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Otros títulos en Cultura Jurídica: Esta obra se estructura en seis capítulos, el primero,

Nuria González M. • Sonia Rodríguez J.


Nuria González Martín
Concepto, caracteres, objeto y contenido del Derecho In-
Introducción al estudio del derecho ternacional Privado (dipr), tiene como fin proporcio- Doctora en derecho por la Universidad Autónoma de Tlax-
Jaime Cárdenas Gracia nar una aproximación sencilla al tema; el segundo, cala, México y por la Universidad Pablo de Olavide de Se-
villa, España.
Fuentes del dipr, las refiere en su vertiente autóno-
Derecho de familia y sucesiones Investigadora en el Instituto de Investigaciones Jurídi-
ma y convencional, dando un panorama general de
María de Montserrat Pérez Contreras cas de la unam; integrante del Sistema Nacional de Investiga-
las herramientas utilizadas para dar respuesta a una dores; directora del Boletín Mexicano de Derecho Comparado.
Historia del derecho situación jurídica privada internacional, además de Profesora de licenciatura y posgrado en la unam y en
Beatriz Bernal Gómez que se estudia las técnicas de Soft Law. la Universidad Iberoamericana, así como profesora invita-
El capítulo tercero, Competencia judicial inter- da en distintas universidades de la república mexicana y del
Manual de introducción al derecho mercantil nacional, analiza las normas de competencia judi- extranjero.
María Susana Dávalos Torres cial internacional, el cuarto el Derecho aplicable; el Autora de diversos libros y artículos en materia de dere-
quinto Reconocimiento y ejecución de sentencias judi- cho internacional privado y comparado, destaca la colección
Derecho internacional público ciales extranjeras, mientras que el sexto se destina a coordinada bajo el título genérico Lecciones de derecho inter-
Víctor M. Rojas Amandi la Cooperación procesal internacional. nacional privado mexicano (3 tomos).

Sistemas jurídicos contemporáneos Derecho


internacional privado
Nuria González Martín Sonia Rodríguez Jiménez

Derecho internacional privado


Doctora en derecho por la Universidad de Salamanca. In-
vestigadora en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
Parte general unam; profesora en el itam, en la unam y maestra de nego-
cios internacionales en la Universidad Iberoamericana.
Entre sus obras destacan: El sistema arbitral del ciadi; la
Nuria González Martín protección de los menores en el derecho internacional privado mexi-
cano y Conexidad y litispendencia internacional en el derecho in-
Sonia Rodríguez Jiménez ternacional privado mexicano.

Coordinadores de la colección:
Miguel Carbonell y Raúl Márquez Romero
www.nostraediciones.com www.juridicas.unam.mx

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Derecho internacional privado
Parte general

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Derecho internacional privado
Parte general
Nuria González Martín
Sonia Rodríguez Jiménez

Instituto de Investigaciones Jurídicas


Director: Héctor Fix-Fierro
Secretario académico: Pedro Salazar Ugarte
Jefa del Departamento de Publicaciones: Elvia Lucía Flores Ávalos
Coordinadores de la colección: Miguel Carbonell y Raúl Márquez Romero
Coordinación editorial: Karla Beatriz Templos Núñez
Cuidado de la edición: Ricardo Hernández Montes de Oca
Serie Manuales de Derecho

Nostra Ediciones S. A. de C.V.


Dirección: Mauricio Volpi
Jefa de diseño: Sandra Ferrer Alarcón
Formación: Rosalinda Reséndiz Padrón

Primera edición: Nostra Ediciones, 2010

D. R. © Nostra Ediciones S. A. de C.V., 2010


Alberto Zamora 64, Col.Villa Coyoacán,
04000, México, D. F.

D. R. © Universidad Nacional Autónoma de México, 2010


Instituto de Investigaciones Jurídicas
Circuito Maestro Mario de la Cueva s/n,
Ciudad de la Investigación en Humanidades
Ciudad Universitaria, 04510, México, D. F.

Textos © Nuria González Martín


Sonia Rodríguez Jiménez

ISBN: 978-607-7603-53-5 Nostra Ediciones

Impreso en México

Prohibida su reproducción por cualquier medio mecánico


o electrónico existente o por existir sin la autorización escrita
del editor o titular de los derechos.

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Derecho internacional privado
Parte general

Nuria González Martín


Sonia Rodríguez Jiménez

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Índice

Introducción 15

Capítulo primero. Derecho internacional privado:


concepto, caracteres, objeto y contenido 19
I. El derecho internacional privado: denominación y concepto 19
II. El derecho internacional privado. Caracteres 22
1. Carácter estatal. Artículos 124 y 73 constitucionales 22
2. Carácter exclusivo 23
3. Carácter autónomo e independiente 25
III. El derecho internacional privado. Objeto 27
1. Situaciones jurídicas 28
2. Situaciones privadas 28
3. Situaciones internacionales 29
IV. El derecho internacional privado. Contenido 32
Cuestionario 46

Capítulo segundo. Fuentes del derecho


internacional privado mexicano 47
I. Aspectos preliminares 47
II. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: artículo 133 50
III. Derecho internacional privado convencional 52
1. Foro de La Haya 54
2. Foro de las Naciones Unidas 56
3. Foro Unidroit 57
4. Foro cidip 59
IV. Clasificación de los convenios celebrados por México 64
1. Convenios de carácter general 64
A. Convenios multilaterales de carácter general 64
a. Convención Interamericana sobre Domicilio de las
Personas Físicas en el Derecho Internacional Privado 64
b. Convención Interamericana sobre Personalidad y Capacidad
de Personas Jurídicas en el Derecho Internacional Privado 66

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B. Convenios multilaterales de carácter especial 68
a. Convención sobre la Prescripción en Materia de Compraventa
Internacional de Mercaderías 68
b. Convención sobre la Prescripción en Materia de Compraventa
Internacional de Mercaderías enmendada por el Protocolo
por el que se Enmienda la Convención sobre la Prescripción
en Materia de Compraventa Internacional de Mercaderías
(del 14 de junio de 1974) 73
c. Protocolo por el que se Enmienda la Convención sobre
la Prescripción en Materia de Compraventa Internacional
de Mercaderías 78
V. Derecho internacional privado autónomo 80
1. Códigos de procedimientos civiles:
artículo 156 del Código de Procedimientos Civiles
para el Distrito Federal. Competencia judicial internacional 81
2. Códigos civiles: artículos 13 a 15 del Código Civil
para el Distrito Federal. derecho aplicable 82
3. Constitución política de los estados unidos mexicanos:
artículo 121, fracción III. código de procedimientos civiles
para el Distrito Federal: artículos 599 a 603, y código federal
de procedimientos civiles: artículos 564 a 577. reconocimiento
y ejecución de sentencias judiciales extranjeras 82
4. Código federal de procedimientos civiles: artículos 543 a 563.
Cooperación procesal internacional 83
VI. Soft law, weak law o droit assourdi 83
Cuestionario 85

Capítulo tercero. Competencia judicial internacional 87


I. Conceptos básicos 87
II. Conceptualización 90
1. Jurisdicción 90
2. Competencia judicial internacional 90
3. Competencia judicial nacional 91
III. La norma de competencia judicial internacional 92
1. Conceptos básicos 92
2. Estructura 95
3. Características 96

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IV. Foros de competencia judicial internacional 96
1. El foro personal 96
2. El foro territorial 97
3. Los foros exclusivos/excluyentes 97
4. Los foros facultativos/alternativos 99
5. Los foros neutrales y exorbitantes 99
6. Los foros generales 100
7. El foro de necesidad 101
8. El foro de protección 102
9. Los foros de economía procesal 103
10. Los foros jerárquicos 104
V. El forum legis 105
VI. Regulación competencial 105
1. Regulación convencional 106
A. Convenciones interamericanas 106
a. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes
en Materia de Letras de Cambio, Pagarés y Facturas 106
b. Convención Interamericana sobre Exhortos
o Cartas Rogatorias 107
c. Convención interamericana sobre eficacia extraterritorial
de las sentencias y laudos arbitrales extranjeros 108
d. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes
en Materia de Sociedades Mercantiles 110
e. Convención interamericana sobre competencia
en la esfera internacional para la eficacia extraterritorial
de las sentencias extranjeras 111
f. Convención interamericana sobre
obligaciones alimentarias 114
g. Convención interamericana sobre conflictos
de leyes en materia de adopción de menores 116
h. Convención interamericana sobre restitución
internacional de menores 118
B. Convenios de La Haya 120
a. Convenio de La Haya sobre aspectos civiles de la sustracción
internacional de menores 120
b. Convenio de la Haya sobre la protección de menores
y la Cooperación en Materia de Adopción Internacional 122

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c. Convenio de La Haya sobre Notificación y Traslado
en el Extranjero de Documentos Judiciales y Extrajudiciales
en Materia Civil o Comercial 125
C. Convenios de Naciones Unidas 127
a. Convenio sobre obtención de alimentos en el extranjero 127
b. Convención de las naciones unidas sobre letras
de cambio internacional y pagarés internacionales 129
2. Regulación autónoma 129
Cuestionario 134

Capítulo cuarto. Derecho aplicable 135


I. Introducción 135
II. Tipos de normas de derecho internacional privado. Normas
de conflicto, normas materiales especiales y normas de extensión 136
1. Normas de conflicto 138
A. Concepto 138
B. Estructura: supuesto de hecho, consecuencia jurídica
y punto de conexión 140
2. Normas materiales especiales 145
A. Concepto 145
B. Estructura: supuesto de hecho y consecuencia jurídica 146
3. Normas de extensión 146
A. Concepto 146
B. Estructura: supuesto de hecho, consecuencia jurídica
y punto de conexión 147
III. Lex mercatoria 149
IV. Derecho uniforme 149
V. Las normas materiales imperativas 150
1. Las normas materiales imperativas mexicanas 150
2. Las normas materiales imperativas de terceros Estados 151
VI. Problemas de la aplicación de la norma material extranjera 151
1. Sucesión en el tiempo de la norma de conflicto 152
2. La calificación 153
3. Aplicación del derecho extranjero 154
4. Institución desconocida 154
5. La cuestión preexistente: previa, preliminar o incidental 156
6. Conflicto móvil 158

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7. Fraude a la ley 159
8. Reenvío 160
9. Aplicación armónica del derecho extranjero 162
10. Orden público internacional 163
VII. Tratamiento procesal del derecho extranjero 166
1. Convención europea sobre información relativa
al derecho extranjero 166
2. Protocolo adicional de la Convención Europea
sobre Información Relativa al Derecho Extranjero 169
VIII. Marco regulador 171
1. Regulación convencional 171
A. Convenciones interamericanas 171
a. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes
en Materia de Letras de Cambio, Pagarés y Facturas 171
b. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes
en Materia de Sociedades Mercantiles 172
c. Convención Interamericana sobre Normas Generales
de Derecho Internacional Privado 173
d. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes
en Materia de Adopción de Menores 174
e. Convención Interamericana sobre Personalidad
y Capacidad de Personas Jurídicas en el Derecho
Internacional Privado 175
f. Convención Interamericana sobre el Derecho
Aplicable a los Contratos Internacionales 177
g. Convención Interamericana sobre
Obligaciones Alimentarias 180
B. Convenios de La Haya 181
a. Convenio de La Haya sobre la Protección de Menores
y la Cooperación en Materia de Adopción Internacional 181
b. Convenio de La Haya sobre Obtención
de Alimentos en el Extranjero 182
2. Regulación autónoma 183
A. El artículo 13 del Código Civil para el Distrito Federal 183
b. El artículo 79, fracción II, del Código de Comercio 185
c. El artículo 410-E del Código Civil para el Distrito Federal 186
d. El artículo 1593 del Código Civil para el Distrito Federal 186

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e. El artículo 2736 del Código Civil para el Distrito Federal 186
F. Los artículos 252 a 258 de la Ley General de Títulos
y Operaciones de Crédito 186
Cuestionario 188

Capítulo quinto. Reconocimiento y ejecución 189


I. Introducción 189
II. Reconocimiento 193
1. Concepto 193
2. Tipos de reconocimiento 193
III. Exequatur 194
1. Concepto 194
2. Tipos de exequatur 195
IV. Las implicaciones del acceso al registro 196
V. Regulación normativa convencional 196
1. Convenio entre los Estados Unidos Mexicanos y el Reino
de España sobre Reconocimiento y Ejecución de Sentencias
Judiciales y Laudos Arbitrales en Materia Civil y Mercantil 196
2. Convención Interamericana sobre Eficacia Extraterritorial
de las Sentencias y Laudos Arbitrales Extranjeros 200
VI. Regulación normativa autónoma 202
1. Artículo 121, fracción III, de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos 202
2. Artículos 564 a 568 del Código Federal
de Procedimientos Civiles 204
3. Artículos 569 al 577 del Código Federal
de Procedimientos Civiles 205
4. Artículos 599 a 603 del Código de Procedimientos
Civiles para el Distrito Federal 207
Cuestionario 210

Capítulo sexto. Cooperación procesal internacional 211


I. Ley aplicable al proceso con elemento extranjero 211
II. Trato procesal al extranjero 214
1. Capacidad del litigante extranjero 215
2. Representación y defensa en el proceso 216
3. Asistencia jurídica gratuita o beneficio de pobreza 216

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4. Caución de arraigo en juicio 216
5. Embargo preventivo 217
III. Cooperación 218
1. Introducción 218
2. La prueba 218
A. Convenciones interamericanas 219
a. Convención Interamericana sobre Recepción
de Pruebas en el Extranjero 219
b. Protocolo adicional a la Convención Interamericana
sobre Recepción de Pruebas en el Extranjero 221
B. Convenios de La Haya 225
a. Convención sobre la Obtención de Pruebas
en el Extranjero en Materia Civil o Comercial 225
C. Normativa autónoma 229
3. Notificaciones, exhortos o cartas rogatorias 230
A. Normativa convencional 230
a. Convención Interamericana sobre Exhortos
o Cartas Rogatorias 231
b. Protocolo adicional a la Convención Interamericana
sobre Exhortos o Cartas Rogatorias 233
c. Convención Interamericana sobre Obtención
de Alimentos en el Extranjero 234
d. Convenio de La Haya relativo a la Notificación o Traslado
al Extranjero de Documentos Judiciales y Extrajudiciales
en Materia Civil o Comercial 235
B. Normativa autónoma 240
4. Legalización (apostilla) 241
A. Normativa convencional 242
a. Convención por la que se Suprime el Requisito de la Legalización
de los Documentos Públicos Extranjeros (apostilla) 242
B. Normativa autónoma 244
5. Régimen legal de los poderes 245
A. Normativa convencional 245
a. Protocolo sobre Uniformidad del Régimen
Legal de los Poderes 245
b. Convención Interamericana sobre Régimen Legal
de Poderes para ser Utilizados en el Extranjero 247

11

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6. Medidas cautelares 249
7. La prueba del derecho extranjero 249
A. Normativa convencional 249
a. Convención Interamericana sobre Prueba e Información
acerca del Derecho Extranjero 250
b. Convención Europea sobre Información Relativa
al Derecho Extranjero 251
Cuestionario 255

Para saber más


Glosario 259
Bibliografía 265

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Derecho internacional privado
se terminó de imprimir en mayo de 2010
en Impresos Vacha, S. A. de C.V.
Fray Juan de Torquemada 7, Col. Obrera, C. P. 06800 México, D. F.
Para su formación se utilizó la familia
Bembo, diseñada por Stanley Morison en 1929.

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Introducción

La presente obra se estructura en seis capítulos que van desde lo general a


lo particular.
De esta manera, el primer capítulo aborda el concepto, caracteres, objeto y
contenido del derecho internacional privado (en adelante dipr), con la finali-
dad de que el alumno pueda tener una primera y sencilla aproximación al
estudio de esta disciplina jurídica.
Seguidamente, con el capítulo segundo, se atienden a las “fuentes” del
dipr, tanto en su vertiente autónoma como convencional, con el fin de dar
un panorama general de las herramientas que utiliza el dipr para dar respues-
ta a una situación jurídica privada internacional. El análisis de estas fuentes
normativas impregnarán el resto de los capítulos para entender el alcance y
los efectos que producen en cada uno de ellos; igualmente, este estudio se
complementa con el análisis de las denominadas técnicas de soft law que son
utilizadas en el dipr como una herramienta secundaria pero no insignifi-
cante que ayuda a dar, asimismo, respuesta a las situaciones jurídicas privadas
internacionales.
En el capítulo tercero se aborda la “competencia judicial internacional”,
como primer sector constitutivo del contenido del dipr; en este sentido
se analiza la normativa que le da sentido, denominada ésta como la norma
de competencia judicial internacional. Partiendo del análisis de la estruc-
tura de esta normativa, se analizan los distintos foros competenciales por
los que un tribunal nacional mexicano debe declararse con competencia
judicial internacional, así como aquellos por los que bajo ningún motivo y
en ningún contexto debe declararse competente en la esfera internacional;
de esta manera, el estudio de este marco normativo conlleva a afirmar lo
acertado o no de la predeterminación legal de la competencia judicial in-
ternacional mexicana así como su impacto que ésta tendrá en el sector del
reconocimiento y ejecución de sentencias judiciales extranjeras.
El capítulo cuarto trata sobre el “derecho aplicable”, el cual, en esta
ocasión, abarca el segundo sector constitutivo del contenido del dipr. En

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Derecho internacional privado

este capítulo se abordan las tres técnicas de reglamentación de las que el dipr
hace uso para regular el derecho aplicable a una situación jurídica privada e
internacional, de esta manera, analizamos las normas materiales especiales, las
normas de extensión y la norma de conflicto. Este análisis nos permite ob-
servar cómo la normativa autónoma mexicana hace uso de la norma de ex-
tensión dejando prácticamente en retórica la norma material especial y con
un uso marginal a la norma de conflicto. Este capítulo, en su segunda parte,
analiza los principales problemas que la aplicación de la normativa material
extranjera, de un tercer Estado, puede presentar; nos referimos en concreto a
las cuestiones de calificación, fraude a la ley, reenvío (primer grado o retorno
y segundo grado), institución desconocida, cuestión previa, orden público y
conflicto móvil. Problemas que se reducen a una escasa aplicación práctica al
tener en el ordenamiento jurídico mexicano, principalmente en su fase autó-
noma, una escasa normativa conflictual.
Con respecto al capítulo quinto, se destina al “reconocimiento y ejecu-
ción de sentencias judiciales extranjeras”, tercer sector constitutivo del con-
tenido del dipr, dejando deliberadamente el reconocimiento y ejecución de
laudos arbitrales para el manual que se destina al estudio de la parte espe-
cial del dipr. En este capítulo cobra especial importancia el análisis y estudio
de la normativa convencional que México tiene ratificada por el escue-
to pronunciamiento que realiza la esfera autónoma, principalmente la del
Distrito Federal.
El último capítulo que compone este Manual, el sexto, se destina a la
“cooperación procesal internacional”, entendida ésta como el cuarto pilar
del dipr. En este capítulo es imprescindible analizar cuestiones como la le­
galización (apostilla), asistencia jurídica gratuita, caución de arraigo en jui-
cio, prueba, el papel de los exhortos y las cartas rogatorias, tanto en el plano
autónomo como en el plano internacional, destacando la importancia de
éste último.
En los diferentes capítulos que componen el Manual, el lector se encon-
trará con ejemplos cuyo objetivo o fin es hacer más didáctico el aprendizaje
del dipr.
Por último, queremos hacer una puntualización en atención a la evo-
lución de la materia correspondiente al dipr, y por ello marcamos la tra-
yectoria que presenta esta disciplina. Si en épocas pasadas no se reparaba
demasiado en las implicaciones, alcances y problemas que las situaciones
jurídicas privadas internacionales podría plantear, justificado y motivado por
el escaso flujo de personas que se veían envueltas en uno de estos supuestos,
hoy es impensable dejar de lado el conocimiento de estas situaciones para
cualquier operador jurídico. Así, el trasiego transfronterizo que caracteriza

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Introducción

a nuestra sociedad en la actualidad justifica que esta materia deba aparecer


como asignatura obligatoria en todos los planes de estudios de las distintas
universidades mexicanas. De igual manera, estimamos que este Manual pue-
de ser de utilidad para los presentes y futuros operadores jurídicos, de cara a
entender la magnitud, las implicaciones, así como los problemas que en
la actualidad presentan las relaciones jurídicas internacionales.
Hoy nadie duda la importancia creciente y el cambio en la estructura
del pensamiento jurídico que conlleva la presencia de un elemento de inter-
nacionalidad en una concreta relación jurídica, v. gr. las implicaciones jurídi-
cas que se derivan de una crisis de pareja cuando las personas que formaban
dicha unión fijan sus residencias habituales y domicilios en Estados diferen-
tes, debiéndose alimentos para ellos o los menores que hayan nacido fruto
de dicha relación.

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Capítulo primero
Derecho internacional privado:
concepto, caracteres, objeto y contenido

Este primer capítulo representa una aproximación elemental, a la par que nece­
saria, para entender cuál es la meta final que persigue el dipr. Es obligatorio
contar con un primer capítulo que introduzca al lector en los conceptos básicos
del dipr. Por estos conceptos entendemos los caracteres, objeto y contenido de
esta disciplina. El análisis de estos elementos permite caracterizar al dipr como
una rama autónoma e independiente de las demás disciplinas jurídicas. Lo an­
terior no quiere decir que no utilice, para dar respuesta a determinados sectores,
conceptos o figuras del derecho procesal, civil o constitucional, entre otros.

I. El derecho internacional privado:


denominación y concepto

La primera cuestión que debemos abordar para dar entrada a la explicación


de esta rama del derecho es el por qué de su denominación: derecho inter-
nacional privado.
Nos preguntamos si estamos ante una denominación cargada de inercia
y tradición en la que es más conveniente mantenerla que intentar alcanzar
un consenso sobre otra posible denominación; o si por el contrario, goza de
estricto apego a la realidad que regula y da respuesta.
De esta manera, nos cuestionamos si la discusión en torno a su deno-
minación es una cuestión puramente semántica o encierra consecuencias
relevantes de fondo. Llegados a este punto hay que señalar que la concep-
tualización del dipr es un tema de gran controversia.
Una advertencia, más que pertinente, es que esta cuestión de la deno-
minación y concepto del dipr no es la única que en relación con esta cien-
cia jurídica es puesta en discusión. Pronto acabaríamos si el único punto a
debatir en la actual regulación y configuración del derecho internacional

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Derecho internacional privado

privado pasara por determinar con exactitud y propiedad su denominación.


Al contrario, esta es una discusión más, si se quiere la primera en ser sus-
citada, pero no la única ni la última. Así, y como se pondrá de manifiesto
en líneas posteriores, se discute el contenido de esta rama del derecho, la
presencia y peso específico del elemento extranjero en las relaciones obje-
to de su estudio, su delimitación con otras ramas del derecho como pudiera
ser el derecho civil, el derecho internacional público, el derecho mercantil,
el derecho procesal, etcétera.
Una vez apuntadas estas cuestiones preliminares, cabe insistir que con
respecto al cuestionamiento de su denominación no cabe desconocer que
cierto sector doctrinal ha mantenido que esta disciplina debería llamar-
se “derecho conflictual”, “conflicto de leyes” o “derecho de colisión”.
Para nosotros la respuesta es simple y pasa por rechazar dichas deno-
minaciones; en este sentido sostenemos que de acogerse simplificaríamos
en exceso el contenido de esta disciplina jurídica. No es que sea un con-
cepto erróneo o alejado de su realidad pues el derecho conflictual es parte
integrante de su contenido, pero es una tercera parte de su contenido
global. Dicho lo anterior, y a sabiendas de que la cuestión terminológica
o semántica no debe quitarnos mucho tiempo, sostenemos que si acep-
táramos cualquiera de las tres denominaciones anteriormente expuestas
estaríamos ofreciendo una visión parcial de la realidad a la que esta dis-
ciplina se aboca. En esta misma línea argumentativa podríamos decir que
la denominación correcta podría ser la de “conflicto de jurisdicciones”,
afirmación que pronto descartaríamos por pecar de la misma parcialidad
que el anterior concepto.
En este sentido, abogamos por el mantenimiento de la denominación
de derecho internacional privado como el más adecuado para dar respues-
ta a esta rama del derecho. El peso de la tradición hace difícil lograr un
acuerdo que modifique este concepto. Ahora bien, lo anterior no obsta
para observar que el término no está exento de críticas, como lo demues-
tra la doctrina que sobre esta cuestión se pronuncia.
En cuanto a la terminología histórica, según Joseph Story, esta disciplina
se llamó International Private Law desde 1834 y fue una denominación de
gran éxito. No obstante, el término no respondía fielmente a la realidad que
regulaba, crítica que se mantiene en la actualidad. Así, la inclusión del adje-
tivo “internacional” hacía esperar que se regularan relaciones entre Estados
y nada más lejos de la realidad. A pesar de estos detalles este término hizo
fortuna y la práctica lo confirmó.
En este momento, tocaría clarificar cada uno de los elementos del con-
cepto de derecho internacional privado, y así tenemos:

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Derecho internacional privado: concepto, caracteres, objeto y contenido

Internacional. Se acepta el concepto por los autores en virtud del objeto


regulado en esta rama del derecho. Se regulan relaciones de individuos que
extienden su actividad fuera de sus fronteras. Según Lalive, se llama interna-
cional este derecho por la naturaleza de las cuestiones que tiende a resolver.
No es un derecho internacional por la fuente de producción de sus normas,
sino por el objeto regulado, es decir, el tráfico jurídico externo.

Privado. Se refiere este segundo adjetivo a las personas implicadas en la


relación jurídica que esta rama estudia; así, se examina la relación jurídica
privada que se entabla entre particulares (personas físicas o jurídicas) o en-
tre un particular y el Estado siempre y cuando éste actúe como particular.
Cuestión que extendemos más en el apartado referido al objeto del dipr

Somos conscientes de que la realidad y el entorno en el cual esta disciplina


se está desarrollando poco o nada tiene que ver con sus inicios y con los
problemas que Story presenció y que dio, prácticamente, origen a este con-
cepto; sin embargo, estimamos que esta concepción cargada, como indica-
mos, de inercia y tradición, es para nosotros la más adecuada.
En este orden de ideas afirmamos que los cambios podrían pasar por
aplicar otra denominación: derecho privado internacional. Para nosotros
el orden de estos dos adjetivos no altera la sustancia de esta disciplina. Un
cambio en este sentido estimamos que traería más desventajas que ventajas
y seguiría contando con una corriente crítica.
Por todo ello, y dejando inmóvil el concepto de derecho internacional
privado, y enlazando con el siguiente rubro, nos quedamos con la definición
que lanza Espinar Vicente, la cual, a nuestro entender, contiene los elemen-
tos necesarios para entender esta disciplina:

El derecho internacional privado se configura como el conjunto de normas y


principios que cada ordenamiento particular establece para dotar de una regu-
lación especial a los supuestos de tráfico externo. La construcción de este sis-
tema exige el recurso a una metodología propia. Su positivización y aplicación
es particularmente dependiente de la realidad social y jurídica del momento
histórico que se considere.

Por todo ello, y a la hora de conceptualizarlo, no se puede definir como un


sistema porque no hay un conjunto homogéneo de normas, sino un elenco
heterogéneo —excepto en Suiza y Venezuela—, un conjunto de normas
jurídico-positivas que regula las relaciones de tráfico jurídico externo.

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II. El derecho internacional privado. Caracteres

1. Carácter estatal. Artículos 124 y 73 constitucionales

La razón primigenia del dipr radica fundamentalmente en la existencia de


una comunidad internacional particularizada o dividida en Estados. Deriva-
da de esta razón primaria se deriva una segunda, es decir, la existencia de dis-
tintos y variados ordenamientos jurídicos. Así, existen tantos ordenamientos
jurídicos como Estados. Lo anterior vendría a representar el carácter estatal
del derecho internacional privado, como primera característica predicable a
esta rama jurídica. La afirmación anterior se traduce en una discontinuidad
en el espacio de las relaciones jurídicas privadas cuando se implican los or-
denamientos (en un mismo tiempo vigentes) de más de un Estado. Así, una
relación jurídica privada conectada con más de un Estado está igualmente
conectada a más de un ordenamiento jurídico, lo cual se produce cuando
uno de los elementos (personal, real o conductista —volitivo—) de esa relación
jurídica privada con elemento de internacionalidad está vinculado con más
de un ordenamiento jurídico, con más de un Estado. Así, esta discontinuidad
(jurisdiccional y legislativa) que se produce en el espacio debe ser resuelta
por el derecho internacional privado dando una respuesta lógica, justa y
apegada a la realidad en la que deba operar.
De esta manera, consideramos que el dipr busca soluciones satisfactorias
a una realidad caracterizada por los sujetos y por la discontinuidad en el
espacio de la normatividad aplicable. Es en esta búsqueda de soluciones sa-
tisfactorias donde se pueden producir ciertas tensiones como consecuencia
misma de la diversidad de órdenes jurídicos, tensiones que pueden ser redu-
cidas de algún modo a través de la unificación del derecho, bien sea a través
de instrumentos convencionales, leyes modelo o cualquier otro instrumento
que cumpla dicha finalidad. Hablamos de una discontinuidad jurisdiccional
y legislativa que debe materializarse a través de la formulación de situaciones
jurídicas por parte de personas sometidas a varias leyes. En este sentido, afir-
mamos que la presencia de dos presupuestos (aislados o combinados) desem-
bocaría irremediablemente en la desaparición del dipr: la unificación de los
sistemas normativos y la ausencia de comunicación entre los individuos. De
esta forma, sostenemos que en el momento en que se presentara la situación
hipotética de que todos los Estados reglamentaran de manera uniforme el
derecho y dieran respuestas uniformes, el dipr perdería su razón de ser, su
sentido. En esta situación sería irrelevante preguntarnos qué norma material
daría respuesta al fondo de la pretensión puesto que ésta sería única y sería

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la misma. Igualmente sostenemos que aun cuando dicha diversidad juris-


diccional y legislativa existiera, si no se uniera con una intercomunicación
entre los individuos tampoco tendría razón de ser el dipr.
En el contexto mexicano, tenemos entonces que con relación a este
carácter de estatalidad, encontramos los artículos 124 y 73 constitucionales,
los cuales establecen que las facultades que expresamente no se encuentran
otorgadas a la federación, se entiende que son otorgadas a los estados; con-
cretamente en materia familiar, la jurisdicción es de cada uno de los estados
de la Unión, es decir, es competencia local y así cada estado tiene su propio
Código Civil y Código de Procedimientos Civiles y de ahí que confluyan
31 códigos civiles más el Distrito Federal y 31 códigos de procedimientos
civiles más el Distrito Federal, en donde la dispersidad normativa reina por
su presencia, independientemente de que la tendencia de todos estos códigos
sea acercarse al Código Civil del Distrito Federal y al Código de Procedi-
mientos Civiles del Distrito Federal, cuestiones que no son muy acertadas
dadas las incongruencias que tenemos en la legislación del Distrito Federal.

2. Carácter exclusivo

Derivada de la anterior característica se pone de manifiesto una más, la


exclusividad. En este sentido afirmamos que las situaciones jurídicas pri-
vadas internacionales, en las que de algún modo y por cualquier punto de co-
nexión quede vinculado México, se resolverán conforme a lo dispuesto por
las normas de dipr mexicanas. En ningún caso se tendrá en cuenta desde la
óptica mexicana la normativa de dipr de un tercer Estado. Estas normas
mexicanas determinarán si el juez mexicano es competente o no para co-
nocer de la situación jurídica privada internacional planteada, si se aplicará,
de conformidad con la norma de conflicto, su normativa material o la de
un tercer Estado, y cómo se reconocerá y ejecutará una sentencia extranjera;
es decir, las normas mexicanas determinarán si hay competencia judi-
cial internacional, el derecho aplicable y el reconocimiento y ejecución de
sentencias extranjeras, como los tres pilares constitutivos del dipr (el pri-
mero conforma la competencia judicial directa y el tercero la competencia
judicial indirecta).
Otra nueva característica, ligada con la anterior, que podemos men-
cionar respecto a esta disciplina jurídica es su relatividad, es decir, cada
Estado presenta y regula la esfera jurídica del dipr de la manera que le
parece más correcta y apegada a su realidad; lo anterior implica la exis-
tencia y convivencia de una interesante diversidad estatal respecto de esta

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rama jurídica. Diversidad y diferenciación que representa la afirmación


de que serán variadas y diferentes de conformidad con el Estado ante el que
se presente la demanda y ponga en marcha sus normas del dipr. Relatividad
que también se manifiesta en la estructura legislativa que cada Estado utilizará
para diseñar el modelo normativo de esta ciencia jurídica. En este sentido, y
aterrizando nuestras afirmaciones en el caso mexicano vemos cómo la po-
testad legislativa queda en manos de los estados que componen la República
mexicana, es decir, de legisladores estatales. De esta forma cada una de las 31
entidades federativas, más el Distrito Federal, tiene la posibilidad de diseñar
su normativa referente al dipr. Es así que en la actualidad cada una de
las 31 entidades federativas y el Distrito Federal tiene su propia normativa
(competencial directa e indirecta así como su propia norma de derecho
aplicable) para dar una respuesta global a esta disciplina jurídica.
Si bien la afirmación anterior representa la tónica general, podemos
observar la existencia de normativa referida a esta disciplina esparcida en
el Código Federal de Procedimientos Civiles, en el Código Civil Federal
y en el Código de Comercio, principalmente. Lo anterior implica que no
tenemos una uniformidad ad intra para la regulación de las situaciones jurí-
dicas privadas con elemento de internacionalidad. Si bien esto respeta el
principio de soberanía legislativa reconocido para las entidades federativas
y el Distrito Federal, crea serios problemas de armonización interna. Así, la
normativa que encontramos en los distintos códigos de procedimientos ci-
viles respecto al sector de la competencia judicial internacional es diferente
dependiendo de la entidad en la que busquemos una respuesta. Lo mismo
afirmamos cuando revisamos la distinta normativa de derecho aplicable que
existe en cada uno de los códigos civiles vigentes en el país.
La doctrina mexicana, en un intento de modernizar y armonizar esta
disciplina jurídica, ha propuesto seguir el ejemplo de leyes “modelos” como
la Ley Suiza Federal sobre Derecho Internacional Privado, de 1987; la Ley
de dipr venezonala, el Proyecto de Código de dipr argentino o la ley ja-
ponesa Act on the Application of Laws, entre otras. Esta sería una meta muy
deseada por las implicaciones positivas que ello tendría (armonización, se-
guridad jurídica, etcétera). Por el momento, al no haber aún una propues-
ta de facto, nos inclinamos a la implementación de dos fases, una primera
de remodelación y comprensión de la actual regulación normativa; esta fase
pasaría por una reestructuración de los actuales foros, de las normas so-
bre competencia, de la normativa de derecho aplicable así como del sector
normativo que da respuesta al sector del reconocimiento y ejecución de
sentencias judiciales extranjeras y de la cooperación procesal internacional
que rigen en la actualidad para el Distrito Federal y las restantes entidades

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federativas. Simplemente pretendemos alcanzar un mayor conocimiento y fa­


miliarización de esta disciplina jurídica respecto de todos los operadores
jurídicos. Una segunda fase que consistiría en la elaboración de una norma
general que diera respuesta de manera unívoca a los supuestos de dipr. Así,
sin perder de vista que la mejor regulación ad intra es la que se hace a través
de una ley general y uniforme para todas las entidades de la República, esti-
mamos que el salto no puede ser cualitativa y cuantitativamente tan grande,
sino que debe hacerse de manera gradual, mejorando la regulación vigente
y articulándola mejor.
Así, en resumidas cuentas tenemos que de un rápido recuento las carac-
terísticas del dipr son dos en fases distintas: a) a nivel internacional desta-
camos la pluralidad de ordenamientos jurídicos aunado a la comunicación
entre los individuos, y b) a nivel nacional señalamos su esparcimiento nor-
mativo en la regulación interna de la República mexicana.

3. Carácter autónomo e independiente

Es momento de abordar una de las cuestiones que consideramos funda-


mentales, la autonomía del dipr como ciencia jurídica, hoy en día no se
cuestiona su autonomía e independencia respecto a otras ramas del derecho.
El dipr es una rama jurídica independiente desde que da respuesta a algunas
relaciones jurídicas con características muy especiales, a través de concep-
tos, principios y normas propias. En este sentido obedece a un objeto pro-
pio, peculiar y diferente de las demás ramas del derecho.
Posiblemente el origen de la confusión por largos años existente está en
el “complejo de dependencia” que la doctrina señalaba del dipr respecto del
derecho internacional público. Ahora bien, una cosa es autonomía, y otra
muy distinta, es la influencia en clave de cooperación que pueda existir en-
tre ambas ramas, el derecho internacional privado y el público. En este orden
de ideas afirmamos que el derecho internacional público no tiene reglas
específicas para establecer los ámbitos de la competencia legislativa de los
Estados, es decir, que regule qué ley es aplicable a situaciones de tráfico jurí-
dico privado externo. No hay unas normas específicas para estas situaciones,
y aunque las hubiera, unas normas generales uniformes, no se conseguiría
unidad de reglamentación porque la aplicación y la interpretación de esas
normas variará según la idiosincracia o peculiaridad jurídica de los diver-
sos ordenamientos, vervigracia, diferencias en las aplicaciones de esas normas
por los jueces nacionales. Igualmente el derecho internacional público no
cuenta en su haber con normas que se refieran a la competencia judicial

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internacional en las situaciones privadas internacionales, como tampoco


cuenta con un elenco de normas que regulen y establezcan los requisitos
para el reconocimiento y ejecución de pronunciamientos judiciales extran-
jeros. Ahora bien, uno de los ejemplos más claros de la complementariedad
que se establece entre el derecho internacional público y el privado radica
en los instrumentos convencionales que la primera presta a la segunda como
vía para regular las situaciones jurídicas privadas de una manera uniforme
y armónica.
En este sentido, se afirma que el dipr no es una rama o subespecie del
derecho internacional público. Como se ha mencionado en líneas anteriores
podemos mencionar que la diferencia más visible que existe entre el derecho
internacional público y el privado es subjetiva, es decir, en razón de los suje-
tos que intervienen en una relación jurídica. Así, mientras que en el derecho
internacional público los sujetos son los Estados, entes soberanos, en el dipr
son sujetos privados, personas físicas o jurídicas. Lo anterior no limita que
reconozcamos que el dipr se sirve de los convenios internacionales que re-
gula el derecho internacional público como una herramienta (con sus pros
y sus contras) para dar sentido y solución a las situaciones que son el objeto
de estudio por el dipr.
Tampoco es una subespecie del derecho civil, a pesar de que puedan
coincidir en el estudio de sus instituciones no cabe desconocer que su
punto de examen es completamente diferente, el cual se realiza a través de
métodos diferentes y buscando soluciones en planos procesales diferentes.
Así, el punto de convergencia de ambas disciplinas radica en el estudio
de situaciones privadas, entre particulares; ahora bien, el punto divergente
entre ambas disciplinas radica en el contacto de las situaciones objeto de es-
tudio por ambas ramas con uno (derecho civil) o más Estados (dipr).
Por último, tampoco es una subespecie del derecho procesal; quizá sería
bueno en este momento establecer una línea divisoria, si es que ello es po-
sible, entre el dipr y el derecho procesal internacional. Nuestras afirmaciones
se encaminan a sostener que el derecho procesal internacional tiene como
contenido el sector de la competencia judicial internacional directa e in-
directa así como la cooperación procesal internacional, como principales
bases. Lo anterior supone que el derecho procesal internacional es parte
in­tegrante del dipr.
Tratando de afinar nuestras afirmaciones, tenemos que el dipr si bien
tiene tintes de derecho procesal, de derecho civil, de derecho mercantil, de
derechos humanos y de derecho internacional público esto no implica su
sometimiento como subespecie a alguna de las disciplinas anteriores.

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En conclusión, el derecho internacional privado viene a representar un


conjunto de normas que se destinaría a dar respuesta, a los supuestos de
hecho entablados entre particulares, personas físicas o jurídicas, siempre en
el marco de una jurisdicción nacional, cuando en esa relación jurídica es-
tén implicados varios ordenamientos jurídicos, varios Estados.

III. El derecho internacional privado. Objeto

Como bien afirma Calvo y Carrascosa, el objeto de una disciplina jurídica


es el “conjunto de relaciones sociales” que ésta regula. Aterrizando la an-
terior afirmación en el contexto del dipr sostenemos que son las “situaciones
jurídicas privadas internacionales” también conocidas como “relaciones pri-
vadas con elemento de extranjería”, “relaciones transfronterizas” o “relacio-
nes privadas de tráfico jurídico externo”. Términos, todos estos, que serán
utilizados de manera indistinta a lo largo del libro.
Así, tal y como apuntamos, los elementos caracterizadores y diferen-
ciadores de la actividad desempeñada por el dipr, respecto a cualquier otra
disciplina jurídica, vienen a ser la suma de los adjetivos “privado” e “inter-
nacional”. En este sentido, el objeto del dipr se sitúa en aquellos supuestos
de hecho que implican a particulares, personas físicas o jurídicas, cuando
éste se encuentra conectado con varios ordenamientos jurídicos. La pri-
mera supone establecer una primera diferencia respecto al objeto de estu-
dio del derecho internacional público y la segunda respecto al objeto de
estudio del derecho civil.
Si nosotros, por un lado, omitiéramos el adjetivo “privado” y hablaríamos
simplemente de “situaciones jurídicas con elemento de internacionalidad o
extranjería”, la respuesta a esta situación podría venir dada por la normativa
del derecho internacional público; lo anterior por razón de los sujetos que
intervienen. Como bien señala la doctrina mexicana, J. A. Carrillo: “Cuando
la relación jurídica internacional se da entre personas de derecho público, el
derecho que debe regularla es el derecho internacional público. Pero cuando
la relación jurídica extranacional… se da entre personas de derecho priva­
do, surge la necesidad de que sea un derecho ad hoc el que la regule, y éste
ha sido tradicionalmente el derecho internacional privado”.
Si, por otro lado, omitiéramos el adjetivo “internacional” trataríamos úni-
camente las “situaciones jurídicas privadas”; de este modo estaríamos estu-
diando una relación jurídica propia del derecho civil.

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En los siguientes apartados, podemos visualizar más concretamente a


qué nos referimos con las anteriores afirmaciones.

1. Situaciones jurídicas

Como cualquier otra disciplina jurídica representa el mínimo común deno-


minador que todas aquellas situaciones o supuestos de hecho que se aborden
para su estudio deben tener trascendencia en el plano jurídico. Así las cosas,
nos referimos a todas aquellas relaciones jurídicas que por sus característi-
cas, naturaleza e implicaciones no pasen desapercibidas por el derecho.

2. Situaciones privadas

Reiteramos que las relaciones jurídicas objeto de estudio por el dipr son
aquéllas que reúnen dos adjetivos, a saber, “privadas” e “internacionales”. Dos
requisitos acumulativos, necesarios e imprescindibles. Así, la existencia de un
elemento de internacionalidad (extranjería) en una situación privada da como
resultado necesario la puesta en funcionamiento de las normas de dipr.
La primera afirmación que debemos hacer es que el adjetivo de “priva-
do” deriva de los sujetos que intervienen en la relación jurídica, no provie-
ne del tipo de normas que regulan las relaciones jurídicas con elemento de
internacionalidad. En este sentido, los sujetos que dan sentido a esta discipli-
na se encuentran en una posición de igualdad, dando lugar a la conforma-
ción de relaciones jurídicas que se desarrollan en un plano completamente
horizontal. Lo anterior necesita matizarse, es decir, si como regla general
afirmamos que los sujetos, que son objeto de atención por el dipr, presentan
la característica de ser particulares, debemos hacer una ampliación necesaria,
en este sentido también entraría en su objeto de estudio el Estado. Ahora
bien, esta excepción presenta una importante limitación que se convierte
en esencial en el contexto del dipr, así, serán objeto de atención los Estados
cuando no estén investidos de su potestad soberana. De todos es sabido que
el Estado puede actuar con su potestad iure imperii o con su potestad iure
gestioni. Cuando el Estado actúa con la primera de las potestades señaladas
dicha relación será objeto de estudio por el derecho internacional público.
Por el contrario, si el Estado actúa con la segunda potestad mencionada la
relación jurídica en la que esté inmerso será objeto de estudio del dipr. Pro-
blema de distinto tenor es deslindar cuándo actúa con una u otra potestad.

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De la mano de las anteriores afirmaciones alcanzamos la conclusión de


que el adjetivo “privado” se materializa por la prioridad que cobran los in-
tereses de los individuos ante los eventuales problemas que provoca la vida
internacional.

3. Situaciones internacionales

A la par, y como venimos comentando, es necesario para que esta disciplina


jurídica se ponga en acción que estemos ante una relación jurídica con dos
necesarios e imprescindibles ingredientes, a saber, que sea una relación entre
particulares y que se dé un elemento de internacionalidad o extranjería,
requisitos sine qua non.
Respecto a este segundo elemento caracterizador del objeto de estudio
del dipr, internacionalidad, debemos adelantar que estamos ante supuestos de
hecho que están conectados con varios sistemas jurídicos (todos ellos si-
multáneamente vigentes). Así, estudiamos la mutación que se produce en
el elemento material del supuesto de hecho el cual pasa de estar conectado
con un único ordenamiento a estarlo con varios. De este modo, afirmamos
que las relaciones jurídicas que estudia esta disciplina no agotan sus conse-
cuencias en un solo orden jurídico. Como bien afirmaba García Moreno:

Se trata de un cierto tipo de relaciones jurídicas cuyos elementos constituti-


vos pertenecen a sistemas jurídicos diferentes en el espacio, es decir, sistemas
susceptibles de aplicarse al mismo tiempo para resolver el mismo problema
jurídico en virtud de que los elementos constitutivos de la relación, objeto del
problema, están vinculados con uno y otro de estos ordenamientos jurídicos.

Una vez más, y como ya hacíamos con el anterior requisito, debemos aclarar
que el adjetivo de la “internacionalidad” no se concede por el origen de las
normas que da respuesta a esta disciplina jurídica. Con absoluta independen-
cia del aspecto cuantitativo que pueda presenciarse en relación con normas
de origen nacional o internacional que puedan componer esta disciplina, se
mantiene el calificativo “internacional” por los ordenamientos jurídicos que
aparecen relacionados en la solución de una situación jurídica objeto de su
estudio; por el hecho de que su fin último es buscar y otorgar respuesta satis-
factoria a situaciones que se vinculan a más de un orden jurídico estatal.
Conforme a la afirmación anterior sostenemos que el carácter de inter-
nacionalidad o de extranjería puede darse por la concurrencia de un elemento

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personal, es decir, por una cualidad que recae en una o en varias de las partes
que intervienen en dicha relación jurídica; por ejemplo, por su residencia
habitual o su domicilio, las sedes/establecimientos de las personas jurídicas,
fundamentalmente. Puede darse también por la existencia de un elemento
de extranjería de carácter real, es decir, por una cualidad o característica que
recae en el objeto de la relación jurídica, con absoluta independencia de las
características que reúnan las partes implicadas; por ejemplo, la ubicación
de un bien inmueble en un contrato de compraventa. O bien, por el hecho de
que la relación presenta un elemento de extranjería de carácter conductis­
ta o volitivo (formal), en este caso la característica de la internacionalidad
vendría otorgada por el cumplimiento de ciertas formalidades en la conclu-
sión de un negocio o acto jurídico. Por ejemplo, la entrega de las mercancías
cuando éstas suponen la perfección del contrato de compraventa. En defi-
nitiva, la pregunta que tiene presente la doctrina es si cualquier elemento
de internacionalidad que pueda confluir en la situación jurídica privada
convierte a ésta en objeto de estudio del dipr o si será objeto de estudio del
derecho civil. Así, nos cuestionamos: ¿qué peso específico debe tener el ele-
mento de extranjería en la situación jurídica privada para que sea estudiado
por los internacional privatistas y no por los civilistas? La cuestión ofrece un
interesante debate.
Por un lado, nos encontramos con un sector doctrinal que sostiene la in-
diferencia del peso de ese elemento de extranjería en una relación jurídica
privada; así, cualquier elemento de extranjería, por irrelevante que sea, con-
vierte una situación en objeto de estudio del dipr, sacándolo de la esfera de
estudio del derecho civil. Esta es la llamada teoría de la función identificadora
plena del elemento de extranjería. Así, se nos ocurre que una fábrica de moto-
cicletas, con sede en Italia, “Vespa, SpA”, fabrica unos modelos deportivos
exclusivos, por las que tienen prestigio en todo el mundo. Parte de este presti-
gio radica en la producción de todas las piezas en Italia, incluido su ensam-
blado. Esta empresa italiana decide instalarse en México para competir con
otro fabricante de motocicletas de la misma gama. Instalado como persona
jurídica mexicana “Vespa, S. A. de C. V.” celebra un contrato de compraven-
ta entre esta persona jurídica mexicana y un nacional mexicano con residencia
habitual en México. La moto presenta un defecto en sus neumáticos de
fábrica que le hace inservible para la conducción en carretera. En este caso
y a la luz de esta teoría ese contrato de compraventa es internacional por
el solo hecho de recaer su objeto sobre un producto elaborado en Italia y
comercializado en México.
Por otro lado, encontramos las denominadas teorías objetivistas, las cuales se
pueden dividir a su vez en la teoría pura y la teoría relativa. Ambas teorías tienen

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como común denominador afirmar que el estudio de una relación jurídica


privada caería en la esfera del dipr cuando el elemento de extranjería fuera
considerado relevante. De la anterior afirmación nos surge la interrogante
de saber cuándo es relevante un elemento de extranjería presente en una re-
lación jurídica privada. Mientras la primera teoría no ofrece parámetro algu-
no para solucionar esta interrogante, la segunda, que nos parece más acerta-
da, afirma que la relevancia viene otorgada cuando este criterio sea recogido
por las normas de dipr del tribunal que está conociendo. Hacia esta teoría,
que la doctrina también la ha denominado como tesis del elemento extranjero
relevante, se ha mostrado cierto rechazo. Reproche que viene sustentado por
dos motivos, según Calvo y Carrascosa, a saber, “primero, porque confunde
la importancia de la relación jurídica con la importancia del elemento extran-
jero”. “Y segundo, porque es muy difícil, por no decir imposible, determinar
cuándo un elemento extranjero es «relevante» o «no relevante»”.
A estas tesis, la misma doctrina ha añadido una tercera, la denomina-
da tesis del efecto internacional. Esta teoría supone que una situación puede
ser calificada como “internacional” si produce o producirá efectos que pue-
dan conectarse con más de un Estado. En este sentido, esta tesis considera
que es internacional por los efectos que produce la relación jurídica y no por
los elementos que la componen. La crítica que lanza la doctrina a esta tesis se
centra en tres afirmaciones, a saber: a) es “muy difícil determinar cuándo una
situación jurídica produce o puede producir «efectos internacionales», mien-
tras que es mucho más sencillo «detectar» los «elementos extranjeros» presentes
de una situación jurídica”; b) esta tesis es calificada como “excesiva porque
extiende desmesuradamente los casos que deben ser regulados por el dipr”,
y c) esta tesis es “tautológica porque el adjetivo «internacional» se encuentra
tanto en el sujeto como en el predicado: un supuesto es «internacional»
cuando produce efectos «internacionales»”.
Atrás queda la denominada tesis subjetivista del elemento de extran-
jería, en virtud de la cual la internacionalidad de las relaciones jurídicas
privadas vendría dada por la intervención de personas que poseen distinta
nacionalidad. Así, para esta teoría sería objeto de estudio del dipr un con-
trato de compraventa de un automóvil en un concesionario de la avenida
Insurgentes cuando éste es celebrado entre una persona jurídica “nacional”
mexicano y una persona física nacional española. Esta teoría conlleva a un
absurdo difícil de mantener. Esta compraventa es sin duda nacional, por la
irrelevancia y obsolescencia de la nacionalidad de las partes en la consolida-
ción de dicha relación jurídica.
A manera de conclusión tenemos que las relaciones que interesan a esta
rama del derecho son aquellas que se caracterizan por su heterogeneidad

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derivada del hecho de incluir elemento(s) de extranjería, previstos por la


norma de dipr. Para nosotros dicha previsión entraña un innegable peso
específico de ese elemento de internacionalidad que daría sentido al estu-
dio protagonizado por el derecho internacional privado.
Superado el tema del peso específico que debe tener el elemento de
internacionalidad presente en la relación jurídica con el fin de ser objeto
de estudio del dipr, surge otro cuestionamiento. En este sentido, plantea-
mos si debe establecerse una diferencia entre situaciones jurídicas privadas
realmente internacionales y las relaciones jurídicas privadas interregiona-
les (también denominadas como interlocales).
No es nuevo admitir que la República mexicana está compuesta por
estados a quienes se otorga, como manifestación de autonomía y soberanía,
poder legislativo. La existencia de estos cuerpos normativos hace que se
reproduzca en el ámbito interno (federal) la misma problemática que en
el ámbito externo (internacional). Derivado de esta soberanía legislativa
encontramos códigos civiles, de procedimientos civiles e incluso Consti-
tuciones para cada uno de los estados. Así, es útil hacer el distingo entre
ambas relaciones privadas, las internacionales y las interregionales. Mientras
que las internacionales son las que relacionan a la República mexicana con
otros Estados, entes soberanos, las interregionales relacionan a las entidades
federativas y sus respectivos cuerpos normativos. Mientras en las primeras se
pone en relación los ordenamientos jurídicos extranjeros en las segundas
se relacionaría a los ordenamientos jurídicos de las entidades federativas.
Por último, resta hablar de la denominada “relatividad temporal del ele-
mento de extranjería”, la cual surge cuando una relación jurídica con tintes
puramente internos adquiere, por motivos variados, una dimensión inter-
nacional. Se suele achacar tal mutación a factores como la autonomía de la
voluntad, según Fernández Rozas, o a actos de la propia naturaleza.

IV. El derecho internacional privado. Contenido

Cuando nos referimos al contenido de una disciplina, y nos unimos a


Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo, hablamos “del conjunto de sectores
o materias jurídicas que la conforman”, de los puntos e interrogantes que
aborda en relación con su objeto de estudio. El objeto del dipr está inte-
grado por el conjunto de situaciones de la realidad social que contienen
un elemento extranjero y su contenido, en extensión, se refiere a las ma-
terias o sectores específicos referidos a tales situaciones.

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Tenemos dos puntos interrelacionados que debemos abordar en este a-


partado. El primero que se refiere al contenido que tiene o que consideramos
debe tener el dipr como disciplina jurídica, en clara conexión con el objeto de
estudio señalado en anteriores líneas. El segundo, vendría a dar respuesta a la
cuestión de si la nacionalidad y la extranjería deben formar parte del conte-
nido de esta rama del derecho. Interrogante que no se cierra en la actualidad
convirtiéndose en el punto álgido de toda discusión entre iusprivatistas.
No cabe desconocer que las interrogantes a las que da respuesta el dipr
en relación con las situaciones jurídicas privadas con elemento de interna-
cionalidad son tres, los cuales giran en torno a tres sectores, de igual impor-
tancia y peso específico en el dipr nos referimos a la competencia judicial
internacional, el derecho aplicable y el reconocimiento y ejecución de sen-
tencias extranjeras —dejando por el momento el denominado ya “cuarto
pilar” que es la cooperación internacional.
En este sentido, reiterando y concretando, el objeto de minimus de esta
ciencia jurídica está conformado por la competencia judicial internacional
(juez nacional internacionalmente competente), el derecho aplicable (en
principio, las normas de conflicto que intervienen para resolver el derecho
nacional que debe ser aplicado a esa situación internacional) y el reconoci-
miento y ejecución de sentencias extranjeras (o competencia judicial in-
ternacional indirecta, sector que se encargará de otorgar eficacia y validez a
aquellas resoluciones pronunciadas por los órganos jurisdiccionales de otro
Estado). Señalamos que de minimus pues dependiendo de la postura adopta-
da puede aumentarse o reducirse su estudio.
Una de las primeras afirmaciones que debemos hacer respecto del con-
tenido de esta disciplina es su discusión, no sólo terminológica o semántica,
sino de fondo.
Entre los internacional privatistas seguimos discutiendo con cierto entu-
siasmo cuál es el contenido de esta rama jurídica. Discusión que no deja in-
diferente a nadie. Mientras que en la determinación del objeto de esta disci-
plina jurídica todos los iusprivatistas coinciden, no podemos decir lo mismo
respecto a la determinación de su contenido donde la formación académica
deja clara huella en el alcance y sectores constitutivos. Así, la confusión no es
sólo en cuanto a la denominación que se le da a esta disciplina, tal y como
dejamos ya constancia, sino también a cuál será su contenido.
El punto de partida pasa por determinar cuál debe ser el contenido de esta
disciplina desde nuestra peculiar óptica. Punto que como advertimos admite
crítica. Si bien la determinación del estudio de esta disciplina jurídica, en el
sentido teleológico, es una cuestión pacífica, no podemos afirmar lo mismo
respecto a la concreción de las materias reguladas, según su contenido.

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Si la carrera de derecho se cursara en cualquier facultad de derecho de


España, Alemania, Francia o México, los alumnos estudiarían las situacio-
nes jurídicas privadas internacionales como objeto de estudio de esta ciencia
jurídica. Esto es, las relaciones entre particulares (personas físicas o jurídicas)
situados en un mismo nivel, dando lugar a relaciones horizontales, donde
aparece un elemento de extranjería. Ahora bien, esta uniformidad se pier-
de cuando el alumno aborda el estudio de su contenido.
Por una parte, debemos señalar que hay un sector doctrinal que con-
sidera que el contenido de esta rama del derecho se encuentra constituido
por tres sectores (competencia judicial internacional, derecho aplicable y
reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras), independientes pero
unidos entre sí por un hilo conductor. Para este sector doctrinal la exclusión
de la nacionalidad y la extranjería del contenido de esta disciplina obedece
principalmente a dos razones:

• La primera razón sostiene que el ensanchamiento del contenido de


la disciplina tendría razón de ser cuando las normas de competencia
judicial internacional o conflictual contemplaran entre sus puntos de
conexión la nacionalidad y la extranjería. Así, el hecho de que el pun-
to de conexión, principalmente en el denominado estatuto personal,
fuera la nacionalidad de las partes, podría justificar su inclusión en
el estudio de esta ciencia jurídica. En la actualidad el punto de co-
nexión que se contempla en este estatuto personal ya no pasa por ser
la nacionalidad. Así, si la nacionalidad y la extranjería sirvieran en la
actualidad para atribuir competencia o para determinar la normativa
material aplicable al fondo de una pretensión podría justificarse su
inclusión en el contenido de esta rama jurídica. A lo anterior debe-
mos añadirle en clara nota de complementariedad que los criterios
atributivos de competencia o de determinación del derecho aplicable
son ahora el domicilio de las partes o las residencias habituales.

• La segunda razón deriva del hecho innegable de que en la relación que


regula la nacionalidad y extranjería el Estado aparece con su potestad
iure imperii, no interviene como un mero particular, por ello se afirma
que es difícil mantener ambos sectores como contenido de esta disci-
plina en la que de forma unánime afirmamos que estudia relaciones
internacionales de carácter privado. Nadie duda de la creación de una
relación político-jurídica (e incluso social) entre el Estado que im­
pone sus condiciones y el individuo que las acepta sin margen de ma-
niobra, relación que adquiere absolutos tintes de derecho público. Por

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tanto, se sostiene que si se parte de afirmar que el objeto de estudio


de esta ciencia jurídica son las relaciones existentes entre particulares,
que operaban en pie de igualdad y en absoluta horizontalidad, fueran
estos personas físicas o jurídicas, no se debe caer en la incongruen-
cia de analizar nacionalidad y extranjería. Este segundo argumento
afirma que toda coherencia desaparece al incluir al Estado, ente so-
berano, como individuo que entra en una relación de dipr. Está lejos
de toda duda el hecho de que el Estado determina, de ma­nera
imperativa, quiénes son y serán sus nacionales, quiénes pueden entrar
y salir, permanecer y cuánto en su territorio. Sin duda, está patente la
soberanía estatal; la inclusión de un Esta­do en esta disciplina no su-
pone la aparición y sujeción del adjetivo “internacional” tal y como
se entiende en el derecho internacional privado. La doctrina señala
que el derecho de la nacionalidad regula situaciones “internaciona-
les”, pero no “privadas”.

Derivado de estas afirmaciones, nos podríamos cuestionar la estructura sobre


la que se edifica la del contenido de esta disciplina en el contexto mexicano
y plantear la conveniencia de que la nacionalidad y la extranjería abando-
nen el contenido de ésta materializando una evolución y actualización de la
misma. Así, nacionalidad y extranjería, podrían ubicarse dentro del derecho
constitucional, del derecho administrativo, del derecho civil, o bien, su auto-
nomía como disciplina jurídica. Así, el objeto de estudio de la nacionalidad y
la extranjería, bien podría valerle el nombre de “derecho migratorio” u otro
de parecido atino. Ahora bien, si con el estudio e inclusión de la nacionalidad
y de la extranjería dentro de esta disciplina se cubre una laguna existente, no
está de más que sean los internacional privatistas los encargados de llenar ese
hueco, a modo de un verdadero “foro de necesidad”.
Tal y como planteamos, hay otro sector doctrinal en el que incluimos
a la mayoría de la doctrina mexicana, quienes abogan por la suma de los
sectores de nacionalidad y extranjería al contenido descrito como parte in-
tegrante de esta rama jurídica, el dipr, es decir, que el contenido de éste esté
integrado por la competencia judicial internacional, el derecho aplicable, el
reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras, así como nacionalidad
y extranjería; tomando así una postura completamente diferente a la pri-
mera. Si bien la doctrina mexicana sostiene que nacionalidad y extranjería
sobrepasa el contenido de esta rama del derecho, la sigue manteniendo
en sus planes de estudios y en sus textos. Lo anterior tiene un interesante
reflejo en los programas de estudios de las facultades de derecho así como
en los manuales más importantes en la materia.

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Las actuales reformas de los planes de estudio de prestigiosas univer-


sidades mexicanas, como la Universidad Nacional Autónoma de México,
ya han implantado dos semestres para la impartición del dipr, es decir, se
cuenta con 120 horas para la enseñanza de esta área de conocimiento.
Entre los argumentos esgrimidos por este sector doctrinal apoyando la
inclusión de la nacionalidad y la extranjería en el estudio del dipr encon-
tramos la afirmación de que aun cuando consiste en el estudio de las si-
tuaciones privadas internacionales, es decir, las situaciones entre individuos,
situados en un mismo nivel, dando lugar a las reiteradas relaciones hori-
zontales, donde aparece un elemento de extranjería, en el cual no tienen
cabida, en principio, las mencionadas materias habría que analizarlo con el
objetivo de no generar una laguna en su estudio y conocimiento.
De esta forma aseveran que la explicación de la inclusión de su estudio
en el dipr puede venir por dos vías:

• La primera, se encontraría en el seguimiento existente en la doctrina


mexicana de la llamada “teoría francesa”, que parte del plan de es­
tudios de Niboyet. Esta teoría es partidaria de incluir el estudio y
análisis de estos dos sectores dentro del dipr.
• La segunda podría venir por el hecho de que la nacionalidad fue usada,
en otra época, ya lejana, como un punto de conexión predominante.

En nuestra primera explicación ha sido definida por un sector doctrinal


como de obsoleta, pero olvidan considerar como un principio toral la
atención a la génesis de la configuración del dipr mexicano, nada desdeña-
ble para entender su itinerario y razón de ser.
En cuanto a la segunda explicación, la nacionalidad en la actualidad
como punto de conexión en la República mexicana, se ve cada vez más des-
plazado por otros criterios, como puedan ser el domicilio o la residencia ha-
bitual, pero ello no obsta para revisar y atender que no quede excluida, la
nacionalidad en su totalidad, justificada por la asunción, por parte de la doc-
trina mexicana, de la concepción amplia que abordaremos seguidamente. A
todo ello se le debe agregar que mientras no exista un punto de conexión
indubitado en el contexto mexicano, la nacionalidad como punto de co-
nexión no debe de ser excluido por sí solo, independientemente de que éste
está rebasado sobradamente por la residencia habitual o el domicilio.
El objeto del dipr está integrado por el conjunto de situaciones de la
realidad social que contienen un elemento extranjero y su contenido, en
extensión, se refiere a las materias o sectores específicos referidos a tales
situaciones.

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Dicho lo anterior, sostenemos que a la hora de determinar el contenido


del dipr se pueden resumir las concepciones existentes en tres. Cada una de
ellas otorga a dicho contenido una mayor o menor amplitud.

A) La concepción restrictiva limita el estudio del dipr a la cuestión de la de­


terminación del ordenamiento aplicable a las situaciones con ele­mento
extranjero, clásicamente conocida como “conflicto de leyes”; éste ha
venido siendo considerado el núcleo central de nuestra disciplina,
como su contenido imprescindible y comúnmente aceptado por to-
dos. Esta concepción es propia de los sistemas de tradición germana.
Los germanos consideran que el dipr debe tratar sólo el conflic-
to de leyes y rechazan que se incluya en el dipr la nacionalidad, la
extranjería, e incluso el derecho procesal civil internacional. Y ello
porque siguen una concepción iusprivatista del derecho internacional
y rechazan las materias reguladas preponderante por el derecho pú-
blico. Pero en la actualidad, hay una concepción alemana más amplia
del dipr basada en las reformas parciales practicadas en el derecho
positivo internacional privado. Se piensa que el legislador no puede
abordar el problema de la ley aplicable sin tener en cuenta el proble-
ma de la jurisdicción competente.Y eso es así porque cada vez se van
difuminando más las fronteras entre el dipr y el derecho público, y no
es ajeno a este tema el intervencionismo estatal.
Podemos citar ejemplos de materias de derecho público que se
integran en el dipr, por ejemplo el derecho fiscal en el que se inte-
gran en el dipr la doble imposición, y de derecho administrativo, por
ejemplo, conflicto de autoridades, y en el derecho penal hay temas
también enmarcados en el dipr como son los delitos cometidos fuera
del territorio nacional.

B) La concepción intermedia añade al estudio del conflicto de leyes algún


otro, con distintas variantes:

• En los sistemas de los países ex socialistas se añade el sector del dere-


cho del comercio internacional o el del derecho de extranjería por
sus peculiares concepciones socio-económicas.
• La más frecuente es la inclusión del sector del derecho procesal civil
internacional (conocido como “conflicto de jurisdicciones”). Propio
de los sistemas anglosajones ya que la ampliación del contenido del
dipr al derecho procesal internacional es consecuencia de la fuerte
dimensión judicial (papel protagonista de los órganos jurisdiccionales

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en la administración de la justicia) que en estos sistemas tiene el dere-


cho. A su vez, el contenido del derecho procesal civil internacional lo
integran las normas y principios que en un ordenamiento jurídico se
dirigen a determinar la competencia judicial internacional de sus ór-
ganos jurisdiccionales; las que ordenan el desarrollo del proceso con
elemento extranjero, y las que establecen los efectos de las decisio­
nes extranjeras en el foro.

En el mundo anglosajón, la competencia supone una concepción unitaria,


porque en el Common Law, el juez crea el derecho y juzga por los pre-
cedentes, Case Law. Esto lleva a que no haya esa distinción tajante entre
norma/actividad jurisdiccional, y así Chesire dirá que el objeto del dipr en
el mundo anglosajón es:

1) Determinar las condiciones en que un tribunal debe declararse com-


petente.
2) Elegir el derecho aplicable a las pretensiones de las partes.
3) En qué medida puede ejecutarse en el foro una decisión pronunciada
por un tribunal extranjero.

En el mundo anglosajón el punto de conexión está en el domicilio y no en


la nacionalidad.

C) La concepción amplia aborda cuatro aspectos: el básico de la determina­


ción del ordenamiento aplicable a las situaciones con elemento ex-
tranjero; el derecho procesal civil internacional; el derecho de la na-
cionalidad, y el derecho de extranjería. Esta concepción tiene su ori-
gen en el sistema francés, de donde se extendió a otros países, como
por ejemplo el ordenamiento jurídico italiano que supera esa estricta
actitud privatista e incluye el derecho de extranjería por política le­
gislativa y por convicción teórica, y además bajo la idea de que hay
que determinar los elementos que configuran el trabajo externo, in-
cluyendo en esta materia el goce y el ejercicio de los derechos de los
extranjeros.
Como comentamos, el ordenamiento jurídico mexicano también
se incluye en esta concepción, en el que, con matices distintos, sigue
siendo mayoritaria.
Los que defienden la concepción amplia también asumen que
el contenido fundamental de nuestra disciplina viene conformado
por los sectores “clásicos” (el de los conflictos de leyes, nítidamen-

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te internacional privatístico, y el de los conflictos de jurisdicciones)


concibiendo la nacionalidad y la extranjería como sectores interdisci-
plinarios cuyo estudio por el dipr se justifica ampliamente al igual que
se justificaría su asunción por otras ramas del saber jurídico (derecho
civil, derecho administrativo o derecho constitucional, por ejemplo).
Esta última afirmación, el carácter inter o multidisciplinario del dipr,
puede ser un argumento importante a la hora de no excluir ambas par-
celas, nacionalidad y extranjería, del contenido del dipr, abocándola
a una explicación estrictamente de dipr, sin ánimo de redundar en lo
que otras ramas del derecho, como civil o constitucional, etcétera, ya
abarcaron y sin ánimo de que su explicación propicie que el docente
no imparta, de manera responsable, la explicación del resto del con-
tenido del dipr.
Abundando más, la fundamentación de esta concepción amplia se
sustenta en diversos argumentos:
El primero, que podemos denominar material, se basa en la ne-
cesidad de dar una respuesta global o de conjunto a la situación del
individuo en las relaciones privadas internacionales. La persona, el
ser humano, se sitúa en el centro de nuestra disciplina, y su estado,
nacional o extranjero, con respecto a un determinado ordenamiento
jurídico estatal, condiciona la regulación de sus relaciones, naciona-
lidad y extranjería, como presupuestos de la aplicación del sector del
conflicto de leyes o de jurisdicciones.
Llegamos a una nueva manera de justificar la concepción amplia
que representa Battifol y así expresa que “el dipr debe responder en
conjunto a la cuestión de la situación jurídica del individuo en las
relaciones privadas internacionales” y el dipr debe atender a tres cues-
tiones sucesivas:

a) El régimen de los sujetos de derecho (nacionalidad y condición


jurídica de extranjeros).
b) El ejercicio de los derechos: conflicto de leyes.
c) La sanción de los derechos: conflicto de jurisdicciones.

