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AÑO LXXXIV Nº 58 TOMO LA LEY 2020-B

BUENOS AIRES, ARGENTINA - VIERNES 27 DE MARZO DE 2020 ISSN 0024-1636

COLUMNA DE OPINIÓN
La ventana indiscreta y la ilusión
Coronavirus de la privacidad
(Covid-19):
violación de El caso “Fearn v. The Board of Trustees
of the Tate Gallery”
medidas contra
epidemias Juan Antonio Travieso (*)
La relación SUMARIO: I. Introducción.— II. “Fearn vs. The Board of Trustees of the Tate Gallery”.— III. El debate jurídico.—
transversal IV. El Derecho argentino.— V. Conclusiones.
entre el
Derecho penal Î Los paradigmas tecnológicos ¿El Estado debe proteger la privacidad a tamos haciendo desde una distancia de pocos
y el Derecho impactan en la sociedad con institu- todo trance o hay límites dentro de la convi- metros.
administrativo ciones en pugna, en este caso con la
vencia?
Hay un poema de Manuel Machado en sus
desde una visión privacidad. En el mundo jurídico, casi Esa soledad sin intromisión, o sus límites,
es el tema que abordamos, esto es, mi dere-
coplas malagueñas, que ilustra este senti-
miento:” Cuando me miras, me matas... Y si
antropológica siempre los problemas se dirigen a los cho a estar a solas y evitar la intromisión; y no me miras, más”.
límites, a los bordes, en especial cuan- no de una, sino de miles de personas que me
vigilan y me miran, como si estuviera en un No es el caso del fallo objeto del presente,
Pablo J. Majul (*) do la controversia trata sobre la lucha zoológico humano, en una jaula de cristal. ya que los vecinos de enfrente estiman que
por los derechos y se visualiza en los si no los miraran, podrían vivir mejor; más
No es el gran hermano de George Orwell, el cuando han adquirido una vivienda vidriada
conflictos de estos, en contraposición de la célebre novela “1984”. En ese relato se disponible para todas las miradas.
Introducción o en pugna analizaba la presencia del Estado y su avance
sobre la privacidad, al principio de a poco y El tema es que la privacidad se halla en la
La vida de los seres humanos es vul- luego creciendo de manera alarmante al pun- encrucijada, como lo afirmamos en un artícu-
nerable y con frecuencia debe su super- to de hacer de la vida una esclavitud. lo reciente (2).
vivencia a otras personas, sociedades, I. Introducción
marcos morales y jurídicos. La infancia, Ese era el tema, pero no es nada sutil que En el mundo jurídico casi siempre los pro-
la vejez y los estados de enfermedad, por Hay un cruce de caminos, una encruci- cientos de personas diariamente te observen blemas se dirigen a un espacio tipo “border
lo que todos los hombres y mujeres nece- jada muy pronunciada, cuando se trata de en las triviales y simples actividades, como line”; y la idea-madre es la lucha por los dere-
sariamente pasamos, ponen en evidencia una intersección entre el Derecho público vestirse o tomar el desayuno. chos y sus conflictos.
este carácter de fragilidad. y el privado. En esa geografía cada día te-
nemos más certeza de un espacio común, Siempre se dijo que el infierno son los otros, Recordemos el eterno film de Hitchcock,
En estos tiempos posmodernos, donde entre las diferentes disciplinas en las que magistralmente expuesto por Jean Paul Sar- “La ventana indiscreta”, en la que un fotógra-
las tecnologías de la información y comu- tradicionalmente se ha encasillado al De- tre. fo, con una pierna enyesada, sentado en una
nicación (TIC) han impuesto el ritmo de recho. silla de ruedas, observa la vida en el edificio
nuestras vidas, esta condición humana La cuestión es que los otros para Sartre, de enfrente y es testigo de un crimen (3).
real se ha olvidado; parcialmente ampa- Hay privacidad para disfrutar de la so- son los demás cobijados por la codicia, el mie-
rada en la creencia de que un desarrollo ledad e impedir la intromisión de terceros; do, la envidia o la incomprensión. En ese caso En este caso, la historia no es la de Hitch-
científico óptimo puede poner a salvo a los y Brandeis lo tuvo claro cuando en el siglo la mirada del otro, para el autor citado, nos cock, pero podría ser, porque desde el “Mira-
seres humanos de todos los males que les pasado caracterizó a la privacidad como el obliga a tener en cuenta su presencia. dor” de la Tate Modern de Londres se distin-
afligen, promoviéndose una concepción derecho a estar a solas (1). El tema es que gue la vida de los otros a primera vista.
del ser humano como “autosuficiente”, hay que deslindar los límites para ejercer Ahora, desde este espacio, salimos de la
la privacidad; y de allí, el cruce de caminos subjetividad, del otro, para proyectarlo obje-
entre el Derecho público y el privado, en una tivamente a los otros, a cientos de miles de
CONTINÚA EN PÁGINA 5 senda común. personas, que controlan y observan lo que es- CONTINÚA EN PÁGINA 2

COLUMNA DE OPINIÓN JURISPRUDENCIA

Coronavirus (Covid-19): violación de medidas contra epidemias ABANDONO DE TRABAJO. Configuración de la causal (CNTrab.)....................................9
La relación transversal entre el Derecho penal y el Derecho administrativo desde una visión
antropológica
Pablo J. Majul ......................................................................................................................... 1 PRISIÓN DOMICILIARIA POR PREVENCIÓN DE CORONAVIRUS. Hombre de 66 años
con una enfermedad cardíaca crónica procesado en una causa por estupefacientes. Mo-
DOCTRINA rigeración del encierro cautelar hasta la realización de estudios médicos. Inclusión den-
La ventana indiscreta y la ilusión de la privacidad tro del grupo de riesgo más vulnerable de la sociedad para la prevención del COVID-19
(TOral Crim. Fed., Paraná)................................................................................................ 11
CORREO
ARGENTINO

CENTRAL B
El caso “Fearn v. The Board of Trustees of the Tate Gallery”
Juan Antonio Travieso ........................................................................................................... 1

NOTA A FALLO CUESTIÓN ABSTRACTA POR SITUACIÓN DE EMERGENCIA SANITARIA. Viaje de hijo
FRANQUEO A PAGAR
CUENTA N° 10269F1

Cuestiones formales y probatorias a considerar en la configuración de la causal de abando- menor de edad desde Roma hacia Buenos Aires. Pago de los pasajes. Ponderación de la
no de trabajo normativa vigente respecto a la situación de emergencia sanitaria actual. Inexistencia de un
Stella Maris Chiti ......................................................................................................................... 9 caso o controversia (CNCiv.)...............................................................................................12
2 | viernes 27 DE marzo DE 2020
La ventana
indiscreta
y la ilusión
de la privacidad
VIENE DE TAPA
II. “Fearn vs. The Board of Trustees of the Tate
Gallery”
II.1. Los hechos
El caso en análisis es “Fearn vs. The Board
of Trustees of the Tate Gallery” (4), en el que un
tribunal del Reino Unido analizó los derechos
de privacidad paradojalmente desde una nue-
va, aunque clásica y casi feudal, perspectiva.
Primero los hechos.
Los demandantes son propietarios de cua-
tro pisos de superlujo, con paredes de vidrio
en el desarrollo Neo Bankside, en el South
Bank of the Thames, ahora llamado el Edificio
Blavatnik, cuyo bloque “C” se encuentra a
unos 34 metros del lado sur de la nueva Tate
Modern y su espectacular galería de obser-
vación (en adelante el Mirador).
Se informa que esos departamentos se
vendieron entre 2 millones y 19 millones de
libras esterlinas, que equivalen a casi el doble
en dólares estadounidenses.
Por su parte el grandioso museo Tate Mo-
dern, diseñado por los arquitectos Herzog &
Meuron fue declarado hace pocos años, en
2016, como “el edificio cultural más impor-
tante inaugurado en el Reino Unido en los
últimos veinte años”.
¿Qué es la Tate Modern?
La Tate Modern es parte de la Tate Gallery.
Se encuentra instalada en lo que era una an-
tigua central eléctrica y en ella se hallan gran
parte de las más importantes obras de arte mo-
derno del Reino Unido de Gran Bretaña, con
exposiciones permanentes y temporales (5).
El tema clave es que el Edificio Blavatnik, al
que hicimos referencia previamente, está cons-
truido contiguo al Tate Modern y por supuesto
hay interferencias con el Tate Modern (6).
II.2. El Mirador del Tate Modern y los depar-
tamentos del Edificio Blavatnik
El acceso al Mirador del Tate Modern es
gratuito y se halla contiguo y alrededor del ex-
terior del Edificio Blavatnik, en el décimo piso.
Se accede al Mirador de la Tate, por medio
de ascensores hasta el piso 10, que comuni-
can con un área acristalada que mira hacia
el norte, oeste y este, y se transita desde esa
área acristalada a la galería exterior.
Hay barandas de seguridad a la altura del pe-
cho del público alrededor ese mirador. Sin dudas,
se trata de una de las mejores vistas panorámicas
de Londres, a 360 grados, verdaderamente espec-
tacular (particularmente sobre el Támesis) (7).
Con relación al Edificio Blavatnik, recor-
demos que se halla contiguo y adyacente del
{ NOTAS }
Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723)
(*) Abogado y Doctor en Derecho. Profesor titular
Derecho Internacional Público y Derechos Humanos en
Facultad de Derecho UBA.
(1) LOUIS, D. - WARREN, Samuel D., “Brandeis The
Right to Privacy”, Harvard Law Review, 5, vol. 4 (dec. 15,
1890), ps. 193-220. Stable URL.
(2) Ver TRAVIESO, Juan Antonio, “En Busca de la
Tate Modern, y en él hay jardines de invierno
que tienen ventanas de pared al techo que
delimitan sus lados de vidrio, con un panel de
apertura, y cada jardín de invierno está sepa-
rado del resto del piso por puertas de vidrio
de doble acristalamiento. El acristalamiento
en los jardines de invierno, aparentemente
se deriva del hecho de que fueron concebi-
dos como una especie de balcones interiores,
proporcionando comodidades casi al aire
libre para los departamentos. Los otros “la-
dos” de los pisos, que dan a las dependencias
de los departamentos, como cocina, comedor
y sala de estar, están integrados también por
paneles de vidrio, de piso a techo.
Lo expuesto significa que todos los depar-
tamentos en ese nivel de altura están a la vis-
ta de los visitantes que se hallen en el mira-
dor del Tate Modern.
Los propietarios de los departamentos en los
pisos 13, 18, 19 y 21, luego de adquirir sus unida-
des, se mudaron y se sintieron felices con sus
carísimas y lujosas unidades vidriadas, incluso
con el jardín también vidriado. Todo aseguraba
para los compradores el disfrute de unos de-
partamentos espléndidos, únicos con vistas al
Támesis y a Londres en todo su esplendor.
Se ha dicho que los propietarios “viven en
el novísimo complejo Neo Bankside, high-tech
diseñadas por el mismísimo Richard Rogers,
el arquitecto de edificios famosos como el de
la Lloyd’s”.
Aquí se plantea el interrogante: ¿Qué era lo
mejor en los departamentos?
Lo mejor, lo único, eran, sin dudas, los ven-
tanales del techo a suelo.
De esta forma esos departamentos se con-
vertían en un panóptico desde el cual se pue-
de observar todo Londres, desde el Támesis
hasta sus mismos ciudadanos de a pie, en un
completo dominio del paisaje. Un lujo que, a
pesar del costo millonario en libras por piso,
parece hasta barato (8).
El efecto general es de un piso en gran par-
te con paredes de vidrio con impresionantes
vistas desde el interior; y seguramente la ma-
yoría de los compradores los compraron por
ese motivo.
Lo cierto es que ambos edificios, la Tate y
el Edificio Blavatnik, se construyeron casi al
mismo tiempo y los demandantes sabían que
habría un mirador y nadie advirtió los futu-
ros inconvenientes.
En un periódico, se expresó que los visi-
tantes a la Tate Modern de Londres pueden
apreciar obras de Paul Klee y de Marc Cha-
gall; y si ascienden a la terraza de la última
planta, también pueden deleitarse con vistas
del Támesis y algo más mundano... las salas
de estar de los residentes vecinos.
Desafortunadamente, si los ocupantes po-
dían ver hacia afuera, los visitantes del Mu-
seo Tate Modern también podían ver hacia
el interior de los departamentos; y ese es el
problema de este caso.
II.3. El Museo Tate Modern. Arquitectura y
otras características
El Tate Modern es una joya artística de
Londres, que es visitado por alrededor de 5,5
privacidad perdida”, Ed. La Ley, 2019.
(3) “La ventana indiscreta” [“Rear window”] (1954),
USA, Dirección: Alfred Hitchcock. Intérpretes: James
Stewart (L. B. Jefferies / “Jeff”), Grace Kelly (Lisa Carol
Fremont).
(4) “Fearn & Ors vs. The Board of Trustees of the
Tate Gallery”, [2019] EWHC 246 (Ch) (12 de febrero de
2019). URL: http: //www.bailii.org/ew/cases/ EWHC/
millones de personas por año. No todos los
visitantes suben al Mirador de visualización,
aunque se estima que su número de visitan-
tes oscila entre 500,000 y 600,000 personas
por año. Para tener una dimensión de esa
cantidad de personas, adviértase que la Ciu-
dad de Avellaneda, a pasos de la Ciudad Au-
tónoma de Buenos Aires, tiene aproximada-
mente algo más 350.000 habitantes, casi un
cincuenta por ciento de los visitantes anuales
del Mirador de la Tate.
La apertura del Mirador atrajo mucho in-
terés y su número máximo de visitantes en
cualquier momento es de un mínimo de 300.
Estos tienden a estar un promedio de 15 mi-
nutos en el Mirador, pero algunos están más
tiempo disfrutando de las vistas del Támesis.
Originalmente, el Mirador estaba abierto
cuando el museo estaba abierto, que era de
10 a.m. a 6 p.m. de domingo a jueves, y de 10
a.m. a 10 p.m. los viernes y sábados.
Pero eso no es todo.
Además de autorizar el acceso al piso 10,
incluido el Mirador, este espacio también es
utilizado por la Tate Modern fuera de los ho-
rarios de acceso al público, para organizar
eventos que son muy importantes para la
galería, en términos financieros, ya que gene-
ran ingresos significativos.
Veamos: En los primeros 17 meses desde
que se inauguró el Edificio lindero (Blavat-
nik) se organizaron 52 eventos externos que
se llevaron a cabo solo entre domingo y jue-
ves, donde, por supuesto, el Mirador es el
punto clave.
Todo perfecto, pero siempre hay algo impre-
visto. Para los dueños de los departamentos
del Edificio Blavatnik, desde la habilitación de
acceso al Mirador de la Tate Modern, se inició
su problema. La gran solución de una vista es-
pectacular se transformó en el gran problema
a causa de los visitantes del Mirador.
Ese fue el gran problema de los propieta-
rios, pero no el de los visitantes del Tate Mo-
dern, que disfrutan (y disfrutamos) de un mi-
rador de observación a 360 grados, con una
espléndida confitería.
Con relación al público en el Mirador, es
habitual que se observe que muchas perso-
nas disfrutan del paisaje de Londres en de-
rredor y también miran los departamentos
que se hallan a la vista; hasta incluso un nú-
mero significativo de los visitantes saludan
a los propietarios y otros los observan con
binoculares.
La Tate Modern tuvo algunas iniciativas
para tratar de resolver el problema. En pri-
mer lugar, publicó avisos en la galería sur,
instando y solicitando a los visitantes respe-
tar la privacidad de los vecinos del edificio
lindero. En segundo lugar, prohibió, de ma-
nera infructuosa, fotografías al edificio veci-
no y ordenó a los guardias de seguridad que
hicieran efectiva esa directiva.
La vista desde el Mirador a los departa-
mentos de los dos pisos en el mismo nivel es
también clara. De hecho, se divisa, con facili-
dad todo tipo de detalles de la vida diaria de
los ocupantes de esos apartamentos, tanto en
los jardines de invierno como en la cocina, co-
medor o sala de estar.
Ch/2019/246.html/. Citar como: [2019] Ch 369, [2019]
2 WLR 1335, [2019] EWHC 246 (Ch), [2019] WLR (D)
91.
(5) En adelante se designará indistintamente bajo esa
denominación o simplemente “Tate o la Tate”.
(6) Ver fotos en https://www.theguardian.com/ar-
tanddesign/2020/feb/12/luxury-flat-owners-lose-priva-
cy-appeal-against-tate-modern-viewpoint.
El gran problema es que, por el uso exten-
sivo de vidrio en los departamentos, las per-
sonas en el Mirador, podían (y de hecho aún
pueden) ver directamente el interior de los
apartamentos, ya sea a través de los “Winter
Gardens” (balcones internos de vidrio que
conducen a través de puertas de vidrio a las
salas de estar) o a través de las paredes de
vidrio (de piso a techo) de las salas de estar.
Uno de los propietarios manifestó que la si-
tuación era tan estresante con la invasión de
su privacidad que se enfermó; y era habitual
que el público del Mirador lo saludara, mien-
tras otros propietarios, por su parte, estaban
molestos por las fotografías publicadas en
las redes sociales bajo hashtags descarados
como ‘#noprivacy’. En realidad, todos se sen-
tían como observados y vigilados, a punto de
que debían estar “vestidos adecuadamente”
en todo momento.
Las personas del Mirador fotografiaban y
filmaban y, en ocasiones, incluso, como expre-
samos, usaron binoculares para mirar hacia
dentro del departamento. La intrusión fue im-
placable y los propietarios se sentían como si
estuvieran en un zoológico. Uno de los deman-
dantes afirmó haber verificado y comprobado
a 84 personas tomando fotografías en el apar-
tamento durante un período de 90 minutos
Cuando los residentes se quejaron, la Tate
respondió introduciendo tiempos de visua-
lización más limitados e involucrando a los
guardias de seguridad para disuadir a los
visitantes de mirar los pisos. Las acciones,
como es de suponer, no arrojaron resultados
positivos.
Pero hay algo más, con relación a la cober-
tura en las redes sociales.
Se trata de que algunos visitantes del Mira-
dor llegaron a referirse a los propietarios de
los departamentos vidriados como los “bas-
tardos ricos” que vivían en los departamen-
tos y merecían la intrusión desde el Mirador.
Los fines de semana eran terribles para al-
gunos propietarios, a punto tal que llegaron
a limitar sus actividades personales, como,
por ejemplo, tener que desistir de organizar
fiestas infantiles en el Winter Garden, como
lo hacían habitualmente.
Como se enunció, se adoptaron algunas
medidas por la Tate, en cuanto a horarios, vi-
gilancia, etc., pero no fue suficiente para los
demandantes, quienes solicitaron una orden
judicial para exigir que la Tate cerrara parte
del Mirador.
