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Nietzsche y el lenguaje
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escribió: «¿Cómo podría una cosa surgir de su antítesis? ¿Por ejemplo, la verdad,
del error? ¿O la voluntad de verdad, de la voluntad de engaño?» (Nietzsche, 2005, p.
23). Ello da pie a una hermenéutica como energética, una voluntad de poder que
cambia la comprensión de los valores en su naturaleza falaz y se vuelve un medio
para mantener la vida1 (Ferraris, 2002). Una vez esclarecido el tema de la sospecha
tenemos una base necesaria para hablar del lenguaje en Nietzsche.
2. «No hay que pensar el origen del lenguaje» (Nietzsche, 2013, p. 819),
escribió el filólogo alemán en sus notas Sobre el origen del lenguaje. El lenguaje no
es algo natural, sino creación de la conciencia y sus facultades (Descartes); la
contrafigura de Nietzsche es que, en realidad, el lenguaje es «fruto del instinto»
(2011, p. 610). De ahí que Beuchot afirme: «se ha perdido el origen instintivo del
lenguaje y… hay que recuperarlo» (2003, p. 141). Fue el intelecto el que creó esa
ficción más sublime y que es la cúspide de la humanidad: la verdad. Y su verdad
radica en la naturaleza del concepto. En el ensayo Sobre verdad y mentira en
sentido extramoral se encuentra lo siguiente: «toda palabra [que] se convierte de
manera inmediata en concepto» (Nietzsche, 2011, p. 612). ¿Qué es la palabra?
Recupérese lo dicho por Nietzsche sobre el lenguaje en las notas de 1869-
1870: El lenguaje en realidad es un producto instintivo. Por eso la máxima ficción del
intelecto es la verdad a través de la legislación del lenguaje: El concepto trata de
apresar el instinto, pero en ese intento olvida su verdadera naturaleza, su verdadero
ser-lenguaje. Tesis similar a la que Bergson sostiene con los conceptos. A diferencia
del francés, sin embargo, el lenguaje surge en las vivencias del cuerpo, de los
impulsos; dicho de otro modo, surge en la voluntad de poder. ¿Qué es, entonces, el
concepto?
Se aclararán ahora esas dos preguntas. «Las palabras son signos-sonidos de
conceptos; pero los conceptos son signos-imágenes, más o menos determinados, de
sensaciones que se repiten con frecuencia y aparecen juntas, de grupos de
sensaciones» (Nietzsche, 2005, p. 249). La palabra es una metonimia, o sea, el
sustituir un término por otro basado en diversas modalidades; el concepto es una
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El tema de la hermenéutica en Nietzsche tiene otra índole distinta a la del lenguaje. No así
para Beuchot (2003), que sostiene que el tema del lenguaje tiene su necesidad como
hermenéutica.
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metáfora, es decir, una imagen que no es lo que realmente la cosa es. Por eso
escribió Nietzsche: «La palabra fenómeno encierra muchas seducciones» (2011, p.
615). Crítica a Kant: el noúmeno o cosa-en-sí es incognoscible, en efecto, pero su
imagen es una articulación metafórica en la que se sustituye metonímicamente una
palabra por otra. Dígase Espíritu Absoluto, por ejemplo. «La enigmática X de la cosa
en sí se presenta una primera vez como excitación nerviosa (!), luego como imagen,
finalmente como sonido articulado» (Nietzsche, 2011, p. 612). El lenguaje surge
como producto artístico, ya que en él aflora la capacidad estética de la aprehensión
de la imagen, mas a riesgo de perder el origen de la vivencia instintiva. Relativismo;
efectivamente, y como Protágoras: el hombre es la medida de todas las cosas. De
las que son en tanto que son, y de las que no son en tanto que no son . La cosa
misma es la vivencia originaria del objeto y no de la metáfora. Ello es el olvido de su
condición de esteta. Es la cosa que no es en tanto que no es. El lenguaje es el más
alto producto ficticio del intelecto; el símbolo no es más que tropo retórico, cambiar el
sentido de la expresión y desviarla de su original contenido. «Las verdades son
ilusiones que se ha olvidado que lo son» (Nietzsche, 2011, p. 613).
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Se ha analizado la idea del lenguaje en el filósofo alemán Nietzsche y se la ha
vinculado con la idea de la sospecha, de una hermenéutica energética. La verdad del
lenguaje no es más que esa ficción de los filósofos, «pícaros abogados de sus
prejuicios, a los que bautizan con el nombre de verdades» (Nietzsche, 2005, p. 26-7).
Nietzsche en su afán de volver al originario darse el lenguaje en el impulso deja el
intelecto de lado; y aun así obliga a dudar como Descartes. Pero esta duda es
radical: Es una genealogía del lenguaje que lo lleva a la pragmaticidad de éste y de
la aceptación de lo no-igual: «Admitir que la no-verdad [mentira] es condición de la
vida… Una filosofía que osa hacer esto se coloca, ya sólo con ello, más allá del bien
y del mal (Nietzsche, 2005, p. 26). El lenguaje no es más que voluntad de poder: La
esencia oculta en la existencia misma, en lo real. El lenguaje es la autoafirmación del
hombre en el devenir mismo del mundo; es la dialéctica de contrarios (Heráclito) que
oculta y que nos abre a la creación artística.
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Bibliografía:
Beuchot, M. (2003). Historia de la filosofía del lenguaje. México: Fondo de
Cultura Económica.
Ferraris, M. (2002). Historia de la hermenéutica. México: Siglo XXI Editores.
Nietzsche, F. (2005). Más allá del bien y del mal. Preludio de una filosofía del
futuro. Madrid: Alianza Editorial.
________. (2011). Obras completas, vol. I: Escritos de juventud. Madrid:
Tecnos.
________. (2013). Obras completas, vol. II. Madrid: Tecnos.