ensamiento psicológico

Cuando se lastima el corazón

(duelo por separación de pareja)
When the heart hurts
(mourn pair separation)

  Stela Quintana H.*

Luz

Resumen
La sociedad se encuentra en continuo cambio, el cual
implica que cada una de las instituciones que en ella están
inmersas se transforme; esto incluye a la familia, que debe
ir haciendo un proceso de adaptación. Esta institución
empieza por la pareja que, en muchos casos, no logra cons-
truirse y acomodarse a los cambios continuos, queriendo
vivirse como en antaño, presentándose como resultados
conflictos que al no enfrentarse la deterioran, llevando a
que algunos tomen la decisión de separarse. Las parejas
que deciden separarse van en aumento, viviendo procesos
donde se pierde la ilusión de compartirse con otra persona
y hasta algunos afirman que han fracasado. En este artículo
se hace un recorrido por el proceso de duelo que se presen-
ta cuando se rompe el corazón, dando una mirada general
de lo que vive cada una de las personas que era pareja;
dependiendo de si tomó o recibió la decisión, se evidencian
algunos aspectos a tener en cuenta cuando se acompaña a
alguien en la reconstrucción de su vida.
Abstract
Society is changing, which means that all of its institu-
tions, including the family, should undergo a process of
adaptation. This institution starts with the couple, which
in many cases is not able to accommodate to changes, and
not addressing issues, arising conflicts commonly end with
divorce. Couples who decide to separate keep growing, the
illusion shared towards the other is lost, and some say they
just have failed. This article looks at the grieving process
that occurs when the heart is broken, giving an overview
of what every person who is a in couple lives, also some
aspects to consider when accompanying someone in rebuil-
ding their live.

Palabras clave: pareja, convivencia de pareja, matrimonio, Keywords: couples, couples living together, marriage,
crisis, tensión, separación, divorcio, duelo. crisis, stress, separation, divorce, bereavement.

* Psicóloga, especialista en Familia. Coordinadora de Prácticas Facultad Psicología. Universidad Cooperativa de Colombia, sede Cali. Correo electrónico: luzstelaquintana@yahoo.com.co

Cuando se lastima el corazón
E
n la práctica en atención clínica a pare-
jas, ha aumentado la demanda porque
éstas empiezan a vivir situaciones que
los llevan a pensar en la separación, lo
cual también va en aumento en nuestro
país. Muchas de las personas que en algún mo-
mento por diversas circunstancias unieron sus vi-
das, esperan que esta nueva etapa sea llena de amor,
de ilusiones, “color de rosa como en los cuentos de
hadas”, con la diferencia que no se tiene al lado
un príncipe o princesa sino a un ser humano que,
como todos, tiene características consideradas por
el otro como positivas o negativas, y que en la
convivencia se hacen más evidentes empezando a
“chocar” con las características del otro.
Es allí, desde el primer momento de la convi-
vencia, donde se empiezan a presentar las crisis
del matrimonio (aquí será mirado como cualquier
relación de convivencia), ya que es cuando se inicia
el acople de dos historias diferentes para construir
una nueva; pero dependiendo de cómo se asuma
esa crisis se vive el resto de la historia, ya que se-
ría el momento de aprendizaje, el momento de la
oportunidad de escuchar y acercarse a las necesi-
dades de cada uno y buscar cómo satisfacerlas para
construir un “nosotros”. Pero esto no ocurre en la
mayoría de las veces; las personas por lo general
terminan mirando la crisis como el peligro de que
se acabe la relación. De hecho, muchos deciden
por esta opción al encontrar que sus expectativas
respecto al otro no se cumplieron o cambiaron, o
al encontrar que la persona con quien conviven es
diferente a quien conocieron, lo cual tampoco re-
sulta cierto totalmente, porque lo que veían en el
otro era precisamente lo que querían ver y lo que
le colocaron a esa persona para que se acomodara
al príncipe o princesa soñado; incluso se encuentra
que lo que muchas veces atrajo termina siendo lo
que separa.