Así pues, los demandantes solicitaron una
orden judicial, una medida cautelar que obli-
gara a la Tate y evitara, de alguna forma, que
el público y otras personas “observaran” los
pisos de los demandantes desde el llamado
Mirador.
III. El debate jurídico
Este es un tema para un debate, entendi-
do como un método de discusión formal y
estructurada que perfile las distintas pers-
pectivas posibles en torno a una materia de-
terminada, en este caso la privacidad y sus
extremos.
Para tal efecto desarrollaremos este análi-
sis en tres partes:
(7) “Fearn y otros vs. La Junta de Síndicos de la
Galería Tate”, 22 de enero de 2020, Tribunal de Ape-
laciones, Archivo de videos del Tribunal de Apelacio-
nes.
(8) https://magnet.xataka.com/un-mundo-fascinan-
te/tate-modern-vs-millonarios-londinenses-batalla-vis-
tas-museo-a-unos-pisos-lujo.

1. El carácter de público o privado del mu-
seo y los derechos humanos.
2. La Ley de Molestias y la privacidad.
3. Una visión de las servidumbres en el de-
recho argentino.
III.1. El carácter de público o privado de la
Tate Modern y los derechos humanos
III.1.a. Enfoque desde los derechos humanos
La cuestión a debatir es acerca de los alcan-
ces de la privacidad y los derechos de los pro-
pietarios del Edificio Blavatnik con relación a
los visitantes del Mirador de la Tate Modern.
Como hemos planteado recientemente:
“En principio, podemos considerar que en los
últimos años el progreso de lo público sobre
lo privado ha redundado en la redacción de
normas que protegen la esfera privada de
intromisiones injustificadas. El tema es la lu-
cha por concretar los derechos y ponerlos en
acción mediante garantías.
Con la internacionalización de los derechos
humanos estas necesidades se vieron crista-
lizadas primero en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, que en 1948 esta-
bleció que nadie será objeto de injerencias
arbitrarias en su vida privada, su familia, su
domicilio o su correspondencia, ni de ataques
a su honra o a su reputación y que toda per-
sona tiene derecho a la protección de la ley
contra tales injerencias o ataques (art. 12).
En 1966, el Pacto Internacional de Dere-
chos Civiles y Políticos perfeccionó la protec-
ción del derecho, al establecer que nadie será
objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en
su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques ilegales a su
honra y reputación; y que toda persona tiene
derecho a la protección de la ley contra esas
injerencias o esos ataques (art. 17).
La Convención Americana de Derechos
Humanos vigente en la Argentina desde 1984,
ha constituido otro espacio para delinear la
privacidad, al disponer que “nadie puede ser
objeto de injerencias arbitrarias o abusivas
en su vida privada, en la de su familia, en su
domicilio o en su correspondencia, ni de ata-
ques ilegales a su honra o reputación...Toda
persona tiene derecho a la protección de la
ley contra esas injerencias o esos ataques
(art. 11)” (9).
Por su parte, en Europa rige el Convenio
para la Protección de los Derechos Humanos
y de las libertades fundamentales, como más
adelante ampliaremos.
III.1.b. Otros enfoques: Derecho adminis-
trativo y Derechos Humanos en la Conven-
ción Europea de Derechos Humanos
En primer lugar, se trata de un tema rela-
cionado con el Derecho administrativo, pero
guarda una estrecha relación con este caso,
toda vez que previamente hay que deter-
minar la eventual responsabilidad, esto es,
quién es el responsable de los daños, en este
caso por la afectación de la privacidad (10).
Para ese efecto, habrá que indagar sobre la
categoría jurídica de la Tate Modern.
Ante todo:
¿Qué son la Tate Gallery y la Tate Modern?
¿Cuál es su calificación jurídica?
{ NOTAS }
(9) TRAVIESO, Juan Antonio, “En busca de la priva-
cidad perdida. ‘Carpenter vs. Estados Unidos’”, LA LEY,
2019-B, 717.
(10) Ver BIELSA, Rafael, “Restricciones y servidum-
bres administrativas. Examen de la distinción con refe-
La Tate Gallery tiene una larga historia y la
Tate Modern fue fundada por la Ley de Mu-
seos y Galerías de 1992.
Básicamente, se trata de un museo y su
función primordial es mantener una colec-
ción británica de obras de arte y de documen-
tos con ellas relacionados, junto con una co-
lección de obras de arte del siglo XX y otras,
garantizando su exhibición al público.
En todo caso, la finalidad primordial es, en
general, promover el disfrute del público y la
comprensión del arte británico, del arte del
siglo XX y contemporáneo.
En una primera etapa los demandantes ale-
garon que la Tate Gallery era una autoridad
pública en el pleno sentido de la expresión.
La Tate Modern, por su parte, replicó que
no era particularmente pertinente conside-
rar si algunas de sus funciones se ejercían en
interés público.
El tema objeto del debate era si el Mirador
de la Tate cumplía una función pública, o sea,
dentro del espacio del Museo.
Por supuesto, todo el tema se halla en una
zona gris, considerando que el carácter ad-
ministrativo del museo sería, en todo caso,
un híbrido.
Las posiciones eran contrapuestas. Por una
parte, se observa el tema dentro de un concep-
to general, que implica que la Galería Tate es-
taba ejerciendo amplias funciones públicas de
los cuales el Mirador era inseparable e integral.
El otro punto de vista, planteado por algu-
nos jueces era que el hecho de la visión del
Mirador no era estrictamente el ejercicio de
una función pública.
Otro elemento a tener en cuenta es que
podría considerarse que el Museo no resul-
ta ser una emanación de la Corona, y que los
integrantes de su personal no revisten el ca-
rácter de funcionarios públicos.
En cuanto a los fondos, para el funciona-
miento del museo se dispone que el Secreta-
rio de Estado puede proporcionarle fondos
públicos y que los estados financieros debe-
rán contener la información y cumplir con
las especificaciones de dicha dependencia
estatal, en cuanto a su contenido, aclarándo-
se que conforme con esta norma se recibió
una financiación pública de 35.8millones de
Libras esterlinas en el año.
Por otra parte, argumentalmente se ex-
presa que consta que la Tate fue constituida
por un estatuto, es financiada públicamente,
actúa en el interés público y está sujeta a un
“alto grado de control estatal”.
Más allá de los diferentes puntos de vista,
lo cierto es que la Tate, al igual que muchos
otros museos que se hallan vinculados a la
educación, ejercen su función consistente en
promover el arte para los británicos y visi-
tantes extranjeros.
De acuerdo con el Tribunal, esa no es una
actividad esencialmente gubernamental; y
no resulta suficiente considerar que la Tate
se constituyó mediante una ley o que sus fon-
dos son públicos o sujetos a restricciones,
para concluir que se trata de un ente público.
De ello se deduce y concluye, por tanto,
que la Galería Tate no tiene o, en este caso,
rencia a nuestra legislación y jurisprudencia”, Ed. J. La-
jouane, Buenos Aires, 1923. Del mismo autor, “Derecho
Administrativo”, en distintas ediciones, t. IV; MARIEN-
HOFF, Miguel S., “Tratado de Derecho Administrativo”;
MALJAR, Daniel, “Restricciones y servidumbres admi-
no está ejerciendo “funciones de carácter pú-
blico”.
¿Cuál es la razón de esta disquisición acer-
ca del carácter de público, privado o híbrido
de la Tate?
El enfoque preliminar con especial hinca-
pié en el derecho administrativo tiene espe-
cial relevancia para la aplicación de las nor-
mas de Derechos Humanos en el Reino Unido
que, como es sabido, adhiere al sistema euro-
peo de la materia.
El tema es que, para aplicar la Convención
Europea de Derechos Humanos, es indispen-
sable que la Tate sea considerada una enti-
dad pública.
En efecto, la Convención Europea de Dere-
chos Humanos dispone:
“Art. 8º. Derecho al respeto a la vida priva-
da y familiar 1. Toda persona tiene derecho al
respeto de su vida privada y familiar, de su
domicilio y de su correspondencia. 2. No po-
drá haber injerencia de la autoridad pública
en el ejercicio de este derecho sino en tanto
y en cuanto esta injerencia esté prevista por
la ley y constituya una medida que, en una
sociedad democrática, sea necesaria para la
seguridad nacional, la seguridad pública, el
bienestar económico del país, la defensa del
orden y la prevención de las infracciones pe-
nales, la protección de la salud o de la moral,
o la protección de los derechos y las liberta-
des de los demás” (11).
El Tribunal sustentó al abordar la cuestión
acerca de “si las actividades de la Tate son de
naturaleza gubernamental, que “como muchos
otros museos en todo el país, [está] ofreciendo
exhibiciones y educación al público y promo-
viendo la causa del arte al público, ciudadanos
del Reino Unido y visitantes extranjeros”.
Esa no es esencialmente una actividad
gubernamental y no se explica por el hecho
de que la Tate “se constituyó por ley, tiene
fondos públicos y es un organismo financiado
con fondos públicos...”.
Del mismo modo, el funcionamiento de un
Mirador no reviste funciones de carácter
público; y por ello concluyen que no es apli-
cable el art. 8º de la Convención Europea de
Derechos Humanos y todo su plexo sobre la
privacidad.
III.2. La Ley de Molestias y la privacidad
Como se sabe, el derecho británico, en el
ámbito del “common law”, opera a través de
precedentes. La cuestión es que esas normas
feudales no tienen en cuenta, como es de su-
poner, los temas actuales del derecho y por
tanto se aplican con una adaptación adecua-
da a los tiempos actuales.
Recordemos, que las normas de la Con-
vención Europea de Derechos Humanos no
eran aplicables, dado el carácter no público
de la Tate.
El tema es que, en esta oportunidad, los
tribunales británicos encararon el tema de la
privacidad, a través de una clásica norma del
derecho feudal: la Ley de Molestias.
Esa norma tiene su origen en la época de
Enrique III, que reinó en Inglaterra entre
1216 hasta su muerte en 1272, hace casi ocho
siglos, y se relacionaba en su momento con
una infracción a las servidumbres.
nistrativas. El electroducto”, Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires,
2000; BOTASSI, Carlos A., “Limitaciones administrati-
vas a la propiedad en el nuevo Código Civil y Comercial”
y FLORES, Álvaro, “Panorama actual sobre servidum-
bres administrativas”.
viernes 27 DE marzo DE 2020 | 3
Más adelante se precisaron los conceptos
y en ese caso, la legislación del siglo XIX in-
cluía:
Ley de Eliminación de Molestias de 1860
Ley de Eliminación de Molestias para Ingla-
terra, Ley de 1863 y Ley de Molestias de Humo
de 1865 (Escocia)
Ley de Eliminación de Molestias de 1866.
III.2.1. Antecedentes jurisprudenciales
Hay varios casos de jurisprudencia ante-
riores y vinculados con el fallo que comenta-
mos:
III.2.1.a. “Hunter vs. Canary Wharf”
En el caso se había construido una gran to-
rre en el área de Docklands del este de Lon-
dres por Canary Wharf Ltd.
La torre tenía 250 metros de altura y se
completó a fines de 1990. El problema es que
la torre estaba a menos de 10 kilómetros del
transmisor de televisión principal de la BBC.
Por supuesto, que, la torre interfirió con
la recepción televisiva de un grupo de resi-
dentes. Esta interferencia se resolvió al año
siguiente, mediante procedimientos técnicos.
El problema era si la interferencia con la re-
cepción de televisión equivalía a una molestia
y, además, si era necesario que el reclamante
tuviera un interés de propiedad antes de que
se pudiera iniciar un reclamo.
En el caso se alegaron y se presentaron
690 reclamos contra Canary Wharf Ltd. por
molestias durante el período durante el cual
se detectó la interferencia (12).
La conclusión fue que la interferencia con
la recepción de televisión a través de la cons-
trucción de una estructura vecina no podría
considerarse, ni constituía una molestia ac-
cionable. Además, se sostuvo que solo los re-
clamantes con derechos de propiedad podían
iniciar acciones por molestias privadas.
En ese sentido, el tribunal afirmó:
“En este caso, sin embargo, los acusados
dicen que el tipo de interferencia alegada, es
decir, por la construcción de un edificio entre
las casas de los demandantes y el transmisor
del Crystal Palace, no puede constituir, por
ley, una molestia procesable. Esto no es en
virtud de nada peculiar de la televisión. Se
aplica igualmente a la interferencia con el
paso de señales de luz, aire, radio o a la obs-
trucción de una vista. El principio general es
que en el derecho común cualquiera puede
construir lo que quiera sobre su tierra. Si el
efecto es interferir con la luz, el aire o la vista
de su vecino, esa es su desgracia. El derecho
del propietario a construir solo puede res-
tringirse mediante un convenio o la adquisi-
ción (mediante concesión o prescripción) de
una servidumbre de luz o aire en beneficio de
ventanas o aberturas en terrenos adyacen-
tes” (Lord Hoffman).
III.2.1.b. “Thompson-Schwab vs. Costaki”
Este es otro caso que permite distinguir la
apreciación de las molestias.
En los hechos se denuncia que los deman-
dados adquirieron una tienda en una zona
residencial y la usaban como sex shop. Los
residentes reclamaron por molestias y solici-
(11) El destacado es nuestro.
(12) Juicio completo de “Hunter vs. Canary Wharf
Ltd.” [1997] AC 655, HL.
4 | viernes 27 DE marzo DE 2020
taron una orden judicial para cesar con ese
uso. Lo cierto es que los demandantes alega-
ron que la vista de las prostitutas entrando y
saliendo de las instalaciones del acusado era
tan ofensiva que podía ser molesta para un
propietario vecino (13).
En este precedente, a diferencia del caso
anterior, por lo visto se trata de una califica-
ción subjetiva, pues el grado de las molestias
tiene un carácter relevante. El agravio de mo-
lestia se propone proteger el derecho a usar y
disfrutar la tierra, sin interferencia de otros.
La situación que motiva la queja debe ser
suficiente para interferir con el uso y disfrute
de su tierra por parte del reclamante. Cual-
quier circunstancia que cause un daño físico
real a la tierra cumple con este requisito; y de
esa manera se estableció que molestias como
humos, ruidos u olores pueden ser incluidos.
Por otra parte, como hemos visto, los tribu-
nales también admitieron acciones por mo-
lestias causadas por situaciones que causan
angustia emocional.
III.2.2. Valoración de las molestias a la pri-
vacidad en el caso de la Tate Modern
Volvemos al caso.
De acuerdo con lo expuesto, la cuestión a
indagar en el caso de la Tate y los vecinos
es acerca de las molestias a la privacidad de
los propietarios del inmueble lindero, que
se sienten observados por los visitantes del
Mirador, como si estuvieran en un zoológico,
encerrados en una jaula de cristal.
Una cuestión previa, es considerar si los
compradores conocían que la Tate era el edi-
ficio lindero y si, además, tuvieron en cuenta
que sus departamentos eran vidriados, en el
acto mismo de la compraventa o construc-
ción.
En el litigio se consideró la Evaluación de
Impacto Ambiental efectuada por las autori-
dades de la Tate, en la que se expresó que:
“Se han llevado a cabo estudios detalla-
dos, y se incluye en la evaluación del impacto
ambiental, del impacto potencial de la Tate
Modern 2 en la luz del día, la luz del sol, eclip-
sando, con vistas, las micro locales-clima
(viento) y la contaminación lumínica. Estos
han demostrado que, en todos estos casos, el
impacto sería insignificante. En particular,
cualquier impacto sobre los ocupantes resi-
denciales más cercanos no sería perceptible”.
En su momento se alegó infructuosamente,
por parte de los propietarios, que esta con-
sideración no era exacta, pues no se tuvo en
cuenta las vistas desde el mirador.
Lo cierto es que los tribunales británicos
han sido reacios a aceptar que la interferen-
cia de las vistas, alegada por los propietarios,
podría causar angustia emocional.
Los cuestionamientos que se planteó el tri-
bunal, a efectos de aplicar o no la ley de Mo-
lestias era si en verdad se puede proteger la
privacidad en el caso de alteración de la pri-
vacidad con relación a la vista con aplicación
de la Ley de Molestias.
La molestia para el derecho británico es tí-
picamente un derecho relacionado con la tie-
rra y existen tres tipos de molestias privadas:
a) molestia por invasión de la tierra de un
vecino;
{ NOTAS }
(13) Referencias: [1956] 1 Todos ER 652, [1956] 1 WLR
335.
(14) El destacado es nuestro.
(15) Ver sobre el punto MUNDET, Eduardo R., “Me-
dianería” en Cuestiones Esenciales en Derechos Reales, Ed.
b) molestias por lesiones físicas directas a
la tierra de un vecino; y
c) molestia por interferencia con el disfru-
te tranquilo por parte de un vecino.
Los demandantes argumentaron que la
privacidad puede verse como parte de la
comodidad de la tierra y que, como tal, el Mi-
rador puede ser una molestia para el tercer
tipo anterior, es decir, calificado como una
interferencia” al disfrute tranquilo” por par-
te del vecino.
Este argumento fue compartido por uno
de los jueces que consideró que: “la Ley de
Molestia es capaz, en un caso apropiado, de
operar para proteger la privacidad de una
casa frente a otro propietario”.
Para ese propósito, el juez estableció un
“ingenioso paralelismo” entre el concepto de
‘emanación’ proveniente de un edificio, como
el humo o el calor (contra el cual el agravio de
molestia tradicionalmente ha proporcionado
protección), y la mirada de los visitantes des-
de el Mirador.
El planteo, dentro del concepto de la Ley
de Molestias, y su antigua caracterización,
era si la Tate Modern, al operar el Mirador,
estaba haciendo un uso irrazonable de su tie-
rra, teniendo en cuenta la naturaleza de ese
uso, el lugar y el carácter de las molestias a
la privacidad.
En ese caso, se plantearon tres aspectos a
tener en consideración:
III.2.2.a. El Lugar o localización del edificio
Se afirmó que, en cuanto al lugar o locali-
zación, se trataba de “una parte del sur ur-
bano de Londres utilizada para una mezcla
de fines residenciales, culturales, turísticos y
comerciales” y que, en ese entorno, un ocu-
pante puede esperar menos privacidad que
en un entorno rural.
En ese sentido, el tribunal consideró que
una persona que elige vivir en una caja de
cristal en un concurrido cielo urbano tiene
una expectativa razonable y diferente que
uno que elige un lugar apartado.
Recordemos que la ciudad de Londres, hoy
en día, es una megalópolis con 9 millones de
residentes y podemos imaginar la situación
de todos y cada uno de ellos, desesperados
por proteger sus innumerables invasiones
potenciales a la privacidad.
III.2.2.b. La razonabilidad del uso de las tie-
rras del Tate
Se consideró que no había nada irrazona-
ble en el funcionamiento de un Mirador en la
Tate, en el contexto del carácter propio del
área y particularmente porque se habían in-
troducido para el público horarios de acceso
más limitados y otras restricciones conforme
con los requerimientos de los demandantes.
