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Amor, dones y deudas.

El amor como práctica


hegemónica para la subordinación de las mujeres
en las sociedades contemporáneas
Marianny Sánchez Núñez*
Universidad Javeriana, Colombia
Agencia Venezolana de Noticias, Venezuela

Recibido: 31 de enero de 2013 Aceptado: 9 de abril de 2013

Love, gifts and debts. Love as subordination hegemonic


practice for women in contemporary societies

Palabras clave: Mito, Resumen


Amor romántico, Hegemonía, Si bien en las sociedades contemporáneas se han logrado importantes cuotas de
Ideología, Economía amorosa, igualdad formal entre los géneros, gracias a la lucha de las mujeres organizadas, la
Socialidad, Precariedad, inequidad entre hombres y mujeres sigue siendo patente. La revisión de procesos
Matriz heterosexual. estructurales, que atraviesan tanto la vida social como intra-psíquica de ambos gé-
neros, resulta fundamental para analizar las causas que, junto al modo de producción
dominante y la ubicación geopolítica, explican la pervivencia de la subordinación
de las mujeres. Surge así la necesidad de revisar la construcción y operatividad del
mito del amor romántico, que justifica y fetichiza un desigual intercambio de afectos
y cuidados entre los hombres y las mujeres, y lo convierte en una práctica hege-
mónica servil en la división sexo-social del trabajo, que además resulta operativa,
pues garantiza en mayor o menor medida la opresión de las mujeres, de acuerdo con
variables como la etnia y la clase. El presente análisis pretende evidenciar los meca-
nismos de acción de ese mito y las alternativas para desconstruirlo en teoría y praxis.

Key words: Myth, Abstract


Romantic love, Hegemony, Significant contributions of formal equality between genders thanks to the struggle
Ideology, Loving economics, of organized women have been made in contemporary societies, but gender inequa-
Sociality, Precariousness, lity between men and women is still evident. The review of structural processes
Heterosexual matrix. consider both the social and intra-psychological life, becomes essential to analyze
the causes that explain the survival of the subordination of women, with the domi-
nant mode of production and geopolitical location. This raises the need to review the
construction and operation of the myth of romantic love and fetishizes justifying an
unequal exchange of affection and care between genders. In the division sex-social
of labor, it makes it as a servile and hegemonic practice. Also it is an practice, that
ensures –to a greater or lesser extent– the oppression of women, according to the
variables such as ethnicity and class. This analysis aims to show the mechanisms of
action of this myth and alternatives to deconstruct the theory and practice.

Referencia de este artículo (APA):


Sánchez, M. (2013). Amor, dones y deudas. El amor como práctica hegemónica para la subordinación de las mujeres en las
sociedades contemporáneas. En Revista Educación y Humanismo, 15(24), 78-92.

* Maestra en Género, Identidad y Ciudadanía, por la Universidad de Cádiz, Periodista de Gestión Social de la Agencia Venezolana de
Noticias, Venezuela, Investigadora RED-HILA. Grupo de Investigación de Estudios Culturales, Universidad Javeriana, Colombia.
masanchez@aun.info.ve

Educ. Humanismo, Vol. 15 - No. 24 - pp. 78-92 - Junio, 2013 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-2121
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Introducción Pero, ¿cómo opera la lógica del discurso amo-


En este artículo se aborda un problema sobre roso para evitar la igualdad entre los miembros
el cual buena parte del feminismo contemporá- de la comunidad romántica? Al respecto, hablar
neo –especialmente desde la antropología de las del discurso amoroso y no del amor a secas no
emociones– ha venido posando sus ojos: el es- es una decisión arbitraria. En su libro Disposa-
tudio del amor romántico. Aclaramos de entrada ble woman and other myths of global capitalism
que, si bien la apuesta teórica seleccionada reto- (2006), Wright denuncia el poder del mito de la
ma algunas consideraciones menos políticas del mujer desechable en el tercer mundo para des-
amor para mostrar el continuo epistemológico de velar sus mecanismos de cooptación y significa-
esa gran verdad occidental, también enfatiza la ción de la vida. Para Wright (2006), la desecha-
necesidad de analizarlo como una de las formas bilidad de las mujeres en el tercer mundo opera
que mantiene la subordinación de las mujeres
bajo la apariencia de mito, esa suerte de fetiche
frente a los hombres en las sociedades capitalis-
que explica las desiguales relaciones (entre los
tas contemporáneas.
géneros, en este caso) como resultado de hechos
naturales o procesos culturales ineluctables. El
Para iniciar este análisis, son imperativas
mito actúa como un discurso tautológico que
dos consideraciones teóricas: en primer lugar,
silencia las fisuras inherentes a cualquier falso
que cuando hablamos de amor romántico nos
conocimiento, anestesiando con ello sus posibi-
referimos a un discurso amoroso hegemónico.
lidades de transgresión, y cooptando los cuerpos
En este sentido, siguiendo la tesis de Williams
y las experiencias de estas mujeres, al insertar
(1997 [1977]) –quien retoma a Gramsci–, la he-
sus destinos en una lógica mítica de género y
gemonía no se propone como una coerción di-
expoliación. En palabras de Wright (2006): “No
recta; por el contrario, constituye un corpus de
hay nada, dice el mito, que pueda hacerse para
prácticas en relación con la totalidad de la vida,
salvar a la desafortunada protagonista de su tris-
la forma en que nos percibimos a nosotros mis-
mos y al mundo, los significados fundamenta- te destino” (p. 15).