Esta es la actitud mayoritaria de la doctrina mexicana; se acoge esta con-


cepción global de Batiffol y se estima que se debe incluir la nacionalidad
en cuanto es un presupuesto del dipr para saber cuándo hay tráfico jurídico
externo y también es presupuesto de la competencia jurisdiccional y com-
petencia legislativa. Por más que la nacionalidad esté hoy en crisis, sigue

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siendo un punto de conexión fundamental en el ordenamiento jurídico


mexicano para determinar la ley aplicable al estado de la persona.
Por otra parte, con respecto a la inclusión de la condición jurídica de los
extranjeros, parece ser una materia complementaria a la nacionalidad, y es
también un presupuesto lógico al conflicto de leyes y de jurisdicciones por-
que como expresa Calvo Caravaca, si no se reconocen derechos mínimos al
extranjero es imposible que existan relaciones de tráfico externo, por ejem-
plo el derecho a comparecer en juicio, derecho a establecimiento, etcétera.
La competencia judicial internacional y derecho procesal civil interna-
cional son un tema crucial en el dipr y no sólo porque hay un progresivo
acercamiento de los ordenamientos jurídicos continentales y anglosajones,
tal y como ya manifestamos, no sólo por la importancia cada vez mayor de
la jurisprudencia, sino porque como se deriva de Batiffol fue un error no
incluir esta materia en el dipr.
El profesor González Campos, en un curso sobre la relación entre el
foro y el derecho, expresó que desde los orígenes del dipr aparecen unidos
el forum y el ius, es decir, la competencia judicial y la competencia legislativa
—ley aplicable—, porque muchas veces tiene carácter previo el establecer
la competencia judicial con respecto a la determinación de la ley aplicable,
incluyendo en esta dimensión judicial algo más que los límites competen-
ciales de los tribunales de un Estado, porque hay otras formas de solución
de controversias de amplia cabida en el tráfico externo (arbitraje y otros).
La pluralidad de vías de solución está, en definitiva, en la base del dipr.
Que la competencia legislativa es esencial es claro, entendida en un sentido
amplio, en cuanto que la regulación del tráfico externo no se agota con
las llamadas normas de conflicto, ni tampoco se reducen estas a regular el
derecho civil internacional (incluye el derecho del comercio internacional,
el derecho del trabajo internacional, y de la seguridad social internacional, y
del derecho fiscal).
El segundo argumento que puede calificarse como sistemático, hace
referencia a la existencia de una homogeneidad esencial entre los sectores
clásicos, más nacionalidad y extranjería, que conforman el contenido del
dipr según esta concepción amplia. Los elementos comunes a los cuatro as-
pectos, precisamente por la presencia del ser humano en un mundo político
y jurídicamente fragmentado, permiten hablar de “sistema de dipr” de un
ordenamiento jurídico dado, pues los sectores no son departamentos estan-
cos sino que se relacionan entre sí.
El tercero que podemos llamar teológico o de los fines, basa la con-
cepción amplia del dipr en una visión de la realidad jurídica que debe dar
respuesta al tríptico de cuestiones “sujeto-derecho-sanción”: la nacionalidad

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y la extranjería se imbricarían en la perspectiva de los sujetos; el conflicto


de leyes se correspondería con el dato relativo al derecho y el conflicto de
jurisdicciones cumpliría la función de sanción.
Hoy, la más reciente doctrina matiza esta concepción amplia y Fernán-
dez Rozas insiste en el componente jurídico público de la nacionalidad para
afirmar que el que sea la nacionalidad un punto de conexión no justifica la
inclusión de toda la materia de la nacionalidad. Expresa que hay elementos
de la nacionalidad como la atribución, pérdida y recuperación de la nacio-
nalidad que no tienen relación con el dipr, no obstante, opina que se debe
incluir en el dipr la prueba de la nacionalidad extranjera y la determinación
del derecho extranjero de nacionalidad; a su vez, debe estudiarse el conflicto
extranjero de nacionalidad y algo similar se podría afirmar del derecho de ex-
tranjería en cuanto tiene elementos de derecho público (regulación de entra-
da y salida de extranjeros), y elementos que se incluyen en el dipr (goce y
ejercicio de los derechos de los extranjeros).
Un cuarto argumento que podemos denominar práctico, cuya natura-
leza es muy diferente a los anteriores, se extrae de la realidad universitaria
mexicana y de la configuración de los planes de estudio de sus distintas
facultades de derecho. El carácter interdisciplinario del derecho de la na-
cionalidad y del derecho de extranjería justifica plenamente que sea nuestra
rama jurídica la que asuma la investigación y la docencia de ambos sectores;
por un lado, los sectores clásicos y además, por otro lado, nacionalidad y
extranjería. Así, los nuevos planes de estudio de las facultades de derecho
responden a esta realidad. En la Universidad Nacional Autónoma de Méxi-
co a la enseñanza del dipr se dirigen dos asignaturas obligatorias: derecho
internacional privado I, en el séptimo semestre, y derecho internacional
privado II, en el octavo semestre, con unos contenidos que abarcan toda la
materia señalada en esta concepción amplia.
Tal y como expusimos anteriormente y reiterando la idea de si el estu-
dio e inclusión de la nacionalidad y la extranjería dentro del dipr cubre una
laguna existente, no está de más que sean los internacional privatistas los en-
cargados de llenar este hueco, a modo de un verdadero “foro de necesidad”,
si así se le sugiere calificar; por tanto y mientras no sean otros los encargados
de su estudio, será el dipr el que siga encargándose de ambas cuestiones.
El peligro que se corre con la inclusión de la nacionalidad y la extranjería
es la posible desviación de la atención de los principales temas que compo-
nen el dipr hacia estos otros que, sin quitarle su importancia, puede exceder
con creces el contenido de esta disciplina; nos referimos a la citada y posible
falta de responsabilidad del docente encargado de explicar esta rama del
derecho, el dipr, que se incline por derivar sus explicaciones a determinados

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temas, dejando sin contenido partes fundamentales como son la competencia


judicial internacional, el derecho aplicable, el reconocimiento y la ejecución
de pronunciamientos judiciales extranjeros, así como la cooperación proce-
sal civil internacional.
Por otro lado, se podría considerar justificada dicha inclusión por el
carácter de estado de emigración que presenta la República mexicana. En
este sentido, se afirma que aquellos países que tienden a la inmigración re-
fuerzan el criterio de la lex domicilii por encima de la lex patriae. Por el con-
trario, aquellos Estados que tienden a la emigración protegen la lex patriae
sobre la lex domicilii.
Así las cosas, tenemos que los contenidos, bajo una concepción amplia son:

1) La competencia judicial internacional que intenta dar respuesta a quién


es el juez nacional que se declara con competencia en el plano in-
ternacional para conocer y resolver del supuesto de hecho planteado;
no obstante debemos realizar varias observaciones, la primera es que
en el dipr mexicano no contamos con una normativa competencial
judicial civil internacional realizada ex professo para dar respuesta a
supuestos de hecho con elemento de internacionalidad; así, los in-
ternacional privatistas deben dar respuesta a este sector utilizando las
normas competenciales de reparto territorial que existe en el derecho
procesal mexicano. Como ya manifestamos, la norma competencial
judicial civil internacional mexicana es en realidad una norma pen-
sada para el reparto de competencia ad intra; lo anterior conlleva a
que esta normativa sufra un acoplamiento (no perfecto) respecto al
reparto de competencia ad extra con el único fin de evitar la existen-
cia de una laguna jurídica lamentable. Como segunda nota afirmamos
que la respuesta de la competencia judicial civil internacional debe
anteponerse a la respuesta que otorgan los procesalistas a la hora
de repartir ad intra la competencia judicial interna. En este sentido,
antes de preguntarnos por la competencia del juez mexicano por
razón de territorio, cuantía, o grado hay que preguntarse si de ma­
nera genérica y abstracta es el tribunal mexicano competente ad extra,
internacionalmente. En tercer lugar debemos señalar que, respecto a
la competencia judicial civil internacional, existe una enorme disper-
sión normativa al estar contenida en todos y cada uno de los códigos
de procedimientos civiles de las entidades federativas. De tal suerte
que hay que realizar una revisión de todos los códigos para deter-
minar la competencia o incompetencia propiciando de esta forma la
realización de un forum shopping ad intra.

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2) Una vez contestado el sector de la competencia judicial internacio-


nal en el contexto mexicano a través de la norma de competencia
judicial internacional, autónoma o convencional, debemos dar res-
puesta al sector del derecho aplicable, es decir, al interrogante de qué
sistema jurídico, a través de su normativa material dará respuesta al
fondo de la pretensión. Si bien la respuesta a este sector viene en su
mayoría dada por la normativa de conflicto, existen otras técnicas
de reglamentación que se destinan a esta labor (normas de exten-
sión, normas materiales especiales, y las discutidas normas materiales
imperativas). Normas que igualmente las encontramos esparcidas a
través de los diferentes códigos civiles de las entidades federativas y
del Distrito Federal.

3) Finalmente, encontramos el sector del reconocimiento y ejecución de


sentencias judiciales como última etapa procesal a la que damos res-
puesta en el dipr. En esta etapa ya existe un pronunciamiento judicial
y por ende una solución de fondo a la pretensión solicitada. Es hora de
que un tribunal extranjero, distinto al que emitió el pronunciamiento,
otorgue efecto de cosa juzgada (formal y material), efecto constituti­
vo (con sus eventuales actos de ejecución impro­pios), título ejecutivo
y ejecute el mencionado pronunciamiento.

Una precisión debe hacerse llegados a este punto, mientras que los dos pri-
meros sectores tienen que abordarse y responderse irremediablemente en
una situación objeto de estudio por el dipr, no podemos sostener lo mismo
de este tercer sector. Lo anterior se afirma desde que no siempre el pro-
nunciamiento emitido por un tribunal nacional debe ser reconocido y eje-
cutado en otro Estado. Puede ocurrir que los efectos que quiere desplegar
ese pronunciamiento judicial estatal tengan que desarrollarse en el mismo
Estado que emitió el pronunciamiento. Lo anterior significa que el abordar
este tercer sector no siempre es necesario e imprescindible. El levantamiento
de este tercer sector constitutivo dependerá de dónde quiera que el pronun-
ciamiento judicial despliegue sus efectos y validez.
A pesar de la mencionada independencia observamos que estos sectores
no forman compartimentos aislados entre sí. Al contrario, son considera-
dos como secuencias continuas y mutuamente dependientes y así ya lo he-
mos manifestado con anterioridad. En este sentido y como bien afirma
Calvo y Carrascosa “los tres sectores que componen el contenido del dipr
presentan relaciones recíprocas de naturaleza lógico-jurídica. Sólo respondien-
do a los tres interrogantes se proporciona una respuesta jurídica global y com-

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pleta de las situaciones privadas internacionales”. Así, entre estos tres sectores
se evidencia que se encuentran relacionados entre sí. Existe una profunda
vinculación entre: a) el sector de la competencia judicial internacional y el
derecho aplicable (forum-ius); b) entre el sector de la competencia judicial in-
ternacional directa y la indirecta; c) entre el sector del derecho aplicable y el
de reconocimiento y ejecución de sentencias. Existen así relaciones y vincu-
laciones en todas las variables posibles entre los tres sectores que componen
el contenido del dipr:

a) Relación forum-ius: venimos manteniendo un orden lógico en el es-


tudio de estos dos sectores. En primer lugar es absolutamente im-
prescindible estudiar la competencia judicial internacional de los
tribunales mexicanos para abordar con posterioridad el estudio del
derecho aplicable al fondo de la pretensión. Si los tribunales mexi-
canos resultan, en virtud de sus normas de competencia judicial
internacional, incompetentes, qué caso tiene estudiar la normativa
aplicable a dicho supuesto desde la óptica mexicana. En otro sen-
tido, equívoco para nosotros, se proclama igualmente la relación en
el binomio forum-ius, a saber, en la necesaria coincidencia de ambos
sectores. Es decir, que la afirmación de la competencia judicial inter-
nacional viene condicionada por la aplicación del derecho (norma
material) del foro (forum legis o foro legislativo). Es decir, que los tri-
bunales mexicanos deberían declararse incompetentes si no resultara
aplicable al fondo de la pretensión la normativa material mexicana.
Nuestra crítica se centra en afirmar que no debe hacerse depender la
competencia judicial internacional de los tribunales me­xicanos de
la aplicabilidad o no de su normativa material. A pesar de lo anterior
no cabe desconocer que esta relación trae como con­secuencia una
mejor aplicación del derecho del foro, reduciendo costes en posi-
bles errores interpretativos y/o judiciales. Justificación que carece de
peso específico para el mantenimiento de esta relación de co­
dependencia. Estimamos forzado hablar de este foro legislativo en el
sistema jurídico mexicano. Así, nuestra postura pasa por sostener que
la afirmación de la competencia judicial internacional de los tribu-
nales mexicanos no debe hacerse depender del derecho aplicable al
fondo del supuesto litigioso. La relación que mantenemos es que una
vez afirmada la competencia judicial internacional se abre la averi-
guación del derecho aplicable al fondo de la pretensión. La última
relación que vemos entre el forum y el ius se predica en el sentido de
que la determinación de un tribunal como el competente “viciará”

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Derecho internacional privado: concepto, caracteres, objeto y contenido

la solución de fondo a través de la normativa material y la normativa


procesal aplicable al supuesto de hecho.

b) Relación entre competencia judicial internacional directa e indirec-


ta: relación que viene por el imperativo legal impuesto al juez re-
querido de revisar la competencia judicial internacional del juez de
origen. En este sentido, el juez requerido no reconocerá y ejecutará
un determinado pronunciamiento judicial sin haber verificado antes
la competencia judicial internacional directa. En este orden de ideas
encontramos el artículo 4o. del Convenio Bilateral entre España y
México sobre Reconocimiento y Ejecución de Sentencias Judiciales
y Laudos Arbitrales en Materia Civil y Mercantil. Sin duda la eficacia
extraterritorial de un procedimiento judicial extranjero depende de
la buena o mala cimentación de la competencia judicial internacio­
nal directa. Máxime cuando no existe un principio de confianza entre
el tribunal de origen y el tribunal requerido.

c) Relación entre derecho aplicable y reconocimiento y ejecución de


sentencias. La relación que se da entre ambos sectores, el segundo y el
tercero, estimamos que viene justificada por la presencia de la excep-
ción de orden público. En este sentido, si el pronunciamien­to judicial
que ha sido emitido vulnera el orden público establecido en los tri-
bunales requeridos éstos negarán la eficacia extraterritorial solicitada.
Si bien no hay posibilidades de revisión del contenido (del fondo)
de la decisión judicial emitida por el juez de origen, sí existe la posi-
bilidad de negar el reconocimiento y ejecución por vulnera­ción del
orden público del Estado requerido. Así, una cosa es la prohibición
de revisión del contenido de fondo de la sentencia y otra cuestión di­
ferente es la revisión de una eventual revisión de la excepción de
orden público.

Como conclusión al debate sostenido en estas líneas, referido al contenido


del dipr, y tratando de ser lo más ecuánime posible, en esta ocasión, hemos
decidido en este libro, dedicado a la parte general del dipr, no introducir
como contenido del mismo las multimencionadas nacionalidad y extran­
jería, tratando de guiar al docente hacia la impartición de un contenido
básico y que no se escude en impartir exclusivamente nacionalidad y ex-
tranjería, a las que le damos el carácter multidisciplinar y su invocación
desde la perspectiva que le corresponde al dipr.

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Derecho internacional privado

Cuestionario

1. Determine los fundamentos normativos que justifican el carácter


estatal del derecho internacional privado.
2. Determine la justificación del carácter exclusivo, autónomo
e independiente que presenta esta disciplina jurídica.
3. Determine el origen de los adjetivos jurídico, privado e internacional
que acompañan a la denominación de esta disciplina.
4. Determine los sectores constitutivos del contenido del derecho
internacional privado.
5. Justifique su apego o distanciamiento a la inclusión o exclusión de la
nacionalidad y la extranjería como sectores constitutivos del contenido
del derecho internacional privado.

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Capítulo segundo
Fuentes del derecho
internacional privado mexicano

Este capítulo aborda las fuentes del dipr mexicano, entendiendo por éstas los
convenios internacionales que México tiene ratificados así como la normativa
autónoma que ayudan a solucionar los supuestos de hecho privados interna-
cionales. Partiendo del análisis del artículo 133 cpeum, el orden en el estudio
de las fuentes normativas inicia por los tratados internacionales, generales y
espe­ciales, continúa con el análisis del derecho autónomo, para concluir con el
análisis de la técnica del Soft Law.

I. Aspectos preliminares

Varias son las precisiones que debemos hacer al iniciar este apartado. La
primera se centra en afirmar que las normas de derecho internacional pri-
vado en el contexto mexicano tienen un génesis dual, a saber: un origen
interno, autónomo o común y un origen internacional o convencional.
Así, sostenemos la pluralidad de fuentes de producción jurídica que dan
respuesta al derecho internacional privado.
El primer grupo de normas se generan en el seno de un Estado refle-
jando su particular visión de justicia en relación a las situaciones objeto de
estudio del derecho internacional privado. Así, el Poder Legislativo estatal
determina, conforme a sus prioridades y consideraciones de soberanía,
cuándo sus tribunales se deben declarar competentes en la esfera internacio-
nal, o a contrario sensu, cuando deben declararse incompetentes no entrando
a conocer y resolver el fondo de la pretensión. De igual forma determina,
siguiendo los mismos parámetros, este Poder Legislativo estatal conforme
a qué sistema jurídico, y en particular, conforme a qué norma material,
se resolverá el fondo de una pretensión. Por último, el Poder Legislativo

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Derecho internacional privado

determinará cuáles son los requisitos que debe cumplir un pronunciamiento


judicial extranjero para que sea reconocido y ejecutado en su territorio.
Por su parte, el segundo grupo de normas se genera en el seno de los deno-
minados foros de codificación, universales y/o regionales, siendo fruto del
consenso alcanzado por diferentes Estados. Ahora será el consenso esta-
tal alcanzado el que determine qué tribunal debe declararse competente
en la esfera internacional, conforme a qué sistema jurídico debe resolver y
qué requisitos serán necesarios, como requisitos sine qua non, para poder reco-
nocer y ejecutar un pronunciamiento emitido entre los Estados que se han
comprometido por el texto del convenio. Lo anterior en función de pará-
metros de soberanía y prioridades notablemente más diluidos.
De las anteriores afirmaciones se desprende otra, ya citada pero que
conviene traer en este momento, y es que en México asistimos a una intere-
sante diversificación o fragmentación normativa ad intra para dar respuesta
a los tres sectores que conforman el contenido de esta disciplina jurídi-
ca. Esta fragmentación se origina como consecuencia de la pluralidad de
legislaciones estatales existentes, como manifestación del poder legislativo
conferido a cada una de las 31 entidades federativas y al Distrito Federal. De
esta forma debemos acudir a cada uno de los códigos de procedimientos
civiles existentes para determinar la competencia judicial internacional, a
cada uno de los códigos civiles para el sector del derecho aplicable y regresar
a los distintos códigos de procedimientos civiles para el reconocimiento y la
ejecución de pronunciamientos judiciales extranjeros. Este factor orilla a
la realización de especulaciones, e incluso interpretaciones, por parte de los
distintos operadores jurídicos en cuanto a la aplicación de la normativa de
derecho internacional privado. De esta forma concluimos que México no
posee una ley que de manera global e integradora se pronuncie sobre los
distintos aspectos que conforma el objeto de estudio de esta disciplina, de-
biendo recurrir a distintos cuerpos normativos para encontrarla.
Si las anteriores afirmaciones cobran importancia respecto a la nor-
mativa autónoma, cabe hacer parecidas afirmaciones en el ámbito de la
normativa convencional que regula la disciplina del derecho internacional
privado. Si bien es cierto que este es un instrumento armonizador y unifi-
cador del derecho, el cual permite saber de antemano las reglas del juego
exitentes en diferentes Estados, generando seguridad y previsibilidad
jurídica, no podemos cegarnos a las desventajas que éste instrumento pre-
senta en la actualidad. Ahora bien, y a pesar de los puntos flacos que presenta
esta vía de unificación podemos señalar que es una vía a la que debemos
recurrir en el contexto mexicano debido a la notable ausencia de un legis-
lador común de carácter supranacional (o intergubernamental).

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Fuentes del derecho internacional privado mexicano

Entre sus ventajas más tangibles observamos que los convenios unifican
el derecho en los distintos Estados, con absoluta independencia de la tradi-
ción de éstos; es decir, bien sean de common law o de civil law o romano-ger-
mánico. Igualmente, no cabe restarle el mérito de la superación de las fron-
teras estatales así como de las barreras que pueda representar la legislación
nacional derivada de sus diversas concepciones y exaltación de soberanía;
en este sentido consigue asentar conceptos y principios que serán aceptados
multilateralmente; conceptos “supranacionales” que disminuirán la relativi-
dad de soluciones que en poco o nada ayudan en determinados supuestos
y conceptos. A sus aciertos debemos sumarle su calidad técnica al estar rea-
lizados por expertos en la materia sobre la que versa dicho instrumento, así,
son instrumentos elaborados por los mejores en cada especialidad.
Por otra parte, encontramos una serie de desventajas al visualizar una
cuestionable petrificación respecto a una realidad para la que fue creado, sin
tener en cuenta que ésta es cambiante, volátil; este apego a una realidad se
produce fundamentalmente por la difícil modificación de su contenido; así,
observamos que a veces es más sencillo hacer un nuevo convenio sobre la
misma materia y entre los mismos Estados que modificar uno ya existente.
Otra desventaja que presenta este instrumento es la confusión y compleji-
dad que a veces se genera respecto a su compatibilidad; en este sentido,
cuando son varios los instrumentos convencionales que regulan un mismo su-
puesto de hecho (procedan o no del mismo foro de codificación) entre los mis-
mos Estados debemos averiguar la compatibilidad que existe entre ellos. Esto
a veces conlleva a que sea el juez de cada Estado el que interprete y acomo-
de esta cuestión a su libre albedrío. De esta libertad de interpretación puede
ocurrir que cada Estado aplique un instrumento convencional diferente o, en
el peor de los casos, que ante la dificultad de su compatibilidad apliquen su
normativa de derecho internacional privado de origen autónomo, generando
responsabilidad internacional ante el incumplimiento de un compromiso in-
ternacional anteriormente adquirido.
Nos resta volver a mencionar, como ya lo hiciéramos en el primer ca-
pítulo, que el instrumento convencional en cuanto vehículo para unificar el
derecho es objeto de estudio del derecho internacional público. En este sen-
tido serán los iuspublicistas los que estudien la forma de modificar, denunciar,
reservar, declarar interpretativamente, etcétera, los convenios internacionales.
Estudio que se realizará a través del Convenio de Viena sobre Derecho de los
Tratados. Al derecho internacional privado le interesa el contenido de dicho
instrumento convencional en el momento en que éste verse sobre un supues-
to de hecho que configura el objeto de estudio de esta disciplina. Es decir, en
cuanto el contenido de estos instrumentos se refiera a situaciones jurídicas

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Derecho internacional privado

privadas con un elemento de extranjería. De lo anterior se desprende la exis-


tencia de una relación de instrumentalización, de complemento, entre ambas
ramas, que no de subordinación. El derecho internacional público nos presta
el vehículo necesario para la unificación del derecho, estableciendo las re-
glas generales de juego, mientras que el derecho internacional privado usa
ese instrumento para regular su objeto y dar sentido a su contenido.
Otro punto complicado que presentan los convenios se refiere a la
posible realización de reservas y/ o declaraciones interpretativas que pue-
den realizarse a los mismos. En este sentido, estas posibilidades hacen que
se relaje en algunos puntos la pretendida unificación del derecho dando
opción a que cada Estado lo incorpore de conformidad con sus intereses y
preferencias. Estas reservas y declaraciones interpretativas obligan a estudiar
la realización de éstas por los Estados complicando un poco más la de por sí
ardua aplicación de los convenios.
Si unimos estas dos últimas ideas debemos poner de manifiesto en este
momento que la relación que guarda la normativa interna respecto a la con-
vencional es de “jerarquía aplicativa”, de prioridad aplicativa, no es una re-
lación de validez-derogación. Es un criterio de aplicabilidad normativa.
Sostenemos que la normativa convencional una vez positivizada en el orden
jurídico mexicano se antepone en su aplicación a la norma de origen interno.
Lo anterior supone que la entrada en vigor de un convenio no implica la
derogación de la normativa interna. En este sentido, y desde un punto de vista
meramente aplicativo, el tratado, una vez incorporado en el ordenamiento
jurídico, debe colocarse en un escalón superior respecto a la normativa de
creación interna. De tal forma que en caso de contradicción o solapamien-
to entre ambos cuerpos normativos se aplicará primero el convenio, y para lo
no previsto por éste aplicaríamos la normativa autónoma, de creación interna.
Discusión que debemos afirmar que ya no tiene tanta relevancia desde que a
estas alturas la entrada en vigor de un tratado se hace previo acoplamiento, en
principio, a la normativa interna vigente. Muestra de lo anterior es la Conven-
ción Interamericana sobre Obligaciones Alimenticias cuya entrada en vigor
se hizo teniendo en cuenta lo previsto en los códigos civiles preexistentes.

II. Constitución Política de los Estados


Unidos Mexicanos: artículo 133

Todo lo que acabamos de verter en el apartado anterior, no impide que se


desconozca que en México a la fecha seguimos hablando y discutiendo

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Fuentes del derecho internacional privado mexicano

sobre la jerarquía aplicativa que establece el artículo 133 constitucional res-


pecto a la Constitución, la normativa convencional y la autónoma.Tras varias
interpretaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (una en 1999
y otra en 2007 con el Amparo en Revisión 1277/2004), sabemos que los tra-
tados —en principio con independencia de su contenido, público, privado,
de derechos humanos, etcétera— tienen una posición aplicativa infraconsti-
tucional pero supralegal. Interpretación que estimamos necesaria a la par que
acertada pues de la simple lectura del artículo mencionado no se desprende la
superioridad de los tratados respecto a la norma autónoma, sea ésta estatal o
federal. Así, este criterio (aún siendo tesis aisladas) es bienvenido a pesar de
que la realidad apunta a que tomará algún tiempo hasta que los operadores
jurídicos se familiaricen con esta corriente de pensamiento y por ende con
un impositivo y necesario cambio en su estructura de pensamiento. En este
sentido, si bien es muy aconsejable la firma y ratificación de convenios,
bilaterales y multilaterales, procedentes de cualquier foro de codificación,
universal o regional, estimamos que debe ser una tarea realizada de manera
gradual y responsable. Señalamos una incorporación gradual pues la masi­
va incorporación podría llevarnos a una saturación que podría producir un
efecto contrario al pretendido, con el fin de evitar un overbooking de normas
que dificulten su correcta aplicación. Mencionamos que una incorporación
responsable desde que la firma y ratificación de estos instrumentos inter-
nacionales debe acompañarse de “instrucciones de manejo” así como de
campañas de difusión.
Por último, y zanjado el tema de las fuentes autónomas y convencionales,
con sus limitaciones y ventajas, nos referiremos (siquiera en un par de líneas)
al papel que juega la costumbre en el derecho internacional privado. Deter-
minar si la costumbre es o no una fuente del derecho internacional privado
es un tema que ha entrañado también mucha controversia.
Son tres las opiniones que encontramos en la doctrina mexicana. Una
primera tendencia, Frisch, González Quintanilla y González Elizondo,
quienes señalan que la costumbre la “entendemos sólo como fuente de
inspiración o motivación, pero no en carácter de fuente verdadera como
creadora constitutiva de normas generales y abstractas del derecho”; una
segunda tendencia, García Moreno, quien afirma que “deben considerarse
como fuentes nacionales, la ley, la jurisprudencia, la costumbre y la doctri-
na”; finalmente una postura intermedia, Staelens Guillot, que sostiene que
“la costumbre, con la excepción de la forma mercantil, no es muy impor-
tante como fuente del derecho internacional privado en México, ya que
está integrada en los artículos 13, 14 y 15 del cc”.

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Derecho internacional privado

Para nosotros la costumbre internacional no debe ser considerada como


una fuente del derecho internacional privado como lo son la norma autó-
noma (cpc y cc) y la norma convencional. Lo anterior no significa restarle
méritos a esta herramienta, significa ponerla en el nivel de las denominadas
fuentes de soft law.

III. Derecho internacional privado convencional

Las normas de derecho internacional privado constituyen una subestructura,


un subsistema del orden jurídico nacional. De esta forma, y como parte
de un orden jurídico, debe guardar absoluta coherencia con la normativa
constitucional, es decir, configurarse de acuerdo con los principios y paráme-
tros lanzados por la Constitución. De esta forma, los principios consagrados
en la norma fundamental mexicana, la Constitución Política, han de ser
respetados por el legislador mexicano al definir y diseñar sus normas de
derecho internacional privado. Si nadie duda de que esto es así respecto a
todas las ramas del derecho, el derecho internacional privado no constituye
en este punto una excepción.
Las anteriores afirmaciones se incardinan en el orden jerárquico pro-
puesto en líneas anteriores, de tal forma que la Constitución debe consagrar
la inspiración necesaria y obligatoria a la hora de construir el ordenamiento
jurídico, en general, y en concreto, a la hora de construir el subsistema nor-
mativo que viene a ser el derecho internacional privado.
En líneas anteriores hemos adelantado que una de las fuentes primor-
diales que da origen y causa a las normas del derecho internacional privado
en el contexto mexicano procede de los convenios, los cuales se originan en
foros de codificación bien de corte regional o universal. Ahora bien, y como
ya señalábamos, la existencia, en mayor o menor grado de este tipo de nor-
mas como fuentes del derecho internacional privado, no es el motivo de la
adjudicación del calificativo “internacional” que encabeza el nombre de
esta disciplina.
Al lado de los cuestionamientos que hemos manifestado en líneas an-
teriores en relación con estos instrumentos convencionales, debe añadirse
uno nuevo, la comprensión y análisis de la política convencional segui-
da por la República mexicana. Así, nos surgen ciertas dudas al ver la red de
convenios que México tiene ratificados; nos inquieta saber la orientación y
el porqué de la política convencional mexicana; si es una política de in-
corporación perfectamente planificada o bien es fruto de la inercia. En este

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Fuentes del derecho internacional privado mexicano

sentido despista la firma y ratificación de algunos instrumentos convencio-


nales y la ausencia de dichos actos en otros.
En este sentido y como ejemplo de la primera afirmación encontramos el
Convenio Bilateral entre México y España sobre el Reconocimiento y Eje-
cución de Sentencias y Laudos Arbitrales Extranjeros. Un convenio de título
y contenido desorientador por mezclar dos resoluciones que si bien tienen
los mismos efectos, proceden de sistemas de impartición de justicia diferentes
(sentencias —público— y laudos —privado—). Como ejemplo de la segunda
afirmación encontramos la Convención Interamericana sobre Tráfico Inter-
nacional de Menores; una convención de la que México, siendo anfitrión
en el desarrollo de la cidip V, no ha dado muestras de querer ratificarla, lo
anterior a pesar de ofrecer una regulación de la figura del tráfico internacio-
nal de los menores de manera intachable. Igual ejemplo, en el contexto del
derecho mercantil internacional, lo pone el Convenio de Washington sobre
Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones entre Estados y Nacionales
de otros Estados. Convenio que podría ayudar a la atracción de capital ex-
tranjero y que sin duda daría pleno sentido a la configuración y estructura
del capítulo XI del tlcan como a todos los convenios bilaterales de promo-
ción y protección recíproca de inversiones (bit´s/appri´s), así como a algu-
nos tlc´s mexicanos (nos referimos al tlc firmado con Costa Rica, Bolivia,
Nicaragua, Uruguay, Japón, el firmado con el denominado triángulo norte
o el que se llegó a denominar como g3).
De este rápido repaso por la red convencional actual mexicana obte-
nemos la impresión de que estamos ante la ratificación de convenios in-
ternacionales que no siguen una lógica derivada de las prioridades derivadas
de las necesidades sociales o económicas del país. Sin entrar a valorar si son
convenios útiles o inútiles para los intereses mexicanos nos da la impre-
sión de estar ante la ratificación de numerosos convenios internacionales de
forma impulsiva. La animosidad de que se firmen convenios que reflejen
los intereses de México no debe llevarnos a la firma y ratificación incon-
trolada de los mismos.
De cualquier forma, nos encontramos en un momento en el que Méxi-
co debe continuar su labor de firma y ratificación de convenios, si bien de
manera selectiva, sí con la convicción de lo que está haciendo y conscien-
te de las consecuencias que ello conlleva.
En otro orden de ideas, y antes de abordar las peculiaridades que cada uno
de estos foros presenta a la hora de negociar y realizar un tratado, queremos
poner de manifiesto que todo convenio está conformado de tres ámbitos de
aplicación, a saber, el ámbito de aplicación material-personal, el temporal y
el espacial.Tres requisitos acumulativos que debemos analizar en todos y cada

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uno de los convenios antes de proceder a su aplicación. En caso de no cum-


plirse uno o varios de dichos ámbitos aplicativos convencionales será nece-
sario recurrir a la aplicación de la normativa autónoma para dar respuesta
al supuesto de hecho planteado.
Un indicador importante sobre la actitud de México respecto al dere-
cho internacional privado consiste en el análisis de su participación en los
distintos foros de codificación internacional. Participación que no se da de
igual manera. De esta forma sostenemos que la existencia de un sistema
plurilegislativo no debe privar a México de participar en un procedimiento
inverso ad extra, es decir, el de la tendencia internacional hacia la armoni-
zación o unificación del derecho. De esta forma y ante este panorama se
asiste a un proceso de tendencias contrapuestas; por un lado, la unificación
de carácter internacional y, de otro, la descentralización interna motivada
por los poderes legislativos otorgados a cada una de las entidades federativas
y al Distrito Federal.
En este sentido, señalamos la importancia que supone el hecho de que
México no haya sido ajeno a tales procesos, al participar activamente en
los distintos foros internacionales. Participación que se materializa en la
Conferencia Especializada Interamericana sobre Derecho Internacional
Privado (cidip), en la Conferencia de La Haya de Derecho Internacio-
nal Privado (Conferencia de La Haya), en la Comisión de Naciones Unidas
para el Derecho Mercantil Internacional (cnudmi/uncitral) y en el Ins-
tituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado (Unidroit).
México está dando muestras de seguir de cerca las tendencias internacio-
nales actuales.

1. Foro de La Haya

El número de convenios realizados en el seno de esta Conferencia de La


Haya, relativos a la disciplina del derecho internacional privado ha motivado
que la doctrina mexicana, en este caso Siqueiros, afirme la existencia de un
“verdadero corpus iuris de derecho convencional iusprivatista en diversos
ámbitos, destacando los instrumentos en las áreas del derecho procesal in-
ternacional, del derecho patrimonial y de derecho familiar”.
Este foro de codificación tiene su origen en el Estatuto de la Con­
ferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado, que entró en vi-
gor el 15 de julio de 1955 con la intervención de República Federal de
Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Italia, Ja-
pón, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal, Reino Unido de Gran

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Fuentes del derecho internacional privado mexicano

Bretaña y el Norte de Irlanda, Suiza y Suecia. México aprobó el Estatu-


to de la Conferencia de La Haya sobre Derecho Internacional Privado
mediante Decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación del 28 de
enero de 1986. La participación de México en esta Conferencia fue vista
como una ruptura con el aislacionismo que se venía predicando y prac­
ticando en esta materia.
Este Estatuto le da el carácter de organismo permanente, como se des-
prende de su Preámbulo. Este instrumento cuenta con articulado breve,
apenas quince artículos conforman su texto. Entre los más destacables en-
contramos su artículo 1o. que expresa que los propósitos de la Conferencia
de La Haya es trabajar para la progresiva unificación de las reglas del derecho
internacional privado.
De un vistazo a los convenios que se elaboran en este foro podemos
observar que no se pretende alcanzar una codificación global en razón de la
materia, sino que su trabajo se orienta a codificar asuntos concretos que ven-
drían a ser una representación de sus prioridades temáticas por cuestiones
sociales, principalmente.
Respecto a esta Conferencia se expresa que desde el punto de vista
jurídico, se ha ido perfeccionando su técnica jurídica y, por ejemplo,
la Conferencia de La Haya procura evitar la problemática del reenvío, ya que
formula la remisión a los ordenamientos jurídicos, refiriéndose a las normas
materiales y no a las normas conflictuales. Igualmente, en esta mejora en la
Conferencia de La Haya la excepción de orden público se configura de un
modo restrictivo, fórmula expresada como que “tiene que haber una mani-
fiesta oposición al orden nacional”.
Como venimos manteniendo, México forma parte de la Conferencia de
La Haya, pero no solamente de este foro, también del foro que representa la
cidip; en este sentido, y como bien afirma la profesora Maekelt, “a pesar
de que cada vez hay mayor colaboración entre la oea y la Conferencia de
La Haya, no se puede negar cierta sana rivalidad entre ambos procesos
que contribuyen a la alta calidad de las convenciones y hace ver la nece-
sidad de una estrecha cooperación para lograrla”. De estas afirmaciones se
deriva la necesidad de que actúen interrelacionadamente dichos foros y no
nos resulta ya anecdótico que se solapen ciertas temáticas en ambos foros;
es el caso, por ejemplo, de la sustracción internacional de menores. En ambos
casos encontramos cómo un foro de corte universal y otro de corte regional
se han preocupado de codificar una misma temática; es lo que se ha venido
a llamar el riesgo de la duplicidad de esfuerzos. Nuestra pregunta es si de-
bemos evitar esta duplicidad material o si debemos respetar la concurrencia
temática. Respecto a la primera posibilidad debemos reconocer la diferente

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Derecho internacional privado

metodología, contexto social-político-económico que se presenta en am-


bos foros y respetarlos de forma individual, aun cuando la temática se so-
lape. Para nosotros aun cuando los temas puedan coincidir en ambos foros,
con parecido enfoque y regulación, no creemos que represente algo ne-
gativo, al contrario, estimamos que en algunas ocasiones la experiencia
vivida en la Conferencia de La Haya puede servir de ejemplo para el foro
cidip o viceversa, ejemplo de ello también lo tenemos en materia de
adopción internacional. Respecto a la segunda posibilidad, la alegación
de la concurrencia temática, consideramos que compaginar el binomio
regional-universal podría realizarse, por ejemplo, mediante la inclusión en
las cláusulas finales de los convenios, las denominadas “cláusulas de compa-
tibilidad”; si bien no siempre resultan de fácil aplicación e interpretación
presentan un efecto útil considerable. Coincidiendo con la doctrina “creo
que deben ponderarse más elementos para decidir al respecto, decisión que
sólo resulta válida, materia por materia y en un momento histórico deter-
minando, sobre todo porque las apreciaciones teóricas hechas a priori no
siempre se confirman en la práctica posterior”.

2. Foro de las Naciones Unidas

Debido al proceso de globalización por el que actualmente atraviesa la


comunidad internacional y a la pluralidad de ordenamientos jurídicos que
no regulan con la uniformidad necesaria una misma situación en el derecho
privado, se hace necesaria la existencia de organismos que permitan dismi-
nuir la complejidad que este escenario representa para el desarrollo de las
relaciones entre los particulares en el ámbito internacional. Esta necesidad
de unificación del derecho internacional privado da origen a la uncitral
—siglas en inglés para The United Nations Commission on International Trade
Law—, también conocida por sus siglas en español cnudmi, —Comisión
de Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional—, organis-
mo fundado el 17 de diciembre de 1966 por medio de la Resolución 2205
(XXI) de la Asamblea General de Naciones Unidas y que desde entonces
ha desempeñado un papel fundamental dentro del comercio internacional
y se ha convertido en uno de los instrumentos clave para el desarrollo de
la economía mundial, ya que su labor se centra en la formulación de pro-
puestas, convenciones, leyes modelo, guías legales, y otros documentos e
instrumentos que regulan las relaciones privadas, todos encaminados a la
armonización y unificación del derecho mercantil internacional.

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Fuentes del derecho internacional privado mexicano

La mencionada resolución afirma que “considerando que la cooperación


entre los Estados en la esfera del comercio internacional es un importante
factor para promover las relaciones de amistad y, por lo tanto, para el man-
tenimiento de la paz y la seguridad” y que “habiendo observado con satis-
facción los esfuerzos realizados por organizaciones intergubernamentales y
no gubernamentales a favor de la armonización y unificación progresivas del
derecho mercantil internacional mediante el fomento de la aprobación de
convenciones internacionales, leyes uniformes, cláusulas contractuales mo-
delo, condiciones generales de venta, términos comerciales uniformes y otras
medidas” y “reconociendo que no existe un órgano de las Naciones Uni­
das que esté familiarizado con este tema en sus aspectos jurídicos y técnicos
y que pueda dedicar tiempo suficiente a la labor en este campo”, “decide
establecer una Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil
Internacional (llamada en adelante la Comisión), que tendrá como objeto
promover la armonización y unificación progresivas del derecho mercantil
internacional, con arreglo a lo dispuesto en la sección II infra”.

3. Foro Unidroit

El Unidroit es fundado por el gobierno italiano, quien convirtiéndose en


portavoz de una iniciativa personal del senador Vittorio Scialoja, propuso
el 26 de septiembre de 1924, a la Asamblea General de la Sociedad de Na-
ciones, la instauración de un ente internacional cuya finalidad fuese estudiar
la problemática del derecho privado, con la mira de lograr una armoni-
zación y una coordinación entre las legislaciones de los distintos Estados:
armonización y coordinación que habrán de tener como objetivo terminal
—mediante la elaboración de proyectos de convenciones— el establecimiento
de normas de derecho privado uniforme en las legislaciones nacionales de los
diferentes Estados.
El 30 de septiembre de 1924, la Asamblea de la Liga de las Naciones
adoptó una resolución con la cual aceptaba la propuesta del Estado italiano
y solicitaba al Consejo de la Sociedad de Naciones la determinación de los
poderes y las funciones del nuevo instituto. Más tarde, el 3 de octubre de
1924 el Consejo confirmó la aceptación efectuada por la Asamblea General.
Con el intercambio de notas ocurrido entre el Estado italiano y la So-
ciedad de Naciones el 31 de marzo de 1926 y el 20 de abril del mismo año,
se logró un acuerdo con base en el cual el gobierno italiano se empeñó en
publicar, en el ámbito de la propia legislación interna, las disposiciones

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necesarias para reconocer al Instituto como fundación autónoma, provisto


de personalidad jurídica, y correr con los gastos de instalación y funciona-
miento (Decreto-Ley Italiano n. 2220 del 3 de septiembre de 1926).
Posteriormente el 12 de mayo de 1927, el Consejo procedía en los térmi-
nos del Estatuto al nombramiento del primer Consejo de dirección, y el 30 de
mayo de 1928 se erigía formalmente en Roma, en la magnifica sede de Villa
Aldobrandini asignada por el gobierno italiano, ante la presencia del rey.
Según el artículo 1o., párrafo 1, del Estatuto Orgánico del Unidroit, és-
te es un organismo intergubernamental independiente a quien compete el
estudio de los medios directos para armonizar y coordinar el derecho priva-
do entre los Estados, o entre los grupos de Estados, y preparar gradualmente
que los distintos países adopten las normas uniformes de derecho privado.
Con base en el Estatuto de 1926 que resulta anexo a la nota antes men-
cionada del 31 de marzo de dicho año, los vínculos entre el Instituto y
la Sociedad se habían vuelto muy estrechos, a grado tal que el Consejo
Directivo del Instituto debía ser nombrado por el Consejo de la Sociedad
de Naciones y que el Secretariado General de ésta podía participar, ya fuese
sólo a título consultivo, directamente o a través de un representante en las
reuniones del Consejo Directivo.
A esto habría que añadir las propuestas de estudios relativos a la unifica-
ción del derecho, de las que el Instituto tendría que ocuparse, debían de ser
revisadas primeramente por el Consejo de la Liga de las Naciones y las pro-
puestas y proyectos, aprobados por el Consejo Directivo del Instituto, de-
bían de comunicarse al Consejo de la Sociedad. También las normas sobre
administración y funcionamiento del Instituto, establecidas por el Consejo
de la Liga de Naciones, debían aprobarse por el Consejo mismo y posterior-
mente comunicarse a la Asamblea General de la Sociedad de Naciones y al
gobierno italiano.
Las relaciones entre el Instituto y la Sociedad de las Naciones se de­
terioraron cuando Italia abandonó la Liga de Naciones. En 1937 Italia
denunció el acuerdo de 1926 mediante el cual se había creado el Institu­
to; dicha denuncia entraría en vigor, conforme al artículo 11 del acuerdo
mismo, una vez transcurridos dos años. Posterior a esa denuncia, el Esta­
do italiano dispuso que el Instituto habría de continuar existiendo como
organismo autónomo, mientras que la Sociedad de Naciones estableció que
la biblioteca del Instituto formaría parte del mismo.
En 1939 el Consejo Directivo del Instituto propuso al Estado italiano
reorganizar el Instituto bajo nuevas bases, esto es, mediante un acuerdo mul-
tilateral de Estados. Para tal fin, el Consejo elaboró un nuevo proyecto de
estatuto, cuyo texto se aprobó en la reunión de Florencia de mayo de 1939. El

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nuevo Estatuto, de mayo de 1940, entró en vigor el 21 de abril de ese año, con
la adhesión de seis Estados, de conformidad con el artículo 21. Como era de
esperarse, dicho documento habría de modificarse por la Asamblea General
mediante las resoluciones del 18 de enero de 1952, del 30 de abril de 1953
y del 16 de junio de 1965.
El impacto de este foro no es tan importante como los foros de codifica-
ción que representan La Haya y la cidip. Tal afirmación la podemos constatar
desde el momento en el que México tiene ratificado una sola de sus Con-
venciones. Hablamos de la Convención de Unidroit sobre Representación
en la Compraventa Internacional de Mercaderías hecha en Ginebra en 1983;
esta Convención a pesar de estar ratificada por México no está en vigor por
faltar cinco de las diez ratificaciones requeridas por dicho instrumento.
Este dato unido a las reservas efectuadas por México han llevado a la doc-
trina mexicana a afirmar que el impacto de esta Convención es casi nulo.

4. Foro cidip

Este foro, a diferencia del primero, es de corte regional. Sin duda es un in-
tento regional de modernizar y unificar el derecho internacional privado. La
cidip logra unir dos familias, la del common law y la del civil law o romano
germánico. En este sentido y como afirma Fernández Arroyo “la afirma-
ción tradicional según la cual la unificación del derecho sólo es factible
en el marco de una misma familia jurídica, una de las justificaciones habi-
tualmente empleada para elaborar las clasificaciones, cae ante la fuerza de la
realidad”. Realidad que vemos cae en el ejemplo materializado por la cidip.
Para entender este foro debemos acudir al artículo 105 de la Carta
de la oea donde se señala que “el Comité Jurídico Interamericano tiene
como finalidad servir de cuerpo consultivo de la Organización en asuntos
jurídicos; promover el desarrollo progresivo y la codificación del derecho
internacional, y estudiar los problemas jurídicos referentes a la integración
de los países en desarrollo del Continente y la posibilidad de uniformar sus
legislaciones en cuanto parezca conveniente”.
Esta labor encomendada al Comité Jurídico Interamericano, siguiendo a
Siqueiros, se desarrolla y materializa a través de las denominadas conferencias
especializadas, las cuales, de conformidad con los artículos 128 y 129:

Son reuniones intergubernamentales para tratar asuntos técnicos especiales o


para desarrollar determinados aspectos de la cooperación interamericana, y se
celebran cuando lo resuelva la Asamblea General o la Reunión de Consulta

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de Ministros de Relaciones Exteriores, por iniciativa propia o a instancia de


alguno de los Consejos u Organismos Especializados.

En este sentido “el temario y el reglamento de las Conferencias Especializadas


serán preparados por los Consejos correspondientes o por los Organismos Es-
pecializados interesados, y sometidos a la consideración de los Gobiernos
de los Estados miembros”. Bajo estos parámetros se han celebrado hasta la
fecha y en lo que se refiere al derecho internacional privado seis conferencias
especializadas denominadas más coloquialmente como cidips. Los temas que
se han abordado en las seis cidips han sido de variado calado; como señala
la profesora Maekelt “la segunda etapa, más pragmática, protagonizada por las
cidips, abandona esa aspiración romántica de la codificación global y se con-
centra en temas específicos, a semejanza de las convenciones de La Haya”.
La temática de signo variado se puede resumir de la siguiente manera:
en la cidip I, celebrada en 1975 en Panamá, se abordó el tema de las nor-
mas conflictuales en materia de letras de cambio, pagarés y facturas; normas
conflictuales en materia de cheques; sobre arbitraje comercial internacional;
sobre exhortos o cartas rogatorias; sobre recepción de pruebas en el extran-
jero, y, finalmente, sobre régimen legal de poderes para ser utilizados en
el extranjero.
Por su parte, en la cidip II, celebrada en 1979 en Montevideo, se abor­
daron los temas relativos a conflicto de leyes en materia de cheques; conflic-
to de leyes en materia de sociedades mercantiles; domicilio de las personas
físicas; ejecución de medidas provisionales; sobre normas generales de dipr;
sobre eficacia extraterritorial de sentencias y laudos arbitrales extranjeros
y sobre prueba e información del derecho extranjero. A lo anterior se une
la celebración de un protocolo, el relativo a la Convención Interamericana
sobre Exhortos o Cartas Rogatorias.
Por lo que se refiere a la cidip III, celebrada en 1984, en Bolivia, se cele-
braron tres instrumentos con la siguiente temática: conflicto de leyes en ma-
teria de adopción internacional, sobre competencia en la esfera internacional
para la eficacia extraterritorial de las sentencias extranjeras y sobre personali-
dad y capacidad de las personas jurídicas. A lo anterior se unió la celebra-
ción de un protocolo, el relativo a la recepción de pruebas en el extranjero.
En la cidip IV, celebrada en 1989 en Montevideo, se trató el tema del
transporte de mercaderías por carretera, la restitución internacional de me-
nores y las obligaciones alimenticias.
La cidip V, celebrada en México, en 1994, se saldó con la realización
de la Convención sobre Tráfico Internacional de Menores y de Ley Aplica-
ble a los Contratos Internacionales.

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La última cidip celebrada hasta la fecha, la VI, con sede en Washington


D.C., en 2002, se cerró con la celebración de una Ley Modelo Interameri-
cana sobre Garantías Mobiliarias; carta de porte directa negociable que rige
el transporte de las mercancías por carretera y un instrumento sobre ley
aplicable y jurisdicción internacional competente en materia de responsa-
bilidad civil extracontractual. La doctrina habla de ciertas dificultades en la
celebración de la cidip VI, y así afirma:

Esta tarea no ha sido fácil por varias razones: de un lado, como en otras opor-
tunidades, la lista era considerablemente extensa y cada uno de los temas en
ella contenidos estaba planteado en términos demasiado amplios; de otro lado,
los intereses respecto de buena parte de ellos no eran ni son los mismos des-
de las diferentes perspectivas de los Estados miembros. Junto a estas razones
apareció una vez más (en realidad, siempre está presente) el planteamiento de
fondo respecto de la procedencia de unificar para el continente americano
cuestiones que están siendo tratadas en foros de alcance o vocación universal.

Con este historial se perfila la celebración de una cidip VII cuyas temáticas
son protección al consumidor y registro de garantías mobiliarias.
Dos son las notas que podemos extraer de las líneas anteriores. La pri-
mera es la especialización temática de este foro de codificación, tras el
abandono de la idea de una codificación omnicomprensiva se dedica al es-
tudio de temas concretos y especializados. La segunda nota es la visualiza-
ción de dos etapas, a saber, una primera etapa donde la unificación se hace
a través de convenios (cidips I a V) y una segunda etapa donde la unifica-
ción deja de lado la herramienta convencional y se decanta por el uso de la
herramienta de las leyes modelo. Como sostiene el profesor Siqueiros:

El balance de las cinco cidips puede leerse en términos cuantitativos y cuali-


tativos. En los primeros, la cifra es impresionante: 23 instrumentos, inclu-
yendo convenciones y protocolos. En ese panorama, destacan las áreas de la
cooperación judicial internacional, el derecho comercial y la protección a me-
nores de edad. Por lo que respecta a la evaluación cualitativa, la doctrina no es
unánime. Sin embargo, y aceptando de antemano que las convenciones no han
recibido aún el número de ratificaciones o adhesiones que serían deseables,
puede afirmarse que el movimiento codificador ha sido positivo y que el “de-
sarrollo progresivo” de esta disciplina se ha reflejado en su incorporación gra-
dual a la legislación positiva del continente.

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Además, a estas convenciones procedentes de la cidip les podemos extraer


características comunes.
En primer lugar, destacamos que todas las convenciones interamericanas
prevén una entrada en vigor en términos idénticos; por ejemplo, el artículo
15 de la Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia
de Letras de Cambio, Pagarés y Facturas, el cual señala:

La presente Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en


que haya sido depositado el segundo instrumento de ratificación. Para cada
Estado que ratifique la Convención o se adhiera a ella después de haber sido
depositado el segundo instrumento de ratificación, la Convención entrará en
vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que tal Estado haya depositado
su instrumento de ratificación o adhesión.

En segundo lugar destacamos la concepción de la excepción del orden pú-


blico; como señala Maekelt:

A pesar de la evolución de la institución del orden público, los tratados in-


teramericanos no han podido renunciar a esta cláusula de reserva que impide la
normal aplicación de la norma de conflicto… El orden público en las conven-
ciones interamericanas se convierte en una institución restrictiva, un indeseable
pero necesario remedio para aquellos casos en los cuales el Derecho extranjero
manifiestamente viola los principios fundamentales en los cuales reposa el or-
denamiento jurídico.

Destacamos en este tenor el artículo 11 de la Convención Interamericana


sobre Conflictos de Leyes en Materia de Letras de Cambio, Pagarés y Fac-
turas, el cual señala “la ley declarada aplicable por esta Convención podrá
no ser aplicada en el territorio del Estado parte que la considere manifies-
tamente contraria a su orden público”.
La tercera característica común que encontramos en los convenios cidips
se refiere a lo que se denomina “cláusula federal”. Cláusula que encontra-
mos, por ejemplo, en el artículo 22 de la Convención Interamericana sobre
Ley Aplicable a los Contratos Internacionales:

Respecto a un Estado que tenga en cuestiones tratadas en la presente Conven-


ción dos o más sistemas jurídicos aplicables en unidades territoriales diferentes:
a) cualquier referencia al derecho del Estado contempla el derecho en la corres-
pondiente unidad territorial; b) cualquier referencia a la residencia habitual o al

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establecimiento en el Estado se entenderá referida a la residencia habitual o


al establecimiento en una unidad territorial del Estado.

Y su artículo 23:

Un Estado compuesto de diferentes unidades territoriales que tengan sus pro-


pios sistemas jurídicos en cuestiones tratadas en la presente Convención no
estará obligado a aplicar las normas de esta Convención a los conflictos que
surjan entre los sistemas jurídicos vigentes en dichas unidades territoriales.

La cuarta característica común que podemos extraer de las convenciones


interamericanas son las cláusulas de reservas y declaraciones. Como señala
la doctrina “el contenido de cláusulas de reserva responde a la evolución de
esta materia en el ámbito de tratados en general. Las convenciones prevén
solamente reservas de carácter especial que no sean incompatibles con el
objeto y fin de la convención”. En este apartado encontramos el artículo 2o.
de la Convención Interamericana sobre Exhortos o Cartas Rogatorias; el
artículo 13 de la Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en
Materia de Cheques; el artículo 11 de la Convención Interamericana sobre
Conflictos de Leyes en Materia de Sociedades Mercantiles; el artículo 22
de la Convención Interamericana sobre Ejecución de Medidas Preventivas;
el artículo 13 de la Convención Interamericana sobre Normas Generales de
Derecho Internacional Privado; el artículo 10 de la Convención Interameri-
cana sobre Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y Laudos Arbitrales Ex-
tranjeros; el artículo 14 de la Convención Interamericana sobre Pruebas e
Información acerca del Derecho Extranjero; el artículo 20 de la Conven-
ción Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Adopción de
Menores; el artículo 13 de la Convención Interamericana sobre Perso-
nalidad y Capacidad de Personas Jurídicas en el Derecho Internacional
Privado; el artículo 21 de la Convención Interamericana sobre Contrato
de Transporte Internacional de Mercadería por Carretera; el artículo 31 de
la Convención Interamericana sobre Restitución Internacional de Me-
nores; el artículo 26 de la Convención Interamericana sobre Obligaciones
Alimentarias; el artículo 31 de la Convención Interamericana sobre Tráfico
Internacional de Menores; el artículo 21 de la Convención Interamericana
sobre Derecho Aplicable a los Contratos Internacionales.
La doctrina ha señalado varias dificultades en “la fase de codificación
idealista” que son fundamentalmente: la escasez de trabajos preparatorios,
amplias agendas para cortas sesiones, peso de los factores políticos, predomi-

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nio de los intereses particulares estatales, etcétera, y por ello la doctrina ha


propuesto que:

Para subsanar estas dificultades y facilitar la aplicación de las convenciones in-


teramericanas debería crearse una jurisdicción especial o por lo menos, una sala
especial de un tribunal ya existente (superior) que cuente con jueces prepara-
dos y que puedan desarrollar y uniformar modernas soluciones consagradas en
las convenciones.

Una propuesta que no deja de tener una difícil implementación.

IV. Clasificación de los convenios celebrados por México

1. Convenios de carácter general

En derecho internacional privado para estudiar, de manera rigurosa, un tra-


tado internacional, se comienza por analizar los tres ámbitos de aplicación
que fungen como requisitos aplicativos de dicho instrumento, es decir, el ám-
bito material o personal, el espacial y el temporal, para, posteriormente, po-
der dar respuesta a todos o a algunos de los sectores constitutivos que aborda
el derecho internacional privado y que trata dicho convenio internacional. A
lo largo de este manual, entraremos de lleno en el comentario de un número
significativo de tratados internacionales y la metodología que tomaremos
para el análisis de los mismos será precisamente iniciar por el examen de
los tres ámbitos de aplicación mencionados para continuar examinando su
contenido. Hacemos la apreciación para que el lector conozca la línea con-
ductora de los comentarios que se proyectan de los tratados internacionales.

A. Convenios multilaterales de carácter general

a. Convención Interamericana sobre Domicilio de las Personas Físicas


en el Derecho Internacional Privado

1) Ámbito de aplicación material. Domicilio de las personas físicas en el


derecho internacional privado. De conformidad con el artículo 1o. se
regulan las normas uniformes que rigen dicho domicilio.

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2) Ámbito de aplicación espacial. Ecuador, Guatemala, México, Paraguay,


Perú y Uruguay.

3) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Montevideo, el 8 de mayo de


1979 y su entrada en vigor internacional es el 14 de junio de 1980,
de conformidad con el artículo 11, la Convención entra en vigor el
trigésimo día a partir de la fecha en que haya sido depositado el se-
gundo instrumento de ratificación. Igualmente, de conformidad con
el artículo 13 la Convención regirá indefinidamente. México firma el
Convenio el 2 de diciembre de 1986, se aprueba por el Senado el 27
de diciembre de 1986, se publica en el dof para su aprobación el 4 de
febrero de 1987, México se vincula por ratificación el 12 de junio
de 1987, entra en vigor para México el 11 de julio de 1987 y se publi-
ca en el dof para su promulgación el 19 de agosto de 1987. Hay una
fe de erratas publicada en el dof del 30 de noviembre de 1987.
De conformidad con el artículo 2o. el domicilio de una persona
física será determinado jerárquicamente: 1) por el lugar de la residen-
cia habitual; 2) el lugar del centro principal de sus negocios; 3) en
ausencia de las anteriores, se reputará como domicilio el de la simple
residencia y en su defecto el lugar donde se encontrare.
El artículo 3o. por su parte, establece que el domicilio de las per-
sonas incapaces será el de su representantes legales, excepto en el caso
de abandono de aquéllos por éstos en cuyo caso seguirá rigiendo el do­
micilio del incapaz. México hace una declaración al ratificar la Con-
vención al artículo 3o. , en la que declara que en caso de abandono
de incapaces, por parte de sus representantes legales, el domicilio de
aquellos, se determinará con base en lo establecido por el artículo 2o.
de la Convención.
El artículo 4o. señala que el domicilio de los cónyuges será aquel
en el que vivan de consuno, sin perjuicio de que cada uno fije su
domicilio.
El artículo 5o. indica que el domicilio de los funcionarios diplo-
máticos será el último que hayan tenido en el territorio del Estado
acreditante. El de las personas físicas que residan temporalmente en el
extranjero por empleo o comisión de su gobierno, será el del Estado
que lo designó.
Finalmente, el artículo 6o. declara que cuando una persona ten­
ga domicilio en dos Estados parte, se considerará domiciliada en aquél
donde tenga la simple residencia, si la tuviere en ambos, se preferirá
el lugar donde se encuentre.

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b. Convención Interamericana sobre Personalidad y Capacidad


de Personas Jurídicas en el Derecho Internacional Privado

a) Ámbito de aplicación material. Personalidad y capacidad de personas


jurídicas en el derecho internacional privado.

b) Ámbito de aplicación espacial. Los Estados parte son: Brasil, Guatemala,


México y Nicaragua. De conformidad con el artículo 1o., la Conven-
ción se aplicará a las personas jurídicas constituidas en cualquiera de
los Estados partes, entendiéndose por persona jurídica toda entidad
que tenga existencia y responsabilidad propias, distintas a las de sus
miembros o fundadores, y que sea calificada como persona jurídica
según la ley del lugar de su constitución. Termina señalando este
artículo que la Convención se aplicará sin perjuicio de convencio-
nes específicas que tengan por objeto categorías especiales de per-
sonas jurídicas.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Paz, Bolivia, el 24 de mayo


de 1984, con entrada en vigor internacional el 9 de agosto de 1992, de
conformidad con el artículo 14, la Convención entrará en vigor el tri-
gésimo día a partir de la fecha en que haya sido depositado el segundo
instrumento de ratificación. Finalizando el artículo 16 al señalar que la
Convención regirá indefinidamente. México la firma el 2 de diciembre
de 1986, la aprueba el Senado el 27 de diciembre de 1986, se publica
en el dof para su aprobación el 6 de febrero de 1987, la vinculación de
México se produce por ratificación el 12 de junio de 1987, la entrada
en vigor para México es el 9 de agosto de 1992 y su publicación en el
dof para su promulgación es el 19 de agosto de 1987.
El artículo 2o. expresa que la existencia, la capacidad para ser ti-
tular de derechos y obligaciones, el funcionamiento, la disolución y la
fusión de las personas jurídicas de carácter privado se rigen por la ley
del lugar de su constitución, entendiéndose por ésta, la del Estado
parte donde se cumplan los requisitos de forma y fondo requeri­
dos para la creación de dichas personas. México realiza una declara-
ción interpretativa en la cual afirma que el artículo 2o. de la Con-
vención es aplicable a casos análogos, tales como la transformación,
liquidación y escisión.
De lo anterior se deriva, de conformidad con el artículo 3o., que
todas las personas jurídicas privadas, debidamente constituidas, serán
reconocidas de pleno derecho en los demás Estados parte, lo anterior

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no excluye la facultad del Estado parte para exigir la comprobación


de que esta persona jurídica existe conforme a la ley del lugar de su
constitución. Este artículo finalmente reconoce que en ningún caso
la capacidad reconocida a las personas jurídicas privadas constituidas
en un Estado parte podrá exceder de la capacidad que la ley del Esta­
do parte de reconocimiento otorgue a las personas jurídicas consti-
tuidas en este último.
En este orden de ideas, el artículo 4o. afirma que para el ejercicio
de actos comprendidos en el objeto social de las personas jurídicas
privadas, regirá la ley del Estado parte donde se realicen tales actos.
Igualmente, el artículo 5o. dispone que las personas jurídicas pri-
vadas constituidas en un Estado parte que pretendan establecer la
sede definitiva de su administración en otro Estado parte podrán ser
obligados en la legislación de este último.
Por su parte, el artículo 6o. establece que cuando la persona jurídica
privada actúe por medio de representante en un Estado distinto al de
su constitución, se entenderá que ese representante podrá responder
de pleno derecho a los reclamos y demandas que contra dicha persona
pudieran intentarse con motivo de los actos en cuestión.
El artículo 7o., establece que cada Estado parte y las demás per-
sonas jurídicas de derecho público organizadas de acuerdo con su ley,
gozarán de personalidad jurídica privada de pleno derecho y podrán
adquirir derechos y contraer obligaciones en el territorio de los de-
más Estados partes, con las restricciones establecidas por dicha ley y
por las leyes de estos últimos, en especial en lo que respecta a los
actos jurídicos referentes a derechos reales y sin perjuicio de invocar,
en su caso, la inmunidad de jurisdicción.
El artículo 8o. determina que las personas jurídicas internacionales
creadas por un acuerdo internacional entre Estados parte o por una
resolución de una organización internacional se regirán por las esti­
pulaciones del acuerdo o resolución de su creación y serán reconoci-
das de pleno derecho como sujetos de derecho privado en todos los
Es­tados parte del mismo modo que las personas jurídicas priva­das y
sin perjuicio de invocar en su caso la inmunidad de jurisdicción.
Por último, encontramos el único artículo que resuelve proble­
mas aplicativos de derecho aplicable y en ese sentido, el artículo 9o.
determina que la ley declarada aplicable por esta convención podrá
no ser aplicada en territorio del Estado parte que la considere mani-
fiestamente contraria a su orden público.

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B. Convenios multilaterales de carácter especial

a. Convención sobre la Prescripción en Materia de Compraventa


Internacional de Mercaderías

a) Ámbito de aplicación material. Prescripción en materia de compraventa


internacional de mercaderías. De conformidad con el artículo 1o.,
la Convención determinará los casos en los que los derechos y accio-
nes que un comprador y un vendedor tengan entre sí derivados de un
contrato de compraventa internacional de mercaderías o relativos a su
incumplimiento, resolución o nulidad, no puedan ya ejercitarse a cau-
sa de la expiración de un periodo de tiempo. Este periodo se deno-
mina plazo de prescripción. Para esta Convención se considerará que
un contrato de compraventa de mercaderías es internacional cuando
al tiempo de su celebración el comprador y el vendedor, tengan sus
establecimientos en Estados diferentes; en este sentido, se especifica
que cuando una de las partes en el contrato tenga establecimientos
en más de un Estado, su establecimiento será el que guarde la relación
más estrecha con el contrato y su ejecución, habida cuenta de circuns­
tancias conocidas o previstas por las partes en el momento de la cele­
bración del contrato, igualmente se establece que en ausencia de es-
tablecimiento se tendrá en cuenta su residencia habitual. Se finaliza
señalando que no se tendrá en cuenta ni la nacionalidad de las partes,
ni la calidad o el carácter civil o comercial de ellas o del contrato.
El artículo 4o. establece que la Convención no se aplicará a las
compraventas de mercaderías compradas para uso personal, familiar
o doméstico; en subastas; en ejecución de sentencias u otras que se
realicen por resolución legal; títulos de créditos, acciones emitidas
por sociedades y dinero; de buques, embarcaciones o aeronaves y de
electricidad. El artículo 5o., igualmente negativo, y numerus clausus es-
tablece que no se aplicará esta Convención a las acciones fundadas en:
lesión corporal o muerte de una persona; daños nucleares causados
por las mercaderías vendidas; privilegios, gravámenes o cualquier otra
garantía; sentencias o laudos dictados en procedimientos; títulos que
sean ejecutivos según la ley del lugar en que se solicite la ejecución y
letras de cambio, cheques o pagarés. En este mismo sentido, el artículo
6o., fracción 1, establece que el convenio no se aplicará en los contra-
tos en que la parte principal de las obligaciones del vendedor, consiste
en suministrar mano de obra o prestar otros servicios. Finalmente, el

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artículo 6o., fracción 2, aclara que se asimilan a las compraventas los


contratos que tengan por objeto, el suministro de mercaderías que
hayan de ser manufacturadas o producidas, a menos que quien las en-
cargue asuma la obligación de proporcionar una parte esencial de los
materiales necesarios para dicha manufactura o producción.
Todo lo anterior se complementa con las posibles declaraciones y
reservas que se puede realizar al texto de este Convenio, en este sen-
tido, el artículo 34 establece que se puede declarar que todo contrato
de compraventa entre un vendedor y un comprador con estableci-
mientos en Estados parte no aplicará en el Convenio porque respecto
a la materia que la misma regula se aplicarán disposiciones jurídicas
idénticas o semejantes. Igualmente pueden determinar que la Con-
vención no se aplicará a las acciones de nulidad.

b) Ámbito de aplicación espacial. Es una Convención inter partes desde que


el artículo 3o. exige que la Convención sólo se aplicará cuando en el
momento de la celebración del contrato los establecimientos de las par­
tes en un contrato de compraventa internacional de mercaderías estén
situados en Estados contratantes. Otro indicio de su carácter inter par-
tes lo encontramos en el artículo 30, el cual señala que los actos y
circunstancias comprendidos en los artículos 13 y 19 que ocurran en
un Estado contratante surtirán efectos para los fines de la presente
convención en otro Estado contratante a condición de que el acree-
dor haya adoptado todas las medidas razonables para que el deudor se
encuentre informado de tales actos o circunstancias lo antes posible.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Nueva York el 14 de ju-


nio de 1974, con entrada en vigor internacional el 1o. de agosto
de 1988; de conformidad con el artículo 33 se establece el carácter
irretroactivo de la Convención, al mencionar que cada Estado con-
tratante aplicará las disposiciones de la Convención a los contratos
que se celebren a la fecha de la entrada en vigor de la Convención y
posteriormente. De igual manera el artículo 44 establece que la Con­
vención entrará en vigor el primer día del mes que siga a la fecha
de expiración de un plazo de seis meses a partir de la fecha en que
se haya depositado el décimo instrumento de ratificación o adhesión.
México lo aprueba por el Senado el 15 de octubre de 1987, hace su
publicación en el dof para su aprobación el 8 de diciembre de 1987,
se vincula por adhesión el 21 de enero de 1988, entra en vigor el 1o. de

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agosto de 1988 y se publica en el dof para su promulgación el 6 de


mayo de 1988. Hay una fe de erratas del 27 de octubre de 1988.
Esta Convención tiene como objeto establecer normas uniformes
que regulen el plazo de prescripción en la compraventa internacio-
nal de mercaderías con el fin de facilitar el desarrollo del comercio
mundial. En este sentido, el artículo 7o. afirma que en la interpreta-
ción y aplicación de las disposiciones de este Convenio se tendrán
en cuenta su carácter internacional y la necesidad de promover su
uniformidad.
El artículo 1o., fracción 3, establece un marco teórico-conceptual
en el que se delimitan los conceptos de comprador, vendedor y parte,
acreedor, deudor, incumplimiento de contrato, procedimiento, per-
sona, escrito y año.
De conformidad con el artículo 3o., fracción 2, se establece que
salvo disposición en contrario de la Convención, ésta se aplicará sin
tomar en consideración la ley que sería aplicable en virtud de las re-
glas del derecho internacional privado.
El plazo de prescripción previsto por la Convención en su artículo
4o., es de cuatro años, la cual empezará en la fecha en que la acción
pueda ser ejercitada, salvo lo dispuesto en los artículos 10 al 12. Así,
el artículo 10 expresa que si la acción dimana de un incumplimiento
de contrato podrá ser ejercitada en la fecha en que se produzca tal
incumplimiento, si dimana de un vicio podrá ser ejercitada en la fe-
cha en que éstas sean entregadas efectivamente al comprador o en la
fecha en que el comprador rehúse el recibo de dichas mercancías, si
la acción está basada en el dolo cometido antes o al momento de la
celebración del contrato o durante su cumplimiento, podrá ser ejerci­
tada en la fecha en que el dolo fue o pudiera haber sido razonable-
mente descubierto. Por lo que respecta al artículo 11, si el vendedor ha
dado una garantía expresa válida durante cierto periodo, el plazo de
prescripción comenzará a correr a partir de la fecha en que el compra-
dor notifique al vendedor el hecho en que funde su reclamación, esta
fecha no podrá ser posterior a la expiración del periodo de garantía.
Por último, el artículo 12 exceptúa al artículo 9o. señalando que en
los casos previstos por la ley aplicable al contrato si una parte tiene
derecho a declararlo resuelto antes de la fecha en que corresponde su
cumplimiento y ejercite tal derecho, la prescripción correrá a partir
de la fecha en que tal decisión sea comunicada a la otra parte. De igual
manera, el plazo de prescripción basado en el incumplimiento de un
contrato que establezca prestaciones o pagos escalonados correrá para

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cada una de las obligaciones sucesivas a partir de la fecha en que se


produzca el respectivo incumplimiento, cuando de acuerdo a la ley
aplicable al contrato una parte se encuentre facultada para declarar la
resolución del contrato en razón de tal incumplimiento, y ejercite su
derecho, el plazo de prescripción de todas las obligaciones sucesivas
correrá a partir de la fecha en la que la decisión sea comunicada a la
otra parte.
El artículo 13 establece que el plazo de prescripción dejará de
correr cuando el acreedor realice un acto que la ley del tribunal donde
sea incoado el procedimiento considere como intención de un proce-
dimiento judicial contra el deudor o como demanda establecida como
un proceso ya iniciado contra este último, con la intención del acree-
dor de solicitar la satisfacción o el reconocimiento de su derecho. En
esta misma línea, el artículo 14 y aterrizando a materia arbitral afirma
que el plazo de prescripción cesará de correr a partir de la fecha en
la que una de ellas inicie el procedimiento arbitral se­gún la forma
prevista por el compromiso de arbitraje o por la ley aplicable a di-
cho procedimiento. De esta forma el procedimiento de arbitraje se
considera iniciado en la fecha en que el requerimiento de someter
la controversia al arbitraje sea notificado en la residencia habitual o
en el establecimiento de la otra parte o en su defecto en su última
residencia o último establecimiento conocidos.
En otro orden de ideas, el artículo 16 establece que la recon-
vención se considerará entablada en la misma fecha en que lo fue la
demanda a la que se opone, lo anterior con el requisito de que tanto
la demanda como la reconvención se refieran al mismo contrato o a
varios contratos celebrados en el curso de la misma transacción.
El artículo 18 concreta los plazos de prescripción respecto al co­
deudor solidario y al subadquirente.
De conformidad con el artículo 19, cuando el acreedor realice en
el Estado en que el deudor tenga su establecimiento y antes de que
concluya el plazo de prescripción cualquier acto que según la ley de
dicho Estado tenga el efecto de reanudar el plazo de prescripción, un
nuevo plazo de cuatro años comenzará a correr a partir de la fecha
establecida por dicha ley. En este mismo sentido de reanudar el plazo
de prescripción por otros cuatro años, se pronuncia el artículo 20,
requiriendo que antes de la expiración del plazo de prescripción el
deudor debe reconocer por escrito su obligación. Este artículo fina-
liza señalando que el pago de intereses o el cumplimiento parcial de
una obligación por el deudor tendrá el mismo efecto siempre que

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razonablemente pueda deducirse de dicho pago o incumplimiento


que el deudor ha reconocido su obligación.
Por su parte, el artículo 21 y en este mismo contexto, señala que
cuando por circunstancias inimputables que no pudieran evitarse ni
superarse o el acreedor se encontrase en la imposibilidad de hacer
cesar el curso de la prescripción, el plazo se prolongará a un año a
contar desde el momento en que tales circunstancias dejen de existir.
Por otra parte, el artículo 22 estipula que el plazo de prescripción
no puede modificarse por acuerdo entre las partes; lo anterior con la
salvedad de que el deudor prorrogue dicho plazo mediante declara-
ción por escrito hecha al acreedor, ello no afectará la validez de las
cláusulas del contrato de compraventa en que se estipule para iniciar
el procedimiento arbitral, un plazo de prescripción menor que el
que se establece en la Convención siempre que dichas cláusulas sean
válidas con arreglo a la ley aplicable al contrato de compraventa. En
este contexto, el artículo 23 establece el límite general del plazo de
prescripción, el cual se estipula en diez años. De conformidad con
el artículo 28, el plazo de prescripción será computado con el fin de
que concluya en la medianoche del día que corresponda a la fecha
en que comenzó su curso, en su defecto, en la media noche del
último día, del último mes del plazo de prescripción; dicho plazo
se computará por el lugar donde se inicie el procedimiento. Si el
último día del plazo de prescripción fuera feriado o inhábil para ac-
tuaciones judiciales, el plazo de prescripción se prolongará al primer
día hábil siguiente.
Determinados los plazos de prescripción y su cómputo, los cua-
les no se regulan en artículos consecutivos, el Convenio se dedica
a normativizar los efectos de dicha expiración, los cuales deben ser
invocadas por una de las partes. El primer efecto que se reconoce es
que el procedimiento o la acción que se haya iniciado con posteriori­
dad a la expiración del plazo no tendrá efecto alguno; no obstante,
una de las partes podrá invocar su derecho y oponerlo a la otra como
excepción o compensación. El segundo efecto se fija en que cuan­
do el deudor cumpla su obligación después de la extinción del pla­zo
de prescripción, no tendrá derecho por ese motivo a pedir restitución,
aunque en la fecha en que hubiera cumplido su obligación ignorase
que el plazo había expirado.
La Convención establece que la expiración del plazo de pres-
cripción, para la deuda principal, se extiende respecto a la obligación
de pagar intereses.