III.2.2.c. La naturaleza y el uso de las pro-
piedades del reclamante. El incentivo autoin-
ducido
En ese caso, y de manera concluyente, el
Tribunal consideró:
“los demandantes... que optaron por com-
prar los pisos han creado o se han sometido
a una sensibilidad a la privacidad de lo que
sería el caso de un diseño menos acristalado.
Lexis-Nexis, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2002,
ps. 79-80.
(16) SALVAT, Raymundo M., “Tratado de Derecho
Civil - Derechos Reales”, Ed. TEA, Buenos Aires, 1962,
t. II, ps. 398-399. PEÑA GUZMÁN, Luis A., “Derechos
Sería un error permitir que este incentivo au-
toinducido mire e infrinja la privacidad y la ex-
posición autoinducida al mundo exterior para
crear una responsabilidad por molestias... Si
los reclamantes tienen un diseño que aumenta la
invasión de la privacidad, entonces han creado
su propia sensibilidad y tendrán que tolerar
lo que el diseño ha creado” (14).
Realmente, es una novedad la introducción
de este concepto dinámico y complejo del in-
centivo autoinducido para mirar, un concepto
dotado de una sutileza difícil de superar.
Verdaderamente, lo expuesto significa
trasladar la responsabilidad al demandante,
toda vez que era lógico que cuando compró el
departamento, el elemento clave era la vista,
y de allí la generación de un diseño que con-
tradice la privacidad y genera el denominado
incentivo autoinducido.
Observamos que esta construcción del
incentivo autoinducido podría generar una
fragilidad conceptual, al trasladar toda la
responsabilidad a otros casos, quedando el
derecho sujeto a la tolerancia del diseño.
Sería como decirle a los demandantes: Si
Ud. compró el departamento con esa vista
en una locación de una ciudad densamente
poblada y edificada como Londres, a solo me-
tros del Támesis, no puede pretender tener
un campo libre en cuanto a su mirada sobre
el paisaje que, por otra parte, podría disfru-
tar desde otras perspectivas sin miradas in-
discretas.
A partir del incentivo autoinducido, el se-
gundo paso es tolerar la incomodidad.
Otro tema para tener en cuenta es que
a partir de la intromisión por parte de los
visitantes del Mirador uno de los factores
más invocados por, al menos, dos de los
demandantes fue la circunstancia de que
había niños en los departamentos observa-
dos.
Recordemos la especial protección que
merecen los niños. En el caso se consideró
que los intereses de privacidad de los niños
son parte de los intereses de una mayor
privacidad de los propietarios, es decir, sus
padres, pero no que esto no añade nada sus-
tancial a sus propios intereses importantes.
El Mirador no se ha construido, y no se utili-
za, deliberadamente con el fin de ofrecer una
vista sobre los niños.
IV. El Derecho argentino
Cuando se analiza un caso de jurispruden-
cia comparada, siempre está el interrogante
acerca del tema en el derecho argentino, sin
perjuicio de la aplicación de las normas vi-
gentes sobre derechos humanos que previa-
mente desarrollamos (ver ítem 1. 1a y 1b del
presente).
IV.1. Las servidumbres en el Derecho argenti-
no
IV.1.a. La servidumbre de luces y vistas
El tema bajo examen cae dentro de la re-
gulación del tema correspondiente a los de-
rechos reales.
Brevemente, se ha considerado que la ser-
vidumbre de luces y vistas es “el derecho que
una determinada finca, denominada domi-
nante, puede ejercer sobre otra, que se deno-
mina sirviente, en relación con las luces (los
Reales”, Ed. TEA, Buenos Aires, 1973, t. II, ps. 340-341.
(17) Ver TRAVIESO, Juan Antonio, “Garantías funda-
mentales de los derechos humanos Conflictos. Paradig-
mas. Aplicación de sistemas jurídicos internacionales.
1999”, Ed. Hammurabi, Buenos Aires. Ver también del
huecos en la pared) y las vistas (las ventanas,
los balcones, etc.)”.
En esta materia rigen diversos artículos
del Código Civil y Comercial de la Nación, en
especial:
Art. 1978.— Vistas. Excepto que una ley lo-
cal disponga otras dimensiones, en los muros
linderos no pueden tenerse vistas que permi-
tan la visión frontal a menor distancia que la
de tres metros; ni vistas laterales a menor
distancia que la de sesenta centímetros, me-
dida perpendicularmente. En ambos casos
la distancia se mide desde el límite exterior
de la zona de visión más cercana al inmueble
colindante (15).
Desde las antiguas normas al presente, se
ha producido un cambio en la terminología.
El viejo Código se refería a “vista oblicua o
de costado” y la doctrina elaborada en su tor-
no “de frente, directa o derecha” (arts. 580 y
ss.).
En lo que respecta a la regulación del nue-
vo Código, se mantienen las medidas origi-
nales: visión frontal de tres metros y vistas
laterales, de sesenta centímetros respectiva-
mente (16).
Lo cierto es que como en el caso que exami-
namos, las servidumbres de medianería, vistas
y luces crean controversias diversas.
Por supuesto ni hablar de los conflictos
psicológicos que genera la invasión de la pri-
vacidad.
Se ha tratado de explicar el concepto y se
ha concluido que son significados arduos de
exponer, ya que cada situación tiene caracterís-
ticas específicas, por lo que es complicado, en
muchas ocasiones, determinar quién tiene la
razón, como ha sucedido en este caso britá-
nico.
V. Conclusiones
Siempre recordamos la clásica máxima
inglesa, “home is your castle” para declarar
“the sanctity of a man’s home and the priva-
cies of life”.
Sin embargo, estos criterios tienen linea-
mientos, caracterizaciones especiales en las
grandes ciudades y, sin dudas, existe el pro-
pósito de no afectar construcciones ni espa-
cios en pos del derecho individual, salvo que
interfiera con intereses especiales.
En el pasado, mientras la historia iba en
carreta, se fue afirmando la idea medieval “a
man’s house as his castle” (la casa de cada
uno es su castillo), que confiere al hogar del
individuo la máxima protección, lejos del po-
der del monarca, y con derechos ilimitados.
A pesar de lo expuesto, esos derechos ilimita-
dos se restringen en el Reino Unido a través
de la Ley de Molestias, o en la Argentina con
las normas del Código Civil y Comercial, tal
como lo comentamos en este trabajo.
Los paradigmas tecnológicos impactan en
la sociedad con instituciones en pugna, en
este caso con la privacidad. En el mundo ju-
rídico casi siempre los problemas se dirigen
a los límites, a los bordes, en especial cuando
la controversia trata sobre la lucha por los
derechos y se visualiza en los conflictos de
estos, en contraposición o en pugna (17).
En un blog de Scott Adams, titulado “The
privacy illusion”, se afirma que no podemos
mismo autor, en YouTube “UBA TV: Los conflictos del
Derecho en la encrucijada: confluencias, alternativas y
armonías”, 2015.

perder nuestro derecho a la privacidad, por-
que en realidad lo perdimos hace ya mucho
tiempo. Toda esa información privada la tie-
ne el gobierno, los médicos, los bancos, las es-
cuelas, las compañías de seguros, las tarjetas
de crédito.
Por lo visto, el caso comentado opera en el
borde trasversal que comentamos y ello se
percibe, en especial, no solo en sus aspectos
jurídicos o en las instituciones que trascien-
de.
El problema es la drástica conclusión que,
expresada en términos coloquiales, sería: si
su privacidad está afectada, instale cortinas,
porque Ud. incurrió en un incentivo autoindu-
cido. Casi sería como poner en negro sobre
blanco aquel viejo principio de que nadie pue-
de alegar su propia torpeza.
El mismo tribunal concluye que los deman-
dantes podrían bajar sus persianas solares o
instalar películas de privacidad o cortinas de
red.
Incluso, el juez agregó: “Estas propiedades
son impresionantes y, sin duda, hay grandes
ventajas para disfrutar de tan amplias vistas
acristaladas, pero eso en efecto tiene un pre-
cio en términos de privacidad”.
_COLUMNA DE OPINIÓN
Coronavirus (Covid-19):
violación de medidas
contra epidemias
VIENE DE TAPA
“saludable”, “autónomo” y, por lo tanto, des-
vinculado de toda realidad y al margen de
toda dependencia.
La visión posmoderna concibe al hom-
bre —desde un punto de vista filosófico—
como un átomo particular aislado y contin-
gente, arrojado por azar en el mundo, que
cuenta con un fragmento de espacio y tiempo
que le acaban abocando a la nada, cuyas úni-
cas relaciones significativas de dependencia y
benevolencia se explican desde la utilidad y el
pragmatismo (1).
El multifacético ítalo-argentino José Inge-
nieros analizaba a principios del siglo XX que
“nuestro sistema solar es un punto en el cos-
mos; en ese punto es un simple detalle el pla-
neta que habitamos; en ese detalle la vida es
un transitorio equilibrio químico de la superfi-
cie; entre las complicaciones de ese equilibrio
viviente la especie humana data de un período
brevísimo; en el hombre se desarrolla la fun-
ción de pensar como un perfeccionamiento de
la adaptación al medio” (2).
El hombre —decía Santo Tomás— se mue-
ve en la dimensión espiritual, pues su entendi-
miento es espiritual; pero al mismo tiempo en
lo material, pues el alma sola no es el hombre,
este es la unión sustancial de alma y cuerpo (3).
En este sentido, al ser libre, el ser humano
no se comporta de manera regular y sistemá-
tica como los integrantes de cualquier otra
{ NOTAS }
Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723)
(*) Abogado (UNR). Director Legal y Técnico en la
Secretaría de Gobierno de la Municipalidad de Perga-
mino. Director del Instituto de Derecho Administrati-
vo y Tributario del Colegio de Abogados de Pergamino.
Miembro titular de la Asociación Argentina de Derecho
Administrativo y miembro adjunto de la Asociación Ar-
¿Cuál sería el precio?: “Bajar sus persia-
nas solares”, “instalar una película eléctrica
de privacidad” en las ventanas, o pensar en
comprar “plantas bien altas”.
La solución jurídica, luego de más de 70
páginas es, precisamente, correr las corti-
nas, justamente lo que hace cualquier perso-
na, muy parecido a lo que se les impone a los
demandantes, como un rechazo al arrogado
derecho de millonarios a disfrutar de las vis-
tas en exclusividad.
Es evidente que los ganadores de este plei-
to son, irónicamente, los fabricantes de cor-
tinas y persianas, cuya introducción el juez
consideró como “medidas correctivas” y que
los demandantes deberían haber adoptado
para proteger su propia privacidad.
A simple vista, parecería una conclusión
bastante alejada del Derecho, pero al mismo
tiempo está dotada de una dosis en contenidos
terapéuticos de sentido común, por su aplica-
ción dentro de una megalópolis de más de 9
millones de habitantes, que requiere criterios
muy diferentes a los que podrían adoptarse en
una finca rural o ribereña frente al mar.
El hallazgo básico es que aquel que ha ele-
gido vivir en el equivalente residencial de una
especie. El hombre se autodetermina, decide
él mismo su actuar y haciéndolo —de algún
modo— se determina a sí mismo. Así, la per-
sona no es algo dado de manera definitiva y
conclusiva, sino alguien que acontece, un ser
en proyecto o, como adjetiva Marías (4), un ser
futurizo. Tiene impuesta una tarea, hacer vida,
ya que, como escribía Ortega y Gasset, “la vida
nos es dada, puesto que no nos la damos a no-
sotros mismos, sino que nos encontramos en
ella de pronto y sin saber cómo. Pero la vida
que nos es dada no nos es dada hecha, sino que
necesitamos hacérnosla nosotros, cada cual la
suya. La vida es quehacer” (5).
Este quehacer revela también su vulnerabi-
lidad; porque el carácter proyectivo y futurizo
lleva consigo cierta inseguridad, en el sentido
de que en el proyecto que somos, especialmente
en sus inicios, cada uno precisa de manera ra-
dical de los demás: el origen real de la persona
humana. El nacimiento excluye la soledad. No
solo cada persona procede de otras, de los pa-
dres, sino que la constitutiva menesterosidad
del recién nacido, prolongada durante bastante
tiempo, hace que la vida personal sea necesa-
riamente interpersonal, es decir, convivencia.
De esta manera, la coexistencia humana
necesariamente está ligada a la adecuación de
los comportamientos interpersonales respec-
to de las necesidades biológicas de la especie;
el respeto al otro, la solidaridad, la colabora-
ción, el instinto de supervivencia social se eri-
gen como estandartes imprescindibles para
sobrevivir como grupo social. De estas cues-
tiones se ocupa el Derecho: para evitar el caos
y colaborar en la solución de problemas.
La recientemente declarada pandemia del
coronavirus (Covid-19) (6) ha puesto al desnu-
do —una vez más— estos puntos; la impres-
cindible necesidad de que la raza humana se
comporte colaborativamente a partir de una
individualidad concienzuda que se traduzca
en el respeto al otro. El rol del Estado en cues-
gentina de Justicia Constitucional.
(1) FEBRER, Rafael F., “Vulnerables: pensar la fragili-
dad humana”, Encuentro Ediciones, Madrid, 2005.
(2) INGENIEROS, José, “El hombre mediocre”, Ed.
Renacimiento, Madrid, 1913.
(3) Manifestum est quod homo non est anima tantum,
sed est aliquid compositum ex anima et corpore (Tomás de
pecera de peces de colores no debe abrigar
expectativas razonables de privacidad.
Además, el tribunal de apelación dictami-
nó que: “A pesar de los cientos de años en los
que ha habido un remedio para causar moles-
tias a un terreno adyacente del propietario y
la prevalencia de pasar por alto en todas las
ciudades y pueblos, no se ha informado de
ningún caso en este país en el que un recla-
mante haya tenido éxito en un reclamo mo-
lesto por pasar por alto por un vecino”.
Cada uno de nosotros puede advertir estos
caracteres simplemente recorriendo cual-
quier calle de Buenos Aires, una megalópolis
de casi tres millones de personas, incluso ob-
servando desde nuestra propia vivienda, que
no admite una ventana sin cortinas.
Quizás la conclusión sea que no hay dere-
chos ilimitados.
Dentro de ese concepto nos retumba en
el cerebro la expresión de uno de los pro-
pietarios: “Siento que mi vida gira en tor-
no al horario de apertura del Mirador de
la Tate”.
El único resultado palpable ha sido que la
Tate ha reducido por voluntad propia las fre-
tiones de seguridad pública; la importancia de
la regulación; la adopción de medidas preven-
tivas; la utilidad de la existencia y ejecución
de un régimen sancionador; revelan la trans-
versalidad del Derecho como herramienta de
paz social y, cómo no decirlo, para asegurar la
salud pública del colectivo de seres humanos.
Justamente, en las últimas semanas pudi-
mos observar cómo el Derecho Administra-
tivo se descubre (como tantas veces) en la
realidad regulando las actividades, eventos
sociales, educativos, culturales, de recreación,
deportivos, de movilidad migratoria entre
otras cosas y, por otro lado, el siempre tan
cuestionado Derecho Penal que vigila parca-
mente desde un lugar distante para liberar su
poder punitivo para quienes infrinjan la ley.
I. ¿Cuál es la diferencia entre endemia y epide-
mia? (7)
No cabe duda de que cualquier caso será
motivo de alerta cuando se trata de una enfer-
medad que nunca antes se había presentado
en un sitio, como podría ser una enfermedad
infecciosa exótica (v.gr., Covid-19), una in-
toxicación cuya fuente de contagio puede ser
común a muchos individuos, o bien, una en-
fermedad que se creía desaparecida. En este
último caso es muy obvia la condición de epi-
demia, pues la enfermedad en cuestión no se
presentaba antes y de pronto aparecen casos.
Por ejemplo, la aparición actual de unos cuan-
tos casos de dengue en la zona norte del país,
donde la enfermedad es endémica, es preocu-
pante; sin embargo, esta situación no es moti-
vo de una alarma tan importante, como sí lo
sería la aparición de un caso de fiebre amarilla
en esa misma región, pues el virus causante de
esta enfermedad utiliza el mismo insecto vec-
tor (Aedes aegypti) y no se presentan casos en
el país desde hace más de 50 años. Por lo ante-
rior, un caso de fiebre amarilla sería la premo-
nición de una epidemia y, posiblemente, de su
establecimiento como enfermedad endémica.
Aquino, Sth, I, q. 75, a. 4).
(4) MARÍAS, J., “Persona”, Alianza Editorial, Madrid,
1996, ps. 23 y 31.
(5) ORTEGA Y GASSET, J., “Historia como sistema”,
Alianza Editorial, Madrid, 1999, p. 13.
(6) “Hemos evaluado que el Covid-19 puede carac-
terizarse como una pandemia”, dijo este miércoles
viernes 27 DE marzo DE 2020 | 5
cuencias a la terraza y ha colocado un cartel
que dice:
“Por favor, respeten la privacidad de nues-
tros vecinos”.
Quizás sea valiosa la solución de “La ven-
tana Indiscreta”, film citado al comienzo de
este trabajo.
En esa vieja película, por lo menos, el sacri-
ficio de la privacidad permitió descubrir un
crimen.
Cita on line: AR/DOC/752/2020
L MÁS INFORMACIÓN
Carrazán, Luciana - Maggio, Facundo, “La utili-
zación de nuevas herramientas tecnológicas en la in-
vestigación criminal. El drone”, LA LEY 18/03/2020,
5, AR/DOC/4167/2019
Quadri, Gabriel H., “Sharenting: cuestio-
nes procesales”, RCCyC 2020 (marzo), 5, AR/
DOC/338/2020
Ferreyra, Eduardo, “Reconocimiento facial en el
espacio público de CABA y los peligros para los de-
rechos humanos”, LLCABA 2020 (febrero), 1, AR/
DOC/317/2020
Es importante discernir que no existe la
generación espontánea y que la aparición de
una epidemia no obedece a un castigo divino.
Siempre hay un primer caso, luego aparece
otro y así sucesivamente van ocurriendo has-
ta que nos percatamos de que estamos ante
una epidemia o brote epidémico. En algunas
ocasiones, una epidemia puede aparecer si-
multáneamente en diversos sitios, tal como
ocurrió en Perú en 1991, cuando apareció el
cólera virtualmente en tres comunidades cos-
teras distantes entre sí unos 500 km (Salazar-
Lindo, 1993).
La identificación del primer caso de un bro-
te o caso índice permite dilucidar las vías de
infección, lo que a su vez valora las medidas
de prevención. En el caso de enfermedades
exóticas (como el coronavirus) que ya han
sido importadas, la identificación de ese caso
índice adquiere relevancia especial, pues pone
en evidencia las deficiencias en las medidas
de contención; no obstante, al conocer esas
deficiencias se mejoran los sistemas de iden-
tificación, diagnóstico y contención de la epi-
demia. Ahora, ¿por qué es importante identi-
ficar el caso índice o paciente cero? Para que
la enfermedad se transmita debe existir una
vía de diseminación del agente causal desde el
caso índice a sus contactos y entre estos otros
individuos. Para que todo esto ocurra, deben
existir individuos susceptibles que se infecten
y transmitan el agente infeccioso y así, suce-
sivamente, el brote epidémico irá adquiriendo
importancia, hasta que llega a alcanzar un
pico máximo, después del cual tendrá que des-
cender, pues se irán agotando los individuos
susceptibles, las medidas preventivas toma-
rán importancia (o la gente les dará importan-
cia a las medidas preventivas) y continuará
disminuyendo el número de casos hasta que el
brote desaparece.