Y encontramos entonces cómo el hecho de co-
locar su propia historia como la guía de su relación
de pareja sin establecer los acuerdos de la convi-
vencia y, por tanto, sin construir un “nosotros”, se
constituye en uno de los factores para que se de la
separación, sin ser el único, ya que las característi-
cas de personalidad, los matrimonios por accidente
o por escapar de algo, los límites con las familias,
la cultura, las necesidades, la idea que se tiene del
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matrimonio, el esperar que otro dé la felicidad de-
seada, etc., son otras de las causales de este hecho y
definitivamente la ruptura o separación es el riesgo
que corren todas las parejas que conviven.
Mucho se ha dicho de las separaciones de pa-
reja, sus causas, sus efectos, las consecuencias en
los hijos, pero poco se ha hablado de lo que sucede
con cada persona cuando se desploma la relación
que en algún momento se pensó como perfecta,
cuando se acaba la ilusión de compartir su vida
con otra persona, cuando se acaba el enamora-
miento o química inicial (o la preventa porque se
muestra lo mejor y se ve sólo lo que interesa) y
llega el momento de abrir los ojos y ver al otro en
su imperfección.
En este punto es importante aclarar que lo que
expondré lo he encontrado incluso en personas
que no han convivido con otro pero que han es-
tablecido relaciones de noviazgo en las que veían
la posibilidad de la convivencia; en este artículo
me enfocaré en el proceso de duelo que atraviesan
personas que han tenido su ruptura amorosa, lue-
go de realizar un acompañamiento a diez de ellas,
(aunque he acompañado a muchos en su proceso
de duelo).
Empezaré por tomar la definición que de due-
lo plantea Bowlby (1980) retomado por Worden
(2000), refiriéndose al “proceso psicológico que se
pone en marcha debido a la pérdida de una per-
sona amada”. Por lo general, ha sido tomada para
realizar análisis y acercamientos de la realidad de
la muerte, pero en este caso lo retomo para hablar
de la ruptura del vínculo de apego que se estable-
ce con personas a las que se une por necesidades,
sentimientos, ilusiones, sueños, etc. Realizando un
análisis de lo encontrado, me atrevo a decir que
entre más se idealice a la pareja, aparecen más
sentimientos de enojo, traición, desamor, engaño
y rechazo; en conclusión dolor, cuya intensidad
considero es proporcional a la intensidad de la re-
lación. Esto lleva a decir que el duelo es entonces
una respuesta normal al dolor que se siente frente
a la pérdida.
Son tantos los sentimientos que aparecen en
ese proceso de duelo que incluso permiten expli-
car lo que el común de las personas dice: “entre el
amor y el odio sólo hay un paso”, y es que el amor
se da cuando se acepta el compartir la vida con
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Cuando se lastima el corazón
otra persona, e incluso al aceptar cosas de él (ella);
la transformación se da cuando no son satisfechas
las expectativas que se tienen, eso se traduce en
desamor y aparece entonces el odio.
Hablar del proceso de duelo, invita necesa-
riamente a retomar lo planteado por Elizabeth
Kubler-Ross (1975), psiquiatra y tanatóloga sui-
za, quien luego de utilizar la entrevista clínica con
cerca de 500 personas que vivían la proximidad de
la muerte por padecer enfermedades terminales
–la mayoría de las cuales estaban concientes de su
situación– describió cinco etapas experimentadas
por los pacientes:
1. Negación: mecanismo de defensa para
aceptar la realidad de lo que sucede, entu-
mecimiento e incredulidad.
2. Ira: es la inconformidad con lo que sucede;
es el miedo por lo que vendrá después.
3. Negociación: en nuestra mente es pedir
una ayuda para ganar tiempo antes de
aceptar la verdad de la situación.
4. Depresión: por lo general aparece cuando
se constata que la negociación no da re-
sultado. Es el enojo dirigido hacia adentro,
incluye sentimientos de desamparo, impo-
tencia, culpa, tristeza, soledad.