les y constitutivos que, en la medida en que se


materializan en la práctica, parecen confirmarse En un paralelismo de dinámicas míticas, así
como ineluctables, naturales. Este concepto de como con el paso del tiempo las mujeres traba-
hegemonía sirve para analizar el amor romántico jadoras ven menoscabadas las facultades físicas
como una práctica contemporánea hegemónica e intelectuales por las que fueron empleadas, lo
que, no obstante el logro relativo de la libera- que genera su sustitución; dentro de la comuni-
ción de las mujeres y su inserción en los campos dad amorosa romántica, las mujeres son dese-
académicos y laborales remunerados, sigue ha- chadas con el paso del tiempo, luego de haber
ciendo de los cuerpos y vidas femeninas expe- sido consumidas afectivamente. Como explica
riencias encarnadas secundarias. la psicoanalista feminista venezolana Torres

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(2007), experimentan el desplazamiento de ob- sido consideradas ante todo cuerpo, lo inesencial
jeto de deseo a objeto de desecho. Partiendo de ante lo esencial masculino, y cuerpo entendido
la máxima del feminismo radical según la cual como algo pasivo, inmóvil, completamente dis-
“lo personal es político” (Millet, 1985), cuando tinto de lo racional.
aquí se habla de amor, se apela al concepto pro-
puesto por Jónasdóttir (1993), para quien este es El desprecio del cuerpo, concebido como lo
una práctica de derecho posesivo sexo/genérico, sensorial, sentimental, sexual (propio del discur-
un uso del poder humano materialista/alienable so occidental) y su vinculación neta con lo feme-
básico para la reproducción del patriarcado, es nino, ha llevado a los hombres a asumir la idea
decir, “prácticas de relación socio-sexuales y no de que son mente pura. El cuerpo de las mujeres,
solo como emociones que habitan dentro de las o las mujeres como cuerpo, permite a los hom-
personas” (p. 21). bres apropiarse de estas como la parte corporal/
afectiva de sí mismos. Y, de acuerdo con esta
Si bien el concepto ofrecido por Jónasdóttir denuncia hecha por la filósofa, los hombres en-
(1993) comporta un carácter heterosexual, más tienden la libertad como la posibilidad de pres-
adelante se verá cómo la problemática de la su- cindir de los procesos corporales (entiéndase:
bordinación en nombre del amor no es exclusi- emociones, sensaciones, envejecimiento, muer-
va de las comunidades amorosas hombre-mujer. te, esto es, como una capacidad de trascender lo
La génesis del problema radica en lo que Wittig corporal). Así, si las mujeres son cuerpo, su ac-
(1980) denomina la matriz heterosexual, es de- tivación viene dada por las mentes masculinas,
cir, otro discurso hegemónico/normativo dentro y si los códigos morales constrictores legitiman
del cual se producen unas experiencias inteligi- la interrelación erótica/emotiva entre hombres
bles y aceptadas y otras ininteligibles y abyectas. y mujeres a través del amor, este será entonces
la piedra angular de ese proceso de activación.
Pero volviendo a Jónasdóttir (1993), su tesis Vemos aquí la confluencia entre las tesis de Jó-
evoca el trabajo de otra autora que ya en 1949 nasdóttir (1993) y De Beauvoir (1949): el amor
exponía lo que a su entender constituía el nú- es una práctica de apropiación de los hombres
cleo de la lucha de poder entre los sexos, y la sobre las mujeres, legitimada en el sistema de
explotación de las mujeres: Simone de Beauvoir. sexo/género, según el cual, un alguien masculino
Para De Beauvoir (1949), la dicotomía occiden- detenta el principio activo y un alguien femeni-
tal cultura-naturaleza/razón-cuerpo, o lo que ella no, el principio pasivo.
denominó el sistema dualista de Lo mismo y Lo
otro explica por qué las mujeres enfrentan mayo- De allí que la experiencia amorosa conlleve
res dificultades para emprender un proyecto de distintos significados para hombres y mujeres.
vida autónomo. Las mujeres, como lo otro han Si el discurso hegemónico se sustenta en la acti-

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vación de la mujer a través del hombre, el amor bres no solo tienen derecho al amor, a los
tendrá mayor trascendencia para la mujer que, cuidados y la dedicación de las mujeres,
sabiéndose/pensándose así, buscará emerger sino que también tienen derecho a dar
como sujeta, como esencia, a través del otro. En rienda suelta a sus necesidades de mujeres
contraposición, si el hombre puede prescindir de y la libertad de reservarse para sí mismos.
su corporalidad, y su corporalidad está vaciada Las mujeres, por su parte, tienen derecho
en el cuerpo femenino, podrá prescindir de un a entregarse libremente, pero una liber-
cuerpo, buscarse otros, varios, consumir el cuer- tad muy restringida de reservarse para sí
po ajeno, pues su trascendencia le compete solo mismas. Así, los hombres pueden conti-
a él, a su razón. nuamente apropiarse de la fuerza vital y la
capacidad de las mujeres en una medida
La deseada activación como sujeta conlleva
significativamente mayor que lo que les
una particular economía amorosa: la emergencia
devuelven de ellos mismos. Los hombres
como lo esencial implica un coste, está claro,
pueden configurarse como poderosos y
y es la aceptación –consciente o no–, por parte
continuar dominando a las mujeres a tra-
de las mujeres, de volverse objetos de consumo
vés de la acumulación constante de fuer-
afectivo/corporal, o proveedoras amorosas. Así,
zas existenciales tomadas y recibidas de
Jónasdóttir (1993) y Wright hablan de las lógi-
las mujeres. Si el capital es la acumula-
cas de autorrenuncia y desgaste propio, respec-
ción de trabajo alienado, la autoridad mas-
tivamente, como vías para la materialización del
culina es la acumulación de amor alienado
mito. Del mismo modo en que la mítica mujer
(Jónasdóttir:53).
desechable del tercer mundo es al mismo tiempo
un cuerpo productor de prosperidad, mercancías
De este modo, la necesidad del otro/otros
y servicios aptos de ser vendidos y comprados en
para la materialización de la experiencia eróti-
el mercado internacional –a costillas de su pro-
pia destrucción, del agotamiento de sus fuerzas ca amorosa comporta la dificultad de aspirar de

vitales–, también para Jónasdóttir (1993) la lógi- ese/esos otro/otros la renuncia de sus privilegios,

ca de la renuncia o el autosacrificio de lo propio cuestión justificada a lo largo del discurso pseu-


