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Baladas
Nelson Romero Guzmán en el Tolima 1905-2005 (2011); y Cuentos del Tolima, antología
Poeta colombiano crítica (2011). Este último fue mención de honor a mejor libro de
cuentos de más de un autor en el Premio Internacional de Cuento
Édito “Juan José Manauta” (Argentina, 2011).
ISBN:
Co- 861
G144b
jlgaitan@ut.edu.co
quijoterock.blogspot.com
“Why do I miss you so if you’re just a spec of dust,
floating endlessly amongst the billion stars?”
Yoko Ono.
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Tabla de naufragios
1:00 a.m.
I.................................................................................................. 19
II................................................................................................. 21
III............................................................................................... 23
IV............................................................................................... 25
V................................................................................................ 27
VI............................................................................................... 29
VII............................................................................................. 31
VIII............................................................................................ 33
IX............................................................................................... 35
X................................................................................................. 37
XI............................................................................................... 39
XII.............................................................................................. 41
XIII............................................................................................ 43
2:00 a.m.
XIV............................................................................................ 47
XV.............................................................................................. 49
XVI............................................................................................ 51
XVII........................................................................................... 53
XVIII......................................................................................... 55
XIX............................................................................................ 57
XX.............................................................................................. 59
XXI............................................................................................ 61
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Baladas para el ausente:
el diario de Yoko Ono al hombre
de los anteojos tristes
Nelson Romero Guzmán*
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en el cuarto de un hotel en Nueva York, un ocho de diciembre.
El libro plantea en sus imágenes más recurrentes una
sensación de vacío, desprendimiento, mutilación, ausencia,
pérdida del otro y de sí mismo, como se desprende de varias
citas contundentes en su construcción poética: “Como si el
deseo fuera un holocausto y no Vietnam y sus sangres sin
duelo” (VII), “Cinco balas y John sin Yoko” (V).
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Well down to max’s Kansas City,
got down the Nitty Gritty
with the elephants memory band”.
(…)
Cantarás acurrucado en mi vientre,
siempre niño,
siempre Lennon.
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de resucitar al otro, pero no para instalarlo simplemente a
la memoria sino para complementar metafóricamente el
cuerpo presente que se sabe mutilado sin el otro, como en
el poema VI: “Las sábanas desperezan sus pliegues, / saben
que en mi cuerpo falta tu cuerpo, / que a esta Yoko le han
mutilado su Lennon”. Así resultan formas sencillas de decir,
la fluidez de una conciencia en desvelo, el monólogo de la
mujer solitaria que se habla a sí misma y entabla diálogos con
un fantasma a quien lo evoca en su soledad: “Ven, / segundo
a segundo, / sobre mi cuerpo que no ha dejado de esperarte”,
sin embargo se hace consciente de la imposibilidad material
de su erotismo: “Te toco, / desapareces, / sola de nuevo”.
Ese juego entre la presencia ilusoria y la ausencia definitiva,
viene a convertirse en una de las mayores sorpresas del
libro, porque la evocación también da paso al John Lennon
humano detrás del estereotipo de sus “anteojos tristes”, a
quien amorosamente Yoko le dice:
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1:00 a.m.
“Ese instante que no se olvida,
tan vacío devuelto por las sombras”
Alejandra Pizarnik.
Quiero dibujarte,
desnudar tus lentes para que tus ojos corran,
perros hambrientos en la noche exacta de mi vientre.
Te regalo mi cuerpo,
guitarra en la lluvia de tus dedos.
¡Desata mis cuerdas, la banda sonora de mis nervios!
Asomada en la ventana,
ocho pisos para abrazarte
pero el cuerpo ya no es hoja para caer.
Nada ha cambiado,
perdonan tu cuerpo si es botín de guerra,
no la desnudez anulando el odio en su entrega.
Me he mareado un poco.
Asoman tus canciones,
pájaros sin tiempo,
enredaré mis raíces en su vuelo.
Todo ajeno,
los quejidos de fantasmas en la orgía de otros cuartos.
Evitaré la tentación,
sellaré el mío en la mañana,
apenas una ranura para apuntar al cielo.
El ojo derecho medirá la fragilidad de las nubes,
estallar en risas por el azul mezquino,
por los dioses que nunca fueron y la idiotez de sus creyentes.
Este dolor,
pájaro recién nacido.
No quiero saberme jaula.
El asco inventa mi boca.
Sus alas no sabrán del viento y sus torpezas.
Ya su cabeza entre mis dientes.
Leve aleteo del espanto,
la sangre en conjuro,
la palabra en vuelo.
Desaparecer,
cortar la sombra cuando saluda los gatos
y tirarla en un bar de mala muerte,
silenciar los pasos
y al caminar nadie gire y se lamente,
apagar los párpados en ceniceros,
perderse entre la canción que se tararea una vez y se olvida.
… Si enumerar bastara para borrarse
como quien deshace en tiras un mal poema.
No sé ya,
desvarío,
un poco más o un poco menos,
¿A quién importa?
Gioconda Belli.
No podrán cegarme,
soy un nido de ojos en esta ciudad que se mira y amedrenta.
Lejos de Japón,
viendo las horas en su desnudez sin réplica.
Hay cuerpos quebrándose al costado de la ausencia.
¡Mírame!
la marea baja de la espera.
A veces juego al escondite en mi piel
y escucho una niña contando los silencios
que han de habitarme.
Entonces le grito:
encalla en mi, Yoko,
vuelve a mis ojos donde Lennon desnuda su muerte.
¡Canta fuerte!
hazte grito en mis venas.
Asómate sin miedo,
¡No soy bruja, no escuches a Paul!
Sólo quiero pintarte con tu desnudez en acuarela.
Ovidio.
Asómate a mi boca,
arena hechizada del desierto,
labios donde el miedo pasea cabezas de antiguas doncellas,
mil y una noches desnudando historias
bajo las lunas cansadas del deseo.
También la muerte escucha y se hace niña,
huidiza entre la sombra y la palabra suspendida.
Tampoco hoy el rumor de la sangre,
apenas el desvelo,
navío sagrado del silencio.
Nada pasa,
lo dejo atrás con su rostro de noche encendida
y el ríe y salta y llora:
-Volvamos a Liverpool,
mamá querrá esta vez perdonarme.
Seguir lloviendo…
hueso adentro
entre sábanas y sueños rotos.
La piel eligió su invierno,
la lentitud de los relojes mientras deshoja el día su mueca.
A veces el sol arroja sus migajas
y el frío igual,
el desvarío de ser y nombrarse,
cuarenta poemas no bastan para salvarse,
cuarenta años arribaron a la muerte,
mi Lennon niño, mi Lennon amante.
Las
palabras
caen
como
insectos.