo, entre otras razones, para demostrar
su improcedencia, que aquélla fue opuesta por el demandado después que consintió la jurisdicción del juzgado
en el proceso de alimentos, que el domicilio conyugal quedó establecido en Buenos Aires desde 1941, y ahí
subsiste, pues no ha sido cambiado desde entonces en forma alguna. Invocó expresamente como de
aplicación al caso, lo dispuesto en los arts. 93 y 94 del Cód. Civil, afirmando que en el "sub examine" la familia
está constituida únicamente por la actora, pues el matrimonio no tuvo hijos y no corresponde incluir en ella a
los que cada cónyuge tuvo de otra unión, los cuales a su vez contrajeron matrimonio y se independizaron,
habitando siempre un lugar distinto al de las partes en este juicio.
Que tanto la sentencia de 1ª instancia, como los dictámenes fiscales, de 1ª y 2ª instancias, después de analizar
las circunstancias de hecho acreditadas, de estudiar las disposiciones legales aplicables y la interpretación de
ellas por la doctrina nacional y la jurisprudencia de nuestros tribunales, especialmente de esta Corte, llegan a
una misma conclusión: que ha de desestimarse la excepción de incompetencia de jurisdicción opuesta, pues
de las constancias de autos surge que el último domicilio común de los cónyuges estuvo en la Argentina, Av.
del Libertador General San Martín núm. … de la ciudad de Buenos Aires, y él determinó la jurisdicción en que
hubo de iniciarse –como se hizo- esta demanda.
Que por el contrario, la Cám. Nac. de Apel. Civil de la Capital Federal admitió la excepción de incompetencia
de jurisdicción y revocó por tanto la sentencia de 1ª instancia.
Que la jurisprudencia de esta Corte, elaborada sobre la base de los casos enunciados en el artículo 9° de la ley
4055, atinente a las posibles cuestiones de competencia entre autoridades judiciales de distinta jurisdicción,
declaró que correspondía también a la Corte Suprema la decisión de otros conflictos insolubles entre jueces.
Quedó así establecido que, cuando la divergencia entre jueces planteara una situación contradictoria que no
tuviera solución adecuada dentro de las organizaciones judiciales respectivas, procedería la intervención de
la Corte Suprema para dirimirla, aunque no se configurase una específica cuestión de competencia (conf.
Fallos,
t. 153, p. 55; t. 162, p. 171; t. 179 -LL t. 8, p. 771, fallo núm. 3715-; t. 181, p. 137 -LL t. 11, p. 227, fallo núm.
5220- y otros).
Que se ha declarado igualmente que, aun cuando no estuvieran llenados los trámites legales de la controversia
entre jueces o tribunales que caracteriza la contienda de competencia, incumbe, sin embargo a la Corte
Suprema intervenir en las oportunidades en que puede producirse efectiva denegación de justicia por la
declaración de incompetencia de los respectivos magistrados requeridos para dictarla (doct. Fallos, t. 178, ps.
304 -LL t. 7, p. 836, fallo núm. 3155- y 333 -LL t. 7, p. 823, fallo núm. 3149-; t. 188, ps. 171 -LL t. 20, p. 206,
fallo núm. 10.228- y 82 -LL t. 20, p. 213, fallo núm. 10.234- y también Fallos, t. 201, p. 483 -LL t. 38, p. 547,
fallo núm. 18.933-; t. 204, p. 653 y otros). Y se admitió incluso la facultad del tribunal de declarar la
Que sobre la base de la experiencia de estos antecedentes, la ley 13.998 sustituyó al enunciado enumerativo
del art. 9° de la ley 4055 por el conceptual de su art. 24, inc. 8°, cuya segunda parte tiene valor decisivo para
la solución de la causa en lo referente a las facultades de este tribunal. El texto dice así: "La Corte Suprema de
Justicia conocerá: De las cuestiones de competencia y los conflictos que en juicio se planteen entre jueces y
tribunales del país que no tengan un órgano superior jerárquico común que deba resolverlo. Decidirá
asimismo sobre el juez competente en los casos en que su intervención sea indispensable para evitar una
efectiva privación de justicia". Y la misma disposición integra la ley orgánica vigente, como inc. 7° del art. 24
del decretoley 1285/58 de la ley 14.467.
Que la evolución reseñada por los considerandos precedentes reconoce, además de su evidente fundamento
de razón, una firme base constitucional. Se ha admitido, en efecto, explícitamente, como el tribunal ha tenido
ocasión de señalarlo desde Fallos, t. 193, p. 135, que la garantía constitucional de la defensa en juicio supone
elementalmente la posibilidad de ocurrir ante algún órgano jurisdiccional en procura de justicia, la que no
debe ser frustrada por consideraciones de orden procesal o de hecho. Precisamente en el caso antes
mencionado se estableció que la existencia de otra autoridad o de otra vía legal para decidir el punto atinente
a la jurisdicción, que impide por lo común la procedencia del recurso extraordinario, no es óbice a su
otorgamiento cuando el pronunciamiento o la utilización de aquéllos ha sido ineficaz para solucionar la
controversia y superar la privación de justicia. Que la amplitud de la doctrina elaborada por esta Corte con
base en el texto del art. 24, inc. 8° de la ley 13.998 (actual decreto-ley 1285/58) resulta particularmente
explícita en los casos registrados en Fallos, t. 234, p. 382 (LL t. 82, p. 682, fallo núm. 38.967), 482 (LL t. 82, p.
690, fallo núm. 38.974); t. 237, ps. 285 (LL t. 87, p. 661, fallo núm. 40.986) y 522 (LL t. 87, p. 72, fallo núm.
40.695); t. 238, p. 403, entre otros.
Que se sigue de lo expuesto que, en el ordenamiento jurídico argentino, la efectiva privación de justicia a que
puede dar lugar la decisión de problemas de competencia autoriza el conocimiento de esta Corte en la causa
en que ello ocurra. Tal intervención resulta, por otra parte, consecuencia de la función por la que se mantiene
la primacía constitucional. Según lo dicho, la privación de justicia puede configurarse, ya a raíz del
planteamiento meramente formal de contiendas de competencia en los términos de los arts. 46 y sigts. de la
ley 50; ya en situaciones de conflicto que equivalgan en esencia a aquéllas (conf. causa: "Giannoni, E. A.",
sentencia del 2 de diciembre próximo pasado); ya en caso de declinatoria, si lo decidido afecta
substancialmente la garantía de la defensa.
Que asimismo, y en el orden de ideas admitidas por la Corte en materia de acciones de amparo, se han
reconocido la procedencia del recurso extraordinario contra la sentencia del tribunal que declaraba su
incompetencia para entender de aquéllas (sentencia de fecha 16 de diciembre de 1959, recaída en la causa
"Sindicato Obrero del Vestido s. recurso de amparo" (LL t. 97, p. 49, fallo núm. 44.307-).
Que a su vez, si bien la oportunidad en tiempo adecuado es siempre importante para la realización de los
negocios humanos, hay supuestos en que aquélla adquiere caracteres de urgencia, ya por la índole de la
cuestión en debate –amparo- o por la demora experimentada –competencia de jueces extraños al conflicto-
ya por la premura que las particularidades específicas del caso imponen en su solución. A esta consideración
temporal tampoco fue ajena la sentencia registrada en Fallos, t. 233, p. 144, cuando esta Corte decidió
intervenir para señalar el juez competente y evitar así privación de justicia en el caso y momento concretos
de su substanciación (conf. también Fallos, t. 244, ps. 63 y 437 (LL t. 97, p. 161, fallo núm. 44.382-).
Que se debe, en consecuencia, establecer que el concepto de privación de justicia puede ser referido a las
circunstancias en que se lo invoca, en cuanto de ellas resulte que lo decidido y apelado prive al ejercicio del
derecho en debate de toda razonable utilidad.
Que, además, la solución adoptada por la sentencia en recurso se aparta, a diferencia de la sentencia de 1ª
instancia y de los dictámenes de las tres instancias, de la jurisprudencia de esta Corte. Esta tiene establecido
reiteradamente y desde antiguo (Fallos, t. 242, p. 507 y sus citas) que son competentes para conocer en el
juicio de divorcio los jueces del último domicilio conyugal anterior a la separación de los esposos. Se trata del
último lugar de efectiva convivencia indiscutida de los cónyuges, sin que importe a los fines de la competencia
la calificación de su separación y, menos aún, la oportunidad en que sobrevino a ella el quebrantamiento
definitivo de la armonía conyugal. Son éstos, en efecto, puntos que son propios de la sentencia final de la
causa, como también lo ha señalado esta Corte en el precedente citado.
Que es cierto que esta doctrina es, a su vez, resultado de una evolución de soluciones que anteriormente
admitían la consideración de matices menos objetivos que las circunstancias antes mencionadas. Pero no es
dudoso que el actual estado de cosas es satisfactorio precisamente porque evita discusiones minuciosas,
impide prejuzgamientos en causas que, como la de autos, se fundan en abandono del hogar, conviene así a la
seguridad jurídica sin desmedro de la justicia y, además, porque encuentra fundamento normativo bastante
en el art. 104 de la ley de matrimonio –regla directamente aplicable al caso-, incluso si se lo vincula con el art.
94 del Cód. Civil, alegado en el decurso del proceso y omitido en la sentencia del a quo, que da primacía al
lugar donde está la familia frente al lugar donde se hallan los negocios.
Que es también exacto que el apartamiento de la jurisprudencia de esta Corte no constituye cuestión federal
que sustente el recurso extraordinario si no importa además desconocimiento específico de un derecho
acordado por el fallo del tribunal. Pero lo es igualmente que la interpretación de la ley debe realizarse, en
cuanto sea posible, sin violencia de su letra y de su espíritu, de manera que concuerde con los principios y
garantías de la Constitución Nacional (Fallos, t. 200, p. 180 -LL t. 36, p. 559, fallo núm. 18.138-; t. 235, p. 548
LL t. 85, p. 603, fallo núm. 40.198- y otros), lo que, en supuesto de auténtica alternativa, ha dado también
lugar al otorgamiento del recurso extraordinario a partir de Fallos, t. 176, p. 339. Toda vez que ésta, como
toda cuestión judicial de constitucionalidad, vale específicamente para el caso concreto en que se plantea
(Fallos, t. 183, p. 76 -LL t. 13, p. 493, fallo núm. 6472- y otros), son también las circunstancias del caso las
decisivas para resolverlas. Y ya se ha dicho que, en el supuesto de autos, la exégesis del artículo 104 de la ley
de matrimonio practicada por la sentencia en recurso, no se compadece con la preferente tutela que debe
merecer la garantía de la defensa en juicio. En consecuencia, cualquiera sean las dificultades que, en plano
teórico, pueda presentar la interpretación del texto en examen y su correlación sistemática con otros textos
legales, la solución para el caso sólo puede ser la que responda a la exigencia constitucional aludida y que
conduce a la revocatoria de la sentencia apelada, declarando que es competente la justicia nacional civil para
conocer en esta causa.
Que la conclusión a que se llega hace innecesario el examen de las otras cuestiones planteadas.
Carreras Lamarca, María Teresa Nicolasa c. Mariñas, Lucrecia Susana s. exclusión de heredero. CNCiv., sala K, 10/04/15
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los días del mes de abril de 2015, hallándose reunidos los Señores
Vocales de la Sala K de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal, a fin de entender
en el recurso de apelación interpuesto en los autos: “CARRERAS LAMARCA, María Teresa Nicolasa contra
MARIÑAS, Lucrecia Susana sobre Exclusión de heredero”, habiendo acordado seguir la deliberación y voto el
orden del sorteo de estudio la Dra. Lidia Beatriz Hernández dijo: I.- La cuestión controvertida.
La actora promueve demanda de exclusión de la vocación hereditaria conyugal contra Lucrecia Susana
Mariñas, plantea la nulidad del matrimonio celebrado por ésta el 12 de agosto de 1978, en la República del
Paraguay, encontrándose subsistente el vínculo matrimonial anterior entre el causante y su madre.
Considera que los efectos de la nulidad deben retrotraerse al día de la celebración, imputa mala fe a la
demandada pues conocía el vínculo existente.
La sentencia de la anterior instancia rechazó la excepción de prescripción opuesta e hizo lugar a la demanda,
declarando la nulidad del matrimonio celebrado en la República del Paraguay entre Carlos María Carmelo
Carreras Saavedra y Lucrecia Susana Mariñas el 12 de agosto de 1978, con los efectos de la mala fe de los
contrayentes, y en consecuencia declaró que la demandada carece de vocación hereditaria conyugal en los
términos del art. 3570 y concordantes del Código Civil. Con costas.
Apela la parte demanda quien expresa agravios a fs. 607/621, los que fueron contestados por la actora a fs.
635/645.
La actora se agravia: 1) Por la ley aplicable y vuelve sobre la aplicación de la ley argentina y los fallos de la
Corte Suprema a partir de “Solá” y a la cosa juzgada de la resolución de esta Sala en los autos sucesorios de
Carlos María Carmelo Carreras Saavedra. Solicita además se decrete la inaplicablilidad de la ley de matrimonio
civil de la República del Paraguay del año 1898. 2) Por la omisión que hiciera la sentencia sobre la aplicación
de la ley paraguaya relativa al reconocimiento de los derechos hereditarios a los concubinos, de acuerdo a la
reforma de 1985 del Código Civil de Paraguay. 3) Porque se ha omitido el tratamiento del tema del orden
público internacional que se propuso al contestar la demanda. 4) Porque se ha concluido sobre la mala fe de
la demandada al contraer el matrimonio en el Paraguay. 5) Por el rechazo de la impugnación que hiciera del
testigo José Barral Curtis. 6) Por el rechazo de la prescripción opuesta por su parte. 7) Porque la sentencia
dictada bajo la ley extranjera resulta incompatible con la sentencia previa dictada por tribunales argentinos.
Reserva caso federal.
De allí que, como ya se ha expedido esta Sala a fs. 116, la resolución dictada en el juicio sucesorio sobre el
reconocimiento en nuestro país del matrimonio paraguayo no impugnado por nulidad, no hace cosa juzgada
respecto precisamente de la validez de ese matrimonio de acuerdo a la ley extranjera.
Al reconocer efectos al matrimonio paraguayo se dejó a salvo el tema de la nulidad de acuerdo al derecho
paraguayo, ajeno a aquel pronunciamiento obrante a fs. 201/206 del juicio sucesorio que se acompaña por
cuerda.
Decíamos que siendo aplicable el Tratado de Derecho Civil Internacional de Montevideo de 1940, su art. 13
sujeta la validez del matrimonio a la ley del lugar en donde se celebre, por lo que la Argentina no puede
declarar la nulidad de ese matrimonio en base a las normas de su derecho interno. Y en cuanto a la segunda
parte de esa norma, ya hemos dicho que de acuerdo al nuevo orden público del Estado que hoy admite la
disolubilidad del vínculo, el país carece de interés actual en privarle de efectos.
En este sentido, tampoco resultaba aplicable en el anterior planteo resuelto por este tribunal la nulidad por
el impedimento de ligamen, pues no se trataba de un supuesto de nulidad de matrimonio celebrado en el
país. En todo caso, debe destacarse que aun cuando así hubiera sido, si el subsiguiente matrimonio del bígamo
no es atacado de nulidad por parte legitimada, no habiendo nulidades de oficio en esta materia, esa unión
produciría todos sus efectos de acuerdo al art. 239 del Código Civil y la segunda cónyuge tendría derechos en
la sucesión de aquél (conf. Belluscio, Augusto César, Derecho de Familia, t II, p. 99, núm. 383; Hernández,
LidiaUgarte, Luis, Sucesión del cónyuge, p. 317 y ss.; Zannoni, E. Concurrencia de ambas supérstites a la
sucesión del bígamo, LL 1977-B-7; CSJN, “Rodríguez de Dinápoli, sept. 11-984, Fallos 306:1312 y LL 1984-D-
467).
En el análisis de la bigamia, debe diferenciarse, en primer lugar, la bigamia nacional de la bigamia internacional
en cuanto a su tratamiento y efectos; y respecto de la bigamia nacional, los supuestos de matrimonios
sucesivos sin que se haya promovido acción de invalidez de las nupcias y los casos de declaración de nulidad
con buena fe o mala fe del cónyuge del bígamo.
Si pese a estar afectado por una causa de invalidez, ésta no ha sido declarada, ni se ha iniciado el juicio de
nulidad del matrimonio, resulta indudable que la unión producirá sus efectos normales, y en consecuencia,
en caso de muerte de alguno de los cónyuges, el supérstite tendrá derechos hereditarios en la sucesión del
esposo fallecido. Tal es la única solución compatible con los principios básicos del derecho de familia y el
régimen de nulidades matrimoniales.
En efecto, hasta que se declare la nulidad de matrimonio en juicio promovido por parte legitimada o se
constate judicialmente la inexistencia del matrimonio, la partida de matrimonio, como título de estado de
familia, producirá efectos erga omnes. Por ende, tal título de estado habilita al supérstite para oponer su
calidad de cónyuge y hacer valer la vocación hereditaria que deriva de ese vínculo.
Por otra parte, en el sistema argentino no hay nulidades manifiestas y el matrimonio produce todos sus efectos
mientras no sea anulado por sentencia judicial, aún en los casos de nulidades absolutas.
En los regímenes jurídicos que solo aceptan el matrimonio monogámico, la nupcia contraída subsistente una
unión legítima anterior, es causa de nulidad en virtud del impedimento de ligamen.
En nuestro derecho, el impedimento del "matrimonio anterior mientras subsista" previsto en el art. 166 inc.
6 del Código Civil, impedirá celebrar un matrimonio válido. Deberá entonces removerse el impedimento, ya
sea por su disolución por muerte de los cónyuges o por el divorcio decretado por las causas y en la forma
prevista por los arts. 214 a 216 del Código Civil, según texto introducido por la ley 23.515. Salvo la habilidad
nupcial del cónyuge del declarado ausente con presunción de fallecimiento, cuyo matrimonio disuelve el
primer vínculo.
Por consiguiente, y excluyendo el supuesto de nulidad del matrimonio anterior, si esta unión no fue disuelta
por las causas señaladas, el impedimento de ligamen viciará el sucesivo matrimonio, el que estará afectado
de una causa de nulidad absoluta.
Cuando se trata de sucesivos matrimonios contraídos con el impedimento de ligamen, puede presentarse
respecto del derecho hereditario conyugal, el enfrentamiento de las vocaciones provenientes del matrimonio
válido y del matrimonio putativo.
Para determinar los efectos en materia de derecho hereditario, corresponde diferenciar el matrimonio viciado
de bigamia celebrado en el país del celebrado en el extranjero.
En sucesivos matrimonios celebrados en el país, sin disolver los anteriores, se configura la bigamia que en el
orden interno se sanciona con la nulidad absoluta del matrimonio por la existencia del impedimento de
ligamen, conforme lo dispone el art. 219 del Código Civil, e inclusive el art. 239 permite al supérstite promover
la acción de nulidad del matrimonio después de la muerte del bígamo y a los ascendientes y descendientes en
interés propio y en caso de nulidades absolutas.
En el orden internacional, en cambio, pueden distinguirse como lo hizo Goldschmidt entre bigamia
internacional sencilla y bigamia internacional doble. En la sencilla, el primer matrimonio es contraído en un
país y el segundo en otro, y solo el primer país califica al segundo matrimonio de bígamo. En la bigamia
internacional doble ambos países consideran que existe bigamia (Autor citado, Bigamia internacional doble,
E.D. 39-1113; Desconocimiento y reconocimiento de la bigamia internacional doble en sendas sentencias del
juez a quo y del juez ad quem, ED 61-442; Bigamia internacional doble, bigamia subsanada, bigamia larvada,
ED 79-399).
La anulación del segundo matrimonio celebrado en el extranjero después de un primer matrimonio contraído
en el país o aquí domiciliado y no disuelto conforme a la ley argentina, solo puede ser declarada por aplicación
de la ley del lugar de celebración, y en tal caso la sentencia tendrá efectos universales. Como se ve se trata de
la llamada bigamia doble. Pero si ese segundo matrimonio es válido en el lugar de su celebración solo cabe
desconocerle eficacia o efectos jurídicos en la Argentina, o reconocérselos conforme el orden público
imperante a la época de ese reconocimiento.
La diferenciación indicada resulta relevante pues en muchos casos se han confundido las soluciones propias
de la llamada bigamia internacional sencilla con las que corresponden a la nulidad de un matrimonio celebrado
en el país afectado de impedimento de ligamen.
A diferencia del derecho internacional, en el derecho interno solo cabe contraponer validez a nulidad, no
puede reconocerse el tercer género propio de aquél, es decir, el desconocimiento o reconocimiento de
efectos, sin afectar principios básicos del derecho de familia.
En este aspecto, también debe corregirse a la parte actora, pues en materia de la nulidad del matrimonio, el
orden público se valorará de acuerdo a la ley aplicable a la época de celebración del matrimonio.
El matrimonio cuestionado fue celebrado por la demandada con el causante el 12 de agosto de 1978 en la
República del Paraguay. En cuanto a su existencia no existe controversia, pues se discute su validez o nulidad.
A fs. 15/16 del juicio sucesorio que corre por cuerda y a fs. 273/274 de estos autos obra la partida que acredita
el matrimonio del causante con María Teresa Lamarca celebrado en esta ciudad el 24 de noviembre de 1942.
También resulta de esa partida una anotación marginal mediante la cual con fecha 4 de enero de 1974 se
tomó nota del divorcio –art. 67 bis ley 2393- decretado en esta Ciudad con fecha 21 de noviembre de 1973.
A su vez, surge del documento glosado a fs. 29/30 que el 12 de agosto de 1978 el causante contrajo
nuevamente nupcias con Lucrecia Susana Mariñas, en Asunción, República del Paraguay.
De acuerdo al Tratado de Montevideo de Derecho Civil Internacional de 1940 en vigor entre la Argentina,
Paraguay y Uruguay, el art. 13 faculta a los Estados signatarios a desconocer los matrimonios celebrados en
otro país con determinados impedimentos. Dispone el citado artículo: “La capacidad de las personas para
contraer matrimonio, la forma del acto y la existencia y validez del mismo, se rigen por la ley del lugar en
donde se celebra. Sin embargo, los Estados signatarios no quedan obligados a reconocer el matrimonio que
se hubiere celebrado en uno de ellos cuando se halle viciado de algunos de los siguientes impedimentos…”.
Como se advierte, y valga la reiteración, cabe aplicar la ley paraguaya para determinar la validez o nulidad del
matrimonio de las partes celebrado en aquel país.
Coincido con el sentenciante anterior que a la fecha de la celebración del matrimonio en Paraguay regía la ley
de matrimonio civil de 1898.
No obstante debe destacarse que de acuerdo al art. 15 del Tratado de Montevideo citado, la ley del domicilio
conyugal rige… b) la disolubilidad del matrimonio… y c) los efectos de la nulidad del matrimonio contraído con
arreglo al art. 13.
En consecuencia para determinar la validez es de aplicación el art. 9 inc. 5 de la ley de matrimonio paraguaya
del que resulta un impedimento dirimente para contraer matrimonio “el matrimonio anterior mientras
subsista” y el art. 84 que sanciona con la nulidad absoluta al matrimonio contraído con el impedimento del
inc. 5 del art. 9.
La parte actora hace hincapié en reiteradas oportunidades a la actualidad del orden público internacional.
Otra vez confunde el orden público que se ha valorado en la resolución que reconoce efectos en el país al
matrimonio paraguayo de acuerdo a la ley argentina y aplicando el orden público internacional de nuestro
país al efectuarse ese reconocimiento, de la acción de nulidad del matrimonio, donde –reitero- se aplica la ley
paraguaya al momento de su celebración.
Obsérvese también y ello servirá como respuesta, que el Código Civil Paraguayo vigente actualmente prevé
en los arts. 141 y 179 inc. a) como impedimento dirimente el vínculo no resuelto de un matrimonio anterior.
En los mismos términos el Código Civil argentino también considera como impedimento dirimente que
produce la nulidad absoluta del matrimonio al impedimento de ligamen en el art. 166, inc. 6), por lo que tanto
en Paraguay, como en Argentina es de orden público actual la prohibición de contraer matrimonio con el
impedimento de ligamen que produce la nulidad absoluta del matrimonio.
Entonces, al igual que en el derecho argentino, al no estar prevista la prescripción de la acción de nulidad de
matrimonio, cabe hacer un análisis a fin de contestar el agravio de la demandada.
Las acciones de estado tienen los mismos caracteres del estado de familia. Así son personalísimas y se
encuentran fuera del comercio. El estado de familia como atributo de la personalidad de las personas
naturales o de existencia visible resulta imprescriptible en virtud de la imposibilidad de adquirirlo por
usucapión y de perderlo por prescripción extintiva.
Si bien las acciones de estado de familia son imprescriptibles como el estado mismo, ello no significa que no
puedan extinguirse. Así, algunas acciones de estado caducan y otras aun cuando se consideren inextinguibles
igualmente pueden extinguirse por falta del titular, cuando desaparecen todas las personas habilitadas para
ejercerlas, inclusive los herederos o descendientes en caso de ser concedidas también a éstos. En tal caso la
estabilidad del estado de familia se convierte en inmutabiilidad. (Belluscio, Augusto César, Manual de Derecho
de Familia, T I, p. 59, Quinta edición actualizada).
En cuanto a la acción de nulidad de matrimonio, a pesar de las divergencias doctrinarias respecto de la acción
de nulidad relativa, debe señalarse que no se difiere en cuanto a la imprescriptibilidad de la acción de nulidad
absoluta del matrimonio, como es el caso de autos.
En lo que hace a nuestro derecho y en virtud que en la contestación de demanda se funda la excepción de
prescripción de la acción de nulidad de matrimonio en el art. 4023, diré que las acciones de estado no tienen
plazos de prescripción establecidos expresamente. El art. 4023 alude a las acciones personales por deudas
exigibles y a la nulidad de los actos jurídicos. Si bien la prescripción extintiva no se limita únicamente a los
derechos creditorios su ampliación a otros derechos encuentra un límite cuando se trata de derechos que se
resuelven en facultades puras, cuyo ejercicio implica ordinariamente la deducción de acciones de estado de
familia (Hernández, Lidia Beatriz, Derecho de Familia, en Prescripción liberatoria y Caducidad, ED. La Ley p.
97, Belluscio, Augusto César, Derecho de Familia, T I, p. 100 y ss.).
Tampoco puede invocarse el art. 4023 respecto de la acción de nulidad del matrimonio, cuando prevé el plazo
ordinario de diez años, ya que se refiere a las acciones personales por deuda exigible y a la acción de nulidad
de los actos jurídicos si no estuviere previsto un plazo menor. Ninguno de los supuestos contemplados
corresponde a acciones de estado de familia, como lo es la nulidad de matrimonio. Como se advierte la
disposición solo es aplicable a las acciones de contenido patrimonial.
No es posible, como expresa Fassi, que quien ha pagado un deuda viva bajo la permanente amenaza de que
se le reclame la obligación extinguida; no es posible tampoco, si no ha pagado, que frente a la inacción del
acreedor que no se interesa por cobrarla, permanezca eternamente en la situación de deudor… En cambio, si
hay interés en consolidar situaciones tales situaciones, no puede haberlo en declarar inatacable el
matrimonio… y agregamos menos aún el viciado de nulidad absoluta, en función del orden público (Fassi,
Santiago, Nulidad de matrimonio, La Ley 26-103).
Tratándose la de autos de una acción de nulidad absoluta del matrimonio no cabe duda que tanto en el
derecho paraguayo como en el argentino la acción resulta imprescriptible, por lo que debe confirmarse el
rechazo de la excepción de prescripción opuesta por la demandada.
El impedimento de ligamen se configura con el matrimonio anterior celebrado por la misma persona que luego
contrae otro y la subsistencia del primer matrimonio al día en que el demandado celebró el segundo.
No hay duda que la actora debe acreditar la existencia del primer matrimonio que invoca, lo que ha probado
con la partida obrante a fs. 273/274, la que da cuenta de ese matrimonio celebrado entre Carlos María
Carmelo Carreras Saavedra con María Teresa Lamarca el 24 de noviembre de 1942.
En cuanto a la prueba se ha disentido acerca de a quien corresponde la carga de acreditar la subsistencia del
primer matrimonio. De allí que para una posición quien invoca el impedimento debe probar no sólo el
matrimonio anterior sino también su subsistencia; mientras que otros entienden que es el demandado que
invoca la disolución de las primeras nupcias con anterioridad a la celebración de las segundas a quien
corresponde probarlo.
De todas maneras, en autos se ha acreditado que el primer matrimonio del causante celebrado en Argentina
no se encontraba disuelto ni por divorcio vincular ni por muerte de su cónyuge, pues la esposa falleció el 3 de
octubre de 2000, conforme lo reconoce la misma demandada a fs. 204 anteúltimo párrafo.
Tampoco el divorcio limitado de los cónyuges del primer matrimonio, decretado en el año 1973 (véase
anotación marginal en la partida de fs. 273/274), es decir durante la vigencia de la ley 2393, disolvió el vínculo
conyugal, por lo que no tuvo virtualidad suficiente para remover el impedimento.
Acreditado entonces que el matrimonio celebrado en Paraguay se celebró cuando no se encontraba disuelto
el matrimonio celebrado por el causante con la madre de la actora, no cabe duda que de acuerdo a la ley
paraguaya el segundo matrimonio celebrado en aquel país es nulo de nulidad absoluta.
Debo aclarar que no es materia de agravios la legitimación de la actora, hija de la contrayente de la primera
unión del causante de acuerdo al art. 188 del Código Civil paraguayo, similar al art. 239 del Código Civil
argentino.
Como se ha visto, por la aplicación de la ley del lugar de celebración del matrimonio del causante con Lucrecia
Susana Mariñas, se encuentra probado que el mismo se ha contraído con el impedimento de ligamen que
resulta causa de nulidad absoluta del matrimonio.
Pues bien, la demandada se agravia por la omisión que hiciera la sentencia sobre la aplicación de ley paraguaya
relativa al reconocimiento de los derechos hereditarios a los concubinos, de acuerdo a la reforma de 1985 del
Código Civil paraguayo.
En efecto, la demandada pretende la aplicación de los arts. 91 y 94 del Código Civil paraguayo vigente que
reconoce derechos hereditarios y derechos de pensión a los concubinos, siempre que la unión tuviera al
menos cuatro años de duración. Ahora bien, la misma demandada reconoce que para tener este derecho el
concubino debe tener cuatro años de duración sin impedimento de ligamen, de acuerdo al art. 84, por lo que
aun cuando se siga su razonamiento el derecho hereditario no le correspondería precisamente porque en
estos autos se ha acreditado el impedimento de ligamen.
Empero, a mi criterio, no corresponde aplicar el derecho paraguayo a los efectos del matrimonio anulado y
menos aún a los derechos hereditarios en la sucesión de Carlos María Carmelo Carreras Saavedra como lo
pretende la demandada.
Es sabido que en el derecho argentino los partícipes de las uniones de hecho no se heredan entre sí, pues la
ley solo reconoce derechos sucesorios a los parientes, descendientes, ascendientes en todos los grados y a los
colaterales hasta el cuarto grado, a la nuera (y el yerno, de acuerdo a algunos fallos) viuda sin hijos. Así como
a los cónyuges entre sí.
Señalaré además que aquéllos que contrajeron el matrimonio en Paraguay, que ahora se anula, hubieran
podido después de la sanción de la ley 23.515 convertir el divorcio limitado en vincular y contraer matrimonio
válido en el país o en el extranjero, o contraerlo después del fallecimiento del cónyuge del causante.
VII.- El orden público. Incompatibilidad con la resolución de fs. 201/206 de los autos sucesorios.