–aunado a la necesidad humana erótica– explica docientífico de Occidente. Si algo queda claro en
la aún tangible supremacía de los hombres en el el fragmento precedente es que la historia y la
mundo occidental contemporáneo: cultura ofrecen muchas más facilidades existen-
ciales a los hombres que a las mujeres. El grado
Las normas sociales predominantes, que de permisividad moral es claramente distinto,
nos acompañan desde el nacimiento y y en la misma medida, es distinto el grado de
afectan constantemente nuestro alrededor ofrenda: la proporción de darse, que experimen-
y a nosotros mismos, dicen que los hom- tan hombres y mujeres ante el amor.

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82 AMOR, DONES Y DEUDAS. EL AMOR COMO PRÁCTICA HEGEMÓNICA PARA LA SUBORDINACIÓN DE LAS MUJERES EN LAS SOCIEDADES CONTEMPORÁNEAS

Bajo la operatividad de estas lógicas prota- Precisamente, según Wright (2006), la in-
gónicas en los discursos míticos sobre la mujer terpelación de los individuos concretos como
en el amor y en el trabajo, se producen y validan sujetos que opera la ideología, y el mito como
circuitos socio-espaciales a través de los cuales discurso ideológico, confieren identidades por
las historias tanto culturales como personales anticipado. Por ejemplo, la identidad como su-
circulan, adquieren significado y son legitima- jeto sexual (inserto en la dicotomía varón/hem-
das (Wright, 2006). Si el discurso hegemónico bra) que se asigna previo al nacimiento. Y este
del amor romántico tiene alguna funcionalidad breve ejemplo es útil también para avanzar hacia
en tanto mito –profusamente conectado con el otra tesis althusseriana (1970), según la cual la
de las mujeres desechables–, esta consiste en re- interpelación de individuos como sujetos supo-
lentizar los cambios en el marco de capitalismo ne la “existencia” de otro Sujeto (la mayúscula
global o lo que Hooks (1993) denomina la “su- es del propio Althusser). En el caso aquí citado,
premacía blanca, patriarcal y capitalista”. la ideología me interpela como sujeto-mujer del
tercer mundo en relación al otro Sujeto, hombre,
En la dinámica operativa del mito y su rela- blanco del primer mundo.
ción intrínseca con la hegemonía y la ideología,
no hablamos simplemente de una particular na- Así las cosas, las sujetas ya interpeladas de-
rrativa mítica sobre la vida. El mito es un dis- berán adosar su comportamiento a la ideología/
curso que tiene consecuencias directas para el mito que las ha interpelado como tal, pero hace-
funcionamiento de las industrias y los circuitos mos la salvedad de que no se trataría ya solo del
globales, sus empleados, sus miembros y, más modo de producción dominante (el capitalismo),
enfáticamente, para el circuito espacial del capi- también del sistema sexo/género dominante (la
talismo global. Si la función del mito –en tanto heteronormatividad complementaria hombre/
discurso que mal representa la realidad, la vuelve mujer) y las características derivadas de esa du-
un fetiche– consiste en presentar las relaciones pla, con la finalidad de reproducir esos mismos
(de poder entre los géneros en este caso) como modos de producir y existir en el mundo jerar-
ahistóricas, preculturales, universales e inelucta- quizados. En consecuencia –y esta es la trampa
bles, su modus operandi, no es otro que presen- del mito–, la desechabilidad de las mujeres apa-
tarse a sí mismo como verdad y –como describe rece como condición sine qua non de su ser suje-
Wright, siguiendo a Althusser (1970)– interpelar ta mujer, de modo tal que quienes se relacionen
a los individuos concretos como sujetos, en este con estas (digamos el otro miembro de la comu-
caso sujetos concretos de género, cuerpo y suje- nidad amorosa para efectos de este estudio) ob-
tos geopolíticos, para que se adosen a un cierto viando su “inherente” sensibilidad de desecho,
discurso hegemónico (el del capitalismo y el del rayarían en la irracionalidad y en la ingenuidad
patriarcado, por ejemplo). (Wright, 2006).