5. Aceptación final: como un fin, cuando se
ven las cosas con realismo, sin adherirse al
pasado.
Esta descripción ayuda a entender los senti-
mientos de aquellos que llegan al final de su vida,
aunque otros autores (Butler y Lewis, 1982; Le-
vinton, 1977) han planteado que no necesaria-
mente se presentan como etapas, y que no todas
las personas las viven.
Haciendo la correlación de las etapas plan-
teadas por Kubler-Ross con el proceso de duelo
por separación, encuentro que se viven de manera
similar y desde la experiencia en el acompaña-
miento a personas que atraviesan esa situación
como sentimientos, encontrando que aparecen
otros. Es de anotar que algunos de estos senti-
mientos se dan solo en la persona que recibe la
noticia de que el otro desea separarse; otros se
dan en las dos personas. Los sentimientos que he
encontrado son:
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1. Shock: Aparece en las personas que consi-
deran que su relación, por más dificultades
que tenga, debe continuar, y no esperan
enfrentarse a una separación pero reciben
la decisión del otro: aparece entonces la
incredulidad, el atontamiento, como si se
estuviera viviendo una pesadilla y aunque
se desee despertar no se puede.
2. Desilusión: este sentimiento se manifiesta
tanto en la persona que toma la decisión de
finalizar la relación y en quien recibe la no-
ticia, marca el despertar del enamoramien-
to; si ya se es conciente de la responsabili-
dad que implica la relación, es darse cuenta
que no todo lo que se quería encontrar o
ver en el otro era real.
3. Negación: Especialmente aparece en la
persona receptora de la noticia: “esto no
puede ser cierto”, “después de todo lo que
hemos vivido, vas a terminar la relación por
algo tan pequeño”, “no juegues con eso”. Es
pensar que el otro está mintiendo, es ce-
rrar los ojos a las necesidades del otro y a
las dificultades de la relación. Es el primer
mecanismo para empezar a recuperarse del
impacto de la noticia.
4. Rabia: por lo general aparece en ambas
personas, con mayor intensidad en quien
es “dejado”; la ira se da por pensar que se
ha perdido el tiempo, que es injusto lo que
sucede y que la decisión de estar con el otro
fue una gran equivocación. Esta rabia apa-
rece a veces con amargura, surgiendo pre-
guntas como ¿por qué a mí?
5. Culpabilidad: con mayor frecuencia se
evidencia en quien recibe la noticia de la se-
paración, y más si no la había contemplado
como posibilidad en su relación. Aparecen
inquietudes como ¿qué hice mal? ¿Qué no
le gustó? Lo que demuestra que se le quita
responsabilidad al otro en el desarrollo de
la relación; no se asume que se llegó a ese
punto debido a las cosas que ambos hicie-
ron o dejaron de hacer. Cuando la decisión
de la separación se da de mutuo acuerdo
los dos asumen la decisión y en diversos
momentos sienten culpa. La rabia y la cul-
pabilidad pueden darse sobrepuestas.

Cuando se lastima el corazón
6. Tristeza: por el abandono, por la pérdida
de la ilusión, permite evidenciar un duelo
por las pérdidas menores, ya que muchas
personas cuando deciden compartir su
vida con otra persona dejan de lado ami-
gos, aficiones, intereses y terminan vién-
dose solos, sin con quien compartir otros
espacios, por tanto, deben empezar de cero.
Se evidencia la pérdida de todo lo que se
entregó a otra persona y a la relación por
el anhelo de convivir con otro, aparecen de
nuevo los vacíos que han dejado relaciones
anteriores, si no se ha realizado el cierre de
ese capítulo. En ocasiones la tristeza puede
ser experimentada por ambos, especial-
mente si la relación finalizó porque uno de
los dos siente que no funciona o por mutua
decisión, pero no la vive aquel que dio por
terminada la relación al encontrar otra per-
sona que le “llenaba” más.
