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E

ste libro nos hace pensar que la escritura debe


servir para adentrarnos en el otro, si se quiere
también para saquearlo en el mejor de los sentidos,
interpretarlo, perderse en sus laberintos y soñar sus
sueños. Son esos los robos que la literatura justifica, son

Jorge Ladino Gaitán Bayona


los hurtos sagrados que debe hacer la poesía así como
Prometeo robó el fuego, cuando se trata de escribir un
Preludio libro sobre un personaje reconocido, en este caso John
Lennon, uno de los símbolos más altos y más populares
JORGE LADINO GAITÁN BAYONA
Aquí el espanto apila sus relojes. de la música de los años sesentas y setentas. Este libro es
diario y es balada porque relatan con mesura, es decir, Nació en 1977 en Sogamoso (Colombia). Residente en Ibagué
Hay pasos que vuelven, desde 1989. Grado de Honor como Licenciado en Lenguas
un cuerpo que el piano evoca, sin la concepción anquilosada del poema como mera Modernas de la Universidad del Tolima. Doctor en Literatura
mi Lennon cruzando estas páginas en vuelo inverso. acumulación de imágenes deslumbrantes, recuperando de la Pontificia Universidad Católica de Chile con Grado de
en su aparente simpleza la frescura del hombre que fue Distinción Máxima. Profesor de la facultad de educación de la
Todos los días son ocho de diciembre
Universidad del Tolima, integrante del Grupo de Investigación
y estás aquí, Lennon. Es un lenguaje que va de adentro hacia afuera y
en Literatura del Tolima y de la Tertulia Tinta de Búho.
con tus cuarenta años y cuatro balas adentro. viceversa, es decir, desde las entrañas de dos seres que se Corresponsal para Colombia de Sieteculebras, Revista Andina
No culparás mi canto, querido John, amaron hondamente a través de la carne, el compromiso de Cultura, editada en Cusco-Perú. Primer puesto en el Premio

Baladas para el ausente


Nacional de Crónica Germán Santamaría, en la categoría docentes
también la muerte es estación del deseo. con la libertad, la música y la pintura, pero también desde
y universitarios en el 2005. Ganador y finalista en concursos
No elegimos el final, el mundo externo simbolizado en una ciudad como New de poesía y minicuento. Ponente de literatura en congresos
las formas de la ausencia, York que fuera escenario del rock and roll y que ahora se internacionales celebrados en Chile, Perú, Brasil, Argentina y
descompone a los ojos de Yoko. Colombia. Autor de los libros de poemas Manicomio Rock (2009)
las palabras que nos nombran. y Buzón de naufragios (2012). Coautor de: La novela del Tolima
1905-2005, bibliografía y reseñas (2008); Cien años de novela

Baladas
Nelson Romero Guzmán en el Tolima 1905-2005 (2011); y Cuentos del Tolima, antología
Poeta colombiano crítica (2011). Este último fue mención de honor a mejor libro de
cuentos de más de un autor en el Premio Internacional de Cuento
Édito “Juan José Manauta” (Argentina, 2011).

Programa Municipal de Estímulos


de la Alcaldía de Ibagué,
Secretaría de Cultura, Turismo y Comercio
para el ausente Baladas para el ausente fue Mención de Honor en el XVI Premio
Nacional de Poesía Ciro Mendía 2012 y Premio de Poesía
Juan Lozano y Lozano 2012. Este último premio permitió
la publicación del libro dentro del Programa Municipal de
Estímulos de la Alcaldía de Ibagué, desarrollado por la Secretaría
Baladas para el ausente | Jorge Ladino Gaitán Bayona 1 Baladas para el ausente | Jorge Ladino Gaitán Bayona 2
Jorge Ladino Gaitán Bayona
Baladas para el ausente | Jorge Ladino Gaitán Bayona 4 de Cultura, Turismo
Baladas y Comercio.
para el ausente | Jorge Ladino Gaitán Bayona
Baladas para el ausente

Jorge Ladino Gaitán Bayona

Premio de Poesía Juan Lozano y Lozano 2012


Mención de Honor
en el XVI Premio Nacional de Poesía Ciro Mendía 2012
Gaitán Bayona, Jorge Ladino, 1977 -
Baladas para para el ausente / Jorge Ladino Gaitán Bayona.
-- Ibagué : Alcaldía de Ibagué, 2013.
101 p.

Contenido: Parte 1: 1:00 A.M. - Parte 2: 2:00 A.M. -


Parte 3: Sueños 3:00 A.M

ISBN:

1. Poesía colombiana 2. Rock 3. Lennon, John 4. Ono,


Yoko I. Título

Co- 861
G144b

Baladas para el ausente

© Gaitán Bayona, Jorge Ladino


Alcaldía de Ibagué
Secretaría de Cultura, Turismo y Comercio
2013.

Primera edición: Marzo de 2013


950 ejemplares

Diseño e impresión: Leon Gráficas Ltda.


Portada: Memories in green. Óleo sobre lienzo de Diego Fernando Céspedes.

jlgaitan@ut.edu.co
quijoterock.blogspot.com
“Why do I miss you so if you’re just a spec of dust,
floating endlessly amongst the billion stars?”