Esto significa que un brote o una epidemia
siempre alcanzará un pico máximo y luego
descenderá; qué tan rápido eso pueda ocurrir
11/03/2020 Tedros Adhanom, director de la OMS.
(7) Bibliografía consultada: HERNÁNDEZ-CHAVA-
RRÍA, “Fundamentos de epidemiología: El arte detec-
tivesco de la investigación epidemiológica”, Euned, San
José de Costa Rica, 2002, ps. 226-230.
6 | viernes 27 DE marzo DE 2020
depende del agente, del período de incuba-
ción, de la respuesta de los individuos hacia la
enfermedad, del número de susceptibles, de
las medidas preventivas, de los determinantes
ambientales, etc.; pero como el refrán que dice
“que todo lo que sube tiene que bajar”, cual-
quier epidemia tarde o temprano descenderá.
La realidad supera la ficción. Es que la faci-
lidad cada vez más evidente de realizar viajes
entre países muy distantes favorece la disemi-
nación de enfermedades, lo cual representa
una de las facetas negativas de la globaliza-
ción. El problema se complica cuando se trata
de un agente infeccioso que es transportado
a un nuevo territorio y encuentra allí un am-
biente propicio para diseminarse (8). La pan-
demia es la epidemia que traspasa las barre-
ras continentales; es una epidemia mundial.
Entre las pandemias de enfermedades in-
fecciosas por excelencia se mencionan: el có-
lera (9), la influenza (10) y el HIV (sida) (11).
Entre las pandemias de enfermedades no
infecciosas podemos nombrar la diabetes, la
osteoporosis, la hipertensión arterial, la obe-
sidad, las enfermedades cardiovasculares e
incluso el tabaquismo.
II. La regulación en la emergencia
El presidente de la Nación dictó un decreto
de necesidad y urgencia ampliando la emergen-
cia pública en materia sanitaria establecida por
la ley 27.541, en virtud de la pandemia declarada
por la Organización Mundial de la Salud, en re-
lación con el coronavirus Covid-19, por el plazo
de un año a partir de su entrada en vigencia (12).
La ley nacional 27.287 por la cual se crea el
Sistema Nacional para la Gestión Integral del
Riesgo y la Protección Civil (13) define la emer-
gencia (14) como “una situación, un daño pro-
vocado por un evento adverso de origen na-
tural o provocado por los seres humanos que,
por su magnitud, puede ser atendida por los
medios disponibles localmente”. Asimismo, la
misma norma conceptualiza el término ges-
tión de la emergencia (15) la que debe entender-
se como la “organización y administración de
los recursos y responsabilidades para abordar
los aspectos relacionados a las situaciones de
emergencia y/o desastres”.
Regular en la emergencia no significa que
la regulación se lleve a cabo antes de que ella
ocurra; tampoco equivale a afirmar que se re-
glamente previendo su acaecimiento (16), sino
{ NOTAS }
(8) P. ej., la séptima pandemia del cólera hizo su apa-
rición en América a inicios de 1991 cuando se detectó en
Perú; allí encontró las condiciones ideales para transmi-
tirse y en ese primer año en América provocó más de me-
dio millón de casos y se diseminó por los países del área.
(9) Se han documentado siete pandemias; la última
se inició en 1961 con la aparición de una nueva variedad
de la bacteria conocida como biotipo “El Tor” y, 30 años
más tarde, llegó a América.
(10) Las mutaciones constantes en el virus de la in-
fluenza, favorecidas por su gran capacidad recombinan-
te, conferidas por un genoma dividido en genes separa-
dos, llevan a la aparición de nuevas cepas del virus, con-
tra las cuales la inmunidad previa no es efectiva, lo que
provoca grandes epidemias. El virus se aisló por primera
vez en 1933; sin embargo, se han rastreado pandemias
asociadas a él. Las pandemias documentadas ocurrieron
en 1918, 1957, 1968 y 1977. A partir de 1996 se han detecta-
do al menos tres nuevas variantes que no han generado
grandes epidemias. Uno de los factores determinantes
han sido las aves migratorias que transportaban los vi-
rus, llevándolos de un hospedero a otro, lo cual favorece
la recombinación de cepas.
(11) Fue apenas descrita en la década del 1980; apare-
ce como la enfermedad emergente más devastadora y
estigmatizante de la época. Se calcula que se han presen-
tado más de 34 millones de casos y el 95% de ellos provie-
nen de países en desarrollo, particularmente de la región
subsahárica y diariamente podrían estar ocurriendo
unas 16.000 infecciones nuevas.
que la actividad ordenatoria se realice duran-
te el acaecimiento del evento o suceso que da
lugar a la emergencia y sus consecuencias
inmediatas. Por ello, es necesario, también,
discernir entre la “emergencia” y su causa; es
decir, el evento o suceso que la produce. De tal
manera, la emergencia se define en el diccio-
nario de la Real Academia Española como una
“situación de peligro o desastre que requiere
una acción inmediata”. Pero lo que crea esa
situación de peligro o desastre puede provenir
de hechos de la naturaleza (erupción de un vol-
cán, un maremoto, un tsunami, inundaciones,
plagas, temperaturas extremas, etc.); sociales
(protestas, huelgas, cortes de calles, avenidas
o rutas, desempleo masivo, etc.); políticos (cri-
sis institucional, acefalías irregulares, golpe
de Estado, etc.); económicos (hiperinflación,
recesión, contracción o depresión económica);
geopolíticas (guerras; grandes migraciones,
procesos hegemónicos, etc.), entre otras.
En la mayoría de los casos la potestad regu-
ladora del Estado (sea nacional, provincial o lo-
cal) está encaminada a tres objetivos inmedia-
tos: 1) coordinar la gestión del aparato estatal
para hacer frente de forma urgente, integral y
colaborativamente con la sociedad civil el ries-
go o suceso que produce la situación de emer-
gencia; 2) justificar los gastos que sean nece-
sarios realizar para el financiamiento de las
medidas que se pretendan ejecutar y 3) enviar
un mensaje institucional a la sociedad de que
el Estado está enterado y abocado al tema (17).
La gestión integral del riesgo es un proceso
continuo, multidimensional, interministerial y
sistémico de formulación, adopción e imple-
mentación de políticas, estrategias, planifica-
ción, organización, dirección, ejecución y con-
trol, prácticas y acciones orientadas a reducir
el riesgo de desastres y sus efectos, así como
también las consecuencias de las actividades
relacionadas con el manejo de las emergencias
y/o desastres. Comprende acciones de miti-
gación, gestión de la emergencia y recupera-
ción (18). El manejo de la crisis implica acciones
y medidas que permiten enfrentar las situacio-
nes de emergencias y/o desastres a través de
dos componentes: alerta (19) y respuesta (20).
III. El plexo represivo. El delito de “Violación de
medidas adoptadas por las autoridades compe-
tentes, para impedir la introducción o propaga-
ción de una epidemia”
El cap. IV del Código Penal argentino trata
sobre los llamados “Delitos contra la salud pú-
blica”.
(12) DCNU-2020-260-APN-PTE (BO 12/03/2020). La
provincia de Buenos, al igual que muchas otras, tam-
bién procedió de igual formar al emitir la resolución res.
416/2020 GDEBA-MSALGP de fecha 13/03/2020; DE-
CNU-2020-297-APN-PTE (BO 20/03/2020)..
(13) BO 20/10/2016; regl. por dec. 383/2017 (BO
30/05/2017).
(14) Art. 2º, inc. e).
(15) Art. 2º, inc. g).
(16) Sin embargo, hay algunas normas en ese sentido,
como, p. ej., las leyes 17.180 (BO 27/02/1967) de Medidas
Sanitarias aplicables en tránsito internacional e interpro-
vincial; la 27.287 (BO 20/10/2016), de Sistema Nacional
para la Protección Integral del Riesgo y la Protección Civil.
(17) Este mensaje surge implícitamente con cada re-
solución o decreto emitido por las diferentes autorida-
des estatales de las provincias y municipios del país; sin
embargo, como mucho pudimos observar, el presidente
de la República dijo expresamente “El Estado está pre-
sente” en cadena nacional difundida el 12/03/2020.
(18) Art. 2º, inc. h), ley 27.287.
(19) El art. 2º, inc. b), define como alerta el “estado de-
clarado con anterioridad a la manifestación de una ame-
naza bajo monitoreo, que permite tomar decisiones es-
pecíficas para que se activen procedimientos de acción
previamente establecidos”.
(20) El art. 2º, inc. s), define como respuesta el “conjun-
to de acciones llevadas a cabo ante la ocurrencia de una
emergencia y/o desastre, con el propósito de salvar vi-
das, reducir impactos en la salud, satisfacer las necesida-
En el art. 202 se establece que “será repri-
mido con reclusión o prisión de tres a quince
años, el que propagare una enfermedad peli-
grosa y contagiosa para las personas”.
Posteriormente, el art. 203 (21) instituye que
“cuando alguno de los hechos previstos en los
artículos anteriores fuere cometido por im-
prudencia, negligencia, impericia en su arte o
profesión o por inobservancia de los deberes
a su cargo, se impondrá multa de pesos cinco
mil ($5000) a pesos cien mil ($100.000); si tu-
viere como resultado enfermedad o muerte se
aplicará prisión de seis [6] meses a cinco [5]
años”.
El art. 205 del Cód. Penal argentino (22) dis-
pone que “Será reprimido con prisión de seis
meses a dos años, el que violare las medidas
adoptadas por las autoridades competentes,
para impedir la introducción o propagación
de una epidemia”.
Hay epidemia —a los efectos del análisis del
tipo objetivo— cuando una enfermedad con
alto grado de contagio y rápida propagación
ataca un gran número de personas en un corto
lapso.
La acción típica consiste en violar medidas
de autoridad competente que tienden a evi-
tar el comienzo de una epidemia en zonas no
afectadas por ella o su difusión en lugares ya
tuvo comienzo. La expresión “violar” toma el
sentido de desobediencia, de incumplimiento
de deberes impuestos en resguardo de la sa-
lud pública.
Este es un ejemplo clásico de ley penal en
blanco, pues carece de un contenido preciso,
fijo y determinado, trazando su perfil definiti-
vo otras disposiciones de naturaleza extrape-
nal (23). El tipo penal se completa insertando
en él la concreta conducta —hacer o no ha-
cer— que la norma extrapenal estipula, con
lo cual el comportamiento que la ley penaliza
puede ser una acción o una omisión (24).
Lo que la ley denomina “medidas” es en-
tendido como preceptos o disposiciones obli-
gatorias, de orden general o particular, que
impongan una acción o una omisión. Ellas
pueden asumir cualquier forma, siempre que
no establezcan sanciones autónomas (25).
Las medidas deben ser adoptadas por una
autoridad competente (26), que goce de facul-
tades para dictar o hacer cumplir disposicio-
nes precautorias destinadas a prevenir, com-
des básicas de subsistencia de la población afectada, sal-
vaguardar bienes materiales y preservar el ambiente”.
(21) Artículo sustituido por el art. 4º, ley 26.524 (BO
05/11/2009).
(22) Texto originario de la ley 11.179 (1922), “Código
Penal de 1921”. La ley 11.309 (1924) le agregó el segundo
párrafo, que fue derogado por la ley 17.567 (1968), re-
puesto por la ley 20.509 (1973) y finalmente eliminado
por la ley 20.771 (1974).
(23) Por ello, MALAGARRIGA, Carlos, sostuvo que el
artículo es inconstitucional (“Código Penal argentino”, Ed.
Cervantes, Bs. As., 1927, t. III, p. 61). Lo rebatieron GÓMEZ,
E., “Tratado de Derecho Penal”, Cía. Arg. de Edit., 1939, t. V,
p. 121, nro. 1147) y SOLER, S., (“Derecho penal argentino”,
Tipográfica Edit. Argentina, Bs. As., t.  4, , p. 682, ap. 129).
(24) BREGLIA ARIAS, Omar – GAUNA, Omar R.,
“Código Penal y leyes complementarias”, Ed. Astrea,
Buenos Aires, 2007, p. 507.
(25) SOLER, ob. y loc. cit. La autoridad que impone
las medidas puede ser nacional, provincial o municipal.
(26) No se configuraría el delito de “Violación de
medidas contra epidemias”, p. ej., si una autoridad mu-
nicipal prohíbe el ingreso a las escuelas y el dictado de
clases, porque la autoridad competente para ello es la
provincia a través del Ministerio o repartición encarga-
da de la educación. En la provincia de Buenos Aires, sin
embargo, el intendente municipal cuenta con la facultad
de clausurar establecimientos, decomisar y destruir
productos, demoler, trasladar establecimientos y adop-
tar medidas preventivas para evitar el incumplimiento
batir o erradicar enfermedades transmisibles
que afecten a muchas personas.
Por otro lado, estamos ante un delito de pe-
ligro abstracto (27), que se consuma con la rea-
lización del acto prohibido o con la omisión del
mandado (28), aunque en el caso concreto la
infracción haya causado la introducción o bien
la extensión de la epidemia (29). Es también
un delito doloso, por lo cual requiere conoci-
miento o por lo menos duda de la existencia y
la obligatoriedad del mandato, y la competen-
cia de la autoridad que impone la medida, ya
que el error acerca de tales cuestiones podría
excluir la culpabilidad, aun el error vencible,
pues las formas culposas son atípicas. El dolo
eventual es admisible. El bien jurídico protegi-
do es la seguridad pública (30).
IV. La salud pública
Para decirlo en palabras sencillas, la salud
pública no es nada más ni nada menos que la
protección del estado sanitario de la población
en general e indeterminada.
La salud pública surgió en Europa en el si-
glo XIX, en el contexto de la Revolución Indus-
trial, como un campo de conocimiento para la
aplicación de medidas de prevención y control
de las enfermedades transmisibles. Su obje-
tivo principal estaba orientado a mantener
la salud y el bienestar de las poblaciones que
habían migrado a las ciudades (31).
En relación con la pandemia, que mientras
escribo estas líneas está acaeciendo en todo el
mundo; de nada sirve tener buenos médicos,
buenas organizaciones e instituciones de sani-
dad (que en nuestro país es claramente defi-
ciente) inclusive de buenas y aceitadas medidas
de prevención, de comunicación, capacitación
y concientización; si los propios interesados no
adecuamos nuestras conductas a tales cometi-
dos. Por eso, el análisis antropológico y filosófi-
co que se ha ensayado en la introducción no está
desprovisto de sentido ni —mucho menos— de
intención. Sin embargo, de todas las medidas
descriptas precedentemente, no caben dudas
de que la más importante en términos de prac-
ticidad, rapidez y eficacia, es por lejos la con-
cientización. Lo que permite la internalización
de la gravedad de la emergencia, la rapidez con
la que se propaga el virus y la vulnerabilidad a
la que estamos expuestos. Esta aprehensión es
lo que nos facultará a actuar en consecuencia.
A pesar de que refiramos a “salud pública”,
no debemos olvidar que la indeterminación
de las ordenanzas de orden público. Inclusive, puede
allanar domicilios con arreglo a lo dispuesto por el art. 21
de la Constitución provincial. El art. 2º de la ley nacional
27.287 define el peligro como la “capacidad potencial de
causar daño que tiene una amenaza”.
(27) VÁZQUEZ IRUZUBIETA, Carlos, “Código Pe-
nal comentado”, Atelier, Barcelona, 2015, t. IV; NÚÑEZ,
Ricardo, “Derecho penal”, Ed. Bibliográfica Arg., Bs.
As., 1959, t. VI,, p. 154 y SOLER, ob. y loc. cit.
(28) CREUS, C., “Derecho penal. Parte especial”, Ed.
Astrea, Bs. As., 1995, t. 2, p. 85, ap. 1568, y LAJE ANAYA,
E. - GAVIER, J., “Notas al Código Penal Argentino”, Ed.
Lerner, Cba., 1996, t. II, I, p. 489, nota 70.
(29) Quien escapa de una cuarentena o aislamiento
comete el delito, aun cuando después resulte que no es-
taba enfermo (conf. NÚÑEZ, Ricardo, “Manual. Parte
especial”, Ed. Lerner, Cba., 1972, p. 332).
(30) Nótese la ubicación del artículo analizado (tít. VII,
Cód. Penal) da cuenta de que no estamos frente a un ilí-
cito que protege a la salud pública, como pareciera ser;
sino que el bien jurídico que resguarda es el de la seguri-
dad pública. Sin embargo, los atentados contra la salud
pública se incluyen entre los delitos contra la seguridad
común como creadores de peligro para la comunidad, es
decir, para la salud pública, entendiéndose por tal aquella
de la que goza el público en general, indeterminadamente
(conf. BUOMPADRE, Jorge E., “Derecho penal. Parte es-
pecial”, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2016, t. 2, p. 76).
(31) “Guía para el fortalecimiento de la Vigilancia de la
Salud en el nivel local”, en http://www.msal.gob.ar/ima-

de este criterio general está encaminada a
proteger, en definitiva, uno de los derechos
fundamentales de todo ser humano, el de la
salud.
El Preámbulo de la Constitución de la Orga-
nización Mundial de la Salud (OMS), firmada
en Nueva York el 22/07/1946 y en vigencia
desde el 07/04/1948, define la salud como “un
estado de completo bienestar físico, mental y
social, y no solamente la ausencia de afeccio-
nes o enfermedades”.
Por su parte, el Protocolo de San Salvador,
Adicional a la CADH, en materia de Dere-
chos Económicos, Sociales y Culturales, en
su art. 10.1 define la salud como “el disfrute
del más alto nivel de bienestar físico, mental
y social”.
Entre todos los derechos económicos, ci-
viles, sociales y culturales reconocidos por
los tratados internacionales, el derecho a la
salud —como afirma Bazán (32)— brilla con
luz propia bajo el entendimiento de que dicha
condición, además de ser un valor intrínseco,
constituye un presupuesto fáctico indispensa-
ble para el ejercicio efectivo de los restantes
derechos.
Recordemos que nuestro texto fundamen-
tal fue sancionado el 1º de mayo de 1853, sin
la concurrencia de la provincia de Buenos Ai-
res (33) y proscribía expresamente su reforma
hasta después de diez años de ser jurada.
