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COMENTARIO A LA LÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN SOCIAL

DE QUENTIN GIBSON

La investigación social requiere, antes que nada, que tengamos bien claro
si esta área de conocimiento ha de ser considerada “ciencia” o se trata meramente
de una disciplina que hace uso del método científico (en el mejor de los casos).
Ello depende, desde luego, del concepto que se tenga de “ciencia” y de la validez
que asignemos al conocimiento obtenido por métodos no experimentales,
digamos, el método fenomenológico. Si se considera que para que una disciplina
pueda ser considerada “ciencia” es necesario que en ella existan leyes universales
cuyo ámbito de validez sea también universal bajo condiciones dadas, entonces
nos encontraremos con que las llamadas Ciencias Sociales no cabrían dentro de
tal definición y que las llamadas leyes dentro de ellas se encuentran pobladas de
excepciones. También descubriríamos que algunas de sus leyes no se cumplen
de manera necesaria, por ejemplo, en economía la llamada “ley de la oferta y
demanda”. Sin embargo, de una definición tan rígida del término, lo único que
lograríamos sería también dejar fuera mucho de lo que se ha conseguido
últimamente en materia de investigación en las Ciencias Naturales, incluso. Quizá,
el ejemplo más evidente sería la investigación en física cuántica realizada por la
escuela de Copenhague, en la que se incluye al observador, con lo que se hace a
un lado uno de los requisitos que han sido considerados como indispensables en
materia de investigación científica: la objetividad, es decir, que la descripción se
encuentra centrada en el objeto.
Así pues, si partimos de una definición más flexible de lo que ha de
entenderse como “ciencia”, nos quedamos con el segundo problema: qué es lo
que vamos a considerar como un conocimiento válido dentro de nuestro corpus.
Para Gibson, lo que se puede, y debe, entender como un conocimiento válido es
aquel que se deriva de la utilización del método experimental o científico, y las
características que han de observarse son: la abstracción en el objeto de estudio,
al búsqueda de un grado de generalización en las afirmaciones incluyendo leyes
científicas, la utilización del método experimental, el ceñimiento a los hechos y la
objetividad del método.
Como puede observarse, en la definición de Gibson encontramos algunas
de las características de ciencia que han sido mencionados líneas arriba como
elementos que no han sido incluidos de manera forzosa en algunas
investigaciones dentro de las Ciencias Naturales. Sin embargo, si se pretende
avanzar por el camino trazado por la utilización del método experimental como
fuente de conocimiento, es necesario tomar en cuenta las observaciones que este
mismo autor hace con respecto a las Ciencias Sociales.
El primer problema que nos plantea Gibson es el relativo a la posición del
observador: forma parte del objeto estudiado, es decir, de la sociedad. Por otra
parte, existe un cierto grado de interdependencia entre las Ciencias Sociales y la
Psicología, dado que los hechos sociales son realizados por individuos y no puede
explicarse la conducta colectiva si no es a través del conocimiento de los
individuos que conforman el grupo social. Para poder establecer los límites entre
ambas disciplinas se requiere determinar la condición de los hechos sociales y el
status de las leyes sociales. Por tanto, aunque la Psicología y las Ciencias
Sociales se encuentran relacionadas, no puede decirse que exista dependencia de
esta última para con la primera ya que es imposible explicar todos los hechos
sociales en términos psicológicos.
Sobre la utilización de las leyes generales, hay que aclarar que Gibson las
distingue dentro de tres categorías: leyes deterministas, de azar o probabilidad y
las de tendencia. Sólo las primeras de ellas podrían catalogarse dentro de lo que
entenderíamos por leyes dentro de una concepción rígida de ley científica. Debido
a que dentro de las Ciencias Sociales es altamente difícil que los hechos se
repitan tal cual, la función de estas leyes es meramente subsidiaria, es decir, nos
ayudan a construir teorías y a entender la exposición, pero no pueden decirnos
nada de la vida social. Como lo que entendemos como leyes de azar son más bien
fórmulas probabilísticas es imposible que ellas formen por sí mismas una ley
general. Así pues, si las leyes deterministas se encuentran llenas de excepciones
y las de azar no nos llevan a la formulación de generalizaciones, la alternativa
para la creación de teorías sociales depende más bien de la utilización de las
leyes de tendencia.
En conclusión, en materia de investigación social ha pasado algo muy
similar a lo que ocurre en la física cuántica: la complejidad de la tarea hace que
cada vez sea más recurrente la utilización de fórmulas heurísticas para la
explicación de fenómenos que no pueden explicarse de otro modo en tanto no se
mejore el diseño de instrumentos para su estudio, trátese de leyes como la de
oferta y demanda o la nube de probabilidades de Heisemberg.

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