Yoko Ono.
6
Tabla de naufragios

Baladas para el ausente: el diario de Yoko Ono


al hombre de los anteojos tristes......................................... 9

1:00 a.m.
I.................................................................................................. 19
II................................................................................................. 21
III............................................................................................... 23
IV............................................................................................... 25
V................................................................................................ 27
VI............................................................................................... 29
VII............................................................................................. 31
VIII............................................................................................ 33
IX............................................................................................... 35
X................................................................................................. 37
XI............................................................................................... 39
XII.............................................................................................. 41
XIII............................................................................................ 43

2:00 a.m.
XIV............................................................................................ 47
XV.............................................................................................. 49
XVI............................................................................................ 51
XVII........................................................................................... 53
XVIII......................................................................................... 55
XIX............................................................................................ 57
XX.............................................................................................. 59
XXI............................................................................................ 61

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 7


XXII........................................................................................... 63
XXIII......................................................................................... 65
XXIV......................................................................................... 67
XXV........................................................................................... 69

Sueños 3:00 a.m.


XXVI......................................................................................... 73
XXVII........................................................................................ 75
XXVIII...................................................................................... 77
XXIX......................................................................................... 79
XXX........................................................................................... 81
XXXI......................................................................................... 83
XXXII........................................................................................ 85
XXXIII...................................................................................... 87
XXXIV...................................................................................... 89
XXXV........................................................................................ 91
XXXVI...................................................................................... 93
XXXVII..................................................................................... 95
XXXVIII................................................................................... 97
XXXIX...................................................................................... 99
XL............................................................................................ 101

8
Baladas para el ausente:
el diario de Yoko Ono al hombre
de los anteojos tristes
Nelson Romero Guzmán*

Baladas para el ausente es el tercer título de poemas del


poeta Jorge Ladino Gaitán Bayona. Dos momentos creativos
paralelos configuran el libro: uno tiene que ver con la
estructura del diario que lo divide en partes (1:00 A.M.,
2:00 A.M. y Sueños 3:00 A.M.), y el otro se instala en la voz
íntima que nos habla desde el diario, encargada de reconstruir
el diálogo con un ser ausente. Ese ausente es John Lennon
y la voz que lo evoca a través de las baladas es la de Yoko
Ono. El mayor desafío del libro de Jorge Ladino Gaitán,
su propuesta poética más relevante consiste, justamente,
en traer al otro desde la orilla imposible, al que se sabe
definitivamente ausente sin la posibilidad de un retorno
físico, ¿cómo lograrlo?, ¿por qué vías hacerlo? En este caso a
través del cuerpo desnudo de Yoko, pero también apelando a
la memoria colectiva que ella misma representa y de las letras
de las canciones de Lennon intercaladas perfectamente en los

* Poeta colombiano (Ataco-Tolima, 1962). Premio Nacional de Poesía “Fernando


Mejía Mejía” (1992), Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia
(1999) y Premio Nacional de Literatura –modalidad poesía- del Instituto Distrital
de Cultura y Turismo de la Alcaldía de Bogotá (2007). A nivel lírico ha publicado
los libros Días sonámbulos (1988), Rumbos (1993), Surgidos de la luz (2000),
Grafías del insecto (2005), La quinta del sordo (2006), Obras de mampostería
(2007) y Apuntes para un cuaderno secreto (con la mexicana Kenia Cano, 2011).
A nivel de crítica literaria ha publicado los libros El porvenir incompleto, tres
novelas históricas colombianas (2012) y El espacio imaginario en la poesía de
Carlos Obregón (2012).

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 9


poemas del diario. El pretexto de diario recapitula, yendo y
viniendo fragmentariamente, varios momentos de la vida de
Lennon al lado de Yoko y su fatal desenlace, tales como la
luna de miel de la pareja en el Hotel Hilton en Ámsterdam en
1969, las protestas estudiantiles contra la Guerra de Vietnam,
el compromiso del artista y su música con la libertad de los
pueblos oprimidos, su relación con la pintura Pop, el teatro, el
cine, la filosofía y la muerte del compositor y cantante a sus 40
años acaecida en Nueva York el 8 de diciembre de 1980 a causa
de cinco balas propinadas por Chapman; a su vez, el poemario
se instala con toda su fuerza en la intimidad: se trata de la
intimidad de un erotismo fatal, “mutilado”, donde falta el otro,
de un duelo a muerte del cuerpo vivo de Yoko con el vacío del
cuerpo del amante que no está presente en el lecho de quien lo
exorciza, dando paso a su presencia fantasmal en la alcoba. De
ahí que la mayor tensión del libro, su mejor definición poética,
se instala en ese punto fugaz donde se entrecruzan la vida y la
muerte mediadas por el deseo. Por eso en el poema que sirve
de preludio nos encontramos de entrada con esta confesión:
“También la muerte es estación del deseo”.

Desde los primeros poemas el libro nos ofrece claves


temporales y espaciales precisas para instalarnos en la lectura
y, desde dichos referentes, desplegar el aparato verbal portador
de imágenes sencillas que en su aparente fragmentación eligen
un tono narrativo, procedente de la conciencia crispada y
vigilante de quien es presa de un desvelo lacerante y obsesivo
por ciertas ideas extrapoladas: la muerte y el deseo; el amor y
la tragedia; la presencia y el vacío. Así, al avanzar en la lectura,
sabemos que Yoko Ono, la viuda de Lennon, se encuentra sola

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en el cuarto de un hotel en Nueva York, un ocho de diciembre.
El libro plantea en sus imágenes más recurrentes una
sensación de vacío, desprendimiento, mutilación, ausencia,
pérdida del otro y de sí mismo, como se desprende de varias
citas contundentes en su construcción poética: “Como si el
deseo fuera un holocausto y no Vietnam y sus sangres sin
duelo” (VII), “Cinco balas y John sin Yoko” (V).