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Retomando la idea de Marx según la cual “no dominación, a saber, el desplazamiento de viejas
es la conciencia de los hombres (y las mujeres) dominaciones jerárquicas a nuevas redes –en el
lo que determina su existencia, sino su existencia capitalismo avanzado– que reincorporan, revita-
social la que determina su conciencia” (Marx, lizan y resignifican viejas prácticas de domina-
1859-1877, citado en Jónasdóttir, 1993:41), la ción.
herencia sociocultural que ha definido a las mu-
jeres en tanto género como un objeto de deseo del “La situación (de subordinación) actual de las
hombre, como la Alteridad, lo inesencial frente mujeres es su integración/explotación en un sis-
a lo esencial, también ha moldeado la conciencia tema mundial de producción/reproducción y de
de estas en lo tocante a lo que entendemos por comunicación llamado informática de la domi-
correcto y hasta deseable a la hora de amar: el nación”, son las palabras puntuales de Haraway
darnos. Y es que no se trata, como ya se expresó (1993/1984:18). Y resaltan aquí los puntos de
al principio de este ensayo al hablar de hegemo- confluencia con los mitos de la mujer desechable
nía, de una coerción que nos obliga a actuar y del tercer mundo y la amante mujer que se da,
pensar de cierta forma, sino de una tensión cons- renunciando a la posibilidad de replegarse para
tante entre adhesión y rechazo a ese corpus de sí misma en la misma medida que los hombres.
prácticas e ideas dominantes que, a medida que La nueva revolución industrial desatada por los
son performadas, repetidas y no problematiza- sistemas informáticos de comunicación, que
das, se validan como lo posible, normal y correc- trastocan las formas de interrelación afectiva y
to. El meollo del asunto reside entonces en que difuminan la brecha entre lo público y lo priva-
las mujeres también incorporamos, aceptamos do, ha generado una economía del trabajo casero
y suscribimos la lógica de darnos y de abonar en el que las mujeres no solo son ahora fuerza de
nuestro propio desecho. trabajo privilegiada de cara a las multinacionales
(en tanto mano de obra barata y más provecho-
Amor de mujer y pobreza: tensiones ma- samente explotable por los estereotipos de géne-
terializadas ro que acarrean); encontramos también mujeres
No es baladí esculcar la intimidad y el plano cabeza de familia, que pueden pasar más tiempo
de los afectos desde una crítica feminista y an- en casa distribuyendo sus fuerzas vitales entre
ticapitalista. Cuando Haraway publicó el Mani- el cuidado de la prole y los familiares a su cargo
fiesto Cyborg, en 1984, mostró cómo las mujeres (como los ancianos) y el trabajo a distancia, por
(a cuenta de nuestra construcción genérica y to- ejemplo. Es decir, mujeres que, por influencia
das las consecuencias afectivas y de implicabi- del mercado y determinación del modo de pro-
lidad en el mundo que eso conlleva) ocupamos ducción económica, abonan su propio desgaste
posiciones secundarias en los espacios constitu- en nombre del amor (parental, romántico, ma-
tivos de lo que denominó la informática de la ternal, etc.), lo cual dificulta que se deslastren de

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84 AMOR, DONES Y DEUDAS. EL AMOR COMO PRÁCTICA HEGEMÓNICA PARA LA SUBORDINACIÓN DE LAS MUJERES EN LAS SOCIEDADES CONTEMPORÁNEAS

las labores de cuidado culturalmente endilgadas personajes de la tradición mítica– genera


a lo femenino. amplia prosperidad a costillas de su pro-
pia destrucción.
De allí que la pobreza sea un fenómeno es-
crito mayoritariamente en clave de mujer. Cifras Y en la misma medida en que el capitalismo
aportadas por la Organización de las Naciones global necesita de mujeres trabajadoras que cum-
Unidas (ONU), señalan que el 70 % de la pobla- plan con ciertos estereotipos femeninos ema-
ción pobre del mundo está conformada por mu- nados de los roles de género (mayor atención,
jeres. Estas mujeres no son simplemente subpa- destreza y paciencia), el amor romántico, como
gadas, también deben pagar la externalización práctica posesivo/genérica, requiere también de
de los servicios de cuidado (como consecuencia esa construcción extrapolada a la vivencia para
del declive de los Estados de Bienestar) o asu- que los hombres reciban los cuidados a que cul-
mirlos por su cuenta, todo ello a costillas de que turalmente están acostumbrados y sean viables
las jornadas del trabajo productivo con las de tra- sus prerrogativas históricas de vivir, ante todo,
bajo reproductivo resulten casi irreconciliables. una vida autónoma y deslastrada de conexiones
El desgaste progresivo queda a la vista –por no afectivas y corporales.
decir la activación de la lógica del autosacrificio
en el nombre del amor– y, con ello, la desechabi- Esa interconexión de ida y vuelta (o en dos
lidad más temprana de su fuerza de trabajo. sentidos) entre la relación social y afectiva del
amor y la intimidad con la base económica; así
En el núcleo de esta paradoja explotación/de- como la determinación de la distribución de los
secho reside la lógica del mito del amor románti- recursos, las jerarquías y el poder en los sistemas
co. Citando a Wright (2006:15): político-económicos según la estructuración de
los afectos, ha sido señalada también en textos
Así, de un lado, escuchamos la historia de como Love and globalization: transformations
una mujer que, esencialmente, está desgas- of intimacy in the contemporary world (Padilla,
tándose, pero, del otro lado, escuchamos Hirsch y otros, 2007). Para sus autores, una eco-
que esa misma mujer está creando todo nomía política del amor debe asumir la intimi-
tipo de cosas maravillosas y populares dad fundamentalmente atada a las desigualdades
que pueden ser vendidas y compradas en sociales y económicas y a la marginalización
el mercado internacional. De esta forma, por razón de género y sexualidad; relación que
el mito explica cómo esta contradicción se abordará en este ensayo cuando examinemos
interna significa que la mujer desechable los estudios sobre el turismo sexual y el trabajo
del tercer mundo es, de hecho, muy va- de amor en República Dominicana, como ejem-
liosa desde que ella –como muchos otros plo de una conceptualización distinta al mito

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romántico del amor, derivado de las puntuales sitial privilegiado en sus vidas, y que es reseñada
condiciones materiales que signan la existencia por la historiadora, condujo a muchas mujeres a
de los habitantes de Sosúa (ciudad de este país hacerse aún más dependientes de su relación con
centroamericano). los hombres.

