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Las quemaduras son las lesiones resultantes de la acción de agentes físicos, químicos o biológicos, que al
actuar sobre los tejidos dan lugar a reacciones locales o generales cuya gravedad está en relación con su
extensión y profundidad.
Son diversos los agentes etiológicos que dan lugar a lesiones de este tipo:
• Agentes físicos: calor; electricidad; calor radiante; radiaciones.
• Agentes químicos: sustancias cáusticas y corrosivas.
• Agentes biológicos: seres vivos (insectos; medusas; peces, batracios, ciertas plantas, etc).
En este caso el contenido del tema se circunscribirá a las lesiones-quemaduras producidas por agentes
caloríficos, que transmiten el calor mediante objetos sólidos, líquidos en ebullición, vapores, gases o
llama.
La etiología médico forense más frecuente es la accidental, aunque se describen casos suicidas e incluso
homicidas (maltrato).
Los accidentes afectan fundamentalmente a ancianos y niños, siendo más frecuentes en el medio
doméstico. En otros grupos de edad, se encuentran a menudo en relación con el consumo de alcohol y
otras drogas y con el hábito de fumar en la cama. En los accidentes de tráfico también es de importancia
el incendio del vehículo. De igual forma la etiología accidental no es infrecuente en el medio laboral, y
en ocasiones, en catástrofes colectivas, como el incendio de locales públicos muy concurridos en los que
se produce un número muy importante de afectados y fallecidos.
En el caso de la etiología suicida y homicida se emplean generalmente líquidos inflamables.
Más frecuente es la acción de quemar un cadáver o parte de él (genitales externos, manos, rostro) con
el objeto de hacerlo desaparecer o dificultar las tareas de investigación o identificación.
Los suicidios por quemaduras son raros, predominando en enfermos mentales. Estos casos, han recibido
la denominación popular de suicidio “a lo bonzo”.
Autores como Bonnet han diferenciado, desde el punto de vista médico legal, distintas formas de
quemaduras, en función del carácter intencional con que se produjeron: quemadura de los malos tratos,
simuladora, disimuladora, terapéutica, sádica, masoquista, judicial, religiosa, etc., cuyos mismos
nombres son suficientemente expresivos.
CLASIFICACIÓN
Clínicamente, hoy en día, sigue empleándose la clásica clasificación de Dupuytren, que establece
diferentes grados según la respuesta que se produce en la región quemada.
Quemaduras de primer grado: que se denominan eritemas, y consisten en un enrojecimiento de la piel
resultante de la vasodilatación capilar local, Se acompañan de prurito y dolor por irritación nerviosa.
La lesión queda localizada en la epidermis y sólo es visible en el vivo. Cuando aparece en un cadáver
suele tener una morfología lineal y suele ser periférica a lesiones más graves, debiendo interpretarse
como un signo de vitalidad de aquellas.
Quemaduras de segundo grado: que viene caracterizadas por la presencia de flictenas o vesículas
resultantes de la licuefacción del cuerpo mucoso de la dermis. Hacia este espacio se produce una
liberación de histamina y de plasma que rellena las flictenas e infiltra el tejido vecino, dándole efecto
edematoso.
A menudo, estas flictenas se desgarran antes de la muerte; en estos casos, el corion dérmico denudado
forma una placa apergaminada amarillo-negruzca o gris-parda, recorrida por una red vascular y, a veces,
sembrada de equímosis.
Quemaduras de tercer grado: en ellas existe una destrucción parcial de la piel. Originando la lesión
conocida como escara, que interesa la dermis y el tejido conjuntivo subyacente. La lesión presenta un
aspecto blanco grisáceo o gris-pardo, y se apergamina en el cadáver. Al curar deja características
cicatrices elevadas, radiadas, queloideas a veces, y retraídas, que dan lugar a importantes
desfiguraciones y trastornos funcionales en el vivo.
Quemaduras de cuarto, quinto y sexto grado: en ellas se produce una total destrucción del tejido,
llegando a la carbonización, que afectará, según el grado, la dermis y epidermis, tejido celular
subcutáneo y envolturas del tejido muscular, así como los vasos, nervios y cavidades serosas. En un
grado extremo, puede llegar a afectar a los huesos.