La concisión de los epígrafes son claves para entender el


programa de lectura porque ellos se encargan de enriquecer
la atmósfera del libro. El que sirve de pórtico proviene de la
misma Yoko: “¿Por qué te extraño si sólo eres polvo? (“Why
do I miss you so if youre just a spec of dust?”); de Alejandra
Pizarnik las palabras “instante”, “vacío” y “sombras” le dan
sentido a la primera parte (1:00 A.M.): “Ese instante que no
se olvida, / tan vacío devuelto por las sombras”; así como los
versos citados de Gioconda Belli nos remiten a la desnudez
y la soledad del cuerpo de Yoko en su cuarto: “Aquí estoy, /
desnuda, / sobre las sábanas solitarias”. Lo mismo ocurre al
interior de los poemas donde la voz de Lennon se deja oír
fragmentariamente a través de las letras de sus canciones,
principalmente aquellas que hicieron época y que fueron
epígono de su amor por la paz, así como las que dialogaron
con Yoko:

In the middle of the night I call your name,


“¡Oh Yoko!”

Dicha intromisión de voces ajenas se encuentran bien


integradas a la intencionalidad del libro, pues a la vez que

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 11


se hallan bastante asimiladas al conjunto, sirven para
introducir sutiles variantes de tono y de perspectiva en el
nivel significativo de los textos, otorgándole flexibilidad a la
forma del diario asumida por los poemas. Además, sumado
a esa intención de acumulación de voces, dicho despliegue
y reconocimiento que hacemos como lectores se encuentra
más explícita en la tercera parte del libro subtitulada “Sueños
3:00 A.M.”. Aquí se nos ofrece plena la mujer en su estado de
duermevela, donde la experiencia del sueño y del delirio es
vivida por Yoko como desdoblamiento a través de variadas
voces de heroínas o escritoras de distintas épocas de la
historia como Virginia Woolf, Sherezada, Dido, Cleopatra
y Ofelia, las cuales se dejan sentir como las máscaras de
la propia Yoko. Todo este coro de voces extraviadas en el
tiempo, que a su modo también cantaron, resultan también
evocadas como visión onírica de la imagen de la muerte; por
eso el epígrafe escogido de un poema de Ovidio es perfecto
a la intención de este apartado: “¿Qué es el sueño sino la
imagen fría de la muerte?”. La primera “imagen fría de la
muerte” es Nueva York a los ojos de Yoko, en esos momentos
la ciudad es pesadilla y drama interior, también por haber
sido el escenario de la muerte de Lennon, donde la única
señal de vida es su música en medio de la descomposición:

Nueva York está sitiada,


hay esvásticas en la aurora,
cañones cruzando sus pájaros en fuego.

“Qué pasa, New York?


Qué pasa, New York?

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Well down to max’s Kansas City,
got down the Nitty Gritty
with the elephants memory band”.

Quiero correr y abrazar a John


pero los pasos arden y me quedo quieta,
entre cadáveres y discos emboscados.

Entre esa pesadilla de “discos emboscados” en una ciudad


que arde, aparece la venganza y la muerte de Chapman, otro
de los protagonistas del diario. El asesino se hace presente a
través del sacrificio de Minotauro cuando Lennon le habla
a Yoko desde el laberinto de Creta: “Seré Teseo en tu piel /
pero antes mataré a Chapman y arrojaré al fuego el ovillo”
(XXVII). La presencia de Chapman también hace parte del
juego con las máscaras, un poco haciéndole guiños al teatro
y finalmente burlando al homicida en un dejo de ironía,
como en este pasaje:

Si pudiera devolverle los cinco tiros que mataron a Lennon,


me disfrazaría un rato de Chapman,
le pediría un autógrafo
y en la noche le descargaría mis noches en vela.

El libro, en varios apartes, hace aflorar un cierto tono de


ternura como la otra posibilidad de traer a un Lennon
niño, donde Yoko juega a ser la madre; el ídolo es evocado
reiteradamente desde sus insignias corporales y las utopías
que hicieron tan particular y pegajosas sus canciones en una
época que se reconoció en sus letras y en el sonido de los

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 13


instrumentos que él interpretaba. Aquí está su retrato en
palabras, quizá en su dimensión más familiar reconocida
por sus fanáticos:

A tus cuarenta, John,


sigues hermoso en tu miopía,
lentes redondos,
jugando a Ghandi,
doliéndote el mundo en la mirada.
Querías salvarlo con canciones,
tu guitarra contra la guerra y un piano blanco para el amor.

“Imagine all the people


living life in peace…
You may say I’m a dreamer
but I’m not the only one.
I hope someday you’ll join us
and the world will be as one”.

(…)
Cantarás acurrucado en mi vientre,
siempre niño,
siempre Lennon.