7. Regateo: especialmente la vive quien no
esperaba que la relación de pareja finali-
zara. Frecuentemente esta persona trata
de asumir toda la responsabilidad de la
ruptura y empieza a pedir oportunidades;
en ocasiones se podría decir que empieza
a “suplicar amor”. En ocasiones es expe-
rimentada por quien toma la decisión de
dar fin a la relación, cuando siente que las
cosas podrían mejorar y empieza a asumir
su parte en la relación.
8. Angustia: se manifiesta más fácilmente si
el regateo no tuvo el resultado de la recon-
ciliación; la impotencia aumenta al igual
que la tristeza y se siente el vacío que el
otro ha dejado al marcharse; se siente la
soledad y, con ella, desesperanza por lo
perdido; aparecen preguntas como ¿qué va
a pasar ahora? ¿Mi vida sin él (ella) no va a
ser igual? Pero en ocasiones es vivido tam-
bién por quien se marcha, especialmente si
siente que el otro está mal, si el otro está
muy triste, aburrido e insistente en el he-
cho de solicitar nuevas oportunidades. Su
angustia es por el otro (que alguna vez se
quiso, que fue objeto de deseo); porque no
realice cosas de las cuales se pueda sentir
culpable.
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9. Aceptación: de que la relación ya no fun-
ciona, porque para que esto suceda se ne-
cesitan dos; esto no implica una aceptación
total del proceso, pero sí una actitud más
conciente de lo inevitable. Es aquí donde
empieza realmente el duelo.
Con todo lo expuesto hasta el momento se po-
dría hablar de un camino para empezar a vivir el
duelo por separación, pero esto se da si las perso-
nas que alguna vez fueron pareja son claras en la
finalización de la relación y empiezan a enfrentar el
dolor; esto ayuda no sólo a quien tomo la decisión
sino también a quien la recibe, porque la separación
se constituye en una de las crisis que más cambios
produce, hasta el punto de que para algunas per-
sonas constituye una experiencia liberadora (cuan-
do asume que no puede vivir con el otro) mientras
para otros es un hecho de traición a la entrega que
se hace, entonces tener claridad que el amor que
alguna vez existió se acabó permite buscar nuevas
alternativas en la vida de las dos personas.
Por lo general esta claridad no se encuentra;
muchas de las personas ante la ruptura de su pare-
ja empiezan a vivir círculos viciosos en los que el
cónyuge que toma la decisión de dar por finaliza-
da la relación está más fuerte emocionalmente, el
otro, por el contrario, se siente desdichado y em-
pieza a absorber la energía emocional del otro y
de las familias de ambos y si existen hijos, de ellos
también. Quien está bien al observar el estado del
otro en ocasiones accede volver a intentarlo, o em-
pieza a tener, con quien fue su pareja, una relación
clandestina (especialmente si ya tiene nueva pare-
ja), para tratar de amortiguar la culpa o tristeza y
la relación, en el mejor de los casos, continua igual
porque no se han trabajado los aspectos de base
que los separaron. Esta situación puede ser peor
puesto que se aumentan las tensiones al tratar de
cambiar, o al no poder olvidar la situación que
causó tanto dolor. Pero la situación no acaba ahí,
pues en muchos casos quien fue dejado inicial-
mente se fortalece, busca cómo volver a enamorar
a quien lo había dejado y cuando lo logra es él
quien toma la decisión de abandonar, aparecien-
do así un nuevo sentimiento: la venganza, para
que el otro sepa lo que se siente cuando lo dejan
y entonces se aumenta el dolor, el resentimiento,
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Cuando se lastima el corazón
la tristeza y se vive para lastimar al otro. Estas son
personas que no aceptan la pérdida y que temen
mucho al abandono, y prefieren quedarse viviendo
juntos (por muchas razones) aunque sea a costa de
su tranquilidad y felicidad.