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El artículo 37 establece una cláusula de compatibilidad, en la cual


se determina que esta Convención no deroga convenciones exis-
tentes o futuras que contengan disposiciones relativas a las materias
objeto de la Convención, siempre que el vendedor y comprador ten-
gan sus establecimientos en Estados que sean parte en una de dichas
convenciones.
A este convenio se le adiciona un Protocolo. La finalidad del mis-
mo es enmendar la Convención sobre la Prescripción en Materia de
Compraventa Internacional de Mercaderías, celebrada en Nueva York
el 14 de junio de 1974, para armonizarla con la Convención de las
Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional
de Mercaderías celebrada en Viena el 11 de abril de 1980. Lo anterior
con el propósito final de facilitar la adopción de normas uniformes
que regulen el plazo de prescripción enunciadas en la Convención de
1974. A estos efectos, se revisa el artículo 3o.; se suprime el apartado
a y e del artículo 4o., se adiciona un nuevo párrafo 4 al artículo 31; se
suprimen las disposiciones de los artículos 34 y 37, y se sustituyen por
unas nuevas; se añade una disposición al párrafo 1 del artículo 40.
El Protocolo entrará en vigor el primer día del sexto mes siguien-
te a la fecha en que se haya depositado el segundo instrumento de
adhesión siempre que la Convención de 1974 ya esté en vigor, así
como la Convención sobre Compraventa de 1980. Este Protocolo se
realiza en Viena el 11 de abril de 1980.
México realiza dos notas, así por lo que respecta a la nota 1 se
determina que: “La presente Convención fue modificada por el Pro-
tocolo suscrito en Viena, el 11 de abril de 1980 del que México es
parte y está en vigor”. Con respecto a la nota 2: “Tanto la Conven-
ción como su Protocolo modificatorio fueron enviados al Senado de
la República de manera simultánea”.

b. Convención sobre la Prescripción en Materia de Compraventa Internacional


de Mercaderías enmendada por el Protocolo por el que se Enmienda
la Convención sobre la Prescripción en Materia de Compraventa
Internacional de Mercaderías (del 14 de junio de 1974)

a) Ámbito de aplicación material. Prescripción y compraventa interna-


cional de mercaderías. Por lo que se determina en el artículo 1o.,
este Convenio determinará los casos en que los derechos y acciones
que un comprador y un vendedor tengan entre sí, derivados de un
contrato de compraventa internacional de mercaderías o relativos a

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su incumplimiento, resolución o nulidad no puedan ya ejercitarse


a causa de la expiración de un periodo, este se denomina plazo de pres­
cripción. Igualmente, se determina que la Convención no afectará
a los plazos dentro de los cuales, una de las partes, como condición
para adquirir o ejercitar su derecho, deba notificar a la otra o rea-
lizar cualquier acto que no sea el de iniciar un procedimiento. En
este mismo artículo se define comprador, vendedor y parte, acree-
dor, deudor, incumplimiento del contrato, procedimiento, persona,
escrito y año. De la misma forma, el artículo 2o. considera que un
contrato de compraventa de mercaderías es internacional cuando al
tiempo de su celebración, el comprador y el vendedor tengan sus es-
tablecimientos en Estados diferentes. Igualmente, en su párrafo 2,
establece que el hecho de que las partes tengan sus establecimien­tos
en Estados diferentes no será tenido en cuenta cuando ello no resulte
del contrato, ni de tratos entre ellas, ni de información revelada por las
partes en cualquier momento antes de la celebración del contrato o al
celebrarlo. Igualmente, se estipula que cuando una de las partes tengan
establecimientos en más de un Estado, el establecimiento será el que
guarde la relación más estrecha con el contrato y su ejecución. En el
otro extremo se dispone que cuando una de las partes no tenga estable-
cimiento se tendrá en cuenta su residencia habitual. Finaliza señalando
que no se tendrá en cuenta ni la nacionalidad de las partes ni la calidad
o el carácter civil o comercial de ellas, o del contrato. De conformi­
dad con el artículo 4o., este Convenio no se aplica a las compraventas:
1) de mercaderías compradas para uso personal, familiar o doméstico,
salvo que el vendedor no hubiera tenido ni debiera haber tenido cono-
cimiento de que las mercancías se compraban para ese uso; 2) subastas;
3) en ejecución de sentencias; 4) títulos de créditos, acciones emitidas
por sociedades; 5) títulos de inversión, títulos negociables y dinero;
6) buques, embarcaciones, aerodeslizadores y aeronaves; 7) electricidad.
En este mismo sentido y de manera igualmente excluyente, el ar-
tículo 5o. aclara que este Convenio no se aplica a las acciones fundadas
en: 1) cualquier lesión corporal o la muerte de una persona; 2) da­ños
nucleares causados por las mercancías vendidas; 3) privilegios, gravá-
menes o cualquier otra garantía; 4) sentencias o laudos dictados en
procedimientos; 5) títulos que sean ejecutivos, según la ley del lugar
en que se solicite la ejecución; 6) letras de cambio, cheques y pagarés.
Abundando en este listado excluyente, el artículo 6o. establece
que no se aplicará: 1) a los contratos en los que la parte principal de
las obligaciones del vendedor consista en suministrar mano de obra o

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prestar otros servicios; 2) se asimilan a las compraventas los contratos


que tengan por objeto el suministro de mercancías que hayan de ser
manufacturadas o producidas a menos que quien las encargue asuma
la obligación de proporcionar una parte esencial de los materiales
necesarios para dicha manufactura o producción.
De conformidad con el artículo 32, cuando en esta Convención
se haga referencia a la ley de un Estado en que se fijan diferentes sis-
temas jurídicos, se entenderá que se trata de la ley del sistema jurídico
particular que corresponda.

b) Ámbito de aplicación espacial. De conformidad con el artículo 3o., la Con­


vención se aplicará cuando en el momento de la celebración del
contrato, los establecimientos de las partes estén situados en Esta­
dos contratantes. Salvo disposición en contrario este convenio se apli-
cará sin tomar en consideración la ley aplicable en función de las
reglas de derecho internacional privado. Igualmente, se afirma que la
Convención no se aplicará cuando las partes hayan excluido expresa-
mente su aplicación. De conformidad con el artículo 33, cada Estado
contratante aplicará el Convenio a los contratos que se celebren en la
fecha de entrada en vigor de esta Convención y posteriormente.

c) Ámbito de aplicación temporal. Firmado en Nueva York el 18 de sep-


tiembre de 1989, entra en vigor internacionalmente el 23 de noviem-
bre de 1994; de conformidad con el artículo 44 este Convenio entra
en vigor el primer día del mes que siga a la fecha de expiración de un
plazo de seis meses a partir de la fecha en que se haya depositado el
décimo instrumento de ratificación o adhesión. Para México se da la
aprobación por el Senado el 12 de julio de 1990, se publica en el dof
para su aprobación el 31 de julio de 1990; la vinculación de México
se produce por adhesión el 22 de febrero de 1991, entra en vigor el
23 de noviembre de 1994 y se promulga en el dof para su promul­
gación el 2 de marzo de 1992.
De conformidad con el artículo 7o., la interpretación y aplicación
se efectuarán teniendo en cuenta su carácter internacional, así como
la necesidad de promover su uniformidad.
En otro orden de ideas, el artículo 8o. establece que el plazo de
prescripción será de cuatro años. De manera general, el artículo 9o.
establece que el plazo de prescripción comenzará en la fecha en que
la acción pueda ser ejercitada. Concretando esta idea, el artículo 10
señala el inicio del cómputo de plazos cuando la acción dimanada de

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un incumplimiento del control, de un vicio u otra falta, así como


de un dolo cometido antes o al momento de la celebración del
contrato o durante su cumplimiento. En este mismo afán, el artículo
11 establece el supuesto de que el vendedor haya dado una garantía
expresa válida durante cierto periodo el plazo de prescripción de
una acción fundada en la garantía. Por último, el artículo 12 señala
el caso de que una parte tenga derecho a declararlo resuelto antes de
la fecha en que corresponde el cumplimiento y ejercite tal derecho,
igualmente afirma el plazo de prescripción de toda acción basada en
el cumplimiento por una parte de un contrato que establezca presta-
ciones o pagos escalonados.
En otro orden de ideas, del artículo 13 al artículo 21, se aborda
la cuestión de la cesación y prórroga del plazo de prescripción. De
manera general, el artículo 13 afirma que el plazo de prescripción
deja de correr cuando el acreedor realice un acto que la ley del tri-
bunal donde se ha invocado el procedimiento considere como inicia-
ción de un procedimiento judicial contra el deudor o como demanda
entablada dentro de un proceso ya iniciado contra este último, con
la intención del acreedor de solicitar la satisfacción o el reconoci-
miento de su derecho.
De manera más específica, el artículo 14 habla del sometimiento a
la figura del arbitraje. El artículo 15 aborda los supuestos de muerte o
incapacidad del deudor, quiebra del deudor o situación de insolvencia
relativa a la totalidad de los bienes o disolución o liquidación de la so-
ciedad, asociación o entidad cuando esta sea deudora. Por su parte, el
artículo 16 aborda la figura procesal de la reconvención. El artículo 17
regula los casos de los procedimientos que terminan sin un pronun-
ciamiento sobre el fondo del asunto. Por su parte, el artículo 18 anali-
za el cese del plazo de prescripción respecto al codeudor solidario, del
subadquirente contra el comprador, deudor solidario. El artículo 19,
establece la posibilidad de reanudar el plazo de prescripción, siendo és­te
de cuatro años, comenzando a correr a partir de la fecha establecida
por dicha ley. En este sentido, el artículo 20 especifica que si antes
de la expiración del plazo de prescripción, el deudor reconoce por
escrito su obligación respecto al acreedor, se inicia un nuevo plazo de
cuatro años, el cual co­mienza a correr a partir de tal reconocimiento.
Igualmente, el pago de intereses o el cumplimiento parcial de una
obligación por el deudor, tendrá el mismo efecto mencionado en el
párrafo precedente siempre que de dichos actos se pueda deducir que

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el deudor ha reconocido su obligación. Como artículo de cierre, el


artículo 21 menciona que en circunstancias inimputables o inevitables
el acreedor que se encuentra en la imposibilidad de cesar el curso de la
prescripción, el plazo se prolonga un año a partir del momento en que
dejan de existir dichas imposibilidades.
El artículo 22 aborda la modificación del plazo de prescripción
por las partes y en este sentido afirma que no podrá ser modificado
ni afectado dicho plazo por ninguna declaración o acuerdo entre las
partes, lo anterior con la salvedad de que el deudor durante el curso
de dicho plazo pueda prorrogarlo mediante declaración por escrito he-
cha al acreedor.
Por su parte, el artículo 23 habla del límite general del plazo de
prescripción, el cual se cifra en diez años. Los artículos 24 a 27 regu-
lan los efectos de la expiración del plazo de prescripción, situando
éstos en el no reconocimiento de efecto alguno en los procedimien­
tos y acciones que se hayan iniciado con posterioridad a la expiración
de dicho plazo. Lo anterior con la salvedad de que una de las partes
puede invocar su derecho y oponerlo a la otra como excepción o
compensación. En este sentido, el artículo 26 expresa que cuando el
deudor cumple su obligación después de expirado dicho plazo, no
tendrá derecho por ese motivo a pedir restitución aun cuando medie
ignorancia. El último artículo de este bloque temático, el 27, deter-
mina que la expiración del plazo respecto a la deuda principal, opera
de igual forma respecto a los intereses.
Dándole seguimiento a estas ideas, los artículos 28 y 29 abordan
el cómputo del plazo de prescripción, señalando de manera general el
artículo 28 que la finalización se realizará en la media noche del día
que corresponda a la fecha en que comenzó su curso, en caso de no
existir expirará en la media noche del último día, del último mes del
plazo de prescripción. Lo anterior con referencia a la fecha del lugar
donde se inicie el procedimiento. El artículo 29 realiza el cómputo
respecto a días feriados o inhábiles.
De manera aislada, el artículo 30 habla de los efectos interna-
cionales mencionando como condición para que surtan éstos que
el acreedor haya adoptado todas las medidas razonables para que el
deudor se encuentre informado de estos actos o circunstancias lo
antes posible.
La Parte III de esta Convención se destina a la regulación de las
declaraciones y reservas, comprendiendo los artículos 34 a 40.

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c. Protocolo por el que se Enmienda la Convención sobre la Prescripción


en Materia de Compraventa Internacional de Mercaderías

a) Ámbito de aplicación material. Prescripción en materia de compraventa


internacional de mercaderías.

b) Ámbito de aplicación temporal. Entra en vigor internacional el 1o. de


agosto 1988, de conformidad con el artículo 9o., el presente Proto-
colo entrará en vigor el primer día del sexto mes siguiente a la fecha
en que se haya depositado el segundo instrumento de adhesión, siem-
pre que en esa fecha: a) la propia Convención sobre la Prescripción
de 1974 esté en vigor, y b) la Convención sobre la Compraventa de
1980 también esté en vigor. Si esas dos convenciones no estuvieren
en vigor en esas fechas, el presente Protocolo entrará en vigor el
primer día en que ambas convenciones entren en vigor. México lo
aprueba por el Senado el 15 de octubre de 1987, se publica en el dof
para su aprobación el 8 de diciembre de 1987, México se vincula por
adhesión el 21 de enero de 1988, entra en vigor para México el 1o.
de agosto de 1988 y se publica en el dof para su promulgación el 6 de
ma­yo de 1988.
El espíritu consistía en considerar la Enmienda de la Convención
sobre la Prescripción en Materia de Compraventa Internacional
de Mercaderías, celebrado en Nueva York el 14 de junio de 1974
(Convención sobre la Prescripción, de 1974), para armonizarla con
la Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Com-
praventa Internacional de Mercaderías, celebrada en Viena el 11 de
abril de 1980 (Convención sobre la Compraventa, de 1980), facili-
taría la adopción de las normas uniformes que regulan el plazo de
prescripción enunciadas en la Convención sobre la Prescripción
de 1974. En este mismo tenor, los Estados que negocian este Proto-
colo convinieron en enmendar la Convención sobre la Prescripción
de 1974 en los siguientes artículos: enmendar el artículo 3o., párrafo
1, que de nueva cuenta dispone:

La presente Convención sólo se aplicará: a. cuando en el momento de


la celebración del contrato, los establecimientos de las partes en un con­
trato de compraventa internacional de mercaderías estén situados en
Estados contratantes, o, b. Cuando en virtud de las normas del derecho
internacional privado, la ley de un Estado contratante sea aplicable al
contrato de compraventa.

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Se suprime el párrafo 2 del artículo 3o. y el párrafo 3 pasa a ser el


numeral 2 de este artículo. Por lo que hace al artículo 4o., apartado a,
se suprime y se sustituye por la siguiente leyenda: “a. De mercaderías
compradas para uso personal, familiar doméstico salvo que el vende-
dor, en cualquier momento antes de la celebración del contrato o en
el momento de su celebración, no hubiera tenido ni debiera haber
tenido conocimiento de que las mercaderías se compraban para ese
uso”. Por lo que hace al apartado e de este artículo 4o., se suprime
por la siguiente leyenda: “e. De buques, embarcaciones, aerodesliza-
bles y aeronaves”. En el artículo 31 se añade un nuevo párrafo 4, el
cual dispone:

Si, en virtud de una declaración, hecha conforme a este artículo, la pre-


sente Convención se aplica a una o varias de las unidades territoriales de
un Estado contratante, pero no a todas ellas, y si el establecimiento de una
de las partes en el contrato está situado en ese Estado, se considerará que,
a los efectos de la presente convención, ese estable­ci­miento no está en un
Estado contratante, a menos que se encuentre en una unidad territorial a
la que se aplique la Convención.

El artículo 34 suprime sus disposiciones y se sustituyen por:

1. Dos o más Estados contratantes que en las materias que se rigen por la
presente Convención tengan normas jurídicas idénticas o similares, po-
drán declarar, en cualquier momento, que la Convención no se aplicará
a los Contratos de compraventa internacional de mercaderías cuando
las partes tengan sus establecimientos en esos Estados. Tales declaracio-
nes podrán hacerse conjuntamente o mediante declaraciones unilaterales
recíprocas; 2. Todo Estado contratante que en las materias que se rigen
por la presente Convención tengan normas jurídicas idénticas o simi-
lares a las de uno o varios Estados no contratantes, podrá declarar, en
cualquier momento, que la convención no se aplicará a los contratos de
compraventa internacional de mercaderías cuando las partes tengan sus
establecimientos en esos Estados. 3. si un estado respecto del cual se haya
hecho una declaración conforme al párrafo 2 de este artículo llega a ser
ulteriormente Estado contratante, la declaración surtirá efectos de una
declaración hecha con arreglo al párrafo 1 desde la fecha en que la Con-
vención entre en vigor respecto del nuevo Estado Contratante, siempre
que el nuevo Estado con tratante suscriba esa declaración o haga una
declaración unilateral de carácter recíproco.

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Derecho internacional privado

Igualmente se suprimen las disposiciones del artículo 37 sustituyéndo-


se por otras nuevas las cuales a la letra disponen: “La presente Conven-
ción no prevalecerá sobre ningún acuerdo internacional ya celebrado
o que se celebre que contenga disposiciones relativas a las materias
que se rigen por la presente Convención, siempre que las partes ten-
gan sus establecimientos en Estados partes en ese acuerdo”. Por su
parte este Protocolo añade una disposición al artículo 40, párrafo 1,
el cual dispone que “las disposiciones unilaterales recíprocas hechas
conforme al artículo 34 surtirán efecto el primer día del mes siguiente
a la expiración de un plazo de seis meses contados desde la fecha en
que el Secretario General de las Naciones Unidas haya recibido la
última declaración”.
Concluye este Protocolo con unas disposiciones finales que abar-
can desde el artículo 7o. hasta el artículo 14, abarcando cuestiones de
la autoridad depositaria de este Protocolo, la apertura a su firma para
adhesión estatal, entra en vigor y denuncia.

V. Derecho internacional privado autónomo

Venimos afirmando que el origen de las normas que dan sentido a la regu-
lación del derecho internacional privado se caracteriza por ser dual. En este
sentido apuntábamos a normas de origen interno y normas de origen con-
vencional. Si bien ya hemos abordado la normativa convencional es hora de
hacer lo mismo respecto a la normativa de origen interno.
Las normas que elabora y promulga el legislador mexicano, y que tienen
por objeto la regulación de alguno de los tres sectores que componen el
contenido del dipr (competencia judicial internacional, derecho aplicable y
reconocimiento y ejecución de sentencias judiciales extranjeras), reciben el
nombre de derecho internacional privado “autónomo” o “común”.
Ya afirmamos en líneas anteriores que el dipr adoptaba el adjetivo de
“privado” en función de las partes, ahora señalamos que adopta el adjetivo
de “internacional” únicamente por la configuración de su objeto. Debemos
aclarar, pues el adjetivo “internacional” puede generar equívocos, que di-
cho adjetivo no se otorga por el origen de las normas que regulan su con-
tenido. El adjetivo “internacional” no se atribuye a esta rama del derecho
por el aspecto cualitativo o cuantitativo de sus fuentes normativas.

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Fuentes del derecho internacional privado mexicano

En este orden de ideas debemos sostener que en el contexto mexicano


la normativa que da respuesta a los tres sectores del dipr no posee exclusiva-
mente rango de ley. Lo anterior se afirma por el hecho de que la regulación
viene dada a través de convenios, de leyes y de la propia Constitución Políti-
ca de los Estados Unidos Mexicanos. Sin duda, estamos ante un sistema po-
sitivo escrito de carácter legal. Lo anterior se entiende desde que las fuentes
que responden a los interrogantes que se plantea el derecho internacional
privado son de carácter legal o supralegal, pero no consuetudinario, de corte
jurisprudencial o doctrinal.
De estas afirmaciones sostenemos que la determinación de la compe-
tencia judicial internacional, del derecho aplicable y del reconocimiento
y ejecución de sentencias judiciales extranjeras está predeterminado legal-
mente a través de distintas herramientas. Así, sostenemos, por ejemplo, que
el juez nacional con competencia internacional es el predeterminado úni-
camente por la ley, en concreto por el Código de Procedimientos Civiles
que el legislador mexicano establece.
En otro orden de ideas, nos preguntamos si podemos considerar a la
regulación del dipr autónomo como un “sistema”, formalmente hablando.
Duda que nos asalta después de ver la interesante dispersión normativa y la
utilización de las normas procesales y civiles pensadas para regular situacio-
nes puramente internas.Ya hicimos un comentario in extenso sobre el tema,
al cual remitimos.

1. Códigos de procedimientos civiles: artículo 156 del Código


de Procedimeintos Civiles para el Distrito Federal. Competencia
judicial internacional

La normativa autónoma que responde al primer sector constitutivo del con-


tenido del dipr es el artículo 156 del Código de Procedimientos Civiles para
el Distrito Federal.
De este artículo se desprenden dos características: 1) que la regulación
de la competencia judicial internacional es estatal y no federal, y 2) que
coincide con uno de los cuatro criterios que el derecho procesal tiene para
repartir competencia, nos referimos, concretamente al reparto por razón
de territorio. Así, para determinar el juez mexicano competente a nivel
internacional, desdeñamos los criterios de reparto por razón de materia,
cuantía y grado.

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Derecho internacional privado

A fin de evitar repeticiones innecesarias, estas afirmaciones constituyen


una primera aproximación que abundaremos en el capítulo tercero dedica-
do a la competencia judicial internacional.

2. Códigos civiles: artículos 13 a 15 del Código Civil


para el Distrito Federal. Derecho aplicable

La normativa autónoma que da respuesta al segundo sector constitutivo del


contenido del dipr es el Código Civil para el Distrito Federal en sus ar­
tículos 13 a 15.
De estos artículos se desprenden dos características: 1) que la regulación
del derecho aplicable es estatal y no federal, y 2) que regula los supuestos
en los que se puede llegar a dar la aplicación del derecho extranjero, así
como los problemas procesales que se pueden derivar de dicha aplicación.
Lamentablemente la posibilidad de aplicar la normativa material del tercer
Estado es muy escasa debido al actual diseño que presenta el punto de co-
nexión de la técnica de reglamentación de este segundo sector por lo que
los problemas procesales aplicativos también son puntuales.
Igualmente, como ya lo comentamos, con el fin de evitar repeticiones
innecesarias, estas afirmaciones constituyen una primera aproximación que
abundaremos en el capítulo cuarto dedicado al derecho aplicable.

3. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos:


artículo 121, fracción III. Código de Procedimientos Civiles
para el Distrito Federal: artículos 599 a 603, y Código Federal
de Procedimientos Civiles: artículos 564 a 577. Reconocimiento
y ejecución de sentencias judiciales extranjeras

La normativa autónoma que da respuesta al tercer sector constitutivo del


contenido del dipr son los artículos 599 a 603 del cpcdf. De estos artículos
se desprenden dos características: 1) que la regulación del reconocimiento
y ejecución es estatal y no federal, y 2) que dichos artículos no presentan
una nota destacable, ni cuantitativa ni cualitativa, para regular con acierto y
eficacia este tercer sector.
Por lo anterior debemos recurrir de manera complementaria a los ar-
tículos 564 a 577 del cfpc en orden a regular este sector.
No podemos dejar de mencionar el artículo que da sentido global a
los artículos anteriormente mencionados, nos referimos al artículo 121,

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fracción III de la cpeum. La referencia a este artículo es obligatoria desde


que se encuentra en la cúspide de la pirámide normativa.
Igualmente, para no repetir contenidos, estas afirmaciones constituyen
una primera aproximación que abundaremos en el capítulo quinto dedica-
do al reconocimiento y ejecución de sentencias judiciales extranjeras.

4. Código Federal de Procedimientos Civiles: artículos 543 a 563.


Cooperación procesal internacional

La normativa autónoma que da respuesta al cuarto y último pilar del dipr


son los artículos 543 a 563 del cfpc. De estos artículos se desprenden
dos notas o características: 1) que no encontramos en el código estatal del
Distrito Federal una normativa que dé respuesta a este vital sector del dipr
y 2) ante esta ausencia, es necesario recurrir a un nutrido grupo de artícu­
los del cfpc, los cuales se encargan de dar respuesta de manera puntual a
problemas como: legalizaciones, recepción de pruebas, exhortos o cartas
rogatorias, citaciones, notificaciones y emplazamientos, entre otros.
Por último, con el mismo fin de evitar repeticiones innecesarias, estas
afirmaciones constituyen una primera aproximación que abundaremos en
el capítulo sexto dedicado a la cooperación procesal internacional.

VI. Soft law, weak law o droit assourdi

Hemos señalado que los instrumentos convencionales presentan aspectos


criticables y aspectos destacables.
Entre los contras que presentan las normas convencionales presentába-
mos la rigidez y complicación en su aplicación; pues bien, estos y otros “de-
fectos congénitos” que presentan los convenios tienden a ser paliados por
otros instrumentos internacionales denominados soft law (normas narrativas,
weak law o droit assourdi).
Estos instrumentos son percibidos como “líneas maestras”en la regulación
del derecho internacional privado (también aplicable para el internacio-
nal público), quedando en manos de los Estados su desarrollo e implemen-
tación, a través de normativa autónoma.
En esta categoría se incluyen recomendaciones, dictámenes, códigos de
conducta, principios, etcétera.

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Dos son las características principales, siguiendo a Fernández Rozas, que


se lanzan de estos instrumentos, a saber: a) la falta de un poder de vincula-
ción directa; b) su innegable influencia en el futuro desarrollo legislativo y su
referencia en la actuación judicial. A pesar de lo anterior sostenemos, junto
a Mauricio del Toro, que el hecho de que no sean o impongan obligaciones
internacionales:

No significa que carezcan de todo efecto jurídico, pues en diversas ocasiones


reflejan el estado del desarrollo de normas consuetudinarias o son la base de
tratados futuros e incluso, por su propia naturaleza, en tanto generan expectati-
vas de comportamiento, están regidos de alguna manera por el principio de la
buena fe, lo que explica su utilidad y cumplimiento.

Así, sostenemos que no dejan de ser valiosos principios interpretativos que


pueden servir de ayuda para paliar las numerosas lagunas que puedan pre-
sentarse en esta rama jurídica. Características que le han valido la denomi-
nación doctrinal de “fuentes entendidas en sentido impropio”.

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Cuestionario

1. Determine la jerarquía aplicativa existente entre el derecho


internacional privado autónomo y convencional, de conformidad
con el artículo 133 constitucional.
2. Determine los diferentes foros de codificación en los que México
participa en la actualidad de manera activa.
3. Determine brevemente la aplicabilidad y contenido de la Convención
Interamericana sobre el Domicilio de las Personas Físicas en el
Derecho Internacional Privado.
4. Determine brevemente la aplicabilidad y contenido de la Convención
Interamericana sobre Personalidad y Capacidad de Personas Jurídicas
en el Derecho Internacional Privado.
5. Enumere los instrumentos convencionales que México tiene
ratificados en materia de compraventa internacional de mercaderías.
6. Enumere la normativa que conforma el derecho internacional privado
autónomo mexicano.
7. Determine brevemente en qué consiste la técnica normativa
denominada como soft law.

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Capítulo tercero
Competencia judicial internacional

La competencia judicial internacional, primer sector constitutivo del conteni-


do del dipr, también da respuesta a la interrogante sobre la determinación del
juez nacional que debe declararse con competencia internacional. La técnica
de reglamentación que se utiliza en este primer sector es la norma de competen-
cia judicial internacional. El análisis de esta norma nos lleva a concluir cómo está
delimitada la predeterminación legal de la competencia judicial internacional de
los tribunales mexicanos.

I. Conceptos básicos

Tres ideas fundamentales deben abrir este primer apartado.


La primera consiste en afirmar que el sector de la competencia judicial
internacional (cji) es el primer sector constitutivo del contenido del dipr.
En este sentido, sostenemos que la cji debe abrir la solución a un supuesto
de hecho privado con elemento de internacionalidad. La cji es un prius
necesario que debe preceder el conocimiento de los dos restantes sectores
que conforman el contenido del dipr, el derecho aplicable (da) y el recono-
cimiento y ejecución de sentencias judiciales extranjeras.
La segunda idea que debemos lanzar es que la génesis y justificación del
sector competencial se encuentra en una doble ausencia; por un lado se sitúa
en la falta de un órgano con jurisdicción internacional que posea facultad
para conocer de las controversias que se susciten entre particulares en las que
concurre un elemento de internacionalidad o extranjería; por otro lado
se contextualiza en la ausencia de un órgano legislativo, de corte igualmente
internacional, ya sea intergubernamental o supranacional, que emita nor-
mas que regulen uniformemente la cji. Esta doble ausencia hace que todo
Estado, dentro de su potestad soberana, configure la regulación de la cji

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conforme a sus prioridades y concepciones legislativas y judiciales. De esta


forma afirmamos que serán los respectivos poderes legislativos de cada Es-
tado los que determinen en qué ocasiones, a través de qué contactos y con
qué limitaciones su Poder Judicial se atribuirá cji; en definitiva, cuál será el
volumen concreto y predeterminado de sus atribuciones competenciales en
la esfera internacional.
Como tercera idea estimamos necesario establecer la relación existente
entre los tres sectores constitutivos del contenido del dipr:

a) Relación entre cji - derecho aplicable. En este rubro consideramos que


el estudio de la cji debe anteceder al del derecho aplicable desde
que el primero no se encuentra condicionado por la determinación
y señalamiento del segundo. Así, tendría sentido invertir el orden del
cuestionamiento de estos dos sectores si se contemplara y regulara
en México la figura del forum legis. Tendría lógica si la determina-
ción de la cji de los tribunales mexicanos se hiciera depender del
señalamiento realizado desde el sector del derecho aplicable. Es decir,
si la declaración de competencia o incompetencia judicial interna-
cional de los tribunales mexicanos dependiera de la aplicación de la
normativa material mexicana; así, si el razonamiento de la cji viene
condicionada por la aplicación de la normativa material mexicana
para resolver el fondo sería lógico iniciar el estudio del contenido
del dipr por el sector del derecho aplicable pues sería éste, y no a la
inversa, el que condiciona el interrogante de la cji. En la actua-
lidad la cji no se encuentra condicionada de manera alguna por la
aplicación o inaplicación de la lex fori. La determinación de la cji se
realiza con absoluta independencia del derecho material que resuelva
el fondo de la pretensión.
Ahora bien, la determinación positiva de la cji desencadena la de­
terminación, igualmente positiva, del derecho aplicable. A pesar
de esa condición debemos afirmar la existencia de una relación ne-
cesaria, de complementariedad y dependencia entre ambos sectores,
siguiendo a Aguilar Benítez de Lugo, Fernández Rozas y Sánchez
Lorenzo. Aunado a las anteriores ideas debemos afirmar que am-
bos sectores se encuentran recogidos en normativas independientes
y diferentes, y que aun cuando se trate de sectores concatenados y
condicionados guardan una estrecha relación. En este sentido el le-
gislador mexicano ha establecido una regulación de estos sectores de
manera separada e independiente, en cuerpos normativos diferentes.
En este orden de ideas señalamos que la misión de la norma de cji

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es completamente diferente a la misión encargada a la norma de dere­


cho aplicable (principalmente a la normativa conflictual). Mientras la
norma de cji tiene como función determinar al juez nacional que
declarará su cji, la de derecho aplicable, más concretamente, la norma
conflictual, funciona como una vía para encontrar la norma material
más adecuada para dar respuesta al fondo de la pretensión. Así, mien-
tras la norma de cji determina el tribunal competente, la norma de
conflicto encuentra la norma material más adecuada para resolver el
fondo de la pretensión siguiendo la doctrina de Silva Silva, Fernández
Rozas y Sánchez Lorenzo. Ahora bien, como común denominador
sostenemos que ambas normativas (la conflictual y la competen-
cial) son normas focalizadoras, no dan respuesta al fondo de la pre-
tensión, únicamente encuentran al juez con competencia así como la
normativa material aplicable con el único objetivo de alcanzar una
determinada resolución.

b) Relación cji - reconocimiento y ejecución de pronunciamientos judiciales ex-


tranjeros. No debe existir duda acerca de la prioridad en el estudio de
la cji (competencia directa) respecto al sector del reconocimiento y
ejecución de pronunciamientos extranjeros (competencia indirecta);
al hablar de prioridad también debemos manifestar la nota de con­
dicionamiento del primer pronunciamiento respecto del segundo; lo
anterior desde que el reconocimiento y la ejecución se realizará de-
pendiendo del criterio competencial usado por el juez de origen. De
esta forma si bien el juez requerido para reconocer y ejecutar un pro-
nunciamiento extranjero no revisará el fondo de la resolución (salvo
la alegación de la excepción de orden público) ello no quiere decir
que no revise el criterio competencial en el que funda y justifica la
atribución del conocimiento de un determinado supuesto de hecho.
En este sentido, la correcta cimentación de la cji es una condición
o requisito sine qua non para el reconocimiento y la ejecución del
pronunciamiento emitido por un tribunal nacional. Si la cji del tribu-
nal nacional en cuestión está bien fundada no debe haber obstáculos
para reconocer y ejecutar extraterritorialmente su pronunciamiento,
a excepción de la figura de orden público. La correcta declaración
competencial de un concreto tribunal nacional evita la aparición de
pronunciamientos claudicantes, de pronunciamientos que no superen
el paso de frontera. Así, si la cji no está adecuadamente fundada en
foros neutrales es muy probable que no se otorgue el necesario reco-
nocimiento extraterritorial.

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II. Conceptualización

La cji recibe en la actualidad una variedad de denominaciones por parte de


la doctrina; en este sentido la podemos encontrar semánticamente referida
como competencia orgánica para diferenciarla de la competencia legisla-
tiva como lo señala Silva Silva, competencia jurisdiccional o competencia
judicial, como competencia general para distinguirla de la especial o inter-
na, afirma Arce.
A la complejidad de dar univocidad al término de cji se añade el nue-
vo ingrediente de delimitar los conceptos de cji y jurisdicción, así como
delimitar los conceptos de cji y competencia judicial interna. Presupuestos
procesales diferentes, condicionantes y condicionados según Virgós Soriano
y Garcimartín Alférez, desde que la respuesta afirmativa de la jurisdicción
condiciona positivamente la apertura de la cji a la par que la respuesta po-
sitiva de la cji condiciona igualmente de forma positiva la competencia ju-
dicial interna. De lo anterior concluimos que estamos ante tres presupuestos
procesales condicionados en su apertura desde que ésta depende de la respues-
ta afirmativa que se pueda dar al sector que le antecede procesalmente.

1. Jurisdicción

Podemos mencionar siguiendo a los profesores Calvo Caravaca y Carrascosa


González que la jurisdicción es el poder de los tribunales de un Estado de juz-
gar y hacer ejecutar lo juzgado, la cual opera en relación a todo tipo de rela-
ciones jurídicas con o sin elementos extranjeros, internas o internacionales.
Es una función soberana, es la potestad pública de decidir litigios con fuerza
vinculante, es decir, de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, la cual se procla-
ma exista o no elemento de internacionalidad en la relación jurídica.

2. Competencia judicial internacional

Debemos iniciar señalando que la necesaria determinación de la cji de los


tribunales nacionales de un Estado se presenta únicamente respecto a aque-
llos litigios que se refieren a las relaciones de tráfico externo, a las situaciones
jurídicas que llevan implícito un elemento de extranjería.
Por otro lado debemos admitir que la cji se destina a determinar qué
juez nacional, de qué Estado de los involucrados en el supuesto de hecho
privado e internacional, se atribuirá el conocimiento del mismo hasta llegar

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Competencia judicial internacional

a su solución de fondo. De esta forma y siguiendo a los profesores Calvo


Caravaca y Carrascosa González se trata de “la aptitud legal de los órga-
nos jurisdiccionales y autoridades públicas de un Estado, considerados en
su conjunto, para conocer de los litigios derivados de «situaciones privadas
internacionales»”.
Respecto de este sector se discute el sentido y alcance del adjetivo “in-
ternacional” que impregna su denominación. En este sentido, sostenemos
que no se atribuye por la naturaleza, origen o génesis de la norma que da res-
puesta al sector competencial, como sostiene Garau Sobrino. Lo anterior por
el hecho de que las normas reguladoras de este sector competencial pueden
tener indistintamente un origen interno (estatal) o internacional (convenio,
convención o tratado). Tampoco se otorga por el órgano jurisdiccional que
entra a conocer del supuesto planteado. Lo anterior desde que hablamos
de juzgados y tribunales estatales, no se hace referencia a la posibilidad de
que entren a conocer tribunales de corte internacional tal como pudiera ser
la Corte Internacional de Justicia, Tribunal Europeo de Derechos Huma-
nos o la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Derivado de estas
ideas sostenemos que el adjetivo “internacional” se justifica por la concreta
y característica categoría de litigios que se conocen y resuelven, litigios
derivados de relaciones jurídicas de tráfico externo.
A modo de resumen señalamos que mientras la jurisdicción es la facultad
de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado por parte de los juzgados y tribunales
previamente ordenados, sin depender este vocablo de la presencia o no de un
elemento de internacionalidad, la cji vendría a aterrizar el ejercicio de ese
poder en aquellos supuestos que tengan elemento de internacionalidad.

3. Competencia judicial nacional

Por último es menester aclarar que la competencia judicial nacional sería la


exacta, puntual y concreta determinación del tribunal que entraría a cono-
cer del supuesto de hecho privado e internacional. Una determinación que
se haría en función de criterios tales como la materia, la cuantía, el grado
y el territorio. Así, la competencia judicial nacional vendría a concretar la
competencia judicial internacional en un determinado tribunal nacional.
Pongamos un sencillo ejemplo, un juez del Distrito Federal antes de
entrar a conocer si es competente por razón de los criterios de reparto in-
terno que se recogen en el cpcdf (territorio, materia, cuantía y grado) debe
saber si es competente a nivel internacional. Así, la determinación final del
foro nacional se producirá en dos etapas procesales interrelacionadas. Una

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primera etapa en la que se producirá un análisis de la norma de cji de los


Estados involucrados en la situación jurídica con elemento de internacio-
nalidad (determinación abstracta) y una segunda etapa procesal en la que se
señala en concreto qué tribunal nacional tiene competencia (determina-
ción concreta).
En otro orden de ideas afirmamos, según Garau Sobrino, que la exis-
tencia de cji debe implicar la necesaria correlación de competencia judicial
interna, es decir, la afirmación de la cji debe conllevar la misma afirmación
traducida al plano de la competencia judicial interna. De no ser así se pro-
duciría un absurdo jurídico-normativo difícil de resolver, el cual consistiría
en que determinada la cji de los tribunales para entrar a conocer y resolver
de un supuesto de hecho privado con elemento de internacionalidad no
tendríamos un tribunal territorialmente competente como afirma Pérez
Vera. Se consignaría cji y se desecharía el conocimiento del caso por no
tener competencia judicial interna. En México esta situación es de imposible
materialización desde que las normas de cji de génesis autónoma coinciden
con las normas de cji interna destinadas al reparto de competencia territorial.
Se establece una unidad de criterios atributivos de competencia ad extra y
ad intra que vienen a consagrar un “cuestionable” sistema monista. De este
modo, y de conformidad con los artículos competenciales autónomos mexi-
canos, tal absurdo jurídico queda imposibilitado de presentarse.

III. La norma de competencia judicial internacional

1. Concepto básicos

Debemos iniciar señalando que la norma de cji identifica el tribunal nacio-


nal que declarará su cji entrando a conocer y resolver el fondo del supuesto
de hecho planteado. De esta forma la normativa competencial viene a ma-
terializar una clara capacidad del Poder Legislativo de anticipar la atribución
de competencia hacia el Poder Judicial de ese mismo Estado en determi-
nadas materias.
La primera afirmación que debemos hacer es delimitar la norma de cji
respecto a la norma de competencia judicial interna. La primera diferencia
la encontramos en su génesis, es decir, en el origen del que proceden ambas
normativas; así, mientras que ambas normas pueden tener un origen autóno-
mo (en un mismo cuerpo normativo o diferente, en un mismo conjunto de

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artículos o esparcido a lo largo de un cuerpo normativo), sólo las normas


de cji pueden sumar una posible génesis convencional. Así, frente a la dua-
lidad de origen de la normativa competencial internacional encontramos
una univocidad en la fuente que regula la normativa competencial interna.
Una segunda diferencia se centra en el modo en que ambas normas señalan
a los tribunales nacionales; mientras la norma de cji designa en abstracto a
los tribunales de un determinado Estado como los competentes para co-
nocer del fondo del supuesto de hecho con elemento de internacionalidad
planteado, la norma de competencia judicial interna lo designa en concreto.
El artículo 144 del cpcdf señala que “la competencia de los tribunales se
determinará por la materia, la cuantía, el grado y el territorio”. La norma de
cji se redacta teniendo en cuenta la existencia de un supuesto de hecho con
implicaciones internacionales, lo cual implica la imposibilidad de aterrizar
en concreto la competencia en un tribunal mexicano. Por su parte la norma
de competencia judicial interna parte de localizar todos los elementos cons-
titutivos de la relación jurídica en un único Estado, en un simple contexto
geográfico. De esta segunda norma se espera una labor de concreción de
la competencia en un tribunal mexicano. Una tercera diferencia se centra
en el papel que desempeña cada una; mientras que la misión más destacable
conferida a la norma de cji es filtrar, delimitar, el número de casos sometidos
al conocimiento de unos determinados tribunales, la norma de competencia
judicial interna tiene encomendada la labor de aterrizar y concretar la cji.
La norma de cji representa la materialización de dos máximas, a saber, la
predeterminación legal de la cji y la necesidad de una proximidad razonable.
De esta forma, la atribución de cji por la normativa competencial se reali-
zará conforme a dos principios: el de predeterminación legal de la compe-
tencia y el de proximidad razonable. Ambas máximas conllevan la necesaria
exigencia de que la positivación de los criterios atributivos de cji se determi-
ne de una manera clara y sin ambigüedades. De esta forma no estimamos que
aporte seguridad jurídica a la atribución de cji la redacción de normas com-
petenciales ambiguas y de contornos imprecisos. En este sentido afirmamos
que una de las notas más importantes que acompañan a la norma de cji es la
de “proximidad razonable” o “ligamen de peso”, es decir, las normas de cji de-
ben estar redactadas de tal manera que reflejen y recojan un grado de proxi-
midad razonable entre la competencia del juez y la relación jurídica, tal
como lo señalan Pérez Vera, Garau Sobrino, Spyridon Vrellis,Virgós Soriano
y Garcimartín Martín. La falta de esta proximidad en la normativa compe-
tencial autónoma puede llevar a dos peligros: el primero de ellos conllevaría
sistemáticamente a la atribución de cji a los tribunales mexicanos; el segundo
que conllevaría sistemáticamente a la no atribución de cji a los tribunales

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nacionales mexicanos. En el primer caso estaríamos ante el peligro de saturar


y retrasar la función judicial, derivando en una ineficiente impartición de
justicia. El segundo caso podría llevar a una obsolescencia absoluta de dicho
Poder Judicial ante una forzosa y forzada inactividad. Si los tribunales se de-
claran siempre incompetentes los ciudadanos mexicanos no querrán entrar
en una situación de tráfico internacional, pues en una eventual diferencia se
verán irremediablemente sometidos a unos tribunales nacionales que desco-
nocen y a un ordenamiento jurídico que ignoran, jugando en un terreno
adverso a sus intereses como se deriva de la doctrina de Garau Sobrino.
En definitiva, el libro diseño de las normas de cji por los respectivos
poderes legislativos no puede desembocar en una atribución ilimitada de
asuntos a sus respectivos poderes judiciales según apunta Romero Seguel. El
Poder Legislativo mexicano debe limitar el volumen de casos que atribuirá
su conocimiento a su Poder Judicial; de no ser así estaríamos en presen-
cia del denominado “imperialismo jurisdiccional” como dice Garau Sobri-
no. En otro sentido, el Poder Legislativo no puede cerrar el conocimiento
de los supuestos de hecho privados internacionales de manera absoluta a
su Poder Judicial. El hermetismo en el conocimiento de estos supuestos se
convierte en una opción igualmente desdeñable.
Otra de las notas que debemos abordar en este apartado es la función
atributiva y distributiva que debe jugar cada una de las normas competencia-
les dependiendo de su origen. Por lo que se refiere a la normativa autónoma
mexicana de cji, únicamente determina aquellos supuestos en que el órgano
jurisdiccional mexicano conocerá de un concreto supuesto. De esta forma,
la normativa competencial autónoma mexicana no puede bajo ningún pre-
texto señalar la competencia de otros órganos jurisdiccionales, esto es, no
puede señalar la competencia de otros tribunales nacionales que no sean los
suyos. Así, si estamos ante normas competenciales mexicanas de origen au-
tónomo éstas se limitarán a atribuir competencia exclusivamente al Poder
Judicial mexicano, o, a contrario sensu, a declarar la incompetencia judicial in-
ternacional de los tribunales mexicanos al decir de Fernández Arroyo, Pérez
Vera, Espinar Vicente, Iglesias Buigues. Por otra parte, cuando la norma de
cji es de fuente convencional distribuirá la cji entre los Estados que tengan
firmado y ratificado dicho instrumento internacional. Así, la norma compe-
tencial convencional procede a realizar un reparto bilateral o multilateral de
la cji. En resumidas cuentas, la norma competencial convencional no realiza
un reparto unilateral, no realiza una atribución de la cji; por el contrario
realiza un reparto bilateral. De esta forma la norma de cji contenida en herra-
mientas internacionales tendrá una formulación multilateral. Por todo lo an-
terior es que se ha sostenido que las normas de cji autónomas “atribuyen”

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(reparten unilateralmente la cji), mientras que las de fuente convencional


“distribuyen” (reparten multilateralmente la cji) según apuntan Fernández
Arroyo, Fernández Rozas, Sánchez Lorenzo y Pérez Vera.

2. Estructura

La estructura de la norma de cji es tripartita; sus tres elementos constitutivos


son: a) un supuesto de hecho; b) un punto de conexión (foros de atribución
de competencia), y c) una consecuencia jurídica.
El supuesto de hecho sería la categoría jurídica, la figura jurídica de la
que trata la relación jurídica existente entre las partes. La consecuencia jurí-
dica supondría la atribución de cji a los órganos jurisdiccionales mexicanos
o, a contrario sensu, la declaración de su incompetencia y en este sentido se
traduciría en la declaración de competencia o incompetencia en función de
los tribunales mexicanos. El punto de conexión es el elemento que une el
supuesto de hecho con la consecuencia jurídica; es el criterio que hace que
ante un determinado supuesto de hecho el tribunal mexicano declare su cji;
es el punto predeterminado en virtud del cual se justifica y sustenta la de-
claración de competencia de los tribunales mexicanos. Se convierte de esta
forma en el requisito necesario que luego de ser cumplido se debe declarar
la cji de los tribunales mexicanos.
Veamos la estructura normativa a través de un sencillo ejemplo. El ar-
tículo 156.V del cpcdf señala:

V.- en los juicios hereditarios, el juez en cuya jurisdicción haya tenido su últi-
mo domicilio el autor de la herencia; a falta de este domicilio, lo será el de la
ubicación de los bienes raíces que forman la herencia; y a falta de domicilio y
bienes raíces, el del lugar del fallecimiento del autor de la herencia. Lo mismo
se observará en casos de ausencia.

Este ejemplo se extrae del artículo 171 del cpc de Michoacán. En parecidos
términos encontramos la redacción del artículo 156 del cpcdf. Por lo que
hace al supuesto de hecho, es decir, la materia objeto del litigio que debe ser
conocido y resuelto, la figura jurídica, estamos ante juicios hereditarios; por
otro lado, encontramos la declaración de competencia realizada como con-
secuencia jurídica, esto es: es competente, el juez y, por último, el punto de
conexión, el elemento que hace que en ese concreto supuesto, herencia, el
juez mexicano se declare competente; es el último domicilio del fallecido, en
su defecto, ubicación de bienes inmuebles y, en su defecto, el lugar de falle-

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cimiento. De esta forma, cuando presentada una solicitud el órgano juris-


diccional mexicano conozca de un juicio hereditario y tenga en su terri-
torio el último domicilio del fallecido, en su defecto, ubicación de bienes
inmuebles y, en su defecto el lugar de fallecimiento, deberá declararse nece-
sariamente competente. En sentido contrario, si presentada la solicitud en un
juicio hereditario el juez mexicano no posee el último domicilio del falle-
cido, en su defecto, la ubicación de bienes inmuebles o, en su defecto, el lu-
gar de fallecimiento, debe necesariamente declarar su incompetencia en el
plano internacional.

3. Características

Como último apunte antes de abordar los foros competenciales debemos


señalar que la norma de cji presenta una doble génesis: autónoma y con-
vencional.
La primera se encuentra en los distintos códigos de procedimientos civi-
les de las entidades federativas. Lo anterior se debe a la suma de los artículos
124 y 73 constitucional que hace que esta materia no tenga carácter federal
sino estatal. Lo anterior produce consecuencias positivas y negativas. De for-
ma resumida vemos que como faceta positiva es que mantiene intacta la so-
beranía de las entidades federativas a la hora de establecer su cji. Como faceta
negativa encontramos que al diseñarse de forma diversa y dispar no se van
a declarar competentes por los mismos motivos y razones, pudiendo fomentar
la utilización de la figura del forum shopping o, en el peor de los casos, la figura
del fraude al foro y a la ley.
Por otro lado encontramos la normativa competencial convencional, es
decir, los distintos compromisos internacionales admitidos y reconocidos por
México a través de la ratificación de los instrumentos convencionales. De es-
tos instrumentos nos encargaremos con detenimiento en las próximas líneas.

VI. Foros de competencia judicial internacional

1. El foro personal

En esta tipología de foro la atribución de cji se hace en función de una


circunstancia fáctica y /o jurídica que concurre en una o en las dos partes

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que se encuentran involucradas en la relación jurídica internacional; así, el


punto de conexión de la norma de competencia atribuye cji al tribunal
mexicano en función de una cualidad o característica que concurre en una
o en ambas partes involucradas en la relación jurídica. Nos referimos, por
ejemplo, a la residencia habitual del demandado o al domicilio del de-
mandado, contemplado en el artículo 156, fracciones IV, VII, IX, XI, XII
y XIII del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal o al
lugar del fallecimiento del autor de la herencia previsto en el artículo 156,
fracción V, del mismo texto normativo.

2. El foro territorial

En esta tipología de foros competenciales el punto de conexión de la nor-


ma de cji atribuye competencia a un determinado órgano jurisdiccional
nacional o al órgano jurisdiccional mexicano al margen de una caracterís-
tica, fáctica y/o jurídica, que pueda concurrir en una o en ambas partes
involucradas en la relación jurídica, según la doctrina de Calvo Caravaca.
En esta clase de foros se atribuye competencia en función de circunstancias
de hecho o de derecho que tienen relación con el territorio; lo anterior se
mediría en función de la conexión con dicho territorio de uno o varios
elementos objetivos presentes en la relación jurídica con elemento de in-
ternacionalidad.
Como ejemplos encontramos el lugar de ubicación del bien inmueble
o forum rei sitae (artículo 156, fracción III del cpcdf), el lugar de cumplimien-
to de la obligación o forum executionis (artículo 156, fracción II del cpcdf),
el lugar de celebración del contrato o forum celebrationis o el lugar donde se
ha producido el hecho que motiva la obligación de reparación o forum loci
delicti comissi.

3. Los foros exclusivos/excluyentes

La justificación de que la norma de cji utilice criterios exclusivos a la hora


de otorgar cji a unos concretos tribunales nacionales suele fundamentarse
en la estrecha relación existente entre el supuesto de hecho planteado
y el territorio de ese Estado. En este sentido se necesita un fuerte interés
del Estado sobre la materia, una estrecha vinculación del supuesto de hecho
con su ordenamiento y territorio, una consideración de que la materia
es considerada como “sensible” lo cual justifique la existencia y previsión de

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foros de atribución de competencia exclusivos, de foros ciertamente egoís-


tas, como apunta Fernández Arroyo.
Conceptos como el de soberanía (según define Fernández Arroyo), in-
tereses públicos (como señalan Pérez Vera, Virgós Soriano y Garcimartín
Alférez), imperatividad, seguridad del tráfico (siguiendo a Virgós Soriano
y Garcimartín Alférez) e inderogabilidad, rondan alrededor de estos foros
exclusivos de atribución de cji. Si bien para poder justificar la existencia
de estos foros exclusivos es necesario alegar la presencia de un gran interés
estatal en dicha materia, se ha llegado a señalar que a veces dicho interés se
difumina en los conceptos de tradición, inercia o conveniencia, como se deri-
va de la doctrina de Fernández Arroyo.
La inserción de criterios de conexión exclusivos implica que ese tribu-
nal nacional es el único que podrá entrar a conocer y resolver del supuesto
de hecho planteado, lo cual desencadena dos consecuencias, una formulada
en sentido negativo y otra en sentido positivo:

a) La primera supone que ningún otro tribunal nacional puede entrar a


conocer de ese supuesto de hecho y darle solución.

b) La segunda implica que ese tribunal nacional debe necesariamente


entrar a conocer del supuesto sin posibilidad de rehusarse.
De forma resumida la declaración de exclusividad impide el “des-
plazamiento”, según Silva Silva, de la competencia, en sentido positivo
(hacia otro tribunal) y en sentido negativo (declarando in­competente
al tribunal señalado por el punto de carácter exclusivo).
En el caso de México no contamos con un catálogo, cerrado o
abierto, de competencias que se puedan considerar exclusivas en or-
den a la determinación de su punto de conexión. En este sentido,
se ha destacado que la competencia sobre tierras y aguas naciona­les,
sobre bienes inmuebles ubicados en México (forum rei sitae), los asun-
tos ya juzgados por tribunales mexicanos y aquellos que estén siendo
objeto de conocimiento en ellos, como señalan Silva Silva y Abarca
Landero, categorías más o menos amplias y generales que no siempre
son de gran ayuda. A la luz del anterior listado nos preguntamos: ¿Son
estas todas las materias exclusivas de los tribunales mexicanos? ¿Hay
más materias que deben ser consideradas exclusivas?, por solo citar
un ejemplo, ¿podemos considerar que la materia de inscripción en el
Registro Público de la Propiedad es también exclusiva por extensión?
Nos podemos preguntar igualmente si la materia de patentes y marcas

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son competencias exclusivas mexicanas cuando el lugar de solicitud


de registro o depósito de esos derechos resulta ser México.

4. Los foros facultativos /alternativos

Cuando se alude a estos foros se habla de la posibilidad de hacer competen-


te, de manera indistinta, a más de un tribunal nacional (norma competencial
convencional) o a la posibilidad de que un tribunal se declare competente
tras el ofrecimiento de varias posibilidades (norma competencial autóno-
ma). El diseño de estos foros en la normativa competencial convencional
implica que se tiene en cuenta la existencia de varios Estados vinculados
con el supuesto de hecho que son potencialmente competentes para conocer
y resolver el supuesto de hecho planteado. Por su parte la inserción de estos
foros en la normativa competencial autónoma supone la posibilidad de
que sus tribunales se declaren competentes por el cumplimiento de uno
de los criterios lanzados.
En resumen, con la contemplación de estos foros por el legislador estatal
respecto a determinados supuestos de hecho se está admitiendo la posibi-
lidad de que sus tribunales amplíen su declarativa de competencia judicial
internacional disminuyendo el riesgo de generar un foro de necesidad, una
denegación de justicia. Por otro lado, a través de la normativa competencial
convencional se oferta un abanico de foros que da tantas opciones compe-
tenciales como resulten necesarias para dar una adecuada solución al caso
planteado, evitando la generación de un vacío jurisdiccional que conlleve
un foro de necesidad y una consecuente denegación de justicia.

5. Los foros neutrales y exorbitantes

Independientemente de la nomenclatura que se utilice para denominar a


esta tipología de foro (foros neutrales, normales, apropiados o proporciona-
dos), según Garau Sobrino, atribuyen competencia judicial internacional
a un tribunal nacional en función de tres notas: de manera razonable, en
función de una proximidad entre el tribunal señalado y el supuesto de
hecho y sin pretensión de favorecer a una de las partes que intervienen
en el litigio.
La principal consecuencia de la inserción en la norma competencial de
estos foros radica en las altas probabilidades de que la sentencia nacional pro-

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nunciada en función de estos foros obtenga reconocimiento y ejecución en


un tercer Estado. Lo anterior siempre a salvo de la alegación eventual de la
figura del orden público.
La otra cara de la moneda la representan los denominados foros exor-
bitantes o forum impropri. Según la doctrina de Silva Silva, a diferencia de
los anteriores éstos aparecen en la norma competencial cuando se dan dos
notas: la primera es que la conexión entre el supuesto de hecho y el tri­
bunal nacional que declara su competencia es escasa, insuficiente o mínima
tal como sostienen Fernández Arroyo y Boggiano. La segunda es cuando
la atribución de competencia judicial internacional se inclina en claro favor
de los tribunales nacionales de una de las partes que intervienen en el liti-
gio; es decir, la norma de competencia tiende a favorecer el interés priva-
tivo de una de las partes vinculada con el foro que extiende esa normativa
competencial, uniéndonos a Fernández Arroyo, Calvo Caravaca, Carrasco-
sa González, Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo. Dos salvedades amerita
la anterior afirmación, a saber, cuando la balanza se inclina a favor de los tri-
bunales de una parte, siendo ésta el domicilio del demandado; segunda, si la
inclinación se hace a favor de una de las partes implicadas en el litigio con-
curriendo en ésta la cualidad de parte débil, tampoco estamos ante un foro
exorbitante sino ante un foro de protección a decir de Fernández Arroyo.
La gran diferencia entre ambos tipos de foros radica principalmente en
la fase de reconocimiento y ejecución de sentencias nacionales extranjeras. Si
de los foros neutrales afirmábamos sus altas probabilidades no podemos man-
tener estas afirmaciones cuando estamos frente a foros exorbitantes.
Entre los foros exorbitantes encontramos: el forum presentiae, la naciona-
lidad del demandante, foro del patrimonio o el doing business.

6. Los foros generales

El foro general de atribución de competencia por excelencia es el domici-


lio del demandado, según apuntan Fernández Arroyo y Arce. La presenta-
ción de la demanda en el domicilio del demandado se traduce en ventajas
para todos los operadores jurídicos, es decir, para el actor, para el demandado
y para el tribunal nacional que conoce de la causa petendi.

a) Desde el punto de vista del actor desde que asegura la ejecución del
pronunciamiento judicial evitando el riesgo de encontrar una sen-
tencia claudicante tras un pretendido paso de frontera. Así, dictada
sentencia no cabe alegar la falta de recognoscibilidad por orden

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público o por declaración de competencia manifiestamente débil por


el tribunal de origen. El pronunciamiento emitido por los tribunales
del domicilio del demandado será cumplido en dicho Estado sin ale-
gar causales tipo del dipr para la falta de reconocimiento y ejecución.
De igual manera cabe garantizarle que es allí donde el demandado
tendrá bienes necesarios y suficientes para hacer efectivo el aspecto pe­
cuniario de la sentencia.

b) Desde el punto de vista del demandado le conviene el foro de su


domicilio pues se le garantizan los derechos de defensa (notificación,
emplazamiento, etcétera). Aspecto que repercute positivamente en el
actor desde que estas cuestiones procesales de defensa no aparecerán
en una etapa posterior y en su contra.

c) Para el tribunal nacional que entra a conocer del supuesto le repre-


senta una interesante ventaja desde que no se pone en funcionamien-
to su maquinaria por solicitudes vanales o de escasa trascendencia.
De esta forma el actor tendrá en cuenta el peso y razonabilidad de
su causa petendi y pondrá en marcha la maquinaria judicial en caso
justificado y necesario.

7. El foro de necesidad

Partimos de afirmar que los tribunales nacionales declararán su competen-


cia judicial internacional al concurrir en su territorio alguno de los puntos
de conexión establecidos en su ordenación legal, diseñada por la denomi-
nada norma de competencia judicial internacional; la anterior aseveración
se asienta en el principio de legalidad. Cumplido el criterio elegido por
su norma competencial deberá entrar a conocer y resolver el supuesto de
hecho planteado. Por el contrario, los tribunales deben declararse incom-
petentes si de su predeterminación legal no se desprende el diseño de su
normativa de competencia.
Ahora bien, esta regla general tiene una importante excepción ma-
terializada en la figura del foro de necesidad. En este sentido el tribunal se
declara con competencia a pesar de no estar predeterminada con el único
fin de evitar una denegación de justicia, un foro de necesidad. Así, en fun-
ción del diseño de estos foros los tribunales aceptan una competencia no
predeterminada por ley en el caso de concurrir competencias negativas en
los restantes tribunales conectados con el supuesto de hecho. En resumi-

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das cuentas, la afirmación de esta figura permite que un tribunal amplíe


su competencia judicial internacional cuando ésta no está predeterminada
legalmente, como señala Silva Silva.
La consecuencia de atribuirse competencia judicial internacional en
función de este foro no consiste en una futura falta de reconocimiento y
ejecución extraterritorial del pronunciamiento judicial emitido, según la
doctrina de García Moreno. Por el contrario, toda atribución de compe-
tencia justificada en la generación de un foro de necesidad será respetada
conllevando el reconocimiento y la ejecución del pronunciamiento emitido
sobre esta base competencial.
La regulación de este foro la encontramos en el artículo 5o. del Conve-
nio bilateral negociado entre México y España, que a la letra dice: “Se consi-
derará también satisfecho el requisito de la competencia para los efectos del
artículo 11, inciso d, de este Convenio si, a criterio del Tribunal requeri-
do, el Tribunal de origen asumió competencia para evitar denegación de jus-
ticia por no existir órgano jurisdiccional competente”; en el artículo 565 del
cfpc:“No obstante lo previsto en el artículo anterior, el tribunal nacional re-
conocerá la competencia asumida por el extranjero si a su juicio éste hubiera
asumido dicha competencia para evitar una denegación de justicia, por no
existir órgano jurisdiccional competente. El tribunal mexicano podrá asumir
competencia en casos análogos”; en el artículo 566 del cfpc: “También será
reconocida la competencia asumida por un órgano jurisdiccional extranjero
designado por convenio de las partes antes del juicio, si dadas las circunstan-
cias y relaciones de las mismas, dicha elección no implica de hecho impedi-
mento o denegación de acceso a la justicia”; así como en el artículo 2o. de la
Convención Interamericana sobre Competencia en la Esfera Internacional
para la Eficacia Extraterritorial de las Sentencias Extranjeras:

Se considerará también satisfecho el requisito de la competencia en la esfera


internacional si, a criterio del órgano jurisdiccional del Estado Parte donde
deba surtir efectos, el órgano jurisdiccional que pronunció la sentencia asumió
competencia para evitar denegación de justicia por no existir órgano juris-
diccional competente.

8. El foro de protección

Cuando los foros de atribución de competencia judicial internacional prote-


gen a una de las partes, la determinada como débil, en el proceso, favorecien-
do la elección del foro por ella, estamos en presencia de un foro denominado

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“de protección”, como se deriva de la doctrina de Calvo Caravaca y Carras-


cosa González; Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo.
Estos foros persiguen en concreto reestablecer el equilibrio tanto proce-
sal como material que debe existir entre las partes implicadas en una deter-
minada relación jurídica. Este equilibrio se consigue por la inclinación de la
balanza a favor del foro de la parte débil.
Un ejemplo de este foro de protección lo encontramos en la fracción
décima segunda del artículo 156 del cpcdf la cual afirma que: “XII… en
caso de abandono de hogar, el del domicilio del cónyuge abandonado”. La
atribución de competencia en esta norma competencial se realiza a través
de un punto de conexión que claramente favorece a una parte, en concreto,
al cónyuge abandonado.

9. Los foros de economía procesal

En esta categoría de foros nos referimos a los siguientes tipos: el forum conexi-
tatis o foros de vinculación procesal, al foro por pluralidad de demandados,
al forum reconventionis, al forum arresti y al forum reciprocitatis.
Por lo que se refiere al primero, el forum conexitatis, se materializa cuando
un tribunal que tiene competencia judicial internacional para entrar a cono-
cer y resolver un determinado litigio la extiende a demandas que presenten
una conexión directa con la primera. La conexión se puede presentar por la
identidad de partes, de objeto, o de ambos, según afirman Pérez Vera, Aguilar
Benítez de Lugo, Calvo Caravaca, Carrascosa González y Garau Sobrino.
Por lo que se refiere al segundo foro, el de la pluralidad de demandados,
encontramos un claro ejemplo en el artículo 156 del cpcdf en su fracción
IV: “El domicilio del demandado, si se trata del ejercicio de una acción so-
bre bienes muebles, o de acciones personales o del estado civil. Cuando sean
varios los demandados y tuvieren diversos domicilios, será competente el juez que
se encuentre en turno del domicilio que escoja el actor”. Esta subclase la encon-
tramos cuando tenemos varios demandados con domicilios en distintos
Estados los cuales necesitan ser emplazados en un único tribunal ante la
afectación de un mismo pronunciamiento; ante este planteamiento se hace
necesario a la par que útil tener en cuenta un foro de vinculación procesal
que reúna a todos los demandados.
Por lo que se refiere al denominado forum reconventionis éste se refiere a
la posibilidad de que el tribunal que se declara competente para conocer de
una situación privada con elemento de extranjería extienda su competencia
judicial internacional al conocimiento de la demanda reconvencional.

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Según apunta Pérez Vera, por lo que se refiere al forum arresti está basado
en la presencia de bienes o el decreto de su embargo en el territorio del tri-
bunal que declara su competencia judicial internacional, aunque la demanda
posterior nada tenga que ver con esos bienes.
Finalmente, el forum reciprocitatis el cual implica que el extranjero deman-
dado por un mexicano en su foro (México) podrá ser juzgado por tribuna-
les mexicanos siempre que en el Estado del que es nacional el extranjero sus
tribunales declararan igualmente su competencia para conocer de un litigio,
de iguales características, cuando el demandado sea un mexicano. La presen-
cia de este foro se hace depender de un criterio de reciprocidad.