El título del libro asume la balada como un género de la música


popular, la más cercana a la expresión lírica para tematizar
el amor, el erotismo y en este caso expresar la ausencia del
ser amado; además porque esta forma musical encarna la
manera de contar una historia que se sabe íntima, sentida
y a la vez compartida. En este libro la balada tiene el poder

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de resucitar al otro, pero no para instalarlo simplemente a
la memoria sino para complementar metafóricamente el
cuerpo presente que se sabe mutilado sin el otro, como en
el poema VI: “Las sábanas desperezan sus pliegues, / saben
que en mi cuerpo falta tu cuerpo, / que a esta Yoko le han
mutilado su Lennon”. Así resultan formas sencillas de decir,
la fluidez de una conciencia en desvelo, el monólogo de la
mujer solitaria que se habla a sí misma y entabla diálogos con
un fantasma a quien lo evoca en su soledad: “Ven, / segundo
a segundo, / sobre mi cuerpo que no ha dejado de esperarte”,
sin embargo se hace consciente de la imposibilidad material
de su erotismo: “Te toco, / desapareces, / sola de nuevo”.
Ese juego entre la presencia ilusoria y la ausencia definitiva,
viene a convertirse en una de las mayores sorpresas del
libro, porque la evocación también da paso al John Lennon
humano detrás del estereotipo de sus “anteojos tristes”, a
quien amorosamente Yoko le dice:

Mi Lennon de anteojos tristes,


te dolía cada hueso quebrado,
la sangre sobre los campos de arroz,
la lluvia de bombas y el horror del bambú sagrado.

El John Lennon recreado por Jorge Ladino Gaitán no es el


del mito forjado por la fama y la histeria colectiva, ni el del
espacio multitudinario de los conciertos, sino el John Lennon
humanizado en el escenario íntimo de un cuarto, donde es
narrado poéticamente por Yoko, quien lo devuelve por un
instante al mundo, haciéndonos partícipes de esa experiencia
ajena a través del diario escrito en el tono de la balada, relegando

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 15


de esta forma el poema a un lugar marginal. Todo porque en
este caso la escritura poética pudo enmascarase. La máscara ha
sido el mejor complemento del hombre. Jorge Ladino Gaitán
Bayona supo ponerse sin pudor la máscara de una mujer, la
de la japonesa Yoko Ono, pero no cualquier máscara, la más
difícil y huidiza quizá, aquella que va por dentro. Este libro
nos hace pensar que la escritura debe servir para adentrarnos
en el otro, si se quiere también para saquearlo en el mejor de
los sentidos, interpretarlo, perderse en sus laberintos y soñar
sus sueños. Son esos los robos que la literatura justifica, son los
hurtos sagrados que debe hacer la poesía así como Prometeo
robó el fuego, cuando se trata de escribir un libro sobre un
personaje reconocido, en este caso John Lennon, uno de los
símbolos más altos y más populares de la música de los años
sesentas y setentas. Este libro es diario y es balada porque
relatan con mesura, es decir, sin la concepción anquilosada del
poema como mera acumulación de imágenes deslumbrantes,
recuperando en su aparente simpleza la frescura del hombre
que fue Lennon. Es un lenguaje que va de adentro hacia afuera
y viceversa, es decir, desde las entrañas de dos seres que se
amaron hondamente a través de la carne, el compromiso con la
libertad, la música y la pintura, pero también desde el mundo
externo simbolizado en una ciudad como New York que fuera
escenario del rock and roll y que ahora se descompone a los
ojos de Yoko, como “una imagen fría de la muerte”, según reza
el epígrafe de Ovidio.

Celebro este libro de Jorge Ladino Gaitán, celebrado también


por lectores que me han precedido en un certamen nacional
y otro regional de poesía, donde fuera destacado.

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1:00 a.m.
“Ese instante que no se olvida,
tan vacío devuelto por las sombras”

Alejandra Pizarnik.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 17


I
(PRELUDIO)

Aquí el espanto apila sus relojes.


Hay pasos que vuelven,
un cuerpo que el piano evoca,
mi Lennon cruzando estas páginas en vuelo inverso.
Todos los días son ocho de diciembre
y estás aquí,
con tus cuarenta años y cuatro balas adentro.
No culparás mi canto, querido John,
también la muerte es estación del deseo.
No elegimos el final,
las formas de la ausencia,
las palabras que nos nombran.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 19


II

A tu muerte llevaré mi muerte,


salvaré un solo recuerdo,
un año para emboscar al tiempo sus relojes:
1969, la piel de marzo en Ámsterdam,
la cama sin orillas del 902, Hotel Hilton.

Afuera las calles sacudían su desencanto,


pancartas y besos contra la guerra,
no podía llamarse fría cuando Vietnam era un incendio.
Mi Lennon de anteojos tristes,
te dolía cada hueso quebrado,
la sangre sobre los campos de arroz,
la lluvia de bombas y el horror del bambú sagrado.
No podías callar,
hicimos el amor hasta quebrar al miedo sus alas silenciosas.
La cama fue bote salvavidas,
asomaron otras voces y remamos en coro:

“All we are saying is give peace a chance”.

Querías una canción con la furia de las palabras simples,


la utopía desnuda de artificios y metáforas,
un pozo de aguas claras donde los pájaros bebían su reflejo.

Salvaré un solo recuerdo.


A tu muerte llevaré mi muerte.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 21


III

“Yesterday may haunt us forever”


Yoko Ono.

