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Miguel de Unamuno

Del sentimiento trágico de la vida en los


hombres y en los pueblos
Guía de lectura

Asignatura: Historia del pensamiento español


Alumna: Estefania Navarro Marin
Teléfono: 628931430
Email: estefania.navarro1@um.es
Fecha: 22/11/2016

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ÍNDICE

– Sobre Unamuno. Pág.3


– Sobre Del sentimiento trágico de la vida. Pág.4
– Resumen de la obra
– I. El hombre de carne y hueso. Pág.5
– II. El punto de partida. Pág.7
– III. El hambre de inmortalidad. Pág.9
– IV. La esencia del catolicismo. Pág.10
– V. La disolución racional. Pág.11
– VI. En el fondo del avismo. Pág. 12
– VII. Amor, dolor, compasión y personalidad. Pág.14
– VIII. De Dios a Dios. Pág. 15
– IX. Fe, esperanza y caridad. Pág.16
– X. Religión, mitología de ultratumba y apocatástasis. Pág.17
– XI. El problema práctico. Pág.18
– Don Quijote en la tragicomedia europea contemporánea. Pág 20

– Valoración personal. Pág.21


– Bibliografía. Pág.23

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Sobre Unamuno

Miguel de Unamuno nació en Bilbao en 1864, y murió en Salamanca en 1936, a


la edad de 72 años. Fue escritor, poeta y filósofo, y el principal autor de la Generación
del 98 en España. En el período transcurrido entre los años 1880 y 1884 se dedicó al
estudio de la filosofía y las letras en la universidad de Madrid, durante estos años realizó
las lecturas de filósofos como Hegel, Marx y Spencer. En el año 1884 se doctoró con la
tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca, y
posteriormente fue aceptado en la universidad de Salamanca en la cátedra de lengua y
literatura griega, en dicha universidad ocupó el cargo de rector y catedrático de historia
de la lengua castellana a partir del año 1901.

En una primera etapa de su pensamiento, las preocupaciones intelectuales que


ocupaban a Unamuno estaban centradas principalmente en cuestiones de tipo ético y
religioso (relacionadas con la fe). Unamuno inicialmente, pretendió articular su filosofía
a partir de la base constituida por la dialéctica de Hegel, pero posteriormente como
método para hallar una solución a la crisis religiosa que estaba atravesando, recurre a las
distintas filosofía de Spencer, James, Bergson y Kierkeegard, entre muchos otros.

A pesar de los innumerables intentos de hacer de su pensamiento un sistema


filosófico bien articulado y coherente, las contradicciones y paradojas características del
pensamiento de Unamuno hicieron imposible el llevar este proyecto a cabo. Finalmente
Unamuno recurre a la expresión de la intimidad característica de la literatura, para dar
solución a ciertos aspectos problemáticos de la realidad del yo. De esta forma el
pensamiento de Unamuno se desarrolla a partir de ideas como la de entender al hombre
como algo vivo y real, y la de comprender la vida como un fin en sí mismo y no como
un medio. A partir de las ideas mencionadas y de otras muchas, Unamuno escribió obras
como Mi religión y otros ensayos (1910) y Soliloquios y conversaciones (1911).

Unamuno ha sido considerado como uno de los autores más cultos de su


generación, éste filósofo, y sobre todo hombre, fue un intelectual inconformista que

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hizo de las polémicas en las que participó una forma de búsqueda filosófica. 1934 fue el
año de su jubilación, pero dos años más tarde el gobierno de Burgos lo nombró de
nuevo rector de la universidad de Salamanca, debido a sus manifiestos desacuerdos con
la República española. Finalmente fue destituido del cargo de rector debido a su
antipatía por el fundador de la Legión Española. Sus obras completas fueron publicadas
en 1962, y en 1994 salió a la luz la novela inédita Nuevo mundo.

Sobre Del sentimiento trágico de la vida

La obra es la exposición de la lucha eterna entre los conceptos de fe y razón, que


Unamuno propone como solución a la problemática sobre la creencia en la inmortalidad
del alma. Para Unamuno lo verdaderamente irracional, es decir, lo que está al margen de
la razón, es la creencia en la inmortalidad del alma; pero a pesar de ello parece que, la
fe, la vida y la razón, se necesitan mutuamente. El anhelo de inmortalidad del hombre
no puede ser formulado en proposiciones que puedan discutirse racionalmente, pero al
igual que el instinto de conservación este anhelo se nos impone. La razón y la fe son dos
extremos enfrentados que no se sostienen el uno sin el otro, ya que, la razón solamente
es capaz de operar sobre lo irracional, y lo irracional requiere ser racionalizado. Ambas,
razón y fe, se apoyan mutuamente y encontramos su forma de asociarse en la lucha. La
fe y la razón necesitan una de la otra, porque, en primer lugar la razón sólo puede
transmitirse sobre la fe, pero ésta no es transmitible racionalmente y la razón tampoco
es vital; y en segundo lugar la fe necesita a la razón para poder hacerse transmisible,
refleja y consciente. Unamuno soluciona ésta problemática a partir de la conversión del
aforismo latino “nihil cognitum quin praevolitum”, es decir, nada es conocido sin ser
antes deseado.