10. Los foros jerárquicos

Esta tipología aparece cuando en la norma de competencia se ordenan


los puntos de conexión, se jerarquizan. En estos foros a pesar de existir
varios puntos de conexión éstos no son alternativos sino jerárquicos, sub-
sidiarios o sucesivos. No son alternativos desde que no se pueden mencio-
nar de forma indistinta sino que deben ser mencionados en el orden que
aparecen diseñados en la norma competencial.
Cuando estamos en presencia de estos foros el tribunal deberá funda-
mentar su competencia judicial internacional en el primer punto preestable-
cido por la norma competencial, a falta de cumplimiento de dicho punto,
podrá fundamentarla en el segundo punto predeterminado legalmente, y
así sucesivamente y siempre en el orden en que aparecen en la norma
competencial.
Un ejemplo de estos foros lo encontramos en el artículo 156 del cpcdf,
en concreto en su fracción V, el cual jerarquiza los puntos de conexión, los
criterios competenciales autónomos mexicanos al señalar que:

En los juicios hereditarios, el juez en cuya jurisdicción haya tenido su último


domicilio el autor de la herencia; a falta de ese domicilio, lo será el de la ubi-
cación de bienes raíces que forman la herencia; y a falta de domicilio y bienes
raíces, el del lugar del fallecimiento del autor de la herencia. Lo mismo se ob-
servará en casos de ausencia.

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V. El forum legis

Esta figura se presenta cuando la declaración de competencia judicial inter-


nacional de un tribunal nacional se hace depender de la aplicación, para la
resolución del fondo de la pretensión, de su derecho material o sustantivo,
produciéndose de esta forma una correlación absoluta entre el forum (el
tribunal) y el ius (el derecho material), como marca la doctrina de Calvo
Caravaca y Carrascosa González, Garau Sobrino, Virgós Soriano y Garci-
martín Alférez.
Con la presencia del forum legis asistimos a una alteración en el orden de
los sectores que conforman el contenido del dipr. Si bien afirmamos que el
primer sector en ser resuelto es el de la competencia judicial internacional y
en segundo lugar el sector del derecho aplicable, con el forum legis asistimos
a una inversión en dicho razonamiento debiendo darse respuesta primero al
derecho aplicable y de forma condicionada a la competencia judicial inter-
nacional. Ahora bien, no creemos que la competencia judicial internacional
coexista con la competencia legislativa en una relación de dependencia de la
primera respecto de la segunda. De no ser así estaríamos alterando el prin-
cipio de predeterminación legal de la competencia.

VI. Regulación competencial

La norma competencial en el contexto mexicano presenta un doble origen:


por un lado, la normativa competencial puede proceder del Poder Legis-
lativo mexicano, el cual de manera libre y soberana configura la normativa
competencial autónoma; por otro lado, la normativa competencial puede
proceder de un foro de codificación (cidip, La Haya, etcétera) que configura
la normativa competencial convencional.
Varias notas queremos destacar antes de iniciar el estudio pormenoriza-
do de cada una de estas normativas.
La primera nota es que la normativa competencial aparece recogida
en un elevado número de cuerpos normativos en la esfera ad intra, es decir,
aparece regulada en cada uno de los códigos de procedimientos civiles de
cada una de las entidades federativas más el Distrito Federal. Cada uno
de ellos diseñado conforme a la libertad soberana que caracteriza a las en-
tidades federativas.

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Derecho internacional privado

La segunda nota es que la normativa competencial judicial internacio-


nal coincide con la normativa competencial interna por razón del terri-
torio, por lo que deberemos buscar en estas últimas una doble respuesta:
quién es el juez nacional con competencia judicial internacional y quién
es el juez mexicano que por razón de territorio debe entrar a conocer y
resolver el supuesto.

1. Regulación convencional

A. Convenciones interamericanas

a. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia


de Letras de Cambio, Pagarés y Facturas

a) Ámbito de aplicación material. Materia de letras de cambio, pagarés y


facturas. A pesar del título de la convención, el cual menciona el sec-
tor del derecho aplicable, encontramos alguna disposición sobre la
competencia judicial internacional; es decir, este es un instrumento
bipartito.

b) Ámbito de aplicación espacial. Argentina, Chile, Costa Rica, Ecuador,


El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú,
República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Panamá el 30 de enero de


1975 con entrada en vigor internacional el 16 de enero de 1976. Se
firma por México el 27 de octubre de 1977, lo aprueba el Senado el 28
de diciembre de 1977, se publica en el dof para su aprobación el 9 de
febrero de 1978, la vinculación de México se da por ratificación el 27
de marzo de 1978, entra en vigor para México el 26 de abril de 1978
y se publica en el dof para su promulgación el 25 de abril de 1978. De
conformidad con el artículo 15, la Convención entrará en vigor el tri­
gésimo día a partir de la fecha en que haya sido depositado el segundo
instrumento de ratificación. Finalmente, el artículo 17 establece que
esta Convención regirá indefinidamente. Estas dos últimas caracterís-
ticas son notas que acompañan siempre a cualquier convención in­
teramericana.
Por lo que hace a la competencia judicial internacional, el artículo
8o. establece que los tribunales de los Estados parte donde la obligación

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deba cumplirse o donde el demandado se encuentre domiciliado serán


competentes para conocer de las controversias que se susciten con mo-
tivo de la negociación de una letra de cambio a opción del actor.
Todo lo mencionado sobre letras de cambio, se debe extender a
los pagarés de conformidad con el artículo 9o. Igualmente, el artículo
10 establece que todo lo anterior, asimismo, aplicará a las facturas entre
Estados parte en cuyas legislaciones tengan el carácter de documentos
negociables, dando seguimiento a la cláusula in fine del artículo 1o.,
México establece que para los efectos de lo dispuesto en el artículo
10, párrafo II, de esta Convención, las facturas no son documentos
negociables de conformidad con la legislación mexicana.

b. Convención Interamericana sobre Exhortos o Cartas Rogatorias

a) Ámbito de aplicación material. Exhortos o cartas rogatorias. De con-


formidad con el artículo 2o. se extiende a las actuaciones y procesos
en materia civil o comercial derivadas de órganos jurisdiccionales,
siempre que tengan por objeto la realización de actos procesales de
mero trámite tales como notificaciones, citaciones o emplazamientos
en el extranjero así como la recepción y obtención de pruebas de
informes en el extranjero. El artículo 3o. realiza una exclusión ma-
terial, al establecer que dicho Convenio no se aplica al exhorto que
implique acto de ejecución coactiva. De conformidad con el artículo
16, los Estados parte podrán declarar que extienden este Convenio a
la tramitación de exhortos a materia criminal, laboral, contencioso-
administrativa, juicios arbitrales u otras materias objeto de jurisdic-
ción especial.

b) Ámbito de aplicación espacial. Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Sal-


vador, España, Estados Unidos de América, Guatemala, México, Uru-
guay y Venezuela.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Panamá el 30 de enero de


1975, con entrada en vigor internacional el 16 de enero de 1976, de
conformidad con el artículo 22, la Convención entra en vigor el tri-
gésimo día a partir del depósito del segundo instrumento de ratifica-
ción. Igualmente, el artículo 24 establece que esta Convención regirá
indefinidamente. Cláusulas, ambas, tipo de las convenciones intera­
mericanas. México lo firma el 27 de octubre de 1977, lo aprueba por
el Senado el 28 de diciembre de 1977, se publica en el dof para su

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aprobación el 20 de febrero de 1978, México se vincula por ratifica-


ción el 27 de marzo de 1978, entra en vigor el 26 de abril de 1978 y
se publica en el dof para su promulgación el 25 de abril de 1978.

El artículo 1o. realiza una equiparación entre las expresiones exhortos y


cartas rogatorias. De igual manera establece que las expresiones commissions
rogatoires, letters rogatory y “cartas rogatorias” comprenden tanto los exhortos
como las cartas rogatorias.
El artículo 4o. establece las vías por las cuales se puede transmitir el ex-
horto, siendo éstas las propias partes interesadas, la vía judicial, funcionarios
consulares o agentes diplomáticos o por las autoridades centrales. En cum-
plimiento de la cláusula in fine del artículo 4o., México designa a la Secre-
taria de Relaciones Exteriores como la autoridad central competente para
recibir y distribuir exhortos a los efectos provistos en la Convención.
De conformidad con el artículo 9o., no se establece una relación directa
entre el cumplimiento del exhorto y el reconocimiento de la competen-
cia del Estado requirente, ni con el compromiso de reconocer la validez y
ejecutar la sentencia que se dictare. En este sentido, el gobierno de México
interpreta que el artículo 9o. se refiere a la validez internacional de las sen-
tencias extranjeras.
En orden a dar agilidad a este exhorto, el artículo 11 establece que si
el órgano jurisdiccional requerido se declara incompetente para su trami-
tación, dará traslado de oficio a la autoridad competente de su Estado. En
este mismo afán se establece en el artículo 14 que los Estados parte que
pertenezcan a sistemas de integración económica podrán acordar directa-
mente entre sí, procedimientos y trámites particulares más expeditos que los
previstos en esta Convención.
México realiza tres notas aclaratorias de la cual cabe resaltar aquí la
Nota 3, la cual afirma que: “El gobierno de México designó a la sre-Direc-
ción General de Asuntos Jurídicos-autoridad central competente para recibir
y distribuir exhortos o cartas rogatorias a los efectos previstos en la Con-
vención”.

c. Convención Interamericana sobre Eficacia Extraterritorial


de las Sentencias y Laudos Arbitrales Extranjeros

a) Ámbito de aplicación material. Eficacia extraterritorial de las sentencias y


laudos. De conformidad con el artículo 1o. la Convención se aplicará
a las sentencias judiciales y laudos arbitrales dictados en procesos civi-
les, comerciales o laborales en uno de los Estados parte, a menos que

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al momento de la ratificación se haga expresa reserva de limitarla a


las sentencias de condena en materia patrimonial. México realiza una
reserva en función del artículo 1o. al establecer que limita la aplicación
de este convenio a las sentencias de condena en materia patrimo-
nial dictadas en uno de los Estados parte. La convención, asimis-
mo, permite extender su contenido a las resoluciones que terminen
en el proceso, a las dictadas por autoridades que ejerzan alguna fun-
ción jurisdiccional y a las sentencias penales en cuanto se refieran a
la indemnización de perjuicios derivados del delito. Igualmente, esta
Convención establece en el artículo en comento que se aplicará en
lo relativo a laudos arbitrales en todo lo no previsto en la Convención
Interamericana sobre Arbitraje Comercial Internacional suscrita en Pa-
namá el 30 de enero de 1975.

b) Ámbito de aplicación espacial. Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador,


México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Montevideo, el 8 de mayo de


1979, con entrada en vigor internacional el 14 de junio de 1980,
de conformidad con el artículo 11, esta Convención entrará en vigor
el trigésimo día a partir de la fecha en que haya sido depositado el se-
gundo instrumento de ratificación. Igualmente, de conformidad con
el artículo 13 regirá indefinidamente. México lo firma el 2 de diciem-
bre de 1986, lo aprueba por el Senado el 27 de diciembre de 1986, se
publica en el dof para su aprobación el 4 de febrero de 1987, México
se vincula por ratificación el 12 de junio de 1987, entra en vigor el
11 de julio de 1987 y se publica en el dof para su promulgación el 20
de agosto de 1987. Hay una fe de erratas publicada en el dof del 30 de
no­viembre de 1987.
De conformidad con el artículo 2o., las sentencias y laudos tendrán
eficacia extraterritorial si reúnen las siguientes condiciones: 1) que
vengan revestidos de las formalidades externas necesarias para ser con-
siderados auténticos en el Estado de procedencia; 2) que estén debida-
mente traducidos al idioma oficial del Estado donde deba surtir efecto;
3) que se presenten debidamente legalizados de conformidad con la
ley estatal donde deban surtir efectos; 4) que la autoridad sentenciadora,
tenga competencia para conocer y juzgar el asunto de conformidad
con la ley del Estado donde deba surtir efecto; 5) que el demandado ha­
ya sido notificado o emplazado en debida forma de conformidad con
la ley del Estado donde deba surtir efecto; 6) que se haya ase­gurado

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la defensa de las partes; 7) que tenga carácter de ejecutoriado o fuer-


za de cosa juzgada en el Estado en que fueren dictados, y 8) que no
contraríen principios y leyes de orden público del Estado requerido.
México realiza una declaración interpretativa al mencionar que en re-
lación con el artículo 2o., párrafo d, de la Convención, dicha condición
se considerará cumplida cuando la competencia del juez o tribunal
haya sido establecida de modo coincidente con las reglas reconocidas
en la Convención Interamericana sobre Bases de Competencia en la
Esfera Internacional para la Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y
Laudos Extranjeros, quedando excluidas todas las materias a que se re-
fiere el artículo 6o. del propio instrumento firmado en La Paz, Bolivia,
el 24 de mayo de 1984.
De conformidad con el artículo 3o., los documentos de compro-
bación indispensables para solicitar el cumplimiento de la sentencia
o laudo son las copias auténticas de la sentencia o laudo, de las piezas
necesarias para acreditar que se ha dado cumplimiento a los incisos e
y f del artículo 2o. y del auto que declare que la sentencia o laudo tie-
ne carácter ejecutoriado o de cosa juzgada. México, asimismo, realiza
otra declaración interpretativa en este artículo 3o., señalando que los
Estados Unidos Mexicanos interpretan, con relación al artículo 3o.,
que para la homologación y ejecución coactiva de sentencias y laudos
extranjeros es necesaria su transmisión por medio de exhortos o
cartas rogatorias en las que aparezcan las citaciones necesarias para
que las partes comparezcan ante el exhortado.

d. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia


de Sociedades Mercantiles

a) Ámbito de aplicación material. Conflictos de leyes en materia de socie-


dades mercantiles. En una convención bipartita desde que el artículo
6o. introduce una normativa competencial.

b) Ámbito de aplicación espacial. Argentina, Brasil, Guatemala, México,


Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Es un convenio inter partes de
conformidad con el artículo 1o., el cual solicita sociedades mercanti-
les constituidas en cualquiera de los Estados parte.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Montevideo el 8 de mayo


de 1979, la entrada en vigor internacional es el 14 de junio de 1980.
México la firma el 3 de agosto de 1982, la aprueba el Senado el 17

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de diciembre de 1982, se publica en el dof para su aprobación el 13 de


enero de 1983, la vinculación de México se da por ratificación el 9
de marzo de 1983, la entrada en vigor para México es el 8 de abril de
1983 y se publica en el dof para su promulgación el 28 de abril de 1983.
De conformidad con el artículo 12, esta Convención entra en vigor el
trigésimo día a partir de la fecha en que se haya depositado el segundo
instrumento de ratificación. Igualmente, de conformidad con el ar­
tículo 14 regirá indefinidamente.

El artículo 6o. introduce una normativa competencial al afirmar que las


sociedades mercantiles constituidas en un Estado, para el ejercicio directo o
indirecto, de los actos comprendidos en su objeto social quedarán sujetas a
los órganos jurisdiccionales del Estado donde los realicen.

e. Convención Interamericana sobre Competencia en la Esfera Internacional


para la Eficacia Extraterritorial de las Sentencias Extranjeras

a) Ámbito de aplicación material. Competencia en la esfera internacional


para la eficacia extraterritorial de las sentencias extranjeras. De con-
formidad con el artículo 6o., esta convención no rige en la materias
de: estado civil y capacidad de las personas físicas, divorcio, nulidad
y régimen de los bienes del matrimonio, pensiones alimenticias, su-
cesión testamentaria o intestada, quiebras, concursos, concordatos o
procedimientos análogos, liquidación de sociedades, cuestiones la­
borales, seguridad social, arbitraje, daños y perjuicios de naturaleza
extracontractual, cuestiones marítimas y aéreas. En sentido positivo, el
artículo 7o. establece que las partes podrán declarar la aplicación de
este Convenio a las resoluciones que terminen el proceso, a las dicta-
das por autoridades que ejercen alguna función jurisdiccional y a las
sentencias penales referidas a la indemnización de daños y perjuicios
derivados del delito.

b) Ámbito de aplicación espacial. Únicamente dos Estados la han ratificado


a la fecha, México y Uruguay. Lo anterior da sentido al artículo 13 de
esta Convención, la cual exige dos instrumentos de ratificación depo-
sitados para que la Convención entre en vigor el trigésimo día a partir
de dicho depósito.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Paz, Bolivia, el 24 de mayo


de 1984, con entrada en vigor internacional el 24 de diciembre de

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2004, de conformidad con el artículo 15, esta Convención regirá in-


definidamente. México lo firma el 2 de diciembre de 1986, lo aprueba
por el Senado el 27 de diciembre de 1986, se publica en el dof para su
aprobación el 6 de febrero de 1987, México se vincula por ratificación
el 12 de junio de 1987, entra en vigor el 24 de diciembre de 2004 y
se publica en el dof para su promulgación el 28 de agosto de 1987.

México realiza una declaración interpretativa a la hora de ratificar la Con-


vención señalando que en el artículo 11, en la página oficial de la oea,
aparece el dato de que México realiza una declaración interpretativa en
función del artículo 11 de la Convención sobre Competencia en la Esfera
Internacional para la Eficacia Extraterritorial de las Sentencias Extranjeras,
cuando debiera de citar el artículo 12, el cual menciona que los Estados
signatarios de la Convención Interamericana sobre Eficacia Extraterritorial
de las Sentencias y Laudos Arbitrales Extranjeros firmada en Montevideo,
el 8 de mayo de 1979, pueden, además, formular declaraciones en cualquier
momento en el sentido de que la presente Convención será aplicada para
determinar la validez de la competencia en la esfera internacional a que
se refiere el inciso d del artículo 2o. de aquella Convención, será aplica-
do para determinar la validez de la competencia en la esfera internacional
a que se refiere el párrafo d del artículo 2o. de la Convención Interamericana
sobre Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y Laudos Arbitrales Extran-
jeros sin perjuicio de que México pueda aplicar esta Convención en forma
independiente. En ese sentido recordemos que el artículo 2o., inciso d, de
la Convención sobre Eficacia Extraterritorial, mencionaba que las senten-
cias, laudos arbitrales y resoluciones jurisdiccionales extranjeras tendrán
eficacia extraterritorial en el Estado parte si el juez sentenciador tiene
competencia en la esfera internacional para conocer y juzgar del asunto
de acuerdo con la ley del Estado donde deba surtir efecto.
El artículo 1o. establece que con el objeto de obtener reconocimiento
en terceros Estados de las sentencias que se emiten en otros Estados, de-
ben de establecerse requisitos en la determinación de la competencia
directa del tribunal de origen y en este sentido, a través de cuatro grandes
apartados establece los requisitos competenciales del tribunal de origen: el
primero de los rubros competenciales, se destina a las acciones personales
de naturaleza patrimonial y así solicita que el demandado al momento de
entablarse la demanda haya tenido su domicilio o residencia habitual en el
territorio del Estado parte donde fue pronunciada la sentencia, si se trata
de personas físicas, o que haya tenido su establecimiento principal en dicho

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territorio, en el caso de las personas jurídicas; asimismo, en el caso de


acciones contra sociedades civiles o mercantiles de carácter privado, al mo-
mento de entablarse la demanda, deben tener su establecimiento principal
en el Estado parte donde fue pronunciada la sentencia o bien, hubieren sido
constituidas en dicho Estado parte. Igualmente, respecto de acciones contra
sucursales, agencias o filiales de sociedades civiles o mercantiles, de carác-
ter privado, que las actividades que originaron las demandas se hayan
realizado en el Estado parte donde fue pronunciada la sentencia. El último
supuesto de esta primera previsión competencial se destina a los fueros re-
nunciables señalando que el demandado haya aceptado por escrito la com-
petencia del órgano jurisdiccional que pronunció la sentencia, o si, a pesar
de haber comparecido en el juicio no haya cuestionado oportunamente
la competencia de dicho órgano. El segundo de los rubros competenciales
se destina a las acciones reales sobre bienes inmuebles requiriendo que al
momento de entablarse la demanda, los bienes inmuebles estuvieran ubi-
cados en el territorio del Estado parte donde fue pronunciada la sentencia,
reconociendo así el principio competencial forum rei sitae. El tercer y últi-
mo rubro competencial, se destina a acciones derivadas de contratos mer-
cantiles celebrados en la esfera internacional, señalando que las partes
hubieran acordado por escrito someterse a la jurisdicción del Estado que
pronunció la sentencia, siempre y cuando tal competencia no haya sido
establecida en forma abusiva y haya existido una conexión razonable con el
objeto de la controversia.
Por su parte, el artículo 2o. habla del foro de necesidad o denegación de
justicia al señalar que el requisito competencia está satisfecho si el órgano
que pronunció la sentencia la asumió para evitar denegación de justicia al
no existir órgano competente.
En otro orden de ideas, el artículo 3o. menciona que en la sentencia
pronunciada para decidir una contrademanda el requisito competencial se
considera satisfecho en dos supuestos: primero, si la contrademanda es una
acción independiente, y segundo, si la demanda principal cumple con las
disposiciones competenciales del artículo 1o. y la contrademanda se funda-
mentó en hechos de la demanda principal.
Por su parte, el artículo 4o. establece que podrá negarse reconocimiento
a una sentencia que se ha emitido invadiendo la competencia exclusiva del
Estado ante el cual se invoca.
El artículo 5o. establece que las sentencias extranjeras deben venir reves-
tidas del carácter de cosa juzgada.

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f. Convención Interamericana sobre Obligaciones Alimentarias

a) Ámbito de aplicación material. Obligaciones alimentarias.

b) Ámbito de aplicación personal. De conformidad con el artículo 1o. la


Convención se aplica respecto de menores por su calidad de tales y
a las relaciones matrimoniales entre cónyuges o quienes hayan sido
tales. En este rubro debemos hacer una doble matización. Por un
lado afirmar que, de conformidad con el artículo 2o., se considera
menor a quien no haya cumplido la edad de dieciocho años. Ahora
bien, los beneficios de este instrumento se extienden a quien habien-
do cumplido dicha edad, continúe siendo acreedor de prestaciones
alimentarias de conformidad con la legislación aplicable prevista en
los artículos 6o. y 7o. Por otro lado debemos afirmar que, en función
del artículo 3o. de este instrumento convencional, México realiza
una declaración interpretativa en la que se afirma que:

El Gobierno de México, declara de conformidad con el artículo 3o. de la


Convención que reconoce como acreedores alimentarios además de los
señalados, a los concubinos, a los parientes colaterales dentro del cuarto
grado menores o incapaces y al adoptado en relación con el adoptante.
La obligación de dar alimentos es recíproca. El que los da tiene a su vez
el derecho de pedirlos.

Se amplía así el espectro de acreedores alimentarios.

c) Ámbito de aplicación espacial. Los Estados parte son Argentina, Beli-


ce, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Panamá,
Para­guay, Perú y Uruguay. Igualmente de este instrumento se des-
prende que es de carácter inter partes al señalar el artículo 1o. que el
acreedor de alimentos debe tener su domicilio o residencia habitual en
un Estado parte y el deudor de alimentos debe tener su domicilio o
residencia habitual, bienes o ingresos en otro Estado parte.

d) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Montevideo el 15 de julio


de 1989, con entrada en vigor internacional el 6 de marzo de 1996, de
conformidad con el artículo 31, el Convenio entra en vigor el trigé-
simo día a partir de la fecha en que haya sido depositado el segundo
instrumento de ratificación. En este sentido concluimos afirman­
do, de conformidad con el artículo 32, que este Convenio regirá

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indefinidamente. México lo firma el 6 de abril de 1992, lo aprueba


por el Senado el 22 de junio de 1994, se publica en el dof para su
aprobación el 6 de julio de 1994, México se vincula por ratificación el
5 de octubre de 1994, entra en vigor el 6 de marzo de 1996 y se pu­blica
en el dof para su promulgación el 18 de noviembre de 1994.

Este Convenio de conformidad con el artículo 1o. afirma que tiene como
objeto la determinación del derecho aplicable a las obligaciones alimen-
tarias, así como a la competencia y a la cooperación procesal internacional.
Señalándose así el carácter tripartito de este instrumento convencional. Es-
tamos ante la convención interamericana más ambiciosa tras abarcar tres
sectores que conforman parte del contenido del dipr, es decir, competencia
judicial internacional, derecho aplicable, y reconocimiento y ejecución de
sentencias extranjeras.
En relación a la competencia judicial internacional encontramos los
artículos 8o. a 10 donde se regulan foros alternativos, muy generosos, con la
sana intención de proteger a la parte débil de la relación jurídica, siendo éste
el acreedor de alimentos.
Por lo que se refiere al artículo 8o., son competentes en la esfera in-
ternacional para conocer de las reclamaciones de alimentos a opción del
acreedor: 1) el juez o autoridad del Estado del domicilio o de la residencia
habitual del acreedor; 2) el juez o autoridad del Estado del domicilio o de
la residencia habitual del deudor, o 3) el juez o autoridad del Estado con
el cual el deudor tengan vínculos personales, entendiéndose por dichos
vínculos: posesión de bienes, percepción de ingresos u obtención de bene-
ficios económicos.
El artículo 8o. en su cláusula in fine amplía estos foros competentes a
través de la figura de la sumisión tácita, al señalar que se considerarán igual-
mente competentes las autoridades judiciales o administrativas de otros Esta-
dos a condición de que el demandado en el juicio hubiera comparecido sin
objetar la competencia.
El artículo 9o., por su parte, prevé las situaciones de aumento, disminu-
ción o cese de dicha prestación y en este sentido, para el caso de aumento
señala cualquier autoridad del artículo 8o., mientras que para la reducción
o cese señala a quien hubiere conocido de su fijación.
Por último, el artículo 10, sin ser una normativa competencial, estricto
sensu, viene a cerrar la previsión competencial de este instrumento, así las
cosas, menciona el principio de proporcionalidad entre la necesidad del ali-
mentario y la capacidad del alimentante. Se cierra este apartado competen-
cial disponiendo que el juez o autoridad responsable del aseguramiento o

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de la ejecución de la sentencia que adopta medidas provisionales o dispone


la ejecución de un monto inferior al solicitado quedará a salvo los derechos
del acreedor.
México declara en una segunda nota que: “México designó a la Secre-
taría de Relaciones Exteriores —dgpac/Oficina de Derecho de Fami-
lia— como autoridad central”.

g. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes


en Materia de Adopción de Menores

a) Ámbito de aplicación material. Conflictos de leyes en materia de adop-


ción de menores. De conformidad con el artículo 1o. la Convención
se aplicará a la adopción de menores bajo las formas de adopción ple-
na, legitimación adoptiva y otras instituciones afines, que equiparen al
adoptado a la condición de hijo cuya filiación esté legalmente estable-
cida cuando el adoptante o adoptantes tengan su domicilio en un Es-
tado parte y el adoptado su residencia habitual en otro Estado parte.

b) Ámbito de aplicación espacial. Los Estados parte son Belice, Brasil, Chile,
Colombia, Honduras, México y Panamá. Es un convenio inter partes
al requerir, tal y como acabamos de expresar a tenor del artículo 1o.,
que el adoptante o adoptantes tengan su domicilio en un Estado parte
y el adoptado tenga su residencia habitual en otro Estado parte.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Paz, Bolivia, el 24 de mayo


de 1984, con entrada en vigor internacional el 26 de mayo de 1988, de
conformidad con el artículo 26, la Convención entra en vigor el tri-
gésimo día a partir de la fecha del depósito del segundo instrumento
de ratificación. Igualmente se afirma en el artículo 28 que la Con-
vención regirá indefinidamente. México la firma el 2 de diciembre
de 1986, la aprueba el Senado el 27 de diciembre de 1986, se publica
en el dof para su aprobación el 6 de febrero de 1987, la vinculación
de México se da por ratificación el 12 de junio de 1987, la entrada en
vigor para México es el 26 de mayo de 1988 y la publicación en el
dof para su promulgación es el 21 de agosto de 1987. Hay una fe de
erratas publicada en el dof del 13 de julio de 1992.

El primer comentario que hacemos es que nuevamente encontramos un


título “engañoso” pues su contenido no es unitario sino que es bipartito al
regular tanto derecho aplicable como cji.

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México realiza una declaración al ratificar la Convención en la cual afir-


ma que hace extensiva la aplicación de la Convención a los distintos supues-
tos de adopción a que se refieren los artículos 12 y 20 de dicho instrumento
interamericano. A lo anterior hace una rectificación señalando que:

La Misión Permanente de México ante la oea mediante nota número 01369,


de fecha 28 de mayo de 1992 informó a la Secretaría General en su ca-
lidad de depositaria de la Convención Interamericana sobre Conflicto de Leyes
en Materia de Adopción, la siguiente rectificación a la declaración hecha al
ratificar la referida convención: El Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos
declaró hacer extensiva la aplicación de la mencionada Convención a los dis-
tintos supuestos de adopción a que se refieren los artículos 12 y 20 de dicho
instrumento, referencia que es incorrecta ya que tal declaración se aplica a los
artículos 2o. y 20 de la citada Convención, suscrita en La Paz, Bolivia, el 24 de
mayo de 1984.

En ese sentido, el artículo 2o. afirma que cualquier Estado parte podrá de-
clarar al momento de firmar o ratificar el Convenio o adherirse a él que
extiende su aplicación a cualquier otra forma de adopción internacional
de menores. En ese sentido, el artículo 20 afirma que cualquier Estado parte
podrá en todo momento declarar que el convenio se aplica a las adopciones
de menores con residencia habitual en él por personas que también tengan
residencia habitual en el mismo Estado parte, cuando, de las circunstan-
cias del caso concreto, a juicio de la autoridad interviniente, resulte que el
adoptante (o adoptantes) se proponga constituir domicilio en otro Estado
parte después de constituída la adopción. Este artículo 20 posibilita que una
adopción puramente nacional se convierta en internacional si cumple dos
requisitos: primero, que sea a juicio de la autoridad interviniente, y segundo,
que haya un cambio de domicilio con posterioridad a la constitución de la
adopción y a otro Estado contratante. De lo anterior nos cuestionamos si
esto no puede ser una vía para constituir fraude en la constitución de
las adopciones y la segunda cuestión es la sanción impuesta en caso
de comprobarse que hay un fraude al foro y a la ley ante la inexistencia de
un cambio de domicilio, amén de ir en claro retroceso en pro de la protec-
ción internacional de menores en un supuesto de adopción internacional
en donde se califica a la misma con base en la residencia en distintos Estados
por parte de adoptado y adoptante.
Por lo que se refiere a la determinación competencial encontramos los
artículos 15 al 17 y en este sentido se afirma que será competente en el otor-
gamiento de la adopción la autoridad del Estado de la residencia habitual

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del adoptado. Para decidir sobre revocación o anulación, serán competentes


los jueces del Estado de la residencia habitual del adoptado al momento
del otorgamiento de la adopción. Para decidir la conversión de la adopción
simple en plena, serán competentes, a elección del actor, las autoridades del
Estado de residencia habitual del adoptado al momento de la adopción o las
del Estado donde tenga domicilio el adoptante o en las del Estado donde
tenga domicilio el adoptando cuando tenga domicilio propio al momento
de pedirse la conversión. Finalmente, serán competentes, para decidir las
cuestiones relativas a las relaciones entre adoptado y adoptantes y la fami-
lia de éste, los jueces del Estado del domicilio del adoptante mientras el
adoptado no constituya domicilio propio. A partir del momento en que
el adoptado tenga domicilio propio será competente, a elección del actor, el
juez del domicilio del adoptado o del adoptante.

h. Convención Interamericana sobre Restitución Internacional de Menores

a) Ámbito de aplicación material. Restitución internacional de menores. En


ese sentido, el artículo 1o. afirma que este Convenio tiene por objeto
asegurar la pronta restitución de menores. En este orden de ideas,
se afirma que el objeto de esta Convención es hacer respetar el ejer-
cicio del derecho de visita y el de custodia o guarda por parte de sus
titulares. Siguiendo lo dispuesto en el artículo 3o., el derecho de cus-
todia o guarda comprende el derecho relativo al cuidado del menor y,
en especial, el de decidir su lugar de residencia. Igualmente, el derecho
de visita comprende la facultad de llevar al menor por un tiempo limi-
tado a un lugar diferente al de su residencia habitual. Culminando este
marco teórico-conceptual, el artículo 4o. señala que se considera ilegal
el traslado o la retención de un menor cuando se produzca en vio-
lación de los derechos que ejercían, individual o conjuntamente, los
padres, tutores o guardadores o cualquier institución inmediatamente
antes de ocurrir el hecho de conformidad con la ley de la residencia
habitual del menor.

b) Ámbito de aplicación personal. De conformidad con el artículo 2o., se


considera menor toda persona que no haya cumplido dieciséis años
de edad.

c) Ámbito de aplicación espacial. Los Estados parte son: Antigua y Barburda,


Argentina, Belice, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador, México, Ni-
caragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Es un Convenio inter

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partes desde que el artículo 1o. señala que los menores deben tener su
residencia habitual en un Estado parte, siendo trasladados ilegalmente
desde cualquier Estado a un Estado parte o que habiendo sido tras­
ladados legalmente, hubieren sido retenidos ilegalmente.

d) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Montevideo, el 15 de julio


de 1989, con entrada en vigor internacional el 4 de noviembre de
1994, de conformidad con el artículo 36 de este instrumento entrará
en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que haya sido depo-
sitado el segundo instrumento de ratificación. Disponiéndose en este
sentido en el artículo 37 que este instrumento regirá indefinidamente.
México la firma el 6 de abril de 1992, se aprueba por el Senado el
22 de junio de 1994, se publica en el dof para su aprobación el 6 de
julio de 1994, la vinculación de México se produce por ratificación
el 5 de octubre de 1994, la entrada en vigor para México es el 4 de
noviembre de 1994 y se publica en el dof para su promulgación el 18
de noviembre de 1994.

Por lo que se refiere a las disposiciones competenciales previstas en este


Convenio, el artículo 6o. hace competente para conocer de la solicitud
de restitución de menores a las autoridades judiciales o administrativas de
la residencia habitual del menor inmediatamente antes de su traslado o
retención. A esta regla general se le suma una especificidad al señalar que
a opción del actor y en caso de urgencia, son competentes las autoridades
donde se encontrare o se supone que se encontrare el menor al momen-
to de efectuarse dicha solicitud, así como las autoridades donde se hubiere
producido el hecho ilícito que dio motivo a la reclamación (forum loci
delicti commissi). La especificidad mencionada en este segundo apartado,
implica alternatividad respecto a la regla competencial de la residencia
habitual del menor.
Además de la vía judicial, este Convenio prevé la creación de autori-
dades centrales y en ese sentido, el artículo 7o. determina que dichas au-
toridades se encargarán del cumplimiento de las obligaciones impuestas en
este Convenio, dando cumplimiento a este requisito México el 4 de mayo de
2004 designó a la Secretaría de Relaciones Exteriores —Oficina de Derecho
de Familia— como autoridad central encargada del cumplimiento de las
obligaciones que establece la Convención Interamericana sobre Restitución
Internacional de Menores, en los términos a que se refiere su artículo 7o.
Datos: Secretaría de Relaciones Exteriores. Dirección General de Protec-
ción y Asuntos Consulares. Oficina de Derecho de Familia.

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A tenor de estas ideas, se establece que la autoridad central colaborará


con los actores del procedimiento y las autoridades competentes para ob-
tener la localización y restitución del menor facilitando su rápido regreso y
recepción, auxiliando a los interesados en la obtención de los documentos
necesarios para el procedimiento previsto en este instrumento. Así, las au-
toridades centrales cooperarán entre sí e intercambiarán información sobre
el funcionamiento de este instrumento con el fin de garantizar la restitu-
ción inmediata de los menores.
Por lo que se refiere a la previsión normativa del derecho de visita nos
encontramos con el artículo 21 el cual dispone que la solicitud destinada a
hacer respetar este derecho puede dirigirse a las autoridades competentes
de cualquier Estado parte conforme a lo dispuesto en el artículo 6o. de este
instrumento convencional. El procedimiento a seguir será el previsto por
este mismo instrumento respecto a la restitución del menor.

B. Convenios de La Haya

a. Convenio de La Haya sobre Aspectos Civiles


de la Sustracción Internacional de Menores

a) Ámbito de aplicación material. Aspectos civiles de la sustracción inter­


nacional de menores. De conformidad con el artículo 4o., la Conven-
ción dejará de aplicarse cuando el menor alcance la edad de dieciséis
años. El artículo 5o., en un marco teórico conceptual, establece qué
debemos entender por derecho de custodia y por derecho de visita.
Con respecto al primero, derecho de custodia, comprenderá el dere-
cho relativo al cuidado de la persona del menor y, en concreto,
el de decidir su lugar de residencia; por lo que hace al segundo,
dere­cho de visita, comprenderá el derecho de llevar al menor por un
periodo de tiempo limitado a un lugar diferente del de su residencia
habitual. En este sentido, podemos englobar los artículos 31 y 32. Por
lo que se refiere al primero, determina que cuando un Estado tenga
dos o más sistemas de derechos aplicables en unidades territoriales di-
ferentes, toda referencia a la residencia habitual se interpretará que se
refiere a la residencia habitual en una unidad territorial de ese Estado,
igualmente, toda referencia a la ley del Estado de residencia habitual
se interpretará que se refiere a la ley de la unidad territorial del Esta­
do donde resida habitualmente el menor. Por lo que respecta al se-
gundo, determina que cuando se trate de un Estado que en materia de
cus­todia tenga dos o más sistemas de derechos aplicables a diferentes

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categorías de personas, toda referencia a la ley de ese Estado se inter-


pretará que se refiere al sistema de derecho especificado por la ley de
dicho Estado.

b) Ámbito de aplicación espacial. La Convención, de acuerdo al artículo 4o.,


a todo menor que tuviera su residencia habitual en un Estado contra-
tante inmediatamente antes de la infracción de los derechos de cus-
todia o visita. De conformidad con el artículo 39, todo Estado podrá
declarar su extensión al conjunto de los territorios de cuyas relaciones
exteriores esté encargado, o solo a uno o varios de esos territorios.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Haya, el 25 de octubre


de 1980, con entrada en vigor internacional el 1o. de diciembre de
1983, de conformidad al artículo 35, la Convención sólo se aplicará
entre los Estados contratantes en los casos de traslado o retenciones
ilícitos ocurridos con posterioridad a su entrada en vigor. Asimis-
mo, el artículo 43, expresa que la Convención entrará en vigor el
primer día del tercer mes del calendario siguiente al depósito del
tercer instrumento. Igualmente, se menciona en el artículo 44 que la
Convención permanecerá en vigor durante cinco años. En México
la aprueba el Senado el 13 de diciembre de 1990, se publica en el dof
para su aprobación el 14 de enero de 1991, la vinculación de México
se produce por adhesión el 20 de junio de 1991, entra en vigor para
México, el 1o. de septiembre de 1991 y se publica en el dof para su
promulgación el 6 de marzo de 1992.

La finalidad de la Convención es garantizar la restitución inmediata de los


menores trasladados o retenidos ilícitamente en cualquier Estado contra-
tante, así como velar por los derechos de custodia y visita vigentes en uno
de los Estados contratantes para que se respeten en el resto de los Estados
contratantes.
El artículo 6o. establece la figura de la autoridad central, la cual está en-
cargada del cumplimiento de las obligaciones que impone la Convención,
así particulariza señalando que los Estados federales tendrán libertad para
designar más de una autoridad central, en este caso México señala a la Se-
cretaría de Relaciones Exteriores, Dirección General de Protección y Asun-
tos Consulares, Oficina de Derecho de Familia, como Autoridad Central.
Siguiendo esta idea, el artículo 7o., menciona que las autoridades centrales
deben colaborar entre sí, adoptando ya sea directamente o a través de inter-
mediarios aquellas medidas que permitan: 1) localizar al menor; 2) prevenir

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que sufra mayores daños; 3) garantizar la restitución voluntaria; 4) inter-


cambiar información relativa a la situación social del menor; 5) facilitar
información general sobre la legislación estatal relativa a la aplicación de
este Convenio; 6) incoar o facilitar la apertura de un procedimiento con el
objeto de conseguir la restitución del menor y en su caso, permitir la re-
gulación o ejercicio efectivo del derecho de visita; 7) conceder o facilitar
la asistencia judicial y jurídica; 8) garantizar la restitución del menor sin
peligro, y 9) mantenerse mutuamente informadas sobre la aplicación de este
Convenio, eliminando sus obstáculos.
Igualmente, las autoridades centrales tienen las mismas obligaciones de
cooperación en este derecho de visita, así como para el cumplimiento para
todas las condiciones a que pueda estar sujeto dicho derecho, eliminando to-
dos los obstáculos y adoptando todas las medidas necesarias para su ejercicio.

b. Convenio de La Haya sobre la Protección de Menores


y la Cooperación en Materia de Adopción Internacional

a) Ámbito de aplicación material. Protección de menores y cooperación en


materia de adopción internacional. De conformidad con el artículo
1o., la Convención tiene por objeto establecer garantías para que las
adopciones internacionales consideren el interés superior del menor y
el respeto a los derechos fundamentales; por otra parte, tiene por objeto
establecer un sistema de cooperación que asegure el respeto a dichas
garantías y en consecuencia prevengan la sustracción, la venta o el trá-
fico de niño. Por último, tiene por objeto asegurar el reconocimiento
de las adopciones realizadas en el marco de este instrumento. De con-
formidad con el artículo 2o., fracción 2, este Convenio sólo se refiere a
las adopciones que establecen un vínculo de filiación. Por su par­te
el artículo 3o. afirma que la Convención deja de aplicarse si no se han
otorgado las aceptaciones a las que se refiere el artículo 17, apartado C,
antes de que el niño alcance la edad de 18 años.

b) Ámbito de aplicación espacial. Los Estados parte son Albania, Alemania,


Andorra, Australia, Austria, Azerbaiyán, Bélgica, Belice, Bielorrusia,
Bolivia, Brasil, Bulgaria, Burkina Faso, Burundi, Canadá, Colombia,
Costa Rica, Chile, China, Chipre, Dinamarca, Ecuador, El Salvador,
Eslovaquia, Eslovenia, España, Estados Unidos de América, Estonia,
Filipinas, Finlandia, Francia, Georgia, Guinea, Hungría, India, Islandia,
Israel, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Madagascar, Mali, Mal-
ta, Mauricio, México, Mónaco, Mongolia, Noruega, Nueva Zelanda,

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Países Bajos, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, Portugal, Reino Unido


de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Rumania, República Checa,
República de Moldova, San Marino, Sri Lanka, Sudáfrica, Suecia,
Suiza, Tailandia, Turquía, Uruguay y Venezuela. De conformidad con
el artículo 2o., este Convenio se aplica cuando un niño con residencia
habitual en un Estado contratante (el Estado de origen) ha sido, es o
va a ser desplazado a otro Estado contratante (el Estado de recepción)
bien después de su adopción en el Estado de origen por cónyuges o
por una persona con residencia habitual en el Estado de recepción,
bien con la finalidad de realizar tal adopción en el Estado de recep-
ción o en el de origen.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Haya el 29 de mayo de 1993,


con entrada en vigor internacional el 1o. de mayo de 1995, de con­
formidad con el artículo 41, la Convención se aplicará siempre que
una solicitud sea recibida con posterioridad a la entrada en vigor de
este Convenio tanto en el Estado de origen como en el de recepción.
De conformidad con el artículo 46, la Convención entrará en vigor
el día primero del mes siguiente a la expiración de un periodo de
tres meses después del depósito del tercer instrumento de ratificación,
aceptación o aprobación. México la firma el 29 de mayo de 1993,
la aprobación por el Senado es del 22 de junio de 1994, publicación
en el dof el 6 de julio de 1994, vinculación de México por ratifica-
ción de 14 de septiembre de 1994, entrada en vigor para México
el 1o. de mayo de 1995 y publicación en el dof para promulgación el
24 de octubre de 1994.

La primera observación que queremos verter es que esta Convención


no regula en sentido estricto la competencia judicial directa ni indirecta. La
justificación de su ubicación en este rubro se debe a una cuestión puramen-
te temática para darle continuidad y complementariedad a la Convención
Interamericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Adopción de Me-
nores. Sí es cierto que abarca cooperación internacional de manera especia-
lizada y ello merece una atención especial.
De conformidad con el capítulo II denominado “Condiciones de las
adopciones internacionales”, el artículo 4o. determina que las adopcio-
nes sólo pueden tener lugar cuando las autoridades competentes del Estado
de origen: a) han establecido que el niño es adoptable; b) han consta-
tado que responde al interés superior del niño; c) se han asegurado de que
las personas, instituciones y autoridades cuyo consentimiento se requiera

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han sido asesoradas e informadas de las consecuencias de su consentimiento


especialmente por lo que hace al mantenimiento o ruptura de los vínculos
jurídicos entre el niño y su familia de origen. Igualmente se han asegurado
de que tales personas, instituciones y autoridades han manifestado su con-
sentimiento libremente o por escrito, igualmente se han asegurado de que
los consentimientos no se han obtenido mediante pago o compensación y
de que estos no han sido revocados, finalmente se han asegurado de que el
consentimiento de la madre se ha dado después del nacimiento del niño,
y d) se han asegurado de conformidad con la edad y grado de madurez del
niño de que ha sido convenientemente asesorado y debidamente informa-
do sobre las consecuencias de la adopción, se han asegurado de tomar en
consideración los deseos y opiniones del niño; se han asegurado de que
el consentimiento del niño ha sido dado libremente en la forma legal-
mente prevista y constando por escrito, por último se han asegurado de que
el consentimiento no ha sido obtenido mediante pago o compensación.
Si el artículo 4o. hacia referencia al Estado de origen, el artículo 5o.
por su parte se refiere a las autoridades del Estado de recepción, y en este
sentido se requiere que dichas autoridades hayan constatado que los futuros
padres son adecuados y aptos, de que han sido convenientemente asesora-
dos, habiendo constatado que el niño ha sido o será autorizado a entrar y
residir permanentemente en dicho Estado.
El capítulo III aborda el establecimiento de autoridades centrales y or-
ganismos acreditados. De conformidad con el artículo 6o., cada Estado debe
designar una autoridad central para cumplir con las obligaciones de este con-
venio, pudiendo designarse más de una autoridad central en los supuestos de
Estados federales, en este sentido, al ratificar la Convención México señala
que el gobierno formuló las declaraciones siguientes:

El gobierno de México al ratificar la Convención sobre la Protección de Me-


nores y la Cooperación en Materia de Adopción Internacional, formula las
siguientes declaraciones: I. en relación con los artículos 6o., numeral 2, y 22,
numeral 2, únicamente fungirán como autoridades centrales para la aplicación
de la presente Convención el Sistema para el Desarrollo Integral de la Fami-
lia de cada una de las siguientes entidades federativas con jurisdicción exclu-
siva en el territorio al que pertenecen: el Sistema Nacional para el Desarrollo
Integral de la Familia tendrá jurisdicción exclusiva en el Distrito Federal y
jurisdicción subsidiaria en las 31 entidades federativas de la República anterior-
mente citadas. La Consultoría Jurídica de la Secretaría de Relaciones Ex-
teriores fungirá como autoridad central para la recepción de documentación
proveniente del extranjero.

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México realiza una nueva nota la cual determina que con posterioridad
la dgpac/Oficina de Derecho de Familia de la Secretaría de Relaciones
Exteriores fue designada como autoridad central.
Por lo que hace al articulo 7o. inicia el establecimiento de las obligacio-
nes que deben tener dichas autoridades centrales, la primera de ellas es el
deber de cooperar entre ellas y promover una colaboración para asegurar la
protección de los niños, la segunda de ellas consiste en adoptar directamen-
te todas las medidas adecuadas conducentes a: proporcionar información
sobre la legislación de sus Estados tales como estadísticas y formularios, así
como informarse mutuamente sobre el funcionamiento de este convenio,
suprimiendo los obstáculos para su aplicación. Continuando con esta enu-
meración de obligaciones, el artículo 8o. obliga a las autoridades centrales a
adoptar todas las medidas necesarias para prevenir beneficios materiales in-
debidos, en este mismo sentido el articulo 9o. cierra este listado de obliga-
ciones señalando que dichas autoridades centrales deben reunir, conservar e
intercambiar información relativa al niño y los futuros padres, facilitar seguir
y activar el procedimiento de adopción, promover el desarrollo de servicio
de asesoramiento y seguimiento de las adopciones, intercambiar informes
generales de evaluación sobre sus experiencias y finalmente responder a las
solicitudes de información motivadas respecto a una situación particular de
adopción formuladas por otras autoridades centrales.
En otro orden de ideas el artículo 10 determina que sólo pueden obte-
ner y conservar la acreditación los organismos que demuestren su aptitud
para cumplir correctamente las funciones encomendadas. En este sentido
el artículo 11 determina que un organismo acreditado debe perseguir fi-
nes no lucrativos, ser dirigido por personas cualificadas por su integridad
moral, formación y experiencia, así como estar sometido al control de las
autoridades competentes de dicho Estado. La limitación en la actuación
de los organismos acreditados se menciona en el artículo 12 el cual afirma
que sólo podrán actuar en otro Estado contratante si ha sido autorizado por
las autoridades competentes de ambos Estados.

c. Convenio de La Haya sobre Notificación y traslado en el extranjero


de documentos judiciales y Extrajudiciales en materia civil o comercial

a) Ámbito de aplicación material. Notificación o traslado en el extran-


jero de documentos judiciales o extrajudiciales en materia civil o
comercial. De conformidad con el artículo 1o., el convenio no se
aplicará cuando la dirección del destinatario del documento sea
desconocida.

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b) Ámbito de aplicación espacial. Según el artículo 29, todo Estado al mo-


mento de la firma, ratificación o adhesión podrá declarar que el
presente Convenio se extenderá al conjunto de los territorios que
represente en el plano internacional o a uno o varios de esos terri­
torios. Dicha extensión será notificada al Ministerio de Asuntos
Exteriores de los Países Bajos.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Haya el 15 de noviembre


de 1965, con entrada en vigor internacional el 10 de febrero de 1969, de
conformidad con el artículo 27, este instrumento entraría en vigor a
los sesenta días del depósito del tercer instrumento de ratificación. De
conformidad con el artículo 30, este Convenio tendrá una duración
de cinco años a partir de la fecha de su entrada en vigor, incluso para
los Estados que lo hayan ratificado o se hayan adherido a él con pos-
terioridad, salvo denuncia el Convenio se renovará tácitamente cada
cinco años. México, lo aprueba por el Senado el 29 de abril de 1999,
publicación en el dof para su aprobación el 27 de mayo de 1999, Mé­
xico se vincula por adhesión el 2 de noviembre de 1999, entra en
vigor el 1o. de junio de 2000 y se publica en el dof para su promul-
gación el 16 de febrero de 2001.

La finalidad de este Convenio es crear los medios necesarios para que los
documentos judiciales y extrajudiciales, objeto de notificación o traslado en
el extranjero, sean conocidos por sus destinatarios en tiempo y forma. Para
ello, pretende simplificar y acelerar los procedimientos conducentes a dichas
notificaciones o traslados. Para implementar dichos objetivos, el artículo 2o.
establece la necesidad de designar por cada Estado contratante, una autori-
dad central que asuma la función de recibir las peticiones de notificación
o traslado procedente de otro Estado contratante y darle curso ulterior.
México emite una nota en la que se establece:

Al adherirse al Convenio, el gobierno de México formuló las declaraciones si-


guientes: I. en relación con el artículo 2o., el gobierno de México designa a la
Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Relaciones Exteriores,
como Autoridad Central, para la recepción de las peticiones de notificación o
traslado de documentos judiciales o extrajudiciales provenientes de otros Estados
parte quien remitirá a la Autoridad judicial competente para su diligenciación.

La autoridad central dirigirá a la autoridad del Estado requerido una peti-


ción conforme a la fórmula modelo anexa en el Convenio, estando exenta

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la legalización de dichos documentos u otra formalidad análoga. El requisito


formal para dar curso a dicha petición es que debe acompañarse del docu-
mento judicial o de su copia, todo en doble ejemplar. Dicha autoridad tie-
ne la facultad de informar al requirente si estima que las disposiciones del
Convenio no han sido respetadas y en este sentido, debe precisar sus obje-
ciones a dicha petición. La autoridad central procederá a la notificación o
traslado por dos vías, bien por las formas prescritas por su legislación o bien
por la forma particular solicitada por el requirente, siempre que ésta última
no resulte incompatible con la legislación del Estado requerido. Dicha au-
toridad expedirá una certificación conforme al modelo anexo al Convenio
que describirá el cumplimiento de la petición, indicando la forma, el lugar
y la fecha de cumplimiento, así como la persona a la que el documento haya
sido remitido, en su caso precisará el impedimento en el cumplimiento.
En este sentido, México realiza, nuevamente una declaración en la que se
establece que:

II. En relación con el artículo 5o., los documentos judiciales y extrajudiciales


en idioma distinto del español que deban ser objeto de notificación o trasla-
do en territorio mexicano deberán ser acompañados por su debida traducción.
III. En relación con el artículo 6o., la Autoridad judicial que haya conocido del
asunto será la encargada de expedir la certificación sobre el cumplimiento de la
notificación conforme a la fórmula modelo y la autoridad central únicamente
validará la misma.

C. Convenios de Naciones Unidas

a. Convenio sobre Obtención de Alimentos en el Extranjero

a) Ámbito de aplicación material. Obtención de alimentos en el extranjero.


En este sentido, tal y como señala la doctrina, el Convenio acude al
auxilio de los acreedores de alimentos quienes no suelen disponer
de medios económicos para hacer frente a los costes de un procedi-
miento para la obtención de alimentos. Para ello, el Convenio esta-
blece mecanismos que permiten al acreedor reclamar su derecho sin
necesidad de trasladarse al país donde reside el deudor como sostiene
Calvo Caravaca y Carrascosa González.

b) Ámbito de aplicación personal. De conformidad con el artículo 1o. se ha-


bla de manera general de “personas” llamada demandante y deman­
dado, sin especificar edades ni reciprocidades.

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c) Ámbito de aplicación espacial. Se requiere que el demandante se encuen-


tre en el territorio de una de las partes contratantes y el demandado
esté sujeto a la jurisdicción de otra parte contratante. De lo anterior se
desprende que estamos ante un convenio inter partes. El artículo 18, ti-
tulado “reciprocidad”, menciona que una parte contratante no podrá in­
vocar las disposiciones de la presente convención respecto de otra parte
contratante, sino en la medida en que ella misma esté obligada. Como
señala la doctrina, el convenio se aplica sólo cuando acreedor y deu-
dor se hallan en Estados partes en el Convenio por lo que no es preciso
que tengan su domicilio o su residencia habitual en uno de esos países:
basta su “mera presencia” aunque no su “sola presencia pasajera” según
apunta Calvo Caravaca y Carrascosa González. No es de extrañar que
México se haya adherido a este instrumento internacional, altamen­
te aceptado por los Estados, el cual refleja “el éxito de su fórmula”,
afirman al respecto Calvo Caravaca y Carrascosa González.

d) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Nueva York el 7 de septiembre


de 1956, la entrada en vigor internacional se produce el 25 de mayo de
1957, la firma por México se da el 20 de junio de 1956, la aprobación
del Senado se emite el 20 de diciembre de 1991, la publicación en el
dof para su aprobación se da el 28 de enero de 1992, la vinculación
de México se produce el 23 de julio de 1992 por ratificación, entra
en vigor para México el 22 de agosto de 1992 y se publica en el dof
para su promulgación el 29 de septiembre de 1992. De conformidad
con el artículo 14, este instrumento entrará en vigor el trigésimo día
siguiente a la fecha en que se haya efectuado el depósito del tercer
instrumento de ratificación o adhesión.

Dentro del contenido de dicho instrumento, tenemos que ésta Conven-


ción implementa para la obtención de los alimentos, autoridades remitentes
e instituciones intermediarias según afirman Calvo Caravaca, Carrascosa
González y González Campos. La designación por cada parte contratante
de sus autoridades remitentes o intermediarias deberá ser comunicado al
secretario general de las Naciones Unidas. El propósito u objetivo de este
nombramiento es agilizar los trámites de alimentos internacionales des-
de que entre ellas podrá establecerse comunicación directa; en definitiva,
facilitar la prestación de alimentos. Para alcanzar dicho objetivo es que en-
tendemos que se instalan dichas autoridades. En ese sentido, la autoridad
justifica la previsión de estas autoridades con el fin de evitar que el acreedor
de alimentos deba trasladarse al país extranjero donde se halla el deudor de

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Competencia judicial internacional

alimentos. En este sentido, este Convenio está destinado a abolir las fron-
teras jurídicas detrás de las cuales podrían cobijarse los deudores alimenti-
cios, apunta González Campos.

b. Convención de las Naciones Unidas sobre Letras


de Cambio Internacional y Pagarés Internacionales

De conformidad con el artículo 1o. se deduce que este instrumento será


de aplicación para las letras de cambio internacional (1.1) y al pagaré inter-
nacional (1.2). Expresamente se excluye la aplicación de este Convenio a
los cheques (1.3). De igual forma el artículo 2. 3 afirma que “en la presente
Convención no se trata la cuestión de las sanciones que puedan imponer­
se conforme al ordenamiento jurídico nacional en los casos en que un títu­
lo se haya hecho una declaración inexacta o falsa…”.
Esta Convención es ratificada por México el 11 de septiembre de 1992.
A pesar de ser un instrumento de contenido largo y muy específico, no
encontramos normativa competencial, ni estableciendo foros ni lanzando la
necesidad de crear una autoridad central.

2. Regulación autónoma

El artículo 156.I del cpc del Distrito Federal que señala: “El del lugar que
el deudor haya designado para ser requerido judicialmente del pago”;
por su parte el artículo 156.II del cpc del Distrito Federal afirma: “El del
lugar señalado en el contrato para el cumplimiento de la obligación.Tanto en
este caso como en el anterior, surte el fuero no sólo para la ejecución o
cumplimiento del contrato, sino para la rescisión o nulidad”.
Esta fracción, al igual que la anterior, tiene su razón de ser en el posible
incumplimiento que pueda originarse durante la vida de un contrato. Si bien
es cierto que en el momento de la firma del contrato asiste a las partes una
credibilidad y confianza absoluta, no siempre sobreviven estas características
durante toda la vida del contrato. En este sentido y como bien se señala por
la doctrina mexicana “en términos ideales, si los convenios fueran perfectos
y la buena fe fuera recíproca, o no se presentaran circunstancias imprevistas,
la actividad comercial se desarrollaría en forma normal y sin aspectos «pato-
lógicos»”, como afirma Siqueiros. Así, las partes, a manera de previsión deben
incorporar una cláusula de resolución de eventuales conflictos contractuales.
En otro orden de ideas observamos que aparece recogido en esta cláu-
sula (como en la totalidad de los códigos de procedimientos civiles de las

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entidades federativas) el forum executionis, es decir, la afirmación de la com-


petencia judicial civil internacional se hace depender del lugar señala-
do para el cumplimiento de la obligación que sirve de base a la demanda,
como afirma Contreras Vaca.
No se recoge directamente el forum celebrationis. Ahora bien, se presenta
en estas fracciones la figura de la autonomía de la voluntad de las partes al
poderse pactar el lugar de cumplimiento de la obligación uniéndonos a la
doctrina de Pereznieto Castro; derivado de esta previsión normativa las par-
tes pueden hacer coincidir ambos foros dando así cabida al foro de la nego-
ciación del contrato. A pesar de esta posibilidad no cabe desconocer que no
se recoge expresamente el foro de celebración del contrato como punto de
conexión en la normativa competencial autónoma. En este sentido el lugar
elegido voluntariamente por las partes puede ser tanto el lugar de celebra-
ción del contrato o el lugar de entrega de mercancías como el lugar de
ubicación de los establecimientos de una de las partes; foros posibilita-
dos por la concurrente autonomía de la voluntad que conlleva una intere-
sante ampliación competencial.
El supuesto de hecho de la fracción II no sólo se detiene en la ejecu-
ción y el cumplimiento de un contrato sino que también comprende la
rescisión o nulidad del mismo. Lo anterior se recoge en la mayoría, que no
en todos, los cpc de las entidades federativas. De tal manera que las afirma-
ciones anteriores respecto a los foros de competencia se extienden igual-
mente a estos dos agregados supuestos de hecho: rescisión y nulidad.
El artículo 156. III del cpc del Distrito Federal que señala: “El de la ubica-
ción de la cosa, si se ejercita una acción real sobre bienes inmuebles, lo mismo
se observará respecto a las cuestiones derivadas del contrato de arrendamien-
to de inmuebles”. Según afirma Espinar Vicente estamos ante la previsión de
un criterio atributivo de competencia que genera en la actualidad poca po-
lémica; es decir, es común la sumisión de los derechos reales sobre inmuebles
a los tribunales de su ubicación (forum rei sitae). En esta fracción se recoge el
criterio forum rei sitae. Este punto de conexión es ciertamente atinado por
la cercanía que existe entre el objeto del litigio y el juez que conoce; lo an-
terior posibilitará el acceso de cualquier acción e inscripción sobre el mismo
en los registros públicos de la propiedad. Sin duda es un criterio atributi­
vo de competencia que da sentido al principio de “proximidad razonable”.
La pregunta es saber si los bienes inmuebles deben considerarse de compe-
tencia exclusiva para los tribunales mexicanos o si por el contrario deben ser
considerados como foros alternativos.
Artículo 156. IV: “El del domicilio del demandado, si se trata del ejer-
cicio de una acción sobre bienes muebles, o de acciones personales o del

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Competencia judicial internacional

estado civil. Cuando sean varios los demandados y tuvieren diversos domi-
cilios, será competente el juez que se encuentre en turno del domicilio que
escoja el actor”.
Respecto a los derechos reales sobre bienes muebles se observa un ale-
jamiento del criterio atributivo que supone la ubicación del bien; de esta
forma queda predeterminado legalmente un criterio o foro personal, el
denominado forum domicilii. De esta forma afirmamos que en la normativa
competencial mexicana se sigue el denominado principio mobilia sequntur
personan (los bienes muebles siguen a la persona), como sostiene Pereznieto
Castro. Respecto a las acciones personales o del estado civil encontramos
una correlación absoluta entre el forum y el ius. Correlación que ya adver-
tíamos en materia de bienes inmuebles. En este sentido, el artículo 13.II del
ccdf permite que una vez declarada la competencia judicial civil interna-
cional del tribunal mexicano en función del punto de conexión “domici-
lio del demandado” aplique la normativa vigente en el Distrito Federal para
determinar el fondo de la pretensión.
Artículo 156.V: “En los juicios hereditarios, el juez en cuya jurisdicción
haya tenido su último domicilio el autor de la herencia; a falta de ese domi-
cilio, lo será el de la ubicación de bienes raíces que forman la herencia; y a
falta de domicilio y bienes raíces, el del lugar del fallecimiento del autor de
la herencia. Lo mismo se observará en casos de ausencia”.
Varios comentarios se deben realizar de esta fracción. El primero es
que se recogen dos supuestos de hecho: juicios hereditarios y ausencia. El
segundo comentario al hilo de lo anterior, es que este artículo recoge tres
jerárquicamente ordenados (Pereznieto Castro). No son foros alternati­
vos sino jerarquizados. Respecto al primer punto de conexión (último
domicilio) se pueden resaltar tres ventajas: la primera, la reducción de los
costos de instrucción del proceso; la segunda, la ubicación de parte de su
patrimonio, y la tercera y última la facilidad en la obtención de información
y efectividad de las medidas de protección que puedan llegar a requerirse,
según apunta Aguilar Benítez de Lugo. Respecto al segundo foro (el de la
ubicación de bienes raíces), supone una vez más la materialización del forum
rei sitae. Por último (el lugar del fallecimiento/ausencia) donde puede cri-
ticarse la existencia de cierta debilidad en dicho foro; no consideramos que
apriorísticamente este criterio esté inspirado en el principio de proximidad
razonable. De este punto de conexión se ha señalado que “esto plantea el in­
conveniente de que ese lugar de fallecimiento sea meramente accidental,
pero se compensa con la posibilidad de que seguramente esa persona tenga
un domicilio, con lo cual se vuelve al primer caso”, como marcan Perez-
nieto Castro y Silva Silva, conjetura que nos remite al caso concreto que

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Derecho internacional privado

pueda suscitarse. De este foro nos preguntamos qué ocurre cuando el lugar
de fallecimiento se produce en el extranjero, estaríamos de nuevo ante
una norma competencial autónoma-distributiva cuando deberíamos te-
ner una normativa competencial autónoma-atributiva. Si ninguno de los
tres foros otorga competencia a los tribunales mexicanos deben declararse
incompetentes salvo que se genere un foro de necesidad respecto al resto
de tribunales nacionales vinculados con el supuesto de hecho. El tercer
comentario se centra en determinar que los expedientes de ausencia corres-
ponden a la categoría general de jurisdicción voluntaria. Lo anterior deriva
necesariamente en que no existe un “domicilio del demandado” por lo que
en este supuesto no cabe hablar de alternancia de los foros predeterminados
legalmente respecto al foro general del domicilio del demandado.
Artículo 156. VI: “Aquel en cuyo territorio radica un juicio sucesorio
para conocer: a) de las acciones de petición de herencia, b) de las acciones
contra la sucesión antes de la partición y adjudicación de los bienes, c) de
las acciones de nulidad, rescisión y evicción de la partición hereditaria”.
En esta fracción salta a la vista la inserción de una cláusula temporal en la
fracción b donde se señala “antes de la partición y adjudicación de los bie-
nes”. No es algo aleatorio la inserción de dicha partícula temporal, por el
contrario, viene a afirmar que aquellas solicitudes que tengan que ver con
anterioridad a la partición y adjudicación de los bienes de una masa here-
ditaria no serán considerados como bienes individuales, sino como una masa
hereditaria en conjunto. Ahora bien, una vez que la masa hereditaria ha sido
partida y adjudicada los bienes procedentes de esa herencia cobran una
individualidad que hace que resurjan los puntos de conexión propios de
los bienes que la conformaban. Así, si por ejemplo la masa hereditaria está
compuesta por bienes inmuebles, tras la adjudicación y la partición, el juez
mexicano será competente en virtud del principio forum rei sitae. Por otro
lado si está compuesta la masa hereditaria de bienes muebles el punto de
conexión después de partirse y adjudicarse la herencia se basa en el princi-
pio mobilia sequntur personan, es decir, el “domicilio del demandado”.
Artículo 156.VII: “En los concursos de acreedores, el juez del domicilio
del deudor”. El punto de conexión vuelve a ser el domicilio del deudor. De
lo anterior se deduce que los tribunales mexicanos sólo proclamarán su
competencia judicial internacional en un supuesto de concursos de acree-
dores cuando el domicilio del deudor esté en territorio mexicano. En caso de
no concurrir dicho foro atributivo de competencia en los tribunales mexi-
canos deben declarar su incompetencia judicial internacional. Estamos ante
lo que se denominó como un foro por pluralidad de demandados, un foro
de economía procesal.

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Competencia judicial internacional

Artículo 156.VIII: “En los actos de jurisdicción voluntaria, el del domi-


cilio del que promueve, pero si se tratare de bienes raíces, lo será el del
lugar donde estén ubicados”. Este artículo se deslinda de la juridicción con-
tenciosa y hace referencia a la categoría general de jurisdicción voluntaria.
Artículo 156. IX: “En los negocios relativos a la tutela de los menores e
incapacitados, el juez de la residencia de estos, para la designación del tutor,
y en los demás casos el del domicilio de este”.
Artículo 156. X: “En los negocios relativos a suplir el consentimiento de
quien ejerce la patria potestad, o impedimentos para contraer matrimonio,
el del lugar donde se hayan presentado los pretendientes”.
Artículo 156. XI: “Para decidir las diferencias conyugales y los juicios de
nulidad del matrimonio, lo es el del domicilio conyugal”. Sin duda estamos
ante un punto de conexión neutral elevando las posibilidades de reconoci-
miento y ejecución del pronunciamiento emitido en función de este criterio
competencial”.
Artículo 156. XII: “En los juicios de divorcio, el tribunal del domicilio
conyugal, y en caso de abandono de hogar, el del domicilio del cónyuge
abandonado”. Dos son los supuestos de hecho que se contemplan, a saber,
divorcio y abandono de hogar, supuestos a los que se atribuye como puntos
de conexión el domicilio conyugal y el domicilio del cónyuge abandonado,
respectivamente. Nuestra pregunta se centra en saber si no se están repitien-
do los supuestos de hecho, es decir, si no se podría dar cabida en “diferen-
cias conyugales” a los “juicios de divorcio”. Por lo que se refiere al punto
de conexión “domicilio del cónyuge abandonado” afirmamos que viene a
representar un afortunado foro de protección.
Artículo 156. XIII: “En los juicios de alimentos, el domicilio del actor
o del demandado a elección del primero”. Esta fracción materializa un claro
foro de protección en claro beneficio del actor, del acreedor de alimentos,
de la parte débil de la relación jurídica. Foro de protección que se concreta
aún más cuando se le da una estructura en foros alternativos.

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Derecho internacional privado

Cuestionario

1. Determine las diferencias fundamentales entre jurisdicción,


competencia judicial internacional y competencia judicial nacional.
2. Determine la estructura tripartita de la norma de competencia judicial
internacional.
3. Determine la diferencia entre un foro personal y un foro territorial.
4. Determine la diferencia entre un foro exclusivo, un foro facultativo
y un foro jerarquizado.
5. Determine la diferencia entre un foro neutral y un foro exorbitante.
6. Enumere un foro general.
7. Determine en qué consiste un foro de protección.
8. Enumere algún foro de economía procesal.
9. Explique la figura del forum legis.
10. Explique la normativa convencional competencial que México tiene
en la actualidad.
11. Explique la normativa autónoma competencial que México presenta
en la actualidad.

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Capítulo cuarto
Derecho aplicable

Este capítulo se centra en el examen de las normas de conflicto, de extensión


y material especial, que pueden servir como técnica de reglamentación para
responder al segundo sector constitutivo del contenido del dipr. Aborda la dis-
cusión de si la norma material imperativa debe considerarse como una cuarta
técnica de reglamentación para el dipr, y los problemas procesales aplicativos
que se pueden presentar en un supuesto de hecho privado internacional ante
la aplicación de una normativa internacional extranjera.