Hay un reloj misterioso en cada pupila,


nace con uno y a veces se detiene sin que uno muera.
Se ríe de los otros relojes,
de sus horas exactas y sus mansedumbres,
prefiere cifrar el tiempo en miradas,
la mía es triste aunque no quiera,
no bastan para cambiarla ni canciones,
ni copas,
ni alucinógenos.
Mi reloj misterioso se detuvo en Nueva York,
ocho de diciembre de 1980,
el tiempo astillado en cinco proyectiles,
cuatro para Lennon, uno para sí.
Quiso parar y plantarme en el ayer.
Sé que en mi llanto se oculta su mofa y su índice.
A veces asomo al espejo
y lo amenazo con arrancarme los ojos,
nada pasa,
el reloj igual,
salvo la ridiculez y los reproches,
es demasiado astuto para herirlo,
es como el dolor que aprende a sobrevivirse.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 23


IV

Ofrenda o jauría, siempre habré de esperarte.


Escucha mis huesos, flautas heridas.
Me levanto y suena uno de tus discos.
Te inventas de pronto,
pronuncias mi nombre
y mis manos vuelven,
pasos de ciego entre tu voz que acecha:

“In the middle of the night I call your name,


¡Oh Yoko!”.

Quiero dibujarte,
desnudar tus lentes para que tus ojos corran,
perros hambrientos en la noche exacta de mi vientre.
Te regalo mi cuerpo,
guitarra en la lluvia de tus dedos.
¡Desata mis cuerdas, la banda sonora de mis nervios!

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 25


V

Cinco balas y John sin Yoko,


cinco balas y la piel en exilio,
cinco balas y el mundo sin eje,
cinco balas tejiendo noches y desvelos,
cinco balas y mi muerte lejos.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 27


VI

… El bostezo de las sombras


y la condena de los párpados.
Afuera los rascacielos en caída
y las calles sin anestesia.
La sangre resbala por el cuello de la niebla.
No asoman los colmillos,
no hay pasos al acecho,
apenas el hastío en la silla de un parque
fumando su último cigarro
y este cuarto, mueca en cámara lenta.

Las sábanas desperezan sus pliegues,


saben que en mi cuerpo falta tu cuerpo,
que a esta Yoko le han mutilado su Lennon.
Sólo quedan tus canciones,
morar tu voz,
la sombra de tus dedos en el piano.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 29


VII

Asomada en la ventana,
ocho pisos para abrazarte
pero el cuerpo ya no es hoja para caer.

Soy un árbol que se pudre lento.

Algo asoma río abajo de los recuerdos,


suelo beberme tu sonrisa
bajo las sábanas blancas en la luna de miel,
jugar a los fantasmas
mientras las cámaras al recato y las preguntas
como si el deseo fuera un holocausto
y no Vietnam y sus sangres sin duelo.

Nada ha cambiado,
perdonan tu cuerpo si es botín de guerra,
no la desnudez anulando el odio en su entrega.
Me he mareado un poco.
Asoman tus canciones,
pájaros sin tiempo,
enredaré mis raíces en su vuelo.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 31


VIII

Hay un color que me pinta y me condena,


un tono entre mi rostro y la noche espesa.
Si vieras este cuadro, querido John,
no sabrías si soy yo o un agujero negro.

“Out the blue you came to me


and blew away life’s misery,
out the blue life’s energy,
out the blue you came to me”.

A veces tus canciones no bastan para imaginar un rojo


o un amarillo.
Ajena a subastas,
lienzo maldito que la muerte aguarda,
muerte niña, muerte traviesa,
dudo pueda darme un lugar en su museo,
quizá quiera jugar otro rato y esconderme,
rasgarme de una vez,
o dejarme a la entrada para limpiarse los pies
cuando sale de camping y sus botas entristecen.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 33


IX

El arma de Chapman no es la gota final,


lento llenaré mi muerte,
copa de mi desprecio,
extraña liturgia de un rostro solitario a la hora de la cena.

Todo ajeno,
los quejidos de fantasmas en la orgía de otros cuartos.
Evitaré la tentación,
sellaré el mío en la mañana,
apenas una ranura para apuntar al cielo.
El ojo derecho medirá la fragilidad de las nubes,
estallar en risas por el azul mezquino,
por los dioses que nunca fueron y la idiotez de sus creyentes.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 35


X

Hay una guitarra llorando tus manos,


hay un cuerpo que se sabía guitarra y se mira guijarro,
hay una canción deslizando un cuerpo
por las grutas de un mal recuerdo,
hay una foto desangrada en canción en el álbum de bodas,
hay una Yoko acariciando la foto
donde no sueltas mi mano, John, en una tarde de protesta.
Cada cosa soportando la otra en su ausencia,
un sol negro, como el verso de Nerval,
todo en este cuarto tan exacto a mí,
tan ajeno a mí.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 37


XI

Este dolor,
pájaro recién nacido.
No quiero saberme jaula.
El asco inventa mi boca.
Sus alas no sabrán del viento y sus torpezas.
Ya su cabeza entre mis dientes.
Leve aleteo del espanto,
la sangre en conjuro,
la palabra en vuelo.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 39


XII

Desaparecer,
cortar la sombra cuando saluda los gatos
y tirarla en un bar de mala muerte,
silenciar los pasos
y al caminar nadie gire y se lamente,
apagar los párpados en ceniceros,
perderse entre la canción que se tararea una vez y se olvida.
… Si enumerar bastara para borrarse
como quien deshace en tiras un mal poema.
No sé ya,
desvarío,
un poco más o un poco menos,
¿A quién importa?