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Resumen de la obra

I. El hombre de carne y hueso

En este primer capítulo, que supone la apertura de la obra, Unamuno introduce la


problemática de esa lucha constante que los hombres padecen y que provoca que
deriven en contradicciones en sus actuaciones y pensamiento, esta lucha consiste en el
intento de conciliar las necesidades racionales y cognitivas con las necesidades
afectivas. Este intento de reconciliación es lo que el filósofo denomina “el sentimiento
trágico de la vida”. Para Unamuno la razón es la negación de la inmortalidad del alma, y
la fe es la afirmación rotunda de lo inmortal, y que se perpetúa en el tiempo. En éste
capítulo Unamuno señala la filosofía de Kant como un ejemplo de este intento de
reconciliar las dos necesidades del hombre, por ello tras el análisis del Dios acuñado por
Aristóteles, es decir, aquel motor inmóvil, pasa a reconstruir el concepto de éste, como
un Dios moral o volitivo, que a su vez es racional, y que se corresponde con la
proyección del hombre de carne y hueso.

“Y este hombre concreto, de carne y hueso, es el sujeto y


el supremo objeto a la vez de toda filosofía, quiéranlo o
no ciertos sedicentes filósofos.”1

Es de gran importancia en el pensamiento de Unamuno el hecho de que da


protagonismo al hombre de carne y hueso, como el sujeto auténtico, aquél que se sabe
finito, rechaza aquellas acepciones de hombre que refieren a un ser abstracto que no está
apegado a la vida. Unamuno se posiciona en contra del racionalismo cartesiano, ya que
el hecho de sentirse hombre es más inmediato que el de pensar, el de poseer una razón
con la que dilucidar los pensamientos. Por todo ello Unamuno antepone al sujeto carnal
del racionalismo, un cuerpo que es la base de todas acciones que el ser lleva a cabo.
Cabe señalar que el cuerpo al que se refiere Unamuno, no es aquel que se reduce a lo
meramente físico; sino a aquel cuerpo de la existencia y que es aquel que ejecuta la
1 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág. 49.

5
voluntad del hombre.

A continuación, Unamuno pasa a realizar la distinción entres dos principios que


convierte al hombre concreto, en hombre singular; éstos principios son el principio de
unidad y el de caridad. El principio de unidad puede hallarse tanto a nivel espacial y al
nivel de la acción del hombre, y consiste en una compenetración entre las acciones que
llevamos a cabo, enfocadas a la consecución de una meta concreta. Para Unamuno un
hombre se hace mejor cuanta más unidad posean sus acciones. El principo de
continuidad, refiere al curso de nuestra vida, a ese cúmulo de circunstancias y pasado
que nos hacen ser nosotros mismo en un momento determinado.

“Ni a un hombre ni a un pueblo se le puede exigir un


cambio que rompa la unidad y la continuidad de su
persona”2

Para Unamuno, todo aquello que atente contra la memoria y la tradición, atenta
contra el propio hombre y contra el pueblo. Igual que en el hombre se da la
contradicción entre lo racional y lo espiritual, en los pueblos ésta también aparece, por
ello, la vida para Unamuno está repleta de contradicciones, y son características de ésta.

“¿Contradicción? ¡Ya lo creo! ¡La de mi corazón, que


dice que sí, mi cabeza, que dice no! Contradicción,
naturalmente. ¿Quién no recuerda aquellas palabras del
evangelio: <<¡Señor, creo; ayuda a mi incredulidad!>>?
¡Contradicción!, ¡naturalmente! Como que sólo vivimos
de contradicciones, y por ellas; como que la vida es
tragedia, y la tragedia es perpetua lucha, sin victoria ni
esperanza de ella; es contradicción.”3

La filosofía es el único medio a través del cual podemos conciliar lo racional y


2 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.56.
3 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.60.

6
lo espiritual, ya que supone un estudio constante sobre el lugar que ocupamos durante
nuestra vida, y frente a ella, porque el más trágico problema al que se enfrenta el
hombre es el sentimiento trágico de la vida, con el que tiene que reconciliarse.