I. Introducción

Determinada afirmativamente la cji en el supuesto de hecho privado e in-


ternacional planteado ante los tribunales nacionales mexicanos corresponde
ahora al dipr solucionar el fondo de la cuestión planteada por las partes.
De esta forma se afirma que el derecho aplicable es el segundo sector cons-
titutivo del contenido del dipr.
Si en el sector de la cji se buscaba un tribunal nacional razonablemen-
te próximo con el supuesto de hecho privado e internacional ahora en este
segundo sector se busca un sistema jurídico, en concreto un derecho sus-
tantivo (material) estatal, de igual forma razonablemente próximo con el
supuesto de hecho privado e internacional. De esta forma sostenemos que
por resultar competentes los tribunales mexicanos no desaparece el rasgo
de la internacionalidad que caracteriza a las situaciones privadas que empe-
zó a estudiar el dipr, como bien se afirma la aplicación simple del derecho
mexicano una vez determinada su cji “constituye una respuesta burda e
inconsistente, inadecuada para resolver el conflicto de intereses suscitado”
definen Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo. Así, ambos sectores abordan
interrogantes diferentes que ayudan a dar una respuesta global e integral a

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Derecho internacional privado

esta tipología de situaciones jurídicas privadas; unas situaciones jurídicas que


revestidas de dos adjetivos (privado e internacional) se apartan de la esfera
de estudio del derecho civil, del mercantil o del procesal para conformar
una rama o disciplina jurídica independiente y autónoma.
La razón de la existencia de este sector radica en argumentos parecidos
al sector competencial; en este sentido la ausencia de un ordenamiento jurí-
dico internacional, en concreto de un sistema jurídico internacional, en
concreto de normas materiales internacionales, o de un poder legislativo
supranacional (más allá de la Unión Europea) justifica que sean los distin-
tos sistemas jurídicos estatales a través de sus normas materiales los que
ofrezcan una respuesta a un supuesto de hecho privado e internacional.

II. Tipos de normas de derecho internacional privado.


Normas de conflicto, normas materiales especiales
y normas de extensión

Para dar respuesta a este nuevo interrogante el dipr se sirve de una plurali-
dad de técnicas de reglamentación, en concreto hace uso de tres métodos:
a) la norma de conflicto en cuanto técnica de reglamentación indirec-
ta; b) la norma material especial en cuanto técnica de reglamentación
directa, y c) la norma de extensión en cuanto técnica de reglamenta-
ción mixta. Según Calvo Caravaca y Carrrascosa González. Lo anterior sin
quitar que se examinen dentro de este sector las normas materiales impera-
tivas, la lex mercatoria o el derecho uniforme.
Una importante diferencia que podemos marcar respecto al primer
sector constitutivo del contenido del dipr, la cji, es que si en aquél se utili-
zaba una única técnica de reglamentación normativa, la norma de compe-
tencia judicial internacional, en éste se utilizan propiamente tres técnicas
de reglamentación. El punto en el que convergen ambas tipologías es que
pueden tener en el contexto mexicano una doble génesis: autónoma y
convencional.
La coexistencia de estas tres tipologías normativas debe ser absolu-
tamente pacífica y depende de las prioridades que tenga cada Estado al
momento de regular y dar sentido a este segundo sector constitutivo del
dipr. En principio y a modo de introducción afirmamos que si lo que se
pretende es dar una “solución básica” o “solución general” se emplearán
normas de conflicto; si se pretende dar una “solución especializada” a un as-

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Derecho aplicable

pecto concreto se utilizarán las normas materiales especiales o las normas


de extensión. Señalan Calvo Caravaca y Carrascosa González.
La anterior aseveración no se contradice con la afirmación de que la
mejor y más usada técnica de reglamentación para este segundo sector cons-
titutivo del contenido del dipr es la norma de conflicto. La manifestación
de esta supremacía y preferencia por esta técnica normativa se deja ver
en México tras su participación en las distintas conferencias interamerica-
nas especializadas de dipr (cidips) celebradas en el seno de la oea las cuales
fueron el detonante de las reformas que se hicieron al Código Civil para
el Distrito Federal en Materia Común y para toda la República en Ma-
teria Federal (enero de 1988); Código Federal de Procedimientos Civiles
(enero de 1988); Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Fe-
deral (enero de 1988) y Código de Comercio (enero 1989 y julio de 1993),
apunta Rojas Amandi. En este sentido y coincidiendo con la doctrina pode-
mos alegar los siguientes puntos a modo de justificación: a) “la utilización
de normas de conflicto permite diseñar un «sistema completo de dipr»,
sin lagunas de reglamentación”, sostienen Calvo Caravaca y Carrascosa
González. La norma de conflicto puede conseguir el mismo grado de espe-
cificidad y concreción que el que ofrecen las normas materiales especiales
o las normas de extensión. Lo anterior dependerá de la labor que realiza el
legislador; b) “un sistema de dipr basado en normas de conflicto presenta
un funcionamiento sencillo, y además requiere pocas normas”, como se­
ñalan Calvo Caravaca y Carrascosa González. La técnica de remisión, lo-
calización o focalización que realiza estas normas reduce considerablemente
las dificultades en la búsqueda de una respuesta al fondo de la pretensión;
c) reduce a través de una necesaria adaptación y acoplamiento la eventual
“nacionalización” de las respuestas que deben ser otorgadas a supuestos de
hecho con tinte internacional. Podemos afirmar que se nacionaliza absolu-
tamente un supuesto de hecho privado internacional cuando la solución al
fondo viene otorgada por las normas materiales especiales o con las normas
de extensión de un determinado Estado. A través de estas dos técnicas de
reglamentación se contextualiza estatalmente la respuesta sin que existan mé-
todos de corrección a esa nacionalización. Por su parte la norma de conflicto
busca de manera abstracta un sistema jurídico estatal, una normativa material
o sustantiva, para otorgar una respuesta neutral al fondo, al que le puede
aplicar la técnica correctora de la adaptación al contexto internacional para
disminuir o incluso eliminar la nacionalización. Esta técnica de corrección
busca si no eliminar de raíz al menos diluir “la paradoja de la nacionali-
zación de la situación privada internacional” siguiendo con la doctrina de

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Calvo Caravaca y Carrascosa González. Estamos refiriéndonos a la técnica


de que el tribunal nacional que está conociendo tenga en cuenta los ras-
gos de internacionalidad que presenta el supuesto de hecho; esto es, que no
sea ignorada su peculiaridad a la hora de emitir una resolución de fondo.
Este segundo sector se denomina derecho aplicable o, de forma sim-
plista y en cierto grado erróneo, derecho conflictual. La anterior simplifi-
cación encierra un cierto equívoco desde que la norma de conflicto no es la
única técnica que reglamenta y norma este segundo sector; como veremos
en posteriores líneas a la norma de conflicto se le unen dos técnicas de
reglamentación más: la norma material especial y la norma de extensión.
Ahora bien, la equiparación semántica entre derecho aplicable y derecho
conflictual viene en cierto modo justificada por ser esta técnica normativa
la más utilizada a la hora de dar canalización a este sector constitutivo del
contenido del dipr. En este sentido se afirma que la búsqueda del derecho
aplicable al fondo de una situación privada internacional a través de esta
técnica de reglamentación vino a desplazar la teoría de los estatutos, afir-
ma Rojas Amandi.

1. Normas de conflicto

A. Concepto

Esta tipología de norma de dipr determina qué ordenamiento jurídico,


qué sistema jurídico, de los que se encuentran razonablemente vinculados
con el supuesto de hecho dará respuesta al fondo de la cuestión plantea-
da por las partes, a través de sus normas materiales o sustantivas.
De esta afirmación deriva que sea una técnica de reglamentación in-
directa, desde que su objetivo es “localizar”, siguiendo a Calvo Caravaca y
Carrascosa González, o focalizar la situación jurídica privada internacional
en un determinado ordenamiento jurídico estatal el cual se encargará de
dar una solución de fondo a través del conjunto de normas materiales
que tenga diseñado. Así, esta reglamentación no soluciona directamente
el fondo de la pretensión, no da una respuesta a nuestra controversia, su
función es remitir dicha situación jurídica para su solución a un concreto
ordenamiento jurídico para que entre sus normas materiales encontremos
la respuesta. De esta forma una vez que la norma conflictual ha señalado
un sistema jurídico aplicable, y en concreto una norma material, para solu-
cionar el fondo de la controversia su función concluye pasando el relevo

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Derecho aplicable

a aquellas otras para que decidan el sentido del fondo de la controversia a


decir de Rojas Amandi.
De forma resumida podemos afirmar que la norma de conflicto se-
ñala qué ordenamiento jurídico estatal de los diferentes y diversos que
están razonablemente vinculados con el supuesto de hecho debe dar una
respuesta al fondo, una “solución material concreta”, según la doctrina de
Calvo Caravaca y Carrascosa González, a la pretensión planteada. Ahora
bien, podemos discutir sobre lo acertado del nomen iuris de esta técnica de
reglamentación; estimamos que no es del todo acertada desde que en reali-
dad no hay ningún conflicto entre normas como tampoco lo había en-
tre jurisdicciones. Lo anterior desde que será un sistema jurídico, razo-
nablemente conectado con la situación privada internacional, el que dé
solución al fondo de la pretensión, a través del señalamiento que hace la
norma de conflicto. Así, las normas conflictuales determinan “para casos
de concurrencias normativas de carácter espacial, esto es, concurrencias en-
tre las disposiciones materiales del derecho privado pertenecientes a dos o
más sistemas jurídicos”, cuál será la que nos ayude a resolver el fondo de
una situación jurídica privada internacional. Como señala Rojas Amandi.
Es por ello que no hay en realidad ningún conflicto normativo pues final-
mente una norma material perteneciente a un sistema jurídico estatal será
la que nos ayude a resolver el fondo.
Aun cuando no encontramos en las disposiciones mexicanas una
disposición que así lo determine y por ende apoye nuestra afirmación,
consideramos que las normas de conflicto deben ser normas imperativas,
normas de ius cogens. La doctrina española señala dos argumentos para jus-
tificar este carácter. El primero es que se favorece la realización de la fun-
ción del dipr desde que el legislador al diseñar el punto de conexión de
la norma de conflicto ofrece un criterio que envía a un sistema jurídico,
a un derecho material, el cual considera que es el más justo y razonable
para ofrecer una respuesta al fondo. El segundo argumento se centra en
que la norma de conflicto proporciona soluciones iguales, equitativas des-
de que situaciones similares serán resueltas de conformidad con las mismas
reglas de juego. Esta característica implica que no cabe autonomía de la
voluntad de las partes en contra de lo determinado en una norma de con-
flicto; una autonomía de la voluntad que puede derivar a la aplicación de
un sistema jurídico y por ende de una norma material distinta a la que había
sido pensada por el Poder Legislativo mexicano. Igualmente implica que
los tribunales mexicanos deben apreciarla y aplicarla de oficio en aquellos
casos en que se reúnan las condiciones para su aplicabilidad.

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B. Estructura: supuesto de hecho, consecuencia jurídica y punto de conexión

La norma de conflicto presenta una estructura tripartita, nota que marca sin
duda la diferencia respecto a las otras dos técnicas de reglamentación. Estos
tres elementos constitutivos de su estructura son: el supuesto de hecho, el
punto de conexión y la consecuencia jurídica.

1. Por lo que se refiere al supuesto de hecho éste es la categoría jurídica,


el concepto jurídico sobre el que versa la pretensión de las partes. Este
rubro no debe confundirse con el objeto de la norma de conflicto
desde que éste viene representado por aquellas situaciones privadas e
internacionales. Siguiendo a Calvo Caravaca y Carrascosa González.
Una primera advertencia es que el supuesto de hecho se recomienda
que se especialice y abandone la generalidad que pueden acompañar
y con las que se pueden diseñar las categorías jurídicas. En este sentido
es recomendable que el supuesto de hecho no sea, por ejemplo una
categoría tan abierta y general como “la sucesión”, por el contrario,
se recomienda que sea concretada en categorías como “la sucesión
por testamento” (público abierto, público cerrado, público simplifi-
cado, ológrafo, privado, militar, marítimo, hecho en país extranjero)
y “sucesión legítima” (sucesión de descendientes, ascendientes, del
cónyuge, de los colaterales, de los concubinos, de la beneficiencia
pública). El diseño de este primer componente debe realizarse de
manera prudente en función de criterios de especialización y concre-
ción. Como afirma la doctrina “la generalidad en la formulación de
una norma de conflicto constituye una opción de política legislativa,
que puede hallarse justificada en determinados objetivos materiales”,
al respecto apuntan Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo.

2. Por lo que se refiere al punto de conexión es el elemento que especí-


ficamente permite a la norma de conflicto focalizar, remitir, enviar a
un determinado sistema jurídico estatal con la finalidad de encontrar
en él la solución material a la pretensión jurídica. En este sentido se ha
afirmado que “la misión del punto de conexión es dotar de relevancia
jurídica a un elemento o circunstancia fáctica o jurídica que puede
encontrarse en el supuesto de hecho, fijando a través de él la locali-
zación de la relación jurídica en un determinado Estado, cuya ley va
a ser aplicada”, afirman Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo. Este
elemento es el que da sentido a que la norma de conflicto sea cata-
logada como una técnica de reglamentación indirecta; siguiendo con

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Derecho aplicable

Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo, al remitir a un ordenamiento


jurídico determinado para encontrar en sus normas materiales la solu-
ción, sin ser ésta obtenida per se con el recurso a una norma de conflicto.
Este es, en definitiva, el elemento que determina la existencia de un
vínculo entre el supuesto de hecho y un Estado y que justifica el seña-
lamiento de su ordenamiento jurídico para proveer la solución material.
Este elemento justifica que la situación jurídica internacional quede
solucionada a través del derecho estatal cuyos tribunales se declararon
competentes (lex fori) o bien al derecho de otro Estado.
Como consecuencia de lo anterior podemos afirmar que el di-
seño, la inserción de este elemento de la norma de conflicto es el
más delicado de los tres desde que debe recoger en sus términos
una proximidad entre la situación jurídica internacional y el orde-
namiento jurídico estatal señalado. Así las cosas, el Poder Legislativo
debe ser cuidadoso y tener como puntos de referencia indiscutibles
dos criterios: la proximidad entre el supuesto y el sistema jurídico
seleccionado así como la defensa de los distintos intereses que puedan
estar presentes en el supuesto de hecho controvertido.
Siguiendo la clasificación de la doctrina española la clasificación
de los puntos de conexión de la norma conflictual puede hacerse
en función de tres criterios, según la doctrina de Calvo Caravaca y
Carrascosa:

a) Por la variabilidad en el tiempo hablamos de los puntos de conexión


“mutables” y de los “inmutables”. Los primeros son aquellos que se
determinan en función de circunstancias que pueden cambiar con el
tiempo, es decir, elementos volátiles (residencia habitual del menor,
domicilio conyugal). Respecto a los segundos son aquellos que se de­
terminan en función de circunstancias que no pueden variar ni con
el paso del tiempo (lugar de cumplimiento del contrato, último do-
micilio del autor de la herencia).

b) Por el modo de funcionamiento encontramos los puntos de conexión


únicos y los múltiples. Los primeros pueden revestir la forma simple
(existe un único contacto del supuesto con el Estado: la residencia
habitual del menor para determinar los requisitos del menor dado en
adopción) o por agrupación (en este caso existe un conjunto de con-
tactos del supuesto con el Estado que derivan en la localización del
sistema jurídico estatal estrechamente vinculado: en un supuesto
de accidente de circulación por carretera: i) cuando en el accidente in-

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tervenga un solo vehículo, matriculado en un Estado distinto de aquél


en cuyo territorio haya ocurrido el accidente, la ley interna del Esta­
do en que el vehículo esté matriculado, será aplicable para determinar
la responsabilidad: respecto del conductor, el poseedor, el propietario
o cualquier otra persona que tenga un derecho sobre el vehículo, in-
dependientemente de su lugar de residencia habitual, respecto de una
víctima que viajaba como pasajero, si tenía su residencia habitual en un
Estado distinto de aquél en cuyo territorio haya ocurrido el acciden­
te, respecto de una víctima que se encontraba en el lugar del accidente
fuera del vehículo, si tenía su residencia habitual en el Estado en que di­
cho vehículo estuviere matriculado. En caso de ser varias las víctimas,
la ley aplicable se determinará por separado con respecto a cada una de
ellas; ii) cuando estuvieren implicado varios vehículos en el acciden­
te, lo dispuesto en i) sólo será de aplicación si todos los vehículos es-
tuvieren matriculados en el mismo Estado; iii) cuando estuvieren im-
plicadas en el accidente una o más personas que se encontraren dentro
del o de los vehículos en el lugar del accidente, lo dispuesto en i) y
ii) sólo será de aplicación si todas esas personas tuvieren su residencia
habitual en el Estado en el cual el o los vehículos estuvieren matricu-
lados. Lo mismo procederá, incluso cuando esas personas fueren tam-
bién víctimas del accidente). Los segundos pueden revestir la forma
alternativa (existen cuando los puntos de conexión insertados en la
norma de conflicto operan indistintamente a la hora de determinar el
sistema jurídico aplicable; se sitúan en un plano puramente horizontal:
en un supuesto de obtención de alimentos puede aplicarse bien la ley
de la residencia habitual del acreedor de alimentos o del deudor de los
mismos), jerarquizada (los puntos de conexión previstos en la norma
de conflicto para un mismo supuesto de hecho ya no se establecen
en un plano horizontal sino vertical de tal forma que contamos con
un punto de conexión principal el cual debe observarse en primer
término y, en caso de que no se cumpla se da paso al segundo y así
sucesivamente: en materia de herencia será ley aplicable la del último domi-
cilio del fallecido, en su defecto la de su última residencia habitual), en cascada
(aquí los puntos de conexión se diseñan de forma diferente en fun-
ción de distintas posibilidades que pueda revestir supuestos de hecho
privados internacionales generales: para el supuesto de alimentos para
el cónyuge abandonado la ley del domicilio del cónyuge abandonado,
para el supuesto de alimentos para concubinos la ley del domicilio del
acreedor de alimentos; para el supuesto de alimentos para menores e
incapaces la ley de la residencia habitual del menor o incapaz).

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c) Por su naturaleza encontramos los fácticos y jurídicos (dependen de


si se trata de elementos de hecho —ubicación de un bien inmueble,
lugar de celebración del contrato— o de elementos que requieren
un razonamiento jurídico —nacionalidad—), los subjetivos y obje-
tivos (dependen de si su diseño depende de las personas que inter-
vienen en la relación jurídica —nacionalidad, domicilio, residencia
del menor— o si se diseñan con absoluta independencia de las partes
—celebración del contrato, ubicación del bien inmueble—), los per-
sonales y territoriales (depende de si se diseñan en función de una
circunstancia que está unida a la persona —nacionalidad— o bien si
se diseñan por la vinculación con el territorio —ubicación del bien
inmueble—), los rígidos y flexibles (depende de si designan un único
e inamovible punto de conexión —residencia habitual del menor—
o si se permite un “proceso de concreción” —el contrato internacio-
nal se rige por la ley del Estado con el que presente los vínculos más
estrechos—) los localizadores y de orientación material (depende de
si se localiza el supuesto de hecho en un determinado sistema jurídico
o si se determina éste en función del contenido material que encierra
el supuesto de hecho, de su valor material —el favor filii para un su-
puesto de adopción internacional o de alimentos—).
Otra cuestión que debemos abordar es que cuando la norma de
conflicto mexicana a través de su punto de conexión remite a la apli-
cación de un derecho extranjero, a un sistema jurídico extranjero, para
solucionar el fondo de la pretensión estamos ante un mandato expreso
de legislador mexicano, como apuntan Calvo Caravaca y Carrascosa
González. Lo anterior no supone una violación a la soberanía estatal,
legislativa o judicial, mexicana desde que “el legislador ha establecido
excepciones al principio de integridad territorial de los Estados me-
diante criterios para determinar si cierto caso que se rige bajo las
normas de derecho privado se debe resolver conforme a lo dispuesto
por las normas jurídicas nacionales, o bien, por las extranjeras”, señala
Rojas Amandi.
Ahora bien, derivado de lo anterior debemos diferenciar entre
“derecho aplicable” y “derecho vigente”. Si el tribunal nacional de-
clarado competente, a través de la aplicación de su norma conflic-
tual, determina que debe aplicar su propio sistema jurídico, su propia
norma material (lex fori) para solucionar el fondo de la controversia
estará ante una dualidad y coincidencia entre el “derecho aplicable”
y el “derecho vigente”; ahora bien, si ese mismo tribunal nacional,
aplicando igualmente su norma de conflicto, ésta le lleva a aplicar

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el sistema jurídico de otro Estado, la norma material de otro Estado,


estamos hablando de aplicar “derecho aplicable” mas no de aplicar su
“derecho vigente”. Así, cuando el punto de conexión de la norma
de conflicto nos lleva a la aplicación de un sistema jurídico de otro
Estado se dará una disociación entre ambas categorías, no estaremos
ante una correlación absoluta de derechos (aplicable y vigente) como
ocurría con la primera posibilidad.
Por último, es necesario hacer una breve referencia a la denomi-
nada “cláusula de excepción” desde que representa un excepcional
método de corrección al funcionamiento y finalidad de la norma de
conflicto. Si el objetivo primordial del punto de conexión es buscar
un sistema jurídico estatal, un derecho material estatal, razonable-
mente próximo al supuesto de hecho, éste puede presentar ciertas
excepciones o descuidos que pueden ser corregidos con la previsión
de estas cláusulas. Así las cosas, la función de estas cláusulas es ignorar
el punto de conexión de la norma conflictual cuando éste nos manda,
nos localiza, al sistema jurídico, al derecho material, de un país esca-
samente vinculado o conectado con el supuesto de hecho privado e
internacional. Lo anterior no deriva en un vacío de solución o en una
merma de la tutela judicial efectiva desde que esta cláusula nos bus­
ca la aplicación de otro sistema estatal. Un ejemplo de esta cláusula lo
encontramos en el artículo 15 de la Ley de dipr Suiza de 1987: “El
derecho reclamado por la presente ley será, por excepción, inaplica-
ble si del conjunto de las circunstancias resulta manifiestamente que
dicho ordenamiento está mínimamente conectado en el supuesto de
hecho, y éste aparece más estrechamente vinculado con otro ordena-
miento”. La previsión de esta cláusula estimamos que viene a ofrecer
una cierta flexibilidad en la aplicación de la norma de conflicto sin
mermar por ello su carácter imperativo o de ius cogens. Esta opción no
está recogida en el sistema normativo mexicano.

3. Por lo que se refiere a la consecuencia jurídica, como tercer elemen-


to constitutivo de la norma conflictual, debemos mencionar que ésta
implica el señalamiento de un determinado sistema jurídico, de un
derecho sustantivo estatal, para resolver el fondo de la pretensión plan-
teada. Como bien se afirma este tercer elemento “no se contiene en la
propia norma, sino que es preciso determinarla indirectamente como
consecuencia del mandato de aplicación establecido por el legislador
respecto de un ordenamiento estatal en su conjunto”; sostiene Fernán-
dez Rozas y Sánchez Lorenzo. Si en el sector de la cji la consecuencia

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jurídica de la norma competencial era el señalamiento del concreto


tribunal nacional que debe entrar a conocer y resolver la controversia,
la consecuencia jurídica de la norma conflictual es el señalamiento
del sis­tema jurídico, en concreto del derecho material que determi-
nará el resultado final de una pretensión. Este ordenamiento jurídico
estatal señalado para que preste sus normas materiales de cara a re-
solver el fondo de la pretensión puede ser bien el del tribunal que se
declaró con cji (lex fori) o el de un tercer Estado. En principio, los
sistemas jurídicos de los Estados conectados razonablemente deben
tener las mismas probabilidades de aplicación para la resolución del
caso; lo anterior siempre a salvo de los distintos correctivos que pueden
establecerse normativamente en un determinado ordenamiento jurí-
dico; nos estamos refiriendo a las figuras del reenvío (de primer o de
segundo grado), del orden público o, por ejemplo, la calificación.
Como ejemplo de la estructura global que presenta la norma de
conflicto podemos reproducir el artículo 3o. de la Convención In-
teramericana sobre Conflictos de Leyes en Materia de Adopción de
Menores el cual dispone: “La ley de la residencia habitual del menor
(punto de conexión) regirá la capacidad, el consentimiento y demás
requisitos para ser adoptado, los procedimientos y formalidades ex-
trínsecas necesarias para la constitución del vínculo (supuesto de he-
cho)”, lo anterior da como consecuencia jurídica el acudir al sistema
jurídico de la residencia habitual del menor para que a través de la apli­
cación de su norma material se dé solución al fondo de la situación
jurídica internacional.

2. Normas materiales especiales

A. Concepto

Las normas materiales especiales, a diferencia de la norma de conflicto, no re­


mite a un ordenamiento jurídico vinculado con el supuesto de hecho para
buscar entre sus normas materiales la solución de fondo. Como se afirma “pro-
porciona una respuesta jurídica directa, inmediata y sustantiva a las situacio-
nes privadas internacionales” (Calvo Cara­vaca y Carrascosa González); así,
la norma material especial proporciona ella misma la respuesta de fondo,
afirmación que le ha valido la catalogación como una técnica de reglamen-
tación directa. No cabe desconocer que son disposiciones sustantivas de de-
recho interno que por una decisión del legislador se han dotado de vocación

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internacional; según Rojas Amandi. Esta tipología normativa “constituyen


una alternativa tanto a la generalidad de la norma de conflicto, como a
su efecto “nacionalizador” o “desinternacionalizador”, sostienen Fernández
Rozas y Sánchez Lorenzo.
Una afirmación que debemos hacer en este punto es que no conocemos
normas de dipr materiales especiales de producción interna o autónoma en
el contexto mexicano. Esta situación no es exclusiva del contexto mexica-
no y en este sentido la doctrina española apunta a varios factores como los
“responsables” de esta escasez: a) la elevada dificultad técnica de elaborar un
“código material” de las situaciones privadas internacionales; b) obstáculos
para distinguir entre relaciones internas e internacionales; c) carácter nacio-
nalista de las soluciones adoptadas —cada país tendría normas materiales
de dipr diferentes—, lo que acentúa la relatividad de soluciones propia del
dipr, afirman al respecto Calvo Caravaca y Carrascosa González. Cuestión
distinta es la producción de estas normas a nivel convencional al presentar
ciertas ventajas que no se presentarían en el plano autónomo. Entre ellas
queremos destacar la pérdida del carácter nacionalista de las soluciones y
la creación de un cuerpo normativo uniforme para todos aquellos Estados
que lo incorporen en su ordenamiento jurídico, dando así un alto grado de
seguridad y previsibilidad jurídica.

B. Estructura: supuesto de hecho y consecuencia jurídica

El supuesto de hecho de la norma material especial así como la consecuen-


cia jurídica coinciden en todos sus extremos con lo determinado en la nor-
ma conflictual. Se aplican mutatis mutandi las afirmaciones allí vertidas.
Lo más destacable es que en esta tipología normativa desaparece el pun-
to de conexión desde que ella misma da respuesta al fondo de la pretensión
planteada, haciendo inservible e ilógico la remisión que el punto de co-
nexión realice a otro sistema jurídico.

3. Normas de extensión

A. Concepto

Estamos ante una tipología normativa completamente distinta a las dos


mencionadas con anterioridad. Su peculiaridad radica en que esta norma
hace aplicables ciertas normas de derecho interno a determinados supues-

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tos de hecho privados e internacionales. Así, “cuando el legislador quiere


“proyectar” las normas internas a casos “internacionales”, utiliza entonces un
concreto tipo de normas de dipr: las “normas de extensión”, según la doctri-
na de Calvo Caravaca y Carrascosa González. En este sentido se ha afirma-
do que “las normas de extensión delimitan, por tanto, la aplicación en el
espacio de la ley del foro, proyectándola a determinados supuestos conec-
tados con el foro, a la vez que se erigen como una excepción a la solución
general establecida en una norma de conflicto”, siguiendo a Fernández
Rozas y a Sánchez Lorenzo.
Esta técnica de reglamentación no es indirecta como la norma de con-
flicto al no remitirnos a un ordenamiento jurídico vinculado con el su-
puesto de hecho para encontrar en él la respuesta al fondo. Tampoco es una
técnica de reglamentación directa como la norma material especial al no dar
ella misma la respuesta al fondo de la pretensión planteada.
La consecuencia más destacable de esta técnica de reglamentación mixta
es que su utilización hace estrictamente necesario aplicar el sistema jurídico,
las normas materiales, del Estado cuyos tribunales se declararon con cji, así,
nos conduce irremediablemente a la aplicación de la denominada lex fori,
haciendo imposible aplicar para resolver el fondo el ordenamiento jurídi-
co, en concreto la norma material, de un tercer Estado que pudiera estar
vinculado con el supuesto de hecho. Así, la norma de extensión impide la
aplicación de un sistema jurídico, de un derecho material extranjero.
Como regla general, la utilización de estas normas por los sistemas
normativos autónomos estatales es reducido, compartiendo así la misma
característica respecto a las normas materiales especiales. La excepción a
esta afirmación la encontramos en el Código Civil para el Distrito Federal
como contrapunto al Código Civil Federal.

B. Estructura: supuesto de hecho, consecuencia jurídica y punto de conexión

En esta tipología normativa la estructura es exactamente la misma que se ha


determinado en la norma conflictual, es decir, la norma de extensión tiene
una estructura tripartita: supuesto de hecho, consecuencia jurídica y punto
de conexión. La diferencia entre esta tipología normativa y la conflictual
reside en el alcance, los límites y señalamiento que presenta el punto de
conexión; manteniéndose las mismas funciones y efectos respecto al su-
puesto de hecho y la consecuencia jurídica.
De esta forma el supuesto de hecho de la norma de extensión sigue
estando conformado por las categorías jurídicas, por las situaciones jurídicas

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que pueden llegar a presentarse en el plano privado e internacional (ali-


mentos entre cónyuges, restitución internacional de menores, letras, pagarés,
sociedades mercantiles, contratos, etcétera).
Por su parte la consecuencia jurídica es la aplicación de un determinado
sistema jurídico, de una determinada norma material, para dar respuesta al
fondo de la pretensión; a contrario sensu, la consecuencia jurídica es la inapli-
cación del resto de sistemas jurídicos estatales que puedan estar más o menos
vinculados a la situación jurídica privada e internacional. La diferencia en-
tre la concepción de esta consecuencia jurídica y la prevista en la norma de
conflicto radica en su alcance y traducción; es decir, mientras en la norma
de conflicto el derecho podría ser tanto el del Estado que se declaró con cji
(lex fori) o el de un tercer Estado en la norma de extensión la consecuencia
jurídica apunta únicamente al derecho del Estado que se declaró competente
(lex fori). De esta forma la consecuencia jurídica de la norma de extensión es
mucho más limitada y predecible que en la norma conflictual.
Continuando con la idea anterior podemos observar que el punto de
conexión de la norma de extensión apunta siempre e irremediablemente al
derecho del Estado que se declaró competente, haciendo de esta forma, por
su configuración, imposible la aplicación de un sistema jurídico extranjero,
de la norma material extranjera para dar solución a la controversia.
Un ejemplo de norma de extensión es: “El estado y la capacidad de
las personas se rige por las leyes aplicables en el Distrito Federal” (Lex fori).
El punto de conexión, “leyes aplicables en el Distrito Federal”, impide en
todo término aplicar el sistema jurídico, la norma material, de un tercer
Estado, haciendo en todo punto aplicable la norma material mexicana para
solucionar el fondo de la controversia. Frases como “leyes aplicables en el
Distrito Federal” o “disposiciones de este Código” encierran un legeforismo
obsoleto y rancio.
Un ejemplo de norma conflictual, en orden a establecer la diferencia con
la anterior tipología normativa, podría ser: “El estado y capacidad de las per-
sonas físicas se rige por el derecho del lugar de su domicilio”. Aquí el punto
de conexión “lugar de su domicilio” implica que el sistema jurídico vigente
en ese criterio personal, mutable y único es el que regirá el fondo de la
pretensión. De lo anterior se derivan dos posibilidades desde la óptica de un
tribunal mexicano que se declaró con cji: a) que el “lugar de su domicilio”
esté en México por lo cual se aplicará la lex fori, coincidiendo absolutamente
foro e ius; b) que “el lugar de su domicilio” esté en España lo cual deriva en la
aplicación del derecho español para la solución del fondo de la controver-
sia existiendo una disociación absoluta entre el foro y el ius.

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III. Lex mercatoria

Tiene su existencia en la idea de un verdadero sistema normativo de nor-


mas transnacionales cuyo propósito es regular los conflictos que se deriven
de situaciones jurídicas internacionales de tinte comercial. Por lo anterior
la doctrina señala que se pretende convertir en un tercer sistema jurídi-
co autónomo y diferente a los nacionales, siguiendo la doctrina de Rojas
Amandi.
La lex mercatoria tiene como fuentes la costumbre internacional y los
principios generales del comercio internacional (pacta sunt servanda y buena
fe), por lo que carecen de referentes estatales que despolitizan y desnacio-
nalizan las controversias de carácter comercial. Lo anterior se justifica desde
que se trata de un método diseñado por los comerciantes.
Como bien señala la doctrina mexicana:

La doctrina ha querido describir una amplia serie de reglas emitidas por ór-
ganos privados en el ámbito internacional o por órganos gubernamentales en
ese mismo nivel, pero cuya característica principal es que se trata de reglas que
las partes hacen suyas en una relación jurídica, y que por tanto, las convierten
en obligatorias entre ellas, o bien, estas reglas son aceptadas por organizacio-
nes de comerciante o de prestadores de servicios y las hacen obligatorias entre
sus afiliados (apunta Pereznieto Castro).

Como normativa que materializa la lex mercatoria podemos destacar el Con-


venio de Naciones Unidas sobre Contratos de Compraventa Internacional
de Mercaderías, los principios de Unidroit o las leyes modelo de uncitral.

IV. Derecho uniforme

Cuando hablamos de derecho uniforme nos referimos a todos aquellos


instrumentos que armonizan el derecho privado respecto a un grupo de
Estados. Nos referimos, por ejemplo, a las leyes modelo o a los tratados in-
ternacionales que tienen como finalidad unificar las reglas de juego.
La doctrina ha señalado que “mediante este método, a través de normas
de derecho sustantivo comunes establecidas por un tratado o acuerdo inter-
nacional se regulan las relaciones jurídicas que los particulares desarrollan
entre Estados”, señala Pereznieto Castro.

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V. Las normas materiales imperativas

1. Las normas materiales imperativas mexicanas

Cuando hablamos de normas materiales imperativas nos estamos refirien-


do a aquellas normas de un derecho interno, estatal, cuya aplicación y
observancia es necesaria, imperativa o, como bien se afirma por la doctri-
na resultan ser “rigurosamente obligatorias”, tal y como afirman Calvo
Caravaca y Carrascosa González, Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo.
Cuando hablamos de las normas materiales imperativas hacemos re-
ferencia a aquellas normas de origen puramente interno que protegen en
su contenido “elementos básicos de la organización estatal”, como apun-
tan Calvo Caravaca y Carrascosa González. La doctrina justifica su ori-
gen en la necesidad de orientar materialmente la cuestión del derecho
aplicable en orden al respeto de valores o intereses públicos primordiales”,
siguiendo a Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo.
La duda que asalta al tratar esta tipología normativa es saber si en
realidad son o no normas de dipr. Si bien la discusión está servida cree-
mos que son dos las posturas que se pueden adoptar respecto a estas nor-
mas. La primera es considerar que son normas internas con proyección
internacional y por ende estudiadas como otra categoría normativa del
dipr, en concreto sería la cuarta categoría normativa que da respuesta al
segundo sector del dipr. La segunda es considerar que son normas in-
ternas que no pertenecen a la esfera de estudio del dipr. Nos inclinamos
hacia esta segunda postura por las siguientes razones: a) esta tipología se
redacta considerando únicamente situaciones puramente internas. Como
señala la doctrina “aplicar tales normas a situaciones «internacionales» su-
pone tergiversar la voluntad del legislador y estrangular el entero sistema
de dipr”; según la doctrina de Calvo Caravaca y Carrascosa González;
b) si toda norma pensada para el plano interno puede ser proyectada al
plano internacional genera cierta inseguridad jurídica. Como señala la doc-
trina “hacer de toda norma prevista para «casos internos», una potencial
norma aplicable a «supuestos internacionales», atenta contra la más ele-
mental seguridad jurídica”, siguiendo con Calvo Caravaca y Carrascosa
González; c) para que una norma de contexto interno se aplique a un
contexto internacional consideramos que debería disponerse dicha ca-
racterística de manera expresa.

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2. Las normas materiales imperativas de terceros Estados

El punto controvertido que se aborda en este apartado versa sobre la po-


sibilidad de aplicar la norma material imperativa de un tercer Estado, lige-
ramente vinculado, conectado, con el supuesto de hecho, el cual no es ni
el que está conociendo del asunto, esto es, el que se declaró con cji, ni el
Estado cuyo sistema jurídico resultó ser aplicable para resolver el fondo
de la pretensión aplicada.
Argumentos a favor y en contra pueden ser esgrimidos; en contra de
admitir esta posibilidad se esgrimen los puntos de una excesiva regulación
o “sobre regulación”; marcan al respecto Calvo Caravaca y Carrascosa
González, a la par que se mermaría la seguridad jurídica al no ser tan pre-
visible el resultado final que se pueda llegar a tener. En sentido contrario
y en apoyo a esta posibilidad se alega el factor de la “uniformidad de solu-
ciones” reduciendo la figura del forum shopping.
En el contexto mexicano no contamos con una disposición que au-
torice a los tribunales mexicanos aplicar la norma material imperativa
de un tercer Estado más o menos vinculado con el supuesto de hecho.
Siguiendo la propuesta de la doctrina española podría admitirse esta posi-
bilidad de forma general y presentando ciertos límites, a través de lo que se
ha denominado “cláusulas de perfiles abiertos”; según apuntan Calvo Cara-
vaca y Carrascosa González. Estos límites se pueden enumerar, numerus
apertus, en dos: a) que el tercer Estado del cual se alega la aplicación de la
norma material imperativa tenga una vinculación suficiente, próxima y
razonable con el supuesto de hecho; b) cuando se protejan “intereses dig-
nos de tutela”, siguiendo con Calvo Caravaca y Carrascosa González.

VI. Problemas de aplicación


de la norma material extranjera

La inserción en la norma de conflicto de un punto de conexión trae consi-


go numerosos problemas de aplicación que sin duda requieren un conjunto
de normas que tengan como finalidad resolverlos. Los problemas que a
continuación presentamos son exclusivos de la norma conflictual al ser
la única que permite acudir a un sistema jurídico extranjero.Veamos algu-
nos de ellos y cómo se resuelven en el contexto normativo mexicano.

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1. Sucesión en el tiempo de la norma de conflicto

El problema aplicativo que abordamos en este rubro es determinar los efectos


y consecuencias que se derivan cuando una norma de conflicto es sustituida
o derogada por otra norma de conflicto la cual contempla un punto de co-
nexión diferente a la que sustituye, cómo influye respecto a la solución de
una controversia derivada de un supuesto de hecho privado e internacional.
Como bien se afirma “la sucesión en el tiempo de normas de conflicto puede
obedecer a una gran variedad de supuestos que exigen, igualmente, solucio-
nes particulares”, como afirman Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo. La
derogación de una norma conflictual por otra no representaría un proble-
ma si no afectara al derecho que dará solución al fondo de esa situación: por
ello el problema a resolver se presenta cuando ambas normas conflictuales
nos llevan a sistemas jurídicos diferentes en los cuales, a través de la aplica-
ción de sus respectivas normas materiales, se alcanzan resultados de fondo
diametralmente opuestos. Así, si el resultado material y de fondo no se altera
no debería preocuparnos la sucesión temporal de las normas conflictuales.
Estos problemas pueden presentarse tanto en las normas de conflicto de
origen autónomo o interno como en aquellas de origen internacional.
Para la solución de esta situación es necesario distinguir dos supuestos:
a) que se prevean disposiciones específicas en la última norma conflic-
tual; b) que no se prevean tales disposiciones. El primer supuesto plantea
una disyuntiva fácil de resolver y en este sentido debemos estar sujetos
a lo dispuesto por el legislador en la última norma de conflicto emitida y
que resuelven estos problemas de sucesión temporal. El segundo supuesto
plantea mayores conflictos de cara a su solución. El punto de partida para
solucionarlo es el principio de irretroactividad de la norma conflictual
posterior. Este principio debe aplicarse tanto para resolver aquellas situa-
ciones que se desarrollan “instantáneamente” como para aquellas situacio-
nes “duraderas”, según Calvo Caravaca y Carrascosa González. Respecto
a las primeras, las “instantáneas”, la doctrina mencionada señala que “se
verifican en un momento determinado y en él agotan sus efectos jurídicos.
Dichos actos y efectos quedan sujetos al derecho designado por la norma
de conflicto en vigor en el momento en que se verifica el acto en cues-
tión”. Respecto a las segundas, las “duraderas”, afirman que “estas relacio-
nes —como las relaciones paterno-filiales o los efectos del matrimonio—,
quedan sujetas, hasta la entrada en vigor de la nueva ley, al derecho material
designado por la norma de conflicto antes vigente y, una vez en vigor la
nueva norma de conflicto, al derecho material por ella designado. Serían
por tanto, dos las normas de conflicto aplicables, y eventualmente, tam-

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bién dos los derechos aplicables a estas relaciones. Es el llamado “efecto del
doble derecho aplicable”.

2. La calificación

El problema que se aborda en este rubro consiste en embonar una situación


jurídica privada internacional en la figura jurídica prevista en el supuesto
de hecho de una norma conflictual. Se trata, en definitiva, de averiguar la
naturaleza jurídica del supuesto de hecho planteado a fin de determinar
qué norma de conflicto le ayudará en la búsqueda del sistema jurídico, y
la norma material, aplicable para solventar el fondo de la controversia.
Este conflicto se plantea en aquellas situaciones jurídicas privadas inter-
nacionales que presenten una naturaleza híbrida, mixta, desde la óptica del
derecho mexicano.
Siguiendo el ejemplo que nos brinda la doctrina española menciona-
mos la forma del contrato sucesorio el cual es acordado por dos alemanes
en Alemania pero con efectos y ejecución en México, Distrito Federal.
El problema que se suscita aquí es si debemos calificar esta situación jurídica
privada internacional como un contrato internacional o bien como una su-
cesión por causa de muerte. El resultado final depende de la calificación
que le demos pues: a) si le damos la calificación de contrato internacional lo
embonamos en la norma de conflicto dedicada a contratos internacionales, el
artículo 13, fración V, del ccdf el cual menciona que: “Los efectos jurídicos
de los actos y contratos celebrados fuera del Distrito Federal que deban ser
ejecutados en su territorio, se regirán por las disposiciones de este código,
a menos que las partes hubieran designado validamente la aplicabilidad
de otro derecho nos lleva al derecho”; este punto de conexión nos lleva a la
autonomía de la voluntad de las partes que no necesariamente será la nor-
ma material vigente en el Distrito Federal; esto es, no necesariamente es una
solución legeforista; b) si lo calificamos como sucesión nos lleva a la fracción
II del artículo 13 mencionado la cual dispone: “El estado y la capacidad de
las personas se rige por las leyes aplicables en el Distrito Federal”, siendo ésta
una solución legeforista. Apunta Calvo Caravaca y Carrascosa González.
Las soluciones a este problema aplicativo pasan por ser tres: a) realizar
una calificación de conformidad con la lex fori; b) realizar una calificación
de conformidad con la ley del otro Estado implicado; c) realizar una califi-
cación autónoma. Razones de practicidad acompañan a la primera mientras
que a la tercera le acompañan razones de alejamiento del derecho civil y/ o
mercantil de los derechos estatales implicados.

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3. Aplicación del derecho extranjero

Respecto a la forma en que debe ser aplicado el derecho extranjero en el


contexto mexicano encontramos dos artículos que consideramos vitales
reproducir en este rubro y que por su claridad no generan mayores difi-
cultades interpretativas o aplicativas.
El primero, y siguiendo un orden de jerarquía aplicativa, es el artículo 2o.
de la Convención Interamericana sobre Normas Generales de Derecho
Internacional Privado el cual determina que: “Los jueces y autoridades
de los Estados parte estarán obligados a aplicar el derecho extranjero tal
como lo harían los jueces del Estado cuyo derecho resultare aplicable, sin
perjuicio de que las partes puedan alegar y probar la existencia y contenido
de la ley extranjera invocada”. En clara continuidad con esta disposición
normativa encontramos el artículo 14 del Código Civil del Distrito Federal
el cual dispone que: “En la aplicación del derecho extranjero se observará
lo siguiente: I. Se aplicará como lo haría el juez extranjero correspondiente,
para lo cual el juez podrá allegarse la información necesaria acerca del
texto, vigencia, sentido y alcance legal de dicho derecho”.

4. Institución desconocida

Uno de los grandes problemas que encontramos en la aplicación de


las normas conflictuales es la figura conocida como “institución desco-
nocida”. El problema radica en cómo podemos catalogar, calificar, una
situación jurídica desconocida para el derecho mexicano. Tenemos ante
nosotros una tarea difícil por no decir de imposible concreción. El ejem-
plo más claro que podemos poner aquí es la figura de la kafala desde que
esta institución propia del derecho marroquí no puede ser equiparada a
una adopción plena o la adopción simple, en vías de desaparición, tal
como se concibe en el derecho mexicano. Lo anterior se afirma desde que
la kafala es una figura destinada al cuidado del menor, a la guarda legal,
donde el menor tiene dos serias limitaciones derivadas del hecho de que los
lazos de sangre no pueden modificarse: a) no adquiere el apellido de la
familia que lo acoge, y b) no tiene derechos hereditarios, según la doctri-
na de Rodríguez Vázquez .
El problema a tratar aquí no radica cuando la institución descono-
cida presenta efectos o funciones similares a una institución existente

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en el contexto jurídico mexicano. El problema se presenta cuando dicha


institución presenta efectos y funciones que no se conocen en el derecho
mexicano.
Para estos casos las soluciones que se brindan son tres:

a) La sencilla solución de la configuración amplia del supuesto de he-


cho. De conformidad con esta primera solución la norma de con-
flicto diseñaría su supuesto de hecho de una forma amplia con el
objetivo de encajar en ella el mayor número de instituciones que
puedan resultar desconocidas.

b) La solución que presenta el “método analógico”. Esta solución es


aceptada por el derecho mexicano, tanto en el artículo 3o. de la
Convención Interamericana sobre Normas Generales de dipr el
cual dispone que: “Cuando la ley de un Estado parte tenga insti-
tuciones o procedimientos esenciales para su adecuada aplicación y
no estén contemplados en la legislación de otro Estado parte, éste po­
drá negarse a aplicar dicha ley, siempre que no tenga instituciones
o procedimientos análogos”, como en el artículo 14 del Código Ci-
vil del Distrito Federal el cual a la letra señala que: “En la aplicación
del derecho extranjero se observará lo siguiente: III. No será im­
pedimento para la aplicación del derecho extranjero, que el derecho
mexicano no prevea instituciones o procedimientos esenciales a la
­institución extranjera aplicable, si existen instituciones o procedi­
mientos análogos”. En la implementación de esta solución se re­
quiere el paso por dos fases, a saber, la fase de la definición y la fase
de la decisión. Siguiendo a Calvo Caravaca y Carrascosa González.
Por lo que hace a la primera implica analizar la función que tiene
esa institución desconocida en el derecho extranjero que la creó e im­
plementó. La segunda implica buscar una institución en el dere­cho
del tribunal que se declaró con cji cuya función sea al menos si-
milar; esto es, buscar “una institución funcionalmente equivalen­te”,
según afirman Calvo Caravaca y Carrascosa González.

c) La solución que presenta la posible creación jurisprudencial de una


norma de conflicto. En este caso estaríamos dejando en manos de los
tribunales la creación y diseño de normas conflictuales, arrebatando
de esta forma la misión encomendada a los poderes legislativos.

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5. La cuestión preexistente: previa, prelimiar o incidental

El problema en este rubro se suscita cuando habiendo una cuestión princi-


pal, la cual determinó la cji y supuso la puesta en marcha del conocimiento
y resolución de un determinado supuesto de hecho, se presenta una cuestión
preexistente, de previo y especial pronunciamiento, esto es una cuestión que
debe ser resuelta de forma prioritaria para poder continuar con el conoci-
miento y resolución de la cuestión principal y por ende del fondo. En este
sentido la cuestión preexistente representa un presupuesto de la anterior
que debe conocerse y resolverse de forma prioritaria. La existencia de esta
figura se ha justificado señalando que “los sistemas jurídicos modernos regu-
lan supuestos jurídicos complejos. Esto significa que las hipótesis normativas
de diferentes normas jurídicas son interdependientes las unas de las otras”,
apunta Rojas Amandi. En forma resumida vemos que la cuestión preexisten-
te “se suscita si al enjuiciar una situación regulada por determinada norma de
conflicto aparece una cuestión jurídica que presenta una autonomía propia,
pero que precisa ser resuelta previamente para abordar la cuestión principal”.
Tal y como afirman Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo. De esta última
afirmación queremos destacar dos notas: a) es una cuestión autónoma, in-
dependiente de la cuestión principal; b) no afecta a la etapa procesal de
la determinación de la cji.
En este apartado utilizaremos los términos “previo”,“preliminar” o “inci-
dental” de forma conjunta bajo el rubro de “preexistentes”, aunque somos
conscientes de que la doctrina más dedicada se ha enfocado a delimitar
dentro de la categoría general de “preexistente” las tres figuras que confor-
man el título de este apartado. En este sentido se afirma que “las cuestiones
previas son cuestiones sobre la existencia de una relación jurídica o dere-
cho prejudicial, sin importar si la misma se plantea con relación al supuesto
de una norma de conflicto nacional o extranjera o bien, al supuesto de una
norma material nacional o extranjera”; “las cuestiones incidentales son los
presupuestos materiales de una relación jurídica, que por ley o conforme a
la jurisprudencia se encuentra sometida a un estatus especial” y “las cuestio-
nes preliminares son cuestiones sobre la existencia de una relación jurídica
o derecho, que se presupone por una norma de conflicto interna”, según
Rojas Amandi.
En concreto el asunto a resolver en el presente rubro es cómo vamos a
solucionar el sector del derecho aplicable respecto a la cuestión preexistente
y para ello se han diseñado cuatro posibles soluciones: a) la tesis de la lex
formalis causae (aplicar el dipr del Estado cuyo derecho regula la cuestión
principal); b) la tesis de la lex formalis fori (aplicar el dipr del Estado cuyos

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tribunales conocen del asunto); c) la tesis de la lex materialis causae (aplicar


a la cuestión preexistente el derecho material designado por la norma de
conflicto propia de la cuestión principal); d) la tesis de la lex materialis fori
(aplicar a la cuestión preexistente el derecho material del foro). De forma
resumida podemos ver que son dos las soluciones generales que se prevén
para solucionar esta figura: a) que la cuestión preexistente se puede resol-
ver conforme a la norma material del sistema jurídico que ha sido designada
por la norma de conflicto de la cuestión principal (es la forma “depen-
diente”); b) que la cuestión preexistente se resuelva conforme a la norma
material del sistema jurídico a la que le lleva su propia norma de conflicto
(es la forma “independiente”). Siguiendo con la doctrina de Rojas Amandi.
En la primera opción se impone una cuestión de economía procesal mien-
tras que en la segunda se imponen razones de especialidad.
La “solución” a este problema aplicativo en el contexto mexicano viene
dada por el artículo 8o. de la Convención Interamericana sobre Normas
Generales de Derecho Internacional Privado el cual dispone que: “Las cues-
tiones previas, preliminares o incidentales que puedan surgir con motivo de
una cuestión principal no deben resolverse necesariamente de acuerdo con
la ley que regula esta última”. Siguiendo cabalmente esta disposición en-
contramos el artículo 14 del Código Civil del Distrito Federal el cual
dispone que: “En la aplicación del derecho extranjero se observará lo si-
guiente: IV. Las cuestiones previas, preliminares o incidentales que puedan
surgir con motivo de una cuestión principal, no deberán resolverse ne-
cesariamente de acuerdo con el derecho que regule a esta última”. Con la
inserción de la frase “no deberán resolverse necesariamente” se está dando
cuenta de que no todos los casos en que se presente cuestiones preexis-
tentes son iguales por lo que no deben tratarse de igual forma por lo que
debe respetarse su especialización y flexibilización. Así cualquiera de las dos
soluciones generales planteadas en estas líneas tiene cabida a la hora de so-
lucionar la cuestión preexistente, tanto la “dependiente” como la “indepen-
diente”. En este sentido la doctrina mexicana ha señalado que:

En esta disposición se puede ver claramente que se deja en libertad al juez en


el sentido de que “no deben resolverse necesariamente” las cuestiones previas
con la aplicación de la ley que rige la cuestión principal, o sea, que la dispo-
sición comentada posibilita una conexión autónoma, lo que facilita al juez que
mediante su regla de conflicto pueda designar al derecho aplicable a la cuestión
principal y este dispositivo le da el acceso a la aplicación de un derecho dife-
rente, que sería el aplicable a la cuestión preliminar (Pereznieto Castro).

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Un ejemplo de esta figura la podemos encontrar en una situación jurídi-


ca privada internacional como la sucesión la cual se presenta como cuestión
principal; ahora bien, antes de solucionar la partición y adjudicación de los
bienes que componen la masa hereditaria es necesario determinar como
cuestión preexistente la validez o la nulidad del matrimonio celebrado me-
ses antes entre el autor de la herencia y la persona que reclama sus derechos
hereditarios.

6. Conflicto móvil

El conflicto móvil surge con el cambio del criterio utilizado por el punto
de conexión de la norma conflictual; por ejemplo, existe un conflicto móvil
cuando se verifica el cambio en el domicilio conyugal, de la residencia ha-
bitual del menor, criterios que diseñaron el punto de conexión de la norma
de conflicto y sirvieron para canalizar la aplicación de un derecho, de un
sistema jurídico, concreto. Como afirma la doctrina “se denomina conflicto
móvil a la alteración de punto de conexión en el tiempo (cambio de resi-
dencia, de nacionalidad, del lugar de situación de un bien, etcétera)”, según
Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo.
El dipr mexicano carece de una solución al problema del conflicto móvil
lo que lleva a plantear diversas vertientes para solucionar siquiera tácitamente
este problema. La primera pasaría por diseñar puntos de conexión determi-
nados en el tiempo o “inmutables”, por ejemplo el lugar de cumplimiento
del contrato. Esta primera solución no es de fácil concreción puesto que nos
puede llevar a diseñar puntos de conexión alejados del supuesto de hecho a
la hora de determinar el derecho material, por ejemplo: el lugar de celebra-
ción del matrimonio para el caso de divorcio o el lugar de fallecimiento del
autor de la herencia para un caso de herencia. La segunda opción es aplicar
el derecho al que conduce el punto de conexión antes de que cambie la cir-
cunstancia. A contrario sensu, la tercera opción podría ser aplicar el derecho al
que conduce el punto de conexión una vez que ha cambiado dicha circuns-
tancia. De esta opción la doctrina señala que fomenta los fraudes y la inse-
guridad jurídica, tal y como afirman Calvo Caravaca y Carrascosa González.
Otra opción podría consistir en la aplicación simultánea de ambas normas
de tal forma que la primera norma se aplicaría hasta el momento de su
cambio relevando a la segunda su aplicación una vez que se ha producido
dicho cambio. De esta opción se ha señalado que ignora el carácter interna-
cional del supuesto a la par que iguala los problemas de conflicto móvil con
los del derecho transitorio, según Calvo Caravaca y Carrascosa González.

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7. Fraude a la ley

Esta figura se origina con la alteración dolosa, maliciosa y plenamente volun-


taria del punto de conexión, del criterio fáctico o jurídico que da sentido
a este elemento constitutivo de la norma conflictual. Esta alteración se pue-
de llevar a cabo por una o ambas partes siempre con la intención de alterar
el resultado de la aplicación del sistema jurídico, de la norma material, que
dará respuesta al fondo del asunto. Dicha alteración supone obtener un
resultado de fondo diametralmente opuesto al que se hubiera obtenido de no
alterarse dicho criterio, de no alterarse en definitiva el punto de conexión.
Esta figura utiliza canales lícitos, válidos, (cambio de domicilio, de resi-
dencia habitual) con el propósito final de obtener un resultado ilícito (la apli-
cación de un sistema jurídico y en concreto de una norma material diferente
a la que se hubiera aplicado de no haberse alterado y por ende alcanzar un
resultado de fondo diametralmente opuesto). En resumidas cuentas, “la mu-
tabilidad consustancial a determinados puntos de conexión puede favorecer
una alteración fraudulenta de los mismos (cambio de la situación de un bien,
del domicilio o de la nacionalidad, etcétera), con el fin de conseguir una
correlativa modificación del derecho aplicable que favorezca los intereses del
defraudador”, al respecto afirman Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo.
De lo anterior se extraen los dos elementos constitutivos de esta figura,
a saber, el elemento material (el cambio del criterio que diseña el punto
de conexión) y el elemento volitivo (la intención de obtener un resultado de
fondo diferente y posiblemente no tolerado por el derecho que hubiera
sido aplicado de no haberse cambiado el punto de conexión). Por lo que se
refiere al primer elemento, como bien se afirma la conducta típica que ori-
gina esta figura es la “reubicación territorial de los obligados” aunque no
cabe descartarse también los “cambios de nacionalidad de los obligados” o el
de la “ubicación de los bienes muebles” como posibles vehículos para ma-
terializar el elemento material de esta figura. Como apunta Rojas Amandi.
Por lo que respecta al segundo elemento podemos ver que su existencia
configura la diferencia entre el conflicto móvil y el fraude a la ley. Mientras
que en el conflicto móvil hay un simple cambio del criterio que materia-
lizaba el punto de conexión, sin fines ulteriores ilícitos, prefabricados, en
el fraude a la ley hay una intención subyacente detrás del “simple” cambio
de esta circunstancia. El principal problema radica en la comprobación no del
elemento material sino del volitivo, del animus.
La regulación de esta figura en el contexto mexicano la encontramos en
el artículo 6o. de la Convención Interamericana sobre Normas Generales
de Derecho Internacional Privado el cual señala que: “No se aplicará como

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derecho extranjero, el derecho de un Estado parte, cuando artificiosamen-


te se hayan evadido los principios fundamentales de la ley de otro Estado
parte. Quedará a juicio de las autoridades competentes del Estado receptor
el determinar la intención fraudulenta de las partes interesadas”. De pare-
cido alcance encontramos el artículo 15 del Código Civil para el Distrito
Federal el cual a la letra señala que: “No se aplicará el Derecho extranjero:
I. Cuando artificiosamente se hayan evadido principios fundamentales del
derecho mexicano, debiendo el juez determinar la intención fraudulenta de
tal evasión”.
Por último debemos mencionar que “a medida que los sistemas jurídi-
cos se acercan más en sus concepciones culturales y sociales, las diferencias
marcadas que había hace años van desapareciendo” (Pereznieto Castro).

8. Reenvío

Hasta este momento las operaciones que estábamos manejando encierran


simplicidad a la par que certeza jurídica. Venimos afirmando que la norma
de conflicto del Estado que se declaró con cji nos lleva a un sistema jurídico de-
terminado, pudiendo ser éste bien el suyo (lex fori) o bien el de un tercer
Estado. En esta última posibilidad, sosteníamos que la remisión al sistema jurí-
dico nos llevaba a su norma material para solucionar dicha controversia. Si
bien esto en el fondo no es erróneo sí encierra cierto grado de simplicidad,
pues no hemos estado considerando la figura del “reenvío”. Esta figura como
veremos en líneas anteriores conlleva, por un lado una complicación de las
operaciones que veníamos manejando; por otro ayuda a alcanzar un mayor
grado de “justicia” para las partes implicadas en la controversia pues detrás
de la maraña que supone subyace la idea de buscar la norma material estatal
que de manera más lógica, justa, próxima y razonable ayude a su solución.
Esta figura se presenta cuando la norma conflictual del Estado que se de-
claró con cji remite para la resolución del fondo del supuesto al ordenamiento
jurídico de otro Estado, el cual contiene a su vez otra norma de conflicto que
nuevamente despliega su función de remisión, pudiendo remitir ésta a di-
ferentes derechos materiales en orden a conseguir una resolución de fondo. La
remisión o focalización final puede ser al derecho material del país cuyos tri-
bunales son declarados competentes o al derecho material de un tercer país.
Derivado de lo anterior podemos afirmar que el principal presupuesto
para que se pueda materializar esta figura la encontramos en la diversi-
dad de puntos de conexión insertados en las normas conflictuales con

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motivo de la libertad en el diseño de las mismas en el plano autónomo


o interno. De esta forma al no cumplirse en México con el punto de co-
nexión de la norma conflictual mexicana ésta remite a la aplicación de otro
ordenamiento jurídico cuya norma conflictual debe ser revisada. De esta
segunda norma de conflicto pueden concluirse dos panoramas: a) que de-
termine que la norma material aplicable es la del primer Estado, la del tri-
bunal que se declaró competente; b) que determine que la norma material
aplicable es la de un tercer Estado por tener cumplido éste la circunstancia
prevista en el punto de conexión de la norma conflictual.
Estas posibilidades se concretan en los dos tipos de reenvío que se re-
gulan: a) el reenvío de primer grado o de retorno el cual se produce cuan-
do los tribunales mexicanos que se declararon competentes recurren a su
norma de conflicto la cual remite la regulación del supuesto de hecho a un
ordenamiento jurídico extranjero y su norma conflictual vuelve a remitir la
regulación del supuesto de hecho a la norma material mexicana para que
sea ésta la que dé respuesta al fondo. La ventaja práctica que presenta es-
te primer tipo de reenvío se cifra en la aplicación de las normas materiales
del tribunal que se declaró competente (lex fori) a pesar de la remisión de
sus normas de conflicto a otro sistema jurídico estatal y a sus normas ma-
teriales. Como señala la doctrina “esto descarga a los jueces de la tarea, por
demás compleja, de conocer y de aplicar el derecho extranjero”, según afir-
ma Rojas Amandi; b) el reenvío de segundo grado se da cuando la norma de
conflicto mexicana remite la regulación del supuesto de hecho a un orde-
namiento extranjero cuya norma de conflicto a su vez remite la regulación
y solución a la norma material de un tercer Estado.
La regulación de esta figura en el ordenamiento jurídico mexicano la
encontramos en el artículo 14 del Código Civil para el Distrito Federal el
cual permite la existencia del reenvío de segundo grado; en este sentido
se afirma que:

En la aplicación del derecho extranjero se observará lo siguiente: II. Se aplicará


el derecho sustantivo extranjero, salvo cuando dadas las especiales circunstancias
del caso, deban tomarse en cuenta, con carácter excepcional, las normas con-
flictuales de ese derecho, que hagan aplicables las normas sustantivas mexicanas
o de un tercer estado.

Con esta regulación México admite el reenvío de segundo grado. La doc-


trina ha señalado que “la excepcionalidad del caso que justifique la remisión
general la debe determinar el juez en cada caso concreto”, siguiendo con la

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doctrina de Rojas Amandi. La doctrina mexicana ha explicado esta fracción


señalando que:

Cuando se trata de la aplicación del derecho extranjero el principio general es


que se aplique el derecho sustantivo para evitar de esa forma el reenvío; sin
embargo, la disposición reconoce que, en casos excepcionales, sean aplicadas las
normas de conflicto extranjeras pero de manera limitada en cuanto a sus efec-
tos, es decir siempre que la designación del derecho aplicable que hagan a su
vez, sea limitada a las normas mexicanas, o bien a un reenvío de segundo grado
que es a las normas de un tercer Estado (Pereznieto Castro).

La ventaja práctica del reenvío la citamos en la búsqueda de una mejor rea-


lización de la justicia al tomar en cuenta el sistema jurídico de otro Estado
en su totalidad y ver su concepción de justicia. Coincidiendo con estas
afirmaciones encontramos a Rojas Amandi.

9. Aplicación armónica del derecho extranjero

La aplicación armónica del derecho extranjero o “adaptación o igualación”,


siguiendo con la doctrina Rojas Amandi, es uno de los problemas aplicati-
vos de la norma de conflicto más sencillos de resolver. Esta problemática se
produce cuando una situación jurídica privada internacional presenta varias
y distintas ramificaciones que han de ser tratadas de forma separada en or-
den a señalar el sistema jurídico, la norma conflictual y material, que les dará
respuesta al fondo de cada una.
Los requisitos sine qua non para que se presente esta figura se cifran en
tres de conformidad con la doctrina, apunta Rojas Amandi: a) “que se trate
de una relación jurídica compleja, compuesta de dos o más elementos rele-
vantes jurídicamente”, a lo cual añadiríamos que dicha relación jurídica esté
compuesta por otras circunstancias que se caractericen por la posibilidad de
separarse e independizarse, siguiendo cada una un camino distinto en orden a
su determinación normativa; b) “que para la solución de dos o más de ellos, las
correspondientes normas reguladoras del conflicto remitan a diferentes sis-
temas jurídicos”, es decir, que a cada una de estas circunstancias “autónomas
e independientes” le correspondan distintos ordenamientos jurídicos y por
ende distintas normas conflictuales y materiales que resulten en resultados
diferenciados, y c) “que la solución que cada uno de dichos sistemas da para
resolver cada uno de los aspectos del caso, aplicadas conjuntamente, conduz­
ca a la anulación de los efectos que persigue cada uno de dichos sistemas”.

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Para la solución de este supuesto el ordenamiento jurídico mexicano


ofrece el contenido del artículo 9o. de la Convención Interamericana sobre
Normas Generales de Derecho Internacional Privado el cual señala que:

Las diversas leyes que puedan ser competentes para regular los diferentes aspec-
tos de una misma relación jurídica, serán aplicadas armónicamente, procurando
realizar las finalidades perseguidas por cada una de dichas legislaciones. Las
posibles dificultades causadas por su aplicación simultánea, se resolverán te-
niendo en cuenta las exigencias impuestas por la equidad en el caso concreto.

De parecido contenido encontramos en el plano autónomo el artículo 14,


fracción V, del Código Civil para el Distrito Federal el cual señala que:

En la aplicación del derecho extranjero se observará lo siguiente: V. Cuando


diversos aspectos de una misma relación jurídica estén regulados por diver-
sos derechos, estos serán aplicados armónicamente, procurando realizar las fi-
nalidades perseguidas por cada uno de tales derechos. Las dificultades causadas
por la aplicación simultánea de tales derechos se resolverán tomando en cuenta
las exigencias de la equidad en el caso concreto.

10. Orden público internacional

Hasta este punto las operaciones que hemos manejado es que ante una si-
tuación jurídica privada internacional los tribunales nacionales declarados
competentes acuden a su norma de conflicto para determinar qué orde-
namiento jurídico, a través de su normativa material, va a dar solución al
fondo del caso. Ahora bien, este señalamiento se hace de modo anticipado,
es decir, sin conocer el contenido y alcance de esa norma material estatal.
Es lo que se ha denominado como “un salto en la oscuridad”, apuntan al
respecto Calvo Caravaca, Carrascosa González y Rojas Amandi. Este “salto”
puede llevar a la norma material de otro Estado la cual puede resultar, bien
en su tenor literal o bien como consecuencia de su aplicación, contraria
a principios e instituciones fundamentales del derecho estatal del tribunal
que se declaró competente. Para evitar esta situación el dipr dispone de un
mecanismo corrector: el orden público.
Esta figura viene a representar una importante excepción al funcio-
namiento de la norma conflictual desde que su alegación supone ignorar
la remisión que hace el punto de conexión a la aplicación del derecho de
otro Estado. Lo anterior se hace en virtud de que esta ley extranjera resulta

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contraria a los principios fundamentales del derecho estatal cuyos tribuna-


les se declararon con cji. En este sentido se afirma que opera para evitar
ciertos resultados negativos que genera la aplicación de leyes extranjeras en
los casos internacionales; según Calvo Caravaca y Carrascosa González. Así,
“blinda una parte del orden jurídico interno a efecto de que se aplique en
forma estricta también en casos que sean objeto del tráfico jurídico inter-
nacional”, siguiendo a Rojas Amandi.
En México no contamos con un sistema de “lista cerrada” que supongan
una concreción de los supuestos que vulnerarían el orden público interna-
cional mexicano. Lo anterior no es una crítica, al contrario, creemos que es
una tarea difícil el elaborar una lista de supuestos en los que se determina que
la aplicación del derecho extranjero es contraria al orden público internacio-
nal mexicano. Si bien es cierto que se refuerza la seguridad jurídica y no se
deja en manos de los operadores jurídicos una interpretación de esta figura,
también es cierto que esta lista estática debe ser revisada constantemente por
la volatilidad misma que encierra la naturaleza del orden público. Así, esta lista
cerrada corre el riesgo de quedarse obsoleta y convertirse en un instrumen-
to ciertamente inútil si no se revisa constantemente las instituciones y princi-
pios que la deben conformar. Por lo anterior estimamos que es preferible
la existencia de una lista abierta, de cláusulas generales, que puedan orientar
en la concepción y diseño de esta figura clave del dipr. Lo anterior nos lleva
irremediablemente a que el juzgador de forma casuística determine cuándo
la aplicación del derecho extranjero es o no contrario a los principios e institu-
ciones fundamentales del contexto mexicano. Lo anterior implica que los
tribunales como los verdaderos protagonistas de la aplicación, para la inter-
pretación de esta figura deben inspirarse y tener siempre como referente el
marco constitucional. Así, concatenado con la idea anterior afirmamos que
no es un concepto ciego sino que existen elementos que nos indican la vio-
lación en mayor o menor grado de esta figura. En este sentido se apuntan
como violaciones al orden público las violaciones a los derechos humanos
garantizados constitucional y convencionalmente, las conductas sanciona­
das como delitos por las leyes penales internas o la violación a las normas ma-
teriales consideradas imperativas, siguiendo con la doctrina de Rojas Amandi.
Otro de los principios inspiradores de esta figura es su volatilidad, es
decir, debemos tener cuidado a la hora de interpretar y aplicarla por el he-
cho de que el orden público internacional cambia irremediablemente con
el paso del tiempo. Así el actual concepto de orden público internacional
poco o nada tiene que ver con el concepto de orden público internacional de
hace unos años o con el que tendremos en un futuro no muy lejano. Nos

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referimos por ejemplo, en retrospectiva, a la aceptación de la disolución


matrimonial, o en prospectiva, a la aceptación de matrimonios por personas
del mismo sexo con la posibilidad de llevar a cabo adopciones de menores,
nacionales e internacionales.
Otro principio inspirador del orden público internacional es su ex-
cepcionalidad. En este sentido la alegación de esta figura no puede ser una
regla general desde que afecta al normal funcionamiento y aplicación de
la norma de conflicto y por ende de la posibilidad de aplicar un derecho
extranjero y que su norma material resuelva el fondo de una controversia.
De esta forma se afirma que el uso de forma indiscriminada, su alegación
sistemática, puede suponer igualmente un peligro desde que “nos llevaría a
hacer nugatorias todas las normas reguladoras de conflicto”, apunta Rojas
Amandi. Estrechamente unido a este principio consideramos que debemos
mencionar que la contradicción con los principios e instituciones del dere­
cho mexicano debe ser manifiesta. De tal forma que una mera diferencia
entre la disposición material estatal extranjera y una mexicana no justifica
la alegación de esta figura excepcional.
Los efectos del orden público se pueden resumir en dos: a) el efecto
negativo (consiste en que las disposiciones del derecho extranjero que es
contrario al orden público internacional mexicano no se aplicarán), y b) el
efecto positivo (descartada la aplicación del derecho extranjero se aplicará
para la solución del fondo la lex fori cuando hablamos de puntos de cone-
xión únicos o al punto de conexión sucesivo si hablamos de la existencia
de varios puntos de conexión. Lo anterior con la finalidad de evitar que los
tribunales dejen de conocer so pretexto de silencio de la ley). La previsión
del efecto negativo la podemos ver en todas las disposiciones internas y con-
vencionales que conforman las reglas de dipr mexicano; ahora bien, llama la
atención de que el efecto positivo no está previsto de igual forma.
Relacionados con la regulación de esta figura clave encontramos los
siguientes artículos. En el plano convencional encontramos el artículo 5o.
de la Convención Interamericana sobre Normas Generales de Derecho In-
ternacional Privado el cual señala que: “La ley declarada aplicable por una
Convención de derecho internacional privado podrá no ser aplicada en el
territorio del Estado parte que la considerare manifiestamente contraria a
los principios de su orden público”.
En el plano autónomo encontramos el artículo 8o. del Código Civil
para el Distrito Federal el cual señala que: “Los actos ejecutados contra el
tenor de las leyes prohibitivas o de interés público serán nulos, excepto en los
casos en que la ley ordene lo contrario”.