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 41


XIII

La palabra astilla los nervios y nadie habrá de escucharme.


El piano de la muerte en la noche ebria.
Hay un rincón del viento
donde la memoria sangra tus guitarras y canciones:

“Life is what happens to you


while you’re busy making other plans”.

Otra vez el horror,


el eco de diciembre deslizando tu cadáver.
A veces recuerdo mis labios
donde anidaste tu saliva y tu deseo.
¡Oh John, si volviéramos como las flechas
que nunca partieron!

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 43


2:00 a.m.
“Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sábanas solitarias”.

Gioconda Belli.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 45


XIV

Hay días que amanecen muertos


y uno los vive sin darse cuenta.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 47


XV

Nueva York y sus llagas luminosas,


los párpados en su mudez recogen moronas
de un cielo infecto.
Tantas enfermedades cobrando explicaciones al viento,
tantos infiernos disputándose las calles.

El silencio arde en blasfemias.

No he dejado de ver al dolor sus ángulos obscenos.


¿Cómo girar si la memoria siempre acecha?

No podrán cegarme,
soy un nido de ojos en esta ciudad que se mira y amedrenta.

Quisiera quedarme quieta,


pero las piernas traicionan los principios,
se dejan llevar, me llevan,
caer una y mil veces,
ser el agua de la fuente.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 49


XVI

¿Qué faro salvará esta noche en desvelo?


¿Cómo cegar sus pájaros extraviados
si mil jaulas arden en su vuelo?
Emerges de pronto,
me arrojas una canción, me quedo quieta,
no es hora de espejismos,
acaso de volcarse a los recuerdos.
Le daré un arpón al tedio
para desangrar el miedo a los fantasmas.
Poco a poco la piel se hunde en su desprecio.
No hay tabla de naufragios,
salvo la memoria y sus anzuelos.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 51


XVII

Hay palabras que caen cuando los labios duermen


y se quedan toda la noche mirando
desde su rincón sin tiempo.
Nadie nombra entonces la desnudez que se quiebra
o la mueca de las sábanas por el rostro que amanece.
Se eligieron frutas que se pudren solitarias.
¿Quién habría de saborearlas?
Salvo el silencio, pájaro torpe en la mañana
(alguien debió cortarle las alas
donde un solo cuerpo alarga los relojes).

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 53


XVIII

Las lunas amordazadas,


en fila india,
el tedio elige sus proyectiles:

bostezos largos al centro de cada noche.

Caen sobre tabernas y parques.

Nadie nota nada,


las copas se repiten,
los juegos se reinventan.

Todos a casa con su gota de cadáver sobre los hombros,


sacudirla como una hormiga muerta,
preguntar si falta alguno
y sonreír como si el día estuviera ileso.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 55


XIX

He visto el reloj dibujando tu rostro,


el tic tac de tus labios erizando mi sombra en la ventana.
Ven,
segundo a segundo,
sobre mi cuerpo que no ha dejado de esperarte.

No escuches latir mi tiempo,


no te asustes si el tuyo va en otra ruta, en otra muerte.

Te deslizas hacia el piano,


también el silencio es una canción sin orillas,
escucha sin mirarte las manos que ayer fueron,
nube de espanto,
cuerpo del insomnio.
Te toco,
desapareces,
sola de nuevo.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 57


XX

¡Maldito el cielo tallando el vientre de una piedra!


Alguien se hizo iglesia
y lo grita sin tregua.
¡Vano correr!
Incluso el viento
y sus paredes blancas,
también la página cierra la puerta,
también las palabras, camisas de fuerza.

Si pudiera escapar a otra música, a otro infierno,


dejaría atrás el nombre que me condena.
Sólo yo, el vacio y la lluvia del silencio,
pero la voz es una niña rebelde que se desnuda
ante ojos hambrientos de hombres que se persignan.
Mi lengua maldice aunque la muerda.
¿Huir?
Estos pasos en letargo, pesadas cruces de viernes santo,
hastío de madera donde el hacha nada puede.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 59


XXI

Un lienzo blanco y una línea negra


como una nube acribillada por un cuervo,
o un plato de leche donde la mosca agita su vuelo,
quizá una página rasgada por el silencio,
la sábana sobre un cadáver atravesada por el último suspiro,
un sueño en cinta muda donde un bostezo se roba el aplauso.

El pincel mira los colores de soslayo,


no son de este reino,
quizás ni exista.
¿Partirlo por la mitad?
Uno por noche,
uno por desvarío,
repitiendo la línea negra en cada lienzo blanco:
la serie “Noches de Yoko” en un rincón que mira y se espanta;
los demás rincones se han repartido cigarrillos y calendarios.
Nada salvará del tedio y sus sedantes.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 61


XXII

Lejos de Japón,
viendo las horas en su desnudez sin réplica.
Hay cuerpos quebrándose al costado de la ausencia.

Mis dedos dibujan en mi vientre


el recuerdo de labios traviesos.

¿Cuántas sangres en espera?

Anuncian que pronto volveré a Tokio,


Un happening, quizá un concierto.
No sé si será otro mi canto,
algo de treno ocultarán mis epitalamios,
algo de cadáver ajeno a la sospecha.