II. El punto de partida

Unamuno pasa a analizar en este capítulo qué es ese sentimiento trágico de la


vida y su relación con la salud y la enfermedad del hombre. En el hombre la enfermedad
es esa chispa que enciende la razón, y debido a que el hombre posee razón, entonces
está enfermo. Para Unamuno la razón procede del sentimiento e instinto que tiene el
hombre de su autoconservación. El fundamento que el hombre posee como ser es su
necesidad de conservarse, esta necesidad se perpetúa en la colectividad y forma parte de
los pueblos. Por todo ello el sentido común del hombre, procede de la sociedad, y por lo
tanto para Unamuno la razón es un producto social.

“Y si el individuo se mantiene es por el instinto de


perpetuación de aquél. Y de este instinto, mejor dicho, de
la sociedad, brota la razón.”4

El hombre es un ser reflexivo y por lo tanto el origen de la razón está en el


lenguaje. Todo lo que contiene el lenguaje es aquello que deseamos transmitir a los
otros, y ésto es lo que sentimos y pensamos. Cuando un hombre habla consigo mismo es
debido al hecho de que ha tenido que hablar con los otros. Unamuno está de acuerdo
con Spinoza en afirmar el hecho de que el conocimiento está íntimamente unido a la
necesidad de saber del hombre; además defiende que cuando un ser percibe, lo hace
para poder vivir.

“El pensamiento es lenguaje interior, y el lenguaje


interior brota del exterior. De donde resulta que la razón

4 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.70.

7
es social y común.”5

Unamuno se cuestiona la utilidad de la filosofía y señala el hecho de que los


filósofos no se centran en un punto de partida práctico, lo que contrasta con el hombre
de carne y hueso, que en último término también es el propio filósofo. Para Unamuno
un saber por el saber no posee fundamentación, además de que agrede la propia
naturaleza del hombre, por ello lo califica de inhumano, porque va en contra de la
naturaleza del hombre y la destruye. Unamuno da gran importancia al hecho de que la
necesidad de conocer del hombre, es para poder vivir, y ésta se da en la medida en la
que permite al hombre sobrevivir. Para Unamuno la vida del hombre no se trata sólo de
pensamiento, y contra Descartes y Kant argumenta que se trata también de sentir y
querer.

“La verdad es sum, ergo cogito: soy, luego piento, aunque


no todo lo que es piense.”6

Unamuno antepone la vida al pensamiento, porque en el hombre lo primitivo es


que vive, y no que piensa; ya que también se da el caso de que viven los que no piensan.
Finalmente el capítulo concluye afirmando que en el hombre hay un anhelo de
inmortalidad, que se encuentra encerrado en el querer y el sentir que forma la base
afectiva del conocimiento y que se corresponde con el punto de partida de toda filosofía
humana.

5 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.70.
6 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.79.

8
III. El hambre de inmortalidad.

A lo largo de este capítulo, Unamuno analiza el hambre de inmortalidad que


caracteriza al hombre, y afirma que la búsqueda que lleva a cabo la conciencia de la
infinitud es lo que articula el concepto de eternidad en su filosofía. El que el hombre se
sepa como un ser infinito es lo que engendra en él la necesidad de inmortalidad. Para
Unamuno es de gran importancia, ya que es aquello que se pretende que sea infinito, y
ésta característica es aún conservada por las religiones. Unamuno recalca el vínculo de
su teoría con la metafísica de Spinoza, a través del concepto de conatus, que refiere a la
inclinación o el propósito, que poseen los seres, de seguir existiendo, lo que se
corresponde con la pretensión de eternidad del hombre. La inmortalidad de la que habla
Unamuno no es en sentido metafísico, sino que funciona como una imposición de
carácter moral. En el hombre lo anterior se fundamenta en el ansia de creación y no en
la naturaleza de la propia alma.

Según Unamuno, el dolor que padece el hombre al ser consciente de que en un


día futuro dejará de ser, y tan sólo le deparará la muerte, es lo que le infunde fortaleza y
lo anima a luchar por la perpetuación de su ser.

“Ese pensamiento de que me tengo que morir y el enigma


de lo que habrá después, es el latir mismo de mi
conciencia.”7

Ya que, la condición de todo conocimiento es el hambre de inmortalidad del


hombre, entonces el principal asunto que requiere la atención de la filosofía ha de ser
éste mismo, el de la inmortalidad. Según Unamuno el máximo deseo del hombre es el
de ser Dios pero sin dejar, al mismo tiempo, de ser él mismo. Finalmente quien ha de
velar por la fe en la inmortalidad del alma es la Iglesia, pero en la historia se dio el
hecho de que a partir del siglo XIII la cuestión de la fe se racionalizó tomando a la
filosofía como base.

7 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.83.