Los mercados globales y las experiencias A ese contexto, caracterizado por la exalta-
temporales del amor
ción de la relación idílica heterosexual –aunado
Como se ha dicho, uno de los discursos he-
al mantenimiento de las jerarquías entre los gé-
gemónicos propios de la modernidad es el del
neros–, se imbrica el fenómeno de mercadeo de
amor romántico, pero a estas alturas debemos
experiencias amorosas temporales, que ha tenido
añadir el papel que juega el matrimonio como
tanto éxito como consecuencia de que los mer-
escenario de la consumación de la felicidad hete-
cados globales han respondido productivamente
rosexual en este entramado discursivo, material
y cultural. Habiéndose superado el matrimonio al volcamiento hacia la afectividad y los senti-
victoriano, el matrimonio romántico pasó a ser mientos generados por la globalización (Padilla,
no solo la herramienta por excelencia para ase- 2007).
gurar la producción y preservación de la riqueza,
sino también el rito mediante el cual se exalta la La producción de destinos de turismo sexual
felicidad pasional entre la pareja. como Sosúa, uno de los sitios que ha cobrado
mayor atractivo en República Dominicana du-
En su Historia del matrimonio, la historiado- rante los últimos 15 años, no podría ser más
ra Coontz (2006) afirma que la revolución sexual emblemático. Allí –como observó Brennan
de inicios del siglo XX aumentó la importancia (2007)– el performance del amor, o el hacer que
que tenía el matrimonio en la vida de la gente, se está enamorado, forma parte de los servicios
pero aún así no amenazó el orden tradicional de
que las personas implicadas en el sector turísti-
los géneros. “Como en los siglos anteriores, la
co ofrecen, no solo como estrategia publicitaria
nueva intimidad entre los hombres y las mujeres
para atraer más extranjeros, sino además como
distó mucho de establecer igualdad entre ellos”
trampolín para emigrar y, como dicen los entre-
(p. 272). Si el matrimonio era la consumación
vistados, “progresar”. Lo destacable del estudio
sentimental y personal deseada, Coontz (2006)
de Brennan (2007), en relación con la apuesta
agrega también que, en esencia, las personas se
volcaron con mayor entusiasmo hacia la búsque- analítica de este ensayo, es que la tipificación del
da de la relación idílica heterosexual. Pero, en amor realizada por los habitantes de Sosúa des-
este sentido, los hombres no se mostraron con mantela el mito del amor romántico tradicional
igual entusiasmo que las mujeres; de hecho, una al que le es inherente la lógica del autosacrificio.
de las consecuencias de esta presión ejercida so- Con otras palabras, esta situación señala las fisu-
bre las parejas para que la unión ideal ocupara un ras del discurso hegemónico sobre el amor.

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86 AMOR, DONES Y DEUDAS. EL AMOR COMO PRÁCTICA HEGEMÓNICA PARA LA SUBORDINACIÓN DE LAS MUJERES EN LAS SOCIEDADES CONTEMPORÁNEAS

Las trabajadoras sexuales de Sosúa entrevis- Por ejemplo, en contraste con la dicotomía
tadas por Brennan (2007) manifestaron un ma- clásica amor real/prostitución, en el mercado se-
yor interés por ser tratadas como iguales en la xual de Sosúa, la línea entre amor y dinero puede
comunidad amorosa (sea dentro del matrimonio llegar a ser muy difusa. Incluso, muchos traba-
con un extranjero o dominicano, en el noviazgo jadores de los resorts de Sosúa aspiran a conse-
o en una unión legal), en tener seguridad eco- guir un amor romántico aún ante la duda de la
nómica y fidelidad sexual; en lugar de enfatizar autenticidad de la relación. No obstante, no pre-

la necesidad de que esa relación estuviera cons- tendemos hacer de Sosúa un paradigma utópico

truida sobre los pilares de las emociones diáfa- hacia donde deba migrar o desde donde se deba

nas endilgadas al mito del romanticismo. Como construir un nuevo landscape para el amor, pues
es claro que el intercambio sexual y afectivo ha
explica la autora, la elección de pareja por parte
convertido a Sosúa y a ciertos destinos en sitios
de las trabajadoras sexuales de Sosúa es una de-
de producción y consumo capitalista que acentúa
cisión profundamente racional que tiene serias
las inequidades, el displacer y muchas veces la
consecuencias materiales: “Contrario a la noción
violencia. Solo queremos demostrar que el amor
de ‘enamorarse’ como una elevación acompaña-
puede y debe ser problematizado, de-construido,
da de la pérdida de control de los sentidos, para
des-fetichizado, no solo para desafiar la génesis
estas mujeres ‘estar enamoradas’ –o pretender
de la supremacía blanca, capitalista y patriarcal
estar enamoradas– requiere estar alerta, com-
contemporánea; también para establecer relacio-
prensión y determinación” (Brennan, 2007:204).
nes afectivas igualitarias y éticas entre los gé-
neros.
Este caso desmiente la idea, que a la larga es
la génesis del mito del amor romántico y como Precariedad y socialidad: puntos de cohe-
tal protagónica en las tesis biologicistas acerca sión humana
del amor, según la cual los sentimientos son ge- En autoras tanto fundacionales (De Beau-
nuinos en la medida en que son espontáneos. En voir) como contemporáneas (Butler), podemos
este punto, el concepto de landscape (que la mis- encontrar una preocupación y actitud activa
ma Brennan (2007) revitaliza) para explicar que frente a la problemática del amor como praxis de
así como los landscapes (o paisajes) son múlti- desigualdad. En Cuerpos que importan (1993)
ples mundos constituidos por las imaginaciones y prácticamente en el grueso de su producción
de las personas y los grupos –situados histórica- teórica, Butler ha enfatizado que el desafío para
mente– alrededor del globo, otros discursos so- el feminismo es romper las lógicas dogmáticas y
bre el amor pueden ser producidos y dar cabida normativas cimentadas en la dualidad expuesta
a formas alternativas, no jerárquicas, de experi- por De Beauvoir y reelaboradas por Jónasdóttir
mentarlo. (1993) desde la teoría política, de manera tal que

