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ATRIBULADOS, EN APUROS,

PERSEGUIDOS Y DERRIBADOS

Por: Rigoberto Gómez

“…estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;


perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:8-9) 

El texto anterior, nos enseña que el pueblo de Dios puede atravesar por diferentes situaciones
adversas, pero al mismo tiempo el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, nos dice que
a pesar de estas dificultades el cristiano puede manejar dichas situaciones sin que estas le
vayan a detener en su lucha por alcanzar los propósitos de Dios para su vida.

ATRIBULADOS EN TODO, MAS NO ANGUSTIADOS

Jesucristo dijo “…en el mundo tendréis aflicción…” (Juan 16:33), es decir, tendremos
tribulaciones, momentos tristes; sin embargo, no debemos angustiarnos. El mismo Señor
Jesús, también expresó “…Confiad…” (v33); pues la aflicción o tribulación no debe llegar al
punto de que sintamos una angustia todo el tiempo.

El rey David sabía que no debemos angustiarnos en medio de las situaciones adversar porque
pueden inducirnos a que nuestra confianza en Dios disminuya. David decía ¿Por qué te abates,
oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío (Salmo 42:11) 

Debemos esperar en Dios, confiando que tarde o temprano el hará algo por nuestra causa.
David decía “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se
levante guerra, yo estaré confiado” (Salmo 27:3) 

Muchas veces es difícil no angustiarnos, pero debemos confiar en Dios y perseverar en medio
de nuestros padecimientos, porque “…los mismos se van cumpliendo en nuestros hermanos en
todo el mundo” (1 Pedro 5:9) 

EN APUROS, MAS NO DESESPERADOS 

En medio del apuro, podemos hacer cosas que no debemos; pues caemos en desesperación.
Cuando confiamos, podemos ver más allá de la angustia, más allá del problema, de las
adversidades. (También te puede interesar: Llamados Para Ser Bendecidos)

El rey Saúl estaba en apuro cuando los filisteos se reunieron en Micmas, y “…cuando los
hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se
escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas” (1 Samuel 13:6), esto
provocó en medio del aprieto o apuro, el rey Saúl se desesperara y cometiera un gran error. 
Al ver que Samuel no llegaba y que el pueblo desertaba, ofreció holocausto; razón por la cual,
Samuel reprendió a Saúl y le dijo: “…locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de
Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre
Israel para siempre, mas ahora tu reino no será duradero…” (1Samuel 13:13-14) 

Podemos estar en apuros pero no hay que caer en la desesperación, ya que nuestro Dios nos
dará la salida en medio de los problemas o situaciones que nos pongan en aprieto. Jonatán
cuando procuraba pasar a la guarnición de los filisteos, en medio de dos peñascos y los
desfiladeros; a pesar del apuro, jamás se desesperó (1 Samuel 14:4) 

Jonatán supo esperar confiado en Dios y derrotó a los filisteos. Es necesario que en medio de
la dificultad podamos mantener la calma y no desesperarnos, sino al contrario esperar en Dios
porque él nos dará la victoria en nuestras batallas. 

PERSEGUIDOS MAS NO DESAMPARADOS


Israel en el desierto, frente al mar rojo. Faraón detrás de ellos. Se sentían perseguidos y sin
escapatoria, pero no estaban desamparados, no estaban solos. El Dios que los había sacado
de Egipto estaba con ellos. Fue quien les abrió camino en medio del mar, no los dejó
desamparados. 

Nuestro Dios, jamás nos dejará desamparados, siempre nos dará una salida cuando nos
sintamos perseguidos. No estamos solos, pues como dijo uno de los profetas del antiguo
testamento: “…más Jehová está conmigo como poderoso gigante…” (Jeremías 20:11) 

Elías en el desierto, se sentía solo, desamparado; pero Dios le hizo saber que no estaba
luchando solo que habían en Israel “…siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y
cuyas bocas no lo besaron” (1 Reyes 19:18) 

Así hoy en día, hay un pueblo de Dios que jamás se rinde y que en medio de las dificultades,
Dios jamás ha desamparado; por lo tanto, no hay que doblegarse ni sentirse solo como se
sintió el siervo de Eliseo cuando miró venir a los sirios. (También te invito a leer:  Viviendo en
Tiempos Difíciles)

Cuando venía el ejército de los Sirios con sus carros y caballos, el criado de Eliseo se turbó,
pero el profeta le dijo: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los
que están con ellos” (2 Reyes 6:16) 

Para que podamos decir las palabras de Eliseo debemos abrir nuestros ojos espirituales, tal
como dijo Eliseo, “…te ruego oh Jehová, que abras sus ojos para que vea” (v17). Así que,
podemos sentirnos perseguidos pero jamás estaremos desamparados, pues tenemos un Dios
que está con nosotros. 

DERRIBADOS PERO NO DESTRUIDOS 

La escritura dice que cuando los hijos de Israel consultaron a Dios acerca de quién subiría en la
batalla para enfrentar a Benjamín, Dios les dijo que subiría Judá; sin embargo, a pesar de esto,
“…los hijos de Benjamín, derribaron por tierra aquel día veintidós mil hombres de los hijos de
Israel” (Jueces 20:21) (Si gustas, puedes leer: La Prueba de Nuestra Fe)

Los hijos de Israel estaban derribados, pero no destruidos. Consultaron nuevamente a Dios si
subían de nuevo, y una vez más, Dios les dijo que subieran a la batalla. Cualquiera después de
la primera derrota, al ser derribados, no quiere levantarse nuevamente, pero los hijos de Israel
lo hicieron pues no estaban dispuestos a ser destruidos. 

Israel había perdido una batalla, pero no la guerra. “…Reanimándose el pueblo, los varones de
Israel volvieron a ordenar la batalla en el mismo lugar donde la habían ordenado el primer
día…”. El problema es que nuevamente fueron derrotados, lloraron se lamentaron, pero una
vez más fueron a la batalla. 
Lo impresionante es la determinación de Israel para seguir insistiendo y obedecer a Dios de ir a
la batalla. Además, lo más maravilloso de todo es que a la tercera vez, la escritura dice que
“Jehová derrotó a Benjamín delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel día a
veinticinco mil cien hombres de Benjamín…” 

“Jehová derrotó a Benjamin”, Dios pelea nuestras batallas cuando ya no podemos con nuestras
propias fuerzas. Y si nos disponemos a obedecer, levantarnos después de cada derrota,
podremos decir que fuimos derribados pero no derrotados; por lo tanto, nuestro Dios nos dará
la victoria. 

Hay gente que quiere verte destruida. Los supuestos amigos de Jeremías “…miraban si
claudicaría…prevaleceremos contra él…tomaremos de él nuestra venganza” (Jeremías 20:10).
A Sansón, después que le cortaron el cabello y le sacaran los ojos, se burlaban de él; sin
embargo, ni Jeremías se dejó derribar, ni Sansón pensó que ya no podía hacer nada, pues
mató a todos los filisteos aún en ese estado. 

En fin, podemos estar atribulados, pero jamás angustiados; en apuros, pero sin entrar en la
desesperación; sentirnos perseguidos, pero nuestro Dios jamás nos dejará desamparados;
incluso podemos ser derribados, pero nunca destruidos porque tenemos a nuestro Dios con
nosotros. 

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