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El artículo 15 en su segunda fracción, de este mismo cuerpo normativo,


señala que: “No se aplicará el derecho extranjero: II. Cuando las disposicio-
nes del derecho extranjero o el resultado de su aplicación sean contrarios
a principios o instituciones fundamentales del orden publico mexicano”.
De esta regulación se desprende la nota de generalidad como principio
constitutivo de esta figura. En este sentido el orden público internacional
mexicano está compuesto por “principios o instituciones fundamentales”,
es decir, lo que constituye los “ejes maestros”; según afirma la doctrina de
Calvo Caravaca y Carrascosa González. Esta fracción ha sido alabada por
la doctrina mexicana al señalar que “la disposición acerca del concepto del
orden público contempla una serie de elementos modernos”, siguiendo a
Pereznieto Castro.
Por otra parte el artículo 13 señala en su primera fracción que: “La de-
terminación del derecho aplicable en el Distrito Federal se hará conforme a
las siguientes reglas: I. En el Distrito Federal serán reconocidas las situaciones
jurídicas validamente creadas en otras entidades de la República”. De una
interpretación y alcance distinto encontramos el artículo 7o. de la Con-
vención Interamericana sobre Normas Generales de Derecho Internacional
Privado el cual señala que: “Las situaciones jurídicas validamente creadas en
un Estado parte de acuerdo con todas las leyes con las cuales tengan una co-
nexión al momento de su creación, serán reconocidas en los demás Estados
parte, siempre que no sean contrarias a los principios de su orden público”.

VII. Tratamiento procesal del derecho extranjero

1. Convención Europea sobre Información Relativa


al Derecho Extranjero

a) Ámbito de aplicación material. Solicitud de información relativa al dere-


cho extranjero en materia civil y mercantil. Lo anterior salvo acuerdo
de las partes para extender la aplicación de este Convenio a ámbitos dis­
tintos del civil y mercantil.

b) Ámbito de aplicación espacial. El artículo 19 establece que toda parte


contratante podrá designar el o los territorios a los cuales se aplicará
la convención; igualmente, podrá extender la aplicación de este con-
venio, mediante declaración dirigida al secretario general del Consejo

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de Europa a cualquier otro territorio o territorios especificados en


la declaración y de cuyas relaciones internacionales está encargado
con respecto del cual está facultado para adquirir compromisos.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Londres, el 7 de junio de


1968, con entrada en vigor internacional el 17 de diciembre de 1969,
de conformidad con el artículo 17, el Convenio entra en vigor tres
meses después del depósito del tercer instrumento de ratificación o
adhesión. De manera explícita, esta convención establece su vigencia
indefinida. México, lo aprueba por el Senado el 31 de octubre de 2001,
lo publica en el dof para su aprobación el 2 de diciembre de 2002,
se vincula por adhesión el 21 de febrero de 2003; entra en vigor el 22
de mayo de 2003 y se publica en el dof para su promulgación el 13 de
junio de 2003.

El objetivo de este Convenio es establecer un sistema de asistencia mutua


internacional para la obtención de información sobre el derecho extran-
jero por autoridades judiciales, entendiéndose por información sobre el
derecho extranjero datos concernientes a su legislación, procedimiento y
organización judicial.
Para conseguir agilidad en la obtención de la información, el artículo
2o. prevé la designación o en su caso creación de una autoridad única deno-
minada autoridad receptora. Esta autoridad debe ser un órgano minis­terial
o estatal. Por otra parte, también se prevé la designación o creación de una o
varias autoridades transmisoras encargadas de recibir las solicitu­des de infor-
mación proveniente de sus autoridades judiciales y transmitirlas a la autori-
dad receptora extranjera competente. Se contempla la posibilidad de aunar
ambas funciones en una misma autoridad estatal. Tal designación deberá ser
comunicada al secretario general del Consejo de Europa.
La solicitud de información debe emanar siempre de una autoridad ju-
dicial, con la salvedad de que dos o más partes contratantes podrán convenir
aplicar este Convenio a solicitudes que emanen de autoridades distintas de
las judiciales.
El artículo 4o. establece el contenido de la solicitud de información y en
ese sentido los requisitos establecidos son fundamentalmente: 1) debe indi-
car la autoridad judicial de la cual emane, salvo que ésta no fuera formulada
por autoridad judicial, lo cual en su caso será acompañada de la decisión de
ésta que lo hubiera autorizado; además debe indicar la naturaleza del asunto, en
concreto los puntos sobre los cuales se solicite la información referente a la
legislación del Estado requerido, en caso de existir varios sistemas jurídicos,

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el sistema concreto solicitado, y 2) una exposición de los hechos siendo po-


sible anexar copias de documentos siempre que ayuden a precisar el alcance
de la solicitud.
Por otra parte, de conformidad con el artículo 6o., las autoridades facul-
tadas para responder son en primer lugar la autoridad receptora en caso de
que tenga los conocimientos necesarios; en su defecto, podrá transmitir la
solicitud a otro órgano estatal u oficial, organismo privado o abogado califi-
cado, para que formule la respuesta. En caso de originar gastos, la autoridad
receptora con anterioridad a la transmisión de la solicitud debe indicar a la
autoridad de la que emana la solicitud el importe contemplado de los mis-
mos. En clara consonancia, encontramos el artículo 15, el cual establece que
la respuesta no podrá dar lugar al cobro de impuestos o gastos, salvo la excep-
ción prevista en el artículo 6o., párrafo 3, o convenio entre dos o más partes.
El artículo 7o. que representa una de las más importantes previsiones de
esta convención, establece que la respuesta proporcionada debe arrojar infor-
mación objetiva e imparcial sobre la legislación del Estado requerido, anexan-
do textos legislativos y decisiones jurisprudenciales relevantes, y en caso de
ser necesario, de documentos complementarios tales como extractos de obras
doctrinales y trabajos preparatorios, así como de comentarios explicativos.
De conformidad con el artículo 8o., los datos contenidos en la respuesta
no vincularán a la autoridad judicial de la cual emane la solicitud. Lo cual
relativiza la eficacia aplicativa del contenido de este convenio.
A través de este Convenio se impone la obligación a la autoridad recep-
tora a la que se le ha sometido la solicitud de información de dar curso a la
misma. Lo anterior con la salvedad de que dicha solicitud de información
afectara a sus intereses o pudiera atentar contra sus soberanía o seguridad. Si
la respuesta no fue formulada por la autoridad receptora sino por organismo
privado o abogado calificado o por otro órgano estatal u oficial, la autori-
dad receptora queda obligada a velar para que dicha información sea facilitada
lo más pronto posible. Ahora bien, si la elaboración de la respuesta exige un
plazo mayor, la autoridad receptora informará a la extranjera que lo haya
solicitado la fecha probable en que se pueda ofrecer dicha respuesta.
Por otra parte, la autoridad receptora, así como cualquier organismo
privado, abogado calificado, podrá solicitar a la autoridad de la cual ema-
ne la solicitud, información complementaria necesaria para la elaboración
de su respuesta.
De conformidad con el artículo 14, la solicitud de información, así como
sus anexos deben estar redactados en el idioma oficial del Estado requeri-
do, o en su caso estar acompañado de una traducción, la respuesta será

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redactada en el idioma del Estado requerido. Esta disposición puede dero-


garse previo acuerdo de dos o varias partes contratantes.
A este Convenio se le anexa un protocolo adoptado en Estrasburgo el
15 de marzo de 1978, el cual tiene por finalidad ampliar el sistema de asis-
tencia mutua internacional a la esfera del derecho y procedimiento penal
en un marco multilateral. Lo anterior se justifica por la previsión del atícu-
lo 1o., párrafo 2, que permite ampliar el ámbito de cobertura material de
este Convenio. Igualmente de conformidad con el artículo 3o., párrafo
3, de la Convención Europea, este protocolo se sirve para aumentar las au­
toridades encargadas de las solicitudes, por ello, de conformidad con el artícu­
lo 1o. del protocolo se establece que los Estados contratantes se darán in-
formación sobre derecho sustantivo y procesal, así como de su organización
judicial en el ámbito penal, así como la inclusión del ministerio público y
legislación sobre la ejecución de las medidas penales. La solicitud de infor-
mación podrá no sólo emanar de cualquier autoridad judicial competente
para instruir el procedimiento o ejecutar sentencias que hayan alcanzado
efecto de cosa juzgada. Igualmente, la solicitud puede ser formulada una
vez iniciado el procedimiento o bien cuando se prevea la instrucción de un
procedimiento. Entrará en vigor tres meses después de la fecha en que tres
Estados miembros del Consejo de Europa sean parte del protocolo. Este
protocolo puede ser aplicado para todos aquellos territorios de cuyas rela-
ciones internacionales esté encargado o respecto del cual esté facultado para
adquirir compromisos, a los que un Estado acepte.
México realiza dos notas a este instrumento. La primera de ellas de-
termina: “Contiene un Protocolo adicional sobre información relativa
al derecho extranjero (ste 97) adoptado en Estrasburgo el 15 de marzo de
1978 del que México es parte y está en vigor”. La segunda nota expresa:

El gobierno de México designó a la ser —Dirección General de Asuntos Jurí-


dicos— como autoridad transmisora y receptora, en términos de lo dispuesto
en la Convención. Asimismo, designó a la pgr —Dirección General de Asun-
tos Legales— como autoridad competente para las solicitudes sobre derecho
penal derivadas del protocolo adicional de la Convención.

2. Protocolo adicional de la Convención Europea sobre


Información Relativa al Derecho Extranjero

a) Ámbito de aplicación material. Información relativa al derecho extranjero.

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b) Ámbito de aplicación espacial. De conformidad con el artículo 6o. este


Protocolo queda abierto a la firma de los Estados miembros del Con-
sejo de Europa.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Estrasburgo, Francia, el 15 de


marzo de 1978, con entrada en vigor internacional el 31 de agosto
de 1979, de conformidad con el artículo 7o., este protocolo entrará
en vigor tres meses después de la fecha en que tres Estados miembros
del Consejo de Europa sean parte del Protocolo. México, lo aprueba
por el Senado el 31 de octubre de 2002, lo publica en el dof para su
aprobación el 27 de noviembre de 2002, se vincula por adhesión el 21
de febrero de 2003, entra en vigor el 22 de mayo de 2003 y se publica
en el dof para su promulgación el 13 de junio de 2003.

Este protocolo se inserta en la previsión del artículo 1o., párrafo 2, y del ar-
tículo 3o., párrafo 3, de la Convención Europea sobre Información Relativa
al Derecho Extranjero, la cual dispone que dos o más Estados contratantes
podrán acordar ampliar entre ellas, el ámbito de aplicación de la convención
a otras esferas además de las que se indican en la misma y la cual, igualmente
dispone que los Estados podrán ampliar la aplicación de la convención a
las solicitudes procedentes de autoridades que no sean judiciales, es decir,
no sólo amplia material sino también orgánicamente dicha convención. En
este contexto, el artículo 1o. impone la obligación a los Estados contratantes
de otorgar información sobre el derecho sustantivo y procesal, así como de
la organización judicial en la esfera penal, incluyendo su legislación so-
bre ejecución de medidas penales.
Esta solicitud de información podrá emanar de cualquier autoridad ju-
dicial competente para instruir el procedimiento o ejecutar sentencias con
efecto de cosa juzgada, así como ser formulada no sólo cuando se haya ini-
ciado el procedimiento sino también para supuestos de instrucción.
En clara continuación o ampliación del artículo 1o., párrafo 1, de la
Convención Europea, estiman que la solicitud de información podrá emanar
de cualquier autoridad o persona que actúe dentro de un sistema oficial de
asistencia judicial o asesoramiento jurídico por cuenta de personas económi-
camente desprotegidas e igualmente para un procedimiento ya iniciado
o en fase de instrucción. En esta misma línea y dando continuidad al ar-
tículo 2o., párrafo 2, de la Convención Europea, los Estados deben designar
una o varias autoridades transmisoras.

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México realiza la siguiente nota:

El gobierno de México designó a la sre —Dirección General de Asuntos Jurí-


dicos— como Autoridad transmisora y receptora, en término de lo dispuesto
en la Convención. Asimismo, designó a la pgr —Dirección General de Asuntos
Legales— como autoridad competente para las solicitudes sobre derecho penal
derivadas del Protocolo.

VIII. Marco regulador

1. Regulación convencional

A. Convenciones interamericanas

a. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes


en Materia de Letras de Cambio, Pagarés y Facturas

Los ámbitos de aplicación de este instrumento convencional se encuentran


desarrollados en el apartado de la cji.
Como se mencionaba en el sector de la cji, ésta es una convención bipar-
tita desde que su contenido regula tanto la cji como el derecho aplicable.
Por lo que se refiere a la ley aplicable, en función del artículo 1o. la ca-
pacidad para obligarse mediante una letra de cambio se rige por la ley del
lugar donde la obligación ha sido contraída. A esta regla general se le une
una especificidad la cual consiste en que cuando la obligación hubiere sido
contraída por quien fuere incapaz, según dicha ley, tal incapacidad no preva-
lecerá en el territorio de cualquier otro territorio parte de esta convención,
cuya ley considerare válida la obligación.
De igual forma el artículo 2o. establece que la forma del giro, endoso,
aval, intervención, aceptación o protesto de una letra de cambio se somete
a la ley del lugar en que cada uno de dichos actos se realice. En clara conti-
nuidad, el artículo 3o. establece que las obligaciones resultantes de una letra
de cambio se rigen por la ley del lugar donde hubieren sido contraídas; si
una o más de estas obligaciones contraídas fueren inválidas según la ley de-
terminada anteriormente, dicha invalidez no afectará a aquellas contraídas

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válidamente de acuerdo con la ley del lugar donde hayan sido suscritas. A
falta de determinación del lugar en que se ha contraído una obligación
cambiaria, ésta se regirá por la ley del lugar donde la letra deba ser pagada y
en su defecto por la del lugar de su emisión. Igualmente, los procedimientos
y plazos para la determinación de la aceptación, el pago y el protesto
se somete a la ley del lugar donde dichos actos se realicen o deban realizarse.
Por último, la ley del Estado donde la letra de cambio deba ser pagada de-
termina las medidas que han de tomarse en caso de robo, hurto, falsedad,
extravío, destrucción o inutilización material del documento.
El artículo 11 expresa la inaplicabilidad de la ley señalada por esta Con-
vención si esta resulta ser manifiestamente contraria al orden público en el
territorio de un Estado parte.
Todo lo mencionado sobre letras de cambio, se debe extender a los pa-
garés de conformidad con el artículo 9o. Igualmente, el artículo 10 establece
que todo lo anterior, asimismo, aplicará a las facturas entre Estados parte en
cuyas legislaciones tengan el carácter de documentos negociables, dando
seguimiento a la cláusula in fine del artículo 10, México establece que para
los efectos de lo dispuesto en el artículo 10, párrafo II, de esta Conven-
ción, las facturas no son documentos negociables de conformidad con la
legislación mexicana.

b. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes


en Materia de Sociedades Mercantiles

Debemos mencionar que los tres ámbitos de aplicación de este instrumento


convencional están expuestos y desarrollados con detenimiento en el apar-
tado referido a la cji.
De conformidad con el artículo 2o. la existencia, capacidad, funciona-
miento y disolución de las sociedad mercantiles se rige por la ley del lugar
de su constitución y a este efecto aclara que por ley de constitución, se
entiende la del Estado donde se cumplan los requisitos de forma y fondo
requeridos para la creación de dichas sociedades.
El artículo 3o. establece que las sociedades mercantiles, debidamente
constituidas en un Estado, serán reconocidas de pleno derecho en el resto,
lo anterior no excluye la facultad estatal de exigir una comprobación de la
existencia de la sociedad conforme a la ley del lugar de su constitución. De
igual forma se afirma que la capacidad reconocida a las sociedades constitui-
das en un Estado no pueden ser mayores que la capacidad que la ley del Es-
tado de reconocimiento otorgue a las sociedades constituidas en este último.

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Por su parte, el artículo 4o., para el ejercicio directo o indirecto de los


actos comprendidos en el objeto social de las sociedades mercantiles, que-
dará sujeto a la ley del Estado donde se realicen, misma ley que se aplicará al
control que una sociedad mercantil obtenga sobre una sociedad constitui­
da en otro Estado. De igual manera, se afirma que las sociedades constituidas
en un Estado que pretendan establecer la sede efectiva de su administración
central en otro Estado, podrán ser obligadas a cumplir los requisitos estable-
cidos en la legislación de éste último.
Por otra parte, el artículo 7o. establece que la ley declarada aplicable,
puede ser rechazada de ser considera manifiestamente contraria a su or­
den público.

c. Convención Interamericana sobre Normas Generales


de Derecho Internacional Privado

a) Ámbito de aplicación material. Normas generales de derecho internacio­


nal privado.

b) Ámbito de aplicación espacial. Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador,


Guatemala, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Montevideo, el 8 de mayo de


1979, la entrada en vigor internacional es el 10 de junio de 1981,
de conformidad con el artículo 14 entra en vigor el trigésimo día a
partir de la fecha de depósito del segundo instrumento de ratifica-
ción. Igualmente, conforme al artículo 16 regirá indefinidamente.

México la firma el 3 de agosto de 1982, la aprobó el Senado el 10 de diciem-


bre de 1982, se publicó en el dof para su aprobación el 13 de enero de 1983,
la vinculación de México se produce por ratificación el 19 de abril de 1984, la
entrada en vigor para México es el 18 de mayo de 1984 y se publica en el
dof para su promulgación el 21 de septiembre de 1984. En este Convenio se
produce una fe de erratas publicada en el dof del 10 de octubre de 1984.
Los artículos que conforman el contenido de este instrumento con-
vencional han sido abordados individualmente en distintos apartados de
este capítulo, dependiendo del problema aplicativo que presenta la norma
de conflicto. Nos referimos, por ejemplo, a los problemas del orden pú-
blico, cuestión previa, del fraude a la ley, entre otros. Resta comentar el
artículo 4o. de esta convención desde que no ha podido ser estudiado en

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otro rubro. De esta forma el artículo 4o. señala que:“Todos los recur­sos otor-
gados por la ley procesal del lugar del juicio serán igualmente admitidos para
los casos de aplicación de la ley de cualquiera de los otros Estados parte que
haya resultado aplicable”.

d. Convención Interamericana sobre Conflictos de Leyes


en Materia de Adopción de Menores

Debemos iniciar señalando que los requisitos aplicativos de esta convención


se encuentran analizados en el apartado que examina la cji.
Lo que sí es necesario abordar en este apartado es la previsión que ofrece
esta convención sobre el derecho aplicable a las adopciones internacionales.
En este sentido el artículo 3o. señala que la ley de la residencia habitual
del menor regirá la capacidad, el consentimiento y demás requisitos para ser
adoptado, los procedimientos y formalidades extrínsecas necesarias para la
constitución del vínculo.
Por su parte el artículo 4o. señala a la ley del domicilio del adoptante
para que sea ésta quien rija todo lo relativo a la capacidad para ser adop-
tante, requisitos de edad y estado civil del adoptante, consentimiento del
cónyuge del adoptante si fuera el caso y los demás requisitos para ser adop-
tante. En el párrafo in fine de este artículo 4o., se afirma que en el supuesto
de que los requisitos de la ley del adoptante sean manifiestamente menos
estrictos a los señalados por la ley de residencia habitual del adoptado regirá
la ley de éste.
Por su parte, el artículo 6o. establece que los requisitos de publicidad y
registro de la adopción quedan sometidos a la ley del Estado donde deben
ser cumplidos.
El artículo 9o. menciona que en caso de adopción plena, legitimación
adoptiva y figuras afines las relaciones entre adoptante y adoptado, inclu-
yendo alimentos, así como las del adoptado con la familia del adoptante se
regirán por la misma ley que rige las relaciones del adoptante con su familia
legítima.
El artículo 10 menciona que en caso de adopciones distintas a las men-
cionadas en el artículo 9o., las relaciones entre adoptante y adoptado se rigen
por la ley del domicilio del adoptante. Igualmente, las relaciones del adop-
tado con su familia de origen se rigen por la ley de su residencia habitual
al momento de la adopción. En parecida sintonía, el artículo 11 estable-
ce que los derechos sucesorios que corresponden al adoptado o adoptante
se regirán por las normas aplicables a las respectivas sucesiones. Este artículo
culmina señalando que en caso de adopción plena, legitimación adoptiva

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y figuras afines, el adoptante, el adoptado y la familia tendrán los mismos


derechos sucesorios que corresponden a la filiación legítima.
Por su parte, el artículo 12 señala que la revocación de las adopciones
se regirá por la ley de la residencia habitual del adoptado al momento de la
adopción.
El artículo 13 señala que la conversión de la adopción simple a plena o
legitimación adoptiva o instituciones afines se regirá, a elección del actor,
por la ley de residencia habitual del adoptado al momento de la adopción
o por la ley del Estado donde tenga su domicilio el adoptante al momento
de pedirse la conversión.
El artículo 14 señala que la anulación de la adopción se regirá por la
ley de su otorgamiento.
Esta Convención no se limita exclusivamente a la determinación del
derecho aplicable, sino que también da respuesta a los problemas que la apli-
cación del derecho extranjero puede presentar, éste es el caso del artículo 5o.,
el cual habla de la institución desconocida. En este mismo sentido, el artículo
18 aborda la problemática de la aplicación de la ley de un tercer Estado sien-
do ésta manifiestamente contraria a su orden público. En este mismo tenor,
el artículo 19 determina que las leyes aplicables se aplicarán armónicamente
y a favor de la validez de la adopción y en beneficio del adoptado.

e. Convención Interamericana sobre Personalidad y Capacidad


de Personas Jurídicas en el Derecho Internacional Privado

a) Ámbito de aplicación material. Personalidad y capacidad de personas


jurídicas en el derecho internacional privado.

b) Ámbito de aplicación espacial. Los Estados parte son: Brasil, Guatemala,


México y Nicaragua. De conformidad con el artículo 1o., la conven-
ción se aplicará a las personas jurídicas constituídas en cualquiera de los
Estados partes, entendiéndose por persona jurídica toda entidad que
tenga existencia y responsabilidad propias, distintas a las de sus miem-
bros o fundadores, y que sea calificada como persona jurídica según
la ley del lugar de su constitución.Termina señalando este artículo que la
convención se aplicará sin perjuicio de convenciones específicas que
tengan por objeto categorías especiales de personas jurídicas.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Paz, Bolivia, el 24 de mayo


de 1984, con entrada en vigor internacional el 9 de agosto de 1992, de
conformidad con el artículo 14, la Convención entrará en vigor el tri-

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gésimo día a partir de la fecha en que haya sido depositado el segundo


instrumento de ratificación. Finalizando el artículo 16 al señalar que la
convención regirá indefinidamente. México la firma el 2 de diciembre
de 1986, la aprueba el Senado el 27 de diciembre de 1986, se publica
en el dof para su aprobación el 6 de febrero de 1987, la vinculación de
México se produce por ratificación el 12 de junio de 1987, la entrada
en vigor para México es el 9 de agosto de 1992 y su publicación en el
dof para su promulgación es el 19 de agosto de 1987.

El artículo 2o. expresa que la existencia, la capacidad para ser titular de dere-
chos y obligaciones, el funcionamiento, la disolución y la fusión de las perso-
nas jurídicas de carácter privado se rigen por la ley del lugar de su constitu-
ción, entendiéndose por esta ley, la del Estado parte donde se cumplan los
requisitos de forma y fondo requeridos para la creación de dichas personas.
México realiza una declaración interpretativa en la cual afirma que el ar­
tículo 2o. de la Convención es aplicable a casos análogos, tales como la
transformación, liquidación y escisión.
De lo anterior se deriva, de conformidad con el artículo 3o., que todas
las personas jurídicas privadas, debidamente constituidas, serán reconoci-
das de pleno derecho en los demás Estados parte, lo anterior no excluye
la facultad del Estado parte para exigir la comprobación de que esta persona
jurídica existe conforme a la ley del lugar de su constitución. Este artículo
finalmente reconoce que en ningún caso la capacidad reconocida a las per-
sonas jurídicas privadas constituidas en un Estado parte podrá exceder de
la capacidad que la ley del Estado parte de reconocimiento otorgue a las
personas jurídicas constituidas en este último.
En este orden de ideas, el artículo 4o. afirma que para el ejercicio de ac-
tos comprendidos en el objeto social de las personas jurídicas privadas, regirá
la ley del Estado parte donde se realicen tales actos. Igualmente, el artículo
5o. dispone que las personas jurídicas privadas constituidas en un Estado par-
te que pretendan establecer la sede definitiva de su administración en otro
Estado parte podrán ser obligados en la legislación de este último.
Por su parte, el artículo 6o. establece que cuando la persona jurídica
privada actúe por medio de representante en un Estado distinto al de su
constitución, se entenderá que ese representante podrá responder de pleno
derecho a los reclamos y demandas que contra dicha persona pudieran in-
tentarse con motivo de los actos en cuestión.
El artículo 7o. establece que cada Estado parte y las demás personas
jurídicas de derecho público organizadas de acuerdo con su ley, gozarán de
personalidad jurídica privada de pleno derecho y podrán adquirir derechos

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y contraer obligaciones en el territorio de los demás Estados parte, con las


restricciones establecidas por dicha ley y por las leyes de estos últimos, en
especial en lo que respecta a los actos jurídicos referentes a derechos reales y
sin perjuicio de invocar, en su caso, la inmunidad de jurisdicción.
El artículo 8o. determina que las personas jurídicas internacionales
creadas por un acuerdo internacional entre Estados parte o por una reso-
lución de una organización internacional se regirán por las estipulaciones
del acuerdo o resolución de su creación y serán reconocidas de pleno dere-
cho como sujetos de derecho privado en todos los Estados parte del mismo
modo que las personas jurídicas privadas y sin perjuicio de invocar en su
caso la inmunidad de jurisdicción.
Por último, encontramos el único artículo que resuelve problemas apli-
cativos de derecho aplicable y en ese sentido, el artículo 9o. determina que
la ley declarada aplicable por esta convención podrá no ser aplicada en
territorio del Estado parte que la considere manifiestamente contraria a su
orden público.

f. Convención Interamericana sobre el Derecho Aplicable


a los Contratos Internacionales

a) Ámbito de aplicación material. Derecho aplicable a los contratos inter­


nacionales. De conformidad con el artículo 1o., se entenderá que un
contrato es internacional si las partes del mismo tienen su residencia
habitual o su establecimiento en Estados parte diferentes, o si el con-
trato tiene contactos objetivos con más de un Estado parte. Igualmen-
te, este convenio se aplica a contratos celebrados o en que sean parte
Estados, entidades u organismos estatales, a menos que las partes en el
contrato lo excluyan expresamente. De igual manera, los Estados pue-
den de­clarar que este instrumento no se aplica a aquellos contratos en
los cuales el Estado o las entidades u organismos estatales sean partes.
En este sentido, también pueden declarar a qué clase de contratos no
se aplicará. En este sentido, al momento de ratificar esta Convención,
el gobierno de México formuló la declaración siguiente:

Los Estados Unidos Mexicanos declara con fundamento en el artícu-


lo 1o. de la Convención que ésta no se aplicará a aquellos contratos
a celebrarse por el Estado, sus entidades y organismos estatales en
los que actúa como ente soberano con potestad de derecho público
cuando la legislación mexicana prevenga la aplicación exclusiva del
derecho nacional.

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Derecho internacional privado

De conformidad con el artículo 3o., las normas de este Convenio se apli-


carán a las nuevas modalidades de contratación desarrolladas como con-
secuencia del avance comercial internacional. Por su parte, de conformidad
con el artículo 5o., este Convenio no determina el derecho aplicable a
las cuestiones derivadas del estado civil, de capacidad, nulidad, invalidez
del contrato que dimane de incapacidad, a las obligaciones contractuales
relativas a cuestiones sucesorias, testamentarias, regímenes matrimoniales o
derivadas de relaciones de familia, obligaciones de títulos de créditos, obli-
gaciones de la venta, transferencia o comercialización de títulos en los mer-
cados de valores, los acuerdos sobre arbitraje o elección de foro, las cuestiones
de derecho societario, incluyendo existencia, capacidad, funcionamiento
y disolución de sociedades comerciales y personas jurídicas. Por último, el
artículo 6o. expresa que la Convención no se aplicará a aquellos contratos
que tengan una regulación autónoma en el derecho convencional interna-
cional, vigente entre los Estados parte de esta Convención.

b) Ámbito de aplicación espacial. Son Estados parte México y Venezuela.


Este es un convenio multilateral de efecto, hasta la fecha, bilateral.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en la Ciudad de México el 17


de marzo de 1994, con entrada en vigor internacional de 15 de di-
ciembre de 1996, de conformidad con el artículo 19 este Convenio
tiene carácter irretroactivo al disponerse que este Convenio se apli-
cará en un Estado parte a los contratos concluidos después de su en-
trada en vigor en ese Estado. De conformidad con el artículo 28 este
Convenio entra en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que
haya sido depositado el segundo instrumento de ratificación. Por su
parte, el artículo 29 finaliza señalando que este Convenio regirá in-
definidamente. México la firma el 27 de noviembre de 1995, la apro-
bación por el Senado se da el 29 de abril de 1996, la publicación en
el dof para su aprobación el 14 de mayo de 1996, la vinculación de
México se da por ratificación el 15 de noviembre de 1996, la entra­
da en vigor para México es el 15 de diciembre de 1996 y la publica-
ción en el dof para su promulgación es el 1o. de junio de 1998.

El clausulado de este Convenio relativo al derecho aplicable, se inicia con el


artículo 2o., declarando éste que el derecho designado se aplicará aun cuan-
do sea el de un Estado no parte.
Por su parte, el capítulo segundo relativo a la determinación del derecho
aplicable, inicia con el artículo 7o., el cual autoriza la autonomía de la volun-

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Derecho aplicable

tad de las partes, la cual debe ser expresa o en su defecto, debe desprenderse en
forma evidente de la conducta de las partes y las cláusulas contractuales consi-
deradas en su conjunto; dicha autonomía puede referirse al conjunto o a una
parte del contrato. Una afirmación importante la encontramos en este mismo
artículo al señalar que la determinación del foro por las partes no significa,
necesariamente, la elección de derecho aplicable. Complementando a este ar-
tículo, tenemos que el artículo 8o. afirma que en cualquier momento las partes
pueden acordar el sometimiento del contrato en todo o en parte a un derecho
distinto, no afectando lo anterior la validez formal del contrato original ni
los derechos de terceros. En una segunda previsión, el artículo 9o. aborda el
supuesto de inexistencia de autonomía de la voluntad o que ésta fuera inefi-
caz. Dando solución a este supuesto, se establece la teoría de los vínculos más
estrechos, y como indicio para concretar esta teoría, el Convenio afirma que el
tribunal debe tener en cuenta todos los elementos objetivos y subjetivos que
se desprendan del contrato, así como los principios generales del derecho co-
mercial internacional aceptados por organismos internacionales. A esta regla
general se prevé el supuesto específico de que si una parte del contrato es
separable y tiene una conexión más estrecha con otro Estado, la ley de ese
otro Estado se aplicará a esa parte del contrato. El artículo 10 viene a com-
plementar todas estas ideas, señalando que se pueden aplicar aquellas normas,
costumbres, principios del derecho comercial internacional, usos y prácticas co-
merciales aceptadas generalmente con el fin de realizar las exigencias de jus-
ticia y equidad. Otra disposición importante que queremos destacar es el
artículo 11 el cual menciona “que se aplicarán necesariamente las disposiciones
del derecho del foro cuando tengan carácter imperativo. Será discreción del
foro, cuando lo considere pertinente, aplicar las disposiciones imperativas
del derecho dentro del Estado con el cual el contrato tenga vínculos estre-
chos”. En relación al capítulo tercero titulado existencia y validez del contrato,
inicia con el artículo 12 el cual menciona que la existencia y validez del con-
trato o de sus disposiciones, así como la validez sustancial de las partes respecto
a la elección del derecho aplicable, se regirá por la norma prevista en el capí-
tulo segundo de este convenio. Ahora bien, para establecer que una parte no
ha consentido debidamente, el juez deberá determinar el derecho aplicable
tomando en consideración la residencia habitual o el establecimiento de dicha
parte. Continúa y finaliza con el artículo 13, el cual afirma que un contrato
celebrado entre partes que se encuentran en el mismo Estado será válido res-
pecto a su forma si cumple con los requisitos establecidos en el derecho que
rige dicho contrato según esta Convención o con los fijados en el derecho del
Estado en que se celebre o con el derecho del lugar de su ejecución. En un
sentido opuesto, si las personas se encuentran en distintos Estados al momento

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de celebrarse el contrato, será válido en su forma, si cumple con los requisi-


tos establecidos en el derecho que rige según esta Convención, en cuanto al
fondo, o con los del derecho de uno de los Estados en que se celebra o con
el derecho del lugar de su ejecución.
El capítulo cuarto hace referencia al ámbito del derecho aplicable y en
este sentido el artículo 14 señala que el derecho aplicable al contrato, de
conformidad con el capítulo segundo, regulará principalmente: 1) su in-
terpretación; 2) los derechos y las obligaciones de las partes; 3) la ejecución
de las obligaciones y consecuencias del incumplimiento, comprendiendo la
evaluación del daño en la medida que pueda determinar el pago de una in-
demnización compensatoria; 4) los modos de extinción de las obligaciones,
prescripción y caducidad de las acciones, y 5) consecuencias de la nulidad
o invalidez del contrato. Por su parte, el artículo 16 afirma que el derecho
del Estado donde deba inscribirse o publicarse los contratos internacionales
regulará todas las materias concernientes a la publicidad de aquéllos. En
otro orden de ideas, el artículo 17 afirma que se entenderá por “derecho” el
vigente en un Estado con exclusión de las normas conflictuales. Por últi-
mo, el artículo 18 aborda la figura fundamental del orden público, señalando
que el derecho designando por este Convenio puede ser excluido si es ma-
nifiestamente contrario a dicha excepción.
Como cláusula de compatibilidad, el artículo 20 establece que este Con-
venio no afectará la aplicación de otros que contengan normas sobre el mis-
mo objeto.
De conformidad con el artículo 22, respecto a un Estado que tenga en
cuestiones tratadas en la Convención dos o más sistemas jurídicos aplica-
bles en unidades territoriales diferentes: a) cualquier referencia al derecho
del Estado contempla el derecho en la correspondiente unidad territorial;
b) cualquier referencia a la residencia habitual o al establecimiento en el Es-
tado se entenderá referida a la residencia habitual o al establecimiento en
una unidad territorial del Estado.

g. Convención Interamericana sobre Obligaciones Alimentarias

Los tres ámbitos de aplicación de esta Convención se encuentran especifi-


cados en el capítulo que estudia la cji.
Como mencionábamos en ese capítulo la competencia en este instru-
mento tiene un contenido tripartito desde que hace frente a la cji, al da así
como a la cooperación internacional. En este momento es preciso abordar
el sector normativo que regula el da.

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Derecho aplicable

En este rubro encontramos dos artículos. El primero es el artículo 6o.


el cual dispone que:

Las obligaciones alimentarias, así como las calidades de acreedor y de deudor


de alimentos, se regularán por aquel de los siguientes órdenes jurídicos que, a
juicio de la autoridad competente, resultare más favorable al interés del acree-
dor: a. El ordenamiento jurídico del Estado del domicilio o de la residencia
habitual del acreedor; b. El ordenamiento jurídico del Estado del domicilio o
de la residencia habitual del deudor.

El segundo artículo que estudia el da es el 7o. el cual dispone que:

Serán regidas por el derecho aplicable de conformidad con el artículo 6o.


las siguientes materias: a. El monto del crédito alimentario y los plazos y condi-
ciones para hacerlo efectivo; b. La determinación de quienes pueden ejercer la
acción alimentaria en favor del acreedor, y c. Las demás condiciones requeridas
para el ejercicio del derecho de alimentos.

B. Convenios de La Haya

a. El Convenio de La Haya sobre la protección de menores


y la cooperación en materia de adopción internacional

Debemos recordar que los ámbitos de aplicación de este instrumento con-


vencional están desarrollados en el apartado que analiza la cji.
Entre los artículos que podemos mencionar en este apartado encontra-
mos el artículo 24 el cual hace referencia a la negación del reconocimiento
de una adopción cuando ésta sea manifiestamente contraria a su orden pú-
blico teniendo en cuenta el interés superior del menor.
Por lo que hace al capítulo VI se abordan en él las disposiciones genera­
les entre las que destacamos el artículo 28 el cual dispone que la Convención
no afecta a ley alguna de un Estado de origen que exija que la adopción de
un niño con residencia habitual en ese Estado tenga lugar en ese Estado o
que prohíba la colocación del niño en el Estado de recepción o su despla-
zamiento al Estado de recepción antes de la adopción.
En otro orden de ideas el artículo 37 especifica que en relación a un Es-
tado que tenga dos o más sistemas jurídicos aplicables en materia de adop-
ción, toda referencia a la ley de ese Estado se entenderá referida al sistema
jurídico determinado por la ley de dicho Estado. En esta correlación de

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ideas, el artículo 38 menciona que un Estado contratante en el que distin-


tas unidades territoriales tengan sus propias normas en materia de adop-
ción, no estará obligado a aplicar las normas de la Convención cuando un
Estado con un sistema jurídico unitario no estaría obligado a hacerlo.

b. Convenio de La Haya sobre Obtención


de Alimentos en el Extranjero

Los requisitos aplicativos de esta Convención se encuentran expuestos en


el apartado referente a competencia judicial internacional, remitimos a los
comentarios vertidos en el mismo.
La única cláusula de derecho aplicable que encontramos en esta Con-
vención la tenemos en el artículo 6o., fracción 3, la cual determina que
no obstante cualquier disposición de esta Convención, la ley aplicable a
la resolución de las acciones de alimentos y de toda cuestión que surja con
ocasión de las mismas será la ley del Estado del demandado, inclusive el
derecho internacional privado de ese Estado. Lo anterior se traduce en
prever la normativa conflictual mexicana en caso de ser ésta la del Esta-
do del demandado, para la resolución del fondo en un caso de alimento
internacional. En este caso, estaríamos hablando concretamente de los ar-
tículos 13 a 15 del Código Civil para el Distrito Federal y los correspon-
dientes a los distintos códigos civiles del resto de las entidades federativas;
así, el operador jurídico a través de este artículo debe tener en cuenta la
puesta en marcha de la figura del reenvío, así como la toma en cuenta de
las figuras de fraude a la ley, institución desconocida y orden público. Así,
el tribunal que se declare competente, no necesariamente resolverá el fon-
do conforme a su normativa material (lex fori). Este artículo busca dar la
mejor protección al acreedor de alimentos, desde que no necesariamente
la norma material del tribunal que se declara competente es la mejor
regulación normativa para resolver el fondo de un supuesto de alimentos,
así al otorgar las mismas posibilidades de aplicar la lex fori o la normati-
va de un tercer Estado, está protegiendo el mejor interés del acreedor
de alimentos.
Respecto a la previsión establecida en el mencionado artículo 6o.,
párrafo 3, “debe resaltarse que el Convenio no se pronuncia en ningún
momento ni sobre la ley aplicable a la obligación alimentaria ni sobre el
régimen de reconocimiento de decisiones judiciales extranjeras en la ma-
teria”, según la doctrina de González Campos.

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2. Regulación autónoma

A. El artículo 13 del Código Civil para el Distrito Federal

Artículo 13 del Código Civil del Distrito Federal:

La determinación del derecho aplicable en el Distrito Federal se hará con-


forme a las siguientes reglas:

I. En el Distrito Federal serán reconocidas las situaciones jurídicas validamen-


te creadas en otras entidades de la República.
II. El estado y la capacidad de las personas se rige por las leyes aplicables en
el Distrito Federal.

En este rubro se comprenden los supuestos de nombre, matrimonio, edad


para contraer matrimonio, divorcio, nulidad de matrimonio celebrado en
México, adopción, ausencia y fallecimiento, filiación y reconocimiento de
hijos, emancipación, esponsales, concubinato, tutela y alimentos, como afir-
ma Rojas Amandi. Para estos supuestos específicos el punto de conexión
previsto por esta disposición es la vigente en el Distrito Federal. Lo an-
terior nos lleva a concluir que estamos ante una norma de extensión y no
una norma de conflicto en sentido estricto. Esta afirmación nos lleva a dos
conclusiones: la primera al legeforismo que encierra, es decir, a la aplicación
irremediable de la lex fori imposibilitando la aplicación del sistema jurídico
de otro Estado y por ende de su norma material, y la segunda consecuen-
cia concatenada con la anterior que al hacer inevitable la aplicación de la
lex fori e inaplicable en todo extremo el derecho de otro Estado deja sin
sentido el análisis de los problemas aplicativos derivados de la aplicación de
ese “otro derecho”, por ejemplo, la figura de la institución desconocida, la
discusión de la cuestión previa o del orden público.
No queremos terminar este rubro sin compararlo con las disposi-
ciones que ofrece el Código Civil Federal para establecer las diferencias
necesarias: artículo 13.II. “El estado y capacidad de las personas físicas se
rige por el derecho del lugar de su domicilio”. En esta disposición el pun-
to de conexión es el “lugar de su domicilio”; en este caso sí estamos frente
a una norma de conflicto desde que el lugar del domicilio puede estar en
un tercer Estado remitiéndose así al sistema jurídico de otro Estado, a su
norma material, para solucionar el fondo del asunto. Lo anterior al estar

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alejado de un legeforismo absurdo da cabida y sentido pleno a que hablemos


de los problemas aplicativos de la norma conflictual.

III. La constitución, régimen y extinción de los derechos reales sobre inmue-


bles, así como los contratos de arrendamiento y de uso temporal de tales bienes,
y los bienes muebles que se encuentren en el Distrito Federal, se regirán por las
disposiciones de este Código, aunque sus titulares sean extranjeros”. Esta frac-
ción recoge las cuestiones relativas a propiedad, usufructo, uso y contratos de
arrendamiento, siguiendo a Rojas Amandi, respecto a los bienes inmue­bles
así como regula de forma unitaria los bienes muebles. La consideración que
debemos hacer aquí es que a estos supuestos de hecho para bienes inmuebles
y muebles el punto de conexión vuelve a ser el derecho vigente en el Distrito
Federal, encerrando igualmente un legeforismo y reproduciendo así las afirma-
ciones vertidas en la fracción anterior.

Antes de terminar el análisis de este rubro queremos compararlo con las dis-
posiciones que ofrece el Código Civil Federal, en concreto con el artículo
13, fracción III, el cual a la letra dice: “La constitución, régimen y extinción
de los derechos reales sobre inmuebles, así como los contratos de arrenda-
miento y de uso temporal de tales bienes, y los bienes muebles, se regirán por
el derecho del lugar de su ubicación, aunque sus titulares sean extranjeros”.
En esta disposición el punto de conexión es la lex rei sitae la cual abandona
el legeforismo incorporado en las disposiciones del Distrito Federal. Se aplican
aquí mutatis mutandi las afirmaciones vertidas en el párrafo II.
“IV. La forma de los actos jurídicos se regirá por el derecho del lugar en
que se celebren. Sin embargo, los celebrados fuera del distrito federal, podrán
sujetarse a las formas prescritas en este código cuando el acto haya de tener
efectos en el Distrito Federal”. Esta fracción engloba los supuestos de nulidad
de matrimonio celebrado en el extranjero, requisitos de forma de los contra-
tos, forma del matrimonio forma de los esponsales y régimen legal patrimo-
nial del matrimonio, siguiendo con la doctrina de Rojas Amandi.
En esta fracción el punto de conexión es el “lugar en que se celebren”;
por primera vez encontramos una norma de conflicto en la disposición des-
tinada a regular la aplicación del derecho extranjero. En este caso se aban-
dona el legeforismo mantenido en las disposiciones anteriores haciendo que
tenga pleno sentido abordar los problemas aplicativos de esta norma (orden
público, cuestión previa, calificación, reenvío o institución desconocida).
No podemos terminar este rubro sin reproducir las disposiciones que
ofrece el Código Civil Federal para esta misma situación jurídica privada
internacional las cuales coinciden plenamente con las del Distrito Federal.

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Derecho aplicable

En este sentido el artículo 13, fracción IV, señala que: “La forma de los
actos jurídicos se regirá por el derecho del lugar en que se celebren. Sin
embargo, podrán sujetarse a las formas prescritas en este código cuando el
acto haya de tener efectos en el Distrito Federal o en la República tratán-
dose de materia federal”.
“V. Salvo lo previsto en las dos fracciones anteriores, los efectos jurídicos
de los actos y contratos celebrados fuera del Distrito Federal que deban ser
ejecutados en su territorio, se regirán por las disposiciones de este código,
a menos que las partes hubieran designado validamente la aplicabilidad de
otro derecho”. Esta fracción encierra en concreto los supuestos de cumpli-
miento y rescisión de contratos y convenios sobre el régimen patrimonial
del matrimonio.
Esta fracción establece como punto de conexión general una norma
de extensión (“se regirán por las disposiciones de este Código”) y como
punto de conexión especial o excepcional una norma de conflicto (“a me-
nos que las partes hubieran designado validamente la aplicabilidad de otro
derecho”).
No queremos terminar este rubro sin compararlo con las disposicio-
nes que ofrece el Código Civil Federal para establecer las diferencias nece-
sarias: artículo 13, fracción V: “Salvo lo previsto en las fracciones anteriores,
los efectos jurídicos de los actos y contratos se regirán por el derecho
del lugar en donde deban ejecutarse, a menos de que las partes hubieran de-
signado válidamente la aplicabilidad de otro derecho”. En esta disposición
tanto el punto de conexión general (“lugar donde deban ejecutarse”) como
el punto de conexión excepcional o especial (“a menos que las partes hu-
bieran designado válidamente la aplicabilidad de otro derecho”) son normas
conflictuales al permitir la aplicación de un derecho extranjero y hacer
así coherente el contenido de los artículos 14 y 15 de su Código Civil.

B. El artículo 79, fracción II, del Código de Comercio

El artículo 79, fracción II, del Código de Comercio establece que:

Se exceptuarán de lo dispuesto en el artículo que precede: II. Los contratos


celebrados en país extranjero en que la ley exige escrituras, formas o solem-
nidades determinadas para su validez, aunque no las exija la ley mexicana. En
uno y otro caso, los contratos que no llenen las circunstancias respectivamente
requeridas, no producirán obligación ni acción en juicio.

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C. El artículo 410-E del Código Civil para el Distrito Federal

El artículo 410-E del Código Civil del Distrito Federal dispone que:

La adopción internacional es la promovida por ciudadanos de otro país, con


residencia habitual fuera del territorio nacional. Esta adopción se regirá por los
tratados internacionales ratificados por el estado mexicano bajo el principio
de bilateralidad y, en lo conducente, por las disposiciones de este Código. La
adopción por extranjeros es la promovida por ciudadanos de otro país, con
residencia permanente en el territorio nacional. Esta adopción se regirá por lo
dispuesto en el presente código.

D. El artículo 1593 del Código Civil para el Distrito Federal

El artículo 1593 Código Civil para el Distrito Federal dispone: “Los testa-
mentos hechos en país extranjero, producirán efecto en el Distrito Federal
cuando hayan sido formulados de acuerdo con las leyes del país en que se
otorgaron”.

E. El artículo 2736 del Código Civil para el Distrito Federal

El artículo 2736 del Código Civil para el Distrito Federal señala que:

La existencia, capacidad para ser titular de derechos y obligaciones, funciona-


miento, transformación, disolución, liquidación y fusión de las personas morales
extranjeras de naturaleza privada se regirán por el derecho de su constitución, en-
tendiéndose por tal aquel estado en que se cumplan los requisitos de forma y
fondo requeridos para la creación de dichas personas. En ningún caso el reco-
nocimiento de la capacidad de una persona moral extranjera excederá a la que
le otorgue el derecho conforme al cual se constituyó. Cuando alguna persona
extranjera de naturaleza privada actúe por medio de algún representante, se consi-
derará que tal representante, o quien lo substituya, esta autorizado para responder
a las reclamaciones y demandas que se intenten en contra de dicha persona con
motivo de los actos en cuestión.

F. Los artículos 252 a 258 de la Ley general de títulos


y operaciones de crédito

Los artículos 252 a 258 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Cré-


dito señalan:

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Derecho aplicable

Artículo 252. La capacidad para emitir en el extranjero títulos de crédito o


para celebrar cualquiera de los actos que en ellos se consignen, será de-
terminada conforme a la ley del país en que se emita el título o se celebre
el acto. La ley mexicana regirá la capacidad de los extranjeros para emitir
títulos o para celebrar cualquiera de los actos que en ellos se consignen,
dentro del territorio de la República.

Artículo 253. Las condiciones esenciales para la validez de un título de cré-


dito emitido en el extranjero y de los actos consignados en él, se deter-
minan por la ley del lugar en que el título se emite o el acto se celebra.
Sin embargo, los títulos que deban pagarse en México, son válidos, si
llenan los requisitos prescritos por la ley mexicana, aun cuando sean
irregulares conforme a la ley del lugar en que se emitieron o se consig-
nó en ellos algún acto.

Artículo 254. Si no se ha pactado de modo expreso que el acto se rija por la


ley mexicana, las obligaciones y los derechos que se deriven de la emi-
sión de un título en el extranjero o de un acto consignado en él, si el
título debe ser pagado total o parcialmente en la República, se regirán
por la ley del lugar del otorgamiento, siempre que no sea contraria a las
leyes mexicanas de orden público.

Artículo 255. Los títulos garantizados con algún derecho real sobre inmue-
bles ubicados en la República, se regirán por la ley mexicana en todo
lo que se refiere a la garantía.

Artículo 256. Los plazos y formalidades para la presentación, el pago y el


protesto del título se regirán por la ley del lugar en que tales actos de-
ban practicarse.

Artículo 257. La adopción de las medidas prescritas por la ley del lugar en
que un título haya sido extraviado o robado, no dispensan al interesado
de tomar las medidas prescritas por la presente ley, si el título debe ser
pagado en el territorio de la República.

Artículo 258. Se aplicarán las leyes mexicanas sobre prescripción y caduci-


dad de las acciones derivadas de un título de crédito, aun cuando haya
sido emitido en el extranjero, si la acción respectiva se somete al cono-
cimiento de los tribunales mexicanos.

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Derecho internacional privado

Cuestionario

1. Enumere las distintas técnicas de reglamentación que


el derecho internacional privado utiliza para regular el sector
del derecho aplicable.
2. Explique la estructura de la norma de conflicto.
3. Explique la estructura de la norma material especial.
4. Explique la estructura de la norma de extensión.
5. Explique la diferencia entre las técnicas de reglamentación.
6. En qué consiste la figura de la lex mercatoria.
7. En qué consiste el derecho uniforme.
8. Determine el alcance y aplicabilidad de la norma material imperativa,
tanto mexicana como la de terceros Estados.
9. Explique los problemas procesales aplicativos que presentan
las figuras de calificación, institución desconocida, cuestión
preexistente, conflicto móvil y fraude a la ley.
10. Explique en qué consiste la figura del reenvío de primer grado
o retorno y de segundo grado.
11. Delimite el concepto de orden público internacional.
12. Delimite el marco normativo convencional que da respuesta al sector
del derecho aplicable.
13. Delimite el marco normativo autónomo que da respuesta al sector
del derecho aplicable.

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Capítulo quinto
Reconocimiento y ejecución

Se ofrece un panorama sobre los tipos de reconocimiento que se pueden seguir


por un Estado, de manera general, y de manera particular qué tipo de reco-
nocimiento exige México. Igualmente, se ofrece un panorama de cuáles son
los tipos de exequatur que puede exigir un Estado en particular y cuál de ellos
adopta México. En este sentido, se analiza el artículo 121, fracción III, consti-
tucional como marco general que debe atender los códigos de procedimientos
civiles estatales, así como el federal.

I. Introducción

Una vez determinada la cji de los tribunales mexicanos de acuerdo a su


normativa competencial, autónoma o convencional, y señalado el da que
en su caso resolverá el fondo de la pretensión, denominada cji directa,
nos encontramos con una resolución judicial mexicana la cual puede nece-
sitar reconocimiento y ejecución en un tercer Estado, a este tercer y último
interrogante, que constituye el contenido del dipr da respuesta el sector
conocido como reconocimiento y ejecución, denominado como cji in-
directa. De igual forma este sector da respuesta al reconocimiento y eje-
cución de un pronunciamiento emitido por un tribunal extranjero en
territorio mexicano. Una pequeña observación que debemos realizar
en este momento es que nos vamos a enfocar al reconocimiento y ejecución
de sentencias judiciales dejando para la parte especial el reconocimiento
y ejecución de laudos arbitrales extranjeros.
A diferencia de los otros dos sectores constitutivos del contenido del
dipr, éste no es un sector de aparición obligatoria en todas las situaciones
jurídicas privadas internacionales; solamente se suscitará este tercer sector

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cuando los efectos del pronunciamiento pretendan levantarse en un Estado


distinto a aquel que se declaró con competencia.
En este sector se encuentran involucrados dos tribunales que desde el
inicio debemos conocer: uno es el tribunal de origen o también conocido
como juez requirente, artículo 599 del cpcdf, el cual emite el pronuncia-
miento judicial cuyo reconocimiento y ejecución se pretende; el otro es
el tribunal de destino que es el juez ejecutor o requerido (artículo 601 del
cpcdf) al cual se le está solicitando el reconocimiento y la ejecución.
La razón de ser de este sector constitutivo del contenido del dipr radica
en la soberanía estatal traducida en la potestad de juzgar y hacer ejecutar lo
juzgado cada Estado en su territorio; es decir los pronunciamientos emitidos
por las autoridades judiciales mexicanas son únicamente eficaces en terri-
torio mexicano, por ello sólo los tribunales de un Estado tienen la facultad
de pronunciar decisiones efectivas y válidas en dicho Estado. En el momento
en que dicho pronunciamiento quiera dar el “salto de frontera” necesitará
cumplir con los requisitos establecidos legalmente por el Estado requerido.
Por lo anterior, un tribunal mexicano tras aplicar la normativa mexica-
na sobre reconocimiento y ejecución podría rechazar, total o parcialmente,
la eficacia en México de una decisión judicial extranjera. México debe tener
contemplado en su normativa, autónoma o convencional, unos requisitos
lógicos y razonables a la hora de reconocer y ejecutar los pronunciamien-
tos extranjeros, lo anterior en aras de evitar un rechazo apriorístico y total
de cualquier decisión extranjera; por ello, en el apartado de orden público
mencionábamos que éste debía ser alegado como excepción y no como regla
general y además la cji debe estar basada, por parte del tribunal de origen
en criterios de neutralidad y proximidad.
En caso de que el Estado mexicano adoptara una postura de rechazo
absoluto y automático hacia las decisiones extranjeras, esto repercutiría en
los siguientes aspectos: 1) “coste de la repetición del proceso” al obligar
a las partes a iniciar toda su pretensión ante las autoridades mexicanas, per-
judicando seriamente a la economía procesal, y 2) “riesgo de duplicidad de
resoluciones” desde que podríamos encontrarnos con soluciones diametral-
mente opuestas dependiendo del tribunal estatal que conociera, ello tanto
desde el punto de vista material como procesal, perjudicando de esta ma-
nera la continuidad en el espacio de las soluciones jurídicas.
Hay un sector doctrinal, Calvo Caravaca y Carrascosa González, que
expresa que podríamos incorporar un tercer aspecto que denominan “per-
juicio para la tutela judicial «efectiva»”, y aquí el comentario vendría a des-
tacar que una es la cuestión de la tutela judicial efectiva en el plano nacional
y otro en el internacional. En el primer caso, plano nacional, la solución

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alcanzada debe ser segura, estable y contínua y ello sería deseable pero sí sufre
una flexibilización cuando la tutela judicial efectiva se extrapola al plano
internacional; es decir, en el plano nacional el profesor Ovalle Favela de-
termina que este derecho “se manifiesta en tres derechos fundamentales:
el derecho a acceder a los órganos jurisdiccionales, el derecho a un proceso
equitativo y razonable y el derecho a que se ejecute lo resuelto por el tri-
bunal”. Si esto es así en el plano nacional, sufre una pequeña matización
cuando nos referimos al plano internacional, así, mientras las dos primeras
manifestaciones, esto es acceso a la justicia y a un proceso sin dilacio-
nes indebidas, se proclaman de igual manera en los dos planos —nacional e
internacional—, la tercera, esto es la efectividad del pronunciamiento judi-
cial, se condiciona en el plano internacional. A priori, podemos expresar que
las condiciones para que se lleve a cabo la efectividad de este pronuncia-
miento depende de la declaración competencial del juez de origen y de su
no contrariedad con el orden público del Estado requerido.
Para evitar perjuicios a la economía procesal y a la continuidad en el es-
pacio de las soluciones jurídicas internacionales es necesario que se dispon-
ga, dentro del dipr, de un sector de normas que establezcan las condiciones
para que una decisión extranjera tenga plenos efectos en México, es lo que
se conoce como el sector de la “validez extraterritorial de decisiones”.
La previsión de este sector normativo repercute en beneficios tanto para
los particulares como para los Estados. Este sector normativo se diseña libre
y soberanamente por cada uno de los Estados. Al igual que alegábamos en
el sector de la cji y del da, no existe conjunto de normas internacionales
uniformes para todos los Estados, de esta manera, los Estados son libres para
que a través de sus condiciones y requisitos determinen cuando reconocen
y ejecutan y cuando no. En otro orden de ideas, no hay una obligación de
que las partes soliciten a México el reconocimiento y ejecución de un pro-
nunciamiento pudiendo iniciar en México un nuevo proceso pero una vez
más se atenta contra la economía procesal.
Producen efectos en México las decisiones públicas extranjeras que ha-
yan versado, en primer lugar, sobre cuestiones de dipr. De lo anterior se
deduce que la solución extranjera debe haber quedado reflejada en una de-
cisión judicial sea cual sea el nomen iuris que ésta revista, es decir, sentencia,
resolución, pronunciamiento, etcétera. Como segundo elemento, debe ser
extranjera, entendiendo por aquellas las que no han sido pronunciadas
por autoridades mexicanas. De manera no exhaustiva podemos mencionar
las decisiones judiciales pronunciadas por autoridades judiciales estatales
de otros países o las que emanan de autoridades supranacionales, dándose
únicamente en el contexto de la Unión Europea. Como tercer elemento,

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debe recaer sobre un supuesto de hecho privado internacional, es decir,


entre particulares, personas físicas o jurídicas, que tengan contacto con más
de un Estado.
Por otra parte, hay una cuestión de extrema importancia que es resolver
cuál es el derecho que determina los efectos que una decisión extranjera
puede tener en México. Para ello, existen dos teorías: la de la equiparación
de los efectos, y la de la extensión de los efectos.
Con respecto a la teoría de la equiparación de los efectos es que la deci-
sión extranjera debe ser equiparada a una decisión nacional; esta afirmación
implica, según Calvo Caravaca y Carrascosa González, una “nacionaliza-
ción” con el objetivo de salvaguardar la soberanía del Estado requerido.
Los inconvenientes de esta teoría son varios: a) la decisión producirá distin-
tos efectos y tendrá distinto alcance dependiendo del Estado requerido;
b) la decisión puede ser sometida a distintos recursos, cualitativa y cuan-
titativamente hablando, dependiendo del Estado requerido; c) quiebra la
seguridad jurídica al atribuir a la decisión efectos no previsibles o eliminar
ciertos efectos esperados. De conformidad con la doctrina mexicana, Man-
silla y Mejía, estos inconvenientes dieron origen a la creación de una regla
complementaria encaminada a establecer que la sentencia original al ser
reconocida no debía ser modificada, basada en la teoría de la acumulación,
la cual establece que “una decisión extranjera no puede producir en otro
Estado ni más efectos que en su país de origen, ni más efectos de los que en
ese segundo Estado produciría una decisión equivalente”.
Por lo que atañe a la teoría de la extensión de los efectos, el derecho
del Estado de origen es el que determina los efectos, recursos, límites de
la decisión, no quedando, por tanto, en manos del Estado requerido su
posible desvirtuación, así el pronunciamiento judicial extranjero tendrá los
mismos efectos sean cual sean los Estados de destino, los mismos recursos y
la misma aplicación. Presenta, al contrario que la teoría anterior, una serie
de ventajas: a) uniformidad; b) seguridad jurídica, y c) previsibilidad. Esta
sería la opción más deseada. Por parte de la doctrina mexicana, Mansilla y
Mejía, se establece un inconveniente a esta teoría de extensión al expresar
que el reconocimiento de una sentencia conforme al derecho del Estado
requirente vaya en contra del derecho del Estado requerido al contravenir
“principios procesales esenciales o de seguridad jurídica” y en este senti-
do menciona por ejemplo la figura de la cosa juzgada, la cual puede ser
requerida por un Estado y no por el otro implicado.
La clasificación de los efectos de equiparación y extensión del recono-
cimiento es realizada tanto por la doctrina española, Calvo y Carrascosa,
como por la doctrina mexicana, Mansilla y Mejía.

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Las decisiones extranjeras para que surtan efectos en México deben pasar
por tres planos diferenciados: 1) reconocimiento; 2) exequatur o declaración
de ejecutividad, y 3) procedimiento de control para acceso al registro.

II. Reconocimiento

1. Concepto

A través del reconocimiento, una decisión extranjera despliega en Méxi-


co tres efectos: 1) efecto de cosa juzgada; 2) efecto constitutivo, y 3) efecto
de tipicidad.
Por lo que hace al primero, efecto de cosa juzgada, supone que la deci-
sión extranjera obliga a las autoridades mexicanas produciéndose el efecto
de que hubieran sido dictadas por ella, y en este sentido no puede volver a
planteársele el mismo asunto a las autoridades judiciales mexicanas, tampo-
co se le puede interponer nuevos recursos. El Estado de origen determina si
se atribuye o no este efecto, sus límites, tanto subjetivos (es decir, si vincula
a ciertos sujetos o a todos los sujetos) como objetivos (es decir, qué hechos
y peticiones de las partes vincula, qué acciones y qué soluciones de las al-
canzadas en el pronunciamiento), los límites temporales o efecto preclusivo,
entendiéndose por esto hasta qué momento las partes tienen prohibido, en
un nuevo proceso, atacar lo decidido en función de hechos que podían ha-
berse hecho valer en el primer proceso, así como el momento crítico en el
que se verifica este efecto.
En atención al segundo efecto, el constitutivo, supone la creación,
modificación o extinción de un derecho o situación jurídica. Este efecto
se proclama exclusivamente de acciones constitutivas que conllevan actos de
ejecución impropios, entendiéndose por éstos la modificación y actualiza-
ción de una inscripción preexistente en un registro, v. gr. Registro Civil.

2. Tipos de reconocimiento

Tomando en cuenta la definición de Calvo Caravaca y Carrascosa González,


los tipos de reconocimientos se resumen en tres: 1) reconocimiento por
homologación; 2) reconocimiento incidental puro, y 3) reconocimiento
incidental de plano.

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Con respecto al primer tipo, reconocimiento por homologación, te-


nemos que en este tipo el reconocimiento se tramita mediante un procedi-
miento ex professo de homologación del pronunciamiento extranjero. En
este procedimiento la autoridad judicial valoraría si se cumplen todos los re-
quisitos previstos por la normativa, autónoma o convencional, necesarios para
conceder dicho reconocimiento; por tanto, estamos hablando de un proce-
dimiento autónomo e independiente del que se pudiera haber desarrollado
para la obtención del pronunciamiento en el Estado de origen. Por otra parte,
destacamos que es un proceso también independiente y distinto al proceso
que se desarrolla para hacer valer la decisión extranjera. Realizado todo este
procedimiento el pronunciamiento extranjero tendrá los efectos de cosa juz-
gada, efecto constitutivo y de tipicidad.
En cuanto al reconocimiento incidental de plano, diseñado por Mancini
las resoluciones judiciales extranjeras deben tener efecto sin ningún control
respecto a todos aquellos efectos no ejecutivos, es decir, el Estado de desti-
no no controla determinados requisitos procesales. Entre las ventajas que
presenta, la doctrina, Calvo y Carrascosa, habla de armonía internacional
de soluciones evitando soluciones claudicantes; ahora bien, entre sus des-
ventajas, es que fomenta el forum shopping y el fraude.

III. Exequatur

1. Concepto

A través de esta figura, exequatur, la decisión extranjera alcanza a ser un tí-


tulo ejecutivo, pudiendo ejecutarse en México el contenido de la decisión
extranjera.
El exequatur representa el requisito necesario para que ante un incum-
plimiento voluntario de una parte del contenido de la decisión extranjera
se pueda acudir al aparato coercitivo del Estado para que pueda llevar a cabo
lo juzgado. En este punto es necesario diferenciar entre: el exequatur o de-
claración de ejecutividad, que es el proceso mediante el cual el pronuncia-
miento extranjero alcanza el grado de título ejecutivo y, por otra parte, hay
otra etapa procesal que es el denominado, propiamente, proceso de ejecu-
ción de dicha decisión.

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2. Tipos de exequatur

La figura del exequatur presenta tres importantes tipologías en función


del rigor, cualitativo y cuantitativo, de las revisiones en el cumplimiento de los
requisitos exigidos respecto a los pronunciamientos extranjeros por el tri-
bunal requerido: 1) exequatur de revisión; 2) exequatur mediante control de
requisitos procesales, y 3) exequatur de plano.
Por lo que hace al exequatur de revisión, el juez del Estado requerido
va a desplegar dos controles: uno, respecto a los hechos que motivaron la
resolución extranjera, y dos, el derecho que aplicó el juez extranjero. De
la anterior operación de control, si el juez requerido concluye que él hu-
biera alcanzado el mismo resultado, concede efectos al pronunciamiento
extranjero, sin duda estamos ante un exequatur de control absoluto “naciona-
lista y hostil”, respecto de los pronunciamientos extranjeros.
Si bien este tipo de exequatur tuvo su origen en Francia, fue igualmente
abandonado por ellos.
Con respecto al exequatur mediante control de requisitos procesales, se
eliminan los dos controles requeridos por el anterior tipo de exequatur, lo
anterior no significa que se eliminen por completo el control de algunos
requisitos de forma y fondo, como puede llegar a ser la competencia del juez
de origen, los derechos de defensa, el orden público, etcétera. Este tipo de
exequatur alcanza efectos ejecutivos a la resolución extranjera en el Estado
requerido. Sin duda alguna este tipo de exequatur refuerza la soberanía del
Estado requerido y del Estado de origen, en el primer caso porque sus au-
toridades intervienen a la hora de dotar de estos efectos al pronunciamiento
extranjero, y para el Estado de origen porque ya no se revisa ni el dere-
cho aplicado ni los hechos que fundamentan su pronunciamiento. Este tipo
de exequatur no es un sistema ni absoluto, “ni nacionalista ni hostil” como el
anterior, al admitir efectos de resoluciones extranjeros al no controlar dos
puntos vitales como ocurría en el exequatur de revisión. De conformidad con
el cfpc, entendemos que este tipo de exequatur es el que acoge México.
Por lo que hace al exequatur de plano, a diferencia de los anteriores,
dota de efectos ejecutivos al pronunciamiento extranjero una vez revisado
únicamente la “regularidad formal” de dicho pronunciamiento sin ningún
tipo de revisión de forma o fondo. Lo único que se pretende con este sim-
bólico control es que no se produzcan falsificaciones. A este último tipo
se le proclaman una serie de ventajas y desventajas; entre las primeras, su
rapidez y efectividad, así como la libre circulación de decisiones basadas

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en el principio de confianza al igual que la supresión de trámites revisorios


para el tribunal requerido; mientras que se destaca entre sus desventajas, el
ilimitado poder del juez de origen desde que su pronunciamiento tiene un
control mínimo.

IV. Las implicaciones del acceso al registro

Derivado del efecto constitutivo producido por el reconocimiento, tenía-


mos los denominado actos de ejecución impropios, los cuales suponían,
entre otros, la inscripción en el registro de la decisión a efectos de modificar
la preexistente. En México, necesitamos la inscripción registral para que la
decisión extranjera pueda tener efectos frente a terceros.

V. Regulación normativa convencional

1. Convenio entre los Estados Unidos Mexicanos y el Reino


de España sobre Reconocimiento y Ejecución de Sentencias
Judiciales y Laudos Arbitrales en Materia Civil y Mercantil

El primer comentario que debemos de hacer es que México cuenta con un


único convenio bilateral de reconocimiento y ejecución que es el firmado,
quizás por razones históricas y actuales, con España.
Se trata de un convenio bilateral general en función de que no se limita
a regular un ámbito material reducido, en el que se produce una distinción
entre el reconocimiento y el exequatur al no preverse un solo procedimiento
por el cual se obtenga al mismo tiempo un reconocimiento y exequatur; de
esta manera se recoge la figura del reconocimiento incidental.

a) Ámbito de aplicación material: reconocimiento y ejecución de senten-


cias judiciales y laudos arbitrales en materia civil y mercantil, de
acuerdo con el artículo 2o. De conformidad con el artículo 3o. quedan
excluidas del ámbito de aplicación material de este Convenio de
manera genérica las materias fiscales, aduaneras y administrativas, y
de manera más específica señala numerus clausus con respecto: el es-
tado civil y capacidad de las personas físicas; divorcio, nulidad de

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matrimonio y régimen de los bienes en el matrimonio; pensiones


alimenticias; sucesión testamentaria o intestada; quiebras, concur-
sos, concordatos u otros procedimientos análogos; liquidación de
socieda­des; cuestiones laborales; seguridad social; daños de origen
nuclear; daños y perjuicios de naturaleza extracontractual y cues­
tiones marítimas y aéreas.
En definitiva, siguiendo a Calvo y Carrascosa, “es difícil precisar
a qué materias se aplica el Convenio, si es que queda alguna materia
que no haya sido excluida”.

b) Ámbito de aplicación espacial: México-España.

c) Ámbito de aplicación temporal: Madrid, 17 de abril de 1989. Para el


contexto mexicano este instrumento se aprueba por el Senado el 19
de diciembre de 1989; se publica en el dof para su aprobación el 9 de
febrero de 1990; entra en vigor el 30 de abril de 1991 y se publica en
el dof para su promulgación el 5 de marzo de 1992. De conformidad
con el artículo 26.2 este Convenio tiene una duración indefinida,
aunque podrá denunciarse por vía diplomática, por escrito y dicha de-
nuncia surtirá efectos a partir del último día del siguiente sexto mes
de haberse efectuado dicha notificación.
Estamos ante un Convenio de difícil lógica para entender la firma
y ratificación por estos dos Estados contratantes, al visualizarse de lle-
no un claro solapamiento con otros instrumentos normativos, dígase
Código de Comercio mexicano —concretamente en su título sobre ar-
­bitraje, artículos 1416 y siguientes— o Convenio de Nueva York de
1958 sobre Reconocimiento y Ejecución de Laudos Arbitrales.
Destacamos, por otra parte, que en México se aprecia una carencia
de política convencional en el sector del reconocimiento y ejecución de
sentencias judiciales. Nos podemos preguntar por qué México no tie-
ne una red convencional más amplia con aquellos países que tienen
una especial vinculación. Si la doctrina española, Calvo y Carrascosa,
realiza el mismo cuestionamiento, teniendo en cuenta que existen
alrededor de veinte tratados de reconocimiento y exequatur, con una
tendencia al crecimiento, no se explica la ausencia en el contexto
mexicano de dichos instrumentos. En segundo término, nos llama
la atención la superposición de este instrumen­to convencional con
el Convenio de Nueva York del 10 de junio de 1958 sobre reco-
nocimiento y ejecución de laudos arbitrales, firmado y ratificado
tanto por México como por España. En tercer término, y derivado de

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lo anterior, éste convenio bilateral es de difícil aplicación práctica desde


que el requisito sine qua non establecido por el menciona­do Convenio
de Nueva York, de que cualquier instrumento, autónomo o conven-
cional, para que pueda ser aplicado debe ser más beneficioso que él,
no se cumple desde que el conve­nio bilateral impone condiciones más
complejas para el fin último que persigue, esto es, el reconocimiento
y ejecución de un laudo ar­bitral. Lo anterior provoca “conflictos de
tratados”. Para apoyar la idea anterior, nos referimos al artículo 23 el
cual establece:

Las normas del presente convenio no afectarán ni restringirán las dis-


posiciones contenidas en otras convenciones bilaterales o multila­terales ce­
lebradas por los Estados partes en materia de reconocimiento y eje-
cución de sentencias judiciales y de laudos arbitrales extranjeros, ni las
prácticas más favorables que los Estados partes puedan bóxer en su dere-
cho interno con relación a la eficacia extraterritorial de unas y otros.