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la vida pueda ser posible y vivible para el mayor afectados por un contexto que, a su vez, está
número de personas. compuesto por normas, instituciones, prácticas,
discursos y personas. Nuestra precariedad se
Los parcelamientos dogmáticos y la orga- evidencia incluso a nivel orgánico, pues, ningún
nización de los sentidos con base en una dico- organismo puede desarrollarse, sobrevivir, sin
tomía complementaria entre los hombres y las el cuidado de alguien más; se trata de un rasgo
mujeres va produciendo cuerpos reconocibles existencial, somos vulnerables a los influjos del
e importantes, y otros no importantes. Las ex- contexto. Así, para cambiar la visión que tene-
periencias alejadas del dogma se excluyen, se mos de la vida y del amor, hay que partir de una
invisibilizan, se estigmatizan, y esas demandas, nueva ontología corporal basada en el entendi-
esas prohibiciones sociales, van constituyendo miento de lo corporal como social, de acuerdo
al yo, al sujeto, de modo que las subversiones/ con lo cual, los elementos igualitarios de toda
transgresiones implican un costo social exce- vida serían la precariedad y la socialidad.
sivamente alto y disuasorio. El problema resi-
de entonces en cómo un grupo de personas se Las normas minimizan la precariedad de los
arroga a sí mismo el poder en tanto encajan en hombres y maximizan la de las mujeres, para
la norma, pero el núcleo de este fenómeno está, así reducir la de estos. La tesis de Butler, pues,
para Butler, en lo mismo que de alguna manera retoma la de Jónasdóttir (1993) cuando afirma
esbozaba De Beauvoir, en creer, falsamente, que que la lógica del vínculo amoroso heterosexual
somos individuos puramente racionales, libres, se sustenta en la explotación: los hombres ganan
deslindados de los otros/otras, que podemos lo mismo que las mujeres pierden, allí reside su
prescindir de ellos/ellas, que no somos cuerpo, privilegio. Explotación/apropiación, como si-
lo que personalmente llamo la falsa economía tuación que alude a que una persona o un grupo
burguesa afectiva (erigida en una robinsonada, extrae de otros capacidades humanas/naturales
en el sentido otorgado por Marx, 1857). indispensables para las personas, sin intercam-
biarlos o devolverlos con equivalencia y en la
Hay dos conceptos claves en la obra de Bu- que los explotados no tienen control sobre la si-
tler: la socialidad constitucional y la precaridad. tuación, es decir, no tienen alternativa real a la
Todo ser sintiente es al mismo tiempo social y situación de explotación (Jónasdóttir, 1993:128).
precario; social, en la medida en que somos in- Las mujeres y los hombres vivimos inmersos en
terdependientes, constitutivamente necesitamos esa lógica, en tanto nuestra existencia social ha
de los otros y las otras para ser, las otras perso- conformado nuestra conciencia. La precariedad,
nas nos conforman y lo propio no es solo propio, entonces, no es un problema, sino la desigual
sino que, de cierta manera, nos excede. Y somos distribución que de ella se hace entre las perso-
precarios en tanto nos debemos reconocer como nas, según su género (acompañado de su raza,

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88 AMOR, DONES Y DEUDAS. EL AMOR COMO PRÁCTICA HEGEMÓNICA PARA LA SUBORDINACIÓN DE LAS MUJERES EN LAS SOCIEDADES CONTEMPORÁNEAS

su clase, su sexualidad, etc.). La precariedad en heterosexuales, transexuales, transgenéricas, bi-


sí misma, no diferenciada, nos une, nos hace sexuales, intersexuales o sencillamente queer) se
conscientes de la necesidad del otro, y solo en viven dentro de la matriz heterosexual que le es
la medida en que los hombres reconozcan que propia al mito del amor romántico.
son también seres encarnados, precarios, que son
cuerpo, esta diferenciación puede irse diluyendo. Releyendo a Millet (1985), se constata cómo,
si bien en Política sexual (1969) denunciaba la
Los aportes del feminismo en esta materia opresión en el amor heterosexual, luego en Sita
son claros, especialmente si contemplamos la (1977) hacía un análisis sobre sus tormentosas
teoría no solo como un discurso en abstracto, experiencias amorosas lésbicas. Así, la misma
sino también como una particular forma de pra- autora concluyó que la lógica de posesión/opre-
xis política, un catalizador de nuevas reflexiones sión no excluía a modalidades alternativas de
que alimentan micro-rebeliones capaces de ex- sexualidad y amor. En una entrevista ofrecida a
tenderse y potenciarse progresivamente a través El País en el año 1985, Millet afirma “Conozco
de su puesta en común y de la activación de una el amor heterosexual y el homosexual, y como
crítica que, ante todo, para que sea efectiva, debe lesbiana he conocido la persecución, la maledi-
ser autocrítica. Para esto, al feminismo le sirve cencia y el maltrato”.
teorizar sobre el amor, para que repensemos
cuán dentro estamos de la misma lógica que nos El amor como discurso o como mito repre-
oprime: qué nos ha llevado a estar/permanecer senta una institución social hondamente incor-
allí, qué necesitamos para salir, para crear nue- porada a la vivencia de las personas, más allá de
vas formas, esas alternativas reales cuya ausen- su orientación sexual. En su texto El amor y Oc-
cia denuncia Jónasdóttir (1993). cidente (1979), de De Rougemont (2006/1979)
define al mito como “la permanencia de un tipo
La matriz heterosexual al banquillo de relaciones y las reacciones que provoca” (p.
Hasta el momento, hemos hablado del amor 23). De Rougemont (2006/1979) llega a esta
como práctica de derecho genérico/posesivo de conclusión luego de recordar que el mito del
los hombres sobre las mujeres, tendiente a ase- amor nació en el siglo XII como una estrategia
gurar la subordinación de estas en un mundo de las élites para regular y ordenar la vida social
donde –al menos relativamente– se han alcanza- y moral.
do reivindicaciones materiales importantes para
las mujeres. No obstante, ya en líneas anteriores El mito actúa en todos los lugares en que
adelantamos que el problema radica más allá de la pasión es soñada como un ideal y no
la experiencia concreta de la heterosexualidad: temida como una fiebre maligna; en todos
en que las relaciones (homosexuales, lésbicas, los lugares en que su fatalidad es requeri-