Se queja la demandada porque se ha omitido el tratamiento del tema del orden público internacional que se
propuso al contestar la demanda.
Si bien a lo largo de este voto hice mención al orden público tan citado por la demandada, en este apartado
aun a riesgo de reiterar conceptos y a fin de contestar el agravio me referiré especialmente al tema.
Como ya los integrantes de esta Sala dijimos en la resolución de fs. 201/206 del juicio sucesorio, ante la
relación jurídica en análisis con elementos internacionales en el derecho del país, el examen debe efectuarse
según las disposiciones del Tratado de Montevideo de Derecho Civil Internacional de 1940, en virtud del art.
13 se faculta a los Estados signatarios a desconocer los matrimonios celebrados en otro país con determinados
impedimentos.
Pues bien, queda librado al orden público internacional del Estado requerido la decisión sobre la reacción que
más convenga al espíritu de su legislación. Juega en este caso el criterio de actualidad del orden público
internacional.
Aquella resolución trató especialmente del reconocimiento de efectos aplicando la ley argentina y en
consecuencia la cuestión del orden público internacional de nuestro país en el momento de ese
reconocimiento de efectos.
Por ello, nos referimos a autores como Battifol, Henri y Lagarde, Paul, Droit International privé, t. 1, 8° ed.
1993, París, n° 364, ps. 585/586 y nota 7), citados por la Corte en el ya recordado fallo “Solá” en el sentido
que el orden público internacional no es un concepto inmutable y definitivo sino esencialmente variable, pues
expresa los principios esenciales que sustentan la organización jurídica de una comunidad dada y su contenido
depende en gran medida de las opiniones y creencias que prevalecen en cada momento en un Estado
determinado. De allí que la confrontación debe hacerse con un criterio de actualidad, noción que es
ampliamente recibida en el derecho comparado. Agregan que para arribar a la certeza de incompatibilidad
para desplazar a la ley extranjera aplicable al caso conforme a la norma en conflicto, el juzgador debe analizar
las circunstancias concretas de la especie y diseñar la solución buscada para luego compararla con las
exigencias del orden jurídico del foro. Agregan “Tómese como referencia la época de celebración del acto del
cual se trata y la época de intervención del juez del foro. La ley del lugar del proceso que éste debe aplicar es
la vigente en el segundo momento, cuando se enfrenta al conflicto definido con poca o mucha anterioridad”.
Desde esa perspectiva, decíamos también que la reforma de la ley 23.515 en materia de orden público
internacional por su naturaleza mutable y actual ha provocado que el Derecho argentino se pueda ver
conculcado, a la inversa de los pasaba otrora, cuando se trata de la aplicación de una ley extranjera que en su
contenido establezca la indisolubilidad del vínculo matrimonial (Feldstein de Cárdenas, Sara L. y Rodríguez,
Mónica S., Matrimonios en fraude a la ley argentina. Réquiem para una muerte anunciada, en JA 2007-IV-799,
comentario al caso “Ulloa”).
Esas referencias, citadas en la resolución de fs. 201/206 de los autos sucesorios, no se referían como en el
caso de autos a la nulidad del matrimonio conforme a la ley del lugar de celebración, o sea el supuesto al que
se aplica el derecho paraguayo y tendrá efectos universales, sino al reconocimiento de efectos de un
matrimonio no cuestionado por nulidad y en el que aplicamos derecho argentino.
Me remito al análisis que efectuara en los apartados anteriores, al declararse la nulidad de matrimonio se
aplica el orden público de la ley de celebración, aunque valga la reiteración, debo señalar que aun actualmente
tanto Paraguay como la Argentina sancionan con la nulidad los matrimonios celebrados con el impedimento
de ligamen; por lo que el argumento de la demandada en cuanto a la aplicación de una vieja ley sin analizar la
actualidad del orden público carece de entidad.
Por todo ello, la sentencia de nulidad del matrimonio no resulta incompatible con el reconocimiento de
efectos de un matrimonio válido pues hasta ese momento no se había declarado la nulidad según la ley
paraguaya y en materia de divorcio nuestro país acepta la disolubilidad del vínculo.
En este sentido el art. 702 del Código Procesal dispone en lo pertinente que cualquier pretendiente podrá
promover demanda impugnando su validez o exactitud, para excluir al heredero declarado, o para ser
reconocido con él. Asimismo, la acción de petición de herencia o de exclusión también hace caer la declaración
del heredero aparente.
Como se advierte, el concepto de buena fe surge implícito de la definición legal de mala fe. De tal manera
puede decirse que la buena fe consistirá en la ignorancia excusable de los contrayentes de la existencia del
La norma del art. 224, siguiendo el Esbozo de Freitas y la regulación del anterior art. 90 de la ley 2393 establece
que la buena fe debe existir en el momento de la celebración del matrimonio. Por ende, apartándose de la
solución del derecho canónico, en nuestra ley el conocimiento posterior de la causa de la nulidad no perjudica
la buena fe inicial.
Además, la norma citada excluye el error de derecho y requiere que el error de hecho sea excusable, salvo
que sea provocado por dolo, conforme los extremos previstos por el art. 929 del Código Civil.
Se encuentra controvertido por la doctrina si la buena fe debe ser probada por quien la alega (Guastavino,
Elías, Sucesión en caso de bigamia, JA 1961-VI-232; Molinario, Alberto, Algunas reflexiones sobre la cuasi
inexistencia temporal: de la nulidad jurisdiccional en cuestiones familiares y del régimen de la buena fe en
materia de nulidad matrimonial, JA 1971-X-86) o por el contrario, se la presume, recayendo la carga de la
prueba sobre quien invoca la mala fe ( Fassi, Santiago, Debito conyugal y daño moral, LL 129-550; Borda,
Guillermo A., Tratado de Derecho Civil. Familia, T. I, n° 231; Spota, A., Tratado…. T. II, vol. 1, n° 168, p. 937 y
ss., Lagomarsino, Carlos, Matrimonio en Enc. Jurídica Omeba, t. XIX, p. 146, n° 74; Belluscio, Tratado…, t. II, n°
460, p. 250; Zannoni, Tratado de Derecho de Familia, T I, p. 329; Hernández, Lidia y Ugarte, Luis, Sucesión del
cónyuge, p. 298 y ss.).
La jurisprudencia mayoritaria afirma que la buena fe se presume, y que es la mala fe la que debe probarse
(conf. CNCiv. Sala G, dic. 22-983, ED 109-367; Sala D, nov.11-982, Rep, ED 19-841; CNCiv. Sala C, agosto 23-
983, Rep. ED 19-841, n° 104; CNCiv. Sala E, abril 14-983, ED 105-462, CNCiv. Sala D, agosto 30-982, ED 102-
700, sin pretender agotar las citas).
Sin embargo, debe advertirse que ese principio general cede no solo cuando se pruebe la mala fe, sino también
cuando las circunstancias del caso demuestren que la buena fe no pudo haber existido. Así, en un caso resuelto
por la Sala C. los Dres. Cifuentes y Alterini sostuvieron que la buena fe de quien contrajo nupcias anuladas se
presume hasta la prueba en contrario. La buena fe se sobreentiende, dice el voto del primero, cuando alguien
desea impugnarla y apartar al presunto putativo lo debe acusar y, entonces, carga con la prueba que la
acusación supone. En cambio, el Dr. Durañona y Vedia consideró que en materia de nulidad de matrimonio
no puede sostenerse a priori una presunción de buena fe ni de mala fe sino que, del supuesto de hecho
analizado, en relación con las circunstancias de la causa, deben quedar establecidos los elementos que
permiten calificar en concreto esa buena o mala fe.(CNCiv. Sala C, julio 18-978, G. de B.J. y otra c. Y de B., M.C.
y otros, en Rev. Del Notariado n° 762, nov.-dic. 1978, también publicado en LL del 22 de noviembre de 1978,
fallo 76.589).
Además, se ha decidido que no puede alegar buena fe la esposa respecto del impedimento de ligamen que
afectaba al marido, si ambos se domiciliaban en la República y se casaron en el extranjero (CNCiv. Sala D, abril
27-978, JA 1978-III-525). En otro caso se resolvió que en principio debe calificarse de mala fe al contrayente
que celebró un nuevo matrimonio estando casado, sin que las primeras nupcias estuviesen disueltas o
anuladas (CNCiv. Sala G, oct. 29-985, LL 1986-B-408).
Cabe concluir que la buena fe es un elemento tipificador del matrimonio putativo, distinguiéndolo como una
categoría especial, y además califica la nulidad determinando efectos particulares. Por ende, no puede
considerársela como un concepto independiente sino que requiere como sustento previo y necesario que se
haya decretado la nulidad que aquella buena fe va a calificar. Sostener lo contrario, como se dijo, sería
equivalente a admitir que pueda hablarse, para imputar consecuencias, de cónyuge inocente o culpable, sin
una previa sentencia que decrete el divorcio (Maffia, Jorge O. Bigamia y vocación sucesoria, JA 1977-III-115).
Cabe concluir, entonces, que si bien la buena fe se presume y es la mala fe la que debe ser demostrada, este
principio general no es absoluto, pues cabe apartarse del mismo no solo cuando se proporciona la prueba de
la mala fe, sino también cuando ésta surja de las circunstancias del caso.
De acuerdo a los principios expuestos entiendo que se ha acreditado la mala fe de la demandada, por lo que
propondré la confirmación de la sentencia.
1.- No se encuentra en discusión en estas actuaciones ni en los incidentes plantados en el juicio sucesorio que
los contrayentes del matrimonio en Paraguay se domiciliaron siempre en la Argentina y fueron a contraer
matrimonio en aquel país. Esta circunstancia, a mi criterio, resulta decisiva para presumir que ambos conocían
el impedimento que les impedía contraer matrimonio en nuestro país.
2.- Tampoco se encuentra controvertido que la demandada mantenía relación estrecha con la familia de Carlos
Carreras Saavedra, de ello también dan cuenta las fotografías agregadas al expediente, así como que fue
nombrada madrina de los hijos de la actora, a su vez hija del causante, carácter éste reconocido por Lucrecia
Mariñas (véase también informe de la Basílica Nuestra Señora del Socorro a fs. 316). Además, de la presencia
de parientes del causante en la ceremonia religiosa que se celebró después del fallecimiento de la esposa de
Carreras Saavedra (conf. informe de la Parroquia Madre Admirable a fs. 337).
3.- Otro aspecto relevante que resulta llamativo, dado el profundo sentimiento religioso de ambos
contrayentes (véase contestación de demanda a fs. 204, últimos párrafos), es que éstos esperaron el
fallecimiento de la esposa del causante el día 3 de octubre de 2000, para celebrar matrimonio religioso el 17
de diciembre de 2002. Cabe preguntarse por qué no lo celebraron al contraer matrimonio en la República de
Paraguay y la respuesta vuelve a ser la misma, porque conocían el impedimento de ligamen.
De la misma manera, el causante y la demandada también dicen ser de estado civil divorciado y soltera
respectivamente, en la escritura de fecha 28 de octubre de 1997, de cancelación de usufructo, acompañada
en copia certificada a fs. 289/292).
5.- Cabe destacar también que esas escrituras reflejan que las partes del matrimonio extranjero celebraron
contratos prohibidos entre cónyuges, cubriendo los intereses de la demandada, quien a esta altura puede
afirmarse sabía de la invalidez de aquel acto matrimonial.
6.- La prueba testimonial producida en estas actuaciones dan cuenta del concubinato de la demandada con el
causante por muchos años, aunque también surge de esas declaraciones que todos sabían de la imposibilidad
de Carlos Carreras Saavedra de contraer nuevo matrimonio pues si bien se había divorciado de su esposa, se
trataba en ese entonces de una separación que no disolvía el vínculo matrimonial. Especialmente Gloria
Raquel Buzzo quien a fs. 365 expresa que conoció a la demandada inmediatamente después del matrimonio
en el extranjero, y que desde que trató a los dos contrayentes juntos ha hablado con ellos del primer
matrimonio del causante con Teresa Lamarca, sin que tal cosa haya sorprendido a Lucrecia Mariñas en ese
momento, por lo que se desprende que ésta conocía ese matrimonio anterior.
En este aspecto, cabe destacar que en la apreciación de la prueba testifical el magistrado goza de amplia
facultad; admite o rechaza la que a su criterio indique como acreedora de mayor fe, y descarta la incongruente
o inverosímil, en concordancia con los demás elementos de mérito que obren en el expediente (CNCiv. Sala
H, dic. 20/2002, Lexis 1/5516135; CNCiv. Sala M, octubre 31/1990, Lexis, 2/13100; CNCiv. Sala D, feb.22-2007,
Lexis 1/70037544-1; CNCom. Sala B, abril 13-2007, Lexis 1/1022623).
En efecto, el peso del testimonio debe ser valorado de acuerdo a la sana crítica tomando en cuenta factores
individuales y conjuntos, subjetivos y objetivos. Entre los primeros, los testimonios respecto de los demás
testigos, en conjunto con relación a las demás pruebas que la causa ofrezca. Factores subjetivos de idoneidad
del testigo y objetivos por el testimonio mismo, en su relación interna y externa de los hechos, por su
verosimilitud, coherencia, etc. (CNCiv. Sala H, junio 28-2001. JA 2002-III-síntesis).
Por ello, en cuanto a la impugnación que hiciera la demandada del testigo José Barral Curtis, lo cierto es que
analizando su testimonio no me cabe duda de la parcialidad del contenido de esa declaración, pero ello no
cambia las conclusiones a la que he arribado, pues esta declaración no resulta relevante para la calificación
de la mala fe de la contrayente.
Por las consideraciones expuestas y si mi voto fuera compartido propongo a mis distinguidos colegas de Sala
confirmar la sentencia en todo lo que decide y fue materia de agravios. Con costas de alzada a la demandada
que resulta vencida (art. 68 del Código Procesal).
El Dr. Domínguez y el Dr. Ameal por las razones y consideraciones aducidas por la Dra. Hernández votan en el
mismo sentido a la cuestión propuesta.
Se deja constancia que la difusión de la presente resolución se encuentra sometida a lo dispuesto por el art.
164, segundo párrafo del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y art. 64 del Reglamento para la Justicia
Nacional. En caso de su publicación, quien la efectúe, asumirá la responsabilidad por la difusión de su
contenido.
Regístrese de conformidad con lo establecido con el art. 1° de la ley 26.856, art. 1 de su Decreto Reglamentario
894/2013 y arts. 1, 2 y Anexo de la Acordada 24/13 de la CSJN.- L. B. Hernández. C. A. Domínguez. O. J. Ameal.
S., G. A. c. I., A. C. s. divorcio art. 214, inc. 2° C.C. Juz. Nac. Civ. 25, 26/08/10
Autos y vistos:
La solicitud de inscripción de la sentencia de divorcio dictada entre las partes y planteo de inconstitucionalidad
de los arts. 75 y 78 de la ley 26.413, introducido a fs. 74;
Y considerando:
1) A fs. 42 se solicitó a las partes que como previo a la inscripción del divorcio en esta jurisdicción, debía
acreditarse su toma de razón en el lugar donde se celebró el matrimonio, en este caso, la ciudad de Miami,
Estado de Florida, Estados Unidos (conf. art. 75 de la ley 26.413/08).
Tal solicitud fue reiterada por el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas a fs. 43, de modo que a
fs. 52 vta., se ordenó librar exhorto diplomático a tales fines, con los recaudos de estilo. Sin embargo, a fs. 73
el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, informa que tal rogatoria no ha sido
diligenciada toda vez que no existe con Estados Unidos de América Convenio sobre Reconocimiento de
Sentencia Extranjera. En tal sentido, a los efectos de lograr la inscripción de la sentencia en su lugar de origen,
el requirente deberá tramitar, a través de un abogado local, un exequatur en la jurisdicción en donde se
pretende su inscripción.- En este contexto, es que el Sr. S. –como cónyuge interesado- introduce el planteo de
inconstitucionalidad de los arts. 75 y 78 de la ley 26.413, por considerar que por los altos costos que implicaría
contratar un abogado que realizara el trámite de inscripción pertinente en los Estados Unidos, las citadas
disposiciones vulneran el derecho de acceso a la justicia, constituyendo una exigencia irrazonable de la
normativa registral.-
II) Sostiene Bidart Campos que el control judicial de constitucionalidad, y la eventual declaración de
inconstitucionalidad de una norma o un acto, es un deber (u obligación) que implícitamente impone la
Constitución formal a todos los tribunales del poder judicial cuando ejercen su función de administrar justicia,
o cuando deben cumplir dicha norma o dicho acto (conf. Bidart Campos, Germán, Tratado Elemental de
Derecho Constitucional Argentino. Nueva edición ampliada y actualizada a 1999-2000, t. lA, Ediar, Buenos
Aires, 2000, p. 403).
Ahora bien, en reiteradas oportunidades el Máximo Tribunal nacional ha sostenido que “la declaración de
inconstitucionalidad de una norma legal es un acto de suma gravedad institucional que debe ser considerado
como ultima ratio del orden jurídico” (Fallos, 307:531), siempre que la violación de la Constitución sea
manifiesta e indubitable y, de una entidad tal, que justifique la abrogación de la norma.
Tal es el caso en que se demuestre que la aplicación de una norma –al menos en un supuesto concreto- implica
la vulneración de uno o más derechos fundamentales reconocidos en el texto original de nuestra Carta Magna
y en los diversos instrumentos de derechos humanos que conforman el bloque de constitucionalidad (conf,
art. 75 inc. 22°, CN).
Para determinar si una norma vulnera derechos humanos emergentes de este bloque constitucional es preciso
hacer un análisis desde el llamado principio de proporcionalidad, contenido en cierta medida en el art. 28 de
nuestra Carta Magna (que en rigor habla del principio de razonabilidad). El principio de proporcionalidad –
como su nombre lo indica- permite auscultar si la intervención en un derecho fundamental a través de una
norma o acto de los poderes estatuidos o particulares es o no proporcionada y, en consecuencia, si supera o
no el test de constitucionalidad.
Para ello, es necesario examinar los tres subprincipios contenidos en la regla de proporcionalidad: la
idoneidad, la necesidad y la proporcionalidad en sentido estricto (conf. Bernal Pulido, Carlos, El principio de
proporcionalidad y los derechos fundamentales. El principio de proporcionalidad como criterio para
determinar el contenido de los derechos fundamentales vinculante para el legislador, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, Madrid, 2003, ps. 75 y ss.).
En este sentido, según el subprincipio de idoneidad, toda intervención legislativa en los derechos
fundamentales debe ser adecuada para contribuir a la obtención de un fin constitucionalmente legítimo. De
acuerdo con el subprincipio de necesidad, esta medida debe ser además la más benigna con el derecho
intervenido, entre todas aquellas que revisten por lo menos la misma idoneidad para contribuir a alcanzar el
objetivo propuesto. Por último, conforme el subprincipio de proporcionalidad en sentido estricto, la
importancia de la intervención en el derecho fundamental debe estar justificada por la trascendencia de la
realización del fin perseguido con la intervención legislativa. Ello significa que las ventajas que se obtienen
mediante dicha intervención deben compensar los sacrificios que ésta implica para los titulares y para la
sociedad en general (conf. Bernal Pulido, Carlos, op. cit., ps. 35 y ss. y 686 y ss.).
Desde esta perspectiva, entonces, examinaré si las normas cuya constitucionalidad aquí se discute
efectivamente intervienen en el derecho al acceso a la justicia, para determinar si esa intervención es
proporcionada y configura sólo una restricción razonable y justificada o, por el contrario, resulta
desproporcionada –al menos en el caso concreto- de modo que se alza como una vulneración de este derecho
y, por ende, debe ser considerada inconstitucional.
III) Las normas aquí debatidas han sido incorporadas como “novedades” por la ley 26.413 de “Registro de
Estado Civil y Capacidad de las Personas”, no exigidas en su momento por el derogado decreto ley 8.204/63.
La primera, es el art. 75 de la ley, que dispone: “Las inscripciones asentadas en los libros de extraña
jurisdicción, no podrán ser modificadas sin que previamente lo sean en su jurisdicción de origen”, la segunda,
es el art. 78 de la misma norma, por el cual “Todas las resoluciones judiciales que den origen, alteren o
modifiquen el estado civil o la capacidad de las personas, deberán ser remitidas al Registro de origen de la
inscripción para su registro. En todos los casos, los jueces, antes de dictar sentencia, deberán correr vista a la
Alega el peticionante que en el caso de autos, la inconstitucionalidad de tales disposiciones resulta en concreto
de la falta de convenio de reciprocidad con los Estados Unidos para inscribir la sentencia de divorcio vía
exhorto diplomático, y la necesidad de hacerlo mediante la contratación de un abogado local que inicie un
exequatur en la jurisdicción donde se pretende su inscripción. Ello conlleva costos altísimos que convertiría
“en letra muerta la garantía del acceso a la justicia” (ver fs. 74).
El acceso a la justicia o derecho a la jurisdicción –como un aspecto del derecho a la tutela judicial efectiva- ha
sido conceptualizado por nuestra Corte Suprema como el derecho a ocurrir ante un órgano judicial en procura
de justicia. En conexión con el mismo, el nuevo derecho procesal viene hablando de “acceso a la justicia” con
un enfoque que toma en cuenta las disponibilidades reales y efectivas (incluso materiales) con que cuenta el
justiciable para obtener en tiempo razonable una decisión justa y fundada en derecho (ver Gozaíni, Osvaldo
A., Introducción al nuevo derecho procesal, Astrea, Buenos Aires, ~1988).
De lo que se trata, ciertamente, es de remover los obstáculos sustanciales, formales y procesales, y/o reales
que impidan a las personas concretar la satisfacción de sus derechos y obtener una respuesta a sus demandas.
A la luz de los principios esbozados, resulta a mi juicio evidente que la exigencia de realizar un trámite de
exequatur previo a través de un abogado que esté habilitado para ejercer la profesión en los Estados Unidos,
como requisito indispensable para inscribir aquí la sentencia de divorcio entre las partes, deviene un obstáculo
en el acceso a la justicia.
Ello por dos razones, en primer lugar porque evidentemente los costos de este trámite puede presumirse son
muy elevados, y también es posible inferir que en los Estados Unidos un ciudadano extranjero no debe tener
acceso a los servicios jurídicos gratuitos. Por otra parte, ello importaría para el requirente trasladarse a tal
país para realizar los trámites pertinentes, lo que resulta un absurdo si se considera la dilapidación de recursos
y de tiempo que ello implica. Tampoco en nuestro país existe un servicio gratuito para llevar adelante este
tipo de trámites, pues nótese que es el propio Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto el que dictamina a
fs. 73 que el peticionante deberá realizar el trámite mediante un abogado norteamericano. Ciertamente, no
parece justo que el justiciable deba cargar sobre sus espaldas la falta de convenios de reciprocidad para este
tipo de trámites entre nuestro país y los Estados Unidos.
En segundo término, esta exigencia previa se alza también como un obstáculo para acceder en un tiempo
razonable a la requisitoria del demandado, que es nada más y nada menos que la inscripción de la sentencia
de divorcio vincular para que pueda producir efectos frente a terceros. Adviértase en tal sentido que desde el
dictado de la sentencia pertinente, el 22 de octubre de 2009 (ver fs. 38), hasta la actualidad han transcurrido
más de diez meses que se han evaporado casi exclusivamente en trámites engorrosos que, además, no han
llegado a buen puerto. Ello no sólo afecta el derecho de ambas partes de regularizar su situación civil, por
ejemplo, si alguna de ellas deseara volver a contraer nupcias, sino también podría afectar derechos o intereses
de terceros, especialmente en aspectos de índole patrimonial, incidiendo también en la seguridad jurídica que
se pretende reine en el ámbito contractual.
Todo lo expuesto me lleva a sostener que evidentemente, al menos en el caso concreto, ante las exigencias
particulares de litigar en extraña jurisdicción para acceder a la inscripción de la sentencia de divorcio, lo
normado por el art. 75 y el art. 78, primera parte, de la ley 26.413 resulta una intervención en el derecho al
acceso a la justicia que deviene irrazonable. Ello en tanto no se encuentra justificada por un fin constitucional,
un derecho fundamental, o un interés del Estado de valor superior que pretenda ampararse con esta exigencia
formal que –repito- recién fue introducida por la ley 26.413. Y es que la trascendencia del fin perseguido al
incorporar este requisito, que no es otro que asegurar que se registre la disolución del matrimonio en la
Por todo lo cual, oída la Sra. Fiscal a fs. 79, resuelvo: a) Declarar para el caso concreto la inconstitucionalidad
de la aplicación de los arts. 75 y 78, primera parte, de la ley 26.413. b) Ordenar la inscripción de la sentencia
de divorcio de los cónyuges G. A. S. y A. C. I., dictada con fecha 22 de octubre de 2009, junto con el matrimonio
entre las partes celebrado el 27 de febrero de 2002, en la Ciudad de Miami, Estado de Florida, Condado de
Dade, Estados Unidos. A sus efectos, líbrese oficio al Registro Civil con los recaudos de estilo, debiendo
acompañarse la documentación pertinente. c) Notifíquese y al Ministerio Fiscal en su despacho.-- L. C. Aón.
El documento de f. 4 no es partida de matrimonio, único documento cuya inscripción procedería (art. 54, inc.
3º, ley 1565), ni por lo demás, está legalizado ni autenticado en forma alguna, cosa que apunto a sólo título
ilustrativo.
En cuanto a la libreta de f. 3, si bien no se encuentra traducida al idioma nacional surge a la vista que es un
pasaporte emitido por las citadas autoridades. Finalmente, el de f. 4, tampoco constituye la partida o
certificado que se pretende, sino sólo una constancia de la filiación de Ivy Tang de Wong y su valor probatorio
es tanto más discutible si se tiene presente que no reviste los recaudos formales que la ley nacional exige para
su validez.
Por lo expuesto, no siendo de aplicación al sub judice lo dispuesto por el art. 54 de la ley 1565 y de conformidad
con lo dictaminado por el agente fiscal, resuelvo no hacer lugar a la inscripción de matrimonio peticionada,
en base a la documentación de referencia.- C. Maturana.
Mantengo la oposición del agente fiscal a la inscripción del matrimonio que invoca la recurrente.
La celebración de ese matrimonio no ha sido probada, desde que no se ha presentado ningún documento que
lo demuestre y los que se invocan, son insuficientes a ese efecto, por las razones expresadas en la resolución
recurrida.
Por otra parte, la disposición del art. 54 de la ley de Registro Civil no se refiere a matrimonios celebrados en
el extranjero, sino fuera de la jurisdicción de la Capital Federal y territorios nacionales, pero dentro del
territorio de la República y ese no es el caso de autos.
El Dr. Tobal dijo: La petición formulada por Ivy Tang de Wong y Alejandro Wong suscita dos cuestiones: 1º) si
procede encuadrar en lo dispuesto por el art. 54 de la ley de Registro Civil, el pedido en cuanto tiende a que
se inscriba un matrimonio que se dice celebrado en el territorio de la República China, y 2º) si realmente los
elementos acompañados a los autos demuestran la existencia de ese matrimonio, que en caso de ser
afirmativa la respuesta a la cuestión anterior, pudiera inscribirse.
El juez ha entendido que el caso de autos no es ninguno de los contemplados en el art. 54 de la citada ley,
concordando al efecto con el dictamen del agente fiscal, que corre a f. 7, que también hace suyo el fiscal de
esta cámara.
Yo entiendo lo contrario, y a ese fin, para fundar mi opinión, voy a referirme con detenimiento a los
antecedentes de la ley de Registro Civil. Como es notorio, durante la primera presidencia del Gral. Roca, siendo
Ministro de Justicia el doctor Wilde, el Poder Ejecutivo remitió un proyecto sobre registro del estado civil de
las personas, al Senado, haciéndolo extensivo a toda la República. La alta Cámara lo sancionó textualmente,
pero restringiéndolo a la Capital y territorios nacionales. Abonó ese cambio las preocupaciones del Senado,
acerca de si el Congreso tenía facultad para legislar en la materia para toda la República. Con la limitación que
señalo, el proyecto pasó a la Cámara de Diputados, donde fue objeto de ligeras modificaciones. En la sesión
del 17 de octubre de 1884 (D. ses. Dipts., de dicho año, t. 2) comenzó la discusión. Informó el Diputado Isaías
Gil, y luego de discutirse y modificarse en algunos puntos, fue aprobado, ocupándose la Cámara del mismo,
también en la sesión del 18 de octubre. Debo recordar que la ley de Registro Civil se votaba estando vigente
el título del matrimonio del código, esto es, sin que todavía rigiera la ley de matrimonio civil, que habría de
sancionarse años más tarde. Hago esta advertencia, porque a raíz de la sanción de esta última, tuvieron que
modificarse o derogarse parte de los artículos que se referían al matrimonio, pero como lo que nos interesa
ahora es un punto para el que resulta indiferente la sanción de la ley posterior, voy a estudiar la discusión de
los artículos a que vengo refiriéndome, porque ha de verse entonces, que el alcance que acuerdo al texto, se
encuentra justificado en la discusión de la ley. El art. 54 (era 55 en el proyecto de la Comisión de Legislación
de la Cámara de Diputados) tiene cuatro incisos. El texto dice así: “Se inscribirá en el libro de los matrimonios:
1º) Los que se celebren en la Capital y en los territorios nacionales; 2º) Los que se celebren fuera de las
jurisdicciones expresadas, si el marido tuviera su domicilio en ella; 3º) Toda partida de matrimonio cuya
inscripción se solicite; 4º) Las sentencias ejecutoriadas en que se declare la nulidad del matrimonio o se
decrete el divorcio”.
De estos tres incisos, prescindiremos del último, que no nos interesa. El primero, es relativo a los matrimonios
que se celebren en la Capital o territorios nacionales, ordenando el inciso, que ellos deben ser inscriptos
(recuérdese que se trata de los matrimonios religiosos, del código de Vélez). El art. 55 de la ley (56 del
proyecto) impone al marido presentar, para ser inscripta, la copia de la partida que compruebe el acto,
suscripta por el párroco, pastor o ministro de la religión en cuyo rito se hubiere celebrado. El inc. 2º se coloca
en el caso de que los matrimonios se contraigan fuera de las jurisdicciones expresadas en el anterior –Capital
y territorios- y ordena que el matrimonio se inscriba en el libro, siempre que el marido tuviera su domicilio en
la Capital o en el territorio. Ahora, ¿este texto ha querido referirse a los matrimonios celebrados sólo en el
resto del país que no sea el lugar del domicilio del marido que el inciso supone en la Capital o en algún
territorio? La disposición es amplia, pero no obstante ha sido interpretada por lo general como que se refería
a los matrimonios contraídos dentro de la República. Sin embargo, la discusión parlamentaria permite
sostener lo contrario.
El diputado Abel Ortiz, que también firmaba el despacho, terció entonces, replicando a Puebla, y dijo: “En
primer lugar, debe tener presente el señor diputado que la constatación de ciertos hechos que se refieren a
las relaciones de las personas, nunca puede ser perjudicial para nadie. En segundo lugar, el señor diputado se
ha dado ya a sí mismo la razón de esta disposición. El dice: ¿por qué razón se ha de hacer constar el hecho del
matrimonio de una persona que está domiciliada en la Capital, simplemente porque ella, por un incidente
cualquiera, haya salido de su domicilio para celebrarlo? Precisamente por eso: porque tiene su domicilio en la
Capital, y sólo por una incidencia ha salido a contraer matrimonio fuera de este domicilio, precisamente por
el hecho de salir de su domicilio a ejecutar un acto jurídico” (p. 254).
