Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Cualquiera de nosotros puede ser un pirata digital sin saberlo, o sin considerarlo.
Pero esta evidencia nos obliga a situar los límites del delito, partiendo del lucro
activo del usuario y sus consecuencias sobre el sistema económico.
Existe una gran migración de los usuarios que hasta ahora consumían los productos
mediante descargas, que ahora utilizan los nuevos servicios ubicados en la nube,
como sería el caso de Pureplay o Spotify, aplicaciones que han generado una gran
aceptación por parte de los usuarios, y se han llegado a convertir en poco tiempo,
en los principales competidores de Google o Apple.
Por ejemplo, a pesar de que la serie de televisión Juego de Tronos bate año tras
año el record de descargas, es una evidencia que los piratas se alejan de estas y
prefieren la emisión en streaming a través de páginas exclusivas.
Es importante señalar que, más allá de todas estas razones (traslado a la nube,
streaming en lugar de descarga, proliferación de dispositivos móviles, mejora de la
conectividad…), un factor muy importante de la extensión de la piratería es el uso
de las redes sociales.
Hay que recordar que un alto porcentaje de los infractores, utilizan motores de
búsqueda de estos proveedores para encontrar el material que requieren, en este
sentido, en algunos países se ha pactado con los proveedores de Internet a gran
nivel, repartir las responsabilidades de la infracción de forma más justa, a la vez
que didáctica para los usuarios.
Conclusiones
El principal error podríamos decir que fue de la industria, quién hasta hace bien
poco no orientaba sus fórmulas de distribución en fidelizar al cliente, sino todo
lo contario, imponían precios, y plazos sin vincular al usuario.
Todo ello indica, que los distribuidores de contenidos lo tendrán difícil con estas
nuevas generaciones que no perciben la piratería como un delito, sino más bien como
un derecho al libre acceso o bien como una forma de permanecer al margen de un
sistema de cuotas que consideran una imposición injusta.
La generación digital es, también, una generación de gran movilidad que quiere
disfrutar de las cosas de forma inmediata y en comunidad. El mundo digital es
esencialmente dinámico, y la regulación, siempre persigue a los cambios
tecnológicos y además, es un mundo que no conoce fronteras, ni limitaciones de
formato o de idioma. Cualquiera puede saltar una frontera a través de un enlace. En
este contexto, de establecer un sistema de gobernanza mundial en la distribución de
contenidos que contente por igual a corporaciones y usuarios, sea una tarea casi
imposible.
Los gobiernos deberán decidir entre preservar las libertades de los usuarios en el
entorno digital y su protección como consumidores, o asegurar el funcionamiento de
la industria de contenidos y el entorno cultural y de la creación, que genera miles
de puestos de trabajo y grandes aportaciones al PIB.