9
IV. La esencia del catolicismo.

En el cuarto capítulo Unamuno se propone exponer las soluciones por las que
optó el catolicismo a la hora de tratar el hambre de inmortalidad que caracteriza al
hombre, además de parte del origen y la evolución de éste. El cristianismo en Roma
surgió a partir de las tradiciones judaica y helénica, éste cristianismo se denomina
anescatológico, ya que se caracteriza por la ausencia de fe en la vida más allá de la
muerte. Esta falta de fe se debe al hecho de que cuando los griegos descubrieron la
muerte se dio en ellos un hambre de inmortalidad, que provocó un estado espiritual
inmaduro a partir del cuál surge un sentimiento trágico de la vida, dónde se sitúa el
origen del Dios vivo. En el principio del cristianismo, Dios poseía la cualidad única de
la inmortalidad, y a partir de esa idea se formó el concepto. Posteriormente, en el
catolicismo se constituyó la idea de resurrección a partir de la figura de Cristo, y ésta
aparece manifiestamente en la Eucaristía. A continuación, el catolicismo dogmatizó su
propia doctrina y pretendía convertirse en una garantía verdadera de inmortalidad a
partir de la resurrección del alma.

“La solución católica de nuestro problema, de nuestro


único problema vital, el problema de la inmortalidad y
salvación eterna del alma individual, satisface a la
voluntad, y, por lo tanto, a la vida; pero al querer
racionalizarla con la teología dogmática, no satisface a la
razón.”8

La religión, al sentirse en desventaja con respecto a la filosofía, pretendió


racionalizarse quitando a todos sus seguidores su juicio, es decir, de su necesidad de
conocimiento, dejando toda la cuestión sobre la fe en la inmortalidad del alma bajo la
responsabilidad del Dios cristiano.

8 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.116.

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V. La disolución racional.

Unamuno comienza este capítulo analizando la cuestión del fenomenalismo


racionalista de Hume, el cuál postula que racionalmente no es posible la creencia en la
inmortalidad del alma. En Hume lo que se entiende como alma, es una forma de señalar
la conciencia individual. Según Unamuno, el racionalismo se caracteriza por ser
necesariamente materialista, y afirma que solo aquellos sistemas que defiendan
dualismos podrán ser la salvación del alma inmortal del hombre. Por lo tanto, cualquier
intento de sustantivar la conciencia, tan sólo supone un intento de fundamentar la fe en
la razón, y ésto para Unamuno tan sólo son sofisticadas argucias, ya que se pretende
objetivar algo que no posee una realidad objetiva más allá del pensamiento.

“Decir que todo es Dios, y que al morir volvemos a Dios,


mejor dicho, seguimos en Él, nada vale a nuestro anhelo;
pues si es así, antes de nacer, en Dios estábamos, el alma
humana, la conciencia individual, es perecedera. Y como
sabemos bien que el Dios personal y consciente del
monoteísmo cristiano no es sino el productor, y sobre todo
el garantizador de nuestra inmortalidad, de aquí se dice
que, y se dice muy bien, que el panteísmo no es sino un
ateísmo disfrazado.”9

Unamuno prosigue y se cuestiona la concepción del alama defendida por Santo Tomás,
como un principio de vida, sustancia simple y que es separable del cuerpo, tal y como
sigue la tradición. Pero el enigma de la razón del hombre, no acepta el alma, ya que la
tendencia de la mente es la búsqueda de la muerte.

“Es una cosa terrible la inteligencia. Tiende a la muerte


como a la estabilidad la memoria.”10

9 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.127.
10 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.128.

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Tal y como señala Unamuno, dogmatismo y racionalismo se enfrentan, ya que
lo que se sitúa a la base del modelo cognitivo del hombre es la lógica, y la razón
contradice todo aquello que nos enseña la fe. Unamuno realiza la defensa de que aquel
que busca la felicidad a través de explicaciones lógicas no logrará jamás hallarla, ya que
la felicidad y la libertad del hombre, se dan ambas, en el amor constante a Dios. La
ciencia es por ello un cementerio de ideas muertas para Unamuno, debido a que no
consigue satisfacer el ansia de inmortalidad del hombre. El capítulo termina con el
triunfo de la razón, ésta acontece cuando logra anularse y disolverse a sí misma a través
del escepticismo. El consuelo surge cuando no existen ni la verdad ni la necesidad
absolutas, y se da el momento de desesperación sentimental en el hombre.

