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Lectio divina “SÍGUEME” - Mons.

Víctor Hugo Palma Paúl


DOMINGO DE RAMOS, ciclo A
Página Sagrada:
Primera lectura: Isaías 50, 4-7
Salmo responsorial: Salmo 21
Segunda lectura: Filipenses 2, 6-11
Evangelio: Pasión de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo 26, 14-27, 66
(I) LECTURA: Como puerta de entrada a la Semana Santa, el Domingo de Ramos constituye una presentación del
momento máximo del Misterio de la Redención: La Pasión de Cristo. En ese momento Dios actúa como nunca antes, si
bien ha “preparado la comprensión” de la Historia de Jesús el Cristo, a través de toda experiencia de fe vivida en muerte,
en sufrimiento, pero también en esperanza desde el Antiguo Testamento. El centro de tal camino de preparación viene
presentado hoy en la figura del Siervo de Yahvéh (primera lectura); su mejor interpretación a la vez, se encuentra en el
himno paulino a la Humillación-Exaltación de Cristo (segunda lectura). Entre ambos polos, el relato de la Pasión según
san Mateo en el ciclo A, describe cuidadosamente el camino misterioso por el que Cristo ha ejercido gloriosamente su
misión de solidaridad con nuestros dolores pero también de apertura definitiva del Reino a los hombres (cf. Hb 5, 1-10).
a) No aparté mi rostro a los insultos, y sé que no quedaré avergonzado (1ª. lectura). El tercero de los “cuatro cantos
del Siervo de Yahvéh” contenidos en la obra de Isaías73 presenta elementos que prefiguran a Cristo en su Misterio Pascual:
1. Hay un lamento en medio del sufrimiento injusto: el personaje al que se refiere la profecía de Isaías tiene una
misión: no cerrarse en su propio drama, sino que dirigir al afligido, a todo hombre angustiado, una palabra de
aliento (VER vv. 4-5).
2. Se vive un sufrimiento por la fidelidad al servicio que Dios pide: sin duda, habiendo desempeñado un papel de
mensajero de Dios en el pasado reciente (VER v. 4a Me ha dado una lengua de iniciado) ahora que Él mismo
sufre, continúa exponiendo el actuar de Dios en la vida de los que esperan en Él: las diversas imágenes de su
sufrimiento personal son las de todo hombre; golpeado en la espalda como un tonto, rodeado de desprecio
agresivo74, su vida es sin embargo, imagen de la esperanza del creyente; a las actitudes de sus enemigos, a su
tormento, opone fortaleza y perseverancia en su misión, sino por la fe en el Dios que restablece (VER vv. 6-7).
b) Todos lo abandonaron y huyeron (Evangelio). El relato de la Pasión según san Mateo tiene el cuidado de citar
constantemente el Antiguo Testamento, es decir, lo que “fue predicho” acerca de aquel momento central en el plan de
Dios. Nada ha sido casualidad o accidente; nada ha sido prefijado y nadie ha dejado de actuar en libertad. Por ello el drama
del proceso a Jesús es constante; ocurrido una vez para siempre, interpela sobre todo la conciencia de sus seguidores de
todos los tiempos. Ordenado según los mismos acontecimientos, el relato de san Mateo presenta:
1. La Cena Pascual (VER vv. 26, 14-35): cuyo centro es por una parte la clara certeza de parte de Jesús de lo que
está por ocurrir. Aún en medio del dolor por la traición de “uno de los suyos” (VER 26, 14ss) y por la “negación
de quien será depositario de su fidelidad” (cf. Mt 16, 16ss y t 26, 30-35) el Maestro se dona en la presencia
Eucarística para siempre (VER vv. 26, 26-29).
2. El arresto (VER vv. 47-56): subraya aún más el doloroso camino de retroceso que efectúan quienes hasta ahora
podían llamarse sus “seguidores”. A la fragilidad humana, pero sobre todo a la suprema crueldad de sus captores,
el Maestro que propuso el perdón como fundamento de su Reino (VER Mt 5-7, especialmente Mt 5, 38) se
convierte ahora en modelo de no violencia (VER vv. 26-52).
3. El proceso judío (VER 26, 57-75): está dominado por la revelación de Jesús a su propio pueblo. Llevado delante
de las máximas autoridades espirituales y sociales de su tiempo, declara su identidad y profetiza su función de
“poder supremo en el Reino de Dios” “Verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del poder de Dios y venir
sobre las nubes” (VER vv. 26-64). La actitud del Sumo Sacerdote concretiza el rechazo total de Israel oficial y
jurídicamente (VER vv. 26, 66)… En el fondo, otro proceso y otra renuncia tiene lugar en el corazón de quien lo
sigue pero cede ante el temor de “perder la propia vida”75: las negaciones de Pedro.
4. El proceso romano (VER 27, 1-31): subraya aún más la elección equivocada de Israel (la elección de Barrabás –
VER vv. 27, 21ss) a la par que la indiferencia del mundo ante la injusticia (el silencio y la inconsecuencia de
Pilato), (VER p.e. vv. 27, 24). En medio queda graficada de modo terrible la suerte del que ha traicionado, en