Luego de varias reformas (34), en 1949 se
dictó una nueva Constitución que rigió has-
ta 1956 (35). Previamente, en 1955 se produjo
un golpe militar que destituyó al gobierno de
Juan D. Perón. Dicha norma fundamental de
1949, que exhibía una fuerte textura social
con énfasis en las relaciones laborales, con-
tenía —ejemplificativamente— la protección
de la salud, en su art. 37.I.5 establecía: “El
cuidado de la salud física y moral de los indi-
viduos debe ser una preocupación primordial
y constante de la sociedad...”. El art. 37.III.5,
disponía: “El cuidado de la salud física de los
ancianos ha de ser preocupación especialísi-
ma y permanente”.
Luego de los vaivenes institucionales que
vivió nuestro país, entre ellos el golpe del 24
de marzo de 1976, el readvenimiento de la
democracia se concretizó el 10 de diciembre
de 1983, al asumir Raúl R. Alfonsín como pre-
sidente constitucionalmente elegido, reinau-
gurándose el estatus democrático. Con ello,
retomó vigor la Constitución de 1853, con sus
reformas de 1860, 1866, 1898 y 1957.
En lo que hace a nuestro tema central, po-
demos observar que en el art. 14 bis (incor-
porado en 1957) puede vislumbrarse alguna
alusión del derecho a la salud, cuando esta-
blece la obligación estatal de asegurar “los
beneficios de la seguridad social, que ten-
drá carácter integral e irrenunciable” y un
“seguro social obligatorio”. También, en el
art. 18 de la CN, donde se pronuncia que “las
cárceles de la Nación serán sanas y limpias”.
El Preámbulo constitucional, donde preco-
niza “promover el bienestar general”, permi-
te abordar la salud como un bien de dimensión
colectiva.
{ NOTAS }
ges/stories/epidemiologia/pdf/guia-c2_vigilancia.pdf.
(32) BAZÁN, Víctor, “Derecho a la salud y justicia
constitucional”, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2013, p. 4.
(33) Sin embargo, el 11 de noviembre de 1859 se cele-
bró el denominado Pacto de San José de Flores, por me-
dio del cual Buenos Aires se declaró parte integrante de
la Confederación Argentina.
(34) En 1860; 1866 y 1898.
(35) El 27 de abril de 1956, el presidente de facto Pedro
E. Aramburu dictó una proclama de carácter constitu-
cional, por la que se restauró la Constitución de 1853, con
sus “reformas” de 1860, 1866 y 1898 y con exclusión de la
La salud pública como bien jurídico colecti-
vo recepta protección, además de la penal, en
los ámbitos administrativos, contravencional,
civil y constitucional.
A partir de la última reforma constitucio-
nal en el año 1994, actualmente operativa, se
consagró en el art. 42 el derecho a la salud (36)
Desde una interpretación contextualizada,
también podemos reconocer que el derecho a
la salud está implícitamente contemplado en
el art. 33 (37) y el art. 41 consagra el derecho
de todos los habitantes “a un ambiente sano,
equilibrado”, previsión en la que subyace la
exigencia de protección del derecho a la sa-
lud (38).
Esta previsión normativa está complemen-
tada con los diversos instrumentos interna-
cionales sobre derechos humanos que osten-
tan jerarquía constitucional (39) en función de
lo dispuesto por el art. 75, inc. 22, párr. 2º; e
incluso se refuerza por parte de otros instru-
mentos internacionales que tienen jerarquía
supralegal (art. 75, párr. 1º).
La Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos (Corte IDH) ha sostenido que “la salud
es un bien público cuya protección está a car-
go de los Estados” y, en relación con personas
que se encuentran recibiendo atención médi-
ca, aquellos “tienen la obligación de prevenir
que terceros interfieran indebidamente en el
goce de los derechos a la vida y a la integri-
dad personal, particularmente vulnerables
cuando una persona se encuentra bajo tra-
tamiento de salud”. Agrega que los Estados
“tiene el deber de regular y fiscalizar toda la
asistencia de salud prestada a las personas
bajo su jurisdicción, como deber especial de
protección a la vida y a la integridad perso-
nal, independientemente de si la entidad que
presta tales servicios es de carácter público o
privado” (40).
Por su parte, el Comité de DESC, en su OG
14, “El derecho al disfrute del más alto nivel
posible de salud (art. 12 —PIDESC—)”, adop-
tada en el 22 período de sesiones del Comité,
el 11 de agosto de 2000 (E/C 12/2000/4), ha
puntualizado que el derecho a la salud en to-
das sus formas y a todos los niveles abarca
los siguientes elementos esenciales e interre-
lacionados, cuya aplicación dependerá de las
condiciones prevalecientes en un determina-
do Estado parte (apart. 12):
a) Disponibilidad: cada Estado parte deberá
contar con un número suficiente de estableci-
mientos, bienes y servicios públicos de salud
y centros de atención de la salud, así como de
programas. Los servicios incluirán los facto-
res determinantes básico de la salud, como
agua limpia potable y condiciones sanitarias
adecuadas, hospitales, clínicas y demás esta-
blecimientos relacionados con la salud, perso-
nal médico y profesional capacitado y bien re-
munerado, habida cuenta de las condiciones
que existen en el país, así como los medica-
mentos esenciales definidos en el Programa
de Acción sobre Medicamentos Esenciales de
la OMS.
b) Accesibilidad: los establecimientos, bie-
nes y servicios de salud deben ser accesibles
a todos, sin discriminación alguna, dentro de
la jurisdicción del Estado parte. La accesibi-
de 1949, sin perjuicio de los actos y procedimientos que
hubiesen quedado definitivamente concluidos con ante-
rioridad al 16 de septiembre de 1955, esto es, la fecha del
golpe que derrocó al entonces presidente Juan D. Perón.
(36) Aunque en el marco de la “relación de consumo”.
(37) Art. 33, CN: “Las declaraciones, derecho y garan-
tías que enumera la Constitución, no serán entendidos
como negación de otros derechos y garantías no enume-
rados; pero que nacen del principio de la soberanía del
pueblo y de la forma republicana de gobierno”.
(38) BAZÁN, Víctor, ob. cit., p. 18.
(39) Declaración Americana de los Derechos y Debe-
lidad presenta dimensiones superpuestas: a)
no discriminación; 2) accesibilidad física; 3)
accesibilidad económica (asequibilidad), y 4)
acceso a la información.
c) Aceptabilidad: todos los establecimientos,
bienes y servicios de salud deberán ser res-
petuosos de la ética médica y culturalmente
apropiados, es decir, respetuoso de la ética
médica y culturalmente apropiados, es decir,
respetuosos de la cultura de las personas, las
minorías, los pueblos y las comunidades, a la
par que sensibles a los requisitos del género
y el ciclo de vida, y deberán estar concebidos
para respetar la confidencialidad y mejorar
el estado de salud de las personas de que se
trate.
d) Calidad: los establecimientos, bienes
y servicios de salud deberán ser también
apropiados desde el punto de vista científico
y médico y ser de buena calidad. Ello requie-
re, entre otras cosas, personal médico capa-
citado, medicamentos y equipo hospitalario
científicamente aprobados y en buen estado,
agua limpia potable y condiciones sanitarias
adecuadas.
En definitiva, el derecho a la salud es un
derecho básico o esencial y conforma, por
lo tanto, uno de los pilares de los “derechos
fundamentales”. Sin perjuicio del reconoci-
miento que tanto la jurisprudencia de la Cor-
te Suprema de Justicia de la Nación (41) como
de la Comisión y la Corte Interamericana de
Derechos Humanos ha formulado en torno
a este derecho; nos permitimos reflexionar
una sentencia del Tribunal Constitucional
Federal alemán en el caso “Lüth” (1958), en
donde sostuvo “que los valores o principios
iusfundamentales no valen únicamente para
la relación entre el Estado y el ciudadano, sino
mucho más allá de eso, para todos los ámbitos
del derecho”. Esto lleva un “efecto de irradia-
ción (Ausstrahlungswirkung) de los derechos
fundamentales sobre todo el sistema jurídico;
los derechos fundamentales se vuelven ubi-
cuos” (42).
V. La vigilancia. El Sistema Nacional de Vigilan-
cia de la Salud (SNVS)
En la Argentina, la vigilancia de la salud se
viene desarrollando desde 1960. Ese año, se
promulgó la ley 15.465 de Notificaciones Mé-
dicas Obligatorias a través del dec. 12.833 del
31/10/1960 para promover la notificación de
eventos bajo vigilancia (43). En 1966, se mo-
dificó esta ley y su reglamento, realizándose
en 1979 el último cambio a través del dec.
2771, referente a un nuevo agrupamiento de
enfermedades, no interfiriendo en el espíritu
de la ley.
En 1993, se establecen acuerdos sobre
conceptos generales e instrumentos de la
vigilancia, dando lugar a la res. min. 394 que
incorpora las Normas del Sistema Nacional
de Vigilancia Epidemiológica al Programa
Nacional de Garantía de Calidad de la Aten-
ción Médica. En mayo de 1995, mediante
la resolución del secretario de Salud 88, se
constituye la Comisión Asesora sobre Vi-
gilancia Epidemiológica, la que debe orien-
tar acerca de los aspectos operativos y de
procedimiento. A fines de ese mismo año,
se publica la primera edición del Manual de
res del Hombre (DADDH); la Declaración Universal de
Derechos Humanos (DUDH); la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (CADH); el Pacto Internacio-
nal de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PI-
DESC); el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polí-
ticos (PIDCyP) y su protocolo facultativo; la Convención
sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio;
la Convención Internacional sobre la Eliminación de to-
das las Formas de Discriminación Racial; la Convención
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discrimina-
ción contra la Mujer; la Convención contra la Tortura y
otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes,
viernes 27 DE marzo DE 2020 | 7
Normas y Procedimientos para la Vigilancia
Epidemiológica, que se revisa y actualiza en
1999 y en 2007. Entre el 2007 y el 2010 se
afianza la notificación a través del SNVS y
se legitima el uso de la resolución 1715/2007
utilizando en un sistema de información
particular los eventos normatizados. Du-
rante el 2010 comienza un proceso de revi-
sión del mismo que incluye a las direcciones
de epidemiología, los programas y distintos
actores involucrados. La propuesta consiste
en actualizar la nómina de enfermedades de
notificación obligatoria, su agrupamiento,
periodicidad, estrategias, herramientas a
utilizar en la recolección de los datos, y el
flujo de la información del sistema a la luz
de los objetivos de prevención y control con
equidad.
Con la incorporación final en 2009 de la
provincia de Buenos Aires, luego de tres años
de implementación oficial del resto de las
provincias, todo el país comparte un mismo
formato para la comunicación de las enfer-
medades de notificación obligatoria. Este
hecho posibilitó que se puedan unificar bases
de datos de vigilancia recogidas a través del
módulo de vigilancia clínica, suministrando la
información a un sistema unificado que a su
vez se constituye en una fuente de informa-
ción común.
El Sistema Nacional de Vigilancia de la
Salud (SNVS), se constituye como una red
que permite la interconexión oportuna de los
distintos efectores del sistema de vigilancia,
posibilitando el intercambio de información.
VI. La estructura estatal en el país
En la Argentina, en tanto Estado federal,
coexisten la Nación, las provincias, los mu-
nicipios y la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires (CABA) (44), que es la capital del país.
Ello supone que conviven la Constitución
Nacional con las constituciones provincia-
les e incluso con la de la CABA, la que, si
bien no es una provincia (aunque tampoco
un municipio), cuenta con un régimen de
gobierno autónomo, con facultades propias
de legislación y jurisdicción, y con un jefe
de gobierno y legisladores elegidos directa-
mente por el pueblo de la ciudad (45). Esta
explicación implica que las provincias se
dan sus propias instituciones locales y se ri-
gen por ellas, sin intervención del Gobierno
Federal (art. 122).
Así, si bien la sanción de los códigos de fon-
do en las distintas materias (civil, comercial,
penal, etc.) corresponde al Congreso nacio-
nal, lo que significa que existe un solo cuerpo
normativo sustantivo de cada temática para
toda la Nación (46), las provincias están facul-
tadas para dictar sus códigos procesales en
sus respectivos ámbitos jurisdiccionales, los
que coexisten con los códigos procedimenta-
les existentes en el ámbito federal.
Este escenario muestra la existencia de un
universo plural de instrumentos jurídicos,
jurisdicciones y competencias que deben in-
teractuar en la estructura federal de nuestro
Estado argentino.
Todo ello genera un complejo entramado
de relaciones entre las distintas instancias
y la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).
(40) Corte IDH, 04/07/2006, “Ximenes Lopes vs. Bra-
sil”, sentencia de fondo, reparaciones y costas, serie C,
nro. 149, párr. 89.
(41) Fallos 325:292; 280:238; 303:422; 306:1253, entre
otros.
(42) ALEXY, R., “Derechos fundamentales, pondera-
ción y racionalidad”; cit. por BAZÁN, ob. cit., p. 167.
(43) BO del 28/10/1960.
(44) Arts. 5º, 123 y 129, CN.
(45) Art. 129, CN.
(46) Art. 75, inc. 12, CN.
8 | viernes 27 DE marzo DE 2020
políticas del sistema institucional que, ade-
más, muestra un intenso tinte presidencia-
lista.
Por esta razón, la declaración de emer-
gencia sanitaria por la propagación del virus
Covid-19 por parte del Estado nacional, las
provincias y algunos municipios se emitió
dentro de sus respectivas competencias. De
esta manera, como lo adelantáramos más
arriba, un municipio puede declarar el estado
de emergencia en materia de salud pública,
suspender eventos o actos deportivos, cultu-
rales, recreativos, sociales dentro de su aco-
tada competencia; no podría, en cambio, or-
denar la suspensión de las clases ni disponer
el cierre de las escuelas que caen dentro de
las prerrogativas provinciales de regulación,
como así tampoco, establecer restricciones
migratorias.
VII. El Sistema Nacional para la Gestión Integral
del Riesgo y la Protección Civil
Como adelantáramos en el punto II) del
presente trabajo, la ley 27.287 crea el Sistema
Nacional para la Gestión Integral del Riesgo y
la Protección Civil, reglamentada por el dec.
383/2017 (47).
VII.1 Objetivos y principios
Este sistema tiene por objeto integrar ac-
ciones y articular el funcionamiento de los
organismos del Gobierno nacional, los go-
biernos provinciales, de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires y municipales, las organi-
zaciones no gubernamentales y la sociedad
civil, para fortalecer y optimizar las acciones
destinadas a la reducción de riesgos, el ma-
nejo de la crisis y la recuperación (art. 1º). A
estos efectos, se considerará protección civil
a aquella parte integrante de la seguridad
pública que, mediante la gestión integral del
riesgo, se ocupa de prevenir o reducir el im-
pacto de amenazas de cualquier origen que
puedan afectar a la población, sus bienes, el
ambiente y la infraestructura productiva y de
servicios (48).
Entre los objetivos que se prevén en la nor-
ma analizada, a los efectos del presente análi-
sis, podemos mencionar:
a) Promover la preservación de la vida de
las personas, sus bienes, el ambiente y la in-
fraestructura productiva y de servicios ante
la ocurrencia de eventos adversos de cual-
quier origen.
b) Promover la resiliencia de las generacio-
nes presentes y futuras en su lugar de origen,
mediante programa y acciones de reducción
de riesgos, procurando evitar, siempre que
sea razonable y posible, el desplazamiento de
comunidades.
c) Promover cambios en los valores y con-
ductas sociales para fomentar una cultura de
la prevención y la gestión integral de riesgos
de desastre que posibiliten el desarrollo de la
protección civil a través de las instituciones
públicas y privadas del Sistema Educativo
Nacional.
d) Fomentar la autoprotección de la pobla-
ción frente a emergencias y desastres.
e) Coordinar la actuación articulada de or-
ganismos y entidades competentes, así como
la implementación de las diversas herramien-
{ NOTAS }
(47) BO 30/05/2017.
(48) Art. 1º, Anexo aprobado por dec. 383/2017.
(49) Recordemos que por “desastre” se entiende
toda “interacción entre una amenaza y una población
vulnerable que, por su magnitud, crea una interrup-
ción en el funcionamiento de una sociedad y/o siste-
ma a partir de una desproporción entre los medios
necesarios para superarla y aquellos medios a dis-
tas disponibles que permitirán la constitución
de un sistema de protección eficaz.
Por otro lado, los diferentes planes, proto-
colos, instructivos, manuales y procedimien-
tos elaborados por las diferentes instancias
del SINAGIR deberán regirse por los siguien-
tes principios:
a) Principio de coherencia: El Gobierno na-
cional y los gobiernos provinciales, de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y muni-
cipales regularán todas las materias de la
protección civil de manera análoga, a fin de
evitar contradicciones regulatorias entre los
diferentes niveles jurisdiccionales que dificul-
ten la adecuada coordinación en la gestión de
los riesgos.
b) Principio de prevención: La reparación de
los efectos dañinos, las causas y las fuentes
de los riesgos sobre la población, el ambiente,
bienes, infraestructura socio-productiva se
atenderán en forma prioritaria e integrada,
con el objeto de prevenir los efectos negativos
que se puedan producir.
c) Principio de progresividad: Los objetivos
a cumplir por la autoridad de aplicación de-
berán ser planificados en forma gradual, pro-
yectando metas parciales y finales en un cro-
nograma e incluidos en planes y programas
de alcance nacional.
d) Principio de subsidiariedad: Una vez ago-
tados y superados los recursos locales como
resultado de la gravedad del evento, se asig-
narán recursos de la jurisdicción inmediata-
mente superior. Tanto para el caso de riesgo,
ocurrencia de desastre y reconstrucción el
Estado nacional brindará asistencia y aseso-
ramiento a las provincias, a la Ciudad Autó-
noma de Buenos Aires y a los municipios a
solicitud de la jurisdicción que corresponda.
Los recursos nacionales tendrán carácter de
complemento y/o suplemento una vez ago-
tados los recursos de los distintos niveles de
gobierno local.
Como principio general operativo de la Ges-
tión de la Respuesta y de acuerdo con el prin-
cipio de subsidiariedad, se considera al mu-
nicipio como primer eslabón de la respuesta.
En caso de que las capacidades de respuesta
del municipio no fueren suficientes, este re-
querirá apoyo a la provincia y, en su defecto,
a la Nación. De igual forma debe proceder la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
VII.2. La declaración de emergencia
El proceso de declaración de emergencia
por desastre (49) será iniciado a solicitud de la
jurisdicción afectada.
Es requisito necesario que la jurisdicción
afectada haya declarado el estado de emer-
gencia por desastres, de conformidad con sus
respectivas legislaciones.
VII.3. Fuerzas operativas
Las autoridades de protección civil tendrán
la potestad de disponer evacuaciones preventi-
vas de la población, estando autorizadas al uso
de la fuerza pública sobre aquellos que no lo ha-
gan voluntariamente y ocasionen o puedan oca-
sionar un riesgo para sí mismo y para otros (50).
Hay que tener en cuenta que todo ciudada-
no, institución u organismo podrá ser convo-
posición de la comunidad afectada” (art. 2, inc. d],
ley 27.287).