Quienes toman el camino del proceso de duelo
viven una situación diferente, aunque no existen
fases predeterminadas, sí se puede hablar de tres
momentos diferentes, los cuales han sido aborda-
dos por diversos autores, para explicar el duelo por
muerte. Estos momentos son:
a. Choque, aturdimiento y anestesia emo-
cional: ante la noticia de ausencia (muerte)
de un ser querido la persona queda como
congelada por dentro, queda en estado de
incredulidad, sufre de anestesia emocio-
nal –que es una forma de negación–, que
cancela el evento temporalmente para
continuar viviendo. En muchos casos es un
estado de aparente control y se puede con-
fundir con una respuesta de valentía ante
la tragedia. Entre más intempestiva sea la
muerte, más largo puede ser este primer
momento del duelo.
b. Enfrentando la ausencia - fase aguda: ge-
neralmente luego del entierro la ausencia
del ser querido se hace tangible e innegable
en todo momento y lugar. Es el momento
en el que se agudiza el dolor por aparecer la
realidad de la ausencia y la necesidad de la
persona, sintiendo entonces imposibilidad
de sobrevivir con el vacío que deja el otro.
También pueden sobrevenir momentos de
pánico o de intensa ansiedad e irritabilidad
ante la idea de seguir sin el otro, de rechazo
a todo intento de consuelo y de rabia ha-
cia Dios por haberlo permitido. Cuando se
acepta lo ineludible de la muerte y se puede
reaccionar ante el hecho, se inicia la dura y
larga tarea de deshacer los vínculos que lo
ligaban a esa persona, constituyéndose en el
proceso de elaboración del duelo, que pue-
de vivenciarse como interminable. Aparece
entonces la tristeza y aumenta el dolor que
no puede esquivarse, pero si se enfrenta co-
mienza a desvanecerse. Cuando se esconde
la sensación de duelo se manifiesta a través
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de síntomas físicos, enfermedades, trastor-
nos del comportamiento, entre otros.
c. Volver a la vida: cambio, reorganiza-
ción y restablecimiento: todo duelo bien
elaborado debe llegar a su fin, lo cual no
significa olvidar a quien murió sino inten-
tar alcanzar el restablecimiento, es decir,
asumir su nueva identidad, reconstruir el
mundo roto y darle nuevos significados.
Reacomodarse a la pérdida es recordar a
la persona ya no como presente sino como
ausente, sin que el recuerdo se convierta en
un obstáculo para el crecimiento personal;
es dejar ir, separarse de quien ya falleció.
La reorganización implica aprender a vi-
vir sin ese ser encontrando nuevas alter-
nativas para seguir adelante. Es cuando
finalmente se vuelve a sonreír, a sentir la
vida, a descubrir dentro de sí mismo in-
tereses y libertades desconocidos que le
abren nuevas opciones de vida.
Al realizar el paralelo con el proceso de due-
lo que viven las personas que atraviesan el
proceso de separación, podría decir que se
recorre el mismo camino: el momento de
choque, aturdimiento y anestesia emocio-
nal se da especialmente cuando la decisión
de la separación es tomada por una sola de
las personas, ante la noticia de ausencia del
otro, aunque se hayan dado muchas dificul-
tades en la relación, la persona queda como
congelada y empieza a negar diciendo cosas
como “eso se le pasa” “eso es otra pataleta”,
y en muchas ocasiones ante la inminente
partida se busca seducir, se manipula a tra-
vés de los hijos, se cede para tratar de rete-
ner al otro y con ello negar las dificultades
y cancelar el evento. En otros casos quien
recibe la noticia toma una actitud desafiante
evidenciada en frases como “y por qué no
se va de una vez” “¿quién lo necesita?” “esta-
ba esperando que lo hiciera”. Un estado de
aparente control que encubre sentimientos
de abandono, tristeza, orgullo, para que el
otro no se de cuenta que la decisión lasti-
ma. Estos sentimientos al pasar los días
terminan reflejándose en malestar, mal ge-
nio, enfermedades, entre otras.