Dicen que “partir es morir un poco”,


Otra muerte más, otra menos,
he perdido las cuentas.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 63


XXIII

Los colores nacen del desvelo,


de un loco disparando el ocho de diciembre.
Piedra de sacrificios,
víctima y testigo para pintarlo.
Chapman o Lennon,
cómplices de este espejo roto que es mi vientre,
mejor así,
no habrá otro recién nacido que me mire y se sonroje.

No era cuestión de suerte caminar con pie izquierdo,


el derecho era un grito que no resistía mi cuerpo.
No habrá otro cielo que mi cuarto
donde el pincel abrió sus alas a mi infierno.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 65


XXIV

Afuera las cámaras y los gritos,


hordas de luz al acecho.
Hay fantasmas asomados en los edificios
mientras sus cuerpos siguen cayendo.
¡No mirar!
¡No decir!
Orar a espaldas de la córnea.

¡No quiero salir!


¡No abras la puerta!

Aquí los párpados bostezan,


moverse de un lado a otro
bajo la sombra del reloj y su caracola,
resignarse al insomnio,
a sus espejos donde asoma el espanto:
el rostro de Lennon a sus cuarenta años.
Nadie pudo salvarlo,
nadie puede salvarme.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 67


XXV

¡Mírame!
la marea baja de la espera.
A veces juego al escondite en mi piel
y escucho una niña contando los silencios
que han de habitarme.
Entonces le grito:
encalla en mi, Yoko,
vuelve a mis ojos donde Lennon desnuda su muerte.
¡Canta fuerte!
hazte grito en mis venas.
Asómate sin miedo,
¡No soy bruja, no escuches a Paul!
Sólo quiero pintarte con tu desnudez en acuarela.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 69


Sueños 3:00 a.m.
¿Qué es el sueño sino la imagen fría de la muerte?”

Ovidio.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 71


XXVI

Todo el Hudson un largo bostezo,


ocaso de Dios a orillas de mi cuerpo.
Levanto mi desnudez, la herrumbre de los presagios,
pasearla un rato para envejecer un poco menos.
Nueva York está sitiada,
hay esvásticas en la aurora,
cañones cruzando sus pájaros en fuego.

“Qué pasa, New York?


Qué pasa, New York?
Well down to max’s Kansas City,
got down the Nitty Gritty
with the elephants memory band”.

Quiero correr y abrazar a John


pero los pasos arden y me quedo quieta,
entre cadáveres y discos emboscados.
El miedo teje los labios
¿Quién apagará mis párpados si despierto?

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 73


XXVII
(LENNON HABLA CON YOKO)

Mis labios nacen en tu cuerpo


Te elijo sepulcro,
Seré Teseo en tu piel
pero antes mataré a Chapman y arrojaré al fuego el ovillo.
Así, al entrar en ti, no habrá regreso.
Me perderé en tu piel por los siglos de los siglos del deseo.
Sonreirá el minotauro en las rutas de tu vientre,
cómplices en este laberinto sin tregua.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 75


XXVIII

Fueron apilándose los años


y también la piel se hizo sudario,
pero nada desteje la espera
(son otras agujas las de la ausencia).

Vana la noche y mi desvelo.


Odio esta Nueva York de enfermas promesas.
A esta herida no la cura el regreso.
No soporto esta renuncia,
la reputación de mi nombre para gloria de Lennon.
¿Cómo perdonarle la orfandad de mi cuerpo,
jardín donde el deseo talla su treno?

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 77


XXIX
(YOKO SALUDA A VIRGINIA WOOLF)

Estás aquí, Virginia, faro de tu muerte.


Mírate zarpar entre las aguas de este espejo
donde tu cuerpo es luna ebria.
Desnúdate lento Virginia.
No escuches las campanas de venas rotas.
Es la hora de los adioses.
Si otras llenan los bolsillos de piedras no inclinarás la cabeza.
Ya están escritas las cartas.
Lejos el canto del Ouse,
las aguas del suicidio en allegro.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 79


XXX
(YOKO- SHEREZADA)

Asómate a mi boca,
arena hechizada del desierto,
labios donde el miedo pasea cabezas de antiguas doncellas,
mil y una noches desnudando historias
bajo las lunas cansadas del deseo.
También la muerte escucha y se hace niña,
huidiza entre la sombra y la palabra suspendida.
Tampoco hoy el rumor de la sangre,
apenas el desvelo,
navío sagrado del silencio.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 81


XXXI
(YOKO-DIDO, LA MUERTE IMAGINADA)

¿Cómo apagar la hora en que la gruta se hizo tormenta


y borrar tu cuerpo en la ceniza de mi cuerpo?

Soy la niña del océano


y tus labios, John, no vendrán con cada aurora.

No seré estos ojos donde tus naves ya se alejan.


No habrá playa donde mi piel desnude su naufragio.

Otro fuego, no el deseo, silenció tu partida


y en mi piel arde el mar que te lleva.

Escucho la pira que habrá de encenderse,


el eco de una daga soñando mi pecho.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 83


XXXII

Sólo una playa: Long Island


y me deslizo en la noche
entre aguas que murmuran y juegan.
Soy un aullido surcando la arena,
una loba lamiendo la sombra de su ausencia,
afinando el hocico
sobre huellas de hombres que vendrán a arrojarse.
A veces husmeo colillas que la tarde abandona
y sé que hay labios cansados de la espera.
Si pudiera besarlos con esta muerte que me sonroja,
si pudiera arrastrarlos mar adentro,
lejos de la tierra y sus relojes gastados.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 85


XXXIII
(CLEOPATRA CONFIESA A YOKO)

Mis ojos en la cesta,


el áspid espera,
soy fruta que se ofrenda.
No temo a la mordedura.
¿Cuál peso de la muerte hermana,
de Ptolomeo y Arsinoe?
La nobleza es ajena al pudor de la sangre.