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da, imaginada como una bella y deseable la otra. La lucha de poder no está exenta de la
catástrofe y no meramente como una ca- experiencia, no tanto por la tendencia sexual de
tástrofe. Vive de la misma vida de los que los amantes, sino porque, el contexto en el que
creen que el amor es un destino (p. 24). se vive, el amor está definido por la matriz he-
terosexual.
Entre los componentes del mito occidental
del amor destacan tres ideas: el amor conlleva Ofreceremos acá un ejemplo extraído de la
sufrimiento, el amor es igual a la pasión, no está obra poética de Rossi, escritora que ha hecho pú-
controlado por la voluntad, y el amado es pro- blico su lesbianismo. Los versos siguientes per-
piedad del amante y viceversa. Si el amor es una tenecen al poema “Después” (1994):
pasión irrefrenable, es, a su vez, irresponsable,
su fuerza puede ser tan idílica como devastadora, Y ahora se inicia
pero lo más perverso de esta lógica es que, al fi- la pequeña vida
nal, el ensalzamiento de la experiencia amorosa del sobreviviente de la catástrofe del amor:
deviene en la necesidad profunda, el genuino de-
seo de experimentar la catástrofe del amor. Hola, perros pequeños,
hola, vagabundos,
De Rougemont (2006/1979) reconoce tam- hola, autobuses y transeúntes.
bién que la eficacia que comporta el mito recae
en que generalmente ejerce su poder sobre noso- Soy una niña de pecho
tros sin que lo sepamos. Así, cuando nos sucede acabo de nacer
el amor y cuando le sucedemos, el mito se activa, del terrible parto del amor.
muchas veces más allá de que seamos conscien-
tes o no de los hilos que se están moviendo en Ya no amo.
el proceso. Pero lo que vale la pena enfatizar en
este punto es que el mito del amor romántico ha Ahora puedo ejercer en el mundo
sido construido con base en discursos abordados inscribirme en él
desde la biología, la ciencia, la filosofía, hasta soy una pieza más del engranaje.
el arte, la poesía, la literatura. Y todas estas dis-
ciplinas –con sus excepciones– han abordado el Ya no estoy loca.
amor principalmente como amor heterosexual.
De esta manera, los amantes no heterosexuales Encontramos acá las mismas dos constantes
también tienen como referente el mito del amor que estructuran el mito del amor romántico: el
heteronormativo y, con ello, sus rasgos consti- amor como locura, ajeno a la razón, y el amor
tutivos de posesión, explotación vital del otro y como sinónimo de dolor. Resulta pertinente por

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90 AMOR, DONES Y DEUDAS. EL AMOR COMO PRÁCTICA HEGEMÓNICA PARA LA SUBORDINACIÓN DE LAS MUJERES EN LAS SOCIEDADES CONTEMPORÁNEAS

ello la forma como Jónasdóttir (1993) sintetiza el contexto socio-cultural, normativo e institu-
la problemática del amor heterosexual: “La for- cional está erigido sobre una matriz heteronor-
ma en la que están institucionalizadas las rela- mativa, el discurso amoroso resulta una exten-
ciones amorosas heterosexuales en la sociedad sión de ella, su fruto. Y si los seres sintientes,
contemporánea, significa que los dos elementos en un ejercicio de supervivencia y adhesión a
del amor –cuidado y éxtasis– se hallan en oposi- las normas, devenimos sujetos y sujetas en ese
ción continua (o contradicción)” (p. 156). contexto, es factible que nuestras experiencias
amorosas –indistintamente de que sean hetero-
En el capítulo “La enamorada”, de su obra El sexuales o no– se vivan o incluso padezcan los
segundo sexo (1949), De Beauvoir plantea que en embates del mismo mito. Es claro que no sosla-
casi todos los casos lo que pide la mujer amante yamos en lo absoluto la problemática de género
es la justificación o exaltación de su ego. De esta contenida en el discurso amoroso (desarrollada
manera, ella solo se entrega al amor si es amada al inicio), más bien acentuamos el hecho de que
a cambio. Si bien De Beauvoir (1949) hace esta esa misma problemática es constitutiva del mito,
disertación en referencia a las mujeres, conside- y es justo esto lo que hace posible su mímesis
ramos que se trata de una conclusión aplicable a y repetición en comunidades amorosas creadas
todas las personas que nos encontramos inmer- bajo otras formas de entender y vivir la sexua-
sas en el mito del amor o que incluso resenti- lidad.
mos las trabas que este impone al intentar crear
y vivir nuevas formas de amar. Quizás amamos En conclusión: amar ¿sin don ni deuda?
más al amor mismo que a la persona que nos lo Aunque Jónasdóttir (1993) advirtió que la
ofrenda. Y el amor como mito evoca también la plusvalía afectiva que los hombres le extraen
trascendencia de la existencia, el existir para al- a las mujeres solo dejará de serlo cuando se
guien más, la ratificación de la propia deseabili- convierta en apoyo mutuo, el recuento hecho a
dad ante los ojos de otros y otras. Pero es Barthes través del mundo globalizado y el capitalismo
(2001 [1977]), en su Fragmentos de un discurso avanzado demuestra que una lucha feminista que
amoroso (1977), quien de forma más clara apun- omita la problemática económica del capitalis-
ta esta idea, en “Amar el amor”, él dice que se mo contemporáneo resultaría insuficiente.
trata de una anulación, “una explosión del len-
guaje en el curso del cual el sujeto llega a anular Empero, si nos limitamos a la más minús-
al objeto amado bajo el peso del amor mismo: cula comunidad afectiva –la pareja como pilar
por una perversión típicamente amorosa, lo que del amor romántico–, el pensamiento de Iriga-
el sujeto ama es el amor y no el objeto” (p. 30). ray (2009) podría ser útil para abonar caminos
de cambio. La aproximación a otra persona, dice
Es así como volvemos al punto de partida: si la autora, implica hacernos conscientes de nues-