Estamos ante el único convenio bilateral firmado por México en materia


de competencia judicial indirecta de contenido bilateral al regular tanto
laudos arbitrales como sentencias judiciales.
El artículo 1o. establece un marco teórico conceptual, a tenor de Virgos
y Garcimartín, entre el que destacamos en su fracción 2, que debe enten-
derse por sentencia cualquier resolución firme a efectos de reconocer y
ejecutar, con lo cual no comprende pronunciamientos provisionales, medi-
das cautelares, etcétera.
El artículo central de la convención es el numeral 4, que establece que
el reconocimiento y ejecución de sentencias no se hará de manera auto-
mática, ni primando un principio de confianza. Lo anterior contrasta con
la confianza que existe, por ejemplo, en el ámbito comunitario a la hora
de reconocer y ejecutar pronunciamientos judiciales. Se intuye que este
artículo está pensando en competencia judicial indirecta exclusivamente; los
indicios que nos llevan a afirmar lo anterior, parte del encabezado del título
III denominado “Competencia del juez o tribunal sentenciador”. La idea de
ausencia de confianza se refuerza en el artículo 17, al señalar que “todos los
procedimientos relativos a la ejecución de sentencias y laudos arbitrales, in-
cluso la competencia de los respectivos órganos jurisdiccionales, serán regu-
lados por la Ley del Estado requerido”. El segundo indicio es la revisión que
se impone al tribunal de destino respecto del pronunciamiento emitido por
el tribunal de origen; recordemos que en materia arbitral la única revisión
que se hace, respecto del laudo arbitral, es en el aspecto de orden público y

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arbitrabilidad. El artículo 6o. se circunscribe en esta misma idea de revisión


competencial ahora contextualizada en una reconvención o contrademanda.
Otro de los indicios que tenemos para expresar que este Convenio está pen-
sando en sentencias judiciales, es la existencia del Convenio de Nueva York
del 10 de noviembre de 1958 que establece el reconocimiento y ejecución de
laudos arbitrales. Otro indicio se encuentra en el artículo 5o. que se refiere a
denegación de justicia, término en desuso en materia arbitral. El artículo
7o., nos ofrece otro indicio al hablar de competencia exclusiva, cuando en
arbitraje se habla de arbitrabilidad. El último indicio que encontramos es el
artículo 15 que nos habla de beneficio de pobreza gratuita en el proceso
llevado en el Estado de origen es reconocido en el Estado de destino para
el reconocimiento y la ejecución; nos preguntamos si hubo un beneficio de
pobreza en materia arbitral en el Estado de origen.
El título IV, dedicado al reconocimiento, y el título V, dedicado a la eje-
cución, hace que este Convenio se caracterice por fijar dos procedimientos.
Por lo que se refiere al reconocimiento, artículo 8o., se establece un reco-
nocimiento incidental, entendiéndose por éste el reconocimiento que se
produce sin que sea necesario recurrir a un procedimiento específico
de homologación de la decisión extranjera en el otro país, es decir, la re-
solución se hace valer directamente ante la autoridad del Estado de destino.
Como destaca la doctrina, Calvo y Carrascosa, el reconocimiento incidental
presenta “la ventaja de su agilidad instrumental e inmediatez: se solventa en
el curso del proceso en que surge la cuestión, sin necesidad de «homologar»
previamente la decisión ante una instancia determinada y con arreglo a
un procedimiento específico. Sin embargo, comporta el inconveniente de su
provisionalidad, ya que sólo produce efectos en el proceso en que se hace
valer la decisión extranjera”.
De conformidad con el artículo 9o. y 14 se establece la posibilidad de
un reconocimiento tanto total como parcial.
El artículo 10, habla del impedimento de reconocer y ejecutar el pro-
nunciamiento argumentando contrariedad con el orden público del Estado de
destino; lo anterior, demuestra la ambigüedad de este impedimento debido a
que el orden público es un concepto jurídico indeterminado. Ello supone
otorgar al tribunal de destino un amplio margen de actuación.
El artículo 11, establece las condiciones mínimas y necesarias para llevar
a cabo la ejecución de la sentencia o laudo. Aunque nuevamente intenta
englobar laudos y sentencias, el apartado d y e nos hace reafirmar la incli-
nación del Convenio hacia las sentencias judiciales. Los causales estable-
cidos son una lista cerrada y se enumeran en nueve rubros. Entre los causales
se sigue un criterio de “revisión formal” de los requisitos mínimos al con-

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trolar exclusivamente los aspectos externos de la decisión extranjera. Del


listado anterior no se desprende la necesidad de una revisión de fondo al no
exigir el examen de la ley aplicada por el tribunal de origen. De esta forma
aseguramos que no se contempla un “exequatur de revisión” al no existir
un control ni sobre el fondo ni sobre el derecho aplicable. De conformidad
con el artículo 22 se expresa que ni en el tribunal de primera instancia, ni
el de apelación, podrá examinar ni decidir sobre la justicia o injusticia de la
sentencia o laudo arbitral, ni sobre las motivaciones o fundamentos de hecho
o de derecho en que se apoye, limitándose a examinar su autenticidad y si
deba o no ejecutarse conforme a lo previsto en este Convenio.
La ausencia de revisión de fondo se extiende hasta las últimas instancias
a las que puede acceder cualquier proceso judicial o arbitral.
El artículo 12 establece la litispendencia, apartado a, y la cosa juzgada,
apartado b, como criterios para denegar la ejecución.
El artículo 19 establece la competencia del juez para llevar a cabo las
ejecuciones, así expresa: “Será tribunal competente para ejecutar una sen-
tencia o laudo arbitral en el Estado requerido, el del domicilio o residencia
de la parte condenada o en su defecto el de la situación de sus bienes en el
territorio del Estado requerido”.

2. Convención interamericana sobre eficacia extraterritorial


de las sentencias y laudos Arbitrales Extranjeros

a) Ámbito de aplicación material. Eficacia extraterritorial de las sentencias y


laudos. De conformidad con el artículo 1o., la Convención se aplicará
a las sentencias judiciales y laudos arbitrales dictados en procesos civi-
les, comerciales o laborales en uno de los Estados parte, a menos que
al momento de la ratificación se haga expresa reserva de limitarla a
las sentencias de condena en materia patrimonial. México realiza una
reserva en función del artículo 1o. al establecer que limita la aplicación
de este convenio a las sentencias de condena en materia patrimonial
dictadas en uno de los Estados parte. La Convención, asimismo, permi-
te extender su contenido a las resoluciones que terminen en el proceso,
a las dictadas por autoridades que ejerzan alguna función jurisdiccional
y a las sentencias penales en cuanto se refieran a la indemnización de
perjuicios derivados del delito. Igualmente, esta Convención estable­
ce en este artículo 1o. que se aplicará en lo relativo a laudos arbitrales
en todo lo no previsto en la Convención Interamericana sobre Arbitra­je
Comercial Internacional suscrita en Panamá el 30 de enero de 1975.

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Reconocimiento y ejecución

b) Ámbito de aplicación espacial. Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador,


México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Montevideo, el 8 de mayo


de 1979, con entrada en vigor internacional de 14 de junio de 1980, de
conformidad con el artículo 11, esta Convención entrará en vigor el
trigésimo día a partir de la fecha en que haya sido depo­sitado el se-
gundo instrumento de ratificación. Igualmente, de confor­midad con
el artículo 13 regirá indefinidamente. México lo firma el 2 de diciem-
bre de 1986, lo aprueba por el Senado el 27 de diciembre de 1986, se
publica en el dof para su aprobación el 4 de febrero de 1987, México
se vincula por ratificación el 12 de junio de 1987, entra en vigor el 11
de julio de 1987 y se publica en el dof para su promulgación el 20 de
agosto de 1987. Hay una fe de erratas publicada en el dof de 30
de no­viembre de 1987.
De conformidad con el artículo 2o., las sentencias y laudos ten-
drán eficacia extraterritorial si reúnen las siguientes condiciones: 1) que
vengan revestidos de las formalidades externas necesarias para ser con-
siderados auténticos en el Estado de procedencia; 2) que estén debida-
mente traducidos al idioma oficial del Estado donde deba surtir efecto;
3) que se presenten debidamente legalizados de conformidad con la ley
estatal donde deban surtir efectos; 4) que la autoridad sentenciadora,
tenga competencia para conocer y juzgar el asunto de conformidad
con la ley del Estado donde deba surtir efecto; 5) que el demandado
haya sido notificado o emplazado en debida forma de conformidad
con la ley del Estado donde deba surtir efecto; 6) que se haya asegurado
la defensa de las partes; 7) que tenga carácter de ejecutoriado o fuerza
de cosa juzgada en el Estado en que fueren dictados, y 8) que no
contraríen principios y leyes de orden público del Estado requeri-
do. México realiza una declaración interpretativa al mencionar que
en relación con el artículo 2o., párrafo d, de la Convención dicha
condición se considerará cumplida cuando la competencia del juez
o tribunal haya sido establecida de modo coincidente con las reglas
reconocidas en la Convención Interamericana sobre Bases de Com-
petencia en la Esfera Internacional para la Eficacia Extraterritorial de
las Sentencias y Laudos Extranjeros, quedando excluidas todas las ma­
terias a que se refiere el artículo 6o. del propio instrumento firmado
en La Paz, Bolivia, el 24 de mayo de 1984.
De conformidad con el artículo 3o., los documentos de compro-
bación indispensables para solicitar el cumplimiento de la sentencia

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o laudo son las copias auténticas de la sentencia o laudo, de las piezas


necesarias para acreditar que se ha dado cumplimiento a los incisos e
y f del artículo 2o. y del auto que declare que la sentencia o laudo tie-
ne carácter ejecutoriado o de cosa juzgada. México, asimismo, realiza
otra declaración interpretativa en este artículo 3o., señalando que los
Estados Unidos Mexicanos interpretan, con relación al artículo 3o.,
que para la homologación y ejecución coactiva de sentencias y laudos
extranjeros es necesaria su transmisión por medio de exhortos o car­
tas rogatorias en las que aparezcan las citaciones necesarias para que las
partes comparezcan ante el exhortado.
El artículo 4o. establece la eficacia total o parcial de una sentencia
o laudo extranjero. Por su parte, el artículo 5o. reconoce el mante-
nimiento del beneficio de pobreza en el Estado de su presentación,
una vez concedido en el Estado de origen.
De conformidad con el artículo 6o., se establece que los procedi-
mientos y la competencia para asegurar la eficacia a las sentencias y
laudos serán regulados por la ley del Estado requerido, entendien­
do por éste al que se le solicita su cumplimiento. Respecto a este ar-
tículo 6o. México declara que interpreta este artículo en el sentido de
que el juez exhortado tiene competencia en todos los procedimientos
relativos para asegurar la ejecución de sentencias, incluyendo, inter alia,
aquellos concernientes a embargos, depositarías, tercerías y remates.

VI. Regulación normativa autónoma

1. Artículo 121, fracción III, de la Constitución Política


de los Estados Unidos Mexicanos

El artículo 121, fracción III, de la cpeum expresa:

Las sentencias pronunciadas por los tribunales de un Estado sobre derechos reales
o bienes inmuebles ubicados en otro Estado, sólo tendrán fuerza ejecutoria, en
éste, cuando así lo dispongan sus propias leyes. Las sentencias sobre derechos
personales sólo serán ejecutadas en otro Estado cuando la persona condenada
se haya sometido expresamente o por razón de domicilio a la justicia que las
pronunció y siempre que haya sido citada personalmente para ocurrir al juicio.

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Reconocimiento y ejecución

Al abordar este artículo, nos queda la duda cuando habla de Estado si se está
refiriendo a estados de la federación o a Estado como sinónimo de país. Par-
tiendo de esta duda, exponemos que seguimos la inercia de la doctrina que
mantiene el análisis de este artículo en los manuales de dipr. Es por esa tradi-
ción e inercia que no queremos cometer el vacío al dejar de examinarlo.
En este artículo en comento, se tratan dos cuestiones completamente
distintas. En la primera parte se trata de derechos reales o bienes inmuebles;
en la segunda parte aborda derechos personales. Respecto del primero, dere-
chos reales o bienes inmuebles, determina la posibilidad de que un Estado
A entre a conocer y emita un pronunciamiento sobre un bien inmueble
que está ubicado en el Estado B, rompiendo de esta manera con el princi-
pio forum rei sitae establecido o consagrado por el dipr. No ayuda mucho a
solucionar esta situación la disposición ya mencionada, en el sector compe-
tencial, del artículo 156, fracción III, del cpcdf, donde no aparece el adjetivo
de exclusividad a la hora de determinar la competencia. En materia de dere-
chos reales y arrendamiento de bienes inmuebles consideramos que debe ser
respetado el principio forum rei sitae en orden a dar continuidad en el espacio
a los pronunciamientos judiciales; es decir, si México entra a conocer sobre un
bien inmueble ubicado en España o cualquier Estado de la Unión Europea,
su pronunciamiento no será reconocido ni ejecutado, quedando en la cali-
dad de pronunciamiento claudicante, lo anterior desde que en España y en
el resto de la Unión Europea, uno de los principios de dipr es el estable-
cimiento de la competencia como exclusiva respecto a los derechos reales
y arredamiento en bienes inmuebles. De igual manera, y por un criterio
de reciprocidad, un pronunciamiento español que versara sobre un bien in-
mueble ubicado en México no debería ser reconocido ni ejecutado en este
Estado. Como colofón, sostenemos que el artículo 121 de la cpeum no ayuda
a respetar el principio forum rei sitae al permitir que otro Estado, se nos ocurre
el domicilio del demandado, por foro general de atribución de competen-
cia, pueda dictar una sentencia sobre un bien inmueble ubicado en México.
En esta confusión contribuye el artículo 156, fracción III, del cpcdf, al no
determinar de manera precisa la exclusividad competencial, pareciendo que
establece una alternatividad entre forum rei sitae y domicilio al demandado.
En definitiva, opinamos que el artículo 156 debería dejar constancia de su
exclusividad para evitar la alternancia de la cji y el artículo 121, fracción III,
debería quedarse únicamente y exclusivamente para el ámbito ad intra desde
que no ayuda al dipr.
Por lo que se refiere a la segunda parte del artículo 121, los derechos
personales, determina de manera clara y precisa los requisitos para que se

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ejecute una sentencia sobre derechos personales, y en este caso establece dos
requisitos competenciales y uno como de derecho de defensa. En los requi-
sitos competenciales se exige la sumisión expresa o por razón de domicilio
al tribunal de origen y en cuanto al requisito de derecho de defensa debe de
haber sido citada personalmente para ocurrir al juicio.

2. Artículos 564 a 568 del Código Federal


de Procedimientos Civiles

Este grupo de artículos se encuadra en el libro cuarto “De la cooperación


procesal internacional”, título único, capítulo V “Competencia en materia
de ejecución de sentencias”.
El artículo 564 del cfpc expresa la necesidad de reconocer en México la
competencia del tribunal de origen, a efectos de llevar a cabo la ejecución
de su pronunciamiento, cuando esta competencia se haya asumido por razo-
nes compatibles o análogas al derecho nacional, lo anterior con la salvedad
de los asuntos determinados como competencia exclusiva de los tribunales
mexicanos. Este artículo implica una revisión y control de la competencia
del tribunal que emite el pronunciamiento cuya ejecución se pretende en
México y para ello establece dos condiciones: 1) que la declaración com-
petencial sea análoga y compatible con la predeterminación legal de la
competencia de los tribunales mexicanos, y 2) que no sea declarado compe-
tencia exclusiva de los tribunales mexicanos. En este segundo requisito nos
asalta la duda de saber cuáles son las competencias marcadas como exclusivas
por la normativa competencial, tanto autónoma como convencional, de
los tribunales mexicanos. Lo anterior desde que ni en el 156 del cpcdf ni
en los convenios que a la fecha México tiene ratificados aparece el adjetivo
de exclusividad a la hora de atribuir o distribuir competencias.
Por su parte el artículo 565 parte de establecer una revisión de la compe-
tencia del juez de origen por parte del juez de destino (México) y en este
caso determina reconocer su pronunciamiento cuando su declaración com-
petencial fue con la finalidad de evitar un foro de necesidad, una denega-
ción de justicia. Esta situación es aprovechada por el legislador mexicano
para atribuir competencia a los tribunales mexicanos cuando se pueda
generar un foro de necesidad.
El artículo 566 partiendo de igual forma de una revisión de la declara-
ción competencial del juez de origen afirma su aceptación si la competencia
fue asumida por acuerdo de las partes (sumisión expresa). A esta declaración
competencial se le condiciona con el cumplimiento de dos requisitos: a) que

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Reconocimiento y ejecución

dicho Convenio se realizara antes del juicio, y b) que dicha elección no im-
plique una denegación o impedimento de acceso a la justicia. De esta forma
el artículo 567 complementa el anterior señalando que esa cláusula de sumi-
sión a un foro no debe operar en beneficio exclusivo de una parte.
El artículo 568 habla de competencias exclusivas de los tribunales na-
cionales mexicanos, si bien es cierto que es el único artículo que a la hora
de repartir competencias utiliza el adjetivo “exclusivo” debemos señalar que
se refiere únicamente a materias encuadradas en el área del dip y no del dipr.
En este sentido enlista, por ejemplo, las tierras, espacio aéreo, plataforma
continental, zona económica exclusiva, embajadas, consulados, etcétera

3. Artículos 569 al 577 del Código Federal


de Procedimientos Civiles

Este manojo de artículos se encuadran en el libro cuarto “de la cooperación


procesal internacional”, título único, capítulo VI, “ejecución de sentencias”.
El primer artículo es el 569 del cfpc el cual abarca sentencias, laudos
arbitrales de carácter no privado y demás resoluciones jurisdiccionales ex-
tranjeras. Determina que estos pronunciamientos tendrán eficacia y serán
reconocidos siempre que no contraríen el orden público nacional. En su
segunda parte determina que estos pronunciamientos cuando sean utiliza-
dos como prueba ante un tribunal mexicano deben ser considerados como
auténticos.
Por su parte, el 570 del cfpc determina que este conjunto de pronuncia-
mientos se cumplirán coactivamente mediante homologación, como regla
general teniendo como excepción lo dispuesto en los convenios ratificados
por México.
El artículo 571 del cfpc hace referencia a los requisitos que deben cumplir
estos documentos para tener fuerza de ejecución. En este sentido afirma lo si-
guiente: 1) satisfacer las formalidades en materia de exhortos extranjeros; 2) que
no sea consecuencia del ejercicio de una acción real; 3) en una reciente refor-
ma publicada en el dof el martes 30 de diciembre de 2008 se establece como
tercer requisito que “el juez o tribunal sentenciador haya tenido competen-
cia para conocer y juzgar el asunto de acuerdo con las reglas reconocidas
en la esfera internacional que sean compatibles con las adoptadas por este
Código. El juez o tribunal sentenciador extranjero no tiene competencia
cuando exista en los actos jurídicos de que devenga la resolución que se pre-
tenda ejecutar, una cláusula de sometimiento únicamente a la jurisdicción
de tribunales mexicanos”; 4) satisfacer las garantías de audiencia y defensa

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mediante una notificación o emplazamiento en forma personal; 5) satisfacer


el carácter de cosa juzgada en el país de origen o que no pueda interponer-
se otro recurso ordinario en su contra; 6) satisfacer el requisito de que no se
hubiera generado litispendencia internacional a favor del tribunal mexicano;
7) que la obligación a cuyo cumplimiento se haya procedido no sea contraria
el orden público nacional; 8) que sean considerados como auténticos. Es-
te artículo cierra con un requisito de reciprocidad internacional al señalar que
a pesar del cumplimiento de estos requisitos puede negarse la ejecución del
pronunciamiento si comprueba que el tribunal de origen no ejecuta senten-
cias mexicanas pronunciadas en casos análogos. En este sentido, Rábago Dor-
becker expresa que la única mención a la reciprocidad se da en el marco del
reconocimiento y ejecución de sentencias en las que se incluye “la reciproci-
dad negativa”, la cual es calificada por el autor como la menos gravosa de
las pruebas de reciprocidad, ya sea desde el punto de vista probatorio o desde el
punto de vista de promover la cooperación internacional, ya que las accio-
nes negativas podrían ejercer como una presión para reanudar la cooperación.
Por su parte el artículo 572 del cfpc establece los documentos necesarios
que deben acompañar al exhorto del juez de origen y en este sentido enlista
los siguientes: 1) copia auténtica de la sentencia, laudo o resolución jurisdic-
cional; 2) copia auténtica de las constancias que acrediten el cumplimiento de
las condiciones previstas en las fracciones IV y V del artículo 571; 3) traduc-
ciones al idioma español, y 4) que el ejecutante haya señalado domicilio para
oír notificaciones en el lugar del tribunal de la homologación.
El artículo 573 del cfpc determina que el tribunal competente para llevar
a cabo la ejecución de un pronunciamiento extranjero es el del domicilio del
ejecutado o en su defecto el de la ubicación de sus bienes en la República.
El artículo 574 del cfpc establece que el incidente de homologación se
abrirá con citación personal al ejecutante y al ejecutado concediéndosele un
término individual de nueve días hábiles para exponer sus argumentos y
en caso de que ofrecieren pruebas se fijará fecha para recibirlas, en caso de
ser admitidas, correspondiendo su preparación a cargo del oferente, salvo razón
fundada. En todo se dará intervención al Ministerio Público. La resolución que
se dicte negando la ejecución será apelable en ambos efectos mientras que la
resolución que conceda la ejecución será apelable en efecto devolutivo.
Por su parte, el artículo 575 del cfpc establece que el tribunal no podrá
examinar el fondo del fallo y en este sentido entendemos que no puede exa-
minar su justicia ni su injusticia, ni las motivaciones o fundamentos, de hecho
o de derecho, en que se apoye, con lo cual su control se limita a examinar su
autenticidad y si cabe o no su ejecución.

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Reconocimiento y ejecución

El artículo 576 del cfpc establece que lo relativo a embargos, secuestro,


depositaría, avalúo, remate y cuestiones de liquidación y ejecución coactiva de
la sentencia extranjera serán resueltas por el tribunal de la homologación.
Por último, el artículo 577 del cfpc establece la posibilidad de una efica-
cia parcial del pronunciamiento extranjero a petición de parte interesada.

4. Artículos 599 a 603 del Código de Procedimientos Civiles


para el Distrito Federal

Nuestra primera crítica es que el cpcdf presenta una pobreza no sólo cuan-
titativa sino también cualitativa a la hora de abordar el sector del reconoci-
miento y ejecución de pronunciamientos judiciales extranjeros. Así, el único
bloque normativo que podemos traer a colación son cinco artículos, donde
destacamos que hace referencia únicamente a ejecución de lo cual se puede ha-
cer una interpretación de buena fe, diciendo que deja claro que el proceso de
reconocimiento y ejecución son dos cosas diferentes, que al artículo 603, no
le encontramos ubicación efectiva en el dipr y que derivada de esta pobre-
za es que consideramos necesario cumplimentarlo con una mayor riqueza,
cualitativa y cuantitativa en el cfpc, así las cosas, estimamos que es necesario
recurrir de forma complementaria al cfpc para poder dar sentido pleno a
este último sector constitutivo del contenido del dipr.
El artículo 599 del cpcdf expresa que “el juez ejecutor que reciba ex-
horto con las inserciones necesarias conforme a derecho para la resolución
de una sentencia u otra resolución judicial cumplirá con lo que disponga el
juez requirente, siempre que lo que haya de ejecutarse no fuere contrario a
las leyes del Distrito Federal”. Estimamos que este artículo, 599 del cpcdf,
tiene como meta dar continuidad a los pronunciamientos judiciales extran-
jeros y por ello establece la obligación de cumplir con lo que disponga el juez
requirente de manera apriorística y nada más como una excepción le solicita
que no sea contraria a las leyes del Distrito Federal. Todo ello permeado de
una buena disposición o voluntad.
Por otra parte, este artículo cubre no sólo la ejecución de una sentencia
sino de cualquier otra resolución judicial.
El artículo 600 del cpcdf a la letra dice:“Los jueces ejecutores no podrán
oir ni conocer de excepciones cuando fueren opuestas por alguna de las
partes que litigan ante el juez requirente salvo el caso de competencia legal-
mente interpuesta por alguno de los interesados”. El artículo 600 se está refi-
riendo al conocimiento de excepciones, no de sentencias u otras decisiones,

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haciendo la excepción de las excepciones de competencias interpuestas; es


decir, de conformidad con el artículo 35 del cpcdf son excepciones proce-
sales de manera tasada: 1) la incompetencia del juez; 2) la litispendencia; 3)
la conexidad de la causa; 4) la falta de personalidad del actor o del deman-
dado o la falta de capacidad del actor; 5 ) la falta de cumplimien­to del
plazo o de la condición a la que esté sujeta la obligación, 6) el orden o
la excusión; 7) la improcedencia de la vía, y 8) la cosa juzgada. De manera
general, el punto 9 establece que “las demás a las que les den ese carácter
las leyes”. Retomando la interpretación que le damos al artículo 600 del
cpcdf es que todas las excepciones con la salvedad de la primera no pue-
den ser ni oídas ni conocidas al ser opuestas por alguna de las partes ante
el juez requirente.
Por su parte, el artículo 601 del cpcdf que a la letra expresa:

Si al ejecutar los autos insertos en las requisitorias, se opusiere algún tercero, el


juez ejecutor ora sumariamente y calificara las excepciones opuestas conforme a
las reglas siguientes: I) cuando un tercero que no hubiere sido oído por el juez
requirente y poseyere en nombre propio la cosa en que debe ejecutarse la
sentencia no se llevará adelante la ejecución, devolviéndose el exhorto con
inserción del auto en que se dicte esa resolución, y de las constancias en que se
haya fundado; II) si el tercer opositor que se presente ante el juez requerido, no
probare que posee con cualquier título traslativo de dominio la cosa sobre que
verse la ejecución del auto inserto en la requisitoria, será condenado a satis-
facer las costas, daños y perjuicios a quien se los hubiere ocasionado contra esta
resolución sólo se da el recurso de queja;

Encontramos que éste artículo lo encuadramos como continuación del ar-


tículo 600 del cpcdf al proseguir con el término excepciones y no hablar
de sentencias. Este artículo versa sobre el derecho de audiencia, el juez re-
querido (destino) y el juez requirente (origen). En este sentido, por lo que
hace al juez requirente el tercero que no ha sido oído y posee la cosa en
nombre propio a la que afecta el pronunciamiento, paraliza la ejecución. Por
lo que respecta al juez requerido si el tercero no prueba que tiene la cosa con
cualquier título traslativo de dominio, sobre la que versa la ejecución, conde-
nará al tercero a satisfacer las costas, daños y perjuicios.
El artículo 602 cpcdf expresa:

Los jueces requeridos no ejecutarán las sentencias mas que cuando reunieren
las siguientes condiciones: I. que versen sobre cantidad líquida o cosa deter-
minada individualmente; II. Que si trataren de derechos reales sobre muebles

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Reconocimiento y ejecución

(sic) o de bienes inmuebles ubicados en el Distrito Federal, fueren conforme


a las leyes del lugar; III. Si tratándose de derechos personales o del estado civil,
la persona condenada se sometió expresamente o por razón de domicilio a la
justicia que la pronunció; y IV. Siempre que la parte condenada haya sido em-
plazada personalmente para ocurrir al juicio.

Este artículo trata de manera tasada los motivos por los cuales el juez re-
querido no ejecutará un pronunciamiento extranjero dejándolo así en la
categoría de pronunciamiento claudicante. La primera fracción versa so-
bre cantidad líquida o determinada individualmente; la fracción II versa
sobre derechos reales muebles o inmuebles y en ese entendido estimamos
que para que se puedan ejecutar los requisitos de forma, los requisitos com-
petenciales (forum rei sitae) y el derecho aplicable (lex rei sitae) deben ser las
del Distrito Federal. La fracción III, se pronuncia sobre los derechos per-
sonales o de estado civil recogiendo como requisitos que bien la sumisión
expresa fuera al tribunal de origen o que el domicilio de la persona estuviera
radicado en el tribunal de origen, aquí vemos una clara inspiración del ar­
tículo 121, fracción III, constitucional; la única diferencia radica en la inclu-
sión de la categoría jurídica del estado civil, así como en la fracción IV, la
cual queda separada en el artículo 602 del cpcdf con respecto al 121, fracción
III, constitucional. De cualquier modo, la exactitud entre ambos dispositivos
normativos radica en la exigencia de que la parte condenada haya sido em-
plazada personalmente para acudir al juicio.
El artículo 603 del cpcdf expresa: “El juez que reciba despacho u or-
den de su superior para ejecutar cualquier diligencia es mero ejecutor y
en consecuencia no dará curso a ninguna excepción que opongan los in-
teresados y se tomará simplemente razón de su respuestas en el expediente,
antes de devolverlo”. Este artículo no corresponde estrictamente, al hablar
de un juez superior, al dipr.

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Cuestionario

1. Determine los tipos de reconocimiento.


2. Determine los tipos de exequatur.
3. Determine la diferencia entre el reconocimiento y el exequatur.
4. Determine el marco regulador convencional que responde al sector
del reconocimiento y la ejecución.
5. Determine el marco regular autónomo que responde al sector
del reconocimiento y la ejecución.

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Capítulo sexto
Cooperación procesal internacional

Este capítulo trata lo relativo a la cooperación procesal internacional; trata las


figuras de la ley aplicable al proceso con elemento extranjero, trato procesal
al extranjero —capacidad del litigante extranjero, representación y defensa en
el proceso, asistencia jurídica gratuita, caución de arraigo en juicio y embargo
preventivo—, cooperación —la prueba, notificaciones, exhortos o cartas roga-
torias, apostilla, régimen legal de los poderes, medidas cautelares y la prueba del
derecho extranjero—.

I. Ley aplicable al proceso con elemento extranjero

En dipr a la hora de abordar el sector de la cooperación procesal inter-


nacional debemos destacar uno de los principios que hasta ahora ha sido
el portaestandarte, nos referimos a la primacía del principio lex fori regit pro-
cessum, un principio, sin duda, “ultraterritorialista”, al decir de Rábago Dor-
becker. Este principio hace referencia y soluciona de manera directa la ley
que debe regir el proceso ante un supuesto de hecho privado internacional.
Los tribunales nacionales aplican su propia ley procesal una vez declarado
con cji y con absoluta independencia de que el fondo del asunto se resuel-
va conforme a la lex fori o a la normativa material de un tercer Estado, es
decir, la determinación de la ley procesal conlleva una operación distinta de
la determinación de la norma material.
En definitiva, podemos ver que este principio como máxima se recoge
en el ordenamiento jurídico mexicano en el artículo 543 del cfpc de manera
puntual y en el artículo 12 del ccf de manera más general.
El artículo 543 del cfpc a la letra dice: “En los asuntos del orden federal,
la cooperación judicial internacional se regirá por las disposiciones de este

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Libro y demás leyes aplicables, salvo lo dispuesto por los tratados y conven-
ciones de los que México sea parte”.
Por otro lado, el artículo 12 del ccf expresa textualmente:

Las leyes mexicanas rigen a todas las personas que se encuentre en la República,
así como los actos y hechos ocurridos en su territorio o jurisdicción y aquéllos
que se sometan a dichas leyes, cuando éstas prevean la aplicación de un derecho
extranjero y salvo, además, lo previsto en los tratados y convenciones de que
México sea parte.

Esta regla general, sufre tres matizaciones, la primera desde que en algunas
ocasiones los tribunales nacionales se ven obligados a calificar ciertas cuestio-
nes como procesales para poder aplicar su ley procesal y resolver conforme a
ella todas las problemáticas que se puedan plantear, en este sentido tenemos
que mencionar que a veces es difícil calificar una cuestión como puramen-
te procesal o puramente sustantiva, en este sentido Rábago Dorbecker
ofrece el ejemplo de la prueba de paternidad y la presunción en caso de la
negativa al realizar dicha prueba donde los tribunales internos calificarán
esta cuestión como procesal a efecto de aplicar la lex fori, lo anterior desde
que algunos ordenamientos consideran el desahogo de pruebas como una
cuestión procesal, ésta calificación, como bien señala el autor, podría mermar
una presunción a favor del menor en los casos en que la lex fori no prevea la
reversión de la carga de la prueba; por lo que toca a la segunda matización,
es la que nos ofrece el artículo 9o. de la Convención de La Haya Relativa
a la Obtención de Pruebas en el Extranjero en Materia Civil o Mercantil,
desde que establece la aplicación de la lex fori como regla general, para
la ejecución de una comisión rogatoria, flexibilizando dicho principio
al permitir aplicar un procedimiento especial solicitado por el Estado re-
quirente cuando éste no sea incompatible con la ley del Estado requerido,
sea incompatible su aplicación con dicha ley o existan dificultades prácti-
cas. En definitiva, esta segunda matización consiste en que en el desarrollo
de una solicitud de cooperación procesal, el juez requerido debe llevar a
cabo actos procesales no contemplados en su ley. En este sentido el artículo
en comento determina que:

La autoridad judicial que proceda a la ejecución de una Comisión Rogatoria,


aplicará en cuanto a la forma las leyes de su propio país. Sin embargo, se acce-
derá a la solicitud de la autoridad requirente de que se aplique un procedi-
miento especial, excepto si este procedimiento es incompatible con la Ley del

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Cooperación procesal internacional

Estado requerido o es imposible su aplicación debido a la práctica judicial


del Estado requerido o por dificultades prácticas.

De idéntico tenor encontramos en el artículo 5o. y 6o. de la Convención


Interamericana sobre Recepción de Pruebas en el Extranjero, en el ar­
tículo 10 de la Convención Interamericana sobre Exhortos o Cartas Ro-
gatorias, en el artículo 5o. de la Convención de La Haya sobre Notificación
o Traslado en el Extranjero de Documentos Judiciales o Extrajudiciales
en Materia Civil o Comercial, así como en el artículo 555 del cfpc. Este
último artículo dispone que:

Los exhortos internacionales que se reciban serán diligenciados conforme a


las leyes nacionales. Sin perjuicio de lo anterior, el tribunal exhortado po-
drá conceder excepcionalmente la simplificación de formalidades o la obser-
vancia de formalidades distintas a las nacionales, a solicitud del juez exhortante
o de la parte interesada, si esto no resulta lesivo al orden público y especialmen-
te a las garantías individuales; la petición deberá contener la descripción de las
formalidades cuya aplicación se solicite para la diligenciación del exhorto.

La tercera matización que tiene que ver con el alcance de este principio vie-
ne a materializarse en que la situación de las partes en el proceso, tal como
su capacidad para ser parte o capacidad procesal no solamente se deja a la
lex fori sino también se tiene en cuenta la ley personal de la parte. Igual-
mente, cuestiones como la legitimación procesal, el objeto y carga de la
prueba, como cuestiones muy vinculadas con el fondo del asunto deben ser
resueltas por la ley aplicable al fondo.
La doctrina, Calvo y Carrascosa, justifica la aparición de esta regla, es de-
cir, la regla lex fori regit processum con cuatro argumentos: 1) “es una solución
práctica y sencilla”, lo anterior radica en que los tribunales, en principio,
manejan un solo derecho procesal al no sufrir alteración el proceso con la
existencia o inexistencia de un elemento de internacionalidad en la relación
jurídica; 2) “favorece la seguridad jurídica”, desde que “sintoniza con la
función que cumple el derecho procesal como canalizador de las pretensio-
nes de las partes ante los tribunales”; 3) “es una regla neutral para las partes”
ya que no beneficia ni perjudica a ninguna de las partes desde que sus
pretensiones se podrán solucionar de conformidad con el derecho de otro
Estado, es decir, lo procesal no tiene por qué afectar la normativa material,
y 4) “encaja con la soberanía del Estado”, así cada Estado establece el modo
en que va a canalizar las pretensiones ante su Poder Judicial.

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El alcance de esta máxima se puede reducir a: 1) actos procesales como


presentación y admisibilidad de la demanda, los presupuestos procesales de
la demanda, reconvención, recursos, costas, etcétera, y 2) a las fases del pro-
ceso, por ejemplo, fase de alegación, de prueba, medidas cautelares, formas
de conclusión del proceso, etcétera.

II. Trato procesal al extranjero

El primer punto que debemos abordar como característica de las situacio-


nes privadas internacionales es la existencia de la extranjería del sujeto que
solicita cooperación procesal internacional. Lo que debe erradicarse a la
hora de comprobar la existencia de un extranjero en un proceso son figuras
añejas como probar su legal estancia, solicitarle una caución, imponer el
embargo preventivo de los bienes del demandado o impedirle el acceso a la
asistencia jurídica gratuita.
Esta erradicación encuentra su fundamento en la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 1o., fracción III, el cual dis-
pone que:

Queda prohibida toda discriminación motiva por origen étnico o nacional, el


género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud,
la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que
atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los
derechos y libertades de las personas.

Ahora bien, a pesar de la claridad de esta disposición, encontramos ejemplos


en este mismo cuerpo normativo que contradicen lo anterior, ejemplo clarí-
simo lo encontramos en el artículo 33 constitucional. Este último artículo
no es una disposición de marginal aplicación, vemos que su estela se deja
ver en la ratificación de México de algunos convenios internacionales en
los que se aprovecha la realización de una reserva o declaración interpreta-
tiva para darle continuidad y así justificar su existencia; nos referimos por
ejemplo a la Convención sobre la Condición de los Extranjeros publica-
da en el dof para su promulgación el 20 de agosto de 1931. Así el artículo
6o. de este Convenio puede llegar a legitimar el artículo 33 de la cpeum al
establecer que los extranjeros domiciliados residentes o transeúntes pueden,
por motivo de orden o seguridad pública, ser expulsados, con la correlativa

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obligación del Estado al que se dirijan de recibir al nacional expulsado del


extranjero. En la misma tónica de entender el citado artículo 33 consti-
tucional mexicano, el artículo 7o. de este Convenio estipula la obligación
de no inmiscuirse en las actividades políticas privativas de los ciudadanos del
país en que se encuentre, si lo hiciere, quedará sujeto a las sanciones previstas
en la legislación local que en el contexto mexicano, marco constitucional,
equivale a la expulsión. Al momento de ratificar la Convención México
formuló, entre otras, esta reserva: “II. El gobierno mexicano hace la reserva
de que por lo que concierne al derecho de expulsión de los extranjeros,
instituido por el artículo 6o. de la Convención, dicho derecho será siempre
ejercido por México en la forma y con la extensión establecida por su ley
constitucional”.
Estas manifestaciones de discriminación no son la tónica general, así en
otros cuerpos normativos como por ejemplo la Convención de Nueva York
sobre la Obtención de Alimentos en el Extranjero de 1956, establece, en su
artículo 9.1, una igualdad de trato.

1. Capacidad del litigante extranjero

La capacidad para ser parte representa un presupuesto procesal el cual implica


la actitud de la persona para ser titular de los derechos y obligaciones que di-
manen del proceso. Como bien señala la doctrina española, la capacidad para
ser parte se le denomina también “personalidad procesal”. Calvo Caravaca y
Carrascosa González.
Esta capacidad para ser parte se debe plantear respecto a: 1) la persona
física extranjera desde que el individuo por el simple hecho de ser perso-
na tiene libre acceso a los tribunales, justificado por el principio de tutela
judicial efectiva, y 2) la persona jurídica extranjera puede ser parte en un
proceso tras el cumplimiento de una condición que haya sido válidamente
constituida conforme a su ley nacional.
Distinta a esta capacidad de ser parte, tenemos la capacidad procesal
o para comparecer en juicio, es decir, para realizar actos jurídicos en el proceso
válidos. A pesar del vacío en el contexto normativo mexicano nos atrevemos a
afirmar de forma general que por lo que se refiere a la persona física extran-
jera y su capacidad procesal es lógico que se otorgue a quien posea capacidad
de obrar de conformidad con su ley personal. Por lo que se refiere a las per-
sonas jurídicas extranjeras se afirma que determinada su capacidad para ser
parte debe corresponderse con la admisión de la capacidad procesal.

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2. Representación y defensa en el proceso

En este apartado debemos poner de manifiesto la relación existente entre


la lex fori y el ius potulandi. En este sentido los extranjeros que litiguen en
México deben contar para su representación y defensa con abogados en los
mismos casos y con las mismas exigencias que los nacionales mexicanos.
Así las cosas, la defensa por abogado no sufre alternación en un deter-
minado proceso haya o no elemento de internacionalidad en la relación
jurídica que se ventila.

3. Asistencia jurídica gratuita o beneficio de pobreza

Esta figura hace referencia a la exención de costas procesales y en este sen-


tido se trata de una institución que supone litigar, sin ningún tipo de costas,
aquellos sujetos que demuestren que no disponen de recursos económicos
suficientes para acceder a la justicia.
En esta ocasión es lógico pensar que su concesión o denegación queda
regida por la ley del Estado que reconoció su cji para conocer del asunto, es
decir, queda regida por la lex fori.
El artículo 14, in fine, de la Convención Interamericana sobre Obliga-
ciones Alimenticias, determina que el beneficio de pobreza declarado a favor
del acreedor en el Estado parte donde hubiere ejercido su reclamación será
reconocido en el Estado parte donde se hiciere efectivo el reconocimiento
o la ejecución. Los Estados parte se comprometen a prestar asistencia judi-
cial gratuita a las personas que gocen del beneficio de pobreza”, en el mis-
mo sentido tenemos, a modo de ejemplo, el artículo 15 de la Convención
bilateral entre los Estados Unidos Mexicanos y el Reino de España sobre
Reconocimiento y ejecución de Sentencias Judiciales y Laudos Arbitrales
Extranjeros en Materia Civil y Mercantil.

4. Caución de arraigo en juicio

Podemos establecer que la figura denominada como cautio iudicatum solvi


se basa en la desconfianza de un Estado, manifestada por su legislador, so-
bre el extranjero y su alta probabilidad de regresar a su país. En Méxi-
co no existe una disposición claramente destinada a este fin; encontramos
otras que pdrían ayudar de manera implícita a sustentar esta figura como lo
es el artículo 9o. del cfpc.

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En el ámbito convencional se encuentra de manera explícita la elimi-


nación de la caución, el primero puede ser, por ejemplo, el artículo 22 de
la Convención de La Haya sobre Aspectos Civiles de la Sustracción Inter-
nacional de Menores, el cual expresa que “no podrá exigirse fianza ni depó-
sito alguno, cualquier que sea la denominación que se le dé, para garantizar
el pago de las costas y gastos de los procedimientos judiciales o administra-
tivos previstos en el Convenio”; artículo 9.2 del Convenio de Nueva York
sobre la Obtención de Alimentos en el Extranjero, que a la letra expresa:
“Exenciones y facilidades… 2. No podrá imponerse a los demandantes por
su condición de extranjeros o por carecer de residencia, caución, pago o
depósito alguno para garantizar el pago de costas o cualquier otro cargo”, y
su paralelo, artículo 14 de la Convención Interamericana sobre Obligacio-
nes Alimentarias que expresa, en sintonía con lo anterior: “Ningún tipo de
caución será exigible al acreedor de alimentos por la circunstancia de poseer
nacionalidad extranjera, o tener su domicilio o su residencia habitual en
otro Estado”. Coincidiendo plenamente con Rábago Dorbecker: “Por tan-
to, la cobertura convencional es muy limitada, en especial por el reducido
ámbito material de su aplicación, lo que hace la omisión en la participación
de México en la Convención de La Haya para Facilitar el Acceso Interna-
cional a la Justicia y en la Convención de La Haya sobre Procedimiento
Civil, especialmente grave”. En el artículo 22 de la Convención.

5. Embargo preventivo

Esta figura, sin lugar a dudas, constituye una medida discriminatoria para el
demandado extranjero. Como menciona la doctrina española, Fernández
Rozas y Sánchez Lorenzo, constituye el embargo preventivo una medida
cautelar cuya finalidad es limitar las facultades de disposición del deman-
dado en un juicio de cognición o ejecución para no frustrar el resultado
final. Es una figura que atañe al deudor extranjero demandado.

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III. Cooperación

1. Introducción

Las situaciones jurídicas privadas internacionales presentan en su desarrollo y


conclusión un alto grado de complejidad por lo que necesitan, como herra-
mienta imprescindible, la cooperación internacional. Coincidiendo con
la doctrina mexicana, el sector de la cooperación procesal internacional
tiene como origen y justificación los artículos 17, 1o. y 89, fracción IX,
constitucional. Por lo que hace al artículo 17 consagra el principio de una
justicia pronta y expedita, el artículo 1o. consagra el principio de no dis-
criminación, y por lo que hace al artículo 89, fracción IX, establece que el
Ejecutivo debe dirigir la política exterior teniendo presente la cooperación
internacional. En este sentido Rábago Dorbecker, afirma que: “El Estado
mexicano tiene la obligación no sólo de proveer de un acceso a la justicia a
sus nacionales, ante sus tribunales, sino también a los nacionales o extran-
jeros, que pretendan realizar actos procesales en México derivados de pro-
cedimientos ventilados ante tribunales extranjeros”.
En otro orden de ideas, la cooperación procesal internacional alcanza su
máximo grado de efectividad no sólo con el elevado número de convenios
que tenga ratificado un Estado y un excelente marco normativo autónomo
destinado a este efecto, sino con un efectivo conocimiento y aplicación
por parte de todos los operadores jurídicos, sólo así este cuarto pilar del
dipr tiene sentido.

2. La prueba

La prueba es el medio por el cual el juez alcanza la convicción de la veraci-


dad o falsedad de los hechos alegados en el proceso por las partes. Es una
cuestión que debe ser calificada de procesal por lo que se rige por la lex fori,
es decir, por la ley del país cuyos tribunales se declararon competentes. Si
bien es esta la afirmación general que podemos hacer, existen unas importan-
tes matizaciones que realizar, a saber, la normativa que regula el fondo puede
exigir el rechazo o la admisión de ciertos medios de prueba, la existencia
de pruebas preconstituidas, constituidas al margen del proceso, documentales,
en definitiva deben contar con su propia ley prevista de forma previsible y
con absoluta independencia de que después surja o no un litigio.

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Cuando la prueba necesita el auxilio de tribunales de otros Estados,


éstos actuarán conforme a su ley procesal.
En las convenciones interamericanas encontramos la que versa sobre
recepción de pruebas en el extranjero y su protocolo adicional.

A. Convenciones interamericanas

a. Convención Interamericana sobre Recepción de Pruebas en el Extranjero

a) Ámbito de aplicación material. Recepción de pruebas en el extranjero.


El artículo 2o. habla de exhortos o cartas rogatorias emanados de pro-
cedimientos jurisdiccionales en materia civil o comercial. Lo anterior
debe colocarse en relación con la afirmación vertida en el artículo 15,
la cual establece que los Estados parte pueden declarar la extensión
de esta Convención a exhortos relativos a recepción y obtención de-
pruebas en materia criminal, laboral, contencioso-administrtivo, jui-
cios arbitrales u otras materias objeto de jurisdicción especial.

b) Ámbito de aplicación espacial. Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador,


El Salvador, Guatemala, Hondura, México, Panamá, Paraguay, Perú,
República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se publica en Panamá el 30 de enero de


1975, con entrada en vigor internacional el 16 de enero de 1976,
de conformidad con el artículo 20, este Convenio entra en vigor
el trigésimo día a partir de la fecha en que se ha depositado el se-
gundo instrumento de ratificación, igualmente de conformidad con
el artículo 22, la Convención regirá indefinidamente. Una vez más
se corroboran las cláusulas tipo de las convenciones interamericanas.
México lo firma el 27 de octubre de 1977, lo aprueba por el Senado
el 28 de diciembre de 1977, se publica en el dof para su aprobación el
9 de febrero de 1978, México se vincula por ratificación el 27 de marzo
de 1978, entra en vigor el 26 de abril de 1978 y se publica en el dof
para su promulgación el 2 de mayo de 1978.

El artículo 1o. establece que las expresiones “exhortos” o “cartas rogatorias”


se utilizan como sinónimos en el texto en español y que las expresio­
nes commissionns rogatoires, letters rogatory y “cartas rogatorias” comprenden
ambos extremos.

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El artículo 2o. establece cuáles son los requisitos que debe contener
cualquier exhorto o carta rogatoria y en este sentido enumera dos: 1) que
la diligencia solicitada no fuere contraria a disposiciones legales en el Esta-
do requerido o que expresamente la prohíban, y 2) que el interesado debe po-
ner a disposición del órgano jurisdiccional requerido los medios necesarios
para el diligenciamiento de la prueba solicitada. En correlación con dicho
artículo, el artículo 4o. establece cuál debe de ser el contenido y así precisa:
una indicación clara del objeto de la prueba solicitada, copia de los escritos
y resoluciones, interrogatorios y demás documentos que funden y motiven
el exhorto, nombre y dirección de las partes, testigos, peritos y demás perso-
nas intervinientes, informe resumido del proceso y hechos, en caso de ser
necesario, y por último, una descripción clara y precisa de los requisitos
o procedimientos especiales que el órgano jurisdiccional requirente solici-
tare en relación con la recepción u obtención de la prueba. Relacionado
con estos requisitos, el artículo 10 añade los siguientes: 1) que los exhortos
deben de estar legalizados, y 2) que se encuentren debidamente tradu-
cidos al idioma oficial del Estado requerido, de forma residual se establece
que los Estados parte informarán de los requisitos exigidos por sus leyes
para el cumplimiento de estos dos condicionantes.
De conformidad con el artículo 3o., el órgano jurisdiccional del Estado
requerido tiene facultades para conocer de las cuestiones relativas al cum-
plimiento de la diligencia solicitada. Si el órgano jurisdiccional de dicho
Estado requerido se declara incompetente y considera que otro órgano juris-
diccional de su Estado lo es, transmitirá de oficio los documentos y an-
tecedentes del caso. El anterior ánimo de agilizar los exhortos se corrobora
con la afirmación de que los órganos jurisdiccionales del Estado requerido
podrán utilizar medios de apremio.
El artículo 5o. consagra la máxima lex fori regit processum al determi-
nar que los exhortos se cumplirán de acuerdo con las leyes procesales del
Estado requerido. Estimamos que en el artículo 6o. se establece una ex-
cepción a la anterior regla general, al afirmarse que a solicitud del órgano
jurisdiccional del Estado requirente, podrá aceptarse la observancia de for-
malidades adicionales en la práctica de la diligencia solicitada, a menos que
sean incompatibles con la legislación del Estado requerido o de imposi-
ble cumplimiento por éste.
De conformidad con el artículo 7o. se establece que las costas y de-
más gastos correrán por cuenta de los interesados y en este sentido afirma
que el beneficio de pobreza se regulará por las leyes del Estado requerido.
Igualmente, el artículo 8o. establece que no existe una relación directa entre
el cumplimiento del exhorto y el reconocimiento de la competencia del

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Estado requirente, ni tampoco con el compromiso de reconocer la validez


del pronunciamiento a efecto de su ejecución. De conformidad con este
artículo, México declara que se refiere a la validez internacional de las sen-
tencias extranjeras.
El artículo 9o. expresa que el Estado requerido podrá rehusar el cumpli-
miento del exhorto cuando se trate de pruebas previo a un procedimiento
judicial o se trate del pretrial discovery of documents.
Por su parte, el artículo 11 establece las vías por las que pueden ser
transmitidos los exhortos y a estos efectos prevé la vía judicial, por funcio-
narios consulares o agentes diplomáticos o por la autoridad central de cual-
quiera de los Estados. En este último caso, se debe comunicar quién fungirá
como dicha autoridad central. México designa a la Secretaría de Relaciones
Exteriores como autoridad central competente para recibir y distribuir ex-
hortos o cartas rogatorias.
En otro orden de ideas, el artículo 12 establece que la persona llamada a
declarar, en cumplimiento de exhorto, podrá negarse a ello cuando invoque
impedimento, excepción o deber.
Como último artículo sustantivo de esta Convención, establece en su
artículo 16, que el cumplimiento del exhorto puede ser rechazado en caso de
ser manifiestamente contrario al orden público del Estado requerido.
Como cláusula de compatibilidad encontramos el artículo 14 que ex-
presa que la Convención no restringirá otros acuerdos convencionales, bila-
terales o multilaterales, así como las prácticas más favorables.
México realiza tres notas, la primera comentada arriba en relación al
artículo 8o., una segunda nota en la que establece que: “Cuenta con un
protocolo adicional adoptado en La Paz, Bolivia, el 24 de mayo de 1984
del que México es parte y está en vigor”, como nota tercera, y última: “El
gobierno de México designó a la sre —Dirección General de Asuntos Jurí-
dicos— Autoridad Central Competente, para recibir y distribuir exhortos o
cartas rogatorias, a los efectos previstos en la Convención”.

b. Protocolo adicional a la Convención Interamericana


sobre Recepción de Pruebas en el Extranjero

a) Ámbito de aplicación material. Recepción de pruebas en el extranjero. A


tenor del artículo 14, los Estados parte pueden declarar que extienden
las normas relativas a la preparación y diligenciamiento de exhortos
sobre la recepción de pruebas e información a la materia criminal y
a las otras materias contempladas en el artículo 15 de la Convención.
Igualmente, el artículo 17 determina que este protocolo se debe

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interpretar de manera complementaria a la Convención interameri-


cana sobre recepción de pruebas en el extranjero.

b) Ámbito de aplicación espacial. Los Estados que lo tienen ratificado son


Argentina, Ecuador, México y Venezuela. Este instrumento se negocia
en La Paz, Bolivia, el 24 de mayo de 1984 y se publica en el dof el
7 septiembre de 1987. De conformidad con el artículo 18, este Pro-
tocolo está abierto a la firma, ratificación o adhesión de aquellos
Esta­dos miembros de la Organización de Estados Americanos o no
miembros que hayan firmado la Convención Interamericana sobre
Recepción de Pruebas en el Extranjero.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Paz, Bolivia, el 24 de mayo


de 1984, con entrada en vigor internacional el 28 de noviembre de
1992, de conformidad con el artículo 20, el Protocolo entra en vi-
gor el trigésimo día a partir de la fecha en que dos Estados parte en
la Convención hayan depositado sus instrumentos de ratificación o
adhesión al Protocolo. Para finalizar, el artículo 22 señala que el Pro-
tocolo regirá indefinidamente. México lo firma el 2 de diciembre de
1986, lo aprueba por el Senado el 27 de diciembre de 1986, se publica
en el dof para su aprobación el 4 de febrero de 1987, México se
vincula por ratificación el 12 de junio de 1987, entra en vigor el 28
de noviembre de 1992 y se publica en el dof para su promulgación el
7 de septiembre de 1987.

México a la hora de ratificar este instrumento realiza varias declaraciones in-


terpretativas. La primera declaración interpretativa es en relación al artículo
7o., en lo que concierne a este protocolo adicional, la autoridad federal en
México es la Secretaría de Relaciones Exteriores. La recepción oficial de
pruebas es gratuita, pero las partes deben erogar los honorarios de peritos, cos-
to del personal y aparatos que se requieran, gastos originados a terceros,
así como pagar los derechos que se causen legalmente por la expedición
de copias y otros documentos. Cuando el interesado no designare persona
responsable para hacer el pago de esas actuaciones, deberá abonarlas direc-
tamente en la forma señalada en el artículo 6o. del protocolo.
La segunda declaración interpretativa que realiza México es al artículo
10 y menciona que México declara que los agentes diplomáticos o con-
sulares que estuvieren acreditados en México, pueden recibir las pruebas
requeridas en los procesos que se lleven a cabo en el Estado acreditante, sin

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el empleo de coacción por medio de citación de las partes y con el entendi-


miento de que las pruebas consistentes en la recepción de declarantes ora-
les de las partes o terceros deberán ser recibidas en los locales diplomáticos
o consulares en una fecha y hora determinada con suficiente antelación. Si
es la solicitud de los declarantes deberán ser asistidos por intérpretes o tra-
ductores debidamente cualificados y podrán obtener sus declaraciones por
escrito en su propio idioma. Los agentes diplomáticos o consulares no
podrán requerir medidas de apremio a los jueces mexicanos, en virtud de
que las últimas son de exclusiva aplicación en los procedimientos instaura-
dos en el país.
México realiza una tercera declaración interpretativa, en esta ocasión re-
ferida al artículo 16 y declara que México conforme a su derecho sólo podrá
cumplimentar exhortos por los que se solicite la exhibición y transcripción
de documentos cuando, además de cumplirse con los requisitos previstos
en dicho artículo se identifique la relación directa entre la prueba o infor-
mación solicitada y el proceso pendiente.
El artículo 1o., dando seguimiento a la Convención Interamericana so-
bre Recepción de Pruebas en el Extranjero, establece la obligación de de-
signar una autoridad central. El artículo 2o. menciona cuáles deben ser los
documentos que se anexen para todo exhorto o carta rogatoria en la que se
solicite la obtención de pruebas. Igualmente establece el idioma o idiomas
oficiales que deberán ser utilizados para dichos trámites.
El artículo 3o. se encarga de la transmisión y diligenciamiento de ex-
hortos o cartas rogatorias en que se solicita la recepción de pruebas y en ese
sentido menciona que la autoridad central debe transmitirlos a los órganos
jurisdiccionales competentes para que se tramiten conforme a la ley interna
que sea aplicable. Estos órganos jurisdiccionales deben dejar constancia del
cumplimiento o en su caso de su impedimento, estableciendo los motivos
en éste último caso.
Por su parte, el artículo 4o. establece que se pueden adoptar todas las
medidas de apremio apropiadas previstas en su legislación. Igualmente, el
órgano jurisdiccional del Estado requirente, a tenor del artículo 5o., puede
solicitar que se le informe sobre la fecha, hora y lugar en que se va a cumplir
un exhorto o carta rogatoria.
En relación a las costas y gastos, encontramos los artículos 6o. a 8o. esta-
bleciendo como máxima que será gratuito el diligenciamiento del exhorto.
Lo anterior con la salvedad de que el Estado parte requerido podrá reclamar
el pago de aquellas actuaciones que conforme a su ley interna deban ser sufra-
gadas directamente por aquélla. En ese sentido, la parte que solicita la prueba

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o la información deberá indicar la persona que responderá por las costas o


bien adjuntar un cheque por el valor fijado. El exceso de los gastos respecto a
lo anexado no retrasará, ni será óbice para el diligenciamiento y cumpli-
miento del exhorto o carta rogatoria. En este sentido, el artículo 7o. establece
la obligación estatal de informar sobre las actuaciones que de conformi-
dad a su ley interna deben ser sufragadas directamente por el interesado. Lo
anterior se complementa con el artículo 8o. el cual dispone que se podrá
declarar que en determinadas materias, siempre que haya reciprocidad, no
cobrarán al interesado las costas y gastos de las actuaciones necesarias para
el cumplimiento de los exhortos o aceptarán como pago total de ellas, el
valor único que mencionaba el artículo 7o. u otro valor determinado.
De los artículos 9o. al 13 se regula la recepción de pruebas para agentes
diplomáticos o consulares, advirtiendo, entre otras cosas, que no se pueden
emplear medidas de apremio, lo cual no impide que éstos puedan solicitar
al órgano jurisdiccional competente por las vías adecuadas, la aplicación
de dichas medidas siempre que estén previstas en la legislación del Estado
parte en el cual dicho agente ejerce sus funciones, igualmente estas funcio-
nes pueden limitar materialmente las facultades de dichos agentes.
Por lo que respecta a los artículos 14 a 17 de este protocolo se refiere a
las disposiciones generales, y en este sentido el artículo 15 menciona que el
órgano jurisdiccional del Estado parte requerido atenderá favorablemente
la solicitud de procedimientos especiales a menos que sea imposible o in-
compatible con principios fundamentales o normas de aplicación exclusiva
de dicho Estado parte. Por su parte, el artículo 16 expresa que los Estados
parte diligenciarán exhortos en los que se solicite la exhibición y transcrip-
ción de documentos, siempre que reúnan los siguientes requisitos: 1) que
se haya iniciado el proceso; 2) que los documentos estén identificados por
fecha, contenido u otra información, y 3) que especifiquen hechos o circuns-
tancias que razonablemente hagan creer a la parte solicitante que los docu-
mentos pedidos son del conocimiento de la persona de quien se requiera o
que se encuentran o encontraban en posesión bajo control o en custodia de
ella. La persona a quien se piden documentos pueden negar que los tiene o
puede oponerse a la exhibición y transcripción de los documentos. Final-
mente se afirma que cualquier Estado podrá declarar que únicamente dili-
genciarán los exhortos a que se refiere este artículo si en ellos se identifica la
relación entre la prueba o la información solicitadas y el proceso pendiente.
Se anexa al protocolo un formulario “A” respecto de exhortos para pe-
dir la práctica de pruebas u obtención de información en el extranjero, así
como un formulario “B” sobre certificado de cumplimiento del exhorto
o carta rogatoria para pedir recepción de pruebas.

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B. Convenios de La Haya

a. Convención sobre la Obtención de Pruebas en el Extranjero


en Materia Civil o Comercial

a) Ámbito de aplicación material. Obtención de pruebas en el extranjero en


materia civil o comercial. De conformidad con el artículo 23 se
establece que todo Estado contratante puede al momento de firmar,
ratificar o adherirse declarar que no ejecutará las comisiones roga­
torias que tengan por objeto un procedimiento conocido en los Esta-
dos del Common law bajo el nombre de pre-trial discovery of documents.

b) Ámbito de aplicación espacial. La Convención está abierta a la firma


de los Estados representados en la undécima sesión de la Conferen-
cia de La Haya de Derecho Internacional Privado. De conformidad
con el artículo 40, todo Estado puede declarar que el Convenio se
extenderá al conjunto de territorios que representa en el plano in-
ternacional, o a uno o varios de éstos.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Haya, el 18 de marzo de


1970, la entrada en vigor internacional es el 7 de octubre de 1972. Se
aprueba por el Senado mexicano el 17 de noviembre de 1988, se pu-
blica en el dof para su aprobación el 30 de noviembre de 1988, la fe
de erratas se emite el 26 de enero de 1989, la vinculación de México
se produce por adhesión el 27 de julio de 1989, la entrada en vigor
para México es el 25 de septiembre de 1989 y se publica en el dof
para su promulgación el 12 de febrero de 1990. De conformidad con
el artículo 38, la Convención entrará en vigor el sexagésimo día des-
pués del depósito del tercer instrumento de ratificación. Igualmente,
en el artículo 41 se dispone que la Convención tendrá una duración
de cinco años a partir de la fecha de su entrada en vigor, aún para
los Estados ratificados o adheridos posteriormente. Se establece, asi-
mismo, que la Convención se renueva tácitamente cada cinco años
salvo denuncia.

El capítulo primero se destina a las comisiones rogatorias y en este sentido,


el artículo 1o. determina que la autoridad judicial de un Estado contratan-
te puede demandar por comisión rogatoria a la autoridad competente de
otro Estado contratante, realizar todo acto de instrucción o cualquier otro
acto judicial. Respecto a los actos de instrucción la comisión establece que

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no pueden ser demandados para obtener medios de prueba que no estén


destinados a ser utilizados en un procedimiento en curso o futuro. Respecto
a la expresión “otros actos judiciales” la Convención utiliza una definición
en sentido negativo al establecer que no se refiere ni a la significación o la
notificación de actos judiciales, ni a las medidas conservadoras o de ejecu-
ción. Para facilitar la transmisión y la ejecución de las comisiones rogatorias,
el artículo 2o. establece la designación de una autoridad central quien se en-
cargará de recibirlas y de transmitirlas a los fines de ejecución; en este
sentido al adherirse a esta Convención, el gobierno de México realizó
declaraciones interpretativas y reservas determinando:

A) Transmisión y ejecución de los exhortos 1) autoridad central (artículo


2o.) nombre: Secretaría de Relaciones Exteriores, Dirección General
de Asuntos Jurídicos; 2) requisitos en materia de idiomas (artículo 4o.);
2.1.) los Estados Unidos Mexicanos hacen reserva expresa de las dis-
posiciones del párrafo 2, del artículo 4o. y de­claran, de conformidad
con el párrafo 4 del mismo, que los exhortos o cartas rogatorias que
se envíen a su autoridad central o a sus autoridades judiciales deberán
venir redactados en español, o presentarse acompañados con traduc-
ción a dicho idioma.

Con este mismo propósito el artículo 6o. establece que en caso de incom-
petencia de la autoridad requerida la comisión rogatoria se transmitirá
de oficio y sin dilación a la autoridad judicial competente del mismo Estado.
Igualmente, el artículo 9o., en este mismo afán de agilización, establece el
imperativo de que la comisión rogatoria sea ejecutada con urgencia. Igual-
mente, el artículo 10, expresa que al ejecutar la comisión rogatoria la au-
toridad requerida aplicará las medidas de apremio apropiadas y previstas por
su ley interna en los casos y en la misma medida en que estuviese obligada
para la ejecución de una comisión de las autoridades del Estado requeri-
do o de una demanda formulada a este efecto por parte interesada. De con-
formidad con el artículo 24, todo Estado contratante puede designar además
de la autoridad central, otras autoridades determinando sus competencias; en
este sentido se afirma que los Estados federales tiene la facultad de designar
varias autoridades centrales.
La comisión rogatoria debe contener, a tenor del artículo 3o., las si-
guientes indicaciones: a) la autoridad requirente y la requerida de ser po­
sible; b) identidad y dirección de las partes y en su caso de su representante;
c) la naturaleza y objeto de la instancia, así como una exposición sumaria
de los hechos; d) los actos de instrucción y otros actos judiciales a realizar,

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en este contexto y en caso de ser necesario contendrá además nombres y


direcciones de las personas a oír, las cuestiones a presentar a las personas
a oír o los hechos sobre los que ellas deban ser oídas, los documentos u
otros objetos a examinar, la petición a recibir la deposición bajo juramen-
to o con afirmación y en su caso la indicación de la fórmula a utilizar y,
por último, las formas especiales cuya aplicación se demanda conforme al
artículo 9o.
Dentro de esta numeración de requisitos podemos encontrar uno des-
tinado a su forma y es que la comisión rogatoria debe ser redactada de la
autoridad requerida o acompañarla de una traducción.
Para dar consistencia al cumplimiento de estos requisitos, el artículo 5o.,
establece que si la autoridad central estima que las disposiciones de la Con-
vención han sido vulneradas, informará inmediatamente a la autoridad del
Estado requirente especificando las quejas formuladas contra la demanda.
De conformidad con el artículo 9o., la autoridad que proceda a la
ejecución de una comisión rogatoria aplicará las leyes de su país en lo que
concierne a las formas a seguir, para la cual se prevé una forma especial
siempre y cuando ésta no sea incompatible con la ley del Estado requerido.
La obligación de ejecución de la comisión rogatoria tiene una excep-
ción en el artículo 11 al establecer que no será ejecutada si la persona a la
que se refiere invoca una dispensa o una prohibición de deponer, estableci-
das en la ley del Estado requerido o en la ley del Estado requirente. Igual-
mente, el artículo 12 establece que la ejecución no puede ser rehusada más
que en la medida que principalmente suponga un atentado a su soberanía
o seguridad; así se explicita que la ejecución no puede ser rehusada por el
solo motivo de que la ley del Estado requerido reivindique una competencia
judicial exclusiva en el asunto en cuestión o no conozca vías de derecho que
respondan al objeto de la demanda presentada ante la autoridad requiren-
te. En caso de ser rechazada la ejecución de la comisión rogatoria en todo
o en parte, la autoridad requirente será informada inmediatamente comu-
nicándosele las razones.
Por su parte el capítulo II se destina a la regulación de la obtención de
pruebas por agentes diplomáticos o consulares y por comisarios. Así, el ar-
tículo 15 establece la obligación para los agentes diplomáticos o consulares
de proceder en la circunscripción en la que ejerzan sus funciones a todo
acto de instrucción referido únicamente a los nacionales del Estado que él
represente y siempre que se refiere a un procedimiento ya iniciado ante
un tribunal de dicho Estado. El artículo 17 extiende la misma competencia
para toda persona regularmente designada como comisario. México conti-
núa haciendo declaraciones interpretativas y reservas y en este sentido señala:

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B) Obtención de pruebas en el extranjero diplomáticos, consulares y


comisiones (Capítulo II) 3. Los Estados Unidos Mexicanos hacen re-
serva expresa y total de las disposiciones contenidas en los artículos 17
y 18 de este capítulo en relación con los “comisionados” y el uso de
medidas de apremio por parte de agentes diplomáticos y consulares.