El señor Puebla insistió: “¿Con qué facultad el Congreso va a disponer que los que se han casado en el
extranjero tienen la obligación de hacer esta inscripción, como única prueba legal del acto?”. El diputado Ortiz
replicó: “Con la facultad de que todo el país tiene de establecer las condiciones que deben revestir las pruebas
ante sus propios tribunales”. Y más adelante agregó: “Ese acto (refiriéndose al matrimonio celebrado en el
extranjero), no se podrá presentar en juicio sin que previamente sea anotado en el Registro creado por esta
ley; ‘pero el acto que venga de Francia’, por ejemplo, acreditando el matrimonio, sin agregarle ningún
elemento probatorio, irá a la oficina de Registro, será anotado, y entonces hará fe ante los tribunales
argentinos. Esto no le da fuerza probatoria; es para los efectos de la estadística, para los efectos de economía,
pues sólo se trata de una ley de economía social. Nosotros no creamos nada; los elementos probatorios del
acto celebrado en país extranjero quedan los mismos y, naturalmente, hacen fe aquí; sólo se trata de la
inscripción del acto. Y así decimos: la legitimación verificada en país extranjero se inscribirá aquí,
inscribiéndose íntegros los documentos que la acrediten con arreglo a las leyes del país en que se ha verificado.
No es más que una protocolización. La ‘lex loci’ se respeta perfectamente por esta ley” (p. 525).
Así fue votado el asunto, y si las palabras que preceden son tan categóricas para referirse a inscripciones de
matrimonios celebrados, tanto en las otras jurisdicciones del país, cuanto en el extranjero, cuando se imponen
porque el marido tuviera su domicilio en la Capital o territorios, con igual razón debe acordarse al inc. 3º -que
Salvat opina lo contrario en su “Parte General” (ps. 246/7, núm. 566), cuando dice, luego de transcribir el inc.
3º: “Este inciso se refiere a la inscripción de partidas extraídas de los libros parroquiales anteriores a la vigencia
de la ley de Registro Civil. Responde al propósito de facilitar a los interesados su conservación en los libros del
Registro, pero no se aplica a partidas otorgadas en el extranjero”. Ello es una mera opinión personal, que para
mi no tiene base ni en la letra ni en los antecedentes parlamentarios que he señalado.
Pero veamos lo relativo a la segunda cuestión. Los recurrentes pretenden que su matrimonio fue celebrado el
29 de julio de 1932 en la ciudad de Hong Kong, aduciendo para certificar esa circunstancia, que como en China
no existe Registro Civil, no pueden acompañar la partida, pero que esa unión resulta comprobada por el hecho
de que el pasaporte de doña Ivy aparece visado por el vicecónsul argentino en Hong Kong, el 14 de noviembre
de 1932, y luego, en las constancias del certificado de f. 4, que suscribe Henry E. Chang, ministro de la
República de China en Chile, documento según el cual la señora de Wong había contraído matrimonio con
Alejandro Wong el 29 de julio de 1932.
El juez considera que la celebración del matrimonio no ha sido probada, y esa misma opinión es la que sustenta
el dictamen fiscal de f. 19. Creo que asiste razón al a quo. El certificado del pasaporte, si bien expresa que el
pedido de la señora de Wong para viajar con su esposo, Alejandro, a la Argentina, “ha sido verificado y hallado
verdadero”, no constituye por sí, una prueba que acredite el matrimonio. Es una mera referencia incidental –
como dice el juez- contenida en un certificado de buena conducta, extendido sólo a los efectos de permitir un
viaje. En cuanto al documento de f. 4, si bien la legación china en Santiago afirmaría que la señora Ivy contrajo
matrimonio con Wong, en julio 29 de 1932 –certificado que se expresa, se ha extendido con la documentación
tenida a la vista- tampoco puede constituir una prueba de matrimonio, ello aparte de que dicha pieza aparece
sin los recaudos necesarios para su autenticidad en la República.
El memorial de f. 16 insiste en que como en China no hay Registro Civil, el matrimonio se ha celebrado con
arreglo a la costumbre. Pero el que ello sea así, no implica que tal circunstancia no haya debido probarse. Si
fuera exacto lo que aducen los presentantes acerca de la inexistencia de Registro Civil en China y de un
matrimonio celebrado de acuerdo con las “mores mayorum”, ello no implicaría que no pudiera justificarse. Se
repetiría el caso de Roma, en que, como es notorio, el Estado hasta Justiniano no intervino en la celebración
de los matrimonios; pero ello no fue óbice para que la existencia de aquéllos que justificase, prueba tanto más
necesaria, toda vez que, como en las leyes romanas se permitía el concubinato, que asimismo constituía una
unión verdadera, era necesario distinguir el matrimonio “justae nuptiae” del concubinato, prueba que se
realizaba sobre la base de presunciones y actos que demostrasen la existencia de los verdaderos cónyuges,
del “affectus maritalis”, que comportaba todo matrimonio. Por estos fundamentos y los del dictamen fiscal
de f. 19, considero que debe confirmarse la sentencia apelada.
Los doctores Mendonca Paz y Grandoli, por razones análogas a las aducidas por el doctor Tobal, votaron en el
mismo sentido.
Por lo que resulta de la votación de que instruye el acuerdo que precede, se confirma la sentencia apelada.-
M. Grandoli. G. F. Tobal. R. Mendonca Paz
Autos y vistos: para resolver sobre el recurso de apelación interpuesto por la parte actora contra la sentencia
interlocutoria de fs. 119/20. El memorial de agravios obra a fs. 128/33 y fue contestado a fs. 135/9.
La cuestión centra en la discusión que entablan las partes acerca de si M. D., de nacionalidad francesa, nacido
el 6 de mayo de 1983, en Maisons Alfort (Val de Marne), Francia, del matrimonio que formaban T. M. C. y O.
A. D. ha arribado a la mayoría de edad, conforme al derecho francés que la fija en los 18 años o bien
continuaba, al tiempo de los hechos litigiosos, siendo menor de edad, conforme al derecho argentino, hasta
los 21 años.
Como bien señala el Señor Defensor de Menores de Cámara a fs. 145, M. D., entretanto, ha alcanzado esta
última edad y adquirido la mayoría, por lo que se abstuvo de dictaminar. Empero, la cuestión no por ello
resulta abstracta, habida cuenta la existencia de cuotas alimentarias que la madre reclama impagas en el
incidente sobre ejecución de alimentos, que comprenden períodos durante los cuales M. no () era mayor
conforme al derecho argentino.
La llegada a la mayoría de edad se rige, en principio, por el derecho del domicilio de la persona de cuyo arribo
a la mayoría se trate, conforme al criterio general que respecto de la capacidad adopta el Derecho
Internacional Privado argentino, según resulta de los arts. 6 y 7 del Código Civil.
Cuestiones singulares se articulan ante el cambio de domicilio entre diversos países, cuyos derechos
materiales (derecho privado, derecho civil) poseen soluciones diversas acerca del momento de la
emancipación por mayoría de edad. La cuestión no presenta problemas cuando el menor de cuyo arribo a la
mayoría de edad se trata muda domicilio conjuntamente con sus progenitores o quien ejerce la patria
potestad, representantes legales. En ese caso, se aplica, desde el cambio de domicilio, el derecho del país de
ese nuevo domicilio, y si conforme a estas leyes el menor adquiriría mayoría a una edad menor, a la cual ya
ha arribado el sujeto, así ocurrirá desde el cambio de domicilio.
No es el caso de autos el del traslado de domicilio por parte de quien siendo mayor o emancipado según las
leyes de su domicilio anterior (Francia o Italia, v.gr., donde la mayoría es a los 18 años), lo traslada, por
ejemplo, a la República Argentina, según cuyas leyes la mayoría se adquiere a los 21 años. El tema está resuelto
en el art. 139 del Código Civil, según el cual quien "fuese ya mayor o menor emancipado según las leyes de su
domicilio anterior, y no lo fuese por las leyes de este Código, prevalecerán en tal caso aquéllas sobre éstas,
reputándose la mayor edad o emancipación como un hecho irrevocable". Ambos Tratados de Montevideo de
Derecho Civil Internacional, de 1889 y 1940 resuelven la cuestión de manera similar, disponiendo sus arts. 2
que "el cambio de domicilio no altera la capacidad adquirida por emancipación, mayor edad o habilitación
jurídica" (1889) y que "el cambio de domicilio no restringe la capacidad adquirida" (1940).
La cuestión es más compleja si la persona tiene su domicilio de derecho en el país donde se domicilia su
representante legal, según cuyas leyes sería menor de edad y domicilio de hecho o residencia estable en otro
en el cual ya habría arribado a esa mayoría. Como enseña la doctrina, se presenta en este caso una suerte de
círculo vicioso como señala Berta Kaller de Orchansky (Manual de Derecho Internacional Privado, Plus Ultra,
Buenos Aires, 1979, pág. 176 y ss.) autora que explica con relación a este problema la superioridad de la
concepción objetiva del domicilio por sobre la clásica y señala además que, con un criterio estricto y fiel a esa
concepción clásica, los menores y los no emancipados no podrían mudar domicilio porque son incapaces,
pudiendo operar el cambio sólo sus representantes legales. Se configura, pues, tal círculo vicioso. Esto así, por
cuanto la llegada a la mayoría de edad se rige, como se dijo, por el derecho domiciliario de la persona de que
En el que Salvat narra al escribir su obra como el único caso de jurisprudencia por él conocido sobre el punto,
la hija del famoso literato español, Ramón del Valle Inclán, María Beatriz, dejó España donde se domiciliaba
con su madre viuda que allí permanecía, para dirigirse a París y luego a Chile en el año 1939, entrando luego
a nuestro país en calidad de turista, donde se suscitó una cuestión por la repatriación que había dispuesto su
madre. Encontrándose ya embarcada enfermó, por lo cual se procedió a su internación en un establecimiento
de salud, cumpliendo 22 años (límite entonces de la ley civil argentina) solicitando la interesada al Asesor de
Menores tramitase el reconocimiento de su mayoría ante el juez argentino. Denegada la petición en primera
instancia, esta Cámara, mediante intervención de su Sala 2a., el 7 de mayo de 1942, revocó el
pronunciamiento, por los fundamentos del señor Fiscal de Cámara, Jorge Figueroa Alcorta. Se argumentó que
la circunstancia de que la interesada cambiase domicilio por sí misma, mientras fuera menor de edad según
las leyes de su anterior domicilio, no impedía que rigiese el caso el art. 138 antes transcripto, teniendo en
cuenta, además, que no se trataba de una evasión ya que el alojamiento de su país de origen lo había sido con
fondos suministrados por su madre. Se añadió que la circunstancia de que los incapaces tengan el domicilio
de sus representantes y no puedan, por ende, crearse uno propio, no tiene el mismo alcance en el orden
internacional, desde que cuando un individuo llega a los 22 años cesa precisamente su incapacidad para la ley
argentina, quedando por tanto habilitado para establecer aquí su domicilio, con todas las consecuencias que
de ese hecho derivan (Raymundo M. Salvat "Tratado de Derecho Civil Argentino - Parte General, 10a. edic.,
actualizada por Víctor N. Romero del Prado, Tipográfica Editorial Argentina, Buenos Aires, 1958, I, nros. 1167/9
y nota 24, págs. 643 a 646). El fallo se encuentra publicado en LL 26-573 y en JA 1942-II-789).
Argumento capital del Dr. Figueroa Alcorta fue señalar que el art. 138 carecería de aplicación práctica si, como
se pretendía, el directamente interesado no tuviera capacidad para cambiar por sí mismo su domicilio de un
país extranjero al territorio de la República mientras fuera menor, según las leyes de aquél, y a pesar de haber
alcanzado aquí el límite de edad fijado por nuestro Código Civil.
Al referirse al problema, Goldschmidt señala la justicia de la solución contemplada en el art. 138, "porque la
adquisición de la mayoría de edad mira hacia lo por venir y da al joven la facultad de organizar a partir de ese
momento su vida por actos propios, mientras que la cancelación de la patria potestad no deja de ser un
subproducto" (Werner Goldschmidt "Derecho Internacional Privado - Derecho de la tolerancia", novena
edición, Lexis Nexis Depalma, Buenos Aires, 2002, nros. 200, 204 y 205, págs. 216 y ss.).
Es decir que al tránsito de la minoría a la mayoría de edad no se aplica lisa y llanamente la ley domiciliaria,
sino que debe atenderse al cambio de estatutos que implica la mudanza del domicilio de hecho o residencia
estable, debiendo aplicarse en todos los casos, la ley más favorable a la mayoría de edad o la emancipación
(autor citado, op.cit. y "Sistema y Filosofía del Derecho Internacional Privado", segunda edición, Ediciones
Jurídicas Europa-América, Buenos Aires, 1954, t. II, pág. 139).
Explica Boggiano que el art. 138 puede ser considerada como una norma que resuelve el caso del cambio de
estatutos o conflicto móvil, determinando el momento decisivo del punto de conexión en el domicilio actual
de la persona y que en el caso de la persona que no tiene capacidad para mudar por actos propios su domicilio,
según la ley de su domicilio anterior, para apreciar si la posee no es aplicable el derecho del anterior domicilio
sino las normas materiales del derecho internacional privado argentino, concretamente el art. 138 (Derecho
La doctrina iusprivatista es unánime en señalar que corresponde la aplicación analógica de esos artículos
(Goldschmidt, "Derecho… cit.", pág. 224; Víctor N. Romero del Prado, "Derecho Internacional Privado", ed.
Assandri, Córdoba 1961, t. II, págs. 46/8 autor que recuerda la opinión favorable de Carlos María Vico para el
supuesto que plantea, "porque hay identidad de motivos y entonces, esa persona deberá ser considerada
capaz, deberá reconocérsele, no obstante la incapacidad del primitivo domicilio, la capacidad para cambiar de
domicilio"; Kaller de Orchansky, op. y loc. cit., implícitamente, al referir y comentar los casos Valle Inclán y
Berman; igualmente Sara L. Feldstein de Cárdenas, "Derecho Internacional Privado", Parte Especial, ed.
Universidad, Buenos Aires, 2000, págs. 64 a 67, Carlos Alberto Lazcano, "Derecho Internacional Privado",
Editora Platense, La Plata, 1965, pág. 202; Boggiano, "Derecho…" cit., págs. 335/6 y "Curso…" cit., pág. 363;
Diego P. Fernández Arroyo, en la obra colectiva "Derecho Internacional Privado de los Estados del Mercosur",
que lo tiene por coordinador, Zavalía, Buenos Aires, 2003, cap. 13, n° 494, pág. 522/3).
Similar criterio se encuentra en la doctrina de los autores de Derecho Civil (por ej., Julio César Rivera en la obra
colectiva bajo la dirección de Belluscio y coordinación de Zannoni, "Código Civil y leyes complementarias…",
Astrea, Buenos Aires, 1978, t.1, pág. 544).
Así aconteció esa aplicación analógica en el caso de Evelina F. G. Berman, que encontrándose en Israel, país
donde la mayoría de edad se adquiere con 18 años, deseaba contraer matrimonio, a lo que se oponían sus
padres. En las actuaciones iniciadas para obtener la venia judicial supletoria del consentimiento que los padres
le negaban a efectos de regresar al país con la finalidad de tramitar la venia aetatis, el asesor de Menores de
esta Cámara, Alberto M. Justo, sostuvo que la supuesta menor no lo era tal para el ordenamiento jurídico
israelita como tampoco para el sistema legal argentino, en función de lo previsto en los arts. 138 y 139 del
Código Civil. La Sala C, con firma de los Dres. Chute, Boffi Boggero y Gondra, resolvió el 30-12-1957, en el
mismo sentido, destacando que "si bien es cierto que ambas normas solamente tienen en vista el cambio de
domicilio existente en el Estado extranjero al territorio de la República, la doctrina acepta también y,
generalmente, la misma solución para los casos de cambio de domicilio existente en la República al territorio
de un Estado extranjero al territorio de otro Estado extranjero" (sentencia publicada en JA 1958-IV-27 y en LL
91-439; también en la Revista de Derecho Internacional y Ciencias Diplomáticas, Rosario, VII, n° 14, 1958, págs.
81 y ss. Y 169 y ss., con comentario de Werner Goldschmidt, "Enseñanzas del caso Berman para el Derecho
Internacional Privado y el Derecho Consular Argentino").
Es importante advertir que el caso Berman motivó, según señala variada doctrina (Goldschmidt, Feldstein de
Cárdenas), un cambio en las "Normas de aplicación del Reglamento Consular", estableciéndose que cuando
los funcionarios consulares procedieran a expedir, renovar o prorrogar pasaportes a menores de veintidós
años (desde la ley 17.711, 21), deberán tener en cuenta lo dispuesto en los arts. 138 y 139 del Código Civil,
respetando las leyes del domicilio que determinan los mismos.
En el caso de autos no puede discutirse que desde el mes de febrero (según la madre), o marzo de 2001 (según
el padre) M. D. vive en Montpellier, República de Francia, país del que tiene la nacionalidad, al igual que sus
padres. En dicho país vive, estudia (si bien no está claro el objeto de sus estudios, francés o ecología según
discrepan las partes, punto sobre el que no se ha producido prueba), goza de una beca del gobierno francés y
según refieren testigos, en prueba no del todo sólida, habría alquilado vivienda, tendría una novia ecuatoriana
y efectuaría cuando menos algunos trabajos o actividades lucrativas durante el receso en sus estudios. Ello
basta para considerar, apreciando además el tiempo transcurrido desde entonces, que M. tiene en Francia su
residencia habitual, su centro de vida, un domicilio de hecho. Sobre el concepto de residencia habitual, el
Aunque el contenido del derecho extranjero (que conforme viene resolviendo este Tribunal desde tiempo ha,
debe aplicarse de oficio y del mismo modo averiguarse su contenido) no depende de las afirmaciones que en
sentido concordante pudieran efectuar las partes del juicio, salvo la excepción que corresponde hacer
respecto de cuestiones que dependan de la autonomía de la voluntad, no está en discusión que la adquisición
de la capacidad en el derecho francés (al igual que en otros numerosos países que fueron puestos como
ejemplo al proyectarse un criterio similar para nuestro derecho civil en numerosos proyectos legislativos; Luis
Moisset de Espanés, ¿Beneficia a los jóvenes que la mayoría de edad se fije a los 18 años?, ED 111-843;
Gustavo A. Bossert y Marisa A. Graham, Mayoría de edad a los 18 años, LL 1991-E-1028; Guillermo A. Borda,
La mayoría de edad a los 18 años, LL 1992-D-1096), se produce a los dieciocho años. Así ocurre desde que por
ley 74-631 del 5 de julio de 1974 se modificó el art. 488, primer párrafo, del Code. La reducción seguía una
recomendación del Comité de Ministros de Europa del 19-9-1972, sobre la reducción de edad para la plena
capacidad jurídica por debajo de los 21 años y fijarla, si se lo estimase oportuno, en 18 (sobre el punto puede
verse María A. Leonfanti, "Capacidad civil a los 18 años en Francia e Italia", La Ley, 29 de septiembre de 1975).
Sólo adicionalmente cabe señalar que si, como hemos resuelto, la patria potestad (cabe acotar ahora, incluso
su extinción) se rige por el derecho del lugar de su ejercicio y éste es el lugar de la residencia habitual del hijo,
pues no puede ejercerse tal poder sino en el lugar en que se encuentra la persona sujeta a la patria potestad
(sentencia del 26-12-1997, LL 1998-D-144), este es, en el caso, derecho francés.
A igual resultado se arribaría si se considerase que si bien los menores tienen el domicilio derivado de la
persona que determina su residencia, cuando con autorización de esta persona o de la autoridad competente
reside en otro país en el que tiene su centro de interés, se presume que tiene su domicilio en esa nación (cfr.
Sugerencias del Comité de Ministros del Consejo de Europa para unificar el concepto de domicilio, cit. por Inés
M. Weinberg, Derecho Internacional Privado, Lexis Nexis Depalma, Buenos Aires, 2002, pág. 149).
Por lo expuesto, doctrina y jurisprudencia citadas, el Tribunal resuelve: Revocar la sentencia interlocutoria de
fs. 119/20 y, en consecuencia, hacer lugar a la demanda incidental promovida, decretando el cese de la
obligación alimentaria a que se obligara el demandante por el convenio homologado en los autos sobre
divorcio, desde la fecha de notificación de la demanda. Costas en el orden causado habida cuenta la
complejidad de las cuestiones de derecho internacional privado articuladas.- E. L. Fermé. J. N. Ojea Quintana.
D. M. Borda.
Behrens, Germán Federico o Hermann Friedrich s. sucesión ab intestato - Corte Suprema de Justicia Nacional, 09/06/09.
Paralelamente, señalan que sólo ha existido una aparente mayoría en la conformación del fallo, por cuanto –
a pesar de la adhesión genérica que allí se expresa-, el voto del último vocal discurre de manera
diametralmente opuesta a los fundamentos de los restantes jueces; circunstancia ésta que importa un
apartamiento de la directiva contenida en el art. 168 de la Constitución provincial, y torna aplicable la doctrina
sentada por V.E. en las causas "Crimer" y "Acuña".
Por último, tachan al decisorio por arbitrariedad, y en pos de ello, ponen de resalto una serie de defectos que,
resumidamente y tal como fueron presentados, pueden centrarse en cuatro bloques, a saber: 1) El
dogmatismo, por haber partido de una premisa (cual es que la legitimación de la sra. Ehlert en el juicio,
depende de la celebración válida del matrimonio alemán y ésta, a su vez, se subordina a la validez de la
disolución del vínculo preexistente, a raíz del impedimento de ligamen); y llegar directamente, sin responder
a ese interrogante "visceral", a una conclusión ajena a dicha proposición (ésto es, que el ordenamiento jurídico
argentino, no debe reaccionar frente al vínculo extranjero invocado en el país, a fin de reclamar derechos
sucesorios). 2) La carencia de respaldo normativo, cuando es un requisito propio de las sentencias, que sean
fundadas y constituyan una derivación razonada del derecho vigente, según las constancias de la causa,
descalificándose el pronunciamiento que se apoyó en sus propias, dogmáticas y arbitrarias conclusiones. 3)
La autocontradicción, en tanto comienza aseverando que el juez alemán no tenía competencia, y termina
negando la existencia de fraude a la jurisdicción. 4) El exceso ritual manifiesto, a través de una utilización
mecánica, inadecuada e irrazonable de los precedentes "Solá" y "Zapata", que veda el acceso a la verdad
jurídica objetiva e importa una renuncia consciente al logro de ésta. So color de que "no se advierte que el
orden jurídico argentino deba reaccionar frente al matrimonio alemán" –se quejan-, se ha rehusado hacer
aplicación de la normativa prevista para resolver el caso (arts. 159, 160, 227, 238 y concs. del Código Civil).
No encuentro, en cambio, como sí lo hace quien contesta el traslado conferido a fs. 499, que los sres. Behrens
propongan el conflicto como de relevancia, en el sentido que aquél le asigna a fs. 510 vta./511 vta. Cap. VI
(iv). Si bien se mira, no se ha efectuado una formulación concreta al respecto, de manera que la alusión a la
cuestión federal de trascendencia, hecha dentro de una frase que apuntaba a otro extremo (tratado
internacional en juego –v. fs. 483 primer párrafo-), debe tomarse estrictamente, como un giro forense de
estilo, dirigido a poner de resalto el cumplimiento de los presupuestos de admisibilidad alegados
expresamente.
Principio, entonces, por aquella objeción, cuya naturaleza exige, a mi modo de ver, detenerse un momento
en el texto de la sentencia, para detectar sus contenidos centrales, y ponderar su estructura argumental.
Veamos:
El juez preopinante, ubica el conflicto en torno a la validez del matrimonio celebrado en Alemania entre la sra.
Ehlert y el causante, y la subordina –a su vez-, a la validez de la disolución de las primeras nupcias que éste
había contraído en nuestro país. Parte para ello, de dos presupuestos de hecho: que, al tiempo de celebrarse
la segunda unión, el derecho argentino no admitía la disolución del vínculo; y que el juez que, años después,
decretó el divorcio vincular en el exterior, carecía de competencia, atento a la localización del último domicilio
conyugal y a los términos el art. 104 de la ley 2393.
Luego, identifica la cuestión a resolver, preguntándose si la sentencia de divorcio alemana –puesta en tela de
juicio desde la perspectiva jurisdiccional- tuvo por efecto renovar la aptitud nupcial del causante; o, por el
contrario, el matrimonio consecuente se vio invalidado, por la subsistencia del ligamen anterior. Se inclina por
la primera proposición, por considerar que ni el divorcio ni el matrimonio posterior han configurado en este
caso particular, un supuesto de fraude a la jurisdicción que pueda restarles virtualidad en nuestro territorio
Para así decir, tiene en cuenta que varios años antes de celebrarse las nupcias en Alemania, un juez argentino
había dictado el divorcio del matrimonio Behrens-Hoffmann; y que –aunque no surge de la partida extranjera
en qué estado se declaró el contrayente-, la primera esposa fue notificada vía diplomática del trámite de
divorcio iniciado en Alemania, sin que ni antes ni ahora haya exteriorizado su oposición.
Se remonta a la transformación conceptual –que juzga inherente a la consideración del problema-, nacida al
amparo de la doctrina elaborada por V.E. en el caso "Sejean" (Fallos: 308:2268), que dice –más allá de
proyectar sus efectos sólo para ese pleito en particular-, abrió un rumbo que coronó con el dictado de la ley
23.515, consagratoria de la disolución del vínculo.
Señala que la cuestión debe abordarse a la luz de las circunstancias antedichas, y en ese esquema, no
encuentra que el ordenamiento jurídico argentino deba reaccionar frente al vínculo extranjero, invocado a fin
de reclamar derechos sucesorios.
El segundo voto, transcurre por carriles similares, con dos agregados principales: Por un lado, la referencia al
mecanismo que introdujo el art. 8 de la ley 23.515. Y, por otro, la transcripción de un tramo del fallo "Solá",
donde se explicita la doctrina de la actualidad del orden público internacional.
Por su parte, el juez que emite el tercer voto, cita otro fallo de V.E. ("Zapata", voto de la Dra. Argibay), que
remarca el criterio de actualidad con que debe apreciarse el orden público internacional, y la virtualidad
interpretativa de la franquicia consagrada por la ley 23.515, en cuanto a la disolución del vínculo, no sólo para
el futuro, sino también para las sentencias de separación extranjeras y nacionales pasadas en autoridad de
cosa juzgada.
A su hora, el cuarto voto, se limita a pronunciarse por la afirmativa, en adhesión a los fundamentos que diera
la segunda vocal.
Finalmente, el juez que se expide en último término, lleva a cabo un análisis minucioso de los componentes
del problema; y en su transcurso, va descartando todos y cada uno de los posibles óbices. Reflexiona así en
torno a la relación entre los preceptos de los arts. 159, 160 y 166 inc. 6to. del Cód. Civil; a los presupuestos
diferenciales del precedente "Solá" respecto de los que se ventilan en el sub lite (esto es, aplicación del art.
160 del Cód. Civil, legitimación de los hijos para cuestionar la validez del segundo matrimonio, e inexistencia
de conversión en los términos del art. 8 de la ley 23.515); a las modalidades de atribución en los arts. 104 de
la ley 2393 y 227 del Cód. Civil; y a la actuación del orden público frente a las situaciones oriundas de foros
extranjeros, con especial énfasis en las facetas atinentes a la jurisdicción. De ese desarrollo, decanta la
conclusión de que el criterio adoptado en los precedentes "Solá" y "Zapata", es aplicable a esta controversia.
Ahora bien: Como se adelantó, los recurrentes inician su crítica con una causal de invalidez que refiere
derechamente a uno de los recaudos esenciales del proceso de conformación de la decisión de los tribunales
colegiados, como es la concurrencia de una mayoría de opiniones, sobre cada una de las cuestiones esenciales
sometidas a juzgamiento; requisito éste al que el art. 168 segunda parte de la Constitución provincial, supedita
la existencia misma de la sentencia. Sustentan su reproche en que, si bien el primer voto recibió cuatro
adhesiones, la última de ellas exhibe una abierta contradicción, de lo que derivan que existe un déficit en la
construcción de la mayoría, que descalifica como tal al acto jurisdiccional en cuestión.
Por otro lado, dado que los impugnantes traen en su apoyo al precedente "Crimer" (Fallos: 329:1661) que V.E.
dirimió con remisión al dictamen de este Ministerio, creo necesario repasar el parámetro que se hizo valer en
aquella oportunidad. Allí se recordó que las sentencias no pueden concebirse como una colección o sumatoria
de opiniones individuales y aisladas de los integrantes del tribunal, sino como un producto del intercambio
racional de ideas entre ellos (ver asimismo Fallos: 312:1500). También se volvió sobre la idea de que el
pronunciamiento judicial constituye una unidad lógico-jurídica, por lo que la validez y los alcances de lo que
se resuelve, no pasan exclusivamente por el contenido de la parte dispositiva, sino que están también
íntimamente vinculados a las motivaciones que sirven de base a la decisión (Fallos: 308:139, consid. 5to. y su
cita; 313:475, entre otros). Mas en aquel caso, salvo la coincidencia del segundo y tercer voto en cuanto a la
fecha de inicio de la prescripción de la acción de simulación, los demás fundamentos del decisorio cuestionado
eran discordantes entre sí; y en "Acuña" (Fallos: 328:3148), mientras uno de los magistrados afirmó que la
presentación carecía de un relato completo de los hechos de la causa, el otro señaló como recaudo formal de
admisibilidad faltante, la acreditación de que el recurso se había deducido en término.
En modo alguno, encuentro presente en la sentencia que hoy me toca examinar, una falla de ese tipo. Al
contrario, me parece que los recurrentes han hecho una lectura recortada del voto final, que –de seguirse-
conduciría a confundir los argumentos críticos introductorios de cada proposición, con la proyección y la
composición final, en una idea superadora. De la reseña hecha en el acápite –IV- surge claramente la
concurrencia material de opiniones e, incluso, de aportes conceptuales homogéneos, que se refuerzan
mutuamente. Es que, a mi entender, el vocal que se expidió en último término, lejos de alterar el desarrollo
argumentativo, vino a apuntalarlo, a través de un tratamiento pormenorizado de cada una de las aristas –
positivas y negativas-, de los diferentes fundamentos. En definitiva, construyó un análisis y una síntesis que
profundiza la dirección apreciativa de sus colegas, y coronó ese proceso evaluativo, proponiendo una misma
conclusión. Y, cuando digo "misma", estoy diciendo "idéntica, no otra", con la significación más estricta de
aquel término; con lo cual, no sólo lo es en su efecto práctico (revocación del decisorio de segunda instancia),
sino también en el sustrato valorativo que sustentó ese designio.
Más adelante volveré sobre este tópico; pero, en lo que nos interesa ahora, no considero que este primer
agravio tenga asidero, por lo que aconsejaré que se deseche. Es que –al haberse reunido una opinión
IV- Despejada esa faceta lógicamente preliminar, cabe pasar seguidamente a considerar la concurrencia en la
especie del requisito previsto por el art. 14 inc. 3ro. de la ley 48. En esto, no me caben dudas de que aquí no
se encuentran en discusión los alcances del Tratado de Montevideo, puesto que ninguna de las partes ha
introducido oportunamente esa cuestión, ni el tribunal de la causa la ha incorporado como sustento de la
solución que dio al asunto. En esa línea, se ve claramente que la alusión al art. 13 de aquel instrumento, fue
meramente incidental, sin que pueda entenderse que se hizo con el propósito de traerlo a la consideración
como elemento normativo conducente a la solución del conflicto, sino como necesidad impuesta para situar
en el contexto de este proceso, el criterio sentado por esa Corte Suprema in re "Solá" (Fallos: 319:2779). De
allí las referencias a Montevideo de 1940, que se incluyen en la redacción del pronunciamiento atacado, por
estar contenidas en los pasajes de aquel fallo. Luego, el tribunal de la causa no rescata como significativa la
inteligencia del pacto internacional, sino la doctrina central trazada por V.E. en cuanto al concepto de
actualidad del orden público, y es esta última herramienta, la que utiliza como pauta rectora para acometer
la exégesis de las normas positivas. Por lo tanto, este extremo del que pretenden valerse los hijos del causante
para habilitar la vía extraordinaria, no resulta idóneo.