Los distintos agentes térmicos, junto con las características generales comunes a todas las quemaduras
de este tipo, dan lugar a lesiones con características diferenciales que conviene conocer:
Llamas y materias inflamadas: que en general dan lugar a quemaduras de morfología ancha, extensas y
de superficie irregular y mal contorneada. Las quemaduras de llama, sobre todo, tienen a menudo una
dirección de abajo arriba.
Desde el punto de vista patológico, pueden dar lugar a diversos grados de quemaduras, lo que
dependerá del tiempo de actuación de la llama. No obstante, es excepcional que queden limitadas al
grado de eritema pues, si dura poco el tiempo de actuación, ya se sobrepasa el necesario para la
formación de flictenas.
Un rasgo muy típico de esta clase de quemaduras es su acción sobre el vello y el cabello, al que abrasan
y carbonizan, circunstancia que no ocurre con otros agentes etiológicos. Finalmente, este tipo de
agentes respetan habitualmente, los sitios que se encuentran apretados por ciertas prendas de vestir
(cinturón, etc). El examen de la ropa es muy significativo en estos casos.
Gases en ignición: que determinan quemaduras muy extensas, pero poco profundas, que en general
respetan las partes cubiertas por los vestidos. Sus límites suelen ser poco definidos y dan lugar a la
carbonización de pelos y vello. Su pronóstico es más grave por su extensión que por su profundidad. Un
dato patológico relevante viene dado por el hecho de que las vías aéreas superiores pueden ser
invadidas (el afectado “traga” el gas en ignición), lo que aumenta considerablemente la gravedad del
cuadro: edema de glotis, complicaciones inflamatorias pulmonares, edema, etc.
Vapores a altas temperaturas: entre ellas, las que tiene mayor importancia son las producidas por vapor
de agua. En general, no dan lugar a quemaduras de grado elevado; sólo llegan a la producción de
flictenas, pero su extensión puede ser muy grande. Afectan incluso a zonas cubiertas, por empapar los
tejidos del vestuario. En el cadáver, la escara es blanda y blanca, aspecto que exige realizar el
diagnóstico diferencial con las quemaduras producidas por cáusticos alcalinos.
Líquidos calientes: estas quemaduras adoptan la forma de surcos, canales o grietas, que son el
resultado de los regueros o chorros de los líquidos sobre la piel. La dirección de estos surcos es siempre
descendente y por ello indican la posición en la que se encontraba el cuerpo cuando cayó sobre él el
líquido caliente. Algunas veces dibujan lesiones radiadas por las salpicaduras del agente lesivo. La
profundidad de la lesión suele ser mínima. Los vellos y pelos nunca se afectan. Finalmente, a diferencia
de otras quemaduras, suele acentuarse su gravedad por el contacto prolongado del vestuario
impregnado por el líquido caliente. En cambio, no son tan profundas en regiones que se encuentran al
descubierto.
Sólidos al rojo: estos cuerpos dan lugar a quemaduras limitadas, que al principio reproducen fielmente
la forma del agente lesivo. La profundidad de la lesión varía dependiendo del grado de calor del sólido y
del tiempo de aplicación, pudiendo dar lugar a quemaduras profundas, aunque siempre limitadas en
cuanto a su extensión. A veces, en el tejido quemado quedan incrustaciones procedentes del material
fundido, que es posible ver a simple vista. Los pelos de la zona quemada no están abrasados o
carbonizados en su totalidad, sino más bien retorcidos sobre su eje longitudinal y desorganizados, en
parte.
Calor radiante: las radiaciones, dependiendo de su naturaleza, de su intensidad y del tiempo de
actuación, pueden dar lugar a quemaduras en cualquiera de los grados enumerados con anterioridad.