Cuando se lastima el corazón
Las parejas que se separan por mutuo
acuerdo también experimentan aturdi-
miento, ya que se da la ruptura de la rela-
ción con quien escogieron para compartir
y tratan de mostrarse muy fuertes ante el
otro por todo el proceso legal y emocional
que implica la separación, es por ello que
en algunos casos el proceso del divorcio es
desagradable. El vínculo establecido a tra-
vés de los años deja en cada ser un agujero
que representa el vacío por lo vivido y en-
tregado.
d. El momento de enfrentar la ausencia -
fase aguda: se vive cuando la separación se
da y ya se empieza a vivir sin la otra perso-
na cerca, aunque se siente la ausencia físi-
ca, muy probablemente no se haya dado la
separación emocional; el dolor aparece en
su máxima expresión porque se hace más
evidente la falta del otro, el vacío se hace
cada vez más grande, ya que mientras se
convive se llenan espacios, se comparten
o distribuyen roles y espacios, se siente al
otro cerca aunque a veces no esté presente.
Lo que he encontrado es que esta fase es
más difícil de superar que en un duelo por
muerte, debido a que la persona de la que
se da la separación continua presente en la
parte física, me refiero que aunque se em-
piece a asumir que el otro ya no comparte
su vida con quien fue su pareja, es más fac-
tible encontrárselo, escuchar acerca de él,
recibir preguntas por él, deben verse –en
ocasiones– para realizar los trámites lega-
les de la separación, lo cual no permite que
las heridas sanen y cuando se siente que
pueden estar curando y apareciendo una
cicatriz, cualquier evento vuelve a abrir la
herida, y si hay hijos es más difícil porque
la comunicación con el otro como padre
(madre) de los hijos debe continuar. En un
duelo por muerte se tienen sentimientos
similares pero se sabe que se despide a la
persona que fallece, se realiza el ritual de
entierro y no se vuelve a ver. tificando sus errores, aprendiendo de ellos
Puede darse que en ese proceso de duelo
uno de los dos acepte el hecho de la sepa-
ración y trabaje en sí mismo, que acepte lo
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que siente, lo viva y, con ello, logre sanar
sus heridas y asumir los cambios que se le
presentan, pero el otro no lo haya aceptado
e incluso conserve la ilusión (por más que
trate de mostrar lo contrario) que algún
día se pueda reiniciar la relación; en ese
transcurrir puede presentarse que quien
ya cerró ese capítulo decida construir su
vida al lado de una nueva pareja desper-
tando con ello nuevamente en quien no
ha sanado sentimientos de rabia, triste-
za o resentimiento, y termine lastimando
nuevamente su vida y la de otras perso-
nas (incluyendo la de los hijos).
Otra de las dificultades que he encontrado
en las personas que no aceptan la separa-
ción, que no han trabajado para realizar el
cierre, y que por el temor a la soledad o a
que el otro las vea como débiles, terminan
entablando relaciones de pareja para mos-
trarle al otro que ellas también pueden
reconstruir sus vidas afectivas, en las que
terminan mucho más lastimadas, ya que
buscan de manera inconsciente (en otras
es conciente) en la nueva persona lo que les
gustaba de sus anterior pareja, terminando
entonces por hacer una elección nuevamen-
te equivocada y llenándose de mucha rabia
que exteriorizan de diversas maneras, finali-
zando entonces con acumulación de duelos
por resolver. En este punto cabe resaltar que
cuando las personas expresan odio hacia la
persona con quien vivieron están utilizando
un mecanismo inconsciente de seguir casa-
dos y así mantener el vínculo a través de los
años (dolor, rabia, rencor), por tanto, si se
logra desvincular, se da la salud y, en conse-
cuencia, vida y posibilidades.
e. Cuando se llega al momento de volver a
la vida: cambio, reorganización y resta-
blecimiento: las personas se dan cuenta de
su responsabilidad en la relación que enta-
blan, analizan su situación, piensan en lo
que sucedió en la relación que tenían, iden-
y, por tanto, buscando la manera de seguir
caminando sin la compañía del otro, dán-
dole nuevos significados a las relaciones.