No obstante, pienso que el contenido del planteo suscita cuestión federal suficiente, desde que involucra la
interpretación y aplicación de normas de jurisdicción internacional (que revisten aquel carácter aún cuando
estén insertas en un cuerpo normativo de derecho común), y la decisión ha sido contraria a la pretensión que
la parte apelante fundó en ellas (arg. Fallos: 293:455 (Clemens c. buque Pavlo); 321:48 (Maruba c. Itaipú) y
2894 (Exportadora Buenos Aires c. Holyday Inn's); 322:1754 (Gay, Camilo c. Shaban); 326:54 (Sicamericana);
327:3701(Sniafa c. Banco UBS)).
Así las cosas, estimo que corresponde tratar en forma conjunta la materia federal y los agravios relativos a la
supuesta arbitrariedad del pronunciamiento, pues a ella se imputa la directa violación de los derechos
invocados, guardando, en consecuencia, ambos aspectos, estrecha conexidad entre sí (conf. Fallos: 325:50;
326:4931; 327:943, 3536, entre muchos otros).
Es que la sentencia se hace cargo del problema que suscita la recuperación de la aptitud nupcial del causante,
en tanto dependiente de la cuestionada jurisdicción internacional alemana. Y resuelve el dilema, con un
razonamiento que engarza, principalmente, los siguientes elementos:
a) el orden público se vincula a un concepto esencialmente variable, constituído por los principios y creencias
prevalentes en la comunidad, en un momento dado.
b) a partir del caso "Sejean" y de la ley nro. 23.515, ese orden público ha experimentado una transformación
cualitativa puesto que, al consagrarse la disolubilidad, se han introducido nuevos parámetros de apreciación
jurídica.
c) la ineficacia extraterritorial atiende con exclusividad al orden público, por lo que el desconocimiento del
que pueden ser objeto los segundos matrimonios extranjeros ajustados a la lex loci celebrationis, lo es en
tanto y cuanto afecten el núcleo institucional y valorativo que nutre a aquella noción.
d) la invasión jurisdiccional se verifica cuando se viola el orden público internacional procesal, para lo cual es
necesario que se trate de una jurisdicción no sólo única, sino exclusiva. Cabe, entonces, la posibilidad de
reconocer efectos extraterritoriales a la decisión de un juez que, conforme al derecho interno, carece de
jurisdicción, en tanto el país no reclame para sí una jurisdicción excluyente; cosa que acontece en la economía
de la ley 23.515, pues las reglas atributivas del art. 227 del Cód. Civil, diseñan un modelo jurisdiccional
concurrente (no excluyente, como sí lo hacía el art. 104 de la derogada ley 2393).
e) en esa línea, el juez local debe confrontar la actuación del foro extranjero de conformidad con las
características de cada caso, para establecer si existió o no un punto de conexión razonable que relacione a
ese foro con el caso.
f) en autos, el juez alemán resultaba competente según su derecho interno, en razón de la nacionalidad del
actor; la separación personal se había decretado varios años antes; y hubo sumisión tácita al juez alemán, por
parte de la persona en cuyo beneficio se instituyó la jurisdicción internacional del tribunal argentino, quien
tampoco intentó discutir su vocación hereditaria, en los términos de los arts. 214 inc. 2 y 3574 del Código Civil.
h) desde ese punto de vista (apoyado por la referencia social contenida en el voto de la Dra. Argibay en el
último de los precedentes citados), no es razonable afirmar que interese en la actualidad al ordenamiento
jurídico argentino reaccionar contra los efectos del matrimonio celebrado en el exterior e invocado en la
República en materia sucesoria.
VI- A mi juicio, lo expuesto hasta aquí, presta asidero bastante para desechar tanto el exceso de rigor formal
como la autocontradicción que se endilga a la Corte provincial. Al propio tiempo, permite detectar de
inmediato ese respaldo normativo que los recurrentes reputaron vacante. Y conduce, en fin, a tener por
improcedente la apelación federal.
En efecto, es cierto que –como lo ha enseñado V.E. en otro caso de segundo matrimonio extranjero-, un
criterio jurisprudencial sólo puede reiterarse en la medida en que se presenten circunstancias fácticas
equivalentes y un análogo marco jurídico (Fallos: 323:1669 (Durante, Eugenio) consid. 5to.). Pero,
precisamente, la pauta que emana de los precedentes de marras, no ha sido objeto de una transposición
meramente maquinal, sino que se señalaron y armonizaron los matices propios del conflicto concreto, para
concluir en una razonable subsunción, a través de argumentos que, a mi juicio, se adecuan a la herramienta
conceptual central adoptada por V.E. para llevar a cabo la tarea interpretativa en esta materia. Y, de esa
forma, me parece que –en definitiva-, no se ha hecho más que observar la directiva de esa Corte en cuanto a
que, si bien sus decisiones refieren al caso específico y no son de observancia obligatoria por parte de los
jueces inferiores, éstos deben conformar lo que resuelvan a los parámetros elaborados por ese alto tribunal
(Fallos: 212:51, 160; 303:1769; 307:1094 consid. 2); 325:1227; 326:1138; 328:103).
Por otro lado, sabemos que la sentencia implica una operación de adjudicación jurídica, pero este requisito
no se circunscribe a la cita de uno o varios textos legales aislados, sino que la idea de ordenamiento normativo
lleva en sí misma una visión integradora. A ese nivel, el tribunal de la causa ha ponderado tanto los preceptos
del Código Civil citados a fs. 484 vta. (punto c. primer párrafo) como directamente relacionados al caso
sometido a juzgamiento (esto es, los arts. 159, 160, 166 inc. 6to., 227 y 238), como los términos centrales del
thema decidendum, y ha dado expresa explicación acerca de los alcances que les atribuyó a unos y otros,
confrontando los componentes de la situación jurídica y ensamblándolos en el marco de las condiciones
En ese contexto, entiendo que el fallo atacado no sólo exhibe una motivación idónea, desde la perspectiva de
la doctrina de la arbitrariedad. Pienso, además, que la conclusión a la que llega –en el sentido de que, en el
presente, el sistema jurídico argentino carece de interés en reaccionar frente al matrimonio celebrado en el
extranjero e invocado en el ámbito local a los fines sucesorios-, constituye una correcta aplicación del estándar
que en ese terreno adoptó V.E. en los precedentes "Solá" y "Zapata", y más recientemente en el fallo recaído
in re "Ulloa, Alberto s/sucesión" (S.C. U. Nro. 4, L. XLII de fecha 10/4/2007), que remitió en lo pertinente al
dictamen de esta Procuración General.
VII- Desechadas como han quedado las objeciones que se abordaron más arriba, los restantes argumentos –
referidos mayormente a la participación de la sra. Hoffmann en el divorcio alemán-, giran indudablemente en
torno a diferencias con el criterio interpretativo de los jueces, y a posibles errores de apreciación de hechos y
de derecho procesal, ajenos a esta instancia extraordinaria.
De cualquier modo, cabe destacar que esa inconsistencia de la impugnación se amplifica, desde el enfoque de
la arbitrariedad, si se advierte que –a pesar de las reiteradas afirmaciones de los apelantes, acerca de que su
señora madre no fue convocada hábilmente por el tribunal extranjero-, aquéllos no han hecho ningún aporte
concreto en ese punto. Por lo tanto, no puede tildarse de incoherente la actuación del a quo al asumir, con la
mirada propia del exequatur, los datos concernientes a la citación de la allí demandada y al carácter firme del
divorcio, contenidos en el instrumento emitido por el tribunal regional de Berlín (v. fs. 33/34, 189 y 191).
VIII- Dejo así expuesta mi opinión, en cuanto a que el recurso extraordinario articulado, debe desestimarse.-
Buenos Aires, 25 de junio de 2008.- M. A. Beiró de Goncalvez.
Vistos los autos: “Behrens, Germán Federico o Hermann Friedrich s/ sucesión ab intentato”.
Considerando: Que las cuestiones planteadas han sido adecuadamente examinadas en el dictamen de la
señora Procuradora Fiscal, cuyos fundamentos son compartidos por el Tribunal y a los que corresponde
remitirse por razones de brevedad.
Considerando: Que el recurso extraordinario es inadmisible (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación).
Por ello, oída la señora Procuradora Fiscal, se declara improcedente el recurso extraordinario. Con costas (art.
68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Notifíquese y devuélvase.- C. M. Argibay.
SUCESIONES
CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN.
ARTICULO 2643.- Jurisdicción. Son competentes para entender en la sucesión por causa de muerte, los jueces
del último domicilio del causante o los del lugar de situación de los bienes inmuebles en el país respecto de
éstos.
ARTICULO 2644.- Derecho aplicable. La sucesión por causa de muerte se rige por el derecho del domicilio del
causante al tiempo de su fallecimiento. Respecto de los bienes inmuebles situados en el país, se aplica el
derecho argentino.
ARTICULO 2645.- Forma. El testamento otorgado en el extranjero es válido en la República según las formas
exigidas por la ley del lugar de su otorgamiento, por la ley del domicilio, de la residencia habitual, o de la
nacionalidad del testador al momento de testar o por las formas legales argentinas.
ARTICULO 2646.- Testamento consular. Es válido el testamento escrito hecho en país extranjero por un
argentino o por un extranjero domiciliado en el Estado, ante un ministro plenipotenciario del Gobierno de la
República, un encargado de negocios o un Cónsul y dos testigos domiciliados en el lugar donde se otorgue el
testamento, teniendo el instrumento la autenticación de la legación o consulado.
El jefe de legación y, a falta de éste, el Cónsul, debe remitir una copia del testamento abierto o de la carátula
del cerrado, al ministro de Relaciones Exteriores de la República y éste, abonando la firma del jefe de la
legación o del Cónsul en su caso, lo debe remitir al juez del último domicilio del difunto en la República, para
que lo haga incorporar en los protocolos de un escribano del mismo domicilio.
No conociéndose el domicilio del testador en la República, el testamento debe ser remitido por el ministro de
Relaciones Exteriores a un juez nacional de primera instancia para su incorporación en los protocolos de la
escribanía que el mismo juez designe.
ARTICULO 2647.- Capacidad. La capacidad para otorgar testamento y revocarlo se rige por el derecho del
domicilio del testador al tiempo de la realización del acto.
ARTICULO 2648.- Herencia vacante. Si el derecho aplicable a la sucesión, en el caso de ausencia de herederos,
no atribuye la sucesión al Estado del lugar de situación de los bienes, los bienes relictos ubicados en la
Argentina, pasan a ser propiedad del Estado Argentino, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o de la
provincia donde estén situados.
CÓDIGO CIVIL
Art. 3.283. El derecho de sucesión al patrimonio del difunto, es regido por el derecho local del domicilio que
el difunto tenía a su muerte, sean los sucesores nacionales o extranjeros.
NOTA al art. 3283
“SAVIGNY, "Derecho romano", t. 8, § § 375 y 376. El patrimonio considerado como unidad es un objeto ideal,
de un contenido indeterminado. Puede componerse de propiedades, de derecho a cosas particulares, a créditos
y deudas que tienen una existencia invisible. El patrimonio no está fijo en un lugar y no se le podría asignar el
"locus rei sitae". Considerar como tal el lugar en que está situada la mayor parte de los bienes, sería una idea
arbitraria, puesto que ella no tiene nada de preciso, y también porque la parte menor de los bienes merece
tanta consideración como la parte mayor. Si abandonamos el domicilio, no nos queda sino colocar el derecho
a la sucesión donde se encuentre cada uno de los bienes que lo componen. Pero cuando esos bienes están
diseminados en lugares diferentes, tendríamos que admitir muchas sucesiones independientes las unas de las
otras. Puede llamarse una excepción a este principio general, lo que está dispuesto respecto a la transmisión
Art. 3.284. La jurisdicción sobre la sucesión corresponde a los jueces del lugar del último domicilio del difunto.
Ante los jueces de ese lugar deben entablarse:
1° Las demandas concernientes a los bienes hereditarios, hasta la partición inclusive, cuando son interpuestas
por algunos de los sucesores universales contra sus coherederos;
2° Las demandas relativas a las garantías de los lotes entre los copartícipes, y las que tiendan a la reforma o
nulidad de la partición;
3° Las demandas relativas a la ejecución de las disposiciones del testador, aunque sean a título particular,
como sobre la entrega de los legados;
4° Las acciones personales de los acreedores del difunto, antes de la división de la herencia.
Art. 3.285. Si el difunto no hubiere dejado más que un solo heredero, las acciones deben dirigirse ante el juez
del domicilio de este heredero, después que hubiere aceptado la herencia.
Art. 3.286. La capacidad para suceder es regida por la ley del domicilio de la persona al tiempo de la muerte
del autor de la sucesión.
Art. 3.287. La capacidad para adquirir una sucesión debe tenerse al momento en que la sucesión se defiere.
Art. 3.288. Toda persona visible o jurídica, a menos de una disposición contraria de la ley, goza de la capacidad
de suceder o recibir una sucesión.
Art. 3.289. No hay otras incapacidades para suceder o para recibir las sucesiones, que las designadas en este
Título y en el "De las sucesiones testamentarias".
Art. 44. - La ley del lugar de la situación de los bienes hereditarios, al tiempo de la muerte de la persona de
cuya sucesión se trate, rige la forma del testamento. Esto no obstante, el testamento otorgado por acto
público con cualquiera de los Estados contratantes será admitido en todos los demás.
Art. 46. - Las deudas que deban ser satisfechas en alguno de los Estados contratantes gozarán de preferencia
sobre los bienes allí existentes al tiempo de la muerte del causante.
Art. 47. - Si dichos bienes no alcanzaren para la cancelación de las deudas mencionadas, los acreedores
cobrarán sus saldos proporcionalmente sobre los bienes dejados en otros lugares, sin perjuicio del preferente
derecho de los acreedores locales.
Art. 48. - Cuando las deudas deben ser canceladas en algún lugar en que el causante no haya dejado bienes,
los acreedores exigirán su pago proporcionalmente sobre los bienes dejados en otros lugares, con la misma
salvedad establecida en el artículo precedente.
Art. 49. - Los legados de bienes determinados por su género y que no tuvieren lugar designado para su pago
se rigen por la ley del lugar del domicilio del testador al tiempo de su muerte, se harán efectivos sobre los
bienes que deje en dicho domicilio y, en defecto de ellos o por su saldo, se pagarán proporcionalmente de
todos los demás bienes del causante.
Art. 50. - La obligación de colacionar se rige por la ley de la sucesión, en que ella sea exigida.
Si la colación consiste en algún bien raíz o mueble, se limitará a la sucesión de que ese bien dependa.
Cuando consista en alguna suma de dinero, se repartirá entre todas las sucesiones a que concurra el heredero
que deba la colación proporcionalmente a su haber en cada una de ellas.
Aldeco, Juan Carlos s. sucesión. CCiv., Com., de Minas, Paz y Trib., Mendoza, 5ª 07/02/12.
Publicado por Julio Córdoba en DIPr Argentina el 04/06/13
Suprema Corte:
I- Los magistrados integrantes de la Sala "K", de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil,
revocaron la resolución del juez de grado, y declararon inválido el acto de matrimonio celebrado entre el
causante y la hoy recurrente Sra. L. B. W., y con ello su pretendida vocación sucesoria, excluyéndola de la
declaratoria de herederos dictada en autos (v. fs. 161/162).
-Resuelve sobre una pensión, pero relaciona matrimonio con derechos de cónyuge supérstite-
ACTIVIDAD. SUCESIONES.
Grupo 1
Juan Carlos Maretto, de nacionalidad argentina, fallece con ultimo domicilio en Italia. Se plantea en
Argentina la sucesión y se presentan su segunda esposa (Catalina) e hijos (Pedro y Nadia),
considerando que el acervo hereditario está compuesto por bienes muebles e inmuebles ubicados
en Argentina. En este contexto, un hermano de Juan Carlos, discute la validez de su matrimonio con
Catalina celebrado en Montevideo donde allí tenían su domicilio al momento de la celebración del
mismo. Adicionalmente, su cliente le comenta que Juan Carlos, ha otorgado testamento en Italia.
Este documento respeta las legítimas forzosas del derecho italiano, pero no acata la legislación
argentina en ese punto.
Grupo 2
Marcos Coller (nacionalidad ecuatoriana) y Natalia Popa (Nacionalidad argentina) se conocieron en
Perú en 1999. En ese entonces él se encontraba trabajando en ese país y Natalia, que vivía en
Argentina, estaba haciendo un intercambio académico en una universidad de Lima. Según nos
cuentan, han contraído matrimonio el 2000 en Perú (y han fijado su domicilio en Ecuador). Cinco
años después se mudan a Buenos Aires. En diciembre de 2015 asientan a través de un contrato entre
privados la decisión de regular sus bienes por el derecho argentino. Lamentablemente, se
divorciaron a finales de 2016. Natalia mantiene su domicilio en Argentina, su país de origen, con sus
tres hijos de 16, 14 y 12 años y Marcos se instaló en Ecuador porque acepto un excelente
ofrecimiento laboral.
1. ¿Cuál es la ley que rige los efectos personales de los cónyuges durante la vigencia del matrimonio?
2. ¿Cuál habrá sido la ley que, al momento de celebrarse el matrimonio, fue aplicada a la capacidad
de Natalia, según el Derecho Internacional Privado Argentino?
3. A opción del acreedor, y según nuestro Código Civil y Comercial; en materia de alimentos el juez
competente es:
…………………………………………………………………………………………………………………………………
4. ¿Cuál es el derecho aplicable, según nuestro Código Civil y Comercial, a los efectos patrimoniales
de la relación conyugal?
5. ¿Cuál considera habrá sido, según nuestro Código Civil y Comercial, el derecho aplicable al
divorcio en el 2016?
ARTICULO 2663.- Calificación. La calidad de bien inmueble se determina por la ley del lugar de su situación.
ARTICULO 2664.- Jurisdicción. Acciones reales sobre inmuebles. Los jueces del Estado en que están situados
los inmuebles son competentes para entender en las acciones reales sobre dichos bienes.
ARTICULO 2665.- Jurisdicción. Acciones reales sobre bienes registrables. Los jueces del Estado en el que fueron
registrados los bienes son competentes para entender en las acciones reales entabladas sobre dichos bienes.
ARTICULO 2666.- Jurisdicción. Acciones reales sobre bienes no registrables. Los jueces del domicilio del
demandado o del lugar de situación de los bienes no registrables son competentes para entender en las
acciones reales sobre dichos bienes.
ARTICULO 2667.- Derecho aplicable. Derechos reales sobre inmuebles. Los derechos reales sobre inmuebles
se rigen por la ley del lugar de su situación.
Los contratos hechos en un país extranjero para transferir derechos reales sobre inmuebles situados en la
República, tienen la misma fuerza que los hechos en el territorio del Estado, siempre que consten en
instrumentos públicos y se presenten legalizados.
ARTICULO 2668.- Derecho aplicable. Derechos reales sobre bienes registrables. Los derechos reales sobre
bienes registrables se rigen por el derecho del Estado del registro.
ARTICULO 2669.- Derechos reales sobre muebles de situación permanente. Cambio de situación. Los derechos
reales sobre muebles que tienen situación permanente y que se conservan sin intención de transportarlos, se
rigen por el derecho del lugar de situación en el momento de los hechos sobre los que se plantea la
adquisición, modificación, transformación o extinción de tales derechos.
El desplazamiento de estos bienes no influye sobre los derechos que han sido válidamente constituidos bajo
el imperio de la ley anterior.
ARTICULO 2670.- Derechos reales sobre muebles que carecen de situación permanente. Los derechos reales
sobre los muebles que el propietario lleva siempre consigo o los que son de su uso personal, esté o no en su
domicilio, como también los que se tienen para ser vendidos o transportados a otro lugar se rigen por el
derecho del domicilio de su dueño. Si se controvierte o desconoce la calidad de dueño, se aplica el derecho
del lugar de situación.
Art. 10. Los bienes raíces situados en la República son exclusivamente regidos por las leyes del país, respecto
a su calidad de tales, a los derechos de las partes, a la capacidad de adquirirlos, a los modos de transferirlos,
y a las solemnidades que deben acompañar esos actos. El título, por lo tanto, a una propiedad raíz, sólo puede
ser adquirido, transferido o perdido de conformidad con las leyes de la República.
NOTA AL ART. 10 CCiv.
L. 15, tít. 14, part. 3ª STORY, § 224, SAVIGNY dice respecto a esto lo siguiente: "El que quiere adquirir o ejercer
un derecho sobre una cosa, se transporta, con esta intención, al lugar que ella ocupa; y por esta relación del
derecho especial se somete voluntariamente al derecho de la localidad. Así pues, cuando se dice que los
derechos reales se juzgan según el derecho del lugar donde la cosa se encuentra, 'lex rei sitae', se parte del
mismo principio que cuando se aplica el estado de las personas la 'lex domicilii'. Este principio es la sumisión
voluntaria" (t. 8, § 366).
Art. 11. Los bienes muebles que tienen situación permanente y que se conservan sin intención de
transportarlos, son regidos por las leyes del lugar en que están situados; pero los muebles que el propietario
lleva siempre consigo, o que son de su uso personal, esté o no en su domicilio, como también los que se tienen
para ser vendidos o transportados a otro lugar, son regidos por las leyes del domicilio del dueño.
NOTA AL ART. 11 CCiv. “Las cosas muebles, sin asiento fijo, susceptibles de una circulación rápida, de fácil
deterioro, consumibles algunas veces al primer uso, consistiendo otras, en género y no en especie,
determinándose por cantidades abstractas, y pudiendo ser legalmente sustituidas por otras homogéneas, que
prestan las mismas funciones, como sucede en el mutuo y en el cuasi-usufructo, no pueden ser afectadas por
los derechos reales, no participan del territorio en que ocasionalmente se encuentran, y en esas circunstancias
peculiares a ellas, se funda el artículo y la especie. STORY, "Conflict of Laws", § 362 hasta 376 y 380 § 388 al
fin. Respecto a la última parte trata extensamente la materia; pero de su misma doctrina se deduce que los
muebles que tienen asiento fijo, como los muebles de una casa, de una biblioteca, etc., deben ser regidos por
la ley del lugar en que se hallen, SAVIGNY sostiene perfectamente la doctrina del artículo (t. 8, § 366)”.
Art. 27. - Los buques, en aguas no jurisdiccionales, se reputan situados en el lugar de su matrícula.
Art. 29. - Los derechos creditorios se reputan situados en el lugar en que la obligación de su referencia debe
cumplirse.
Art. 30. - El cambio de situación de los bienes muebles no afecta los derechos adquiridos con arreglo a la ley
del lugar donde existían al tiempo de su adquisición.
Sin embargo, los interesados están obligados a llenar los requisitos de fondo o de forma exigidos por la ley del
lugar de la nueva situación para la adquisición o conservación de los derechos mencionados.
Art. 31. - Los derechos adquiridos por terceros sobre los mismos bienes, de conformidad a la ley del lugar de
su nueva situación, después del cambio operado y antes de llenarse los requisitos referidos, priman sobre los
del primer adquirente.
Art. 32. - Los bienes, cualquiera que sea su naturaleza, son exclusivamente regidos por la ley del lugar en donde
están situados en cuanto a su calidad, a su posesión, a su enajenabilidad absoluta o relativa y a todas las
relaciones de derecho de carácter real de que son susceptibles.
Art. 33. - Los derechos sobre créditos se reputan situados en el lugar en donde la obligación de su referencia
debe cumplirse. Si este lugar ni pudiera determinarse a tiempo del nacimiento de tales derechos, se reputarán
situados en el domicilio que en aquel momento tenía constituido el deudor.
Los títulos representativos de dichos derechos y transmisibles por simple tradición, se reputan situadas en el
lugar en donde se encuentran.
Art. 34. - El cambio de situación de los bienes muebles no afecta los derechos adquiridos con arreglo a la ley
del lugar en donde existían a tiempo de su adquisición. Sin embargo, los interesados están obligados a llenar
los requisitos de fondo y de forma exigidos por la ley del lugar de la nueva situación para la adquisición y
conservación de tales derechos.
El cambio de situación de la cosa mueble litigiosa, operado después de la promoción de la respectiva acción
real, no modifica las reglas de competencia legislativa y judicial que originariamente fueron aplicables.
Art. 35. - Los derechos adquiridos por terceros sobre los mismos bienes, de conformidad con la ley del lugar
de su nueva situación, después del cambio operado y antes de llenarse los requisitos referidos, priman sobre
los del primer adquirente.
ARTICULO 2649.- Formas y solemnidades. Las formas y solemnidades de los actos jurídicos, su validez o nulidad
y la necesidad de publicidad, se juzgan por las leyes y usos del lugar en que los actos se hubieren celebrado,
realizado u otorgado.
Cuando la ley aplicable al fondo de la relación jurídica exija determinada calidad formal, conforme a ese
derecho se debe determinar la equivalencia entre la forma exigida y la forma realizada.
Si los contratantes se encuentran en distintos Estados al tiempo de la celebración, la validez formal del acto
se rige por el derecho del país de donde parte la oferta aceptada o, en su defecto, por el derecho aplicable al
fondo de la relación jurídica.
Art. 32. - La ley del lugar donde los contratos deben cumplirse, decide si es necesario que se hagan por escrito
y la calidad del documento correspondiente.
a) Su existencia;
b) Su naturaleza;
c) Su validez;
d) Sus efectos;
e) Sus consecuencias;
f) Su ejecución;
g) En suma, todo cuanto concierne a los contratos, bajo cualquier aspecto que sea.
Art. 36. - La ley que rige los actos jurídicos decide sobre la calidad del documento correspondiente. Las formas
y solemnidades de los actos jurídicos se rigen por la ley del lugar en donde se celebran u otorgan. Los medios
de publicidad, por la ley de cada Estado.
Art. 37. - La ley del lugar en donde los contratos deben cumplirse rige: a)
Su existencia;
b) Su naturaleza;
c) Su validez;
d) Sus efectos;
e) Sus consecuencias;
g) En suma, todo cuanto concierne a los contratos, bajo cualquier aspecto que sea.
ACTIVIDAD. FORMA.
Forma
CCiv. y Com. San Isidro, sala I, 28/08/14, B. B. G. S. s. sucesión testamentaria
2º instancia.- San Isidro, 28 de agosto de 2014.-
En la Ciudad de San Isidro, Provincia de Buenos Aires, a los 28 días de Agosto de 2014, se reúnen en Acuerdo
los señores Jueces de la Sala Primera de la Cámara Primera de Apelación en lo Civil y Comercial del
Departamento Judicial de San Isidro, Dres. Hugo O.H. Llobera y Carlos Enrique Ribera (artículos 36 y 48 de la
ley 5.827), para dictar sentencia interlocutoria en el juicio: “B. B. G. S. s. sucesión testamentaria” y habiéndose
oportunamente practicado el sorteo pertinente (arts. 168 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires
y 263 del Código Procesal Civil y Comercial), resulta que debe observarse el siguiente orden: Dres. Ribera y
Llobera, resolviéndose, plantear y votar la siguiente cuestión: ¿Es justa la resolución apelada?
A la cuestión planteada el Dr. Ribera dijo:
I. La resolución impugnada
Vienen las presentes actuaciones para su conocimiento en virtud de la apelación deducida por la Sra. M. A. L.
(fs. 618), contra la resolución de fs. 614/617, que declaró inválido el testamento otorgado a su favor. El
memorial fue presentado a fs. 622/628 y contestado a fs. 638/641. El Agente Fiscal se notificó a fs. 665.
II. La apelación.
Se agravia la recurrente por entender que era innecesario acreditar el derecho extranjero al que se alude en
la resolución impugnada, ya que no era su intención aplicar la legislación venezolana en donde se puede testar
hasta el 80% y solo reconoce el 20% a los herederos forzosos, pues ello resulta contrario al orden público
interno.
Respecto al testamento señala que fue otorgado por escritura pública, debidamente protocolizado y
legalizado, por lo que su legitimidad se presume, no requiriendo la invocación del derecho extranjero para
sostener su validez, la que por otro lado no fue cuestionada por la hija del causante. Aclara que la única razón
por la que se pidió la aplicación de la ley extranjera, fue para determinar cuál es la legítima que debe aplicarse.
Sostiene que la resolución desconoce el orden público internacional y que el documento fue debidamente
legalizado tanto en el país extranjero como en la Cancillería Argentina. Impugna la imposición de costas las
que considera debieron ser impuestas en el orden causado.
III. Los antecedentes
A fs. 5 la Sra. L. promovió estos actuados invocando su carácter de heredera, conforme el testamento que
acompaña (fs. 8/11) y que fuera otorgado en la República de Venezuela.
ARTICULO 1º — Habrá sociedad si una o más personas en forma organizada conforme a uno de los tipos
previstos en esta ley, se obligan a realizar aportes para aplicarlos a la producción o intercambio de bienes o
servicios, participando de los beneficios y soportando las pérdidas.
La sociedad unipersonal sólo se podrá constituir como sociedad anónima. La sociedad unipersonal no puede
constituirse por una sociedad unipersonal.
ARTICULO 118. Ley aplicable. La sociedad constituida en el extranjero se rige en cuanto a su existencia y formas
por las leyes del lugar de constitución.
Actos aislados.
Se halla habilitada para realizar en el país actos aislados y estar en juicio.
Ejercicio habitual.
Para el ejercicio habitual de actos comprendidos en su objeto social, establecer sucursal asiento o cualquier
otra especie de representación permanente, debe:
1) Acreditar la existencia de la sociedad con arreglo a las leyes de su país.
2) Fijar un domicilio en la República, cumpliendo con la publicación e inscripción exigidas por esta ley para las
sociedades que se constituyan en la República;
3) Justificar la decisión de crear dicha representación y designar la persona a cuyo cargo ella estará.
Si se tratare de una sucursal se determinará además el capital que se le asigne cuando corresponda por leyes
especiales.
ARTICULO 119. Tipo desconocido. El artículo 118 se aplicará a la sociedad constituida en otro Estado bajo un
tipo desconocido por las leyes de la República. Corresponde al Juez de la inscripción determinar las
formalidades a cumplirse en cada caso, con sujeción al criterio del máximo rigor previsto en la presente ley.
ARTICULO 120. Contabilidad. Es obligado para dicha sociedad llevar en la República contabilidad separada y
someterse al contralor que corresponda al tipo de sociedad.
ARTICULO 122. Emplazamiento en juicio. El emplazamiento a una sociedad constituida en el extranjero puede
cumplirse en la República;
ARTICULO 123. Constitución de sociedad. Para constituir sociedad en la República, deberán previamente
acreditar ante el juez del Registro que se han constituido de acuerdo con las leyes de sus países respectivos e
inscribir su contrato social, reformas y demás documentación habilitante, así como la relativa a sus
representantes legales, en el registro Público de Comercio y en el registro Nacional de Sociedades por Acciones
en su caso.
ARTICULO 124. Sociedad con domicilio o principal objeto en la República. La sociedad constituida en el
extranjero que tenga su sede en la República o su principal objeto esté destinado a cumplirse en la misma,
será considerada como sociedad local a los efectos del cumplimiento de las formalidades de constitución o de
su reforma y contralor de funcionamiento.
Art. 4° - El contrato social se rige tanto en su forma, como respecto a las relaciones jurídicas entre los socios,
y entre la sociedad y los terceros, por la ley del país en que ésta tiene su domicilio comercial.