Yo, joya del Nilo,


pronuncio mi nombre y el cielo tiembla.
Nadie se resiste a la reina de Egipto,
ni Julio César ni Marco Antonio,
esclavos de mi cuerpo
que no se arrodillará ante Octavio en Roma.
Elegí mi grandeza, también mi muerte.
Escribo mi final con el veneno sagrado de la cobra.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 87


XXXIV
(OFÉLICA YOKO)

Siempre lago en el hastío de mis lunas.


En mis mejillas deslizó el amor la botella de los naufragios,
en mis ojos la locura anidó sus anzuelos.

La piel se pobló de heridas sin nombre,


peces oscuros mordiéndome el vientre y sus secretos.

Mi soledad tenía su propio cauce,


pero carecía de rosas
y escuché las otras aguas, el otro lago.

Aún mis cabellos en cascada,


en pétalos y lluvia,
dos lagos,
un solo espejo,
lejos las flautas de la muerte.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 89


XXXV

Amo mi muerte, muñeca de trapo,


siempre niña,
siempre Yoko.
A veces pasea en mi voz,
navío de fantasmas,
y la saluda John desde el puerto triste de su guitarra:

-Dame un poco de ácido para volar canciones,


soy un árbol loco,
no quiero estas raíces donde el miedo muerde la tierra.

Nada pasa,
lo dejo atrás con su rostro de noche encendida
y el ríe y salta y llora:

-Volvamos a Liverpool,
mamá querrá esta vez perdonarme.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 91


XXXVI

Si la palabra tuviera corazón de pájaro


y perdonara en mi boca al cielo
o si fuera pez para resistir la sal de mis naufragios;
ha elegido sin embargo la forma mezquina de mis miedos.
Morirá envenenada,
ha comido del plato de mi tedio.
Buscará un libro para arrojar su cuerpo:
Cioran, mejor Nietzsche.
¿Por qué no Humano, demasiado humano?
Cuando el sol convoque las pupilas dirán:
Otra palabra más de la oscura biblioteca.
Nada sabrán de su linaje,
de la tristeza en su eterno retorno.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 93


XXXVII

Mi soledad jugando a las escondidas


y me siento más sola todavía.
Los rincones del apartamento en su bostezo,
en su complicidad.

Muerdo mis labios,


reviento botellas contra el espejo.
Herirme no basta para atraerla,
no es mamá tampoco para cuidarme.
Me verá llorar desde un libro donde el amor es ajeno,
acaso desde un rock and roll de los setentas.
dormiré cuando asome,
estará fría la mañana
y se arropará con mis párpados,
tiritando las dos,
sueño abajo
entre juegos y condenas.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 95


XXXVIII

Hay un día para morderse los labios,


para verle la cara al espanto,
destino o suerte,
no importa cómo lo llames,
sólo la tristeza negando el otro lado de la moneda.
Si pudiera devolverle los cinco tiros que mataron a Lennon,
me disfrazaría un rato de Chapman,
le pediría un autógrafo
y en la noche le descargaría mis noches en vela.

No existe el perdón, menos el duelo.


He cultivado un rencor ajeno a los calendarios,
al cuerpo y su ocho de diciembre,
podré llevarlo como al más preciado de los harapos.
He aprendido sus claves espantosas,
aceptar el aire que viene a suicidarse en mi cuarto,
cerrar los párpados,
un milagro que la muerte ofrenda.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 97


XXXIX

Los fantasmas no envejecen,


llevan la edad de su muerte.
A tus cuarenta, John,
sigues hermoso en tu miopía,
lentes redondos,
jugando a Ghandi,
doliéndote el mundo en la mirada.
Querías salvarlo con canciones,
tu guitarra contra la guerra y un piano blanco para el amor.

“Imagine all the people


living life in peace…
You may say I’m a dreamer
but I’m not the only one.
I hope someday you’ll join us
and the world will be as one”.

Sé que me esperas y no te importa si tendré setenta u ochenta.


Los fantasmas no envejecen,
pero estaré más vieja para cuidarte.
Cantarás acurrucado en mi vientre,
siempre niño,
siempre Lennon.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 99


XL

Seguir lloviendo…
hueso adentro
entre sábanas y sueños rotos.
La piel eligió su invierno,
la lentitud de los relojes mientras deshoja el día su mueca.
A veces el sol arroja sus migajas
y el frío igual,
el desvarío de ser y nombrarse,
cuarenta poemas no bastan para salvarse,
cuarenta años arribaron a la muerte,
mi Lennon niño, mi Lennon amante.

Los recuerdos se sacuden la nieve sobre mis párpados.


¿Quién avivará el fuego?
¿Dónde los amigos o las viejas canciones?
Uno vuelve a las fotos por las heridas que no cierran.
Cada retrato convoca su propio espanto.
El miedo apunta:

Las
palabras
caen
como
insectos.

Baladas para el ausente  |  Jorge Ladino Gaitán Bayona 101

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