VI. En el fondo del abismo.

Unamuno señala que hay un imposibilidad en su forma plena, que surge del
encuentro trágico entre el escepticismo racional y la desesperación sentimental, de ésto
se genera la vida trágica. Se trata de una vida trágica debido a la dicotomía que la
caracteriza. Si suponemos que la fe en la inmortalidad del alma es irracional, entonces la
ciencia es capaz de destruir el sentimiento y la personalidad que anidan en el espíritu.
La fe, la vida y la razón son tres dimensiones diferentes e interdependientes, por ello el
intento de racionalizar la existencia del hombre lo conduce al suicidio vital, ya que
antepone la voluntad a la razón.

“La fe en la inmortalidad es irracional. Y, sin embargo,


fe, vida y razón se necesitan mutuamente. Ese anhelo vital
no es propiamente problema, no puede tomar estado
lógico, no puede formularse en proposiciones
racionalmente discutibles, pero se nos plantea como se
nos plantea el hambre.”11

11 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.147.

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Para Unamuno la guerra se caracteriza por ser un factor de progreso efectivo.
Como prueba y evidencia de lo anterior está el hecho de que sin el Evangelio o sin San
Pablo, todos los pueblos de la Edad Media jamás habrían conocido las filosofías de
Platón o Aristóteles. Las tradiciones no pueden caracterizarse tan solo por ser
racionalistas o filosóficas ya que todas se necesitan mutuamente.

“Toda posición de acuerdo y de armonía persistente entre


la razón y la vida, entre la filosofía y la religión, se hace
imposible. Y la trágica historia del pensamiento humano
no es sino una lucha entre la razón y la vida, aquélla
empeñada en racionalizar a ésta haciéndola que se
resigne a lo inevitable, a la mortalidad; y ésta, la vida,
empeñada en vitalizar a la razón obligándola a que sirva
de apoyo a sus anhelos vitales. Y esta es la historia de la
filosofía, inseparable de la historia de la religión.”12

Para Unamuno no existe la posibilidad de la existencia de una posición en la que


se concilien filosofía y religión, se trata de una unión imposible. Unamuno defiende
ante aquellos que pretenden qie la vida se someta a la razón, que ésta no puede y que
además no debe, ya que la finalidad vital es la de vivir, y no la de comprender. Para
finalizar el capítulo, Unamuno afirma que la incertidumbre que surge de la
desesperación es la guía del hombre hacia el consuelo, sin la que además, no le es
posible vivir; y éste último hecho es el constituye la base moral del hombre.

12 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.151.

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VII. Amor, dolor, compasión y personalidad.

Unamuno trata en éste capítulo principalmente el concepto de amor, y de qué


manera éste es lo más trágico que hay en la vida y en el mundo. El amor es hermano de
la muerte, y por lo tanto es la única medicina que existe contra ella, ya que se hace
carnal incluso en el espíritu. Para Unamuno el amor es un acto egoísta, y que además se
aprovecha de otro sujeto carnal para poder perpetuarse él mismo. La religión caracteriza
el amor como avaricia debido a que se trata de un acto egoísta. Del amor animal es de lo
que surge el amor espiritual. Éste es doloroso debido a que se genera a través de la
muerte del primer amor carnal. Debido al amor maternal el hombre experimenta el dolor
y la compasión de ambos padres ante los hijos desvalidos; principalmente la mujer es
maternal toda ella.

Frente a su amante, el amor de una mujer se deja ganar, ya que lo concibe como
un sufridor en su deseo; por lo que se trata de un amor valiente y puro, que supera en
ésto al del hombre. Unamuno afirma que el hombre necesita ser amado, y que la única
manera de que experimente un amor espiritual, es compartiendo en padecimiento de un
mismo dolor con otro semejante; sino es capaz de compartir ese dolor, entonces se
elimina la posibilidad de la compasión hacia los otros y de su universalización. El
hombre quiere que lo compadezcan, y compartir lo que siente. Si un hombre
experimenta unicamente el amor carnal, entonces las dos almas no logran fundirse, y
permanecen ajenas la una a la otra, debido a que la sensualidad que confunde los dos
cuerpos carnales produce una separación entre ellos. Unamuno hace de Dios, en este
capítulo, la personalización del todo, ya que es la conciencia que quiere liberarse del
lastre de lo material. Así hemos personalizado al todo, lo hemos convertido en Dios,
para no caer ante la nada.