(50) Art. 19, Anexo aprob. dec. 383/2017.
(51) Art. 17, Anexo aprob. dec. 383/2017.
(52) El Consejo Federal para la Gestión Integral
del Riesgo y la Protección Civil está integrado por un
[1] representante del Poder Ejecutivo nacional, uno
[1] por cada provincia y uno [1] por la Ciudad Autó-
cado por la SINAGIR a prestar sus servicios
voluntariamente durante la ocurrencia de
una emergencia.
Son consideradas fuerzas operativas para
actuar en el marco de las acciones desplega-
das por el SINAGIR las siguientes (51):
a) Fuerzas Armadas.
b) Fuerzas Policiales y de Seguridad Fede-
rales.
c) Fuerzas Policiales Provinciales y de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
d) Los sistemas públicos de salud.
e) El sistema nacional de bomberos, enten-
diéndose por este, tanto a los cuerpos oficia-
les profesionales como a los voluntarios pre-
vistos en la ley 25.054 y sus modificatorias.
f) Los organismos públicos nacionales, pro-
vinciales, de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires o municipales competentes.
g) Toda entidad privada que sea convocada
por las autoridades de defensa civil.
VII.4. Consejo Nacional para la Protección In-
tegral del Riesgo y la Protección Civil
El Consejo es la instancia superior de de-
cisión, articulación y coordinación de los
recursos del Estado nacional. Tiene como
finalidad diseñar, proponer e implementar
las políticas públicas para la gestión integral
del riesgo.
Sus funciones son:
a) Determinar políticas y estrategias para
la implementación del proceso de Gestión In-
tegral del Riesgo dentro del Sistema Nacional
para la Gestión Integral del Riesgo y la Pro-
tección Civil;
b) Establecer los mecanismos de articula-
ción y coordinación de acciones de los orga-
nismos nacionales en materia de gestión inte-
gral del riesgo;
c) Promover y regular la participación de
las organizaciones no gubernamentales, de la
sociedad civil y del sector privado;
d) Diseñar, determinar e implementar una
política nacional de formación y capacita-
ción en gestión integral del riesgo, teniendo
en cuenta cuestiones de equidad de género y
respeto de las culturas originarias;
e) Promover el desarrollo de comunidades
resilientes para contribuir al fortalecimiento
de sus capacidades;
f) Promover la celebración de convenios y
acuerdos de cooperación técnica con organis-
mos públicos y privados, nacionales e inter-
nacionales, en materia de gestión integral del
riesgo;
g) Participar en las propuestas de imple-
mentación de los mecanismos y sistemas de
cooperación internacional;
h) Intervenir en la elaboración de docu-
mentos e informes nacionales para ser pre-
sentados ante organismos y conferencias in-
ternacionales;
noma de Buenos Aires, todos con rango no inferior a
subsecretario o equivalente, los cuales serán desig-
nados por el Poder Ejecutivo nacional, por los gober-
nadores y por el jefe de Gobierno de la Ciudad Autó-
noma de Buenos Aires, respectivamente. Integrarán
el Consejo Federal, además, los responsables de los
organismos de Protección Civil o Defensa Civil de la
Nación, de las provincias y del Gobierno de la Ciudad
i) Desarrollar el Centro Nacional de Infor-
mación en Gestión Integral del Riesgo;
j) Promover la investigación científica y
técnica tendiente a la formulación de políticas
públicas en gestión integral del riesgo;
k) Diseñar un sistema de información como
red de conexión tendiente a mejorar los me-
canismos de comunicación entre la Nación,
las provincias, la Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires y los municipios;
l) Contribuir al fortalecimiento de los me-
canismos adecuados para el empleo de los
recursos humanos, materiales y financieros
destinados a la atención y rehabilitación ante
situaciones de emergencia y/o desastre;
m) Aprobar los planes de reducción de ries-
go, manejo de crisis y recuperación;
n) Declarar situación de emergencia por
desastres.
El Consejo (52) será presidido por el jefe de
Gabinete de Ministros o por el funcionario
que este designe a tal efecto, con cargo no in-
ferior a secretario.
La presidencia del Consejo deberá con-
vocar a dos reuniones ordinarias por año
como mínimo, sin perjuicio de las reuniones
extraordinarias que deban celebrarse ante la
ocurrencia de un evento de magnitud a fin de
coordinar actividades de respuestas, rehabili-
tación y reconstrucción (53).
VIII. Conclusión
Así como el Estado es uno solo, pero se di-
vide en tres poderes por cuestiones de con-
trol (checks and balances); el Derecho, pese a
sus diferentes ramificaciones segmentadas
por razones de metodología científica, tam-
bién es uno solo. El coronavirus (Covid-19),
como tantas cosas que pasan diariamente
en nuestro mundo, desafía nuestra reali-
dad; siempre cambiante, dinámica, líquida,
en la que todos los hechos y sucesos que se
suceden no pueden ser abordados desde
una concepción fragmentada del Derecho
ni siquiera desde una única disciplina cien-
tífica. Pero así como la medicina en su más
amplio sentido es imprescindible para aten-
der acontecimientos excepcionales como
los que plantea este exótico virus, la regu-
lación (reforzada por la represión punitiva)
proveniente del Derecho es necesaria para
otorgar un marco legal adecuado tendiente
a consolidar la prevención, mitigar los ries-
gos y, en definitiva, promover la resiliencia
social a partir de la aprehensión de las ex-
periencias recogidas permitiendo disminuir
la propia vulnerabilidad que caracteriza al
ser humano.
La especie humana, en tanto grupo social,
necesita de la convivencia para sobrevivir.
Esta coexistencia respetuosa entre los indi-
viduos no puede ser garantizada —al menos
por ahora— por otra disciplina que no sea el
Derecho. Parafraseando un poema de L. F.
Vivanco (54), titulado “Recluta”: no se hizo el
hombre para el Derecho sino el Derecho para
el hombre. En resumidas cuentas, se hizo el her-
mano para el hermano y se hizo el hombre para
el hombre.
Cita online: AR/DOC/763/2020
Autónoma de Buenos Aires (art. 10, ley 27.287).
(53) Art. 9º, ley 27.287.
(54) VIVANCO, L. F., “Prosas propicias”, Ed. Plaza
y Janés, Barcelona, 1976, ps. 64-65.

NOTA A FALLO
Abandono de
trabajo
Configuración de la causal
Para la configuración del “abandono de
trabajo” como causal extintiva, la requisi-
toria fehaciente que debe cursar el emplea-
dor no debería recibir respuesta por parte
del dependiente que evidencie o denote su
voluntad de mantener el vínculo laboral.
122.489 — CNTrab., sala II, 28/11/2019. - Al-
bertini Kanazawa, Carlos Tomás c. Bussolo,
Omar Antonio s/ Despido.
[Cita on line: AR/JUR/46523/2019]
2ª Instancia. — Buenos Aires, noviembre 28
de 2019.
El doctor Pirolo dijo:
La sentencia de primera instancia hizo lugar
a las pretensiones salariales, indemnizatorias
y sancionatorias deducidas en el escrito inicial.
A fin de que sea revisada esa decisión por
este Tribunal de Alzada, interpusieron recurso
de apelación los demandados, en los términos
y con los alcances que explicitan en su expre-
sión de agravios (ver fs. 274/276).
Cuestiones formales y probatorias a considerar en
la configuración de la causal de abandono de trabajo
Stella Maris Chiti (*)
SUMARIO: I. Introducción.— II. Cuestiones formales.— III. Cuestiones de prueba.— IV. El caso en
análisis.— V. Síntesis.
I. Introducción
Dentro de la concepción asumida por la Ley
de Contrato de Trabajo para las relaciones la-
borales como vínculos destinados a perdurar
hasta que la persona trabajadora acceda al
beneficio jubilatorio, se prevé, sin embargo,
la posibilidad extintiva por diversas causas
que resultarán determinantes, a su vez, de la
procedencia —o no— de eventuales créditos
indemnizatorios.
Siendo, entonces, la perdurabilidad de las
relaciones laborales, la meta consagrada por
el ordenamiento específico, su extinción ar-
bitraria o incausada generará una obligación
indemnizatoria cuando se produjera por deci-
sión de la parte empleadora.
No obstante, ello, como consecuencia di-
recta del carácter bilateral del contrato de
trabajo, se prevé la posibilidad de finalización
del vínculo con justa causa en determinadas
situaciones en las que se constatara el incum-
plimiento de alguna de las obligaciones que re-
cíprocamente han asumido las partes. En tales
supuestos, la otra podrá poner fin a la relación
{ NOTAS }
Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723)
(*) Abogada Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
de la U.B.A. Docente de la materia Régimen Indemnizato-
rio Laboral, en la Facultad de Derecho de la U.B.A.
El perito contador apela los honorarios re-
gulados a su favor, por juzgarlos reducidos.
Al fundamentar el recurso, los apelantes se
agravian porque la a quo tuvo por recepciona-
das todas las comunicaciones cursadas entre
el actor y los demandados y consideró intem-
pestiva la decisión rupturista dispuesta por el
demandado Bussolo por abandono de trabajo.
La demandada Quirino apela el modo en que
fueron impuestas las costas, en el marco de la
acción dirigida en su contra.
El demandado Bussolo cuestiona, en primer
término, que la Sra. Juez de grado haya teni-
do por recepcionadas las epístolas dirigidas al
domicilio de la calle ... de la Ciudad de Buenos
Aires, pues dice que “en realidad el domicilio (...)
es el de la calle ... de Berazategui” y concluye que
“decae totalmente lo que sostiene el inferior al con-
siderar que esos telegramas, que fueron enviados
a domicilio desconocido y no cayeron [su] órbita
de conocimiento”, puedan tener efectos.
Sin embargo, no puede soslayarse que ambos
accionados, al contestar demanda, refirieron
que poseían domicilio en la calle “... de CABA”.
Sumado a ello, conforme surge de la prueba
documental aportada a fs. 68/90 —recibos de
sueldo—, y como puede verse en la copia del po-
der acompañada a fs. 54, ése era el domicilio del
demandado Bussolo, por lo que coincido con la
solución propuesta en grado respecto al ingre-
so bajo la órbita de su conocimiento presunto
de los telegramas enviados por el actor.
en forma justificada y consecuentemente, sin
generar indemnización alguna.
La extinción en tales términos podrá produ-
cirse por decisión de cualquiera de las dos par-
tes frente al incumplimiento grave de la otra
que no consienta la prosecución de la relación
laboral.
No solo el cumplimiento de los requisitos
formales y la constatación de los hechos de-
terminantes, sino también la gravedad de tal
falta, calificada como “injuria”, serán objeto de
valoración, en su oportunidad, por la autoridad
judicial competente a cuyo cargo se encuentra
establecer si la causal invocada es susceptible
de ser considerada justificativa de la medida
rupturista. Es así que una misma causa ha po-
dido ser considerada suficientemente grave en
determinados casos y no en otros.
A su vez, la vastedad de hechos y omisiones
que las partes del contrato de trabajo podrían
invocar como injuriantes, es ilimitada y se en-
cuentra condicionada en función de numero-
sas variables, como la antigüedad, las caracte-
rísticas de las personas involucradas, el daño
(1) CNTrab., sala X, 25/02/2013, “Erramouspe, Walter
R. c. Colegio de Escribano de la Ciudad de Buenos Aires s/
despido”, AR/JUR/2148/2013.
Coincido también con la solución adoptada
respecto a la ruptura del vínculo, pero por los
fundamentos que expondré a continuación.
Para la configuración de “abandono de tra-
bajo” como causal extintiva sin consecuencias
indemnizatorias para el empleador, más allá
del cumplimiento de una exigencia de tipo
formal —la intimación previa al obrero a pre-
sentarse a trabajar para dar cumplimiento a la
obligación principal asumida por éste al con-
cretarse el contrato de empleo— deben con-
verger dos elementos: uno de tipo objetivo, que
radica en la no concurrencia al trabajo, y otro
de tipo subjetivo, representado por la volun-
tad del empleado de no reintegrarse al empleo
(Cfr. Ley de Contrato de Trabajo, Comentada
y Concordada, Director Antonio Vázquez Via-
lard, Editorial Rubinzal Culzoni, p. 404).
Como sostuve con anterioridad en un tra-
bajo doctrinario, para que resulte configurada
la causal extintiva bajo análisis, la requisitoria
fehaciente que debe cursar el empleador no
debería recibir respuesta por parte del de-
pendiente que evidencie o denote su voluntad
de mantener el vínculo laboral pues, en dicho
supuesto —salvo que sea manifiestamente im-
procedente o injustificada la contestación del
trabajador—, tal respuesta revelaría la inexis-
tencia de la condición subjetiva esencial vin-
culada a la intención de hacer “abandono” de
trabajo. Si el trabajador omitiera dar respues-
ta telegráfica a la intimación de reintegro, tal
omisión no prueba por sí sola el “abandono”;
ocasionado, la existencia de antecedentes que
dejen entrever una conducta desidiosa, entre
muchas otras (1).
Esta amplia gama de situaciones, así como la
preponderante trascendencia de la función ju-
dicial en la calificación de la injuria, conllevan
que resulte altamente dificultoso establecer
con antelación al conflicto, si la causa que se
pretende invocar será considerada suficiente-
mente injuriante o no a efectos de disponer la
finalización justificada de una relación laboral.
Existen, sin embargo, algunos tipos extinti-
vos que la ley laboral regula en forma expresa y
que, por lo tanto, habrán de considerarse —en
caso de configurarse— causal suficiente de ex-
tinción, quedando exentos de apreciación judi-
cial en lo que respecta a su gravedad.
Se trata de los casos en que las suspensiones
dispuestas por la parte empleadora excedieren
los plazos máximos legales (art. 222, LCT), de
aquellos en que por razón de la transferencia
del establecimiento se cambiara el objeto de
la explotación, se alteraran las funciones, car-
go o empleo, o mediare una separación entre
diversas secciones, dependencia o sucursales
de la empresa que impliquen la disminución
de la responsabilidad patrimonial de la parte
empleadora (art. 226, LCT) y —en lo que a este
comentario interesa— de los supuestos en que
la persona trabajadora efectuara abandono de
su trabajo (art. 244, LCT).
A diferencia de lo que sucede con las causa-
les no tipificadas (art. 242, LCT para la parte
empleadora y art. 246, LCT para la trabaja-
dora), en las cuales la gravedad del incum-
plimiento será —como se expresó— objeto
de valoración de la autoridad judicial, en las
previstas expresamente por las normas apun-
viernes 27 DE marzo DE 2020 | 9
es necesario que se acredite que, además de no
haber respondido, el trabajador no se presen-
tó a trabajar dentro del plazo que se le otorgó
en la requisitoria (“Tratado Jurisprudencial y
Doctrinario - Derecho del Trabajo” Relaciones
Individuales, T. I, p. 568, Ed. LA LEY, 2010).
Sobre este último aspecto condicionante de
configuración de abandono de trabajo, es indu-
dable que no existe evidencia objetiva de que
Albertini no se haya reintegrado a su trabajo,
luego de la intimación que el demandado le
cursó el 02/08/2012.
Dado que el demandado Bussolo adujo
“abandono de trabajo”, se encontraba a su car-
go acreditarlo (confr. art. 377 Cód. Proc. Civ. y
Com. de la Nación). Sin embargo, no hay ele-
mento de prueba alguno en autos que acredite
que Albertini, luego de ser intimado, no concu-
rrió a trabajar.
Bussolo ofreció como testigos a A. A. P., J. J.
L. A., J. E. F. y G. A. V.
A fs. 217, en atención a no haber acreditado
el diligenciamiento del oficio 22.172, se le dio
por perdido el derecho a Bussolo de valerse del
testimonio de P.
Respecto a los restantes testigos, en la au-
diencia celebrada a fs. 252 la a quo consideró
innecesaria la prueba pendiente de producción
y dispuso los autos en Secretaría para alegar.
La resolución que declaró innecesaria la prue-
tadas, es la propia Ley de Contrato de Trabajo
la que les atribuye la consecuencia extintiva
por considerarlas, evidentemente, suficiente-
mente graves; la declaración de gravedad se
encuentra implícita en la previsión normativa.
Para que así suceda, por un lado, deberá
constatarse el cumplimiento de determinados
requisitos formales, y por el otro, la contun-
dente acreditación de los hechos invocados ya
que la jurisprudencia ha efectuado en general,
una aplicación restrictiva de las normas que,
como el art. 244, LCT, implican la finalización
de la relación laboral (y consecuente pérdida
de la fuente de ingresos) sin generar derecho
indemnizatorio alguno para la persona traba-
jadora.
En el caso en análisis, cada uno de los dos
jueces votantes concluyó por sus argumentos,
la improcedencia de la causal invocada por la
parte empleadora y su análisis permite extraer
algunas conclusiones a efectos de evaluar po-
tenciales supuestos de abandono teniendo en
consideración a qué extremos se les otorgó re-
levancia en la apreciación judicial de la causa
extintiva.
II. Cuestiones formales
La configuración del abandono de trabajo
como causal de extinción tipificada, exige el
cumplimiento de diversos recaudos formales.
Ante todo, el que se ha denominado elemento
objetivo constituye el incumplimiento concreto
que caracteriza al instituto, es decir, las au-
sencias injustificadas que ameritarán la extin-
ción del vínculo por cuanto cabe recordar, la
prestación de tareas (o mejor dicho, la puesta
a disposición de la fuerza de trabajo a favor de
la parte empleadora) constituye la obligación
10 | viernes 27 DE marzo DE 2020
ba pendiente se notificó a los demandados me-
diante cédula electrónica del 12/07/2017 (ver
constancia notificatoria de fs. 252 vta. y Siste-
ma Lex 100) y no fue apelada, por lo que llega
firme y consentida en esta Alzada.
Por otra parte, también llega firme y con-
sentida la decisión de la a quo de disponer la
apertura del plazo para alegar.
Como lo ha señalado desde antiguo la doc-
trina y la jurisprudencia (ver “Ley de Organi-
zación y Procedimiento de la Justicia Nacional
del Trabajo” comentada, anotada y concor-
dada dirigida por Amadeo Allocati, 2da. edic.
actualizada y ampliada, T. 1, ps. 399 a 400 y T.
2, p. 330; y, Cfr. C.Civil Com. Rosario, Sala II,
06/12/1968, LA LEY, 135-1103, 20.846-S; C.Civ.
Com., S. Fe., Sala I, 24/04/1973, Juris, 43-130; C.
N. Fed. Civ. Com., Sala II, 29/07/1980, LA LEY,
1981-A-245; CNAT, Sala V, 27/06/1968 set. Def.
11291; id., Sala II, 23/04/1987, DT, XLVIII-941;
id. 31/08/1989, “Moyano, Raúl c. Ford Motor
Argentina”, sent. 65.612; id. Sala IV, 31/05/1996,
DT, 1996-B-2392; id. Sala VII, 15/09/1995, DT,
principal a cargo de la persona trabajadora. De
tal modo, las inasistencias infundadas al pues-
to de trabajo y la consecuente falta de pres-
tación del débito laboral implican un quiebre
indudable en el sinalagma contractual.