Art. 5° - Las sociedades o asociaciones que tengan carácter de persona jurídica se regirán por las leyes del país
de su domicilio; serán reconocidas de pleno derecho como tales en los Estados, y hábiles para ejercitar en
ellos derechos civiles y gestionar su reconocimiento ante los tribunales.
Mas, para el ejercicio de actos comprendidos en el objeto de su institución, se sujetarán a las prescripciones
establecidas en el Estado en el cual intentan realizarlos.
Art. 6° - Las sucursales o agencias constituidas en un Estado por una sociedad radicada en otro, se considerarán
domiciliadas en el lugar en que funcionan y sujetas a la jurisdicción de las autoridades locales, en lo
concerniente a las operaciones que practiquen.
Art. 7° - Los jueces del país en que la sociedad tiene su domicilio legal, son competentes para conocer de los
litigios que surjan entre los socios o que inicien los terceros contra la sociedad.
Sin embargo, si una sociedad domiciliada en un Estado realiza operaciones en otro, que den mérito a
controversias judiciales, podrá ser demandada ante los tribunales del último.
TRATADO DE DERECHO COMERCIAL DE MONTEVIDEO. 1940.
Art. 6. La ley del domicilio comercial rige la calidad del documento que requiere el contrato de sociedad.
Los requisitos de forma del contrato se rigen por la ley del lugar de su celebración.
Art. 8. Las sociedades mercantiles se regirán por las leyes del Estado de su domicilio comercial; serán
reconocidas de pleno derecho en los otros Estados contratantes y se reputarán hábiles para ejercer actos de
comercio y comparecer en juicio.
Mas, para el ejercicio habitual de los actos comprendidos en el objeto de su institución, se sujetarán a las
prescripciones establecidas por las leyes del Estado en el cual intentan realizarlos.
Los representantes de dichas sociedades contraen para con terceros las mismas responsabilidades que los
administradores de las sociedades locales.
Art. 9. Las sociedades o corporaciones constituidas en un Estado bajo una especie desconocida por las leyes
de otro, pueden ejercer en este último actos de comercio, sujetándose a las prescripciones locales.
Art. 10. Las condiciones legales de emisión o de negociación de acciones o títulos de obligaciones de las
sociedades comerciales, se rigen por la ley del Estado en donde esas emisiones o negociaciones se llevan a
efecto.
Art. 11. Los jueces del Estado en donde la sociedad tiene su domicilio, son competentes para conocer de los
litigios que surjan entre los socios en su carácter de tales, o que inicien los terceros contra la sociedad.
Sin embargo, si una sociedad domiciliada en un Estado realiza en otro operaciones que den mérito a
controversias judiciales, podrá ser demandada ante los jueces o tribunales del segundo.
Agropecuaria La Ventana S.A. c. Clovis Internacional Corp. CCiv. y Com. Azul. Sala II- 15/06/04.
1ª ¿Es justa la resolución apelada de fs.109/111 vta. 2ª ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
1ª cuestión.- El doctor Peralta Reyes dijo: I. Agropecuaria La Ventana S.A. ha promovido demanda contra Clovis
International Corp., reclamándole la suma de $ 117.800, en concepto de daños y perjuicios derivados de los
hechos que se narran en el escrito introductorio del proceso. Al efectuarse en la demanda el necesario análisis
fáctico, se alude a la escritura de venta formalizada entre las partes con fecha 12/3/03, mediante la cual la
aquí accionante le vendió a la demandada de autos, tres fracciones de campo ubicadas en el Partido de
General Lamadrid (dicha escritura, en copia, ha sido agregada con la demanda, a fs.15/18).
En lo que resulta relevante para el abordaje de la cuestión que ha venido planteada a esta alzada, debe decirse
que, según lo expresado en la citada escritura, la demandada Clovis International Corp. tiene domicilio social
en la ciudad de Panamá, República de Panamá, con sucursal en la República Argentina (calle Florida 939, 4°
piso “C”, de la ciudad de Buenos Aires) (ver fs. 15vta.).
II. Pues bien, la circunstancia apuntada en el párrafo anterior dio lugar a que la demandada opusiera
excepción de incompetencia, poniendo de resalto que Clovis International Corp. es una sociedad extranjera
panameña, con sucursal en Argentina, establecida de conformidad con lo dispuesto en los arts. 118 y
siguientes de la ley de sociedades comerciales, e inscripta como tal en la Inspección General de Justicia (fs.
79). En base a ello, sostuvo la demandada que, tanto por su carácter de sociedad extranjera como por ser
vecino de otra provincia, corresponde que entienda en autos el juez competente del fuero federal (fs. 80vta.).
Se solicitó, en suma, la declaración de incompetencia del a quo (fs. 81).
Al contestar la excepción señaló la actora que, en el caso de autos, no se trata de dos litigantes domiciliados
en diferentes provincias, ya que ambos contendientes tienen sus domicilios legales en la ciudad de Buenos
Aires (fs. 104vta.). Sin embargo, en punto al otro aspecto en que se basó la excepción, media una admisión
tácita de la parte accionante, en cuanto a que la demandada es una sociedad extranjera (extremo que, por lo
III. De esta manera se arribó al dictado de la resolución que ha venido apelada a esta instancia (fs.
109/111vta.). Comenzó diciendo el a quo, que la nacionalidad panameña de la sociedad demandada, no ha
sido materia de controversia entre las partes (art. 358 Cód. Proc.).Y con apoyo en el art. 2°, inciso 2, de la ley
48, agregó que resulta procedente la competencia federal en razón de las personas, en aquellas causas en
que son partes un argentino y un extranjero (o una sociedad extranjera). Argumentó que: “como ha señalado
la doctrina, la norma precedentemente citada ha sido interpretada de modo de identificar a las sociedades
extranjeras constituidas en el exterior como personas extranjeras” (fs. 109vta./110). Prosiguió su desarrollo
argumental el sentenciante, citando comentarios autorales en abono de su postura. Concluyó, de esta
manera, declarando la procedencia de la excepción de incompetencia, sustentando su resolución en “la
calidad de extranjera de la sociedad demandada” (fs. 110vta./111). No trató el a quo los restantes argumentos
de la excepcionante, por considerar que los mismos devienen abstractos en atención a la solución a que arribó
(fs. 111). En consecuencia, se hizo lugar a la excepción interpuesta, disponiéndose la remisión de las
actuaciones al Juzgado Federal de Azul, con costas a la parte actora (fs. 111vta.).
Este pronunciamiento ha sido apelado por la actora (fs. 114), quien ha fundado su recurso a través del
memorial de fs. 116/121vta. En lo sustancial, ha sostenido: Dice que la conclusión del a quo “denota un apego
irrestricto a la vez que selectivo, a determinada parte de la letra de la ley, desatendiendo no solo otras partes
del mismo plexo normativo sino, además, desconociendo importantes avances interpretativos en contrario al
señalado, que, por vía jurisprudencial, se han hecho sobre el tema” (fs. 117/117vta.). Alude después al referido
art. 2°, inciso 2, de la ley 48, señalando que “este arcaico principio de dudosa génesis conceptual ha sido
superado por jurisprudencia y doctrina actual que interpreta la norma en sentido diverso”. Y, seguidamente,
agrega que esta norma “fue elaborada en circunstancias histórico-políticas, absolutamente distintas a las
actuales y que tenía en consideración cuestiones que hoy han sido claramente superadas por los tiempos”.
Abunda en consideraciones sobre el particular, afirmando lo siguiente: “Concretamente, en aquel momento,
se sospechaba del localismo de los jueces de sección o territoriales, y entonces a los fines de garantizar
objetividad e imparcialidad a los litigantes extranjeros, se les adjudicaba sus causas a los jueces federales, que
por ser en aquella época 'nacionales de sección' se suponía que no iban a parcializar sus fallos a favor del
vecino de la provincia o del territorio. Hoy este arcaico principio de dudosa razonabilidad ha sido ampliamente
superado” (fs. 118vta.). Arguye que “la jurisprudencia ha impuesto que virtualmente desaparezca ese fuero
especial que tenían las personas extranjeras por el solo hecho de la extranjería” (fs. 119). Expresa que el sub-
caso versa sobre “relaciones jurídicas privadas en las que están en juego intereses exclusivamente
patrimoniales y privados, y en donde en ningún caso se afectan, ni siquiera se rozan, intereses públicos que
deban ser protegidos por una jurisdicción federal” (fs. 119vta.). Puntualiza que la contraparte no ha expresado
el interés concreto en la declaración de incompetencia (fs. 119vta.), y que la demandada tiene su principal
establecimiento en un inmueble rural ubicado en esta provincia (fs. 120vta./121). Peticiona, en suma, la
revocación del decisorio de la anterior instancia.
Contestado el traslado por la contraria (fs. 123/125), y elevados los autos a esta alzada, se resolvió que la
cuestión debe ser tratada bajo la forma del acuerdo (fs. 128), por lo que practicado el sorteo de rigor ha
quedado el expediente en condiciones de que se emita este pronunciamiento.
IV. De las diferentes formas en que puede desenvolverse una empresa de origen extranjero, estamos,
en el “sub examine”, ante una sociedad con domicilio social en Panamá, que ha establecido sucursal en
El establecimiento de sucursal importa, según la ley nacional vigente, el ejercicio habitual de actos
comprendidos en el objeto social. De allí que la sociedad deba cumplir los requisitos formales exigidos por el
art. 118 de la ley 19.550 (conf. “Régimen de Sociedades Comerciales”, comentado por Zunino, p. 157). Entre
estos recaudos se cuenta la fijación de domicilio en la República (inciso 2 de dicho artículo), lo que en el caso
de autos se desprende, también, de la mentada escritura de fs. 15vta.
Mucho se ha discutido en torno a la nacionalidad de las sociedades extranjeras, existiendo numerosas teorías
sobre la materia. Algunas de ellas son contestes en atribuirles nacionalidad, mientras que otras se la niegan.
Lo cierto es que, más allá de esta controversia, el derecho no puede ignorar la existencia real de ellas (conf.
Verón, “Sociedades Comerciales”, t. 2, p. 479). El citado art. 118 de la ley de sociedades comerciales, ha
adoptado el principio de extraterritorialidad, esto es, que las sociedades constituidas y domiciliadas en el
extranjero no necesitan una nueva constitución para ejercer sus actividades en el país, con lo cual se les
preserva su personalidad jurídica. O sea que la actividad empresaria extranjera, al igual que la nacional, está
garantizada por el art. 20 de la Constitución Nacional, teniendo la sociedad extranjera plena personalidad
jurídica para actuar (art. 34 Cód. Civil, y art. 118 LSC), aunque sometida a una fiscalización especial por el
Estado (Verón, ob. cit., ps. 497 y 498).
Dice el primer párrafo del art. 118 de la LSC, que “La sociedad constituida en el extranjero se rige en cuanto a
su existencia y forma por las leyes del lugar de constitución”. Y cuando el artículo se refiere a la existencia,
apunta concretamente a su personalidad y capacidad, es decir, su carácter de sujeto de derecho
independiente al de sus socios y los límites que las leyes de su país de origen fijan para su actuación (Nissen,
“Ley de Sociedades comerciales”, t. 2, p. 317). Se desprende, entonces, del análisis del régimen legal
imperante, que de lo que se trata es de establecer el origen de la sociedad extranjera, para así poder regularla
y fiscalizar su accionar en el país.
Más allá de la discusión referida a la nacionalidad (que ya aparece bastante superada en la actualidad), lo
cierto es que sigue importando el lugar de procedencia de la sociedad extranjera, pues a partir de su
reconocimiento como tal, deviene aplicable la regulación impuesta por nuestro ordenamiento jurídico. Esto
es, la empresa extranjera no pierde su carácter transnacional al actuar en el país, sino que solamente se
incorpora al mercado nacional, quedando sometida a las normas jurídicas aquí imperantes (al menos,
mientras no se dé el supuesto del art. 124 de la LSC, que analizaré infra).
Se ha sostenido así, que “la existencia de las sociedades no es, en verdad, un tema de ley aplicable, sino de
reconocimiento” (Le Pera, “Cuestiones de derecho comercial moderno”, p. 220). Y en este sentido, afirma
Polak, al comentar el art. 118 de la LSC, que: “Sucede así porque una sociedad constituida en país extranjero
'existe, es (del verbo ser) en ese país, y para también serlo en otro (la República Argentina) necesita de un
reconocimiento', que puede ser especial o general, según el sistema que se adopte (resolución administrativa,
decreto o ley). Por ello, cuando la norma somete su existencia a las leyes del lugar de constitución no está
diciendo otra cosa que la República Argentina reconoce la existencia de las sociedades constituidas en los
demás países, siempre que se hayan sometido a las disposiciones y formalidades que sus propias legislaciones
les imponen” (“La empresa extranjera”, p. 104, lo destacado en comillas simples me pertenece).
El reconocimiento que se formaliza en nuestro país de la sociedad constituida en el extranjero (en base a lo
dispuesto por el art. 118, LSC), hace que ésta conserve su condición de persona extranjera. Y esta circunstancia
resulta decisiva, en orden a la delimitación de la competencia de los tribunales que actuarán en las causas en
que la misma sea parte. Por lo demás, no surge de los presentes actuados que se esté ante el supuesto previsto
en el art. 124 de la LSC (donde se considera a la sociedad extranjera como local), ya que la demandada
solamente tendría sucursal en la República Argentina (ver escritura de fs. 15vta.), y no se encuentra probado
que su actuación principal se vaya a producir en el país (Nissen, ob. cit. p. 335 y 336; Zunino, ob. cit. p. 159).
En efecto, la condición extranjera de la sociedad demandada ha quedado admitida en el “sub lite”, por lo que
no median razones para efectuar una distinción, entre personas físicas y jurídicas, que el texto constitucional
no contempla. Precisamente, cita Haro la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, según
la cual es competente la justicia federal en las causas en que son partes un argentino y un extranjero, o una
sociedad extranjera (Fallos: 150:258) (conf. “La competencia federal”, p. 217).
El escrito recursivo de la parte actora está dirigido a criticar la norma contenida en el art. 2°, inciso 2, de la ley
48 (por no ser acorde con los tiempos actuales), más, deja de visualizar, que este precepto legal deriva de la
previsión contenida en el art. 116 de la Ley Fundamental. Es cierto que el fuero de extranjería ha sido motivo
de fuertes críticas, pero no menos cierto es que mientras se lo mantenga en el texto constitucional, no puede
ser soslayada su aplicación por los jueces. La Corte Suprema ha realizado una interpretación mutativa de la
constitución, sustrayendo algunos casos de la aludida cláusula, los que, sin embargo, no alcanzan al supuesto
de autos (Sagüés, “Elementos de Derecho Constitucional”, t. 2, ps. 120 y 121).
Y más allá de las opiniones descalificantes que existen en torno al fuero en análisis, lo cierto es que, dentro de
determinados límites, el mismo conserva vigencia (resulta útil, a este fin, la consulta de la reciente obra de
Palacio de Caeiro, “Competencia Federal”, ps. 251 a 254). Si bien la Corte Federal ha tenido expresiones críticas
hacia el fuero de extranjería, debe destacarse que las mismas no han alterado la decisión adoptada por el
Máximo Tribunal en punto al reconocimiento del instituto que nos ocupa (ver Dictamen de la Procuradora
Fiscal, doctora R., en Fallos: 311: 2178; ver también Fallos: 304: 2, ps. 1876 y 1877; Fallos: 305: 1, ps. 70 y 71).
Aludiendo concretamente al supuesto fáctico que se debate en autos, señala Palacio, con cita de precedentes
de la Corte Nacional, que: “Con respecto a las sociedades constituidas fuera del país, cuya personalidad
jurídica se halla expresamente admitida por nuestra legislación (arts. 33, 34 y 35 Cód. Civil, 287 Cód. de Com.,
etc.), el elemento determinante de su nacionalidad, a los efectos de la competencia, está dado por el lugar de
su constitución, con prescindencia de la nacionalidad de sus componentes. Tales sociedades no pierden su
condición de extranjeras, en materia de competencia, por el hecho de haber sido reconocidas por el Poder
Ejecutivo como personas jurídicas, ni por el de hallarse inscriptas en el Registro Público de Comercio, pues tal
inscripción no implica más que el acto público mediante el cual se exterioriza la presencia en el territorio de
la sociedad extranjera y la prueba de que se halla constituida de acuerdo con las leyes de origen, en los
términos de la ley 8867” (“Derecho Procesal Civil”, t. II, p. 509; ver también Palacio-Alvarado Velloso, “Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación”, t. 1, ps. 154 y 155).
Y en un enjundioso trabajo sobre esta temática, puntualiza Cabanellas que: “Conforme al art. 2°, inc. 2, de la
ley 48, los jueces federales son competentes para conocer en las causas civiles en que sean parte un ciudadano
argentino y un extranjero. Esta norma ha sido interpretada de modo de identificar a las sociedades
constituidas en el exterior como personas extranjeras”. Luego de referirse a la ya citada opinión de Palacio,
apunta Cabanellas que: “Adecuando este pasaje al sistema seguido por la ley 19.550, el hecho de que la ley
argentina, y particularmente el art. 118 de la L.S.C., reconozcan la existencia de las sociedades que una ley
societaria extranjera aplicable reconoce como tales, 'no priva a tales sociedades de su condición de personas
extranjeras a los efectos de determinar la competencia de la justicia federal”' (“Aspectos procesales de las
sociedades extranjeras”, en Revista del Derecho Comercial, 1999, año 32, ps. 3 y 4, nota N° 6; lo destacado en
comillas simples es de mi autoría).
Es por todo lo expuesto que considero debe ser confirmada la resolución apelada (art. 116 Constitución
Nacional; art. 2°, inciso 2, de la ley 48; arts. 118 y concs. ley 19.550; art. 34 Cód. Civil).
2ª cuestión. - El doctor Peralta Reyes dijo: Atento a lo que surge del tratamiento de la cuestión anterior, se
confirma la resolución apelada de fs. 109/111vta. Las costas de esta instancia se imponen a la actora apelante
perdidosa (art. 68 Cód. Proc.). Difiérese la regulación de honorarios para su oportunidad (arts. 31 y 51 dec.-
ley 8904/77).
Así lo voto.
Por todo lo expuesto, atento lo acordado al tratar las cuestiones anteriores, demás fundamentos del acuerdo,
citas legales, doctrina y jurisprudencia referenciada, y lo dispuesto por los arts. 246, 261, 266, 267 y concs. del
C.P.C.C., se confirma la resolución apelada de fs. 109/111vta. Las costas de esta instancia se imponen a la
actora apelante perdidosa (art. 68 Cód. Proc.). Difiérese la regulación de honorarios para su oportunidad (arts.
31 y 51 dec.-ley 8904/77).- V. M. Peralta Reyes. J. M. Galdós. A. M. De Benedictis
Y vistas: Las presentes actuaciones, que llevan el número de identificación del expte. 604209 y el código de
trámite número 5063643, correspondiente a la sociedad extranjera denominada "Frinet Sociedad Anónima",
de cuyas constancias surge:
1. Por escritura número 151 del protocolo de la escribana Claudia B. García Cortínez, de fecha 3/6/2004,
la sociedad "Frinet Sociedad Anónima", constituida en la ciudad de Montevideo, República Oriental del
Uruguay, con domicilio social en la Av. del Libertador Brigadier General J. A. Lavalleja 16…, apartamento 1202
de Montevideo, y representada por la Sra. Jovita S. Gatti, adquirió a la Sra. Telma C. Scally, con domicilio en la
calle Salguero 24…, piso "7" de esta ciudad de Buenos Aires, el inmueble sito en la calle Salguero 24../../..,
entre French y Las Heras, por la suma de U$S 80.000, manifestando la representante de dicha sociedad que
se trataba de un acto aislado, en los términos del art. 118 de la ley 19550.
2. Con fecha 27/7/2004 (fs. 3), y en uso de las atribuciones conferidas por los arts. 7 y 10 de la ley 22325,
y al art. 3 de la resolución general Inspección General de Justicia 8/2003, se dispuso la realización de las
siguientes medidas de investigación: (a) Efectuar una visita de inspección al inmueble de la calle Jerónimo
Salguero 24../../.., entre French y Las Heras, de la ciudad de Buenos Aires, a los efectos de constatar el estado
de ocupación del mismo y el título que invoca quien ocupa el mismo; (b) Intimar a la escribana Claudia B.
García Cortínez, titular del Registro Notarial 1224 de esta Ciudad, a los fines de acompañar a este organismo,
dentro de los cinco días de notificada, copia certificada de la escritura 151 de su registro, de fecha 3/6/2004:
(c) Citar a dar explicaciones a este Organismo a la Sra. Jovita S. Gatti, en su carácter de representante de la
sociedad extranjera denominada "Frinet Sociedad Anónima", la cual deberá asimismo adjuntar copia de los
estatutos de dicha compañía o de cualquier documentación societaria perteneciente a dicha entidad. Del
mismo modo se intimó a la firma a adjuntar copia del poder otorgado en su favor por la sociedad "Frinet
Sociedad Anónima".
3. En fecha 25/8/2004 (fs. 4), el inspector de justicia Dr. Luciano J. González se constituyó en el domicilio
de la calle Salguero 24.., piso 7° de la ciudad de Buenos Aires, siendo atendido por la Sra. Rosa Abeleira,
pensionada y viuda, quien afirmó ocupar el inmueble en carácter de inquilina y que el referido contrato de
locación está en poder de la sociedad "Frinet SA" y que dicha sociedad es la propietaria y locadora del
4. Ante ello, y habiendo sido ordenada la citación de la Sra. Jovita S. Gatti, en su carácter de
representante de la aludida sociedad extranjera, conforme resolución del organismo del 27/7/2004, punto c),
se dispuso en fecha 8/9/2004 que, entre la documentación que la misma debe presentar, debía incluirse el
contrato de locación celebrado entre la sociedad "Frinet Sociedad Anónima" y la Sra. Rosa Abeleira, siendo
librada la correspondiente cédula de notificación el 8/9/2004. Asimismo, en fecha 10/9/2004 se dispuso
intimar a la escribana Claudia B. García Cortínez, en su carácter de titular del Registro Notarial 1224 de esta
Ciudad, a los fines de acompañar ante este Organismo, dentro de los cinco días de notificada, la copia
certificada de la escritura 151 de fecha 3/6/2004, de su protocolo, continente de la operación de venta del
inmueble de la calle Salguero 24…/../.. de esta ciudad.
5. La copia certificada de la escritura número 151 del protocolo de la escribana Claudia B. García
Cortínez del 3/6/2004 fue acompañada por ésta al presente expediente y obra a fs. 9 a 16 del mismo. En lo
que aquí interesa, surge que la adquirente del referido inmueble fue la sociedad denominada "Frinet Sociedad
Anónima", con domicilio en la ciudad de Montevideo, ROU, representada en ese acto por la Sra. Jovita S. Gatti
- argentina, mayor de edad, soltera, titular de la LC n° 118.113 y que la vendedora, la Sra. Telma C. Scally había
adquirido dicha propiedad el 20/12/2002, por escritura número 371 pasada por ante el escribano Carlos
Alberto Peirano, al folio 1229 del mismo registro que el de titularidad de la escribana Claudia B. García
Cortínez, compra que efectuó a la Sra. Rosa B. Abeleira, quien es, curiosamente, la misma inquilina que ocupa
el departamento de la calle Jerónimo Salguero 24…, piso 7° de esta ciudad.
Asimismo, del texto de la referida escritura 151 de la escribana García Cortínez surge que la representante de
la sociedad extranjera "Frinet Sociedad Anonima", la Sra. Jovita S. Gatti sostuvo expresamente que "… acepta
la presente escritura de compraventa otorgada a favor de su representada, por estar redactada de acuerdo a
lo convenido, declarando encontrarse en posesión material y efectiva del inmueble que adquiere por la
tradición que le efectuara la vendedora con anterioridad a este acto", lo cual es también circunstancia que
llama la atención, por cuanto, siempre conforme al texto de la escritura 151, el precio de la unidad adquirida
por la sociedad "Frinet Sociedad Anónima" fue establecido en la suma de dólares billetes ochenta mil, importe
que la parte vendedora los recibió íntegramente en el acto de la escritura, a su entera satisfacción, en dinero
en efectivo, y ante la mencionada notaria. De manera tal que, de conformidad con el texto de la escritura
antes aludida, la sociedad extranjera compradora se encontraba en posesión del inmueble antes de haber
abonado un solo peso por ella.
Finalmente, y siempre en lo que se refiere al contenido de la escritura pública 151 del protocolo de la escribana
García Cortínez, también que la representante de la sociedad extranjera "Frinet Sociedad Anónima" constituyó
domicilio especial en la misma unidad que adquirió y que la presente operación constituyó un acto aislado por
parte de su representada.
6. Remitida cédula a la Sra. Jovita S. Gatti - representante de la sociedad "Frinet Sociedad Anónima", al
domicilio especial constituido por esta en la escritura 151, en la calle Jerónimo Salguero 24…, piso 7° de la
ciudad de Buenos Aires, a los efectos de comparecer al Departamento de Sociedades Comerciales y
Regímenes de Integración Económica de esta Insp. Gral. Just. para el día 20/9/2004, a las 11,00 horas, a los
fines de dar explicaciones y acompañar el poder otorgado por aquella sociedad, así como exhibir el contrato
de locación celebrado con la Sra. Rosa Abeleira, ésta no compareció a la audiencia, pese a estar notificada,
por lo que el Dr. Luciano J. González, en su carácter de inspector coordinador de dicho Departamento, estimó
corresponder una nueva intimación a la Sra. Gatti a los mismo efectos, debiendo ésta comparecer el día
8/10/2004, a las 12,00 horas ante este organismo de control.
9. Que sin perjuicio de haber destacado la existencia, en esta operación, de determinadas circunstancias
que permiten dudar de la seriedad de la compraventa del inmueble de la calle Jerónimo Salguero 24…/../..,
piso 7°, unidad 7 de esta Ciudad, celebrada entre la Sra. Telma C. Scally como transmitente y la sociedad
extranjera "Frinet Sociedad Anónima" como compradora el día 3/6/2004, e instrumentada por escritura 151
del protocolo de la escribana Claudia B. García Cortínez -puesto que la existencia de dos transferencias de
dominio del mismo inmueble en un plazo de un año y medio, siendo la actual inquilina del mismo, la Sra. Rosa
Abeleira, la misma persona quien vendió dicho inmueble el día 20/9/2002 a la luego adquirente del mismo,
Sra. Scally, así como el infrecuente supuesto en donde la vendedora entregó la posesión del inmueble a la
sociedad "Frinet SA" no obstante no haber recibido un solo peso antes de la escritura traslativa de dominio,
constituyen fuertes presunciones sobre la insinceridad del referido acto-, lo cierto es que, a los efectos de la
presente resolución basta tener por comprobada la existencia de una relación locativa entre la sociedad
extranjera "Frinet Sociedad Anónima" y su actual inquilina, la Sra. Rosa Abeleira, con respecto al inmueble de
la calle Jerónimo Salguero 24…/../.., piso 7°, unidad 7 de esta ciudad, para descalificar el carácter de "acto
aislado" adjudicado a dicha operación por parte de su sociedad adquirente y obligar a esta última a inscribirse
en el Registro Público de Comercio, en los términos del art. 118 de la ley 19550.
10. Existen en autos suficientes elementos de juicio que permiten tener probada dicha relación locativa
entre la sociedad extranjera "Frinet Sociedad Anónima" como propietaria y locadora y la Sra. Rosa Abeleira
como locataria: 1) En primer lugar, las manifestaciones efectuadas por ésta al inspector de justicia Dr. Luciano
González en fecha 25/8/2004, obrante a fs. 4 de las presentes actuaciones, en donde la Sra. Abeleira reconoció
expresamente ocupar el departamento de la calle Jerónimo Salguero 24…/../.. piso 7° de esta ciudad en el
carácter de inquilina de la sociedad "Frinet SA"; 2) En segundo lugar, la reiterada inasistencia de la
representante de dicha sociedad, Sra. Jovita S. Gatti, a las audiencias convocadas por esta Insp. Gral. Just. a
los fines de requerirle explicaciones, no puede sino generarle presunciones en contra, máxime cuando ella
estaba también intimada a acompañar el contrato de locación del aludido departamento, el cual, por expresa
manifestación de la Sra. Abeleira en la diligencia del 25/8/2004, estaba exclusivamente en poder de la
sociedad extranjera adquirente; 3) Finalmente, las insólitas declaraciones efectuadas por la escribana García
Cortínez al inspector Luciano González, en el sentido de que la Sra. Gatti no iba a comparecer a este
Organismo, "… por ser una persona mayor que siente temor ante este tipo de citaciones", no sólo ratifica en
forma contundente lo expuesto en el párrafo anterior, sino que agrega un elemento de juicio más que se
agrega a los antes expuestos y que permiten ratificar la insinceridad de dicha operación de compraventa, pues
si la representante local de la sociedad extranjera adquirente se asusta ante el requerimiento de un organismo
del Estado, mal puede ella reunir los requisitos mínimos de idoneidad que requiere participar en una
operación de compraventa de un inmueble.
12. La cuestión radica entonces en determinar si la compra de un inmueble por parte de una sociedad
extranjera puede ser considerada como un acto aislado, en los términos del segundo párr. del art. 118 de la
ley 19550, como parece entenderlo la aludida sociedad extranjera y su representante en la República
Argentina, o si, por el contrario, se trata de una actuación que impone la inscripción de dicha entidad en los
registros mercantiles locales, en los términos del art. 118 in fine de nuestro ordenamiento societario.
13. Si bien es cierto que, atento la parquedad que ofrece la ley 19550 sobre el tema, resultaría imposible
establecer un criterio uniforme, aplicable a todos los casos en que una sociedad extranjera adquiere un
inmueble en el país (Polak, Federico, "La Empresa Extranjera", Ed. Abaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires,
2003, p. 117/119), no lo es menos que, como principio general, tal actuación impone la registración de dicha
entidad en el Registro Público de Comercio en los términos y con los efectos previstos por el art. 118 de la ley
19550, máxime cuando, como sucede en el presente caso, la adquisición del inmueble de la calle Jerónimo
Salguero 24…/../.., piso 7°, unidad 7 de esta ciudad, por parte de la sociedad extranjera "Frinet Sociedad
Anonima", no lo ha sido para una reventa inmediata, sino para ser alquilada a terceros, lo cual constituye
elemento de juicio suficiente para descartar a dicha operación como una mera inversión transitoria por parte
de la sociedad extranjera.
14. Coincido con la doctrina que predica que la calificación de un acto jurídico celebrado por una sociedad
extranjera como "acto aislado" no puede medirse exclusivamente desde un criterio cuantitativo (Vitolo,
Daniel Roque, "Sociedades extranjeras y off shore", Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires, 2203, p. 49), pero habida cuenta
el fundamento que inspira la obligación de las sociedades extranjeras de inscribirse en los registros
mercantiles locales, basada en principios de soberanía y control, que exceden el ámbito de interés económico
de aquellas que se vinculan con aquellas (CNCiv., sala F, 5/6/2003, en autos "Rolyfar SA c. Confecciones Poza
Sacifi s. ejecución hipotecaria"), considero que es de toda evidencia que la apreciación de una actuación
aislada de un ente societario foráneo en nuestro país debe ser necesariamente restrictiva (Rovira Alfredo,
"Sociedades Extranjeras", Ed. Abeledo Perrot, 1985, p. 56; ídem, Zaldivar Enrique, "Régimen de las Empresas
Extranjeras en la República", Buenos Aires, Edifor, 1972, p. 84; Perciavalle Marcelo L. "Actos aislados
cumplidos en el país por una sociedad constituida en el extranjero", publicado en la Revista "Profesional &
Empresaria", Ed. Errepar, julio 2004, p. 692 y ss., etc.). En tal sentido, entiendo que no corresponde calificar
como "acto aislado", la actuación de una sociedad extranjera que implique un determinado grado de
permanencia en nuestro país, como lo es, al menos como principio general, la adquisición de inmuebles.