cuanto que ha valorizado más el dinero y los propios ideales (la muerte de Judas, VER vv. 27, 3-10).
5. La crucifixión y muerte (VER 27, 32-50): cierra el drama de los acontecimientos de modo extraño; aquí, en medio
de la humillación más grande viene manifestada la realeza de Cristo en una serie de sucesos; la humanidad entera
pasa delante de la cruz (VER vv. 27, 39ss), la mismas fuerzas naturales muestran que se trata de un acontecimiento
tremendo (VER vv. 27, 45ss) y una humanidad renovada, surgida de la muerte, señala el inicio del Reino (VER vv.
27-52).
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73 En su orden, en los capítulos 42, 49, 50 y 53 del Segundo Isaías.
74. Se trata de tratos ofensivos en el mundo medio-oriental: escupir el rostro y arrancar la barba. Ver p.e. 2 S 10, 4).
75. En la dinámica del discipulado, el “querer conservar la vida” es lo opuesto al tomar la cruz y “dar la vida por Cristo” (VER Mt 10, 39); la
acción de Pedro acá concretiza el anti-discipulado.
Se trata de una “escena continua”, de una sola e imborrable imagen que se propone a la meditación por la Lectio divina y
renueva en el espíritu de los discípulos y testigos la urgencia de afirmar su seguimiento y proclamación testimonial de lo
obrado por Dios en la Pasión de Cristo para la salvación del mundo.
c) Cristo se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó (2ª. lectura). El himno de la carta a los Filipenses es una
composición muy antigua que demuestra la convicción de los primeros cristianos de que a través de la inexplicable vía de
su Pasión dolorosa, el Mesías alcanza la gloria:
1. Él pasa de la muerte a la vida en su resurrección, pero también pasa de lo bajo a lo alto (“fue exaltado por sobre
todo”) en cuanto puede ahora ejercer una “atracción desde la cruz, símbolo no ya de derrota, sino de victoria” (cf.
Jn 12, 32) (VER Fil 12, 9ss).
2. Cristo se convierte en el modelo a imitar; en cuanto los cristianos no pueden sino tener los mismos sentimientos de
Cristo Jesús; esperanza frente al mal, obediencia al plan de Dios, solidaridad con los que sufren para aliviar su
pena (VER Fil 2, 1ss).
(II) MEDITACIÓN: Ante el “Libro de la Pasión de Cristo”, la comunidad discipular y testimonial reflexiona:
a) ¿Hemos preparado nuestra conciencia durante la Cuaresma para comprender el misterio de la cruz?, ¿o vivimos
estos “días grandes” sin reflexión y ajenos al llamado de conversión que encierran?
b) Especialmente en cuanto a perseverancia en el testimonio de Cristo en nuestras vidas: ¿dejamos todo –incluso el
aprecio a la vida- para tener parte en el Reino de Cristo?, ¿o más bien estamos dispuestos a dejar toda identidad
cristiana para amoldarnos al pensamiento y sentimientos ajenos al ser cristiano?
c) Frente a la maldad e injusticia que se continúan ejerciendo sobre “muchos inocentes e incapaces de defenderse”
¿vemos nuestra responsabilidad de hacer brillar la verdad cristiana en los medios de trabajo, de vida social, de vida
cultural, de familia, de nación?
d) Como comunidad parroquial, por ejemplo, ¿se tiene entre nosotros sentimientos de servicio y de unidad aún a
costa del prestigio personal?
(III) ORACIÓN:
ANTE CRISTO CRUCIFICADO
Más allá de las palabras,
hoy nos instruyes y nos muestras en verdad,
¡Oh Cristo que mueres por nosotros!
cuán cercano estás siempre
del sufrimiento injusto e inocente.
Más allá de las palabras,
en este silencio de entrega voluntaria
hoy nos propones, Señor de la vida,
conquistar esa vida a través de la donación.
Que tu silencio poderoso y elocuente
mantenga viva en nuestra mente,
en nuestro corazón y en nuestro camino
el deseo de compartir tu entrega por amor.
Y nos acerque a todo sufrimiento,
a nuestra propia miseria y dolor personal
con renovada fe y con encendida esperanza;
¡El amor vencerá a la muerte!
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
(IV) CONTEMPLACIÓN: El grito terrible del Salmo 21 (Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?) puesto
en los labios de Cristo, invita a la contemplación de la completa solidaridad del Hijo de Dios con el sufrimiento de todo
ser humano; es un grito real y verdadero, como todos y cada uno de los acontecimientos de la Pasión. A ese grito
responderá a Cristo y a todo sufriente en el momento de la resurrección, pues en ella se demuestra que el Señor no
abandona al orante en angustia, y que el cumplimiento de su voluntad aún a costa de la vida define a los verdaderos hijos
de Dios.
(V) ACCIÓN:
a) Permanecer en la meditación de la entrega amorosa de Cristo por nuestra redención.
b) Llevar a la realidad personal, familiar y social la cercanía al sufrimiento humano en todas sus formas.
c) Cultivar la esperanza en el triunfo de la verdad, de la justicia y de la paz por sobre el poder del mal y del temor.

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