“Es el amor, lectores y hermanos míos, lo más trágico que


en el mundo y en la vida hay; es el amor hijo del engaño y
padre del desengaño; es el amor consuelo en el
desconsuelo, es la única medicina contra la muerte,

14
siendo como es de ella hermana.”13

VIII. De Dios a Dios.

En este capítulo Unamuno se propone realizar la distinción ente el Dios biótico y


el Dios lógico. En primer lugar, el Dios lógico es el Dios racional, y por lo tanto no es
más que una idea, se caracteriza por no tener vida, y por lo tanto es inerte. Todas las
pruebas que durante la tradición histórica se han realizado para intentar determinar la
existencia de este Dios lógico, han sido un rotundo fracaso en el intento de intentar
aclarar su esencia. Unamuno afirma que la existencia es el producto de la esencia, y que
el Dios lógico no puede concebirse, ya que se diluye en la propia contemplación del
mismo. El Dios vivo, es el primum movens, el anhelo del hombre, ya que es la esencia
del alma humana el desear la inmortalidad. La perpetuidad es el camino para llegar al
Dios biótico, porque es la proyección infinita de la conciencia del hombre, y si pretende
racionalizarlo, entonces de aleja de él, y lo destruye. Al Dios biótico accede el hombre a
través del amor y el sufrimiento, y no de la razón.

“De este anhelo o hambre de divinidad surge la


esperanza; de esta, la fe, y de la fe y la esperanza, la
caridad; de ese anhelo arrancan los sentimientos de
belleza, de finalidad, de bondad.”14

Al Dios biótico, el hombre, primero lo ama y posteriormente lo conoce; a través


de ese paso a ciegas el hombre accede a ese Dios indefinible, y no a la idea de un Dios
inerte. Para Unamuno, la familia está formada por Dios padre, María, que es Dios
madre, y el hijo que es Jesús; de esta forma de unen la fuerza del padre, y la compasión
y el perdón que son característicos del amor maternal.

13 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.184.
14 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.209.

15
Unamuno afirma que la razón destruye y la imaginación integra; se trata de una
relación de reciprocidad, ya que la imaginación por sí sola nos confunde, y la razón nos
aleja de Dios. La creencia en Dios implica su existencia, y debido a ésto se genera la
esperanza que da lugar a la fe, en el hombre.

IX. Fe, esperanza y caridad.

Unamuno desarrolla este capítulo en torno a la cuestión sobre qué es la fe.


Responde a la pregunta afirmando que fe es no creer lo que no vemos, sino crearlo. Para
Unamuno la fe es garantía de esperanza, tal y como se define el concepto de fe en la
doctrina del apóstol Pablo. La fe que está basada en la incertidumbre, es el tipo de fe
que posee más fortaleza, ya que no existe una fe que se encuentre libre de dogmas,
porque la fe trata principalmente de confianza. Los racionalistas pretenden
constantemente definir y conceptualizar la fe, pero ésta es la voluntad del hombre de no
morir. Dios se crea continuamente en el hombre ya que nosotros lo creamos con la fe, y
él a la misma vez nos la proporciona, se trata de un movimiento recíproco que sucede a
través del amor como conocimiento. Unamuno estipula de esta forma la unión entre el
amor, la sabiduría y Dios.

“La fe nos hace vivir mostrándonos que la vida, aunque


dependa de la razón, tiene en otra parte su manantial y su
fuerza, en algo sobrenatural y maravilloso”.15

Para Unamuno, la fe es esa fuerza creadora del hombre que se manifiesta de


forma volitiva. La existencia es definida como ese algo que queda fuera del hombre, y
que precede a la percepción que tenemos de eso que queda fuera. Unamuno establece
dos tipos de verdad, éstos son la moral y la lógica. La verdad moral cultiva la ciencia, y
ésta afirma que es la escuela de la sinceridad y la humildad, que obliga al hombre a
postrarse ante los hechos más insignificantes, ésta es pórtico de la región, pero dentro de

15 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.216.

16
ella su función de agota. Unamuno afirma que también hay una verdad estética que es
opuesta al disparate, y religiosa que es opuesta a la desesperanza.

“¿Qué es verdad? Dos clases hay de verdad, la lógica u


objetiva, cuyo contrario es el error, y la moral o subjetiva,
a que se opone la mentira.”16

Unamuno afirma que la esperanza y la fe son contra-racionales, ya que si el


hombre tiene fe, ama y espera sin descanso. La esperanza es definida como la caridad
del hombre en la acción, y el amor a Dios es la raíz de la que surge. La obra del hombre
se convierte en praxis en el momento en el que la caridad a Dios consiste en
espiritualizarlo, para librarlo del concepto material. En la vida del hombre amor y dolor
van unidos, el amor conduce al hombre a una esperanza incierta, y sólo el dolor le hace
consciente de su ser y el de sus semejantes; de esta forma el hombre también recuerda
que la esencia del ser consiste en el hambre de infinitud. Unamuno sitúa el origen del
mal en la pereza del espíritu, y es debido a la sociedad que obliga al hombre a
autorrealizarse lo salva de la tendencia hacia la nada y la destrucción a las que conduce
la pereza.