15. Repárese al respecto que la doctrina mayoritaria de nuestro país considera aún vigente el fallo
plenario dictado por la C. Nac. Apels en lo Civil del 30/10/1920, que negó la posibilidad adquirir inmuebles
como si se tratara de actos aislados (Rovira Alfredo, ob.cit. p. 56 y 57; Perciavalle Marcelo, "Sociedades
Extranjeras", Ed. Errepar, 1998, p. 10; Veron, Alberto Víctor, "Sociedades Comerciales. Ley 19550, Comentada,
16. Por todo ello, y en el entendimiento que, atento las características que ofrece la adquisición del
inmueble de la calle Jerónimo Salguero 24../../.., piso 7°, unidad 7 de esta ciudad por parte de la sociedad
extranjera "Frinet Sociedad Anonima", excede el concepto de "acto aislado" previsto por el art. 118 de la ley
19550, corresponde intimar a dicha sociedad, en la persona de su representante en la Argentina, a los fines
de que proceda, dentro de los quince días de notificada la presente, a cumplir con la inscripción registral
prevista en el párr. 3º del art. 118 de la ley 19550, bajo apercibimiento de proceder a iniciar las acciones
judiciales correspondientes.
17. En consecuencia, y atento lo dispuesto por los arts. 118 de la ley 19550, el art. 8 de la ley 22315,
doctrina y jurisprudencia citada a lo largo del presente, el Inspector General de Justicia resuelve:
Art. 1º: Intimar a la sociedad "Frinet Sociedad Anónima", en la persona de su representante en la República
Argentina, la Sra. Jovita S. Gatti, y en el domicilio de la calle Jerónimo Salguero 24../../.., piso 7°, unidad 7 de
esta ciudad, a los efectos de que, dentro de los quince días de notificada la presente, proceda a cumplir con
la inscripción registral prevista en el párr. 3º del art. 118 de la ley 19550, cumpliendo además con los requisitos
impuestos por la resolución general 7/2003 de esta Insp. Gral. Just., bajo apercibimiento de proceder a iniciar
las acciones judiciales correspondientes. Art. 2º: Regístrese y firme la misma, oportunamente archívese.- R.
Nissen.
Y vistos: Considerando: I.- En atención al estado de las presentes actuaciones, habiéndose dado cumplimiento
con la medida dispuesta por este Tribunal a fs. 206, corresponde entender en el recurso interpuesto por la
ejecutada -quién expresó sus agravios a fs. 184/192, cuyo traslado no fuera respondido por la ejecutante-,
contra el pronunciamiento de fs. 159/163, mediante el cual el magistrado de la anterior instancia rechaza la
defensa planteada y manda llevar adelante la ejecución disponiendo que en orden a las manifestaciones
formuladas por el excepcionante se libre oficio al Banco Central de la República Argentina a los fines que
pudieren corresponder en su calidad de órgano rector de la actividad financiera.
II.- En primer lugar habrá de señalarse que es criterio del tribunal que la verdad material se encuentra por
encima de los meros requisitos formales y que la renuncia consciente a ella es incompatible con el servicio de
justicia (conf. CNCiv., esta Sala, L. 217.532, agosto 25-981, "R., D. F. c. R., F. H."; id., R.177.934 del 20/2/96),
pues nada excusa la indiferencia de los jueces respecto de la objetiva verdad en la misión de dar a cada uno
lo suyo (conf. C. S. "Ordenes, Roberto c. Estado Nacional (Armada Argentina) s. ordinario", 0. 469.XXI del
20/9/88).
Por ello, los magistrados no () pueden prescindir del uso de los medios a su alcance para determinar la verdad
jurídica objetiva y evitar que el proceso se convierta en una sucesión de ritos caprichosos (conf. C.S., "Ballante,
María Nilda s. pensión", B. 443. XXI del 11/2/88), criterio que ha presidido el temperamento con el que la Sala
adoptara las medidas que surgen de las constancias de la causa y que habrán de ser seguidamente evaluadas
en sus rectos alcances.
Si bien esta excepción carece de tratamiento legal específico en el proceso ejecutivo y no se encuentra
contemplada expresamente por nuestra ley procesal como oponible en el juicio ejecutivo, procede subsumirla
dentro de la inhabilidad de título, es decir debe incluirse y tratarse dentro del marco de ésta última (conf.
Highton Elena, "Juicio Hipotecario", T. 1, p. 389 y jurisprudencia allí citada).
No se le escapa al Tribunal que en la oportunidad de la firma del instrumento que fuera cedido a la accionante
y que constituye el título en el que se basa el trámite de este proceso, la recurrente aceptó la afirmación de
quien representaba a aquella sociedad, en el sentido que se efectuaba un acto aislado. Así tampoco como se
encuentra admitido, que se realizaron pagos a cuenta. No obstante y a partir del planteo formulado, por
encontrarse en juego intereses que exceden el de los particulares o trascienden el interés económico que los
vincula, corresponde determinar si en la constitución del mutuo que se ejecuta y en orden a lo que surge del
mismo título que contiene la obligación, se desprenden elementos que desvirtúen la legitimación allí
consignada o impidan la procedencia de la vía ejecutiva intentada.
Es que, aún cuando la naturaleza ejecutiva del proceso vedaría -en principio- la evaluación de consideraciones
vinculadas con la causa del crédito reclamado, cuando se advierte un ejercicio notoriamente antifuncional del
derecho del acreedor un Tribunal de Justicia no puede soslayar su ponderación sobre la base de
consideraciones eminentemente rituales.
Nuestra Corte Suprema ha sostenido -también en un proceso de ejecución hipotecaria- que "… La valoración
de extremos como la buena fe, la culpa del deudor, el ejercicio abusivo de los derechos, no queda, por razón
de su generalidad, librada a la actividad discrecional del juzgador; por el contrario, un imperativo de nuestro
sistema exige que tales extremos necesariamente sean apreciados con toda objetividad, es decir, conforme a
las circunstancias que el caso concreto exhibe…" (conf. CS, setiembre 26-974, in re: "Peuser S.A. c.
Arzoumanian B. y Cia. S.A.", ED 57-532; id. marzo 8-1983, in re: "Burman, Leonardo c. Alvarez, Joaquín", LL
1983-B-444).
Sentado lo expuesto es preciso entonces, tener en cuenta que la circunstancia de tratarse la accionante de
una cesionaria de la sociedad antes citada que suscribiera el mutuo, en nada impide el análisis de la validez
del título cedido y que se pretende ejecutar, en orden a que como es sabido, nadie puede trasmitir a terceros
mejores derechos que los que tiene (art. 3270 del Código Civil), y esta regla es aplicable tanto a los derechos
reales como a los personales. Los efectos que a la subrogación legal le asigna el art. 1458 consisten en hacer
pasar al patrimonio del cesionario el derecho del cedente, como se encontraba en el de éste al momento de
la cesión, con todos sus accesorios, garantías y ventajas, y también con todas las desventajas, cargas,
restricciones y vicios que tuviere (conf. jurisprudencia citada en "Código Civil Anotado" Llambías-Alterini, T.
III-B, comentario al art. 1458, pg.54; Gregorini Clusellas en "Código Civil y normas complementarias. Análisis
doctrinario y jurisprudencial", Bueres-Highton, T. 4° A, pag. 564, ed. Hammurabi, Bs.As., 1998).
Por otra parte el art. 1474 autoriza al deudor a oponer al cesionario, todas las excepciones que podía hacer
valer contra el cedente, aunque no hubiese hecho reserva alguna al ser notificado de la cesión.
Ahora bien, sin desconocer que conforme se ha dicho la circunstancia de tratarse de un banco no excluye que
el mutuo hipotecario sea considerado un acto aislado (art. 118 Ley de Sociedades Comerciales) si su actividad
habitual la realiza en otro país y no en la Argentina (conf. CNCom., Sala C, 31/8/2001, "Guereño Luis A." JA
2003-II, síntesis), las constancias agregadas en las presentes actuaciones ponen en evidencia que la afirmación
de acto aislado que contiene el título que se ejecuta, se ve desvirtuada con las operaciones realizadas por la
sociedad cedente, en la época en que fuera celebrado el mutuo base del presente proceso.
La inscripta por solicitud número 135.382 del 18/08/94, sobre la matrícula 20-2101/10, por U$S 446.900
dólares estadounidenses, cuyo deudor era Brodwin Sociedad Anónima, escribano interviniente: C. M.R.,
adscripta al registro…. Cancelada por entró número 117.567 del 20/07/95, escribano interviniente: D. S. D.,
titular del registro…. Otra inscripta por solicitud número 121.125 del 26/07/94 sobre las matrículas 20-2101/5,
20-2101/4, 20-2101/3 y 20-2101/2, por U$S 1.272.000 dólares estadounidenses para cada propiedad, cuyo
deudor es Rublo S.A., reconocida posteriormente por Caladivolpe Sociedad Anónima, escribano interviniente:
D. S. D., titular del registro …. Cancelada por solicitud número 98.741 del 12/06/96, escribano interviniente:
D.
S. D., titular del registro.
De la copia agregada por la accionada a fs. 420/426 surge una cesión de crédito hipotecario de fecha 17/3/94
del Sr. Georgalos a la sociedad Heritage Bank Limited, por la suma de U$S 614.416 dólares estadounidenses,
expresándose en el punto sexto que se trata de un acto aislado en los términos del art. 118 de la ley 19.550.
A las operaciones señaladas deben sumarse el mutuo con garantía hipotecaria que en autos se pretende
ejecutar celebrado el 17 de octubre de 1996, donde también se señala que el otorgamiento constituye un acto
aislado (cláusula décimo sexta pto. 2) y la cesión de los derechos que de aquél emanan a la sociedad con
domicilio en la República del Uruguay y con sucursal establecida en este país que acciona en estas actuaciones,
que fuera celebrada el 6/10/99 por la suma de U$S 1.200.000, ante el Registro n° …a cargo interinamente de
la Escribana A. M. D. de G.
No existe por otra parte elemento o constancia alguna que permita inferir que en la oportunidad de
constituirse la obligación que se ejecuta, el accionado conociera si se trataba o no de un acto aislado como lo
declara la representación de la parte acreedora.
La Sala "I" de esta Cámara ha tenido oportunidad de señalar (conf. "Surafek River S.A. c. Renace Construir SRL
s. ejecución hipotecaria", pub. ED.195-53) a partir de la doctrina que allí se cita, que si es dificultoso fijar el
deslinde entre la realización de actos aislados y el ejercicio habitual, esta es una cuestión de hecho que
depende de cada caso particular, sin que puedan indicarse criterios de distinción precisos. Es que como señala
Zaldivar, es imposible precisar lo que debe entenderse por actos aislados, resultando imposible prever la
infinidad de situaciones factibles de ser así consideradas, por lo que la ley 19.550 no lo define y no podría
llegar a precisarlo.
Para este último autor citado corresponderá a la autoridad administrativa de control o al juez, llegado el caso,
apreciar si el acto es realmente independiente, particular o accidental (conf. Zaldivar Enrique, "Régimen de
las empresas extranjeras en la República Argentina" pg. 84, Ed. Edifor, Buenos Aires, 1972, citado por Freire
Aurich J. F. en LL 1998-D-1127).
Cabe tener en cuenta asimismo que, si bien la ley 19.550 no define al acto aislado, no existe en la doctrina y
en la jurisprudencia, una posición uniforme respecto del concepto, contraponiéndolo al de ejercicio habitual
(conf. distintas posiciones citadas por Monteleone Lanfranco Alejandro P. En "Sociedad extranjera no
inscripta" LL 2002-A-1325), aunque es dable compartir el criterio que sostiene que el supuesto de acto aislado
debe apreciarse con criterio realista y restrictivo (conf. Rovira Alfredo L "Sociedades extranjeras" Ed. Abeledo-
En virtud de las pautas establecidas y habida cuenta las operaciones realizadas por la sociedad cedente
Heritage Bank Limited en el período en que se constituyó el título que se intenta ejecutar, no puede ser
considerado este negocio como un acto aislado como allí se declara, situación que permite sostener el
incumplimiento de los recaudos que impone el art. 118 de la ley de sociedades comerciales. Esta circunstancia
exige por tanto el análisis pormenorizado de los elementos fácticos que rodearon la contratación o actuación
de los sujetos involucrados, más allá de las variables consecuencias que la falta de inscripción pudiera acarrear
(conf. Freire Aurich, op. cit.; Monteleone Lanfranco, op. cit. y doctrina por ellos citada).
Por tanto, tal omisión que como se observa resulta de suma trascendencia por tratarse de una norma de orden
público, priva en consecuencia a la acción de tutela judicial en los términos en que ha sido planteada. No
puede ser admitida la vía elegida para convalidar actos u operaciones fuera del marco de la ley.
Dable es destacar aunque si bien referido al criterio que debe seguirse en la inscripción de las hipotecas pero
viene al caso remarcar -en lo pertinente- la idea expuesta por nuestro Codificador en la nota al art. 3136
cuando destaca que "sería un deshonor de la ley, que los jueces cerrasen sus ojos ante una conducta
fraudulenta y permitieran que esta triunfara".
Por lo demás, en el juicio ejecutivo debe admitirse la excepción de inhabilidad de título cuando mediante ella
se pone de manifiesto la falta de alguno de los presupuestos liminares de la vía ejecutiva, como la legitimación
sustancial, sin cuya existencia no hay título ejecutivo o no es tal con relación a determinada persona (conf.
CNCiv., Sala C, del 7/10/1997, LL 1998B, 919, J.Agrup., caso 12.491; id., id., del 6/5/1997, LL 1998D, 644).
Lo expuesto hasta aquí, sin entrar en el análisis de otros argumentos referidos a la representación y
constitución de las sociedades intervinientes, permiten concluir como se adelantara que la vía ejecutiva
elegida en el caso no resulta apta para el reclamo formulado a partir de las constancias que emanan del título.
No obstante ello, y sin desconocer el principio que emana del art. 558 del Código Procesal, las particularidades
del caso y la forma como se decide, autorizan a apartarse del criterio objetivo de la derrota, por lo que las
costas de ambas instancias habrán de ser impuestas en el orden causado.
Fuente: http://www.iprofesional.com/notas/12341-Las-sociedades-extranjeras-abren-una-nueva-
polemicaprofesional
30-01-2005 En un "paper", Julio Cesar Rivera criticó con dureza la actuación de la IGJ sobre las sociedades
extranjeras. Ricardo Nissen salió al cruce; dijo que su opinión era agraviante y que el jurista era un "acérrimo
defensor de las 'off shores'". Los textos completos que causaron la controversia
La regulación de las sociedades extranjeras por parte de la Inspección General de Justicia sigue dando que
hablar en el mundo jurídico. Desde que en 2003 la IGJ porteña, que comanda Ricardo Nissen, estableció
nuevos recaudos para la inscripción de ese tipo de sociedades creando un "registro de actos aislados de
En este último grupo está justamente el jurista Julio César Rivera, miembro de la Academia Nacional del
Derecho, cuyas opiniones sobre la actuación de la IGJ en esa área generaron una polémica de alto vuelo
intelectual con el inspector Nissen.
En un artículo publicado en el diario La Ley (La garantía del acceso a la justicia para las sociedades
extranjeras), Rivera analizó el alcance del fallo dictado el 8 de julio de 2003 por la Corte de Casación de
Francia, que dispone que toda persona jurídica extranjera puede estar en juicio en ese país.
Ese tribunal no consideró las exigencias de la ley del 30 de mayo de 1857, que subordina el derecho de accionar
de esas sociedades a una autorización extendida por decreto.
Rivera relacionó el fallo con el precedente argentino "Rolyfar SA", resuelto primeramente por la cámara civil
y luego revocado por la Corte Suprema, entiendiendo que hasta la sentencia de cámara, el deudor hipotecario
tenía que pagar al acreedor sin importar que éste se encuentre inscripto en algún registro. El jurista vinculó el
caso con la sentencia francesa, diciendo que faltó el análisis de las normas constitucionales (arts. 17 y 18) que
no distinguen entre personas físicas y jurídicas.
Así, si una persona jurídica -tanto nacional como extranjera- goza de protección de su propiedad, igual tendrá
el derecho de acceso a la justicia, análisis que hace la Corte francesa. Además, recordó Rivera, las normas
internacionales vigentes para la Argentina que garantizan el acceso a la jurisdicción.
Rivera concluyó que exigir a la sociedad extranjera el registro en los términos del artículo 118 es
inconstitucional.
A lo largo del texto, Rivera realizó una serie de observaciones; dijo que la IGJ se arrogó funciones legislativas
y explicó que la resolución 8/2003 es inconstitucional.
En dialogo con INFOBAEprofesional el jurista aseguró que las medidas de la IGJ "son una clara demostración
de cómo la Argentina puede ir siempre a contramano". Así, "la creación de un registro de actos es un
despropósito mayúsculo", pues podría ser creado por una ley de alcance nacional.
Dijo que lo calificado como activismo de ese organismo "no es tal, sino autoritarismo" porque consagra como
derecho ciertas opiniones que carecen de respaldo en la ley, la doctrina y la jurisprudencia, y son un puro acto
de voluntarismo; avasalla la división de poderes desde que se "reforma" la Ley de Sociedades Comerciales sin
la intervención del Congreso y, en ciertos casos, se avasallan garantías constitucionales.
El funcionario no quiso centrarse en las reflexiones de Rivera sobre el fallo francés, sino que pretendió
esclarecer "el trasfondo" que persigue el autor, que "explaya sus críticas al quehacer jurídico nacional y
puntualmente a la labor de la Inspección General de Justicia".
Nissen se refirió a que el objetivo perseguido por Rivera con su publicación es claro y evidente. Dijo que el
autor pretende demostrar a los argentinos que un país del primer mundo dicta fallos "como corresponde" y
que los tribunales argentinos se equivocaron.
Agregó que el jurista no deja pasar ocasión para "cuestionar" la actuación de la IGJ, y que "carece de sustento
legal" la supuesta inconstitucionalidad de la resolución 8/2003, pues ningún tribunal se pronunció de ese
modo, habiendo ya transcurrido más de un año desde su publicación. A diferencia de lo que sostiene Rivera,
el funcionario dijo que la IGJ "se encuentra legalmente autorizada a crear registros de datos".
CONCURSOS Y QUIEBRAS
LEY DE CONCURSOS Y QUIEBRAS (L.24.522)
ARTICULO 1°. Cesación de pagos. El estado de cesación de pagos, cualquiera sea su causa y la naturaleza de
las obligaciones a las que afecto, es presupuesto para la apertura de los concursos regulados en esta ley, sin
perjuicio de lo dispuesto por los artículos 66 y 69.
Universalidad. El concurso produce sus efectos sobre la totalidad del patrimonio del deudor, salvo las
exclusiones legalmente establecidas respecto de bienes determinados.
ARTICULO 2°. Sujetos comprendidos. Pueden ser declaradas en concurso las personas de existencia visible, las
de existencia ideal de carácter privado y aquellas sociedades en las que el Estado Nacional, Provincial o
municipal sea parte, cualquiera sea el porcentaje de su participación.
Se consideran comprendidos:
1) El patrimonio del fallecido, mientras se mantenga separado del patrimonio de sucesores.
2) Los deudores domiciliados en el extranjero respecto de bienes existentes en el país.
No son susceptibles de ser declaradas en concurso, las personas reguladas por Leyes Nros. 20.091, 20.321 y
24.241, así como las excluidas por leyes especiales
ARTICULO 3°. Juez competente. Corresponde intervenir en los concursos al juez con competencia ordinaria,
de acuerdo a las siguientes reglas:
1) Si se trata de personas de existencia visible, al del lugar de la sede de la administración de sus
negocios; a falta de éste, al del lugar del domicilio.
2) Si el deudor tuviere varias administraciones es competente el juez del lugar de la sede de la
administración del establecimiento principal; si no pudiere determinarse esta calidad, lo que es el juez que
hubiere prevenido. 3) En caso de concurso de personas de existencia ideal de carácter privado regularmente
constituidas, y las sociedades en que el Estado Nacional, Provincial o Municipal sea parte -con las exclusiones
previstas en el Artículo 2 - entiende el juez del lugar del domicilio.
4) En el caso de sociedades no constituidas regularmente, entiende el juez del lugar de la sede; en su
defecto, el del lugar del establecimiento o explotación principal.
5) Tratándose de deudores domiciliados en el exterior, el juez del lugar de la administración en el país;
a falta de éste, entiende el del lugar del establecimiento, explotación o actividad principal, según el caso.
Pluralidad de concursos. Declarada también la quiebra en el país, los acreedores pertenecientes al concurso
formado en el extranjero actuarán sobre el saldo, un satisfechos los demás créditos verificados en aquélla.
Reciprocidad. La verificación del acreedor cuyo crédito es pagadero en el extranjero y que no pertenezca a un
concurso abierto en el exterior, está condicionada a que se demuestre que, recíprocamente, un acreedor cuyo
crédito es pagadero en la REPUBLICA ARGENTINA puede verificarse y cobrar -en iguales condiciones- en un
concurso abierto en el país en el cual aquel crédito es pagadero.
Paridad en los dividendos. Los cobros de créditos quirografarios con posterioridad a la apertura del concurso
nacional, efectuados en el extranjero, serán imputados al dividendo correspondiente a sus beneficiarios por
causas de créditos comunes. Quedan exceptuados de acreditar la reciprocidad los titulares de créditos con
garantía real.
Art. 35. - Son jueces competentes para conocer de los juicios de quiebra, los del domicilio comercial del fallido,
aun cuando la persona declarada en quiebra practique accidentalmente actos de comercio en otra nación, o
mantenga en ella agencias o sucursales que obren por cuenta y responsabilidad de la casa principal.
Art. 36. - Si el fallido tiene dos o más casas comerciales independientes en distintos territorios, serán
competentes para conocer del juicio de quiebra de cada una de ellas, los tribunales de sus respectivos
domicilios.
Art. 37. - Declarada la quiebra en un país, en el caso del artículo anterior, las medidas preventivas dictadas en
ese juicio, se harán también efectivas sobre los bienes que el fallido tenga en otros Estados, sin perjuicio del
derecho que los artículos siguientes conceden a los acreedores locales.
Art. 38. - Una vez cumplidas las medidas preventivas por medio de las respectivas cartas rogatorias, el juez
exhortado hará publicar por el término de 60 días avisos en que dé a conocer el hecho de la declaración de
quiebra y las medidas preventivas que se han dictado.
Art. 39. - Los acreedores locales podrán, dentro del plazo fijado en el artículo anterior, a contar desde el día
siguiente a la publicación de los avisos, promover un nuevo juicio de quiebra contra el fallido en otro Estado,
o concursarlo civilmente, si no procediese la declaración de quiebra.
Art. 40. - Entiéndese por acreedores locales, que corresponden al concurso abierto en un país, aquellos cuyos
créditos deben satisfacerse en el mismo.
Art. 41. - Cuando proceda la pluralidad de juicios de quiebras o concursos, según lo establecido en este
Título, el sobrante que resultare a favor del fallido en un Estado será puesto a disposición de los acreedores
del otro, debiendo entenderse con tal objeto los jueces respectivos.
Art. 42. - En el caso en que siga un solo juicio de quiebra, porque así corresponda, según lo dispuesto en el art.
35, o porque los dueños de los créditos locales no hayan hecho uso del derecho que les concede el art. 39,
todos los acreedores del fallido presentarán sus títulos y harán uso de sus derechos ante el juez o tribunal que
ha declarado la quiebra.
Art. 43. - Aun cuando exista un solo juicio de quiebra, los acreedores hipotecarios anteriores a la declaración
de la misma, podrán ejercer sus derechos ante los tribunales del país en que están radicados los bienes
hipotecados o dados en prenda.
Art. 44. - Los privilegios de los créditos localizados en el país de la quiebra y adquiridos antes de la declaración
de ésta, se respetarán, aun en el caso en que los bienes sobre que recaiga el privilegio se transporten a otro
territorio y exista en él, contra el mismo fallido, un juicio de quiebra o formación de concurso civil.
Lo dispuesto en el inciso anterior sólo tendrá efecto cuando la traslación de los bienes se haya realizado dentro
del plazo de la retroacción de la quiebra.
Art. 45. - La autoridad de los síndicos o representantes legales de la quiebra será reconocida en todos los
Estados, si lo fuese por la ley del país en cuyo territorio radica el concurso al cual representan, debiendo ser
admitidos en todas partes a ejercer las funciones que les sean concedidas por dicha ley y por el presente
Tratado.
Art. 46. - En el caso de pluralidad de concursos, el tribunal en cuya jurisdicción reside el fallido será competente
para dictar todas las medidas de carácter civil que lo afecten personalmente.
Art. 47. - La rehabilitación del fallido sólo tendrá lugar cuando haya sido pronunciada en todos los concursos
que se le sigan.
Art. 48. - Las estipulaciones de este Tratado en materia de quiebras se aplicarán a las sociedades anónimas,
cualquiera que sea la forma de liquidación que para dichas sociedades establezcan los Estados contratantes,
en el caso de suspensión de pagos.
Ver Ley de Declaración Judicial del Concurso y Reorganización Empresarial n° 18.387 de 2008
Art. 40. Son jueces competentes para declarar la quiebra, los del domicilio del comerciante o de la sociedad
mercantil, aun cuando practiquen accidentalmente actos de comercio en otro u otros Estados, o tengan en
alguno o algunos de ellos, agencias o sucursales que obren por cuenta y responsabilidad del establecimiento
principal.
Art. 41. Si el fallido tiene dos o más casas comerciales independientes en distintos territorios, serán
competentes para conocer del juicio de quiebra de cada una de ellas, los jueces o tribunales de sus respectivos
domicilios.
Art. 43. Declarada la quiebra en un Estado, las medidas preventivas de seguridad y conservación dictadas en
el respectivo juicio, se harán también efectivas sobre los bienes que el fallido tenga en los otros Estados, con
arreglo a las leyes locales.
Art. 44. Una vez cumplidas las medidas preventivas por medio de las respectivas cartas rogatorias, el juez
exhortado hará publicar durante treinta días en los lugares donde el fallido posea bienes, avisos en los cuales
se dé a conocer el hecho de la declaración de quiebra y las medidas que se hubieren dictado.
Art. 45. Los acreedores locales podrán, dentro del término de sesenta días, contados a partir de la última
publicación a que se refiere el artículo anterior, promover en el respectivo Estado un nuevo juicio de quiebra
contra el fallido, o concursado civilmente si no procediese la declaración de quiebra. En tal caso, los diversos
juicios de quiebra se seguirán con entera separación y serán aplicadas, respectivamente, en cada uno de ellos,
las leyes del Estado en donde el procedimiento se radica. Asimismo, se aplicarán las leyes correspondientes a
cada juicio distinto y separado para todo lo concerniente a la celebración de concordatos preventivos u otras
instituciones análogas. Todo ello sin perjuicio del cumplimiento de las medidas a que se refiere el art. 43, de
lo dispuesto en el art. 47, de este título y de las oposiciones que puedan formular los síndicos o representantes
de la masa de acreedores de los otros juicios.
Art. 46. Entiéndese por acreedores locales que corresponden a la quiebra declarada en un Estado, aquellos
cuyos créditos deben satisfacerse en dicho Estado.
Art. 47. Cuando proceda la pluralidad de los juicios de quiebra, según lo establecido en este título, el sobrante
que resultare en un Estado a favor del fallido, quedará a disposición del juez que conoce de la quiebra en el
otro, debiendo entenderse con tal objeto los jueces respectivos.
Art. 48. En el caso de que se siga un solo juicio de quiebra, porque así corresponda según lo dispuesto en el
art. 40, o porque los titulares de los créditos locales no hayan hecho uso del derecho que les concede el art.
45, todos los acreedores del fallido presentarán sus títulos y harán uso de sus derechos de conformidad con
la ley y ante el juez o tribunal del Estado que ha declarado la quiebra.
En este caso, los créditos localizados en un Estado tienen preferencia con respecto a los de los otros, sobre la
masa de bienes correspondientes al Estado de su localización.
Art. 49. La autoridad de los síndicos o administradores de la quiebra única, cualquiera que sea su
denominación o la de sus representantes, será reconocida en todos los Estados contratantes.
Podrán tomar medidas conservativas o de administración, comparecer en juicio y ejercer las funciones y
derechos que les acuerdan las leyes del Estado en donde fue declarada la quiebra pero la ejecución de los
bienes situados fuera de la jurisdicción del juez que entiende en el juicio, deberá ajustarse a la ley de la
situación.
Art. 50. Aun cuando exista un solo, juicio de quiebra, los acreedores hipotecarios o prendarios, anteriores a la
fecha de la definitiva cesación de pagos, podrán ejercer sus derechos ante los jueces del Estado en donde
están radicados los bienes hipotecados o dados en prenda.
Art. 51. Cuando exista pluralidad de juicios de quiebra, los bienes del deudor situados en el territorio de otro
Estado en el cual no se promueva juicio de quiebra, concurso civil u otro procedimiento análogo, concurrirán
a la formación del activo de la quiebra cuyo juez hubiere prevenido.
Art. 53. Las reglas referentes a la quiebra, serán aplicables, en cuanto corresponda, a las liquidaciones
judiciales, concordatos preventivos, suspensión de pagos u otras instituciones análogas contenidas. en las
leyes de los Estados contratantes.
Con la expresión “autonomía de la voluntad conflictual”, se hace alusión a la facultad de las partes de elegir el
derecho aplicable al contrato. Dicha elección puede ser expresa o tácita y tiene como efecto la exclusión del
derecho que resultare aplicable en virtud de la norma de conflicto del foro, pero no puede sustraerse a las
normas coactivas del derecho privado elegido.
La “autonomía de la voluntad material” implica la facultad de las partes de crear las normas del contrato o
incorporar al contrato, mediante transcripción, normas prexistentes y pertenecientes a uno o más
ordenamientos jurídicos nacionales, excluyendo de ese modo las normas imperativas del derecho privado que
pudieren resultar aplicable. Es decir que las normas coactivas del derecho privado conectado con el contrato,
pueden ser también desplazadas en este caso.
Se ha dicho que la elección de la ley aplicable al contrato no debe ser caprichosa y debe, por el contrario,
guardar un contacto razonable al contrato con los elementos esenciales del negocio jurídico. Aunque cierta
doctrina sostiene que, si las partes eligieron la ley aplicable al contrato, es porque consideraron que es ésa la
que mejor se ajusta a sus pretensiones. Por nuestra parte entendemos que la razonabilidad de la ley elegida
cobra importancia en los contratos con cláusulas predispuestas, en los que la parte más débil carece
prácticamente de posibilidades de discutir los términos del contrato. En los demás casos entendemos que la
elección hecha por las partes difícilmente pueda ser considerada irrazonable.
(HUSSONMOREL, RODOLFO C., La Compraventa Internacional de Mercaderías, pág. 6, Ed. La Ley, Buenos Aires,
Argentina, 2004, citando a BOGGIANO, ANTONIO, Curso de Derecho Internacional Privado, pág. 585- 586 Ed.
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, Argentina, 1993 y KALLER DE ORCHANSKY, BERTA, Nuevo Manual de Derecho
Internacional Privado, pág. 351-354, Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, Argentina, 1991]
ARTICULO 2650.- Jurisdicción. No existiendo acuerdo válido de elección de foro, son competentes para
conocer en las acciones resultantes de un contrato, a opción de actor:
a) los jueces del domicilio o residencia habitual del demandado. Si existen varios demandados, los jueces del
domicilio o residencia habitual de cualquiera de ellos;
b) los jueces del lugar de cumplimiento de cualquiera de las obligaciones contractuales;
c) los jueces del lugar donde se ubica una agencia, sucursal o representación del demandado, siempre que
ésta haya participado en la negociación o celebración del contrato.
