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como ahora se dice, de referencia: Alberti, Lorca, te a esa maldita estirpe de los
Gerardo Diego, Salinas, Guillén y tantos otros se Beaudelaire, Rimbaud ...; o, más
han beneficiado de su buen hacer y de su capa- cercanamente, de la de nuestro Car-
cidad investigadora. los Edmundo de Ory. Su verso, des-
Por todo ello, hay que realizar, finalmente, nudo de puntuación y desnudamente sintagmá-
una valoración totalmente positiva del trabajo tico, expresa el dolor, la soledad y la orfandad
realizado por Andrés Soria Olmedo. En el estu- del erotismo puro como quizá postularan - e n
dio preliminar nos han informado de la situación caso de oficiar de preceptistas- los antecitados
de las cartas y ha valorado su interés para el escritores. Antonio ha sabido decantar ese ímpe-
conocimiento de todo un período literario. Pero tu juvenil del primer poema dolorido, a través
no se ha contentado con ello. Ha realizado una de los filtros de una adultez desencantada: la
interesante exégesis de la carta y de los suya propia. Pero se trata de una decantación
epistolarios como género y ha mostrado su valor depuradora, no excluyente. Por ello, lejos de
como comunicación humana y cultural. Y, a abandonar el treno del balbuceo adolescente que
partir de ahí, ha realizado un estudio de las dos invoca a los manes del Averno para hacer exhi-
etapas que es posible distinguir en este epistolario, bición de sus llagas anímicas, el poeta ahonda,
valorando situaciones y anunciando posibilida- cual insomne arqueólogo de sí mismo, en el
des de nuevas investigaciones. Debemos referir- atormentado yacimiento de su propio ser huma-
nos también a su trabajo como seleccionador no. Allí encuentra una veta de insatisfacción le-
del epistolario, cuyo alcance hemos de aprobar gítima, no ficticia o inventada por ninguna vo-
con un voto de confianza, ya que, si bien cono- luntad de estilo. Esta firmeza, de raigambre
cemos lo que se ha publicado, desconocemos lo vallejiana, le lleva a adoptar una cierta expre-
que se ha dejado de publicar, aunque acepta- sión de surrealismo, bien que domesticada por
mos que las cartas que nos ha ofrecido son las el duro látigo de su fuerza literaria. El inteligente
más literarias. Porque está claro que sólo leemos diálogo con las citas, justo a un paso de la fron-
una parte de la correspondencia. De Salinas hay tera de la receta snob, proporciona al libro cre-
en Harvard 358 cartas (de las que se seleccionan dencial de tradición fidedigna, cabal, para cuan-
147), y de Guillén se conservan 222 (de las que to postula.
podemos leer 79). Pero son exigencias del oficio Pero ocurre que el mensaje, a veces, ahoga a
y del espacio, ya que hay que reconocer que la la poesía. El autor no encierra a su poesía en el
editorial ha llevado a cabo un gran esfuerzo. Por verso. Ocurre al revés. El estro poético desborda
último, nos referimos a las notas al epistolario. la consciencia expresiva del poeta. Quizás haya
Destacan por su profusión y carácter informati- de ser ésta la condición de quien abre caminos
vo, y, aunque el propio Soria confiesa sus difi- al arte poético. iQuién sabe? Puede, incluso,