Por último y de conformidad con el artículo 22 establece que el hecho de


que un acto de instrucción no haya podido ser cumplido conforme a las dis-
posiciones de este capítulo y por razón de la negativa de una persona que
hubiese tenido que participar, no impide que una comisión rogatoria se dirija
ulteriormente para el mismo acto conforme al capítulo I.
El artículo 23 expresa que todo Estado contratante puede, en el momen-
to de la firma, de la ratificación o de la adhesión declarar que no ejecutará las
comisiones rogatorias que tengan por objeto un procedimiento conocido
en los Estados del Common Law bajo el nombre de pre-trial discovery of docu-
ments. En este sentido México determina en sus declaraciones y reservas:

C) Preparación de actos prejudiciales. 4. En relación con el artículo 23 de


la Convención, los Estados Unidos Mexicanos declaran que confor-
me a su derecho sólo podrán cumplimentar exhortos por los que se
solicita la exhibición y transcripción de documentos cuando se cum-
plan los siguientes requisitos: que se haya iniciado un proceso. Que los
documentos estén identificados razonablemente en cuanto a su fecha,
contenido y otra información pertinente; que se especifiquen aque-
llos hechos o circunstancias que permitan razonablemente creer a
la parte solicitante que los documentos pedidos son del conocimiento
de la persona de quien se requieran o que se encuentran o se en­
contraban en posesión o bajo el control o custodia de ella. Deberá
identificarse la relación directa entre la prueba o información solici-
tada y el proceso pendiente.

Por otra parte, el artículo 27 establece que las disposiciones de la Con-


vención no son obstáculos para que un Estado contratante: a) declare que
las comisiones rogatorias pueden ser transmitidas a sus autoridades judiciales
por otras vías que las previstas en el artículo 2o.; b) permita, a los términos de
su ley o de su costumbre interna, ejecutar los actos a los que se aplica en
las condiciones menos restrictivas; c) permita, a los términos de su ley o de
su costumbre interna, métodos de obtención de pruebas, además de los
previstos en la Convención. En este sentido, México realiza declaración
interpretativa señalando que:

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D) Otros canales de transmisión a las autoridades judiciales distintas de


las previstas en el artículo 2. 5. en relación con el artículo 27, inciso
a, de la Convención, los Estados Unidos Mexicanos declaran que los
exhortos o cartas rogatorias podrán ser transmitidos a sus autoridades
judiciales no sólo a través de la autoridad central, sino también por vía
diplomática o consular, o por vía judicial (directamente de tribunal a
tribunal), siempre y cuando en el último caso, se cumplan los requisi-
tos de legalización de firma.

Por su parte, el artículo 32, expresa que sin perjuicio de la aplicación de


los artículos 29 y 31, la presente Convención no deroga a las convenciones
en las que los Estados contratantes sean o puedan ser parte y que contengan
disposiciones sobre las materias regladas por la presente Convención. A te-
nor de lo anterior, México realiza una declaración en la que establece: “Con
relación al artículo 32 de la Convención, los Estados Unidos Mexicanos
informan que es Estado parte de la Convención Interamericana sobre la
Recepción de Pruebas en el Extranjero, suscritas en Panamá, el 30 de enero
de 1975 y de su Protocolo adicional suscrito en La Paz, Bolivia, el 24 de
mayo de 1984”.
El capítulo III referido a disposiciones generales establece en su artícu­
lo 36, que las dificultades que surgiesen entre los Estados contratantes con
ocasión de la aplicación de la Convención serán solucionadas por vía di-
plomática.

C. Normativa autónoma

Por otra parte, en el ámbito autónomo encontramos el capítulo cuarto del


Código Federal de Procedimientos Civiles, titulado “De la recepción de las
pruebas” y que comprende de los artículos 559 a 563.
De conformidad con la doctrina mexicana, en este caso Rábago, “a
diferencia de las convenciones celebradas en el marco de la cidip y la Con-
ferencia de La Haya, el sistema previsto no parece favorecer la diligencia-
ción de pruebas”.
En cuanto al artículo 559 del cfpc, las dependencias de la federación
y de las entidades federativas, así como sus servidores públicos están impe-
didos de exhibir documentos o copias de documentos existentes en archivos
oficiales bajo su control, lo anterior se exceptúa en aquellos casos particu-
lares de documentos o archivos personales que permitan la ley y así lo orde-
ne el tribunal mexicano. En este sentido, como viene a afirmar la doctrina,
si bien en materia de cooperación procesal internacional ésta disposición

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tiene poca influencia, debido a que las pruebas se solicitarán vía exhorto o
carta rogatoria, es notable el espíritu restrictivo de esta disposición. La ar-
gumentación que se ofrece es que presenta poca viabilidad, esta disposición
si se pone en relación con el artículo 6o. de la cpeum sobre el derecho a la
información y la ley reglamentaria a dicho precepto, esto es, la Ley Federal
de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental.
Por su parte, el artículo 560 del cfpc establece que en esta materia de
recepción de pruebas, en litigios ventilados en el extranjero, las embajadas,
consulados y miembros del Servicio Exterior Mexicano deben apegarse a
los compromisos internacionales que México tiene adquiridos, así como
a lo dispuesto en la Ley Orgánica del Servicio Exterior Mexicano, su regla-
mento y demás disposiciones aplicables.
En cuanto al artículo 561 del cfpc expresa que la obligación de exhibir
documentos en procesos que se sigan en el extranjero no comprenderá
aquellos documentos identificados por características genéricas. Igualmente
se establece que un tribunal nacional no puede ordenar ni llevar a cabo
la inspección general de archivos que no sean de acceso público salvo en los
casos permitidos por las leyes nacionales.
El artículo 562 del cfpc establece que para desahogar prueba testimonial
o declaración de parte de cara a un proceso extranjero, los declarantes podrán
ser interrogados verbal y directamente; para que surta efecto lo anterior, es
necesario que ante el tribunal del desahogo se pruebe que los hechos materia
del interrogatorio están relacionados con el proceso pendiente.
El último de los artículos de este bloque, el artículo 563 del cfpc es-
tablece la imposibilidad de servidores públicos federales y de entidades
federativas, de rendir declaraciones y desahogar prueba testimonial respecto
de sus actuaciones en su calidad de tales. Estas declaraciones deben hacerse
por escrito cuando se trate de asuntos privados y así lo ordene la autoridad
judicial nacional competente.

3. Notificaciones, exhortos o cartas rogatorias

A. Normativa convencional

El marco normativo internacional en materia de exhortos o cartas roga-


torias los encontramos en tres convenios internacionales. Así las cosas, te-
nemos la Convención Interamericana sobre Exhortos o Cartas Rogatorias,
el Protocolo Adicional a la Convención Interamericana sobre Exhortos o
Cartas Rogatorias, y el Convenio de La Haya relativo a la Notificación

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o Traslado al Extranjero de Documentos Judiciales y Extrajudiciales en Ma-


teria Civil o Comercial.

a. Convención Interamericana sobre Exhortos o Cartas Rogatorias

a) Ámbito de aplicación material. Exhortos o cartas rogatorias. De con-


formidad con el artículo 2o. se extiende a las actuaciones y procesos
en materia civil o comercial derivadas de órganos jurisdiccionales,
siempre que tengan por objeto la realización de actos procesales de
mero trámite tales como notificaciones, citaciones o emplazamientos
en el extranjero así como la recepción y obtención de pruebas de
informes en el extranjero. Lo anterior marca una diferencia con res-
pecto a la Convención Interamericana sobre Recepción de Pruebas
en el Extranjero negociada en la misma cidip I. Nótese que de la
simple lectura puede no desprenderse diferencia alguna ni separa-
ción clara.
El artículo 3o. realiza una exclusión material, al establecer que
dicho Convenio no se aplica a exhorto que implique acto de eje-
cución coactiva.
De conformidad con el artículo 16, los Estados parte podrán de-
clarar que extienden este Convenio a la tramitación de exhortos a
materia criminal, laboral, contencioso-administrativa, juicios arbi­
trales u otras materias objetos de jurisdicción especial.

b) Ámbito de aplicación espacial. Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Sal-


vador, España, Estados Unidos de América, Guatemala, México,
Uruguay y Venezuela.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Panamá el 30 de enero de


1975, con entrada en vigor internacional el 16 de enero de 1976,
de conformidad con el artículo 22, la Convención entra en vigor
el trigésimo día a partir del depósito del segundo instrumento de
ratificación. Igualmente, el artículo 24 establece que esta Conven-
ción regirá indefinidamente. Cláusulas, ambas, tipo de las convencio-
nes interamericanas. México lo firma el 27 de octubre de 1977, lo
aprueba por el Senado el 28 de diciembre de 1977, publicación en el
dof para su aprobación el 20 de febrero de 1978, México se vincula
por ratificación el 27 de marzo de 1978, entra en vigor el 26 de
abril de 1978 y se publica en el dof para su promulgación el 25 de abril
de 1978.

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El artículo 1o. realiza una equiparación entre las expresiones exhortos y


cartas rogatorias. De igual manera establece que las expresiones commissions
rogatoires, letters rogatory y “cartas rogatorias” comprenden tanto los exhor-
tos como las cartas rogatorias.
El artículo 4o. establece las vías por las cuales se puede transmitir el ex-
horto, siendo éstas las propias partes interesadas, la vía judicial, funcionarios
consulares o agentes diplomáticos o por las autoridades centrales. En cum-
plimiento de la cláusula in fine del artículo 4o., México designa a la Secre-
taria de Relaciones Exteriores como la autoridad central competente para
recibir y distribuir exhortos a los efectos provistos en la Convención.
Por su parte, el artículo 5o. establece los requisitos de los exhortos para
su cumplimiento, siendo éstos: la legalización y la traducción al idioma ofi-
cial del Estado requerido. En este sentido, el artículo 7o., afirma que los
tribunales de las zonas fronterizas no necesitan legalización.
Por otra parte, el artículo 8o. establece que los exhortos deben ir acom-
pañados de copia autenticada de la demanda y de sus anexos, así como de los
escritos o resoluciones que sirvan de fundamento a la diligencia solicitada, el
órgano jurisdiccional requirente, términos de los que dispone la persona
afectada, así como de una advertencia de las consecuencias de su inactividad.
De conformidad con el artículo 9o., no se establece una relación directa
entre el cumplimiento del exhorto y el reconocimiento de la competen-
cia del Estado requirente, ni con el compromiso de reconocer la validez y
ejecutar la sentencia que se dictare. En este sentido, el gobierno de México
interpreta que el artículo 9o. se refiere a la validez internacional de las sen-
tencias extranjeras.
El artículo 10 consagra la máxima lex fori regit processum al establecer
que los exhortos se tramitan de conformidad con la norma procesal del
Estado requerido.
En orden a dar agilidad a este exhorto, el artículo 11 establece que si
el órgano jurisdiccional requerido se declara incompetente para su trami-
tación, dará traslado de oficio a la autoridad competente de su Estado. En
este mismo afán se establece en el artículo 14 que los Estados parte que
pertenezcan a sistemas de integración económica podrán acordar directa-
mente entre sí, procedimientos y trámites particulares más expeditos que los
previstos en esta Convención.
De conformidad con el artículo 12, el costo del trámite de los exhortos
corre por cuenta de los interesados.
Igualmente, el artículo 17 establece el rechazo en el cumplimiento de
un exhorto cuando sea manifiestamente contrario al orden público.

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Como cláusula de compatibilidad, el artículo 15 establece que esta Con-


vención no restringirá las disposiciones de convenciones, bilaterales ni mul-
tilaterales, ni prácticas más favorables.
México realiza tres notas, la primera de ellas ya se comentó con respecto
al artículo 9o., la segunda nota expresa a la letra: “Nota 2. Cuenta con un
protocolo adicional adoptado en Montevideo, Uruguay, el 8 de mayo de
1979 del que México es parte y está en vigor”. Con respecto a la nota 3
se afirma que:“El gobierno de México designó a la sre —Dirección General
de Asuntos Jurídicos— Autoridad Central competente para recibir y distri-
buir exhortos o cartas rogatorias a los efectos previstos en la Convención”.

b. Protocolo adicional a la Convención Interamericana sobre


Exhortos o Cartas Rogatorias

a) Ámbito de aplicación material. Exhortos y cartas rogatorias.

b) Ámbito de aplicación espacial. Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecua-


dor, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, México, Panamá, Para-
guay, Perú, Uruguay y Venezuela.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Montevideo el 8 de mayo


de 1979, con entrada en vigor internacional el 14 de junio de 1980, de
conformidad con el artículo 9o., el Protocolo entrará en vigor el
trigésimo día a partir de la fecha en que dos Estados parte en la Con-
vención hayan depositado sus instrumentos de ratificación o adhesión
al Protocolo. Igualmente, de conformidad con el artículo 11, el Proto-
colo regirá indefinidamente. México lo firma el 3 de agosto de 1982,
lo aprueba por el Senado el 10 de noviembre de 1982, se publica
en el dof para su aprobación el 3 de diciembre de 1982, México se
vincula por ratificación el 9 de marzo de 1983, entra en vigor el 8 de
abril de 1 983 y se publica en el dof para su promulgación el 28
de abril de 1983.

El alcance de este protocolo se circunscribe exclusivamente a las actuacio-


nes procesales enunciadas en el artículo 2o. (a) de la Convención Intera-
mericana sobre Exhortos y Cartas Rogatorias, las cuales se entenderán
como la comunicación de actos o hechos de orden procesal o solicitudes de
información por órganos jurisdiccionales de un órgano parte a los de otro
cuando dichas actuaciones sean el objeto de un exhorto transmitido por

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la autoridad central del Estado requirente a la autoridad central del Estado


requerido. En este sentido, el artículo 2o., establece la obligación de designar
una autoridad central para desempeñar las funciones asignadas en la Con-
vención. En este sentido, México informa que designa a la Secretaría de
Relaciones Exteriores como autoridad central competente para recibir y
distribuir exhortos o cartas rogatorias.
Igualmente, el artículo 3o., establece que los exhortos se elaborarán en
formularios impresos en los cuatro idiomas oficiales de la Organización de
Estados Americanos o en los idiomas oficiales de los Estados requirente y
requerido.
Los exhortos deben de ir acompañados de: copia de la demanda, así
como su traducción; copia no traducida de los documentos que se hayan
adjuntado a la demanda; copia no traducida de las resoluciones jurisdiccio-
nales que ordenen el libramiento del exhorto; un formulario anexado a este
Protocolo con la información esencial para la persona o la autoridad a quien
deban ser entregados o transmitidos los documentos; un formulario en el
que la autoridad central deberá certificar si se cumplió o no el exhorto o
carta rogatoria.
De conformidad con el artículo 4o., cuando la autoridad central del
Estado parte reciba de la autoridad central de otro Estado parte un exhorto,
lo transmitirá al órgano jurisdiccional competente para su diligenciamien-
to conforme a la ley interna que sea aplicable.
El diligenciamiento del exhorto será gratuito, salvo el pago de aquellas
actuaciones que deban ser sufragadas conforme a la ley interna, según se
estipula en su artículo 5o.
México realiza una nota en la que determina que: “El 9 de marzo de
1983, el gobierno de México notificó al Secretario General de la oea haber
designado a la Secretaría de Relaciones Exteriores como la Autoridad Cen-
tral competente para recibir y distribuir exhortos o cartas rogatorias a los
efectos previstos en el Protocolo”.

c. Convención Interamericana sobre Obtención de Alimentos


en el Extranjero

De manera sectorial, encontramos, por ejemplo, otra convención intera-


mericana que de manera tangencial habla de exhortos, nos referimos a
la Convención sobre la Obtención de Alimentos en el Extranjero. Así, el
artículo 7o. de esta Convención se dedica a la cooperación y asistencia jurí-
dica a través de los exhortos, lo anterior en una visión retrospectiva, nos da
cuenta de que esta Convención, a pesar de su breve contenido, es bastan-

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te completa para ser un paso inicial en la regulación de la materia de ali-


mentos. Lo anterior, al dar respuesta a competencia administrativa, derecho
aplicable y cooperación y asistencia jurídica. No obstante, como bien señala
la doctrina, no es un convenio únicamente sobre ley aplicable a los alimen-
tos: su objetivo no es determinar la “ley estatal” que debe regir la obligación
alimenticia; en función de dicho objeto es por lo que esta Convención
tiene un contenido tan amplio; ello no impide ver que deja cuestiones sin re-
solver en relación a este supuesto de hecho.
El primer comentario es que ambos Estados implicados contratantes
deben de admitir la vía de los exhortos como vía para su comunicación, a
través de ellos se puede solicitar pruebas, no sólo documentales, al tribunal
o cualquier otra autoridad o institución de la parte contratante en cuyo
territorio haya de diligenciarse el exhorto.
La autoridad requerida debe comunicar a la institución intermediaria
y autoridad remitente que corresponda la fecha y el lugar que hayan de
practicarse dichas diligencias.
Los exhortos deben cumplimentarse en un plazo máximo de cuatro
meses, en caso contrario, deberá comunicarse a la autoridad requirente las
razones de su demora o incumplimiento. La tramitación del exhorto no da
lugar al reembolso de derechos o costas. La negación de la tramitación
del exhorto podrá hacerse únicamente por dos motivos tasados: 1) si no se
hubiere establecido la autenticidad del documento, y 2) si la parte contra-
tante en la que ha de diligenciarse juzga que ésta menoscaba su soberanía o
seguridad. Igualmente, tangencialmente, encontramos el artículo 8o. de
la Convención Interamericana sobre Restitución Internacional de Menores,
que a la letra dispone: “Los titulares de procedimiento de restitución po-
drán ejercitarlo conforme a lo dispuesto en el artículo 6o., de la siguiente
forma: a) a través de exhorto o carta rogatoria”.

d. Convenio de La Haya relativo a la Notificación o Traslado al Extranjero


de Documentos Judiciales y Extrajudiciales en Materia Civil o Comercial

a) Ámbito de aplicación material. Notificación o traslado en el extranjero de


documentos judiciales o extrajudiciales en materia civil o comercial.
De conformidad con el artículo 1o., el Convenio no se aplicará cuan-
do la dirección del destinatario del documento sea desconocida.

b) Ámbito de aplicación espacial. Según el artículo 29, todo Estado al mo-


mento de la firma, ratificación o adhesión podrá declarar que el
presente Convenio se extenderá al conjunto de los territorios que

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represente en el plano internacional o a uno o a varios de esos terri­


torios. Dicha extensión será notificada al Ministerio de Asuntos
Exteriores de los Países Bajos.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Haya el 15 de noviembre


de 1965, con entrada en vigor internacional el 10 de febrero de 1969, de
conformidad con el artículo 27, este instrumento entraba en vigor a
los sesenta días del depósito del tercer instrumento de ratificación. De
conformidad con el artículo 30, este Convenio tendrá una duración
de cinco años a partir de la fecha de su entrada en vigor, incluso para
los Estados que lo hayan ratificado o se hayan adherido a él con pos-
terioridad, salvo denuncia el Convenio se renovará tácitamente cada
cinco años. México, lo aprueba por el Senado el 29 de abril de 1999,
publicación en el dof para su aprobación el 27 de mayo de 1999, Mé­
xico se vincula por adhesión el 2 de noviembre de 1999, entra en
vigor el 1o. de junio de 2000 y se publica en el dof para su promul-
gación el 16 de febrero de 2001.

La finalidad de este Convenio es crear los medios necesarios para que los
documentos judiciales y extrajudiciales, objeto de notificación o traslado
en el extranjero, sean conocidos por sus destinatarios en tiempo y forma.
Para ello, pretende simplificar y acelerar los procedimientos conducentes
a dichas notificaciones o traslados. Para implementar dichos objetivos, el
artículo 2o. establece la necesidad de designar por cada Estado contratante,
una autoridad central que asuma la función de recibir las peticiones de no-
tificación o traslado procedente de otro Estado contratante y darle curso
ulterior. México emite una nota en la que se establece:

Al adherirse al Convenio, el gobierno de México formuló las declaraciones


siguientes: I. En relación con el artículo 2o., el gobierno de México designa
a la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, como autoridad central, para la recepción de las peticiones de no-
tificación o traslado de documentos judiciales o extrajudiciales provenientes de
otros Estados parte quien remitirá a la autoridad judicial competente para su
diligenciación.

La autoridad central dirigirá a la autoridad del Estado requerido una peti-


ción conforme a la fórmula modelo anexa en el Convenio, estando exenta
la legalización de dichos documentos u otra formalidad análoga. El requisito

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formal para dar curso a dicha petición es que debe acompañarse del docu-
mento judicial o de su copia, todo en doble ejemplar. Dicha autoridad tiene
la facultad de informar al requirente si estima que las disposiciones del Con-
venio no han sido respetadas y en este sentido, debe precisar sus objeciones
a dicha petición. La autoridad central procederá a la notificación o traslado
por dos vías, bien por las formas prescritas por su legislación o bien por la
forma particular solicitada por el requirente, siempre que ésta última no re-
sulte incompatible con la legislación del Estado requerido. Dicha autoridad
expedirá una certificación conforme al modelo anexo al Convenio que des-
cribirá el cumplimiento de la petición, indicando la forma, el lugar y la fecha
de cumplimiento, así como la persona a la que el documento haya sido remi-
tido, en su caso precisará el impedimento en el cumplimiento. En este sentido,
México realiza, nuevamente una declaración en la que se establece que:

II. En relación con el artículo 5o., los documentos judiciales y extrajudiciales en


idioma distinto del español que deban ser objeto de notificación o traslado
en territorio mexicano deberán ser acompañados por su debida traducción.
III. En relación con el artículo 6o., la autoridad judicial que haya conocido del
asunto será la encargada de expedir la certificación sobre el cumplimiento de la
notificación conforme a la fórmula modelo y la autoridad central únicamente
validará la misma.

Las menciones impresas en la fórmula modelo anexa al Convenio deben


estar redactadas en francés, inglés o en una de las lenguas oficiales del Estado
de origen.

De conformidad con los artículos 8o. y 9o., se tiene la facultad de realizar


directamente por vía diplomática o consular dichas notificaciones o tras-
lados a aquellas personas que se encuentren en el extranjero. Todo Estado
podrá declarar su oposición a la utilización de esta vía dentro de su terri­
torio. En relación al artículo 8o., México hace una declaración en los
siguientes términos:

IV. En relación con el artículo 8o., los Estados parte no podrán realizar notifi-
caciones o traslados de documentos judiciales directamente, por medio de sus
agentes diplomáticos o consulares, en territorio mexicano, salvo que el docu-
mento en cuestión deba ser notificado o trasladado a un nacional del Estado
de origen, siempre que tal procedimiento no sea contrario a normas de orden
público o garantías individuales.

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El Convenio no impide, salvo que el Estado de destino se oponga, diversas


vías para llevar a cabo dichas notificaciones o traslados tal y como estable-
cen los artículos 10 y 11. México realiza una nueva declaración, respecto al
artículo 10, en el cual señala que:

V. En relación con el artículo 10, los Estados Unidos Mexicanos no reconocen


la facultad de remitir directamente los documentos judiciales a las personas que
se encuentren en su territorio conforme a los procedimientos previstos en los
incisos a, b y c; salvo que la autoridad judicial conceda, excepcionalmente, la
simplificación de formalidades distintas a las nacionales, y que ello no resulte
lesivo al orden público o a las garantías individuales. La petición deberá conte-
ner la descripción de las formalidades cuya aplicación se solicita para diligenciar
la notificación o traslado del documento.

El artículo 12, expresa que las notificaciones o traslados no podrán dar


lugar al pago o reembolso de las tasas o gastos por los servicios del Estado
requerido. Lo anterior no obsta a que el requirente esté obligado a pagar
o reembolsar gastos ocasionados por: 1) intervención de funcionario ju-
dicial o ministerial o persona competente de conformidad con la ley del
Estado de destino; 2) por la utilización de una forma particular. México
realiza otra declaración respecto a este Convenio y en particular a este ar­
tículo 12, al señalar que:

VI. En relación con el primer párrafo del artículo 12, los gastos ocasionados por
la diligencia de la notificación o traslado de documentos judiciales o extrajudi-
ciales, serán cubiertos por el requirente, salvo que el Estado de origen no exija
el pago de tales gastos por la notificación o traslado procedentes de México.

El cumplimiento de la petición de notificación o traslado podrá rechazarse


únicamente si el Estado requerido juzga que su cumplimiento implica un
atentado a su soberanía o seguridad. El cumplimiento no podrá rehusarse
por el motivo de que el Estado requerido reivindique competencia judicial
exclusiva para el procedimiento en cuestión o de que su derecho interno
no admita la acción a la que se refiere la petición. En caso de denegación, la
autoridad central debe informar al requirente e informarle de los motivos
de su rechazo.
El artículo 15, por otra parte, prevé las maneras de subsanar las situacio-
nes en que un escrito de demanda o documento equivalente se remite al
extranjero y el demandado no comparece. Una nueva declaración realizada
por México a este Convenio expresa que:

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VII. En relación con el artículo 15, segundo párrafo, el gobierno de México


no reconoce a la autoridad judicial la facultad de proveer cuando el demanda-
do no comparece y no se haya recibido comunicación alguna acreditativa de
la notificación o traslado o de la entrega de documentos que le fueron remi-
tidos del extranjero para dichos efectos, y a que hacen referencia los apartados
a y b del primer párrafo.

Por su parte, el artículo 16 establece la posibilidad de que un escrito de


demanda o documento equivalente debió remitirse al extranjero a efec-
tos de notificación o traslado y habiéndose dictado resolución contra el
demandado, éste no hubiera comparecido. Otra declaración mexicana en
relación a este artículo dispone:

VIII. En relación con el artículo 16, tercer párrafo, el gobierno de México de-
clara que tal demanda no será admisible si se formula después del plazo de un
año computado a partir de la fecha de la decisión, o en un plazo superior, que
pueda ser razonable a criterio del juez. El gobierno de México entenderá
que para los casos en que se haya dictado sentencia, sin que el demandado haya
sido debidamente emplazado, la nulidad de actuaciones se realizará de confor-
midad con los recursos establecidos en la legislación aplicable.

Si bien la primera parte de esta Convención se refiere a documentos ju-


diciales, el artículo 17 de manera exclusiva se dedica a documentos ex-
trajudiciales, determinando que éstos podrán ser remitidos, a efectos de
notificación o traslado, a otro Estado contratante según las modalidades y
condiciones previstas por el presente Convenio.

Para poder llevar a cabo las notificaciones o traslados de éstos documentos


el Convenio prevé la designación de autoridades centrales, así como otras au-
toridades siempre y cuando determine el alcance de sus competencias. En
ese sentido se permite que los Estados federales puedan designar varias au-
toridades centrales. La designación de dicha autoridad se debe notificar al
ministro de asuntos exteriores de los Países Bajos. México realiza una se-
gunda nota en la que establece que: “El gobierno de México designó como
autoridad central a la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Secre-
taría de Relaciones Exteriores”.

Como cláusula de compatibilidad, el artículo 19 establece que el Convenio


no se opone a otras formas de remisión no previstas por el mismo y que
estén previstas por la ley interna de un Estado contratante a efectos de llevar

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a cabo la notificación o traslado. En este sentido, el artículo 22, explícita-


mente, determina que el Convenio reemplazará los artículos 1o. a 7o. de los
convenios relativos al procedimiento civil, respectivamente firmados en
La Haya el 17 de julio de 1905 y el 1o. de marzo de 1954 cuando se solapen
los Estados parte.
De igual manera, el presente Convenio no impide la aplicación del
artículo 23 del Convenio Relativo al Procedimiento Civil firmado en La
Haya el 17 de julio de 1905, ni el artículo 24 del firmado en La Haya el 1o.
de marzo de 1954. Por último, el artículo 25 establece que sin perjuicio de
la aplicación de los artículos 22 y 24 este Convenio no deroga los convenios
en que los Estados contratantes sean o puedan llegar a ser partes y que con-
tengan disposiciones sobre las materias reguladas por el presente Convenio.
Como anexos a los artículos 3o., 5o., 6o. y 7o. ofrecen un modelo de
petición y certificación de elementos esenciales del documento, así encon-
tramos un modelo de petición a los fines de notificación o traslado en el
extranjero de un documento judicial o extrajudicial, así como un modelo
de elementos esenciales del documento judicial y extrajudicial.

B. Normativa autónoma

A diferencia de lo que ocurre con otros actos de cooperación procesal


internacional, por ejemplo medidas cautelares, donde hay una ausencia de
marco regulador en el contexto normativo mexicano, los exhortos o cartas
rogatorias, se encuentran regulados en el capítulo II, “De los exhortos o
cartas rogatorias internacionales”, dentro del libro cuarto destinado a la
“Cooperación procesal internacional”, comprende desde los artículos 549
al 556 del cfpc.
Por lo que hace al artículo 549 del cfpc se establece que los exhortos
internacionales deben de ajustarse tanto a lo dispuesto en el cfpc como
a los tratados y convenciones ratificados por México. Este artículo de aper-
tura da paso al artículo 550 del cfpc, el cual dispone que los exhortos que se
remitan al extranjero son comunicaciones oficiales escritas que deben con-
tener la petición de las actuaciones cuya realización se considera necesario,
conteniendo de esta forma toda la información necesaria, copias certifica-
das, cédulas, copias de traslado y demás anexos que sean necesarios. No se
exigirán requisitos de forma adicionales respecto de los exhortos que pro-
vengan del extranjero.
Respecto al artículo 551 del cfpc establece las vías por las que pueden
ser transmitidos los exhortos: 1) por vía judicial; 2) por intermedio de fun-

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cionarios consulares o diplomáticos; 3) por la autoridad competente del


Estado requirente o requerido, según sea el caso.
El artículo 552 del cfpc establece que los exhortos provenientes del
extranjero transmitidos por conductos oficiales no requerirán legalización
y los que se remitan al extranjero sólo necesitarán la legalización exigida
por las leyes del país en donde se deban diligenciar.
El artículo 553 del cfpc establece un requisito de forma al exigir que el
exhorto internacional deba acompañarse de traducción.
El artículo 554 del cfpc expresa que los exhortos internacionales que se
reciban sólo requerirán homologación cuando implique ejecución coactiva
sobre personas, bienes o derechos. Por su parte, los relativos a notificaciones,
recepción de pruebas y a otros asuntos de mero trámite se diligenciarán sin
formal incidente.
El artículo 555 del cfpc requiere que los exhortos internacionales que se
reciban se diligencien conforme a las leyes nacionales. Lo anterior con la
salvedad de que el tribunal exhortado puede conceder excepcionalmente
la simplificación de formalidades o la observancia de requisitos distintos
a los nacionales siempre que no vulnere el orden público y las garantías indi-
viduales y siempre que sea a solicitud del juez exhortante o parte interesada.
La petición contendrá la descripción de las formalidades cuya aplicación
se solicite para la diligenciación del exhorto.
El último de los artículos, el 555 del cfpc, establece que los tribunales
que remitan al extranjero o reciban de él los exhortos, los transmitirán por
duplicado conservando un ejemplar para constancia de lo enviado, recibido
y actuado.

4. Legalización (apostilla)

Cuando hablamos de legalización o apostilla nos referimos a documentos


oficiales expedidos en un Estado extranjero.
El origen de esta figura radica en que los documentos emitidos en un Es-
tado deben tener certificación, timbre o sello para ser considerados auténticos
en el territorio de otro Estado en el que el documento se presente y pretenda
desplegar efectos. Con el concepto apostilla se hace referencia a los aspectos
formales o extrínsecos que debe reunir un documento público extranjero.
De esta manera, la legalización única o apostilla, consiste en un timbre o sello
que se añade a un documento con el efecto limitado de atestiguar la auten-
ticidad de la firma, la capacidad con la que actuó la persona que firma dicho
documento y en su caso, la identidad del sello o timbre que éste lleva.

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La finalidad última de la figura de la apostilla es que el documento pú-


blico tenga plenos efectos legales en un lugar distinto de donde se emitió.
La apostilla, cuya formalidad exterior es que debe medir nueve por
nueve, se debe poner en el mismo documento o en un anexo ligado al do-
cumento original y el título debe venir en francés con la siguiente expresión
“apostille. Convention de La Haye du 5 octobre 1961”.
La apostilla es emitida por una autoridad del Estado de origen del do-
cumento y se expide a petición del signatario o de cualquier portador
del documento.
Con la apostilla quedan asentadas dos verdades: 1) que la firma, timbre o
sello contenido en el documento es auténtico, y 2) que la autoridad que
lo firma ostenta, o en su caso ostentaba, el cargo que igualmente se refleja
en el documento.
Esta figura suprime la legalización, la cual requería de un lapso de tiem-
po mayor desde que debía legalizarse firma por firma, mientras que la apos-
tilla es simplemente ese timbre o sello colocado en el propio documento o
en una prolongación del mismo, la cual no necesita certificación posterior.
Todas estas cuestiones las tenemos en la Convención por la que se
suprime el requisito de la legalización de los documentos públicos extran-
jeros (apostilla).

A. Normativa convencional

a. Convención por la que se Suprime el Requisito de la Legalización


de los Documentos Públicos Extranjeros (apostilla)

a) Ámbito de aplicación material. Supresión del requisito de legalización de


los documentos públicos extranjeros. De conformidad con el artículo
1o. se considerarán documentos públicos: 1) los documentos dima-
nantes de una autoridad o funcionario vinculado a una jurisdicción
del Estado, incluyendo los provenientes del Ministerio Público, o de
un secretario, oficial o agente judicial; 2) los documentos administra-
tivos; 3) los documentos notariales, y 4) las certificaciones oficiales
que hayan sido puestas sobre documentos privados, tales como men-
ciones de registro, comprobaciones sobre la certeza de una fecha y
autenticaciones de firmas.
A contrario sensu, esta Convención no cubre: 1) los documentos ex-
pedidos por agentes diplomáticos o consulares; 2) a los documentos
administrativos que se refieran directamente a una operación mercantil
o aduanera.

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b) Ámbito de aplicación espacial. La presente Convención en su artículo


1o. establece que se aplicará a los documentos públicos que hayan
sido autorizados en el territorio de otro Estado contratante y que
deban ser presentados en el territorio de otro Estado contratante.
De conformidad con el artículo 13, todo Estado podrá declarar en el
momento de la firma, ratificación o adhesión que la Convención se
extenderá a todos los territorios de cuyas relaciones internaciona­
les esté encargado o a uno o más de ellos.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en La Haya el 5 de octubre de


1961, con entrada en vigor internacional el 24 de enero de 1965, esta
Convención entraría en vigor a los sesenta días del depósito del tercer
instrumento de ratificación. Uno de los sellos distintivos de los Con-
venios de La Haya lo encontramos en el artículo 14, el cual dispone
que este Convenio tendrá una duración de cinco años a partir de la
fecha de su entrada en vigor y salvo denuncia se renovará tácitamente
cada cinco años. México lo aprueba por el Senado el 19 de diciembre
de 1993, lo publica en el dof para su aprobación el 17 de enero de 1994,
México se vincula por adhesión el 1o. de diciembre de 1994, entra en
vigor el 14 de agosto de 1995 y se publica en el dof para su promul-
gación el 14 de agosto de 1995.

Cada Estado contratante eximirá de legalización a los documentos públicos


que deban ser presentados en su territorio. La legalización sólo cubrirá la
formalizada por la que los agentes diplomáticos o consulares del país en
cuyo territorio el documento deba surtir efecto certifiquen la autenticidad
de la firma, la calidad en que el signatario del documento haya actuado y, en
su caso, la identidad del sello o timbre que el documento ostente.
La única formalidad que puede exigirse para certificar las autentici-
dades anteriores será la fijación de la apostilla expedida por la autoridad
competente del Estado del que dimane el documento. Lo anterior con una
salvedad y es que dicha formalidad no podrá exigirse cuando las leyes, regla-
mentos o usos en vigor en el Estado en que el documento deba surtir efecto,
o bien un acuerdo entre dos o más Estados contratantes, la rechace, la sim-
plifiquen o dispensen de legalización. En este sentido, los requisitos formales
que se contemplan consisten en que la apostilla se expedirá a petición del
signatario o de cualquier portador del documento. Una vez cumplimentada,
certificará la autenticidad de la firma, la calidad en que el signatario haya
actuado y, en su caso, la identidad del sello o timbre que el documento lleve.
La firma, sello o timbre que figuren sobre la apostilla quedarán exentos de

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toda certificación. Otro requisito formal que se exige por esta Convención
es la designación de autoridades con competencia para expedir dicha apos-
tilla; dicha designación se notificará al Ministerio de Asuntos Exteriores
de los Países Bajos al momento del depósito, ratificación o adhesión. En
el caso de México designó como autoridad a la Dirección General del
Gobierno para documentos que necesiten apostillar autoridades federales.
La Subsecretaría de Gobierno para las entidades federativas para las apos-
tillas de documentos federales fuera del Distrito Federal. Para apostillas
de documentos estatales tenemos la Secretaría General de Gobierno o el
palacio de gobierno para todos los estados de la República excepto para
el Distrito Federal que será la Dirección General Jurídica y de Estudios
Legislativos del Departamento del Distrito Federal (www.hcch.net/e/status/
stat12e.html). Dichas autoridades deben llevar un registro o fichero en el
que queden anotadas las apostillas expedidas, indicando en concreto el nú-
mero de orden y fecha de la apostilla, el nombre del signatario del documen-
to público y la calidad en que haya actuado y para los documentos no
firmados, deberá indicar la autoridad que haya puesto el sello o timbre.
Lo anterior a efectos de comprobar si las anotaciones incluidas en la apostilla
se ajustan a la del registro o fichero, en caso de una solicitud de comproba-
ción. Otra medida de seguridad, en orden a implementar satisfactoriamente
las disposiciones de esta Convención se prevé en el artículo 9o., el cual
dispone que cada Estado contratante adoptará las medidas que eviten que
sus agentes diplomáticos o consulares procedan a legalizaciones, en los casos
exentos por esta Convención.
La Convención establece una cláusula de compatibilidad respecto a otros
convenios que contengan disposiciones sobre formalidades de certificación
de firma, sello o timbre, en ese sentido, el artículo 8o. establece que la pre-
sente Convención anulará dichas formalidades si éstas son más rigurosas.
El requisito externo previsto por este convenio, es que la apostilla debe
colocarse sobre el propio documento o sobre una prolongación del mis-
mo, ajustándose a un modelo que se anexa en la Convención. Igualmente,
se prevé como otro requisito que el título “Apostille (Convention de La
Haye du 5 octobre 1961)” deberá mencionarse en lengua francesa.

B. Normativa autónoma

En cuanto a su regulación normativa autónoma, tenemos que el artículo


546 del cfpc dispone que para que hagan fe en la República los documen-
tos públicos extranjeros, deberán presentarse legalizados, por las autoridades

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consulares mexicanas competentes, conforme a las leyes aplicables. Los que


fueren transmitidos internacionalmente por conducto oficial para surtir
efectos legales, no requerirán de legalización.

5. Régimen legal de los poderes

A. Normativa convencional

a. Protocolo sobre Uniformidad del Régimen Legal de los Poderes

a) Ámbito de aplicación material. Uniformidad del régimen legal de los


poderes.

b) Ámbito de aplicación espacial. Países que forman la Unión Panamericana.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Washington D. C., el 17 de


febrero de 1940, con entrada en vigor internacional el 24 de junio de
1953, de conformidad con el artículo 12 el presente protocolo entrará
en vigor respecto de cada una de las altas partes contratantes de
la fecha de su firma por dicha parte contratante; permaneciendo in-
definidamente en vigor. México la firma el 15 de diciembre de 1951,
se aprueba por el Senado el 22 de diciembre de 1951, se publica en
el dof para su aprobación el 2 de febrero de 1952, la vinculación de
México se produce por ratificación el 24 de junio de 1953, la entrada
en vigor es el 24 de junio de 1953 y la publicación en el dof para su
promulgación es el 3 de diciembre de 1953.

Este régimen legal de los poderes abarca, de acuerdo con lo establecido en


el artículo 1o., tanto a las personas físicas como jurídicas. Respecto a las pri-
meras, éstas lo pueden hacer en su nombre o a nombre de terceros; a este
tenor el funcionario que autorice el acto da fe de la identidad del otor-
gante, así como la capacidad legal para el otorgamiento del poder. Si fuere
otorgado en nombre de un tercero el funcionario deberá, además de lo an-
terior, dar fe respecto al representante que hace el otorgamiento del poder,
delegación o sustitución, dándole también fe de que él tiene, efectivamente,
la representación en cuyo nombre procede y de que esta representación
es legítima según los documentos auténticos que le son exhibidos.

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Por lo que atañe a las personas jurídicas, además de lo anterior, el fun-


cionario dará fe de su debida constitución, sede, existencia legal, actual,
así como de que el acto para el cual se ha otorgado el poder está compren-
dido entre los que constituyen el objeto o actividad de ella.
La fe que dé el funcionario puede ser destruida únicamente mediante
prueba en contrario, producida porque la objete.
El artículo IV abarca una gama amplia de poderes desde los poderes
especiales para ejercer actos de dominio, poderes generales para adminis-
trar bienes, poderes generales para pleitos, cobranzas o procedimientos ad-
ministrativos o judiciales.
Encontramos una cláusula de compatibilidad, entre este instrumento y
la legislación autónoma de los Estados parte de dicho Protocolo, en el ar-
tículo IV in fine, al establecer que tendrá el carácter de regla especial el cual
prevalecerá sobre las reglas generales.
De conformidad con el artículo V, los poderes otorgados en cual-
quiera de los Estados que conforman la Unión Panamericana deben estar
legalizados.
Asimismo, en los artículos VI y VII, se aborda los poderes otorgados en
países extranjeros determinándose, primero, que podrán ser traducidos al
idioma del país donde estuvieren destinados a obrar o donde se ejercerá
el mandato de acuerdo con el uso o legislación del mismo. Igualmente, no
requieren ser registrados o protocolizados en oficinas determinadas.
Los artículos IX y X se refieren a la realización de estas labores no sola-
mente por notarios sino al resto de autoridades y funcionarios que ejercen
funciones notariales conforme a su legislación de sus respectivos países.
Este protocolo cuenta con una nota la cual sostiene que al firmar y al
ratificar el gobierno de México formuló la reserva siguiente:

El Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, al aceptar las disposiciones


del Artículo IV hace la declaración expresa de que los extranjeros que para
el ejercicio de determinados actos estén obligados a hacer ante las autori-
dades el convenio y renuncia a que se refiere la fracción I del artículo 27 de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, deberán otorgar
poder especial, determinándose expresamente en una de sus cláusulas el con-
venio y renuncia citados. La fracción I, del artículo 27 constitucional dice: Sólo
los mexicanos por nacimiento o por naturalización y las sociedades mexicanas
tienen derecho para adquirir el dominio de las tierras, aguas y sus accesiones o
para obtener concesiones de la explotación de minas, aguas o combustibles
minerales en la República Mexicana. El Estado podrá conceder el mismo dere-

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cho a los extranjeros siempre que convengan ante la Secretaría de Relaciones


Exteriores en considerarse como nacionales respecto de dichos bienes y en no
invocar por lo mismo la protección de sus gobiernos por lo que se refiere a
aquellos, bajo la pena, en caso de faltar al convenio, de perder, en beneficio de
la Nación, los bienes que hubieran adquirido en virtud del mismo en una faja
de 100 kms. A lo largo de las fronteras y de 50 en las playas, por ningún motivo
podrán los extranjeros podrán adquirir el dominio directo sobre tierras y aguas.

b. Convención Interamericana sobre Régimen Legal de Poderes


para ser Utilizados en el Extranjero

a) Ámbito de aplicación material. Régimen legal de poderes para ser


utilizados en el extranjero.

b) Ámbito de aplicación espacial. Los Estados que son parte son Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatema­
la, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Domini­
cana, Uruguay y Venezuela.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Panamá el 30 de enero de


1975, con entrada en vigor internacional el 16 de enero de 1976,
de conformidad con el artículo 16, la Convención entrará en vigor
el trigésimo día a partir de la fecha en que haya sido depositado el
segundo instrumento de ratificación. Igualmente, de acuerdo con el ar­
tículo 18, la Convención regirá indefinidamente. México lo firma el
2 de diciembre de 1986, lo aprueba por el Senado el 27 de diciem-
bre de 1986, lo publica en el dof para su aprobación el 6 de febrero
de 1987, México se vincula por ratificación el 12 de junio de 1987,
entra en vigor el 12 de julio de 1987 y se publica en el dof para su
promulgación el 19 de agosto de 1987.

De conformidad con el artículo 1o., los poderes debidamente otorgados en


un Estado parte serán válidos en cualquier otro si cumplen las siguientes
reglas: 1) formalidad y solemnidad relativas al otorgamiento de poderes se
sujetarán a las leyes del Estado donde se otorgue, a menos que el otorgan-
te prefiera sujetarse a la ley del Estado en que hayan de ejercerse. De cual-
quier forma si la ley de este último exigiese solemnidades esenciales para la
validez del poder regirá dicha ley; 2) los requisitos de publicidad del poder se
someten a la ley del Estado en que este se ejerce; 3) los efectos y el ejercicio

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del poder se sujetan a la ley del Estado donde éste se ejerce; 4) en todos los
poderes, el funcionario que los legaliza deberá dar fe o certificar la identi-
dad del otorgante, su nacionalidad, edad, domicilio y estado civil, el dere-
cho del otorgante que tuviere para conferir poder en representación de otra
persona, la existencia legal de la persona moral o jurídica en cuyo nombre
se otorga el poder, así como la representación de la persona moral o jurídica
y el derecho que tuviere el otorgante para conferir el poder.
En otro orden de ideas, el artículo 7o. establece que si el Estado del
otorgamiento no contase con funcionario autorizado para certificar o
dar fe, deben observarse las siguientes formalidades: 1) el poder contendrá
una declaración jurada o aseveración del otorgante de decir verdad sobre
la identidad, nacionalidad, edad, domicilio y estado civil; 2) se agregarán al
poder copias certificadas y otras pruebas con respecto al derecho del
otorgante para conferir poder en representación de otra persona, existen-
cia legal y representación de la persona así como el derecho del otorgante
para conferir el poder; 3) la firma del otorgante deberá ser autenticada, y
4) los demás requisitos que se establezcan por la ley del otorgamiento.
Por otra parte, el artículo 8o. establece que los poderes deberán ser lega-
lizados si así lo exige la ley del lugar de su ejercicio, debiendo ser traducido
al idioma oficial de dicho Estado.
De conformidad con el artículo 12, el Estado requerido podrá rehusar
el cumplimiento de un poder cuando sea manifiestamente contrario a su
orden público.
El artículo 10 establece una cláusula de compatibilidad en la que se esta-
blece que este Convenio no restringirá las disposiciones de convenciones
que en materia de poderes hubieran sido suscritas o se suscribieren en el fu-
turo de forma bilateral o multilateral, en particular el Protocolo sobre Uni-
formidad del Régimen Legal de los Poderes o Protocolo de Washington de
1940 o las prácticas más favorables que los Estados parte pudieran observar.
México realiza una declaración al ratificar la Convención señalando
que interpretan el artículo 5o. de la Convención en el sentido de que se
entenderá que el mandato ha sido extendido con toda la amplitud prevista
por el artículo 4o. del Protocolo mencionado en el artículo 10 de la Con-
vención Interamericana sobre Régimen Legal de Poderes para ser Utiliza-
dos en el Extranjero.

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6. Medidas cautelares

Estamos ante uno de los temas más problemáticos en el seno de la coopera­


ción procesal internacional por la ausencia normativa en el contexto me­
xicano. En este sentido, destacamos la no ratificación de la Convención
Interamericana sobre Cumplimiento de Medidas Cautelares, así como el
vacío en el cfpc de estas medidas.
Por lo que respecta a la Convención Interamericana citada, procede de la
cidip II, hecha en la ciudad de Montevideo, Uruguay, el 8 de mayo de 1979.
Los países que la tienen ratificada son: Argentina, Colombia, Ecuador, Gua-
temala, Paraguay, Perú y Uruguay. Es un convenio medianamente exitoso
en un contexto de codificación regional, porque son siete los países que
lo han ratificado de un total de dieciséis países signatarios entre los que ni
siquiera aparece México.
Por lo que respecta al vacío del cfpc, éste puede ser subsanado haciendo
una interpretación forzada del artículo 554 del cfpc, el cual señala que los
exhortos internacionales requerirán homologación cuando impliquen ejecu-
ción coactiva sobre personas, bienes o derechos. Si bien es cierto que ayuda
este artículo a dar cobertura a las medidas cautelares, presenta el inconve-
niente de exigir una homologación haciendo larga y tediosa esta solicitud
de medidas cautelares en el plano internacional.

7. La prueba del derecho extranjero

Para abordar la prueba del derecho extranjero debemos partir del artículo
14, fracción I, del ccf, así del artículo 14, fracción I, del ccdf, los cuales
dicen: “En la aplicación del derecho extranjero se observará lo siguiente:
I. se aplicará como lo haría el juez extranjero correspondiente para lo cual
el juez podrá allegarse la información necesaria acerca del texto, vigencia,
sentido y alcance legal de dicho derecho”.

A. Normativa convencional

El marco normativo en materia de prueba del derecho extranjero se cir-


cunscribe a la Convención Interamericana sobre Prueba e Información
acerca del Derecho Extranjero y la Convención Europea sobre Informa-
ción Relativa al Derecho Extranjero.

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a. Convención Interamericana sobre Prueba e Información


acerca del Derecho Extranjero

a) Ámbito de aplicación material. Prueba e información acerca del derecho


extranjero. De conformidad con el artículo 1o., el Convenio tiene por
objeto establecer normas sobre cooperación internacional entre los
Estados partes para la obtención de elementos de prueba e informa-
ción acerca del derecho de cada uno de ellos. La extensión del con-
cepto de obtención de elementos de prueba e información abarcan
todos los elementos probatorios o informes sobre el texto, vigencia,
sentido y alcance legal de su derecho.

b) Ámbito de aplicación espacial. Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecua-


dor, España, Guatemala, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezue-
la. Es un Convenio inter partes desde que los artículos 1o. y 2o. dejan
claras las obligaciones mutuamente reconocidas y establecidas para Es-
tados parte.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Montevideo el 8 de mayo


de 1979, con entrada en vigor internacional el 14 de junio de 1980, de
conformidad con el artículo 15, el Convenio entra en vigor el tri-
gésimo día a partir de la fecha en que se haya depositado el segun-
do instrumento de ratificación. Igualmente, de conformidad con el
artículo 17, regirá indefinidamente. México lo firma el 3 de agosto
de 1982, lo aprueba por el Senado el 10 de diciembre de 1982, lo pu-
blica en el dof para su aprobación el 13 de enero de 1983, México
se vincula por ratificación el 9 de marzo de 1983, entra en vigor el
8 de abril de 1983 y se publica en el dof para su promulgación el 29
de abril de 1983. Hay una fe de erratas publicada en el dof de 27 de
septiembre de 1983.

El artículo 3o. establece que la cooperación internacional se realizará por


cualquiera de los medios de prueba idóneos a los efectos de esta Con-
vención, los cuales son la prueba documental, la pericial y los informes
del Estado requerido sobre el texto, vigencia, sentido y alcance legal de
su derecho.
Las solicitudes, a tenor del artículo 5o., deberán contener autoridad de
la que proviene y naturaleza del asunto, elementos probatorios que se soli-
citan, así como los puntos a que se refiere la consulta, acompañada de una
exposición de los hechos pertinentes para su debida comprensión. Igual-

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mente, la autoridad requerida tiene la obligación de responder a cada uno


de los puntos consultados de la forma más completa. Por último, este ar-
tículo establece que las solicitudes deben ser redactadas en el idioma oficial
del Estado requerido o acompañarla de traducción y que la respuesta debe
ser redactada en el idioma de dicho Estado.
Un punto importante lo aborda el artículo 6o. al expresar que el Es-
tado que rinde el informe no será responsable por la opinión emitida, ni
estará obligado a aplicar o hacer aplicar el derecho según el contenido de
la respuesta proporcionada, igualmente el Estado que recibe los informes no
está obligado a aplicar o hacer aplicar el derecho según el contenido de la
respuesta recibida.
México designa, de conformidad con el artículo 9o., a la Secretaría de Re-
laciones Exteriores como la autoridad central competente para recibir y dis-
tribuir exhortos o cartas rogatorias a los efectos previstos en la Convención.
Según el artículo 10, el rechazo en la respuesta a una consulta for-
mulada por otro Estado parte podrá justificarse cuando pudiera afectar su
soberanía o seguridad.
De conformidad con el artículo 8o., como cláusula de compatibilidad,
expresa que el Convenio no restringirá otras convenciones, bilaterales o
multilaterales, ni las prácticas más favorables que de forma estatal pudieran
observarse.
México realiza una nota a esta Convención en la que determina que:
“El 9 de marzo de 1983, el gobierno de México notificó al Secretario Ge-
neral de la oea haber designado a la Secretaría de Relaciones Exteriores
como la autoridad central competente para recibir y distribuir exhortos o car­
tas rogatorios a los efectos previstos en la Convención”.

b. Convención Europea sobre Información Relativa


al Derecho Extranjero

a) Ámbito de aplicación material. Solicitud de información relativa al dere-


cho extranjero en materia civil y mercantil. Lo anterior salvo acuerdo
de las partes para extender la aplicación de este convenio a ámbi­
tos distintos del civil y mercantil.

b) Ámbito de aplicación espacial. El artículo 19 establece que toda parte


contratante podrá designar el o los territorios a los cuales se aplicará
la Convención; igualmente, podrá extender la aplicación de este con-
venio, mediante declaración dirigida al secretario general del Consejo
de Europa a cualquier otro territorio o territorios especificados en la

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Declaración y de cuyas relaciones internacionales está encargado con


respecto del cual está facultado para adquirir compromisos.

c) Ámbito de aplicación temporal. Se firma en Londres, el 7 de junio de


1968, con entrada en vigor internacional el 17 de diciembre de 1969,
de conformidad con el artículo 17, el Convenio entra en vigor tres
meses después del depósito del tercer instrumento de ratificación o
adhesión. De manera explícita, esta Convención establece su vigen­
cia indefinida. México, lo aprueba por el Senado el 31 de octubre de
2001, lo publica en el dof para su aprobación el 2 de diciembre de 2002,
México se vincula por adhesión el 21 de febrero de 2003, entra en
vigor el 22 de mayo de 2003 y se publica en el dof para su promulga-
ción el 13 de junio de 2003.

El objetivo de este Convenio es establecer un sistema de asistencia mutua


internacional para la obtención de información sobre el derecho extran-
jero por autoridades judiciales, entendiéndose por información sobre el
derecho extranjero datos concernientes a su legislación, procedimiento y
organización judicial.
Para conseguir agilidad en la obtención de la información, el artículo 2o.
prevé la designación o en su caso creación de una autoridad única deno-
minada autoridad receptora. Esta autoridad debe ser un órgano ministerial
o estatal. Por otra parte, también se prevé la designación o creación de una o
varias autoridades transmisoras encargadas de recibir las solicitudes de in-
formación proveniente de sus autoridades judiciales y transmitirlas a la au-
toridad receptora extranjera competente. Se contempla la posibilidad de
aunar ambas funciones en una misma autoridad estatal. Tal designación
deberá ser comunicada al secretario del Consejo de Europa.
La solicitud de información debe de emanar siempre de una autoridad
judicial, con la salvedad de que dos o más partes contratantes podrán conve-
nir aplicar este Convenio a solicitudes que emanen de autoridades distintas
de las judiciales.
El artículo 4o. establece el contenido de la solicitud de información y en
ese sentido los requisitos establecidos son fundamentalmente: 1) debe indi-
car la autoridad judicial de la cual emane, salvo que ésta no fuera formulada
por autoridad judicial, lo cual en su caso será acompañada de la decisión
de ésta que lo hubiera autorizado; además debe indicar la naturaleza del
asunto, en concreto los puntos sobre los cuales se solicite la información
referente a la legislación del Estado requerido, en caso de existir varios sis-
temas jurídicos, el sistema concreto solicitado, y 2) una exposición de los

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hechos siendo posible anexar copias de documentos siempre que ayuden a


precisar el alcance de la solicitud.
Por otra parte, de conformidad con el artículo 6o., las autoridades fa-
cultadas para responder son en primer lugar la autoridad receptora en caso
de que tenga los conocimientos necesarios; en su defecto, podrá transmitir
la solicitud a otro órgano estatal u oficial, organismo privado o abogado
calificado, para que formule la respuesta. En caso de originar gastos, la
autoridad receptora con anterioridad a la transmisión de la solicitud debe
indicar a la autoridad de la que emana la solicitud el importe contemplado
de los mismos. En clara consonancia, encontramos el artículo 15, el cual es-
tablece que la respuesta no podrá dar lugar al cobro de impuestos o gastos,
salvo la excepción prevista en el artículo 6o., párrafo 3, o convenio entre
dos o más partes.
El artículo 7o. que representa una de las más importantes previsiones
de esta Convención, establece que la respuesta proporcionada debe arrojar
información objetiva e imparcial sobre la legislación del Estado requerido,
anexando textos legislativos y decisiones jurisprudenciales relevantes, y en
caso de ser necesario, de documentos complementarios tales como extrac-
tos de obras doctrinales y trabajos preparatorios, así como de comentarios
explicativos.
De conformidad con el artículo 8o., los datos contenidos en la respuesta
no vincularán a la autoridad judicial de la cual emane la solicitud. Lo cual
relativiza la eficacia aplicativa del contenido de este Convenio.
A través de este Convenio se impone la obligación a la autoridad recep-
tora a la que se le ha sometido la solicitud de información de dar curso a la
misma. Lo anterior con la salvedad de que dicha solicitud de información
afectara a sus intereses o pudiera atentar contra su soberanía o seguridad. Si
la respuesta no fue formulada por la autoridad receptora sino por organismo
privado o abogado calificado o por otro órgano estatal u oficial, la autoridad
receptora queda obligada a velar para que dicha información sea facilita-
da lo más pronto posible. Ahora bien si la elaboración de la respuesta exige
un plazo mayor, la autoridad receptora informará a la extranjera que lo haya
solicitado la fecha probable en que se pueda ofrecer dicha respuesta.
Por otra parte, la autoridad receptora, así como cualquier organismo pri-
vado, abogado calificado, podrá solicitar a la autoridad de la cual emane la
solicitud, información complementaria necesaria para la elaboración de su
respuesta.
De conformidad con el artículo 14, la solicitud de información, así como
sus anexos deben estar redactados en el idioma oficial del Estado requeri-
do, o en su caso estar acompañado de una traducción, la respuesta será

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redactada en el idioma del Estado requerido. Esta disposición puede dero-


garse previo acuerdo de dos o varias partes contratantes.
A este Convenio se le anexa un Protocolo adoptado en Estrasburgo
el 15 de marzo de 1978, el cual tiene por finalidad ampliar el sistema de
asistencia mutua internacional a la esfera del derecho y procedimiento
penal en un marco multilateral. Lo anterior se justifica por la previsión
del artículo 1o., párrafo 2, que permite ampliar el ámbito de cobertura
material de este Convenio. Igualmente de conformidad con el artículo 3o.,
párrafo 3, de la Convención Europea, este Protocolo se sirve para aumentar
las autoridades encargadas de las solicitudes, por ello, de conformidad con
el artículo 1o. del protocolo se establece que los Estados contratantes se
darán información sobre derecho sustantivo y procesal, así como de su or-
ganización judicial en el ámbito penal, al igual que la inclusión del mi-
nisterio público y legislación sobre la ejecución de las medidas penales.
La solicitud de información podrá no sólo emanar de cualquier autoridad
judicial competente para instruir el procedimiento o ejecutar sentencias
que hayan alcanzado efecto de cosa juzgada. Igualmente, la solicitud puede
ser formulada una vez iniciado el procedimiento o bien cuando se prevea la
instrucción de un procedimiento. Entrará en vigor tres meses después de
la fecha en que tres Estados miembros del Consejo de Europa sean parte
del Protocolo. Este Protocolo puede ser aplicado para todos aquellos terri-
torios de cuyas relaciones internacionales esté encargado o respecto del cual
esté facultado para adquirir compromisos, a los que un Estado acepte.
México realiza dos notas a este instrumento. La primera de ellas de-
termina: “Contiene un Protocolo adicional sobre información relativa al
derecho extranjero (ste 97) adoptado en Estrasburgo el 15 de marzo de
1978 del que México es parte y está en vigor”. La segunda nota expresa: “El
gobierno de México designó a la sre-Dirección General de Asuntos Jurídi-
cos —como Autoridad transmisora y receptora, en términos de lo dispuesto
en la Convención—. Asimismo, designó a la pgr —Dirección General de
Asuntos Legales— como Autoridad competente para las solicitudes so-
bre derecho penal derivadas del protocolo adicional de la Convención”.

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Cuestonario

1. Determine en qué consiste la máxima lex fori regit processum.


2. Determine en qué consiste la asistencia jurídica gratuita.
3. Explique la figura de la caución de arraigo en juicio.
4. Explique la figura del embargo preventivo.
5. Delimite la normativa convencional que regula la realización
de pruebas.
6. Delimite el marco convencional vigente en México referente
a exhortos o cartas rogatorias.
7. En qué consiste la legalización o apostilla.
8. Marco regulador autónomo y convencional de la apostilla.
9. Delimite el marco normativo del régimen legal de poderes,
tanto convencional como autónomo.
10. Explique el alcance y marco normativo de la prueba
del derecho extranjero.

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Glosario

Ad intra. Este término hace referencia al reparto competencial que hacen los tribu-
nales nacionales hacia el interior de su territorio. En el contexto mexicano
se refiere al reparto competencial entre las distintas entidades federativas. Este
reparto, en el Derecho Internacional Privado supone una etapa procesal pos-
terior al reparto de competencia a nivel internacional. Así, de conformidad
con esta disciplina jurídica, primero supone repartir competencia en un plano
internacional y con posterioridad aterrizar en el plano puramente nacional,
al interior de la República, esa competencia. Este criterio de reparto compe-
tencial presenta en el Distrito Federal cuatro vertientes de conformidad con
el artículo 144 del cpcdf el cual dispone que: “la competencia de los tribuna-
les se determinará por la materia, la cuantía, el grado y el territorio”.

Ad extra. Este término hace referencia al reparto de competencia entre los tribunales
nacionales de distintos Estados. Este es el primer paso que recorre todo reparto
de competencia judicial en un supuesto de hecho vinculado con más de
un Estado. Así, primero se debe repartir competencia judicial entre los dis-
tintos tribunales nacionales que aparecen razonablemente vinculados con el
supuesto de hecho, así, una vez determinado que será un concreto tribunal
nacional resta saber quién en concreto entrará a conocer y resolver el fondo
de la disputa. Este último paso se hará en función del reparto ad intra.

Forum legis. Este latinismo hace referencia a la Ley del foro. De acogernos a la apli-
cación de esta figura estaríamos invirtiendo el orden lógico en las operacio-
nes que nos deben llegar a la obtención de un pronunciamiento judicial que
ponga fin al fondo de una pretensión. Esta figura nos impone que la compe-
tencia judicial internacional esté condicionada no por la norma competen-
cial, convencional o autónoma, sino por la aplicación de la norma material
del tribunal que pretende declarar su competencia. Así esta figura impone un
condicionamiento de la competencia judicial de la competencia legislativa.
A lo anterior debemos señalar que la competencia judicial internacional está
condicionada únicamente al cumplimiento del punto de conexión previsto
por la norma de competencia judicial internacional mexicana.

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Derecho internacional privado

Forum rei sitae. Este latinismo exige que el tribunal de la ubicación del bien inmue-
ble es quien debe declararse competente para entrar a conocer y resolver
de un supuesto de hecho al que le acompañan los adjetivos de “privado” e “in-
ternacional”. Sin duda estamos ante uno de los foros competenciales que
recoge y refleja el alto grado de proximidad, razonabilidad y prudencia exi-
gido por el Derecho Internacional privado a la hora de designar el tribunal
nacional que ha de declararse con competencia judicial internacional. Este
foro lo encontramos en la normativa competencial autónoma mexicana en su
artículo 156 fracción III del cpcdf.

Forum loci delicti commissi. Este foro competencial señala como competente al tribu-
nal del lugar de la comisión del hecho ilícito. De igual forma se afirma que
este foro recoge los criterios de proximidad, razonabilidad y neutralidad
que se exige en toda atribución de competencia en el plano internacional.
Este foro lo encontramos en la Convención Interamericana sobre restitución
internacional de menores, en su artículo 6o., para aquellos casos en que la
restitución del menor se torna urgente.

Forum mobilia sequntur persona. Este criterio atributivo de la competencia judicial


internacional se refiere a los supuestos de hecho que versen sobre bienes
muebles; de conformidad con este foro competencial los bienes muebles si-
guen a la persona. Este es el criterio que sigue el artículo 156 cpcdf al señalar
que es juez competente: “IV. El del domicilio del demandado, si se trata del
ejercicio de una acción sobre bienes muebles”. De esta forma se observa que
los bienes muebles, a diferencia de los inmuebles, no se concreta y diseña su
competencia por el lugar de su ubicación, sino por el lugar de ubicación del
domicilio del demandado.

Forum shopping. Este foro competencial se refiere a la posibilidad que descansa


en manos del actor, demandante o solicitante, de elegir el foro, el tribunal
competente, de entre aquéllos que, en virtud de la aplicación de su nor-
ma competencial, autónoma o convencional, pueden llegar a ser competen-
tes con la presentación de su demanda o solicitud. El origen de esta figura
se encuentra en el libre y autónomo diseño de las normativas competencia-
les estatales así como en los foros alternativos diseñados en un determinado
convenio internacional.

Foro exorbitante. Este criterio atributivo de competencia se refiere a aquellos puntos


de conexión que hacen competente a un tribunal nacional a pesar de su
lejanía y falta de proximidad. Estamos ante foros que deben ser proscritos a

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Glosario

la hora de diseñar normas competenciales, autónomas o convencionales. El


ejemplo más claro de foro exorbitante es atribuir competencia por el domi-
cilio del demandante.

Lex fori regit processum. Esta expresión se refiere a que el tribunal nacional que se
ha declarado con competencia judicial en el plano internacional debe llevar
a cabo el proceso de conformidad con la ley procesal vigente en su terri-
torio. De esta forma el proceso, en principio, no sufre alteración haya o no
elemento de internacionalidad en el relación jurídica. Lo anterior no quita
algunas excepciones que se puedan hacer valer en función de la aplicación
de un Convenio internacional o incluso de las propias especificidades que se
puedan llegar a preveer en la propia normativa procesal estatal.

Lex rei sitae. Esta expresión latina se refiere a la Ley que debe aplicarse a un supuesto
de hecho con contacto internacional para resolver el fondo. Se refiere princi-
palmente a los bienes inmuebles, de tal forma que el tribunal que se declaró
competente para conocer y resolver del fondo de la pretensión debe aplicar
su propia norma material para llegar a su conclusión. Si se observa estamos
afirmando que en materia de bienes inmuebles existe una absoluta correla-
ción entre el foro y el ius desde que el tribunal que se declaró competente
aplicará su propia norma material para resolver el fondo de una controversia.
Esta figura la encontramos (aunque con una redacción desafortunada) en el
artículo 13 del ccdf el cual a la letra señala que: “La determinación del dere-
cho aplicable en el Distrito Federal se hará conforme a las siguientes reglas: III.
La constitución, régimen y extinción de los derechos reales sobre inmuebles,
así como los contratos de arrendamiento y de uso temporal de tales bienes, y
de los bienes muebles que se encuentren en el Distrito Federal, se regirán por
las disposiciones de este Código, aunque sus titulares sean extranjeros”

Lex mobilia sequntur personam. Esta máxima significa que la Ley que regirá el fondo
de la cuestión para un supuesto de hecho versado sobre bienes muebles es la
que rija a la persona. En el ordenamiento jurídico mexicano encontramos
en el artículo 13 ccdf otra máxima al afirmarse que “la determinación del
derecho aplicable en el Distrito Federal se hará conforme a las siguientes re-
glas: III. La constitución, régimen y extinción de los derechos reales sobre in-
muebles, así como los contratos de arrendamiento y de uso temporal de tales
bienes, y los bienes muebles que se encuentren en el Distrito Federal, se regirán
por las disposiciones de este Código, aunque sus titulares sean extranjeros”.
Derivado de lo anterior podemos decir que no existe correlación, como sí
ocurría con los bienes inmuebles, entre el foro y el ius.

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Derecho internacional privado

Soft law, weak law o droit assourdi. Estas expresiones hacen referencia a las herra-
mientas que, sin ser fuentes en sentido propio del Derecho Internacional
Privado, pueden ayudar a esta disciplina jurídica para solucionar un supuesto
de hecho privado e internacional. Si bien las fuentes stricto sensu de esta rama
jurídica son los Códigos de Procedimientos Civiles (competencia judicial
internacional, reconocimiento y ejecución de pronunciamientos extranjeros
así como cooperación procesal civil internacional), los Códigos Civiles (para
derecho aplicable) así como los Convenios que México firme y ratifique de
manera general o temática, las fuentes en sentido impropio son aquellos pro-
nunciamientos, decisiones, normativas, directrices que, sin ser vinculantes
para México pueden ser tenidas en cuenta a la hora de posesionarse ante un
caso objeto de estudio del derecho internacional privado.

Norma material o sustantiva. Al hablar del sector normativo que comprende las nor-
mas materiales o sustantivas nos referimos a las técnicas de reglamentación
directa que nos da respuesta al fondo de una controversia. Nos referimos a los
artículos 1 a 12 y 16 y siguientes del ccdf. Son aquellas normas que respon-
den directamente al fondo de una pretensión. De tal forma que si nosotros
le preguntáramos por la amplitud del concepto de alimentos nos respondería
directamente a este interrogante el artículo 308 ccdf.

Norma procesal o adjetiva. Este conjunto normativo es que nos da las pautas de juego
para poder conducir y concluir con éxito un determinado proceso. La nor-
ma procesal es la que da las pautas, plazos, fechas, pruebas a realizar, etcétera, en
un determinado proceso. En la esfera del derecho internacional privado rige
la máxima Lex Fori Regit Processum, de manera principal aunque no única.

Norma de extensión. La norma de extensión es la técnica de reglamentación mixta que


nos permite, a través del diseño de su punto de conexión, extender la aplicación
de la norma material del tribunal que se declaró competente para resolver el
fondo de una controversia o solicitud. En este sentido afirmamos que impone
la aplicación de la denominada lex fori para resolver el fondo de una preten­
sión jurídica.

Norma material especial. La norma material especial se refiere a aquella técnica de re-
glamentación directa que responde por ella misma y en función de su diseño
y contenido al fondo de una pretensión. En este sentido sostenemos que la
norma material especial no nos remite a otra norma para resolver el fondo de
una controversia o solicitud desde que ella misma nos ofrece una respuesta
al fondo, directa e inmediata.

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Glosario

Norma material imperativa. La norma material imperativa es la que recoge en su con-


tenido la idea más tangible de la figura del orden público. Es la norma que,
por su fuerza y receptora de la soberanía estatal, no puede ser ignorada en su
aplicación en un supuesto de hecho privado e internacional.

Norma de conflicto. Es la técnica más usada por el derecho internacional Privado


para reglar y dar sentido al sector del derecho aplicable. Lo anterior no quiere
decir que sea la mejor. Esta técnica de reglamentación indirecta implica
que, a través de su punto de conexión, podamos aplicar para solucionar el
fondo de una pretensión, bien la norma material del tribunal que se declaró
con competencia judicial internacional (lex fori), bien la norma material de
un tercer Estado.

Apostilla. Al hablar de la apostilla nos estamos refiriendo a la figura de la legalización


única y que desplazó los trámites múltiples y engorrosos que implicaba la le­
galización firma por firma. La convención que da respuesta a esta figura es
la Convención de La Haya de 1961, sobre la Eliminación del Requisito de la
Legalización de Documentos Públicos Extranjeros, en vigor para México.

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Bibliografía

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