ARTICULO 2652.- Determinación del derecho aplicable en defecto de elección por las partes. En defecto de
elección por las partes del derecho aplicable, el contrato se rige por las leyes y usos del país del lugar de
cumplimiento.
Si no está designado, o no resultare de la naturaleza de la relación, se entiende que lugar de cumplimiento es
el del domicilio actual del deudor de la prestación más característica del contrato. En caso de no poder
determinarse el lugar de cumplimiento, el contrato se rige por las leyes y usos del país del lugar de celebración.
La perfección de los contratos entre ausentes se rige por la ley del lugar del cual parte la oferta aceptada.
ARTICULO 2653.- Cláusula de excepción. Excepcionalmente, a pedido de parte, y tomando en cuenta todos los
elementos objetivos y subjetivos que se desprendan del contrato, el juez está facultado para disponer la
aplicación del derecho del Estado con el cual la relación jurídica presente los vínculos más estrechos.
CONTRATOS DE CONSUMO
ARTICULO 2654.- Jurisdicción. Las demandas que versen sobre relaciones de consumo pueden interponerse,
a elección del consumidor, ante los jueces del lugar de celebración del contrato, del cumplimiento de la
prestación del servicio, de la entrega de bienes, del cumplimiento de la obligación de garantía, del domicilio
del demandado o del lugar donde el consumidor realiza actos necesarios para la celebración del contrato.
También son competentes los jueces del Estado donde el demandado tiene sucursal, agencia o cualquier
forma de representación comercial, cuando éstas hayan intervenido en la celebración del contrato o cuando
el demandado las haya mencionado a los efectos del cumplimiento de una garantía contractual.
La acción entablada contra el consumidor por la otra parte contratante sólo puede interponerse ante los
jueces del Estado del domicilio del consumidor.
En esta materia no se admite el acuerdo de elección de foro.
ARTICULO 2655.- Derecho aplicable. Los contratos de consumo se rigen por el derecho del Estado del domicilio
del consumidor en los siguientes casos:
a) si la conclusión del contrato fue precedida de una oferta o de una publicidad o actividad realizada en el
Estado del domicilio del consumidor y éste ha cumplido en él los actos necesarios para la conclusión del
contrato;
b) si el proveedor ha recibido el pedido en el Estado del domicilio del consumidor;
c) si el consumidor fue inducido por su proveedor a desplazarse a un Estado extranjero a los fines de efectuar
en él su pedido;
d) si los contratos de viaje, por un precio global, comprenden prestaciones combinadas de transporte y
alojamiento.
En su defecto, los contratos de consumo se rigen por el derecho del país del lugar de cumplimiento. En caso
de no poder determinarse el lugar de cumplimiento, el contrato se rige por el derecho del lugar de celebración.
Art. 32. - La ley del lugar donde los contratos deben cumplirse, decide si es necesario que se hagan por escrito
y la calidad del documento correspondiente.
a) Su existencia;
d) Sus efectos;
e) Sus consecuencias;
f) Su ejecución;
g) En suma, todo cuanto concierne a los contratos, bajo cualquier aspecto que sea.
Art. 34. - En consecuencia, los contratos sobre cosas ciertas e individualizadas se rigen por la ley del lugar
donde ellas existían al tiempo de su celebración.
Los que recaigan sobre cosas determinadas por su género, por la del lugar del domicilio del deudor al tiempo
en que fueron celebrados.
Los referentes a cosas fungibles, por la del lugar del domicilio del deudor al tiempo de su celebración.
a) Si recaen sobre cosas, por la del lugar donde ellas existían al tiempo de su celebración;
b) Si su eficacia se relaciona con algún lugar especial, por la de aquel donde hayan de producir sus efectos;
c) Fuera de estos casos, por la del lugar del domicilio del deudor al tiempo de la celebración del contrato.
Art. 35. - El contrato de permuta sobre cosas situadas en distintos lugares, sujetos a leyes disconformes, se
rige por la del domicilio de los contrayentes si fuese común al tiempo de celebrarse la permuta y por la del
lugar en que la permuta se celebró, si el domicilio fuese distinto.
Art. 36. - Los contratos accesorios se rigen por la ley de la obligación principal de su referencia.
Art. 37. - La perfección de los contratos celebrados por correspondencia o mandatario se rige por la ley del
lugar del cual partió la oferta.
Art. 38. - Las obligaciones que nacen sin convención se rigen por la ley del lugar donde se produjo el hecho
lícito o ilícito de que proceden.
Art. 39. - Las formas de los instrumentos públicos se rigen por la ley del lugar en que se otorgan.
Los instrumentos privados, por la ley del lugar del cumplimiento del contrato respectivo.
Art. 36. - La ley que rige los actos jurídicos decide sobre la calidad del documento correspondiente. Las formas
y solemnidades de los actos jurídicos se rigen por la ley del lugar en donde se celebran u otorgan. Los medios
de publicidad, por la ley de cada Estado.
Art. 37. - La ley del lugar en donde los contratos deben cumplirse rige: a)
Su existencia;
b) Su naturaleza;
c) Su validez;
d) Sus efectos;
e) Sus consecuencias;
f) Su ejecución;
g) En suma, todo cuanto concierne a los contratos, bajo cualquier aspecto que sea.
Art. 38. - En consecuencia, los contratos sobre cosas ciertas e individualizadas, se rigen por la ley del lugar en
donde ellas existían al tiempo de su celebración.
Los que recaigan sobre cosas determinadas por su género, por la del lugar del domicilio del deudor a tiempo
en que fueron celebrados.
Los referentes a cosas fungibles, por la del lugar del domicilio del deudor a tiempo de su celebración.
a) Si recaen sobre cosas, por la del lugar en donde ellas existían a tiempo de su celebración;
b) Si su eficacia se relaciona con algún lugar especial, por la de aquél en donde hayan de producirse sus
efectos;
c) Fuera de estos casos, por la del lugar del domicilio del deudor, a tiempo de la celebración del contrato.
Art. 39. - Los actos de beneficencia se rigen por la ley del domicilio del benefactor.
Art. 40. - Se rigen por la ley del lugar de su celebración, los actos y contratos en los cuales no pueda
determinarse, a tiempo de ser celebrados y según las reglas contenidas en los artículos anteriores, el lugar de
cumplimiento.
Art. 41. - Los contratos accesorios se rigen por la ley del contrato principal.
Art. 42. - La perfección de los contratos celebrados por correspondencia o por mandatario, se rige por la ley
del lugar del cual partió la oferta aceptada.
Art. 43. - Las obligaciones que nacen sin convención, se rigen por la ley del lugar en donde se produjo el hecho
lícito o ilícito de que proceden y, en su caso, por la ley que regula las relaciones jurídicas a que responden.
MERCOSUR\CMC\DEC Nº 1/94
Los Gobiernos de la República Argentina, de la República Federativa del Brasil, de la República del Paraguay y
de la República Oriental del Uruguay,
REAFIRMANDO la voluntad de los Estados Partes de acordar soluciones jurídicas comunes para el
fortalecimiento del proceso de integración;
DESTACANDO la necesidad de brindar al sector privado de los Estados Partes un marco de seguridad jurídica
que garantice justas soluciones y la armonía internacional de las decisiones judiciales y arbitrales vinculadas a
la contratación en el marco del Tratado de Asunción;
Acuerdan:
Artículo 1. El presente Protocolo se aplicará a la jurisdicción contenciosa internacional relativa a los contratos
internacionales de naturaleza civil o comercial celebrados entre particulares-personas físicas o jurídicas:
a) con domicilio sede social en diferentes Estados Partes del Tratado de Asunción;
b) cuando por lo menos una de las partes del contrato tenga su domicilio o sede social en un Estado Parte del
Tratado de Asunción y además se haya hecho un acuerdo de elección de foro a favor de un juez de un
Estado Parte y exista una conexión razonable según las normas de jurisdicción de este Protocolo.
1. Los negocios jurídicos entre los fallidos y sus acreedores y demás procedimientos análogos, especialmente
los concordatos;
Artículo 4. En los conflictos que surjan en los contratos internacionales en materia civil o comercial serán
competentes los tribunales del Estado Parte a cuya jurisdicción los contratantes hayan acordado someterse
por escrito, siempre que tal acuerdo no haya sido obtenido en forma abusiva. Asimismo puede acordarse la
prórroga a favor de tribunales arbitrales.
La validez y los efectos del acuerdo de elección de foro se regirán por el derecho de los Estados Partes que
tendrían jurisdicción de conformidad a las disposiciones del presente Protocolo.
Artículo 6. Haya sido elegida o no la jurisdicción, ésta se entenderá prorrogada a favor del Estado Parte donde
se promoviere la acción cuando el demandado después de interpuesta ésta la admita voluntariamente, en
forma positiva y no ficta.
c) los jueces de su domicilio o sede social cuando demostrare que cumplió con su prestación.
Artículo 8.
1. A los fines del artículo 7, literal a), se entenderá por lugar del cumplimiento del contrato el Estado Parte
donde haya sido o deba ser cumplida la obligación que sirva de base para la demanda.
a) En los contratos sobre cosas ciertas e individualizadas, el lugar donde ellas existían al tiempo de su
celebración;
b) En los contratos sobre cosas determinadas por su género, el lugar del domicilio del deudor al tiempo en
que fueron celebrados;
c) En los contratos sobre cosas fungibles, el lugar del domicilio del deudor al tiempo de su celebración;
2. Si su eficacia se relaciona con algún lugar especial, aquél donde hayan de producirse sus efectos;
3. Fuera de estos casos, el lugar del domicilio del deudor al tiempo de la celebración del contrato.
Artículo 9. A los fines del artículo 7, literal b), se entenderá por domicilio del demandado:
1. Su residencia habitual;
Si la persona jurídica tuviera sucursales, establecimientos, agencias o cualquier otra especie de representación
se considerará domiciliada en el lugar donde funcionan y sujeta a la jurisdicción de las autoridades locales, en
lo concerniente a las operaciones que allí practiquen. Esta calificación no obsta al derecho del actor a
interponer la acción ante los tribunales de la sede principal de la administración.
Artículo 10. Son competentes para conocer de los litigios que surjan entre los socios en su carácter de tales
los jueces de la sede principal de la administración.
Artículo 11. Las personas jurídicas con sede en un Estado Parte, que celebren contratos en otro Estado Parte,
pueden ser demandadas ante los jueces de este último.
Artículo 12. Si hubiere varios demandados, tendrá jurisdicción el Estado Parte del domicilio de cualquiera de
ellos.
Las demandas sobre obligaciones de garantía de carácter personal o para la intervención de terceros, pueden
ser incoadas ante el tribunal que está conociendo en la demanda principal.
Artículo 14. La jurisdicción internacional regulada por el artículo 20, literal c) del Protocolo de Las Leñas sobre
Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en Materia Civil, Comercial, Laboral y Administrativa, quedará
sometida a lo dispuesto por el presente Protocolo.
Artículo 15. Las controversias que surjan entre los Estados Partes con motivo de la aplicación, interpretación
o incumplimiento de las disposiciones contenidas en el presente Protocolo, serán resueltas mediante
negociaciones diplomáticas directas.
Artículo 1
1) La presente Convención se aplicará a los contratos de compraventa de mercaderías entre partes que tengan
sus establecimientos en Estados diferentes:
b) cuando las normas de derecho internacional privado prevean la aplicación de la ley de un Estado
Contratante.
2) No se tendrá en cuenta el hecho de que las partes tengan sus establecimientos en Estados diferentes
cuando ello no resulte del contrato, ni de los tratos entre ellas, ni de información revelada por las partes en
cualquier momento antes de la celebración del contrato o en el momento de su celebración.
Artículo 2
a) de mercaderías compradas para uso personal, familiar o doméstico, salvo que el vendedor, en cualquier
momento antes de la celebración del contrato o en el momento de su celebración, no hubiera tenido ni
debiera haber tenido conocimiento de que las mercaderías se compraban para ese uso; b) en subastas;
c) judiciales;
Artículo 3
2) La presente Convención no se aplicará a los contratos en los que la parte principal de las obligaciones
de la parte que proporcione las mercaderías consista en suministrar mano de obra o prestar otros servicios.
Artículo 4
La presente Convención regula exclusivamente la formación del contrato de compraventa y los derechos y
obligaciones del vendedor y del comprador dimanantes de ese contrato. Salvo disposición expresa en
contrario de la presente Convención, ésta no concierne, en particular:
b) a los efectos que el contrato pueda producir sobre la propiedad de las mercaderías vendidas.
Artículo 5
La presente Convención no se aplicará a la responsabilidad del vendedor por la muerte o las lesiones
corporales causadas a una persona por las mercaderías.
Artículo 6
Las partes podrán excluir la aplicación de la presente Convención o, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo
12, establecer excepciones a cualquiera de sus disposiciones o modificar sus efectos.
Artículo 25
El incumplimiento del contrato por una de las partes será esencial cuando cause a la otra parte un perjuicio
tal que la prive sustancialmente de lo que tenía derecho a esperar en virtud del contrato, salvo que la parte
que haya incumplido no hubiera previsto tal resultado y que una persona razonable de la misma condición no
lo hubiera previsto en igual situación.
Artículo 72
1) Si antes de la fecha de cumplimiento fuere patente que una de las partes incurrirá en incumplimiento
esencial del contrato, la otra parte podrá declararlo resuelto.
2) Si hubiere tiempo para ello, la parte que tuviere la intención de declarar resuelto el contrato deberá
comunicarlo con antelación razonable a la otra parte para que ésta pueda dar seguridades suficientes de que
cumplirá sus obligaciones.
3) Los requisitos del párrafo precedente no se aplicarán si la otra parte hubiere declarado que no
cumplirá sus obligaciones.
Considerando: desestimada la pretensión deducida por el actor en todas sus partes éste se agravia en su
presentación haciendo hincapié en tres aspectos que resalta como fundamentales para dar solución a su
reclamo; el primero concierne al lugar de ejecución del contrato de trabajo celebrado entre las partes, que
sólo habría tenido principio de ejecución en la República Popular China, pero sin que ello importara que el
vínculo sólo se desarrollara fuera del país de residencia, lo que resultaría de haber mantenido su domicilio y
familia en territorio argentino; el segundo insiste que si se probó la relación laboral invocada y la demandada
sostenía la aplicación de una legislación extranjera, a ella le incumbía probar la misma, quedando sin sustento
su defensa, pues de ese modo habría consentido la aplicación del derecho argentino. Finalmente, el último
agravio versa sobre el modo de imposición de las costas y los honorarios regulados, por las razones que se
expusieran. A su vez, la parte demandada y su letrado apoderado, por derecho propio, apelan la imposición
de costas por la excepción desestimada y los emolumentos fijados, así como el último, por bajos, los
determinados a su favor.
El análisis de la argumentación de la apelante pone de realce, a poco que se examinan las constancias de la
causa, la sinrazón de su queja, pues si bien al demandar se esgrimiera que su contratación consistía “… en un
principio al menos, en trasladarse a la República Popular China, a la ciudad de Tongxiang para trabajar bajo
las órdenes del accionado en una empresa llamada Sean Fashions International Ltd., de la cual el demandado
era, a su vez, asesor técnico…” en la réplica, al argüir a fs. 17 vta./18 que era inexacto que él trabajara para
otras empresas que no fueran la indicada por el actor, en China y que ello se debió a su contratación de
gerente de producción de aquella, y por lo tanto por tal razón estaba a sus órdenes, importó la necesidad de
A partir de ello y de acuerdo al límite emergente de los agravios, cabe reiterar que de acuerdo con la norma
de derecho internacional privado contenida en el art. 3 RCT., luego de la reforma de la ley 21.297 al texto
originario, se erige al lugar de ejecución del contrato como punto de conexión de aplicación del dispositivo
jurídico de la vinculación entre las partes y si bien no se menciona de manera expresa el supuesto de contrato
celebrado en nuestro país para cumplirse en el extranjero íntegramente, tal como es el caso en examen, según
las consideraciones precedentes, la norma aludida en forma omnicomprensiva ubica a la lex locis executionis
como pauta excluyente para dirimir cualquier conflicto con elemento de extranjería, desplazando
inevitablemente la lex locis celebrationis, incluso si se tratara de un régimen jurídico más favorable para el
demandante (conf. CNTrab., sala X, 26/06/98, “Díaz, Jorge c. Altamiranda, Nelson y Asociados S.A. s. ley
22.250”, publicado en TyS 98‑1331).
En orden al restante agravio converge con diverso alcance con el vertido por el demandado respecto de las
costas de la excepción, por lo que cabría su tratamiento conjunto y al respecto, atento la índole de las
circunstancias del caso, se propondrá hacer lugar al embate y que las costas en ambas instancias, tanto las
generadas por la excepción, como las correspondientes al fondo de la cuestión, sean soportadas en el orden
causado, por lo que cabría, de compartirse tal criterio, dejar sin efecto las regulaciones practicadas y proceder
a su determinación en forma originaria (art. 279 CPCCN), lo que torna abstracto el tratamiento de los recursos
deducidos por las partes a ese respecto.
En tal sentido, tomando en cuenta el resultado del litigio, el mérito y extensión de la labor desarrollada y lo
normado en el art. 38 LO y arts. 6, 7, 8, 9, 19, 33, 39 y conc. ley 21.839 se fijan los honorarios, por toda la labor
desarrollada en la causa en la etapa de conocimiento, de la representación letrada de la actora en la suma de
$ 7600 y los de la representación letrada de la demandada, en igual situación, en la de $ 9900, ambas a valores
actuales (ley 23.928). En lo que atañe a la perito contadora, tomándose en cuenta la aceptación del cargo,
diligencias realizadas y la presentación de fs. 60‑I/61 se fijan sus honorarios en la suma de $ 500, también a
valores (ley citada, art. 38 LO).
La Dra. Rodríguez dijo: Adhiero al voto del Dr. Bermúdez, por compartir sus fundamentos.
Por lo que resulta del acuerdo que antecede (art. 125 parte. 2ª ley 18.345), el tribunal resuelve: 1) Confirmar
el decisorio recurrido en lo principal que decide. 2) Disponer que las costas en ambas instancias, por todo
concepto, sean soportadas en el orden causado. 3) Dejar sin efecto las regulaciones de honorarios de la
instancia previa y proceder a su determinación en forma originaria. 4) Fijar los emolumentos de la
representación letrada de la parte actora, de la representación letrada de la demandada y de la perito
contadora.‑ M. L. Rodríguez. J. G. Bermúdez. G. A. González.
ABN Amro Bank c. Oscar Guerrero S.A. s. demanda. CCiv. y Com. Rosario, sala III, 24/12/02,
Suprema Corte:
Para así decidir los integrantes del tribunal a quo, remitieron a los términos del referido fallo de primera
instancia y del dictamen del Fiscal General del fuero. Destacaron, que más allá de que el juez no hubiera
valorado como era menester la circunstancia de la detención de la familia "Graiver" y de la confiscación de
sus bienes, como un posible hecho interruptivo de la prescripción, ello no perjudicaba la validez de la sentencia
apelada, ni beneficiaba a la quejosa. Observaron, en tal sentido, que el instituto de la prescripción -conforme
lo señaló el Representante del Ministerio Público- debe regirse por las mismas normas que regulan la
existencia y modalidades del negocio jurídico, afirmación que encuentra apoyo, en el artículo 1205 del Código
Civil, que adopta el régimen de la "lex loci contractus".
Agregaron, además, que la prescripción se rige por las normas correlativas de las obligaciones a que está
sujeta, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 51 del Tratado de Derecho Civil de Montevideo, razón por la
que descartaron, en consecuencia, la aplicabilidad del plazo decenal contemplado por el artículo 4023 del
Código Civil Argentino.
Pusieron de resalto el acierto del fallo recurrido, en tanto admite el plazo de seis años previsto en la normativa
extranjera, coincidente con el informe pericial, no controvertido en dicho aspecto, -artículo 477 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación- y puntualizaron que no modifica la solución que se propicia, lo
dispuesto en el artículo 14, inciso 2°, del Código Civil, atento a que la Convención Interamericana sobre
Conflictos de Leyes, aprobada por ley 22.921, en materia de Derecho Internacional Privado, adopta la teoría
del uso jurídico, por la cual, conforme lo hace el fallo apelado, los jueces están obligados a interpretar el
derecho extranjero tal como lo harían los del país cuyo derecho resulta aplicable.
Pusieron también de relieve, que no es óbice para decidir como se hizo, lo dispuesto en el artículo 14, inciso
4° de la ley sustantiva, desde que no se debate en el caso la validez o nulidad del mutuo concertado -según
sostiene- en los términos que surgen de las "promisory notes", sino que lo que se cuestiona es que se aplique
la ley extranjera en punto a la extinción por prescripción de la obligación de pago. Al ser ello así, dedujeron
que la extinción, también efecto del acto, no choca con el orden jurídico nacional, porque se aplique la ley
extranjera, ya que no se halla cuestionada la validez del mutuo, sino la carencia de coercibilidad o exigibilidad
de uno de sus efectos, caduco por el tiempo, que se halla reglado por la norma aplicable, según acuerdo de
partes.
Expresaron, más adelante, que no existe contrato inmoral, ni intención probada de violar las leyes de la
Nación, por lo que, al celebrarse el mutuo en el extranjero y establecerse su cumplimiento en Nueva York, se
torna inaplicable la disposición del artículo 1209 del Código de Fondo.
Sostuvieron, asimismo, que la suspensión del curso de la prescripción alegada, con fundamento en los
términos del artículo 207 de las normas de la Ley de Procedimiento Civil de Nueva York, que la admite cuando
el deudor se ausentare de dicha jurisdicción, presupone, como es obvio, el domicilio en ese lugar de las partes
al tiempo de la celebración de la relación jurídica y la sobreviniencia de dicha causal en la etapa de ejecución
de las prestaciones.
Afirmaron, luego, que en el caso se encuentra acreditado, que al tiempo del nacimiento del mutuo, por la
entrega de las sumas y la firma de las "promisory notes", la actora tenía domicilio en Panamá y el demandado
en Argentina, quien a su vez había fallecido en México el 7 de agosto de 1976, abriéndose su sucesorio el 19
de octubre del mismo año, cuyo inicio databa del mes de agosto. Queda así en evidencia, resaltaron, que
ninguno de los contratantes se domiciliaba en la Ciudad de Nueva York al tiempo de celebrarse el mutuo y
que por ende, no hay sobreviniencia en la situación que se pretende como causal suspensiva, la que en rigor
apunta a un supuesto en que el habitante del Estado extranjero, al tiempo de entablarse acciones contra él,
se ausentase del mismo o permaneciese bajo identidad falsa, con el objeto de evitar las consecuencias de la
demanda en su contra.
Inclusive -agregaron- en el marco del derecho positivo argentino, la causal de suspensión no sería tal, por
cuanto no existe ninguna actividad judicial del actor en la sucesión, no obstante que al tiempo del inicio del
sucesorio de David Graiver, se hallaban vencidos tres de los documentos y los restantes no podrían abonarse
por razón del fallecimiento.
II - Contra dicho fallo la actora interpuso recurso extraordinario a fs. 3443/3468, el que al ser denegado a fs.
3496, dio lugar a esta presentación directa.
El tribunal a quo no aceptó dicho recurso excepcional con fundamento en que no se daba la arbitrariedad
alegada por la actora, ya que la mera discrepancia con la valoración de las constancias de la causa ni su
apreciación de errónea, habilitaba la procedencia del recurso. Señaló, además, que dicho fallo se sustentaba
en razones de naturaleza no federal, de hecho y de derecho común -aun en lo atinente a la aplicación de
derecho extranjero- que resultaban ajenos al recurso del art. 14 de la ley 48. Destacó, asimismo, que no
mediaba en el caso gravedad institucional, pues no excedía el mero interés de las partes, ni afectaba al bien
de la colectividad.
De su lado, la parte alega en su queja que si existe cuestión federal suficiente para habilitar la admisión del
recurso extraordinario tanto por la trascendencia de los aspectos fácticos y jurídicos del caso, cuanto por la
arbitrariedad incurrida por el tribunal de alzada, circunstancia que tornaba a su vez propia la denegación del
recurso arbitraria e injustificada.
Señaló, que cuando interpuso el remedio extraordinario se expresó que la sentencia le ocasionaba tres
motivos de agravio: la omisión de considerar prueba esencial, cuestiones planteadas oportunamente y que
resultaban conducentes para la resolución de la causa y errores serios en la construcción normativa que
realiza.
Agregó que se da en el caso una típica cuestión federal simple, la cual nace de interpretar las normas de
derecho internacional vigentes, por medio de las cuales se establece la posibilidad de que un caso como el
presente, con multiplicidad de elementos transnacionales, sea fallado por tribunales argentinos de
conformidad con un ordenamiento extranjero.
Manifestó que en el sub-lite es aplicable la Convención Interamericana sobre conflictos de leyes en materia
de Sociedades Mercantiles, criterio que -dice- es compartido por el tribunal de primera instancia y por la
alzada. La cuestión federal surge de la necesidad de interpretar un tratado internacional independientemente
de la categoría de las normas que lo integran, ya sean éstas procesales o de fondo.
Indicó, asimismo, que es procedente la apertura del recurso extraordinario por la trascendencia o gravedad
institucional de la cuestión, que abarca tanto aspectos jurídicos como fácticos, como los problemas
vinculados, de un lado, a la ley aplicable a una relación jurídica y su prescripción, y de otro, a la determinación
de la teoría del uso jurídico ínsita en un contrato, que adquiere una dimensión que se proyecta más allá de las
circunstancias particulares cuando, como el caso, se halla en juego la seguridad jurídica de las transacciones
comerciales y el acceso a la máxima autoridad judicial, con argumentos surgidos de interpretaciones
restrictivas de normas procesales, que, dice, fueron diseñadas en épocas muy pretéritas.
Señaló, también, que la trascendencia institucional del sub lite, dimana, también, de sus aspectos fácticos, en
tanto constituyen hechos notorios que la familia Graiver fue considerada como vinculada al grupo terrorista
Montoneros; que como consecuencia de dicha vinculación sufrió la persecución política del gobierno militar;
de igual manera que David Graiver, -luego fallecido- dirigía uno de los grupos económicos más importantes
de la Argentina y que luego del regreso al país de la citada familia, todos sus miembros fueron detenidos y
puestos a disposición del Poder Ejecutivo; que nada se supo de ellos por muchos años y que, además sufrieron
la desposesión e incautación de sus bienes, recuperando recién su libertad con el advenimiento de la
democracia. Tales antecedentes omitidos por el a-quo determinaron que en esos años, demandar a la
Destacó que el fallo recurrido no dedica una sola palabra a la interpretación restrictiva que a su criterio debe
hacerse del instituto de la prescripción, lo que afecta la validez de la sentencia y ubica el tema dentro de la
cuestión federal, puesto que la interpretación errónea de la ley extranjera lleva a una hermenéutica amplia
del instituto de la prescripción y produce la violación del derecho de propiedad al rechazar la subsistencia del
crédito.
Destacó que la inteligencia errónea que se formuló del artículo 207 del CPLR, implicó otorgar al aludido
instituto un alcance opuesto al que tiene en el derecho argentino así como privar consecuentemente, a la
actora de su propiedad.
Alegó que no se encuentra probado, ni invocado, que el derecho del Estado de Nueva York establezca una
interpretación amplia del instituto de la prescripción, y que, en todo caso, ello haría primar una norma
extranjera sobre las pautas de la normativa superior local.
Puso de resalto la absoluta imposibilidad, en las condiciones expuestas, de llevar a cabo una acción judicial,
pues no se sabía cuál era el domicilio de los demandados, antecedente que impedía la notificación de la
eventual acción a entablarse. Igual razonamiento debe aplicarse a los reclamos contra los avalistas, desde que,
en aquellos años, la mera vinculación o conexión con el grupo Graiver era altamente riesgosa.
Negó que los demandados, no se hallaran residiendo en Nueva York, como señala la sentencia, al tiempo de
la firma de las promissory notes, error que es el punto de partida de la construcción de la sentencia y que la
torna arbitraria, agregando que, por el contrario, se encuentra probada su residencia en dicha ciudad, así
como que dejaron de residir con posterioridad a los primeros vencimientos.
Se remitió sobre el particular a los testimonios prestados en la causa por Lidia Elba Papaleo, Isidoro Miguel
Graiver, Silvia Cristina Fanjul, Lidia Catalina Gesualdi, Francisco Fernández y muchos otros. Puntualizó que, al
tornarse exigible la obligación, los demandados ya no se hallaban en Nueva York. A dicho efecto, reseña
pruebas agregadas en la causa, tales como publicaciones periodísticas, sentencia de la Cámara Federal
Contencioso Administrativa que homologa el acuerdo de indemnización del Estado Nacional a la familia
Graiver decreto 2330/85 que aprueba convenios que incluyen a todos los demandados, de los que además
infirió, que éstos fueron desposeídos de sus bienes y que no se hallaban en Nueva York al tiempo de la
exigibilidad de la deuda.
Destacó, por otra parte, que es también arbitrario sostener que la apertura de la sucesión de David Graiver
acredita su domicilio en la República Argentina, lo que sólo surge de testimonial que entra en contradicción
con la restante prueba incorporada a la causa, que prueba que el causante no habría tenido otro domicilio
que el de Nueva York al tiempo de su fallecimiento. Concluyó que el domicilio de la sucesión es un domicilio
ficto, sólo hábil para decretar la apertura del trámite universal ante los tribunales locales.
Hizo hincapié en que la normativa extranjera, no se refiere a la modificación del domicilio, sino que sólo
menciona la ausencia del Estado de Nueva York como causal de suspensión de la prescripción, con lo cual el
fallo le agrega al articulado una exigencia que no establece.
Expresó que la sentencia impugnada sostiene que la ausencia de los demandados debe producirse con
posterioridad al momento de la celebración del negocio y no en forma concomitante, criterio que, asociado a
la idea de que los demandados no se hallaban en Nueva York al tiempo de la celebración, sino que tenían su
domicilio en la Argentina, se contradice con la ausencia sobreviniente a la concertación del mutuo demostrada
en la causa, por lo que concluyó que la sentencia resulta contradictoria con las pruebas y constancias del
expediente, de las cuales a la postre vino a prescindir sin dar motivos razonables.
Afirmó, también, que el tribunal incurre en una afirmación dogmática cuando señala que la causal de
suspensión debe producirse con posterioridad al acto negocial que genera la acción y no de manera
concomitante, por cuanto no surge de la normativa extranjera que quien invoca la causal deba probar tal
circunstancia; por otra parte, señaló la arbitrariedad en que incurre el sentenciador al aplicar normas del
Código Civil, no obstante haber expuesto que aplicaría la normativa extranjera.
Finalmente, sostuvo que se ha prescindido de la prueba pericial sobre derecho extranjero producida en la
causa, de la cual surge que la prescripción no se habría producido, y se la ha ignorado sin dar razones plausibles
para ello. Adujo que el fallo es incompleto, porque omite expedirse sobre la acción entablada contra los
demandados (Juan e Isidoro Graiver) y cuando lo hace, confunde los fundamentos de la acción expresando
que ésta es la transmisión mortis causa, cuando, por el contrario, era la responsabilidad solidaria del avalista.
III - En el recuso de queja deducido por la actora, ésta centra su fundamentación en la crítica a las conclusiones
arribadas por el a quo en torno a la eventual suspensión del término de la prescripción y a la aplicación de la
teoría del uso jurídico en el marco de la vigencia del derecho neoyorquino y sólo se limita a señalar que ello
no importa la renuncia a su defensa subsidiaria en punto a sostener el plazo decenal del ordenamiento
argentino.