X. Religión, mitología de ultratumba y apocatástasis.

Unamuno comienza el capítulo repasando las numerosas definiciones que


numerosos autores nos han sido proporcionadas con respecto a la religión en sí,
dependiendo de la experiencia personal de cada uno. Para Unamuno este gran número
de definiciones es erróneo, y afirma que la religión no es algo definible, sino que el
hombre tan solo, puede ser capaz de describirla, porque la religión es un algo que se
siente. Para Unamuno esta cuestión no trata de la religión en sí, sino de la unión
particular de cada hombre con Dios, por ello una definición ni tiene sentido, ni es
posible. Dios es el que da trascendencia a la vida del hombre, pero éste hecho es así sólo

16 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.220.

17
en la relación que cada hombre particular tiene con Dios. El anhelo de la totalidad es la
religión, y la piedad que caracteriza al cristianismo es el vivir en comunidad con Dios.
La apocatástasis es ese estado en el que Dios ha llegado a ser todo en todos, o lo que es
lo mismo, se realiza una humanización de todo lo divino, o por el contrario, una
divinización de todo lo humano. La anacefaleosis es la unión de todos los hombres en
El Hombre, en la humanidad personificada, o lo que es lo mismo, en Cristo, como la
conciencia universal. Sólo existe una forma de que el hombre soporte la vida que le ha
tocado vivir, y es a través de la creencia en la vida eterna, con el mantenimiento del
anhelo de perpetuarse en la inmortalidad.

“Hay que creer en la otra vida, en la vida eterna de más


allá de la tumba, y en una vida individual y personal, en
una vida en que cada uno de nosotros sienta su conciencia
y la sienta unirse, sin confundirse con las demás
conciencias todas en la Conciencia Suprema, en Dios;
hay que creer en esa otra vida para poder vivir esta y
soportarla y darle sentido y finalidad.”17

XI. El problema práctico.

En este capítulo Unamuno se defiende de los posibles lectores que lo lean como
un sin fin de contradicciones insalvables. Unamuno afirma que se caracteriza por ser
contradictorio, se define como un hombre de duelos que afirma contrarios, y que
pretende conciliar lo que su cabeza dice y lo que late su corazón. Y es que todos los
hombre se caracterizan por ésto, porque el patrón de su pensamiento se traslada a su
vida, y los pensamientos de los hombres tienen una orientación utilitaria. Los hombres
como seres, tienen el derecho de protestar por su finitud y de describirla como un hecho
injusto. Además sino hay que o quien los reemplace, no hay motivo por el que
desaparecer de esta vida. Unamuno anima a los hombres a pelear quijotescamente

17 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.272.

18
contra el destino. Existen tres clases de pesimismo, el primero es el ético que se opone
al bien moral, el segundo es el eudemonístico o económico, y el tercero y último es el
religioso que desespera de la finalidad del hombre en el universo, que consiste en que el
hombre se salve y se perpetúe en la eternidad.

“Se me dirá que ésta es una posición insostenible, que


hace falta un cimiento en que cimentar nuestra acción y
nuestras obras, que no cabe vivir en contradicciones, que
la unidad y la claridad son condiciones esenciales de la
vida y del pensamiento, y que se hace preciso unificar
éste. Y seguimos siempre en lo mismo. Porque es la
contradicción íntima precisamente lo que unifica mi vida,
le da razón práctica de ser.”18

Unamuno introduce entonces el concepto de oficio, como el deber del hombre,


que le conduce a la desigualdad social. El trabajo es un forma de ganarse el sustento, y
además, la gloria eterna, que es el consuelo del hombre de haber nacido. En las
relaciones entre los hombres se da el amor al prójimo, y la entrega a los demás, y el
hombre ha de llevarla a cabo desde una relación recíproca de dominación.

“Y aun cuando el trabajo fuese nuestro castigo,


deberíamos tender a hacer de él, del castigo mismo,
nuestro consuelo y nuestra redención, y de abrazarnos a
alguna cruz, no hay para cada uno otra mejor que la cruz
del trabajo de su propio oficio civil.”19

El amor al prójimo implica el deseo de que éste sea como yo, ya que el hombre
en la imposición de sus ideas es cuando recibe las del resto, y en esto consiste el
esfuerzo del hombre por imponerse al otro, que es lo que logra el sentido religioso de la
colectividad, y es lo que posibilidad entre los hombres la solidaridad. Unamuno propone
18 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.273.
19 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.287.

19
en este punto, el panarquismo, éste consiste en que los hombres se divinicen los unos a
los otros, en el esfuerzo colectivo de inmortalizarse y que está relacionado con la
relación de dominación en el resto de los hombres. Finalmente realiza la comparación
entre la moral religiosa y el anarquismo, que también hace referencia a la patria, la
tradición y de esta forma defiende el sentimiento trágico de la vida en el hombre.