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MARIANNY SÁNCHEZ 91

tras diferencias, y agregaríamos que también de cos que no están profundamente saturados de re-
nuestras similitudes, de nuestra interdependen- laciones de poder y fenómenos como la pobreza
cia (que no dependencia, la interdependencia y el racismo.
implica una distancia y una cercanía en parale-
lo). En Ese sexo que no es uno (2009:157) Iriga- Como bien apunta Brennan (2007), los matri-
ray escribe: monios en Sosúa, incluso los más tradicionales y
violentos, pueden ser unas vacaciones al lado de
No hay necesidad de componernos una las jornadas laborales que deben asumir las mu-
segunda figura de cristal para ser ‘por du- jeres para sobrevivir, so pena de que esa supervi-
plicado’. Repetirnos: una segunda vez. vencia se limite a luchas financieras cotidianas.
Antes de toda representación somos dos
Pero si bien la tarea es compleja, el presente ejer-
( ) Tienes siempre la belleza conmovedora
cicio de abstracción teórica no deja de aspirar a
de una primera vez si no te petríficas en
convertirse en un esbozo de teoría puesto al ser-
reproducciones.
vicio de la política y de ese marco propositivo/
normativo necesario en las agendas feministas
La proyección que los hombres hacen de su
contemporáneas.
corporalidad en las mujeres, y la que las mujeres
hacen de su autoafirmación a través de los hom-
Referencias
bres, habla de una proyección de lo mismo en
Althusser, L. (1970 [2003]). Ideología y apara-
lo otro, de un llegar a ser completos por medio
tos ideológicos de Estado. En: http://www.
de un segundo. Claro está, los hombres no ex-
nombrefalso.com.ar/apunte.php?id=6
perimentan su dependencia de las mujeres de la
misma manera que estas, ya lo dijo De Beauvoir Barthes, R. (2001 [1977]). Fragmentos de un

en 1949. Y nos atrevemos a decir que tampoco discurso amoroso. México: Siglo XXI

la incorporan, no la hacen patente, en tanto ello Editores.

constituiría una grieta en su poderío como seres Brennan, D. (2007). Love work in a tourist town:
autónomos, dueños y orientados solo por la ra- Dominican sex workers and resort wor-
zón. Y si algo de iluminador tiene la reflexión kers perform at love. En: Mark B. Padilla
de Irigaray (2009) es el desvelar que ante toda (Ed.), Love and globalization: Transfor-
representación de yo en ti y tú en mí, somos dos mations of intimacy in the contemporary
diferentes que se unen en libertad, por libre deci- world. Nashville: Vanderbilt University
sión, sin ánimos de apropiación o repetición. El Press.
problema estaría, insistimos, en que estas lógicas Butler, J. (2002 [1993]). Cuerpos que importan.
íntimas (pública y políticamente íntimas) solo Sobre los límites materiales y discursivos
son posibles en contextos económicos y políti- del sexo. Buenos Aires: Paidós.

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92 AMOR, DONES Y DEUDAS. EL AMOR COMO PRÁCTICA HEGEMÓNICA PARA LA SUBORDINACIÓN DE LAS MUJERES EN LAS SOCIEDADES CONTEMPORÁNEAS

Butler, J. (2007 [1990]). Sujetos de sexo/géne- Jónasdóttir, A. (1993). El poder del amor ¿Le
ro/deseo. En: El género en disputa: el fe- importa el sexo a la democracia? Madrid:
minismo y la subversión de la identidad. Cátedra - Colección Feminismos.
Barcelona: Paidós. Millet, K. (1985). El amor ha sido el opio de
Coontz, S. (2006). “Ha llegado la hora de que las mujeres. En: El País. Extraído de
se muevan las montañas”. En: Historia http://www.elpais.com/articulo/sociedad/
del matrimonio (pp. 257-280). Madrid: Kate/Millet/amor/ha/sido/opio/mujeres/
Gedisa. elpepisoc/19840521elpepisoc_5/Tes
De Beauvoir, S. (1949). El segundo sexo. Ma- Padilla, M., Hirsch, J. y otros (2007). Love and
drid: Cátedra-Colección Feminismos. globalization: transformations of intima-
De Rougemont, D. (2006/1979). El amor y Oc- cy in the contemporary world. Nashville:
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fiesto_ciborg.pdf Wright, M. (2006). Disposable women and other
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