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Todo esto, permite hacer dos preguntas –según el propio autor- ¿el mundo del
año 2050 podrá alimentar a una población de más de nueve mil trescientos
millones de personas, cuando en la actualidad no es capaz de hacerlo? y ¿cómo
alcanzar la seguridad alimentaria?
Y es, por eso, que el autor concentra su análisis en uno de los componentes que
la FAO adscribe, para el caso peruano, al concepto de Seguridad Alimentaria:
abastecimiento. Y de igual forma, en el cambio climático. Pero me pregunto ¿para
qué hacer énfasis en el abastecimiento? –según el autor- el principal componente
de este aspecto es la producción de alimentos. Pues, las proyecciones hechas por
la FAO, estimó que para el 2050 la producción alimentaria debería aumentar un
70% para alimentar a 9300 millones de personas. Que-según el texto- suponen
33% más de la población actual. Para el caso de Perú, el INEI estima que para
ese año la población será un aproximado de 40 millones, casi un porcentaje
similar al actual. Para entonces, el Perú debería aumentarse la producción de
alimentos similar al porcentaje descrito.
En tercer lugar, las mermas. Un informe de la FAO revela que el volumen anual de
alimentos desperdiciados llega a 1300 millones de toneladas (la producción
agrícola total es de 6 mil millones de toneladas), que generan 3 mil 300 toneladas
de dióxido de carbono. El costo por el desperdicio asciende a los US$ 750 mil
millones. Para este caso, hay poca información en el Perú. Solo se tiene
información de los años 1997 y 1998, que estimó que se perdía anualmente 21%
de toda la papa producida a nivel nacional, unas 532 mil toneladas o 40 mil
hectáreas.
Por último, el desarrollo territorial. La política pública debe reorientarse para poder
establecer un orden al descomunal incremento de unidades agropecuarias. Según
el IV CENAGRO se observó que durante 1994 y 2012 se ascendió un 30,
bordeando el medio millón. Todo esto sin que exista una relación proporcional con
la superficie agropecuaria. Al existir pocas leyes que regulen esto, hay una
concentración cada vez más en las cuencas del Amazonas y zonas cocaleras.
Esto es un desafío para el estado. El autor plantea la siguiente pregunta ¿Cómo
enfrentar este problema masivo? A esto responde con un proceso de
descentralización, diversificación de las economías rurales, una mejor articulación
con los centros urbanos. Pues las constantes migraciones por el interior del país
hacen que se agudice esta problemática.
Para finalizar, con respecto al cambio climático, es evidente que todo esto no sería
factible sin antes tomar en consideración el factor clima. Pues la agricultura està
estrechamente relacionado con las condiciones climáticas. De esto dependerá
saber en què áreas serán aptas para el cultivo. En el Perù el escenario resulta
màs complicado debido a la geografía y ecología que esta representa. En esto
juega un papel clave las instituciones meteorológicas, tal es el caso de SENAMHI
y el MINAGRI. Que hicieron proyecciones, datos descritos en el texto, climáticas
para el 2030 para las diferentes microrregiones (costa norte, central y sur; sierra y
selva). Y según esto los efectos para algunas zonas serìan positivos, pero también
está el lado negativo. Por ejemplo, el incremento de heladas, granizos, intensidad
de lluvias y aparición de plagas en donde antes no había. Esto resultaría
complicado para el campesino, pues cada vez sería más impredecible la
agricultura.
Ante esto, resulta evidente que la agricultura resulta màs compleja, pues su
actividad de esta es adaptativa, pero ante los nuevos escenarios y la velocidad
con lo que se inicia , resulta complicado una adaptación provechosa. Màs aún
cuando se observa que las inversiones para investigaciones agrícolas en el Perú
son ínfimas. En donde la tecnología resulta un elemento decisorio para el
desarrollo de esta. El Perú solo destina un 0,20% del PBI a la investigación,
cuando el promedio en Amèrica Latina es cercano al 1%.