Si bien luego nada expone en redor de esta última defensa, esa Corte ha dicho reiteradas veces que, en la
medida en que se alude al mantenimiento de agravios que han sido desarrollados en el recurso extraordinario
que en copia se acompaña a la presentación directa, no vale extremar rigorismos formales para rechazar por
dicha razón la procedencia del recurso (T. 306, p. 1785, etc.).
En consecuencia, si bien el buen orden impondría comenzar por analizar las quejas vertidas en lo referente a
cuál sería en definitiva el derecho aplicable en el sub lite con arreglo a la letra y el espíritu de tratados
internacionales, lo cual configuraría una cuestión federal por remitir a la inteligencia de dichos tratados, lo
cierto es que una reiterada jurisprudencia de esta Corte sostiene que, mediando la invocación de
arbitrariedad, corresponde primero estudiar ese aspecto, desde que si se concluyera que ese vicio se configura
todo el contenido de la decisión caería en virtud de que no existiría en rigor un acto jurisdiccional (Fallos:
312:1034; 318:189).
Por ende, debemos nomás comenzar por el análisis de la temática central que se eleva a través de esta queja;
esto es, que no obstante concordar con los jueces de la causa en que el derecho aplicable es el de Nueva York,
éstos habrían empero sido arbitrarios en lo referente al rechazo de la postura de la recurrente acerca de las
causales de suspensión que habrían operado en la especie a raíz de la ausencia sobreviniente de los
demandados del Estado de Nueva York.
No creo para nada ocioso recordar, en esta oportunidad, el carácter excepcional que reviste esta doctrina de
V.E. Por su invocación, como siempre se ha dicho, no se puede pretender convertir a esa Exma. Corte en un
tribunal de tercera instancia o, eventualmente, en otro de casación del derecho común, ya que ello es
imposible con arreglo a nuestro ordenamiento jurídico, que establece límites muy precisos en la Constitución
y en la ley en lo que hace a la jurisdicción de dicho Tribunal Elevado.
Si una cosa surge clara, a mi modo de ver, a este respecto, es que la decisión que se apela en modo alguno
incurre en alguno de los vicios extremos que permiten la descalificación de la sentencia, ya que dista de estar
huérfana de argumentos de derecho común, irrevisables en esta suprema instancia federal, cuando no
ofenden la racionalidad o resultan meras divagaciones aparente. Por el contrario, los jueces de la causa han
vertido con sobrados fundamentos posibles sus conclusiones sobre los temas en debate, en el marco de
En tal caso, por la vía del recurso extraordinario no puede pretenderse que V.E. exponga eventualmente su
opinión al respecto, toda vez que, como queda dicho, sólo su actividad jurisdiccional debe limitarse a verificar
la validez del acto, mas no su grado de acierto o desacierto.
Cabe advertir, en este sentido, que la actora, una vez aceptada la aplicación del derecho de Nueva York, resiste
lo atinente a la prescripción y, en su caso, cómo se habría considerado el tema de la suspensión de dicho plazo.
Los jueces de la causa vertieron sobre estos temas suficientes argumentos que ponen a su sentencia al abrigo
de la tacha que se le pretende endilgar, pues no sólo consideraron aplicable el derecho neoyorkino por la
norma del art. 1205 del Código Civil con arreglo a las prescripciones de tratados internacionales, sino que
puntualizaron que, además, el derecho de ese país había sido pactado expresamente por las partes, quienes
no hicieron ninguna salvedad expresa acerca de que fueran otras normas las que regirían la prescripción. Y en
cuanto al alcance que pudiese tener en el sub examine la teoría del uso jurídico, cabe señalar que el recurso
peca de fundamentación indispensable, cual sería la acreditación de que en aquel estado norteamericano los
jueces sostendrían otra interpretación diferente a las que aquí sostuvieron los nacionales en punto a la
inteligencia de los conceptos de sobreviniente o contingente, tema que, por lo demás, la actora sólo pudo
acreditar que, en todo caso, algún otro autor distinto a los que invocaron los juzgadores tendría una opinión
diferente a éstos, extremo que, a lo sumo, lo que pone en evidencia nuevamente es el grado de opinabilidad
que existe en estos tópicos de derecho común. De igual modo, la disputa sobre el domicilio que los jueces de
la causa tuvieron por cierto con apoyo en las constancias del expediente sucesorio, sólo configura otra mera
discrepancia inhábil para que funcione la doctrina de la arbitrariedad.
Una vez que descartamos el recurso en los temas desarrollados en la queja, cabe pasar ahora a analizar la
defensa subsidiaria de la aplicación del plazo decenal de nuestro código.
IV - En torno a estas premisas, corresponde señalar que las cuestiones motivo de agravio del recurrente
pueden sintetizarse en que sostiene, que no resultan aplicables al caso, las normas del Derecho Procesal de
la Ciudad de Nueva York, como lo hiciera el tribunal a quo, sino las disposiciones en materia de prescripción
de nuestro Código Civil; que resulta incorrecta la interpretación de la norma iusprivatista en juego, y también
el modo de aplicación de la ley extranjera, que tales errores adquieren gravedad institucional, por hallarse en
juego las transacciones internacionales y el alcance que da nuestro Estado a decadencia de la coercibilidad de
las obligaciones, poniendo en juego la seguridad jurídica; y, por último, que se ha omitido considerar que
corresponde una interpretación restrictiva de la prescripción, en tanto afecta el derecho de propiedad de la
actora, y que ello sucede, porque no se atendió a hechos notorios y probados de la causa, tales como el
desapoderamiento de los deudores, su residencia en la ciudad de Nueva York al tiempo de la celebración del
contrato de mutuo, el carácter del domicilio en nuestro Estado para el inicio de la sucesión, y el peritaje
producido sobre el derecho extranjero.
Corresponde entonces, en primer lugar, poner de relieve que el recurrente no controvierte el fundamento
normativo y principal del fallo, que hace pie en el artículo 51 del Tratado de Derecho Civil Internacional de
Montevideo, que en materia de prescripción adquisitiva de las acciones, como la presente, de naturaleza
personal, dispone la aplicabilidad de la ley a la que están sujetas.
Asimismo, sostiene el fallo la aplicación del artículo 1205 del Código Civil, que establece que los contratos
como el presente, celebrados fuera del territorio de la República Argentina, serán juzgados en cuanto a su
validez o nulidad, naturaleza y obligaciones que produzcan por la ley del lugar en que hubiesen sido
celebrados. En el caso la del Estado de Nueva York, de los Estados Unidos de Norteamérica, régimen legal al
que también, señaló coincidentemente con el a quo, se sometieron voluntariamente los contratantes.
V - Mas como se ha puesto en tela de juicio la supuesta interpretación incorrecta del artículo 2° de la
Convención Interamericana sobre Normas de Derecho Internacional Privado, corresponde realizar un estudio
de tal cuestionamiento, sin olvidar que el a quo también aplicó otro Tratado Internacional de naturaleza
federal, situación que tornaría viable, en principio, desde esta perspectiva, la procedencia formal del recurso
extraordinario, de interpretarse que se configura un conflicto entre ambas normas internacionales, tema éste
que, cabe resaltar, no fue empero motivo de objeción alguna por el recurrente.
En ese sentido es del caso señalar además, que la cámara puso de relieve que no resultaba óbice para la
aplicación de la ley extranjera, que sostuvo sobre la base de lo expuesto en los párrafos que anteceden, el
artículo 2° de la Convención citada, en tanto dicha legislación vino a consagrar la teoría del uso jurídico, por la
cual los jueces nacionales se ven obligados a aplicar la normativa extranjera, como lo harían los jueces del
lugar cuyo derecho es aplicable, señalando que así sucedió en el sub judice.
Destacó además el tribunal, que dicha inteligencia de la norma, vino a desvirtuar la posición asumida por el
recurrente de que la normativa a aplicar no podía ser la del Estado extranjero, y sí la del Estado Argentino,
pues con ello se demuestra que nada obsta a que resulten aplicables en nuestro Estado las normas del Estado
extranjero. Afirmó además que de dicha norma de la convención, no resulta que se deba aplicar el derecho
nacional. Coincido, en este punto, con la tesitura de la anterior instancia y, valga señalarlo a mayor
abundamiento, que concretamente, el citado artículo 2°, carece de normas que regulen directamente cuál
derecho resulta aplicable, limitándose a disponer pautas interpretativas del derecho extranjero, al disponer
que los jueces y autoridades de los Estados partes, deben interpretar las normas como lo harían los jueces del
Estado cuyo derecho es aplicable.
Debo reiterar a su vez sobre el punto, que el recurrente tampoco demuestra cuál sería esta aplicación como
es exigible, dada la naturaleza excepcional del recurso, sobre la base de jurisprudencia de los Estados Unidos
de Norteamérica, de modo pormenorizado y en qué medida los jueces argentinos de apartaron de esos
criterios adoptados por la magistratura de esa Nación, y, en que otra medida ello se ajusta a casos análogos
al aquí estudiado.
Por su lado, la interpretación que realiza el recurrente, para llegar a la conclusión de que sería aplicable al caso
en cuanto a la prescripción de la acción, el artículo 4023 del Código Civil, sólo a la postre tiene apoyo en la
exclusiva consideración que realiza, acerca que de la mencionada norma dimana un problema trascendente a
dilucidar en autos, cual es que, en nuestro ordenamiento jurídico, la prescripción se encuentra regulada en el
código de fondo y en los Estados Unidos en el derecho procesal, de lo cual extrae, que las cuestiones
procesales como la de las "limitations" se rigen por la ley del lugar donde tramita el conflicto, es decidir la del
foro, solución que, según expresa, se desprendería de lo aseverado por el consultor técnico de autos.
VI - Ahora bien, corresponde advertir que el propio recurrente ha reconocido que no existe norma que regule
la situación dada en autos, al extremo de que habla de un vacío normativo por un doble reenvío y esto -dice-
obliga a desentrañar por vía de interpretación de la norma internacional, si es de aplicación al caso el derecho
extranjero, y de igual modo, si está comprendido el instituto de la prescripción dentro del artículo 1205 del
Código Civil Argentino.
En cuanto al punto, cabe destacar que el recurrente, por un lado, reduce la supuesta crítica del fallo a la
interpretación de la norma federal, a plantearse la pregunta señalada precedentemente (si es de aplicación al
caso el derecho extranjero), y por otro, si en el marco del artículo 1205 del Código Civil, la prescripción es una
cuestión que haga a la validez o nulidad, y a la naturaleza u obligaciones que nacen de un contrato de mutuo
Tales argumentos, reitero, no pueden considerarse una crítica razonada o ponderada del fallo, en tanto no se
han atacado los razonamientos del a quo, a que me refiero en los puntos IV y V, ni la relación normativa allí
formulada, del régimen legal de nuestro Código de Fondo y del Tratado de Montevideo, que permiten concluir
que no existe dificultad alguna para aplicar el derecho extranjero al que las partes sujetaron por propia
voluntad sus obligaciones. Tampoco efectúa cuestionamiento alguno a la aplicación que hace el sentenciador
de la norma federal supuestamente en juego, en tanto se desprende que la aparente cuestión federal que
suscita la interpretación del artículo 2° de la Convención no lo es tal, porque cabe poner de resalto, no existe
contradicción ni controversia alguna entre el fallo y lo expuesto por el apelante, sobre que dicha norma no
vino a determinar cual es la norma aplicable (existe -dijo- un vacío normativo) sino a consagrar "la teoría del
uso jurídico" es decir, el modo de aplicación en el foro de la norma extranjera, que se ha establecido como
aplicable en el caso.
Así lo ha entendido también la doctrina, al señalar que la teoría del uso jurídico, sólo determina que si se
declara aplicable a una controversia un derecho extranjero, hay que darle el mismo tratamiento de fondo que
con el máximo grado asequible de probabilidad le daría el juez del país cuyo derecho ha sido declarado
aplicable.
Por otra parte, se ha destacado que si el punto de conexión es preciso y señala como aplicable una
reglamentación extranjera zonal, como es el caso (las partes se sometieron a la reglamentación del Estado de
Nueva York), se debe aplicar el derecho de este Estado. Así también que en casos como el presente se estaría
en presencia de la teoría de la incorporación del derecho extranjero (legislación material y formal), basada en
el concepto de soberanía (previsión ésta que surge de la disposición del artículo 1205 del Código Civil), que
intenta evitar que se produzca un rechazo orgánico con el cuerpo legal propio, cuestión que ha sido
debidamente tratada por el juzgador, al analizar y concluir, mediante una relación normativa de las restantes
disposiciones del citado código, que no existe controversia con los principios del derecho público nacional
(conf. Werner Goldsmith “Derecho Internacional Privado” -pags. 119/146-, Octava Edición, Depalma, 1992).
De lo expuesto de desprende que el apelante tampoco ha desvirtuado las razones y fundamentos jurídicos del
a quo para llegar a la conclusión de que es aplicable la norma extranjera, entre ellos y de sustancial
importancia, el hecho de que en nuestro régimen legal, la ley que rige la relación sustancial es la que regula la
prescripción, lo cual, sostuvo el tribunal, surge de la interpretación sistemática y concordante no sólo de
normas del Código Civil, que consagran principios como el de la autonomía de la voluntad, explícita en el
artículo 1197, la de la lex loci contractus y celebrationis consagrada en el artículo 1205, sino también en el
Tratado de Derecho Civil de Montevideo en su artículo 51, en especial cuando consideró que no se dan los
supuestos contemplados por los artículos 1210, ni 1214, del mencionado cuerpo legal, ni tampoco se halla
cuestionada la validez de los instrumentos que sirven de base a la acción, ni la afectación del orden público o
la violencia a la moral y buenas costumbres, motivaciones esta últimas de la sentencia, que tampoco han sido
objetadas, ni tratadas por el recurrente.
VII - En cuanto se refiere a la cuestión federal que surgiría de la alegada trascendencia institucional del
decisorio cabe desestimarla, en tanto en autos se está en presencia de un litigio entre particulares, que más
allá de la notoriedad y situación de la familia de los demandados, no afecta otros intereses que aquéllos de
carácter individual que atañen a los involucrados en el proceso. Así lo ha entendido en reiterada doctrina V.E.
cuando señaló que "no cabe hacer lugar a la alegada gravedad institucional, cuando la cuestión no excede el
límite del interés individual de la parte" (conf. Fallos: 303:261, 303:962 y muchos otros) y así también que no
se configura tal circunstancia que habilite la apertura del recurso, "si de la solución del caso, no se desprende
Por otra parte, es de destacar que tampoco se advierte que se halle en juego, como lo señala la recurrente, el
principio de la seguridad jurídica relacionado con el cumplimiento de las transacciones internacionales, en
tanto y en cuanto la materia de discusión se limita a la determinación, acerca de si resulta aplicable o no una
norma extranjera, pactada entre las partes, de una negociación de naturaleza internacional, y la decisión
sostiene el cumplimiento de lo convenido por ellas, en materia de legislación aplicable a la controversia.
VIII - En definitiva, ante el planteo de arbitrariedad del decisorio por la supuesta omisión en el
tratamiento de cuestiones oportunamente introducidas, algunas de ellas señaladas como de carácter notorio
y probadas en autos y por otro, de la prescindencia en la consideración de la prueba producida en autos,
corresponde tener en cuenta, que el fallo del a quo, ha hecho suyos los fundamentos de la sentencia de
primera instancia que confirma y los argumentos del Representante del Ministerio Público. Además de ello,
ha señalado que sin perjuicio de la oportunidad en que fue introducido el tratamiento de las circunstancias
referidas a la situación que afectaba a los demandados y que le habrían impedido al actor iniciar la acción
cuya prescripción fue invocada por los demandados (cuya omisión de tratamiento por el principio iura novit
curia debió efectuar el tribunal de primer grado) ello no afectaba a la sentencia, porque -explicitó- ello no
beneficiaba al apelante.
Mas no obstante tratarse de cuestiones de hecho que, como se dijo, no habilitan el recurso extraordinario, no
puedo dejar de resaltar que no se da la omisión invocada, ni se ha prescindido de las pruebas producidas en
autos. En tal sentido, cabe señalar, que más allá de la discusión sobre el alcance de la norma extranjera, en
cuanto a determinar a quienes se refiere, si a los residentes permanentes o a los circunstanciales, tema éste
ajeno a la instancia extraordinaria y que el recurrente no demuestra haya sido interpretado contrariando los
criterios de los jueces norteamericanos, en lo que aquí interesa y en orden a las supuestas pruebas ignoradas,
señaló el a quo, que las causales de suspensión debían sobrevenir a la constitución de la obligación de que se
trate, y no correspondía atribuir tales efectos a circunstancias coetáneas con el nacimiento mismo del derecho
a ejercitar la acción, pues si así fuera, no se podía hablar de suspensión del plazo, sino de una situación donde
no habría posible vigencia del instituto, por la imposibilidad de computar el término. Estaríamos, en ese
supuesto -destacó- en presencia de una acción imprescriptible, pues la contingencia sobreviniente (ausencia
del lugar, del obligado cambiario), en rigor fue inmediatamente posterior -dado el fallecimiento de David
Graiver- al acto negocial y anterior al nacimiento al derecho de exigir el pago. Por lo cual en este contexto, los
agravios relativos a la residencia de las partes a la fecha de la firma de los documentos cuyo pago se reclama,
deviene inconducente a los fines de la solución de la controversia.
Así también el decisorio, puso de relieve, con independencia de la discusión, sobre si el domicilio que habilitó
la apertura de la sucesión, era ficto o no, que iniciado dicho juicio universal en nuestro Estado, con
posterioridad al fallecimiento del deudor (que se produce valga recordar días antes del vencimiento de dos
de las obligaciones) el actor no produjo actividad alguna en dicha actuación judicial, no obstante tal
circunstancia y que las obligaciones restantes, resultaban ya de imposible cumplimiento personal por el
deudor principal, dada su desaparición física previa, antecedente que no logran desvirtuar las circunstancias
políticas y demás hechos comprobados en la causa, cuya reseña se reiteró en los dos párrafos precedentes,
evidencian el tratamiento de otra cuestión de evidente naturaleza común y procesal, lo cual permite descartar
también la descalificación del fallo en este aspecto.
Respecto a la arbitrariedad del fallo por la interpretación extensiva y no restrictiva de la prescripción, no cabe
duda que se está en presencia de la consideración de otra cuestión ajena a esta instancia federal resuelta sin
arbitrariedad por el tribunal a quo desde que no estimo que cabía duda alguna sobre cuál norma jurídica
Por otra parte, con relación a las posibles causales de suspensión de la prescripción para demandar en el
Estado Argentino, se puso de relieve en el dictamen del Ministerio Público, al que remite el fallo, que la
sucesión (que es demandada en este proceso), se inició a pocos días del fallecimiento del obligado principal,
y que la accionante, no acreditó en modo alguno actividad judicial, como finalmente lo hiciera, ni se presentó,
como hubiera correspondido en dicho proceso universal para hacer valer sus derechos en un lapso más que
prolongado. A mi juicio, no constituye un argumento válido para controvertir tal aserto, la alegada situación
de dificultad para accionar, por ausencia del país de los herederos y los avalistas, la persecución que sufrían y
las posibles consecuencias, que se derivarían para terceros al establecer una relación procesal, con quienes
estaban perseguidos y desposeídos de sus bienes, a poco que se tenga en cuenta que no existió obstáculo en
promover el sucesorio.
Por todo lo cual, opino que V.E. debe desestimar la presente queja al no haber, en rigor, desinteligencias sobre
normas federales sino exclusivos aspectos de derecho común, y de hecho y prueba.- Buenos Aires, 10 de Julio
de 1999.- F. D. Obarrio.
Considerando: 1. Que los agravios que el apelante invoca como de naturaleza federal no suscitan la apertura
del recurso extraordinario pues no existe relación directa e inmediata entre la cuestión litigiosa y la
Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Sociedades Mercantiles citada por el
recurrente (art. 15, ley 48). En efecto, la controversia no concierne a la interpretación o aplicación de un
tratado internacional, sino a la elección de la ley aplicable a la prescripción y a la existencia de circunstancias
fácticas que, en ese ordenamiento, producirían ciertas consecuencias jurídicas. En suma, se debaten
cuestiones de hecho, prueba y derecho común, ajenas a la competencia extraordinaria de este Tribunal
(doctrina de Fallos: 303:1542; 312:396; 315:2599).
2. Que más allá del acierto o del error del razonamiento que lleva al tribunal a quo a designar al derecho
del Estado de Nueva York como aplicable a la prescripción de la acción por cumplimiento de un contrato
internacional, es evidente la razonabilidad de lo resuelto, por cuanto implica dar efecto al derecho elegido
por las partes, en un válido ejercicio de la autonomía de la voluntad, dentro de los límites impuestos por el
orden público internacional, lo cual descarta el vicio de arbitrariedad.
3. Que los agravios atinentes a la configuración de las causales de suspensión del curso de la
prescripción, a la residencia de las partes al tiempo de la firma de los documentos y a la prescindencia de
prueba relevante, sólo reflejan discrepancias con fundamentos desarrollados por los jueces de la causa sobre
materia no federal. Tampoco se ha configurado un supuesto de gravedad institucional, pues en la especie sólo
se discuten derechos patrimoniales que no exceden el mero interés de las partes (doctrina de Fallos: 303:261;
304:848; 312:2150).
Por ello, y en forma coincidente con lo dictaminado por el señor Procurador Fiscal se desestima la queja.
CNTrab., Sala Vi, 22/11/91, Arellano De Pedretti, Trancita Leonor (Por Sí E Hijos Menores) C. Techint Compañía Técnica
Internacional Saci.
M.B. Films es una empresa constituída y domiciliada en Argentina, que se dedica a la producción de videos.
Contrata con VideoDos, sociedad domiciliada en Uruguay para que ésta se encargue de la distribución de los
videos en la República Oriental del Uruguay por el plazo de tres años. El contrato se firma en Buenos Aires y
se pacta que se regirá por la ley argentina y serán competentes los tribunales argentinos para entender en
cualquier conflicto que se suscite entre las partes. Transcurridos seis meses, M.B. Films resuelve el contrato,
comunicándoselo a la otra parte. VideoDos promueve demanda ante los tribunales uruguayos por daños y
perjuicios, por considerar ilegítima la resolución unilateral del contrato.
CONSIGNAS:
2. ¿Es válida la cláusula por la cual se pacta la ley argentina como aplicable?
Ante un tribunal argentino un fabricante de productos cosméticos, con establecimiento en Alemania, exige el
cumplimiento de un contrato, celebrado en Turquía, con una agencia de publicidad, domiciliada en la
Argentina, para que se publiciten sus productos en todo el territorio de la República Argentina. Las partes
pactaron la aplicación del derecho alemán.
Indique cuál es el fundamento y cuáles son las características que se exigen para que el juez argentino
considere como válida esa cláusula de aplicación del derecho alemán.
Caso 3
Roque Ugae, domiciliado en Argentina, celebra en dicho país un contrato por el que encarga al arquitecto Joao
Valdes, natural del Brasil, con residencia en Argentina, la construcción de un hotel en Paraguay. Ugae cancela
el precio de los honorarios profesionales pero el arquitecto no termina la obra. Ante el incumplimiento, Ugae
demanda a Valdes ante los tribunales argentinos. ¿Tienen jurisdicción los tribunales argentinos para entender
en la demanda? ¿Es aplicable el convenio Mercosur denominado Protocolo de Buenos Aires?
Lloves S.A., sociedad constituída y domiciliada en Argentina, celebra en dicho país un contrato por el que
encarga a Construcciones Valdes S.A., sociedad constituída y domiciliada en Brasil, la construcción de un
shopping en Paraguay. Lloves S.A. cancela el precio de los honorarios profesionales pero la Constructora no
termina la obra. Ante el incumplimiento, Lloves S.A. demanda a Constructora Valdes ante los tribunales
argentinos. ¿Tienen jurisdicción los tribunales argentinos para entender en la demanda?
Caso 5
Norberto Ostrovich, con domicilio y establecimiento comercial en Buenos Aires, realiza una venta de carteras
de reptil, con cláusula FOB-Montevideo, destinadas a España, donde tiene su domicilio y establecimiento la
compradora. Las partes convienen la jurisdicción de los tribunales argentinos, en caso de conflicto.
Una vez concluido el contrato a través de los faxes intercambiados por las partes, pero antes de que se
embarcara la mercadería, el Poder Ejecutivo de Uruguay dicta un decreto que prohíbe la exportación de esos
productos, por tratarse de una especie amenazada.
Ostrovich inicia demanda ante los tribunales argentinos contra la compradora, por incumplimiento del
contrato y daños y perjuicios, porque el buque designado por la compradora no arribó al puerto de
Montevideo en la fecha prevista, lo que queda probado en autos. La demandada alega la prohibición de
exportación, sosteniendo la nulidad del contrato por ilicitud del objeto.
Consignas:
2) ¿Por qué ley se rige la capacidad del vendedor y la del comprador para celebrar el contrato?
5) En cuanto a los aspectos no regulados por normas materiales uniformes, ni por usos del comercio
internacional ¿Qué ley rige la validez intrínseca de la compraventa internacional de mercaderías y las
obligaciones derivadas del contrato?
6) ¿Qué tipo de norma es la que prohíbe la exportación de artículos de cuero de reptil, dispuesta por el
gobierno uruguayo?
8) Analice los elementos que integran el concepto del Derecho Internacional Privado que se enuncia a
continuación y ubíquelos en el caso planteado: “El Derecho Internacional privado es la disciplina que procede
al estudio de las situaciones jurídicas de derecho privado, cuando estas, en virtud de sus sujetos, objeto y
forma, toman elementos extranjeros, se expanden sobre el dominio de dos o más Estados y se asientan en
una jurisdicción internacionalmente competente, cuyo sistema jurídico determina el derecho aplicable a las
mismas y la forma de hacerlo mediante una sentencia susceptible de ser extraterritorializada”. (Pardo, Alberto
J. Derecho Internacional Privado, Buenos Aires, ed. Abaco, 1975, pág. 9).
ARTICULO 2656.- Jurisdicción. Excepto lo dispuesto en los artículos anteriores, son competentes para
conocer en las acciones fundadas en la existencia de responsabilidad civil: a) el juez del domicilio del
demandado;
b) el juez del lugar en que se ha producido el hecho generador del daño o donde éste produce sus efectos
dañosos directos.
ARTICULO 2657.- Derecho aplicable. Excepto disposición en contrario, para casos no previstos en los artículos
anteriores, el derecho aplicable a una obligación emergente de la responsabilidad civil es el del país donde se
produce el daño, independientemente del país donde se haya producido el hecho generador del daño y
cualesquiera que sean el país o los países en que se producen las consecuencias indirectas del hecho en
cuestión.
No obstante, cuando la persona cuya responsabilidad se alega y la persona perjudicada tengan su domicilio
en el mismo país en el momento en que se produzca el daño, se aplica el derecho de dicho país.
ARTÍCULO 38.- Las obligaciones que nacen sin convención se rigen por la ley del lugar donde se produjo el
hecho lícito o ilícito de que proceden.
ARTÍCULO 56.- Las acciones personales deben entablarse ante los jueces del lugar a cuya ley está sujeto el acto
jurídico materia del juicio.
Podrán entablarse igualmente ante los jueces del domicilio del demandado.
Art. 43.- Las obligaciones que nacen sin convención, se rigen por la ley del lugar en donde se produjo el hecho
lícito o ilícito de que proceden y, en su caso, por la ley que regula las relaciones jurídicas a que responden. Art.
56.- Las acciones personales deben establecerse ante los jueces del lugar a cuya ley está sujeto el acto jurídico
materia de juicio.
Podrán entablarse igualmente ante los jueces del domicilio del demandado.
Se permite la prórroga territorial de la jurisdicción si, después de promovida la acción, el demandado la admite
voluntariamente, siempre que se trate de acciones referentes a derechos personales patrimoniales.
La voluntad del demandado debe expresarse en forma positiva y no ficta.
ARTICULO 1
El presente Convenio determina la ley aplicable y la jurisdicción internacionalmente competente en casos de
responsabilidad civil emergente de accidentes de tránsito acaecidos en territorio de un Estado parte y en los
que participen o resulten afectadas personas domiciliadas en el otro Estado Parte.
ARTICULO 2
La responsabilidad civil por accidentes de tránsito se regulará por el Derecho interno del Estado Parte en cuyo
territorio se produjo el accidente.
Si en el accidente participaren o resultaren afectadas únicamente personas domiciliadas en el otro Estado
Parte, el mismo se regulará por el Derecho interno de este último.
ARTICULO 3
A los efectos del presente Convenio, el domicilio de las personas físicas será el de su residencia habitual.
ARTICULO 4
La responsabilidad civil por daños sufridos en las cosas ajenas a los vehículos accidentados como consecuencia
del accidente de tránsito, será regida por el Derecho interno del Estado Parte en el cual se produjo el hecho.
ARTICULO 5
Cualquiera que fuera la ley aplicable a la regulación de la responsabilidad, serán tenidas en cuenta las reglas
de circulación y seguridad en vigor en el lugar y en el momento del accidente. ARTICULO 6
La ley aplicable a la responsabilidad civil conforme a los artículos 2 y 4 determinará especialmente:
1. Las condiciones y la extensión de la responsabilidad;
2. Las causas de exoneración, así como toda delimitación de responsabilidad;
3. La existencia y naturaleza de los daños susceptibles de reparación;
4. Las modalidades y extensión de la reparación;
5. La responsabilidad del principal por el hecho de sus dependientes; y
6. La prescripción y caducidad.
ARTICULO 7
Para ejercer las acciones comprendidas dentro de este Convenio serán competentes, a elección del actor, los
tribunales del Estado Parte:
a) donde se produjo el accidente;
b) del domicilio del demandado, y
c) del domicilio del actor.
ARTICULO 8
Ningún vehículo automotor matriculado en un Estado Parte podrá circular por el territorio del otro Estado
Parte, sin estar cubierto por un seguro de responsabilidad civil eficaz en ambos Estados Partes.
PROTOCOLO DE SAN LUIS EN MATERIA DE RESPONSABILIDAD CIVIL EMERGENTE DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO ENTRE
LOS ESTADOS PARTES DEL MERCOSUR
MERCOSUR/CMC/DEC.Nº 1/96
Los Gobiernos de la República Argentina, de la República Federativa del Brasil, de la República del Paraguay y
de la República Oriental del Uruguay, en adelante denominados "Estados Partes"; ACUERDAN:
AMBITO. ARTICULO 1
El presente Protocolo determina el derecho aplicable y la jurisdicción internacionalmente competente, en
casos de responsabilidad civil emergente de accidentes de tránsito ocurridos en territorio de un Estado Parte,
en los que participen o resulten afectadas personas domiciliadas en otro Estado Parte.
DOMICILIO. ARTICULO 2
A los fines del presente Protocolo se considerará domicilio, subsidiariamente y en el siguiente orden:
a) cuando se tratare de personas físicas:
1. la residencia habitual;
2. el centro principal de sus negocios;
3. el lugar donde se encontrare la simple residencia.
b) cuando se tratare de personas jurídicas:
1. la sede principal de la administración;
2. si poseen sucursales, establecimientos, agencias o cualquier otra especie de representación, el lugar donde
cualquiera de éstas funcionen.
Fernández, Liliana M. y otras c. Bonavera, Walter O. y otros s. daños y perjuicios. CSJN, 04/09/12
Reger de Maschio c. Annan JNEsp. Civ. y Com. 50, 10/10/83, Reger de Maschio, Wally D. y otro, c. Annan, Guillermo A.
Considerando: Que las partes están contestes en que el accidente de tránsito que causó la muerte de Maschio
ocurrió en la República Oriental del Uruguay, lo que resulta además corroborado por numerosas constancias
de la causa.