Considero importante efectuar hincapié en
la calificación de “injustificadas” ya que existen
diferentes supuestos (enfermedades, vacacio-
nes, licencias especiales, retención de tareas)
en que la falta de prestación de tareas hallará
su origen en circunstancias que la justifiquen.
Frente al incumplimiento referido, la parte
empleadora deberá, si su intención es poner
fin al contrato por tal causa, dar cumplimiento
al requisito formal de intimar a la persona tra-
bajadora a efectos de que se reincorpore a su
puesto de trabajo.
Dicha intimación deberá ser fehaciente y
cumplir con los requisitos propios de toda in-
timación, es decir, detallar el incumplimiento
concreto (inasistencias, con mención de los días
sobre los que recae y su calidad de injustifica-
das), el plazo y el apercibimiento.
Respecto del plazo, el art. 244, LCT no ofre-
ce precisión, sino que lo libra a las modalidades
que resulten en cada caso. Ello ha llevado a que
en general, por aplicación analógica del art. 57,
LCT, se considere conveniente otorgar el de
dos días, pero nada obsta a que, si las moda-
lidades del caso lo exigieren, se otorgara uno
diferente (2).
Es importante tener presente que la fecha
de notificación a considerar es la de recepción
de la misiva intimatoria, mientras que el cóm-
puto del plazo comenzará a correr desde el día
siguiente a la misma (3).
Finalmente, el diseño del instituto del aban-
dono se completa con el que ha sido caracte-
rizado como elemento subjetivo. Se trata del
animus abdicandi, que consiste en la voluntad
concreta y contundente de la persona trabaja-
dora de abandonar su puesto de trabajo.
Llegada esta instancia, entonces, las únicas
dos situaciones en que existiría la posibilidad
de configurar válidamente la figura del aban-
dono de trabajo, se presentarían si la intima-
ción debidamente cursada, no fuera respondi-
da ni la persona se reintegrara a su puesto, o
bien, si lo fuera con la manifestación expresa
de voluntad en el sentido de no tener intención
{ NOTAS }
(2) CNTrab., sala X, 17/11/2014, “Mansilla, Miguel E. c.
Consorcio de Propietarios de la Av. Santa Fe 5280 s/des-
pido”.
1996-A-2392; Osses Ortíz Gloria de la Paz c.
Met AFJP SA s/ dif. de salarios, S.D. Nº 99844,
del 31/10/2011 del registro de esta Sala), la noti-
ficación de la providencia que coloca los autos
para alegar clausura el proceso de conocimien-
to por lo que, ante el consentimiento de dicha
providencia, no puede argumentarse ante la
alzada la producción de prueba omitida o de-
fectuosamente producida.
En el caso de autos, tal como he señalado,
la resolución que ordena el pase de las ac-
tuaciones para alegar (cierre de la etapa de
conocimiento) fue dictada en la audiencia
celebrada a fs. 252, y notificada el 12/07/2017
(ver fs. 252 vta. y Sistema Lex 100) no fue
oportunamente apelada, por lo que también
quedó firme y consentida. Sumado a ello, los
demandados hicieron uso de su derecho de
alegar a fs. 259/260.
Al margen de la prueba testimonial, no exis-
ten otros elementos de prueba que permitan
tener por acreditado que Albertini, luego de
ser intimado, no concurrió a trabajar.
de reincorporarse sin expresar una causal que
justifique tal inconducta.
Cualquier respuesta que exteriorice, por el
contrario, un motivo —normativamente fun-
dado o no— por el que la persona trabajadora
no se encuentre a disposición de la parte em-
pleadora, obstará a la procedencia del aban-
dono (4). Tratándose de ausencias sin funda-
mento legal o bien que impliquen posturas en-
contradas respecto de su carácter justificado
o injustificado (p. ej., por ejercicio del derecho
de retención de tareas o por licencias por en-
fermedad controvertidas) podrían dar lugar a
la invocación de un eventual despido con justa
causa, pero no de abandono (5).
En este punto la característica de “injustifi-
cadas” cobra una doble relevancia: no se debe
hallar en vigencia ninguna licencia legal, pero,
además, la persona trabajadora no debe otor-
garles la entidad de fundadas (aunque poste-
riormente no pudiere sostener su postura) ya
que ello excluiría la voluntad de abandonar su
puesto de trabajo.
De este modo, vencido el plazo otorgado sin
haber obtenido respuesta, y persistiendo las
inasistencias injustificadas (téngase presente
que como en todo despido con causa, esta debe
ser contemporánea a la decisión rupturista), la
parte empleadora deberá hacer efectivo el aper-
cibimiento cursando una nueva misiva en la que
dispondrá la extinción del contrato de trabajo
por abandono. Esta deberá cumplir, a su vez,
con los requisitos establecidos en el art. 243,
LCT, es decir que se deberá especificar con su-
ficiente claridad la causa de extinción a través
de la mención de las fechas de las inasistencias
injustificadas y su persistencia a pesar de la in-
timación a retomar la prestación de tareas. La
falta de justificación de las ausencias, en este
caso, estará dada por el silencio de la persona
dependiente, no por el reconocimiento que el
ordenamiento hiciere de ellas, ya que una res-
puesta a la intimación en la que se alegara un
fundamento —legalmente reconocido o no—
de cualquier naturaleza excluiría el elemento
subjetivo del instituto.
III. Cuestiones de prueba
Tratándose de una causal esgrimida por la
parte empleadora, es esta la que deberá acre-
ditar —frente al eventual reclamo judicial—,
en primer término, las ausencias injustificadas
y, en segundo lugar, el cumplimiento de los res-
(3) Conf. art. 6º, Cód. Civ. y Com.
(4) CNTrab., sala II, 18/04/2017, “Romero, Cinthia V. c.
Quais SA y otros s/despido”.
De acuerdo a lo expresado, es evidente que
la decisión resolutoria del demandado Bussolo,
basada en abandono de trabajo y exteriorizada
mediante despacho del 06/08/2012, careció de
justa causa, en la medida que, como se vio, no
hay evidencia objetiva de que Albertini no se
haya presentado a retomar tareas después de
haber sido intimado.
En función de lo expuesto, cabe concluir que
el accionado no acreditó la configuración de la
situación de “abandono” en la que pretendió
fundar su decisión de despedir al actor, por lo
que propicio se confirme la sentencia definitiva
dictada en la instancia anterior en cuanto via-
bilizó las indemnizaciones correspondientes a
un despido incausado.
Por lo demás, estimo que la solución adop-
tada respecto al modo en que fueron impues-
tas de las costas en el marco de la acción di-
rigida contra Quirico debe confirmarse, pues
el actor, en atención a que previamente man-
tuvo una relación de la misma naturaleza con
Quirico, pudo considerarse razonablemente
tantes requisitos formales, es decir, la intima-
ción fehaciente, el otorgamiento y cumplimien-
to de un plazo acorde a las circunstancias, y la
voluntad de la persona trabajadora de hacer
abandono de trabajo.
Es así que no basta con la previsión de dar
cumplimiento a los requisitos formales, sino
que se requiere también la adecuada y conclu-
yente acreditación de ellos.
Los elementos probatorios habrán de ten-
der, en consecuencia, a dar cuenta de la debida
presencia de cada requisito.
Las ausencias injustificadas serán usual-
mente acreditadas por medio de prueba testi-
monial, así como también con los elementos de
control de la jornada de trabajo implementa-
dos por la parte empleadora.
La remisión de la intimación fehaciente, así
como el cumplimiento del plazo otorgado, lo
serán a través de la prueba documental y re-
querirán, asimismo de la informativa al correo
interviniente.
Por su parte, la voluntad de efectuar aban-
dono del trabajo, se desprenderá de dos cir-
cunstancias principalmente: de la falta de res-
puesta a la intimación a retomar tareas (hecho
negativo que la parte actora deberá desacre-
ditar acompañando la documental respecti-
va) y de la persistencia de las inasistencias al
momento de hacer efectivo el apercibimiento
disolviendo la relación de trabajo.
Tanto la suficiencia de la extensión del tiem-
po de inasistencias como la del plazo otorgado
serán objeto de apreciación judicial en tanto se
trata de extremos para los que el ordenamien-
to laboral no prevé una extensión concreta.
IV. El caso en análisis
En su voto, el Dr. Pirolo dispuso la improce-
dencia de la causal de abandono, centrando su
fundamentación en la falencia probatoria de la
parte demandada.
No obstante, ello, el camarista efectuó un
breve desarrollo de lo que a su criterio corres-
pondería tener en consideración para concluir
la presencia del animus abdicandi del actor.
Como ya sostuviera con anterioridad (6), afir-
ma que, para que quepa la posibilidad de con-
cluir que se halla presente este elemento, la in-
(5) CNTrab., sala IX, 15/02/2017, “Liscio, José María
c. Empresa de Transportes Sierras de Córdoba SAIIA s/
despido”.
asistido de mejor derecho a litigar (art. 68,
2do párrafo, Cód. Proc. Civ. y Com. de la Na-
ción).
De acuerdo con el resultado que se ha deja-
do propuesto para resolver la apelación, esti-
mo que las costas de alzada, en el marco de la
acción dirigida contra el demandado Bussolo,
deben ser impuestas a cargo de éste (conf.
art. 68 Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación),
mientras que las costas de alzada respecto al
recurso de Quirico deben ser impuestas en el
orden causado, en atención a la naturaleza de
las cuestiones debatidas (art. 68, 2do párrafo,
Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación).
Resta analizar los planteos dirigidos a
cuestionar los honorarios de los profesiona-
les intervinientes. Habida cuenta del valor
económico involucrado en el litigio, el mérito
y extensión de la labor desarrollada por los
profesionales intervinientes y las pautas que
emergen de los arts. 1, 6, 7, 9, 19 y 39 y ccs.
ley 21.839 y del art. 38 LO (actualmente con-
templadas en sentido análogo por los arts. 16
timación cursada por la parte empleadora no
debería recibir respuesta o bien la que recibie-
ra debería ser manifiestamente improcedente
o injustificada.
Disiento respecto de esta última conside-
ración, ya que considero que aun la respuesta
improcedente o injustificada de la persona de-
pendiente excluiría la existencia del elemento
subjetivo. Las ausencias sin sustento ni respal-
do normativo podrán considerarse constituti-
vas del elemento objetivo, pero en modo alguno
del subjetivo, máxime a la luz de la contundente
limitación interpretativa que impone el art. 58,
LCT, en tanto veda la posibilidad de presumir
la renuncia al empleo. Consecuentemente, cual-
quier respuesta, por improcedente que fuera,
obstaría el arribo a la conclusión de que exista
una verdadera voluntad abdicativa. Ello, sin
perjuicio de la posible configuración de otros
supuestos de injuria que, a su vez, deberán ser
analizados a la luz de sus propios requisitos.
A su vez, afirma que la mera omisión de
respuesta no bastaría per se para la configu-
ración de la causal, requiriéndose, además,
la acreditación de que, frente a la requisitoria
patronal, la persona trabajadora no se hubiera
presentado a trabajar, es decir, la persistencia
del incumplimiento a pesar de la constitución
en mora.
Este fue en este caso, el extremo que el ca-
marista consideró impeditivo de la configura-
ción de abandono, por entender que no pudo
ser probado por el demandado.
El Dr. Pesino, por su parte, también consi-
deró que la causal invocada para extinguir el
contrato de trabajo resultó improcedente.
No obstante la coincidencia en el resultado
del litigio, los fundamentos de su voto difirie-
ron sustancialmente con los de su colega; es
más, dejó a salvo su cuestionamiento respecto
de la exigencia probatoria en que este centra-
ra su fundamentación (la falta de reincorpora-
ción con posterioridad a la intimación).
La declaración de improcedencia de la cau-
sal de distracto se basó en este segundo voto,
en la falta de cumplimiento del plazo mínimo
que debería haber aguardado el empleador
para hacer efectivo el apercibimiento.
En efecto, la intimación a retomar tareas
había sido notificada el 04/08/2012, por lo que
(6) CNTrab., sala II, 17/12/2012, “Obeziuk, Sergio E. y
otros c. La Dolce SRL y otros s/despido”.

y ccs. de la ley 27.423), los emolumentos de la
representación y patrocinio letrado del actor,
de la representación y patrocinio letrado de los
demandados (en conjunto) se exhiben adecua-
dos, por lo que corresponde confirmarlos. En
cambio, en atención a las mencionadas normas
y a las pautas que surgen del art. 3 del decreto
ley 16.638/1957, los honorarios del perito con-
tador deben reducirse a la suma de $3.500, en
atención a que no ha podido completar la labor
pericial encomendada.
A su vez y con arreglo a lo establecido en
el art. 30 de la ley 27.423, habida cuenta del
mérito y extensión de labor desarrollada en
esta instancia, propongo que se regulen los
honorarios de la representación y patrocinio
letrado de la parte actora en el 30 %; y, los del
letrado de los demandados —ya que el recur-
so de ambos demandados fue presentado en
un mismo escrito y con idéntica representa-
ción y patrocinio letrado— en el 15 % por lo
actuado en representación de Bussolo y en
el 15 % por lo actuado en representación de
Quirico, porcentajes a calcularse en todos los
el actor contaba con 48 horas a partir del día
siguiente a la recepción de esa misiva para re-
incorporarse o responderla.
Según sostuvo el camarista, el demandado
se apresuró, incumpliendo dicho plazo, al re-
mitir la notificación rupturista el 06/08/2012
cuando aún se hallaba vigente la segunda jor-
nada en que el actor tenía posibilidad de pre-
sentarse a trabajar.
Cobra de este modo especial trascenden-
cia la prueba informativa al correo, única de
la que surgirá la fecha completa y el horario
de remisión y entrega a la persona destina-
taria.
JURISPRUDENCIA
Prisión domiciliaria
por prevención de
coronavirus
Hombre de 66 años con una enfermedad
cardíaca crónica procesado en una cau-
sa por estupefacientes. Morigeración del
encierro cautelar hasta la realización de
estudios médicos. Inclusión dentro del
grupo de riesgo más vulnerable de la so-
ciedad para la prevención del COVID-19.
1. - Se entiende posible la morigeración del
encierro cautelar del procesado de ma-
nera temporaria hasta tanto se realicen
los estudios médicos correspondientes,
atendiendo a su edad —66 años—, que
no se pudieron realizar los estudios re-
queridos para resolver su situación y que
según la defensa se encontraría dentro
del grupo de riesgo más vulnerable de la
sociedad para la prevención del Covid-19
(Coronavirus).
2. - El otorgamiento del arresto domiciliario no
es facultad discrecional de los magistrados,
sino un derecho de las personas en conflic-
to con la ley penal y los supuestos previstos
en los arts. 32 de la ley 24.660 y 10 del Cód.
Penal, se aplican también a los procesados
y no resultan taxativos, ya que pueden exis-
tir situaciones o circunstancias en las que
razones humanitarias o de protección de
menores autoricen su aplicación.
122.490 — TOral Crim. Fed., Paraná,
18/03/2020. - Incidente de prisión domicilia-
ria de L., J. Á.
casos sobre lo que corresponde a cada una de
ellas por la totalidad de lo actuado en la ins-
tancia anterior.
El doctor Pesino dijo:
Adhiero al voto del doctor Pirolo, aunque
con la siguiente aclaración.
Más allá de que sea opinable que deba el em-
pleador demostrar la falta de prestación de ta-
reas de su dependiente para tener por configu-
rada la causal extintiva prevista en el art. 244
de la LCT; en el caso concreto concuerdo con
el colega preopinante en que el despido resul-
tó improcedente, en tanto, desde mi óptica, la
información aportada al sub lite por el Correo
Argentino a fs. 141/44, revela que entre la no-
tificación del requerimiento fehaciente que
formulara el señor Bussolo a fin de que el ac-
cionante retomara labores (04/08/2012) y la fe-
cha del distracto (06/08/2012), no transcurrió
el plazo mínimo de espera que debe aguardar
el empleador para disponer la desvinculación
por abandono de trabajo.
V. Síntesis
A modo de conclusión, deseo resaltar la
importancia de efectuar un correcto trata-
miento de la causal de abandono de trabajo
tanto al momento de disponerlo como de
acreditarlo.
Aun cuando el ordenamiento la exime de la
apreciación judicial en cuanto a la gravedad de
la injuria en sí misma, la jurisprudencia del fue-
ro ha efectuado una aplicación restrictiva de
ella a través de la exigencia del estricto cum-
plimiento de los requisitos propios del instituto
y de la contundente acreditación de los hechos
invocados.
[Cita on line: AR/JUR/1335/2020]
Paraná, marzo 18 de 2020.
Considerando:
I. Que a fs. 15 y vta. la Sra. Defensora Pú-
blica Oficial Dra. N. Q., solicita se resuelva
el pedido de prisión domiciliaria solicitado
en beneficio de su asistido J. Á. L. presen-
tado el 06/11/2019, atento el tiempo trans-
currido.
Asimismo, hace saber que en fecha
04/02/2020 se notificó a la defensa que se de-
bía esperar para resolver, el turno para egg,
control cardiológico y de laboratorio. Atento
que su pupilo L. no fue llevado al turno, se so-
licitó se reprograme el mismo con urgencia,
ya que se requería para resolver el beneficio
de la prisión domiciliaria.
Además, se comunicó el Sr. L. y refirió que
debe colocarse una inyección contra la neu-
monía “Neumo - 23” y se debe tener en cuen-
ta que tiene 66 años de edad, padece de una
enfermedad cardiaca crónica y actualmente
se encontraría dentro del grupo de riesgo
más vulnerable de la sociedad para la pre-
vención del Coronavirus.
Por todo lo referido solicita que se autori-
ce una prisión domiciliaria temporaria hasta
tanto se realicen los estudios correspondien-
tes.
II. Corrida la pertinente vista, el Sr. Fiscal
General Dr. José Ignacio Candioti, se expide
a fs. 17/18, considera que no obran la totali-
dad de las constancias que fueran requeridas
Una interpretación teleológica del art. 57
de la ley 20.744, que precisamente hace alu-
sión a las intimaciones “relativa[s] al cum-
plimiento o incumplimiento de las obligaciones
derivadas del contrato de trabajo”, me lleva a
sostener que el principal sólo puede extin-
guir el vínculo en base a esa causal cuando
el dependiente no se reintegra a las tareas
dentro de las dos jornadas subsiguientes (48
hs.) a ser intimado, y el hecho de que el se-
ñor Bussolo dispusiera la desvinculación el
06/08/2012, cuando aún no había finalizado
la jornada de trabajo del señor Albertini Ka-
nazawa —que, según alegó en su responde
terminaba a las 18 hs. (fs. 83 vta.), es decir
en el mismo horario de cierre de la sucursal
Berazategui del Correo Argentino, desde
donde se remitiera la epistolar (fs. 143)—,
me conduce declarar improcedente por pre-
maturo el despido por abandono de trabajo
(art. 244 de la ley 20.744).