Entre los efectos del calor podemos encontrar:
Quemadura: Lesión anatómica debido a la acción directa del calor sobre los tejidos, las quemaduras
pueden ser de importancia médico legal por la acción que pueda tener el calor en actos delictuosos
Con respecto a la patogenia de la muerte por quemadura cabe señalar que el peligro para la vida que
representan las mismas no reside tanto en la profundidad como en su extensión. Aun las de primer
grado si ocupan una extensión superior a un tercio de la superficie cutánea, pueden ser mortales. Los
menores son aun susceptibles.
LUND y BROWDER han realizado mapas del área corporal que, con la ayuda de unas tablas permiten
calcularla extensión afectada. Si no se dispone de ellas, puede recurrirse a la denominada regla de los
nueves de WALLACE, según la cual la superficie corporal se divide en áreas que representan un nueve o
un múltiplo de 9 Así:
Al efecto de la propia quemadura pueden sumarse trastornos bioquímicos y metabólicos muy severos.
• Cabeza y cuello 9%.
• Cara anterior del tronco 18%.
• Cara posterior del tronco 18%.
• Cada extremidad superior 9%.
• Cada extremidad inferior 18%.
• Periné 1%.
La muerte por quemaduras puede ser inmediata o diferida:
La muerte inmediata o rápida es la de mayor interés médico forense. En la variante que tiene lugar
antes, no existen más lesiones en la autopsia que las propias quemaduras. Si esta ocurre más
tardíamente, cuando la víctima sobrevive unas horas y aún algunos días, la muerte generalmente
obedece al shock o toxemia por desintegración de las proteínas, precedida habitualmente de
somnolencia, trastornos de la inteligencia, delirios, convulsiones e hipotermia.
Diversas teorías se han postulado para explicar la patogenia de estas muertes.
La teoría humoral admite la existencia de una exudación plasmática aguda o a través de la propia
quemadura, con la consiguiente disminución de la sangre circulante; a ello se añadirían alteraciones
morfológicas en los hematíes junto con hemólisis. Aumenta la urea sanguínea y se origina acidosis. La
sangre se espesa pudiéndose formar trombos y émbolos capaces de producir la muerte.
Por el contrario, la teoría tóxica establece que la muerte se produciría por la desintegración de las
albúminas hísticas por efecto de la quemadura. Se trataría, sobre todo, de histamina o sustancias H en
estrecha relación con el shock anafiláctico. En el cadáver aparecerán equímosis subserosas y sobre todo
en mucosas, lesiones renales precoces por degeneración de los túbulos contorneados e hiperemia
visceral, sobre todo en encéfalo, acompañadas de edema. La sangre acusa en ocasiones marcadas
modificaciones: coagulada, espesa, de color sepia por la metaHb formada. Se ha indicado como típica en
este tipo de muerte la existencia de una laceración a nivel duodenal, que incluso puede estar perforada,
a partir de la cual se formarían las equímosis subserosas.
La muerte diferida tiene lugar cuando han transcurrido varios días. Generalmente la sepsis es su causa.
El fracaso respiratorio derivado de la irritación de las vías respiratorias con aparición de una neumonitis
química o de un cuadro de distress respiratorio, o de una bronconeumonía. Puede aparecer fracaso
hepático, hemorragias intestinales por erosiones a nivel del aparato digestivo, así como fracaso renal
agudo, pudiendo ser todas ellas causa de muerte
EFECTOS LOCALES
Los efectos locales del frío
1. Heladuras de primer grado o eritema, producto de la vasodilatación que sigue a la
constricción inicial.
2. Heladuras de segundo grado o flictena, representadas por vesículas de fácil
cicatrización.
3. Heladuras de tercer grado, o escaras representadas por zonas de necrosis.
El mecanismo principal de estos trastornos es el traumatismo del endotelio capilar, que
permite la salida de líquido y la formación de edema, el cual puede conducir a la aparición
de vesículas en la superficie del cuerpo. Como consecuencia hay hemoconcentración,
que origina la obturación de los vasos por trombos, y por este camino la necrosis
isquémica de las partes blandas (escaras).
Como se ha señalado la etiología de las bajas temperaturas suele ser accidental.
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) se observó este tipo de gangrena en los soldados
destacados por periodos prolongados en las trincheras durante la época invernal