Conclusión. Don quijote en la tragicomedia europea contemporánea.

En esta parte final del libro, Unamuno nos pone como ejemplo de todo lo que
nos ha estado exponiendo, a Don Quijote como muestra contenida en la literatura
española, de ese sentimiento trágico de la vida, a través de la lucha de este personaje por
la persistencia en la realidad de la vida. Don Quijote no se resiste al espíritu infinito y
arriesga su vida durante toda su persecución. Unamuno realiza de forma concisa un
resumen de la historia de la literatura española y europea en general. En la segunda
mitad del siglo XIX, tal y como relata Unamuno, se produce una época de ciencia,
técnica, y en general de progreso, revolución y reforma. Unamuno retoma la cuestión
del Quijote, y afirma que el héroe del pensamiento español no es de carne y hueso, sino
que es ficticio, por lo que cabe diferenciar dos tipos de Quijotes; en primer lugar está el
Quijote que muere y se convierte, y en segundo lugar está el Quijote que no muere y
hace el ridículo. Para Unamuno el verdadero Quijote, es aquel que se ríe de sí mismo y
que hace reír al resto, de ésta forma vence a la ciencia ya que no tiene necesidad de ella.
El Quijote pelea por conquistar el reino espiritual de la fe a través de su locura, y hace al
hombre cuerdo.

“Y el Don Quijote no puede decirse que fuera en rigor


idealismo; no peleaba por ideas. Era espiritualismo;
peleaba por espíritu.”20

“Don Quijote el mortal, al morir, comprendió su propia

20 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.317.

20
comicidad, y lloró sus pecados, pero el inmortal,
comprendiéndola se sobrepone a ella y la vence sin
desecharla.”21

Valoración personal

Esta obra surge principalmente del interés de Unamuno relacionado con la


cuestión religiosa, y la inquietud de éste con respecto al hombre y su relación con ésta.
Una de las preguntas principales que el libro trata de responder es la de esclarecer qué
papel tiene la fe en la vida del hombre, y la relación que mantiene con la razón. Del
sentimiento trágico de la vida tiene gran parte de carga autobiográfica del autor, y su
hilo conductor trata los temas principales de la tradición existencialista. Unamuno
muestra al hombre la forma en la que ha de enfrentar a su destino trágico, que es la
muerte, como ser temporal que es, muy influido por Schopenhauer y Kierkeegard.

La concepción antropológica del hombre que defiende Unamuno, consiste en


que hombre se hace grande a medida que va reconociendo su miserable existencia y su
destino trágico, además de lo insignificante que es ante el mundo, de esta forma anhela
el hombre ser lo que no es, ser divino. El hombre de Unamuno comparte diversas
características en común con el hombre que defiende Kierkeegard, como un hombre que
teme su destino y que se aferra a su fe y a Dios para no caer. Para Unamuno, la vida es
trágica debido al hecho de una muerte segura, y para el hombre es vital encontrar la
forma de aceptar y encarar este hecho. Se trata de una obra que expone el contenido de
manera clara y concisa, y que transmite el sentimiento vital de Unamuno, ese
sentimiento de amor a la vida y al hombre, y la esperanza de la salvación de éste.
Aunque la obra tiene un importante contenido religioso, opino que en Unamuno,
podemos aprovechar reflexiones y sobre todo, el sentimiento de esperanza que nos
transmite. Porque a pesar de una muerte física segura, el hombre ha de ser capaz de
sobreponerse y de continuar creando, y sobre todo viviendo, tenga la creencia de la
21 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.326.

21
inmortalidad, o no. Unamuno, como hombre cristiano, hace de la religión el soporte del
hombre ante la tragedia de su existencia, pero bajo mi punto de vista, también es posible
que el hombre sea su propio soporte ante el sufrimiento y una vida que sin duda, algún
día acabará.

“El hombre, por ser hombre, por tener conciencia, es ya,


respecto al burro o a un cangrejo, un animal enfermo. La
conciencia es una enfermedad.”22

22 Unamuno, Miguel, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona, Austral, pág.63.

22
Bibliografía

• Novella Suárez, Jorge, “Crisis de Europa, crisis de España”, Boletín de estudios


de filosofía y cultura Manuel Mindán, Pensamiento español contemporáneo: La
Fenomenología en España, nº V, Fundación Mindán Manero, Calanda, Teruel,
2010.

• Unamuno, Miguel de, 2011, “Del sentimiento trágico de la vida”, Barcelona,


Austral. Introducción de Pedro Cerezo Galán.

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