38
Cuando se lastima el corazón
Pueden recordar al otro e incluso encan-
társelo (y más si hay hijos), poder conversar
sin que exista dolor y sin volver a traer el
pasado al presente, es decir, enterrando la
relación y no dejar que se convierta en un
fantasma presente en su nueva vida. en la separación, a la vez que se sienten capaces de
He observado que llegar a este momento
no es fácil; son pocas las personas que lo
logran y muchos se quedan en el momen-
to agudo, porque es allí donde entablan
nuevas relaciones para evitar sentir dolor,
generándose, como se dijo anteriormente,
nuevos duelos sin resolver. Para volver a la
vida se requiere asumir el dolor, vivirlo, cre-
cer con él; incluso para muchas personas es
necesario el acompañamiento de un tera-
peuta en esa situación de separación. emociones y sentimientos.
La forma como cada persona vive el duelo
es diferente y depende de muchos factores
como sus características de personalidad,
la tolerancia a la frustración, la capacidad
de realizar aprendizajes de las situaciones
vividas, las redes de apoyo, el asumir la res-
ponsabilidad de su propia vida, los mitos
acerca de las relaciones de pareja, las ex-
pectativas y necesidades, entre otros.
Con todo lo dicho hasta el momento puede
concluirse que el proceso del duelo debe ser aten-
dido para curar heridas emocionales y así estar
preparado para iniciar una nueva relación confia-
ble y significativa, que definitivamente cambie la
historia que se ha vivido anteriormente, es decir,
que se haga una elección teniendo en cuenta las
características que debería tener la persona que
camine al lado, para poder construir una buena
relación de pareja.
Para lograr lo anterior, se requiere elaborar la se-
paración; para ello debe enterrarse el matrimonio
acabado y proceder a una adecuada reestructuración
familiar, para que no invada el espacio de la nueva
pareja (si se da) convirtiéndose en un fantasma.
El vivir el proceso de duelo, con todo el dolor
que éste implica, puede ser el indicador de un nuevo
nivel de funcionamiento en el que se revive el senti-
do de autoestima, reconociendo los recursos que se
tienen para enfrentar situaciones dolorosas, convir-
tiéndose, por tanto, en un proceso de crecimiento.
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Las personas que tienen resultados más posi-
tivos en el proceso de duelo son aquellas capaces
de tolerar y asumir emociones de la situación de
separación, aceptando su responsabilidad en la re-
lación de pareja que tuvieron y, por tanto, su aporte
salir adelante y buscan ayuda terapéutica.
Finalmente, retomo seis tareas que estableció
Therese Rando para resolver un duelo y, aunque
se centran en la muerte, son acertadas en el duelo
por separación:
• Reconocer la pérdida: admitir y entender
la muerte.
• Reaccionar ante la separación: permitirse
sentir, esto es identificar, aceptar y expresar
• Recordar y reexperimentar la relación: ad-
mitir y revivir los sentimientos, los recuer-
dos y los momentos compartidos, ya sean
buenos o malos en forma realista.
• Replantear los papeles: estar dispuesto a
replantear la identidad previa, el estilo, los
valores y las prioridades de la anterior for-
ma de vida, aceptando que el mundo cam-
bió irremediablemente.
• Reacomodarse: adaptarse a un mundo nue-
vo, diferente e incompleto si se le compara
con el anterior, sustituir la relación presen-
cial por una de nostalgia y recuerdos.
• Reinvertir la energía psicológica: orientar
el amor, el interés y la dedicación que li-
gaba al doliente con quien murió hacia la
búsqueda de nuevos proyectos, ilusiones,
afectos y motivos para vivir.
Estas seis tareas vistas en el duelo por separa-
ción de pareja hacen una invitación a asumir que
la relación de pareja se construye, es de dos perso-
nas y es una de las relaciones que implica mayor
intensidad, razones por las cuales se debe asumir el
dolor de la pérdida y expresarlo, con el fin de reali-
zar un verdadero cierre de un capítulo en la vida y
con ello tener nuevas herramientas que permitan
pensarse la vida de una manera diferente. Cuando
se lastima el corazón y se rompe en mil pedazos,
hay que mirarlo asumiendo el dolor y pensando
que se puede reconstruir, si se desea.
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Cuando se lastima el corazón

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