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Después de aquél conato de República que no llegó a durar ni un año durante 1873,
los Borbones regresaron a España en la persona del hijo de la reina destronada: Alfonso XII.
Conoció el país entonces un periodo de relativa calma, a pesar de que factores como la
independencia de las pocas colonias que le quedaban a la corona española escocieron
especialmente a las capas más altas de la burguesía terrateniente. Al morir el rey Alfonso,
deja un país literalmente dividido entre conservadores y liberales. Los líderes de estas dos
potencias políticas, Cánovas y Sagasta, inician entonces un periodo de pacto en el que se
van turnando en el poder, en vista de facilitarle la tarea a la reina regente, María Cristina; a
la sazón embarazada del hijo póstumo de Alfonso.
Cuando Sender llega a Madrid por primera vez, no sólo ya está reinando el hijo de
Alfonso XII (de carácter mucho menos enérgico que el de su padre), sino que entra en
contacto con ciertas ideas revolucionaria, cuya presencia en España se hizo más notable a
raíz de las noticias que llegaban desde el extranjero acerca de la Revolución Rusa, cuya
chispa había sido prendida apenas un año antes.
Pasada la Gran Guerra, Ramón Sender se matricula en la Facultad de Derecho de
Madrid. A pesar de las penurias que ahí pasó, Sender suele recordar esta etapa de su
juventud con cierto cariño. Iba diariamente al Ateneo Madrileño, en cuyas duchas se lavaba.
Leía libros vorazmente y acabó por dejar el derecho para meterse en la Facultad de Filosofía
y Letras, de la que también se descolgó pronto, incapaz de seguir una autodisciplina que
compaginara sus estudios con las largas horas pasadas en el ateneo.
Entrando también en contacto con las ideas políticas del momento, Ramón Sender se
propuso ser un novelista autodidacta. Aprendiendo todo lo que podía de los libros de la
biblioteca del Ateneo, Sender empezó su vida literaria con cuentos y tempranas narraciones
que eran publicadas bajo pseudónimo en periódicos como El imparcial o El País.
Su padre, cuya firgura autoritaria retrató con exactitud en buena parte de su
producción narrativa, especialmente en su autobiografía novelada, Crónica del alba, le
obligó a regresar a su casa de Huesca, dado que todavía, recordemos, era menor de edad y
seguía teniendo portestad sobre él. En Huesca, Ramón Sender no pierde el contacto con su
causa social y llega a ser redactor jefe del periódico La Tierra, que formaba parte de la
Asociación de Labradores y Ganaderos del Alto Aragón.
Pablo Calvo González 2º de Filología Hispánica
Su exilio se prolongaría durante más de treinta años, en los que Ramón viajaría por
México y Estados Unidos, siendo testigo de la participación de esta potencia en la segunda
Guerra Mundial así como de la “Caza de brujas” llevada a cabo por el senador Macarthy.
Volvió a casarse y tuvo otros dos hijos. Paralelamente a esta paulatina recuperación a nivel
personal en la que no dejó de perder el contacto con las noticias que a cuenta gotas le
llegaban de su país, Sender se estableció como profesor de literatura en la Universidad de
San Diego y tuvo el periodo más prolífico en cuanto a creación literaria. No regresaría a
España hasta 1969, año en el que Franco declaró un amnistía por los crímenes cometidos en
la Guerra. Sender empezó a pasar largas temporadas en España a partir de la muerte de
Franco, y acabó por establecerse definitivamente en su país natal, cuya nacionalidad
recuperó en 1980. Paradojicamente, Sender moría dos años más tarde en Estados Unidos.
La larga vida de Ramón J Sender dio para una producción literaria bastísima y muy
heterogénea. De su primeros escritos de juventud, en los que manifiesta con energía casi
panfletaria sus ideas revolucionarias y su simpatía por la causa anarquista. Baste recordar
algunos de sus títulos más tempranos como Imán, Siete domingos rojos y Viaje a la aldea
Pablo Calvo González 2º de Filología Hispánica
del crimen.
De esta literatura con una ideología manifiesta, Sender pasa a la sutileza de recurrir a
episodios históricos para reflejar y acusar los problemas de su propio mundo cotidiano. Así,
tenemos El rey y la reina o, publicado es España durante la década de los sesenta, Réquiem
por un capesino español .
Como resumen y síntesis, diremos que en la literatura de Ramón J. Sender se aprecia
una evolución desde un tipo de novela social, quizá algo obvia y manida, hacia una
literatura mucho más amarga y realista para con todo lo que le tocó vivir durante el exilio.
Ejemplo de esta evolución es su autobiografía Crónica del alba, en la que conviven escritos
con más de veinte años de diferencia entre sí. El lector que se acerca a esta obra aprecia el
paulatino cambio que se establece entre las tres partes del libro, que no es sino un
compendio de pequeñas novelas en las que el autor revisa y pone en tela de juicio toda su
vida. Crónica del alba avanza desde un tipo de novela más tradicional hasta la etapa más
experimental y casi esotérica del autor aragonés.
España, a mediados de la década de los sesenta tenía hambre de Sender, cuyas
novelas empezaron a publicarse y a reeditarse en el país a partir de ese momento, hasta el
punto de que varias editoriales, entre ellas Destino, de Barcelona, se plantearon llevar a cabo
la publicación de la obra completa del escritor aragonés, incluyendo sus inclusiones en el
terreno del ensayo y del teatro.
La pérdida de Ramón J. Sender en 1982, ocurrida significativamente en el extranjero,
supuso todo un mazazo para una juventud que no había vivido la guerra pero que compartía
los ideales de este autor, cuyas cenizas fueron, a petición del propio novelista, esparcidas
por el Océano Pacífico.
BIBLIOGRAFÍA
.Peñuelas, Marcelina :Conversaciones con Ramón J. Sender; Madrid, Magisterio Español, 1970
.Peñuelas, Marcelina : La obra narrativa de Ramón J. Sender, Madrid, Gredos, 1971 .
King, Charles :Una bibliografía senderiana española (1928- 1967), Univ. Colorado, 1967