Por lo que resulta del acuerdo que ante-
cede (art. 125 de la ley 18.345), el Tribunal
resuelve: 1) Confirmar la sentencia dictada
Tal prueba deberá, necesariamente, dar
cuenta de:
— Las inasistencias que dieron lugar a la in-
timación.
— La suficiencia del plazo otorgado de
acuerdo con las modalidades de la relación.
— El cumplimiento del plazo concedido
tomando como punto de partida el día si-
guiente a la fecha de recepción de la inti-
mación.
— El silencio a la intimación cursada o ma-
nifestación expresa de la persona trabajadora
a los fines de corroborar el cuadro clínico
denunciado, por lo que no están dados los ex-
tremos requeridos por el legislador para ha-
bilitar la concesión temporaria del beneficio
de la prisión domiciliaria.
Asimismo, señala que, de acuerdo a lo dis-
puesto por la Cámara Federal de Casación
Penal, mediante Acordada 3/20, acerca de
los cuidados de las personas en riesgo que
se encuentran privadas de su libertad, no se
halla debidamente acreditado que el proce-
sado L. se encuentre inserto dentro de aquel
grupo y expresa que para el supuesto que se
considere que el imputado necesite cuidados
especiales, podría disponerse su internación
hospitalaria.
III. El Tribunal, en reiteradas ocasiones,
ha sostenido que el otorgamiento del arresto
domiciliario no es facultad discrecional de los
magistrados, sino un derecho de las personas
en conflicto con la ley penal y que los supues-
tos del mismo, previstos en los arts. 32 de la
Ley 24.660 y 10 del CP, se aplican también a
los procesados y que los mismos no resultan
taxativos y pueden existir situaciones o cir-
cunstancias en las que, razones humanita-
rias o de protección de menores, autoricen
su aplicación.
Asimismo, ha de tenerse en cuenta para
evaluar su aplicabilidad, tanto la naturaleza
del instituto en análisis, como las razones
tenidas en cuenta por el legislador para su
procedencia en cada uno de los supuestos
contemplados.
En atención a ello, y con el fin de efectuar la
consideración en el presente caso, debe aten-
derse a la edad del procesado, que no se han
viernes 27 DE marzo DE 2020 | 11
en la instancia de grado anterior en todo
lo que fue materia de apelación y agravios;
2) Imponer las costas de la Alzada a cargo
del demandado Bussolo respecto a la acción
dirigida en contra de éste y en el orden cau-
sado respecto del recurso de la demandada
Quirico; 3) Confirmar los honorarios regula-
dos a la representación letrada del actor y
a la representación y patrocinio letrado de
los demandados (en conjunto) por las tareas
realizadas en la anterior instancia; 4) Por lo
actuado en Alzada, regular los honorarios
de la representación y patrocinio letrado de
la parte actora en el 30 % y, los de la repre-
sentación y patrocinio letrado de Bussolo en
el 15 % y por lo actuado en representación de
Quirico en el 15 %, porcentajes a calcularse
sobre lo que corresponde a cada una de ellas
por la totalidad de lo actuado en la instancia
anterior; 5) Hágase saber a los interesados
lo dispuesto por el art. 1º de la Ley 26.856
y por la Acordada de la CSJN Nº 15/2013,
a sus efectos. Regístrese, notifíquese y de-
vuélvase. — Víctor A. Pesino. — Miguel Á.
Pirolo.
de su intención de no continuar con la rela-
ción.
— La persistencia de las inasistencias al mo-
mento de hacer efectivo el apercibimiento con-
siderando extinguida la relación por abandono
de trabajo.
Todos ellos, requisitos que deberán darse
en forma acumulativa y que en modo alguno
pueden considerarse excluyentes de otros que
la práctica y las modalidades de cada caso con-
creto exigieren.
Cita online: AR/DOC/291/2020
podido realizar los estudios médicos requeri-
dos para resolver su situación y que según la
defensa se encontraría dentro del grupo de
riesgo más vulnerable de la sociedad para la
prevención del Covid-19 (Coronavirus).
En consecuencia, se entiende posible la
morigeración del encierro cautelar de L. de
manera temporaria hasta tanto se realicen
los estudios médicos correspondientes.
Por ello, se resuelve:
1. Conceder la prisión domiciliaria tempo-
raria al procesado J. Á. L., hasta tanto sean
realizados todos los estudios médicos reque-
ridos, en el domicilio de calle ... de la localidad
de Granadero Baigorria, Pcia. de Santa Fe.
2. Hacer saber a J. Á. L. que podrá retirarse
transitoriamente de su domicilio, excepcio-
nalmente, ante un caso de urgencia médica,
debiendo posteriormente acreditar ante este
Tribunal el motivo que invoque. Asimismo,
hacerle saber que, en caso de incumplimiento
de las obligaciones impuestas, se le revocará
el beneficio concedido.
3. Requerir el traslado al domicilio en for-
ma inmediata, por intermedio del personal
penitenciario de la Unidad Penal Nº 1, des-
de la misma y al domicilio precedentemente
referido, previo labrarse el acta en el que se
le notificará y hará saber puntualmente las
obligaciones que asume establecidas en el
punto precedente.
Regístrese, publíquese, notifíquese, líbren-
se los despachos pertinentes y continúen los
autos según su estado. — Noemí M. Berros. —
Lilia G. Carnero.
12 | viernes 27 DE marzo DE 2020
Cuestión abstracta
por situación
de emergencia
sanitaria
Viaje de hijo menor de edad desde Roma ha-
cia Buenos Aires. Pago de los pasajes. Pon-
deración de la normativa vigente respecto a
la situación de emergencia sanitaria actual.
Inexistencia de un caso o controversia.
El progenitor centra sus críticas en torno
a que se intime a su contraria a abonar
los pasajes aéreos para que sus hijos via-
jen desde Roma hacia Buenos Aires en la
fecha más próxima, regresando luego a
su lugar de residencia. En atención a las
fechas señaladas, y teniendo en cuenta la
reciente normativa emergente respecto
a la situación de emergencia sanitaria ac-
tual tanto a nivel nacional como interna-
cional, no cabe más que concluir que el
tratamiento de la cuestión ha devenido
abstracto.
122.491 — CNCiv., sala J, 17/03/2020. - T. c.
V. s/ Autorización.
[Cita on line: AR/JUR/1043/2020]
L COSTAS
Las de alzada, por su orden.
2ª Instancia. — Buenos Aires, marzo 17 de
2020.
Considerando:
Vienen las presentes actuaciones a conoci-
miento de esta Sala con motivo del recurso
de apelación interpuesto a fs. 159 (concedido
a fs. 160) por el demandado contra la resolu-
ción de fs. 155/157. A fs. 161/164 vta. obra el
memorial de agravios. Corrido el traslado
de ley pertinente, el mismo fue evacuado a
fs. 168/169 vta.
A fs. 176/177 emitió su dictamen la Sra. De-
fensora de Menores e Incapaces de Cámara.
I. En primer lugar, cabe remarcar que el
artículo 652 del Cód. Civ. y Com. de la Nación
consagra el derecho y deber de comunica-
ción de los padres con sus hijos el establecer
que: “En el supuesto de cuidado atribuido a uno
de los progenitores, el otro tiene el derecho y el
deber de fluida comunicación con el hijo”.
Consideramos que la comunicación con el
hijo es esencial para el cumplimiento de los
deberes de cuidado, educación, orientación
y dirección (art. 646) que corresponden a los
padres siempre que estén en ejercicio de la
responsabilidad parental, con independencia
de la convivencia con el hijo.
En cuanto a la naturaleza, el progenitor
que no convive con su hijo menor goza de un
derecho a mantener fluida comunicación. Se
trata de una atribución propia de su calidad
de progenitor, titular de la responsabilidad
parental aun cuando no la ejerza, que cons-
tituye a la vez un deber respecto de su hijo
menor de edad, cuyo cumplimiento puede ser
exigido en beneficio del niño o adolescente
para favorecer su pleno desarrollo. En defini-
tiva, el derecho que se le reconoce se encuen-
PROPIEDAD DE LA LEY S.A.E. e I. - Administración, Comercialización y Redacción: Tucumán 1471 (C. P. 1050 AAC) Teléfono: 54-11-4378-4765 - Bs. As. Rep. Arg. - Registro Nacional de la Propiedad Intelectual Nº 5074180
tra estrechamente vinculado con sus deberes
como progenitor. Tal contacto es necesario
pues su mejor formación depende en gran
medida del mantenimiento de las figuras pa-
terna y materna.
En cuanto a su contenido, un adecuado
contacto entre el progenitor no convivien-
te y su hijo es el medio indispensable para
que aquél cumpla con su función de padre/
madre en plenitud; la comunicación constitu-
ye una manifestación de su responsabilidad
parental y brinda la ocasión para fomentar
la relación personal, limitada por la falta de
convivencia cotidiana. Ese contacto permite
conocer acerca de la salud, educación, pro-
gresos y dificultades que el hijo presenta
en su desarrollo; frente a esto, el progeni-
tor no conviviente tiene el deber de asumir
conductas activas de asistencia espiritual y
material, y puede demandarlas del otro pro-
genitor conviviente. (Ver Alterini, Jorge H.
Código Civil y Comercial Comentado. Tratado
Exegético. 2da. Edición actualizada y aumen-
tada. T. III. Art. 652. Ps. 880/82. Ed. LA LEY.
Bs. As. 2016).
II. En el caso concreto de autos, se agravia
el demandado argumentando que se ha efec-
tuado una errónea interpretación del acuer-
do oportunamente arribado ante esta Alza-
da, y del que da cuenta el acta de fs. 112/113
vta. En primer lugar, centra sus críticas en
torno a que se intime a su contraria a abonar
los pasajes aéreos para que sus hijos viajen
desde Roma hacia Buenos Aires en la fecha
más próxima al 26/12/2019 y regresando a su
lugar de residencia en la primera quincena
del mes de enero de 2020.
La parte actora replica que ya ha abona-
do los tres pasajes aéreos a los que se com-
prometió en el convenio suscripto entre las
partes.
En torno a esta cuestión, en atención a
las fechas señaladas, y teniendo en cuenta
la reciente normativa emergente respecto a
la situación de emergencia sanitaria actual
tanto a nivel nacional como internacional, no
cabe más que concluir que el tratamiento de
la cuestión ha devenido abstracto.
En efecto, en este estadio del proceso no
existe ahora “un caso o controversia” que
permita la comprobación del gravamen que
aduce el apelante o el perjuicio sufrido a raíz
de decisión que impugna.
Se torna aplicable al caso la doctrina ema-
nada de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, según la cual el tribunal debe aten-
der a las circunstancias existentes al momen-
to de la decisión, aunque sean sobrevinientes,
merced a que sólo puede conocer en juicio
ejerciendo sus atribuciones jurisdiccionales
cuando se somete a su consideración un caso
concreto, y no se reduzca a una cuestión abs-
tracta, como sería la que pudiera plantear
quien ya carece de interés económico o jurí-
dico susceptible de ser eficazmente tutelado
por el pronunciamiento a dictarse (CSJN,
Fallos: 216:147; 243:145; 244:298; 259:76;
267:499; 308:1087; 318:2438; 318:2040, entre
muchos).
Por lo que corresponde concluir que el
tratamiento de la cuestión ha devenido abs-
tracto.
III. Por otra parte, se agravia el progeni-
tor demandado por entender que el cómputo
para el pago de los pasajes aéreos por parte
de la madre debe regirse por el año calenda-
rio y no por el año escolar de los menores.
Impreso en La Ley, Rivadavia 130, Avellaneda, Provincia de Buenos Aires.
En cuanto a este punto, habremos de coin-
cidir con lo expuesto por la Sra. Jueza “a
quo” en su decisorio, y con lo dictaminado a
fs. 176/177 (pto. IV) por la Sra. Defensora de
Menores e Incapaces de Cámara.
En efecto, de la lectura e interpretación de
las cláusulas del acuerdo obrante a fs. 112/113
vta. surge que el año a tener en cuenta, para
el cumplimiento de la obligación de la madre
respecto al pago de los viajes, es el año esco-
lar europeo, ya que el régimen de comunica-
ción se regula en base al receso escolar de los
menores.
Esta interpretación efectuada en el deciso-
rio en crisis es la que mejor preserva el inte-
rés de los jóvenes.
Cuando se trata de resguardar el interés
superior del niño atañe a los jueces buscar
soluciones que se avengan con la urgencia y
la naturaleza de las pretensiones, encausar
los trámites por las vías expeditivas y evitar
que el rigor de las formas pueda conducir a
la frustración de derechos que cuentan con
particular tutela jurisdiccional (CSJN, “Guc-
kenheimer, Carolina I. y otros c. Kleiman, Enri-
que y otro”, del 06/02/2001, Fallos: 324:122; id.
323:2021; 324:908).
Por lo que corresponde desestimar la que-
ja vertida sobre el punto.
IV. Por otra parte, se agravia el demanda-
do por la imposición de costas a su parte (ver
fs. 164 pto. 3).
Como se ha resuelto reiteradamente, las
costas son erogaciones que necesariamen-
te deben hacer los sujetos del proceso, para
obtener la actuación de la ley mediante la
resolución judicial que pretenden (Podet-
ti, Tratado de los Actos Procesales, p. 111),
siendo principio general en la materia que el
objetivamente derrotado debe resarcir ínte-
gramente las mismas al vencedor (conf. Mo-
rello, Cód. Proc. Comentado y Anotado, T. II,
p. 363, Ed. Abeledo Perrot”).
En el caso de marras, no encontrando mé-
rito para apartarnos de dicho principio, co-
rresponde la confirmación del fallo sobre el
particular.
V. Tocante a las costas generadas en al-
zada, esta Sala ha sostenido la aplicación
del criterio corrientemente admitido por la
jurisprudencia y la doctrina, que sostiene la
distribución de los gastos causídicos en el or-
den causado en los casos en que un inciden-
te concluya como consecuencia de haberse
tornado abstracta la cuestión litigiosa sobre
EDICTOS
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en
lo Civil y Comercial Federal N° 8, Secretaría
N° 15, sito en Libertad 731, 7° Piso de esta
Ciudad, informa que GRECIA BELEN DE LOS
RIOS ESPADA, de nacionalidad boliviana con
DNI N° 95.482.546, ha iniciado los trámites
tendientes a obtener la Ciudadanía Argen-
tina. Por ello cualquier persona que tuviere
conocimiento de algún acontecimiento que
estimara podría obstar a dicha concesión,
deberá hacerlo saber a este Juzgado. Publí-
quese por dos días.
Buenos Aires, 13 de febrero de 2020
Felipe J. Cortés Funes, sec.
LA LEY: I. 27/03/20 V. 30/03/20
Síganos en /thomsonreuterslaley @TRLaLey
la que versaba. Ello así, pues ante estos su-
puestos, como el de autos, donde el “ad quem”
no ha llegado a decidir en lo concerniente al
derecho que el apelante dice conculcado, ca-
rece, por ende, de elementos de juicio para
ponderar cabalmente la responsabilidad que
le toca a cada una de las partes en lo atinente
a los gastos causídicos.
Es decir, al haber quedado finiquitada la
cuestión litigiosa en virtud de un acto pro-
cesal o circunstancia sobreviniente, acaeci-
do tiempo antes de conocer de la apelación,
que tornó abstracta la cuestión debatida y, a
consecuencia de ello, no se dicta pronuncia-
miento sobre el punto, las costas no pueden
seguir el criterio objetivo de la derrota pues,
en rigor, no cabe considerar vencida a nin-
guna de las partes, ya que ninguna de ellas
ha triunfado totalmente en su pretensión
(cfr. esta Sala, Expte. Nº 44.598/2001, “YPF
SA c. Larta SA s/ Ejecución Hipotecaria”, R.
402338, del 14/09/2004).
VI. Como último punto, y tal como lo ha
expresado la Sra. Defensora de Menores e
Incapaces de Cámara en su dictamen, cabe
exhortar a las partes para que aúnen sus
esfuerzos a fin de garantizar el régimen de
comunicación acordado, teniendo en cuenta
el deber de colaboración e información que
debe primar entre las partes (conf. arts. 653
in fine, 654 y 655 del Cód. Civ. y Com. de la
Nación) y priorizando el interés superior de
los menores.
VII. Por todo ello, por las consideracio-
nes precedentemente mencionadas, y oída
que fuera la Sra. Defensora de Menores e
Incapaces de Cámara, el Tribunal resuelve:
1) Declarar abstracta la cuestión materia
del recurso de apelación concedido a fs. 160
y, en consecuencia, inoficioso expedirse a
su respecto. 2) Confirmar la resolución de
fs. 155/157 en lo demás que decide. 3) Impo-
ner las costas de Alzada en el orden causa-
do (arts. 68 y 69 del Cód. Proc. Civ. y Com.
de la Nación). 3) Con respecto a los hono-
rarios, difiérase el tratamiento del recurso
de apelación interpuesto a fs. 170, para una
vez que se encuentre concedido el recurso
de apelación deducido a fs. 164 pto. 3) con-
tra la regulación de honorarios de fs. 157
pto. 2).
Regístrese, notifíquese a la Sra. Defenso-
ra de Menores e Incapaces de Cámara en
su despacho, comuníquese a la Dirección de
Comunicación Pública de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación (Acordada Nº 15/13
art. 4º) y oportunamente devuélvase. — Bea-
triz A. Verón. — Gabriela M. Scolarici. — Patri-
cia Barbieri.
El Juz. Fed. Civ. y Com. N° 1, Sec. N° 1 de la Nº 16 a mi cargo, sito en Libertad 731, 7º
Cap. Fed., hace saber que VICENTE RIVERA Piso de Capital Federal, hace saber que
SALVATIERRA, de nacionalidad boliviano, NATALIA DEL CASTILLO BALDIVIE-
DNI N° 93.899.674 ha solicitado la con- SO de nacionalidad boliviana, con DNI
cesión de la Ciudadanía Argentina. Se deja Nº 94.152.795 ha peticionado la conce-
constancia que deberán publicarse por 2 sión de la Ciudadanía Argentina, a fin de
(dos) veces dentro del plazo de quince días en que los interesados hagan saber a este
el Diario LA LEY. Juzgado las circunstancias que pudiesen
Buenos Aires, 22 de mayo de 2018 obstar a dicho pedido. Publíquese por dos
Ana Laura Bruno, sec. días. El presente deberá ser publicado por
LA LEY: I. 27/03/20 V. 27/03/20 dos veces en un lapso de quince días en el
diario LA LEY.
El Juzgado Nacional de Primera Instan- Buenos Aires, 6 de marzo de 2020
cia en lo Civil y Comercial Federal Nº 8 a Sebastián A. Ferrero, sec.
cargo del Dr. Marcelo Gota, Secretaría LA LEY: I. 26/03/20 V. 26/03/20